¿existen civilizaciones extraterrestres? - … · mación a telescopios colocados en orbita fuera...

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Rev.R.Acad.Cienc.Exact.Fís.Nat. (Esp) Vol. 97, N.º 2, pp 333-350, 2003 IV Programa de Promoción de la Cultura Científica y Tecnológica ¿EXISTEN CIVILIZACIONES EXTRATERRESTRES? F. J. Y NDURÁIN M UÑOZ * * Facultad de Ciencias de la U.A.M. Campus de Cantoblanco 28049 Madrid 1. ¿EXISTEN CIVILIZACIONES EXTRATERRESTRES? * La cuestión de la existencia o inexistencia de civili- zaciones extraterrestres y, caso de existir, la posibi- lidad de contactos con ellas es, sin duda, una de las que más debates ha suscitado. Tanto desde un punto de vista filosófico o teológico, o incluso científicamente, hace literalmente milenios l que el intelecto humano no deja de planteársela. En particular, con el adveni- miento de la era tecnológica a lo largo del siglo XIX, el tema ganó en popularidad. Pero a pesar de esta popularidad lo cierto es que durante mucho tiempo tales debates eran bastánte esté- riles; nuestros conocimientos acerca del sistema solar (por citar un sólo ejemplo entre muchos relevantes) eran muy rudimentarios y prácticamente nada podía afirmarse con certeza acerca de las características de los planetas que lo forman. Incluso en la primera mitad del siglo XX competentes profesionales creian en la evidencia de existencia de vida superior, del tipo de líquenes o similar, en Marte. Y la falta de información era mayor acerca de sistemas similares a nuestro sistema solar en otras estrellas, cuya existencia misma era ignorada. Sin embargo, en los últimos años se han realizado unos descubrimientos capitales, en distintos frentes: y por ello la discusión de las posibles civilizaciones extraterrestres puede ahora plantearse con mucho más conocimiento de causa, no sólo que hace un siglo, sino también que, incluso, antes de los muy últimos años del siglo XX. Estas razones por las que una nueva dis- cusión de la cuestión puede ser significativa son, en particular, las que detallamos a continuación. En primer lugar, nuestro conocimiento del cosmos esta progresando a pasos agigantados en los últimos años, en especial gracias a las sondas espaciales, que han visitado prácticamente todos los planetas (con sus correspondientes satélites) del sistema solar, mas varios asteroides y cometas. Pero no sólo tenemos estas visitas; también debemos importante infor- mación a telescopios colocados en orbita fuera de la atmósfera terrestre, como el Hubble, y a impre- sionantes mejoras en los telescopios colocados en la propia superficie terrestre gracias, en particular, a un tratamiento informático de las imágenes que han llevado a una precisión inimaginable no hace mucho. Las sondas espaciales, los Mariner, Viking, Voyager y tantos otros, han demostrado que no hay vida, al menos en cantidades apreciables, entre los di- versos cuerpos que pueblan nuestro sistema solar. Entre los importantes descubrimientos realizados recientemente por observatorios terrestres, mencio- namos la existencia de planetas extrasolares, es decir, orbitando otras estrellas. * Este artículo retoma las discusiones presentadas en algunos de los capítulos del libro del autor ¿Quién anda ahí?, Ed. Debate, 1996. 1 Recuérdese ya en la época clásica a Luciano de Samosata.

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Rev.R.Acad.Cienc.Exact.Fís.Nat. (Esp)Vol. 97, N.º 2, pp 333-350, 2003IV Programa de Promoción de la Cultura Científica y Tecnológica

¿EXISTEN CIVILIZACIONES EXTRATERRESTRES?

F. J . YN D U R Á I N MU Ñ O Z*

* Facultad de Ciencias de la U.A.M. Campus de Cantoblanco 28049 Madrid

1. ¿EXISTEN CIVILIZACIONESEXTRATERRESTRES?*

La cuestión de la existencia o inexistencia de civili-zaciones extraterrestres y, caso de existir, la posibi-lidad de contactos con ellas es, sin duda, una de las quemás debates ha suscitado. Tanto desde un punto devista filosófico o teológico, o incluso científicamente,hace literalmente mileniosl que el intelecto humano nodeja de planteársela. En particular, con el adveni-miento de la era tecnológica a lo largo del siglo XIX,el tema ganó en popularidad.

Pero a pesar de esta popularidad lo cierto es quedurante mucho tiempo tales debates eran bastánte esté-riles; nuestros conocimientos acerca del sistema solar(por citar un sólo ejemplo entre muchos relevantes)eran muy rudimentarios y prácticamente nada podíaafirmarse con certeza acerca de las características delos planetas que lo forman. Incluso en la primera mitaddel siglo XX competentes profesionales creian en laevidencia de existencia de vida superior, del tipo delíquenes o similar, en Marte. Y la falta de informaciónera mayor acerca de sistemas similares a nuestrosistema solar en otras estrellas, cuya existencia mismaera ignorada.

Sin embargo, en los últimos años se han realizadounos descubrimientos capitales, en distintos frentes: y

por ello la discusión de las posibles civilizacionesextraterrestres puede ahora plantearse con mucho másconocimiento de causa, no sólo que hace un siglo, sinotambién que, incluso, antes de los muy últimos añosdel siglo XX. Estas razones por las que una nueva dis-cusión de la cuestión puede ser significativa son, enparticular, las que detallamos a continuación.

En primer lugar, nuestro conocimiento del cosmosesta progresando a pasos agigantados en los últimosaños, en especial gracias a las sondas espaciales, quehan visitado prácticamente todos los planetas (con suscorrespondientes satélites) del sistema solar, masvarios asteroides y cometas. Pero no sólo tenemosestas visitas; también debemos importante infor-mación a telescopios colocados en orbita fuera de laatmósfera terrestre, como el Hubble, y a impre-sionantes mejoras en los telescopios colocados en lapropia superficie terrestre gracias, en particular, a untratamiento informático de las imágenes que hanllevado a una precisión inimaginable no hace mucho.

Las sondas espaciales, los Mariner, Viking,Voyager y tantos otros, han demostrado que no hayvida, al menos en cantidades apreciables, entre los di-versos cuerpos que pueblan nuestro sistema solar.Entre los importantes descubrimientos realizadosrecientemente por observatorios terrestres, mencio-namos la existencia de planetas extrasolares, es decir,orbitando otras estrellas.

* Este artículo retoma las discusiones presentadas en algunos de los capítulos del libro del autor ¿Quién anda ahí?, Ed. Debate, 1996.1 Recuérdese ya en la época clásica a Luciano de Samosata.

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Esta última información es muy reciente; su inci-dencia con respecto al debate sobre la posible exis-tencia de vida extra-solar está bien clara, y suactualidad se pone de manifiesto si se considera que,aún en 1995, no se sabía si otras estrellas tienen unacorte de planetas como la tiene nuestro sol. En laactualidad se han encontrado unos setenta planetas enestrellas proximas a nosotros, y hay indicaciones debastantes más: esto ha acabado con la vieja polemicade si, sí o no, es probable la existencias de sistemasplanetarios distintos del nuestro. Ahora sabemos queestos sistemas deben ser bastante frecuentes.

Otros dos descubrimientos recientes son la exis-tencia de un océano cubierto de hielo, pero (probable-mente) con agua líquida en su interior, en Europa, unode los grandes satélites de Júpiter; y la de inequívocossignos, en Marte, de existencia de agua en un pasadoremoto. Estos hallazgos muestran que los planetas decaracterística similares a las de la Tierra, en el sentidode tener condiciones para que aparezca la vida, debenser bastante frecuentes, ya que en nuestro sistema solarhay tres con características próximas a las necesarias.Esto hace más candente la discusión acerca de laposible existencia de civilizaciones en nuestro entornogaláctico.

Un segundo tipo de descubrimientos capitales serefieren a las ciencias físicas. En los últimos veinte oventicinco años del siglo pasado se han comprobado,hasta enormes energías y con unas precisiones fantás-

ticas, las teorías fundamentales de la física: partículaselementales, relatividad y mecánica cuántica; asícomo la estructura de la materia en términos de elec-trones, neutrinos y quarks, incluyendo un estudioexhaustivo de sus propiedades e interacciones. Lasteorías incorporando relatividad y mecánica cuántica,desarrolladas entre los años sesenta y principio de lossetenta, han tenido un exito espectacular. Todas suspredicciones (existencia de los quarks de tipos c, b y t,con las masas previstas; existencia y propiedades delos gluones; existencia de corrientes neutras; exis-tencia, con todas las propiedades predichas por lateoría de las partículas W y Z, y así un largo etcétera)se han confirmado experimentalmente. Y, por otraparte, todas las predicciones realizadas modificando elmodelo han resultado fallidas.

Aparentemente tenemos una teoría capaz de des-cribir el universo con fantastica precision. Además,cuando decimos el universo queremos realmente decirel universo: hemos encontrado evidencia apabullante

Figura 1. A finales del siglo XX, las sondas espaciales llegarona todos los planetas del sistema solar y enviaron importanteinformación de ellos y de sus lunas. En esta foto, la sondaMariner, que viajó a Venus; en la figura 3, imagen de Miranda(satélite de Urano) tomada por Voyager 2.

Figura 2. Los anillos de materia incandescente lanzados por lasupernova de 1987. Todas las características de esta superno-va, incluyendo su emisión de neutrinos, concordaban con lopredicho por los modelos teóricos

de que las leyes que hemos descubierto en nuestroslaboratorios se aplican en todo el cosmos exploradopor nuestros aparatos. Combinando esto con laausencia de sorpresas que afecten a propiedades funda-mentales a niveles mas complejos (ciencia de mate-riales o química) llegamos poco menos que a la certezade que podemos especular a partir de nuestros conoci-mientos actuales, que representan una base firme.

