“evolución de la resistencia a la insulina tras cirugía

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1 UNIVERSITAT DE VALENCIA FACULTAT DE MEDICINA I ODONTOLOGÍA DEPARTAMENT DE CIRURGÍA TESIS DOCTORAL “Evolución de la resistencia a la insulina tras cirugía bariátrica en pacientes con obesidad mórbida” Presentada por: Rosa Cámara Gómez Dirigida por: Profesor Dr. José Luis Ponce Marco Valencia 2008

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Page 1: “Evolución de la resistencia a la insulina tras cirugía

1

UNIVERSITAT DE VALENCIA FACULTAT DE MEDICINA I ODONTOLOGÍA

DEPARTAMENT DE CIRURGÍA

TESIS DOCTORAL

“Evolución de la resistencia a la insulina tras cirugía bariátrica en pacientes con obesidad mórbida”

Presentada por: Rosa Cámara Gómez

Dirigida por: Profesor Dr. José Luis Ponce Marco

Valencia 2008

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2

ABREVIATURAS EMPLEADAS

ACTH: hormona corticotropa

ADA: American Diabetes Association

AGL: ácidos grasos libres

ATP: adenosin trifosfato

C/c: índice cintura/cadera

CCK: colecistocinina

CRH: hormona liberadora de corticotropina

DEXA: absorciometría dual de rayos X

DHT: dehidrotestosterona

DM: diabetes mellitus

GIP: polipéptido gastrointestinal

GLP-1: péptido similar al glucagón

HOMA: Homeostasis Model Assessment

HTA: hipertensión arterial

IDF: International Diabetes Federation

IG: intolerancia a la glucosa

IGF-1: factor de crecimiento similar a la insulina

IL: interleucina

IMC: índice de masa corporal

NPY: neuropéptido Y

OMS: Organización Mundial de la Salud

PAI: inhibidor del activador del plasminógeno

PCR: proteína C reactiva

POMC: propiomelanocortina

PPAR: proliferador de peroxidasas

PTEC: proteínas transferidoras de esteres del colesterol

PTH: hormona paratiroidea

PTP1B: fosfatasa protein-tirosina 1B

RI: resistencia a la insulina

SEEDO: sociedad española para el estudio de la obesidad

SHBG: globulina trasportadora de hormonas esteroideas

SNC: sistema nervioso central

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3

TAG: tolerancia anormal a la glucosa

TNG: tolerancia normal a la glucosa

TNF-α: factor de necrosis tumoral α

UCP: proteínas desacoplantes

25-OH-D: 25-hidroxivitamina D

%IMCP: porcentaje de índice de masa corporal perdido

%EPP: porcentaje de exceso de peso perdido

Page 4: “Evolución de la resistencia a la insulina tras cirugía

4

ÍNDICE

Página

INTRODUCCIÓN……………………………………………………………..……… .6 I.Obesidad ....................................................................................................................... 7

I.1.Concepto…………………………………………………………………………...7

I.2.Clasificación……………………………………………………………………….9

I.3.Prevalencia.………………………………………………………………………12

I.4. Etiopatogenia…………………………………………………………………….14

I.5. Consecuencias clínicas de la obesidad…………………………………………..20

I.6. Obesidad mórbida……………………………………………………………….33

II. Tratamiento quirúrgico de la obesidad……………………...…………………...35 II.1. Cirugía bariátrica………………………………………………………………..35

II.2. Indicaciones y contraindicaciones……………………………………………...37

II.3. Valoración clínica prequirúrgica de la obesidad……………………………….38

II.4. Técnicas quirúrgicas……………………………………………………………42

II.5. Resultados de la cirugía bariátrica……………………………………………...50

II.6. Postoperatorio inmediato……………………………………………………….51

II.7. Complicaciones qirúrgicas tardías……………………………………………...52

II.8. Seguimiento tras la cirugía bariátrica…………………………………………...54

II.9. Complicaciones nutricionales…………………………………………………..56

III. Resistencia a la insulina y obesidad……………………………………………..61

HIPÓTESIS DE TRABAJO……………………… …………………………………65

OBJETIVOS…………………………………………………………………………71

PACIENTES Y MÉTODO...………………………………………………………...75 I. Pacientes…………………………………………………………………………...77

II. Protocolo………………………………………………………………………….77

III. Análisis estadístico………………………………………………………………79

Page 5: “Evolución de la resistencia a la insulina tras cirugía

5

RESULTADOS…………………………………………………………………… . ...81 I. Características generales………………………………………………..…………83

II. Comorbilidades asociadas con la obesidad……………………………………….86

III. Caracteísticas antropométricas, analíticas y de insulinorresistencia…………….88

IV. Evolución de los parámertros antropométricos tras la cirugía…………………..91

V. Evolución de los parámetros ananalíticos y de insulinorresistencia tras la cirugía

bariátrica……………………………………………………………………………..93

VI. Evolucion de la grasa corporal tras la cirugía…………………………………...95

VII. Variables antropométricas tras la cirugía bariátrica según el metabolismo

hidrocarbonado………………………………………………………………………97

VIII. Análisis de los resultados a los 3 meses de la cirugía………………………...109

IX. Análisis de los resultados a los 6 meses de la cirugía………………………….111

X. Análisis de los resultados a los 12 meses de la cirugía………………………….113

DISCUSIÓN……………………………………………………………………….....117 I. Características generales antes de la cirugía……………………………………..119

II. Efecto de la cirugía sobre los parámetros antropométricos……………………..123

III. Efecto de la cirugía sobre la resistencia a la insulina…………………………..126

IV. Efecto de la cirugía sobre la diabetes mellitus tipo 2…………………………..129

CONCLUSIONES………………………………………………………………….143

BIBLIOGRAFÍA……………………………………………… …………………...147

Page 6: “Evolución de la resistencia a la insulina tras cirugía

6

INTRODUCCIÓN

Page 7: “Evolución de la resistencia a la insulina tras cirugía

7

INTRODUCCIÓN

I. OBESIDAD

I.1. CONCEPTO

La obesidad es una enfermedad crónica causada por la falta de equilibrio entre la

energía consumida y la obtenida de los alimentos. El exceso de energía origina un

aumento de la masa grasa y, por consiguiente, un incremento de peso.

La obesidad es la forma más frecuente de malnutrición en los países desarrollados.

Su importancia radica fundamentalmente en las comorbilidades asociadas, la pérdida de

calidad de vida que ocasiona1 y el elevado coste sanitario que genera. El estudio Delphi

cuantificó en 1999 el coste de la obesidad y sus complicaciones en 2.049,45 millones de

euros (el 6,9% del gasto global sanitario de España)2.

Las empresas americanas aseguradoras de vida elaboraron en 1959 y 1983 unas tablas

que indican el rango adecuado de peso, para una determinada talla, donde la mortalidad

es más baja en hombres y mujeres de 25 a 59 años. Todavía en la actualidad se utiliza la

fórmula de la Metropolitan Life Insurance Company para calcular el peso “ideal”.

Peso ideal = (talla en cm – 150) x 0,75 + 50

En estas tablas se reconocía por primera vez la asociación del exceso de peso con una

menor expectativa de vida. Sin embargo, el peso “ideal” calculado en ellas no tiene en

cuenta factores que pueden influir en su correcta interpretación, como la edad, la

actividad física y el sexo. Posteriormente han ido apareciendo otras tablas de peso

“saludable”, diferenciadas para hombres y mujeres, y que además consideran otros

determinantes del peso. En nuestro país no se han elaborado aún tablas con validez para

todo el territorio nacional.

Page 8: “Evolución de la resistencia a la insulina tras cirugía

8

La adiposidad es difícil de graduar y no hay una clara división entre normalidad y

anormalidad. Las mujeres tienen un porcentaje mayor de grasa corporal que los

hombres (20-30% frente a 12-20%) porque tienen menor masa muscular y ósea y

presentan una mayor acumulación de grasa subcutánea que visceral3. Se puede

considerar que existe obesidad si el porcentaje de grasa corporal excede el 25% en el

hombre y el 33% en la mujer. Los valores comprendidos entre 21% y 25% en los

hombres y entre 31% y 33% en las mujeres se consideran límites.

Como en la mayoría de casos no es posible cuantificar la grasa corporal, las

sociedades científicas recomiendan la estimación de ésta por datos antropométricos de

fácil obtención en la práctica clínica. El método más empleado para determinar el grado

de obesidad en la población adulta entre 20 y 69 años es el índice de masa corporal

(IMC)4 porque este valor es el que mejor se correlaciona con el porcentaje de grasa

corporal. El IMC pone en relación el peso expresado en kilos con la altura expresada en

metros al cuadrado (kg/m2). La mayoría de estudios epidemiológicos consideran que

existe obesidad en la población adulta cuando el IMC es ≥ 30 kg/m2 aunque, como

sugieren algunos autores5, la composición corporal se modifica con la edad y, a partir de

los 24 años, el valor normal del IMC aumenta 1 kg/m2 cada 10 años. Esta consideración

ayudaría a explicar por qué en algunos estudios realizados en los últimos años se

observa una mayor supervivencia en ancianos con ligero “sobrepeso”. En personas con

mucha musculatura, como deportistas, el IMC tampoco refleja de forma adecuada la

adiposidad.

Page 9: “Evolución de la resistencia a la insulina tras cirugía

9

I.2. CLASIFICACIÓN

Siguiendo los criterios de la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad

(SEEDO)6, 7, 8 se puede clasificar ésta en diferentes grados según el valor del IMC (tabla

1). Para definir la obesidad se acepta como punto de corte un valor de IMC de 30 kg/m2.

La SEEDO6 en 1996 introdujo algunas modificaciones en la clasificación propuesta por

la Organización Mundial de la Salud (OMS). Rebajó el límite inferior del peso normal a

18,5 kg/m2, subdividió el sobrepeso en 2 categorías (grado I y grado II) e introdujo el

término de obesidad extrema cuando el IMC supera 50 kg/m2. La obesidad se denomina

mórbida cuando el IMC está comprendido entre 40 y 49,9 kg/m2.

Tabla 1. Criterios de la SEEDO para definir la obesidad en grados según el

índice de masa corporal (IMC)

IMC (kg/m 2)

Peso insuficiente < 18,5

Peso normal 18,5 – 24,9

Sobrepeso grado I 25 – 26,9

Sobrepeso grado II (preobesidad) 27 – 29,9

Obesidad grado I 30 – 34,9

Obesidad grado II 35 – 39,9

Obesidad grado III (mórbida) 40 – 49,9

Obesidad grado IV (extrema) ≥ 50

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10

Los valores de IMC entre 25 y 26,9 kg/m2 pueden considerarse normales si el

acúmulo de grasa no es fundamentalmente abdominal y no están presentes más factores

de riesgo metabólico y/o vasculares.

Además de utilizar el IMC para definir y clasificar la obesidad, tiene importancia

conocer la distribución de la grasa corporal. Hay muchas evidencias que indican la

relación que se establece entre la acumulación de grasa abdominal a nivel visceral y las

diversas alteraciones que componen el síndrome metabólico9. Sin tener que recurrir a

exploraciones sofisticadas y caras, la medición de algunos parámetros antropométricos,

como son los perímetros de la cintura y de la cadera7, permiten una estimación clínica

útil de la grasa abdominal.

Hoy en día, la circunferencia de la cintura es, con el IMC, el mejor parámetro para

valorar los factores de riesgo en la obesidad10. Aunque hay mucha variabilidad en la

circunferencia de cintura entre distintas poblaciones, se ha comprobado que el riesgo de

complicaciones metabólicas asociadas al exceso de peso aumenta cuando el perímetro

de cintura es ≥ 102 cm. en los hombres y ≥ 88 cm. en las mujeres11. Recientemente, la

International Diabetes Federation ha propuesto unos puntos de corte distintos para la

raza caucásica: 94 cm en los varones y 80 cm en las mujeres12.

El índice cintura/cadera (C/c) es también un indicador de obesidad central y se utiliza

para clasificar la obesidad en androide (abdominal) o ginoide (glúteo-femoral)

siguiendo los criterios establecidos en 1995 en el Consenso Nacional sobre Obesidad6

(tabla 2). De todas formas, el perímetro de la cintura es mejor indicador de la grasa

visceral que el índice C/c13, sobre todo en casos de obesidad mórbida y extrema.

Tabla 2. Clasificación de obesidad según el índice cintura/cadera (C/c)

TIPO OBESIDAD C/C HOMBRE C/C MUJER

Androide > 1 > 0,9

Ginoide < 1 < 0,9

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11

El diámetro sagital se determina midiendo la distancia entre el ombligo y L4-L5 con

la persona en bipedestación o en decúbito supino. Se correlaciona bien con la cantidad

de grasa perivisceral medida por tomografía computarizada (TC) o resonancia

magnética (RM). Cuando es superior a 25 cm indica un elevado riesgo cardiovascular.

También se puede clasificar la obesidad según su etiología (tabla 3), siendo la

obesidad esencial la más frecuente.

Tabla 3. Clasificación de la obesidad según su etiología.

Esencial

Asociada a endocrinopatías Ovárica (s. de Stein-Leventhal)

Hiperfunción suprarrenal

Hiperinsulinemia

Genética (alteraciones cromosómicas) S. de Prader-Willi

S de Carpenter

S. de Cohen

S. de Bardet-Biedl

Hipotalámica (hiperfagia)

Secundaria a medicamentos Corticoides

Inmunosupresores

Antidepresivos

Hidracida

Insulina

Estrógenos

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I.3. PREVALENCIA

La obesidad se ha convertido en uno de los problemas sociosanitarios más

importantes en los países desarrollados14. Su prevalencia se ha incrementado un 34,5%

en los últimos 14 años15 y este aumento progresivo se relaciona fundamentalmente con

los cambios en los hábitos de vida. La industria ofrece numerosos alimentos ricos en

calorías “vacías”, el tamaño de las raciones ha aumentado, es mayor el contenido de

grasa en la dieta, el aporte de fibra es menor, y la actividad física de las personas ha

disminuido de forma considerable16.

En Europa la obesidad afecta a más del 10% de la población. A pesar de existir una

gran variabilidad en su prevalencia en los diferentes países, tiende a ser mayor en los

países de la cuenca mediterránea que en los del norte y oeste de Europa17. Los países del

este europeo, a la vez que experimentan un importante desarrollo económico y social,

han occidentalizado sus costumbres, modificando su estilo de vida y los hábitos

alimentarios, y esto ha causado un incremento notable de la obesidad.

En otros países del mundo, sobre todo en regiones de América Latina y del sudeste

asiático, también se observa que el desarrollo económico contribuye a la aparición y al

crecimiento de la obesidad. Pero, sin duda, Estados Unidos es el país donde el problema

de la obesidad es más importante ya que afecta a más del 33% de la población.

En España, según datos publicados en 1998, el 50% de la población presentaba

exceso de peso y, obesidad franca, el 13,4% (11,5% de hombres y 15,2% de mujeres)18.

Esta prevalencia se estableció a partir del análisis de los datos obtenidos en 10 encuestas

nutricionales realizadas en muestras aleatorias de población de 25 a 60 años de edad en

diferentes comunidades autónomas españolas en los años 90, usando metodologías y

protocolos comparables. En el estudio SEEDO 20007 se incluyeron datos de otras cuatro

comunidades autónomas y la prevalencia de la obesidad había subido a 14,5% (13,3%

de hombres y 15,7% de mujeres). La cifra global de sobrepeso y obesidad (IMC > 25)

alcanzaba ya el 53,5% de la población19. En el consenso SEEDO del año 2007 se estima

que la prevalencia global de la obesidad en la población adulta de 25 a 64 años es del

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13

15,5% (17,5% en mujeres y 13,2% en hombres). El 0,79% de hombres y el 3,1% de

mujeres entre 25 y 60 años presentan una obesidad grado II (IMC de 35 a 39 kg/m2) y el

0,3% de hombres y el 0,9% de mujeres tienen ya criterios de obesidad mórbida. Para la

población mayor de 65 años la prevalencia de la obesidad asciende al 35% (30,9% en

hombres y 39,8% en mujeres).

En casi todos los estudios realizados la prevalencia del sobrepeso es más alta en los

hombres mientras que la de la obesidad es más elevada en las mujeres y aumenta a

medida que avanza la edad, especialmente si el nivel cultural es bajo20. La mayor

prevalencia de obesidad en mujeres puede deberse a factores ligados al modo de vida,

como son mayor sedentarismo y mayor aporte calórico a expensas de grasa. La

multiparidad también favorece la ganancia ponderal.

El tabaquismo se relaciona con una baja prevalencia de sobrepeso y obesidad21.

Puede deberse al efecto directo de la nicotina sobre el metabolismo más que a la

disminución de ingesta por los fumadores.

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14

I.4. ETIOPATOGENIA

La predisposición genética, la dieta y, los factores ambientales y biológicos (péptidos,

neurotransmisores, hormonas), son responsables del desarrollo y mantenimiento de la

obesidad. El peso está determinado fundamentalmente por el gasto energético y el

control de la ingesta22 pero hay una gran variabilidad entre diferentes personas en la

regulación del balance entre la ingesta y el gasto energético. El propio organismo parece

ajustar de un modo individual la cantidad de grasa corporal almacenada en un momento

dado23.

La ingesta alimentaria es muy difícil de cuantificar en personas con obesidad porque

los métodos empleados son poco precisos y el obeso, a diferencia del sujeto delgado, no

suele ofrecer información fiable, cualitativa ni cuantitativa, sobre su dieta24.

Uno de los factores que induce a ingerir alimentos es el apetito en cuya regulación se

implican una serie de péptidos y hormonas periféricas que informan a través de rutas

neuronales aferentes al sistema nervioso central. Éste es el centro integrador y

organizador de toda la información y el encargado de activar los procesos necesarios

para el mantenimiento del balance energético y para la regulación de la adiposidad y del

peso corporal (figura 1).

Figura 1. Regulación del apetito.

Hipotálamo

S.N.C

S.N.C

Sistema gastrointestinal

Reserva energética

Sensación de apetito

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15

La clonación del gen codificador de la leptina en 1994 provocó una gran expectación

en el estudio de la obesidad al considerar que esta hormona era la responsable de regular

la homeostasis metabólica a nivel cerebral. Hoy se sabe que la leptina, secretada por los

adipocitos, es la encargada de informar de las reservas grasas del organismo25. Sus

niveles circulantes son proporcionales a la masa de tejido adiposo. Cuando ésta es

elevada aumenta la concentración plasmática de leptina26 y esto, en condiciones

normales, debería elevar el gasto energético y disminuir el apetito (figura 2). Sin

embargo, en la obesidad, donde las reservas grasas y los niveles de leptina son elevados,

no se reduce el apetito (figura 3). Existe, por tanto, una situación de resistencia a la

leptina27, 28, similar a la observada en ratones a los que se ha inducido la obesidad por

variaciones en el régimen alimentario. Esto sugiere que algunos factores ambientales

exógenos pueden modificar y modular la sensibilidad a la leptina. El conocimiento de

los mecanismos moleculares subyacentes a este proceso podría originar nuevas

orientaciones terapéuticas en la obesidad.

Figura 2. Papel de la leptina en la regulación de la ingesta en situación normal.

Adipocito

reserva energética Leptina Hipotálamo

apetito

reserva energética ingesta

SIN OBESIDAD

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16

Figura 3. Papel de la leptina en la regulación de la ingesta en obesidad.

Adipocitos

Leptina

Leptina Hipotálamo

Leptina

No disminución de apetito

Según estudios recientes29 la proteína PTP1B (protein tyrosine phosphatase 1B)

podría estar implicada en la “leptino-resistencia”. Los ratones ob/ob tienen deficiencias

tanto de leptina como de PTP1B y muestran menor acúmulo de tejido adiposo y

aumento de gasto energético que los ratones con sólo carencia de leptina. Si sólo hay

falta de PTP1B hay una mayor respuesta a la inhibición del apetito y a la pérdida de

peso ante la administración de leptina; es decir, hay menos resistencia a la acción de la

leptina.

Todavía no se conoce totalmente el mecanismo por el que la leptina actúa a nivel

central inhibiendo la ingesta. Puede que se produzca una interacción de la proteína con

diversos sistemas de neurotransmisión30. El sistema más estudiado ha sido el del

neuropéptido Y (NPY). Este es un péptido de 36 aminoácidos que se sintetiza en el

núcleo arcuato. Se han identificado 5 tipos de receptores cerebrales a través de los que

ejerce su acción. El receptor Y5 parece que es el más relacionado con los efectos del

NPY sobre la alimentación. Cuando se reduce la masa grasa o el peso corporal, se activa

el sistema de NPY para estimular el apetito. Esta activación se debe, al menos en parte,

a la reducción de la leptina y la insulina y al incremento en la concentración de

glucocorticoides31.

EN OBESIDAD

Page 17: “Evolución de la resistencia a la insulina tras cirugía

17

Además de la leptina, en el tejido adiposo se producen otras proteínas con efecto

sobre el metabolismo energético, como son el factor de necrosis tumoral (TNF-α), la

interleucina (IL) 6, el inhibidor del activador del plasminógeno (PAI-1), el

angiotensinógeno, la adiponectina y la resistina, entre otros.

El TNF-α es una citoquina y sus acciones biológicas incluyen la inducción de

anorexia y pérdida de peso. También favorece la resistencia a la insulina al disminuir la

captación muscular de glucosa. La cantidad de ARNm del TNF-α se correlaciona

positivamente con la adiposidad. La IL-6 es otra citoquina que, además de modular el

sistema inmune, se expresa en la grasa de manera proporcional a la obesidad. La

ausencia del gen que codifica la IL-6 origina obesidad y alteraciones del metabolismo

hidrocarbonado y lipídico32. La deficiencia del gen del angiotensinógeno produce el

efecto contrario, causando un fenotipo delgado en ratones33. En obesos se han detectado

niveles circulantes elevados de PAI-1 y se piensa que, en cierta medida, la leptina

podría ser responsable de ello. La resistina secretada por los adipocitos es una proteína

implicada en la regulación de la adipogénesis y sus niveles se relacionan con el estado

nutricional. Su función en humanos no está clara pero en modelos animales se ha

relacionado con el metabolismo de la glucosa.

Desde el tracto gastrointestinal llegan también señales al cerebro implicadas en la

regulación del apetito (tabla 4). Los péptidos liberados por el intestino trasmiten señales

de saciedad al SNC a través de vías nerviosas. La colecistocinina (CCK) ejerce

diferentes efectos sobre el intestino y el SNC34. Se libera postprandialmente e inhibe la

ingesta tanto en humanos como en roedores35. Sin embargo, el potencial terapéutico de

la CCK como tratamiento de la obesidad es limitado porque se desarrolla una rápida

tolerancia a los efectos anorexígenos36. La bombesina es otro péptido implicado en la

regulación de la cantidad de comida ingerida. En roedores la deficiencia del receptor

tipo 3 de la bombesina se relaciona con obesidad37.

La ghrelina es un péptido orexígeno de 28 aminoácidos producido, principalmente,

en las células neuroendocrinas del fundus gástrico, y en duodeno, yeyuno, ileo y ciego.

Sus niveles plasmáticos se correlacionan inversamente con la adiposidad humana y

aumentan notablemente con la pérdida de peso38. Se piensa que la ghrelina participa en

la regulación del gasto energético a nivel hipotalámico actuando junto al NPY, la

Page 18: “Evolución de la resistencia a la insulina tras cirugía

18

proopiomelanocortina (POMC) y la hormona liberadora de corticotropina (CRH)39.

También se le atribuye un papel como iniciadora de la ingesta40.

Tabla 4. Péptidos intestinales reguladores del apetito.

Reductores del apetito Estimulantes del apetito

Polipéptido pancreático

Péptido YY

Colecistocinina (CCK)

Bombesina

Insulina

Amilina

Péptido liberador de gastrina

Apolipoproteína A-IV (ApoA-IV)

Leptina

Péptido similar al glucagón (GLP-1)

Oxintomodulina (OXM)

Ghrelina

Orexina A y B

En los últimos años se da una gran importancia al papel en la regulación del peso a

los factores de trascripción que modulan la expresión de otros genes. Entre estos

factores destacan los receptores activados por el proliferador de peroxidasas (PPAR)

que actúan sobre la adipogénesis, el metabolismo lipídico, la sensibilidad a la insulina y

la inflamación41. Se han descrito 3 tipos de PPAR: α, γ y δ. El PPARδ es el que

participa de forma muy activa en la regulación del peso corporal al aumentar el gasto

energético42.

Page 19: “Evolución de la resistencia a la insulina tras cirugía

19

Las proteínas desacoplantes (UCP) reciben este nombre por “desacoplar” la cadena

transportadora de electrones de la fosforilación oxidativa y disipan la energía en forma

de calor en lugar de producir adenosín-trifosfato (ATP), elevando de esta forma la tasa

de metabolismo basal. En 1997 se descubrieron la UCP2 y la UCP3. No se sabe si

participan de forma directa en la regulación del gasto energético pero hay datos que

inducen a pensar que están involucradas en el desarrollo de la obesidad en humanos43.

Es evidente que en la regulación del peso corporal también hay contribución

genética44. Es posible que los factores genéticos sean responsables, en parte, de la

variabilidad del IMC en humanos. Sin embargo, no pueden justificar la obesidad por sí

solos ya que la obesidad ha aumentado notablemente en las últimas décadas y nuestros

genes no se han modificado apreciablemente en este espacio de tiempo.

Se conocen 6 mutaciones de un único gen relacionadas con la obesidad. Las

mutaciones en el gen de la leptina45 o en el de su receptor46, en el gen de la POMC47 o

en el de la prohormone convertase 1 (PC1), en el gen single-minded 1 (SIM1) y en el

receptor de melanocortina-4 (MC4R) producen hiperfagia y obesidad importante desde

edades tempranas. Todas las proteínas codificadas por los genes anteriores participan,

directa o indirectamente, en la ruta de señalización de la leptina. Estas mutaciones son

raras, excepto la del MC4R que se puede detectar hasta en el 5,8% de niños con

obesidad extrema48.

Hay ciertos síndromes de origen genético, como son los de Prader- Willi, de

Laurence-Moon, y de Bardet-Moon-Biedl, que cursan habitualmente con obesidad pero

se desconoce la base fisiopatológica de la misma. Recientemente se ha podido

comprobar que en el síndrome de Prader-Willi existen niveles plasmáticos muy altos de

ghrelina y esta hormona podría ser responsable de la hiperfagia que presentan los

pacientes.

