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Behavioral Psychology / Psicología Conductual, Vol. 20, Nº 3, 2012, pp. 585-602 ESTILOS DE SOCIALIZACIÓN FAMILIAR Y VIOLENCIA DE HIJOS A PADRES EN POBLACIÓN ESPAÑOLA Manuel Gámez-Guadix 1 , Joana Jaureguizar 2 , Carmen Almendros 3 y José Antonio Carrobles 3 1 Universidad de Deusto; 2 Universidad del País Vasco; 3 Universidad Autónoma de Madrid (España) Resumen El primer objetivo de este estudio fue analizar la prevalencia de violencia filio- parental en una muestra española. Un segundo objetivo consistió en examinar la relación entre diferentes estilos de socialización parental (democrático, autoritario, indulgente y negligente) y el riesgo de violencia filioparental. La muestra estuvo compuesta por 1343 universitarios (74% mujeres; edad media= 21,21; DT= 4,21) que informaron si habían ejercido algún tipo de abuso contra sus padres cuando eran preadolescentes. La prevalencia de abuso verbal osciló entre el 2,4% y el 69% según la conducta de abuso considerada. El porcentaje de participantes que reconoció algún tipo de abuso físico hacia sus padres fue próximo al 5%. Respecto a los estilos parentales, el estilo negligente incrementó la probabilidad de abuso físico y verbal hacia los padres. El estilo autoritario mostró una relación significativa con el abuso verbal, aunque no con el físico. Por último, el estilo indulgente no incrementó la probabilidad de ningún tipo de abuso hacia los padres, en la línea de lo informado por estudios previos efectuados en muestras españolas. PALABRAS CLAVE: violencia filio-parental, estilos de socialización parental, control parental, prácticas de crianza, prevalencia. Abstract The aims of this study were to examine the prevalence of child-to-parent violence in a Spanish sample and to analyze the relationship between parenting styles (authoritative, authoritarian, indulgent, and negligent) and child-to-parent Este trabajo fue parcialmente financiado por el Ministerio de Educación y Ciencia, mediante una Beca de Formación de Profesorado Universitario concedida al primer autor (AP2005-0854). Los autores desean agradecer las valiosas sugerencias efectuadas por el Profesor Murray A. Straus sobre las versiones iniciales de este manuscrito. Correspondencia: Manuel Gámez-Guadix, Dpto. de Personalidad, Evaluación y Tratamientos Psicológicos, Universidad de Deusto, Planta 1, Avenida de las Universidades 24, 48007 Bilbao. E-mail: [email protected]

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Behavioral Psychology / Psicología Conductual, Vol. 20, Nº 3, 2012, pp. 585-602

ESTILOS DE SOCIALIZACIÓN FAMILIAR Y VIOLENCIA DE HIJOS A PADRES EN POBLACIÓN ESPAÑOLA

Manuel Gámez-Guadix1, Joana Jaureguizar2, Carmen Almendros3 y José Antonio Carrobles3

1Universidad de Deusto; 2Universidad del País Vasco;3Universidad Autónoma de Madrid (España)

ResumenEl primer objetivo de este estudio fue analizar la prevalencia de violencia filio-

parental en una muestra española. Un segundo objetivo consistió en examinar la relación entre diferentes estilos de socialización parental (democrático, autoritario, indulgente y negligente) y el riesgo de violencia filioparental. La muestra estuvo compuesta por 1343 universitarios (74% mujeres; edad media= 21,21; DT= 4,21) que informaron si habían ejercido algún tipo de abuso contra sus padres cuando eran preadolescentes. La prevalencia de abuso verbal osciló entre el 2,4% y el 69% según la conducta de abuso considerada. El porcentaje de participantes que reconoció algún tipo de abuso físico hacia sus padres fue próximo al 5%. Respecto a los estilos parentales, el estilo negligente incrementó la probabilidad de abuso físico y verbal hacia los padres. El estilo autoritario mostró una relación significativa con el abuso verbal, aunque no con el físico. Por último, el estilo indulgente no incrementó la probabilidad de ningún tipo de abuso hacia los padres, en la línea de lo informado por estudios previos efectuados en muestras españolas. Palabras clave: violencia filio-parental, estilos de socialización parental, control parental, prácticas de crianza, prevalencia.

AbstractThe aims of this study were to examine the prevalence of child-to-parent

violence in a Spanish sample and to analyze the relationship between parenting styles (authoritative, authoritarian, indulgent, and negligent) and child-to-parent

Este trabajo fue parcialmente financiado por el Ministerio de Educación y Ciencia, mediante una Beca de Formación de Profesorado Universitario concedida al primer autor (AP2005-0854). Los autores desean agradecer las valiosas sugerencias efectuadas por el Profesor Murray A. Straus sobre las versiones iniciales de este manuscrito.

Correspondencia: Manuel Gámez-Guadix, Dpto. de Personalidad, Evaluación y Tratamientos Psicológicos, Universidad de Deusto, Planta 1, Avenida de las Universidades 24, 48007 Bilbao. E-mail: [email protected]

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violence. Participants in this study were 1343 Spanish university students (74% females; mean age= 21.21; SD= 4.21) who reported whether they had used any kind of violence against their parents during their early adolescence. The preva-. The preva-lence of child-to-parent verbal abuse ranged from 2.4% to 69%, depending on the type of verbal abuse considered. For the case of physical aggression against one’s parents, the rate was around 5%. As far as parenting styles were concerned, the negligent style increased the probability of physical and verbal abuse against parents. The authoritarian parenting style was significantly associated with child-to-parent verbal abuse, but not with physical abuse. Finally, the indulgent parent-ing style did not increase the probability of child-to-parent violence, and this finding was in line with those from previous studies with Spanish samples. Key words: child-to-parent violence, parenting styles, prevalence.