De estos estudios, entre otras muchas cosas,sabemos que es imposible (mas allá de toda duda razo-nable) el realizar viajes más rápido que la luz, ytambién sabemos que los motores utilizables paraviajes espaciales no pueden tener un rendimiento muysuperior a los nucleares que conocemos: esto hace muyimprobables visitas en persona de posibles extrate-rrestres. Pero, por otra parte, con una tecnología exis-tente o previsible sí se podrían enviar y recibirmensajes: ¿por qué no hemos recibido ninguno?

En efecto, hace unos treinta años que se intentanenviar y detectar señales a civilizaciones extrate-rrestres, de momento sin éxito; y las sondas espacialesque han visitado prácticamente todo el sistema solar nohan detectado ni vida ni señales de visitas alienígenas.¿Es esto porque no existe vida, o civilizaciones avan-zadas, en las regiones próximas de nuestra galaxia?¿Que consecuencias podemos extraer de estasausencias?

La ausencia de visitas o contactos con inteligenciasextraterrestres debidamente autentificados parecenindicar que o la vida y la inteligencia sólo existen en latierra, y somos los únicos seres civilizados en unentorno nuestro de muchos años luz o, si existen otrosseres inteligentes, estos no están interesados o capaci-tados para contactarnos. Es posible especular acerca delas razones para que esto sea así, especulaciones quede hecho plantean importantes problemas no sólo conrespecto a posibles civilizaciones extraterrestres, sinotambién con respecto a nuestra propia civilización,algunas de las cuales forman la base que vamos a ana-lizar en este ensayo.

Los últimos descubrimientos realizados reciente-mente y cuyas consecuencias queremos incorporar serefieren a una serie de cuestiones biológicas. Desde elque todos los seres vivos del planeta están construidospor los mismos bloques geneticos, y que todos los

seres humanos están genéticamente relacionados;hasta el hallazgo de mecanismos, basados en compor-tamientos colectivos, que ayudan a comprender la evo-lución de los primates hacia la inteligencia. O tambiénla aplicación de la informática a la biología con pro-gramas que simulan ecosistemas y en los que se pro-ducen, por sí sólos, cambios análogos a lasmutaciones. Todos estos descubrimientos nos hacencomprender mejor los mecanismos que llevan a la apa-rición de la vida y a su evolución hasta la inteligencia ynos permiten, también en el frente biologico, basarnuestra discusion sobre premisas mas sólidas que lasutilizadas en el pasado.

El centro de este ensayo esta constituido por la pre-gunta, ¿Por qué no tenemos noticia fidedigna de visitasde o contactos con extraterrestres? Adelanto ya que nopodremos dar contestación ni siquiera a la preguntaprevia sobre la existencia de tales seres. Lo cual, porotra parte, es evidente: la cuestión de la existencia deinteligencias extraterrestres sólo podrá ser resueltadefinitivamente si algún día encontramos la huella dealienígenas. Lo interesante del ensayo no es, pues, suresultado; sino su proceso. No hay en este texto, comohay en libros estrictamente científicos, deduccionesrigurosas ni certitudes sólidas. Hay un intento de refle-xionar, de explorar y de imaginar escenarios posibles,compatibles con lo que sabemos.

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Figura 3. Imagen de la superficie de Miranda (satélite deUrano) tomada por la sonda espacial Voyager 2. En ningunade las innumerables fotos de distintos cuerpos del sistemasolar, algunas desde muy cerca (como la que mostramos),aparece el menor atisbo de vida.

2. PERO, ¿ES CIERTO QUE NO HAHABIDO CONTACTO CON LOS

EXTRATERRESTRES?

Cuentan que en una ocasion se dirigieron al granfísico italo-americano Enrico Fermi con la tantas vecesformulada pregunta sobre la posible existencia de inte-ligencias extraterrestres. Parece ser que Fermi contestócon otra pregunta: ¿Donde están? La historia no indica(o al menos no tengo yo conocimiento del caso) siFermi elaboró mas su boutade; pero realmente apenasera necesario. Parece claro que, si existen inteligenciasextraterrestres, deberían haber producido alguna evi-dencia de su presencia: la frase de Fermi es, por tantouna clara manifestacion de escepticismo.

No cabe duda de que hay serias razones para esteescepticismo; pero también esta claro que el que algono haya ocurrido hasta ahora no implica que sea impo-sible, ni siquiera que no vaya a ocurrir. Tal vez nuestrasespeculaciones se vuelvan de repente obsoletas cuandoun platillo volante aterrice en la plaza de las NacionesUnidas, y unos hombrecillos verdes salgan de élpidiendo “entrevistarse con nuestro líder,” según laconsagrada frase de los relatos de ciencia ficcion. Sinembargo, y mientras esto no ocurra, tiene plenavigencia la frase de Fermi, y tiene sentido e interésplantearse la pregunta, ¿Quién anda ahí ... si es queanda alguien ahí fuera?

En este punto, y para dejar las cosas claras desde elprincipio, no puedo por menos que referirme a la posi-bilidad de que, en realidad, alguien ande por ahí, y loscontactos ya se hayan producido. En efecto, hay ungrupo no despreciable de personas, algunas de ellascualificadas, que creen en la evidencia de visitas deextraterrestres. No son pocos los convencidos de laexistencia de contactos en la tercera fase. Y, porsupuesto, las innumerables historias de “OVNIS”,objetos volantes no identificados, con la a vecesintranquilizante falta de pronunciamientos oficiales,no hacen sino añadir leña al fuego de la especulacion.Es evidente que, antes de indagar por que no contac-tamos, ni somos contactados por extraterrestres, esinteresante gastar algo de tiempo en discutir la evi-dencia de que las cosas son realmente así. No seríahacer gala de una actitud muy abierta, ni muy cien-tífica, el rechazar una hipotesis sin explicar y discutirlas razones que hay para ello.

Entre las posibilidades de que hayamos sido visi-tados por extraterrestres hay que distinguir dos alterna-tivas. Hay quienes piensan que hemos sido, y estamossiendo visitados continuamente, pero los extrate-rrestres no contactan con nosotros; mientras que otrosafirman la existencia de contactos.

Existen muchas personas que son de la primeraopinión; tal vez unas anécdotas personales ejempli-fiquen lo que, sospecho, es la actitud y las creencias demás personas de las que uno se imagina. No hacemucho tiempo, después de una entrevista en un pro-grama de radio sobre (precisamente) un libro míosobre el tema, salieron a colación las personas que,pretendidamente, habían tenido contactos con extrate-rrestres. El entrevistador manifestó, con total seriedad,su convencimiento de que su propio padre había tenidoevidencia de conversaciones entre extraterrestres através de las frecuencias no ocupadas en la radio. Yéste no fue mi primer caso; en mi experiencia anteriorhabía ya encontrado otras dos personas que, segúnellos, habían tenido muchas veces interacciones conextraterrestres. Uno de éstos no sólo pretendía habervisto bastantes noches platillo volante tras platillovolante, sino que un día, volviendo a su casa (un chaletsituado en las afueras de Madrid) con su hijo, un pla-tillo volante se colocó sobre su coche, y no paró degolpear el techo hasta que llegaron a su garaje.

Es desde luego imposible demostrar la falsedad delas experiencias relatadas por estas personas, o portantas otras que pretenden haber visto, o tener noticiadirecta, de sucesos similares. También es imposiblerefutar a aquellos que, abonandose a la visión conspi-rativa de la historia, opinan que las autoridades tienenconstancia de visitas de extraterrestres, aunque lo ocul-tan al público. Lo cierto es que existen informes, en losque se concluye que la inmensa mayoría de los OVNISresultan ser objetos bastante corrientes; pero talesinformes no tienen siempre la transparencia, ni la fre-cuencia deseadas. La razón sin duda es que la infor-macion sobre objetos volantes, sobre todo si no sonfácilmente identificables, proviene en su mayoría defuentes militares que, por su propia naturaleza, buscanel secreto.

Un caso famoso es el OVNI de Roswell, NuevoMejico, donde en 1947 cayó un extraño objeto. En unprincipio las fuerzas aereas de los EE UU, la USAF,

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manifestaron que eran restos de un globo meteoro-logico; lo que no convencio a nadie. Durante largotiempo la USAF continuó sin dar más noticias, alimen-tando así las especulaciones sobre la naturaleza delOVNI. Finalmente, en 1994 (!) y bajo la presion de laopinión pública que atribuía origen extraterrestre alobjeto, la USAF publicó un informe de mil paginassobre este (y otros) objetos, en que explicaba que el deRoswell procedía en realidad de un artilugio dedicadoa detectar ensayos nucleares sovieticos. (Esta era, porsupuesto, la mundana razón de tanto secreto).

No es posible demostrar que no han existidoOVNIS de procedencia alienígena, deliberadamenteocultada o, simplemente, ignorada. Pero claro: casitodas las monedas tienen dos caras. E igual que losescepticos no podemos demostrar que los credulosestán en el error, tampoco ellos pueden probar la vera-cidad de sus afirmaciones. Nos encontramos aquí conun caso claro de aplicación del principio de Occam quedice que no deben multiplicarse las hipótesis sin nece-sidad. Puesto que no se puede probar la existencia delos contactos con alienígenas, y estos contactos notienen ningún efecto, no multipliquemos los entes gra-tuitamente, y trabajemos como si tales contactos noexistiesen.