Page 20: “Evolución de la resistencia a la insulina tras cirugía

20

I. 5. CONSECUENCIAS CLÍNICAS DE LA OBESIDAD

La obesidad debe ser considerada por sí misma como una enfermedad, especialmente

la de tipo visceral. El incremento de la morbimortalidad observada en ella, no solo se

debe a enfermedades cardiovasculares, sino también a otras causas como cáncer o

diabetes49 (tabla 5).

Tabla 5. Enfermedades asociadas con la obesidad

Enfermedades endocrino-

metabólicas

Diabetes mellitus Resistencia a la insulina

Tolerancia disminuida a glucosa Dislipemia

Síndrome metabólico Gota

Enfermedades

vasculares

Hipertensión arterial Cardiopatía isquémica

Éstasis venosa Trombosis venosa

Insuficiencia cardiaca Isquemia cerebral

Enfermedades

digestivas

Litiasis biliar Hernia de hiato

Esteatosis hepática no alcohólica

Enfermedades articulares Artrosis

Dolores articulares y musculares

Enfermedades genitourinarias Trastorno funcional ovárico Infertilidad

Incontinencia urinaria Alteraciones menstruales

Enfermedades neurológicas Hipertensión intracraneal benigna

Enfermedades dermatológicas Celulitis Intértrigo

Foliculitis Estrías

Acantosis nigricans

Tumores Endometrio Ovario

Cuello uterino Mama

Próstata Vesícula biliar

Colon Recto

Esófago Riñón

Enfermedades respiratorias Apnea de sueño Policitemia secundaria

Síndrome de hipoventilación

Page 21: “Evolución de la resistencia a la insulina tras cirugía

21

La mayoría de estudios epidemiológicos señalan que la mortalidad empieza a

aumentar cuando el IMC supera los 25 kg/m2. En la tabla 6 se recoge el riesgo relativo

atribuido a la obesidad para el desarrollo de varias enfermedades50. Todas producen

elevado gasto sanitario51, sobre todo la HTA, la hipercolesterolemia, la DM tipo 2, las

coronariopatías y los accidentes cerebro-vasculares El riesgo relativo para presentar

comorbilidades metabólicas y vasculares depende fundamentalmente del exceso de peso

y de la distribución de la grasa (tabla 7).

Tabla 6. Riesgo relativo atribuido a la obesidad en el desarrollo de enfermedades

asociadas.

Riesgo relativo > 3 Riesgo relativo 2-3 Riesgo relativo 1-2

Diabetes mellitus

HTA

Hiperlipidemia

Colelitiasis

Apnea del sueño

Coronariopatía

Artrosis

Gota

Accidente cerebro-vascular

Cáncer

� Mama

� Colon

� Endometrio

Lumbalgia

El riesgo absoluto de morbimortalidad en un paciente obeso se estima a partir de la

valoración del riesgo relativo y de la determinación de otros factores de riesgo

asociados a la obesidad. Siguiendo las recomendaciones de la SEEDO8 se debe

considerar que existe un riesgo absoluto de morbimortalidad muy alto si el paciente

obeso presenta además enfermedad cardiovascular aterioesclerótica, DM tipo 2 o apnea

del sueño.

Page 22: “Evolución de la resistencia a la insulina tras cirugía

22

Tabla 7. Riesgo relativo de presentar comorbilidades por el exceso de peso y la

distribución del tejido adiposo.

Riesgo relativo a partir del perímetro de cintura

Hombres ≤ 102 cm Hombres > 102 cm

IMC

(Kg/m2) Mujeres ≤ 88 cm Mujeres > 88 cm

Peso normal

Sobrepeso

Obesidad

Obesidad

mórbida

18,5-24,9

25-29,9

30-34,9

35-39,9

≥ 40

Ninguno

Algo aumentado

Aumentado

Alto

Muy alto

Ligeramente aumentado

Aumentado

Alto

Muy alto

Muy alto

A continuación se analizarán algunos de los aspectos relacionados con las

enfermedades frecuentemente asociadas a la obesidad.

Resistencia a la insulina y síndrome metabólico: La resistencia a la insulina (RI)

define una respuesta defectuosa a la insulina que origina, entre otras alteraciones,

disminución de la captación y la utilización de glucosa en los tejidos periféricos. Su

aparición se relaciona con la obesidad, especialmente si existe aumento de tejido

adiposo intraabdominal.

La RI se asocia con disminución de la tolerancia a la glucosa, dislipemia e

hipertensión arterial (HTA). Todas estas alteraciones constituyen el síndrome

metabólico (SM). La presencia del mismo indica la existencia de un riesgo

cardiovascular elevado.

Hasta la actualidad no hay unanimidad en la definición de SM. En la tabla 8 se

recogen los criterios seguidos para determinar su presencia por la OMS, el grupo EGIR

(European Group for the Study of Insulin Resistence)52, la IDF (International Diabetes

Page 23: “Evolución de la resistencia a la insulina tras cirugía

23

Federation)57 y el ATP III (The Third Report National Cholesterol Education Program

Expert Panel on Detection, Evaluation, and Treatment of High Blood Cholesterol in

Adults). Todos, menos la guía del ATP III, contemplan la necesidad de que exista RI

para que se diagnostique el SM. Sólo la IDF considera el diagnostico previo de DM tipo

2 para definir el SM y recomienda realizar una sobrecarga oral de glucosa cuando la

glucemia basal es superior a 100 mg/dl, aunque no considera necesaria esta prueba para

el diagnóstico de SM.

El riesgo cardiovascular absoluto de los pacientes con SM es variable. Depende de la

intensidad de los factores de riesgo presentes, pero siempre es mayor que la suma del

riesgo inherente a cada uno de los factores de riesgo por separado.

La prevalencia del SM aumenta con la edad, es mayor en mujeres, y es diferente entre

distintas etnias. Según los criterios dados por el ATP III la prevalencia media en

Estados Unidos es del 20-30%. En España se estima que el 48,7% de pacientes con

obesidad presentan SM mientras que sólo afecta al 15,1% de las personas con

normopeso. En la Comunidad Valenciana la prevalencia del SM en la población general

es del 28,9%.

Diabetes mellitus (DM): el National Diabetes Data Group ya apuntaba en 1997 que

un porcentaje elevado de diabéticos tipo 2 eran obesos53 y esto se confirmó en el estudio

NHANES III (National Health and Nutrition Examination Survey)54 donde dos tercios

de los pacientes con DM tipo 2 tenían un IMC ≥ 27 kg/m2.

La prevalencia de DM tipo 2 llega a ser del 13% cuando el IMC es > 35 kg/m2 lo que

supone un incremento en 40 veces del riesgo relativo respecto a la población con peso

normal. La obesidad central y, en concreto, el aumento de grasa visceral determina

mayor riesgo de DM tipo 255. El efecto de la obesidad troncular se añade sinérgicamente

al del IMC y también se ha demostrado que el perímetro abdominal es un factor de

riesgo independiente. Sin embargo, no hay que olvidar que la obesidad por sí misma no

explica completamente la aparición de DM tipo 2. Probablemente la susceptibilidad

genética56 contribuye decisivamente en su desarrollo y la obesidad acentúa dicha

tendencia.

Page 24: “Evolución de la resistencia a la insulina tras cirugía

24

Tabla 8. Criterios diagnósticos de síndrome metabólico

OMS 1. Glucemia en ayunas > 110 mg/dl y/o ≥

140 a las 2h de sobrecarga oral de glucosa

2. Resistencia a insulina

3. Con 2 ó más de los criterios siguientes:

� Presión arterial ≥ 140/90

� Triglicéridos ≥ 150 mg/dl y/o HDL-colesterol

< 35/39 mg/dl en hombre/mujer

� Cintura > 90/85 cm en hombre/mujer y/o IMC

≥ 30 kg/m2

� Microalbuminuria ≥ 20 µg/min

ATP III 3 ó más de los siguientes criterios:

� Cintura > 102/88 cm. en hombre/mujer

� Triglicéridos ≥ 150 mg/dl

� HDL-colesterol < 40/50 mg/dl en

hombre/mujer

� Presión arterial ≥ 130/85 o toma de hipotensor

� Glucemia basal ≥ 110 mg/dl

Grupo EGIR 1. Hiperinsulinemia (> percentil 75)

2. Con 2 ó más de los criterios siguientes:

� Glucosa > 110 mg/dl

� Presión arterial ≥ 140/90 y/o en tratamiento

� Triglicéridos ≥ 180 mg/dl y/o en tratamiento

� HDL-colesterol < 40 mg/dl y/o en tratamiento

� Cintura ≥ 94/80 cm en hombre/mujer

� IMC > 30 kg/m2

Internacional Diabetes Federation (IDF)57 1. Cintura ≥ 94/80 cm en hombre/mujer

2. Con 2 ó más de los siguientes factores:

� Triglicéridos ≥ 150 mg/dl

� HDL-colesterol < 40/50 mg/dl en

hombre/mujer

� Presión arterial ≥ 130/85 mm Hg o toma de

hipotensor

� Glucosa ≥ 100 mg/dl o DM tipo 2

anteriormente diagnosticada

Page 25: “Evolución de la resistencia a la insulina tras cirugía

25

La función de las células β pancreáticas está influenciada a lo largo de la vida por

varios factores, algunos de ellos potencialmente reversibles. En la población general se

observa una disminución de la función de las células β con el paso de los años, siendo

más rápida en pacientes con tolerancia alterada a la glucosa y diabetes, especialmente si

el control metabólico es malo.

La obesidad también puede contribuir al deterioro de las células β. Cuando se supera

el 35-40% del peso recomendado, la sensibilidad de los tejidos a la insulina disminuye

un 30-40%58. Inicialmente la tolerancia a la glucosa se mantiene al aumentar la

secreción de insulina por las células β pancreáticas, manifestándose clínicamente como

hiperinsulinemia. Si la obesidad persiste en el tiempo y se altera la función de la célula-

β pancreática59 no se puede mantener la excesiva producción de insulina y, la más leve

disminución de la secreción de esta hormona en pacientes con intensa RI, puede causar

DM tipo 2 franca60.

La pérdida de peso logra disminuir la RI61, el riesgo de aparición de DM tipo 2 y,

además, la mortalidad en aquellos pacientes que ya son diabéticos.

El acúmulo de grasa visceral, al provocar RI, favorece también la aparición de todas

las alteraciones metabólicas presentes en la DM tipo 2 (figura 4), dificultando el

tratamiento farmacológico. Por otra parte, los fármacos empleados en DM tipo 2, tales

como insulina, sulfonilureas y tiozolidenedionas, pueden causar aumento de peso62.

Enfermedades cardiovasculares: Se cree que serán las enfermedades más

prevalentes en el mundo en el año 202063. Varios estudios64 han establecido el papel que

tiene la obesidad en su desarrollo. La pérdida de peso, aún si sólo es del 5% del peso

inicial, es capaz de mejorar los factores de riesgo cardiovascular relacionados con la

sobrecarga ponderal65.

También está demostrada la relación existente entre obesidad e HTA66. En la

actualidad se considera que el peso y la distribución abdominal del tejido adiposo tienen

efectos aditivos e independientes sobre la TA. La reducción del exceso de peso

disminuye las cifras de tensión arterial (TA) y/o las necesidades de hipotensores para el

control de la HTA67.

Page 26: “Evolución de la resistencia a la insulina tras cirugía

26

Figura 4. Problemas asociados a la hiperinsulinemia y la obesidad

DM tipo 2 Obesidad HTA VLDL-CT HDL-CT

Fármacos

La HTA asociada con la obesidad se relaciona con la existencia de una gran

actividad adrenérgica. En la aparición de la misma se han implicado diversos

mecanismos y mediadores entre los que cabe destacar la hiperinsulinemia, los ácidos

grasos libres, la angiotensina II y los niveles elevados de leptina, junto con alteraciones

de los nervios renales aferentes y de la sensibilidad de barorreflejos.

Hasta hace poco se creía que la hiperinsulinemia era el factor determinante para la

aparición de HTA en la obesidad. Sin embargo, actualmente se sabe que esto no es

cierto ya que los niveles elevados de insulina, de forma aguda o crónica, no afectan a la

excreción de sal, ni a la actividad simpática, ni a la TA68.

Los niveles de ácidos grasos libres son unas dos veces superiores en obesos respecto

a personas delgadas. Estas concentraciones plasmáticas elevadas son capaces de

aumentar el tono simpático y la respuesta vascular ante estímulos68, contribuyendo así a

la aparición y a la persistencia de la HTA.

También se acepta cada vez más el papel de la leptina como mediador de la HTA

(figura 5). La infusión aguda de leptina en roedores causa una leve elevación de TA

pero la administración prolongada causa HTA importante y mantenida68. Puede que el

efecto hipertensor se deba más a la retención de sal que a la activación directa del

sistema simpático por la leptina. Por otro lado, la propia leptina, a nivel hipotalámico,

Hiperinsulinismo

Resistencia a la insulina

Obesidad Genética Sedentarismo Envejecimiento Fármacos

Page 27: “Evolución de la resistencia a la insulina tras cirugía

27

regula la secreción de otros péptidos, como NPY o α-MSH, que tienen acciones sobre la

modulación del tono simpático lo que podría contribuir al mantenimiento de la HTA.

Cuando existe obesidad se puede producir también infiltración grasa epicárdica y

miocárdica, pero la alteración cardiaca más frecuente es la hipertrofia ventricular

izquierda69. La insuficiencia cardiaca congestiva, con o sin HTA, afecta principalmente

a obesidades mórbidas y extremas.

El riesgo de muerte por cardiopatía isquémica es tres veces mayor en personas obesas

que en sujetos con peso normal. Según algunos estudios, cada aumento de peso de 1 kg,

incrementa el riesgo de coronariopatía un 1,5%70. El aumento de riesgo de isquemia

miocárdica se debe, en parte, a la presencia de factores de riesgo de enfermedad

coronaria condicionados por la obesidad (HTA, dislipemia y DM tipo 2).

Isquemia cerebral: el riesgo de accidente cerebrovascular isquémico, pero no

hemorrágico, es prácticamente el doble en personas con IMC ≥ 30 kg/m2 en

comparación con personas con peso normal71.

Figura 5. Contribución de la leptina al desarrollo de la HTA en la obesidad

Tejido adiposo

Leptina

Hipotálamo

α-MSH

NPY

Hipertensión

Actividad del sistema nervioso simpático

Disminución de la natriuresis

Page 28: “Evolución de la resistencia a la insulina tras cirugía

28

Enfermedades digestivas: La litiasis biliar es tres o cuatro veces más frecuente en

obesos, sobre todo en mujeres, y su prevalencia aumenta con la edad y el grado de

obesidad72. No se sabe aún si los obesos tienen más riesgo de padecer pancreatitis biliar

pero, si se produce ésta, el exceso de peso se considera factor de mal pronóstico.

En la obesidad también se puede encontrar esteatohepatitis de etiología no alcohólica

con elevación de los niveles plasmáticos de transaminasas, hepatomegalia y cambios

histológicos hepáticos. Por lo general no produce sintomatología clínica pero puede

causar cirrosis hasta en un 10% de los pacientes.

Aunque no se sabe si la obesidad es la responsable de la aparición de hernia de hiato,

la mayoría de trabajos reflejan un aumento de prevalencia de esta patología digestiva en

pacientes con exceso de peso73.

Alteraciones respiratorias: En la obesidad pueden presentarse diversos trastornos

pulmonares, desde pequeñas alteraciones funcionales, hasta el síndrome de Pickwick.

El aumento de la grasa, tanto de la pared torácica como de la del abdomen,

condiciona una reducción del volumen y la elasticidad pulmonares que se manifiesta

inicialmente por una disminución del volumen respiratorio de reserva. Posteriormente

se puede alterar también la capacidad vital, el volumen inspiratorio y el volumen

residual. Cuando se produce la hipoventilación la pCO2 suele ser >50 mm Hg. Este

síndrome afecta más a hombres. La disnea y la cianosis aparecen inicialmente sólo

durante el esfuerzo para hacerse después permanentes74.

El síndrome de apnea obstructiva del sueño (SAOS), aunque no es exclusivo de

pacientes obesos, sí es más frecuente en éstos. Aproximadamente el 70% de personas

con SAOS son obesas75 y la prevalencia de SAOS en obesos es aproximadamente del

40%. Afecta más a hombres y a mujeres posmenopáusicas. El edema de mucosas que

produce el tabaco y la inhibición del tono muscular causada por el alcohol constituyen

también factores de riesgo para desarrollar SAOS.

Se define “apnea” como una reducción total o casi total del flujo ventilatorio de al

menos 10 segundos de duración. La hipopnea es una reducción mayor del 50% del flujo

ventilatorio, o menor si se acompaña de desaturación de la oxihemoglobina superior al

Page 29: “Evolución de la resistencia a la insulina tras cirugía

29

3%. El índice apnea y/o hipopnea (suma de eventos) por hora de sueño superior a 5 da

el diagnóstico de SAOS.

Los episodios de apnea o hipopnea durante el sueño se asocian con hipersomnia

diurna, cefaleas matutinas y arritmias cardiacas que pueden ser la causa de muerte

súbita, sobre todo si existe además una coronariopatía76.

Alteraciones articulares y masa ósea: El riesgo de artrosis es mayor en obesos y

además en ellos se acelera su desarrollo. Las articulaciones más afectadas son las

femorotibial y coxofemoral77.

Aunque no se ha podido demostrar que la pérdida de peso disminuya la artrosis,

habitualmente se relaciona con disminución del dolor78 y mejoría de la calidad de vida

de los pacientes.

Por lo general la mayoría de obesos presenta una masa ósea aumentada y ésta

disminuye cuando pierden peso79.

Hiperlipoproteinemia: La obesidad, especialmente si existe distribución central de

la grasa, se asocia con un aumento de triglicéridos (TG), una disminución del colesterol

unido a lipoproteínas de alta densidad (HDL-CT) y un incremento en la proporción de

lipoproteínas pequeñas y densas (LDL)80, muy aterogénicas, que expresan globalmente

un aumento de apo B. Se piensa que estas alteraciones se deben a la presencia de RI.

En obesidad existe una lipólisis aumentada en el tejido adiposo visceral y, por tanto, una

mayor producción de ácidos grasos libres por este tejido. Si además existe RI la lipólisis

se activa, incluso durante la fase postprandial. En la obesidad también disminuye la

actividad de la lipoproteinlipasa (LPL) y se enlentece el aclaramiento de lipoproteínas

ricas en TG. Por otro lado llegan al hígado los ácidos grasos libres procedentes del

tejido adiposo visceral y, en menor medida, del tejido adiposo subcutáneo. Estos ácidos

grasos libres se utilizan para la nueva síntesis de TG y actúan como estímulo para la

formación de partículas VLDL.

La proteína transferidora de ésteres de colesterol (PTEC), cuya actividad aumenta en

obesidad, hace que las VLDL vayan desprendiéndose de TG. Las VLDL, ya con menor

Page 30: “Evolución de la resistencia a la insulina tras cirugía

30

contenido de TG, y las partículas residuales IDL (lipoproteínas de acción intermedia)

vuelven al hígado. Estas últimas sufren la acción de la lipasa hepática (LH) y, al ser

ricas en TG, se producen unas LDL estructuralmente anormales que al final se

transforman por acción de las lipasas en lipoproteínas pequeñas y densas que son más

aterogénicas.

El estudio NHANES mostró que la prevalencia de hipercolesterolemia aumentaba

con el IMC en varones, mientras que en mujeres el aumento mayor de colesterol

plasmático se produce con IMC entre 25 y 27 kg/m2, sin que aumente más la

prevalencia con IMC superiores81.

Otras alteraciones endocrinas: Los niveles plasmáticos de TSH, T4 libre y

tiroglobulina son normales en obesidad.

Los niveles séricos de prolactina (PRL) son también normales pero la respuesta de

esta hormona a la hipoglucemia puede estar disminuida posiblemente por la RI82. Sin

embargo, la pérdida de peso con disminución de la RI, a veces no restaura la respuesta

en algunos pacientes. Esto podría indicar la presencia de una alteración hipotalámica.

En las mujeres la obesidad se asocia con frecuencia a irregularidades menstruales,

anovulación, síndrome de ovario poliquístico e infertilidad83.

En los hombres obesos los niveles de estrógenos están elevados y se correlacionan

positivamente con el peso corporal. Aunque no causan feminización pueden ser

responsables de la inhibición de la secreción de LH que aparece con frecuencia en

obesidades importantes. Los niveles plasmáticos de testosterona suelen ser más bajos en

hombres obesos84, sobre todo si existe gran acúmulo de grasa abdominal, y guardan

correlación inversa con el IMC85. La disminución de testosterona puede deberse a una

disminución de la amplitud de los pulsos de secreción de LH, aunque su frecuencia sea

normal. No existen síntomas ni signos de hipogonadismo posiblemente porque los

niveles de hormona biológicamente activa son normales al disminuir la concentración

de la globulina trasportadora de hormonas esteroideas (SHBG). Las concentraciones

plasmáticas de androstenediona y dehidrotestosterona (DHT) son normales o sólo algo

bajas y no guardan correlación alguna con el grado de obesidad. No se han visto

diferencias entre los niveles séricos de dehidroepiandrosterona sulfato (DHEAS) entre

Page 31: “Evolución de la resistencia a la insulina tras cirugía

31

obesos y hombres con peso normal pero diversos estudios indican la existencia de

correlación negativa entre las concentraciones plasmáticas de DHEA libre y las medidas

de adiposidad.

Los niveles plasmáticos basales de corticotropina (ACTH) y cortisol suelen ser

normales en obesidad, aunque hay un mayor grado de producción y aclaramiento de

cortisol. La excreción de cortisol libre urinario puede ser normal o estar aumentada,

principalmente en mujeres con obesidad de predominio abdominal, pero existe una

supresión normal de cortisol plasmático tras la administración de 1 mg de

dexametasona.

La secreción de hormona de crecimiento (GH), tanto espontánea como estimulada,

está muy disminuida en la obesidad86. El ritmo circadiano de secreción de GH por la

hipófisis se mantiene pero los picos secretores son de baja amplitud y los intervalos

entre ellos están alargados. La respuesta de GH a varios estímulos fisiológicos y

farmacológicos está bloqueada en la obesidad pero se restablece tras la pérdida de

peso79.

Los niveles del factor de crecimiento similar a la insulina tipo I (IGF-I) pueden ser

normales, elevados o disminuidos pero, cuando se determina la fracción libre, suele

estar elevada o normal. Ésta podría ser, en parte, la causa de los niveles bajos de GH por

mecanismos negativos de control.

Los niveles plasmáticos de hormona paratiroidea (PTH) con frecuencia son altos y

muestran correlación positiva con el IMC87. La calcemia es normal y el

hiperparatiroidismo secundario podría deberse a los niveles bajos de 25-hidroxivitamina

D (25-OH-D) detectados en obesidad88 o a la hipercalciuria existente en algunas

ocasiones. La osteocalcina, marcador de formación ósea, está elevada o normal.

Cáncer: La obesidad se asocia con el desarrollo de determinadas neoplasias89,90. En

los hombres existe más riesgo de padecer cáncer de colon, recto y próstata. En las

mujeres son más frecuentes las neoplasias ginecológicas y de vesícula biliar. La

aparición del cáncer de mama parece que no guarda relación con el contenido total de

grasa sino con el aumento de la grasa abdominal91.

Page 32: “Evolución de la resistencia a la insulina tras cirugía

32

Lo más probable es que cada tipo de cáncer asociado a obesidad se deba a diferentes

mecanismos y puede que algunos de éstos coexistan en muchos casos. En la

etiopatogenia se han implicado factores hormonales (estrógenos, insulina e IGF-1),

causas higiénico-dietéticas (ingesta de carne roja, grasas saturadas, azúcares y alcohol),

productos de secreción del adipocito y procesos inmunológicos. En la obesidad mórbida

se ha descrito sobre-expresión de CD95 en los linfocitos T junto con una menor

expresión de L-selectina (CD62) que condicionaría una situación permisiva para la

aparición de infecciones y tumores. Este fenotipo de los linfocitos se normaliza después

de la cirugía bariátrica, tras la consiguiente pérdida de peso.

Page 33: “Evolución de la resistencia a la insulina tras cirugía

33

I. 6. OBESIDAD MÓRBIDA

Junto con el aumento global de la prevalencia de la obesidad en los países

desarrollados, se ha producido un incremento en el número de enfermos con obesidad

mórbida (IMC ≥ 40 kg/m2). La verdadera prevalencia de la obesidad mórbida es difícil

de establecer ya que hay muy pocos trabajos publicados al respecto. Según el estudio

realizado por Ogden y col92 la obesidad mórbida afectaba al 4,8% de la población de

Estados Unidos en el año 2004. En España se estima que la prevalencia, en el mismo

año, era de 0,3% en los hombres y 0,9% en las mujeres, lo que supone un 4% de las

personas obesas93.

La obesidad mórbida es un grado extremo de obesidad que influye de forma directa y

negativa en la salud de las personas que la presentan por aumentar la morbinortalidad

mucho más que la obesidad androide94.

Los pacientes con obesidad mórbida suelen haber seguido numerosos tratamientos

dietéticos por lo que es difícil que consigan una pérdida de peso adecuada sólo con dieta

hipocalórica y ejercicio. Por otra parte, en los casos en los que se logra inicialmente una

pérdida de peso efectiva es difícil que se mantenga a largo plazo. Por ello las sociedades

científicas y los organismos oficiales, incluyendo la OMS, recomiendan valorar la

posibilidad de tratamiento quirúrgico en estos pacientes8.

Antes de la cirugía bariátrica se deben abordar de forma adecuada todos los

problemas médicos y nutricionales que presenta el obeso. Tanto la propia obesidad

como las comorbilidades pueden condicionar un mayor riesgo de complicaciones

quirúrgicas y la pérdida de peso antes de la cirugía puede disminuir notablemente el

riesgo quirúrgico.

Page 34: “Evolución de la resistencia a la insulina tras cirugía

34

Page 35: “Evolución de la resistencia a la insulina tras cirugía

35

II. TRATAMIENTO QUIRÚRGICO DE LA OBESIDAD

II. 1. CIRUGÍA BARIÁTRICA

Al tratar la obesidad se pretende, fundamentalmente, reducir el peso, mantener éste

más bajo a largo plazo, y, como mínimo, evitar la ganancia ponderal. Si bien la dieta

hipocalórica, asociada o no a fármacos, puede ser útil en el tratamiento de la mayoría de

pacientes con sobrepeso u obesidad grado I o II, la probabilidad de conseguir una

pérdida mantenida del 20% del peso, o más, en pacientes con obesidad grave es baja. El

tratamiento quirúrgico de la obesidad se plantea como una alternativa terapéutica en

estos casos.

