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Eugenio Raúl Zaffaroni DECANO DE LA PRENSA NACIONAL 10

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Eugenio Raúl Zaffaroni

DECANO DE LA PRENSA NACIONAL

10

Dos miércoles / 4 / abril / 2012

22. Desorganización, asociacióndiferencial y control

Como los mayores conflictos pro-ducidos por la súbita explosióneconómica se producían en las ciu-dades, y en ellas se tenía unageneral sensación de desorgani-zación, era natural que los in-vestigadores sociales racionalescentraran su atención en la so-ciología urbana, que fue lo que hizoel Instituto de Sociología de laUniversidad de Chicago en las pri-meras décadas del siglo pasado. Laciudad era ideal, pues Chicago ha-bía pasado de cuatro mil a tresmillones de habitantes en menosde un siglo.

Quienes vivimos en ciudadesgrandes alguna vez escuchamoseso de me quiero ir a vivir tran-quilo al campo. Algo parecido su-cede con la tónica que los de Chi-cago tomaron de Charles Cooley,que era profesor de Michigan. Paraatribuir los problemas –entre ellosla criminalidad– a que algo sedesorganiza, debe presuponerseque antes algo estaba organizado.Pues bien: para Cooley lo orga-nizado era la vida provinciana. Así,se ha dicho que el sello de laescuela era nostálgico de la so-ciedad de pequeño contorno.

Sin embargo, Cooley aportó al-gunos conceptos que tienen vi-gencia hasta el presente, como ladistinción entre grupos primariosy secundarios. Los grupos prima-rios eran para este autor los decrianza y formación, la familia, losviejos del pueblo, etc., en tanto quelos secundarios eran las institu-ciones. La diferencia entre ellos secentra en el trato, que en los gru-pos primarios es personalizado yen los secundarios despersonali-z a d o.

Esta diferencia fundamental sedeja de lado al pretender que un

grupo secundario reemplace a unoprimario (que el internado o elasilo reemplacen a la familia o quela jueza o juez de familia sea lamadre el padre). La madre y elpadre, si no están locos deben dar acada hijo un trato conforme a suscaracterísticas, necesidades, vir-tudes y carencias, en tanto que enel plano institucional el elementalprincipio de igualdad impide enbuena medida estas distinciones.

Otro concepto aportado porCooley fue el de roles maestros. Enla sociedad hay ciertos roles quecondicionan todos los demás, co-mo el del médico, el del sacerdote,etc. El albañil o el carpintero sonbastante libres para ir de copas otravestirse si les gusta, pero nosucede lo mismo con el cura o elintendente. Algo parecido pasa conlos roles asociados al poder re-presivo, como el policía, el juez ytambién el propio criminalizado. Aeste último la estigmatizaciónconsiguiente a la criminalizaciónle obliga en buena medida a asumirsu rol desviado. Se trata de algoparecido a un gran teatro en quealgunos personajes tienen su papelmuy marcado, en tanto que otrospueden apartarse más creativa-mente del libreto.

La figura más destacada de laprimera escuela de Chicago fueWilliam I. Thomas, que revolu-cionó la metodología sociológicaen una investigación sobre El cam-pesino polaco en Europa y en Amé-rica, llevada a cabo junto al polacoZnaniecki, porque incorporó car-tas, autobiografías y otros ma-teriales hasta entonces conside-rados científicamente heterodo-xos. Thomas dirigió la escuela has-ta 1920, año en que fue expulsadode la universidad porque lo en-contraron en un hotel con unamujer casada. Por lo visto, lasautoridades académicas conside-

raban que a los sociólogos les es-taban prohibidas las relaciones se-xuales extra-código.

