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Page 1: Exposición: Editorial Adeshoras en imágenes · club de jazz donde el piano, el saxo y la trompeta dibujan bucles musicales. En efecto, el universo de Montaña es fundamental - mente
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Cuando conocí a Montaña, allá por 1991, tanto galeristas como espectadores solían defi-

nir su pintura como cubismo, etiqueta que jamás fue del agrado del pintor, pero que bien podríamos usar dada la resolución de sus perfiles, a menudo rematados en ángulos y difusiones, pliegues y sombras. Montaña gusta decir que pinta soledades: la soledad de los hombres y mujeres que habitan sus lienzos. Personajes que unas veces aparecen emboscados entre la muchedumbre que transita bajo el skyline de una metrópoli; otras les sorprendemos en la erótica intimidad de un dor-mitorio; y a menudo formando abigarrados grupos que beben e interactúan en el espacio de un bar (trasunto del ineludible café Gijón), o en algún

club de jazz donde el piano, el saxo y la trompeta dibujan bucles musicales.

En efecto, el universo de Montaña es fundamental-mente urbanita y coreográfico, de aquí la impor-tancia que otorga a la diversidad de escenarios, al atuendo de sus personajes, a la ritualidad del gesto y a la expresión corporal. Es entonces cuando su enérgico trazo nos llevaría a hablar de expresionismo. Porque en manos de Montaña el pincel se convierte en un escalpelo, con el que aflora los recovecos del alma de sus personajes.

*Alfredo Montaña nació en Oviedo en 1945 y se licenció en historia del arte en la universidad de Salamanca. Desde su pri-mera exposición, en León, 1968, su prestigio ha ido creciendo en España y fuera de nuestras fronteras. Expone actualmente en galería Herráiz: http://galeriaherraiz.com/?lang=es

Raúl Peña

La pintura de Alfredo Montaña

La editorial Adeshoras ha celebrado su quinto aniversario conformando una exposición de los

títulos que componen su cartera editorial y las ilus-traciones de distintos y distintas artistas que han lle-nado las páginas de los libros hasta hoy difundidos.

La exposición ha visitado la librería Muga de Vallecas, la Galería Circular de Allariz (Ourense) y la librería La República de las Letras de Córdoba, y tiene previsto recalar en librerías y salas de exposi-ciones de otras ciudades. Es, sin duda, una muestra que aúna dos aspectos de un buen libro como son los textos de distintos géneros y las ilustraciones que son verdaderas obras de arte, tanto en el con-junto de la obra literaria como de forma aislada.

Es, en suma, la historia de la joven editorial en los pasos de sus autores y autoras y de sus artistas.

Un camino que continúa de la mano de su direc-tora, Susana Noeda, sin grandes pretensiones pero con el buen criterio que está posicionando la edi-torial de forma efectiva.

Exposición: Editorial Adeshoras en imágenes

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MAX ESTRELLA 3

EDITORIAL

Max Aub: actualidad intelectual

Max Aub representa muchas cosas para la cultura individual y colectiva española. Fue, como otros muchos, involuntario protagonista del drama provocado por el ideal fascista de determinados polí-

ticos, empresarios y militares españoles en 1936. Un drama que se extiende en la historia de nuestro país, que todavía no se ha repuesto del vacío intelectual y cultural producido por el obligado éxodo a México, Inglaterra, Francia, Argentina y, en menor medida, a otros países.

De estos exiliados y exiliadas, quienes, como Max Aub, adquirieron una conciencia social indeleble, han dejado una huella inextinguible de su don literario humanizado por su aplicación social más allá de los luci-mientos estilísticos. Aún así, la obra del escritor nacido en Francia, crecido en España y exiliado en México, presenta un claro estilo literario capaz de dar una bella fluidez descriptiva a los cuadros que construye desde las fuentes más inmediatas y comprensibles.

Max Aub regresó a Francia en 1939, ahora como exiliado, en 1941 fue deportado a Argelia, y en1942 viajó a Casablanca, de donde salió, ese mismo año, para México. Hasta 1972, año de su fallecimiento, vivió en este país y viajó a España en 1969 y 1972. Siempre estuvo al lado de los más desfavorecidos, y asumió el ideal socialista. Es, sin duda, uno de los autores que más fielmente representa el espíritu del exilio y el sufri-miento que provoca, así como su fruto literario.*Agradecemos a la fundación Max Aub la información y fotos disponibles.

En 1918 nacía en Córdoba el escritor, poeta y crítico literario Leopoldo Urrutia de Luis (Leopoldo de Luis). Muy respetado, publicó, entre otros, Los imposibles pájaros o Mar verdadero, y recopiló y estudió la obra completa de Miguel Hernández.

Mario López, integrante del grupo «Cántico», de Córdoba, nació en 1918 en Bujalance (Córdoba). Poeta y pintor, fue autor, entre otros de los libros Garganta y corazón, Cal muerta, cielo vivo, Museo simbólico o Córdoba en la poesía.

En 2018 se cumplirán 50 años del fallecimiento de Pablo del Águila, un poeta granadino desaparecido con tan solo 22 años. Su obra ha sido reunida por la editorial Bartleby en el tomo De soledad, amor, silencio y muerte (2017).

Y fue en 1888, hace ahora 130 años, cuando nació en Lisboa Fernando Antonio Nogueira Pessoa, el poeta que dio a las letras portuguesas su identidad más reconocida. Fernando Pessoa dejó una huella que se convirtió en gran herencia.

SUMARIO

3 Editorial y Efemérides4-8 En Portada: Artículos sobre Max Aub firmados por José Luis Esparcia, Manuel Aznar Soler, Javier Villán, José Esteban e Isabe-lo Herreros.9-10 Poemas: Javier Losta-lé, Juan Seoane, Pedro Villar y Pepa Nieto.11 Cuento: Héctor Váz-quez Aizpiri.12-15 Firmas: Carmen Guaita, José Esteban, Isabe-lo Herreros y Raúl Peña.16-18 Libros19 Entrevista: José Mª Álvarez.

MAX ESTRELLARevista Cultural

de difusión gratuita

Edita: Tertulia «Max Estrella»E-mail: [email protected] digital: https://revistamaxestrella.com/Coordinación: José Luis EsparciaProducción y maquetación: Susana Noeda

Ilustración portada: Fernando FerroIlustración contraportada: Inés BeckmannImpresión: Estilo Estugraf Impresores, S.L. Depósito Legal: M-5160-2018Todos los derechos reservados.

Efemérides

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4 MAX ESTRELLA

EN PORTADA

París vio nacer a Max Aub Mohrenwitz el 2 de junio de 1903. Su padre era alemán, su madre,

francesa de origen familiar judío. Unas señas de identidad que darían más significación a su futura desgracia como involuntario exiliado. Un periplo que comienza joven, cuando se traslada con su fami-lia desde la capital francesa a Valencia, al comenzar la primera guerra mundial. Allí estudia el bachiller. Y con diecinueve años publica su poema «Momen-tos». Fue en el número 359 de la revista España, dirigida por Manuel Azaña. Pero el primer poema escrito se data en 1915. Después vendrían publica-ciones en las principales revistas.

