estelas en la costa de la ciudad marinera

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U1A del domingo C UANDO los buques de la agrupación naval al man- do del almirante Luis Gó- mez Carreño arribaron a Santa Cruz de Tenerife, ya tenían lar- ga e interesante historia tras sí. Cuando aquí fondearon, com- partieron —como luego vere- mos— la sombra fresca de las montañas de Anaga con otros que, también, destacaron en los días tristes de la Primera Guerra Mundial.- Argentina, Brasil y Chile —las naciones A, B y C de Hispanoamérica— siempre estu- vieron, en especial a finales del pasado siglo y comienzos del ac- tual, en rivalidad por lo que se refería a sus «capital ships», a los acorazados que entonces eran signos de potencia en la mar. En 1910, cuando la Armada brasile- ña recibió los «Minas Geraes» y «Sao Paulo», la argentina con- trató con astilleros estadouniden- ses los «Rivadavia» y «More- no»; al mismo tiempo, Chile en- cargó en astilleros británicos la construcción de los que iban a llevar los nombres de «Valparaí- so» y «Almirante Cochrane». Estos buques contratados por la Marina chilena tendrían 32.000 toneladas, 190 metros de eslora entre perpendiculares —201 total— por 31,4 de manga y 8,7 de calado. La artillería que se asignó a estas unidades era de diez piezas de 356 milímetros, repartidas en cinco torres dobles; dieciséis de 152, en casamatas y a banda y banda, varias de 76 —todas de tiro rápido— y cua- tro tubos lanzatorpedos de 533 mm. y bajo la flotación. Estos buques confiaban su protección vertical a una coraza con espesor máximo de 254 mi- límetros, y la horizontal a dos cubiertas de 38, con una interme- dia de 102. La torre de mando estaba protegida por un blindaje de 280 milímetros —similar al de las torres y barbetas— y las casamatas con otro, más ligero, de 152. La protección submarina de estos buques estaba compuesta por mamparos de 51 mm. de es- pesor a la altura de los pañoles de municiones y, por lo que res- pecta al equipo propulsor era a base de cuatro grupos de turbi- nas Parsons que, tomando vapor de 22 calderas Yarrow a carbón, desarrollaban 37.000 HP sobre cuatro hélices. Según contrato, la máxima sería de 22,75 nudos, pero en las pruebas de mar —ya con bandera inglesa y rebautiza- do «Canda»— el «Almirante Latorre», que tal nombre había tomado el «Valparaíso» después de la botadura, superó amplia- mente dicha velocidad sin esfuer- zo en máquinas y calderas. La quilla del «Valparaíso» se arboló en noviembre de 1911 en los astilleros de la Armstrongs Whitwor, en el Tyne, y fue bo- tado en el mismo mes de 1913. Como antes indicamos, cambió de nombre en período de arma- mento y, cuando en 1914 se ini- ciaron las hostilidades —la tris- te y célebre Primera Guerra Mundial— tanto el «Almirante Latorre» como el «Almirante Cochrane» fueron requisados por la Royal Navy. El primero se integró, con el nombre de «Ca- nadá», en la Cuarta Escuadra de En los primeros días de diciembre de 1920, así era la estampa del puerto de la capital tinerfeña. En fondeo, los buques de la Escua- dra chilena del almirante Gómez Carreño y, a la izquierda —al redoso del Muelle Sur— la goleta española «Joselito» y, desarbolada, la fragata holandesa «John Davies» Estelas en la costa de la ciudad marinera , .<: Combate. Mientras, su gemelo —más atrasado en las obras de construcción— recibió el nom- bre de «Eagle» y, transformado en portaviones, se integró poste- riormente en la Marina. En la batalla de Jutlandia, el «Canadá» intervino con las uni- dades de la tercera división de la citada Cuarta Escuadra, en la que navegaba el acorazado «Iron Duke», buque insignia del almi- rante John R. Jellicoe, coman- dante en jefe de la Gran Flota. En dicho combate naval —que tuvo lugar el 31 de mayo de 1916 y noche del 1 de junio— la Ro- yal Navy perdió tres cruceros de combate, otros tantos cruceros acorazados y ocho destructores, uno de ellos el «Tipperary», ge- melo de los que acompañaban al «Almirante Latorre» cuando re- caló por nuestro puerto. Las ba- jas humanas ascendieron a 6.097 muertos, 510 heridos y 177 pri- sioneros. Pbr parte alemana, fue- ron hundidos los acorazados «Lützow» y «Pommern», tres cruceros ligeros y cinco destruc- tores y, en cuanto a bajas, mu- rieron 2.551 hombres y 507 re- sultaron heridos. Los destructores que acompa- ñaban al «Almirante Latorre» —aquellos «Williams», «Urbie» y «Riveros», de cuatro chime- neas y estampa marinera fina y muy