Introducción

Las relaciones entre padres e hijos constituyen un fenómeno complejo con diversas vertientes que, en ocasiones, pueden escalar hacia niveles elevados de conflicto familiar (Barber, 1994). No obstante, existen algunas relaciones padres-hijos que traspasan los límites de “relación conflictiva” para convertirse en “rela-ciones de abuso” de hijos a padres. Esto ocurre cuando los hijos, mediante sus comportamientos, consiguen que sus padres sientan miedo y se sientan amenaza-dos, intimidados o controlados (Paterson, Luntz, Perlesz y Cotton, 2002). Dichos comportamientos abusivos pueden implicar un abuso verbal (insultos, amenazas, etc.) o físico (golpear, empujar, zarandear, etc.) de hijos a padres. Aunque la natu-raleza, la prevalencia y los correlatos de la violencia de hijos a padres han reci-bido una atención creciente en las últimas décadas (Bobic, 2004; Laurent y Derry, 1999; Paulson, Coombs y Landsverk, 1990; Walsh y Krienert, 2007), todavía son escasas las pruebas empíricas disponibles al respecto, especialmente en nuestro contexto cultural.

Resulta difícil concretar la prevalencia de este fenómeno, ya que se trata de un tipo de violencia intrafamiliar relativamente reciente en la literatura científica. Además, se debe tener en cuenta que los datos ofrecidos por las diferentes fuentes (Fiscalía de Menores, Centros de Salud Mental, encuestas, etc.) no reflejan la tota-lidad de esta realidad, ya que muchos de los casos de violencia filio-parental no lle-gan a hacerse públicos. A esto habría que añadir la discrepancia de resultados entre los distintos estudios, discrepancia que se puede deber a las diferentes definiciones de “abuso de hijos a padres” adoptadas en cada estudio (p. ej., el tener o no en cuenta el abuso psicólogico) o a la metodología utilizada para la recogida de datos (Wilson, 2005). Consecuencia de esta disparidad, la prevalencia de abuso hallada en diversos estudios realizados en Estados Unidos y Canadá ha oscilado entre un 5 y un 29% (Bobic, 2004; Laurent y Derry, 1999; Pelletier, Beaulieu, Grimard y Duguay, 1999; Straus y Gelles, 1986).

En España parece que la violencia de hijos a padres es un fenómeno que va en aumento, según los recientes datos aportados por la Fiscal de Sala Coordinadora de Menores: el número de agresiones de hijos a padres se ha

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duplicado en los últimos dos años, pasando de 2000 a 4000 (Agencia EFE, 2009). Romero, Melero, Cánovas y Antolín (2005), basándose en la Memoria del año 2003 de la Dirección General de Justicia Juvenil de la Generalitat de Catalunya, observaron una progresión en la cantidad de denuncias en función de la edad: en la franja de edad de 14 años, el 7,8% de los expedientes abier-tos implicaban algún tipo de violencia en el ámbito familiar. Este porcentaje aumentaba considerablemente (hasta un 39,7%) en la franja de edad de 17 años, llegando incluso a ser más alto que el porcentaje de expedientes abiertos por otro tipo de delitos (31,59%) entre menores infractores. Calvete, Orue y Sampedro (2011) encontraron que la prevalencia de violencia verbal ocasional o frecuente contra padres por parte de una muestra de adolescentes oscilaba entre un 0,4% (amenazar con pegar) y un 59% (gritar), mientras que la vio-lencia física se situaba entre un 0,5% (abofetear) y un 2,2% (dar una patada o un puñetazo). No obstante, en este estudio no se analizaron las diferencias en función del sexo de hijos y padres. Es concretamente esta variable (el sexo de hijos y padres) uno de los aspectos más estudiados sobre la violencia filio-parental. Mientras que algunos estudios coinciden en señalar que son los hijos varones los que más frecuentemente agreden a sus padres, en comparación con las hijas (Agnew y Huguley, 1989; Charles, 1986; Ibabe y Jaureguizar, 2011; Laurent y Derry, 1999; Paulson et al., 1990; Walsh y Krienert, 2007) en otros trabajos no se han encontrado diferencias en función del sexo en cuanto al hijo agresor se refiere (McCloskey y Lichter, 2003; Micucci, 1995). Por su parte, Kennair y Mellor (2007) señalan en su revisión que, teniendo en cuenta el abuso de hijos a padres de forma general, los estudios no encuentran diferencias de sexo en cuanto al hijo agresor se refiere. Estas discrepancias podrían deberse a la diferente metodología utilizada, siendo los estudios clínicos y forenses los que muestran una mayor tasa de hijos varones agresores, mientras que los estudios epidemiológicos no encuentran diferencias (Pagani et al., 2004).

Respecto al sexo del padre, las investigaciones coinciden en señalar que princi-palmente son las madres las víctimas de los abusos por parte de sus hijos (Agnew y Huguley, 1989; Evans y Warren-Sohlberg, 1988; Gallagher, 2008; Ibabe, Jaureguizar y Díaz, 2009; Paulson et al., 1990). Aunque se podría argumentar que la razón de esta mayor tasa de madres-víctimas se podría deber a la mayor tasa de familias monoparentales dirigidas por madres entre las familias que sufren violencia filio-parental, en un estudio de Ibabe, Jaureguizar y Díaz (2007) con muestra forense se encontró que aún viviendo con ambos progenitores, la madre era la víctima más frecuente de las denuncias por violencia filio-parental. Sin embargo, si se tie-nen en cuenta muestras de la población general, estudios previos han hallado que las madres sufren más abuso psicológico por parte de sus hijos, pero no existen diferencias entre padres y madres respecto a la violencia física que sufren (Ibabe y Jaureguizar, 2011).