Hace más de 40 años se empezó a emplear en algunos pacientes obesos el bypass

yeyunocólico con resultados pésimos, sobre todo por las complicaciones metabólicas95.

A pesar de ello, en 1991, se publicaron las indicaciones dadas en la Conferencia de

Consenso de los Institutos de Salud de Estados Unidos para el tratamiento quirúrgico de

la obesidad grave 96 (tabla 9). De esta forma, se estableció la utilidad de la cirugía

bariátrica considerando aceptables los beneficios a pesar de los riesgos que conlleva.

Desde entonces se han ido aplicando nuevas técnicas quirúrgicas con menos

complicaciones que han consolidado el tratamiento quirúrgico de la obesidad aunque no

hay que olvidar que todas conllevan un elevado riesgo quirúrgico y anestésico por las

características propias de los pacientes. Además causan secuelas nutricionales

permanentes.

La cirugía bariátrica modifica la anatomía del aparato digestivo para producir

restricción de la capacidad gástrica, exclusivamente o combinada con grados variables

de malabsorción intestinal. No es curativa, sólo favorece el éxito de una serie de

medidas dietéticas que el obeso debe seguir posteriormente. El comportamiento

posterior del paciente tras el tratamiento quirúrgico es el que condiciona en gran medida

el éxito o el fracaso, lo que obliga a hacer una selección cuidadosa antes de cirugía.

Page 36: “Evolución de la resistencia a la insulina tras cirugía

36

Tabla 9. Indicaciones para el tratamiento quirúrgico de la obesidad (1991)96.

1. IMC ≥ 40 kg/m2 ó ≥ 35 kg/m2 si además hay comorbilidades de alto riesgo.

2. Selección de candidatos por un equipo multidisciplinario con pericia médica,

nutricional, quirúrgica y psiquiátrica.

3. No utilizar la cirugía como tratamiento inicial para la obesidad grave.

4. La intervención debe ser realizada por cirujanos con experiencia.

5. Tras la cirugía, realizar seguimiento médico durante toda la vida.

Page 37: “Evolución de la resistencia a la insulina tras cirugía

37

II. 2. INDICACIONES Y CONTRAINDICACIONES

Teniendo en cuenta que la cirugía bariátrica es una cirugía agresiva y de elevado

riesgo, la selección y valoración de los candidatos debe realizarse por un equipo

multidisciplinario con experiencia.

De forma esquemática se puede decir que el tratamiento quirúrgico de la obesidad

puede considerarse en pacientes obesos que cumplan los siguientes criterios:

- personas con IMC ≥ 40 kg/m2 en los que hayan fracasado los intentos previos de

pérdida de peso siguiendo otros tratamientos convencionales (dieta, ejercicio y/o

fármacos) o con IMC ≥ 35 kg/m2 si presentan comorbilidades asociadas que puedan

mejorar con la pérdida de peso: DM, HTA, dislipemia, SAOS.

- edad entre 18 y 55 años, aunque el límite superior varía según los autores y debe de

individualizarse.

- obesidad grave presente desde hace más de 5 años con fracaso terapéutico con

métodos convencionales.

- adecuada comprensión de las alteraciones producidas por la intervención y una

buena posibilidad de adherencia a los tratamientos propuestos.

También existen ciertas contraindicaciones que hay que tener en cuenta cuando se

plantea la cirugía bariátrica. Las principales son:

- consumo habitual de drogas y/o alcohol.

- escasa adhesión a tratamientos médicos previos.

- úlcera péptica activa97.

- enfermedad grave que limite la esperanza de vida y que no va a mejorar con la

pérdida de peso (cáncer, insuficiencia renal terminal, hepatopatía grave).

- enfermedad psiquiátrica no controlada.

- cardiopatía con riesgo anestésico elevado.

- coagulopatía severa.

Page 38: “Evolución de la resistencia a la insulina tras cirugía

38

II. 3. VALORACIÓN CLÍNICA PREQUIRÚRGICA DE LA

OBESIDAD

Historia clínica: como en cualquier enfermedad es fundamental la realización de

una historia clínica estructurada donde se recoja:

� cronología del peso corporal: edad de inicio del aumento de peso, evolución del

mismo, posibles desencadenantes del exceso de peso.

� respuesta a tratamientos previos.

� percepción del paciente sobre su exceso de peso.

� expectativas del tratamiento, grado de motivación y disposición para iniciar un

programa de pérdida de peso.

� estilo de vida: patrón dietético y actividad física.

� historia social: tipo de trabajo, relaciones personales, etc.

� historia psiquiátrica: para descartar trastornos afectivos, obsesivo-compulsivos o de

la conducta alimentaria, que pueden predisponer a la obesidad y determinar otros

tipos de tratamiento.

� historia familiar: es importante conocer la historia familiar de obesidad para elaborar

estrategias preventivas en familiares con riesgo de obesidad. También se debe

determinar si existen enfermedades en miembros de la familia que hagan pensar en

la aparición de posibles complicaciones (diabetes, dislipemia, etc.).

� historia farmacológica (tabla 10).

� síntomas que orienten hacia la existencia de comorbilidades.

Exploración física: en un obeso debe ser similar a la de cualquier adulto, con la

excepción de las medidas destinadas a evaluar el grado de obesidad y de las

adaptaciones necesarias por el exceso de peso98. Siempre debe reflejar:

� peso: se debería pesar a los enfermos sin zapatos y en ropa interior.

� talla: sin zapatos y con la cabeza alineada siguiendo la línea del trago.

� cálculo de IMC.

� medición de la circunferencia de cintura.

Page 39: “Evolución de la resistencia a la insulina tras cirugía

39

Tabla 10. Fármacos asociados con ganancia ponderal

Antipsicóticos Clorpromacina Mepazina

Tioridazina Perfenazina

Trifluoperazina Proclorperazina

Mesoridazina Haloperidol

Promazina Loxapina

Antidepresivos Amitriptilina Desipramina

Imipramina Trazodona

Doxepina Tranilcipromina

Fenelzina Litio

Amoxapina

Antagonistas adrenérgicos Bloqueantes α

Bloqueantes β

Antidiabéticos orales Sulfonilureas Tiazolidindionas

Metiglinidas

Insulina

Esteroides Glucocorticoides Megestrol

Estrógenos

Anticomiciales Valproato Carbamazepina

Gabapentina

Antiserotoninérgicos Ciproheptadina

Page 40: “Evolución de la resistencia a la insulina tras cirugía

40

� presión arterial: debe medirse con un manguito adaptado especialmente a los

pacientes obesos. El ancho recomendado para adultos con obesidades moderadas es

de 14 a 15 cm y para personas muy obesas de 16 a 18 cm. Es importante que la

bolsa interior de goma sea lo bastante ancha para cubrir dos tercios de la longitud

del brazo y lo bastante larga para envolver dos tercios de su circunferencia. El

manguito debe abarcar de 1,5 a dos veces la anchura del brazo. Si el manguito es

demasiado pequeño, se sobreestimará la presión arterial.

Exploraciones complementarias: La solicitud de pruebas complementarias debe

de individualizarse. En general, a todos los pacientes obesos se les debe determinar

hemograma, niveles plasmáticos de glucosa, ácido úrico, electrolitos, minerales y

micronutrientes, perfil lipídico y hepático, y función renal para descartar las alteraciones

más frecuentes asociadas con la obesidad7.

Según la anamnesis y la exploración física realizadas se pueden solicitar el resto de

exploraciones siguiendo el siguiente esquema:

� sospecha de DM: insulina, péptido C y sobrecarga oral con 75 g de glucosa.

� presencia de DM: investigar el control metabólico mediante la hemoglobina

glicosilada (HbA1c) y vigilar la aparición de complicaciones tardías.

� HTA: electrocardiograma y estudio radiológico de tórax.

� apnea de sueño: oximetría nocturna o polisomnografía.

� hipoventilación: pruebas de función respiratoria, electrocardiograma, gasometría.

� síndrome de Cushing: cortisoluria en orina de 24 horas y supresión con

dexametasona.

� hipotiroidismo: TSH.

� colelitiasis: ecografía abdominal.

� esteatosis hepática: ecografía abdominal, GOT, GPT.

� hiperandrogenismo: testosterona, androstenediona, insulina, DHEA-S.

Valoración psiquiátrica y psicológica: La obesidad no se incluye como enfermedad

psiquiátrica pero la gravedad de los problemas que conlleva condiciona un abordaje

multidisciplinar de la misma, incluyendo sus aspectos psicológicos y psiquiátricos.

Page 41: “Evolución de la resistencia a la insulina tras cirugía

41

La valoración psiquiátrica se debe realizar a todos los pacientes candidatos a cirugía

bariátrica para detectar cualquier tipo de patología psiquiátrica que pudiera

contraindicar la misma. También permite diagnosticar cuadros de ansiedad y depresión

cuyo tratamiento puede influir positivamente en los resultados.

Aún no existe consenso sobre un protocolo estándar de evaluación psiquiátrica y/o

psicológica. En los estudios realizados sobre trastornos de personalidad en pacientes

con obesidad mórbida se han obtenido una gran diversidad de resultados, tanto en la

frecuencia de los trastornos detectados como en el tipo de los mismos99. Parece que los

trastornos de tipo ansioso y depresivo son los más frecuentes.

Aparte de los hábitos alimentarios inadecuados que en general presentan los obesos, y

más los obesos mórbidos, existe un grupo significativo que presenta atracones. Éstos se

definen como la ingesta en un periodo corto de tiempo de una cantidad de comida

superior a la que la mayoría de personas pueden ingerir en el mismo tiempo, con

sensación de pérdida de control sobre la ingesta durante el episodio. En los obesos

mórbidos no se suele acompañar de conductas compensatorias (vómitos, laxantes, etc).

El trastorno por atracón es más frecuente en personas con obesidades severas, en

pacientes con psicopatologías graves, y cuando se han iniciado dietas hipocalóricas a

edades muy tempranas. Puede detectarse en el 27-47% de obesos candidatos a

tratamiento quirúrgico. Es importante el diagnóstico de este cuadro clínico porque los

resultados tras la cirugía bariátrica son peores si el obeso presenta atracones100.

El síndrome de la ingesta nocturna incluye anorexia matutina, hiperfagia vespertina e

insomnio, con cuadro depresivo y cambio del ritmo circadiano. Su prevalencia oscila

entre el 10 y el 22% entre los obesos mórbidos candidatos a cirugía bariátrica. En la

población general se detecta en sólo el 1,5%.

En la mayoría de técnicas quirúrgicas, y fundamentalmente en las derivativas, la

actitud posterior del paciente en cuanto a seguimiento de las indicaciones dietéticas

puede hacer fracasar la cirugía y determinar la aparición de complicaciones graves. Por

lo tanto, sería deseable que la evaluación previa a la cirugía se mantuviera durante el

seguimiento del paciente obeso intervenido para detectar posibles reacciones de

rechazo, o el desarrollo de conductas alimentarias patológicas (atracones, vómitos, etc).

Además, la pérdida de una cantidad importante de peso en un corto periodo de tiempo

puede originar problemas en la aceptación de la imagen corporal.

Page 42: “Evolución de la resistencia a la insulina tras cirugía

42

II. 4. TÉCNICAS QUIRÚRGICAS

Se han descrito más de 30 técnicas quirúrgicas diferentes para tratar la obesidad pero

todas se pueden agrupar en 3 grandes grupos: restrictivas, malabsortivas y mixtas (tabla

11).

Tabla 11. Técnicas quirúrgicas empleadas en el tratamiento de la obesidad.

Restrictivas (simples) Gastroplastia vertical anillada.

Banda gástrica ajustable

Tubulización o gastrectomía tubular

(sleeve gastrectomy)

Malabsortivas (complejas) Derivación yeyunoileal

Restrictivas/malabsortivas (mixtas) Derivación biliopancreática

Cruce duodenal

Bypass gástrico en “Y de Roux”

Gastroplastia vertical asociada a bypass

gástrico

Técnica quirúrgica restrictiva: la gastroplastia vertical anillada101 (figura 6) trata de

reducir la capacidad gástrica a 10-50 ml mediante la realización de un grapado vertical,

siguiendo la curvatura menor, y la colocación de una anilla o una banda que deja una

salida de 1 cm de diámetro hacia el resto de la cavidad gástrica.

Con esta técnica se pretende lograr una sensación de plenitud y saciedad con ingestas

pequeñas para disminuir el aporte calórico y ayudar a modificar el hábito alimentario.

No altera la fisiología de la digestión ni la absorción de los alimentos, tiene baja

morbilidad y mortalidad, y es reversible. Las complicaciones son escasas siendo las más

frecuentes los vómitos por ingesta acelerada o estenosis de la banda, la aparición de

fístulas, la esofagitis por reflujo, la dilatación del reservorio gástrico, la intolerancia a la

lactosa y las deficiencias vitamínicas a largo plazo (tabla 12).

Page 43: “Evolución de la resistencia a la insulina tras cirugía

43

Figura 6. Gastroplastia vertical anillada.

La cirugía restrictiva puede producir pérdidas de peso de alrededor del 50% del

exceso de peso. Sin embargo, sólo el 31% de los obesos mórbidos y entre el 5 y 10% de

los superobesos (IMC ≥ 50 kg/m2), llegan a alcanzar el peso normal. Los pacientes

pueden recuperar el peso si empiezan a tomar alimentos de pequeño volumen pero

hipercalóricos (bombones, batidos, leche condensada, caramelos, etc.). Por eso esta

técnica debe reservarse a pacientes con IMC < 45 kg/m2, muy disciplinados, con alto

nivel cultural, y capaces de respetar los horarios de comidas y el tipo de dieta que se les

indique.

Page 44: “Evolución de la resistencia a la insulina tras cirugía

44

Tabla 12. Características de las diferentes técnicas quirúrgicas empleadas para

tratar la obesidad.

Intervención Ventajas Inconvenientes Indicación

Restrictiva No altera digestión ni

absorción.

Puede usarse la vía

laparoscópica.

Pérdida de 50% del

exceso de peso.

Vómitos frecuentes.

Estenosis de la banda o

anilla.

Inclusión de la banda.

Reflujo gastroesofágico.

Pérdida de peso menor

que con otras técnicas.

“Gran comedor”

Disciplinado

Nivel cultural alto

Malabsortiva Poca limitación

alimentaria.

Puede usarse la vía

laparoscópica.

Pérdida de 70-80% del

exceso de peso.

Diarrea. Esteatorrea.

“Dumping”

Hígado graso.

Malabsorción de

vitaminas, minerales y

proteínas.

Útil en obesidad

extrema.

Mixta Buena calidad de vida.

No malnutrición severa.

Pérdida del 60-75% del

exceso de peso.

“Dumping” en el 5-10%

de casos.

Úlcera de boca

anastomótica.

Dificultad de acceso al

estómago excluido en

bypass en “Y de Roux”.

Ingesta elevada de

alimentos grasos, no en

“picoteadores”.

También se han utilizado técnicas restrictivas horizontales colocando una banda

gástrica ajustable de silicona bajo el cardias (figura 7), provocando un estrechamiento

gástrico y creando una pequeña bolsa con orificio de salida, añadida a una porción

ajustable que permite regular el tamaño del orificio desde un reservorio colocado a nivel

subcutáneo102. El procedimiento es rápido, eficaz y seguro. Los resultados han sido muy

variables dependiendo sobre todo de la banda ajustable utilizada. Como complicaciones

pueden aparecer dilataciones o herniación del reservorio, erosión o inclusión de la

banda (1%), infecciones (3%), pseudoacalasia por trastornos motores del esófago, y

reflujo (tabla 12)

Page 45: “Evolución de la resistencia a la insulina tras cirugía

45

Figura 7. Banda gástrica bajo el cardias.

En los últimos años se está colocando la banda gástrica ajustable por vía

laparoscópica pero aún no hay estudios concluyentes de resultados a largo plazo. Las

indicaciones para la utilización de la vía laparoscópica son similares a las de otras

técnicas pero está generalmente contraindicada en pacientes con enfermedad de Cröhn,

grandes hernias hiatales, hipertensión portal, enfermedades del tejido conectivo o

úlceras gástricas previas. El uso crónico de corticoides se considera una

contraindicación relativa.

La reducción de peso siguiendo a la colocación laparoscópica de la banda gástrica

suele ser más gradual que cuando se utiliza la gastroplastia vertical anillada, pero puede

ser comparable a largo plazo103. Es posible realizar ajustes frecuentes en la banda

durante el seguimiento para asegurar la pérdida ponderal

También por vía laparoscópica se están realizando tubulizaciones gástricas (sleeve

gastrectomy) en pacientes superobesos. Se extirpa la mayoría de la curvatura mayor

gástrica y se construye un estómago tubular pequeño y con escasa capacidad de

Page 46: “Evolución de la resistencia a la insulina tras cirugía

46

distensión por carecer de fundus. Recientemente se ha propuesto la tunelizacion

gástrica, como primer paso de tratamiento, en pacientes de alto riesgo quirúrgico antes

de realizar el cruce duodenal o el bypass gástrico definitivo.

En general, las técnicas restrictivas se deben emplear en pacientes con IMC entre

35 y 45 kg/m2 que no sean “picadores”. Sus resultados son inferiores a las técnicas

mixtas, sobre todo a largo plazo (tabla 12).

Técnicas malabsortivas puras: con ellas se intenta que, independientemente de los

alimentos ingeridos, disminuya la absorción de nutrientes. Para lograrlo se realizan

diferentes circuitos o bypass intestinales (figura 8). Los primeros descritos tuvieron muy

malos resultados lo que obligó a modificar las distancias de las asas anastomosadas.

Las complicaciones más graves asociadas a este tipo de cirugía son lesiones hepáticas,

insuficiencia renal, trastornos electrolíticos y deficiencia de micronutrientes (tabla 10).

En la actualidad estas técnicas no se utilizan.

Figura 8. Técnica malabsortiva empleada en cirugía bariátrica.

Page 47: “Evolución de la resistencia a la insulina tras cirugía

47

Técnicas mixtas: Como su nombre indica, combinan la reducción gástrica con algún

tipo de bypass intestinal, casi siempre haciendo la derivación mediante un asa en “Y de

Roux”. Dependiendo del reservorio gástrico y de la longitud del asa derivativa, estas

técnicas serán funcionalmente más restrictivas o más malabsortivas. Las técnicas mixtas

pretenden minimizar los inconvenientes de las otras técnicas por separado y obtener

mejores resultados.

Entre las técnicas más malabsortivas destacan la descrita por Scopinaro104,105 y el

cruce duodenal, que es una variante de la primera. En ambas se realiza una anastomosis

gastroileal en Y de Roux a 50 cm de la válvula ileocecal y una gastrectomía subtotal

clásica, pero en el cruce duodenal se preserva el píloro y en la técnica de Scopinaro no

(figura 9). La rama alimentaria y la biliopancreática son de igual longitud (250 cm)

Figura 9. Derivación biliopancreática (Scopinaro)

.

Page 48: “Evolución de la resistencia a la insulina tras cirugía

48

El cruce duodenal106 es una técnica de derivación biliopancreática indicada en

pacientes superobesos (IMC ≥ 50 kg/m2) ya que produce una pérdida de peso rápida,

importante y mantenida. Se secciona el duodeno a 3 cm del píloro y se realiza una

duodeno-enterostomía término-lateral a 175 cm de la válvula ileocecal y una entero-

anastomosis a 75 cm de la válvula ileocecal. Mantiene la integridad funcional del

estómago y el píloro por lo que se evita el síndrome del vaciamiento gástrico rápido

(síndrome de dumping) y además origina menos deficiencias nutricionales. Se puede

realizar también por vía laparoscópica107.

La malabsorción que produce la derivación biliopancreática se debe a la presencia de

un asa corta intestinal y a la disminución de pepsina gástrica y enzimas pancreáticos y

biliares. Esta técnica causa pérdidas importantes y mantenidas de peso con pocas

complicaciones nutricionales (tabla 12). La técnica de Larrad108 se utiliza en numerosos

hospitales en España. En ella la rama biliopancreática es de 60 cm y la alimentaria es

más larga (>300 cm) que en la técnica de Scopinaro. Esta modificación hace que las

complicaciones médicas y nutricionales disminuyan, manteniéndose los buenos efectos

sobre la pérdida ponderal.

En el bypass gástrico o derivación gástrica en “Y de Roux” (figura 10) se crea un

reservorio gástrico pequeño, de 15-30 ml, conectado al intestino delgado mediante u asa

en “Y de Roux” de una longitud variable, según se trate de un bypass proximal o distal.

Causa una malabsorción selectiva de grasas y saciedad precoz y esto lleva a una pérdida

de entre el 60 y 70% del sobrepeso a los 5 años de la cirugía. La pérdida de peso tras el

bypass gástrico es rápida pero se estabiliza durante los 12-24 meses tras la cirugía en el

50-75% de pacientes. La malabsorción parece que sigue persistiendo a los 10 años de la

intervención.

Las complicaciones del bypass gástrico son menores que con otras técnicas

quirúrgicas y por ello es posiblemente la técnica más utilizada en España.

Page 49: “Evolución de la resistencia a la insulina tras cirugía

49

Figura 10. Bypass gástrico.

En la actualidad no existe una técnica ideal generalizada para todos los obesos. La

elección del tipo de cirugía bariátrica dependerá fundamentalmente del tipo de paciente,

de la experiencia del cirujano y de las características del centro hospitalario donde se

realice. En la “Guía para la utilización de la cirugía para ayudar a la reducción del peso

a las personas con obesidad mórbida”109 se recogen ciertas indicaciones para una mejor

selección de la técnica quirúrgica. La Sociedad Española de la Cirugía de la Obesidad

(SECO) considera que la técnica quirúrgica “ideal” sería aquella que beneficiara al 75%

de los pacientes a largo plazo, con una morbilidad mayor inferior al 10% y una

mortalidad menor del 1%, con un número de reintervenciones por debajo del 2% anual.

Además la técnica debería ser reproducible, proporcionar una buena calidad de vida y

originar escasos efectos secundarios.

Page 50: “Evolución de la resistencia a la insulina tras cirugía

50

II. 5. RESULTADOS DE LA CIRUGÍA BARIÁTRICA

Evidentemente la aparición de complicaciones posquirúrgicas depende de la

intervención realizada y de la experiencia del equipo quirúrgico. Hasta un 20% de

pacientes pueden presentar algún tipo de complicación. La mortalidad se sitúa en casi

todas las series en torno al 0,2-2%, aunque sería aconsejable que no superara el 1%. Por

todo ello, la cirugía sólo debe considerarse si los enfermos están suficientemente

motivados y bien informados de los riesgos quirúrgicos.

Se puede considerar que el tratamiento quirúrgico ha tenido éxito cuando:

- el IMC es inferior a 35 en el 92% de pacientes a los 2 años y en el 79% a los 5

años.

- el porcentaje de sobrepeso perdido (PSP) se acerca al 92% a los 2 años y al 85% a

los 5 años.

PSP = Peso inicial –Peso actual x 100

Peso inicial – Peso ideal

Page 51: “Evolución de la resistencia a la insulina tras cirugía

51

II. 6. POSTOPERATORIO INMEDIATO

En el postoperatorio inmediato generalmente no es necesario administrar nutrición

artificial porque se inicia la tolerancia oral al 2º-3º día tras la cirugía. Sin embargo, si

por cualquier causa se produce ayuno prolongado, el paciente obeso moviliza menos

grasas y más proteínas que los no obesos. Esta situación lleva a un consumo elevado de

carbohidratos como fuente de energía con aumento del cociente respiratorio y

consiguiente incremento de la producción de CO2 que puede agravar, si existe, una

insuficiencia respiratoria.

Las principales complicaciones que se pueden plantear en el postoperatorio inmediato

son hipotensión, infecciones, aspiración, insuficiencia respiratoria, trombosis venosa

profunda, tromboembolismo pulmonar y complicaciones intraabdominales.

La causa principal de hipotensión aguda en el postoperatorio es la hipovolemia por

hemorragia y, en segundo lugar, el shock séptico. La sepsis puede aparecer con más

frecuencia en obesos ya que su tejido adiposo está poco vascularizado y es más

frecuente la coexistencia de diabetes. El aporte de líquidos debe de hacerse con gran

cuidado. La obesidad, por si sola, puede causar importantes efectos en el sistema

cardiovascular. Existe una situación hiperdinámica que se correlaciona directamente con

el exceso de peso corporal110 y que, crónicamente, causa disminución de la

contractilidad del ventrículo izquierdo, hipertrofia ventricular izquierda y disfunción

diastólica ventricular.

El riesgo de aspiración gástrica es elevado en pacientes obesos, más aún en el

postoperatorio. Esto puede deberse a la existencia de una gran cantidad de fluidos

intragástricos, al aumento de la presión intraabdominal y a la elevada incidencia de

reflujo gastroesofágico97 encontrada en las personas con exceso de peso.

En la obesidad existen varios factores que aumentan el riesgo de trombosis venosa

profunda: la escasa movilidad, el éstasis venoso, la hipertensión pulmonar y,

posiblemente, la hipercoagulabilidad.

Page 52: “Evolución de la resistencia a la insulina tras cirugía

52

II. 7. COMPLICACIONES QUIRÚRGICAS TARDÍAS

Las principales complicaciones tardías son la obstrucción intestinal, la úlcera de boca

anatomótica, el cáncer de muñón gástrico, el síndrome de dumping, la hernia

laparotómica y la colelitiasis.

La obstrucción intestinal suele manifestarse a los 3-4 meses de la intervención por la

presencia de adherencias o de hernias internas. La formación de adherencias se

relaciona directamente con la duración e intensidad quirúrgica, por lo que son menos

frecuentes si se utiliza la vía laparoscópica. La incidencia de hernias internas no

disminuye con cirugía laparoscópica.

En el 1-4% de intervenciones se puede producir una úlcera de boca anastomótica. Son

más frecuentes tras anastomosis gastroyeyunales circulares, bypass gástricos de asa

corta o cuando se forman grandes reservorios gástricos. Las úlceras de boca

anastomótica se producen por estenosis del paso gastroyeyunal o por reflujo gástrico.

Para intentar evitar su formación algunos autores recomiendan, además del abandono

del tabaquismo, administrar inhibidores de la bomba de protones durante 1-2 meses tras

la intervención.