estilizada— eran buques que también llegaron a Santa Cruz con los ecos de Jutlandia, de la terrible batalla naval don- de se perdió —bajo bandera inglesa— uno de sus gemelos. En 1912, los astüleros de la Whi- te, en Cowes, botaron para la Marina chilena los destructores «Almirante Lynch» el buque que honraba el nombre del ma- rino de ascendencia tinerfeña, según el almirante Gómez Carre- ño y cuyos restos mortales estu- vieron sepultados en Santa Cruz— y «Almirante Condell». Eran buques de 1.730 toneladas, 97 metros de eslora, artillería de 102 milímetros y seis lanzatorpe- dos de 533» Tan efectivos fueron que, seguidamente, con los cita- dos astüleros se contrató la cons- trucción de los «Williams», «Uribe», «Riveros» y «Simp- son» que, el 14 de octubre de 1914, ftieron adquiridos por la Royal Navy. Estos buques, con la misma estampa marinera que los ante- riores —cuatro chimeneas, de mayor guinda la proel, con lo que se conseguía una silueta si- milar a la que años más tarde tu- vieron nuestros «Velasco»— eran de 1.724 toneladas y 101 metros de eslora. Estaban artillados con dos piezas de 120 milímetros y 45 calibres, otras tantas de 102 y cuatro lanzatorpedos de 533 re- partidos en dos montajes senci- llos, a banda y banda, y uno do- ble a crujía. El equipo propulsor de estos «destroyers», según la terminología naval de entonces, estaba compuesto por turbinas Parsons que —tomando vapor de calderas White-Forster de com- bustión mixta— desarrollaban 30.000 HP y les daban máxima de 29 nudos. Con 400 toneladas de carbón y 80 de combustible líquido, el radio de acción de es- tos buques era de 2.700 millas a 15 nudos. En la Marina inglesa, estos destructores chilenos tomaron los nuevos nombres de «Botha», «Broke», «Faulknor» y «Hppe- rary» y, los cuatro, intervinieron en la citada batalla de Jutlandia. En ella, el «Tlpperary» estaba al mando del capitán de navio Win- tour y navegaba corno conductor de la 4 a Flotilla de la Royal Navy. Chocó con los cruceros ligeros del contralmirante Bodicker y, navegando de vuelta encontrada, fue acribillado por los «Pillau», «Frankñirt» y «Elbuig», que es- coltaban a la Primera Escuadra alemana. Envuelto en llamas y al garete, el «Tipperary» —el des- tructor que nunca llegó a ser chileno-— continuó a flote hasta que, de madrugada, se hundió con 185 de sus hombres. A finales de la década de los años 30 fueron dados de baja los destructores que recalaron por Santa Cruz y, modernizado en 1929, el «Almirante Latorre» lo fue en los años 60, cuando con su nombre pasé a la Marina chilena al crucero «Gota Le- jon», adquirido a la Armada sueca. Sin embargo, parte —sólo parte— del «Almirante Latorre» permanece en el «Mikasa», el buque insignia del amirante Togo en la batalla naval de Tushima. Conservado por los japoneses como reliquia, fue alcanzado en los últimos días de la Segunda Guerra Mundial por los bombar- deros aliados. Desmantelado permaneció durante años y años y, cuando el desguace del acora- zado chileno, varios de sus equi- pos fueron cedidos e instalados en el antiguo crucero acorazado japonés que, empotrado en ce- mento, volvía a su antiguo es- plendor. En la antigua imagen del puer- to de Santa Cruz de Tenerife, el «Almirante Latorre» fondeado en la dársena con los tres des- tructores —o «destroyers», si se prefiere— que le acompañaban en el viaje de entrega. En primer término, las embarcaciones del «tren de lanchas», remolcadores, aljibes flotantes y goletas del ca- botaje, el «vivero* y el «salpre- so». A la izquierda, la goleta es- pañola «Joselito» —que había llegado de Ayamonte el 26 de noviembre— que, por babor, tie- ne, desarbolada, a la fragata ho- landesa «John Davies». Esta ha- bía dado fondo, tras sufrir un muy duro temporal, el 18 de fe- brero de 1920; llegó con los mas- teleros y mastelerillos por la bor- da y, en fondeo, tal y como nos la muestra la antigua imagen, permaneció hasta el 21 de julio de 1923, día en que zarpó a re- molque del «Seine», que la lle- a Rotterdam, donde fue des- guazada. Durante los días en que la Es- cuadra del almirante Gómez Ca- rreño permaneció en Santa Cruz de Tenerife, muchos y buenos barcos a la sombra de Anaga. En el antiguo documento gráfico, en el Muelle Sur se encuentran los «Visigoth», inglés —en viaje de Liverpool a Dakar—, el frutero noruego «Juan», que muchos años más tarde terminó su vida marinera como el cablero espa- ñol «Castillo Olmedo» y que, por su popa, tiene al «Ardeola», uno de