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ESTRU'CTURÁ DE UNA PEl)AGOGIA EFICAZ DR. A. SJMARRO En una época en que resalta el deseo de perfeccionamiento y mejora' del ,co.njunto ele las manifestaciones humani 3!s, no sorpren- derá que la ,Pedagogía sea objeto de una especial atención, diri- gida a obtener un fruto de educación infantil y (juvenil, más abun- dante y provechosO! efe lo actual y corriente. Aunque fuesen aceptahles los, resultaldbs educativos habituales, sería siempre 110 sólo un derecho, sino: 1111 primordial deber, tratar de mejor!arlos al máximo. Pero si desapasionadamente enjuic.iamos el estado presente de la educación, ,confesaremos qne deja múchí- sima que desear. A 10 sumo, los a11.1mnos van siguiendo la ense- ñanz.a normal hasta los doce o catorce años. Una vez aparece la adolescencia sIe comprueba con triste frecuencia cón10 casi sin ex- cepción la juvenil se desvía, se desmorializa y se descris- tianiza. Gráficament'e diríamos que "se escapa de entre los dedos elel educaefor", ,como si fuera imposible retenerla somleticla a los sanos principios inmortales de cultura y n;ligión. La situación del problema pedagógico es deficiente en alto grado. Parecerá temerario escribir acerca ele' temas peJC1:agógicos cuan- do verdaderas. y demasiadas montañas de papel se han publicado sobre tan apasionante asunto. Sírvanos nuestra timidez de sufidell- te excusa. Y permítasenos opinar no sobre apriorismos o prejuicios o menos arüfic.iosos, sino sobre realidades que 'afortunada- mente aportam,os, indiscutibles y consoladoras. REVISION DE denominador común a todas bs liiulladas l, contemporáneas sería el c.oncepto tácito (\ explícito qué forman ,del niño. Al1téntiw vicio de origell es considerar al niño cual "tabula rasa", COITW vacío recipiente, que se va rellenando !a vohinta:cl' o por obra del educador. Las diver- gencias entre unas y otras "pedagogías" con;isten en c.uáles son los elementos que el educador ;ha de colocacJ' eh la mente del niño, como se van poniendo los bbJetos en un almacén; o bi.en, en qué orden se deben disponer esos elementos que pasivamiente va acu- mulando el niño, según el dictado de quien le 'dirige. Pese a mo- destos ensayos de individuación pedagógíca que se hayan podido

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  • ESTRU'CTURÁ DE UNA PEl)AGOGIA EFICAZ

    DR. A. SJMARRO

    En una época en que resalta el deseo de perfeccionamiento y mejora' del ,co.njunto ele las manifestaciones humani3!s, no sorpren-derá que la ,Pedagogía sea objeto de una especial atención, diri-gida a obtener un fruto de educación infantil y (juvenil, más abun-dante y provechosO! efe lo actual y corriente.

    Aunque fuesen aceptahles los, resultaldbs educativos habituales, sería siempre 110 sólo un derecho, sino: 1111 primordial deber, tratar de mejor!arlos al máximo. Pero si desapasionadamente enjuic.iamos el estado presente de la educación, ,confesaremos qne deja múchí-sima que desear. A 10 sumo, los a11.1mnos van siguiendo la ense-ñanz.a normal hasta los doce o catorce años. Una vez aparece la adolescencia sIe comprueba con triste frecuencia cón10 casi sin ex-cepción la 111¡ent3JJi,d~ad juvenil se desvía, se desmorializa y se descris-tianiza. Gráficament'e diríamos que "se escapa de entre los dedos elel educaefor", ,como si fuera imposible retenerla somleticla a los sanos principios inmortales de cultura y n;ligión. La situación del problema pedagógico es deficiente en alto grado.

    Parecerá temerario escribir acerca ele' temas peJC1:agógicos cuan-do verdaderas. y demasiadas montañas de papel se han publicado sobre tan apasionante asunto. Sírvanos nuestra timidez de sufidell-te excusa. Y permítasenos opinar no sobre apriorismos o prejuicios n~ás o menos arüfic.iosos, sino sobre realidades que 'afortunada-mente aportam,os, indiscutibles y consoladoras.

    REVISION DE CONCE:PTOS.~-Un denominador común a todas bs liiulladas l, pec1~\;ogías" contemporáneas sería el c.oncepto tácito (\ explícito qué forman ,del niño. Al1téntiw vicio de origell es considerar al niño cual "tabula rasa", COITW vacío recipiente, que se va rellenando !a vohinta:cl' o por obra del educador. Las diver-gencias entre unas y otras "pedagogías" con;isten en c.uáles son los elementos que el educador ;ha de colocacJ' eh la mente del niño, como se van poniendo los bbJetos en un almacén; o bi.en, en qué orden se deben disponer esos elementos que pasivamiente va acu-mulando el niño, según el dictado de quien le 'dirige. Pese a mo-destos ensayos de individuación pedagógíca que se hayan podido

  • ESTRUCTURA DE UNA PEDAGOC!A EFICAZ 5-1 t

    insinuar,rjredomin

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    el sistema libertario de los otros,' hay t111 tercer. plano 'de justeza. N o como tmnsaéciÓl1 entre errores (que también sería error), sino ,('amo superioridad de una verd1ad equilibrada y correcta. Es el equilibrio entre los dos principios, antagónicos ,sólo en aparien-cia, de autoridad y libertad. Equilibrio qU'e se definiría así: res-peto y fidelidad. Respeto al niño y fidelidad al mismo niño, para conserviarle siempl:e ., fiel a sí mismo" (que es sim;ultáneamente conservarnos nosotros fieles a nuestros deberes. a nuestro Dios, a nosotros niísmos tamhién), actuando sobre el niño pedagógi-camente en la forma e[ue, se estudiará.

    Respeto y fidelidad a 10 largo de todo el proceso ICl';e persona-lización ju~el1iI. que empieza en lia pómera edad, en esa fase en que todo en la infancia existe, en latencia, pero con la misma rea-lidad de una planta adu],ta . en su semilla "que no es de ninguna ütriaespecie;'. Pues, bien; esa" especie" en el niñO' se acentúa, llra-nifiesta y actualiza progresivamente hasta caracterizarle ya en su fase de oonformación' definitiva. V/a;rnos pedagógicamente Cell-tran,do lal niño en sí m1ismo, y p,recisamente de manera q1!>e sea él rrtismo quien se vaya' constituyendo. Tomatmos algo así como U11a sombra de su personalidad que nos asignamos en su beneficio para devolvérsela "en seguida intacta y, si .cupiese, mejorlada. El, él propiamente se irá desarrollando con la atención educativa, pero según su innata cualidad:. El sabrá dedioar entonces su propia actividad, su propio trabajo, su espontánea energía para sentirse diferenciado, constituí do y capacitado en. ese trahajo, que es una' PROFESIÓN en el sentido amplio de la palabra.

    El trabajo ele fo'rmac.ión· personal del joven se traduce en una profesión. La 'vida impersQtJiql del joven ha tenido un nacimien-to, y tiene una plenitud sexual. Como la vida es cualidad supe-rior a un individuo determinado, he ahí cómo el trabajo indivi-dualiza y conden.sa esa vida,esa vitalidad indeterminada en su asomar yen su culminar orgánicos. Lo prof'esional en ese amplio concepto informla y concreta, por su trabajo peculiar, el ba'rro o masa ianimada en la fvrsona e.n su óptitlw posibilidad, o. sea en el óptimo de su profesionalidad. Este óptimo es el objeto de la Pedagogía de las' tendencias. o Pedagogía profesional en un sen-tido restringido.

    Pero el hombre está íntimamente vinculado a una vida sobre-natural, y de tal forma que solamente por razoneS didác.ticas pue-de hacerse el estudio separado' de sus caracteres naturales o so-brenaturales, Concretamente, creemos que no puede, ni en hipó-tesis, hablarse de una posibilidad de existencia humana sin con-

    [teniicto religioso, Por esto, ni en l;a imaginación existirá una ff-

  • ESTRUCTURA DE UNA PEDAGOGÍA EFlGAZ 51.3

    da!Ju[lía natural separada ele la realidad positiva humana, adición inseparable de lo natural y religioso, y tribufiaria d~ una Peda-gogía única. comprensiva de las tendencias naturales y de la vida sobrenatural, "humana.y sobrehumarra", en bloque.' Ahora bien; lo religioso viene a perfeccionar. nunca a contradecir, :10: natural; de modo que todo cuanto mejore y normalice lo humCl'l1o. "ipso facto" favorece lo sobrehumano en líne:as generales. (Los sacr1-flCíos, .como la cirugía. también. favorecen lo humano.) En una palahl:a. todo lo que ha favorecido lluestra lucidez, inteligencia. orden. entusiasmo, capacidad, todo pondrá más de manifiesto nues-

    . tra "último corazón", que da vida y anhela v:ida: la a~piración .sobrenatural; el ser el hombre "más que sí mismo". Aspiración que no es aspiración, ya que es hombre 11úsmo; no ese] yo que desea ,algo para sí, sino que es el yo que se da, se niega y no se quie"re a sí, sino por cima de sí ...