Un aspecto relevante en la compresión de la violencia de hijos a padres es el referido a los estilos de socialización parentales que podrían incrementar la probabilidad de que un menor agreda a sus padres. A este respecto, diversos trabajos han enfatizado la importancia de las dinámicas familiares (supervisión

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parental, comunicación, comportamientos violentos, castigos físicos, etc.) como variables relevantes que podrían estar relacionadas con la ocurrencia de distin-tos tipos de violencia filio-parental (Agnew y Huguley, 1989; Kennair y Mellor, 2007; Pagani et al., 2004; Ulman y Straus, 2003), por lo que el estudio de la relación entre los estilos parentales y la violencia filio-parental resulta especial-mente interesante.

El modelo tripartito de estilos parentales propuesto por Baumrind (1967, 1971) ha sido uno de los más ampliamente aceptados y utilizados en la literatura cientí-fica. Este modelo distingue tres tipos de estilos parentales: democrático, autoritario y permisivo. El estilo democrático se fundamenta en el control parental, el castigo moderado cuando se hace necesario, el razonamiento, el fomento de la autonomía y las demostraciones de apoyo y afecto. El estilo autoritario se basa en el control y la obediencia a la autoridad parental, el empleo de estrategias disciplinarias severas (p. ej., castigo físico y psicológico) y bajos niveles de apoyo y aprobación parental. El estilo permisivo, por su parte, se caracteriza por bajos niveles de control y exigencia parental, ausencia de estrategias punitivas y conductas de aceptación y aquiescencia hacia los comportamientos y deseos del menor. Posteriormente, Maccoby y Martin (1983) redefinieron los estilos parentales propuestos por Baumrind (1971), combi-nando dos dimensiones: 1) “exigencia-control/no exigencia” paterna y 2) “recep-tividad-afecto/no receptividad-afecto”. Con estas dimensiones, el estilo permisivo descrito por Baumrind (1971) se dividió en dos: estilo indulgente y negligente. De este modo, se distinguieron cuatro estilos parentales: padres democráticos –eleva-dos niveles de control y afecto-; padres negligentes –niveles reducidos de control y afecto–; padres indulgentes –bajo control y elevado afecto–; y padres autoritarios –elevado control parental y escaso afecto–.

Los resultados de los estudios anglosajones destacan el estilo democrático como el “óptimo” para el mejor ajuste de los hijos (Baumrind, 1967, 1971; Smetana, 1995). El estilo democrático ha sido asociado con numerosos resultados positivos para los hijos, como la madurez psicológica, la cooperación con iguales y adultos, la independencia y el logro académico (Baumrind, 1971, 1997), mien-tras que los estilos autoritario, indulgente y negligente han sido generalmente relacionados con consecuencias negativas para el menor, como el distrés emo-cional, los síntomas somáticos o la conducta antisocial (de la Torre, Casanova, García, Carpio y Cerezo, 2011; Lamborn, Mounts, Steinberg y Dornbusch, 1991; Steinberg, Dornbusch y Brown, 1994). No obstante, los resultados de estudios llevados a cabo en muestras españolas apuntan a algunas diferencias respecto al tipo de socialización indulgente, indicando que los efectos positivos del estilo indulgente son similares a los del tipo democrático en nuestro contexto cultu-ral (Musitu y García, 2004). Por ejemplo, Esteve (2005) señala que en muestras españolas e italianas, el autoconcepto del niño socializado mediante un estilo indulgente es mayor que el de aquellos socializados en un estilo democrático, en especial el autoconcepto académico. En esta misma línea, García y Gracia (2010), en una muestra española de niños de 10 a 14 años, además de hallar una relación positiva entre el estilo indulgente y el autoconcepto (mayor aún que con el estilo democrático), observaron que el estilo indulgente también estaba asociado con

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mayor ajuste psicológico, mayor competencia personal y menores problemas de conducta.

Las conclusiones derivadas de la investigación sobre la relación entre los esti-los parentales y la violencia de hijos a padres parecen asimismo contradictorias. Gallagher (2008) señala que la diferencia entre los resultados se debe al tipo de estudio y a la metodología utilizada. Así, los estudios clínicos, forenses y cualita-tivos sugieren que en aquellas familias con padres permisivos o inconsistentes a la hora de aplicar normas y sus consecuencias, los hijos tienden a mostrar en mayor medida conductas abusivas contra sus progenitores (Cottrell, 2005; Micucci, 1995; Paulson et al., 1990; Robinson, Davidson y Drebot, 2004). En estos casos los hijos podrían percibir que alguien debe tomar las riendas de la familia, asu-miendo ellos este papel porque piensan que sus padres no pueden o no quieren hacerlo (Wilson, 2005). Este cambio de roles supone un conflicto continuo entre hijos y padres que podría manifestarse en conductas abusivas de los hijos contra sus padres.

Por el contrario, los estudios cuantitativos han hallado una mayor incidencia de abuso de hijos a padres en familias de estilos autoritarios o excesivamente contro-ladores (Cottrell y Monk, 2004). Los adolescentes, en estas circunstancias, podrían percibir que el nivel de control y los castigos que sus padres les imponen son injus-tos, lo que no hace más que aumentar su frustración y enfado, sentimientos que podrían traducirse en conductas abusivas hacia aquellas personas que los han provocado: sus propios padres (Evans, Heriot y Friedman, 2002). Cottrell y Monk (2004) señalan que en estos casos los hijos utilizan el abuso contra sus padres como intento de adquirir un mayor control sobre sus vidas.