Un convencido republicano de conciencia polí-tica completamente proclive a las personas des-favorecidas, a los débiles, que deja huella de su compromiso vital, tanto directamente (se afilia al PSOE en Valencia) como literariamente, con los mensajes que traslada continuamente en su obra. Por ello la amplitud de su destino y de su significa-ción abarca límites que escaparon a muchos de sus coetáneos. En algún caso por razones trágicas, en la mayoría de los casos por resultado y reflejo de las buenas intenciones, y de la dirección de la convi-vencia condicionada por el sentido que Max daba a su bagaje vital, expresado años más tarde por Michel Butor: «cada personaje solo existe dentro de sus relaciones con lo que le rodea». Y así va com-poniendo sus normas, esas que atienden a la adap-tación de variables globales a intereses de clase, de las clases más necesitadas de una ética como la de Aub, sostenida por la raíz del ideal socialista, pero sobre todo por el ideal de significación humana

que es la actitud respetuosa de la cultura y de su proceso de relación, donde todos los elementos humanos adquieren una importancia que etiqueta la reciprocidad en los merecimientos materiales e intelectuales y en la consecuente convivencia.

Bastantes textos reflejan este nivel de respeto por los perfiles clasificadores, perfiles que dan medida de la realidad social en el momento, sobre todo de los colectivos más visibles y accesibles, como es la clase trabajadora. Un reflejo que, como siempre, la poe-sía suele acuñar en su esencia expresiva: «El hom-bre es como la tierra, / huerta, secano, barbecho, / según el agua que riega / las arterias de su pecho. / El trabajo es lo que cuenta, / lo otro lo va dando el tiempo», escribe en el poema «Lo cierto por lo dudoso», dejando un sello de profunda significación de su afán de realidad en la convivencia: «La playa es orilla / de la mar y de la tierra, / nunca frontera: Nada separa, / nada se para». Un principio de rea-lidad que se distingue sobre todo en el destino que otorga a sus personajes en los procesos de relación.

El destino de Max Aub está muy ligado a su sig-nificación, ¿o es al contrario? Por ello, el nivel reco-nocido de ser humano intelectual plantea un Max Aub como sujeto social imprescindible. Es la signi-ficación clara del ser total que es. El destino es la consecuencia del ejercicio de esa totalidad, ¿o es al contrario? La fluidez narrativa, la autoconformación del personaje y el tránsito de caminos comunes al sujeto receptor, construyen un panel en que el des-tino y significación de Max Aub son señas de una identidad de la que puede afirmarse que en todas las orillas deja huella y referencia.

Max Aub: destino y significaciónJosé Luis Esparcia

Con André Malraux Campo de concentración de Djelfa Exilio en Méjico, con León Felipe

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MAX ESTRELLA 5

EN PORTADA

El triunfo de la revolución cubana fue saludado en 1959 con júbilo por la intelectualidad de izquier-

das en todo el mundo. Y también, naturalmente, tanto por la mayoría del exilio republicano español de 1939 –por ejemplo, por el comunista Jesús Izcaray, autor de Reportaje en Cuba– como por la oposición antifranquista que vivía en España bajo la dicta-dura militar, encarnada por Pueblo en marcha, de Juan Goytisolo, protagonista ya por entonces de un «segundo exilio» en París. Una encuesta de la revista mexicana Humanismo nos proporciona un valioso testimonio de esa esperanza colectiva que Max Aub comparte en 1960: «Me es muy difícil –a mí como a tantos– darme exacta cuenta de lo que es y se propone la actual Revolución Cubana por la evidente parciali-dad contraria de la mayor parte de la prensa. (Lo que no es nuevo ni particular al movimiento encabezado por Fidel Castro; los republicanos españoles hemos conocido el mismo alevoso mal). Por otra parte –aun sin saber–, la Revolución Cubana entra a formar parte –sin duda alguna ni paso atrás posible, sean las que fueren las contingencias futuras– del nuevo perfil que adquiere el mundo dibujado por múltiples países de reciente historia patria».

Y a una segunda pregunta sobre la posibilidad de que una intervención norteamericana la frustre, res-ponde Max Aub: «Parece imposible que se repita en Cuba la triste historia reciente de Guatemala. Nada lo abona; ni el modo de llegada al poder, ni la manera de enfrentarse con los problemas fundamentales de la Revolución; –aun a través de agencias poco favo-rables– (sic) el apoyo con que parece contar el actual régimen cubano. Es decir que, de producirse un ata-que, todo lleva a suponer que el pueblo defendería, a como diera lugar, a sus actuales dirigentes. Por lo menos esto parece, visto desde lejos».

Sabemos hoy que Max Aub fue escribiendo a lo largo de su vida unos Diarios inéditos. Sin embargo, el autor tuvo interés en publicar algunos de ellos en vida: concretamente, La gallina ciega, su «diario español» de 1969, este Enero en Cuba y, aunque de índole genérica muy distinta, también su poético

Diario de Djelfa. Pues bien, en la edición española de estos Diarios puede leerse el 7 de enero de 1959 la siguiente anotación, en donde Aub expresa el carácter «romántico», la «ilusión lírica» con que fue saludada inicialmente la revolución cubana: «Las revoluciones, o los sobresaltos hacia la libertad, suceden cuando un grupo está decidido a morir por conseguirla. Los que viven bien –si no a gusto– son incapaces de ella. Verbigracia, hoy, los argelinos, pero no los españoles. Quedan, además, los caudi-llos románticos –si hay quien los financie–, como Fidel Castro».

Pero este viaje a Cuba no era uno más entre los viajes que realizó un Max Aub que, a partir del 22 de enero de 1956 en que obtuvo la nacionalidad mexi-cana, se transformó en un viajero impenitente hasta las mismas vísperas de su muerte. En efecto, entre 1956 y 1972 podemos constatar al menos nueve viajes del escritor a Europa, sobre todo a Francia –el país de nacimiento del escritor–, Inglaterra –en donde vivía su hija Mimín– y en dos ocasiones a España: una, la ya citada de 1969 y la otra en la primavera de 1972, pocos meses antes de su falle-cimiento, como puede constatarse a través de la lectura de su segundo «diario español». Este viaje a Cuba era un viaje más pero, naturalmente, no un viaje cualquiera, como tampoco lo fue el realizado a Israel, donde permaneció entre noviembre de 1966 y febrero de 1967, un viaje que, lógicamente, tuvo para el escritor –francés por nacimiento, español por libre elección y judío por linaje– una especial signi-ficación. Y si ese enero de 1967 en Israel fue impor-tante, no lo fue menos este Enero en Cuba de aquel mítico y revolucionario año 1968, el año en que Max Aub, además de preparar la edición de su diario cubano, publicó su obra teatral El cerco, dedicada a la muerte del Che Guevara. Un diario cubano que Max Aub quiso publicar en vida, como demuestran algunas consultas realizadas con tal motivo y de las que deja constancia, por ejemplo, el 8 de septiem-bre de 1968 en sus Diarios: «Fede [rico Álvarez] encuentra publicable Enero en Cuba».