    Esa religión, que en un ~)'Uelo puede prescindir de todo concli-c:ionalismo, debe prácticamente paralelizarse al desarrollo normal y beneficiarse progresivamente de las fases por las que éste trans-curre. Son tres es:as fases fundamentales: infancia, esc.olaridacl y adolescencia. O sea: vida primitiva, trabajo y sexo. Adquirimos así un.a noción de esas fases con rdativa independencia de la cro-nología: la escolarirJiacl, comprende todo 10 referente al ejercido profesional óptimo, o sea vocac.ional. Y como la vida primitiva y el sexo son manifestaciones suprapersonales, vemos que será el núcleo profesional el que sirve de puente, medio o síntesis para perfeccionar vida y sexo. Al par de 10 profesional irán adqui-riendo finura y profundidad las manifestaciones sexuales. Y por encima Id'·e todo ello se elevará nuestra humanidad a esa altura. que, si no fuese efectiva, sería ii1soport'ablemente vertiginosa: él 10 religioso.

    El trabajo hemos visto que ·in.di'llidu-úl>iza, personaliza. La Pe-dagogía para las -anomalías de la conducna psicológica hace, pues. 10 mismo que la medicina (higiene sería más apropiado) con las anomalías corporiales. Hoy en medicina se ha impuesto un pos-tulado indeclinable: "No hayel~fermedades; hay sólo enfermos." He ,ahí también en medicina la negación de proceder en serici como la antigua rutina sanitaria, como la antigua Pedagogía con su objeto pasivo, en verdad indefenso ante la agresión de que se le hacía víctima. "El tratamiento pedagógi,co será por medio de una individualiz'aciónprofesional ... "

    La medicina actúa fortaleciendo las tendencias sanas del or-ganismo para que estas 111 iSl11Cl's "en su abundanCÍla" venzan· las

    . tendencias morbosas invasoras. La Pedagogía intensifiéará tal11-

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  • 'i14 nn. A. 51 MARRO

    bién la tendencia profesionial y sus asociadas, para que triunfe la personalidad espiritual del joven, del "hombre que trabaja", sea cual sea su edad, sobre un elemento negativo perturbador "o in-moral".

    N os damos .cuenta del salto que existe entre lo físico y lo moral. Y nos esforzamos en esclarecer, es decir, en. hacer diáfa-na nuestra posición ante la menor apariencia de materialismo. Por eso, sin perjuicio de insistir cuantas veces sea oportuno, de-cimos ahora: siempre lo espiritual, 10 .religioso, es 16 EFICAZ, 10 fundamental, 10 que en un seritido absoluto se Hama único. Pero para guardar el orden, dispuesto por ese mismo Poder único, he-mos de recurrir a las medidas humanas humil:demente, conven-.cidos de nuestra total impotencia, pero cumpliendo un deber de obtediencia, que es nuestraform1a d·e "colaboración a la Gracia". Así como cuando estamos' enfermos tenemos la seguridad de que la salud' 110S viene de Dios, y que Dios nos puede curar por enci-ma de todo remedio humano. "pero debemos llamar al médico" y no prescindir ele la pruderlcia humania, así en la medicina de la mente, en la Pedagogía, sabemos que Dios da la moralización, la enmienda de todo defecto; pero nosotros hemos de recurrir a la profesionalidad para que, como en los males del cuerpo, Dios bendiga nuestros 'pobrísimos intentos, pobrísin1Ds perOl agrada-bles al Señor. .

    La misericordia del Cielo precisamente nos ha facilitado ese camino para realiz;ar nuestra labor. ¿ Cómo iríamos a desdeñarlo? Sería pec'ar c.ontra la Fe en )0 que nuestros mandamientos nos, obligan; contra la Caridad al privar a nuestros semejantes, "so-bre todo a niños y jóven'es esencialmente necesitados", de nues-tro auxilio; y contra la Ec.peranza si ponemos en duda que nues-tra ínfima voluntad en ansia de amor vendrá superada inefable· mente por la Bonda¡d; divina.

    La profesional, la VOCACIÓN PROFESIONAL es la imagen de esa aspiración desinteresada y permanente en el trabajo, reflejo de la aspiración total de nuestro espíritu. Y esa vocación profe-sional es el hilo-guía que n05 conduce entre tantos obstáculos a través del laberinto de nuestra propia existencia. N os orienta des-de que empeziamos los primeras pasos sobre nuestros vacilantes p:ececillos de infanc.ia; nos acompaña en el aprendizaje general de la escuela, pero aun más eri el particular ¡die nuestro oficio pre-ferido; nos defiende frente a las acometidas del sexo; nos con-suela todavía más allá de la adolescencia, por mientras dure nues-tra labor profesional, "que nos tiene siempre de aprendices ... " 1 •

  • ESTRUCTURA DE UNA PEDAGOGÍA EFrCAZ 515

    hasta que la profesión de aquí se nos marchita y desvanece ante la (flc allí, inmortal y gloriosa.

    Comparemos .est'a Pedagogía gradual, evolutiva y comprensi-va de una vida entera juvenil que empieza en la cuna y termina pedagógicamente en edad lograda, con la Pedagogía corriente Esta, en vez ele ,adaptarse sencillamente a la realidad, pretebde tácita o explícitamente deformarla. Estudia no. sé cuál~s "leyes psicológicas"; baraja resultados estadísticos confusos (j pobre es-tadística, que da cifras para todos los gustos!); buscia un "stan-dard"; elige "slogan"; inventa miles de "tests"... j Hasta sUs ba'rbarismos son incompatibles ,\:011 rlúestra españbla lucidez! En el fonclo toma el niño corno un compiartimiento estanco; le des·· conecta con edades anteriores)' posterioi'es, y le esquematiza has-ta su volatilización. Le hace. objeto de manufactura, primera ma-teria industrial, y, ia fuerza ele psicotecnia, y precisamente. por ese eXlceso de psicotecnia, termiina por ol'vida'rse del alma inmo1'tal, alma del niño. Repetimos: error ele los clásicos; refinadísima hi-pocresía sectaria. Renunciamos a c.omentaresia Pedagogía ten de-ril que convierte al maestro en mueblista; y esas interminables disquisiciones sobre distribucióíl de materias y horas de clase --enorme (!) trascendencia de que la ¡aritmética vaya antes o tI'es pués de la historia--; y nada digamos del .capítulo administrativo, qtt'e tiene su lugar--naclie 10 ignora-en la escuela, pero que no debe confundirse c,on la altUl';a pedagógica del maestro, ni menof' convertir a éste en vulgar contable de 1.111a "explotación".

    Pedagogía es firme y ágil adhesión al niño; sincera y atenta observiación de su personalidad, cualidades, apetencias y necesida· des'; es mano fiel y amiga a su servicio para contribuir y c.olabo-rar al cumplimi,ento ele la misión que el niño viene a realizar en el mundo y más allá del mundo. Pedagogía es dar plena sia1:Ísfac-ción a todos los derechos de! n.iño: a, todos, desde el fundamental del'echo a vivir, hasta el de hacer S11 voluntad libre y ordenacla s·egún su personalidad o VOCACIÓN PROFESIONAL; Y iasí podrá exi-girse al niño también sus deberes: aplicándosele las ordenadas re-prensiones, ;O represiones según los .casos. Pedagogía es, en fin, prepar~r y dispon\er al niño tan eficaz;mente que sU desarrolló se-xual sea casto, fuerte, sano y fecundo. Para que también su vida entera sea sana y fec,unda. Para que su vida entera sea-aparen-te pa'radoja-preparación de muerte. Pero que 110 es muerte, es Vida sin límites en un Ci'elo sin fin. Vida con Dios. Esta es la impresión, mejor que definición, de Pedagogía.

    ELEMENTOS' NA TURALES DE LA PEDAGOGIA.---f," Períor;lo S1,tb,!,~t;'on9/ente1:nfantit,-Acaso nos hemos extralimi-

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    tado en la extensión de estos preliminares abstractos. Pero entr3-remos ya en las realizaciones concretas.

    El niño, en cuantoempieia a tener conciencia de su situación. de su alrededor, teme. Ello es un efec.to de su intrínseca depen-dencia del medio, o de una finísima percepción de peligro por I falta de amor en general. Ese temor de por 'SÍ es eminentemente depresivo; inaugura U11 círculo vicioso negativo, y sería suficiente para extinguir una vida t;an sensible como la del lactante. Desde un, punto de vista educativo (aunque en gran parte suboconsciente) debe evitarse el estrago que acarrearía un temor sin cortapisa. Pues bien; tenemos en el niño el caso 'análogo al del pollito alu-dido en nuestro trabajo anterior. Para prever los perjuicios de un miedo excesivo, se ha debido consolidar al máximo la tenden cia opuesta: la de confianza en la madre. Así, cuando el temor hace su aparición, encuentra ya una previa defensa organizada, (lue constituye un reducto inexpugnable en que se refugia la mell-taliid'ad del niFío. En éste se ha educado una tendencia o instinto efz:ca.z que canaliza y supera la tendencia invasora; que desv'Ía. aprovecha y permite se convierta en enseñanza 10 que pudo sel causa ele profunda perturbación.