Ante la escasez de estudios en España sobre el abuso de hijos a padres y la falta de investigaciones que, en el ámbito nacional, analicen la relación entre estilos de socialización parentales y este tipo de violencia intrafamiliar, en el presente estudio se plantearon dos objetivos. El primero fue analizar la prevalencia del abuso físico y verbal de hijos a padres en una muestra española de estudiantes universitarios y las posibles diferencias existentes en función del sexo de ambos. Puesto que son escasos los estudios sobre prevalencia de este fenómeno en población española no-clínica o no-judicial (Calvete et al., 2011; Ibabe y Jaureguizar, 2011), este estudio tiene como finalidad ampliar las pruebas empíricas al respecto. Teniendo en cuenta los resultados de los estudios epidemiológicos previos, se espera encontrar que chicos y chicas lleven a cabo conductas de violencia filio-parental en una medida similar, siendo las madres las víctimas más frecuentes de la violencia verbal y no hallándose diferencias entre padres y madres respecto a la violencia física (Ibabe y Jaureguizar, 2011).

El segundo objetivo de este estudio consistió en examinar la relación entre los estilos de socialización empleados por los padres y la presencia de violencia de hijos a padres en nuestro contexto cultural. Tomando en consideración los datos previos sobre las consecuencias de cada estilo parental, específicamente en nuestro contexto cultural (p. ej., García y Gracia, 2010), hipotetizamos que se encontra-rán niveles más altos de violencia filio-parental en familias de padres autoritarios y negligentes que en las de padres democráticos e indulgentes.

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590 Gámez-Guadix, JaureGuizar, almendros y carrobles

Método

Participantes

La muestra estuvo compuesta por los 1343 estudiantes universitarios corres-pondientes a la muestra recogida en la Comunidad de Madrid como parte del International Parenting Study (IPS), un proyecto de investigación internacional con-ducido por un consorcio de investigadores en 20 países de todo el mundo. Todos los investigadores del IPS aplican un mismo cuestionario y siguen el mismo procedi-miento de recogida de datos con estudiantes universitarios. El 74% (n= 994) de los participantes en este estudio fueron mujeres, el 24,8% varones (n= 347) y el 0,2% (n= 2) no indicaron sexo. La edad media fue de 21,21 años (DT= 4,21). La recogida de la muestra se llevó a cabo en dos fases. En la primera, se recogió una muestra de conveniencia en las facultades Psicología y Educación de la Universidad Autónoma de Madrid (n= 477). En una segunda fase se efectuó un muestreo aleatorio, estrati-ficado y proporcional (por facultad y sexo) en las diferentes facultades de dicha uni-versidad (n= 866). Ambas submuestras (incidental y aleatoria) fueron comparadas en las variables del estudio empleando la prueba t de Student. Al no encontrarse diferencias significativas entre ambas, se analizaron de forma conjunta en sucesivos análisis. Las facultades de procedencia, todas ellas de la Universidad Autónoma de Madrid, fueron Psicología (39,8%), Derecho (18,3%), Formación del Profesorado (14,2%), Ciencias Económicas (10,5%), Ciencias (9,9%) y Filosofía y Letras (7,3%). Las características descriptivas de la muestra se recogen en la tabla 1.

Instrumentos

· Un cuestionario sociodemográfico ad hoc. Se incluyeron diferentes preguntas referidas, entre otras, al sexo, la edad, el lugar de nacimiento de los participan-tes y el nivel educativo de sus padres. Respecto al nivel educativo de los progeni-tores se emplearon dos cuestiones, una referida a la madre y otra al padre, con siete alternativas de respuesta desde 1 (sin estudios primarios/graduado escolar) hasta 7 (titulación de posgrado completa). Estas alternativas se sintetizaron en tres categorías generales en la tabla 1.

· “Escala de violencia filio-parental”. Esta escala fue creada para el IPS a partir de las “Escalas de tácticas para los conflictos” (Revised Conflict Tactics Scales, CTS2 y Conflict Tactics Scales, Parent-Child, CTSPC; Straus y Douglas, 2004). Está compuesta por seis ítems que han de ser respondidos dos veces, una res-pecto a la madre y otra respecto al padre. Los ítems incluyen tanto agresiones verbales (p. ej., Insultaste o dijiste palabrotas a tus padres) como físicas (p. ej., Tú abofeteaste o golpeaste a tus padres). Los participantes informaron sobre la frecuencia con que llevaron a cabo diferentes comportamientos de abuso contra sus padres cuando tenían aproximadamente diez años. La escala de respuesta empleada fue de siete puntos desde 0 (Nunca) hasta 6 (más de 20 veces). La validez de las CTS ha sido analizada en numerosos estudios (p. ej., Straus y

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591Socialización familiar y violencia de hijos a padres

Tabla 1Características descriptivas de la muestra

CaracterísticasMuestra

total(N= 1343)

Muestra del estudiosobre estilos parentales

(n= 471; 35,12%)

Sexo

Mujeres 74% 73,6%

Varones 25,8% 26,4%

Edad

18-25 93,1% 92,4%

25-29 4,0% 4,9%

30-39 1,7% 1,3%

> 40 1,1% 1,5%

Características familiares

Padres casados 78,8% 78,7%

Padres separados o divorciados 12,9% 13,4%

Padres no casados. conviven 1,3% 1,5%

Padres nunca han convivido 0,7% 0,4%

Uno o ambos padres fallecidos 6,1% 5,7%

Hijo/a adoptado/a 0,1% 0,2%

Nivel educativo de la madre

Bachiller o estudios primarios 76,7% 70%

Algún curso universitario o formación profesional 7,5% 12%

Estudios universitarios 15,8% 18%

Nivel educativo del padre

Bachiller o estudios primarios 76,6% 71,7%

Algún curso universitario o formación profesional 10,3% 15,2%

Estudios universitarios o titulación de posgrado 13,1% 13,0%

Douglas, 2004). La consistencia interna de la subescala de agresión verbal fue de 0,80 y la de agresión física fue de 0,71.