Para nosotros el aporte más im-portante de este sociólogo es elllamado teorema de Thomas, se-gún el cual si los hombres definenlas situaciones como reales, susconsecuencias son reales. Esto tie-ne una inmensa validez en todoslos órdenes sociales: es conocida laexperiencia de Orson Welles enNew York en 1938 al anunciar lapresencia de marcianos por radio(igual actitud se dio a inicios delSiglo XX en Quito). Lo mismo pasacon la criminalidad: poco importasu frecuencia o gravedad, pero si seda por cierto que son altas sereclamará más represión, los po-líticos accederán a eso y la realidadrepresiva será como si la gravedadfuese real.

Después de la aventura sexual deThomas, sus colegas se enojaroncon la universidad y lo eligieronpresidente de la asociación ame-ricana de sociología, pero en laescuela de Chicago continuaronRobert Park y Ernest Burgess.

Park –que había estudiado conSimmel en Alemania– fue quienaplicó a la ciudad los conceptostomados de la ecología (simbiosis,invasión, dominio, sucesión) paraexplicar los conflictos y la coe-xistencia de diferentes grupos hu-manos en un limitado territorio,por lo que también se conoce a laescuela como escuela ecológica deC h i ca go.

Burgess dividió la ciudad en cin-co zonas concéntricas: I (la cen-tral, con actividad comercial in-tensa), II (el círculo siguiente tien-de a ser invadido por el anterior,por lo que las viviendas son pre-carias y ocupadas por los reciénllegados), III (la zona ocupada porlos obreros que huyen de la an-terior), IV (la residencial) y V (la

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de los suburbios o conmutación).Señalaba que la zona de de-

sorganización permanente era laII, por la continua invasión de losinmigrantes que luego pasaban a laIII. No encontraba diferencias ét-nicas, pues el traslado a la III noarrastraba la criminalidad.

En general la escuela de Chicagorepresento un notorio progreso, enparticular por su antirracismo ypor inaugurar una sociología cri-minal urbana mucho más razo-nable. Por supuesto que tuvo li-mitaciones importantes, pues lacriminalidad que observaba era só-lo la de los pobres, pues la zo-nificación de Burgess es propia deuna sociedad muy dinámica en cre-cimiento permanente, que no po-dría explicar los fenómenos de zo-nas precarias de las grandes con-centraciones urbanas actuales.

Por otra parte, la mayor cri-minalización de los jóvenes de suzona II no toma en cuenta que éstase hallaba bajo mayor control po-licial (los recién llegados siempreson sospechosos) y la precariedadhabitacional expone más a la cri-minalización (los jóvenes de clasemedia no tienen necesidad de fu-mar marihuana fuera de la casa).

Erwin Sutherland, profesor de launiversidad de Indiana, se opuso ala tesis chicaguiana de la desor-ganización, afirmando que no eratal sino que se trataba de unaorganización diferente. La ideacentral de Sutherland era que eldelito es una conducta aprendida yque se reproduce –como cualquiere n se ñ a n z a – por efecto de contac-tos con definiciones favorables ydel aprendizaje de los métodos.

Aunque Sutherland no se refierea los crímenes de estado, lo ciertoes que cuando nos preguntamoscómo es posible que cometan atro-cidades las personas entrenadasprecisamente para evitarlas, cae-

mos en la cuenta de que eso res-ponde a un proceso de aprendizajeen una agencia que, por auto-nomizarse del control político,abunda en definiciones favorablesal delito. Es claro que ha sucedidoesto cuando nuestros oficiales co-menzaron a recibir definicionesfavorables a conductas criminalescon la introducción de los dis-cursos importados del colonialis-mo francés a partir de los añoscincuenta del siglo pasado.

Sutherland introdujo esta tesisen la edición de su Criminology de1939 y la modificó en la de 1947,con su principio de la asociacióndiferencial: una persona se vuelvedelincuente por efecto de un ex-ceso de definiciones favorables a laviolación de la ley, que predo-minan sobre las definiciones des-favorables a esa violación.