    Todo lo que sea origen de confianza, de estabilidad oprotec-. c;ón debe ser fomentado: el hogar, el ambiente familiar sobre

    todo. Este es "el motivo por el cual, en la es,cala zoológioa, es tan valiente el perro c.uando ,didiende su casa: se ha constituíclo en él la tendencia. de tal confianza que se cree invencible donde tiene esa seguridad. Esta es ,la explicación que etnográficamente los pueblos se baten desesperadamente en sus rincones territoriales. No se diga que es por decisión heroka ante sus muj eres e hijos. pues cuando están en país extraño, con ellos y ellas igualmente tienen menos ímpetu (prescindimos de razones morales propiias de pueblos superiores, o sea hablamos de pueblos primitivos). Esta sertsac,ión de garantía explica el mito de Anteo. Este no pelea po}' su madre en peligro, sino. que r~cibe de su madre la, fortaleza que a él le flalta.

    Si no se ha sabido formar en el niño la" tendencia de confian-za, 'entonces no sabrá tampoco. superar el miedo. A 10 sumo, se provocará una agresividad estéril, que contrasta grotesiCamente con su inniata inferioridad e impotencia. Es la debilidad penden-ciera de los gitanos y pueblos nómadas; es la xenofobia de cier-tos estados sociales; es, en fin, quizá el fondo de la agorafobia, c,omó extremo temor a 10 que se aleja de las paredes, de esas pa-redes que parece está el guardián defendiendo, cuando ellas son las que le defienden subconscientemente a éL Es el triste caso dd.

  • ES'fRUCTURA DE UNA PEDAGOGíA EFIcAz 517

    huérfano, lleno de mi'edo iilfuso a todos y a todo; es el fondo de m:l~chos cri'll1.inales pO'/' miedo, ¡a los que no se les ha estudiado tal v'ez bastante bien, Porque hay fases infantiles que se prolon~ ga:n años y años... '

    La agresividad del miedo, en cuyo estudio detallado no pode· mos entrar (máscarias de los ,salvaj es ... ), es el fondo de la rabieta del niño. Este se da cuenta de que una, reacción de miedo ha dado miedo a otra persona, y repite la suerte cuantas vec¡es puede. Se forma 10 que podemos llamar valor de cobardía, falsa valentía, tipo de antipedagogía y de ineducación.

    Al niño jamás hay que atemorizarle ni acobardarle. Gritos, golpes, pero sobre, todo narraciones o escenas terrorífi,cias, son pro-fundamente destructoras de la mentalidad infantil. Esto 10 cono-cemos todos, Pero también hay que huir de un excesivo miino, que produce la falsa energía anteriormente indicada. ¿ Cómo evi-tar los extremos? Cuando se preSelljta la cólera, e:lberrinche, nos imhibiremos en general. El niño se convencerá (el subconsdente en gran parte) de la inutilidad de su ,ficción o recurso. Pero como no se ha usado en este recto s.isterna UI1\ berríl1che "mayor que el suyo", se dará c.uenta de que 110 es cuestión de cantidad! (o sea, de que o.tra vez con un éLccesode cólera cuantitativamente mayor tendría éxito), sino que sentirá en su intimidad que n.eoesita oa111-biar cualitativamente de proceder. "Se tendrá miedo a sí mismo" por portarse mal. Y como del exterior no percibe sensación de pánico, sino de serena tranquilidad, pedirá a sus superiores lo que nec.esita, sin. extralimitarse en sí mi~mo. Se ha educado. N o so-lamente tiene plena confianza en los demás, sino que ya la va co-noiC:Íendo en su propia mente. He ahí UI1 esbozo rapidísimo de la primera fase de la educación ú1fa1ntil,

    2.operíocJo profesio'lllal escola,r.-De la ,infancia se asc.iende a la edad siguiente, que llamamos escolar. N OYmat111ente se desen-vuelve así: el niño, ya sobre una, base de confianza en su ambiente inme,diato, siente ct,wiosidadJ. Desde su sólida base de operaciones. el escolar va extendiendo su radio de acción físico y psíquico. En suc.esivas e incesantes 'vnctbYsiones va conqul:stando cada vez mayor extensión de conocimientos y experiencias. Los primeros son saber; los segundos, trabajo. El trabajo le va dando una base ya personal de suficienc:a (ya 110 es la confianza ien los demás) y de capacidad propia para vivir en general. .. Por 11Uestra "\!imitación de limita-ción", por la inf1uenda de ambiente, herencia, etc., se ha id'o cons-tituyendo una especial aptitud para una cIase de trabajo. Es decir, la aptitud ha respondido !a una interna predilección para dicha ocupación. Ambos elementos, inc.1inación intérna y ejercicio ex-

  • 518 M. Á. si MARRÓ

    terior, produdr~1i tina vel'cÍaclei'a "pei'sohalidad laboral", hija de la VOCACIÓN PROFESIONAL (V. P.). La práctica profesionlal cons-tituye el final (y es el objeto) de la educa,dón durante el período escolar. .

    Todo se matiza de taciocinio, se sistematiza,. se organiza en esa eda,d que gráficamente, en cuanto se refiere a la condencia, podría calificarse comb edad de la técm:ca. Incluso el juego se tecnifica también, Y se marcan. mejor las oscilaciones inherentes a nuestra humania actividad. ,Pero ambas cosas, oscilaciones y jue-go, merecen unas líneas de aclaraciói1.

    El hecho ele periodicidad, alternativa u oscilación es univer-salísimo. Sin querer aharcat demiasiado, solamente en biología te-nemos: sueño-vigilia; comida-ayuno; trabajo-descanso (es decir, ejef'cido-'reposo), Tenemos el latido cardíaco, los contrastes "es-tocionales", el ritmo sexual .. , Tmnbién en la esfera mental se observa cierta ~lisplicencia intercalada con diligencia, y hasta en las altas manifestaciones espiritüales es frecuente presentarse la sequedad después del fervor. Como ,si fuese una dilatadísima ley pendular que rige el mundo físico y viviente.

    En la infancia, actividad y descanso son integr;ales, masivos, caótitcos. El niño o duerme, o gesticula, parlanchinea, grita, se es-fuerza ... Obedece al estado ele sUIl¡tfrición. (Una importa:ntísim;a Pedago,qí(Í' de la alimentaciÓN qUé es en este punto siquiera tan sólo nombrarle, y que tal vez explanemos en' otro lugar, debería empezm por la base nutritiva del lactante.) Seleccionando el ali-mento, no hemos ele preocup;rnos por la clase ele juego ni de tra-bajo. El niño, ;c.onfllsamente, juega :v trabaja, a la 7.teZ: SU espon-taneic1ad es indiferenciada, sobre ·todo en el t:lc1!ante. En la pri-mera i'nfanc1a, ;apenas despunta mayor desarrollo. Solamente apunta ya la elesobecl1encia, el geniecillo, que debe tr~tarse como se ha dicho: con una seren-a e indiferentc firnleza. Edades esas en (iue la Pedagogía es una profu11da y sentic1a ternura cristiana asociada al pulcro c.uidado corporal.

    Pero en la escolaridad la actividad se desdobla en. su elemento racional y en otro elemento Icompensador ele l:a racionalidad, que es juego erL el sentido corriente ele la palabra. Así comprendemos cómo el juego es 'variación de acti'vidadJ pero también activo:. El elemento rac.ional, consciente, es TRABAJO, El juego es "recreo", deporte, desca.nso e1'¿ el trabajo. Para ambas clases de actividad sigue siendo riecesario el reposo, el sueño, la inaotividad corporal

    El trabajo de por sí representa una aportalCiÓl1 personal, di-recta, de esfuerzo, laplkación o sacrific.io. Nuestro natural .se re-hela ante ese esfuerzo. La pereza, la inclinación o tendencia al

  • ES'¡'RUCTURA DE UNA PEDAGOGÍA EFIcAz

    mínimo es'fuerzo nos hace repugnar ese trabajo. Y se marcan cla-rísimas dos tendcllcias: la de trabajar EN LO QUE GUSTE TRABA-JAR }' la de no trabajar.

    Hemos indicado algo en otro artÍrculo. Por leyes matemátic.as hay un reducto en que nuestra actividad supera.la repugnancia al trabajo, de tal modo que para esa clase de trabajo NO TENEMOS PEREZA. Ese trahajo constituye la VOCACIÓN PROFESIONAL. Pero también existe un reflej o de "juego vocacional", También el jue-,0';0 se racionaliza en la edad escolar, de modo. que la SUPERACIÓN del trabajo se traduce en un juego racional, gustoso y predilecto, que sttpera a la adividad amorfa de la edad anterior. Ambos ele-, mentos, trabaj o y juego, se complementan, armonizan y colabo·-ran en la formación de un estado pedagógico normal escolar, Pero no nos cansamos de repetir que ambos; ¡elementos, trabajo y juego, deben estar en absoluto de acuerdo con la personalidad del escolar, que ya asoma diáfana o nebulosa, pero existe siem-pre. Si ,no existieria esa tendencia a UN TRABAJO determinado que guste, la resistencia ante el trabajo desagradable frente a una ho1-'ganza agradable sería tan consideriable que la inmen.sa mayoría de los jóvenes (salvo una minoría de privilegiados) claudi!carían y derivarían ,a1 "egoísmo". Pues bien; a esa mayoría de "vulga-res" hemos de dedicar toda nuestra atención, para que la mora-lidad no sea un privilegio, sino 11n bienestar geneml o' casi ge-neral.

