¿estuvo pedro rodríguez en la imprenta de ibarra?

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1 R ¿Estuvo Pedro Rodríguez en la imprenta de Ibarra? _____________ A la memoria de Richard Gans Don José Lázaro, el insigne y refinado coleccionista, recordaba hace años (1) una frase de Hulin de Loo relativa a la transmisión de los errores en la historia del arte: “Si un escritor afirma que un retrato tiene cuatro patas, cuatro seguirá teniendo durante siglos, aunque el retrato sea de medio cuerpo.” Un poco de esto sucede en materias bibliográficas y tipográficas. Pese a la minuciosa laboriosidad de algunos investigadores, pese a los trabajos con que poco a poco se va rehaciendo nuestra historia del libro español, aún siguen en circulación disparates de bulto. Se llega a pensar a veces si la gente no lee, no sabe leer o no quiere leer. Porque los errores dimanan generalmente de una de estas tres causas: ignorancia, impericia o soberbia. En todos los casos se favorece la transmisión de una falsa noticia o se pone en circulación un disparate que rodando, rodando, crea otros nuevos y termina por producir una mancha en obras bien trabajadas por escritores que no pueden apurar las fuentes y confían en la ajena palabra. Todavía hay una causa más de propagación de los errores en materia bibliográfica: la perezosa rutina, que se limita a copiar lo ya dicho sin pararse a discernir vera ac falsa. Auxiliar poderoso y eficacísimo de esta rutina es el odio que muchos sienten por las citas textuales. Cuando un escritor honrado menciona un hecho nuevo es ley imperiosa de la república de las letras que exprese clara y concretamente el sitio en donde halló constancia de él. Cuando el mismo hombre de buena fe se basa en una autoridad predecesora, queda obligado a men- _________________ (1) J. Lázaro: Un retrato de Gilbert Stuart en España, Madrid, La España Moderna, 1925, pág. 12.

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Don José Lázaro, el insigne y refinado coleccionista, recordaba hace años (1) una frase de Hulin de Loo relativa a la transmisión de los errores en la historia del arte: “Si un escritor afirma que un retrato tiene cuatro patas, cuatro seguirá teniendo durante siglos, aunque el retrato sea de medio cuerpo.”

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R

¿Estuvo Pedro Rodríguez

en la imprenta de Ibarra? _____________

A la memoria de Richard Gans

Don José Lázaro, el insigne y refinado coleccionista, recordaba

hace años (1) una frase de Hulin de Loo relativa a la transmisión de los

errores en la historia del arte: “Si un escritor afirma que un retrato tiene

cuatro patas, cuatro seguirá teniendo durante siglos, aunque el retrato sea

de medio cuerpo.” Un poco de esto sucede en materias bibliográficas y

tipográficas. Pese a la minuciosa laboriosidad de algunos investigadores,

pese a los trabajos con que poco a poco se va rehaciendo nuestra historia

del libro español, aún siguen en circulación disparates de bulto. Se llega

a pensar a veces si la gente no lee, no sabe leer o no quiere leer. Porque

los errores dimanan generalmente de una de estas tres causas: ignorancia,

impericia o soberbia. En todos los casos se favorece la transmisión de

una falsa noticia o se pone en circulación un disparate que rodando,

rodando, crea otros nuevos y termina por producir una mancha en obras

bien trabajadas por escritores que no pueden apurar las fuentes y confían

en la ajena palabra.

Todavía hay una causa más de propagación de los errores en

materia bibliográfica: la perezosa rutina, que se limita a copiar lo ya

dicho sin pararse a discernir vera ac falsa. Auxiliar poderoso y

eficacísimo de esta rutina es el odio que muchos sienten por las citas

textuales.

Cuando un escritor honrado menciona un hecho nuevo es ley

imperiosa de la república de las letras que exprese clara y concretamente

el sitio en donde halló constancia de él. Cuando el mismo hombre de

buena fe se basa en una autoridad predecesora, queda obligado a men-

_________________

(1) J. Lázaro: Un retrato de Gilbert Stuart en España, Madrid, La España Moderna, 1925, pág. 12.