· “Escala de apoyo y afecto” de la sección D del “Inventario de dimensiones de disciplina” (Dimensions of Discipline Inventory, DDI; Straus y Fauchier, 2007) que evalúa el contexto y el modo de implementación de la disciplina parental (Straus y Fauchier, 2007; Gámez-Guadix, Orue et al., 2010). Esta subescala está com-puesta por seis ítems, tres referidos a la madre y tres referidos al padre (p. ej.,

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“Tus padres hacían o decían cosas para mostrarte que te querían y apoyaban”). El formato de respuesta es de cinco puntos desde 0 (Nunca) hasta 4 (Siempre o casi siempre). Para analizar su validez de constructo, efectuamos un análisis fac-torial exploratorio de la escala en esta muestra. Un único factor alcanzó a expli-car el 56% de la varianza total, con todos los ítems mostrando cargas factoriales por encima de 0,50. La consistencia interna (α de Cronbach) fue de 0,84.

· “Escala ad hoc sobre el control parental”. Esta escala se construyó para evaluar la medida en la que los padres emplean estrategias de control y supervisión sobre sus hijos. Está compuesta por seis ítems, tres referidos a la madre y tres referidos al padre (p. ej., “Mi padre/madre estaba pendiente de quiénes eran mis amigos”, “Mi padre/madre me preguntaba cómo había sido mi día en el colegio”, “Mi padre/madre estaba tan ocupado/a que olvidaba dónde estaba o lo que estaba haciendo”). Un análisis factorial exploratorio en esta muestra reveló un único factor que explicaba el 64% de la varianza y en el que todos los ítems presentaron cargas factoriales superiores a 0,60. La escala de respuesta empleada fue de cinco categorías desde 1 (Nunca) hasta 5 (Siempre o casi siem-pre). La consistencia interna fue de 0,77.

Procedimiento

Antes de distribuir los cuestionarios, los investigadores informaron a los parti-cipantes, tanto oralmente como por escrito, sobre el objetivo del estudio, de su carácter voluntario y anónimo y de que en cualquier momento podían interrumpir su participación. Menos de un 5% de los estudiantes (n= 55) declinó participar en la investigación. Una vez devuelto el cuestionario se facilitó a los participantes la dirección de correo electrónico de uno de los investigadores para que, si lo desea-ban, pudieran obtener más información sobre el estudio. El procedimiento fue revisado previamente por el Comité de Ética en la Investigación de la Universidad Autónoma de Madrid que se pronunció favorablemente sobre la conveniencia de llevar a cabo el estudio.

Análisis datos

En primer lugar, se calculó la prevalencia de cada tipo de agresión y las posi-bles diferencias existentes entre hijos e hijas y entre padres y madres a través de la prueba χ² de Pearson. Asimismo, se analizó el tamaño del efecto de estas diferen-cias (Phi: φ). En segundo lugar, el estilo parental fue determinado a través de los tertiles (percentiles 33,33 y 66,66) de las puntuaciones obtenidas en las escalas de afecto y control parental. Este procedimiento ha sido el empleado con frecuencia para determinar el estilo parental (véase Musitu y García, 2004). Si la puntuación en ambas escalas se sitúa en el tertil superior, el estilo es definido como democrático (elevado afecto y elevado control parental). Si la puntuación en afecto se sitúa en el tercer tertil y la de control en el primero, el estilo asignado es el indulgente (ele-vado afecto, reducido control). Puntuaciones en el tercio inferior de la distribución

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593Socialización familiar y violencia de hijos a padres

tanto para afecto como para control definen un estilo negligente (reducidos niveles de afecto y control). Por último, puntuaciones bajas en afecto (primer tertil) y altas en control (tercer tertil), son definitorias de un estilo autoritario. Siguiendo este procedimiento se clasificaron un total de 471 participantes (35,12% de la muestra total). Las características demográficas de este subgrupo de participantes se reco-gen en la tabla 1. Finalmente, para analizar la relación entre los estilos parentales y la violencia de hijos a padres se llevaron a cabo varios análisis de regresión logística multivariante incluyendo como variables control el sexo del participante y el nivel educativo de los padres.

Resultados

Prevalencia de abuso verbal y físico de hijos a padres

El 4,7% de los participantes admitieron haber agredido físicamente a alguno de sus padres en alguna ocasión y el 72,2% de la muestra informaron haber llevado a cabo alguna conducta considerada como abuso verbal contra sus padres.

En la tabla 2 se presenta la prevalencia de las distintas conductas de abuso en función del sexo del hijo y de los padres. La prevalencia de abuso verbal de las hijas a sus progenitores osciló entre el 2,4% (amenazar con golpear, de las hijas contra los padres) y el 69% (gritarles, de las hijas contra las madres). En el caso de los hijos varones, la prevalencia de abuso verbal se situó entre el 4,4% (amenazar con gol-pear, del hijo varón al padre) y el 65,9% (gritarles, de los hijos a las madres).

Para ambos, hijos e hijas, la prevalencia de algún tipo de abuso verbal contra las madres fue significativamente mayor que contra los padres (varones: 68,4% para las madres y 57% para los padres, χ²= 8,97; p < 0,01; φ= 0,12; mujeres: 70,9% y 60,1%, para madres y padres, respectivamente; χ²= 21,4; p < 0,001; φ= 0,11). En la mayoría de las conductas de abuso verbal consideradas las diferencias entre padres y madres tanto en hijos como en hijas fueron también significativas, siendo en todas las tasas de abuso verbal más altas hacia la madre que hacia el padre (tabla 2). No obstante, el tamaño del efecto (φ) fue reducido en todos los casos.