¿Que podemos pues decir sobre las experiencias detantas personas como pretenden haber tenido contactocon extraterrestres? Nos referimos ahora (a diferenciade los casos antes citados, en los que los contactos notenían ningún efecto) a aquellos contactos en que hayinteracción, ya sea física o mental. Pues podemos decirlo siguiente. Los contactos con extraterrestres, lascomunicaciones de seres de otros tiempos, al igual quelos contactos de ultratumba, o las experiencias mís-ticas, tienen tres características comunes.

En primer lugar, son ocultas. Ni los marcianos, nilos ectoplasmas, ni los espíritus astrales, aparecennunca directamente en la televisión, ni en los perio-dicos, ni en un lugar público; digamos un campo defútbol. Tal vez los ectoplasmas, y los espíritus, eincluso los marcianos, tengan sus razones para ello;pero estas razones nunca se han expuesto de formaconvincente.

La segunda característica de las revelaciones detodos los seres fantasticos que hemos mencionado es

que se contradicen unas con otras. Por limitarnos a losextraterrestres, resulta que según unas fuentes estosvienen de Marte; según otras, de Plutón. Hay aliení-genas provenientes de remotas estrellas, y los hay queincluso nos visitan desde galaxias muy alejadas. Lasdescripciones varian según los testigos: ¿A quiéncreer?

La tercera característica común de los contactoscon seres del exterior es la curiosa composicion delacervo de conocimientos de los pretendidos visitantes:los extraterrestres comparten las ignorancias y conoci-mientos de sus visitados. A este respecto Clarke men-ciona el testimonio de uno de los contactados porextraterrestres, un pastor vasco que, en algún lugar delos Pirineos, departió largo tiempo con los ocupantesde un platillo volante. Estos demostraron unos sor-prendentes conocimientos lingüísticos, al ser capacesde llevar la conversacion en perfecto eusquera: conoci-mientos que contrastaban con su manifiesta desinfor-macion geográfica. En efecto, los alienígenaspretendían entrevistarse (como no) con el SecretarioGeneral de las Naciones Unidas, sobre cuyo paraderopreguntaron al pastor.

A este respecto no podemos por menos que discutir,a modo de paradigma, otro par de casos concretos. Enla coleccion de trabajos reunidos bajo el títuloPsychology and the Occult, originalmente realizadosalrededor de 1900, el gran psiquiatra y etnologo C. G.Jung presenta una serie de estudios de pacientes quepretendían poseer poderes mediumísticos. En aquellaepoca, Jung (como se demuestra fehacientemente desu correspondencia con Freud) creía en las capaci-dades paranormales de la mente, de manera quetenemos en él a un observador benevolente. En una delas revelaciones de estos mediums, concretamente enel estudio “Sobre la psicología y patología de los lla-mados fenomenos ocultos”, pp. 36 y siguientes, nosencontramos con las siguientes revelaciones:

“Durante las séances, cuando los espíritus lehablaban [a la medium] ésta realizaba largosviajes, ... en el espacio entre las estrellas, que lagente cree que está vacío pero que contieneinnumerables mundos espirituales”. [En estosviajes] “hablaba con los espíritus, porque losespíritus hablan unos con otros por costumbre,aunque no lo necesiten.”

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Y no lo necesitan porque tienen poderes telepáti-cos. Una vez volvió muy agitada de un viaje en trenporque uno de los habitantes de las estrellas se habíasentado en el asiento de enfrente al suyo. Y a proposi-to de este suceso continúa explicando las propiedadesde estos mundos estelares y de los espíritus que lospueblan.

Hasta aquí, nada que objetar: no podemos decidir nia favor ni en contra de la realidad de las revelaciones.Desgraciadamente para su credibilidad, continúa lamedium,

“... los habitantes de las estrellas ... están másdesarrollados en cuestiones tecnólogicas quenosotros. Así, en Marte utilizan desde hacetiempo maquinas voladoras; todo Marte estacubierto de canales, que son como lagos artifi-ciales usados para irrigacion”.Etcétera.

Esta visión de Marte era creíble en 1902, año al quecorresponde el estudio, y de hecho los pretendidos“canales” habían sido descritos algún tiempo antes; enparticular en 1877 por las observaciones del astróno-mo Schiaparelli, el cual había creído —equivocada-mente— observar en Marte manchas y líneas corres-pondientes a canales. Sin embargo hoy, despues deacercamientos, visitas y estudios extraordinariamentedetallados se puede asegurar que en Marte no haycanales ni agua; ni, por supuesto, marcianos con o sinmaquinas voladoras.

Las revelaciones concretas y verificables de losmediums respecto a los alienígenas fallan sistemática-mente: el ejemplo citado no es único. En el mismolibro de Jung que hemos comentado (ibid., pp. 42 ysiguientes) se describen las revelaciones de otromedium al que los espíritus explican las fuerzas queactúan en la naturaleza. Estas revelaciones ocurren enlos años 1899 y 1900; justo antes de que se formulasela teoría de la relatividad por Einstein, en 1905, y lasprimeras hipotesis cuánticas por Planck y el propioEinstein entre 1900 y 1905. Las descripciones que dael medium, sin embargo, no presentan ni la sombra deuna revelacion concerniente a estos desarrollos funda-mentales. De hecho, están en difícil convivencia con loque ya se sabía de física en los principios del siglo XX.

Pero lo que en mi opinión arroja más dudas sobre laobjetividad de todos los contactos citados, y de tantosotros que podríamos mencionar, es su vulgaridad. Lasrevelaciones con que nos obsequian tanto espíritusastrales como apariciones de ultratumba o los maravi-llosos visitantes procedentes de una remota galaxia,contienen como norma y sin excepcion vaguedades ylos mismos lugares comunes que se pueden escucharen cualquier consultorio sentimental: son, comomucho, divertidas. Por contraste, piensese lo que losvisitantes europeos llevaron de novedad a América, loque Marco Polo se trajo de su visita a Oriente, o laserie de revelaciones inesperadas, y posteriormenteconfirmadas, de las “Historias” de Herodoto.Finalmente, y lo que es quiza peor, cuando las revela-ciones de los pretendidos contactos astrales des-cienden al terreno de las realidades comprobables,resultan casi indefectiblemente falsas.

No parece ser muy arriesgado, según todo esto, tra-bajar con la hipótesis de que los contactos con aliení-genas no han existido. Este va a ser pues el punto departida de nuestro artículo.

3. LA ECUACIÓN DE LOSEXTRATERRESTRES

Uno de los ejercicios favoritos de los autores tantocientíficos como escritores de ciencia ficcion, cuandose dejan tentar por el demonio de la especulación, es elescribir una ecuación, pretendidamente con rigor cien-tífico, que nos resuelva el problema de la probabilidadde existencia, y contacto, con inteligencias extrate-rrestres. La ecuación ha sido atribuida por algunos aDrake, conocido astrónomo americano, a Clarke y atantos otros; en realidad, es una ecuación tan obvia queprobablemente no tenga padre real. Aquí no vamos aser menos y vamos a intentar, al menos, identificar lasvariables de las que depende la posibilidad de tener, auna distancia asequible, vecinos inteligentes con losque nos podríamos comunicar: pero tomando el puntode vista negativo. Y acabaremos preguntándonos quévariable es la que falla para que tales visitas no sehayan producido.

¿Que es, finalmente, la ecuación de los extrate-rrestres? Pues, como ya hemos dicho, algo muy sen-cillo. Se cuentan el número de estrellas en la región de

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nuestra galaxia vecina a nosotros, y la probabilidad deque en alguna de ellas haya vida inteligente: esto nosindicará la probabilidad de que dicha vida exista a unadistancia accesible para contactarnos. A veces esta sen-cilla evaluacion se escribe, efectivamente, como unaecuación matematica:

n=NPhvi,

donde N es el número de estrellas en nuestro entornogalactico, P es la fracción de estas estrellas que tienenplanetas, h es la fracción de entre éstas que poseenplaneta o planetas habitables, v es la fracción de estosplanetas en los que ha aparecido vida y, finalmente, ies la probabilidad de que esta vida haya evolucionadohacia la inteligencia. En estas condiciones, n será elnúmero de planetas que contienen vida inteligente:civilizaciones extraterrestres.

La idea de escribir esta ecuación, además de dar untinte pseudo-riguroso al cálculo, es la esperanza de quelos posibles errores en cada uno de los apartados secompensarán (más o menos) de manera que elresultado final sería más fiable que los componentes.Sin embargo, y como tantas veces ocurre, bajo la apa-riencia de la claridad se oculta el desorden, e incluso elcaos acecha al menor descuido. Y así veremos como laengañosa sencillez del concepto recién enunciadooculta en realidad una extraordinaria complejidad queiremos observando al desgranar la ecuación en suscomponentes; y cada una de estas componentes enmuchas más, en un Borgiano Jardín de los senderosque se bifurcan. En particular, la (relativa) simplicidadde las primeras componentes, N, P y h son seguidaspor las mucho mas complejas v, i. Y, posteriormente,pasaremos a discutir cuestiones que la ecuación ni seplantea, y que son aún menos transparentes.

3.1. La parte sencilla: N, P, h

Como ya hemos mencionado, las primerasvariables que aparecen en la ecuación son las más sen-cillas debido a que es acerca de las que tenemos infor-mación experimental que, aunque a veces de carácteranalógico, es razonablemente sólida.

