Ética bíblica y cambio social - stephen mott

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  • 8/19/2019 Ética Bíblica y Cambio Social - Stephen Mott

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    cambio

    socialStephen Charles Mott

  • 8/19/2019 Ética Bíblica y Cambio Social - Stephen Mott

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    © 1995 Nueva Creación filial de Wm. B. Eerdmans Publishing Co.

    255 Jefferson Ave. S.E., Grand Rapids> Michigan 49503, EE.UU.

    Nueva Creación, José Mármol 1734 — (1602) Florida 

    Buenos Aires, Argentina

    Titulo original:Biblical Ethics and Social Change 

    ©  1982 Oxford University Press, Inc.

    Traducción de Miguel A. Mesías

    Reservados todos los derechos 

    All rights reserved

    Impreso en los Estados Unidos Printed in the United States of America

    Library of Congress Cataloging-in-Publication DataMott, Stephen Charles.

    [Biblical ethics and social change. Spanish]Etica bíblica y cambio social / por Stephen Charles Mott;

     

    traducción de Miguel A. Mesías, 

    p. cm.Ineludes bibliographical references and Índex.

    ISBN 0-8028-0923-5 (pbk.)1. Christian ethics. 2. Social ethics. 3. Ethics in the Bible. 

    . I. Title.BJ1251.M6618 1995

    241 — dc20 94-47932CIP

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    En m emoria 

    de Roy den Cross Mott  

    1908-1979

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    Contenido

    Prefacio a la edición castellana ................................................... vii

    Prólogo del autor .............................................................................  ix

    Abreviaturas....................................................................................

     xvP a r t e   I : U n a   TEOLOGÍA BÍBLICA DE l a   a c c i ó n   s o c i a l   .............. 1

    C a p í t u l o  1: La fe bíblica y la realidad del mal social ...............3El mundo como el orden social del m a l ......................................... 4Los poderes sobreiwturales del m a l ................................................6La realidad social  ...........................................................................10Consecuencias del mal que reside en la soc iedad .......................16

    El activista que toma en serio el pecado ........................................19C a p í t u l o  2: La gracia de Dios y nuestra acción .......................22

    La ética cristiana basada en los hechos divinos de gracia  .......... 23La ética cristiana corresponde a la acción de la gracia de Dios . 28Las acciones sociales de g ra c ia ....................................................29¿ Etica social o ética com unitar ia? ................................................34Conclusión .....................................................................................37

    C a p í t u l o  3: Amor y sociedad ......................................................39

    El amor como gra cia .......................................................................39La ética cristiana basada en el amor  ......................................... 41La importancia social del amor  ....................................................43

    C a p í t u l o  4: La justicia de Dios y la nuestra ...........................59La justicia y la g rac ia .................................................................... 59Comprometidos con los oprimidos................................................65El mandamiento para hacer justicia   ........................................... 72

     Justicia y sociedad  .........................................................................77

    C a p í t u l o  5: La prolongada marcha de D io s...........................

    81El reino de Dios  .............................................................................81El trasfondo del Antiguo Testam ento ......................................... 82La justicia del reino h o y ................................................................ 86El propósito de Dios en la historia ................................................98Un reinado que ¡lega con g o z o ....................................................102

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    Prefacio a la edición castellana

    T u v im os en tiempos sumamente complejos y críticos; tiempos’ en que la iglesia es desafiada a demostrar, en su vida y misión,

    una espiritualidad integral. Esta espiritualidad, personal y social,exige una base bíblica si verdaderamente va a ser auténtica ypertinente.

    Nuestro deseo de seguir a Jesús en el poder del Espíritu, comomanera de vivir nuestra fe y nuestra espiritualidad, va más alláde una triple lucha individualista contra «la carne», «el mundo»

    y «el diablo». La complejidad de la sociedad y el misterio de lainiquidad requieren la extensión de una espiritualidad tradicional(contemplativa) a una que tome en serio la dimensión social delevangelio (apostólica). Podemos ver la lucha de una espirituali-dad integral en el siguiente esquema:

    Personal

    La carne

    El mundo

    El diablo

    Social

    Estructuras, instituciones y sistemas

    Cosmos  ideología, costumbres y

    valores, etc. Principados y poderes

    Aquí se representa la amplia realidad en la cual se manifiestael mal y tiene, por ende, su impacto en nuestra espiritualidad. Micolega Stephen Mottbien nos recuerda que «nuestra lucha contra

    el mal debe corresponder a la geografía del mal» (p. 16).Si las buenas nuevas del reino de Dios van a tener el impactodebido y divino en nuestras sociedades tan sufridas, se haceindispensable una respuesta positiva de la iglesia que abarque latotalidad de su inserción en la sociedad. Es necesario que nospreparemos a vivir nuestra fe, «a seguir a Jesús en el poder delEspíritu», en una acción apostólica, fuera de la protección delgueto y de las cuatro paredes de la iglesia

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    ETICA BIBLICA Y CAMBIO SOCIALviii

    La ética social, al fin y al cabo, no es más ni menos que la

    respuesta a cómo vivir esta espiritualidad en el mundo contem-poráneo. El objetivo es la obediencia al Padre, siguiendo a Jesúsen el poder del Espíritu: una espiritualidad trinitaria y moral.

    En esta obra, Stephen Mott nos presenta una ética bíblica per-tinente para nuestros tiempos. Es una obra seria y de investigaciónmeticulosa, que brilla por su fidelidad a los mejores cánonesexegéticos. Como se lo he dicho personalmente al autor, su primercapítulo vale el precio del libro. Sin embarcó, este valor va más

    allá de la presentación de la realidad del mal social. El libro nos brinda una teología bíblica sólida sobre el papel de la iglesia en lasociedad. Las reflexiones sobre la gracia divina, el amor y la

     justicia de Dios se presentan, al igual que los temas y procesoscríticos, a través de la praxis cristiana. Plantea claramente y ana-liza bíblicamente el papel de la iglesia en los cambios sociales.

    Esta obra es una gran ayuda para discernir el perfil de la

    obediencia cristiana. Contribuirá mucho a la comprensión de laspalabras y las obras morales dignas del evangelio. El discursomoral será más que iluminado para aquellos que se dispongan asondear las páginas de este libro.

    Durante varios años he utilizado esta obra en mis cursos deética social, razón por la cual me siento sumamente gozoso de sutraducción al castellano. En muchas espiritualidades evangélicasla espiritualidad social es un elemento ausente. Mi oración es queel pueblo hispanoparlante no sólo lea este libro cuidadosamente,sino que también lo viva.

    E ld in   V i l la fañe ,

    Director del Centerfor Urban Ministerial Education (CUME),Profesor de Etica Social Cristiana,

    GordonConwell Theological Seminary, Boston.

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    Prólogo del autor 

    CJon pocos los libros que nos vienen a la mente cuando se nos^ p id e que recomendemos un tratado completo sobre las bases

     bíblicas del cambio social. Los escritos de Walter Rauschenbuschy sus contemporáneos sobre el evangelio social se refieren a unasituación diferente de la que enfrentamos hoy. Además, los mejo-res escritos de Rauschenbusch sobre este tema están agotados. Porotra parte, sucede que los lectores muchas veces perciben en estosescritos posiciones teológicas o políticas particulares —como elevangelio social, la teología inmanente, el marxismo— que se

    interponen en el camino de una lectura libre de trabas por partede los que buscan sustento bíblico. El resurgimiento reciente delinterés evangélico por aplicar las Escrituras a los problemas de lasociedad ha producido principalmente escritos que tienen comoobjetivo llegara una amplia audiencia.

    Varios autores han notado recientemente la divergencia entrelas disciplinas académicas de la ética social cristiana y las querigen el estudio de la Biblia.1James Gustafson describe a la ética

     bíblica como «una tarea compleja para la cual pocos están bienpreparados; a los que son especialistas en ética generalmente lesfalta la intensa y apropiada preparación en el estudio de la Biblia,y a quienes son especialistas en el estudio de la Biblia a menudoles falta suficiente comprensión del pensamiento ético».2 Conreferencia a una introducción a los principios del uso de la Bibliaen el campo de la ética, recomiendoBibleandEthics  (Biblia y ética),de Bruce Birch y Larry Rasmussen, como particularmente prove-

    choso para mostrar las variadas maneras en las cuales las Escritu-ras proveen autoridad para el discurso ético, y el uso de todo elcanon para arribar a conclusiones válidas sobre las enseñanzaséticas de las Escrituras.

    También me gustaría señalarun modo de aplicar el textobíblicoa la interpretación de cuestiones sociales, que ha sido particu-larmente fructífero para conformar mi propia visión ética. La

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     X  ETICA BIBLICA Y CAMBIO SOCIAL

    escuchar con fe mientras se lee y se enseña la Palabra de Dios, yde tener una conducta obediente guiada por esta Palabra. Entrelas verdades que se experimentan en este camino, el mensaje

     bíblico de justicia crea una lealtad básica por el pobre y el débil, yun compromiso para defenderlos. Las Escrituras son, entonces,interpretadas a la luz de esta visión forjada con bases bíblicas.

    Se lee la Biblia esperando hallar respuestas a las cuestiones de justicia social y opresión humana. De acuerdo con esto j. AndrewKirk escribe que el punto de partida de cualquier interpretación

    teológica debe coincidircon la inclinación del evangelio cristiano en sí mismo («buenasnuevas a los pobres ... libertad a los cautivos... poner en libertad alos oprimidos», Le. 4.18) ... No hay alternativa; la teología debehacerse a partir de un compromiso con un Dios viviente quedefiende la causa del «hambriento» y que «a los ricos envió vacíos»(Lucas 1.53).3

    Pero el intérprete de la ética social de las Escrituras trae al textono solamente una predisposición moldeada por su propia expe-riencia y trasfondo. El enfoque que el intérprete tiene de la nece-sidad social ha llevado a un interés siempre creciente en todo loque puede conocerse acerca de las estructuras sociales y econó-micas, y las maneras de expresar y evaluar las normas sociales.Para contribuir a una conciencia metodológica propia para lainterpretación, se aplican modernas categorías sociológicas y éti-

    cas a los materiales que ofrece la Biblia con el fin de sugerir nuevasposibilidades de significado y de proveer un medio para evaluarla pertinencia de los resultados de la exégesis a la discusióncontemporánea. Cuando tal tenninología logra clarificar el signi-ficado de las Escrituras, la interpretación bíblica encuentra unnuevo vocabulario con el cual considerar los problemas de actua-lidad. Algunas veces, sin embargo, las categorías son disonantescon el texto, y el análisis hace evidente que los pasajes tienen

    poca relevancia inmediata ante las preguntas modernas. Enton-ces, para el asesoramiento bíblico, debemos depender del marcomás general de valores y actitudes que están presentes en eltestimonio bíblico, y podemos arribar a una posición claramenteevangélica solamente después de un extenso estudio de estasdemandas generales a la luz de la actual información histórica yempírica.