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cionar que su cita es de segunda mano y a decir lisa y llanamente quién

es el que consiguió el caso.

Con la sencilla y recta aplicación de estos dos preceptos,

caminaríamos más desembarazados y seguros por la senda difícil de la

investigación.

Estas ligeras consideraciones se nos vienen a los puntos de la

pluma, porque, cabalmente, la falta de precisión en un caso concreto nos

tiene desde hace días interrumpido un trabajo y –tras mucho revolver

inútilmente libros y notas- imposibilitados para continuar la tarea. Se

trata de una cuestión de no gran trascendencia, pequeña si se la quiere

considerar dentro del marco de los inventos y descubrimientos humanos,

pero importante desde el momento que reivindica para la artesanía

española un avance en la técnica del arte de imprimir.

Con motivo de cumplirse los cincuenta años de la casa Richard

Gans, bien conocida por sus múltiples aciertos en la fundición de

hermosos caracteres, lanzó al mercado uno que denominó Ibarra, en

homenaje al insigne tipógrafo aragonés del siglo XVIII. Insuperable

fortuna, pues por la limpieza de los perfiles y la bellísima elegancia del

modelado quedará siempre como muestra de buen gusto y distinción.

Quiso la casa Gans editar un libro-muestrario de los tipos nuevos, y

pensó que nada sería mejor que publicar como texto una biografía del

insigne Joaquín Ibarra, a cuyo efecto encargó de redactarla al distinguido

literato don M. R. Blanco Belmonte. Todos los aficionados a cuestiones

tipográficas hemos leído y releído el opúsculo (2), muy bien escrito y

verdaderamente evocador de lo que debió de ser un día en la célebre

oficina madrileña.

La imaginación del artista ha sabido dar emoción de vida a la visita

de Carlos III al establecimiento de la calle de la Gorguera. Cabalmente,

en el relato de esta entrevista del Rey y el impresor encontramos la

mención de un personaje y un invento que son los que picaron nuestra

curiosidad.

“En la sala de prensas, el Rey se interesa por el trabajo y pide a

Pedro Rodríguez explicaciones del perfeccionamiento que ha inventado:

“-Señor, se trata de una pequeñez –declara humildemente el celador

de los prensistas-. No merece pasar por invento el añadido de esta pieza,

que yo llamo cajón y que sujeta y regula los movimientos del husillo,

forzándolo a bajar y subir perpendicularmente…

“-Con lo cual has evitado el remosqueo y has economizado mucho

perdido… Norabuena, muchacho (3).”

¿No es cierto que parece como si el autor hubiera visto y oído la

escena? La humildad del celador de los prensistas de la casa de Ibarra,

________________

(2) El Maestro Ibarra. Homenaje que la Casa Gans, al celebrar sus Bodas de oro, dedica al gran

impresor Joaquín Ibarra (Madrid, 1931); un volumen en 4.º de VIII-98-(1) págs. + láms. aparte.

(3) Op. cit., págs. 37-38.

3

que quita importancia a su descubrimiento; la competencia técnica del

Rey de España, que habla del perdido y del remosqueo…

Más adelante (4) se expresa así: “Pedro Rodríguez, el celador de las

prensas del taller del maestro, vuelve a fijar la atención de los

cultivadores de las Artes del Libro e incorpora su nombre a la historia de

la Tipografía como inventor de una prensa diferente de las comunes y

más ventajosa, que fué adquirida por la Imprenta Real.”

Y todavía, al cantar el panegírico de Carlos III, nos dice que “visita

los establecimientos de Artes gráficas, escucha las peticiones que se le

dirigen (5) y adquiere con destino a la Imprenta Real el nuevo modelo de

prensa inventado por Pedro Rodríguez, discípulo de Ibarra…”

Tres veces, al leer cada uno de estos párrafos, se nos fueron los ojos

al pie de las páginas respectivas en busca de citas que justificaran

semejantes asertos: ter limen tetigi, ter sum revocatus. Pero en varios

lugares de su bello libro menciona las obras que le sirvieron de base para

el trabajo: Cotarelo, Fuente y Canibell-Escar son los guías seguidos.