La revolución cubana y la literatura española(De «Enero en Cuba: la revolución cubana vista por Max Aub en 1968»)

Manuel Aznar Soler

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6 MAX ESTRELLA

EN PORTADA

Max Aub en su laberintoJavier Villán

Siempre en su laberinto de apátrida, huésped de los campos de concentración nazis, alemán

o español da igual. Posiblemente más español que nada: teatro, narrativa, poesía, gran poema La gallina ciega, que hace poco hicimos en el Fer-nán Gómez; dirigido por Ramón Fontseré y con escenografía de David Loaysa. Memorable Victo-ria Vera, la mejor Victoria de los últimos tiempos. Empezábamos con el Orfeón Donostiarra y seguía la voz de Luz Casal con el poema de Rosalía, Negra sombra. Antorrin Heredia con una petenera, gitano y con dos pares ¡¡la Petenera!!: guión mío, un canto a la pluralidad de las tierras de España que es una de las mayores satisfacciones de mi vida. La voz de Luz Casal poniéndole saudade a Negra Sombra. Y Victoria Vera, entre cajas, jugando a la gallina ciega de Max Aub, memorizando sus paisajes de España, de Cádiz a Finisterre Max Aub, la España peregrina copiándole título a otro transterrado: José Berga-min. Las calamidades nunca le han abandonado. Hace poco, el teatricida del Matadero, un tal Feijoó creo, un subalterno de Manuela Carmena, alcaldesa de Madrid, le quitó la sala. Pero parece que se la ha restituido, a él y a Arrabal, eso dicen, José Luis Ramos Romo. No he podido comprobarlo e ignoro si la restitución se ha debido a la campaña que desenca-dené contra don Feijoó o por propia voluntad. Poco tiempo antes la señorita Mayer, con-cejala de cultura y que nunca jamás pisó su teatro, El Espa-ñol, ni siquiera para saludar a la hija de Max, octogenaria que vino a un estreno de Pérez de la Fuente, uno de los que más hizo por Max Aub en España. Recuerdo el soberbio montaje de San Juan, el barco de los perseguidos. Ernesto Caballero y José Ramón Fer-

nández con El laberinto mágico, esas prosas que aca-ban de dejarme los Magos como regalo y premio de mi buena conducta.

Gran espectáculo en el Valle Inclán, goyesco podríamos decir, los horrores de la guerra, la España cainita y guerracivilista, de Ernesto y José Ramón, que ha llegado hasta Moscú. A garrotazos. En Max Aub hay algo de Goya. Todos los grandes tienen algo o mucho de Goya.

Umbral establecía una línea de pensamiento que empezaba en Quevedo, ignoraba injustamente a Cervantes, continuaba en Larra y concluía en Valle Inclán. Lo que él llamaba el pensamiento crítico; Cervantes es pensamiento crítico. Por Max Aub, como le ocurría con los exiliados en general, Umbral no tenía especial predilección. Su teoría era simple, simplista, diría yo. El exilio exterior, fue un exilio de oro. Eso le valió a Umbral una bofetada que mandó sus gafas por los suelos. «Nadie me defendió», se quejó luego Paco Umbral. Quienes verdaderamente lucharon contra el franquismo fueron los exilia-dos interiores. Como teoría, vale; pero no fueron demasiado eficaces, cárceles, censura, listas negras en periódicos y editoriales. El exilio interior solo fuimos eficaces con nosotros mismos.

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MAX ESTRELLA 7

EN PORTADA

Sabida es la afición al juego de nuestro novelista y que murió en su casa de México, cuando se

disponía a echar una partida con los amigos. En sus obligadas reclusiones en los campos de con-centración mataba el tiempo jugando a las cartas. En los primeros años de su exilio mexicano, Max iba diariamente a casa de Paulino Masip, donde se jugaba.

Quizá por ello, existe una sugestiva relación entre vida, literatura y juego en nuestro escritor. Así como un cierto apasiona-miento por los juegos ver-bales, por la adivinación del futuro y la reinvención de la historia. Recordemos sus «epístolas-naipes» de Juego de cartas.

Esta primorosa edición de Trampas constituye todo un redescubrimiento. Por carta a su biógrafo, sabemos que pensaba publicar estos textos en vida. De hecho, con el título de «Algunas trampas», una parte del mismo apareció en la revista mexicana Diálogos (1968) y en la madrileña El Uro-gallo (1970). Este anticipo supone aproximadamente la cuarta parte de la obra.

Se trata de un libro auténticamente aubiano, tanto por el tema, por su forma aforística y por la pasión lingüística que muestra. «Frases breves, preñadas de carga significativa, a veces tajantes y rotundas», son los aforismos a los que Max Aub fue muy aficionado (como su amigo Ber-gamín) y que podemos encontrar en muchas de sus obras, como «Cuaderno verde», del Jusep Torres Campalans, Paremiología particular, Sig-

Trampas. Max Aub (Edición, prólogo y notas de Pedro Tejada Tello)

Reino de Cordelia. Madrid, 2017José Esteban

nos de ortografía, Suicidios, Epitafios y Crímenes ejemplares.

Los textos de Trampas son inequívocamente aforismos.

«Dime con quién juegas y te diré quién eres». «Ni el bridge ni en el ajedrez valen trampas:

ganan los que más saben, luego no son juegos, sino abuso de confianza».

«Juega con ciegos, no con tontos». «Piensa siem-pre que puedes perder».

«Siempre se juega con alguien». «No se juega nunca para pasar el tiempo, sino para ganarlo».

Para Max, la trampa es inherente al ser humano. («El acecho, animal; el engaño vegetal; la trampa humana»). Pero le interesa otra dimen-sión de la trampa y del juego: la de la representación o metá-fora de la vida o de la muerte.

«Sin trampas no se puede vivir; las trampas son la vida misma: la muerte».

«La vida es trampa». «Vivir del juego y el juego de

vivir es morir».En fin, Trampas es un libro

apasionante y muy represen-tativo del quehacer y las preocupaciones de Max Aub. Sus certeros aforismos («No importa que el aforismo sea cierto o incierto: lo que importa es que sea certero», escribió Bergamín) giran en torno a un tema muy querido por el autor; el juego («Todo lo que no es juego carece de sen-tido»). Porque además, él, Max Aub, que fue siempre un perdedor, nunca hizo uso de las armas del tramposo, prefiriendo las de la integridad ética y moral. «Estoy tan acostumbrado a perder que el ganar ya me jode», escribió en su diario.

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8 MAX ESTRELLA

EN PORTADA

La mirada vitriólica de La gallina ciegaIsabelo Herreros

Cuando Max Aub pisa de nuevo España, en agosto de 1969, tras treinta años de exilio, lo

hace con un visado de turista y bajo la protección de un pasaporte mejicano. La coartada del viaje era escribir un libro biográfico sobre Luis Buñuel, amigo de Aub, que por entonces se encontraba en España, enfrascado en el rodaje de Tristana. El régi-men franquista, fiel a su criminal origen y ejecuto-ria, no le había dejado siquiera acudir al entierro de sus progenitores, fallecidos en Valencia, en 1951 su padre, y en 1962 su madre. A pesar de la «peligrosi-dad» de aquel exiliado, para la inmensa mayoría de la sociedad española era un perfecto desconocido, como aún lo es hoy, a pesar de haberse reeditado casi toda su obra literaria. No era totalmente igno-rado por los círculos que leían revistas literarias, pues lo cierto es que Max Aub había querido acer-carse a sus colegas de oficio en España, con colabo-raciones en Insula, o en la mallorquina Papeles de Son Armadans, vinculada a Camilo J. Cela.