los «tres palos» de la Yeo- ward. Este —construido en 1912 y superviviente de la Primera Guerra Mundial— fue apresado el 9 de noviembre de 1942 por una patrullero francés y, llevado a Bizerta, allí pasó meses más tarde a bandera alemana. Rebau- tizado «Aderno», el 27 de julio del año siguiente fue torpedea- do y hundido a longo de las cos- tas italianas. Atracado por la popa del «Ar- deola», el «La Palma», el buen y viejo correíllo que en Nuvasa espera el momento de volver a lucir con toda la elegancia que ya no es la mar. En aquellos días, con las lí- neas esbeltas del «Infanta Isa- bel de Borbón», de la Trasatlán- tica Española, viejos carboneros con las bodegas abarrotadas del gales de poco humo y mucha fuerza; eran los «Oria» y «Gies- son», de bandera inglesa, y el es- pañol «España 3», el que fue alemán «Roma» y terminó sus días con el nombre de «Castillo Figueras» y hermanado con el antes citado «Castillo Olmedo». Con el «Matina», de la Eider and Fyffes, los franceses «Ami- ral Duperré» y «Amiral Sallen- drouze de Lamornaix» —de la Chargeus Reunis, cuyos barcos eran aquí conocidos por «los de las cinco estrellas» y «franceses blancos»— el ya veterano «Dun- vegan Castle», que fue desgua- zado un año más tarde, y los americanos «Eastern Km» y «Western Chief», ambos de Río de Janeiro con carga en tránsito para Genova. Eran aquellos los días del «tramp» rentable y, al mando del capitán Ugalde, de Buenos Aires y Montevideo arribó el «Aritz Mendi», carguero español de la Sota y Aznar que, de mucha bo- dega, hizo consumo fondeado cerca de los destructores chile- nos y, más tarde, fue despacha- do para Amberes. Rebautizado «Monte Navajo» en 1939, siguió sus escalas tinerfeñas hasta que, en 1964, se le corrió soplete. Con los habituales «paquetes» de la Eider Dempster, los «Oníihsa» y «Pralisu», los fruteros del ca- botaje y los correos de la Penín- sula con el gallardetón de la Trasmediterránea, en aquellos días los «Atlante», el antiguo «New Londoner» inglés, el «Reina Victoria» que, rebautiza- do «Ciudad de Melilla», pasó sus últimos años de mar —fue desguazado en 1959— en el ser- vicio interinsular de Canarias. Así era el puerto de Santa Cruz en los primeros días de diciem- bre de 1920. En sus aguas, bar» eos con buena siembra de pun- tales —barcos en lo que todo era aventura y desventura— que, casi todos, eran de casa, huéspedes fijos del Muelle Sur. Con las es- tampas grises de los buques de guerra chilenos, los cargueros que daban al aire las obras vivas de sus lastradas, el trasiego de viejos carboneros fatigados, los trasatlánticos apresurados y, con los correos de las Trasmediterrá- nea y Trasatlántica Española, los fruteros que daban al aire las contraseñas de las navieras que, en muchos casos, siguen ligadas a la Isla. La estampa es de cuan- do los barcos andaban a vapor, devorando carbón por sus hornos y devolviendo a las nubes negros y airosos penachos que quedaban tendidos sobre las estelas de es- pumas blancas y rotas. Así era Santa Cruz cuando los barcos, de todo tipo y bandera, rompían sus estelas en la caricia de la ciudad marinera. Juan A. Padrón Albornoz •BASIC •COBOL •OPEN ACCESS Centro elegido por: - Ministerio de Cultura - E! Corte Inglés - Gobierno de Canarias - Amstrad Para formación en los servicios informáticos. /ADMINISTRATIVO INFORMATIZADO TRATAMIENTO DE TEXTOS GESTIÓN COMERCIAL CONTABILIDAD GENERAL BASE DE DATOS NOMINAS Y S. SOCIAL NOMINAS Y SEGURIDAD SOCIAL PROGRAMA DE NOMINAS Y SS RECIBO DE SALARIOS ALTAS Y BAJAS LIQUIDACIÓN A LA S.S. I.R.P.F., ETC. CONTABILIDAD GENERAL PROGRAMA DE CONTABILI- DAD MECANIZADA PLAN GENERAL CONTABLE ASIENTOS BALANCES EXPLOTACIÓN, ETC. dBASE III PROGRAMA BASE DE DATOS CREACIÓN INTRODUCCIÓN DE DATOS CONSULTAS PROGRAMACIÓN DE APLI- CACIONES, ETC. "N /^SISTEMA OPERATIVCfX w MS-DOS WORDSTAR PROGRAMA DE TRATAMIENTO DE TEXTOS CARGA DE PROGRAMA COLUMNADO JUSTIFICACIÓN DE TEXTOS COMANDO DE PUNTOS, ETC.V Rambla de Pulido, 73- S/C de Tenerife. Horario: mañana,tarde ynoche. GRUPO SECTOR INMOBILIARIO desea contratar DIRECTOR COMERCIAL En dependencia del D. Gerente desarrollará su trabajo por objetivos, responsabilizándose de todas las tareas de venta de propiedades y apartamentos. —Se valorará experiencia y conocimiento de idiomas. Importante remuneración y comisiones a convenir según valía del candidato. Las personas interesadas deberán enviar curri- culum v'rtae y teléfono contacto al Aptdo. 10841 de Santa Cruz de Tenerife.