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    PRÓLOGO   xi

    Como ejemplo de este enfoque, la economía comparativa pro-vee de la categoría de los convenios existentes sobre el tema de

    la propiedad en la aldea cooperativa tradicional.4 Este sistemade propiedad suple una comprensión de la posesión de la tierraentre los hebreos, la cual los exégetas pasarán por alto, ya que,a pesar de poseer considerables aptitudes lingüísticas y de inter-pretación de los textos, enfocan las Escrituras con presuposicio-nes basadas en la economía occidental de la propiedad privada oen el socialismo, o bien ignoran totalmente las consideracioneseconómicas.

    De este modo, se interpretan las Escrituras con conocimientode las categorías sociológicas, económicas y éticas que se empleanen otros campos para entender las estructuras y conflictos socioe-conómicos. La exégesis y la reflexión cuidadosas revelan quéprincipios son útiles para entender el fenómeno social y las nor-mas del pensamiento bíblico. Estas construcciones no bíblicasayudan al entendimiento de las Escrituras y son probadas yrefinadas allí donde la Palabra bíblica se relaciona a ellas; endonde no se relaciona, se las deja a un lado.

    En las páginas que siguen veremos que en el núcleo del pensa-miento bíblico está la demanda del esfuerzo para corregir lasinjusticias sociales y económicas en nuestras comunidades. Elénfasis de este libro sobre el uso de la autoridad política paralograrjusticia debería complementar el énfasis en el testimonio dela iglesia como «contracomunidad», que puede ser hallado en

    muchos escritos recientes.La primera parte del libro establece una teología bíblica de laintervención social. El capítulo 1 muestra el reconocimiento quelas Escrituras hacen de la realidad social del mal, según se reflejatanto en su concepto del «mundo» como en su reconocimiento dela existencia de poderes sobrenaturales del mal. El capítulo 2encuentra la responsabilidad social en la médula de la fe bíblicaen la gracia de Dios presente mediante la muerte de Cristo, y

    argumenta que en la iglesia primitiva la responsabilidad por elprójimo se extendía más allá de la comunidad cristiana. El capítulo3 muestra que el amor, como expresión de la gracia y como basedéla ética cristiana, consistentemente apunta a la existencia de losderechos humanos basados en la dignidad divinamente investidade cada persona. En el capítulo 4 se considera a la justicia encontinuidad con el amor, antes que constituyendo un polo ético

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    ETICA BIBLICA Y CAMBIO SOCIAL

    separado, lo cual explica su disposición igualitaria hacia los gru-pos oprimidos. El quinto capítulo pone a la teología bíblica dentrode la perspectiva de la historia, con la idea del reino de Diosconcebido como sólo parcialmente presente y sin embargo obran-do en todas las esferas de la vida; se da atención particular al efectodel ministerio terrenal de Jesús sobre la realidad social.

    La segunda parte del libro trata de la variedad de formas en quelos cristianos producen cambio social. Se señalan los peligros dedescansar en cualquier enfoque particular, y se demuestra la

    contribución de cada uno de esos enfoques. Ésta parte del librotrata con cuestiones cruciales que la iglesia enfrenta hoy día,incluyendo «la primacía de la evangelización, la relación entre lareconciliación del hombre con el hombre y la reconciliación delhombre con Dios, y la naturaleza precisa de la participaciónsociopolítica evangélica.»5 El capítulo 6 destaca la importancia dela evangelización para el carácter moral y como la motivación parala justicia, mientras recalca el pensamiento no bíblico de quienes

    descansan únicamente en la evangelización para el cambio social,o subordinan a ella todas las otras actividades misioneras. Lacomunidad cristiana (capítulo 7) provee un respaldo necesariopara el individuo en misión y también sirve como una señal visiblede la nueva comunidad que Dios está creando. El capítulo 8 usael concepto de «nocooperación estratégica» para considerar lasformas no violentas de acción para las situaciones en las cuales losmodos normales de cambio público son bloqueados. Por otrolado, se cuestiona el argumento del Nuevo Testamento a favor deuna postura de no violencia absoluta (capítulo 9) y se describe elcontexto teórico para la revolución política. El capítulo final argu-ye que, a pesar de la facilidad con que la reforma política puedeconfinarse o distorsionarse, ésta puede defenderse como un ins-trumento necesario de la justicia bíblica.

    Los lectores a quienes se dirige este libro habrán tenido alguna

    preparación teológica, y tal vez estén trabajando (o preparándosepara trabajar) en el pastorado o en otros cargos de liderazgo,servicio y aprendizaje evangélicos. Se espera que los eruditos seinteresarán en este libro tomándolo como una síntesis de estudiosy ética bíblicos, y como el desarrollo del estudio de la ética socialdesde una perspectiva evangélica. La compaginación por temasfacilita su uso como libro de texto, aun cuando el horizonte que

    i l lib i d h á llá d

     xii

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    PRÓLOGO

    Este libro ha recibido sustancia y espíritu por parte de miesposa, Sandra R. Mott. Ella posibilitó la aparición del libro, nosolamente mediante su cariño y respaldo, sino también mediantesu competencia como esposa, madre, enfermera y maestra profe-sional. Es mi amada compañera y también una asesora de confian-za en muchos aspectos de mi trabajo.

    Debo agradecer a mi hija Sara por cuanto mucho de la clarifi-cación del argumento y la fraseología tuvo lugar cuando ella erauna nena muy pequeña, y yo no tenía nada más que hacer que

    tomarla en mis brazos y pensar. Uno de los beneficios adicionalesde elaborar el libro en casa fue el poder reunirme con mis hijosmayores, Adam y Raquel.

    Quiero expresar mi gratitud al GordonConwell TheologicalSeminary por concederme una licencia sabática durante 1977cuando realicé la investigación y escribí las etapas finales del libro;aprecio el respaldo que mis colegas de la facultad me han brinda-do a través de los años. Quiero agradecer a Corinne Languedoc,secretaria de la facultad, por su habilidad en ordenar mis borra-dores en todas sus etapas y por su respaldo personal como líderde acción social evangélica. Me siento agradecido con jan Neumeister y Kathleen Horak por su excelente trabajo al mecanogra-fiar la copia final. Debo reconocer mi profunda deuda de gratitudcon los estudiantes del Seminario Teológico GordonConwell, conquienes he trabajado durante más de diez años en las ideas del

    libro. Solamente unas pocas veces he podido documentar sucontribución; no sólo al formular preguntas sino también al ofre-cer su propio conocimiento, han contribuido para mi aprendizajetanto como yo para el de ellos. Aprecio particularmente el trabajocuidadoso de los índices hecho porRobert L. Renfroe, mi asistenteestudiantil durante 19811982.

    Tanto el lector como yo mismo estamos en deuda con CharlesW. Scott, editor de libros religiosos déla Oxford University Press.

    Debido a su comprensión del propósito de este libro, y del idiomainglés, ha contribuido grandemente para la claridad del argumen-to mediante sus sugerencias. Cynthia A. Read y Curtís Churchtambién proveyeron valiosa ayuda editorial en cuanto al estilo.

    Dedico este libro a la memoria de mi padre, Royden Cross Mott.De él y de mi madre, Katherine Hyde Mott, aprendí la naturalasociación entre la fe y la compasión social. Mucho del ministerio

     xiii

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     XIV  ETICA BIBLICA Y CAMBIO SOCIAL

    en los bordes de la comunidad: al otro lado del río, del otro ladode la vía férrea, en los caminos vecinales. Entre sus feligreses sehallaba el viejo que vivía solo en su casucha, la obesa madre solteray sus hijos, que se alimentaban con fideos y salsa, la numerosafamilia negra con sus enfermedades y su rudo, grosero y analfa-

     beto padre sin empleo y sin abrigo para el invierno. Mi padre batalló contra la industria del licor que le arrebataba el dinero asu gente mientras alimentaba sus debilidades, y desafió a laAsociación Cristiana de Jóvenes y a los hospitales que no los

    admitían en sus edificios. El salmista, los profetas, Jesús, JuanWesley, Carlos Dickens, mamá y papá se entremezclan en todosestos recuerdos; unos enseñaron a los otros y todos ellos meenseñaron a mí. Mi padre combinó el amor social activo con unministerio de restauración. ¿Por qué? Porque vivía sus sermones,y sus sermones recibían el don de la vida de las estrujadas páginasde la Palabra de su Dios, y del mío.

    S t e ph en   C har l e s  M o tt

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    Reconocimientos

    El autor y el editor agradecen a las siguientes instituciones porhaber concedido el permiso para usar sus obras (con revisiones):

    Society of Christian Ethics, por las porciones de «La justicia deDios y la nuestra», que apareció originalmente como «EgalitarianAspects of the Biblical Theory of Justice», Max L. Stackhouse, ed.,The American Society of Christian Ethics Selected Papers 1978;

    Christian Scholar's Revieio,  por «La fe bíblica y la realidad delmal social», que apareció en el volumen 9, número 3,1980.

    Las citas bíblicas son tomadas de la Versión Reina-Valera de1960, propiedad literaria de las Sociedades Bíblicas en AméricaLatina.

     Abreviaturas

    Bauer, Lexicón5: Walter Bauer, A Greek-English Lexicón o fthe New Testament, 5a. ed., W. Amdt, F. W. Gingrich y F. Danker, trads.y eds.

