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Cap&Cua Ciencia, Tecnología y Cultura Revista de la Escuela de Ingenierías y Arquitetura 1 Edición No. 08 ESTABLECIMIENTO DE UNA INDUSTRIA BIOENERGÉTICA SOSTENIBLE EN COLOMBIA: UNA PRIMERA APROXIMACIÓN Por: Carlos Ariel Ramírez Triana. El autor es economista y Magister en Ciencias Económicas de la Universidad Nacional de Colombia. En la actualidad es doctorando de Macquarie University en Australia, y el presente trabajo es resultado parcial de su investigación sobre la Sostenibilidad de la Industria de los Biocombustibles en Colombia, co-financiado por la Institución Universitaria Politécnico Grancolombiano, en donde se desempeña como coordinador de Investigación de la Facultad de Ciencias Aministrativas, Económicas y Contables y co-líder del Grupo de Investigación Economía, Derechos y Globalización. Resumen: La producción de biocombustibles puede representar una seria amenaza para la seguridad alimentaria, la biodiversidad y también para el cambio climático si ésta no es regulada e implementada bajo estrictas políticas de control. Sin embargo también es cierto que hay una multiplicidad de oportunidades en este tipo de iniciativas, representadas en su naturaleza renovable y sus requerimientos intensivos en mano de obra, que necesitan ser explorados. Si el desarrollo sostenible es fijado como política para la industria de biocombustibles, una senda de crecimiento y oportunidades se puede trazar para países en desarrollo como Colombia. En consecuencia, el país puede explotar las ventajas del “seguidor” si aprende de experiencias previas como la brasilera. Posibilidades de empleo y preservación natural pueden ser posibles bajo producción certificada. Abstract: Biofuel production can represent a threat to food security, biodiversity, and even climate change if it is not handled under adequate policies. However underlying opportunities, given its renewable nature and its high labor intensity, cannot be underestimated and contrarily should be explored. If sustainable development is set as a policy goal for the biofuels industry, a threshold towards growth is presented to developing countries such as Colombia. Consequently, the country can exploit latecomer advantages based on the earlier experiences of Brazil. Employment possibilities and nature preservation are achievable under certificated production. 1. Introducción Países en desarrollo, como Colombia, han venido reconociendo que los combustibles fósiles pueden convertirse eventualmente en barreras para el desarrollo y procesos de industrialización. Por otro lado, países industrializados enfatizan constantemente en la importancia de proveer nuevas alternativas energéticas, que de alguna manera rompan o al menos alivien parcialmente la dependencia que la sociedad moderna tiene del crudo; evitando de esta manera la exposición frente a fluctuaciones de su precio. Adicionalmente el calentamiento global y la emisión de Gases de Efecto Invernadero (GEI) han venido llamando la atención mundial, de tal suerte que múltiples respuestas como acuerdos internacionales, políticas nacionales, investigación industrial y académica, y desarrollos tecnológicos se han presentado hasta ahora para resolver en algún grado estos interrogantes y problemáticas. El norte dibujado por la Comisión Brundtland, a través del concepto de desarrollo sostenible, se ha impuesto globalmente como el estándar

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Cap&Cua Ciencia, Tecnología y Cultura Revista de la Escuela de Ingenierías y Arquitetura

1Edición No. 08

ESTABLECIMIENTO DE UNA INDUSTRIA BIOENERGÉTICA SOSTENIBLE EN COLOMBIA:

UNA PRIMERA APROXIMACIÓN

Por: Carlos Ariel Ramírez Triana.

El autor es economista y Magister en Ciencias Económicas de la Universidad Nacional de Colombia. En la actualidad es doctorando de Macquarie University en Australia, y el presente trabajo es resultado parcial de su investigación sobre la Sostenibilidad de la Industria de los Biocombustibles en Colombia, co-financiado por la Institución Universitaria Politécnico Grancolombiano, en donde se desempeña como coordinador de Investigación de la Facultad de Ciencias Aministrativas, Económicas y Contables y co-líder del Grupo de Investigación Economía, Derechos y Globalización.

Resumen: La producción de biocombustibles puede representar una seria amenaza para la seguridad alimentaria, la biodiversidad y también para el cambio climático si ésta no es regulada e implementada bajo estrictas políticas de control. Sin embargo también es cierto que hay una multiplicidad de oportunidades en este tipo de iniciativas, representadas en su naturaleza renovable y sus requerimientos intensivos en mano de obra, que necesitan ser explorados. Si el desarrollo sostenible es fijado como política para la industria de biocombustibles, una senda de crecimiento y oportunidades se puede trazar para países en desarrollo como Colombia. En consecuencia, el país puede explotar las ventajas del “seguidor” si aprende de experiencias previas como la brasilera. Posibilidades de empleo y preservación natural pueden ser posibles bajo producción certificada.

Abstract: Biofuel production can represent a threat to food security, biodiversity, and even climate change if it is not handled under adequate policies. However underlying opportunities, given its renewable nature and its high labor intensity, cannot be underestimated and contrarily should be explored. If sustainable development is set as a policy goal for the biofuels industry, a threshold towards growth is presented to developing countries such as Colombia. Consequently, the country can exploit latecomer advantages based on the earlier experiences of Brazil. Employment possibilities and nature preservation are achievable under certificated production.