El riesgo de aparición de cáncer gástrico aumenta con el tiempo en pacientes tratados

con gastrectomía, realizada por cualquier causa. Hasta la actualidad hay pocos casos

descritos de cáncer gástrico en pacientes intervenidos con técnicas de cirugía bariátrica

derivativas o mixtas y ya hay series con más de 20 años de seguimiento. No obstante, es

aconsejable hacer una endoscopia digestiva preoperatoria para no realizar técnicas de

exclusión gástrica en pacientes con displasia gástrica y, aunque no hay consenso, podría

ser recomendable realizarla también en el seguimiento a largo plazo de los pacientes

obesos tratados con cirugía bariátrica.

El síndrome de dumping se caracteriza por la aparición de sintomatología vagal con

intensa vasodilatación en el periodo postprandial inmediato, por la llegada de alimentos

concentrados hiperosmolares a tramos altos intestinales. Su aparición se relaciona con

malos hábitos alimentarios y raramente se produce en las técnicas de bypass

biliopancreático gástrico de asa larga porque los alimentos llegan a tramos intestinales

más distales del intestino y allí se liberan menos agentes vasoactivos.

Page 53: “Evolución de la resistencia a la insulina tras cirugía

53

Las hernias abdominales suelen hacerse aparentes cuando la pérdida de peso empieza

a ser significativa. Se recomienda que no se realice su reparación hasta que no se

estabilice la curva de descenso ponderal, entre 1 y 2 años tras la cirugía, según la técnica

empleada.

Desde hace tiempo se sabe que la pérdida de peso inducida por la cirugía bariátrica

puede favorecer la aparición de colelitiasis Además todas las técnicas derivativas

producen atonía vesicular por falta de paso del bolo alimentario por el duodeno e

intestino proximal. Sin embargo, los resultados sobre la incidencia de litiasis biliar en

estudios de seguimiento de pacientes tras cirugía bariátrica son contradictorios.

Page 54: “Evolución de la resistencia a la insulina tras cirugía

54

II. 8. SEGUIMIENTO TRAS LA CIRUGÍA BARIÁTRICA.

El seguimiento a largo plazo de los pacientes intervenidos tiene los siguientes

objetivos:

� evaluar la pérdida de peso y los cambios en la composición corporal.

� introducir modificaciones en la composición cualitativa y cuantitativa de la dieta

según las necesidades.

� evitar alteraciones del comportamiento alimentario.

� aconsejar y fomentar un aumento de la actividad física.

� controlar la evolución de las patologías asociadas, sobre todo insuficiencia

respiratoria, HTA y DM, para ajustar los tratamientos según va disminuyendo el

peso.

� prevenir o diagnosticar de forma precoz las posibles deficiencias nutricionales.

� vigilar si aparece litiasis biliar o eventraciones.

� decidir cuándo se realiza la cirugía reparadora al estabilizarse la pérdida de peso.

Las recomendaciones dietéticas (tabla 13) que se dan a los pacientes tras la cirugía

bariátrica dependen en parte del tipo de técnica quirúrgica empleada. Por lo general se

emplea una dieta por fases en la que se va aumentando progresivamente la consistencia

de los alimentos ingeridos. La dieta líquida o semilíquida se indica durante los primeros

días tras la cirugía y se pueden utilizar suplementos proteicos líquidos. Con este tipo de

dieta es frecuente el estreñimiento, especialmente si existe cierto grado de

deshidratación.

Posteriormente, al mes de la intervención, se introducen en la dieta los purés y los

alimentos semisólidos, adaptando la cuantía de las tomas al tamaño del reservorio

gástrico. El paciente debe aprender a parar de comer antes de que aparezcan molestias

digestivas.

Finalmente la dieta se elabora con alimentos normales y, progresivamente, es más

variada. Se debe evitar, si se ha realizado derivación biliopancreática, la ingesta de

alimentos ricos en hidratos de carbono de absorción rápida porque, además de

enlentecer la pérdida de peso, pueden producir síndrome de “dumping”.

Page 55: “Evolución de la resistencia a la insulina tras cirugía

55

Tabla 13. Recomendaciones generales dietéticas tras cirugía bariátrica.

� Comer lentamente, masticando bien, y sin distracciones.

� Dejar de comer si aparece plenitud.

� Beber al menos 1,5 litros de líquidos a lo largo del día, preferentemente al

menos media hora antes y media hora después de ingerir los alimentos

semisólidos o sólidos.

� Evitar bebidas gaseosas, azucaradas o con alcohol.

� No tomar alimentos que puedan obstruir la salida del orificio gástrico, como

huesos o piel de frutas.

� Asegurar ingesta de alimentos ricos en proteínas de alto valor biológico y calcio.

� Si es posible, tomar los medicamentos triturados con líquidos

El tratamiento con vitaminas y minerales dependerá de la dieta que siga el paciente,

de su condición fisiológica y, fundamentalmente, de la técnica quirúrgica empleada.

En las técnicas restrictivas puras la dieta recomendada es hipocalórica y con

frecuencia se excluyen determinados alimentos por lo que conviene administrar un

suplemento multivitamínico que incluya micronutrientes.

Cuando se realiza un bypass gástrico y el componente malabsortivo es importante se

puede aconsejar un preparado multivitamínico a una dosis doble de la recomendada para

cubrir las necesidades de la población general. La mayor parte de autores aconsejan

también añadir vitamina B12, calcio, vitamina D y, en algunas ocasiones, hierro.

En los casos en los que se realiza derivación biliopancreática se debe suplementar la

dieta con un preparado multivitamínico, a dosis doble que la recomendada para la

población general, con 1000-1500 mg/día de calcio y con vitamina D a dosis alta.

Siempre se deben vigilar los niveles de minerales y de otras vitaminas liposolubles y dar

suplementos de hierro si se precisan.

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56

II.9. COMPLICACIONES NUTRICIONALES

La cirugía bariátrica consigue una importante pérdida de peso en un grupo de

pacientes en los que otras técnicas han fracasado pero también puede ocasionar una

serie de complicaciones nutricionales (tabla 14) que debemos prevenir en lo posible y, si

aparecen, diagnosticar precozmente para poder iniciar el tratamiento adecuado de las

mismas.

Tabla 14. Deficiencias nutricionales tras cirugía bariátrica

� Malnutrición energética

� Malnutrición proteica

� Deficiencia de micronutrientes: tiamina, hierro, ácido fólico, vitamina B12, calcio,

magnesio, fósforo, zinc y vitaminas liposolubles (D, A, E, K)

Las alteraciones nutricionales se originan por la malabsorción y la disminución de la

ingesta secundaria a la aparición de saciedad precoz, vómitos, aversiones alimentarias,

sobre todo hacia la carne, y trastornos de la conducta alimentaria.

La malnutrición energética: se produce cuando el paciente pierde más peso del

previsto y llega a una situación de bajo peso. Es poco frecuente y puede deberse a la

existencia de vómitos o trastornos de la conducta alimentaria, o a la aparición de

complicaciones quirúrgicas que aumentan la malabsorción, como fístulas.

La malnutrición proteica: es una complicación grave que se caracteriza

clínicamente por la presencia de astenia, caída de cabello, mayor susceptibilidad a las

infecciones y edemas que condicionan ganancia de peso.

Se suele diagnosticar durante el primer año tras la cirugía y hay varios factores,

algunos relacionados con la técnica quirúrgica, que favorecen su desarrollo (tabla 15).

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57

Es más frecuente cuando predomina el componente malabsortivo importante, como en

la derivación biliopancreática. También se ha descrito en el bypass gástrico111,

especialmente en el distal, y en las técnicas restrictivas puras, más si existen vómitos o

alteraciones de la conducta alimentaria asociadas. Para diagnosticarlo precozmente se

deben evaluar periódicamente los niveles plasmáticos de proteínas viscerales (albúmina,

prealbúmina y transferrina).

Tabla 15. Factores que favorecen la malnutrición proteica

� Mal cumplimiento de la dieta prescrita con disminución de la ingesta proteica

� Vómitos de causa orgánica o por trastornos de conducta alimentaria

� Sobrecrecimiento bacteriano

� Longitud del asa malabsortiva

� Reservorio gástrico muy pequeño

� Cuadro depresivo

� Coexistencia de cirugía mayor, infecciones o neoplasias

El tratamiento dependerá de la causa que lo produce y de la gravedad de los síntomas.

En los casos leves puede servir el modificar la ingesta oral, añadiendo suplementos

proteicos y enzimas pancreáticas. Los casos graves precisan ingreso hospitalario para

iniciar nutrición artificial.

Al tratar al enfermo con malnutrición proteica grave hay que evitar la aparición del

“síndrome de realimentación” que cursa con edemas, insuficiencia cardiaca y renal,

hipofosfatemia, hipomagnesemia, hipopotasemia y trastornos de la coagulación. Los

requerimientos de algunas vitaminas, como la tiamina, también aumentan en esta

situación.

Deficiencia de tiamina: La tiamina es una vitamina hidrosoluble que se absorbe con

facilidad en yeyuno y en ileon. Los depósitos corporales son muy pequeños por lo que

Page 58: “Evolución de la resistencia a la insulina tras cirugía

58

es fácil que se produzca deficiencia si disminuye el aporte de la dieta, aparecen vómitos

y/o coexiste una ingesta etílica importante.

Se han descrito casos de encefalopatía de Wernicke, sobre todo en los primeros meses

tras cirugía, asociados generalmente a vómitos persistentes. Por eso es aconsejable

administrar tiamina de forma profiláctica a todos los pacientes obesos intervenidos que

presenten vómitos continuos.

Deficiencia de hierro: El hierro de la dieta procede fundamentalmente del grupo

“hemme” contenido en la carne y derivados. Precisa un medio ácido para su absorción

en el estómago y las primeras porciones duodenales por lo que el uso de antiprotones o

anti H2 y todas las técnicas quirúrgicas que excluyen el duodeno y las primeras asas

yeyunales (técnicas mixtas) favorecen el desarrollo de ferropenia. Cuando se excluye el

duodeno tras la cirugía la deficiencia de hierro puede aparecer hasta en el 50% de casos

y, hasta en el 5-10% de casos, pueden precisar administración parenteral de hierro.

Deficiencia de ácido fólico: El ácido fólico es una vitamina hidrosoluble presente en

frutas, verduras, cereales, legumbres, huevos, etc. Como se absorbe fundamentalmente

en el tercio proximal del intestino delgado y sufre circulación enterohepática, hasta el

35% de pacientes tras cirugía bariátrica pueden presentar deficiencia de esta vitamina.

Deficiencia de vitamina B12: El aporte de vitamina B12 procede de tejidos de

origen animal y el 50% del contenido corporal se encuentra en hígado. Una vez

ingerida, la vitamina B12 se libera de las proteínas de la dieta por acción de la pepsina y

el ácido gástrico a nivel gástrico. Se une a haptocorrinas y glicoproteinas presentes en

las secreciones salivar y gástrica y así llega al intestino delgado donde se separa de las

haptocorrinas y se liga al factor intrínseco sintetizado en las células parietales gástricas.

La absorción de la vitamina B12 se produce específicamente en los últimos 60 cm del

intestino delgado. Se excreta por la bilis y sufre circulación entero-hepática. Cuando se

realiza bypass gástrico la deficiencia es muy frecuente (30-70%) por lo que se

recomienda su administración profiláctica.

La carencia de vitamina B12 causa anemia megaloblástica, con leucopenia y

trombopenia en los casos más graves. Con menos frecuencia da lugar a síntomas

neurológicos, incluso sin anemia. Se puede tratar por vía intramuscular (1000 µg/mes) o

por vía oral a dosis elevadas (350 mg/día).

Page 59: “Evolución de la resistencia a la insulina tras cirugía

59

Deficiencia de calcio: El calcio se absorbe en el duodeno y yeyuno por dos

mecanismos: uno dependiente de la vitamina D y otro independiente de la misma. Tras

la cirugía bariátrica, en las técnicas que excluyen duodeno y yeyuno, se absorbe menos

cantidad de calcio. También en algunos casos se desarrolla intolerancia a la lactosa que

produce una disminución de la ingesta de lácteos y derivados. Esto, a la larga, causa

hipocalcemia con hiperparatiroidismo secundario y pérdida de masa ósea. Si además

existe malabsorción pueden disminuir los niveles plasmáticos de vitamina D causando

una menor absorción de calcio.

Para intentar evitar el hiperparatiroidismo secundario se recomienda suplementar la

dieta con calcio (1000-1500 mg/día).

Deficiencia de magnesio: Es muy poco frecuente y, cuando se produce, en la

mayoría de casos existen además diarreas importantes y mantenidas.

Deficiencia de zinc: origina retraso de crecimiento y maduración sexual, astenia,

dermatitis, hipogonadismo y alteración del gusto.

Deficiencia de vitaminas liposolubles: la más frecuente es la de vitamina D. Si se

hace una técnica con gran componente malabsortivo, como la derivación

biliopancreática, se recomienda suplementar con vitamina D a dosis altas de forma

rutinaria.

La deficiencia de vitamina A (retinol) es menos frecuente y se produce,

fundamentalmente, cuando se realiza una derivación biliopancreática. La vitamina A se

puede ingerir como tal en los alimentos (leche, carne, huevos) o bien en forma de

precursores, los carotenoides, en frutas y verduras.

La vitamina A se transporta en el plasma por la prealbúmina y la proteína ligadora de

retinol. Ambas pueden disminuir si hay malnutrición proteica y esto hay que

considerarlo para interpretar de forma adecuada los niveles plasmáticos.

Se debe suplementar la vitamina A cuando se aprecie deficiencia de la misma y,

aunque algunos autores recomiendan su uso profiláctico, éste puede ser peligroso por

hepatotoxicidad.

La deficiencia de vitamina E es rara, al igual que la de vitamina K. Para detectar si se

produce ésta conviene vigilar la coagulación.

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61

III. RESISTENCIA A LA INSULINA Y OBESIDAD

Se dice que existe resistencia a la insulina (RI) cuando hay una disminución de la

capacidad de la insulina para producir la respuesta fisiológica que permita mantener la

homeostasis de la glucosa.

La insulina regula el metabolismo de los nutrientes y controla tanto el transporte

iónico a través de membrana como la proliferación y la diferenciación celular. En el

tejido hepático, muscular y adiposo es la responsable del transporte de glucosa al

interior de las células. Esta captación de glucosa, mediada por la insulina, es la clave

para controlar la glucemia y por eso representa bien el nivel de sensibilidad a la

insulina. En condiciones fisiológicas existe una situación de balance que tiende a ser

constante entre la secreción pancreática de insulina y la sensibilidad a la misma. La

insulina es también el regulador más potente de la lipólisis.

Sólo los eritrocitos, el tejido nervioso y la médula renal parecen depender por

completo de la glucosa; todos los demás tejidos pueden utilizar ácidos grasos libres

(AGL)112.

Los obesos, sobre todo si la obesidad es troncular, presentan con frecuencia RI. La

presencia de la misma se relaciona claramente con los niveles de ácidos grasos libres

circulantes113. La diferencia más notable entre personas con obesidad troncular y las que

presentan obesidad periférica o no son obesas está en los niveles de los AGL tras la

ingesta de comida. Estos permanecen mucho más altos cuando existe obesidad

central114. Se podría pensar que la grasa visceral es la causa directa de los niveles altos

de AGL; sin embargo, tanto en obesos como en delgados, la inmensa mayoría de los

AGL sistémicos en el estado postabsortivo proceden del tejido adiposo subcutáneo y no

del intraabdominal.

La mayor contribución de la grasa visceral al desarrollo de la RI es aportar una

cantidad elevada de AGL al hígado, estimulando la gluconeogénesis115. Esto no origina

necesariamente un aumento de la producción hepática de glucosa si también se

incrementa de forma compensatoria la liberación de insulina que reduce la

gluconeogénesis116.

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62

A nivel del músculo esquelético, el aumento de AGL circulantes favorece el

consumo de los mismos en detrimento del de glucosa y, por consiguiente, aumentan las

necesidades de insulina para evitar la elevación de la glucemia.

En resumen, la elevación de AGL circulantes en obesidad visceral requeriría un

correcto funcionamiento de la célula β pancreática para asegurar la secreción de insulina

necesaria para mantener la glucemia dentro de un rango normal. Sin embargo, las

células pancreáticas también están expuestas a niveles elevados de AGL en obesidad y,

aunque la exposición aguda del páncreas a AGL aumenta la secreción de insulina117, la

exposición crónica es tóxica para las células β pancreáticas. El mecanismo por el que se

deteriora la función de las células β pancreáticas es aún desconocido. La hiperglucemia

y los AGL elevados pueden actuar de forma sinérgica causando la lesión de las células

β, ya que la hiperglucemia inhibe la oxidación de la grasa y los lípidos acaban

acumulándose en el interior de la célula β.

El deterioro de la función de las células β inducido por los AGL tiene gran

importancia clínica. La DM tipo 2 suele diagnosticarse cuando la disfunción progresiva

originada en las células β hace que el páncreas sea incapaz de mantener el grado de

hiperinsulinemia necesario para el control de la glucemia en presencia de una resistencia

a la insulina relativamente constante.

El tejido adiposo, por si mismo, también puede contribuir a la aparición y

mantenimiento de RI. Los adipocitos producen y secretan una gran cantidad de

proteínas118, algunas con importantes acciones sobre diversos órganos y otras con papel

autocrino/paracrino dentro del propio tejido adiposo. La IL-6 es una proteína

inflamatoria segregada por el adipocito a la circulación y parece que el aumento de

niveles detectado en obesidad juega un papel importante en la RI a nivel hepático y

muscular. El factor de necrosis tumoral α (TNF-α), producido por el adipocito, puede

ser responsable del aumento de la lipólisis detectado en obesidad que contribuye al

aumento de AGL. La leptina se sintetiza fundamentalmente en el tejido adiposo y sus

niveles están también aumentados en obesidad. No se conocen aún las consecuencias de

estas concentraciones plasmáticas elevadas sobre el riesgo cardiovascular.

Clínicamente la RI se puede diagnosticar por la existencia de concentraciones

plasmáticas de insulina basal iguales o superiores a 16,7mU/l, o iguales o superiores a

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63

63 mU/l a las 2 horas de una sobrecarga oral de glucosa o por un índice elevado de

sensibilidad periférica a la insulina119.

Existen varios métodos para valorar la resistencia a la insulina (tabla 16). La técnica

del clamp o pinza euglucémica hiperinsulinémica120 consiste en inyectar por vía

intravenosa una dosis fija y predeterminada de insulina y una infusión variable de

glucosa suficiente para mantener los niveles plasmáticos de glucosa normales durante

toda la prueba. Indica la cantidad de glucosa metabolizada por los tejidos periféricos. Es

el método de referencia para valorar la secreción de insulina pero su realización es

compleja al requerir instrumental adecuado, personal entrenado y varias horas para

completar el estudio. Esto hace que su uso quede restringido al ámbito de la

investigación.

Tabla 16. Métodos para valorar la resistencia a la insulina.

Técnica de clamp o pinza euglucémica

Modelo mínimo

Test de supresión con insulina

Test de tolerancia a la insulina modificado con somatostatina

HOMA (HOmeostasis Model Assessment)

QUICKI (Quantitative insulin sensitivity chek index)

CIGMA (Continuos Infusión of Glucose with Model Assessment)

Indicadores indirectos: proteína C reactiva (PCR), glicerol, ácidos grasos, otros.

En el modelo mínimo aproximado del metabolismo de la glucosa121 se calculan los

índices de sensibilidad y efectividad a la glucosa con diferentes ecuaciones realizadas

considerando los niveles plasmáticos de glucosa e insulina obtenidos durante 4 horas

tras administrar por vía intravenosa un bolo de glucosa al 50%.

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64

En la prueba de supresión de la insulina122 se administra, además de glucosa e

insulina, somatostatina para tratar de inhibir la secreción endógena de insulina. Es un

método muy complejo para ser realizado en la práctica clínica.

El índice HOMA (homeostasis model assessment) establece la relación entre la

insulina y la glucosa medidas en condiciones basales, mediante formulaciones

matemáticas obtenidas a partir de datos fisiológicos conseguidos experimentalmente123.

Es un procedimiento sencillo y barato pero aún es difícil de interpretar en algunas

ocasiones por su variabilidad. Se calcula mediante la siguiente fórmula:

El índice QUICKI (“quantitative insulin sensitivity check index”)124 es un índice de

sensibilidad a la insulina que se calcula matemáticamente sumando los logaritmos de la

glucemia y la insulinemia basales.

El índice CIGMA (continuos infusión of glucose with model assessment)125 es otro

modelo matemático similar al HOMA. Se administra una infusión continua de glucosa

durante 1 hora y en los últimos 10 minutos se extraen 3 muestras de sangre para

determinar glucosa e insulina plasmática. Al terminar la prueba se analiza también la

glucosuria. Es un método sencillo pero la interpretación de los resultados todavía es

compleja.

La proteína C reactiva ultrasensible (PCR) es un reactante de fase aguda de la

inflamación. En el estudio IRAS realizado a 1.008 personas se demostró que los niveles

plasmáticos de PCR se relacionan con algunas alteraciones del síndrome metabólico, lo

que sugeriría que la inflamación subclínica crónica podría ser un nuevo componente del

síndrome de RI. También se ha comprobado que existe relación entre la acumulación de

grasa abdominal, la RI medida por el método HOMA y los niveles plasmáticos de

PCR126.

Índice HOMA = insulina en ayunas (µU/ml) x glucosa en ayunas (mmol/L) / 22,5

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HIPÓTESIS DE TRABAJO

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HIPÓTESIS DE TRABAJO

La obesidad es una enfermedad crónica producida por el acúmulo excesivo de grasa

corporal. Junto con el aumento global de su prevalencia se ha producido un incremento

en el número de enfermos con obesidad mórbida (IMC ≥ 40 kg/m2). En el estudio

SEEDO 9718, realizado con 5.338 personas entre 25 y 60 años, la prevalencia de la

obesidad mórbida se situaba en el 0,5% (0,4% en hombres y 0,75% en mujeres). En el

estudio realizado posteriormente por Aranceta y col. la prevalencia en mujeres era ya

del 0,9% 93en el año 2004 y la tendencia es a aumentar en los últimos años.

La morbilidad y el riesgo de muerte prematura que conlleva la obesidad se relacionan

con la cantidad y la distribución del exceso de grasa corporal, siendo los enfermos con

obesidad mórbida especialmente propensos a dichas complicaciones127. En comparación

con una persona de peso normal, un obeso mórbido de 25 años tiene una reducción del

22% de su expectativa de vida, lo que representa una pérdida media de unos 12 años de

vida.

Inicialmente todos los pacientes con obesidad mórbida deben ser tratados con

métodos no quirúrgicos: dieta hipocalórica, aumento de la actividad física y

modificación de la conducta alimentaria, con apoyo psicológico si es posible.

Desafortunadamente, el tratamiento no quirúrgico se asocia con un 85-95% de

fracasos128 por lo que se recomienda valorar la posibilidad de tratamiento quirúrgico en

estos enfermos8.

Hasta la introducción de la cirugía bariátrica96 era muy difícil conseguir reducciones

importantes y mantenidas de peso en obesidad mórbida. Independientemente de la

técnica quirúrgica empleada, la mayoría de pacientes, al menos inicialmente,

disminuyen de peso pero los resultados a largo plazo son diferentes según el tipo de

cirugía realizada. Aunque lograr esta pérdida ponderal es muy importante, no debe ser

el único objetivo del tratamiento quirúrgico. Lo primordial sería conseguir una

resolución o, al menos, una disminución de las comorbilidades asociadas con la

obesidad, la mayoría relacionadas con la RI.

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68

El concepto de RI se introdujo en 1936. Puede definirse como la incapacidad de una

cantidad conocida de insulina endógena o exógena para incrementar la entrada y

utilización de glucosa por los tejidos periféricos, especialmente hígado, músculo

esquelético y tejido adiposo129.

El origen de la RI parece estar en el adipocito. Éste, por diversas causas

(predisposición genética y alteraciones dietéticas, entre otras), pierde la capacidad de

continuar almacenando ácidos grasos libres (AGL) por lo que aumentan los niveles

circulantes de los mismos. Esto favorece su utilización en el músculo esquelético, en

detrimento del de la glucosa y a nivel hepático aumenta la gluconeogénesis130. Ambos

efectos producirían hiperglucemia si no apareciera una hiperinsulinemia compensadora.

Por otro lado, las concentraciones altas mantenidas de AGL pueden dañar a la célula β

pancreática favoreciendo la aparición de DM. Si progresa y se mantienen la RI, los

islotes no pueden mantener el estado de hiperinsulinemia, lo que conduce a tolerancia

alterada a la glucosa (TAG) con hiperglucemia postprandial. Posteriormente, al declinar

aún más la función de la célula β, se manifiesta la DM. De esta forma, queda totalmente

probada la relación que existe entre obesidad, RI y DM tipo 2.

Desde hace tiempo se conoce el efecto beneficioso de la pérdida de peso sobre el

control de la DM tipo 2 y se ha descrito la desaparición de la misma tras pérdidas

ponderales importantes131. También está comprobado que la reducción de peso aumenta

la sensibilidad a la insulina pero los efectos sobre la función de las células β pancreática

son menos claros.

Existe una estrecha relación entre la secreción de insulina y la sensibilidad a la

misma, de modo que una situación de resistencia a la insulina se compensa con un

aumento en su secreción. Para establecer la secreción de insulina disponemos de varias

pruebas funcionales, como el clamp hiperglucémico, la sobrecarga oral de glucosa y los

estímulos con glucagón y arginina. Para valorar la sensibilidad a la insulina se puede

utilizar el clamp hiperinsulinémico normoglucémico y diferentes índices que relacionan

la insulinemia basal con la glucemia basal. De estos índices, el más utilizado y valorado

es el HOMA por su buena correlación con el clamp.

En el Hospital Universitario La Fe de Valencia, la Unidad de Cirugía endocrino-

metabólica realiza tratamiento quirúrgico de la obesidad mórbida y extrema desde 1996

(Figura 11). Inicialmente se empleaba una técnica restrictiva pero, al comprobar los

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69

malos resultados sobre la pérdida ponderal, desde el año 2000 se utiliza una técnica

quirúrgica mixta (gastroplastia vertical asociada a by-pass intestinal). Hasta la

actualidad no se había analizado el efecto de la misma sobre la evolución de la RI y la

DM, y su relación con la pérdida ponderal.