    Brown, Driver, Briggs, Lexicón:  Francis Brown, S. R. Driver yCharles A. Briggs, eds., A Hebrew and English Lexicón ofthe Oíd 

    Testament.TDNT: Theological Dictionary of the New Testament,  G. Kittel y

    G. Friedrich, eds.

    VP: Versión Popular.

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    I

    Una teología bíblica 

    de la acción social

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    1

    La fe bíblica y la realidad del mal social

    ‘T 'n los días de Jesús, la violencia y la opresión condujeron a laAgente a considerar que detrás de las obras de injusticia de losseres humanos había una estructura del mal, personificada porángeles caídos. Algunos visionarios israelitas creían que los even-tos ocurridos en los tiempos de Noé explicaban los de su tiempo.Los guerreros sedientos de sangre que asolaban el mundo medi-terráneo eran como los gigantes de los tiempos de Noé, los des-cendientes del principal ángel rebelde, Semihaza y otros «hijos de

    Dios» que le seguían. Azazel, uno de los principales ángeles, habíaenseñado a la humanidad la riesgosa tecnología de la fabricacióny el uso de armas de metal. En respuesta a las súplicas de lahumanidad, Dios proveyó (y proveería de nuevo) liberación. Diosenvió a los poderosos ángeles Miguel y Gabriel para que «atarana Azazel» y «ataran a Semihaza y a sus secuaces», de modo queel mal fuese destruido de la faz de la tierra y viniese una nuevaera de justicia y verdad (1 Enoc 6-11)}

    La explicación de las injusticias de la historia mediante lareferencia a ángeles podría parecer sin ninguna relación con losproblemas económicos y políticos de nuestras comunidades. Sinembargo, como veremos, esta oscura comunidad del mal, que losautores del Nuevo Testamento describen como «los poderes», semenciona con frecuencia en los esfuerzos recientes por proveeruna explicación bíblica a la situación social contemporánea.2 Per-

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    4 UNA TEOLOGÍA BÍBLICA DE LA ACCIÓN SOCIAL

    Nuevo Testamento de el mundo (cosmos), pueden ayudamos a verque la injusticia y otros males no sólo dependen de las decisionesde los individuos, sino que también están enraizados en las ma-nifestaciones del orden social y cultural. Este reconocimientoafecta nuestra comprensión del conflicto y la victoria espiritualesen las que participamos, por cuanto Dios «despojando a los prin-cipados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfandosobre ellos en la cruz» (Col. 2.15). Estos conceptos bíblicos se

    relacionan con los fenómenos que pueden describirse sociológi-camente, y amplían, en lugar de anular, la responsabilidad perso-nal en la sociedad.

    El mundo como el orden social del mal

    Una manera básica de describir el mal en el Nuevo Testamentoutiliza el término cosmos,  «el mundo». Esta palabra se refiere alorden de la sociedad e indica que el mal tiene un carácter social ypolítico que va más allá de las acciones aisladas de los individuos.

    Es desafortunado que cosmos se haya traducido generalmentepor la palabra mundo en las versiones españolas de la Biblia, yaque éste se refiere, en primer lugar, a un lugar físico. El términogriego cosmos, sin embargo, significa esencialmente orden, aquello que ha sido bien ensamblado y armado. En este sentido se lo usa enuna variedad de maneras. De los adornos que hacen que unamujer se vea hermosa se piensa que «hacen que ella se vea bienordenada». De este modo 1 Pedro 3.3 amonesta a las mujeres aque su «atavío [u orden (cosmos)]  no sea el externo de peinadosostentosos, de adornos de oro o de vestidos lujosos». De este usoprocede nuestro propio vocablo cosméticos.

    El término naturalmente llegó a vincularse con el más impor-tante ordenamiento de la vida terrena, el orden social. Se refiere alas estructuras de la vida civilizada, y especialmente al ordencívico representado por la ciudadestado, el cual, entre otras cosas,asegura los vínculos de amistad ante la amenaza del caos social(Platón, Prot. 322c).3 Como cosmos, el universo es en sí una ciudadestado. Platón escribió: «El cielo y la tierra, los dioses y la gente

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    6 UNA TEOLOGÍA BÍBLICA DE LA ACCIÓ N SOCIAL

    gún el sexo].6 El mundo tiene su «sabiduría» (1 Co. 1.20), su

    sistema de aprendizaje. El gobierno político de las sociedadestambién pertenece a este orden (Mt. 4.8). En Apocalipsis 11.15 lashuestes celestiales exclaman: «Los reinos del mundo han venidoa ser de nuestro Señor y de su Cristo». Cosmos  aquí se colocagramaticalmente en paralelo con «nuestro Señor». Ambos térmi-nos indican la fuerza soberana (genitivos sujetivos): «el reinoregido por el mundo ha llegado a ser el reino regido por nuestro

    Señor». El gobierno había sido controlado por el orden social delmal, pero ahora debía estar sujeto a Cristo. Finalmente, el aspectosocial más característico del cosmos en el Nuevo Testamento es unsistema de valores opuestos a Dios.

    No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si algunoama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que

    hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la

    vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo.(1 Jn. 2.1516)

    C. H. Dodd escribe que el cosmos es «la sociedad humana en tantoy en cuanto está organizada sobre principios equivocados». Secaracteriza por su sensualidad, superficialidad, vanidad, materia-lismo y egoísmo, que son las marcas del viejo orden.7

    En este uso, cosmos no es un lugar. Es una colectividad que en

    muchas referencias joaninas es personificada: ama, aborrece, es-cucha, sabe y da.8 Esto no significa que cosmos sea simplemente lasuma total de seres humanos. Se nos dice que lo aborrezcamos yque aborrezcamos a todas las personas que contradicen el ejemplode Dios de amar al mundo en el sentido de humanidad (Jn. 3.16).El cosmos  que debemos aborrecer son los valores humanos entanto y en cuanto están organizados en oposición a Dios. El mal

    se halla entretejido en la misma trama de nuestra existencia social.

    Los poderes sobrenaturales del mal

    En Efesios 2.2 se declara que nuestros pecados individuales hansido modelados no solamente siguiendo el orden social del mal,

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    LA FE BÍBLICA Y LA REALIDAD DEL MAL SOCIAL 7  

    los poderosos seres sobrenaturales. Debemos vestimos de la ar-madura provista por Dios por cuanto «no tenemos lucha contrasangre y carne, sino contra principados [arcai], contra potestades[exusiai], contra los gobernadores [kosmokratotes]  de las tinieblasde este siglo» (Ef. 6.1112). Estos opositores no son humanos; noson «carne y sangre». Son «los poderes». Sus títulos denotan queejercen gran poder.

    ¿Quién o qué son estos poderes? Para entender qué son los

    poderes que se han interpuesto entre los seres humanos y Dioshay que tener dos cosas en mente. La primera es la concienciasobre el poder que cala todo el pensamiento helénico. La segundaes la angelología de la tradición judía. El mundo helénico enten-día la vida como una expresión de fuerzas. Para hacer cualquiercosa, uno necesitaba participar de alguna fuerza. El poder abs-tracto, sin un vínculo concreto, era algo inconcebible. El poder

    debía proceder de algo. Se lo entendía en primer lugar como algoque pertenecía a los dioses y a los demonios (o ángeles) quesostenían el orden social.9 Platón dijo que la deidad mantiene lavirtud del universo mediante la justicia y el control propio de los

     gobernantes (arcontes) designados por la deidad. Platón identificaa estos gobernantes como dioses y demonios (daimones; no mal){Leg.  10.903b, 906).

    La creencia en ángeles era una parte de esta perspectiva helé-nica. El cuidado y control de Dios sobre todas las cosas de lacreación, desde las estrellas hasta los elementos, desde los indivi-duos hasta las naciones, eran dirigidos mediante los agentesangélicos. El cuidado universal que realizaban los ángeles sepresenta con lujo de detalles en la literatura apocalíptica judía.2 Enoc 19.4-5 (siglo I d.C.) habla de

    ángeles que son designados para regir sobre las estaciones y sobrelos años, los ángeles que están sobre los ríos y el mar, y los que están

    sobre los frutos de la tierra, y los ángeles que están sobre cadahierba, dando alimento a todo, a todo lo viviente, y los ángeles que

    escriben todas las almas de los hombres, y todas sus obras y todas

    sus vidas delante del rostro del Señor.

    Como los arcontes de Platón, los ángeles son responsables de la

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    M   UNA  / / ()/ ( x ;m   iiíhi .ic a  DE Lrí ACCION soc ia l

    I os poilcrcs y principados en el Nuevo Testamento son seresangélicos; no están todavía despersonalizados en fuerzas o prin-cipios sociales.10 Hago hincapié en este trasfondo, no para intro-ducir al mal dentro de la manera en que se comprende al malinstitucional, sino por cuanto muestra el significado social y polí-tico de los poderes. 1 Pedro 3.22 hace esta conexión, al hablar dela sujeción a Cristo de los «ángeles, autoridades y potestades» (cf.Ro. 8.38). Las traducciones griegas del Antiguo Testamento con-

    tribuyen a allanar la ruta para asociar el concepto sobre los ángelescon la terminología helénica al traducir las referencias hebreassobre los ángeles como poder  (dunamis) y principado (arqué).  «ElSeñor de los Ejércitos» llega a ser «el Señor de los Poderes (duna- meis)».n  Dos listas de las clases de ángeles en la literatura apoca-líptica incluyen a todos los diferentes poderes mencionados enColosenses 1.16 yEfesios 1.21: dominios, principados, potestades,

    autoridades, poderes y señoríos (1 Enoc 61.10 —siglo I d.C. peroposiblemente más tarde—y 2 Enoc 20.1).12

    La terminología que describe a estos ángeles guardianes se usatambién para los gobernantes humanos, y debemos notar queestos términos no siempre se refieren a poderes sobrenaturales.No hay indicación, por ejemplo, de que tales poderes estén invo-lucrados en las autoridades que se consideran en Romanos 13. Ladeclaración familiar de que los poderes crucificaron a Jesús sebasaen 1 Corintios 2.8, pero es extremadamente difícil determinar silos «príncipes» en este versículo son cósmicos o humanos, puestoque el contexto provee poca indicación.