Con esto pretendía explicar lacriminalidad de forma más ampliaque la escuela de Chicago, porquelos de Chicago no explicaban másque los delitos de los pobres, entanto que Sutherland dejó en cla-ro que la criminalidad atraviesatoda la escala social y que haytanto delitos de pobres como dericos y poderosos. Dejan de ser losprisionizados la única cara visiblede los delincuentes y, como era deesperarse, a poco, en 1949, Sut-herland publica un estudio sobreel crimen de cuello blanco (WhiteCollar Crime), que ha devenido enun clásico de la criminología ycuya dinámica no era antes com-p re n s i b l e.

Si bien Sutherland no llegó aincorporar el poder punitivo a lacriminología, dio un paso fun-damental y dejó la cuestión en ellímite, pues el delito de cuelloblanco (grandes estafas, quiebrasfraudulentas, etc.), dejaba endescubierto la selectividad de lapunición: era demasiado claro

que los poderosos rara vez iban ala cárcel.

Como planteo general puede ob-servarse que el ser humano que-daba demasiado preso del medio:la lectura de Sutherland –y aun-que lo matizase bastante– no de-jaba de provocar la impresión deque el barrio causaba la delin-cuencia de los pobres y el club la delos ricos.

La asociación diferencial llevóde inmediato a otros sociólogos apensar que no eran el barrio y elclub, sino que había otros agru-pamientos que entrenaban y, es-tudiando los gangs o bandas, Clo-ward y Ohlin sostuvieron en losaños siguientes que se debían a laformación de subculturas. Segúnellos los que tienen menos chancessociales se agrupan y se someten aun aprendizaje diferencial. Dichomás claramente: las condicionessociales desfavorables llevarían ala marginación y ésta favoreceríalos agrupamientos de semejantescon definiciones favorables al de-lito, o sea, una variable cultural os u b c u l tu ra .

Esta teoría subcultural presu-pone la existencia de una culturadominante, lo que no es sencillo ensociedades plurales y menos aúncuando las condiciones socialesdesfavorables son las de la ma-yoría, como en muchísimos paísesp e r i fé r i cos .

En 1955 Albert K. Cohen expusouna nueva teoría de la subculturacriminal sosteniendo que como losniños y jóvenes de los estratosdesfavorecidos no podían ajustarsu conducta a la cultura de clasemedia que se les enseñaba en lasescuelas, reaccionaban rechazán-dola e invirtiendo los valores de laclase media. Cabe observar queesta tesis negaba toda creatividadvalorativa a las clases más des-favorecidas, pues se limitaban a

dividió la criminología sociológicanorteamericana, antes de repararen el propio poder punitivo con-forme a los condicionamientos enque cada una reparaba, hemossobrevolado las tres primeras (de-sorganización, organización dife-rente y control) y nos restan lasdos últimas: tensión social y con-f licto.

Éstas no sólo disputan entreellas la etiología social del delito,sino el concepto mismo de la so-ciedad. En tanto que las tesissistémicas conciben a la delin-cuencia como resultado de ten-siones provocadas dentro de unsistema, las conflictivistas la ex-plican como resultado del per-manente conflicto entre gruposso c i a l es .

Aquí yace el enfrentamiento en-tre dos diferentes ideas de la so-ciedad: para unos la sociedad esun sistema que abarca todas suspartes, las relaciones entre éstas ylas relaciones del conjunto con elmedio externo; en tanto que paraotros es un conjunto de grupos enconflicto que establecen en oca-siones reglas de juego para re-solverlos, que le otorgan una apa-rente estabilidad pero nunca con-figuran un sistema.

Como no hay ninguna forma quepermita verificar que la sociedadsea un sistema o que se agote enlas reglas comunes para decidir losconflictos entre grupos, creemosque tanto la concepción sistémicacomo la conflictivista son algo asícomo armarios de cocina en losque se ponen las tazas, los platos,las copas y los cubiertos (que ensociología serían los hechos em-píricamente observados), y comolos utensilios de la cocina no sepueden dejar desparramados porel dormitorio y en algún lugardeben guardarse, el sociólogo debeelegir el tipo de armario que pre-

de neutralización:1) Negación de la propia res-

ponsabilidad (Son la circunstan-cias que me hacen así, yo no loelegí, es mi madre castradora, esmi viejo rígido, la sociedad mehace así).