Desconocemos, quizá por pereza de los espe-cialistas, los informes policiales que aún en 1969 consideraban al autor de La calle de Valverde sujeto peligroso para la dictadura franquista. Es posible que entre las imputaciones figure la de haber sido guionista de Sierra de Teruel, película que dirigió André Malraux en 1938, o ser quien encargó a Picasso un cuadro sobre la guerra civil española, es decir el célebre Guernica. Para redondear la situa-ción política del escritor, hay que señalar que, sin que él mismo supiera las sinrazones, había sido expulsado del PSOE, por decisión del gran cacique del exilio español en México, léase el aún venerado Indalecio Prieto, y todo por ser solo un afiliado, sin cargo alguno, que se mantuvo leal a quien encarnaba la legalidad republicana, antes, durante y después de la derrota de 1939: don Juan Negrín. Sería de interés conocer el contenido de los infor-mes de la censura y la policía, cuando en 1960 se publicó en México un curioso libro, titulado La verdadera historia de la muerte de Francisco Franco y otros cuentos.

No pretendo comentar la obra novelística de Max Aub, ni la teatral, solo llamar la atención acerca de la importancia de un libro inclasificable, de unas cuatrocientas páginas, en el que describe con prosa ágil y corrosiva la España domesticada y gris de aquellos años, en la que crecieron varias generaciones que ignoraban todo acerca de la República, o, peor, tenían una imagen deformada por la propaganda del régimen, no solo de lo que había significado políticamente. Siente amargura de que no le pregunten por nada de aquello, que no les interese conocer cómo era la universidad republicana, que no sepan nada de sus científicos, historiadores y juristas, nada de la Institución Libre de Enseñanza, de las Misiones Pedagógicas, ni de quién había sido Enrique Díez Canedo, José Gaos o Luis Cernuda. Ignorancia total del exilio. El pro-pio escritor se pregunta en el prólogo: «¿Qué son estas páginas? Diario sólo hasta cierto punto, porque éstos suelen limitarse a anotación de sucesos, reflexión sobre lo inmediato. Interesa en ellos lo inesperado, la gracia del aire; no tiene éste ninguna: leo en una tesis1 que lleva como apéndice una conversación grabada en mi casa, meses antes del viaje aquí anotado: en ella encuentro, a priori, las consecuencias que pue-den sacarse de estas páginas. ¿Quiere decir que fui a España con la idea preconcebida del estado actual de la península? Es posible. Doy mi palabra que deseaba lo contrario. Sencillamente: no vivía a oscuras; lo que quiere decir –ni mucho menos– que diera en el blanco de la razón».

La gallina ciega es una reflexión amarga y lúcida, como si el autor, consciente de su delicada salud, quisiera dejar un apresurado testimonio del desen-cuentro que tiene con su país; es también una con-tinuidad de su Laberinto, o la resultante final del drama de la guerra y el exilio, es decir una España de la que había sido borrada la fecunda obra de Francisco Giner de los Ríos y toda huella de la cul-tura republicana.1Se refiere a La obra narrativa de Max Aub (1929-1969) de Ignacio Soldevila Durante.

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MAX ESTRELLA 9

POEMAS

Javier Lostalé

DespertarSin nadie despierta,quieto en la intimidad sin pulso de lo absoluto.Desliza su manopor la distancia iluminada de un cuerpo que no existe, y se abraza a un espacioque en olas sucesivas anuda su pechoal tacto hondo de una sombraen su deseo concebida. Y allí dicelo que no tienehasta temblar en soledad la vida entera.Cierra luego los ojosy se entorna en la luz última de lo perdido.Sin nadiemás puro amanece el día.

(De El pulso de las nubes )

Juan Seoane

La isla de TamboLa bruma impide ver la isla de Tambo, la lejanía se instala a toda prisa.

Los pájaros alzan la cabeza, estiman la altura,se beben la humedad de la calima,nos echan su aliento a la cara como una boca de riego;sus ojos están enquistados en el sol.

Este cielo está arrendado por pájaros.

Olvido la tierra, olvidode qué lado está la memoria de mi cuerpo;tan tenuamente me hiere la voz, el frío.

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10 MAX ESTRELLA

POEMAS

Pedro Villar

RecuerdaHay luz, tiembla en las redes y en el rastro del agua,lo anuncian en su vuelo las gaviotas,los árboles señalan la humedad, las formas que habita el silencio. Hay luz y sin embargotiembla en las nubes una canción de otoño,la sombra gigante del vientoy en sus labios el olvido que fui.

(Del libro inédito Los espejos del agua)

Pepa Nieto

Tu sombraEste perro que me lame los labiosse me antoja que llega como el llanto, crece en mis ojoscomo la sombra tuya, es la sombra que añoro desesperadamente.

Tu sombra,yo vivo de tu sombra, le pertenezco.

Mis piernasa punto de estrellarse persiguiendo a tu sombra, colman las perspectivasde un guion que amenaza con nostalgias de siglos.

Ayer comenzó todo.

(De La mano del ángel)

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MAX ESTRELLA 11

CUENTO

Héctor Vázquez AizpiriPiedras azules

(a la hora más triste de los martes)

Valía más mirar hacia las piedras, sin fijarse en nada, y esperar tranquilamente que llegara. Para ver de soslayo, además, cómo llegaba. Eso creía, sin saber por qué ni estar del todo seguro. Pero los ojos

decían que no, e insistían en el misterioso lenguaje grisvioleta de los ojos. Así que apartó la vista, acobar-dado, y se perdió otra vez el espectáculo de aquella muchacha desnuda que solía acudir allí los martes, algunas veces, del otoño. Con la luz moribunda y azulada y un poquito de tristeza entre pestañas algo húmedas. Y el agua limpia de aquel río reflejaba su desnudez y la convertía en arco iris mojado y muy inquieto y tembloroso. Y su luz de tantos colores atravesaba entre los árboles de las orillas jugando al escondite. Y pasaba de largo sin saludar ni despedirse de la gente. Algo huraña, la luz, aunque no se notaba mucho desde lejos. Merecía la pena, sin embargo, quedarse allí en silencio y ver emocionado lo que iba sucediendo poco a poco en la orilla contraria de aquel río. Y tener por dentro un poco de paciencia y mansedumbre. Sin protestar porque algunas rocas se mojaran y otras soltaran chispas al pisarlas con las tachuelas de las botas (borceguíes).

Pero se lo perdió por apartar la vista. Solo por mirar distraído hacia las piedras sin fijarse en nada más hasta que la muchacha desnuda apareciese en algunos cálidos martes del otoño entre la luz y las hojas casiamarillas de los árboles. Se lo perdió por haber aceptado la negativa de los ojos a mirarla. Quizá por la serena dulzura de las piedras que tiritaban en el agua fría y que parecían llamarlo por su nombre de ver-dad, a contraviento. La muchacha desnuda podría no tener voz, quizá. Quizá porque no supo encontrar un escondite seguro en la penumbra de helechos de la fronda y dominar allí sus temblores en las manos y el rubor inocente en sus mejillas. Quizá porque no quedaba más remedio. Quizá porque hubiera dejado de ser martes y el agua transparente lo sabía antes que nadie. Quizá por otras cosas más oscuras y difíciles.

Y entonces se dio cuenta. Fue un poco de repente. Y el tiempo seguía transcurriendo muy despacio mientras él se acobardaba, casi a punto de gemir.