    En ],a edad escolar hay que aprovechd1'se de la tendencia vo-cacional para intensíficarla al máximo, pero sin exageraciones, que en vez de. favorec.erla la ,per judiql1en. En el fondo, siempre procedemos lo mismo:, promoviendo una, tendenda para que aho-g'tle, ;aplaste, anule a las tendencias contrarias. Para que la buena tendencia laboral (vocacional) predomine sobre las tendencias egoístas o soberbias. La misión del maestro .es sencillamente co-locar al alumno en su camino labopal, de modo que en el mismo alumno se distribuya tan equilibradamente su trabajo con su jue-go que entre uno y otro Jamás se llegue al hastío' profesional. y c.omo en la personalidad jm~eniI los mecanismos, de trabajo y des.canso son sencillos vemos que la !d'istribución indicada es casi automática. Una vez que el maestro ha averiguado la VOCACIÓN PROFESIONAL escolar, "ello marcha de por sí", sin quee1 educa-dor teng'a que ser actor, sino espectador del crecimiento pe.clag-ó-gic,o del joven.

    Un inciso. Para salir al paso de posible~; y n~uy atilla~a:.; ob-servaciones, y como confirmación y~vance respecto de lo ya di-cho y que luego se ampliará categórkamente, digamos ahora que

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    la VOCACIÓN PROFESIONAL 110 es condición sltj1:cien:te. 'pero sí es prác.ticamente, lIecesaria para una educación illteglial. La religión es el todo. el ¡principio y fin de nuestra vida. Sin religión, la v(¡-cAeróN PROFE~,IONAL sería radicalmente ineficaz, Pero subordina-damente a ],a religión, dehe pradicarse para observar el ORDEN .establecido por Dios para el recto desarrollo juvenil humano. Di-ríal110s un ¡poco infantilmente que para que .la religión. sea más que lo humano, "ha ele existir" esto simple humano. Y a for-marlo normalmente aspiramos.

    Volvamos al tema. Se ha querido erigir por ¡ciertas Pedago-,gías el }.uego C01110 un íclolo laico. como vulgar pretexto para fa-bricar una Ped:agogía antitr:adic.ional. Y se ha preconizado el jue-g'O como tipo ele d,csinferés. Apenas merece una ligera respu~sta. Se ha confundido desinterés con esl)ontaneiclad. En cuanto a des-interés, el trabajo vocacional le gana al juego sin comparación. En éste perdura un elemento espontáneo. fisiológico, inconscien-te. Ni .interesado ni desinteresado. sino simplemente automático. El conflicto o la colisión entre egoísmo yvoca,ción aparece en el campo ete 10 racional, de lo laboral. Y el desinterés ele trabajar CO/l·trn nuestros impulsos ancestrales es muy superiO'r a la prác-tica ele una espontaneidad natmal. Mediante la fortalecic1a tenden-c,ia voca.c.ional. el desinterés del trabajo vence al interés de la pe-reza. Al interés de vivir ,sin trabajar; ,a ese l!lenguado y equivo-cado interés que consiste en trabajar doble por 110 trabajar. como ya 10 canta el sabor poptilar. Pero pam darnos cuenta de esa ver-dad hemos dado .U11 primer paso contra un círculo vicioso, que sólD por la VOCACIÓN PROFESIONAL se ha roto.

    Lo racional ha superaclo a lo subconsciente in f,antil. Perma-nece. ¿ ql1ién 10 duda? Y elebe permanecer un restO' ele esponta-neidad amorfa en la personalidad escolar (como permanece siem-pre también en el a.chtlto: "Sólo como niños gustamos al Señor"); pero nllestra mente se ,eleva intrínsecamente por la razón. El tra-bajo es el representante de esa elevación, de esa q superación'" de ta.l, modo quc, como ya hemos dicho, también el juego participa ele ese sello racional. aunque sea !en unia escala esencialmente me-nor que el trabajo racional. Por eso mismo el juego es a l,a yez base, complemento y fijador SUbC0l1sciell1 e ele la tendencia voca-cional. Lo compararíamos \con el mecanismo respiratorio: l,a ins-piración es trahajo; la espiración. el descanso; es "aliento'" que toma el cuerpo para prepararse a la próxima fase ele esfuerzo. Pero mientras parece que estamos descansando, kl. sangre calla-damente reparte por todos los órganos el oxígeno acumulado por el trabajo voluntario, fija'fIldo el benefi:cio de la actt1:ación reali-

  • ftsTRUCTuRA bÉ UNA PEDAGOGÍA EFiCAZ 521

    zada. Eso es el descanso: rec,reo, ,( trabajo diferente" que gusta y es necesario alternar con el trabajo fundamental profesional. Por eso se .dice ·en Alemania ,( Aprendel110s a nadar en invierno (cuandD se descansa de la natación) ya patinar en verano" (cuan-do no hay hielo con que practicar patines). Y siempre, insisti-mos, discurre esa evolución sobre el plano profundo de vida es-pontánea; reserva abunclantísima puesta por Dios' a nuestra dis-posición y provecho, y a la cual vamos en.cauzando, como extra-yendo, mediante la s'/.bperación que a la vez se logra. Este enea'u-za,miento es de una importante significación y en brevle vO'lvere-l11,OS sobre el mismo con ocasión ele la próxima fase o período pedagógÍ't:o: laadoles>cencia. ~.

    3. Per'Ío'do Crítico profesional de la puberta:d!.-Cuanelo la tendencia vocacional y la egoísta, aun subterránea, riñen mudo combate en la mente del niño, el educador, po!' su observación y amor pedagógico--por su misión religiosa-, permite que, ape-nas iniciada, se fortalezca la tendencia vocacional. El escolar eh-c.uentra ya constituída esta tendencia favorable, y a la vez está. ya en condiciones de darse cUenta de la excelencia y superio-ridad del trabajo fecundo, fácil y organizado sobre la pereza enervante y desmoralizadora. Entonces atenderá mejor a las ra-zones que se le expongan. Entonces para él, "el movimiento se le ha demostrado andando". El educador ha: sido como comadrón qUe ayuda a aparecer en 10 externo 10 que llevamos en nuestras almas; el que se subroga llamando y provocando la respuesta que el niño le da. ¡Enorme responsabilida;cl la que asume, capaz para inducir esa almit;i juvenil a su perfección o a su corrupción!

    La investigación profesional consistirá, pues, en advertir la inclinación del muchacho: trabajO' mecánioeo o intelectual; oficios técnicos, artísticos, científicos; profesiones militares o civiles; de l11,ar y ,d~ tierra, ele campo o ciudad... Todo se el~1ínea y perfila en 10's años eSlcolares. Así se evitan esas otras tel11ibles tenelen- ! cias: robo, mentira, rastrería, fraude, atentado, (. odio", con. sus espantosas consecuencias. Así se estimula al amor casi inse1lsible-l11¡ente, farmacia en 'la vía de esfuerzo, atención y perfecciona-" miento voc.acional.

    AMOR. Palabra sublime, pero aun más sublime realidad hu-mana. Amor que el niño 'siente sin s,entirlo: amor. a su madre, a las cosas, al Creador de todas las cosas y de todas las nudres. Amor que existe latente en el almita juvenil y que jamás ha de asfixiarse en germen "por trabajo odioso", sino,a:ntes al contra-rio, consolidarse y acrecentarse por medio ele trabajo amable, jue-go amable, ~!l:da 'lIocacional. Sin necesidad ele ,dar al niño una 110-'

  • EsTRUCTURA DE UNA PEDAGOGÍA EFICAZ 523

    arena,. la gigantesca p101e se deshace en mansa espuma, mien-tras que 'por el aire asciende una irisada nube de finísima luz, pro-ducida por lo que Ilamaríamo? el ideal y belleza internos de la corriente. Este es el final humano, feliz, glorioso de una masa que pudo asustarnos. Pero si en vez de encontrar la previsora' playa da contra: un ciego acantilado, .. entonc.es la bravura se rom-pe en martillazos brutqles, en forcejeo estéril, en atroz destruc-ción. Rebota contra ella misma, y c011tra sí propia se aniquila y anula en inútil y desesperado esfuerzo. .

    Una fuerza am,orfa se ha "desdoblacto". Por una parte, se ha: convertido en fecunda y sumisa extensión, en blanda sáhana, ri,ego y beso dd lecho que se le ha ofrecido; por otra parte, se ha elevado en su alma hacia un cielo sin fin." Pues bien: el sexo, el ciego ímpetu vital debe desdoblarse en clos direcciones exa,ctas: por una parte, s,e profesíollal-iza; por otra parte, se espiritualiza: se eleva hacia Dios, Pero si no encuentra esa forma, ese cauce predispuesto a recibirle, entonces el sexo se estrellará,' brama, se revuelca, se enfurece, se enloquec.e y, al fin, deshecho, será pasto del enemigo, Digamos, pues, cuál es el ,cauce que ya han presen-tido los lectores: LA PROFESIÓN.