1. Introducción

Países en desarrollo, como Colombia, han venido reconociendo que los combustibles fósiles pueden convertirse eventualmente en barreras para el desarrollo y procesos de industrialización. Por otro lado, países industrializados enfatizan constantemente en la importancia de proveer nuevas alternativas energéticas, que de alguna manera rompan o al menos alivien parcialmente la dependencia que la sociedad moderna tiene del crudo; evitando de esta manera la exposición

frente a fluctuaciones de su precio. Adicionalmente el calentamiento global y la emisión de Gases de Efecto Invernadero (GEI) han venido llamando la atención mundial, de tal suerte que múltiples respuestas como acuerdos internacionales, políticas nacionales, investigación industrial y académica, y desarrollos tecnológicos se han presentado hasta ahora para resolver en algún grado estos interrogantes y problemáticas.

El norte dibujado por la Comisión Brundtland, a través del concepto de desarrollo sostenible, se ha impuesto globalmente como el estándar

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a alcanzar. Así, crecimiento es posible pero el acompañamiento por políticas serias se requiere para poder ver los frutos de este esfuerzo. El propósito de este artículo es poder dar cuenta de los posibles impactos y amenazas que se desprenden de la actual industria de biocombustibles que hay en Colombia, pero así mismo de las oportunidades que ella puede representar bajo una producción sostenible. Se inicia con una revisión de conceptual de los conceptos de en torno a los biocombustibles y a la sostenibilidad para brindar un marco general al problema.

Posteriormente se analiza el caso Colombiano, mostrando inicialmente las condiciones generales, pasando a necesidades de energía y terminando con participación bioenergética.

2. Producción de bioenergía y biocombustibles

Dentro de las diferentes fuentes de energía renovable, la bioenergía se destaca por su alcance y versatilidad. En comparación con la energía eólica, hidroeléctrica y energía solar, la bioenergía trasciende la mera producción de electricidad y tiene la capacidad de ofrecer una alternativa interesante para los requerimientos de la industria de transporte. En términos concretos se entiende como bioenergía aquella energía que proviene de la biomasa. La biomasa, a su vez, se concibe como cualquier material (no fósil) de origen biológico como los cultivos energéticos, los bosques, residuos y desperdicios orgánicos 2. Esta definición de bioenergía permite abarcar la producción de combustibles a partir de biomasa de forma directa o indirecta: esta clase de combustibles (conocidos como biocombustibles, o de ahora en adelante BC’s) cuenta con ejemplos como la leña tradicional, el carbón vegetal, el etanol, el biodiesel, el biogás (o gas metano) y el biohidrógeno.

Este documento se centra especialmente en cultivos energéticos para la producción de biocombustibles ya que en su gran mayoría estos pueden ser

creados deliberada y rápidamente, en contraste con lo que sucede con alternativas basadas en recursos forestales o en algunos procesos de aprovechamiento de desperdicios.

Los cultivos energéticos se subdividen en cultivos convencionales y cultivos lignocelulósicos. Los primeros aparte de su propósito energético, en su mayoría, son usados con fines alimentarios para humanos y animales. Ejemplos de ellos son el maíz, la colza (o canola), la palma de aceite y la caña de azúcar entre otros. Cuando estos cultivos se somente al procesamiento industrial es posible obtener lo que se conoce como biocombustibles de primera generación (BC1G): biodiesel, aceite vegetal o bioaceite, biogás y syngas como productos directos, o en versión de productos paralelos de otras cadenas productivas, mayormente en forma sólida (estiércol, carbón, desperdicios agrícolas, aserrín, etc.). El segundo grupo se denomina de forma genérica como biocombustibles de segunda generación (BC2G) y esta compuesto por plantas con altos contenidos de celulosa, hemicelulosa y lignina. Algunas clases de álamos, sauces, y eucaliptos, miscanthus y pastos gigantes pueden ilustrar este grupo (Smeets, 2008).

Los BC2G no resultan tan intensivos en el uso de suelo y agua como sucede en los BC’s basados en insumos tradicionales, y de hecho es posible apelar a recursos alternativos como residuos de papel y cartón que sirven como materias primas para alimentar estos procesos, de tal manera que los riesgos que surgen en términos de seguridad alimentaria se ven ampliamente reducidos. No obstante sus ventajas en términos de impacto ambiental y su potencial en términos económicos (si se toma en cuenta su alta productividad) no se producen aun masivamente. La razón para explicar esta situación está dada por la enorme complejidad tecnológica necesaria para poder aprovechar todo su potencial dentro de sistemas productivos económicamente viables a gran escala (Smeets, 2008, Mathews, 2008).

Estos desperdicios están compuestos por residuos que provienen de cultivos, de la industria maderera, de plantas acuáticas, de la industria agropecuaria (como excremento y sebo), entre otros. Ver más referencias en http://www.energy.gov/energysources/bioenergy.htm. Una clasificación mas detallada puede ser observada en Ramírez, 2010

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Las posibilidades que presentan los BC2G están a la vuelta de la esquina, pero por el momento, se debe asumir a los BC1G como un paso transicional en este proceso. Si la producción de los BC1G es manejada de manera adecuada podría conllevar efectos gana-gana para la humanidad y su ambiente. Se pueden generar oportunidades de empleo y negocios mas lucrativos pueden ser creados, en lugar de, o simultáneamente con cultivos tradicionales. La regulación, certificación, bajo criterios de sostenibilidad, podrán porporcionar mayor protección ambiental, uso adecuado de la tierra y guiará hacia procesos productivos agrícolas más eficientes, reduciendo de esta manera la emisión de GEI y otras sustancias.