2) Negación del daño (No las-timo a nadie, tienen mucha másplata, no es tan grave).

3) Negación de la víctima (Es élquien me agrede, yo sólo me de-fiendo, son unos negros, unos ma-ricones, unos pandilleros, etc.).

4) Condenación de los conde-nadores (La cárcel es corrupta, enla escuela me tratan mal, mi viejoes intolerante, los jueces son unosh i p ó c r i ta s) .

5) Apelación a lealtades su-periores (No puedo dejar solos alos compañeros, no puedo abrirmeahora de ellos, no le puedo fallar alos amigos, tengo que hacerles ela co l i te) .

Vayamos pensando si estas téc-nicas no son más propias de losgenocidas que de los rebeldes sincausa. Pero, siguiendo en los añoscincuenta y sesenta del siglo pa-sado, es natural que si se piensaque el delito es una conductaaprendida, quepa preguntarse porqué es más fácilmente aprendidapor unos que por otros. Esto es loque trataron de responder las lla-madas teorías del control, cen-tradas en la familia y en la es-cuela.

No cabe duda que estas ins-tituciones y las primeras vivenciastienen muchísimas importanciaen el curso posterior, pero estopertenece más al campo de lapsicología que al de la sociología,que más bien tendría que ocu-parse de las condiciones socialesdesfavorables a su buen funcio-n a m i e n to.

Por eso no nos ocuparemos endetalle de estas teorías, que son

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invertir los valores de la clasemedia.

Estas teorías subculturales re-cibieron una respuesta crítica porparte de dos sociólogos GreshamSykes y David Matza, que en 1957publicaron un artículo en la re-vista americana de sociología quemarca un hito muy importante enla criminología contemporánea:Técnicas de neutralización: unateoría de la delincuencia.

Si bien Sykes y Matza en losaños cincuenta tenían en vista alos jóvenes rebeldes sin causa (confilme póstumo de James Dean y ladirección de Nicholas Ray y conmúsica de fondo y movimiento decaderas de Elvis Presley), lo ciertoes que su tesis volvió a primerplano en cuanto comenzamos afijarnos en los crímenes de masade los estados, porque la teoría delas técnicas de neutralización pa-rece estar hecha pensando en losgenocidas. Volveremos sobre estomás adelante, pero pueden us-tedes meditarlo desde ahora. Demomento, veamos en qué con-s i ste.

La tesis central de Sykes y Mat-za es que los jóvenes delincuentesno niegan ni invierten los valoresdominantes, sino aprenden a neu-tralizarlos. Sería el efecto de re-cibir un exceso de definicionesque amplían de modo inadmisiblelas causas de justificación y ex-culpación. No se trata de racio-nalizar actos perversos, porque laracionalización es posterior al he-cho, tiene lugar cuando me robouna bicicleta y después trato dejustificarme. No, las técnicas deneutralización son anteriores alacto, es algo que se aprende antesy permite realizarlo en la con-vicción de que está justificado ono es culpable.

Sykes y Matza descubren lossiguientes cinco tipos de técnicas

f iere.La elección no es indiferente,

pues los sistémicos tienen pro-blemas para explicar por qué lasociedad cambia, en tanto que losconflictivistas los tienen para ex-plicar por qué hay componentesque son más estables, por lo queen ninguno de ambos armarioscaben con comodidad todos losu te n s i l i os .

Dentro de los sistémicos los haymás o menos radicales y, por cier-to, los más extremistas se acercanhasta casi identificarse con el viejoorganicismo. No obstante, de aquíno puede deducirse que todos lossistémicos sean reaccionarios ylos conflictivistas progresistas,pues los ha habido para todos losg u stos .

