espera en el

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Lección sobre el Salmo 37 de David que nos ayudan a vivir una vida en Victoria y con excelencia Cristiana.

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Articulo Escrito por: Hno. Joe Garza

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Salmo 37 Salmo de David

37:1 No te impacientes a causa de los malignos,

Ni tengas envidia de los que hacen iniquidad.

Incontables son las veces en que sentimos envidia de las fechorías de la gente impía. ¿Cuántas veces nos encontramos pensando en hacer lo mismo que las personas que no temen a Dios? Si nuestro vecino esta robándose el servicio de cable visión, a nosotros también se nos viene el mismo pensamiento. Y si se nos da la oportunidad, también hacemos lo mismo. En la historia del rico y Lázaro, vemos esta ilustración muy claramente expresada. Dice la palabra que Lázaro ansiaba comer de las migajas que caían de la mesa del rico, porque el veía aquel hombre rico hacer banquete todos los días. Asaf, en el Salmo 73 nos dice que por poco se deslizaban sus pasos al ver la prosperidad de los impíos. ¿Y que de nosotros? ¡Cuantas veces casi se nos deslizan los pies al ver la prosperidad de ellos! Otra versión, La Biblia de las Americas dice de la siguiente manera, “No te irrites a causa de los malhechores; no tengas envidia de los que practican la iniquidad.” Pero, David podía entender— como también Asaf, el futuro de ellos. Al entender David

esto, el nos aconseja a que no nos IMPACIENTEMOS. Aquí la palabra clave es IMPACIENTARSE. La definición de la palabra impaciente, denota a una persona: inquieta, intranquila, ansiosa o alarmada. Hay veces en que nos inquieta la manera de vivir de otras personas, y centramos nuestras mentes en ellos y no en nosotros. Y por

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estar enfocados en esas personas, no le damos las gracias al Señor por lo que El nos concede en nuestras vidas. Vivemos enfocados en lo que las demás personas tienen y no en lo que estamos recibiendo de El.

37:2 Porque como hierba serán pronto cortados,

Y como la hierba verde se secarán. El salmista David nos da la razón del porque no debemos de tener envidia de los impíos, y nos dice que como la hierva serán cortados. David podía entender el fin de ellos. Y aquí quiero hacer énfasis a una observación. Tendré cuidado de lo que voy a decir, mas sin embargo, lo diré. Cuando el texto bíblico hace mención de los impíos, la primera cosa que se nos viene a la mente es pensar que la Biblia esta hablando de los inconversos. Pero, la realidad del asunto es que el Texto Sagrado se refiere tanto a inconversos como a cristianos que están viviendo bajo desobediencia y rebeldía. Hago esta aclaración para que no seamos arrogantes en pensar que la palabra de Dios está hablando exclusivamente de la gente inconversa y no de nosotros los que profesamos ser Cristianos. Las personas impías son todas aquellas que cometen infracciones en contra de la bendita palabra de Dios. Toda transgresión es pecado en contra de Dios. Delante de Dios no hay pecado blanco y pecado negro, pecado es pecado delante del Dios Justo al cual servimos. David nos dice que a los impíos les espera un eterno sufrimiento lejos de la presencia de Dios. Serán cortados y se secaran. Trágico resultado de sus transgresiones. Debemos de sentir reposo al saber que si nos mantenemos en obediencia a la palabra de Dios, nosotros no seremos destruidos con ellos. David nos da esperanza a nosotros los fieles y nos alienta a seguir anhelando con ansias la venida del Señor Jesús.

37:3 Confía en Jehová, y haz el bien;

Y habitarás en la tierra, y te apacentarás de la verdad.