3. Desarrollo sostenible

El modelo neoclásico económico basado en racionalidad, individualismo y optimización ha llevado a la humanidad a una situación difícil que has sido prevista desde hace ya mucho tiempo (Hardin, 1968). Fue descrita como una tragedia en donde los individuaos actúan de forma plenamente independiente y persiguiendo el interés propio puedan destruir un recurso limitado (considerado como un bien común) en el largo plazo.

¿Qué es un bien común? En general un bien común, apelando a la teoría de bienes públicos presentada por Samuelson, es donde el bien presenta características de rivalidad, pero no-exclusión (Samuelson, 1954). La rivalidad significa que cualquier consumo de un bien por parte de cualquier individuo afecta el posible consumo de este mismo bien por parte de cualquier otro individuo. La exclusión hace referencia a la posibilidad de controlar o incluso evitar el acceso a un determinado bien usando alguna barrera en particular, por ejemplo acciones legales, convenciones sociales, pero en el caso más frecuente a través de mecanismos de mercado, es decir vía precios (Cornes and Sandler, 1996). El planeta tierra en sí mismo, en una concepción muy amplia, se puede entender como un bien común porque no es posible excluir a nadie de su uso, sin embargo algunas formas en la que es utilizada genera tensión entre las partes o agente involucrados. En resumen, los seres humanos están en una búsqueda constante

de la felicidad: “la satisfacción de necesidades y aspiraciones humanas es el objetivo más ambicioso del desarrollo” (Cornes and Sandler, 1996), pero esto da la impresión que el precio que hay que pagar es demasiado alto. El problema al que nos enfrentamos es la búsqueda del bienestar personal mientras al mismo tiempo evitamos una perdición social.

¿Cómo se logra esto si se descarta la maximización de carácter individual?. Las referencias académicas brindan 2 posible respuestas a este dilema. En la primera se establece un acuerdo mutuo que por lo general es regulado por un tercero que ha sido previamente autorizado para ello, como por ejemplo un gobierno nacional o local, organizaciones multinacionales, ONG’s, por mencionar algunos casos. Un procesos de estas características necesita de alto niveles de transparencia, aunado a costosos mecanismos de monitoreo y control. Si la regulación que se da es débil, hay una posibilidad grande en encontrar comportamientos de polizón, o como ha sido denominado en la literatura anglosajona “free-rider”. Una situación como esta, en donde las instituciones fallan, deja libre el camino para la intervención del mercado (Cornes and Sandler, 1996).

En la segunda propuesta se da precisamente lo contrario. Eso quiere decir, que aquello que alguna vez fue considerado de carácter público ahora es dividido entre aquellas partes que están en conflicto y cada una de ellas deberá hacerse cargo de la porción correspondiente. Esto es la privatización de un bien común, y en este escenario cada parte como dueña en propiedad está en la capacidad de restringir el acceso o en últimas pueden realizar la venta den derecho a acceder al bien, aunque por otra parte también se harán responsables por los daños colaterales que su uso pueda acarrear.

En resumen, bajo esta propuesta es el mercado, quien a través de los precios (costos y beneficios), se encarga de juzgar aquello que se considera o no socialmente aceptado. A pesar que esta solución económicamente es práctica, conlleva un alto riesgo moral asociado a esta opción. Bajo las premisas de este modelo, cualquier agente que cuente con suficiente dinero tiene permitido acabar

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con recursos, contaminar fuentes o emitir cualquier tipo de sustancias tóxicas al ambiente.

En particular, algunos de los recursos que intervienen directamente en la producción de BC’s o de otros proyectos bioenergéticos pueden ser considerados como bienes comunes, tal como el aire, la función vertedero de bosques o fuentes de aguas subterráneas, por mencionar unos pocos.

Si esa carrera desenfrenada hacia el desarrollo per se no se controla, cualquier país en vías de desarrollo que trate de emular el camino recorrido por los ya industrializados, en un futuro no muy lejano tendrá que enfrentar alarmantes disminuciones en biodiversidad, tala de una vasta región boscosa perdiendo la capacidad de absorción de carbono y alimentando aun mas rápidamente la reacción en cadena que se sucede del efecto del calentamiento global. Dado todo lo anterior, ¿deben los países del tercer mundo abandonar la idea de progreso? ¿deberíamos privatizar áreas como la selva amazónica? ¿deberíamos incurrir en los altos costos de crear y controlar leyes que eviten un mal uso de la tierra? ¿podemos confiar en nuestros vecinos?.