El sociólogo sistémico más in-teresante para la criminología fueRobert K. Merton, que hizo épocaen la sociología norteamericana apartir de su obra más difundida(Social theory and social struc-ture) publicada en 1949. Mertonexplica el delito como resultado deuna desproporción entre las metassociales y los medios para al-canzarlas. Si la meta social es lariqueza, los medios para alcan-zarla son pocos y, por ende, segenera una tensión porque no to-dos pueden llegar a ella. Es comoun concurso: a medida que avan-zan las pruebas van quedandoexcluidos más concurrentes hastaque llegan unos pocos. A estadesproporción la llama anomia (lapalabra la toma de Durkheim,aunque para éste era otra cosa).

Por supuesto, no todos los quequedan fuera de concurso delin-quen, por lo cual Merton afirma laexistencia de cinco distintos tiposde adaptación individual, según laaceptación o el rechazo de lasmetas o de los medios institu-c i o n a l es :

muchas y, aunque no sea verdadrespecto de todas, lo cierto es quesuelen dejar cierto sabor conser-vador y no siempre liberal. Alprescindir de otros factores so-ciales provocan una sensación ex-traña, pues parecen sugerir pistaspara técnicas que provocan con-formismo, consenso, homogeni-zación, lo que no siempre es sa-ludable, porque al no ocuparse dela mayor parte de los problemassociales, darían por supuesto quela sociedad funciona muy bien. yque lo único que hay que hacer es

domesticar prematuramente a lasp e rso n a s .

Si el conformismo fuese el idealy hubiese un modo infalible deobtenerlo, la humanidad quedaríahuérfana de innovadores en todaslas áreas y, con seguridad, el delitono desaparecería, pues el con-formismo con el poder que manejala punición dejaría impunes loscrímenes del poder.

23. Sistémicos y conflictivistas

De las cinco corrientes en que se

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(1) Se aceptan las metas y losmedios (conformismo).

(2) Se aceptan las metas y serechazan los medios (innovación).

(3) Se rechazan las metas y seaceptan los medios (ritualismo).

(4) Se rechazan las metas y losmedios (retraimiento).

(5) Se rechazan las metas y losmedios, pero se proponen nuevasmetas y medios (rebelión).

Conforme a este esquema, el con-formista es el socialmente adap-tado, el ritualista se identifica conel burócrata, el retraído es el vago,mendigo, alcohólico, etc. y el re-belde es el renovador social quequiere cambiar la estructura.

El innovador es la categoría mer-toniana que abarca varios perso-najes, como el inventor, pero a laque también corresponden los lla-mados delincuentes, o sea, los queeligen caminos que no son los ins-titucionales para acceder a la meta.Según Merton esto explica que eldelito no sea producto de la simplelimitación de medios para alcanzarriqueza ni de la aislada exaltaciónde las metas pecuniarias, sino quees necesario combinar ambas paraque se produzca la desviación.

La tesis de Merton merece crí-ticas, pues como que no logra ex-plicar el delito de cuello blanco, noparece tomar en cuenta la delin-cuencia grupal, sobre todo por ladificultad para definir las metascomunes en sociedades plurales.Pero de cualquier manera no puedeignorarse que aportó una serie deconceptos que iluminan hasta hoy ala criminología.

Así, partiendo del teorema deThomas enunció la idea de la pro-fecía que se autorealiza (si corre elrumor de que el banco está en laquiebra y todos los clientes retiransus ahorros, el banco termina en laquiebra). Otro aporte es la idea dealquimia moral, que hace que lo

positivo y virtuoso para el in-groupresulte negativo y vicioso en elout-group (es bueno que los jóvenesestudien para progresar, pero esmalo que lo hagan los presos, por-que lo hacen para delinquir me-j o r) .

Una contribución interesantísi-ma de Merton, en especial cuandose incorpore el sistema penal, es laidea de incapacidad adiestrada y depsicosis profesional, sintetizadosen el adiestramiento burocrático –yprofesional en general– que pro-porciona un modo de ver que estambién un modo de no ver, o seaque enfocar un objeto es algo que almismo tiempo presupone el de-senfoque de otro objeto: el gorilainvisible de los modernos psicó-logos de Harvard.