    Pero debido a que el gobierno es un factorprincipal en el controlde la vida humana, no sorprende que los seres celestiales a quienesse ha encargado «el buen gobierno del mundo» (2 Enoc  19.2)desempeñen papeles significativos en la vida política, que en

    estas sociedades incluían hasta cierto grado la mayoría de lasactividades de la comunidad. Cada una de las naciones tienesu propio príncipe o ángel guardián.13 En Daniel, Miguel es unpríncipe celestial «que estaba a cargo» de Israel. Contendió conlos custodios correspondientes de Persia y Grecia. Estos ánge-les (arcon , LXX) guardan y representan a los estados terrestres(10.13,2021; 12.1).14

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    LA FE BÍBLICA Y LA REALIDAD DEL MAL SOCIAL   9 

    los creyentes. La discusión de Pablo sobre las persecuciones ytribulaciones de los creyentes (Ro. 8.35) se halla en el contexto deque ni los ángeles ni potestades (arcai)  podrán separamos delamor de Dios que es en Cristo Jesús (w . 3839).15 Los poderespueden afligir a los creyentes obrando a través de cuerpos políti-cos y sociales. El libro de Apocalipsis muestra, en imagineríagrotesca, el control completo del aparato político de la sociedadpor parte de la estructura de poder satánica.16

    Una categoría de «los poderes» llamada stoiqueia  (Gá. 4.3,10;Col. 2.8,10) llama nuestra atención en este punto: su relación conla ley, comprendida aquí como el modelo del mundo creado,muestra aún más la influencia de los poderes en toda la tramasocial del universo. Stoiqueia quiere decir los elementos, y se refiere

     básicamente a los elementos físicos: la tierra, el aire, el fuego y elagua.17 Pero, puesto que todas las fuerzas tienden a verse como

    inanimadas, los elementos llegan a ser considerados como serespersonales y controlados por seres personales.18 En los escritosapocalípticos, los ángeles están asociados con las fuerzas de lanaturaleza.19 En 2 Enoc 16.7 (cf. 15.1) se llama «elementos» a losseres angélicos. Hay evidencia de que se veneraba a los stoiqueia como si fueran dioses o ángeles, y las cartas del Nuevo Testamentoa Galacia y Colosas respaldan esta conclusión.

    En Gálatas y Colosenses, los stoiqueia son seres sobrenaturalespersonales asociados con la ley. En Gálatas stoiqueia se asocia conlos tutores y mayordomos de la casa que tenían a la gente sujetaen esclavitud (4.2). La sujeción a los stoiqueia era al mismo tiemposujeción a la ley: «Así también nosotros, cuando éramos niños,estábamos en esclavitud bajo los rudimentos del mundo»  (4.3); peroDios envió al Hijo «para que redimiese a los que estaban bajo la ley»  (4.5). Pablo ha dicho que los ángeles eran los mediadores de

    la ley (3.19); las referencias a stoiqueia  tienen sentido si se lasinterpreta como los ángeles custodios de la ley.20 En Colosenses,los stoiqueia parecen identificarse con «los poderes». Después deadvertir a sus lectores en contra de una filosofía de acuerdo conlos stoiqueia (2.8), Pablo procede a dar sus razones: los lectores hansido traídos a la plenitud en Cristo, quien «es la cabeza de todo

     principado (arque)  y potestad (exusia)» (v. 10). Dios ha anulado la

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    10 UNA TEOLOGÍA BÍBLICA DE LA ACCIÓN SOCIAL

    describe esta falsa filosofía; incluye cuestiones como la pureza de

    los alimentos, los días santos, la humildad fingida y, muy signifi-cativamente, la adoración de los ángeles (vv. 1618). Pablo luegopregunta por qué si habían muerto a los stoiqueia, se sometían denuevo a estas ordenanzas.

    La situación que se considera tanto en Gálatas como en Colosenses es entendible si vemos, como se ha sugerido, que lasiglesias confrontaban una forma sincretista de cristianismo judai-co. Los ángeles que trajeron la ley y la administraban, también

    controlaban las estaciones y las cosechas. Los principios de la leymosaica, incluyendo sus prohibiciones separatistas, se incorpora-ron en las fuerzas del universo en el momento de su creación;seguir la ley exige la adoración de todo lo que está en armonía conlas estaciones, y la escrupulosidad en la selección de los alimentos.Se veneraba a los seres angélicos que administraban tanto lanaturaleza como la ley por temor y por el deseo de estar de

    acuerdo con la ley universal.21 Así, la ley cala tanto la estructurade las costumbres e instituciones de la sociedad, como los poderesy, con ellos, el mal.

    La realidad social

    Los conceptos bíblicos del cosmos y de los poderes sobrenatu-

    rales abarcan una realidad social objetiva que puede funcionarpara bien o para mal. La observación cuidadosa de la vida insti-tucional sugiere maneras en las cuales los poderes y el cosmos protegen o amenazan la vida humana en las esferas que se lesatribuía en el mundo bíblico. El misterio del mal aparece ennuestra vida social. La existencia de un orden de maldad regidopor seres sobrenaturales debe aceptarse o rechazarse por fe, perotal realidad no sería disonante con nuestra experiencia social.

    Nuestra preocupación aquí no es resolver las cuestiones cosmo-lógicas de si los ángeles y demonios deben desmitologizarse, sinomás bien llegar a entender la cuestión social a la cual apunta suexistencia bíblica. El cosmos, un tema que en el Nuevo Testamentosubyace más que el de los poderes, representa la estructura socialdel mal, sin que se precise recurrir al simbolismo de personajessobrenaturales.

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    Un examen de las características objetivas de la realidad social

    puede ayudamos a entender cómo puede haber un lugar dondereside el mal. Una característica obvia de la vida social es que sus elementos formales son mucho más antiguos que los individuos que la constituyen. Incluso en nuestra sociedad tan móvil la continuidadpesa mucho más que los cambios. El sistema de símbolos, lascostumbres, las tradiciones, las leyes básicas, la tecnología, lastécnicas para lograr hacer las cosas y distribuir el poder estabanaquí mucho antes de que nosotros naciéramos, y estarán aquí

    mucho después de que nosotros nos hayamos ido. Se dicta unaley en 1830. Ciertamente, en ella hay mucha reflexión y responsa-

     bilidad individual. Pero una vezque consta enlos libros, se precisamucha menos reflexión para mantenerla vigente. Sin embargo,puede conformar un factor poderoso en la vida humana, afectan-do la fortuna de individuos por generaciones. Sus cualidades

     buenas o malas continúan, a pesar de la falta de atención, en losaños subsecuentes. La gente se dedica a un negocio y entra en un

    cierto tipo de empresa que existía mucho antes de que empezaranellos y que puede continuar mucho después de que ellos se

     jubilen. Continuará, sin tomar casi en cuenta la moralidad perso-nal de ellos, por cuanto «negocios son negocios». Nosotros mori-mos, pero la sociedad continúa.

    Esta longevidad social es beneficiosa. No podemos inventar larueda ni descubrir la metalurgia nuevamente en cada generación.

    La estabilidad de la sociedad exige que edifiquemos sobre lassoluciones brindadas por las generaciones previas.22 Como con-secuencia, sin embargo, los males de aquellas generaciones pre-cedentes también continúan en igual forma. Otra característica dela vida social, por consiguiente, es no solamente que ella continúa,sino que lo hace con relativamente mínima dependencia en la toma de decisiones o responsabilidad individual.  Ellul tiende a exageraralgo el caso, pero su descripción de la burocracia francesa ilustra

    muy bien nuestra idea. ADesde el mismo instante en que el ministro toma una decisión depolítica general, ella escapa de su control; el asunto toma una vidaindependiente y circula en los varios servicios, y todo depende,finalmente, de loque las agencias decidan hacer con él. Posiblemen-te, al fin y al cabo emergerán órdenes correspondientes con la

    decisión original. Con mucha mayor frecuencia nada emergerá. La

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    decisión se evaporará en los numerosos canales administrativos y

    nunca realmente verá la luz del día. Todo el mundo conoce deórdenes ministeriales que no van a ninguna parte simplementeporque fueron bloqueadas —a propósito o no— en algún punto dela línea.

    Todo el mundo está sencillamente preocupado de que su sectorsociopolítico y económico funcione bien, sin crisis o sin detenerse;todo el mundo tiene su propio sector y desconoce el todo.Todo lo que un jefe [de un estado moderno] puede hacer es dar una

    directiva general, no incorporando ordinariamente ninguna deci-sión concreta y, por consiguiente, no acarreando ninguna respon-sabilidad por los actos concretos que emerjan en el otro extremo.Las nuevas decisiones que se toman en cada nivel son necesaria-mente los frutos anónimos de varias dependencias, de varias téc-

    nicas y de varias circunstancias. A fin de cuentas, toda decisiónllega a ser independiente de todos los individuos.23

    Pueden hacerse observaciones similares de la burocracia en elt sector privado. Un expresidente de la Corporación de Silencia-

    dores Midas se refirió a los ejecutivos que había conocido en elmundo de los negocios:

    Están atrapados, rígida y cruelmente restringidos a sus funcionescomo cabezas de las corporaciones, y secretamente están aferrán-dose con las uñas a una posición en la cual esperan que ningunodescubrirá que nadie les pone mucha atención después de todo.¿Conoce usted la palabra «reemplazable»? Significa simplementeque una parte puede reemplazarse por otra, por un repuesto; unsilenciador de escape, por ejemplo, es un artículo reemplazable. Asítambién lo son los presidentes de las compañías, y ellos lo saben ...

    Son anónimos porque no desempeñan ninguna función particularde mérito individual.

    Las corporaciones, continúa diciendo, son «una circunstancia defuerzas enormes e impersonales, sobre la cual nadie parece tenermucho control».24

    ¿Quién es responsable por el mal en tal burocracia? Llegamosa ser más conscientes del mal que la gente sufre que del mal quela gente hace.25 La vida social incluye realidades objetivas que sedesarrollan de acuerdo con sus propias leyes.26 Un hombre trabajapara la compañía de gas. La naturaleza de su trabajo y sus habili-

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    LA FE BÍBLICA Y LA REALIDAD DEL MA L SOCIAL 13

    dades lo obligan a viajar lejos de su familia. Su ausencia se toma

    un factor central en la ruptura de su familia. El empleo exige suausencia, y nadie puede dedr que cierta persona hizo que eltrabajo sea como es.