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Artículo de Juan Antonio Padrón Albornoz, periódico El Día, sección "Santa Cruz de ayer y hoy", 1988/03/13

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Page 1: ESTELAS EN LA COSTA DE LA CIUDAD MARINERA

U1A del domingo

C UANDO los buques de laagrupación naval al man-do del almirante Luis Gó-

mez Carreño arribaron a SantaCruz de Tenerife, ya tenían lar-ga e interesante historia tras sí.Cuando aquí fondearon, com-partieron —como luego vere-mos— la sombra fresca de lasmontañas de Anaga con otrosque, también, destacaron en losdías tristes de la Primera GuerraMundial.-

Argentina, Brasil y Chile—las naciones A, B y C deHispanoamérica— siempre estu-vieron, en especial a finales delpasado siglo y comienzos del ac-tual, en rivalidad por lo que serefería a sus «capital ships», a losacorazados que entonces eransignos de potencia en la mar. En1910, cuando la Armada brasile-ña recibió los «Minas Geraes»y «Sao Paulo», la argentina con-trató con astilleros estadouniden-ses los «Rivadavia» y «More-no»; al mismo tiempo, Chile en-cargó en astilleros británicos laconstrucción de los que iban allevar los nombres de «Valparaí-so» y «Almirante Cochrane».

Estos buques contratados porla Marina chilena tendrían32.000 toneladas, 190 metros deeslora entre perpendiculares—201 total— por 31,4 de mangay 8,7 de calado. La artillería quese asignó a estas unidades era dediez piezas de 356 milímetros,repartidas en cinco torres dobles;dieciséis de 152, en casamatas ya banda y banda, varias de 76—todas de tiro rápido— y cua-tro tubos lanzatorpedos de 533mm. y bajo la flotación.