Había perdido. Como todos los hombres y los peces, que solo saltan para morir con hipo en el silen-cio. Como la mansedumbre de la yerba que se deja pisar sin pensar en la venganza. Como el camino al que llegas con retraso y a punto de romperte los músculos más finos, menos ese tan pequeño que está escondido y se mueve por dentro de los párpados. Como el olor que da un aviso de tormenta. Como el hierro que tarda tanto en oxidarse y regresar al polvo. No. Nunca existió ni existirá un remedio en el que se pueda confiar.

Sí. Había perdido.Tendría que cambiar de rumbo y olvidarse de por qué habría venido de tan lejos.Ya no podría hacer otra cosa, salvo quedar callado y taciturno y esperar que su martes regresara desde el

lugar oculto y misterioso en que se esconden tras la cara invisible de la luna los días de la semana cuando no están de servicio y nadie reclama a gritos su presencia, ni hay muchachas desnudas junto al agua que lo agradecen y lo esperan con sosiego y suspiros amables mientras resbala la luz de la mañana por su larga cabellera y por sus pechos erguidos, de aréolas rosadas y pequeñas. Y el agua se detiene dormida en gotitas muy escasas en la rizada selva diminuta de su pubis. Y solo entonces se podrá desandar todo lo andado y empezar a sentirla y amarla desde lejos.

Pero de poder ser, más tarde a media tarde, escondidos entre las ráfagas de sombra y con los ojos dis-puestos a mirarla y verla entera, desnuda y casi transparente entre las hojas casiamarillas de los árboles que van cayendo poco a poco y haciendo rabiar de envidia al arco iris que la imita.

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12 MAX ESTRELLA

FIRMAS

Antonio Hernández estuvo conmigo junto al lecho de muerte de Luis Rosales. Había comen-

zado a leer su libro Nueva York después de muerto por el último poema y supe que me hallaba ante un poetaparamí. Luego tuve el honor de conocer a la persona y comprobar que él es un poeta para todos.

Platón dice en su diálogo Ion que «un poeta es alado y sagrado, y cuando poetiza está demente y ya no habita en él la inteligencia». El poeta crea su arte en un lugar donde rigen sin leyes el instinto de vida y el de muerte: la frontera entre la locura y la cordura. Así lo confiesa Antonio: Sentía un deseo estancado, los ojos como zarpas y el alma en la frontera. Es la misma idea de los filósofos alemanes cuando afirman que todo arte es poesía. En el idioma ale-mán, que tomó el testigo del griego para la Filosofía, Dichten significa «escribir poesía» y también «encon-trar». Cuando el poeta escribe, dice Heidegger, está «enajenado como un sonámbulo» porque necesita plegarse al proceso de creación. Y por eso encuen-tra la verdad, que es el desocultamiento del ser, un momento en el cual la racionalidad se retira y deja al ser manifestarse como tal. Y de ese momento surge la belleza, que no es sino la verdad desnuda.

En la obra entera de Antonio Hernández brillan la verdad y la belleza. Cuando el lector se asombra ante la belleza de un poema suyo, no es porque algo esté representado de manera exacta –no hay «rea-

lismo» en su obra– sino porque que ha tenido frente a él un relámpago de la verdad.

Otro ámbito clave de la poesía es el tiempo. Un poeta es, en la definición de Antonio Machado, el hombre que emplea la palabra esencial en el tiempo. Así que la esencialidad –la aproximación templada y consciente a lo más profundo del ser– y la ubi-cación en su propio tiempo son dos de las mejores características de Antonio Hernández como poeta. Él se pregunta, se conmueve, observa la vida y se sitúa ante ella, en un aquí y ahora concreto sobre el que se cuestiona. Porque es un poeta ensimismado, Antonio es universal; porque está comprometido con el tiempo presente, es eterno.

Si le preguntamos a Antonio qué significa para un ser humano estar iluminado por la verdad cuando crea, qué es lo que siente al ser alado y sagrado, al ser poeta, él responderá desde sus versos: La poesía es la máscara que nos descubre. Con esas ocho palabras resume todos los tratados de filosofía y literatura.

Sólo puede amar la poesía quien sea capaz de aguantar mirando la verdad cuando acontece en un poema. Así nos lleva este poeta en el viaje y así nos llena el alma. Tal vez Federico adivinaba a Antonio Hernández cuando escribió: Tardará mucho tiempo en nacer, si es que nace, un andaluz tan claro, tan rico de aventura.

Alado y sagrado (Para Antonio Hernández)

Carmen Guaita

Antonio Hernández con Rafael Alberti Antonio Hernández con Claudio Rodríguez

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MAX ESTRELLA 13

FIRMAS

Max Estrella (En Diccionario de la Bohemia. Ed. Renacimiento. Sevilla, 2017)

José Esteban

La identificación del personaje literario más sig-nificativo de la bohemia española, Max Estre-

lla, «hace que la obra establezca peculiares puentes con su realidad histórica, convirtiéndose en una pieza clave». (Jesús Rubio).

Luis Bello, ya en 1925, comentaba que don Ramón: «Acercó el espejo cóncavo a seres que estimó y apreció como compañeros. Alguna vez el rayo oblicuo proyecta su propia figura. Todo hemos visto surgir una sombra detrás del hombre ciego que muere en la calle de abandono y de frío. Muy deformados hasta parecer otros, asoman personajes que hemos conocido y apenas si conservan algún hilo que los sujete a su vida real. Desde la taberna a la cárcel y desde la cárcel al ministerio, damos con gentes que Valle-Inclán no ha perdonado. Hay también pobres hombres que no necesitaban el espejo cóncavo. Hay alguno que lleva en la obra el mismo seudónimo que en vida. Valle- Inclán lo desdobla y lo convierte en dos; pero ya solamente en su libro le volveremos a encontrar«. («Saludo a un ausente». El Sol, 4 de marzo de 1925).

«Max Estrella es el personaje que ha dado lugar a una literatura crítica más abundante. Nadie pone en duda la identificación entre Max Estrella y Ale-jandro Sawa. Hasta el punto es así, que Sawa debe hoy gran parte de su gloria literaria al homenaje que don Ramón le rindió en su esperpento. Los testimonios sobre él son numerosos y Zamora Vicente realizó un pertinente recuento. ( . . .). Para Anthony Zahareas y José Esteban Luces de bohe-mia es un homenaje de Valle-Inclán a Sawa, que adquiere pronto la aureola de “héroe” del mundo bohemio madrileño, como revelan diferentes tes-timonios... Se ha señalado también una posible identificación de Max con el propio Valle-Inclán pero es más forzada». (Jesús Rubio, Valle-Inclán caricaturista moderno).

«Porque vida y literatura se intercambian con facilidad en el transcurso de Luces de bohemia. Cuando Sawa escribe: “Yo soy el otro; quiero decir,

alguien que no soy yo mismo”, está representando teatralmente su vida. Porque el vivir bohemio es llevar dos vidas: la de los hechos cotidianos y los imaginarios. Por eso, el bohemio se presenta (o representa) bajo la máscara de su “yo” ante el otro “yo” (que no es él, pero que tampoco deja de serlo) y de ahí la opinión que para los verdaderos bohe-mios la vida fue siempre un escenario: “Las vidas de los bohemios han ocurrido dos veces: la primera en su tiempo, fue contemporánea, es la que ocu-rrió sólo una vez; la segunda es múltiple cuando el mismo bohemio se ocupa de su pasado, presente y futuro para representarlos autobiográficamente en movimiento continuo”». [José Esteban y Anthony N. Zahareas, Contra el canon. Los bohemios espa-ñoles (1880-1920). Madrid, Ediciones del Orto, 2004].