    El trabajo profesional acertado, vocacional; a,mable, ya he-1110S dicho es la escu,ela del preamor, Cuando se presenta el amor encuentra su molde y se lanza insensiblemente por él. Este molde es-como la playa--e1 que rbnllpe ¡,a primera y terrible awmetida del instinto sexual, (( exacerbadísimo por la culpa original". En justa correspondencia "exa;cerbaremos también la profesión en lo posible", La fuerza sexual impregnará la previa profesión, la co-loreará de contenido amante, "la dedicará al amor crisÚano de una familia cristiana", La asociará inseparahlemente a la novia casta, al amor puro,y la c.orriente amenazadora al final se ha transformado en un hogar modelo. N o se crea que sea fantasí-a: la profesión vocaciol1ada es mmo una de las clos. caras ele un pa-pel; la otra c'ara es ¡, novia formál". Es, sencillamente, el antí-doto, la inmunización de la impureza juvenil. Es la solución e1el "problema de la juventud", en 10 que "humanamente" podemos aspirar a alcanzar. Es elpequefío esfuerzo, la humilde ,atención que el Señor quiere que practiquemos para que una vez hayamos c,umplid~ con esa obligación nuestra, El, el Dios de todos los amu· res, el Rey del infinito Amor, nos coln~e >con su 'gracia insonda-ble. Digo sincerarnente que dudar de su Providencia sería pecar contra la santa Esperanza, "siemipre que hemos puesto cuanto ha estado de nuestra parte en su serví,cio",

    El amor sexual, por vía cl:e profesión, se ha metamorfoseado

  • 524 DR. Á. SIMÁRRÓ

    en novia digna, respetada "como una herm~na, como una madre, como tina hija"; y posteriormente, al irse realizando 10s fines para los cuales üreó el S,eñor el matrimonio, se ha ido condensan-do en hijos, hogar, trabajo, riqueza. bienestar ... Esa es la total

    . profesionalizadón del sexO'.

    Pero esto no sería bastante, ni muchísimo menos. El amor (segunda dirección) ha elevado su mirada al cielo. El amor se ha sentido a sí mismo transfigurado, sobrepasado, excedido sobre su brutal instinto. Se ha sentido acompañado y estimulado a 10 que late ineludible en el fondo de nuestro ser: se siente arrastrado al anhelo de ser más que uno mismo. Al quedar despojado del las-tre terreno, material, carnal, que se ha profesionalizado, resta el puro y noble vuelo hacia una altura sin fin ... No se contenta con menos de la caric.ia de Dios. Se ha hecho totalmente cristiano. N o es la envoltura humana de hogar, I11iujer e hijoS'; es ya el alma que se llena del Amor de amores ... en la pobrísima medida de Sj1 estrecho espacio. Se ha super~do.

    Es.ta es la evolución 'normal, constante, típica de la educación humana. Esta es la aplastante refutación de la impía y necia. teo-ría de Freud. Sostiene este autor que la "superación es un fenó-meno eXIcepcional" que c.asi no tiene posibilidad: de existir. Y, por el contrario, la ,superación religiosa del amor es lo cierto, lo uni-versal, "si procedemos como es debido". y hasta tal punto es así, que muchas almas que en su discurrir por el mundo no ha-llan su amor casto ... no se enlodan en la inmundicia carnal, sino que por la senda estrechi,ta pero segura de la profesión llegan al hermoso c.ampo de la totaJ superación: a la vocación por excelen-cia: al' sacerdocio, ,al monasterio.

    Hemos dado una ojeada de conjunto a 10 que eSI una funda-mentación ideal. La prosaica realidad siempre nos ofrece matices menos insuperables. Pero siempre ha de tomarse una "estreíia polar" para orientar nuestro pensamiento y nuestra acción... N os iremos acerrcando más y más. Sigamos puntualizando realidades.

    Consideremos a la profesión en su verdadero significado. A la ,vista casi resulta molesto, al menos exageracl'o, conceder .tanta im-portancia a un simple oficio. ¿ Qué importa dar con un martillo en el hierro o con una azada en la tierra ?ContestaríamQs: entre una profesión acertada o equivocada existe la diferencia entre el trigo de salud que constituye nuestro sustento a lo largo de una vida, o el 1kor venenoso que embriaga el cuerpo y degenera la in-teligencia. Trabaj o tóxico "para casos determinados", c.omo pue-da ser tóxico el alimento corporal.

    "Trabajo sano", eficaz, vocacional. Este es el "acicate" que

  • ESTRUCTURA DE UNA PEDAGOGÍA EFICAZ 52)

    vence el miedo infantil, el que educa y organiza la vida informe, Icasi cósmica, del recién nacido. Y es el mismo trabajo que pre-para, una vez terminada su formación técnica, el advenimiento del pe1igrosísimo período sexual. Trabajo profesional que es lazo de unión entre vida que empieza y vida que llega a su apogeo. Trabajo que abre y cierra el paréntesis de un incierto. vegetar. Que predispone ese normal desanollo orgánico. a recibir la si-111iiente supremJa del espíritu. Porque tomo válvula de seguridad, desahoga y elimina la virulencia del bajo i11stil1to material; como parachoque providencial, absorbe U11a energía que pudiera que-brar nuestra estructura, de por sí delicada; como volante de re-gulación, arrastra y atrae a su normal circulacióri ese desborda-miento de potencia, tan fácilmente elesviable poi- sí sola; como canafización sapiente, permite d·!scurrir. fecundos los caud,ales en otros ,casos, devastadores ele una vida entera... Si cerramos ese cauce insustituíble, el torrente sexual regoIfa en sí mismo; in-tenta en loco empéño erigirse en categoría de absoluto, y, sin base firme ele convicción, sin humilde recipiente de trabajo, sin "fre-no" saludable de labor, se desplomará el mal amor en satánica y vertical caída, furiosa e. inmensamente estéril, frente a la pre-ciosa fecundidad de la recta evolución humana. Preciosa fecun-didad no sólo de una carne limpia que debe ser pedestal de almas que Dios atenta en ella, sino fecundidad reflejada de la misma alma que nace a la religión. Del alma de los hijos queell el tra-bajo se. élJducan, y del alnia de los padres que sienten la grandeza de la misión .que Dios les ha confiado en el mundo.

    y con esto ya hemos llegado a nuestro terreno deseado: al terreno religioso. Ya hemos hablado bastante (acasp hasta el can-sancio del 1,ector) del aspecto educativo puramente humano de la VOCACIÓN PROFES10NAL. Ahora podremos dedkarnos a explorar las bellezas de su aspecto sobrehumano. Bellezas tan supremas que resaltarán por encima de la expresión deficiente del que in-tenta describirlas.

    ELEMENTOS SOBREN ATURALES.-Hernos visto el va-lor de la Pedagogía de las tendencias; hemos comprobado cómo las tendencias favorables dehen ser intensificadas para que insen-siblemente vayan imponiéndose y, por fin, suprimiendo a las peli-grosas: desde las de c011fa,nzG', que centran en los comienzos de la vida nUesüa posición personal, pasando por las de atención, cu-riosidad, habiJi,dad, ciencia, recreo, capacidad ... , fIue se concretan y resumen en la 'TENDENCIA PR.OFESIONAL PREDILECTA o VOCA-CIONAL. A su vez t:sta regulará y normalizará .las exageracionies de la tendenc.ia sexual cuanclo !le presenta al término del crecí,

  • S26 DR. A. SI MARRO

    miento, como el trabajo en general normalizó la confusión de la vida cuando apareció la. primera irifal1cia. La tendencia profesio-nal viene así aoreditada como el más eficacísimo AUXILIAR para la educación juvenil. .

    Porque el núcleo, el corazón de. la formación juvenil es St1 cristianización. Y ésta no es obra humana, en. cuanto a la Grada. Pero en cuanto.a la enseñanza religiosa,' ,corresponde a la Peda-gogía llevarla a c.abo según sus medios.

    Cada grado de la educación reseñada tiene una significación religiosa tan: insinuante, tan importante, que "solamente por su aprovechamiento religioso resaltamos su valor pedagógico". Lo profesionales· la escala que nos conduce a 10 confesional. Y ja-más confundiremos 10 subalterno humano con 10 esencial religio-so. Pel;O tampoc.o omi¡tiremos 10 transitorio, pues es la condición previa or,d'enada por el Creador para llegar hasta El. Porque es nuestra modes.tÍsima "colaboración a la Gracia". ¡Tan moclestí-simJa que por nuestra nada se nos da su Todo! .

    Razonaremos con hechos. Existe (no vamos ,L clesmenozar este gran renglón de la P~dagogía) una indudable in.fluencia 'mental sobre el niño por parte de los que le rodean, pero en particular ele sU madre. Antes .de nacer el niño, los sentimientos y caraiCtel'es maternos se graban sobre la men.talidad enl

  • ESTRUCTURA DE UNA PEDAGOGiA EFICAZ 527

    sentimientos han de ser los nuestro~ entrañables y preferidos: sencillos, intensos, abnegados, llenos de un puro amor... y nada más. Sin esforzarnos >con exageraciones, que en todo caso hemos ele practicar para excedernos en nuestros deberes e..xclusivamente

    . personalep. Siendo cada uno de nosotros. 10 más perfecto posible', sin más impulsividades, se comunica a nuestro alrededor con la máxima eficacia. j Tan fácil y sendlo quiere el Señor que sea nuestro humano quehéUcer!