Comenzamos por N, el número de estrellas en unaregión del espacio “cercana” a nosotros. Tenemos queconsiderar que el tamaño de esta region puede ser muygrande. Cuán grande podemos estimarlo si mante-nemos como límite absoluto de velocidad la de la luz(algo de lo que hay evidencia muy sólida) y tenemosen cuenta, además, que unos contactos que tardasenmás que la duracion de nuestra historia escrita seríanpracticamente inexistentes. En este caso, la distanciaaceptable serían unos cinco mil años luz, lo que noslleva a considerar una importante fracción de lasestrellas del brazo de la galaxia en el que nos encon-tramos, decenas de millones de estrellas. Este númeroes realmente, y literalmente, astronómico, y la posibi-lidad de la existencia de vida inteligente entre tantosmundos parece garantizada. Y, sin embargo, como dijoFermi, ¿donde están? Manifiestamente, no basta conun gran número (al que hemos llamado N) y tenemosque considerar otras variables.

Pasamos a considerar P. Hasta 1995 nada se podíadecir a ciencia cierta acerca de este número, ya que nose había detectado ningún planeta fuera de nuestrosistema solar. Pero en la actualidad se han detectadocasi un centenar de planetas en otros sistemas este-lares. Uno de ellos, en abril de 1997, por el telescopioTillinghast de 150 centímetros de diametro, situado enel observatorio de Whipple, en Arizona: un planeta demasa igual a la de Júpiter, orbitando la estrella RhoCoronae Borealis a una distancia comparable a la quesepara nuestro sol del planeta Mercurio.

La existencia de este planeta es muy interesante. Laestrella Rho Coronae Borealis es muy parecida anuestro sol, pero cinco mil millones de años más vieja.Por otra parte, no está muy alejada (a escala cósmica):sólo cincuenta años luz. Este sistema solar podría serla sede de una antigua civilización extraterrestre, a laque no le hubiera sido difícil enviarnos señales. No loha hecho; y está por tanto claro que tenemos que dis-cutir otras variables. Tal vez los planetas de RhoCoronae Borealis no sean habitables: ¿cual es la proba-bilidad (que nosotros hemos llamado h) que haya pla-netas habitables2 en un sistema solar?

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2 Consideraremos aquí habitables a planetas que lo sean para organismos similares a los que conocemos en la tierra. Esto deja de lado la posi-bilidad de seres basados en procesos muy distintos de los que hemos descubierto aquí. Por supuesto, no podemos demostrar de forma abso-luta la imposibilidad de seres vivos basados —por ejemplo— en la química del azufre y silicio en lugar de carbóno y oxígeno; pero podemos

Aquí ya tenemos que comenzar con especula-ciones; pero todavía con fundamento empírico. Ennuestro propio sistema solar hay dos planetas que pre-sentan características similares a las de la Tierra.Venus, uno de ellos, tiene demasiada atmósfera y, enconsecuencia, unas temperaturas superiores a los dos-cientos o trescientos grados: por lo tanto, ausencia deposibilidades para la vida. Marte es un poco dema-siado pequeño; debido a ello no tiene suficienteatmósfera, es demasiado frío y tampoco presenta con-diciones para soportar vida como la que conocemos,aunque por poco; un treinta o cuarenta por ciento másde masa hubiera permitido al planeta rojo retener suatmósfera, y el agua. Marte es casi un buen candidatopara planeta apto para soportar la vida: si no en el pre-sente, al menos en el pasado.

En efecto, Marte es un planeta que tuvo rios ymares (o, al menos, grandes lagos) como muestra conclaridad la existencia de cauces, hoy secos, del tipo delos formados por los ríos en la tierra. Por tanto sería unlugar apropiado donde buscar la vida. Y, efectiva-mente, entre 1976 y 1977 las astronaves Viking 1 yViking 2 permanecieron en Marte. Entre otras tareas,se dedicaron a realizar una serie de experimentos bus-cando indicios de vida. Los resultados fueron, oficial-mente, negativos (aunque no categóricamente, y notodo el mundo está de acuerdo con la interpretacionoficial). Tampoco detectaron señales de vida, ni defósiles, las otras dos sondas enviadas a finales delúltimo siglo.

Otro caso es el de Europa, satélite de Júpiter. Sesabe desde las primeras exploraciones con sondasespaciales que Europa tiene un océano cuya superficieesta congelada por el frío del espacio a la inmensa dis-tancias a la que se encuentra del sol; pero hay indica-ciones bastante convincentes de que en el interior deeste océano se encuentra agua líquida: con la Tierrasería Europa el único cuerpo en nuestro sistema solarque contuviese este fluido, esencial para la vida. Elmotivo de que el agua pueda mantenerse líquida pordebajo de la superficie de Europa es la perpetua acti-

vidad tectónica mantenida por las tremendasinfluencias gravitatorias de Júpiter, gigantesco y muypróximo, y de los otros satélites jovianos. Es imposiblesaber lo que ocurre en este hipotético y extrañoocéano, sumido en una noche eterna excepto porposibles erupciones de lava incandescente, pero al quequiza no le falte ni energía ni calor; y, como no podíaser menos, se ha especulado sobre la posible existenciade vida allí; entre otros por científicos de la NASA.

El que en un sistema planetario haya tres cuerposcelestes con características proximas a las necesariaspara la existencia de vida orgánica parece indicar quetal tipo de planetas no son en absoluto raros. Podemospues, y basándonos razonablemente en lo que hasta lafecha se ha observado y deducido, admitir que unaimportante fracción de las estrellas de nuestros alrede-dores tienen algún planeta girando a su alrededorcapaz de sustentar vida orgánica como la que cono-cemos; y esto incluso teniendo en cuenta la requeridaidoneidad de las radiaciones producidas por la estrellacorrespondiente.

Con esto finalizamos la parte fácil de la ecuación delos extraterrestres: el número de planetas aptos para lavida debe ser muy elevado. Digamos que de cada diezestrellas, al menos una, tal vez más, posean un planeta

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argumentar que, precisamente, si fuesen probables otros tipos de vida, lo mas verosímil es que hubieramos encontrado evidencia de su exis-tencia presente o pasada (en la forma de fósiles o de estructuras realizadas por seres vivos, análogas a los atolones construidos por los coralesen nuestros océanos) en alguno de los planetas que las sondas espaciales han visitado. E incluso esperaríamos haber encontrado organismoscon metabolismo radicalmente distintos de los habituales en lugares tales como la cumbre del Everest, o cualquier otro habitat extremo. Noha sido así; y parece, pues, que podemos concluir de manera razonable que, o bien la vida solo puede darse en condiciones como las queprevalecen en la tierra; o dicha vida es un fenomeno altamente improbable.

Figura 4. Entre 1976 y 1977 las astronaves Viking 1 y 2 per-manecieron en Marte. En la foto, el Viking 2 durante el invier-no en Marte. Las manchas blancas irregulares son escarcha.

potencialmente habitable. Incluso si somos pesimistas,podemos estimar que por cada cien o doscientasestrellas debe haber un planeta idóneo: lo que nos daen nuestro entorno cientos, miles o incluso millones deplanetas habitables. La ecuación de los extraterrestresnos indica, de momento, la posibilidad de una supera-bundancia de lugares en los que pudieran desarrollarseseres orgánicos. Lo que hace mas interesante lasegunda parte de la ecuación: ¿Se han desarrollado lavida y la inteligencia entre tantas posibilidades?¿Donde están? ¿Hay alguien ahí fuera?

3.2 La ecuación de los extraterrestres: La partedifícil.La aparición de la vida y el desarrollo de lainteligencia

En la discusión anterior hemos concluido que esmuy posible que en nuestro entorno espacial hayainnumerables planetas que por su temperatura,composicion química, etc. sean aptos para el des-arrollo de la vida. Pero, para que ésta efectivamenteaparezca y llegue a producir extraterrestres son nece-sarios, además, tres pasos fundamentales. El primeroes la formacion de compuestos orgánicos, en los que lavida esta basada. El segundo es la aparición deorganismos capaces de utilizar estos compuestos orgá-nicos para crecer, multiplicarse, y evolucionar. Eltercero es la aparición de la inteligencia.

La formacion de materia orgánica espontáneamentees algo común; esta afirmación está basada en lassólidas evidencias adquiridas con los experimentosrealizados por Stanley Miller y Harold Urey en losaños cincuenta. Por lo tanto, podemos tener confianzaen la conclusión que de ellas se sigue: la materiaorgánica debe ser muy abundante en nuestro universo.Y en efecto esto es así. Tanto por las sondas espacialescomo por análisis espectroscopicos se han detectadomoléculas orgánicas en multitud de lugares, algunostan exóticos como los cometas, las atmósferas deJúpiter y Titán, o en nubes de polvo interestelares. Sinos tomamos en serio el análisis anterior, resulta que

debe de haber cientos de miles de planetas en los quese ha formado la sopa orgánica y que además tienen lastemperaturas y composicion químicas apropiadas paraque la vida florezca.

Volvamos a la ecuación de los extraterrestres, y enconcreto al siguiente componente que vamos a ana-lizar. ¿Cual es la probabilidad de que aparezca la vidaen un planeta, supuesto que tiene el clima y la compo-sicion química adecuadas? ¿Qué podemos decir acercade las chances que tienen de formarse organismos en lasopa de componentes orgánicos primordial? ¿Y las deque unos organismos primitivos (como las bacterias)evolucionen? Porque, dado que no hemos encontradoseres orgánicos, vivos o fósiles, mas que en el planetaTierra, la respuesta a la pregunta sobre la probabilidadde aparición de la vida tiene que ser muy especulativa.