Respecto al abuso físico, la prevalencia osciló entre el 0,3% (pegarles con algo que podía dolerles, de las hijas hacia la madre) y el 2,8% (abofetear o golpear, de los hijos varones hacia la madre). No se encontraron diferencias para la perpetración de cualquier tipo de agresión física en función del sexo de los padres en el caso de los chicos (4% contra padres y 4,4% contra madres; χ²= 0,04, ns, φ= 0,01) ni en el de las chicas (3,5% contra los padres y 3,1% hacia las madres; χ²= 0,23, ns, φ= 0,01). Tampoco se encontraron diferencias significativas entre padres y madres en ninguna de las conductas individuales consideradas en el caso del abuso físico (tabla 2).

En cuanto a los análisis de las diferencias en función del sexo del hijo, única-mente una de las conductas de abuso físico resultó estadísticamente significativa entre hijos e hijas, de modo que el 1,6% de los varones frente al 0,4% de las muje-

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594 Gámez-Guadix, JaureGuizar, almendros y carrobles

Tabla 2Prevalencia de la violencia de padres a hijos y diferencias en función del

sexo de los padres

Tipo de abusoVarones Mujeres

Padres Madres χ2 φ Padres Madres χ 2 φGritaste a tus padres 52,8% 65,9% 11,5** 0,14 58,1% 69% 24,2 *** 0,12

Insultaste o dijiste palabrotas a tus padres

33,8% 37,6% 1,02 -- 29,7% 35,6% 7,41 ** 0,07

Amenazaste con golpear a tus padres pero no lo hiciste

4,4% 6,5% 1,39 -- 2,4% 4,1% 4,16 * 0,05

Agresión verbal total 57% 68,4% 8,97** 0,12 60,1% 70,9% 21,4 *** 0,11

Tú abofeteaste o golpeaste a tus padres

2,5% 2,8% 0,54 -- 1,4% 1,4% 0,00 --

Pegaste a tus padres con algo que podía dolerles

1,6% 0,9% 0,52 -- 0,4% 0,3% 0,15 --

Diste una patada o mordiste a tus padres

2,5% 2,2% 0,07 -- 2,4% 2,5% 0,01 --

Agresión física total 4% 4,4% 0,04 -- 3,5% 3,1% 0,23 0,01

Nota. φ (Phi)= tamaño del efecto; *p< 0,05; **p< 0,0l; ***p< 0,001.

res admitieron que habían pegado al padre con algo que podía dolerle (χ²= 4,37; p < 0,05; φ= 0,07). El resto de diferencias entre chicos y chicas en el abuso físico y verbal contra padres y madres no resultaron significativas.

Abuso de hijos a padres y estilos parentales

Se llevaron a cabo una serie de análisis de regresión logística para analizar la relación entre cada tipo de estilo parental y la perpetración de agresión de hijos a padres y madres. La variable categórica estilo parental fue empleada como variable independiente con cuatro categorías distintas (1= estilo democrático; 2= estilo autoritario; 3= estilo indulgente; y 4= estilo negligente). El estilo demo-crático fue empleado como la categoría de referencia, con la cual se compararon el resto de estilos parentales (Field, 2005). La agresión filio-parental fue dicotomizada (0= ausencia; 1= presencia) y empleada como variable dependiente, controlando el efecto del sexo del participante y del nivel educativo de los padres.

Los resultados de los diferentes modelos estimados se presentan en la tabla 3. Tomando como referencia el estilo democrático, se puede observar que el estilo autoritario aumentó 2.45 veces el riesgo de informar de abuso verbal contra el

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595Socialización familiar y violencia de hijos a padres

padre (OR= 2,45; p < 0,01), mientras que el negligente lo incrementó 1.72 veces (OR= 1,72; p < 0,01). En el caso del abuso verbal contra la madre, el estilo autori-tario aumentó más de tres veces el riesgo de este tipo de violencia (OR= 3,480; p < 0,001), mientras que el estilo negligente lo incrementó más de dos veces (OR= 2,64; p < 0,001) en comparación con el estilo democrático. Por otra parte, el estilo parental indulgente, comparado con el democrático, no estuvo relacionado con un mayor riesgo de abuso verbal de hijos a padres. Del mismo modo, ninguna de las variables control (edad y nivel educativo de los padres) estuvo asociada con una mayor probabilidad de abuso verbal de hijos a padres.

Respecto a la violencia física, los resultados en la tabla 3 muestran que el estilo negligente estuvo asociado con el abuso físico contra padres y madres. A este respecto, el estilo negligente incrementó casi nueve veces el riesgo de abuso físico contra el padre (OR= 8.82; p < 0,01) y más de cuatro veces el riesgo de abuso físico contra la madre (OR= 4,61; p < 0,05). El resto de estilos parentales, el sexo y el nivel educativo de los padres no mostraron una relación significativa con el abuso físico contra los progenitores.

Discusión

El primer objetivo de este estudio consistió en analizar la prevalencia de distintos tipos de abuso verbal y físico de hijos a padres. Los datos ponen de manifiesto las

Tabla 3Análisis de regresión logística (Odds ratios) sobre la relación entre estilos

parentales y abuso de hijos a padres

Variables Independientes

Modelo 1.Abuso verbal

contra los padres

Modelo 2.Abuso verbal

contra las madres

Modelo 3.Abuso físico

contra los padres

Modelo 4.Abuso físico contra las madres

Estilos parentalesa

Autoritario 2,45** 3,48*** 2,63 1,70

Indulgente 1,07 0,73 0,00 1,47

Negligente 1,72* 2,64*** 8,82** 4,61*

Variables control

Sexo 0,91 1,17 0,41 0,43

Nivel educativo 1,06 1,01 1,01 0,89

χ2 10,49*** 22,66*** 21,94*** 11,95*

N 449 452 456 458

Notas: aLa categoría de comparación es el estilo democrático; *p< 0,05; **p< 0,0l; ***p< 0,001.