Estos buques confiaban suprotección vertical a una corazacon espesor máximo de 254 mi-límetros, y la horizontal a doscubiertas de 38, con una interme-dia de 102. La torre de mandoestaba protegida por un blindajede 280 milímetros —similar alde las torres y barbetas— y lascasamatas con otro, más ligero,de 152.

La protección submarina deestos buques estaba compuestapor mamparos de 51 mm. de es-pesor a la altura de los pañolesde municiones y, por lo que res-pecta al equipo propulsor era abase de cuatro grupos de turbi-nas Parsons que, tomando vaporde 22 calderas Yarrow a carbón,desarrollaban 37.000 HP sobrecuatro hélices. Según contrato, lamáxima sería de 22,75 nudos,pero en las pruebas de mar —yacon bandera inglesa y rebautiza-do «Canda»— el «AlmiranteLatorre», que tal nombre habíatomado el «Valparaíso» despuésde la botadura, superó amplia-mente dicha velocidad sin esfuer-zo en máquinas y calderas.

La quilla del «Valparaíso» searboló en noviembre de 1911 enlos astilleros de la ArmstrongsWhitwor, en el Tyne, y fue bo-tado en el mismo mes de 1913.Como antes indicamos, cambióde nombre en período de arma-mento y, cuando en 1914 se ini-ciaron las hostilidades —la tris-te y célebre Primera GuerraMundial— tanto el «AlmiranteLatorre» como el «AlmiranteCochrane» fueron requisadospor la Royal Navy. El primero seintegró, con el nombre de «Ca-nadá», en la Cuarta Escuadra de

En los primeros días de diciembre de 1920, así era la estampa del puerto de la capital tinerfeña. En fondeo, los buques de la Escua-dra chilena del almirante Gómez Carreño y, a la izquierda —al redoso del Muelle Sur— la goleta española «Joselito» y,

desarbolada, la fragata holandesa «John Davies»

Estelas en la costa de laciudad marinera

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Combate. Mientras, su gemelo—más atrasado en las obras deconstrucción— recibió el nom-bre de «Eagle» y, transformadoen portaviones, se integró poste-riormente en la Marina.

En la batalla de Jutlandia, el«Canadá» intervino con las uni-dades de la tercera división de lacitada Cuarta Escuadra, en laque navegaba el acorazado «IronDuke», buque insignia del almi-rante John R. Jellicoe, coman-dante en jefe de la Gran Flota.

En dicho combate naval —quetuvo lugar el 31 de mayo de 1916y noche del 1 de junio— la Ro-yal Navy perdió tres cruceros decombate, otros tantos crucerosacorazados y ocho destructores,uno de ellos el «Tipperary», ge-melo de los que acompañaban al«Almirante Latorre» cuando re-caló por nuestro puerto. Las ba-jas humanas ascendieron a 6.097muertos, 510 heridos y 177 pri-sioneros. Pbr parte alemana, fue-ron hundidos los acorazados«Lützow» y «Pommern», trescruceros ligeros y cinco destruc-tores y, en cuanto a bajas, mu-rieron 2.551 hombres y 507 re-sultaron heridos.

Los destructores que acompa-ñaban al «Almirante Latorre»—aquellos «Williams», «Urbie»y «Riveros», de cuatro chime-neas y estampa marinera fina ymuy estilizada— eran buquesque también llegaron a SantaCruz con los ecos de Jutlandia,de la terrible batalla naval don-de se perdió —bajo banderainglesa— uno de sus gemelos.En 1912, los astüleros de la Whi-te, en Cowes, botaron para laMarina chilena los destructores«Almirante Lynch» —el buqueque honraba el nombre del ma-

rino de ascendencia tinerfeña,según el almirante Gómez Carre-ño y cuyos restos mortales estu-vieron sepultados en SantaCruz— y «Almirante Condell».Eran buques de 1.730 toneladas,97 metros de eslora, artillería de102 milímetros y seis lanzatorpe-dos de 533» Tan efectivos fueronque, seguidamente, con los cita-dos astüleros se contrató la cons-trucción de los «Williams»,«Uribe», «Riveros» y «Simp-son» que, el 14 de octubre de1914, ftieron adquiridos por laRoyal Navy.