Como conclusión, sólo podemos realmente decirque no tenemos ninguna evidencia sobre la posibi-lidad, ni mucho menos la existencia, de vida fuera denuestro planeta: pero tampoco sobre lo contrario.Nosotros dejaremos esta difícil cuestión3. Conside-raremos, de momento, que la aparicion de la vida esalgo razonablemente fácil y que, por poner un número,la vida se ha desarrollado en al menos uno de cada cienplanetas capaces de mantenerla: lo que nos dejaría concientos o miles de planetas en nuestro entornogaláctico poblados de seres vivos.

De la ecuación de los extraterrestres que introdu-jimos al principio del capítulo anterior solo nos quedaya por discutir una incognita: la probabilidad de que,en un planeta en que aparezca la vida, esta evolucionehasta producir seres inteligentes. Puesto que, como yase ha indicado repetidas veces, solo conocemos un tipode vida, no podemos realmente establecer compara-ciones y nos veremos obligados a trabajar a base deespeculaciones e hipotesis.

Un hecho importante desvelado por las modernasinvestigaciones en genética molecular es que alparecer todas las razas humanas tienen un ancestrocomún, y que todos descendemos de una misma Eva

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3 Siendo conscientes de que es posible de que una posible contestación a la pregunta de Fermi, “¿dónde están?” sea un sencillo “en ningunaparte.” Es perfectamente posible que —como opinan bastantes científicos muy competentes— la tierra sea el único lugar en el que ha apare-cido la vida; tal vez incluso en todo el universo.

primigenia. Lo cual, por otra parte, es bastante evi-dente si se considera que todas las razas humanas sonfértiles en sus cruces. Parece que la aparición de lainteligencia en nuestro planeta es una ocurrenciaúnica.

No es sin embargo lo mas probable que estoimplique que la inteligencia es algo muy raro. Locierto es que existen en nuestro entorno otros seres queson, al menos potencialmente, inteligentes. Algunoscetáceos como las orcas y, especialmente, los delfines,tienen cerebros mayores en tamaño (aunque menosconvolucionados) que los de los seres humanos y lossegundos poseen incluso unos rudimentos de organi-zacion social. Es muy probable que sólo la dificultadde trabajar con herramientas debido a habitar el mediomarino sea lo que haya impedido que los delfineshayan evolucionado hacia la inteligencia. El mismomotivo tal vez sea el causante de que ciertos cefalo-podos, también poseedores de un sistema nervioso dealto nivel, no muestren signos de civilización. Final-mente, y entre los animales terrestres, perros, osos ynuestros más próximos parientes, los grandes pri-mates, han probado tener unas capacidades de apren-dizaje no muy alejadas de las de los homínidosprimordiales.

Es difícil sacar una conclusión definitiva respecto aalgo que ha ocurrido una sóla vez; aunque porsupuesto no podemos decir nada con seguridad, lasindicaciones que poseemos son mas bien positivas: lomas probable es que un planeta donde haya vida pro-duzca, mas pronto o mas tarde, inteligencia desarro-llada.

4. EL DESARROLLO DE LACIVILIZACIÓN TECNOLÓGICA

Comenzaremos esta sección yendo más allá de laun tanto trivial ecuación de Drake. Supondremos quehay una probabilidad razonable de que se produzca lavida en los planetas aptos para ella, y nos plantearemosel problema de la inteligencia y de la civilización:aunque como ya hemos indicado, no es a priori evi-dente que la vida tenga que evolucionar a la inteli-gencia, ni, como veremos, que ésta lleve a unacivilización tecnológica. En efecto, si hay (digamos)una probabilidad entre cien de que una estrella tenga

planetas habitables, y de nuevo una entre cien de queen un planeta habitable aparezca la vida, nos resultaque una de cada diez mil estrellas alberga planetas conseres vivos.

Este número parece muy pequeño, pero no es así:en esta hipótesis tendríamos aún un planeta habitado amenos de setenta años luz de nosotros, y en un radio dequinientos años luz habría casi cien planetas ocupadospor seres orgánicos. Incluso si admitimos un error deun orden de magnitud en los cálculos anteriores, nosquedan docenas de planetas a poco mas de cien añosluz. Volviendo a nuestro leitmotiv podemos de nuevopreguntarnos, ¿Donde están? Si en cada uno de estosplanetas la vida ha evolucionado a inteligencia, ¿Porque no hemos recibido noticias de ninguno de ellos?Indudablemente podemos concluir que una de lashipótesis anteriores falla; pero, lejos de ello, continua-remos con la actitud que hemos tomado hasta ahora, ysupondremos que el escenario correcto es aquel en elque hay docenas de planetas con seres vivos en unentorno de cien años luz de nosotros, aunque solo seapara poder proseguir con el análisis.

El paso de una inteligencia primitiva a la desarro-llada no debio de ser fácil; la prueba es que hasta hoysolo se ha producido una vez. Como ya se ha hechonotar tenemos evidencia bioquímica y genética de launidad de la especie humana; pero también hay una

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Figura 5. La cantidad de estrellas que hay en un entorno deunos pocos miles de años luz de nosotros es enorme. ¿Habrácivilizaciones avanzadas en alguna de las miríadas de puntosde luz que aparecen en la foto?

sugerente evidencia psicológica que se sigue de lasinvestigaciones de C. G. Jung, sobre todo en conexióncon su teoría de los arquetipos.

En síntesis esta teoría es como sigue. Jung, en susinvestigaciones sobre fenomenos relacionados con laparte oscura de la mente humana, tanto estudiandomandalas (dibujos místicos) tibetanos y nepalíes,como los grafos de tribus primitivas con las que con-vivió durante cierto tiempo; como en sus estudiossobre los alquimistas de la Edad Media o de los sím-bolos de los chamanes en las religiones de la Américaprecolombina, se encontró con una notable co-incidencia de “arquetipos”. Estos son esquemascomunes: los mismos dibujos con las mismas figurasgeometricas, los mismos mitos y creencias fácilmentetransponibles4. Debido a estas coincidencias Jungpostulo un subconsciente colectivo, común a todos losseres de la raza humana, lo que claramente apunta a laaparicion de la conciencia una única vez: indudable-mente, los seres humanos provenimos todos de unmismo grupo de homínidos.

La conclusión que sacamos de esta información esque la inteligencia (al menos la inteligencia capaz dellegar a producir civilización) sólo ha aparecido unavez, que sepamos a ciencia cierta.

5. LOS PROBLEMAS DE LACIVILIZACIÓN

En nuestro idioma, y en la mayoría de los de laEuropa occidental, la palabra civilización viene dellatín civis, ciudad. En chino, sin embargo, el ideo-grama correspondiente a civilización no deriva deciudad, sino que está relacionado con el que significalibro. Los dos conceptos son válidos para caracterizarla civilización, y de hecho están relacionados. Enefecto, es practicamente imposible hacer funcionarcualquier asentamiento humano de una mínimaentidad y permanencia (una civis) sin el uso de mediosde perpetuacion del conocimiento: libros, en unsentido amplio del termino. Recíprocamente, la exis-tencia de estos es únicamente posible, y sólo tienesentido, con la existencia de ciudades.

El conjunto de lo que se conoce comúnmente comocivilización —leyes, tribunales de justicia, cultura y unmínimo desarrollo tecnológico— están en relacióndirecta con el uso de la escritura, y de asentamientoshumanos permanentes, que puedan permitir conservary acrecentar el conocimiento y la riqueza. Tambiénpodríamos datar la civilización desde el momento queaparece la escritura; pero esto no cambiaría mucho lascosas: en cualquier caso la existencia de civilizacionesresulta ser bastante reciente.

Las primeras habitaciones humanas con entidad deciudad aparecieron en Egipto y en la región deMesopotamia (hoy Irak) hace unos cinco mil años, y elprimer codigo de leyes, el de Hamurabi, y la primeraobra literaria que ha llegado hasta nosotros (la saga deGilgamesh) proceden de la misma region, aunque sonposteriores. El codigo de Hamurabi es de alrededor de1700 a.d. C.; la saga de Gilgamesh se refiere a aconte-cimientos que (según W. L. Moran) tuvieron lugaralrededor del siglo veintisiete a. d. C., pero la historiaescrita es muy posterior. Las civilizaciones de la Indiay China son algo posteriores a las de Egipto yMesopotamia, como lo es la de Creta, indudablementeinfluida por las dos últimas. De todas maneras, ytomando el codigo de Hamurabi y el libro deGilgamesh, o los trigramas chinos (primeras apari-ciones de protoescritura) como medida, podemos decirque llevamos unos cuatro o, a lo mucho, cinco milaños de civilización.

A diferencia de la aparicion de la vida o la inteli-gencia, con respecto a las cuales la evidencia indicaque sólo se han dado una vez en nuestro planeta, lacivilización ha aparecido múltiples veces. No solo esposible que la civilización China sea, al menos parcial-mente, independiente de las de Egipto y Mesopotamia;lo que es indudable es que las civilizaciones deMesoamérica (mayas, toltecas, etc.) y la civilizacióninca se desarrollaron de forma totalmente autonoma ysin ningún contacto con las del viejo mundo.Indudablemente los amerindios encontraron por sucuenta el camino a las ciudades; y no tardaron en ellomucho más que sus congenéres del viejo mundo, apesar del aislamiento y las menos favorables condi-ciones geográficas de las Américas.

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4 El lector interesado puede encontrar mas detalles al respecto en los libros de Jung Man and his Symbols y Psychanalyse et alchemie, entreotros.