Es bastante dificultoso hacer un balance completo entre las ventajas y desventajas que presentan estas opciones. El desarrollo sostenible (DS) puede ser una posible salida a ese conflicto y no esta ubicado en ninguno de los dos lados del espectro: regulación estricta o capitalismo salvaje; al contrario es una combinación deseada y balanceada de los dos. Pero por supuesto, esta lejos de ser la panacea de las soluciones: La comisión Brundtland nos brinda un código de conducta ideal, pero al mismo tiempo bastante arduo en su implementación, en la siguiente idea: “En esencia el desarrollo sostenible es un proceso de cambio en el cual la explotación de recursos, el direccionamiento de la inversión, la orientación del desarrollo tecnológico y el cambio institucional se encuentran armonizados simultáneamente y mejoran el potencial actual y futuro de la humanidad para alcanzar sus necesidades y aspiraciones” (referencia Brundtland Commission, 1987). Entonces los procesos de maximización continúan pero en un ambiente aun mas complicado en donde las restricciones no solo

se constituyen de problemas de presupuesto sino que también incluyen concientización y protección ambiental y social. De hecho, información inter-temporal o intergeneracional debe ser incluida en estos procesos de optimización (referencia OECD, 2001), para alcanzar lo que en ingles se denomina la triple P de sostenibilidad: (Planet, People and Profit) que representan los principios de la Responsabilidad Social Corporativa.

El desafío que afrontamos y su complejidad hacen un llamado al trabajo duro que se traduzca en investigación, inversión y gobernanza en escenarios locales, nacionales y mundiales.

3.1 Producción de Biomasa y sostenibilidad

La producción de biomasa acarrea una gran responsabilidad por los importantes impactos sociales, económicos y ambientales que de ella se pueden derivar. Por un lado se constituye en una fuente que suple varias necesidades cotidianas: fuente de combustible, de material de construcción, de forraje, de materiales de confección de ropa, medicinas, entre otros. Por otro lado, arbustos y otro tipo de vegetación y fauna tienen que lograr un balance ambiental, manteniendo la calidad del agua, aire y suelo. Planteado de esta manera resulta complicado usar la biomasa para propósitos energéticos y al tiempo dar cuenta de las otras necesidades básicas que necesita atender (Miller et. Al., 1986).

Las implicancias de un manejo irresponsable de un sistema de producción de biomasa son múltiples. Dentro de los resultados esta: reducción en la vegetaciónm degradación del suelo, deforestación, erosión, pérdida de la diversidad biológica y desbalance en el cambio climático. Por el lado socioeconómico también surgen algunos impactos: una posible reducción de la productividad agrícola en algunas áreas, distribución desigual de la tierra y desplazamiento forzado de las poblaciones locales, entre otros.

Sin embargo, el calentamiento global, la contaminación del aire y la naturaleza no renovable de los combustibles tradicionales han hecho que la energía a partir de biomasa resulte

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atractiva en el mapa energético actual. El rpoceso fotosintético tiene una capacidad sorprendente de capturar energía. En estudios anteriores (Miller, 1986; Mintzer et al. 1986) se ha mostrado que anualmente las plantas acumulan hasta 10 veces la cantidad de energía que el mundo entero usa. El usar plantas o biomasa para producir energía induce al ancance de diversos objetivos: por un lado se reduce enormemente la dependencia que hay del petróleo, haciendo que se disminuyan o cambien las tendencias de contaminación a través de la absorción de carbono, y adicionalmente funda las bases para el desarrollo y crecimiento a través de la promoción de áreas rurales y la creación de industrias exportadoras adicionales.

La emoción que se desprende de estas iniciativas viene acompañada de controversia y preocupación también: un incremento constante en los precio de los alimentos, efectos del uso indirecto de la tierra como la deforestación de los bosques tropicales y emisiones que crean una deuda de carbono debido a prácticas agrícolas inadecuadas. Tanto las ventajas como las desventajas requieren atención urgente: de esta forma tanto el equilibrio en DS y objetivos de desarrollo deben estar presentes en la cabeza de la agenda política.

La medición y monitoreo de la sostenibilidad en un asunto clave si se quieren implementar nuevas alternativas energéticas; de otra forma, tal como ha sido mencionado, las malas practicas pueden traer consecuencias devastadoras. Pero por otro lado, la medición de una producción bajo DS es particularmente compleja, y deben construirse indicadores para alcanzas los criterios propuestos por la “triple P”. Algunas metodologías han sido aplicadas hasta ahora para el caso de producciones agrícolas (Doherty and Rydberg, 2002) y en entre ellos se incluyen los análisis de ciclo de vida (ACV), los análisis de costo beneficio (ACB), huella ecológica (EF por sus siglas en inglés), análisis de emergía (EMA), entre otros, sin embargo algunos de ellos están aun en construcción o les falta la integración de variables (Fehér and Lýdia, 2005).