«Valle-Inclán realizó en Luces de bohemia con Alejandro Sawa uno de esos magníficos ejercicios de estilización, concentrando las numerosas refe-rencias que arrastraba el personaje: hugoliano, ciranesco, quijotesco, d’aurevilesco, dauderiano, etc.»(Jesús Rubio, Obra citada).

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14 MAX ESTRELLA

FIRMAS

Cuando la tertulia se aproxima a los treinta años de edad, desde este renuevo de Max Estrella se nos

ocurre que echar una mirada hacia atrás puede ser un ejercicio saludable, si lo hacemos para recordar debates curiosos, presentaciones de libros, pelícu-las, homenajes, fiestas, comidas, y muchos otros eventos en los que hemos coincidido quienes, a lo largo de los años, venimos fre-cuentándonos todos los jueves. También recordaremos en esta nueva sección a amigos y ami-gas que hace tiempo dejaron de acudir, por haber partido de viaje definitivamente. Lo haremos sin concesiones a la nostalgia, y con la idea de rescatar momentos y sonrisas que hemos vivido con los que ya no están. Con estas premisas iniciamos una sección que no ha de tener un solo autor, si no que recogerá artí-culos de otros contertulios, cuando la ocasión, el per-sonaje o el tema lo aconseje.

Nuestra tertulia tiene su origen en el madrileño Café Gijón, singular espacio cargado de historia, donde han nacido y fenecido centenares de tertu-lias literarias y artísticas, y que en el año 1988 cele-braba su primer centenario, con sabor agridulce por la trágica muerte de uno de los impulsores de las actividades de la efeméride, el crítico de arte San-tiago Amón. Dos años antes se había producido el peligroso hundimiento de una robusta viga, sus-tentada por tres pilares; afortunadamente no hubo nada que lamentar, solo un par de meses de cierre del café. Fue por esa época cuando un pequeño grupo de amigos, convocados por los escritores Pepe Esteban y Mariano Tudela, se empezaron a reunir todos los viernes, a la una de la tarde, sin ocupar mesa, en torno a la barra, en la zona llamada «muro de las lamentaciones». Pronto se sumaron el cineasta Pepe Briz y el escritor de cuentos Meliano Peraile y muchos otros amigos y amigas, para desesperación

de los camareros, que tenían que atravesar toda esta «zona de guerra» para comunicar con la cocina. Esta reunión o tertulia peripatética de los viernes fue

la que dio origen a la tertulia «Contra aquello y esto», y que con el tiempo llegó a publicar varios libelos homónimos.

Un grupo encabezado por Meliano Peraile optó por bajar las escaleras hasta la cripta del café y asentar allí sus reales, a la hora de la comida, establecién-dose el cargo de presidente, así como los de secretarios y funda-dores; también se tomó la cos-tumbre de hacer continuamente homenajes, a veces a los propios miembros de la tertulia; pronto adquirió fama entre los asiduos del café, al haber conseguido en

poco tiempo congregar a más de veinte asistentes habituales, si bien es cierto que en algunos casos poco o nada tenían que ver con la lite-ratura, el cine o la pintura. Esta institucionalización, además de ciertos malentendidos, que a día de hoy carecen de importancia, fueron suficientes para que otro grupo de contertulios decidieran emigrar al Bar Chicote, con cambio además del día de reunión, estableciéndose los jueves a partir de las catorce horas. No hubo ruptura ni tensión alguna, solo distintas formas de ver las cosas, por lo que, de la manera más amistosa partimos, y fundamos nueva tertulia, en torno a la amistad que crece tomando unas cervezas o vinos, mientras se discute del último estreno cinematográfico, sobre alguna novedad lite-raria o de la rabiosa actualidad política.

En el grupo de los asiduos de aquellos primeros años en Chicote, hay que anotar a Pepe Esteban, Hector Vázquez Azpiri, Ricardo Zulueta, Pepe Briz, Antonio Artero, Julián Marcos, Nino Quevedo, Damaso Santos, Miguel Gato, Rubén Caba, Manuel Revuelta, Adolfo Llamas, Raul Peña y quien firma esta crónica. Continuará…

Anales y actualidad de la tertulia Max Estrella (Capítulo I)Isabelo Herreros

Tertulia en 1992. Foto de Ricardo Vinós

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MAX ESTRELLA 15

FIRMAS

The endRaúl Peña

Fue nuestro contertulio, Isabelo Herreros, quien comentó mientras tomábamos la copa de sobre-

mesa, sentados en una terraza de la Plaza del Car-men: «Sabéis que mañana cierran los cines Acteón.» En efecto, tras veintidós años de existencia, aquellas nueve salas levantadas en el solar que antaño ocu-pasen los Almacenes Arias, estaban abocadas a su clausura ante la penosa ausencia de espectadores, al igual que años antes también tuvo que cerrar el cine Madrid, sito en la misma plaza.

Pero ni mucho menos eran casos aislados sino una crisis endémica. Los elegantes cines de la Gran Vía, que con sus espectaculares panós daban alegría y color a la famosa calle, han desaparecido hasta casi extinguirse. Otro tanto cabe decir de las decenas y decenas de cines diseminados por diferentes barrios, hoy convertidos en bingos, supermercados o galerías comerciales. En los distritos de Ventas, Guindalera, Retiro y Salamanca, sólo quedan dos, el Narváez y el Victoria; este último en el que mi madre trabajó de taquillera durante cuarenta años, y donde yo crecí viendo películas de gratis cuando salía del cole. No es extraño, pues, que esté sensibilizado ante esta dra-mática huida de espectadores, que relaciono con el vatídico título de un película de los años 60: The last picture show.

Tal como predijo Lipovetsky en su lúcido ensayo, La era del vacío, habitamos una Sociedad Espectá-culo sometida al culto de la imagen y la comuni-cación digital, en la que se está perdiendo el hábito de la lectura y la rancia costumbre de salir a ver una película. Incluso los video-clubs están cerrando. ¿Por qué, entonces, se siguen filmando tantas y tan cos-tosas películas en todo el mundo? ¿Dónde se ven?

Una primera respuesta es que el cine se sigue con-sumiendo, aunque no en salas sino por otros medios: televisión en 4K, tabletas, teléfonos digitales, o las novedosas plataformas de pago. Circunstancia por la que el Jurado del último Festival de Cannes, pre-sidido por Pedro Almodóvar, se negó a premiar una película Netflix porque nunca se proyectará en los cines. La segunda respuesta podría ser que –a excep-ción de la industria de Hollywood– en todos los paí-

ses del mundo, y especialmente en Europa, el cine está subvencionado por el Estado como un bien cul-tural necesario, ya que en él se reflejan su identidad e imagen como nación.