La evidencia, pues, parece indicar que una razainteligente tiende a desarrollar una civilización en unplazo que, a escala cósmica, es muy breve. Según esto,si la versión optimista de los cálculos realizados ante-riormente sobre la aparicion de la vida en sistemassolares próximos al nuestro son correctos, resultaríaque en un radio de unos setenta o cien años luz deberíade haber varias civilizaciones; alguna de ellas, sinduda, con mas antigüedad que la nuestra.

Imaginemos el sistema solar que probablementeexiste alrededor de la estrella Rho Coronae Borealis,donde recientemente se ha descubierto un planeta. Estaestrella es de tipo similar a nuestro sol, pero el doble devieja: lleva en existencia unos cinco mil millones deaños más que aquel. Si en el sistema hay planetas detipo Tierra, y si los ritmos de aparición de la vida, deevolución a la inteligencia y de desarrollo de la civili-zación son comparables a los que nosotros conocemosaquí nos encontraríamos con una civilización miles omillones de años más antigua que la nuestra, en unplaneta no muy alejado. En efecto, la Rho CoronaeBorealis se encuentra solo a cincuenta años luz de nos-otros. ¿Por que no han dado señales de vida? ¿Dóndeestán?

Por supuesto, esta última especulacion (la probabi-lidad de civilizaciones milenios mas antiguas que lanuestra) nos lleva a la segunda cuestión mencionada alprincipio de esta sección, a saber, la pervivencia de lascivilizaciones; en especial, de las civilizaciones tecno-lógicas. Cuestión que obviamente sobrepasa en interésal de la mera especulación sobre inteligenciasextraterrestres para llevarnos a la problematica, angus-tiosa de puro actual, de la propia supervivencia: ¿sonlas civilizaciones tecnológicas intrínsecamente ines-tables?

En efecto. En los últimos cincuenta años está que-dando bien claro que la idea victoriana de un perpetuoprogreso era bastante ingenua, y que nuestra civili-zación se ha encontrado ya en la encrucijada de laposibilidad de autodestruirse; y ello no sólo por elmecanismo obvio de una guerra nuclear sino por otrospeligros, menos espectaculares pero (desgraciada-mente) mucho más complicados de evitar. La degra-dación y envenenamiento del medio ambiente, elagotamiento de los recursos energéticos, y la superpo-blación, son tres de los más evidentes. La decadencia

biológica y cultural de la inteligencia es, en miopinión, el mas grave y difícil de salvar. Los discuti-remos todos ellos sucesivamente.

El fantasma de la guerra nuclear parece, afortuna-damente, conjurado en la actualidad: al menos en laforma de un enfrentamiento masivo entre super-potencias que hubiese llevado al fin de la civilización,si no al de la vida misma, sobre nuestro planeta. Estaes indudablemente una importante victoria de la civili-zación sobre la barbarie, y permite un cierto opti-mismo sobre la capacidad de supervivencia de laprimera.

La generación de residuos industriales, y la faci-lidad dada a la propagación de enfermedades por eldesarrollo de las comunicaciones y la progresivainmunizacion de las bacterias a los antibióticos, juntocon la superpoblación pueden, a largo plazo, resultaruna bomba tan letal como las atómicas. No es impen-sable el que en las megapolis del tercer mundo, y entrelos millones de seres humanos hacinados en ellas, sedesarrolle un virus, o una bacteria resistente a las peni-cilinas, con las nefastas consecuencias del sida, perocon una forma de contagio más eficaz: por ejemplo,como la de la gripe común.

La imagen dantesca de una epidemia mundial de“supergripe” mortal, desarrollándose a la velocidad delas epidemias de gripe ordinarias, no corresponde aalgo imposible. Y no es difícil de imaginar el destrozo

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Figura 6. Imagen de la tierra, vista desde la luna. Nuestroplaneta presenta características únicas entre los del sistemasolar.

que causaría a nuestra civilización una plaga que, añotras año, diezmase a la población hasta dejar unpequeño remanente consistente en los escasos indi-viduos naturalmente inmunes. A quien piense que estosólo son especulaciones cabría recordarle que unasituación como la descrita ya ha ocurrido en la historiade la humanidad con las epidemias de gripe ysarampión (entre otras), enfermedades ordinarias paranosotros pero mortíferas para ellos, que literalmentedespoblaron varias islas del Caribe y redujeron drasti-camente las poblaciones de toda América: y ello conlos lentos medios de comunicacion de la epoca.Incluso sin necesidad de catastrofes exterminadoras, lacivilización resulta ser bastante sensible a desastres.

El siguiente problema que vamos a considerar, conla brevedad necesaria en un ensayo como éste, es el delagotamiento de las fuentes energéticas. Es evidenteque, más pronto o más tarde, el petróleo, el carbón y eluranio fisionable se agotarán. Es cierto que más de unavez voces agoreras han pronosticado el fin del petróleo(por ejemplo) para el próximo decenio, para serdesmentidas por el descubrimiento de nuevos yaci-mientos. Pero no es menos cierto que tal agotamientotiene que acabar por producirse; y lo mismo el delcarbón o el uranio. Sobre todo si paises tales como laIndia o China se desarrollan al nivel de los de EuropaOccidental, Japón o los EE UU, lo que cuadruplicaríael consumo mundial. En este sentido, la rápida indus-trialización de los paises del este asiatico, Chinaincluida, plantea un serio problema ya a corto plazo.

Para un plazo mas largo, digamos un siglo (siendomuy optimistas) las fuentes tradicionales de energía yacitadas estarán exhaustas. Y la civilización tecnó-logica, que depende críticamente de ellas, no podrásobrevivir. Ya hemos visto la primera guerra por elpetróleo, la guerra del golfo. No fue particularmentegrave porque todas las grandes potencias o se abstu-vieron (como Rusia y China) o estuvieron del mismolado. Sin embargo una guerra por controlar unosrecursos en vías de agotamiento necesariamente invo-lucraría a unas grandes potencias contra otras; elespectro de la tercera guerra mundial vuelve a apa-recer.

No hay mas que dos maneras de evitar un fin de lacivilización por conflictos debidos al agotamiento delos recursos energéticos o por el propio agotamiento de

estos recursos. Una de ellas es un esfuerzo conjunto, anivel mundial, para un drástico descenso del consumode las energías no renovables, lo que implica en parti-cular una fuerte disminucion de la población global:como máximo a una decima parte de la poblaciónactual, y probablemente mucho menos. Una segundaposibilidad es la aparición de nuevas fuentes deenergía. Pero la situación a este respecto no es opti-mista. No es evidente que el problema de la energíatenga solucion, ni siquiera a largo plazo. Y sin energíano hay una civilización tecnólogica posible.

Una respuesta un tanto deprimente a la pregunta dedónde están las civilizaciones extraterrestres es que lascivilizaciones tecnológicas, con su dependencia ener-gética, tienen una vida que (a escala cósmica) esínfima. Puede ocurrir que en innumerables estrellasrelativamente proximas a nosotros existan, o hayanexistido, civilizaciones que hayan desarrollado unatecnología para, en dos o tres siglos, agotar les reservasenergéticas de los planetas correspondientes y revertira un estado agrario-pastoral. Tal vez este sea nuestrodestino.

Aún si se solucionan los problemas energéticos, nonos enzarzamos en guerras catastróficas y somoscapaces de controlar la ecología, hay una causa masinsidiosa que puede llevar no al colapso violento, perosí a la gradual extinción de la civilización; y esta es elconjunto de pautas reproductoras de la especie. Ya ensu libro El azar y la necesidad Jacques Monod se pre-ocupaba de la correlación negativa entre la inteligenciay el número de hijos. Como era claro entonces, y ahoraes clamorosamente evidente, los estudios sociológicosindican que (estadísticamente hablando) cuanto mayores el índice intelectual de una pareja, menos hijostienen. Y la situación es posiblemente peor a nivel decivilización y desarrollo. Cuanto más avanzado tecnó-logicamente, cuanto más desarrollado económica yculturalmente está un país, o un grupo social, menor esla tendencia a producir descendencia.

Tenemos pues un efecto antidarwiniano: la civili-zación tecnólogica avanzada, tal vez la civilizaciónavanzada a secas, tiende a favorecer una evoluciónnegativa. Si las actuales pautas continúan (y desde queMonod escribió su libro no solo continúan, sino que seacentúan) llegaremos en pocos decenios a unas socie-dades desarrolladas infrapobladas, y en las que el nivel

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de inteligencia es cada vez menor, rodeadas de paisessuperpoblados y empobrecidos. La situación no tienenada de fantasía: se parece enormemente a lo que yaestá ocurriendo en Europa. No es ningún consuelo elpensar que, si hacemos las cosas muy bien, todas lassociedades de la tierra se convertirán en desarrolladas:porque entonces no tendremos la reserva de poblacióne inteligencia que representan los paises del tercermundo, y la raza humana se enfrentaría a una paulatinaextinción, acompañada de estupidez general. La res-puesta a la pregunta de Fermi, ¿Donde están? sería, siesta pauta del desarrollo fuese consubstancial a la civi-lización, si la inteligencia continuase a tener un valorreproductor negativo, “Están ahí, pero solo quedan lostontos”.