Estos buques, con la mismaestampa marinera que los ante-riores —cuatro chimeneas, demayor guinda la proel, con loque se conseguía una silueta si-milar a la que años más tarde tu-vieron nuestros «Velasco»— erande 1.724 toneladas y 101 metrosde eslora. Estaban artillados condos piezas de 120 milímetros y45 calibres, otras tantas de 102y cuatro lanzatorpedos de 533 re-partidos en dos montajes senci-llos, a banda y banda, y uno do-ble a crujía. El equipo propulsorde estos «destroyers», según laterminología naval de entonces,estaba compuesto por turbinasParsons que —tomando vapor decalderas White-Forster de com-bustión mixta— desarrollaban30.000 HP y les daban máximade 29 nudos. Con 400 toneladasde carbón y 80 de combustiblelíquido, el radio de acción de es-tos buques era de 2.700 millas a15 nudos.

En la Marina inglesa, estosdestructores chilenos tomaronlos nuevos nombres de «Botha»,«Broke», «Faulknor» y «Hppe-rary» y, los cuatro, intervinieron

en la citada batalla de Jutlandia.En ella, el «Tlpperary» estaba almando del capitán de navio Win-tour y navegaba corno conductorde la 4a Flotilla de la Royal Navy.Chocó con los cruceros ligerosdel contralmirante Bodicker y,navegando de vuelta encontrada,fue acribillado por los «Pillau»,«Frankñirt» y «Elbuig», que es-coltaban a la Primera Escuadraalemana. Envuelto en llamas y algarete, el «Tipperary» —el des-tructor que nunca llegó a serchileno-— continuó a flote hastaque, de madrugada, se hundiócon 185 de sus hombres.

A finales de la década de losaños 30 fueron dados de baja losdestructores que recalaron porSanta Cruz y, modernizado en1929, el «Almirante Latorre» lofue en los años 60, cuando consu nombre pasé a la Marinachilena al crucero «Gota Le-jon», adquirido a la Armadasueca.

Sin embargo, parte —sóloparte— del «Almirante Latorre»permanece en el «Mikasa», elbuque insignia del amirante Togoen la batalla naval de Tushima.Conservado por los japonesescomo reliquia, fue alcanzado enlos últimos días de la SegundaGuerra Mundial por los bombar-deros aliados. Desmanteladopermaneció durante años y añosy, cuando el desguace del acora-zado chileno, varios de sus equi-pos fueron cedidos e instaladosen el antiguo crucero acorazadojaponés que, empotrado en ce-mento, volvía a su antiguo es-plendor.

En la antigua imagen del puer-to de Santa Cruz de Tenerife, el«Almirante Latorre» fondeadoen la dársena con los tres des-

tructores —o «destroyers», si seprefiere— que le acompañabanen el viaje de entrega. En primertérmino, las embarcaciones del«tren de lanchas», remolcadores,aljibes flotantes y goletas del ca-botaje, el «vivero* y el «salpre-so». A la izquierda, la goleta es-pañola «Joselito» —que habíallegado de Ayamonte el 26 denoviembre— que, por babor, tie-ne, desarbolada, a la fragata ho-landesa «John Davies». Esta ha-bía dado fondo, tras sufrir unmuy duro temporal, el 18 de fe-brero de 1920; llegó con los mas-teleros y mastelerillos por la bor-da y, en fondeo, tal y como nosla muestra la antigua imagen,permaneció hasta el 21 de juliode 1923, día en que zarpó a re-molque del «Seine», que la lle-vó a Rotterdam, donde fue des-guazada.