Hasta este punto todo marcha muy bien, no debo de tener envidia, los malos serán destruidos y que confié en Jehová. Suena bien esto. Parece ser que no esta tan difícil la cosa. Ok. Lo voy hacer. Que tan difícil puede ser confiar en Dios, a fin y al cabo, todos confiamos en Dios. Pero, ¿confiaremos en El cuando las cosas anden mal? ¿Confiaremos en Dios cuando la enfermedad nos debilite y nos derrumbe? ¿Confiaremos en Dios cuando la pobreza venga a tocar las puertas de nuestro hogar? ¿Confiaremos en Dios cuando nos despidan de nuestros empleos y no tengamos para pagar nuestras deudas? Es muy fácil y divertido confiar en Dios cuando todo esta bien. Le cantamos alabanzas y no faltamos a los servicios semanales. Le honramos con nuestras primicias y participamos de las ofrendas liberalmente. Les platicamos a otros de Cristo y de la salvación que hay en El. Todas estas cosas hacemos cuando las cosas marchan a nuestro favor. Cuando la vida nos sonríe y parece ser que las bendiciones sobre abundan. Sin embargo, el verdadero cristiano sale aprobado cuando todo anda mal y su única opción es confiar en Dios. Es en esos momentos que su fe verdaderamente es probada y la oportunidad le es dada de genuinamente confiar en Dios. El salmista parecía ir muy bien en su dialogo, hasta el momento que nos pide que confiemos en Dios, y que hagamos el bien. ¡No puede ser! Aparte de confiar en Dios,

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tenemos que hacer el bien. Pero, no tomemos esto muy a la ligera, sino, más bien vamos a ver el panorama grande. Supongamos que nosotros estamos impacientes o irritados con los malignos, y como estamos enojados con ellos, hemos decidido no hablarles. Que al cabo Dios no me pide que les hable. Ellos son malos y no tengo que dirigirles la palabra. Total, me van a ofender y me van ridiculizar. Para que les hablo. Esto es nuestro punto de vista. Pero la Biblia dice, HAZ EL BIEN. Hermano, ¿usted me esta pidiendo que les hable a los que se burlan de mi? Exactamente, y no tan solo eso, sino que cada ves que tengas la oportunidad de hacer algo bueno a favor de ellos, hazlo. Un complemento en su manera de vestir. Un pequeño obsequio en una fecha especial. Una invitación a comer en algún lugar. Todas estas son oportunidades para hacer el bien. La palabra dice en Romanos 12:17-21, “No paguéis a nadie mal por mal; procurad lo bueno delante de todos los hombres. Si es posible, en cuanto dependa de vosotros,

estad en paz con todos los hombres. No os venguéis vosotros mismos, amados míos,

sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré,

dice el Señor. Así que, si tu enemigo tuviere hambre, dale de comer; si tuviere sed,

dale de beber; pues haciendo esto, ascuas de fuego amontonarás sobre su cabeza.

No seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal.” No seamos vencido de lo malo, no somos igual que ellos, nosotros tenemos el Espíritu de Cristo, el cual nos da de Su amor para poder amar a aquellos que nos aborrecen. Y pensábamos que esto iba a ser fácil.

37:4 Deléitate asimismo en Jehová,

Y él te concederá las peticiones de tu corazón.

Bueno, dice la palabra que no me irrite a causa de los malhechores, que confié en Dios, que haga el bien, y ahora añade algo mas, DELEITARME en Dios. Ósea que me goce en el Señor. No tan solo me pide que confié en el pasivamente, sino que me pide que mientras estoy confiando me deleite en El. La palabra deleite significa: tener complacencia en alguna cosa; agradarse en algo o en alguien. El esposo se deleita en su esposa. De igual manera, Dios nos pide que tengamos placer en El. Tener placer en Dios da el significado similar al de un novio cortejando a su novia. El novio siempre busca la manera en como complacer a su novia. Le compra flores, la invita a comer, le da regalos y siempre esta en continua comunicación con ella. Dios pide algo similar de nosotros para con El. Su anhelo es pasar tiempo con Sus hijos en intimidad.