La tecnología digital ha revolucionado nuestra percepción del mundo e incluso el modo de relacio-narnos. Vivimos pendientes de la comunicación ins-tantánea, de la toxicidad y pos verdad que las redes sociales arrojan sobre el internauta. ¡Es imposible prever el grado de manipulación a que estamos some-tidos! La gente camina ausente por la ciudad con los oídos tapados por auriculares, absortos en los veloces e inanes whatsap que transmiten las pantallas tácti-les de sus hiphons. Otros, especialmente los niños, viven sometidos por las consolas de sus video-jue-gos o cualquier otro comecoco. Ya pocos van al cine, y mucho menos los jóvenes, a quienes se engatusa con nuevas generaciones de Superhéroes o guerras en las galaxias. Ni siquiera campañas como el Día del espectador o la Fiesta del cine consiguen llevar público a las salas. La humanidad es adicta del medio digital, verdadera revolución de nuestro tiempo.

Lo cual viene a confirmar aquella enigmática pro-fecía que el filósofo de la comunicación, Marshall Mcluhan, enunció a mediados del siglo XX: el Medio es el Mensaje. O dicho de otra forma: que las nuevas tecnologías (ordenadores, teléfonos, televisión, líneas de fibra óptica, plataformas digitales e inesperados softwars) han escrito el The End de los antiguos cines, allí donde soñábamos con los ojos abiertos.

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LIBROS

La nieve sin derretirJesús Díez

Huerga&Fierro, 2017

La obra de Jesús Díez es una de las que poseen una

guía más nítida en su temá-tica y su tratamiento literario de cuantas he conocido. Sus raíces leonesas adquieren una

fortaleza que las convierten en inherentes a su con-cepción vital. Como lo es su humanizado método descriptivo y la capacidad de acercamiento a perfiles y sentimiento individuales de lo que llamamos per-sonajes cotidianos, que, sin serlo tanto a veces, se reflejan en la obra de Díez con un nivel de atracción que no puede pasar desapercibido.

La nieve, los personajes, los hechos cotidianos pero de un grado inusual de sentimiento, hacen pequeñas historias que son engrandecidas por sus ingredientes y la formulación de su autor.

Escrito al rasoDavid Felipe Arranz

Pigmalión, 2017

David Felipe Arranz pasa por ser un certero

estudioso de aquello que se propone. Reflexiona metó-dicamente y se expone a la crítica con honesta decisión. Por ello, cuando se accede a publicar una historia personal de reflexión, se hace con la seguridad de que hay un campo de conexión con la realidad.

Este libro recoge diez años de esa reflexión sobre temas de actualidad en diferentes medios de comu-nicación, unos progresistas y otros con un sentido poco digno del progreso. En todo caso, los artícu-los de Arranz son propios de un joven decantado por el conocimiento que no responden necesaria-mente a líneas editoriales. De ahí la pertinencia de esta recopilación.

14 EstacionesValentín Bustos

Alfasur, 2017

Sólo las buenas intencio-nes no bastan para hacer

buena literatura, pero es que el autor de esta novela ha cometido una temeri-dad mayor apartándose de los géneros comercialmente

identificables. El periodista especializado en eco-nomía Valentín Bustos ha buscado un camino menos obvio; tras publicar varios libros para la población infantil, ha escrito un sencillo relato ferroviario con un «tema de actualidad», en un estilo de ficción realista. El tema es el de la vio-lencia de género, y las nefastas consecuencias y secuelas que genera en sus víctimas principales: mujeres, hijos, entorno familiar y social de los maltratadores. En el texto se abordan somera-mente los dos grandes temas que inquietan desde su origen a la especie humana: la moralidad y la mortalidad.

Con el viento de caraRoberto Ruiz de Huydobro

Adeshoras, 2017

Un estilo marca más al autor que el autor a su

estilo; sobre todo porque se adquiere, a veces, sin querer ni conocer las filtraciones estilísticas. Por ello, estos cuentos cortos, que van desde la ensoñación infantil a la realidad cotidiana con el matiz histórico del pasado como marco, pasando por retazos de intencionalidad estética. Un ejercicio de memoria que tiene un nexo común en las narra-ciones: el escenario inamovible del ámbito de convi-vencia de la infancia y sus consecuencias inmediatas.

El formato es de agradable lectura por cuanto se conforma un cierto hilo de conducción entre eta-pas y sentimientos. Mérito es que algunos cuentos tienen el aval de no mostrar pretensiones excesivas, especialmente en la construcción de los personajes, al estilo del maestro Zúñiga, que hacía fluir magis-tralmente la sencillez.

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LIBROS

El Zar Saltán y otroscuentos populares rusos

Alexander PuskinReino de Cordelia, 2017

La garantía del autor se une a la propia garan-

tía del tema, que augura un elenco de narraciones con el

aval de uno de los grandes conocedores de la Rusia del siglo XIX, de ahí que el propio Gógol lo trate de auténtico en su modo de exponer las narracio-nes. Puskin cede a Rimski Korsakov el texto para la ópera que llevara el mismo título.

Los seis cuentos –de los cuales cinco son fábu-las– siguen un patrón de tono nacionalista ruso, lo que favorece la aceptación en el momento de ser escritos y difundidos. La edición está marcada especialmente por la belleza de las ilustraciones de Iván Bilibin.

El exilio de ZaynabPepa Caro

Ediciones En Huida, 2017

Pepa Caro es sobre todo poeta, poeta tocada por la vara ves-

pertina de los sueños marinos. Pero es arcense (de Arcos de la Frontera). Y también frecuenta los bordes de la prosa, que, ine-vitablemente, recoge la cosecha poética y utiliza la fuente tradicional que, en un universo como Arcos de la Frontera, deviene de forma natural aire arábigo. Y en ese formato se conforman las pequeñas historias de este libro con sabor a 31 noches perfumadas por los halos de Zaynab, Fátima, Ibrahim, Nahhun…

Pepa Caro despliega un sentido de la sensuali-dad mítica de la literatura de la España árabe que añade sabor de misterio y persuasión a un libro para sentir en la piel el roce de la poesía.

Mis queridos políticosFrancisco Umbral Renacimiento, 2017

La pluma de Umbral era tan bien apreciada

como temida en ocasiones. Durante años, sus escritos sobre situaciones y per-sonajes de la vida política llenaron periódicos, confe-

rencias y libros. Y no dejaban indiferentes a las personas lectoras. Desde los primeros años de la transición hasta 2007, año de su fallecimiento. Ahora, la editorial Renacimiento ha publicado una selección hecha por el profesor Guillermo Laín Corona.

La visión que de España ofrecía Umbral, tenía la virtud de no cultivar indiferencia. Por ello, la obra periodística de este premio Cervantes, va más allá del interés literario y cuenta con un atractivo histórico que le convierte en imprescindible. Un imprescindible más de la imprescindible Editorial andaluza Renacimiento.

Flamencos en elferrocarril

Alfredo Grimaldos El Boletín, 2017

El interesante y polémico escritor Alfredo Grimal-

dos, que es capaz de hacer un libro de gran calado en el terreno de la investigación política, como un libro didác-tico en terrenos como es su especialidad del flamenco en los distintos aspectos, deja su última obra preci-samente en este campo, ligado a un aspecto poco conocido y que él descubre de modo muy fluido y accesible.