Nada dice Cotarelo (6) relativo a Pedro Rodríguez. Ricardo Fuente

(7) copia –entrecomillado- el párrafo que le dedican Canibell y Escar en

su artículo publicado (8) en el Anuario Neufville de 1912. Leamos a

estos autores:

“Nuestro Ibarra fué innovador sesudo en diferentes órdenes del

ramo tipográfico, y parece que debió comunicar su afán de perfección

aun a los operarios de su casa. Da lugar a sospecharlo la circunstancia de

haber sido el celador de las prensas de su taller, Pedro Rodríguez, el

primero que sepamos de entre los españoles que construyó una prensa

diferente de las comunes y más ventajosa, que adquirió la Imprenta Real.

El mismo obrero perfeccionó las prensas de la casa Ibarra

añadiéndoles una pieza llamada cajón para sujetar el husillo en sus

movimientos, obligándole a bajar y subir perpendicularmente a fin de

evitar el remosqueo.”

Con esta tendencia desesperante a ser creídos por su palabra, los

señores Canibell y Escar Ladaga, no señalan en absoluto la procedencia

de sus noticias, que parece haber sido fuentes de los escritores que les

siguieron. Ordenemos los datos expuestos para la biografía de Pedro

Rodríguez:

_________________

(4) Ibídem, pág. 69.

(5) Ibíd., pág. 91.

(6) Emilio Cotarelo: En honra de D. Joaquín Ibarra, artículo publicado en el “Boletín de la Real

Academia Española”, tomo X (1923), págs. 373-385.

(7) Homenaje del Ayuntamiento de Madrid al impresor Joaquín Ibarra, 1725-1785, Madrid, 1923,

4.º, 31-(7) págs.

(8) Eudaldo Canibell y Mariano Escar: Celebridades españolas de las Artes del Libro: Joaquín

Ibarra, artículo publicado en el “Anuario Tipográfico Neufville”, Barcelona, 1912, págs. 64-76.

La misma noticia se repite en un trabajo de Escar publicado en el “Boletín del Museo Provincial

de Bellas Artes”, Zaragoza, 1927, núm. 13, pág. 4.

4

I.- Pedro Rodríguez era celador de prensas del taller de Ibarra.

2.- Inventó el llamado cajón estando en casa de Ibarra.

3.- Inventó un nuevo modelo de prensa estando en casa de Ibarra.

4.- Este modelo lo adquirió Carlos III para la Imprenta Real.

Confesamos ingenuamente que estas circunstancias y las que

figuran en el curioso librito de Juan José Sigüenza y Vera, titulado

Mecanismo del Arte de la Imprenta (9), son las únicas impresas que

sobre Rodríguez han llegado a nuestra noticia. Si algún lector conoce

más y se digna publicarlas, vaya por delante un cordial reconocimiento

de quien firma estas páginas.

Pero hemos de manifestar que nos surgen sobradísimas dudas

acerca de la exactitud con que hayan tomado sus informes los citados

escritores. Y aquí es donde un trabajillo nuestro sobre tipógrafos

españoles “de la buena época” quedó abarrancado y sin poder concluirse

por esta incertidumbre que nos produce la falta de escrupulosidad en las

citas apuntadas antes.

No hay duda de que Pedro Rodríguez fué inventor del cajón y autor

de una prensa más práctica y manejable que las que entonces se usaban.

Pero ninguna noticia antigua conocemos que nos presente a Rodríguez

en casa de Ibarra. Sigüenza y Vera dice en su Mecanismo (1811, pág.

155), al descubrir el caxón: “Esta pieza se debe a la laboriosidad e

industria de don Pedro Rodríguez, zelador de las prensas de esta casa,

quien construyó una prensa diferente de las comunes, y más ventajosa, la

que está en la Imprenta Real. En el día se hallan sin tanto maderage, más

sólidas y todos sus movimientos más suaves. A fin de rectificar todo lo

que se dice acerca de las operaciones tocantes a la prensa, le he mandado

lo revise antes de estamparlo, y no seguir sólo mi parecer.”