    Con la mJsma sencillez de amor se va cuidando del lactante. Alimento y abrigo, pero todo ello aun más "abrigado" en reli-gioso amor. PersÍgnar, sonreír, sU'spirar, mirar, dirigir la mira-da del 1~iño con la de, la madre ... Así el n~lño, sin darse cuenta, se da cuenta de imágenes, de palabras y, sobre todo, de sentimien~ tos religiosos; y cuando ya hable, vea y oiga, serán familiares 'a él no sólo su madre y hogar, S'Íll0 su lVIadre y s:u Hogar c.eIes-tiales.

    Más adelante, con el mismo fervor Íntimo "subj etivo".: con los mismos sentimientos de fe y amor de siempre, la madre ya hablará al lli50 con palabras corri:entes y le dirá lo que muda-mente le expresÓ .de corazón: "Mira, mira ese otro Niño c.omo tú; es tu hermanito y te quiere mucho :a ti, y quiere que le quie-ras mucho a El. Y también tiene Madre; es esa Virgen, que tam-bién es Madre tuya. Ya lo 'ves: tienes dos madres. La una soy yo; la Otra es la Virgen. Yo estoy aquí, a tu lado; pero la Vir-gen está en el cielo. En el cielo te darán Ellos todo lo que les pi-das., pero has de ser como, el Ni:ño Jesús ... " El niño juega y cre-ce, "como el Niño Jesús, que también jugaba y se hacía mayor". Siempre asociados tierra y cielo. Hasta que ya es escolar. La in-teligencia del escolar es dtscursiva, razonan te. Tiene "seguridad ,i de que dos y dos son cuatro. Pues bien; maestro y madre le en-señarán que, como Dios todo lo ha creado por su Poder, todo re-fleja el poder de Dios. La matemática es cierta porque participa de la Verda:d de Dios, ·c.omo la fuerza del vÍento y del fuego par-ticipan de su PotenCia, y el espacio de su Grandeza,. y el tieinpo de su Bternidad. Pero también nuestro bienestar participa de su Bondad y Amor, que nos llena de sus dones, como su Providen-cia atiende a todas nuestras neces:¡dades, la:s prevé y nos prepara el camino entero de nuestra vida en nuestra alegría, que es ·la suya. Sabrá el niño que el secreto de ser feliz es querer nada más 10 que Dios quiere y evitar lo que Dios no quiere. Y entonces tendríamos dolor y castigo por culpa nuestra... Posteriormente, a1 trabajar el escolar, al orientarse, "según sus preferencias": Dio? fué Niño, trabajó cOn San José en sU carpintería, que le

  • .')28 DR. A. SlMARRO

    gustaba, para dar ejemplo a todos de la alegría en el trabajo. Pero también estudió, y fué intelectual entre los icl!octores. Y, al fin, fué sacerdote y misionero de sí mismo en su inmensa pure-za. Toda la instrucción escolar viéne impregnada por S11 sentido religioso. Así se asimila el Dogma en cuanto esté al alcance del escolar, que abre los ojos asombrado de la hermosura de tierra y cielo a la vez. Y así el muchacho va ejerciendo el a1rn:or., antes ele la edad del amor directo y consciente. Va subi¡endo en amor a 'Su madre, a cuantos le rodean; va apartándose en directa re-pugnancia de 10 inmioral e inhumano y va preparándose a sentir en sí mismo esa plenitud de personalidad que se le aproxima. Ya ha abierto su cauce, form:ado su base de sustentación, preparado la hermosa vasija que se llene con pu'reza y virtud. Ya ha cons-tituído su profesión. El sexo será una cosa grave, crític.a, pero véndble. Con la ayuda de Di¡os, se le vencerá. Lecturas, conferen-cias, Iconversaciones, le troquelarán "de amor casto". ¿ Cómo 110 va a aparecer ·la novia decente? Y en. cuanto Dios >la ponga en el c.amino del joven, podemos respirar tranquilos: está fuera de pe, ligro, en general.

    Pero entonces, en. ese período adolescente, es cuando más cla-ro v,e y ha de hacérsele ver al joven en tOldlo a Dios. El alma en abullieión .se calma con los grandes anhelos cumplidos. El amor humano lanzado, exacerbado, no Si:. contenta consigo mismo: EXIGE, necesita' al Amor sobrehumano, que c.alma las ansias in-saciables de la juventud. i Fácil y bello "misionar" en esa clara fase de nuestra vida! En todo se intuye y demuestra la mano del Señor. Cada hora del día, cada paso. en la carrera,. cada lance próspero o adverso... valen para ayudarnos a elevarnos sobre la materia de un mundo inferior. Si el joven tiene novia, será su dama; si no la encontrase ... buscaría a Dios.

    Creemos innecesario insistir acerca de la absoluta subordina-c.ión de la Pedagogía profesional a la religiosa. Pero creemos bien cimentada la conveniencia extremada de formar una base profesional paraccllsegu ir los fines d:e la Pedagogía ele la juven-tud, que es el ,término de la Pedagogía. Creemos demostrado .cómo se habilita el terreno fértil en que germine la simiente religiosa. Como realizando .]a parábola evangélica: el trigo 11.0 ha de caer en dura roca, ni en pisoteado sendero, ni en zarzales asfixiaclo-res; ha. ele depositarse en mullida y abonada tierra profesional. que refleje la fecundidad intrínseca de la gracia del Señor y es-pere fructificar en bendic.ión innúmera.

    ALGUNOS ASPECTOS DEI. LA INTERVENCION PE-DAGOGICA,---,Hemos dicho" extremada conveniencia" ; ante he-

  • E~TRUCTURA DE UNA PEDAGOGÍA EFICAZ

    1110S hablado (, prácticamente" . .. Todos sabemos que teóricamente se PllC(~ ser bueno en medio del más corruptor ambiente. La expe-riencia confinua que una nvnoría j tan co·rta! ele jóvenes conser-v'an su pureza a pesar de los pesares. Pero la citada parábola 110 es para excepciones, es para nu:ryorías. Y ele éstas nos hemos ocu-pado desde nuestras primeras palabras.

    Si a cualquier joven le colocamos entre la repugnancia de un trabajo que no ,le gusta, que se le hace insoportable, y los atrac-tivos (falsos, pero tentadores) del placer sexual; ¿ quién vacila en prever 10 que sin vacilar ocurrirá en el joven? Suc.umbirá el im-pudor y, tras de éste, sllctlmbirá su vida entera fís·ica. y espiritual. De chiw po,cl!rá ir complaciendo a. los padres, que le imponen 1111a carrera incompatible con su verdadera VOCACIÓN PROFESION.¡\L; pero en cuanto llegue la pubertad, romperá todo freno. El hastío al trabajo antivocacional se convierte en horror, en 've.mltiG. Mien-tras tanto, la voz impura atra'e incesante: "j Goza! ... )) Espanto causa tan $ólo decirlo.

    El "trabajo)) en sí es una de esas palabras ambi·guas (C01110 dijimios del juego) a que tan aficionados son los modernos sec-tarios. En nombre del trabajo se han dicho las mayores vacieda-des, y al nombre de trabajo 'se ha .querido incluso inventar un culto idolátrico. Pues bien; el trabaj o, si es vocacional, s'erá fuen-te de ventajas. Pero si es repulsivo será agente ele perdición. Dios es i,nfinitamente misericordioso; por eso ouando nos destinó al trabajo, en la pena nos dió la alegría. Mejor dicho, en la sanción 110S dió la sa;lva.-ción. Porque el trabajo a que el Señor nos obliga es' d trabajq ordenado y gozoso, y éste "es el remedio ,dIel pecado sexual". Castigo es, p,ero tan providencial, que nos trae -la salud perdida. Tal vez pudiera decirse gráficamente que "hubiera sido mucho peor si 110 nos hubiese impuesto el Señor esa ley de tra-bajo", que bajo su faz adusta esconde un tesoro ele bienaventu-ranza. Trabajo O1'iginal) consuelo y contraveneno die culpa origi-nal. CUl11pli,endo tan piadosa "condena)) quedamos en paz con el Señor; por eso es tan natural qt:te sobre esa paz recaigan sobr'e nosotros sus bendiciones: su Gra-cia divina, (, por la vía elel tra-bajo vocacional".

    DebenJ,os, por tanto, acercarnos 10 más posible al ideal profe-sional ele cada jov,en. Debemos descubrir y realizar la VOCACIÓN PROFESIONAL lo n1iejor posible.

    "Lo mej or posible." Y a estamos en el plano de la difícil vida prácti,ca, con todas sus cortapisas, sus limitaciones, eSrcaseces, de-caimientos, deserciones ... Pero, lo repetimos, "lo mejor posible". j Grande, ancho y hondo campo de la Pedagogía!

    , '.'

  • 530 DR. A. SI MARRO

    Sin salud física es c.asi imposible trabajar. La mi,sma VOCA-CIÓN PROFESIONAL se complica mucho si experim'entamos fati-gas o trastornos enfernlizos o incapacidades de cualquier orden. Por eso toda Pedagogía Úene que empezar por una aEmentación SaJ11a y pura que fomente salud y energías dispuestas al trabajo. El maestro d!ebería ser un técnico higienista y convivir con ver-daderos sani,tarios. i Qué lejos estamos de ello!