La comisión Crammer (Final report, 2006, 2007) en los países bajos, ha liderado un nuevo camino que dibuja los planos para guiarnos, como comunidad

del conocimiento, hacia una senda sostenible de producción de biomasa. Dicho reporte hace énfasis en la aplicación de biomasa para fines diferentes a la prodiccion de comida, es decir la producción de energía, el transporte y la conversión química. El conjunto de herramientas meticulosas con las que cuenta aborda las siguientes temáticas: Emisiones de GEI, competencia con comida y otras aplicaciones de la biomasa, biodiversidad, medio ambiente, y finalmente prosperidad y bienestar social. La intención es usar indicadores concretos para reflejar situaciones. Estos indicadores son el reflejo de nueve principios que deben tenerse en cuenta para la prodicci+on sostenible de BC’s:

• El balance de emisiones de GEI de la cadena productiva y la aplicación de iniciativas con biomasa (en comparación con alternativas fósiles) debe ser positivo

• No se puede renunciar a la función vertedero de carbono para producir biomasa

• La provisión de alimento y de otras aplicaciones de la biomasa debe preservarse y no puede ponerse en peligro con la producción de biomasa

• La producción de biomasa no debe afectar espacios biodiversos protegidos o vulnerables

• En la producción y procesamiento de la biomasa el suelo y sus cualidades edáficas se deben preservar o mejorar

• En la producción y procesamiento de la biomasa el agua superficial y subterránea y su calidad se deben preservar o mejorar

• En la producción y procesamiento de la biomasa la calidad del aire se debe preservar o mejorar

• La producción de biomasa debe contribuir a la prosperidad local

• La producción de biomasa debe contribuir al bienestar social de los empleados y las poblaciones aledañas

Información como esta debe ser sintetizada en un certificado o eco-etiqueta. El hacerlo sería un paso muy acertado para insertar este producto en los mercados emergentes de energía a través de una forma sostenible.

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4. Colombia: Hechos Nacionales

4.1 Información generalColombia es un país ubicado en el noroccidente de Suramérica con una población que supera los 45 millones de habitantes uniformemente distribuidos por género (ver tabla 1). La densidad poblacional es de aproximadamente 38 personas por km2 (si se cruza la información con la tabla 2). Su territorio, de más de 114 millones de hectáreas, deja al país como la cuarta nación más grande en Suramérica. Más del 70% de la población está asentada en centros urbanos, que se encuentran distribuidos en los altiplanos de la cordillera de los Andes; no obstante Colombia cuenta con pastizales tropicales, selva húmeda en el Amazonas, y líneas costeras en el Atlántico y el Pacífico. En 2005 más de la mitad del territorio estaba cubierto por bosques, y más o menos un 38% se destinó a fines agropecuarios; aunque con un manejo intensivo de tierras de pastoreo y ganadería (aproximadamente un 90%), dejando una fracción bastante reducida para la producción de alimento vegetal y otros materiales (ver tabla 2). Una situación como esta abra la puerta para pensar en nuevos sistemas de agricultura/ergocultura intensiva, restructurando las distribuciones de la vocación de la tierra.

Desde el año 2000, Colombia ha presentado un crecimiento positivo del PIB comenzando ligeramente por debajo de 2% en el 2001 y alcanzando casi un 7% en el 2007. En el mismo período una tendencia opuesta es observada en la tasa de inflación, decreciendo de casi un 11% en 1999 hasta su punto más bajo en el 2006, con 4.3% e incrementando ligeramente en 2007 nuevamente a (5.54%).

Debido a su alta población, segunda en la región, el PIB per cápita en Colombia está por debajo del promedio en Suramérica (ver tabla 3). Algo similar le ocurre a Brasil, de acuerdo a la clasificación, aunque su PIB per cápita sobrepasa el promedio por mucho, dividiendo el vecindario en 2: los de alta productividad (Venezuela, Chile, Uriguay, Argentina y Brasil) y los de baja productividad (Colombia, Perú, Ecuador, Paraguay y Bolivia).

Para el año 2006 la fuerza laboral alcanzó cerca

de un 45% de la población total de los colombianos con una participación más amplia del género masculino (60%). Un poco más del 17% de la fuerza laboral estaba participando activamente en el sector primario de la economía (tabla 1).

Para el 2009 se estableció que el 25% de las personas ocupadas estaban trabajando en comercio, restaurantes y servicio de recepción y hospitalidad. Esto hechos dan cuenta de que Colombia se encuentra en una senda de crecimiento, cambiando la vocación agrícola que se mostraba 15 años atrás hacia el sector de servicios. Sin embargo esta imagen está incompleta, porque en el tiempo reciente, la tasa de desempleo alcanzó niveles del 12.5% y el subempleo llegó hasta casi un 40% (DANE, 2009). If fenómenos de violencia y sus consiguiente migraciones se suman a esta situación se nota que el balance social es negativo; y campesinos y trabajadores agrícolas no capacitados están siendo enviados a las ciudades a trabajar en condiciones inestable y precarias, acelerando los efectos de la violencia en las ciudades por cuenta de la pobreza y falta de oportunidades.

Recientemente se experimento una aparente mejora en el clima de la seguridad general y desencadenó pocesos de inversión en el país: desde la presidencia de Álvaro Uribe se instituyó la seguridad democrática, caracterizada por un fortalecimiento extremo de la fuerza pública (Manson, 2009), cultivando un clima de confianza y disparando la inversión extrajera directa. Sin embargo es innegable la existencia de más de 40 años de conflicto interno armado y la presencia de guerrillas, paramilitares y narcotraficantes que han generado inestabilidad político-social, y causando efectos sobre la población rural como el mencionado desplazamiento e inadecuado uso de la tierra.

El desarrollo de Colombia, ha tenido un alto costo en términos ambientales. El crecimiento descontrolado de las ciudades tiene un legado grande de problemas en lo que se cuenta principalmente contaminación atmosférica y exceso de ruido. Enfermedades de tipo respiratorio y políticas de control al respecto son consecuencia de esto, bajando la productividad en algunas ciudades. Así mismo, los ecosistemas

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acuáticos, particularmente los ríos cercanos a los núcleos de desarrollo están muy contaminados.