Figura 11. Número de intervenciones de cirugía bariátrica por año realizadas por

la Unidad de Cirugía endocrino-metabólica del Hospital Universitario La Fe

(Valencia).

13

5

0

8

2018

34

26

38

0

5

10

15

20

25

30

35

40

1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005

CIRUGÍA BARIÁTRICA EN EL HOSPITAL UNIVERSITARIO LA FE (1996-2005)

Aunque hay ya varios estudios sobre cirugía bariátrica y DM, sólo un pequeño

número de ellos se han realizado de forma controlada y con un nivel de evidencia

alto132,133. Tampoco hay muchos estudios en los que se analice si los efectos sobre la RI

tras la cirugía bariátrica son iguales o difieren en pacientes según presenten o no

alteraciones del metabolismo hidrocarbonado. En nuestro estudio se realizó sobrecarga

oral de glucosa a todos los pacientes, no diagnosticados previamente de DM, para tratar

de establecer con claridad la prevalencia de la DM en esta población y estudiar si

existían diferentes respuestas tras la cirugía bariátrica.

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70

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71

OBJETIVOS

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72

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73

OBJETIVOS

1. Definir si la cirugía bariátrica realizada por la Unidad de Cirugía endocrino-

metabólica del Hospital La Fe es útil para tratar la obesidad mórbida

cuantificando la pérdida ponderal.

2. Analizar la evolución de la resistencia a la insulina medida según el índice

HOMA en los pacientes obesos tratados mediante cirugía bariátrica.

3. Determinar si hay diferencias en las modificaciones posquirúrgicas de la

sensibilidad a la insulina en 2 grupos de pacientes obesos:

• sin alteraciones del metabolismo hidrocarbonado

• con alteraciones del metabolismo hidrocarbonado

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PACIENTES Y MÉTODO

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77

PACIENTES Y MÉTODO

I. PACIENTES

Estudio prospectivo de 95 pacientes adultos (edad: 41,5 + 10,4 años) seguidos

durante, al menos, 1 año en el Servicio de Endocrinología del Hospital Universitario La

Fe entre Enero del año 2001 y Diciembre del año 2005 tras ser tratados con cirugía

bariátrica por obesidad mórbida.

Los pacientes fueron seleccionados entre los 136 obesos mórbidos tratados

quirúrgicamente durante el periodo de estudio. Todos los enfermos fueron intervenidos

por el mismo cirujano realizándose gatroplastia vertical asociada a bypass intestinal. La

técnica quirúrgica empleada fue igual en todos los casos. Tras realizarse una

laparotomía media supraumbilical se hizo una reducción gástrica. Posteriormente se

seccionó la 2ª asa yeyunal a unos 130-150 cm del ángulo de Treitz y a 250-300 cm del

punto de sección se anastomosó al intestino delgado el intestino proximal anteriormente

seccionado.

Se excluyeron de este estudio los enfermos sometidos a cirugía bariátrica que

presentaban insuficiencia renal o hemoglobinopatías para evitar interferencias con la

medición de la hemoglobina glicosilada (HbA1c) y todos los obesos seguidos durante

menos de 1 año tras el tratamiento quirúrgico.

II. PROTOCOLO

Se elaboró un protocolo donde constaban los datos de filiación, la historia clínica, la

exploración física y las pruebas complementarias realizadas. En la historia clínica se

recogió la edad, el sexo, el inicio de la obesidad y su evolución, una encuesta dietética

cualitativa, los antecedentes personales de toma de fármacos, los hábitos tóxicos, el

ejercicio físico y el consumo de tabaco y alcohol. También se especificaron los

antecedentes patológicos, tanto personales como familiares, de HTA, DM, enfermedad

cardiovascular, dislipemia y obesidad.

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Se pesó a los pacientes, sin zapatos y con ropa ligera, en una báscula con capacidad

para pesar hasta 200 kg y con sensibilidad de 100 g. Se obtuvo la talla con el paciente

en bipedestación, sin calzado, en un estadiómeto con sensibilidad de 1 cm. A partir del

peso y la talla se calculó el IMC (peso/talla2). Los perímetros de la cintura y la cadera se

midieron con el paciente en bipedestación, la cintura en el nivel medio entre los

márgenes costales inferiores y las crestas iliacas al final de una espiración no forzada y,

la cadera, a nivel de los trocánteres mayores, utilizando una cinta métrica de 200 cm con

sensibilidad de 1 mm. La valoración antropométrica de la distribución regional de la

grasa, estimada por el perímetro de la cintura y el índice C/c, se realizó atendiendo a los

criterios SEEDO 20006. La composición corporal se determinó mediante impedancia

bioeléctrica usando un pletismógrafo tetrapolar de monofrecuencia (Bodystar® 1500)

con el paciente en decúbito supino usando cuatro electrodos.

La presión arterial se midió, entre las 10:00 y 12:00 horas de la mañana, en

sedestación, con un tensiómetro automatizado usando un manguito adecuado al

diámetro del brazo. Se consideró que existía HTA cuando la presión arterial sistólica

(PAS) era ≥140 mm Hg y/o la presión arterial diastólica (PAD) era ≥ 90 mm Hg o si los

enfermos tomaban previamente medicación hipotensora.

Tras un ayuno nocturno de 12 horas, se realizó una extracción de sangre para

determinación de las concentraciones plasmáticas de lípidos, creatinina, glucosa,

insulina, péptido C, HbA1c y leptina. Todas las muestras fueron analizadas en el

laboratorio del Hospital Universitario La Fe.

Siguiendo los criterios para la clasificación de la diabetes dados por la American

Diabetic Association (ADA)134 se consideró como normal una glucemia basal < 110

mg/dl, que existía glucemia basal alterada cuando la glucemia era > 110 mg/dl y < 126

mg/dl, y diabetes si era ≥ 126 mg/dl en 2 ocasiones. Cuando el paciente no estaba

diagnosticado de DM tipo 2 y la glucemia basal era <126 mg/dl, se hizo una sobrecarga

oral con 75 g de glucosa, tras 3 días sin restricción dietética asegurando una ingesta

diaria de al menos 150 g de carbohidratos, para determinar los niveles plasmáticos de

glucosa a los 0’ y 120’. Considerando la glucemia a las 2 horas, se diagnosticó

tolerancia normal a la glucosa (TNG) si era < 140 mg/dl, tolerancia alterada a la glucosa

(TAG) si era ≥140 mg/dl y < 200 mg/dl, y diabetes si era ≥200 mg/dl.

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79

La RI se calculó según la fórmula descrita por Matthews y col.123: [insulina (µU/ml)

x [glucosa (mmol/l)/22,5]. Basándonos en los datos extrapolados del estudio de JF

Ascaso y col.119, realizado en un grupo poblacional metropolitano de Valencia,

consideramos que existía RI cuando el índice HOMA fue igual o superior a 3,8, valor

que representa el percentil 75 de los valores del índice HOMA entre la población no

diabética. Al mismo tiempo, se valoró también la RI, según lo indicado por el grupo

europeo para el estudio de la resistencia a la insulina, como un valor de insulina basal,

expresado en µU/ml, por encima del percentil 75 de los valores de insulina de ayunas

entre la población no diabética (punto de corte 16,7 µU/ml)52.

Después de la cirugía se hizo un seguimiento de todos los enfermos a los 3, 6 y 12

meses. En cada visita se repitieron los estudios clínicos y analíticos, excepto la

sobrecarga oral de glucosa, y se calculó el índice HOMA.

III. ANÁLISIS ESTADÍSTICO

Se creó una base de datos con el software SPSS versión 15.0 para Windows, donde se

recogieron todas las variables antropométricas, los antecedentes personales patológicos

y los resultados de las determinaciones analíticas. Antes de proceder al análisis

estadístico se hizo una depuración de los datos con el fin de corregir errores de

trascripción. Posteriormente se recodificaron las variables continuas y se crearon las

variables secundarias necesarias.

En primer lugar se procedió a la obtención de datos estadísticos descriptivos. Luego

se analizó si las variables seguían una distribución normal. Las variables cuantitativas

con distribución normal se compararon con la prueba t de Student. Cuando las variables

no seguían una distribución normal se usó el test no paramétrico de Kruskal-Wallis.

Para estudiar la relación entre las variables con distribución normal se empleó el

coeficiente de correlación de Pearson y para las que no tenían distribución normal el

coeficiente de correlación de Spearman.

Para comparar variables cualitativas se utilizó la prueba χ2 de Pearson.

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80

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81

RESULTADOS

Page 82: “Evolución de la resistencia a la insulina tras cirugía

82

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83

RESULTADOS

I. CARACTERÍSTICAS GENERALES

La población estudiada estaba formada por 70 mujeres y 25 hombres (figura 12). La

edad media (+ desviación estándar) era de 41,5 (+10,4) años, siendo significativamente

menor en hombres que en mujeres (37,4+8 años frente a 43,1+10,4 años, p<0,05).

Figura 12.Distribución por sexos de la serie

74%

26%

MujeresHombres

En todos los casos la evolución de la obesidad era mayor de 10 años y había

fracasado previamente el tratamiento con dieta hipocalórica. Ésta se asoció, al menos en

alguna ocasión, a fármacos (40%), acupuntura (30%) y/o fórmulas magistrales (34,2%).

Sólo el 1,8% de los pacientes practicaba algún tipo de ejercicio físico a diario.

El 70,5% de los enfermos no tenía estudios académicos, o sólo primarios (figura 13),

siendo esta proporción aún mayor en mujeres (78,6%).

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84

0

10

20

30

40

50

%

Mujeres Hombres Total

Figura 13. Nivel cultural de los pacientes con obesidad mórbida intervenidos.

Sin estudiosEstudios básicos

Bachiller

Universitarios

Las ocupaciones laborales eran muy diversas pero predominaban los trabajos de ama

de casa y limpiadora entre las mujeres y, las profesiones relacionadas con la hostelería,

entre los hombres (tabla 17).

Tabla 17. Profesiones más frecuentes entre los pacientes con obesidad.

MUJERES HOMBRES

Ama de casa 36 (51,4%)

Limpiadora 9 (12,9%)

Cocinero/a 2 (2,8%) 4 (16%)

Camarero/a 1 (1,4%) 4 (16%)

Panadero/a 1 (1,4%) 3 (12%)

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85

El 41% de los obesos eran fumadores. Existían diferencias significativas (p<0,001)

entre el porcentaje de hombres fumadores (60%) respecto al de mujeres (34,3%).

También era más frecuente la ingesta etílica en hombres que en mujeres (14,7% y 1,1%

respectivamente, p<0,001).

El peso medio de los obesos era de 133,9+25,1 kg. El 96,8% de pacientes presentaba

obesidad mórbida o extrema (figura 14). Sólo 3 mujeres con IMC menor de 40 kg/m2

fueron incluidas en el programa de cirugía bariátrica al presentar comorbilidades

asociadas con la obesidad que previsiblemente se podrían beneficiar de la pérdida

ponderal.

Figura 14. Distribución de la serie según IMC (kg/m2)

3%

43%

54%

IMC < 40

IMC 40-49,9

IMC > 49,9

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86

II. COMORBLIDADES ASOCIADAS A LA OBESIDAD

La HTA era la comorbilidad más frecuente afectando al 43,1% de la población

estudiada (tabla 18).

Tabla 18. Antecedentes personales patológicos de los pacientes con obesidad

mórbida tratados con cirugía bariátrica.

MUJERES

n

HOMBRES

n

TOTAL

n

HTA 29 (41,4%) 12 (48%) 41 (43,1%)

Dislipemia 17 (24,3%) 6 (24%) 23 (24,2%)

DM 15 (21,4%) 5 (20%) 20 (21,1%)

Hiperuricemia 10 (14,3%) 10 (40%)*** 20 (21,1%)

Artropatía 12 (17,1%) 5 (20%) 17 (17,9%)

SAOS 2 (2,8%) 7 (28%)*** 9 (9,5%)

Litiasis biliar 6 (8,6%) 3 (12%) 9 (9,5%)

Gota 2 (2,8%) 2 (8%)* 4 (4,2%)

HTA: Hipertensión arterial. DM: diabetes mellitus.

Diferencia entre sexos (χ2 de Pearson): p<0,05 (*), p<0,01 (**), p<0,001 (***)

Tras la evaluación inicial orientada hacía el diagnóstico de las comorbilidades

aumentó la incidencia de todas, sobre todo de la HTA, la DM y la dislipemia (tabla 19).

Finalmente 84 obesos (88,4%) tenían una o varias comorbilidades asociada al exceso de

peso.

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87

Tabla 19. Diagnósticos nuevos de HTA, DM y dislipemia establecidos durante el

estudio de los pacientes con obesidad mórbida.

MUJERES

n

HOMBRES

n

TOTAL

n

HTA conocida

desconocida

total

29 (41,1%)

15 (21,4%)

44 (62,8%)

12 (48%)

6 (24%)

18 (72%)

41 (43,1%)

21 (22,1%)

62 (65,2%)

DM conocida

desconocida

total

14 (21,4%)

6 (8,6%)

21 (30%)

5 (20%)

4 (16%)

9 (36%)

20 (21,1%)

10 (10,5%)

30 (31,6%)

Dislipemia conocida

desconocida

total

17 (24,3%)

9 (12,8%)

26 (37,1%)

6 (24%)

3 (12%)

9 (36%)

23 (24,2%)

12 (12,6%)

35 (36,8%)

HTA: Hipertensión arterial. DM: Diabetes mellitus tipo 2.

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88

III. CARACTERÍSTICAS ANTROPOMÉTRICAS, ANALÍTICAS Y

DE INSULINORRESISTENCIA

Había diferencias significativas entre hombres y mujeres respecto a todos los

parámetros antropométricos analizados, excepto para el IMC (tablas 20). Todos los

pacientes presentaban un perímetro de cintura elevado, asociado a riesgo vascular, y

superaban el porcentaje de grasa a partir del cual se considera que existe obesidad: 25%

en hombres y 33% en mujeres. Estas últimas eran las que tenían mayor porcentaje de

grasa corporal (tabla 20).

Tabla 20. Características antropométricas de 95 pacientes con obesidad mórbida.

MUJERES HOMBRES TOTAL

EDAD m+DE

Máx-Min

43,1+10,8*

62 - 22

37,4+8

51 - 21

41,5+10,4

62 - 21

PESO (Kg) m+DE

Máx-Min

126+19,9***

185 - 87

155,8+25,4

220 - 129

133,9+25,1

220 - 87

IMC (Kg/m 2) m+DE

Máx-Min

49,9+7,5

72,4 - 35

50,3+8,1

76,1 – 38,4

50,1+7,7

76,1 - 35

CINTURA (cm) m+DE

Máx-Min

129,6+14,9***

159 - 97

148,1+16,5

190 - 126

134,3+17,2

190 - 97

C/c m+DE

Máx-Min

0,9+0,1***

1,2 – 0,7

1,1+0,1

1,3 – 0,8

0,9+0,1

1,3 – 0,7

GRASA (%) m+DE

Máx-Min

50,8+5,9***

62,7 – 34,7

41,8+7,8

59,5 – 30,3

48,4+7,6

62,7 – 30,3

m: media. DE: desviación estándar. Máx: valor máximo. Min: valor mínimo. C/c: índice cintura/cadera.

Diferencias significativas entre sexos (U de Mann Whitney): p<0,05 (*), p<0,01(**), p<0,001(***)

Page 89: “Evolución de la resistencia a la insulina tras cirugía

89

Tabla 21. Características analíticas y de insulinorresistencia de 95 pacientes con

obesidad mórbida.

MUJERES HOMBRES TOTAL

GLUCOSA (mg/dl) m+DE

Máx-Min

114,5+37,8

255 - 75

127,8+62,6

343 - 78

118+45,6

343 - 75

INSULINA (mU/l) m+ DE

Máx-Min

26,4+15,9

96 - 8

33,6+13,8

56 - 10

28,1+15,7

96 - 8

PÉPTIDO C(ng/ml) m+DE

Máx-Min

4,5+1,7**

10,6 – 1,7

6,2+2,9

14,1 – 2,9

4,9+2,2

14,1 – 1,7

HBA 1C (%) m+DE

Máx-Min

5,7+1,3

10 - 4

6,3+2,4

12,9 – 4,2

5,8+1,8

12,9 - 4

HOMA m+DE

Máx-Min

7,1+5,7*

39,1 – 1,2

11,1+7,6

31,6 – 2,1

8,1+6,4

39,1 – 1,2

LEPTINA(ng/ml) m+DE

Máx-Min

98,7+36,4

152 – 27,7

92,9+21

120 – 72,2

99,7+34

152 – 27,7

m: media. DE: desviación estándar. Máx: valor máximo. Min: valor mínimo.

Diferencias significativas entre sexos (U de Mann Whitney): p<0,05 (*), p<0,01(**), p<0,001(***)

El índice HOMA estaba elevado (≥ 3,8) en el 68,4% de obesos (tabla 22) y era

significativamente mayor en hombres que en mujeres (tabla 21). Si se utiliza la

insulinemia basal para definir la RI, 61 obesos (64,2%) tenía valores plasmáticos ≥ 16,7

mU/l y en el 91 % de los mismos coexistía además con un índice HOMA ≥ 3,8. La

concordancia entre estos parámetros medida mediante el índice Kappa fue moderada

(K: 0,671) (figura 15). No se encontraron diferencias significativas en la incidencia de

RI entre ambos sexos (68% en hombres frente a 68,5% en mujeres).

Page 90: “Evolución de la resistencia a la insulina tras cirugía

90

Figura 15. Concordancia entre la insulinemia y el índice HOMA para definir la resistencia

a la insulina en pacientes con obesidad mórbida.

Índice HOMA Total

> 3,8 < 3,8

Insulina≥16,7 mU/l 56 5 61

Insulina<16,7 mU/l 9 25 34

Total 65 30 95

0

15

30

45

60

HOMA > 3,8 HOMA < 3,8

nº d

e pa

cien

tes

Insulina > 16,7

Insulina < 16,7

Page 91: “Evolución de la resistencia a la insulina tras cirugía

91

IV. EVOLUCIÓN DE LOS PARÁMETROS ANTROPOMÉTRICOS

TRAS LA CIRUGÍA BARIÁTRICA

Los obesos intervenidos presentaron una pérdida media de 43,8+18,7 kg de peso

durante el primer año de seguimiento. La mayor disminución ponderal se produjo

durante los primeros 3 meses (figura 16). El porcentaje de exceso de peso perdido era de

68% a los 12 meses y se correlacionaba positivamente con las disminuciones

encontradas del perímetro de cintura, del IMC, del porcentaje de grasa corporal y de la

glucemia basal (p<0,001).

Figura 16. Evolución de la pérdida de peso (kg) tras la cirugía bariátrica.

60

80

100

120

140

160

Basal 3 meses 6 meses 12 meses

Page 92: “Evolución de la resistencia a la insulina tras cirugía

92

La evolución del porcentaje de IMC perdido (%IMCP) se refleja en la siguiente

gráfica (figura 17):

En la tabla 22 se recogen el resto de parámetros antropométricos analizados a lo largo

del seguimiento. La disminución del porcentaje de grasa corporal mostraba una

correlación positiva con el %IMCP y con la disminución del peso, del IMC y del

perímetro de cintura (p<0,001).

Tabla 22. Antropometría antes del tratamiento quirúrgico y tras al cirugía

bariátrica de 95 pacientes con obesidad mórbida.

Basal 3 meses 6 meses 12 meses

Peso (kg) 133,9+25,1 110,9+19,7(***) 98,2+16,9 (***) 89+16,7 (***) (+++)

IMC(kg/m2) 50,1+7,7 41,9+6,7 (***) 37,1+5,8 (***) 33,8+5,8 (***) (+++)

Cintura(cm) 134,3+17,2 122,2+16,3(***) 114,5+16,8(***) 105,8+15,8(***)(+++)

C/c 0,9+0,1 0,9+0,1 0,9+0,1 0,9+0,1

Grasa (%) 48,4+7,6 42,2+7,8 (***) 36,6+9,2 (***) 31,6+10,4 (***) (+++)

Diferencias significativas respecto a la visita anterior: p<0,05(*), p<0,01(**), p<0,001(***)

Diferencias significativas entre la visita basal y la de los 12 meses: p<0,05(+), p<0,01(++), p<0,001(+++)

32,6

52,8

66,4

0

10

20

30

40

50

60

70

%IMCP

3 meses 6 meses 12 meses

Page 93: “Evolución de la resistencia a la insulina tras cirugía

93

V. EVOLUCIÓN DE LOS PARÁMETROS ANALÍTICOS Y DE

INSULINORRESISTENCI A TRAS LA CIRUGÍA BARIÁTRICA.

El índice HOMA disminuyó en cada visita durante todo el seguimiento (figura 18),

pero sólo con significación estadística durante los primeros 6 meses (tabla 23). El

descenso del índice HOMA se correlacionaba positivamente con la disminución de los

niveles de insulina (p<0,01), de péptido C (p<0,001) y de HbA1c, aunque la

significación estadística respecto a este parámetro de control metabólico disminuía

según pasaban los meses tras la cirugía (p<0,01 a los 3 meses frente a p<0,05 a los 12

meses).

Figura 18. Evolución del índice HOMA tras la cirugía bariátrica.

0

2

4

6

8

10

Basal 3 meses 6 meses 12 meses

(*) p<0,001 respecto a la anterior visita

El descenso de los niveles de glucosa plasmática se correlacionaba con el porcentaje

de peso perdido a los 3 meses de la cirugía (p<0,001) pero esta relación se perdía a los

12 meses de seguimiento.

*

*

Page 94: “Evolución de la resistencia a la insulina tras cirugía

94

Tabla 23. Estudio analítico y resistencia a la insulina (índice HOMA) antes del

tratamiento quirúrgico y tras la cirugía de 95 pacientes con obesidad mórbida.

Basal 3 meses 6 meses 12 meses

Glucosa (mg/dl) 118+45,6 101,1+25,7(***) 92+18,8 (***) 89,9+16,2 (+++)

Insulina (mU/l) 28,1+15,7 14,5+7,4 (***) 10,6+5,9 (***) 8,9+6,3 (+++)

Péptido C(ng/ml) 5,1+2,2 3,8+1,4 (**) 2,9+1,2 (***) 2,4+1,1(***)(+++)

HbA1c (%) 6+2 5,4+1 (*) 5+0,6 5,1+0,9 (+++)

HOMA 8,7+7,5 3,6+2,2 (***) 2,4+1,5 (***) 2,1+1,9 (+++)

Leptina (ng/ml) 100+35 53+29 (***) 38,3+22 (**) 25,2+15 (**)(+++)

Diferencias significativas respecto a la visita anterior: p<0,05(*), p<0,01(**), p<0,001(***)

Diferencias significativas entre la visita basal y la de los 12 meses: p<0,05(+), p<0,01(++), p<0,001(+++)

Los niveles séricos de leptina estaban inicialmente elevados y disminuyeron de forma

significativa durante todo el seguimiento (figura 19). Sin embargo, la interpretación de

estos resultados se debe hacer con cautela ya que la determinación de leptina sólo se

realizó a 24 pacientes.

Figura 19. Evolución de los niveles de leptina y del porcentaje de grasa corporal

tras la cirugía bariátrica.

0

50

100

Basal 3 meses 6 meses 12 meses

Grasa (%)

Leptina (ng/ml)

Page 95: “Evolución de la resistencia a la insulina tras cirugía

95

VI. EVOLUCIÓN DE LA GRASA CORPORAL TRAS LA CIRUGÍA

Si consideramos el porcentaje de grasa para definir la obesidad, al final del

seguimiento persistía ésta en el 62,3% de las mujeres y en el 39,1% de los hombres

(figura 20).

Figura 20: Prevalencia de la obesidad (%) según el porcentaje de grasa antes de la

cirugía y a los 12 meses de la misma.

En ambos sexos, los pacientes “no obesos” al final del seguimiento, según el

contenido de grasa corporal, tenían menor peso, IMC y cintura. Las mujeres, pero no los

hombres, que mantenían un porcentaje de grasa elevado tras la cirugía eran las que

tenían mayor edad, el índice HOMA más alto y las concentraciones plasmáticas de

insulina y péptido C más elevadas. Los niveles de leptina eran también más elevados en

los pacientes de ambos sexos que mantenían obesidad (tabla 24).

0

20

40

60

80

100

Hombre Mujer

Basal

12 meses postcirugía

Page 96: “Evolución de la resistencia a la insulina tras cirugía

96

Tabla 24. Características de los pacientes a los 12 meses de la cirugía bariátrica

según el sexo y el porcentaje de grasa corporal.

Sexo Mujer Hombre

% grasa ≥ 33 % grasa < 33 % grasa ≥ 25 % grasa < 25

n 38 23 9 14

Edad 46,6+ 10,5 (**) 38,7+5,7 37,6+8,6 35,8+7,2

Peso 89,6+12,7(***) 75,5+9,5 113,6+17,4 (+) 96,2+14,6

IMC 36,3+4,9 (***) 29+3,3 39,6+3,8 (+++) 30,1+2,6

Cintura 109,1+12 (***) 91,9+10,9 129,5+11,8(+++) 109,1+10,7

% grasa 40,4+5,5 (***) 26,3+4,4 31,7+3,7 (+++) 16,2+5,8

Glucosa 92,4+17,9 82,2+6,1 92,7+25,9 92,1+11,9

Insulina 9,8+7,1 (*) 7,1+6,2 13,2+5,4 9,1+5,3

Péptido C 2,6+1,1 (*) 1,8+0,8 2,8+1,3 2,6+0,9

HbA1c 5,1+6,7 4,8+0,4 5,3+0,9 4,8+0,3

HOMA 2,5+2,2 (***) 1,1+7,6 3,4+2,6 2,1+1,6

Leptina 42,8+23,7 (**) 15,1+7,6 23,5+11,3 (+) 6,6+3,7

% grasa ≥ 33 en mujeres: obesidad. %grasa < 33 en mujeres: normal.

% grasa ≥ 25 en hombres: obesidad. % grasa < 25 en hombres: normal.

Diferencias significativas en mujeres según porcentaje de grasa corporal: p<0,05 (*), p<0,01 (**),

p<0,001 (***).

Diferencias significativas en hombres según el porcentaje de grasa corporal (≥25 = obesidad): p<0,05

(+), p<0,01 (++), p<0,001 (+++).

Page 97: “Evolución de la resistencia a la insulina tras cirugía

97

VII. VARIABLES ANTROPOMÉTRICAS TRAS LA CIRUGÍA

BARIÁTRICA SEGÚN EL METABOLISMO HIDROCARBONADO.