    Al maestro ,educador se le deberían dar todo género de faci-lidades. Y, por el contrario, las familias y la sociedad apenas con-ceden atención a los gran.c1!es problemas pedagógicos. Y en cuanto a 10 puramente profesional apenas se puede hablar, pues somos nosotros, 10's' educadores y sanitarios, los que hasta ahora hemos descuidado este auxiliar' principal de nuestra labor peculiar. Una tercera rémora rreside en la exigüidad de nuestro personal "efec-tivo", o sea de verdadera "vocación profesional" didádica y edu-cadora: pedag¡)gicá..

    Solamente si' .organizásemos nuestras aotuales dispon;.bilida-des podríam¡os dedicarnos a ender,ezar nuevas vocaciones pedagó-gicas para constituir un c:uadro creciente en número y condicio-nes (na,da decimos de entusiasmo) para intervenir en el completo y complejo movimiento social vocacional de todos los jóvenes. Como si,empre, primero hay que forma~' dirigentes, militantes 1JO demás es ya más hacedero.

    "Ni son todos 10's que están ... "Pero aun es más :seguro que no están todos: los que en el mundo podrían ve1tir en nuestra her-mandad pedagógica. Hay miles y miles de vocaciones malogra-das, que no se deben perder--como en general hay mi1lones de almas que arrastran su tri'Sveza por los suelos, cuando. deberían ser modelos de conducta y provecho-o Con buena voluntad, mu-cho podríamos hacer para que "no se pi'erdan vocaciones en ge-neral" J que es como decir para que se encaminen las alm'as a 011 recto fin. Muchísimas almas de vocac.ión truncada renacerían a su vida normal, y ya una vez en elIa llegarían hasta su perfección re1ativa.

    En otros lugares ampliamos la manera de enfocar y practicar el reconocimiento e investigación profesional. Asimismo estable-cemos normas corrientes para casos especiales: posible regenera-ción de personalidades taradas, pero aun no perdidas totalmente; aprovechamientO' de individuos deficientes mentales; transforma-ción espiritual de profesiones, etc. Diríamos flue en esta visión de conjunto que hemO's intentado dar de la Pedagogía, hemos estableci.do puntos de vista ejemplares, modelo, perfeccionados. Lo que la áspera y hostil realidad nos obiliga a modificar; la Ien-

  • E.'>TRUCTURA DE UNA PEDAGOGÍA EFICAZ 531

    titud de una lnarcha a través de los tropiezos de una vida cual conocemos, es objeto de ulteriores capítulos en la forma indicada.

    Pero hemos de ocuparnos brevemente de una cuestión muy frecuente, casi inevitable, que por su gran generalidad no debe relegarse a casos especiales: la fornla ele aplicar lo que se llame "corrección", osea represión, coacción, castigo, ~tc., en sus di-versas modalidades.

    La existencia v justificación ele la "sanción" es indiscutible. N o puede admitir;e· "t1pr~Qión radical de ;-epresiones, pero tam-poco aplicarlas sin eficacia o con efectos contrarios Clue agraven el daño en vez de repararlo. - .

    "El castigo jamás· debe ser ni parecer injusto." Lo primero es superfluo decirlo, pero lo mencionamos porCfue para los efec-tos en. el joven monta tanto serlo ¡como parecerlo. Y para que 110 aparezc:a injusto henlOs de tener presente este principio prilctico: antes de exigir al joven sus deberes hay oue satisfacer todos sus derechos. Apenas se hallará excepción a esa norma general.

    En el joven hay, ante todo, un "primer plano" de la concien-da en el cual figura todo 10 que necesi,ta. El es 111el/Or de edad. no precisamente. por cronología, sino por naturaleza. De modo que su necesidad de encontrar en su alrededor los elementos fí-sicos y morales precisos es intrínseca y primordial. En su inte-rior aparece como justificada una rebeldía ante anomalías acha-cables a otras personas. Por eso, si se castigan en principio esas rebeldías sin haber cumplido las exig,encias insatisfechas que las ha,n motivado,no sólo no enmendarft su conducla, sino quc para el joven se añade '!1na nueva injusticia a la que antes sufría. Por tanto, repetin1ios: "Primero, pagar las deudas que haya a su fa-vor; luego, exigirle las suyas." Y esta regla no se crea tenga vi-gencia para con jóvenes. "Siempre nos queda un resto de niñez", sobre todo en la mujer. Y estará hien que insistamos en CJue "la pr'ofesiona.IidaJd es un derecho preferentísimo e innato c1e la ju-ventud ... y de la madurez". Siempre que perdure una aspiración frustrada profesional en el adulto, sigue siendO' joven a esos efec-tos. Téngase muy en cuenta. Hay un reducto interno que por un lado mantiene vivo el "fuego sagrado" ele la ilusión profesional. pero que por otro lado mantiene abierta la herida ele una injus-tida difusa O' Iconcreta ciue alguien (sociedad o familia) ha come-tido contra el interes

  • $32 DR. A. SIMARRO

    A los mnos antes de reprenderlos el buen .educador les pre-gunta: ¿ Qué te ha11 hecho para que hayas obra;d'o así? Pues eso mismo hay que preguntar a los mayores, y cabalmente en 10 que ·a nadie se le ocurre: en 10 profesional. Entonces cae la ofusca-ción que nublaba la vista del pecador y aparece en toda su clari-dad su propia ~u1pabiHdad ... Muchas veces no hay qne esforzarse· más: El mismo se ha castigado con: sttl íntima acusación y cles-

    . precio. Sobi-e recaltcitrantes y malhechores, nadariuevo .hemos de 'añadir a. lo reglamentario. Pero, bien ¡;ondudda la juventud, ¡qué pocos se desmandan!

    Un caso de sanción singular es la de no entrar en explicacio" nes ante preguntas indiscretas. Es evidente que por una anoma-lía de desarrollo muchos chiws preguntan sobre temas sexuales cosas que no entienden,éllos mismos. Apenas se dan cuenta 111. de Jo que han preguntado. Su imprudencia es una falta, en gran parte inconsciente. Entonces no debe tomarse en serio la pregun-ta. Ni se ha de contestar con brusquedad (se proV'oca esa sensa-'ción de amarguísima injusticia a que tan sensible .es el alma i11-fanül o juvenil) ni se ha de Icallar, pues una pregunta exige co-rrespondencia. Se ha de c.ontestar con una fábula to,tal ó parcial. He ahí la sanción. Contra una necedad, un engaño oportuno. Si un niño de siete u ocho años, "porque un perverso mayor le h::¡ querido corromper", pregunta algo, sexu;al, ¿vamos a inü.'inr!r normalmente? N Ul1ca; se le insistirá en .que le llGlll engañado y en que la verdad es cualquier imaginación poputar tocante a ve-nir los niños en alas de ángeles o enviados de países extranjer;)F,. Más adelante se les dirá verdad en unas lcos.as (por ejemplo, en existir en las entrañas maternas), pero no en el acto sexual." La discreción y calor maternales son la más importante condiciól1

  • EstRUCTURA DE UNA PED!\GOdA EFICAz

    en el fondo se comete injustica no sólo si se castiga sin motivo, sino también cU3Jndo deja de castigarse. El buen sentido de 10s pueblos protesta y desdeña no sólo si se le maltrata sin motivo, sino que igualmente cuando merece sanción y se es demasiado blarudb. La recomendación ele iniciación familiar procede de paí-ses nórdicos, fríos de cuerpo y mente, y España es fatalmente distinta. Si se atiza el fuego antes de t~~mpo, las consecuencias son incalculables. En vez de normalizar la formación sexual, se acentúa' el deseo morboso. ele saber hasta un límite muy grave. y siempre en España, por nuestra natural prematuridad, tendre-mos que acelerar la formaüÍón profesional al máxih1o. A exacer-bación sexual, intensifiCación vocacional fortísima, o sea trabajo conjuntamente con júegos predilectos. Algo se practica empírica-mente, pero ¡qué lejos de urna sistematizadón "pedagógica" t

    El mismo Schi.1gen, el gran paladín de la iniciación familiar, reconoce su posible insuficiencia y confiesa y recomienda la aso-ciación de su método con la práctka de un trabajo "apropiado" ... , que es por donde debeempezars.e. Adem,ás, en otro sitio hemos aludido a cierta inconseouenc.Ía entre los postulados y conclusio-nes ele ,dicho autor, sobre 10 cual 110 insi,sti11lOS.

    SINTE'SIS y CONCLTJSIONES.~Nos pai"ece haber llega-do, quizá rebasado, al lírnJte de nuestro propósito: una sintética. exposición de lo que entendemos ha de s::r PEDAGOGÍA. El arte-óencia de acompañar (lnejor que conducir) a los jóvenes. hasta su perfección educativa. La .finalidad de logr:u- en ellos su cima es-piritual y cultura1. Y la cima nunca se alcanza. Aparente c011tra-dicción que se resuelve formando en el joven la mentalidad ele1 MÁS} de la propia superacian. De Cjue quieran Ijuerer. Si preciso fuese, hasta el heroísmo.