Las plantaciones de café, que han sido el cultivo emblema de Colombia con cerca de 590 hectáreas cultivadas hoy en día, requieren un alto uso de pesticidas y fertilizantes. Este cultivo es muy exigente en términos de luminosidad, de tal suerte que muchos de los árboles de sombrío deben ser tumbados, llevando a la degradación de la calidad del suelo. La deforestación es extensa e incontrolada, y viene como resultado de procesos de migración indeseados, creando desertificación de los ecosistemas andinos (O’Brien, 1997). Beneficios del cultivo de café van en picada y el valor agregado es capturado en su mayoría por tostadores internacionales.

Así mismo, la producción ilegal de hoja de coca, su procesamiento y posterior erradicación cuando los cultivos son detectados por las autoridades, traen resultado catastróficos al ambiente natural y también a la sociedad: hay quema de los bosques húmedos, para el establecimiento de cultivos, se usan químicos fuertes para cuidar de las plantas y para la fabricación de la pasta de coca, se siembras minas anti-personas para proteger las plantaciones, se crean fenómenos inflacionarios locales, violencia, desplazamiento y fumigación (sin clara discriminación entre los cultivos ilegales y aquellos de pancoger) con potentes herbicidas (Álvarez, 2001, Mejía and Posada, 2008).

Colombia requiere expandir el horizonte agrícola, mas allá del café y también fortalecer el sector primario desarrollando proyectos alternativos en agricultura y ergocultura, llevando a una dsitribución más democrática, y en consecuencia al progreso local. La transición de un sector terciario débil hacia un potencial sector primario fortalecido no significa involución, sino oportunidad.

4.2 Información energética

Colombia ha mostrado una relativa independencia energética de las importaciones debido principalmente al uso extensivo de energía hidroeléctrica. La electricidad en Colombia, en datos aproximados, se basa primordialmente en

hidroelectricidad (82%), gas (12%) y carbón (7%). Pero otras necesidades industriales y de transporte son suplidas en su mayoría con petróleo, haciendo de este recusro energético el combustible mas dominante, ocupando el 34,4% de la demanda primaria de energía del 2007, seguido por hidroelectricidad (33.6%), gas (23.1%) y carbón (8.8) (BMI, 2008), de tal suerte que el espacio para los BC’s no es aparentemente amplio.

Como la situación de seguridad ha venido en mejoría, el número de ataques contra la infraestructura energética ha disminuido, pero aun hoy ocasionalmente ocurren sabotajes de esta clase por parte de grupos insurgentes en contra de oleoductos y torres de energía (EIA, 2009). De acuerdo con Oil and Gas Journal (O&GJ) citado en EIA, Colombia contaba con cerca de 1.36 miles de millones de barriles de petróleo crudo en reservas en 2009, la quinta reserva más grande en Suramérica.

La producción se puede ver afectada debido a la falta de confirmación de nuevas reservas y de incertidumbre con respecto al flujo de fondos para exploración y perforación (ver Figura 1). Se planteó en algún momento que para el año 2010 Colombia podría empezar a comportarse como un importador neto de petróleo, generando un efecto negativo en el comportamiento fiscal y en la balanza de cuenta corriente del país. (BMI, 2008).

Por otro lado el carbón mineral es una de las grandes fortalezas de Colombia, con 7670 millones de toneladas de carbón en reservas para el año 2006, sin embargo el uso domestico que se le da este recurso es bastante reducido (ver figura 2). Según datos recientes Colombia fue catalogada como el quinto exportador de carbón mas importante a nivel mundial (EIA, 2009).

En resumen Colombia cuenta con una gran variedad de opciones en términos de energía, pero ningunan de ellas es completamente sostenible en el largo plazo. El país esta acabando con sus reservas petroleras, la provisión hidroeléctrica fluctúa mucho con fenómenos climáticos, y la participación industrial del carbón domésticamente aun no ocupa un lugar importante, de tal manera qwue la inversión

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en nuevas alternativas, como la bioenergía, deben ser consideradas y eventualmente bienvenidas si estudios serios se han hecho alrededor suyo.

4.3 Biocomblustibles en Colombia

Colombia ha estado recorriendo el camino de los biocombustibles por ya casi 30 años y has reunido varios grupos de investigación que trabajan en varias áreas del conocimiento, como por ejemplo: investigación básica, proyectos agrícolas, transformación de productos, biotecnología, aplicaciones en motores e impactos ambientales.A pesar del el ya enraizado interés en el tema de la investigación en bioenergía y biocombustibles, la legislación sobre biocombustibles comenzó hace un poco mas de 10 años con la ley 693 de 2001. En esta ley la regulación indicaba que tanto la gasolina como el ACPM debían ser mezclados con productos de origen biológico. Ese fue el inicio del mercado pero los criterios de aplicación no fueron claros.