    Algunos de nuestros males más grandes se caracterizan poresta ausencia de decisiones individuales conscientes cuando en-frentamos cuestiones críticas. Se piensa sobre el horrible mal de laesclavitud en los Estados Unidos. Incluso quienes parecían serlaspersonas más consideradas y mejores de la sociedad no solamente

    la aceptaban, sino que también la respaldaban. Se tomaban opcio-nes morales sobre cuestiones menores: si se debían llevar 150esclavos y no 200 en un barco particular. La cuestión principal delmal de la institución de la esclavitud en sí misma muy rara vez seenfrentó o consideró.

    Nuestras iglesias no están exentas de esta miopía moral. Losmiembros de una iglesia de personas blancas en un vecindarioracialmente mixto pueden afirmar que son conscientes de no

    albergar ningún pensamiento ni realizar ninguna acción de discrimación de su parte. Pero es necesario que vean que su acciónse extiende no sólo a los blancos, sino que, en una sociedad quede incontables maneras les dice a los negros que no se los aceptaen igualdad ni en asociación con los blancos, deben tomar lainiciativa, si es que van a diferenciarse de otras instituciones de

     blancos al encarar esta problemática.Nuestra socialización tiene lugar cuando aceptamos o evadi-

    mos las principales cuestiones éticas. Refleja la conciencia moralde otros que comparten la misma posición que nosotros en lasociedad, y nuestro razonamiento moral es moldeado antes deque en realidad reflexionemos sobre la vida o tomemos decisionesmorales conscientes. En palabras de Reinhold Niebuhr, la virtudes derrotada en un nivel más bajo.27 En resumen, la vida socialconsiste en ciertas maneras en las que los grupos piensan o actúan,

    en las que las decisiones de cada individuo que participa no sonsino una minúscula parte del desarrollo del todo.Finalmente, la vida social a menudo consiste en  problemas 

    complejos para los cuales parece no haber solución. Todo intento desolución sólo consigue crear problemas serios en otro punto.

     Jürgen Moltmann llama «círculos viciosos» a estos patrones, y serefiere a «las formaciones de patrones económicos, sociales ypolíticos sin ninguna esperanza que arrastran la vida hacia la

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    muerte». Apropiadamente sugiere que en ellos sentimos la pre-

    sencia de lo demoníaco en nuestra vida.28Ejemplos de estos círculos viciosos abundan. El círculo de losniños desposeídos que proceden de padres desposeídos, el delsistema de beneficencia social que es necesario para sostener lavida pero que no produce una vida libre, el de la carrera arma-mentista que se inicia para presevar la paz pero que conduce aguerras sin sentido que bien podrían evitarse, el del alejamientoen el mundo de los negocios entre los trabajadores de los países

    industrializados y los trabajadores de otros países que sufrendebido a las políticas comerciales destinadas a proteger a losprimeros. También podemos pensar sobre nuestro impulso pararesolver nuestros problemas materiales por medio de la tecnolo-gía y el crecimiento, mientras que en el proceso agotamos nuestrosrecursos y amenazamos el equilibrio ecológico. Ciertamente, losanálisis racionales de los problemas son necesarios y puedenayudar, pero más allá de lo que podemos analizar está el misterio

    del mal, que desafía nues tra comp rensión y hace inútiles nuestrosesfuerzos por mejorar la vida de las personas.

    Al describir la realidad social y el mal social, nuestra intenciónno es de ninguna manera argumentar en contra de la responsabi-lidad individual por nuestra vida social. Los poderes gobiernandebido a que los individuos siguen su influencia y se conformanal orden mundial en acciones que sirven al sistema, en lugar decriticarlo. La situación social objetiva y las elecciones individuales

    ejercen influencia recíproca y mutua. Las entidades sociales llegana existir mediante decisiones individuales; son el resultado de lasdecisiones conscientes de invidid uos tomadas a través de los años.Pero también son poderosas influencias sobre nuestras opciones.

     Jesús reconoció la interrelación entre el origen del mal social y laresponsabilidad individual. «¡Ay del mundo por los tropiezos!porque es necesario que vengan tropiezos, pero ¡ay de aquelhombre por quien viene el tropiezo!» (Mt. 18.7). Debemos admitirque en esta cuestión de la responsabilidad hay cosas que nopueden conocerse. Uno de los problemas más desafiantes de laética es determinarla responsabilidad de E xplo ta ció n qjue cundeen nuestro derredor, en la cual participamos o a la que no corre-gimos y ni siquiera reconocemos. «¿Cuántas veces una personapuede dar vuelta su cabeza, pretendiendo simplemente no estarviendo?» Una forma de aumentarla responsabilidad individual

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    es incrementando la conciencia sobre la existencia del mal social:esta es nuestra preocupación.

    Nuestros sistemas sociales no son eternos ni absolutos, peroreflejan la naturaleza ambigua de la humanidad y de los ángelesguardianes de la cultura. Nuestras instituciones no son simple-mente una restricción para el pecado (una actitud conservadorahacia las instituciones); en sí mismas están llenas de pecado. Lasestructuras de la vida social contienen tanto al bien como al mal.Debido al predominio del interés propio tendemos a ver solamen-

    te lo bueno en esas formas sociales que favorecen nuestros intere-ses, a menos que tengamos una teología fuerte sobre el pecado.Nuestra vida social ha caído junto con nosotros, y no hay ningúnsistema social que esté más allá de la necesidad de la reforma, nital vez incluso de la reconstitución.

    Hay que señalar un requisito en este punto. No puede desarro-llarse una teología total de la cultura a partir del concepto de unorden caído de la sociedad ni de los poderes caídos del mundo. No

    deben entenderse estos conceptos con el significado de que lasociedad, el gobierno u otras instituciones son malos o diabólicosen sí mismos. No podemos existir sin instituciones. Son parte inte-gral de la vida humana. No siempre se aclara este punto en lasdiscusiones sobre los poderes. Los pasajes del Nuevo Testamentoque hemos examinado tratan acerca de una batalla por el control de la creación, de la cual la vida social de la humanidad es una

    parte. En esta batalla Dios tiene ventaja: los opositores son creadosy elegidos por Dios. Ellos no pueden crear; sólo pueden frustrar.Ellos deben empezar con los materiales, los poderes y los desig-nios hechos por Dios. Como se indica en el prólogo a Juan, inclusoen las tinieblas existe la creación divina.29 «La luz en las tinieblasresplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella» 0n. 1.5).

    Las autoridades terrenas son establecidas por Dios y sirven aDios (Ro. 13.1, 4), pero el gobierno está arruinado por la desobe-

    diencia y la oposición de los tenientes ángelicos, desobedienciaque está más en evidencia algunas veces que otras y que culminaráen la captura demoníaca del estado al fin de los tiempos (Ap. 13).Pero incluso entonces ese gobierno estará bajo el permiso de Dios(Ap. 13.5). Lo que el diablo dijo en el desierto, de que toda laautoridad y la gloria de los reinos le había sido entregada, (Le. 4.6)debe ser considerado como lo que es: una afirmación del diablo.

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    que sirven a Dios. Es una característica de los poderes demoníacos

    negar su fuente divina y aducir que funcionan por sí solos.30 Elorden mundial y la presencia negativa de los poderes nunca sonsinónimos de las formas concretas de la vida social e institucional.Las instituciones funcionan tanto para esclavizar como para libe-rar la existencia humana. Los poderes siempre están presentes

     junto a la esclavitud y la muerte, en menor o mayor grado; perosu existencia real está detrás de la escena en un sistema de valoreshostiles que pugnan por controlar la vida del mundo.

    Consecuencias del mal que reside en la sociedad

    En su enseñanza sobre el mundo, el Nuevo Testamento proveeel testimonio directo para una conclusión que debe inferirse denuestra teología del pecado. Si el pecado cala todo, como decimos

    que lo hace, si viola la intención divina que no ha sido eliminadade la historia, si no es algo que deba tolerarse en la vida sino unafuerza viciosamente destructora de la persona y de la sociedad, siestá no solamente en contra de la voluntad de Dios sino tambiénde la naturaleza,31 entonces afectará no sólo nuestras motivacio-nes, decisiones y acciones personales, sino también nuestra vidasocial. Influirá poderosamente en nuestras costumbres, tradicio-nes, pensamiento e instituciones. Pervertirá nuestro cosmos.

    Las consecuencias de reconocer la presencia del mal en lasinstituciones son considerables. Cambiará nuestra actitud hacia lasociedad. Nuestra lucha contra el mal debe corresponder a lageografía del mal. Al combatir el mal apuntando a sus propiasentrañas mediante la evangelización y la edificación cristiana,tratamos con un aspecto crucial del mal, pero sólo con un aspecto.El encarar el mal del orden social y de los poderes mundanos

    incluye la acción social, la acción en el mundo. La reforma socialcristiana ha sido efectiva cuando hubo un sentido de que en lasociedad existe una fuerza del mal a la cual hay que oponérsele.La reforma evangélica del siglo pasado se caracterizó por estaperspectiva, particularmente en la lucha contra la esclavitud.William Knibb, misionero británico que fue un héroe en la luchapor la abolición de la esclavitud en Jamaica, escribió al llegar aaquella isla: «He llegado a la tierra del pecado de la enfermedad

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    y de la muerte, en donde Satanás reina con terrible poder y

    arrastra a las multitudes cautivas a su voluntad».32 Su junta mi-sionera, como muchos otros cuerpos evangélicos antes y después,falló porque no discernió la intrusión del mal en las prácticasprevalecientes de la vida social. Consciente de la ira de los pode-rosos propietarios de plantaciones por las propuestas de mejoras,las juntas le escribieron a Knibb: «Usted debe tener siemprepresente que, como residente en Jamaica, no tiene nada que vercon sus asuntos políticos o civiles; usted jamás debe interferir en

    estos ... El evangelio de Cristo, como usted bien lo sabe, en lugarde producir o favorecer un espíritu de rebelión o insubordinación,tiene una tendencia directamente opuesta.»33

    El descubrimiento de que el mal reside en el orden social tantocomo en nuestra vida personal confunde el inventario común delos pecados fastidiosos. «Robar, los juegos de azar, el lenguajesoez, profanar el día domingo, el asesinato, la lujuria, o cualquier

    cosa que es eternamente mala,»34 es una lista típica de lo que amenudo se considera impiedad pública. Los pecados híhlicosde.la explotación económica, la opresión y la acumulación de rique-zas a costa de los pobres se han esfumado. Pero ios profetashablaron no solamente en contra de las relaciones personales /pecaminosas, sino también en contra de la ruptura de las comple-

     jas relaciones sociales entre grupos con distribución desigual delpoder. Así, atacaron modelos económicos con una concepción

    amplia, tales como la consolidación de los predios pertenecientesa los campesinos en vastas propiedades de los ricos (Is. fxZ=8). Enlas Escrituras el pecado incluye la participación en las injusticias  j sociales”o el fracaso en corregirlas. Sin embargo, la insensibilidadante el mátsacial á menudo oscurece esta comprensión cuando seencuentra esta dimensión al leer las Escrituras. Isaías 1.18 resultaun texto familiar

    Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecadosfueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; sifueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana.