    Para ello se les favorece y fomenta su volúntad, lo que quiáen ser. A veces, modesta aspira;ción que iremos cuidando, mimando si fuese daso, y fortaleciendo. Para enseñarles a querer, habremos de querer nosotros su querer. i Verdadero ejemplo! Y cuando el jo-ven se ve atendido por sus educadores, y aun más, cuando ve a és-tos identificados con' sus ideales, ¿ cómo 110 llegará en su gratitud hasta a lo heroico? Comparemos esta Pedagogía c.on!,a rutinaria crueldad con que al joven se le recortan las alas, j cuando hay que ensanchárselas de sol a soL .. , lal menos en la edad incomparable del optimismo, del quijotismo, j y en España!, aunque sea de la fan-tasía! Dejemos que el militar llegue siempre a general, y el méd'ico a catedrático, y el mecánico a constructor de" aviones. Enoaucemos herokamente la incoercible .energía de la juventud. El equilibrio vendrá lúego ... y Dios quiera conserve siempre, siempre, en nues-

  • DR. A. sll'viÁMo

    tra alma llna llamita inexting"uihle de i-!usión, a prueba ele 11111nda, de lucha y de dolor!

    . Porque soliamente así, superviviendo una esperanz;;¡, se' aclara laparadó jica antinomia de un id!eal contra una realidad elescora-zonadora para el alumno y pana el maestro. El joven habrá apren-dido a conservar en el fondo de su espíritu un germen de pureza que será Stl consuelo mientras aliente su pecho. Y el educador, el pedagogo, cuando sienta la punzada del 111omentáneo fmcasa. Cl1an-db vea que a veces sUs esfuerzos se quiebran con.tra la granítica impiedad del siglo ... no llorará desesperado. Su lágrima brilla·rá ele esperlanza queiw se frustrará. El jovlen bien .. profesionado". entusiasta y enamorado de su profesión, podrá devanear en. locos l1nwríos fugaces o no -tan volanderos; pero, al fin, el anror a su oficio le conducirá al AMOR por cima de to.dos los oficios y de todos los amores. El hilillo tenue pero irrompible ele su profesión, el res-coldo encendido de su vocación será garantía y lumbre cegadora en el último. instante, en la hora de la Verdad, en el latido de Dio·s. lVIorirá cristiano, si cristi'i:mamente se le educó y consolidó su vo-cación profesional.

    El educador debe fijarse en el resultadO' inmediato de su labor. Pero todavía más ha de -poner su pensamiento en "la última hora ele sus alumnos". La religión que entra con la profesión vocacio-nal, la religión que se ha fundido en bloque con el trabajo "de toda nuestra vida", podrá descuidarse, podrá ocultarse, pero des-aparecer, NO. N o muere; duerme i c.omo en el Evangelio! Despier-ta al "fin.

    Podríamos aportar pruebas abundantes de nuestras afirmacio-nes. Sería interminable. Solamente queremos advertir que 10 pro-fesiona'¡ está en el ambiente. Padres y muchachos que siempre ha-biah desdeñado la enseñan.za técnica, hoy la desean a costa de cual-(luier sacrificio; los resultados de los colegios y congregaciones que atienden a la suficiencia profesional "a la vez que al arraigo reli-gioso", resultados mejores .. en lo rdigioso y cuItura1" que los ob-tenidos por 'Ios mét'oclos antiguos; el interés con que autores emi-nentes (Blanco Soler entre otros españoles, y'muchos extranjeros) defienden lo vocacional; la misma psicotecnia, que con su errónea limitación al menos nos señala un. más allá: la "Psicognosia" pro-fesiona1 que propugnamos ... todo revela que nuestra voz no es nuestra. Es ... de que ha llegado el dia ele la 'CRUZADA PROFESIO-NAL, de la cruza:da pedagógica por exc.elencia.

    Está en nosotros. Nu'estro deber de cat6licos nos obliga grave-mente. Nu~stros lcontrarios no Plleden .vencernos, pero nosotros 110 debemos dejarles el campo libre. Podrá ser difícil empeño, desigual

  • ESTRUCTURA DE UNA PEDAGOGÍA EFICAt

    el combate, tio j as las fuerzas ... pero el deber n.os reclama. N o bas-ta con orar. ORA i ET LABORA! PER LABOREM AD DEUM!

    CONCLUSIONES:

    1." La Pedagogía no debe imponer un trabajo o profesión ar-bitrario, sino reconocer la fisonomía o vocación profesional de los alumnos. Esta vocación profesional es superior, en el fondo, a toda práctica de Psicotecnia.

    2." La Pedagogía no debe abandonar al joven bajo pretexto ,die una absurda libertad, sino encauzarlo profesionalmente.

    3: La' Pedagogía corregirá las desviadones posibles (tenden-cias negativas) mediante el fortalecimiento y predominio de las tendencias positivas. (Vencer el mal por la abundancia del bien.) De ahí el nombre: Pedagogí;a .de las tendencias.

    4." La tendencia profesional es la más eficaz "en lo humano" para poder superar la peligro sí sima tend~ncia sexual juvenil. Por tanto, pedagógicamente la educación profesional es el más precioso auxiliar para contribuir a evitar los vicios e impurezas juveniles, hoy aterradoramente universales.

    5." La Pedagogía que no llega hasta el fin educativo del jo-ven, o sea que no abarca la adolescencia y juventud, es Pedagogía truncada y mutilada. N o es Pedagogía. La. educación comprende ·Ia "profesionalidad" de la enseñanza l11¡edia y superior.

    6." Siendo la religión "principio y fin de la vida humana", la enseñ'anza religiosa ha de ser inseparable de la educación general, y ¡de la educación profesional y juvenil particularísimamente La religión perfecciona y eleva lo que ha jJJ'cpalrado con la mayor so-licitud la enseñanza profesional.

    7." Esta enseñanza profesional es el auxiliar más valioso para la moralización e identificación religiosa de la juventud y, por lo tanto, de la edad ya estable en general, del hombre. El Miden es-tablecido por el Creador dispone que sigamos las fases human'as ala vez que las subordinamos totalmente a nuestra cristianización completa, pero sin omitir especialmente la fase profesional, la más i11lcuicada a ese fin.

    8." Además de las obligaciones primordiales religiosas (misa, sacramento, oración, actos de culto en general) que deben observar niños y jóvenes, conviene mucho una instrucción. y 'adaptación re-Iigiosa según edad y capacidad del joven: in'fancia, escolaridad, adolescencia, juventud formada.

    9: La formación moral-religiosa en la práctica fracasa en un tanto por ciento considerable de jóvenes por efectocle omitir en

  • 5% ÍíR. Á. SÍMÁRRÓ

    ellos la Pedagogía profesional. Desde un punto de vista estadístico y real podemos sentar que es muv elifícil y ele probable fracaso for-miar relig'iosal~1ente a la j uvenü;d si11 previa normalización profe-sional.

    10. Es de tlI'gente jlecesidact conseguir la capacitación ele edtt-caclores especializados en el perfeccionamiento profesional ele los jóvenes, pudiendo ser esos especialistas en "orientación y estímulo profesional", ,tanto maestros' y maestras de enseñanza como profe-

    .. sores ele enseñanza media 00 superior.

    11. El desarrollo ele los medios para verificar la investigación profesional, la protecc.ión ele vocaciones y la cristianizaCión fUllc1la-mental de la vida pedagógica en general y en toda su extensión, así como el estudio ele las trascendentales aplicaciones que el cono-cimiento ele la importancia profesional tiene en los órdenes sanita-rio, psiquiátrico, juríclÍlco, político, ec.onómic.o, apologético, religio-so y moralístico puro, ha ele ser objeto de capít.ulos especiales, a causia de su extensión, peculiari.cl'ades y para guardar el orden (lue en tocio se ha ele observar .

    ..... ~--~~ .. _-- . ----, ..

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    "La Ley de Prill/.el'lr. l~IIS('ií(/IIW !JI/!' SI' son/.elc a vllestJ'o. ('ollsidl'-m.dún sirve, ante torlo, o/ }J1'i J)/ o /'(Ual, desiynio de lo que he de llamar Usa '!J llanamente polUica e1'istiana de F'J'(t1/co, basada en la doct1"1:na. ¡¡¿m.m'Ir/} dc la Ju/.r:sia, mClI'sl')'(I, de la verdad '!/ de la. vida. La ley se ,/¡¡Spi'rfl en. 'esos }Jl'indrrios rloch'úl.alcs, quc /;le aceptan 'f'ilteif1'os, siu legateos ni Icrg'i'lJcl'sacioncs, eslampáu[,lolos como consiguf( sag1'lida a la cabeza de '/I/leS{'/'I) Crírliflo cloeellte. Yo tellgo, se11,o1'es ]J1'oc1/.rado-. 'l es, el hano?' y el !II'U'U.llo de {/ li1'1na1' Il!jU'i !JI/e nunca. han sido obedc-!'idas con tanta ll' '!I CO'l/ ta'll. euh'eflacla voluntad po'/' ningún Estado (;ontemp01'áneo las ¡!O)"lnas de la E'nC'Ícl'ica "Divini üliu.s Magisl1'i", etel inolvidable Pío XT, como l.as acata ahora la España el!? Fmnco."

    D. JosÉ TBAÑEZ. MARTÍN ('J5 de julio).