Al iniciar el estudio, 20 de los 95 pacientes estudiados (21%) presentaban DM tipo 2

conocida. Posteriormente se diagnosticaron 3 (3,1%) al tener glucemias basales

superiores a 126 mg/dl en 2 determinaciones plasmáticas y, otros 7 (7,4%), por ser la

concentración plasmática de glucosa superior a 200 mg/dl a las 2 horas de la

administración de 75 g de glucosa oral (figura 21). En total, 30 pacientes obesos

(31,6%) presentaba DM tipo 2.

Figura 21. Forma de diagnóstico de la DM tipo 2 en los 30 pacientes con obesidad

mórbida intervenidos.

67%

10%

23%

DM conocida

Glucemia > 126 mg/dl

SOG

Page 98: “Evolución de la resistencia a la insulina tras cirugía

98

Con la sobrecarga oral de glucosa se detectó también TAG en 13 enfermos (13,7%).

En 52 obesos (54,7%) no se detectaron alteraciones en el metabolismo hidrocarbonado

(figura 22).

Figura 22. Clasificación de los obesos intervenidos según metabolismo

hidrocarbonado.

32%

14%

54%

Diabetes mellitus tipo 2

Tolerancia alterada a laglucosa

Tolerancia normal a laglucosa

La edad media, el perímetro de la cintura y el índice HOMA de los diabéticos fueron

significativamente mayores que la de los obesos con TNG pero no se apreciaron

diferencias respecto a los que tenían TAG (tabla 25). La glucemia basal media, la

insulinemia y la HbA1 fueron superiores en diabéticos pero no había diferencias

significativas entre personas con TAG y TNG. Éstos últimos son los que además tenían

los niveles más bajos de péptido C (tabla 26).

Page 99: “Evolución de la resistencia a la insulina tras cirugía

99

Tabla 25. Antropometría, estudio analítico y resistencia a la insulina (índice

HOMA) según el metabolismo hidrocarbonado antes del tratamiento quirúrgico.

Normal TAG DM tipo 2

n 52 14 30

Edad 38,6+10,7 (*) 43,3+8,6 45,9+9

Peso (kg) 133,2+22,4 129,3+20,8 136,9+30,9

IMC (kg/m 2) 49,7+7,1 47,2+6,9 51,8+8,6

Cintura (cm) 127,1+14,1 (*) 136,2+14,3 142,7+18,7

C/c 0,8+0,1 1+0,1 (-) 0,9+0,1 (+)

Grasa (%) 49,4+6,3 44,7+8,2 48,6+8,9

TAG: tolerancia alterada a la glucosa. DM: diabetes mellitus.

IMC: índice de masa corporal. C/c: índice cintura/cadera.

Diferencias significativas entre obesos con DM y obesos normales: p<0,05(*), p<0,01 (**), p<0,001

(***).

Diferencias significativas entre obesos normales y obesos con TAG: p<0,05 (-), p<0,01 (--), p<0,001 (---).

Diferencias significativas entre obesos con TAG y obesos con DM: p<0,05 (+) p<0,01 (++), p<0,001

(+++).

Page 100: “Evolución de la resistencia a la insulina tras cirugía

100

Tabla 26. Estudio analítico y resistencia a la insulina (índice HOMA) en pacientes

con obesidad mórbida, según metabolismo hidrocarbonado.

Normal TAG DM tipo 2

n 52 14 30

Glucosa (mg/dl) 93,8+9,2 (***) 102,4+13,4 166,7+54 (+++)

Insulina (mU/L) 24,6+14,1 36,7+2,7 30+13,6

Péptido C (ng/ml) 3,9+1,4 (**) 5,9+3,1 (-) 5,8+2

HbA1c (%) 4,8+0,5 (***) 5,1+0,5 7,2+1,8 (+++)

HOMA 5,7+3,7 (**) 9,7+9,6 11,3+6,7

Leptina (ng/ml) 97,4+38,4 101,5+22,5 95,2+36,8

TAG: tolerancia alterada a la glucosa. DM: diabetes mellitus.

Diferencias significativas entre obesos con DM y obesos normales: p<0,05(*), p<0,01 (**), p<0,001

(***).

Diferencias significativas entre obesos normales y obesos con TAG: p<0,05 (-), p<0,01 (--), p<0,001 (---).

Diferencias significativas entre obesos con TAG y obesos con DM: p<0,05 (+) p<0,01 (++), p<0,001

(+++).

No se encontraron diferencias entre los 3 grupos en los niveles basales de leptina.

Todos presentaron concentraciones elevadas pero de nuevo hay limitaciones en la

interpretación de los resultados por el escaso número de muestras analizadas.

Tras la cirugía bariátrica se volvieron a analizar todos los parámetros a los 3, 6 y 12

meses (tablas 27, 28, 29, 30, 31 y 32).

Page 101: “Evolución de la resistencia a la insulina tras cirugía

101

Tabla 27. Antropometría antes del tratamiento quirúrgico y tras la cirugía en 52

pacientes con obesidad mórbida sin alteraciones del metabolismo hidrocarbonado.

Basal 3 meses 6 meses 12 meses

Peso (kg) 133,2+22,4 111+17,8 (***) 97,6+15,9 (***) 87,2+15,2 (***)(+++)

IMC(kg/m 2) 49,7+7,1 41,8+6 (***) 36,7+5,3 (***) 32,9+5,3 (***)(+++)

Cintura(cm) 127,1+14,1 118,9+16,5(***) 110,6+17,6(***) 100,9+15,6(***)(+++)

C/c 0,8+0,1 0,8+0,1 0,8+0,1 0,8+0,1

Grasa (%) 49,4+6,3 42,7+7,04 (***) 36,4+8,2 (***) 29,6+9,9 (***)(+++)

IMC: índice de masa corporal. C/c: índice cintura/cadera

Diferencias significativas respecto a la visita anterior: p<0,05 (*), p<0,01 (**), p<0,001 (***)

Diferencias significativas entre visita basal y 12 meses: p<0,05 (+), p<0,01 (++), p<0,001 (+++)

Tabla 28. Estudio analítico y resistencia a la insulina (índice HOMA) antes del

tratamiento quirúrgico y tras la cirugía en 52 pacientes con obesidad mórbida sin

alteraciones del metabolismo hidrocarbonado.

Basal 3 meses 6 meses 12 meses

Glucosa(mg/dl) 93,8+9,2 88,7+10,7(***) 84,9+13,9 (*) 83,3+1,4 (+++)

Insulina(mU/L) 24,6+14,1 11,7+5,8 (***) 8,9+4 (**) 7,3+5,2 (+++)

PéptidoC(ng/ml) 3,9+1,4 3,2+1,1 2,5+1,2 (***) 2+0,8(**)(+++)

HbA1c (%) 4,8+0,5 4,7+0,6 4,7+0,5 4,9+0,4

HOMA 5,7+3,7 2,8+1,4 (***) 1,9+0,8 (***) 1,4+0,7(**)(+++)

Leptina (ng/ml) 97,4+38,4 54,4+33,9 35,6+23,7 28,5+20,3

Diferencias significativas respecto a la visita anterior: p<0,05 (*), p<0,01 (**), p<0,001 (***)

Diferencias significativas entre visita basal y 12 meses: p<0,05 (+), p<0,01 (++), p<0,001 (+++)

Page 102: “Evolución de la resistencia a la insulina tras cirugía

102

Tabla 29. Antropometría antes del tratamiento quirúrgico y tras la cirugía en 30

pacientes con obesidad mórbida diabéticos.

Basal 3 meses 6 meses 12 meses

Peso (kg) 136,9+30,9 110,8+22,9(***) 99,3+18,6 (***) 91,7+19,3(***)(+++)

IMC(kg/m 2) 51,8+8,6 42,7+7,5 (***) 38,2+6,5 (***) 35,3+11,3(***)(+++)

Cintura(cm) 142,7+18,7 125,8+16,2(***) 118,9+15,2(***) 111,8+15,3(**)(+++)

C/c 0,9+0,1 0,9+0,1 0,9+0,1 0,9+0,1

Grasa (%) 48,6+8,9 41,6+8,9 (***) 37,5+11,2 (**) 34,6+11,3 (*) (+++)

IMC: índice de masa corporal. C/c: índice cintura/cadera.

Diferencias significativas respecto a la visita anterior: p<0,05 (*), p<0,01 (**), p<0,001 (***)

Diferencias significativas respecto visita basal y 12 meses: p<0,05 (+), p<0,01 (++), p<0,001 (+++)

Tabla 30. Estudio analítico y resistencia a la insulina (índice HOMA) antes del

tratamiento quirúrgico y tras la cirugía en 30 pacientes con obesidad mórbida

diabéticos.

Basal 3 meses 6 meses 12 meses

Glucosa(mg/dl) 166,7+54 123,4+30,5(***) 105,7+21,4(*) 100,8+22,7(+++)

Insulina(mU/L) 30+13,6 18,5+7,8 (**) 13,2+7,5 (**) 11+6,5 (+++)

PéptidoC(ng/ml) 5,8+2 4,5+1,6 (*) 3,4+1,2 (*) 2,8+1,3 (*)(+++)

HbA1c (%) 7,2+1,8 6,1+1,1 (**) 5,5+0,7 (*) 5,5+1,3 (+++)

HOMA 11,3+6,7 4,8+2,8 (**) 3,3+2,1 (**) 3+2,4 (+++)

Leptina(ng/ml) 95,2+36,8 31,5+14,3 (***) 26,8+13,6 (*) 32,5+31,8(*)(+++)

Diferencias significativas respecto a la visita anterior: p<0,05 (*), p<0,01 (**), p<0,001 (***)

Diferencias significativas respecto visita basal y 12 meses: p<0,05 (+), p<0,01 (++), p<0,001 (+++)

Page 103: “Evolución de la resistencia a la insulina tras cirugía

103

Tabla 31. Antropometría antes del tratamiento quirúrgico y tras la cirugía en 13

pacientes con obesidad mórbida y tolerancia alteada a la glucosa (TAG).

Basal 3 meses 6 meses 12 meses

Peso (kg) 129,3+20,8 110,6+20,6(***) 98,3+17,9(***) 90,6+16,6(***)(+++)

IMC(kg/m 2) 47,2+6,9 40,4+7,1 (***) 35,9+5,7 (***) 33,3+5 (**)(+++)

Cintura(cm) 136,2+14,3 125,3+14,5(***) 118,8+14,7 (*) 112,6+11,4(**)(+++)

C/c 1+0,1 1+0,1 1+0,1 1+0,1

Grasa (%) 45,5+8 41,6+8,5 (**) 35,9+8,5 (**) 31,9+8,9 (**)(+++)

IMC: índice de masa corporal. C/c: índice cintura/cadera

Diferencias significativas respecto a la visita anterior: p<0,05 (*), p<0,01 (**), p<0,001 (***)

Diferencias significativas respecto a la visita basal y 12 meses: p<0,05 (+), p<,01 (++), p<0,001 (+++)

Tabla 32. Estudio analítico y resistencia a la insulina (índice HOMA) antes del

tratamiento quirúrgico y tras la cirugía en 13 pacientes con obesidad mórbida y

tolerancia alterada a la glucosa (TAG).

Basal 3 meses 6 meses 12 meses

Glucosa(mg/dl) 102,4+13,4 91,1+11,1 (*) 87,7+9,9 88,1+8,7 (++)

Insulina(mU/L) 36,7+2,7 14,1+7,2 9+5,6 10,8+8,3

Péptido C(ng/ml 5,6+2,4 3,8+1,2 3+0,6 2,8+1

HbA1c (%) 5,2+0,6 5,1+0,3 5+0,2 5+0,4

HOMA 13,2+1,2 3,4+1,8 (***) 1,8+1,2 (**) 2,4+2,2 (+++)

Leptina (ng/ml) 101,5+22,5 67,9+6,9(***) 36,2+19,9(***) 26+17,4(**)(+++)

Diferencias significativas respecto a la visita anterior: p<0,05 (*), p<0,01 (**), p<0,001 (***)

Diferencias significativas respecto a la visita basal y 12 meses: p<0,05 (+), p<,01 (++), p<0,001 (+++)

Page 104: “Evolución de la resistencia a la insulina tras cirugía

104

Tanto el peso (figura 23) como el IMC (figura 24) y el perímetro de cintura (figura

25), pero no el índice C/c, descendieron de forma significativa en los 3 grupos.

Figura 23. Evolución del peso tras la cirugía bariátrica.

70

85

100

115

130

145

Basal 3 meses 6 meses 12 meses

kg

Tolerancia normal ala glucosa

Tolerancia alterada ala glucosa

DM tipo 2

Page 105: “Evolución de la resistencia a la insulina tras cirugía

105

Figura 24. Evolución del índice de masa corporal (kg/m2) tras la cirugía bariátrica.

30

40

50

60

Basal 3 meses 6 meses 12 meses

Tolerancia normal a laglucosa

Tolerancia alterada a laglucosa

DM tipo 2

Figura 25. Evolución del perímetro de la cintura (cm) tras la cirugía bariátrica.

100

110

120

130

140

150

Basal 3 meses 6meses 12 meses

Tolerancia normal ala glucosa

Tolerancia alterada ala glucosa

DM tipo 2

Page 106: “Evolución de la resistencia a la insulina tras cirugía

106

El porcentaje de IMC perdido fue similar entre los diabéticos y los obesos

normoglucémicos aunque la diferencia casi era significativa a los 12 meses (figura 26).

Figura 26. Evolución del porcentaje de IMC perdido (%IMCP) en obesos

diabéticos o con tolerancia normal a la glucosa tras la cirugía bariátrica.

Diabetes Mellitus TNG p

%IMCP 3 meses 35,2+14,6 31,1+14,8 NS

%IMCP 6 meses 50,8+15 54+13,8 NS

%IMCP 12 meses 61,8+17 69,5+17,5 0,06

0

10

20

30

40

50

60

70

%IMCP

3 meses 6 meses 12 meses

DM tipo 2

TNG

Page 107: “Evolución de la resistencia a la insulina tras cirugía

107

La media del porcentaje de grasa corporal, superior a 40% en los 3 grupos antes de la

cirugía bariátrica, disminuyó de forma significativa tras la misma, pero sólo los obesos

con TNG llegaron a tener un porcentaje de grasa corporal próximo a la normalidad a los

12 meses de la cirugía (figura 27). Si se considera por sexos, el porcentaje de grasa

corporal, al final del seguimiento, era normal en 12 hombres (92,3%) y en 29 mujeres

(74,3%) con TNG. Sin embargo, en el grupo con DM sólo se normalizó en un hombre

(11,1%) y en 6 mujeres (28,5%)

Figura 27. Evolución del porcentaje de grasa corporal tras la cirugía bariátrica.

25

30

35

40

45

50

55

Basal 3 meses 6 meses 12 meses

Tolerancia normala la glucosa

Tolerancia alteradaa la glucosa

DM tipo 2

El descenso de la concentración plasmática de glucemia e insulina en DM y en TNG

se produjo fundamentalmente durante los 3 primeros meses tras la cirugía. Las

variaciones detectadas en la determinación de péptido C fueron posteriores. Los obesos

con TNG son los que experimentaron el mayor descenso en los niveles de péptido C

entre los 3 y 12 meses tras la cirugía.

Page 108: “Evolución de la resistencia a la insulina tras cirugía

108

El índice HOMA al final del seguimiento fue significativamente inferior al previo a la

cirugía en todos los grupos estudiados pero continuaba siendo superior en enfermos

diabéticos respecto a normales (figura 28).

Figura 28. Evolución del índice HOMA tras la cirugía bariátrica.

BASAL 3 MESES 6 MESES 12 MESES

TNG 5,7+3,9 2,8+1,4*** 1,9+0,8*** 1,4+0,7** (+++)

TAG 9,7+9,6 3,4+1,8*** 1,8+1,2 ** 2,4+2,2 (+++)

DM TIPO 2 11,3+6,8 4,8+2,8** 3,3+2,1** 3+2,4 (+++)

TNG: Tolerancia normal a la glucosa. TAG: Tolerancia alterada a la glucosa. DM: Diabetes mellitus.

Diferencias significativas respecto a la anterior visita dentro del mismo grupo de pacientes: p<0,05 (*),

p<0,01 (**), p<0,001 (***).

Diferencias significativas entre la visita basal y la de los 12 meses dentro del mismo grupo de

pacientes: p<0,05 (+), p<0,01 (++), p<0,001 (+++).

0 2 4 6 8 10 12

Índice HOMA

12 meses

6 meses

3 meses

Basal

DM TIPO 2

TAG

TNG

Page 109: “Evolución de la resistencia a la insulina tras cirugía

109

VIII. ANÁLISIS DE LOS RESULTADOS A LOS TRES MESES D E

LA CIRUGÍA.

No existían diferencias significativas entre los 3 grupos respecto a las variables

antropométricas analizadas.

La HbA1c era significativamente mayor en pacientes con DM tipo 2 pero únicamente

2 diabéticos mantenían niveles > 7%, valor considerado como límite superior aceptable

de control metabólico. El índice HOMA también era significativamente más alto en

diabéticos (figura 29) pero sólo con diferencia significativa respecto a normales (tabla

33). En este último grupo sólo 7 obesos (13,4%) mantenían un índice HOMA

anormalmente alto (>3,8).

Figura 29. Niveles de HbA1c e índice HOMA a los 3 meses de la cirugía bariátrica.

Normal TAG DM tipo 20

1

2

3

4

5

6

7

HOMA

HbA1c

Page 110: “Evolución de la resistencia a la insulina tras cirugía

110

Tabla 33. Estudio analítico y resistencia a la insulina (índice HOMA) a los 3 meses

de la cirugía bariátrica.

Normal TAG DM tipo 2

Glucosa (mg/dl) 88,7+10,7 (***) 91,1+11,1 123,4+30,5 (+++)

Insulina (mU/L) 11,7+5,8 (*) 14,1+7,2 18,5+7,8

Péptido C 3,2+1,1 (*) 3,8+1,2 4,5+1,6

HbA1c (%) 4,7+0,6 (**) 5,1+0,3 6,1+1,1 (+)

HOMA 2,8+1,4 (**) 3,4+1,8 4,8+2,8

Leptina 54,4+33,9 67,9+6,9 31,5+14,3

TAG: Tolerancia alterada a la glucosa. DM: Diabetes mellitus.

Diferencias significativas entre grupo “Normal” y grupo “DM tipo 2”: p<0,05 (*), p<0,01 (**), p<0,001

(***).

Diferencias significativas entre grupo “TAG” y grupo “DM tipo 2”: p<0,05 (+), p<0,01 (++),

p<0,001 (+++).

Page 111: “Evolución de la resistencia a la insulina tras cirugía

111

IX. ANÁLISIS DE LOS RESULTADOS A LOS 6 MESES DE LA

CIRUGÍA.

No existían diferencias entre los parámetros antropométricos analizados entre los 3

grupos.

La glucemia media y la HbA1c eran superiores en obesos con DM tipo 2 (figura 30)

pero la HbA1c era ya < 6,5% en todos ellos. La insulinemia era superior en diabéticos

pero había desaparecido la diferencia respecto a los pacientes con TAG. La media del

índice HOMA era inferior a 3,8 en todos los grupos (tabla 34).

Figura 30. Niveles de HbA1c e índice HOMA a los 6 meses de la cirugía bariátrica.

Normal TAG DM tipo 20

1

2

3

4

5

6

HOMA

HbA1c

Page 112: “Evolución de la resistencia a la insulina tras cirugía

112

Tabla 34. Estudio analítico y resistencia a la insulina (índice HOMA) a los 6 meses

del tratamiento quirúrgico.

Normal TAG DM tipo 2

Glucosa (mg/dl) 84,9+13,9 (***) 87,7+9,9 105,7+21,4 (++)

Insulina (mU/L) 8,9+4 (*) 11,1+6,4 13,2+7,5

Péptido C (ng/ml) 2,5+1,2 (*) 3+0,6 3,4+1,2

HbA1c (%) 4,7+0,5 (***) 4,9+0,3 5,5+0,7 (+)

HOMA 1,9+0,8 (**) 2,5+1,7 3,3+2,1

Leptina (ng/ml) 35,6+23,7 36,2+19,9 26,8+13,6

TAG: Tolerancia alterada a la glucosa. DM: Diabetes mellitus.

Diferencias significativas entre grupo “Normal” y grupo “DM tipo 2”: p<0,05 (*), p<0,01 (**), p<0,001

(***).

Diferencias entre grupo “TAG” y grupo “DM tipo 2”: p<0,05 (+), p<0,01 (++), p<0,001 (+++).

Page 113: “Evolución de la resistencia a la insulina tras cirugía

113

X. ANÁLISIS DE LOS RESULTADOS A LOS 12 MESES DE LA

CIRUGÍA.

Todos los pacientes con DM y TAG mantenían una circunferencia de cintura

asociada con riego vascular alto (88 cm en mujeres y 102 cm en hombres). Sin

embargo, en el grupo con TNG, 11 hombres (84,6%) y 15 mujeres (38,4%) tenían un

perímetro de cintura no asociado a riesgo vascular. También en este grupo el índice C/c

era menor (tabla 35).

Tabla 35. Antropometría a los 12 meses del tratamiento quirúrgico.

Normal TAG DM tipo 2

Peso (kg) 87,2+15,2 90,6+16,6 91,7+19,3

IMC(kg/m 2) 32,9+5,3 33,3+5 35,3+6,6

Cintura (cm) 100,9+15,6 (*) 112,6+11,4 111,8+15,3

C/c 0,8+0,1 (**) 1+0,1 (+++) 0,9+0,1

Grasa (%) 29,6+9,9 31,9+8,9 34,6+11,3

IMC: índice de masa corporal. C/c: índice cintura/cadera.

Diferencias significativas entre grupo “Normal” y grupo “DM tipo 2”: p<0,05 (*), p<0,01 (**), p<0,001

(***).

Diferencias significativas entre grupo “Normal” y grupo con “TAG”: p<0,05 (+), p<0,01 (++), p<0,001

(+++)

En todos los diabéticos, la HbA1c reflejaba un control óptimo de la glucemia. Los

niveles de insulina no eran diferentes en los 3 grupos, aunque la diferencia casi era

significativa entre pacientes normales y diabéticos (p: 0,057) (tabla 36).

Page 114: “Evolución de la resistencia a la insulina tras cirugía

114

Tabla 36. Estudio analítico y resistencia a la insulina (índice HOMA) a los 12

meses del tratamiento quirúrgico.

Normal TAG DM tipo 2

Glucosa (mg/dl) 83,3+1,4 (***) 88,1+8,7 100,8+22,7 (+)

Insulina (mU/L) 7,3+5,2 10,8+8,3 11+6,5

Péptido C (ng/ml) 2+0,8 (**) 2,7+1 2,8+1,3

HbA1c (%) 4,8+0,3 (**) 5+0,4 5,5+1,3

HOMA 1,4+0,7 (**) 2,3+2,2 3+2,4

Leptina (ng/ml) 28,5+20,3 26+17,4 32,5+31,8

TAG: tolerancia alterada a la glucosa. DM: Diabetes mellitus.

Diferencias significativas entre grupo “Normal” y grupo “DM tipo 2”: p<0,05 (*), p<0,01 (**), p<0,001

(***).

Diferencias significativas entre grupo “TAG” y grupo “DM tipo 2”: p<0,05 (+), p<0,01 (++), p<0,001

(+++).

La figura 31 refleja los niveles de HbA1c y el índice HOMA de los 3 grupos

estudiados. El 98% de los obesos con TNG y el 76,6% de diabéticos tuvieron un índice

HOMA inferior a 3,8 a los 12 meses de seguimiento (tabla 37). Como ya se ha

comentado con anterioridad el escaso número de pacientes con TAG hace difícil sacar

conclusiones fiables pero sólo 2 (15,4%) mantenía el índice HOMA elevado.

Page 115: “Evolución de la resistencia a la insulina tras cirugía

115

Figura 31. Niveles de HbA1c e índice HOMA a los 12 meses de la cirugía bariátrica.

Tabla 37. Evolución del índice HOMA en pacientes según el metabolismo

hidrocarbonado.

Basal 12 meses postcirugía

Índice HOMA < 3,8

n(%)

> 3,8

n(%)

< 3,8

n(%)

> 3,8

n(%)

DM tipo 2 4 (13,3%) 26(86,4%) 23(76,6%) 7(23,4%)

TAG 2(15,4%) 11(84,6%) 11(84,6%) 2(15,4%)

TNG 24(46,2%) 28(53,8%) 51(98%) 1(2%)

Total 30(31,5%) 65(68,4%) 85(89,5%) 10(10,5%)

DM: diabetes mellitus. TAG: Tolerancia alterada a la glucosa. TNG: Tolerancia normal a la

glucosa.

Normal TAG DM tipo 2

0

1

2

3

4

5

6

HOMA

HbA1c

Page 116: “Evolución de la resistencia a la insulina tras cirugía

116

La evolución de la prevalencia de RI tras la cirugía bariátrica queda reflejada en las

figuras 32 y 33.

Fig. 32. Prevalencia de la resistencia a la insulina (índice HOMA > 3,8) según

metabolismo hidrocarbonado antes de la cirugía bariátrica.

0

20

40

60

80

100

Normal TAG DM tipo 2 Total

HOMA < 3,8

HOMA > 3,8

Fig. 33. Prevalencia de la resistencia a la insulina (índice HOMA ≥ 3,8) según

metabolismo hidrocarbonado a los 12 meses de la cirugía bariátrica.

0

20

40

60

80

100

Normal TAG DM tipo 2 Total

HOMA < 3,8

HOMA > 3,8

Page 117: “Evolución de la resistencia a la insulina tras cirugía

117

DISCUSIÓN

Page 118: “Evolución de la resistencia a la insulina tras cirugía

118

Page 119: “Evolución de la resistencia a la insulina tras cirugía

119

DISCUSIÓN

I. CARACTERÍSTICAS GENERALES ANTES DE LA CIRUGÍA

La obesidad es una enfermedad crónica producida por un exceso de grasa corporal,

que se manifiesta habitualmente por un aumento del peso.