    Algunos himnos muy conocidos usan las palabras más prominen-tes de este versículo: «Más blanco que la nieve, más blanco que lanieve; lávame y más blanco que lanieve seré.» Pero, ¿reconocemosque los pecados a los cuales se refiere son injusticias sociales

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    Lavaos y limpiaos; quitad la iniquidad de vuestras obras de delante

    de mis ojos; dejad de hacer lo malo; aprended a hacer el bien; buscadel juicio, restituid al agraviado, haced justicia al huérfano, amparada la viuda (Cf. también v. 23.).

    «Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso»(Jer. 17.9) es una frase famosa. Menos conocido es el hecho de queel primer ejemplo que Jeremías da de esta condición es «el que

    injustamente amontona riquezas» (v. 11). El testimonio bíblicoprovee la clave para la identificación de las características delorden social caído y las marcas que señalan el control social queejercen los poderes.

    El creyente evangélico debe tomarse sensible al pecado quebrota del condicionamiento social. El mal social yace muy cercade casa. Los poderes que gobiernan en todo el cosmos  hablan

    con voz conocida. Como antes se mencionó, la sociología delconocimiento nos ha mostrado el grado en el cual, mediante lasocialización, nuestra posición de clase afecta la manera en quepensamos. De acuerdo con John Bennett, los intereses de clasedistorsionan las decisiones diarias del ciudadano común más quelo que lo hacen sus intereses individuales.35 Pero también estamoscondicionados en nuestra perspectiva por consideraciones deraza, sexo y lealtad nacional. Debemos examinar nuestro serinterior para descubrir estos prejuicios.

    El reconocimiento de que el mal habita en la vida social afectaránuestra actividad en el mundo. Cambiará el modo de ser delos ciudadanos cristianos, deúná obediencia pasiva a una res-ponsabilidad activa. Ya no podemos desentendemos de nuestrarespe)ñsáb¡ITcTad aceptando pasivamente el statu quo (el orden

    esfabDcTdoJ”:omo la voluntad de Dios. Juan ¿alvino habló del«error general», en el cuattas cosfúmbresTyJas leyes protegen elvicio: «o es menester perder toda esperanza de remedio, o se hade poner la mano a tantos males, i esto no menos que por mediosviolentos. I quítase el remedio, no por otra razón sino porque, yamucho tiempo ha, somos acostumbrados i hechos a los males»(Institución de la Religión Cristiana, Nueva Creación, Buenos Aires,

    E d ó d l

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    LA FE BÍBLICA Y LA REALIDAD DEL M AL SOCIAL   79

    Servimos en un orden diferente, el reino de Cristo, que él coloca

    en contraste con la manera prevaleciente de vida en el ordensocial, según es respaldado por los poderes caídos. Para el viejoorden debe haber enemistad; de acuerdo con Santiago 4.4 seramigo del orden caído es ser enemigo de Dios.3b Debemos seguirel señorío de Cristo, quien juzga al mundo y lo conquista. Lavictoria de Cristo sobre los poderes es segura; él los ha desarmado(Col. 2.15). Sin embargo, las hostilidades todavía continúan por-que, solamente cuando él retome, «todo dominio, toda autoridady potencia» serán suprimidos (1 Co. 15.24) J 7 Por fe vivimos en lavictoria de Cristo y, sin embargo, debemos continuarbatallando.

    Este conflicto contra el imperio de las fuerzas del mal quedaexpuesto en la carta a los Efesios. Debemos luchar contra los pode-res diabólicos que gobiernan el mundo, vistiéndonos déla verdad,la justicia, la paz y la Palabra de Dios (6.1018). Debemos exponerlas obras infructuosas de las tinieblas, tomando la ofensiva contra

    el pecado (5.11). La multiforme sabiduría de Dios será dada aconocer «a los principados y potestades en los lugares celestiales»(3.10). En su interpretación de estos pasajes Heinrich Schlier ve ala iglesia opuesta a los principados como un refugio de justicia yverdad. La historia humana se ve como una gran batalla entre losprincipados v Ja iglesia, resuelta con la caída de los espíritus'demoníacos.3? La iglesia debe involucrarse en una batalla contralos males dentro de la estructura social, por cuanto ellos marcanlos puntos de penetración de estos poderes en nuestra historia^—'

    'La movilización por el cambio social emana más claramente,^sin embargo, a partir de los mandatos y modelos asociados con laactividad de Dios en el mundo que a partir de la teología delcosmos. Temas tales como la perspectiva del amor cristiano, lasconsecuencias de la gracia divina,.el mandamiento de hacer justi-cia y las dimensiones del reino de Dios sugieren la dirección de

    nuestros esfuerzos.

    El activista que toma en serio el pecado

    Una convicción de la existencia del mal en el sistema socialpuede conducir a una de dos respuestas de acuerdo con una

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    ante una sociedad más grande, dada con poca restricción para la

     búsqueda personal. La meta de los ascetas es lograr el dominiosobre la naturaleza caída. Para alcanzar este control, ellos estruc-turan toda la vida en un esfuerzo por conformarse a la voluntadde Dios. El ascetismo produce un carácter sistemático y metódico,y evita lo que es sin propósito u ostentoso.

    Weber identificó dos formas muy diferentes de ascetismo. Unaque él llamó «ascetismo del otro mundo», y la otra, «ascetismo delmundo interior». De los dos, el ascetismo del mundo interior era

    el que con mayor probabilidad proveería apoyo para el cambiosocial evolutivo. Los ascetas del mundo interior, mejor repre-sentados por ciertos tipos de puritanos, aplican su preocupaciónpor el pecado y la disciplina espiritual al dominio de la vida quelos rodea, en vez de derrotar el pecado que llevan dentro. Losascetas del otro mundo huyen del mundo. Los ascetas del mundointerior encaran al mundo, extendiendo su búsqueda del dominio

    del mal a todos los aspectos de la condición humana.Debido a que los ascetas del mundo interior rechazan el ordenmundial existente, el mundo es su lugar de misión. La perspectivateocéntrica sobre la cual basan su crítica del mundo es también lafuente de un llamado para glorificar a Dios en el mundo. Lasenergías que se dedican a la batalla contra el mal interior soncanalizadas a un respaldo vigoroso de su misión externa. Para loscalvinistas, por ejemplo, además de un llamado específico al

    trabajo diario^iiabía también una vocación general en el mundopara trabajarpor el establecimiento de una sociedad de justicia ymisericordia. 0 El calvinismo en todas partes formó asociacionesvoluntarias para^bras de amor al prójimo y se involucró en unesfuerzo sistemático por moldear la sociedad como un todo.41

    TTcnstianismo evangélico lleva varias marcas del modelo delascetismo del mundo interior. Aun cuando en el siglo XX el ímpetupor la justicia social frecuentemente ha estado ausente, el compro-

    miso sin par con las misiones mundiales es una forma de activis-mo que expresa la energía y disciplina religiosa en forma desacrificios financieros, sufrimiento físico, elección vocacional yoración. La plétora de organizaciones que respaldan esta visiónes también una característica. Inclusive los patrones que separanla política eclesiástica de la ética personal pueden verse comoparte de una disciplina metódica para respaldarla misión. Igual-

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    LA FE BÍBLICA Y LA REALIDAD DEL MAL SOCIAL   21

    propia alma, sino para conducir el alma redimida para salvar

    al mundo. En el antiguo Israel también se ve a un pueblo apartadocon una misión para las naciones. En la Biblia, la noción dela separación de un pueblo del mundo no es otra cosa que elcorolario de la revelación del Señor para un pueblo que llegará aser el portador de la verdad viviente y un misionero para toda lahumanidad.42

    La preocupación bíblicamente infonnada acerca del pecadoprovee de este modo de una piedad capaz de potenciarla acción

    social eficaz. La participación social sistemática y vigorosa noexige que los cristianos debiliten la estructura de su piedad, sinomás bien que la lleven adelante hasta sus consecuencias socialesnaturales.

    Finalmente, existe el peligro de que una conciencia del malpueda conducir nada más que a una condenación dogmática dela sociedad que nos rodea. Pero el mal social también significa el

    temor, la humillación, el sufrimiento y la pérdida cuando la gentehiere a la gente. Dios conoce el sufrimiento y clama en contra deél. No sabemos que es el pecado hasta que hemos llorado con elllanto de la tierra. Estamos en contacto con la sustancia de la

     justicia cuando el hambre de justicia que sentimos dentro denosotros es uno con nuestra angustia por el sufrimiento humano.Entonces conocemos más plenamente el significado de que Cristo«fue hecho pecado» por nosotros.