6. VIAJES Y COMUNICACIONESINTERESTELARES

En las secciones anteriores hemos discutido la posi-bilidad de que existan planetas habitables girando alre-dedor de estrellas en nuestra vecindad, de que en estosplanetas aparezca la vida, y de que ésta evolucionehasta la inteligencia y la creacion de sociedades tecnó-logicas; pero no hemos tocado el tema de las comuni-caciones interestelares. ¿Son estas posibles? ¿Sonestas deseables? Porque no es evidente que una civili-zación suficientemente madura como para haberresuelto el problema energético, el de la superpo-blación y el de la guerra, esté interesada en contactarcon otras civilizaciones. O, incluso si lo estuviera, quetal contacto sea posible.

Para discutir esto supondremos que la respuesta a laecuación de los extraterrestres es moderadamentepositiva, y que existen algunas civilizaciones de altonivel tecnólogico en un radio de entre cincuenta y qui-nientos años luz de la tierra. La verdad es que este esun escenario probable, lo que va a ir haciendo las suce-sivas cuestiones que nos planteemos mas interesantes:si realmente hay alguien allí, ¿Por que no ha entrado encontacto con nosotros?

Este contacto puede ser de dos tipos: físico, comoen la película de Spielberg “contactos en la tercerafase”: una astronave alienígena (que podría ser unasonda espacial no tripulada, como las que enviamosnosotros) aparecería en la tierra o, tal vez, en alguno de

los planetas del sistema solar; y puede ser un contactopor medio de ondas electromagneticas. Precisamenteeste es el tipo de contactos que está buscando el pro-grama SETI (“search for extra-terrestrial intelli-gence”), por el momento sin exito.

Comenzaremos por las posibilidades de un con-tacto del primer tipo, esto es, de viajes interestelares.¿Es posible cruzar las inimaginables distancias cós-micas? Puesto que gran parte de este ensayo es especu-lativa, especulemos algo mas y tomemos como límitede tiempo cien años: vamos a calcular la distancia a laque se encuentra la civilización avanzada máspróxima, dado que ninguna ha sido capaz de enviaruna astronave hasta nosotros.

La respuesta a tal pregunta es bastante negativa.Con las tecnologías existentes, o con desarrollos de lasmismas, la velocidad máxima media de una astronavees de, aproximadamente, un veinteavo de la de la luz.En cien años el vehículo espacial solo llega a 5 añosluz de su base: apenas la distancia a la estrella masproxima a nosotros. Incluso si suponemos un vehículosin tripulantes orgánicos, una sonda espacial similar alas que nosotros enviamos a los planetas de nuestrosistema solar, y pensamos en un viaje de mil años (!) elrecorrido sería de 50 años luz: pero es poco probableque exista una civilización que tuviera interés en

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Figura 7. En el año 1981 tuve la suerte de presenciar, trans-mitido por televisión en tiempo real a la estación deseguimiento espacial de Robledo de Chavela, la llegada de laastronave Voyager 2 a las inmediaciones de Saturno. A una deestas imágenes corresponde la figura: por primera vezteníamos información directa de Saturno, visto desde atrás.Prácticamente a todos los que estábamos allí se nos ocurriópensar en la posibilidad de que la sonda espacial encontraraun artilugio alienígena. Pero, por supuesto, no fue así; ningúnvisitante se dejó olvidada su sonda entre los anillos de Saturno.

enviar un navío que tardase mil años en llegar a sudestino.

Los números son tan apabullantes que, salvo laexistencia de motores mucho mas eficaces de los quepodemos construir nosotros, la respuesta a la preguntade Fermi es, desde el punto de vista de visitantes enpersona, simple: no se han movido de su planetaporque el viaje es demasiado largo y caro para tenerinterés.

La situación se clarifica bastante más si conside-ramos no comunicaciones materiales, sino electromag-néticas; por ejemplo a traves de radio, laseres omaseres. Las señales viajan ahora a la velocidad de laluz; la tecnología necesaria ya la tenemos, o esta muycerca. De hecho, y como ya hemos mencionado, losprogramas de búsqueda de inteligencias extraterrestres(SETI) se basan, precisamente, en enviar señales y enintentos de detectar las señales electromagneticas quepudieran habersenos enviado. Sin éxito por elmomento, a pesar de la ingente cantidad de radiacioneselectromagneticas analizadas. Parece pues bastanterazonable concluir que no hay, en un radio de cin-cuenta-cien años luz, inteligencias extraterrestres tec-nólogicamente desarrolladas, capaces de, e interesadasen, contactar con el exterior.

El radio puede ampliarse si suponemos que estasinteligencias son capaces de controlar fuentes deenergía más eficaces que las que nosotros utilizamos.A este respecto, podemos deducir también que, muyprobablemente, no existen seres con un grado de civili-zación tecnológico muy superior al nuestro, cierta-mente no en doscientos o trescientos años luz ennuestro entorno. Lo que es más, podemos extrapolar ydeducir que no hay seres con un grado de desarrolloenormemente superior al nuestro en un radio de tal vezmil años luz de nosotros o, más generalmente,podemos llegar a la conclusión que, cuanto mayorsupongamos el desarrollo tecnólogico, más lejostienen que estar los seres que lo posean. La ausencia devisitas de extraterrestres, e incluso de llamadas telefó-nicas, parecen implicar que tal vez existan civiliza-ciones más antiguas que la nuestra; pero de lo que nohay rastro es de civilizaciones mucho más avanzadastecnólogicamente que la que hoy domina en la tierra.

¿Por qué es esto así? Una civilización que siguieraprogresando al ritmo al que nosotros lo hemos hecho

en los últimos quinientos años debería ser capaz deconstruir instrumentos con los que comunicarse con latierra. No parece que lo hayan hecho; y por tantodebemos concluir que el progreso tecnólogico eslimitado y de hecho nosotros estamos muy cerca delmaximo posible. Si esto es cierto no debemos esperardel futuro mas que un estancamiento cada vez másgeneralizado, si no un retroceso. (Una variante de estaposibilidad es que las civilizaciones tal vez puedanprogresar tecnólogicamente mucho mas allá de lanuestra, pero al hacerlo pierden el interés en el mundoexterior y se cierran sobre sí mismas).

¿Tenemos indicaciones, más allá de la mera inexis-tencia de contactos con civilizaciones exteriores, deque estamos llegando al límite del posible desarrollotecnólogico? En mi opinión sí, tenemos muchas indi-caciones, e indicaciones muy convincentes, de que noquedan por realizar descubrimientos fundamentales, nitecnológicos, ni científicos con repercusiones tecnólo-gicas; y ello sin necesidad de salir del planeta tierra.Por otra parte, nuestra sociedad esta dando clarasseñales de haber llegado a una etapa de estancamiento,si no de franca recesion. Consideraremos estas cues-tiones seguidamente.

7. LOS LÍMITES DE LA CIENCIA Y DE LATECNOLOGÍA

En lo anterior se han mencionado las indicaciones,basadas en la inexistencia de mensajes de civiliza-ciones extraterrestres, de que estamos llegando a los

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Figura 8. Imagen de uno de los telescopios que, en el estadode Nuevo Méjico (EE UU), han participado en la escucha de,hasta hoy inexistentes, mensajes extraterrestres.

límites del conocimiento científico y tecnólogico; conrespecto al primero al menos a los límites del conoci-miento científico aplicable a la tecnología. Estas indi-caciones son confirmadas por un estudio más serio queahora esbozamos.

Comenzaremos por un enfoque histórico que mos-trará cómo los avances de la ciencia y de la tecnologíase han ralentizado en los últimos cuarenta o cincuentaaños por primera vez en la historia; y ello a pesar deque el esfuerzo investigador es hoy mayor que nunca.Pasaremos despues a un análisis más detallado de lasituación actual.

Es un hecho que, al menos hasta el presente, lahumanidad no ha cesado de progresar en el sentido demejorar su tecnología. ¿Hay algún motivo por el quesea razonable pensar que hemos llegado esencialmenteal límite? En el Renacimiento el nivel de desarrollotecnólogico en Europa alcanzó el punto en que sus ren-dimientos económicos y militares eran inmediatos.además, la introduccion de la imprenta en paises cuyaslenguas se escribían con alfabetos foneticos (y portanto fáciles de aprender) puso el conocimiento alalcance de las masas. Ambos efectos produjeron unatremenda aceleracion: este es el momento en quenuestra cultura (Europa y luego América) se coloca ala cabeza de la ciencia y la tecnología, posicion que noabandonará hasta la actualidad.

Sin embargo en los siglos XV y XVI no existía aúnel concepto de investigacion organizada. Esta aparecióen el siglo XVII; por primera vez en Italia5, aunqueciertamente en forma algo primitiva con sociedadescomo la Academia dei Lincei (Roma, 1601-1630) y,posteriormente y ya de forma más sólida, en Inglaterra,con la Royal Society Londinense, y, en el continente,en la Académie de París, ambas creadas alrededor de1660. No cabe duda de que este espíritu inquisitivo yorganizativo que llevo a crear tales instituciones estárelacionado con la capacidad de innovación tecnó-logica y con el despegue industrial y científico: en par-ticular el despegue industrial británico, que luego seextendio por Europa —primero Bélgica, luego Franciay Alemania— y también a los EE UU.

Durante el sigo XIX la química, el vapor y laindustria textil fueron las puntas de lanza del des-arrollo industrial; y el desarrollo científico y tecnicocorrieron parejos. El del primero se debió, en buenaparte, a la proliferacion de centros dedicados específi-camente a la investigacion científica y a una fuertefinanciacion de la misma, lo que se produjo primero enInglaterra y Francia y luego, con más intensidad, enAlemania y los EE UU, a lo largo de los siglos XIX yXX. Desde el momento en que se establecen esoscentros el progreso científico se realiza de una formasistemática y deliberada. No tenemos ya, como en elcaso de Galileo, un individuo practicamente aisladoque tiene que construirse sus aparatos, y cuya comuni-cación con el mundo exterior es muy reducida; sinopotentes equipos, bien subvencionados y apoyados, encontinuo contacto con otros equipos del exterior, quese dedican sistemáticamente a la investigacion de todaclase de fenómenos.