La prevalencia de mujeres en nuestra serie es del 75,5%, claramente superior a la de

hombres y similar a la descrita en otros estudios publicados de pacientes tratados con

cirugía bariátrica132, 135. El estudio SEEDO 9718 mostró que, aunque la prevalencia de la

obesidad varía en distintas regiones españolas, en todas predomina en las mujeres pero

sólo con leve diferencia entre ambos sexos. En la Comunidad Valenciana se estima que

la obesidad afecta al 17,8% de mujeres y al 14,7% de hombres. La razón de la

discrepancia entre la prevalencia de la obesidad en la población general y en los

pacientes sometidos a cirugía bariátrica podría estar relacionada con la mayor

frecuencia con que las mujeres, entre 18 y 65 años, demandan consulta médica por

obesidad.

El nivel cultural de la población obesa estudiada por nosotros es muy bajo, sobre todo

el de las mujeres, coincidiendo con los datos previamente publicados20. Respecto a la

ocupación laboral se debería dar importancia al elevado número de amas de casa

existente ya que, al ser casi siempre responsables de la dieta de la familia, pueden ser un

vehículo “transmisor” de la obesidad.

En nuestra serie más del 95% de los obesos no realiza ningún tipo de ejercicio

físico y hay un elevado número de fumadores, sobre todo entre los hombres. Según la

Encuesta Nacional de Salud llevada a cabo en España en 1997, la prevalencia de

consumo de cigarrillos era del 36%. El estudio transversal y aleatorio Burriana136,

realizado recientemente en la Comunidad Valenciana entre 317 personas con edades

comprendidas entre 30 y 79 años (edad media 51 años), encontró una prevalencia de

tabaquismo del 25,9%. En nuestra serie, donde la edad media de la población es de 41

años, la prevalencia de tabaquismo es del 41%, claramente superior. Si se consideran los

grupo de edad comprendido entre 30-39 años y 40-49 años del estudio Burriana, la

Page 120: “Evolución de la resistencia a la insulina tras cirugía

120

prevalencia de tabaquismo asciende a 32% y 43,5% respectivamente, más parecida a la

encontrada en nuestro grupo. Dado que, tanto el sedentarismo como el tabaquismo,

aumentan el riesgo cardiovascular, la modificación del estilo de vida debería ser un

objetivo prioritario en el tratamiento de la obesidad. El ejercicio físico regular aumenta

la longevidad, incluso en los pacientes con sobrepeso137.

En la obesidad mórbida es difícil determinar si existe obesidad periférica o abdominal

porque los depósitos grasos son abundantes y generalizados pero la circunferencia de

cintura sigue siendo un parámetro útil para determinar el riesgo vascular porque se

relaciona estrechamente con la grasa intraabdominal medida por tomografía

computarizada.

El perímetro de cintura es sencillo de obtener, tiene poca variabilidad y es fácil de

interpretar pero para ser verdaderamente útil es necesario consensuar la forma de

medirlo. Hasta la actualidad se han propuesto diversas formas de medir la cintura. La

más extendida, recomendada por la OMS y utilizada por nosotros, es el punto medio

entre la última costilla y la cresta iliaca. Tampoco es fácil establecer un estándar de

normalidad para el perímetro de cintura. En 1998 la OMS consideraba como patológico

que la cintura fuera superior a 88 cm en mujeres y superior a 102 cm en hombres. Un

estudio posterior llevado a cabo por Dobbelteyn y col.138 mostraba que el umbral de 94

cm en hombres y de 80 cm en mujeres guardaba una mejor relación sensibilidad-

especificidad en la predicción de riesgos vasculares y metabólicos. En la población

estudiada por nosotros seguimos los criterios propuestos por Dobbelteyn, adoptados

también por la International Diabetes Federation12, para valorar la normalidad del

perímetro de cintura. Según ellos, todos nuestros pacientes tienen el perímetro de

cintura “patológico” antes del tratamiento quirúrgico. Por ello el riesgo metabólico y

vascular que presentan es muy alto, justificando ampliamente el tratamiento de los

mismos con cirugía bariátrica.

La limitación que tiene la medición del perímetro de cintura en la valoración de la

obesidad es que no cuantifica la grasa abdominal ni indica con precisión si ésta es

visceral o subcutánea. Para ello hay que recurrir a otros métodos. La medición del

pliegue cutáneo permite estimar el porcentaje de grasa corporal en personas con

normopeso, pero no en obesidad mórbida139. La tomografía computarizada (TC) o la

resonancia magnética (RM) pueden delimitar los compartimentos grasos, ya sea

Page 121: “Evolución de la resistencia a la insulina tras cirugía

121

mediante la atenuación del paso de los rayos X producida por los tejidos, o por el

comportamiento especial del tejido graso frente a la radiación electromagnética, pero su

alto coste, el tiempo de realización, las dificultades de estandarización de la técnica y, el

riesgo de radiación en el caso de la TC, hacen que sólo se utilicen en el ámbito de la

investigación. La absorciometría dual por rayos-X (DEXA) puede determinar la

composición corporal con precisión en pacientes obesos140, indicando si la obesidad es

central o periférica, pero tampoco puede distinguir entre componentes visceral y

subcutáneo. Por otra parte, la DEXA también es un método caro y somete al enfermo a

radiación.

En nuestro medio sólo hemos podido emplear la impedanciometría bioeléctrica

tetrapolar para estudiar el contenido de grasa corporal. Esta técnica se basa en la baja

conductividad eléctrica del tejido adiposo. Mediante el paso por el organismo de una

mínima corriente eléctrica alterna es posible cuantificar la masa grasa del tejido con

mayor precisión que la antropometría y con menor coste que la DEXA, la TC o la RM,

y sin riesgos añadidos. Por todo ello, para algunos autores la impedanciometría es un

método adecuado para determinar la composición corporal en personas con obesidad141.

Sin embargo, al igual que la DEXA, no indica el contenido de grasa visceral y

subcutánea.

En nuestra serie, antes de la cirugía, las mujeres tienen un porcentaje de grasa

corporal mayor que los hombres. La causa probablemente se relacione con la presencia

de un contenido mayor de grasa subcutánea en mujeres, como se ha descrito con

anterioridad en otras publicaciones3. El hecho de que los niveles de leptina, relacionados

con la grasa abdominal y no con la subcutánea, sean similares en hombres y mujeres en

nuestro estudio, también apoyaría esta teoría. Tras la menopausia el contenido de grasa

visceral puede aumentar en las mujeres142, incrementándose también el riesgo vascular.

En la población estudiada por nosotros el número de mujeres posmenopáusicas es muy

bajo (14,2%) lo que impide sacar conclusiones respecto a probables diferencias en el

contenido de grasa entre mujeres premenopáusicas y posmenopáusicas y su posible

relación con factores de riesgo metabólico y vascular.

El exceso de adiposidad intraabdominal es el que más incide sobre el riesgo

cardiometabólico global, como también se demuestra en nuestro estudio. La prevalencia

Page 122: “Evolución de la resistencia a la insulina tras cirugía

122

de HTA y DM tipo 2 detectada en los pacientes con obesidad mórbida estudiados es

más alta que la encontrada en la población general136.

En la mayoría de series quirúrgicas de obesidad mórbida las comorbilidades se

describen en el 41-72% de pacientes143, 144. En nuestro estudio llama la atención que

inicialmente el 52% de pacientes presenta algún tipo de comorbilidad pero, al completar

el estudio orientado hacia su diagnóstico, el porcentaje sube hasta 88,4%. Tanto la

HTA como la dislipemia, no estaban diagnosticadas en casi la tercera parte de los

pacientes afectos. Sabiendo que la detección de ambos cuadros clínicos es fácil y

además tienen tratamientos efectivos, sería recomendable incidir en la necesidad de

realizar tomas de tensión arterial y estudios analíticos del perfil lipídico en todos los

pacientes con obesidad mórbida, más si el perímetro de cintura es patológico e

indicativo de obesidad intraabdominal.

Page 123: “Evolución de la resistencia a la insulina tras cirugía

123

II. EFECTO DE LA CIRUGÍA SOBRE LOS PARÁMETROS

ANTROPOMÉTRICOS

La gastroplastia vertical asociada a bypass intestinal produce una disminución rápida

y progresiva de peso en todos los pacientes estudiados por nosotros. Al año de la cirugía

el peso medio desciende 44,9 kg y, el IMC, una media de 16,3 kg/m2. El porcentaje de

IMC perdido (%IMCP) a los 12 meses de seguimiento es del 66,4%. El %IMCP se

calcula utilizando la siguiente fórmula:

%IMCP = IMC precirugía – IMC actual x 100

IMC precirugía – 25

El %IMCP utiliza para su cálculo 25 al ser este valor el considerado como límite

superior de IMC normal. El exceso de peso perdido (%EPP) se calcula utilizando el

peso “ideal” basado en las antiguas tablas de la Metropolitan Life Insurance Company.

Nosotros preferimos emplear el %IMCP para valorar los resultados quirúrgicos sobre la

pérdida ponderal, siguiendo las últimas recomendaciones dadas en revistas

científicas145, pero es difícil comparar con él nuestros resultados ya que la mayoría de

autores emplean aún el %EPP.

El %EPP encontrado por nosotros es del 68%, similar al descrito por Coppini LZ y

col.146 realizando bypass gástrico. Buchwald y col.132 en un metanálisis efectuado entre

más de 7000 pacientes analizaron el porcentaje de peso perdido y comprobaron que es

superior cuando se emplean derivaciones biliopancreáticas (70,1%) o bypass gástrico

(68,2%) que cuando se realiza una gastroplastia vertical (61,6%) o se coloca una banda

gástrica (47,5%). Según pasa el tiempo, la diferencia de resultados entre diversas

técnicas se hace menos notable en algunos estudios, obteniéndose resultados parecidos a

los 3 años de seguimiento con diferentes técnicas restrictivas. Sin embargo, siempre

persiste una mayor pérdida de peso cuando la cirugía produce cierto grado de

malabsorción. El hecho de que la cirugía sea abierta o laparoscópica no modifica los

resultados.

Page 124: “Evolución de la resistencia a la insulina tras cirugía

124

El ritmo de pérdida de peso observado por nosotros tras la cirugía no es igual durante

todo el seguimiento. La mayor pérdida ponderal se produce durante los primeros 3

meses siendo el %IMCP del 32,6% durante este tiempo. Los resultados son similares a

los encontrados por otros autores132 y la razón para esta mayor pérdida de peso inicial

parece radicar en que, tras el tratamiento quirúrgico, disminuye notablemente la ingesta

calórica por razones mecánicas, pero también porque los pacientes suelen experimentar

una disminución de apetito muy acentuada durante los primeros meses postquirúrgicos.

La causa de la misma es desconocida pero parece estar implicada la ghrelina. Ésta es

una hormona polipeptídica secretada por células localizadas en el fundus gástrico. Sus

niveles se modifican a lo largo del día, siendo especialmente altos antes de las comidas

y durante la noche y, bajos, tras la ingesta. Esto sugiere que la ghrelina juega un

importante papel en la sensación de hambre y puede inducir a tomar alimentos.

En algunos estudios se ha comprobado una inhibición de la liberación normal pulsátil

de ghrelina cuando se realiza bypass gástrico40. Esto posiblemente se deba a

alteraciones en la configuración intestinal147 y a la permanente ausencia de comida en

estómago y duodeno tras la cirugía. Esta inhibición de la ghrelina se ha observado

también tras derivaciones biliopancreáticas con switch duodenal148 pero no en otros

tipos de cirugía bariátrica149. Tampoco todos los estudios han demostrado disminución

de los niveles de ghrelina tras bypass gástrico150. Esta disparidad de resultados puede

deberse a que el efecto de la cirugía bariátrica sobre los niveles de ghrelina depende del

grado de afectación funcional de las células del fundus gástrico y éste puede diferir

incluso en iguales técnicas quirúrgicas.

Está claro que la cirugía bariátrica es un método eficaz para lograr una pérdida de

peso importante en pacientes con obesidad mórbida, como nosotros mismos hemos

podido comprobar. Sin embargo, hay pocos estudios prospectivos que comparen los

resultados quirúrgicos con los logrados sólo con tratamiento dietético. Uno de ellos es el

estudio observacional SOS (Swedish Obese Subjects)151. En una parte del mismo se

comparó la pérdida de peso lograda por 2 grupos de obesos: unos tratados médicamente

y otros mediante cirugía bariátrica. La tercera parte de los pacientes eran hombres, la

edad media de 47 años y el IMC de 41 kg/m2. Al año del tratamiento la pérdida de peso

de los pacientes intervenidos era de 50 kg, similar a la detectada en nuestra serie, y de

tan sólo 15 kg en los controlados sólo con dieta. A los 8 años de seguimiento los 252

Page 125: “Evolución de la resistencia a la insulina tras cirugía

125

obesos tratados quirúrgicamente mantenían una pérdida media de unos 20 kg pero los

232 tratados médicamente tenían un peso similar al que presentaban al iniciar el estudio.

A los 10 años de seguimiento se mantenían resultados similares.

Tampoco hay casi estudios que evalúen la evolución de la composición corporal tras

la cirugía152, 153. Nosotros hemos comprobado que se produce una pérdida progresiva y

significativa de la masa grasa durante todo el seguimiento, diferente en ambos sexos. Al

final del seguimiento, el 60,9% de hombres logra tener un porcentaje de grasa corporal

normal pero sólo el 37,7% de las mujeres. Esto podría deberse a que el porcentaje de

grasa antes de la cirugía es muy superior en las mujeres, la actividad física es mayor en

los hombres, y la edad media de las mujeres es mayor que la de los hombres,

disminuyendo su expectativa de pérdida de grasa.

Tanto la pérdida de peso como la de tejido graso encontrada por nosotros tras la

cirugía bariátrica se correlacionan positivamente con la disminución del perímetro de

cintura, indicador de obesidad intraabdominal, señalando un descenso del riesgo

vascular. Las 4 mujeres intervenidas con edad superior a 55 años son las que presentan

menor pérdida de masa grasa y mantienen el perímetro de cintura mayor. Esto apoyaría

las recomendaciones dadas por algunos autores para no realizar cirugía bariátrica en

personas mayores de 55 años alegando que los riesgos quirúrgicos aumentan con la

edad y los resultados quirúrgicos son peores. El escaso número de pacientes mayores de

55 años intervenidos en nuestra serie no nos permite extraer conclusiones respecto a

este punto.

No hemos encontrado modificaciones del índice C/c tras el tratamiento quirúrgico

pero hay que considerar que en la obesidad mórbida este índice pierde utilidad como

marcador de riesgo vascular ya que no guarda clara relación con la composición grasa

corporal13, sobre todo en mujeres.

Page 126: “Evolución de la resistencia a la insulina tras cirugía

126

III. EFECTO DE LA CIRUGÍA SOBRE LA RESISTENCIA A LA

INSULINA

El índice HOMA ha sido utilizado anteriormente en numerosos estudios para estudiar

la RI y se ha comprobado que es un método sencillo y práctico, y más sensible que la

determinación de la insulina basal119.

Nosotros consideramos que existe RI cuando el índice HOMA es > 3,8 ya que este

valor representa el percentil 75 en una población estudiada en Valencia, no diabética,

con características demográficas similares a las presentadas por nuestros pacientes119. El

68,4% de pacientes obesos de nuestra serie presentan RI según este criterio. El índice

HOMA medio detectado antes del tratamiento quirúrgico es 8,1, superior al detectado

por otros autores en series quirúrgicas154. La causa de esta discrepancia puede deberse al

mayor IMC presentado por nuestros pacientes.

El índice HOMA, tanto en nuestra serie como en el estudio Burriana136, es superior

en hombres que en mujeres pero no encontramos diferencias en la incidencia de RI entre

ambos sexos, aunque el porcentaje de grasa, claramente relacionado con la RI, es

superior en mujeres. Esto apoyaría también la teoría expuesta anteriormente de que el

mayor porcentaje de grasa en mujeres se debe a un mayor contenido de grasa

subcutánea que visceral.

Es importante destacar que la RI es más frecuente en nuestros pacientes que la DM, y

el 71% de obesos con tolerancia normal a la glucosa presentan RI, coincidiendo con

resultados obtenidos por otros autores155. Esto demuestra que la RI puede desarrollarse

antes de que se manifieste la DM u otras comorbilidades de la obesidad156. Si la cirugía

bariátrica consiguiera disminuir la RI con la pérdida de peso está claro que disminuirían

de forma evidente los riesgos metabólicos y vasculares61, 156.

A los 3 meses de la cirugía bariátrica, nuestros pacientes presentan el índice HOMA

normal (<3,8), aún cuando el IMC medio sigue siendo alto (41,9 kg/m2). Posteriormente

no se detectan cambios significativos en este parámetro de RI aunque el peso y el IMC

siguen disminuyendo hasta el final del seguimiento.

Es evidente que existe cierta disociación entre la pérdida de peso y la recuperación de

la sensibilidad a la insulina. Wickremesekera y col.157 observaron una disminución de la

RI, medida por el índice HOMA, a los 6 días de la realización de un bypass gástrico.

Page 127: “Evolución de la resistencia a la insulina tras cirugía

127

Rubino y col.158 comprobaron un descenso de la insulinemia basal a las 3 semanas de la

cirugía. Burstein y col.159 no hallaron normalización de la sensibilidad a la insulina tras

bypass gástrico y Letiexhe y col.160 sólo aprecian resolución de la RI cuando se llega al

peso ideal. Muscelli y col.127 estudiaron 18 pacientes obesos y vieron la evolución de las

comorbilidades tras realizar a 10 de ellos bypass gástrico y a 8 una derivación

biliopancreátrica. Aunque la cuantía de la pérdida ponderal y la velocidad de la misma

fue similar en ambos grupos, en los pacientes tratados con derivación biliopancreática la

RI había desaparecido a los 6 meses del tratamiento quirúrgico, cuando el IMC era

superior a 39 kg/m2, y la sensibilidad a la insulina siguió aumentando hasta niveles

suprafisiológicos a los 18 meses de seguimiento. En los pacientes sometidos a bypass

gástrico, la RI prácticamente no se modificó en los primeros 6 meses y luego fue

disminuyendo hasta los 16 meses de seguimiento.

Como se puede apreciar, los resultados de los estudios realizados sobre el efecto de

la cirugía bariátrica en la RI no son homogéneos. Esta disparidad apunta de nuevo a que

el tipo de intervención realizada puede influir claramente en los datos obtenidos. Entre

las diversas técnicas quirúrgicas empleadas hay diferencias en el volumen gástrico

remanente y en el grado de malabsorción inducida. En nuestro estudio los resultados

obtenidos sobre la RI son similares a los publicados por otros autores utilizando las

derivaciones biliopancreáticas127. Esto podría deberse a que la técnica empleada en

nuestro hospital produzca mayor malabsorción que otras cirugías de bypass gástrico. La

gastroplastia vertical con bypass gástrico es una técnica predominantemente restrictiva,

aunque se pueden hacer algunas modificaciones aumentando el asa malabsortiva. La

malabsorción se asocia con un descenso de la lipemia postprandial y del contenido de

grasa intramiocelular y parece que la depleción selectiva de los lípidos intramiocelulares

se relaciona con el aumento de sensibilidad a la insulina117. Morínigo y col161 también

obtienen resultados similares a los nuestros en un estudio prospectivo realizado en 34

pacientes obesos sometidos a bypass gástrico. En su publicación no se especifica el

tamaño del asa malabsortiva, como ocurre en la mayoría de trabajos publicados.

Una vez realizada la cirugía bariátrica, la disminución de la ingesta y la menor

absorción de nutrientes aminoran la liberación de incretinas intestinales, contribuyendo

también a la caída de la secreción de insulina. El papel de las mismas se analizará con

más detalle cuando se comente el efecto de la cirugía sobre la DM tipo 2.

Page 128: “Evolución de la resistencia a la insulina tras cirugía

128

Cualquier técnica quirúrgica debería proporcionar beneficios muy superiores a los

riesgos que conlleva. Está claro que la cirugía bariátrica realizada en nuestro hospital

produjo una disminución notable de peso y una normalización, en la mayoría de casos,

de la sensibilidad a la insulina. Tampoco, hasta la actualidad, ha causado mortalidad

precoz ni tardía. La mortalidad precoz, durante los primeros 30 días tras la cirugía,

depende en parte de la experiencia del cirujano162, del volumen quirúrgico163 y de la

técnica empleada. En el metanálisis realizado en 2004 por Buchwald y col.132 se

encontró una mortalidad precoz del 0,1% cuando se usaron técnicas puramente

restrictivas, del 0,5% en bypass gástricos y del 1% en derivaciones biliopancreáticas.

La mortalidad quirúrgica suele ser mayor en hombres164 posiblemente por tener

mayor concentración de grasa visceral y una mayor prevalencia de hepatomegalia,

SAOS, insuficiencia respiratoria e HTA.

Page 129: “Evolución de la resistencia a la insulina tras cirugía

129

IV. EFECTO DE LA CIRUGÍA SOBRE LA DIABETES MELLITUS

TIPO 2

Mientras que en la población general la prevalencia de la DM tipo 2 oscila entre el 5

y el 15,9%165, en nuestra serie la prevalencia inicial de DM tipo 2 es del 21,1%, similar

a la encontrada en otras series quirúrgicas de obesidad mórbida166,167 y además asciende

al 31,6% (30% en mujeres y 36% en hombres) tras realizar una sobrecarga oral de

glucosa (SOG) a todos los pacientes sin diagnóstico previo de DM. El cribado de la DM

tipo 2 es un tema controvertido porque no hay estudios que evalúen todos sus aspectos

beneficiosos. Además, es difícil que éstos se realicen en un futuro próximo por razones

éticas y económicas. La American Diabetes Association (ADA) sigue aconsejando

utilizar la glucemia plasmática en ayunas (GPA) en sangre venosa como prueba de

elección para el cribado aunque recomienda la SOG cuando la GPA no es diagnóstica

de DM tipo 2 pero existe una elevada sospecha de su existencia168.

Las personas con DM o TAG tienen un elevado riesgo de presentar enfermedad

aterosclerótica. El estudio llevado a cabo por Temelkova-Kurktschiev y col.169 demostró

que la hiperglucemia tras la SOG está relacionada con el aumento de grosor de la

íntima-media carotídea, indicador indirecto de la aterosclerosis coronaria, de manera

más intensa que la GPA. Esto sugiere que el riesgo cardiometabólico asociado a la

diabetes comienza mucho antes de que ésta se diagnostique clínicamente. Identificar a

pacientes con DM o TAG por la SOG podría ser beneficioso para incidir sobre otos

factores de riesgo vascular como son la HTA, la dislipemia o el tabaquismo.

También se sabe que el grado de obesidad se asocia con la evolución de TAG hacia

DM tipo 2 franca170 y la pérdida de peso en estos pacientes puede mejorar la RI y evitar

la aparición de la DM. En personas con TAG se han demostrado reducciones notables y

significativas del riesgo de DM de nueva aparición con intervenciones intensivas del

estilo de vida171, o con tratamiento con acarbosa, orlistat o metformina171.

Si consideramos todo lo expuesto anteriormente y el elevado número de pacientes

diagnosticados en nuestro estudio mediante SOG de TAG (13,7%) y de DM (44,4% del

total de hombres diabéticos y 28,5% del total de mujeres diabéticas), sería lógico

aconsejar su realización en la valoración inicial de las personas con obesidad mórbida.

Page 130: “Evolución de la resistencia a la insulina tras cirugía

130

Por otro lado esta prueba de cribado tiene una buena relación coste-efectividad172.

Posiblemente el principal obstáculo para su realización es que supone una importante

sobrecarga de trabajo173.

En la población analizada por nosotros, de los 30 pacientes diabéticos, 9 estaban

tratados con hipoglucemiantes orales y 2 con insulina antes de la cirugía. Después de la

cirugía sólo un paciente, tratado además con corticoides, sigue precisando tratamiento

hipoglucemiante pero se han reducido las necesidades diarias de insulina y mantiene un

buen control metabólico durante todo el seguimiento.

No se ha realizado SOG al año de la cirugía para reevaluar el diagnóstico de DM por

la mala tolerancia a la misma que presentan los enfermos intervenidos. Si consideramos

que existe resolución de la DM tipo 2 cuando se mantiene la glucemia basal y la HbA1c

dentro del rango normal una vez suspendida toda la medicación utilizada para el control

metabólico, el 91% de nuestros pacientes obesos diabéticos muestra curación de la DM

a los 12 meses del tratamiento quirúrgico. El porcentaje de resolución de la DM tipo 2

es similar al descrito en la literatura para técnicas quirúrgicas semejantes132,133,174,

claramente superior al logrado con técnicas sólo restrictivas, donde la pérdida de peso y

de masa grasa es menor. En el metanálisis realizado por Buchwald y col.132, que

recopila 136 estudios con datos de 22094 pacientes, se describe una resolución de la

DM tipo 2 en 98,9% de casos tras derivaciones biliopancreáticas, en 83% tras by-pass

gástricos, y en sólo 47,9% de pacientes con colocación de bandas gástricas. Marinari y

col.175describen normalización de la glucemia de todos los pacientes obesos diabéticos

durante el primer año tras la realización de una derivación biliopancreática.

Hasta la actualidad no hay muchos estudios que comparen los resultados sobre la DM

tipo 2 utilizando dieta hipocalórica o cirugía bariátrica. Una de las razones es la

dificultad para establecer grupos homogéneos según el IMC ya que los pacientes

sometidos a tratamiento quirúrgico suelen tener un IMC más elevado. Desde hace

tiempo se sabe que la disminución de tan solo el 5-10% de peso tras intervenciones

dietéticas desciende el riesgo de padecer diabetes171 y se estima que la pérdida de más

de 20 kg durante los 10 años previos es capaz de disminuir el riesgo de presentar DM

tipo 2 a 0,13176. Henry y col.177 encontraron que, tras instaurar una dieta hipocalórica en

diabéticos, el 97% de la reducción de la hiperglucemia se produce durante los 10

primeros días. También consiguieron mejorar el control metabólico pero no lograron la

Page 131: “Evolución de la resistencia a la insulina tras cirugía

131

normalización de la DM tipo 2 comprobada por SOG, como se consigue tras la cirugía

bariátrica. Solá y col.178 estudiaron la evolución de las alteraciones del metabolismo

hidrocarbonado en 59 pacientes tratados durante un año alternando dietas de muy bajo

contenido calórico con dietas hipocalóricas convencionales. Al finalizar la intervención

dietética se consiguió mejorar el control glucémico basal aunque persistían alteraciones

del metabolismo hidrocarbonado tras SOG en el 13% de hombres y en el 25% de

mujeres. Por tanto, los resultados no se pueden comparar, en eficacia y rapidez, a los

logrados con la cirugía bariátrica. Además el IMC de los pacientes estudiados por ellos

es inferior al que presentan la mayoría de poblaciones de las series quirúrgicas, incluida

la nuestra. En el estudio prospectivo SOS (Swedish Obese Subjects)151 realizado entre 2

grupos de obesos, tratados quirúrgicamente o sólo médicamente, y seguidos durante 2

años (4047 participantes) ó 10 años (1703 participantes) se demostró que la evolución

de la DM era más favorable en el grupo quirúrgico que en el grupo control.