Aquí vemos que Sigüenza, con toda claridad, le llama celador de las

prensas de esta casa, es decir, de la que regentaba él: la Compañía de

Impresores y Libreros del Reino (10). Ninguna alusión hay, pues, al

establecimiento de Ibarra.

Pero tenemos más datos confirmativos de que los talleres en los

cuales desenvolvió su actividad eran aquéllos y no éstos.

En 31 de mayo de 1805, Juan José Sigüenza y Vera pregunta a los

señores de la Junta de Gobierno de la Real Compañía “con qué pactos y

obligaciones se recibió al Zelador de prensas de la imprenta de V. SS.,

pues carezco totalmente de [informes sobre] ello, y en las mías no se ha-

_________________

(9) De esta obra hay dos ediciones, ambas de Madrid: 1811 y 1822. Su descripción bibliográfica

podrá verse en un trabajo que preparamos sobre el autor.

(10) Sigüenza fué nombrado regente de la Imprenta de la Real Compañía de Impresores y Libreros

del Reino el día 9 de febrero de 1804, en la cual fecha se firmó una escritura con las mutuas

obligaciones y derechos; en nuestro citado trabajo publicaremos interesantes documentos,

inéditos hasta hoy.

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ce mención alguna; para que sabiéndolo me sirva de gobierno y pueda

conducirme sin errar”. Y en la misma fecha el presidente margina la

comunicación con esta expresiva nota: “Béase por la Secretaría en los

términos que se recibió al Zelador de prensas Pedro Rodríguez a fin de

poder responder a el Regente (11)”.

En otro informe (12) que Sigüenza da a la Dirección de la

Compañía, fechado en 29 de diciembre de 1825, dice: “Al mismo

tiempo, señores, pongo en la consideración de V. S. S. que Julián

Alcalde pierde algunos ratos en hacer la tierra encarnada, y dar varias

cosas a los demás prensistas, que necesitan, como lo hacía Pedro

Rodríguez, celador que era de prensas, y después Santiago Volado…”

Parece desprenderse de aquí que Rodríguez estaba ya en la

Compañía con anterioridad a la entrada en ella de Sigüenza, el día 9 de

febrero de 1804. Si, como dice Blanco Belmonte, Carlos III compró, con

destino a la Imprenta Real, la prensa inventada por el celador en la casa

Ibarra, hay que suponer que este hecho ocurriría después de 1780, en que

se estableció, y antes de 1785, fecha en que fallece Ibarra, o antes de

1788 en que muere el Rey.

La documentación de la Imprenta Real ha sido estudiada por don

Manuel Ossorio y Bernard en varias publicaciones, principalmente en su

libro titulado Papeles viejos (13). Exhuma en él (pág. 222-223) un

curiosísimo informe dado por don José Antonio Fita en 21 de abril de

1792 (siete años después de muerto Ibarra y cuatro del óbito del Rey

Carlos III), en el cual se hace relación de las imprentas existentes en

Madrid en aquella fecha y del aumento de prensas en ellas desde 1780

hasta 1792.

Por este importante documento oficial sabemos que la Imprenta

Real, fundada con este nombre en 1780, sólo aumentó hasta 1792 seis

prensas “compradas de imprentas mal provistas, que por lo mismo

carecían de trabajo y de utilidad para sostenerlas”. Dos lo fueron a don

Isidro López, quien continuó estampando en cuatro, y las restantes a don

Manuel Sancha, de la calle de las Fuentes (14).

Estos son los datos que hemos podido encontrar relativos al celador

de prensas Pedro Rodríguez. Ningún testimonio antiguo hay que lo

presente trabajando en casa de Ibarra. Cronológicamente queda

demostrada la imposibilidad de que vendiera su invento a la Imprenta

Real antes de abril de 1792, es decir, después de muertos don Joaquín

_________________

(11) Informe inédito que publicamos como Apéndice.

(12) Idem íd. (Archivo de la Real Compañía de Impresores).