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596 Gámez-Guadix, JaureGuizar, almendros y carrobles

elevadas tasas de este tipo de violencia en la muestra estudiada. Más de la mitad de los participantes informó haberse implicado en algún tipo de abuso verbal y un 4.7% de la muestra informó haber agredido físicamente a sus padres.

Estos datos son congruentes con los resultados de los escasos estudios que, hasta la fecha, han analizado la prevalencia de este tipo de violencia en España en población no clínica (p. ej., Calvete et al., 2011). Calvete et al. también informaron de elevadas tasas de violencia, que superaron el 50% para algunas conductas de violencia verbal y el 7% para el abuso físico.

En cuanto al abuso verbal, la conducta más habitual fue la de gritar a los padres, seguida de insultarles o decirles palabrotas y, por último, amenazarles con golpear-les. La prevalencia de abuso verbal contra las madres fue superior a la prevalencia de este tipo de abuso contra los padres, tanto en el caso de los hijos como de las hijas, lo cual es consistente con lo hipotetizado y apoya los hallazgos de estudios previos (Agnew y Huguley, 1989; Evans y Warren-Sohlberg, 1988; Gallagher, 2008; Ibabe et al., 2009; Paulson et al., 1990). Diversos factores podrían explicar estos resultados. Uno de ellos puede ser la influencia de los mensajes que transmite la sociedad sobre la aceptación del control y dominio sobre las mujeres, que puede llevar a los hijos varones a considerar a sus madres como personas débiles y con poco poder y a las hijas a intentar separarse de esta imagen de mujer vulnerable utilizando para ello la violencia (Kennair y Mellor, 2007). Otra posible explicación es que habitualmente las madres son el progenitor dedicado al cuidado y educación de los hijos, haciéndolas más vulnerables a las conductas agresivas de sus hijos (Cottrell, 2001; Cottrell y Monk, 2004). En todo caso es importante señalar que los análisis del tamaño del efecto indicaron que las diferencias entre padres y madres, a pesar de ser significativas, fueron reducidas.

Por otra parte, en este estudio no se encontraron diferencias significativas en el porcentaje de hijos e hijas que ejercieron abuso físico en función del sexo de los padres, lo cual es consistente con lo hipotetizado previamente. A diferencia de los estudios en muestras clínicas o judiciales, diversos estudios con muestras de la población general tampoco han hallado diferencias en la violencia filio-parental física ejercida contra padres y la ejercida contra madres (Ibabe y Jaureguizar, 2011; Jaureguizar y Ibabe, 2009).

Respecto al sexo de los hijos, únicamente se encontraron diferencias en una de las conductas individuales consideradas (“pegarle al padre con algo que podía dolerle” fue más frecuente para los chicos), lo cual sugiere que, como esperába-mos, varones y mujeres se implican con una frecuencia similar en conductas de abuso filio-parental (Kennair y Mellor, 2007; McCloskey y Lichter, 2003; Micucci, 1995). Estos resultados apoyan lo indicado por Gallagher (2008) acerca de que los estudios con muestras de la población general no encuentran diferencias significa-tivas en las conductas violentas de hijos e hijas. No obstante, las diferencias podrían aparecer cuando se analizan conductas de violencia severa que llegan a los juzga-dos o a los centros de salud (estudios forenses y clínicos), siendo en estos casos los hijos más frecuentemente los agresores que las hijas.

Los análisis sobre la relación entre estilos parentales y violencia filio-parental revelaron interesantes hallazgos. Tal y como hipotetizábamos el estilo negligente,

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597Socialización familiar y violencia de hijos a padres

caracterizado por un bajo nivel de afecto y control, estuvo asociado con una mayor probabilidad de agresión física y verbal contra padres y contra madres. Estos hallazgos son congruentes con lo encontrado con estudios previos (Cottrell, 2005; Paulson et al., 1990). Un estilo negligente podría crear sentimientos de confusión y ansiedad en los menores que podrían ser un factor de riesgo para el desarrollo de dificultades en el establecimiento de límites, pudiendo dar lugar a conductas de violencia filio-parental. Tremblay (2003) sugiere que unos padres responsivos y la administración de disciplina consistente permiten a los menores aprender estrategias no violentas para lograr sus objetivos y expresar sus emo-ciones. Un niño al que no se le ha proporcionado atención, afecto y control suficiente, tal y como ocurre en los estilos negligentes, es más probable que se implique en estrategias de afrontamiento maladaptativas y muestre un patrón agresivo de interacción (Chapple, Tyler y Bersani, 2005; Spitz, 1959), incluso hacia sus propios progenitores.