Más adelante, con una resolución posterior, en 2003 la situación mejoró, dando un reconocimiento a la importancia de los biocombustibles como alternativa energética y la necesidad de expandir la oferta. La demanda inicial fue declaradsa para cuidades que superaran los 500.000 habitantes, en donde la gasolina debía ser con una proporción de etanol de 10±5%, para crear lo que se conoce hoy en día como gasolina oxiganada. El uso obligatorio se dio a partir de septiembre 2005. Así mismo se generó un plan de incentivos fiscales a los productores, en donde se presentaron alivios tributarios a lo largo de la cadena de producción-comercialización de los BC’s. También se estableció que los precio serían controlados por el Ministerio de Minas y Energía.

Los cultivos para la producción de BC’s fueron cobijados por una exención de impuestos dada en la ley general de desarrollo agrícola: Ley 818 de 2008. Dicha ley fue posteriormente ajustada en la ley 939 de 2004 en donde se promulgó que aquellos cultivos usados para la fabricación de combustibles diseñados para motores de combustión interna, serían exentos de impuestos desde el inicio de la producción hasta por los siguientes 10

años. Legislación posterior ha puesto en marcha mecanismos de control y establecimiento de estándares de calidad, con el fin de buscar un mejor desempeño en los motores y homogeneidad en el producto.

La producción de alcohol carburante actual se concentra en el Valle del Cauca, en cinco destilerías asociadas con la producción de azúcar. Se destinan casi cuarenta mil hectáreas para la siembra de la caña y, en 2010, la capacidad instalada reportada fue cercana a los 1,1 millones de litros diarios (Fedebiocombustibles, 2010).

A finales del 2009, el 80% del país, a excepción de la costa Atlántica, usaba E10; para el 2012 se pronosticaba el uso de E15, aunque existen dudas sobre su conveniencia para los motores del parque automotor actual y de los requerimientos técnicos para los distribuidores (Caracol radio, 2009).

El biodiesel, por su parte, se procesa en siete plantas: una en la zona centro –Barrancabermeja–, cuatro en el norte del país –Santa Marta, Codazzi y Barranquilla– y dos en el oriente –Facatativá y San Carlos de Guaroa–. La capacidad de procesamiento total del país es de 516.000 ton/año y requiere un área aproximada de 115.000 Ha. Colombia se posicionó como uno de los principales productores de palma de aciete para el año 2005 (ver figura 6), inclusive por encima de su competidor local, Brasil.

La demanda de este combustible también está dada por lineamientos gubernamentales: en el año 2004 se anunció como obligatorio el uso de la mezcla de acpm y biodiesel11, y a partir del 2012 los vehículos importados que usen acpm deberán estar capacitados para consumir una mezcla mínima de 20% biodiesel.

Los precios de estos BCs están dados de la siguiente manera: se garantiza el precio mínimo que represente elmejor costo de oportunidad para los productores –azúcar crudo, en el caso de etanol o aceite de palma, para el biodiesel– y de ahí en adelante se basa en los precios del mercado internacional, es decir, se pactan al precio que cueste importar el combustible equivalente.

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Si bien esta regulación promueve la oferta de los bcs, garantizando oportunidades de ingreso justas para el productor, genera dos efectos negativos: por un lado, impide el acceso a combustibles más baratos al consumidor final y las mezclas obligatorias tienden a encarecer tanto la gasolina como el diesel; y por el otro, crea incentivos para desviar los insumos básicos de otras industrias, lo que amenaza la seguridad alimentaria y más aún si la industria de los bcs le apunta al mercado externo.

La globalización energética de los bc1g tiene un presente comprometido y carece de un gran futuro, las críticasque éstos reciben en términos de sostenibilidad son abundantes: generan efectos negativos en el empleo, el balance en términos de emisiones es precario, amenazan la biodiversidad y generan conflicto alrededor del uso del suelo.

Si bien los bcs son una gran fuente de empleo rural, la competitividad estimulará la búsqueda de tecnologíasautomatizadas, que desplacen a los encargados de la recolección de la materia prima, o bien, como ha sido reportado en Brasil, se someterá a los empleados a condiciones laborales precarias, con salarios bajos y ausencia o muy poca cobertura de servicios médicos y de seguridad industrial, que son responsabilidad del empleador (Honty y Gudynas, 2007).

La mayoría de bc1g generan emisiones positivas de gases de efecto invernadero. Es cierto que el procesofotosintético captura el co2, pero los cultivos extensivos y el cambio del uso del suelo liberan grandes cantidades de nitrógeno y oxígeno contenido en la tierra, que sobrepasan la capacidad de absorción de gases (BioPact, 2007).

A esto se suma el hecho de que algunas prácticas agrícolas, como el cultivo de caña requieren, dos quemas: una para eliminar la hoja y facilitar el trabajo de los corteros y otra para limpiar el suelo una vez se ha hecho el corte. En el de la palma también se realizan quemas previas al cultivo, aunque este cultivo tiene la ventaja de ser de larga duración.

La mayoría de la producción de caña en el país proviene del valle del cauca. El área cultivada se ha incrementado más de 30% entre 1990 y el 2002, y próximas expansiones no se vislumbran fácilmente por la poca disponibilidad de tierra libre en la zona. Por tal razón CENICAÑA recomienda una aplicación intensiva del cultivo como lo sugiere la figura 3. Esta tierra ha sido escogida principalmente porque es usada como tierra de pastoreo de baja densidad (Toasa, 2009). Sin embargo se requiere una gran advertencia: si se sobreponen las figuras 3, 4 y 5 se puede ver que en la región noroccidental se produce una situación preocupante en términos de biodiversidad. Adicionalmente los departamento d de Guaviare, Guainía y Vaupés son una barrera ecológica para la selva amazónica, de tal suerte que el potencial de captura de carbono que presenta esta región debe ser protegido.