El tempo del progreso se mide ahora en decenios, eincluso en años. En unas pocas decadas se investiganpracticamente todos los fenómenos naturales, demanera que, en el breve período que va de las primerasexperiencias de Faraday a los experimentos de Hertz,apenas tres decadas, toda la estructura del electromag-netismo clasico está ya establecida. La relatividad(especial) no tardó ni veinte años en ser formulada demanera completa, desde que los experimentos deMichelson y Morley demostraron que no existe éter(1887) hasta el trabajo definitivo de Einstein en 1905.Desde el descubrimiento de las anomalías de laradiación del cuerpo negro hasta la formulación com-pleta de la mecánica cuántica (y eso que ésta repre-senta una ruptura total con todos los conceptos hastaentonces establecidos) transcurrieron tan solo treintaaños. Finalmente, las modernas teorías de las interac-ciones fundamentales son extensiones, con algunosdetalles tecnicos, ciertamente no despreciables, perotampoco involucrando nada fundamentalmente nuevo,de los trabajos realizados entre los años cuarenta ysesenta; y eso con el intervalo de la guerra que hizoque se abandonaran las investigaciones basicas, apartede practicamente destruir la ciencia en la Europa conti-nental.

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5 Existió una organización precursora en nuestro país en la Academia de Matemáticas de Madrid que Felipe II fundó en diciembre de 1582.

¿Cuál es la consecuencia que podemos sacar de loque acabamos de decir? Pues que es muy difícil que unproblema se resista a los embates de docenas de labo-ratorios bien equipados y trabajando en concertacion:como hemos visto, veinte o treinta años es un períodolargo a este respecto. En la actualidad nos encon-tramos, por primera vez en la historia de las cienciasfísicas, con que nuestras teorías explican (al menos enprincipio) todos los experimentos que hemos sidocapaces de imaginar; y, lo que es más significativo, noexisten puntos obscuros.

No tenemos, como al final del siglo XIX, el pro-blema de la radiación del cuerpo negro, en conflictocon la termodinamica de la epoca; ni algo como elexperimento de Michelson-Morley, indicando que eléter (ingrediente esencial en la teoría decimononica dela propagacion de la luz) no existe; ni un fenómenocomo la radioactividad, inexplicable con la físicaclasica. Con monotonía un tanto desesperante resultaque todas nuestras predicciones se verifican; predic-ciones que son las extensiones naturales de las formu-ladas hace ya muchos años. Desde poco despues de lasegunda guerra mundial, y practicamente por primeravez en la historia, el ritmo de los descubrimientos cien-tíficos se ha ralentizado hasta, desde el punto de vistade descubrimientos fundamentales, haberse detenidopracticamente.

Aquí hemos discutido el caso de las cienciasfísicas; pero algo parecido puede decirse con respectoa otras ciencias y a las aplicaciones tecnólogicas, conla importante excepcion de la biología y, tal vez enmenor medida, de la informática. En economía, a laque tantas actividades humanas son análogicas, elfenomeno se ha estudiado con detalle. Cuando sequiere explotar algo hay que invertir esfuerzo. Si elesfuerzo es pequeño, los resultados son erráticos ypobres. Si la inversión se aumenta, los dividendoscrecen espectacularmente. Hasta que llega unmomento en el que interviene la ley de los rendi-mientos decrecientes: hacen falta inversiones progresi-vamente mayores para obtener resultados cada vezmas magros. La tesis que estamos presentando es quela investigacion científica y tecnólogica está en laactualidad en regimen de rendimientos decrecientes.El breve repaso que antecede parece indicarlo así.6

¿Y la relacion con la tecnología? Pues la verdad esque hay, en el mismo período de tiempo, muy pocosadelantos tecnólogicos que no sean, simplemente, unrefinamiento de los anteriores. Tal vez solo podamoscitar, como avances tecnólogicos fundamentales en lasciencias físicas, el transistor, el laser y el des-cubrimiento de materiales superconductores a altastemperaturas. El primero, desarrollado en los años cin-cuenta, y lo último, que aún no ha pasado al nivel enque pueda ser aprovechable industrialmente. Secorresponde el primero con la construccion de losmicrochips y, con ellos, de ordenadores infinitamentemas pequeños, mas baratos, y mas potentes que los quepodía haberse imaginado antes. Si la superconducti-vidad a temperaturas altas se pudiese controlar tecnó-logicamente, se conseguirían campos magneticos deextraordinaria intensidad, lo que ofrecería quizás unaesperanza de resolver el problema de la fusión con-trolada y con él el de una energía limpia e inagotable,que es uno de los problemas cruciales para el des-arrollo tecnólogico futuro.

El panorama es mucho mas desolador si conside-ramos las esperanzas fallidas. En los años cuarentaparecía que la fision nuclear abría una era de energíano polucionante y barata. Hoy seguimos sin resolver elproblema de los residuos radiactivos, ni el de fisionarelementos tales como el torio, y dependemos de isó-topos escasos del uranio que generan al desintegrarseresiduos radiactivos extremadamente peligrosos. Elsábado, 25 de enero de 1958, el periódico Daily Mailanunció que el reactor ZETA, en un experimentoliderado por John Cockroft, había producido energíatermonuclear, un proceso infinitamente mas eficaz ylimpio que la fision, y que utiliza además un materialsuperabundante, el hidrogeno. Pero pocos añosdespués los propios experimentadores reconocían queno había tal, sino una falsa interpretación de datos. Elanuncio fue, por lo menos, excesivamente optimista ylos problemas de la fusión nuclear no sólo siguen sinresolverse, sino que hemos comprobado que sonmucho más difíciles de lo que a mediados de siglo sepodría prever.

En campos más aplicados la situación no ha cam-biado mucho tampoco. El vuelo del Concorde parecíapresagiar transporte aéreo barato a velocidades super-

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6 A las mismas conclusiones llegó J. Horgan en su libro The End of Science (Abacus, 1996).

sónicas; pero de hecho, el Concorde sigue siendo unprototipo y los jets comerciales continúan arras-trandose a unos 800 Km-hora, poco mas de lo que yaalcanzase el Comet en los años cincuenta. Los viajesespaciales, comenzados con el histórico paseo deArmstrong en la Luna, en 1969, se han detenido: losavances tecnólogicos realizados desde entonces no loshan hecho suficientemente baratos y seguros comopara ser rentables. Y así un largo etcétera.

El lector atento se habra dado cuenta de que no sehan mencionado aquí los muy importantes avances enbiología que se han dado en los últimos años y que,muy probablemente, se seguirán dando. No sería sor-prendente que pudieramos en un futuro ya previsible,controlar genéticamente a los seres vivos, y realizarclonaciones que —por ejemplo— permitan la pro-ducción de organos del cuerpo humano que pudieran,después, ser utilizados para injertos. Probablemente enbiología estamos todavía lejos del estancamiento cien-tífico y tecnólogico. Los desarrollos en esta ciencia enel futuro serán, sin duda, de gran importancia: pero noafectarán para nada al tema que se esta tratando aquí,que es el de los viajes y comunicaciones interestelares.Para ésto serían esenciales incrementos sustanciales enla calidad de las fuentes de energía, en los medios detransporte y en los de comunicacion. La ausencia decontactos con civilizaciones extraterrestres nos hacesospechar que tales progresos son, efectivamente,imposibles.

8. ¿HASTA CÚANDO ES EL DESARROLLOTECNOLÓGICO DESEABLE?

Durante los últimos dos siglos hemos presenciadoun desarrollo tecnológico de nuestra sociedad desde

muy bajas cotas hasta un punto en que, en los paisesdesarrollados, la tecnología lo permea casi todo. Peroen los últimos años también hemos sido testigos de uninquietante fenómeno: el incremento de la industriali-zación no se corresponde siempre con un incrementodel nivel del bienestar.

En efecto, el incremento nominal en la renta percápita no se traduce, por encima de un cierto nivel dedesarrollo tecnológico, en mejora de la calidad de vida.Esto es particularmente cierto en los Estados Unidos,el país que (queramos o no) ha marcado y, probable-mente, seguirá marcando la pauta a los demás. Elaumento de la renta se consume allí en la necesidad decontratar a nivel individual servicios tales como laseguridad social, asistencia medica, pensiones eincluso servicios policiales; en transporte individual(el transporte colectivo ha caído en calidad y cantidadhasta límites, en muchos casos, tercermundistas); enhuir las ciudades, muchas de ellas ghettos de violencia;y, sobre todo, en un consumismo inútil.

Por supuesto las mismas tendencias se observan,desgraciadamente, en otros lugares, especialmente enEuropa (Occidental y Oriental) y América del Sur. Apartir de un cierto nivel la tecnología y el desarrolloindustrial, al menos como se están dando en nuestracivilización, tienen consecuencias tales como deshu-manización, hacinamiento, estrés y tantas otras, quedifícilmente compensan sus aspectos positivos. Tal vezuna sociedad realmente civilizada redujese el des-arrollo tecnólogico a la mínima expresion. Y tal vezsea esta la razón por la que las posibles civilizacionesextraterrestres que hayan sobrevivido a los problemasinheretes a la industrialización, no hayan desarrolladouna tecnología necesaria para realizar contactos, enninguna de sus fases.

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