El estilo autoritario estuvo asociado con una mayor probabilidad de abuso verbal hacia los padres pero no en el caso del abuso físico de hijos a padres. Estos hallazgos son consistentes con la cadena de eventos aversivos descrita por Patterson (1982). Conforme los padres emplean estrategias disciplinarias más aversivas y coercitivas, propias del estilo autoritario, se incrementa el riesgo de que los hijos desarrollen un patrón de conductas desafiante y problemático (Patterson, 1982). En este sentido, los niños podrían aprender por aprendizaje social que la coerción verbal constituye un medio adecuado y aceptable para modificar la conducta de los demás (Bandura, 1977), lo cual podría manifestarse en diferentes problemas de conducta y, entre ellos, la violencia contra padres. No obstante, aún estando relacionado con el abuso verbal, el estilo autoritario no incrementó la probabilidad de presentar abuso físico contra los padres. Estos resultados podrían deberse a que, más que el estilo autori-tario per se, algunas de las conductas parentales concretas (p. ej., el castigo físico) que pueden ir asociadas a este estilo sean las que incrementen el riesgo de agre-sión (Gámez-Guadix, Straus, Carrobles, Muñoz-Rivas y Almendros, 2010; Gámez-Guadix, Straus y Hersberguer, 2011; Gershoff, 2002; Straus, 2001). A este respecto, varios estudios sobre la violencia filio-parental recurren a la hipótesis de la bidi-reccionalidad de la violencia familiar: los hijos que han sufrido violencia física por parte de sus padres es más probable que abusen de sus progenitores (Hartz, 1995; Ibabe et al., 2009; Straus y Hotaling, 1980). Se ha encontrado que cuanto mayor es la tasa de castigos corporales por parte de los padres hacia los hijos, mayor es la presencia de comportamientos violentos de éstos hacia sus padres (Brezina, 1999; Mahoney y Donnelly, 2000).

Por último, el estilo indulgente (alto afecto y bajo control) no estuvo asociado con una mayor probabilidad de informar de violencia filio-parental de índole física o verbal. Estos resultados son congruentes con los hallazgos de estudios previos llevados a cabo con muestras españolas en los que se ha encontrado que el estilo indulgente tiene efectos positivos comparables al democrático (García y Gracia, 2010; Musitu y García, 2001, 2004). Musitu y García (2001) indican que los padres indulgentes actúan con sus hijos como si fuesen personas maduras y capaces de autorregularse, consultan con los hijos decisiones importantes del hogar y evitan el

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598 Gámez-Guadix, JaureGuizar, almendros y carrobles

control impositivo y coercitivo. Parece ser que en nuestra cultura, el nivel de afecto alto (presente tanto en el estilo democrático como en el indulgente) resulta muy importante, siendo el nivel de control impositivo o coercitivo el matiz que permite diferenciar a los democráticos de los indulgentes (Musitu y García, 2004). Las dis-crepancias entre nuestros hallazgos y los de estudios anglosajones previos irían en consonancia con otros trabajos que han sugerido que los efectos de los estilos parentales podrían diferir entre diferentes grupos étnicos (p. ej., Calvete, Gámez-Guadix y Orue, 2010; Chao, 2001). De forma general, estos resultados indican que las consecuencias de los diferentes procesos de socialización familiar no son directa-mente generalizables entre diferentes contextos culturales y sociales ya que pueden diferir de una cultura a otra.

En general, los resultados obtenidos revelan que los jóvenes que tienen una mayor probabilidad de perpetrar violencia hacia sus padres son los hijos de padres negligentes y autoritarios. Precisamente, lo que tienen en común ambos estilos es el bajo nivel de afecto que los hijos atribuyen a padres y madres. Paralelamente, la percepción de elevado afecto en los padres (estilos indulgentes y democráticos) parece ser un factor protector contra la agresividad verbal y física de los hijos hacia los padres. Todo ello parece indicar que la falta de afecto e implicación paterna podría ser el factor más relevante relacionado con la manifestación de agresividad dirigida hacia los progenitores en nuestro contexto cultural. No obstante, se mues-tra que la combinación de una ausencia de afecto junto a una falta de control y supervisión (propia del estilo negligente) está asociada con una mayor vulnerabili-dad de conductas de abuso de todo tipo hacia los padres.

Este estudio presenta varias limitaciones que es preciso señalar. En primer lugar, esta investigación es de naturaleza transversal por lo que se ha de ser cauto al establecer relaciones causales. Asimismo, este diseño no permite estudiar cómo la prevalencia y las características de la violencia filio-parental podrían ser diferentes en distintas etapas evolutivas (p. ej., infancia o adolescencia). Futuros diseños longi-tudinales deberán explorar esta cuestión.

En segundo lugar, los resultados están basados en la información retrospec-tiva proporcionada por los participantes sobre lo que ocurrió años atrás, lo cual podría introducir sesgos en el recuerdo. No obstante, recientemente, Hardt y Rutter (2004) revisaron la investigación empírica sobre la validez de los datos retrospec-tivos proporcionados por participantes sobre distintos tipos de experiencias en la infancia, señalando que la información retrospectiva recuperada sobre lo que ocu-rrió años atrás es válida. Aún así, en futuros estudios, el autoinforme de los par-ticipantes debería ser complementado con la información proporcionada por los padres. Asimismo, es necesario tener en cuenta que, aun cuando el recuerdo sea fidedigno, dado que la prevalencia obtenida se refiere a lo ocurrido años atrás, los datos podrían diferir de lo que acontece en la actualidad. Finalmente, la mues-tra empleada (estudiantes universitarios), a pesar de ser amplia, no es representa-tiva, por lo cual se ha de ser cauto en la generalización de los resultados a otras poblaciones. Es posible que las tasas de prevalencia de violencia sean mayores en poblaciones de riesgo como, por ejemplo, en familias con un bajo estatus socioeco-nómico o en situaciones de conflicto.

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599Socialización familiar y violencia de hijos a padres

A pesar de las limitaciones señaladas, los resultados de este trabajo aportan información relevante sobre el tipo (verbal y físico) y la frecuencia de la violencia de hijos a padres en una muestra española, indicando que se trata de un fenó-meno que alcanza una prevalencia considerable. Igualmente, este estudio amplía la base empírica previa que indica que las consecuencias de los estilos de socia-lización podrían ser diferentes en nuestro contexto cultural en comparación con el anglosajón. Por último, estos resultados sugieren que para alcanzar una mejor comprensión del fenómeno de la violencia filio-parental no es suficiente analizar las características de los hijos y de los padres por separado, sino que se requiere un profundo análisis de las dinámicas familiares.

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