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    La gracia de Dios y nuestra acción

    «Una piedad de obras» es una idea sobre la acción social quedesanima a muchos cristianos a involucrarse. El trabajar activa-mente para lograr cambios en la sociedad parece reflejar una faltade confianza en el cuidado providencial de Dios. Se acusa a losactivistas sociales de depender primero de sus propias obras para

    •iniciar el cambio y, luego, confiar en los programas de cambiosocial que son así producidos, en lugar de descansar en el poderde la obra de Cristo para cambiar vidas y cambiar la historia. Se

    sospecha que la acción social cristiana es una religión de obras,separada de la obra salvadora de Dios en Cristo, y no comoresultado de ésta.

    Desde una perspectiva diferente, muchos cristianos no actúaneficazmente de acuerdo con las exigencias radicales de Jesús (o desus intérpretes contemporáneos) debido a que su cumplimientoparece estar fuera de sus recursos personales.

    No obstante, a pesar de la sospecha por un lado y del temor por

    I otro, la acción social cristiana, en verdad toda la conducta delI  creyente propiamente entendida, se basa en la gracia de Jesucristo.Debido al pecado, dependemos del poder de Dios por medio deCristo, quien obra por nosotros, en nosotros y a través de nosotros.La acción social cristiana surge de todo lo que las Escrituras dicenacerca de la gracia de Dios en la salvación. Como una forma deética cristiana, empieza con la cruz, con la apropiación de la

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    LA GRACIA DE DIOS Y NU ESTRA ACCIÓN    23

    La ética cristiana basada en los hechos divinos de gracia

    Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por lacarne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecadoy a causa del pecado, condenó al pecado en la carne; para que la

     justicia de la ley se cumpliese en nosotros, que no andamos confor-me a la carne, sino conforme al Espíritu. (Ro. 8.34)

    La gracia precede a la ética cristiana

    Todo sistema ético debe tener un fundamento último de bon-dad y obligación; Dios es la base de la ética cristiana.

    ¿Por qué, pues, tiene Dios esa autoridad sobre nosotros? ¿Porqué guardamos los mandamientos de Dios? Si queremos respon-

    der por medio de una coherente presentación de teología, hay másde una manera de hacerlo. Puede empezarse con la necesidadhumana. Puede empezarse considerando el carácter de Dios, susoberanía o sus intenciones en la creación, la historia y la ley. Perola pregunta puede ser contestada en términos de una autobiogra-fía espiritual. El «porqué» ahora no pide explicaciones puramenteracionales, sino que más bien pide la razón por la cual en realidadusted, como persona, procura obedecer a este Dios. Con esta

    pregunta Karl Barth afirmó que Dios no tiene autoridad sobrenosotros debido a una definición particular de Dios. Reconocemosesta exigencia debido a que Dios es «el Dios que mostró su graciapara nosotros en Cristo Jesús».1Aquí Barth encapsuló una verdadcentral de la teología y de la ética del Nuevo Testamento. Nuestraobediencia a Dios está ineludiblemente atada a nuestra recepciónde la gracia divina en la conversión y después de ella.

    «Limpiaos, pues, de la vieja levadura, —escribe Pablo— paraque seáis nueva masa, sin levadura como sois; porque nuestrapascua, que es Cristo, ya fue sacrificada por nosotros» (1 Co. 5.7).Pablo exige que la conducta del creyente se conforme a su identi-dad como cristiano. El carácter del creyente es «sin levadura»mediante la conversión y el bautismo, basado en el sacrificio deCristo por nosotros. «Limpiaos de la vieja levadura» describe eldeber ético del creyente para conformarse a esta realidad. La

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    larmente la inmoralidad sexual, pero también cosas tales como larapiña y la codicia. En esta exhortación se dice a los creyentes«para que seáis ... como sois».2 Nuestra conducta ética debe co-rresponder a lo que Dios nos ha capacitado para que seamos,mediante la adopción y la gracia que se basan en el hecho históricoy único, de una vez por todas, de la muerte y resurrección deCristo. Sed (imperativo) lo que sois (indicativo) en Cristo; así senos hace un llamado ético «indicativo e imperativo». Podríamos

    llamarlo «gracia y ética».Romanos 6 es un pasaje clásico que ilustra esta relación de lagracia y la ética. A una sección sobre la gracia, que muestra nuestraunión por el bautismo con la muerte y la resurrección de Cristo(w . 210), le sigue una sección de instrucciones sobre la conductaobediente que resulta de esa unión (w . 1223). El versículo 12 esel eslabón de unión entre las dos secciones: «No reine, pues, elpecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que lo obedezcáis en

    sus concupiscencias». Sin embargo, aun en las afirmaciones de lasección ética se entremezclan la gracia y los imperativos éticos.3«Ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado como ins-trumentos de iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios»señala el imperativo (v. 13a). En la frase que sigue, Pablo presentael estado de la realidad, la situación de gracia sobre la cual se basael precepto y que es un eco del pensamiento de la primera partedel capítulo: «como vivos de entre los muertos» (v. 13b).

    En el capítulo 2 de Filipenses encontramos un ejemplo sobresa-liente de esta perspectiva bíblica. Al argumentar en contra delrencor y egoísmo que había en esa iglesia, Pablo dice que tal con-ducta niega la base de la nueva vida de ellos. Un espíritu de amory la capacidad de considerar a los otros antes que a uno mismo(w . 24) es lo que corresponde al «consuelo de amor» (v. I)4 comola médula de su fe. Su sentir debe expresar los eventos medulares

    de amor que habían hecho posible su relación con Cristo,el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios comocosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma

    de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condiciónde hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta lamuerte, y muerte de cruz. Por lo cual Dios también le exaltó hasta

    lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que

    l b d ú d bl d d ll

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    Emst Kásemann, en un importante artículo sobre este pasaje,

    dijo que Pablo no reclama una imitación de Cristo como pro-puesta consciente, sino la participación en los ideales centralesde este drama de la salvación, la fuente de su existencia comocristianos.5

     Juan 3.21, a modo de ejemplo final del Nuevo Testamento,asevera que «el que practica la verdad viene a la luz, para que seamanifiesto que sus obras son hechas en Dios». ¿Qué quiere decir«obras hechas en Dios»? Son las obras que brotan de una armónica

    relación con Dios.La gracia también aparece como el cimiento de la ética en el

    Antiguo Testamento. «Para el antiguo Israel, el motivo básico parala acción ética de un cierto tipo en particular es la obligación deresponder a la actividad de Dios en favor de la nación.»6 Laestructura del pacto provee la forma. Los pactos hititas másantiguos tenían ya un prólogo histórico que señalaba los benefi-cios inmerecidos que el señor les había concedido en el pasado a

    sus vasallos; y los vasallos, luego de haber recibido estos benefi-cios, estaban obligados a la obediencia.7 Así empieza el decálogo:«Yo soy Jehová tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de casade servidumbre» (Ex. 20.2). La conducta que se ordena en las leyesque siguen se exige como respuesta a lo que Dios ha hecho. Eldecálogo empieza recordando la liberación como el punto centralde toda la historia de Israel, y la ley es la carta de navegación delo que resulta de tal liberación. Incluso la fórmula persistente «Yosoy Jehová» sirve para rememorar los grandes eventos de lahistoria en los cuales este nombre era revelado, y subraya conti-nuamente la motivación de responder a los hechos de la gracia deDios.8

    El hecho de que la gracia de Dios viene antes que la ética, en elsentido de que la raíz está antes que el tallo, refleja la soberanía deDios. Como Víctor Fumish señala, la justicia no es algo que está

     bajo nuestro control; antes bien, nosotros somos controlados porella. La justicia no involucra lo que nosotros hacemos por nosotrosmismos; más bien, es el poder de Dios en cuyo servicio estamos.La justicia, en tanto y en cuanto es creada por Dios, resulta elanticipo, no la meta, de la obediencia. La ética de Pablo es, de estemodo, radicalmente teológica; «presupone que la vida entera y elser del hombre dependen del poder soberano, creativo y redentorde Dios »9

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    La primera pregunta en cuanto a la motivación y la obligación

    del creyente no es «¿qué debo hacer?», sino «¿qué es lo que Diosha hecho por mí?». «¿Qué es lo que yo, como creyente en Jesucris-to, como miembro de su iglesia, debo hacer? La respuesta es:'Debo hacer lo que soy'.»10 La autoridad que los mandamientosde Dios tienen sobre nosotros y nuestra comprensión de su signi-ficado e incluso la capacidad de guardarlos brotan de la realidadde que nuestra salvación en Cristo define ahora nuestra identidad

     básica. Estas dimensiones de la exigencia de Dios se actualizan en

    tanto nosotros, en fe, gratitud, lealtad y amor, «somos nosotrosmismos»: nuestro ser creado de nuevo.

    El cimentar la ética cristiana en la acción de Dios por nosotrosno implica que Dios ya no se dirige a nuestra conducta conadmoniciones. La Palabra que nos revela las obras de Dios tam-

     bién nos revela su significado11 y con esa declaración de significa-do vienen los mandamientos de Dios para nuestra conducta.

    Pero la gracia de Dios que se expresa en la ley (y en la creación)no p rodujo en la humanidad la correspondiente conducta. La obrarestauradora de Cristo apunta hacia las palabras de las Escriturasy les da vida. Ya no se oye la exigencia de Dios que nos acusa deque no somos capaces de cumplir la ley, y que nos condena a lamuerte. Al oír lo que Dios ha hecho por nosotros, podemosentender y llevar a cabo lo que Dios quiere que hagamos. Somoslibertados por el hecho de Cristo para que, en las palabras con las

    que abrimos esta sección, «la justicia de la ley se cumpliese ennosotros» (Ro. 8.4). La autoridad plena de las Escrituras continúasiendo la nonna para todos los aspectos de la vida, al dirigirse anosotros con las exigencias específicas de Dios.

    La formulación indicativa e imperativa de estas exigenciassubraya la calidad indispensable de la gracia para la ética, perotambién indica que la ética es crucial para la gracia. La ética no esapenas un apéndice de la gracia, y las advertencias éticas no sonuna de las varias maneras en las cuales la teología puede aplicarse.Lo ético, tanto como lo dogmático, es la sustancia de la revelacióny la obra de Dios.12 «La exigencia de Dios es considerada por elapóstol como una parte constitutiva del don de Dios.»13 Lo queDios está creando es un nuevo campo de existencia social, unacomunidad humana creyente y obediente. En Cristo se halla elnuevo Israel. El crear y urgir nuevas maneras de relación entre los

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    pertenece a la esencia de la obra de Dios en Cristo.14 El indicativo

    existe solamente en conjunción con el imperativo.