Durante los días en que la Es-cuadra del almirante Gómez Ca-rreño permaneció en Santa Cruzde Tenerife, muchos y buenosbarcos a la sombra de Anaga. Enel antiguo documento gráfico, enel Muelle Sur se encuentran los«Visigoth», inglés —en viaje deLiverpool a Dakar—, el fruteronoruego «Juan», que muchosaños más tarde terminó su vidamarinera como el cablero espa-ñol «Castillo Olmedo» y que,por su popa, tiene al «Ardeola»,uno de los «tres palos» de la Yeo-ward. Este —construido en 1912y superviviente de la PrimeraGuerra Mundial— fue apresadoel 9 de noviembre de 1942 poruna patrullero francés y, llevadoa Bizerta, allí pasó meses mástarde a bandera alemana. Rebau-tizado «Aderno», el 27 de juliodel año siguiente fue torpedea-

do y hundido a longo de las cos-tas italianas.

Atracado por la popa del «Ar-deola», el «La Palma», el bueny viejo correíllo que en Nuvasaespera el momento de volver alucir con toda la elegancia que yano es la mar.

En aquellos días, con las lí-neas esbeltas del «Infanta Isa-bel de Borbón», de la Trasatlán-tica Española, viejos carboneroscon las bodegas abarrotadas delgales de poco humo y muchafuerza; eran los «Oria» y «Gies-son», de bandera inglesa, y el es-pañol «España n° 3», el que fuealemán «Roma» y terminó susdías con el nombre de «CastilloFigueras» y hermanado con elantes citado «Castillo Olmedo».Con el «Matina», de la Eiderand Fyffes, los franceses «Ami-ral Duperré» y «Amiral Sallen-drouze de Lamornaix» —de laChargeus Reunis, cuyos barcoseran aquí conocidos por «los delas cinco estrellas» y «francesesblancos»— el ya veterano «Dun-vegan Castle», que fue desgua-zado un año más tarde, y losamericanos «Eastern Km» y«Western Chief», ambos de Ríode Janeiro con carga en tránsitopara Genova.

Eran aquellos los días del«tramp» rentable y, al mando delcapitán Ugalde, de Buenos Airesy Montevideo arribó el «AritzMendi», carguero español de laSota y Aznar que, de mucha bo-dega, hizo consumo fondeadocerca de los destructores chile-nos y, más tarde, fue despacha-do para Amberes. Rebautizado«Monte Navajo» en 1939, siguiósus escalas tinerfeñas hasta que,en 1964, se le corrió soplete. Conlos habituales «paquetes» de laEider Dempster, los «Oníihsa»y «Pralisu», los fruteros del ca-botaje y los correos de la Penín-sula con el gallardetón de laTrasmediterránea, en aquellosdías los «Atlante», el antiguo«New Londoner» inglés, el«Reina Victoria» que, rebautiza-do «Ciudad de Melilla», pasósus últimos años de mar —fuedesguazado en 1959— en el ser-vicio interinsular de Canarias.

Así era el puerto de Santa Cruzen los primeros días de diciem-bre de 1920. En sus aguas, bar»eos con buena siembra de pun-tales —barcos en lo que todo eraaventura y desventura— que, casitodos, eran de casa, huéspedesfijos del Muelle Sur. Con las es-tampas grises de los buques deguerra chilenos, los carguerosque daban al aire las obras vivasde sus lastradas, el trasiego deviejos carboneros fatigados, lostrasatlánticos apresurados y, conlos correos de las Trasmediterrá-nea y Trasatlántica Española, losfruteros que daban al aire lascontraseñas de las navieras que,en muchos casos, siguen ligadasa la Isla. La estampa es de cuan-do los barcos andaban a vapor,devorando carbón por sus hornosy devolviendo a las nubes negrosy airosos penachos que quedabantendidos sobre las estelas de es-pumas blancas y rotas.

Así era Santa Cruz cuando losbarcos, de todo tipo y bandera,rompían sus estelas en la cariciade la ciudad marinera.

Juan A. Padrón Albornoz

•BASIC•COBOL•OPEN ACCESS

Centro elegido por:- Ministerio de Cultura - E! Corte Inglés- Gobierno de Canarias - AmstradPara formación en los serviciosinformáticos.

/ADMINISTRATIVOINFORMATIZADO

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NOMINAS YSEGURIDAD SOCIAL

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CACIONES, ETC.

"N /̂ SISTEMA OPERATIVCfXw MS-DOS WORDSTAR

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Rambla de Pulido, 73-S/C de Tenerife.

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