(13) Papeles viejos e investigaciones literarias, Madrid, imprenta de Julián Palacios, 1890. Citamos

por la segunda edición, hecha en Madrid, Imp. de Juan Pueyo, s. a. (c. 1923). El trabajo a que nos

referimos fué reimpreso en el “Anuario Tipográfico Neufville” para 1912, págs. 83-89.

(14) Papeles viejos…, pág. 223 de la 2.ª ed. y pág. 87 del “Anuario” citado.

6

Ibarra y el Rey Carlos III. En cambio, sí puede probarse su asistencia al

establecimiento de la compañía antes de 1805.

¿Conoce algún erudito más datos que aclaren o rectifiquen los

señalados por nosotros?

La historia de la Artes gráficas españolas se enriquecerá con una

aportación de esa índole, y el autor de estas páginas se alegrará

vivamente si entre todos conseguimos ampliar un poco el marco

bibliográfico de este ilustre obrero de antaño.

7

APENDICES

I

Señores de la Junta de Gobierno de la Real

Compañía.

Señores:

Molesto la atención de V. SS. A fin de que se

sirvan comunicarme con qué pactos y obligaciones se

recibió al Zelador de prensas de la imprenta de V. SS.,

pues carezco totalmente de ello y en las mías no se hace

mención alguna; para que sabiéndolo me sirva de

gobierno y pueda conducirme sin errar.

Al mismo tiempo hago presente a V. SS. Nos

hallamos sin papel de 12º, cuya falta nos trastorna todo,

pues son seis prensas las que tiran en dicho papel;

resultado de aquí tenerse que parar, y los caxistas que

van en el Breviario 12º.

Madrid, 31 de mayo de 1805.

Señores:

Juan Josef Sigüenza y Vera.

Madrid y mayo 31 de

1805.- Béase por la

Secretaría en los términos

que se recibió al Zelador

de prensas Pedro

Rodríguez a fin de poder

responder a el Regente.

II

Señores:

Hace más de cinco años que dí parte á la Junta que los PP. Bernados pensaban

hacer su Breviario; cuya impresión la tuvieron que suspender por las ocurrencias que

han pasado; y hallándose ahora en el caso de hacerla, y tirar dos mil y seiscientos

exemplares, se ha convenido el R. P. Barbagero, comisionado para ello, en los

términos siguientes:

Por el molde é impresión en lectura, encarnado y negro

en 4.º á 378 reales pliego tiene 96 pliegos………….. 36.288

Cuerda para atar la impresión…………………………. 260

Por el deterioro de cinco láminas, que se han de poner,

y son la Ascensión, Resurreción, Corpus, Asunción

y todos Santos, a 8 reales el ciento, según se ha in-

formado Pedro, y se practica en el día…………….. 1.040

_______

37.588

_______

8

Gastos que considero en pliego

Caxa ……………………………………………….. 48

Prensa ……………………………………………… 132

Pieles ………………………………………………. 8

Bermellón ………………………………………….. 18

Tinta ………………………………………………... 20

Desmejora de fundición ………………………..…... 20

Aceyte, y demás recados, como bramante, engrudo,

pliego de pruebas, etc. …………………………… 30

Alzado ………………………………………………. 20

______

296

82

______

378

______

Salen 82 reales de ganancia en pliego.

Al mismo tiempo, señores, pongo en la consideración de V. SS. Que Julián

Alcalde pierde algunos ratos en hacer tierra encarnada, y dar varias cosas a los demás

prensistas que necesitan, como lo hacía Pedro Rodríguez, celador que era de prensas,

y después Santiago Volado; y habiendo éste representado a la Junta, hecha cargo de

su solicitud, se sirvió mandar se le diera por este trabajo diez reales cada semana; por

cuya razón, y hallándose dicho Julián en igual caso, me pide lo haga presente a V.

SS. para que le asignen lo que tenga por conveniente, como lo hizo con Volado.

Madrid y diciembre 29 de 1825.

Señores.

Juan Josef Sigüenza y Vera.

ANTONIO RODRÍGUEZ MOÑINO