Esto explicará luego algunas ca-racterísticas kafkianas en los seg-mentos del sistema penal. Muestracomo la adhesión a las reglas ter-mina convirtiendo un medio en unfin y desplaza las metas, con lo cualdeja de importar el resultado con talque se observen las formas (notiene importancia la presencia delcadáver si no hay certificado ded ef u n c i ó n ) .

Hay otros aportes no menos in-teresantes por su utilidad en elanálisis del sistema penal, como eltrato despersonalizado de la clien-tela del burócrata, que alcanza lí-mites insólitos en el sistema penal,o la idea de grupo de referencia, quees adoptado como modelo, comocuando la policía adopta el modelomilitar y termina en que algunoasume el rol de Rambo, o cuando laclase media adopta como modelo ala clase alta (es la ridiculización delargentino Jauretche en El mediop e l o) .

Si bien Merton fue un sociólogosistémico, lo fue en una medidamuy prudente. El modelo de ar-mario que eligió para poner los

utensilios de la cocina era un tantomodular, es decir, que a medida quetenía nuevas cacerolas lo ampliabapara guardarlas. Pero no todos lossistémicos fueron iguales, porque nofaltan los que cuando no les cabenlas cacerolas las tiran o las abollanpara meterlas a la fuerza.

En efecto: hay toda una sociologíaque sostiene una dictadura del sis-tema. Parte de describir un sistema,para ellos esa es la sociedad y, apartir de allí deduce todo lo ne-cesario para mantenerlo en equi-librio. Por lo general, esta sociologíano se ocupa mucho de la crimi-nología en forma expresa; podemosdecir que casi nada, porque se limitaa dar por sentado que el poderrepresivo forma parte del sistemacomo necesario para mantener suequilibrio. Sus mayores exponentesfueron Talcott Parsons en los Es-tados Unidos y su discípulo alemánNiklas Luhmann. No nos ocupare-mos aquí de los detalles de estascorrientes sociológicas, porque sonmuy complejos y no tienen con-secuencias criminológicas expresas,aunque las tienen de forma tácita ei m p o r ta n te.

Estas posiciones sistémicas ex-tremas reconducen al organicismo,porque en definitiva lo único im-portante para ellas es el sistema y suequilibrio. Pero a diferencia del viejoorganicismo criminológico positivis-ta racista, ya no les preocupa laetiología del crimen, sino únicamen-te lo que el sistema debe hacer parano desequilibrarse o para reequi-l i b ra rse.

De este modo, podría concluirseque si la criminología mediática creauna realidad que genera tal pánico enla sociedad para que ésta reclameuna represión enorme, habrá quedarla porque es necesaria para nor-malizar la situación y reequilibrar alsistema. No es puro azar que lasconsecuencias prácticas de las ver-

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siones más radicales de esta teoríacoincidan con lo postulado por elpolitólogo norteamericano de ex-trema derecha James Q. Wilson,que afirma que es inútil pregun-tarse por las causas del delito, pueslo único eficaz que puede hacer elestado no es neutralizar esas causassino reprimir el delito. Es claro quepara quienes pretenden reducir elestado a casi nada, para dejar todoen manos del mercado (al estiloReagan-Bush), lo único bueno quedebe hacer ese cadáver insepultodel estado es castigar a los pobres.

La teorización sistémica acaba enuna criminología que no respondeal paradigma etiológico legitimanteni al de la reacción social, sino al dela pura represión como necesidaddel sistema, en la medida en que seanecesario para producir consenso,lo que para Wilson sería equiva-lente a satisfacer las exigencias de lapublicidad vindicativa de la de-magogia mediática: si la opiniónpública pide encerrar a todos losnegros, debemos invertir 200.000millones de dólares anuales parah a ce rl o.