    La gracia da poder e invoca la acción cristiana

    La gracia redentora de Dios tiene dos aspectos. (1) La gracia esel poder de Dios para nosotros,  la obra de perdón y justificaciónpor medio de la redención mediante el Hijo. (2) La gracia estambién el poder de Dios en nosotros la obra de santificación delEspíritu de Dios, tanto como la obra del Espíritu para traemos al

    arrepentimiento y transformamos.15Como poder de Dios en nosotros, la gracia nos da fuerza para

    ser lo que no podemos ser por nosotros mismos. El Espíritu nosllena de poder para que actuemos éticamente, incluyendo laacción social, para que «así también la gracia reine por la justiciapara vida eterna» (Ro. 5.21). La obediencia que se invoca por loque Dios es y hace no depende solamente de nuestras voluntades,

    por cuanto Dios obra en nosotros tanto a través de nuestra volun-tad como por medio de nuestras acciones según el propósito deDios (Fil. 2.1112). Karl Holl, en un ensayo sobre los elementosdistintivos del cristianismo, anota que la gracia «crea un afectointerior, un sentimiento de gratitud que debe hallar expresión, ypara el cual hacer lo más excelso no es demasiado».16 Este afectoes la fuente de lo natural, de la espontaneidad de la acción que brota de nuestra relación con Dios.

    Cuando una prostituta abrazó a Jesús en la cena, su afectodespertó sospechas (Le. 7.3650). Había venido para ungir a Jesúsy se puso a llorar detrás de él. Al parecer, dominada por susemociones y sin premeditación, lavó los pies de Jesús con suslágrimas. Los limpió con sus cabellos, lo que le valió la vergüenzade haber dejado suelto su cabello en público. Ella le «besabacontinuamente» (tiempo imperfecto, v. 38) los pies: una señal decompleta sumisión y de mayor humillación frente a Jesús.17 Laaceptación de parte de Jesús de estas acciones en la cena fue, en símisma, una indicación de que le perdonaba los pecados. Paraexplicar la situación y para enseñar una hermosa y duraderalección, Jesús relató una parábola acerca de un acreedor queperdonó la deuda de dos deudores, uno que le debía el equivalen-te a nueve dólares, y el otro a noventa dólares. El tema central dela historia es que a quienes se les perdona más, amarán más a sus

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    Según el propósito de nuestra presente discusión sobre la gra-

    da, debe notarse que el término usado en estos dos versículospara «perdón» (carisestai) es la forma verbal del sustantivo grada(caris)-  básicamente significa tener gracia hacia.  La grada es elpoder que libera para el amor y la acdón. ¿De dónde procede lafuerza del amor de la prostituta? Procede de la grada que ella harecibido.

    La ética cristiana corresponde a la acción de la gracia de Dios

    La ética cristiana es una respuesta a la grada de Dios que hemosrecibido en Jesucristo. ¿Cuál es la naturaleza y el contenido denuestra respuesta ética? «Nosotros le amamos a él, porque él nosamó primero», afirma 1 Juan 4.19.18 Una vez más vemos el modelodéla grada que precede a nuestra acción ética. Nuestro actuar estáamentado en la acdón de Dios; nuestra capacidad para amar sehalla precedida por nuestra respuesta al amor de Dios. «Nosotrosamamos porque Dios nos amó.» El versículo 10 aclara la forma delamor de Dios: Dios «nos amó a nosotros, y envió a su hijo enpropiciadón por nuestros pecados». Pero aquí tenemos más queun fundamento para la ética. Nuestra acdón corresponde en su

    tipo a la acción de Dios. Nosotros amamos debido a que Dios nosamó. El contenido y la naturaleza de la gracia de Dios determinael contenido y naturaleza de nuestros hechos. Nuestra respuestaes de amor debido a que la grada de Dios se manifiesta comoamor. Karl Barth escribe que debemos hacer lo que responda ala grada de Dios. Con nuestras acdones tenemos que dar cuentade eso.19

    Efesios provee una enseñanza similar «Sed, pues, imitadoresde Dios como hijos amados. Y andad en amor, como tambiénCristo nos amó, y se entregó a sí mismo por nosotros» (5.12).Expresamos amor en nuestra conducta debido a que su funda-mento es el amor expresado en el sacrifido de Cristo por nosotros.El mandamiento de imitar a Dios como sus hijos, que se encuentraen este pasaje, repite la lecdón. Así como los hijos copian a sus

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    Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledi-

    cencia, y toda malicia. Antes sed benignos unos con otros, miseri-cordiosos, perdonándoos [o demostrando gracia, carisestai] unos aotros, como Dios también os perdonó [carisestai] a vosotros enCristo. (4.3132)

    Debido a que Dios ha obrado con gracia por nosotros, ésta debecaracterizar nuestras relaciones con otros. Debemos mostrar aotros el modelo de las acciones de Dios por nosotros.

    La presencia de la gracia de Dios en nosotros como un poderque se reproduce a sí mismo es clave para entender una paradoja:una fe que se abre a sí misma al peor de los pecadores y, sinembargo, lo confronta con la norma moral más elevada. El antiguoenemigo de la iglesia, Celso, se mofaba del Dios cristiano, que leparecía ser como un potentado ladrón que reunía criminales a sualrededor. Sin embargo, en la relación entre el indicativo de la

    gracia y el imperativo ético, se nos ordena vivir la vida de Cristomismo (Ro. 6.512); debemos participar de la vida del nuevoAdán, la médula de la nueva creación, la incorporación del idealhumano.20 Holl se maravilla por esta fe que sostiene que Diosse ofrece totalmente al pecador, y que, sin embargo, sobre estarelación de gracia se edifica la ética más exigente que puedaconcebirse. Este perdón trae al pecador a una relación íntima

    y ardiente con Dios y, al mismo tiempo, establece una morali-dad en la cual la propia perfección de Dios provee el modelo(Ef. 5.1).21

    Las acciones sociales de la gracia

    Karl Barth afirma que la gracia exige que hagamos en nuestropropio círculo lo que Dios hace por medio de Cristo. Debemos dartestimonio de los hechos creadores, reconciliadores y redentoresde Dios, por medio de obras y actitudes que se correspondan.¿Cuál es «nuestro círculo»? Es tan amplio como la esfera de lasrelaciones humanas en las cuales participamos, que hoy en día esnada menos que global. Nuestro círculo incluye, ciertamente,relaciones íntimas y personas que necesitan oír del amor redentor

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    aquellas fuerzas que oprimen tan frecuentemente. Como vemos

    en Filipenses 2, en donde Pablo aplicó la lección del gran dramade la salvación al conflicto dentro de la iglesia, debemos actuarloque Dios ha hecho, en el contexto de nuestras propias vidas.

    La parábola del siervo obstinado es una advertencia para noso-tros. Jesús relató la parábola de un servidor (doulos) de un rey, aquien su señor le perdonó una deuda equivalente a diez millonesde dólares (Mt. 18.2335); sin embargo este oficial encarceló aun

    colega servidor que le debía aproximadamente veinte dólares.Cuando el rey oyó acerca de este hecho, puso al primer servidoren prisión. La historia llega al clímax con esta declaración porparte del rey: «¿No debías tú también tener misericordia de tuconsiervo, como yo tuve misericordia de ti?» (v. 33). Jesús hacehincapié con una severa advertencia: «Así también mi Padrecelestial hará con vosotros si no perdonáis de todo corazón cadauno a su hermano sus ofensas» (v. 35). El servidor no imitó lo queel rey había hecho por él y, por eso, el rey hizo con él conforme élmismo había hecho con su consiervo.23

    En razón de que hemos recibido la gracia por un enorme costomediante la muerte de Cristo, ésta debe caracterizar todas nues-tras relaciones humanas. La recepción de la gracia nos pone bajouna tremenda responsabilidad: «A vosotros solamente he conoci-do de todas las familias de la tierra por tanto, os castigaré por

    todas vuestras maldades» (Am. 3.2).En la ley de Moisés, con frecuencia se invocan los hechos de la

    gracia de Dios en la liberación de Egipto como el fundamento delos mandamientos que llaman a hacer justicia a los que son débilessocial y económicamente:

    y No torcerás el derecho del extranjero ni del huérfano, ni tomarás , en prenda la ropa de la viuda, sino que te acordarás que fuiste

    siervo en Egipto, y que de allí te rescató Jehová tu Dios; por tanto,yo te mando que hagas esto. (Dt. 24.1718)

    En razón de que habían recibido justicia del Señor, debían exten-der la justicia a los demás.25

    La gracia especial de Dios en la muerte y resurrección de Cristodespierta nuestra impaciencia contra la opresión y la aflicción. En

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    La correspondencia de la gracia humana con la divina se notaal principio del capítulo 8. Pablo habla de la gracia de Dios (v. 1)que ha sido dada a las iglesias de Macedonia (en donde Pabloestaba cuando escribía estos capítulos). Aquella gracia hizo quelos creyentes de Macedonia ofrendaran a pesar de su propiaaflicción y pobreza (v. 2). Ellos incluso sobrepasaron el ejemploque se había indicado en el libro de los Hechos de dar de acuerdocon la capacidad de cada uno; dieron aún más allá de sus fuerzas.Le suplicaron a Pablo que les permitiera tener una parte en esta

    colecta (v. 4). Pidieron con muchos ruegos que les concediera «elprivilegio de participar en este servicio para los santos». Dios dacaris  y ellos respondieron con caris  al dar para subsanar lasnecesidades materiales de los pobres.

    Esta aplicación de caris  tanto al que da como al que recibe, al benefactor (en este caso Dios) y al beneficiario (los creyentes), escomún en los escritos griegos, en los cuales caris tiene un signifi-cado recíproco.29 La caris del benefactor es un regalo; la