La tecnología para el procesamiento de la caña de azúcar en Colombia ha sido traído de India y presenta algunas ventajas con respecto a otros referentes internacionales: produce un monto de vinazas menor al presentado con otras tecnologías y permite su procesamiento posterior. Además las plantas colombianas usan un tercio del agua que se usa en Brasil y solamente la mitad de la energía (Toasa, 2009).

El sector de los BC’s es intensivo en mano de obra, así que puede impactar positivamente el mercado laboral. En 2004 la industria palmera contribuyó con más de 30.000 empleos directos y cerca de 60.000 indirectos (FEDEPALMA, 2004). El sector cañero en el 2008 ofreció 36.000 empleos directos y cerca de 216.000 empleos indirectos (Toasa, 2009). Si hay mas iniciativas agrícolas de este estilo se puede mejorar tanto el bienestar económico como las condiciones sociales en general de las regiones que albergan estos procesos.

Colombia está caminando firmemente, a través de investigación, inversión y un marco legal fuerte para desarrollar su industria bioenergética, pero hay aun muchos aspectos en riesgo si la producción no es monitoreada adecuadamente. Sin embargo aun está en una fase de nacimiento, de tal suerte que algunas amenazas y errores pueden ser evitados si se usan las experiencias de otros y se construye

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sobre ellas. Se presentan a continuación algunas sugerencias para mejorar el trasegar de esta industria en Colombia:

1. Se deben hacer incentivos tributarios discriminatorios para propender por el uso de tierras marginales. El uso de variedades alternativas deben ser experimentados en esto suelos: Jatropha, Yuca, Colza, por ejemplo.

2. Se debe profundizar en investigaciones locales que apunten al desarrollo de los BC2G.

3. OGM pueden ser explorados como una posibilidad para la producción de energía pero deben ser claramente diferenciados de aquellos commodities usados para la alimentación humana y animal.

4. Se requiere planeación cuidadosa antes de implementar nuevos cultivos que puedan amenazar la biodiversidad.

5. Una porción de la carga tributaria de la gasolina tradicional debe ser dirigida hacia la investigación y procesos de transición hacia tecnologías mas limpias, (BC’s y otras alternativas de transporte).

6. Sustitución de cultivos ilegales puede darse a través de esta nueva oportunidad agrícola que ya tiene mercados creados.

7. Sistemas de control de emisiones deben ser implementado por las autoridades ambientales de acuerdo con estándares internacionales. Certificaciones pueden ser logradas solamente si los impactos ambientales son medidos y controlados en la cadena de producción y consumo.

Las sugerencias establecidas por la comisión Cramer son una base solida para inicial la producción sostenible de BC’s, pero no puede ser usada como una barrera para-arancelaria, ya que de este modo desincentivaría cualquier esfuerzo para desarrollar esta industria.

La creación de un acuerdo multilateral, como se sugiere en el Biopact (Mathews, 2008) es urgente para proteger a la naciente, de posibles amenazas provenientes de la industria de combustibles tradicionales, a través de estrategias de precios. Criterios de sostenibilidad deben ser aplicados incrementalmente y deben buscar certificación (Püttgen et al., 2006) por alguna autoridad,

por ejemplo Biopact o las mesas redondas de producción sostenible, de tal suerte que exista confianza por parte del consumidor y garantice oportunidades justas para pequeños agricultores.

5. Conclusiones y comentarios finales

Colombia cuenta con varias fuentes energéticas que le permiten temporalmente permanecer independiente en el mercado de energía, sin embargo las reservas de petróleo se vienen menguando, de tal manera que inminentemente el país será importador neto de petróleo en el futuro cercano.

La hidroelectricidad da un muy buen respaldo en términos de electricidad, pero el transporte y otras necesidades industriales se escapan de su alcance, sin mencionar los riesgos que se dan por las temporadas de sequía. Desarrollar una alternativa, como los BC’s, trae oportunidades y responsabilidades. Si se mezcla la disponibilidad de algunas tierras con la voluntad institucional se pueden evitar consecuencias indeseables tanto para las poblaciones como para el medio ambiente, y así Colombia puede entrar a competir en mercados internacionales al ser un proveedor importante en este producto.

Los certificados de sostenibilidad, ojalá con respaldo multilateral, pueden llevar a las fuerzas del mercado a encontrar soluciones gana-gana para la humanidad y la naturaleza, pero es importante que la producción bajo DS se estudie, se explore y se implemente, como política en el corto plazo y como práctica constante en largo plazo.

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ANEXOSFigura No 1

Figura No 2

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Figura No 3

Figura No 4

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Figura No 5

Fuente: http://www.biodiversityhotspots.org/xp/hotspots/andes/Pages/default.aspx May 1st 2009

Fuente: http://www.fedepalma.org/estadisticas.htm#DisArePal

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Figure 6Countries Ranked According to Crude Palm Oil Yields (In Tons per Hectare)