Está claro que el bypass intestinal, técnica empleada en nuestro hospital, puede

mejorar el control glucémico en la DM tipo 2151,179,180 y sus efectos sobre la glucemia

basal también difieren a los logrados sólo con dietas hipocalóricas. La pérdida de peso

lograda con restricciones dietéticas, sin cirugía bariátrica, se acompaña de disminución

de los niveles de glucosa en diabéticos, pero la glucemia basal no se modifica si no hay

alteraciones del metabolismo hidrocarbonado65. En nuestros pacientes, tras la cirugía

bariátrica, la concentración plasmática de glucosa en ayunas desciende en todos los

pacientes, con o sin DM tipo 2. Esta disparidad en los resultados indica que los efectos

de la cirugía bariátrica sobre el control de la glucemia son mayores que los logrados

solo con la dieta hipocalórica. La disminución de la grasa corporal, por restricción

dietética o tras tratamiento quirúrgico, aumenta la sensibilidad a la insulina pero la

cirugía bariátrica modifica además la estructura anatómica del estómago e intestino,

favoreciendo más la disminución de la RI. Todo esto contribuye al descenso precoz de

los niveles plasmáticos de glucosa detectado en pacientes, diabéticos y

normoglucémicos, aún sin excesiva pérdida de peso en el postoperatorio.

La HbA1c es el mejor parámetro de control glucémico de la DM porque se

correlaciona con la aparición de complicaciones micro y macrovasculares a largo plazo

y además proporciona información sobre el grado de control durante los 2-3 meses

previos. En estudios de intervención con insulinoterapia intensiva en pacientes con DM

Page 132: “Evolución de la resistencia a la insulina tras cirugía

132

tipo 2181 se obtuvieron los beneficios máximos con valores medios de HbA1c próximos

al 7%. Por ello, la ADA considera como objetivo terapéutico en DM una HbA1c <7%.

En nuestra serie, tras la cirugía, se cumple este objetivo en el 100% de diabéticos,

indicando un descenso importante de la morbimortalidad en estos pacientes. La

disminución de la HbA1c, se produce sobre todo durante los 3 primeros meses tras la

cirugía, coincidiendo con el periodo de máxima pérdida de peso y descenso de la RI. A

los 6 meses del tratamiento quirúrgico todos los diabéticos mantienen niveles de HbA1c

inferiores a 6,5%. Posteriormente ya no se producen cambios significativos en el control

metabólico de la DM tipo 2, a pesar de que siguen disminuyendo de forma significativa

el peso y el IMC durante todo el seguimiento.

Como en la mayoría de series, la resolución de la DM tipo 2 encontrada por nosotros

es rápida tras la cirugía, cuando aún no se ha producido una pérdida de peso importante.

En todos los pacientes a los que se suspendió el tratamiento farmacológico

hipoglucemiante, se hizo durante las primeras semanas tras la cirugía, evidenciando un

rápido aumento de sensibilidad a la insulina. Esto contrasta con lo que ocurre

habitualmente en pacientes con DM tipo 2 ante otro tipo de cirugía, en situaciones de

estrés, o en el curso de enfermedades agudas, tales como accidentes vasculares o

infecciones. En todos estos casos empeora la resistencia a la insulina y obliga a la

administración de insulina en muchos casos182.

No se conoce aún por qué se produce esta rápida resolución de la DM tipo 2 tras la

cirugía bariátrica pero se cree que hay varios mecanismos implicados (tabla 38) que

analizaremos a continuación.

Disminución del aporte calórico y pérdida de peso. En todos los pacientes

estudiados disminuye el aporte calórico y se produce una pérdida ponderal tras la

cirugía bariátrica. La pérdida de peso encontrada por nosotros entre los obesos

diabéticos tratados quirúrgicamente es menor que la que se produce en el resto de

pacientes, aunque la diferencia no llega a tener significación estadística (p: 0,095). Estos

datos concuerdan con algunos publicados en la literatura161 pero la causa es

desconocida. Si consideramos el %IMCP, también es mayor en obesos sin alteraciones

del metabolismo hidrocarbonado, con diferencia casi significativa al final del

seguimiento respecto a diabéticos. Como ya se ha comentado anteriormente, la

disminución de los niveles de ghrelina tras el bypass gástrico podría ser responsable, en

Page 133: “Evolución de la resistencia a la insulina tras cirugía

133

parte, de la pérdida ponderal al disminuir el apetito. Hay escasos estudios en diabéticos

pero Geloneze y col.183 hallaron que las concentraciones de ghrelina disminuían de

forma similar en diabéticos y no diabéticos tras 1 año de bypass gástrico. Por ello,

concluyen que esta hormona no estaría implicada en la diferencia de pérdida ponderal

detectada entre pacientes con DM tipo 2 y con normoglucemia. Puede que también

influya en los resultados encontrados por nosotros el hecho de que la edad de los

pacientes diabéticos en nuestra serie es mayor que la de los pacientes con TNG ya que

la pérdida de peso esperada se correlaciona de forma inversa con la edad175.

Tabla 38. Mecanismos implicados en la resolución de la DM tipo 2 tras la cirugía

bariátrica.

Disminución de la resistencia a la insulina. El índice HOMA disminuye en todos

nuestros pacientes fundamentalmente durante los primeros meses tras la cirugía. Los

obesos con TNG o TAG presentan un índice HOMA normal (< 3,8) a los 3 meses del

tratamiento quirúrgico pero esto no se logra en los diabéticos hasta los 6 meses de la

cirugía bariátrica. Morínigo y col.161 estudiaron también el índice HOMA tras la

realización de un bypass gástrico en 34 pacientes: 10 con DM tipo 2, 12 con TAG y 12

normoglucémicos. A las 6 semanas de la cirugía, 18 mantenían RI al compararlos con

su población de referencia y no encontraron diferencias entre los 3 grupos estudiados.

Cuando cuantificaron la función de las células β pancreáticas comprobaron que seguía

1. Disminución del aporte calórico

2. Pérdida de peso y de masa grasa

3. Disminución de la resistencia a la insulina

4. Disminución de ácidos grasos libres plasmáticos

5. Cambios en la secreción de hormonas gastrointestinales

6. Aumento de la masa de células β

Page 134: “Evolución de la resistencia a la insulina tras cirugía

134

alterada en diabéticos en esta valoración precoz tras la cirugía. A los 12 meses del

tratamiento quirúrgico seguía sin haber diferencias significativas respecto al índice

HOMA entre los 3 grupos. En nuestro estudio, durante todo el seguimiento efectuado se

mantiene una diferencia estadísticamente significativa en el índice HOMA entre obesos

normoglucémicos y diabéticos. También es importante resaltar que, tanto en diabéticos

como en pacientes con TAG, la RI disminuye sólo durante los primeros 6 meses tras la

cirugía bariátrica. Sin embargo, en los obesos sin alteraciones del metabolismo

hidrocarbonado, el índice HOMA sigue descendiendo de forma significativa hasta los

12 meses.

También hemos comprobado que el porcentaje de grasa disminuye de forma

significativa tras la cirugía bariátrica en los tres grupos de pacientes estudiados y no se

establecen diferencias significativas entre los mismos hasta los 6 meses de seguimiento.

Los pacientes con normoglucemia son los que presentan mayor pérdida de masa grasa

en los últimos 6 meses de seguimiento. Como consecuencia de ello, al año de la cirugía,

los diabéticos mantienen mayor porcentaje de grasa corporal que los pacientes con

TNG. También el grupo de diabéticos mantiene un índice HOMA superior. La causa

por la que las personas con DM tipo 2 pierden menos porcentaje de grasa que las

personas sin alteraciones del metabolismo hidrocarbonado tras los 6 meses de la

intervención es desconocida pero parece lógico especular que esta diferencia puede ser

responsable, en parte, de que los diabéticos mantengan un índice HOMA superior a los

normoglucémicos al año de la cirugía.

El tejido adiposo, y en especial la grasa visceral, es probablemente el mayor órgano

endocrino del organismo. Los adipocitos segregan moléculas biológicamente activas,

llamadas adipocitocinas, que pueden contribuir a la RI al modular procesos como la

producción y secreción de insulina. Entre las adipocitocinas podemos destacar la leptina

y el factor de necrosis tumoral α (TNF-α).

La leptina contribuye al mantenimiento del peso corporal regulando, a nivel central,

la ingesta30, 31. Al igual que la mayoría de autores28, hemos comprobado niveles altos de

leptina en los pacientes con obesidad mórbida antes de la cirugía pero no encontramos

diferencias significativas en los niveles de esta hormona entre los 3 grupos estudiados,

ni antes de la cirugía ni durante todo el seguimiento. Hasta la actualidad no se conoce

con seguridad qué efectos metabólicos producen las concentraciones plasmáticas

Page 135: “Evolución de la resistencia a la insulina tras cirugía

135

elevadas de leptina. Algunos estudios en animales han sugerido que el aumento de

leptina puede causar acúmulo de lípidos en tejidos diferentes al adiposo tales como

corazón, músculo esquelético e hígado, lo que contribuiría a la RI pero esto no se ha

comprobado en humanos. Ramos y col.154 encontraron que la disminución de los niveles

de leptina detectado tras la realización de bypass gástrico se correlacionaba mejor con el

descenso observado de la insulina que con las modificaciones del IMC. En nuestra serie,

el escaso número de pacientes con determinaciones seriadas de leptina no permite

extraer conclusiones con significación estadística.

El TNF-α modifica la RI actuando a diferentes niveles: inhibe la unión de la insulina

a su receptor, altera la fosforilización y la actividad de la tirosinkinasa, disminuye la

translocación de GLUT4 a la superficie celular y estimula la expresión de otras

sustancias, como los ácidos grasos libres o la leptina, que pueden inducir RI en otros

órganos184. Sin embargo, la administración de anticuerpos antiTNF no mejora la RI ni el

control glucémico.

Tanto la leptina como el TNF-α aumentan cuando se produce hipertrofia de las

células grasas, a diferencia de lo que ocurre con las concentraciones plasmáticas de

adiponectina. Ésta es una proteína de 244 aminoácidos segregada por el tejido adiposo,

predominantemente intraabdominal185. Cuando existe obesidad, pero no en delgados,

los niveles de adiponectina se incrementan tras la ingesta de un desayuno de prueba, lo

que sugiere que el incremento de esta hormona podría ejercer efectos beneficiosos sobre

el metabolismo glucídico y lipídico en estos sujetos186.

Las concentraciones plasmáticas de adiponectina son mayores en mujeres que en

hombres189 y, tanto en humanos como en animales, disminuyen cuando existe

obesidad187, RI188 o DM tipo 2189. Más recientemente se ha objetivado que los sujetos

obesos no sólo presentan menores concentraciones plasmáticas de adiponectina, sino

también menores niveles de ARN mensajero de adiponectina en el tejido adiposo190.

Datos recientes sugieren que la pérdida de peso conseguida tras el tratamiento

quirúrgico de la obesidad se acompaña de un incremento de los niveles plasmáticos de

adiponectina191,192 que se relaciona con el descenso del índice de masa corporal, el

perímetro de cintura y los niveles glucémicos192. Estos datos apuntan hacia la existencia

de un mecanismo de retroalimentación negativa entre la masa adipocitaria y la

producción de adiponectina en humanos.

Page 136: “Evolución de la resistencia a la insulina tras cirugía

136

En animales obesos con DM tipo 2, la administración de adiponectina produce

pérdida de peso y mejora la tolerancia a la glucosa y la sensibilidad a la insulina193 por

disminuir la liberación hepática de glucosa y aumentar su metabolismo y el de los

ácidos grasos circulantes194. En humanos se ha comprobado que los niveles de

adiponectina son menores en pacientes diabéticos que en personas con TNG, sobre todo

si coexiste enfermedad coronaria y DM tipo 2189. Por todo esto, en la actualidad no se

discute la relación existente entre adiponectina y DM tipo 2. Además es interesante

conocer que el locus de sensibilidad para la diabetes se localiza en el cromosoma 3q27,

donde también se sitúa el gen de la leptina195.

La cirugía bariátrica, disminuyendo los depósitos grasos, modifica la secreción de

todos estos factores implicados en la etiología de la RI, aumentando de forma notable la

sensibilidad a la insulina. En nuestra serie, los diabéticos presentan depósitos grasos

más elevados que el resto de pacientes a los 12 meses de tratamiento quirúrgico que

pueden seguir sintetizando y liberando hormonas contrainsulares capaces de mantener

la RI en estos pacientes. Esto condiciona un riesgo vascular y metabólico superior en

diabéticos que en el resto de obesos al final del seguimiento.

Cambios en la secreción de hormonas gastrointestinales. El hecho de que el

control glucémico casi siempre se produce antes de una significativa disminución de

peso196, como ocurre en nuestros pacientes, sugiere que la cirugía, por sí misma, puede

tener un efecto directo sobre la evolución de la diabetes. Probablemente, la exclusión de

la comida del tránsito intestinal puede alterar la liberación de secretagogos insulares

pancreáticos producidos en antro, duodeno y yeyuno proximal197.

El efecto incretina es el fenómeno descrito en estudios fisiológicos que muestra que

la administración oral de glucosa produce una mayor respuesta de insulina que la

administración intravenosa de glucosa. La secreción de insulina tras las comidas

depende, además de los niveles de glucosa plasmática, de la secreción y de los efectos

insulinotrópicos de las hormonas intestinales o incretinas, entre las que se encuentran el

polipéptido gastrointestinal (GIP) y el péptido similar al glucagón-1 (GLP-1). El GIP se

secreta por las células K, localizadas a lo largo del intestino delgado y,

fundamentalmente, en duodeno. El GLP-1 es secretado por las células L, situadas en

intestino delgado, con una mayor concentración en ileon distal, y en intestino grueso

Page 137: “Evolución de la resistencia a la insulina tras cirugía

137

Normalmente el GIP y GLP-1 son responsables de hasta el 50% de la secreción de

insulina mediada por la glucosa tras la ingesta de comida. El GLP-1 disminuye además

la síntesis hepática de glucosa y aumenta la producción de insulina, siendo la incretina

más potente sobre la liberación de insulina198. También se ha comprobado,

experimentalmente, que actúa como regulador del crecimiento y diferenciación de los

islotes insulares199. En personas obesas y/o con DM tipo 2 la respuesta secretora de

GLP-1 ante estímulos está disminuida. Cuando se administra GLP-1 se produce

secreción de insulina tanto en sujetos normales como en personas con DM tipo 2. Por

este efecto hipoglucemiante, además de otras propiedades beneficiosas, como son el

retraso del vaciamiento gástrico y la inducción de saciedad, se está empezando a

emplear el GLP-1 en el tratamiento de la DM.

En 1997 se publicó el caso de una mujer joven, diabética, sin sobrepeso, que

normalizó su producción de insulina y sus niveles de glucemia a los 3 meses de

realizarse cirugía intestinal (técnica malabsortiva) por presentar una quilomicronemia, a

pesar de que ganó peso al aumentar la ingesta de carbohidratos y grasas. Guidone y

col.200 realizaron un estudio prospectivo en 10 mujeres diabéticas con obesidad mórbida

sometidas a resección gástrica distal y técnica malabsortiva con exclusión duodenal. A

las 4 semanas del tratamiento quirúrgico todas presentaban curación de la DM tipo 2 al

normalizarse la sensibilidad periférica a la insulina y aumentar la sensibilidad a la

glucosa de las células β pancreáticas. Además comprobaron una disminución de los

niveles plasmáticos GIP y de la leptina, tanto basales como tras estímulo con SOG, y un

aumento de la concentración plasmática de GLP-1, basal y tras estímulo con SOG.

Guidone y col.200 encontraron también aumento de la secreción de GLP-1 tras la

realización de cirugía bariátrica malabsortiva y sugieren que puede deberse a una

hiperestimulación de las células L ileales por la llegada de nutrientes muy concentrados

a este nivel intestinal. De hecho hay estudios donde se demuestra que la perfusión de

nutrientes directamente a la porción distal del estómago o la transposición ileal en

animales de experimentación aumenta la liberación de GPL-1 y del péptido YY. La

transposición ileal consiste en quitar una parte del yeyuno y colocar en su lugar un

segmento de ileon201. Finalmente el tracto intestinal tiene una longitud normal pero se

altera la distribución normal de las células secretoras intestinales. Al realizar esta

técnica quirúrgica experimental en ratas, Strader y col.201 encontraron que, a los 45 días

Page 138: “Evolución de la resistencia a la insulina tras cirugía

138

de la intervención, aumenta la secreción de GLP-1 estimulada por la glucosa y

disminuye de forma significativa la concentración de leptina, sin modificarse los niveles

de adiponectina. En humanos aparecen los mismos efectos metabólicos a los pocos días

de la realización de cirugía bariátrica con una técnica malabsortiva. Esto apoyaría la

teoría de que la exclusión del duodeno sería la responsable de la inhibición de la

secreción de una o varias hormonas implicadas en la RI.

Sin embargo, no todos los autores consideran que el GLP-1 está implicado en las

variaciones de la homeostasia de la glucemia observadas tras la cirugía bariátrica. En un

estudio reciente Morinigo y col.161 comprobaron que a las 6 semanas de la cirugía

habían mejorado todos los parámetros de control metabólico en los pacientes con

alteraciones del metabolismo hidrocarbonado pero sin apreciarse diferencias

significativas en los niveles de GLP-1. Los autores concluyen que el GLP-1 no está

implicado en la evolución favorable precoz de la DM tipo 2 tras la cirugía bariátrica

aunque no pueden descartar un posible papel del GLP-1 en los resultados a largo plazo

del bypass gástrico o en los observados tras otro tipo de técnica quirúrgica.

Aumento del número de células β funcionantes. La resolución de la DM tipo 2 no

sólo depende de la disminución de la RI. La masa de células β es crítica para el

desarrollo de la DM, tanto en la tipo 1 como en la tipo 2, donde la masa de células β

disminuye con la evolución de la enfermedad. Se sabe que los pacientes con DM tipo 2

tienen aumento de la apoptosis de las células β, atribuible a la presencia de RI e

hiperglucemia crónica, al estrés oxidativo, y a los niveles elevados de ácidos grasos

libres, TNF-α y otras citoquinas202. La apoptosis lleva, con el tiempo, a un deterioro de

la DM tipo 2 por la progresiva disminución de la masa de células β. Cuando se realiza la

cirugía bariátrica disminuyen los niveles de ácidos grasos libres al alterarse la absorción

intestinal de grasas y también desciende la secreción de TNF-α y otras citoquinas por la

pérdida de masa grasa. Todo ello, junto con la normalización de la glucemia y el

aumento de sensibilidad a la insulina que se origina, ayuda a preservar la masa de

células β pancreáticas.

Por otro lado, diversos estudios in vitro y en animales han demostrado que diversas

sustancias (GLP-1, GIP, gastrina e IGF-1 entre otras) son capaces de inducir

proliferación de las células β, por lo que pueden estar implicadas también en la

resolución de la DM tras la cirugía bariátrica. In vivo hay evidencia de aparición de

Page 139: “Evolución de la resistencia a la insulina tras cirugía

139

hipoglucemia hiperinsulinémica tras la realización de bypass gástrico con niveles

elevados de incretinas circulantes, sobre todo GLP-1.

Si la cirugía bariátrica se realiza en diabéticos con un número de células β muy

disminuido puede que no se restaure la normoglucemia, aunque disminuya el peso, se

resuelva la RI, se modifique la secreción de incretinas y aumente la masa de células β.

Es posible que esta sea la causa por la que algunos autores han encontrado correlación

entre la curación de la DM y la duración de la misma. En nuestro estudio sólo 1 paciente

sigue precisando insulina. La evolución de su DM es de 15 años, la mayor de toda la

serie, pero los corticoides que recibe pueden contribuir también a la persistencia de la

RI. El número de diabéticos estudiados por nosotros tampoco permite averiguar si

existen diferencias en la duración de la diabetes entre los pacientes que mantuvieron el

índice HOMA elevado y los que lo normalizaron al año de la cirugía.

Si consideramos que la RI está implicada en la aparición de todos los componentes

del síndrome metabólico, lo más importante es comprobar que al año de la cirugía

bariátrica casi el 100% de pacientes con normoglucemia y el 76,9% de diabéticos tienen

el índice HOMA dentro de los límites considerados como normales para la población de

referencia119 (figura 34).

En nuestra serie el periodo de seguimiento sólo es de 12 meses pero ya hay pacientes

diabéticos que mantienen un buen control metabólico sin medicación hasta 7 años tras

la cirugía bariátrica. El índice HOMA se mantiene dentro de valores normales en el

89% de ellos. No se han incluido en el estudio porque su número es escaso para permitir

un análisis estadístico adecuado. Pories y col180 demostraron que, a los 14 años de la

cirugía bariátrica, el 82,9% de los pacientes diagnosticados de DM tipo 2 mantenían

niveles de glucemia y HbA1c dentro de los valores normales de referencia mientras que

el resto de pacientes diabéticos precisaban menos medicación antidiabética, incluyendo

una reducción de las dosis de insulina. Pajecki y col.203 encuentran curación de la DM

en un 76,5% de pacientes a los 9 años de la realización de bypass gástrico. Algunos

cirujanos, como Larraz y Scopinaro, utilizando éste último una técnica similar a la

empleada en nuestro hospital, llevan ya muchos años tratando un elevado número de

pacientes con cirugía bariátrica y tras un seguimiento medio de más de 10 años, el

99,3% de enfermos mantiene la glucemia basal dentro de los límites normales.

Page 140: “Evolución de la resistencia a la insulina tras cirugía

140

Figura 34. Pacientes con índice HOMA dentro del límite considerado como

normal119 antes y a los 12 meses de la cirugía bariátrica.

Se cree que la cirugía bariátrica disminuye la progresión de TAG a diabetes unas 30

veces204. Durante el seguimiento realizado por nosotros no se han diagnosticado nuevos

casos de DM tipo 2 en los pacientes intervenidos a pesar de que algunos siguen

manteniendo un IMC superior a 30 kg/m2.

La principal limitación del estudio realizado por nosotros es la imposibilidad de

determinar los niveles de incretinas y de los ácidos grasos libres para intentar establecer

algún tipo de relación etiológica entre ellos y la evolución de los datos antropométricos

y el índice HOMA en el seguimiento de los pacientes. Sin embargo, queda demostrado

que la técnica empleada en nuestro hospital no sólo es eficaz en cuanto a la pérdida

ponderal. También es capaz de normalizar la sensibilidad a la insulina en casi todos los

pacientes, excepto en el 23,1% de diabéticos. Si consideramos que los pacientes con

0

20

40

60

80

100

% pacientes con índice HOMA

< 3,8

TNG TAG DM tipo 2 Total

Basal

12 meses

Page 141: “Evolución de la resistencia a la insulina tras cirugía

141

DM tipo 2 tienen un riesgo de mortalidad coronaria dos o cuatro veces superior al de los

individuos no diabéticos205 es evidente que la resolución de la DM tras la cirugía mejora

notablemente la expectativa de vida de estos enfermos206. Por otro lado, parece que

también disminuye el riesgo de complicaciones crónicas, como la neuropatía207, en los

pacientes diabéticos intervenidos mediante bypass intestinal. De cualquier modo, se

debería intensificar el control postquirúrgico de las personas obesas con DM tipo 2 para

identificar a aquellos en los que persiste el índice HOMA elevado, e intentar promover

en ellos una mayor pérdida de peso además de controlar el resto de factores de riesgo

vascular, fundamentalmente HTA e hiperlipidemia, sin olvidar el consumo de tabaco.

Page 142: “Evolución de la resistencia a la insulina tras cirugía

142

Page 143: “Evolución de la resistencia a la insulina tras cirugía

143

CONCLUSIONES

Page 144: “Evolución de la resistencia a la insulina tras cirugía

144

Page 145: “Evolución de la resistencia a la insulina tras cirugía

145

CONCLUSIONES

1. La gastroplastia vertical anillada con bypass intestinal realizada por la

unidad de cirugía endocrino-metabólica en el Hospital Universitario La

Fe de Valencia es una técnica quirúrgica eficaz para tratar la obesidad

mórbida. Consigue una rápida y cuantiosa pérdida de peso en el 100% de

pacientes.

2. Las comorbilidades asociadas a la obesidad mórbida no se diagnostican

en un elevado número de pacientes. La detección de las mismas puede

permitir su tratamiento disminuyendo de este modo la morbimortalidad

en los mismos.

3. La sobrecarga oral de glucosa detecta un 23% de pacientes con DM tipo

2 ignorada y un 7,4% de pacientes con tolerancia alterada a la glucosa.

Por ello, sería aconsejable incluir esta prueba en el estudio realizado a los

enfermos con obesidad mórbida.

4. El 68,4% de pacientes con obesidad mórbida presenta resistencia a la

insulina, cuantificando ésta por el índice HOMA. Al año del tratamiento

quirúrgico, persiste la resistencia a la insulina sólo en el 10,5%.

5. La resistencia a la insulina disminuye tras la cirugía bariátrica, a pesar de

persistir un IMC elevado.

Page 146: “Evolución de la resistencia a la insulina tras cirugía

146

6. La diabetes mellitus desaparece en el 91% de pacientes obesos tratados

con cirugía bariátrica. En el resto mejora el control metabólico

disminuyendo las necesidades insulínicas.

7. La resistencia a la insulina y el porcentaje de grasa corporal disminuyen

en diabéticos sólo durante los 6 primeros meses de seguimiento tras la

cirugía. En obesos con normoglucemia siguen disminuyendo en los 6

meses siguientes.

8. La sensibilidad a la insulina se normaliza a los 12 meses de seguimiento

en el 98% de obesos con normoglucemia pero sólo en el 76,9% de

pacientes diabéticos.

9. Los pacientes diabéticos mantienen un porcentaje mayor de grasa

corporal. Este tejido adiposo podría elaborar hormonas capaces de

mantener la resistencia a la insulina.

Page 147: “Evolución de la resistencia a la insulina tras cirugía

147

BIBLIOGRAFÍA

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