Viene de posicionarse hace un tiempo como un gran investigador de este arte y sus entornos en su obra más conocida y apreciada: Historia social del flamenco, lo que supone una garantía para quienes quieren introducirse en mundos peculiares del flamenco. Por ello, los grandes personajes de este arte se ven aquí des-cubiertos en uno de los aspectos más íntimos e impor-tantes de sus bagajes: los viajes y sus circunstancias.

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18 MAX ESTRELLA

ENTREVISTA

José María Álvarez Cruz: Lucidez intelectual

José Mª Álvarez llegó, con su madre y sus cua-tro hermanos, a Madrid al poco de acabada la

guerra civil, donde su padre fue fusilado en Sevi-lla por defender el gobierno legal como capitán del ejército republicano. Nació en San Roque (Cádiz) en 1929. Pisó las cárceles franquistas por su compromiso político. Eligió la narrativa como vía artística, publicando, entre otros: De la tierra sin sol, En la jaula, Encíclicas del pescador o Más-caras de la edad postrera. Premiado en numerosos certámenes de narrativa corta. De una familia de intelectuales y juristas, José María Álvarez ha enfocado su vida per-sonal, profesional y literaria con la coherencia y la honestidad como claves de su actuación. Y de esta actitud, deviene una obra huma-namente imprescindible.Max Estrella: Eres de una fami-lia de intelectuales. ¿Por qué ele-giste la narrativa?José Mª Álvarez: De todos los medios de expre-sión no oral, la narrativa me parece, con mucho, el que cuenta con mejores medios para transmitir a terceros aquello que se quiera comunicar.ME: Pisaste las cárceles franquistas. ¿En qué medida influyó en tu camino literario tu com-promiso político?JMA: Mi estancia en la cárcel fue consecuencia de mi compromiso político, y no me consta que influyera de manera determinante en mi trayecto-ria posterior.ME: ¿Qué autores o autoras crees que han sido tu fuente más importante? JMA: De los españoles, el bendito Galdós. De los extranjeros, no solo uno, sino la amalgama de los más grandes. De los ocho o diez indiscutidos.ME: Fuiste reprimido y encarcelado por el fran-quismo. ¿Cómo vives el olvido que algunos pre-tenden?JMA: Lo vivo como antes de la represión, aun-que con mayor cautela; sabedor de que no se debe

ignorar la correlación de fuerzas, ahora claramente negativas a nivel nacional y mundial.ME: El cuento es especialmente practicado por ti en el conjunto de tu obra. ¿Por qué razones y con qué objetivo?JMA: Mi vida profesional ha sido muy movida y he tenido pocos periodos de calma para redactar una novela. Un cuento puede idearse y escribirse en el periodo de espera en un aeropuerto.

ME: Es una delicia leer tu Cén-timos de libertad en compañía, recopilación de cuentos recono-cidos en importantes premios y prologados por personalidades de la política y la literatura espa-ñola. ¿Qué te ha dado escribir estas pequeñas historias?JMA: Responder a impulsos del momento, aunque ninguno desli-gado de mi ideología global.ME: Casi al mismo tiempo has

publicado Máscaras de la edad postrera, una vuelta atrás, a días juveniles. ¿Te acosa la melan-colía? ¿Batalla contra el olvido?JMA: Más bien lo segundo que lo primero. Lo segundo, que ha sido vida, debería tener el mismo peso en todo momento que lo vivido en el momento actual.ME: En el prólogo al cuento Escritor en la encru-cijada, Tuñón de Lara alude al intelectual orgá-nico de la burguesía. ¿Cómo ves actualmente esta figura?JMA: Como prácticamente inexistente, y en gran medida culpable de la oscuridad de los tiempos actuales. Haber ocupado un puesto de relevancia en una multinacional importante, cuyas circuns-tancias han sido y son las del capitalismo mundial, no ha cambiado básicamente lo que para mí es el gran esquema descrito en el Manifiesto Comu-nista. El análisis concreto de la realidad concreta me aporta una visión más exacta, aunque aparente-mente se desprende de la observación de los hechos desnudos.

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Es como se puede llamar a la iniciativa puesta recientemente en marcha por un grupo de

artistas bajo el cuño de sociedad familiar con más de veinte años de trabajo y experiencia, sobre todo en serigrafía artística (Taller de las Vistillas). El sis-tema es muy atractivo: diversos diseñadores que saben adaptar el arte a lo cotidiano y responder a una estética de determinados grupos de personas que buscan en objetos normales una imagen de confort visual. En la calle San Andrés, 30, en pleno barrio de Malasaña, se ubica este espacio amable del arte en lo cotidiano, que se puede ver en: https://www.etsy.com/es/shop/Sigueelrastro/items

Arte del Diseño en lo cotidiano

Barbieri, 16, en Madrid, es lugar de tradición literaria. En este tradicional restaurante se dan

cita habitualmente, editores, escritores, políticos relacionados con el libro y la cultura, y muchas otras personas amantes del libro y sus mundos. Por ello, Miguel González, su propietario desde que decidiera hace casi cuatro décadas venir a Madrid desde tierras de Sanabria, no dudó en dedicar un rincón para que sus clientes puedan consultar algunos libros mien-tras esperan a ese o esa acompañante que suele llegar tarde. Autores y editores, amigos de El Bierzo –este es el lugar–, dejan también su huella cuando publi-can una nueva obra. Por ello, además de hablar de la gran calidad de su tradición gastronómica, cuando se habla de El Bierzo, se está hablando de un refugio de la tradición en su sentido más amplio, incluida la cultural. Por eso, el escenario y el equipo del res-taurante tiene un toque de inspiración literaria, de hecho, Miguel ha ejercido, a veces, de editor, espe-cialmente cuando se ha tratado de apoyar a su tierra de origen, San Ciprián, en la comarca sanabresa.

Por El Bierzo he visto pasar ministros y ex-mi-nistros como Pérez Rubalcaba o César Antonio Molina; sindicalistas y políticos como Cándido Méndez, Isabelo Herreros, consejeros autonómicos, escritores y estudiosos como Juan Marsé, Antonio Hernández, Pepe Esteban, Carlos Álvarez, Ángela Vallvey, Fanny Rubio, Raúl Guerra Garrido; edito-res como Abelardo Linares o Manuel Rico (escritor y presidente de la Asociación Colegiada de Escri-tores). Y un sinfín de personas relacionadas con la literatura, el arte y la vida social, de los que da

cuenta el libro de honor que Miguel tiene a buen recaudo. Junto a Miguel (antiguo cocinero de la compañía de coches camas Wagons-Lit), Emilio, Mari Carmen y José Antonio cuidan este espacio que, en Madrid, es un remanso literario y, sobre todo, gastronómico, donde productos tradicionales y preparación hacen la gran calidad de sus menús.

El Bierzo ha ido haciendo historia, una especie de bohemia y cóctel intelectual que acentúa la per-sonalidad del local y de sus propietarios. Se puede decir que se ha creado una especie de familia cultu-ral y gastronómica en torno a este lugar que ha tras-cendido a su misión inicial de ofrecer productos de calidad para hacer del halo literario un momento de relax cultural y gastronómico. Para cualquiera que desee comer bien, viva en Madrid o visite Madrid, y desee disfrutar de un momento de bohemia urbana como quedan pocos, el destino ideal es El Bierzo.

Lugares con literatura

Miguel González, propietario de El Bierzo, entre libros

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