Cabe aclarar que a Parsons y aLuhmann podemos criticarlos, peroson sociólogos, en tanto que JamesQ. Wilson no es un sistémico, sinoun reaccionario con espacio me-diático que no creo que haya es-tudiado mucho a nadie.

Los conflictivistas son los queparten de la idea opuesta de so-ciedad, concibiéndola como resul-tado de los conflictos entre di-ferentes grupos que en ocasionesencuentran algún equilibrio pre-cario, pero que nunca es un sistema.Sus antecedentes se remontan aMarx y a Simmel. No obstante, laprimera expresión moderna delconflictivismo criminológico fue ladel holandés Willen Bonger, quien acomienzos del siglo pasado recha-zaba todas las tesis que subes-

timaban los factores sociales deldelito, enfrentando al positivismo yen particular a Garófalo.

Desde una perspectiva marxista,afirmaba que el sistema capitalistageneraba miseria por imponeregoísmo en todas las relaciones ypor ello era el único creador deldelito, tanto en las clases despro-vistas como en la burguesía. Negabade este modo el pretendido caráctersocialista de las tesis de Ferri. Re-chazó de plano el biologismo cri-minológico y combatió frontalmen-te la esterilización y el racismo, loque constituye un mérito que hoynadie puede negarle.

Afirmaba que el delito resulta delas condiciones de supervivencia delos trabajadores obligados a com-petir entre sí, resaltando algo quesuele ser pasado por alto inclusopor criminólogos progresistas: lapobreza no genera mecánicamenteel delito callejero, sino cuando secombina con el individualismo, elracismo, las necesidades artificialesy el machismo. Si bien Bonger fueconsiderado durante muchos añosel exponente de la criminologíamarxista, lo cierto es que seguíahaciendo criminología etiológica yno llegaba a la crítica del propiopoder criminalizante, por lo que loscriminólogos marxistas más mo-dernos lo consideran un marxistafo r m a l .

Más adelante, en los años treintafue Thorsten Sellin quien volvió alplanteo conflictivista, pero desde elpunto de vista del pluralismo cul-tural que, como vimos, había sidouna determinante de la prohibicióna l co h ó l i ca .

En los años cincuenta George B.Vold sostuvo la teoría del conflictogrupal, concibiendo a la sociedadcomo configurada por grupos deintereses que compiten entre sí, yen la medida en que esa com-petencia se acentúa se refuerza la

solidaridad del grupo, pero tambiénesas pugnas determinan la diná-mica social. El proceso de legislar,violar la ley e imponerla policial-mente, en el fondo respondería a ladinámica de los conflictos entregrupos, en la que pierden quienesno tienen suficiente poder para im-poner sus intereses.

Desde esta perspectiva afirmabaVold que buena parte del delito esproducto de los conflictos inter-grupales. En esos mismos años es-tas tesis recibieron, desde la so-ciología general, el impacto de laobra de Ralf Dahrendorf sobre elconflicto de clases en la sociedadi n d u st r i a l .

Las teorías del conflicto no po-dían menos que irse aproximando ala crítica al poder punitivo, de modoque muchas de ellas quedan a ca-ballo entre esta criminología etio-lógica y la que veremos seguida-mente. Por otra parte, cuando semantienen dentro de la crimino-logía etiológica, a medida que en-cuentran la etiología en planos deanálisis social más macro, es másdifícil deducir medidas concretasde política criminológica, pues de-penderían de muy profundas re-formas estructurales. Aunque pa-rezca mentira, la regla parece serque cuanto más radical es una crí-tica al poder social, tiene en loinmediato menos posibilidades demodificarlo y, por consiguiente, demolestarlo. De allí que los que loejercen las consideren más ino-fe n s i va s .

Veremos seguidamente el mo-mento en que se produce lo quecomo resultado de este recorrido sehacía inevitable: la incorporacióndel aparato de poder punitivo alanálisis criminológico.

Equipo de trabajo:Romina Zárate, Alejandro Slokar, MatíasBailone y Jorge Vicente Paladines

Eugenio Raúl Zaffaroni

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