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De esto podemos deducir que Dios nos pide que nos agrademos en El. Deleitarnos nosotros en Dios, nos pone en un lugar para ser bendecidos. Nos coloca en una posición de recibir la petición que tanto anhelamos. A esto se refería Jesucristo cuando en el evangelio según San Mateo 6:33 dijo, “Mas buscad primeramente el reino de

Dios y su justicia, y todas estas

cosas, os serán añadidas.”

37:5 Encomienda a Jehová tu camino,

Y confía en él; y él hará.

Quizás, por estar enfocados en las malas acciones que otros cometen en nuestra contra, o quizás por estar viendo la manera en que todo les va bien en la vida a las personas impías, olvidemos de encomendar nuestro camino al Señor. Pero, quizás usted se pregunte, ¿Qué es encomendar mi camino al Señor? La respuesta la podemos enumerar de la siguiente manera:

1. Pedirle la guía a Dios para aplicar en cierto trabajo es encomendar su camino, quizás el empleo que usted este solicitando no sea del agrado de Dios.

2. Pedirle la guía a Dios para iniciar un noviazgo con alguna persona es

encomendar su camino.

3. Pedirle la guía a Dios para comprar una casa, un carro, o artículos hogareños es encomendar su camino a Dios, quizás no sea el tiempo apropiado para ello.

4. Pedirle la guía a Dios para planear su agenda diaria es encomendar su camino a

Dios, quizás El tenga planes diferentes a los suyos. Para todo y en todo necesitamos encomendar nuestro camino al Señor. Y después de encomendar nuestros caminos a El, necesitamos confiar en El. Porque Su palabra dice que El hará. Si nosotros nos aferramos a confiar en El, haciendo le que El nos pide, El se encargara de concedernos lo que le estamos pidiendo.

37:6 Exhibirá tu justicia como la luz,

Y tu derecho como el mediodía.

Que hermoso es cuando Dios da testimonio de nuestras vidas. Al decir esto, me refiero a las maravillas que Dios hará a través de nosotros. En Marcos 16:17 dice de la siguiente manera: “Y estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas; tomarán en las manos serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán.”

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Al decir el Salmista que Dios exhibirá tu justicia como la luz, el se estaba refiriendo a esto. Las bendiciones que Dios derrochara a nuestro alrededor dará claro testimonio en que términos estamos delante de El. Su mano poderosa se moverá a favor nuestro, como lo fue con aquellos hombres de fe en la Biblia.

37:7 Guarda silencio ante Jehová, y espera en él.

No te alteres con motivo del que prospera en su camino,

Por el hombre que hace maldades.

Que difícil es guardar silencio y esperar en Dios calladamente, sin quejarnos. ¡Cuan difícil nos resulta permanecer callados delante de Dios! Apenas nos viene una prueba que no podamos soportar y al instante pegamos de gritos al cielo. Se me viene a la mente cierta ocasión en que me encontraba enseñando a nuevas personas la doctrina del bautismo en el nombre de Jesucristo y la doctrina de la Unicidad. Estaba totalmente concentrado realizando esta tarea, cuando de un momento a otro se empezó a levantar una tormenta en mi contra. Otros creyentes de otra organización se unieron en mi contra para refutar todo lo que yo estaba enseñando. Pero lo que mas me molestaba era que les decían a las personas que estaba enseñando, que yo estaba confundido en cuanto a la doctrina. Todo esto me molestaba muchísimo, ya que varias de las personas que me estaban desacreditando se decían ser mis amigos. Me súper irritaba cuando acudían a mí las personas y me contaban las críticas que andaban circulando. Recuerdo que me presentaba delante de Dios en oración y derramaba mi llanto delante de El. Yo le decía, Señor, porque si dicen que son cristianos, me están lastimando de esta manera? Ellos dicen que conocen a Dios. ¿Por qué están haciendo esto? Y me dolía mucho. Recuerdo que el Señor me ministro a través de estos versículos y me dio consolación. “De cierto, de cierto os digo: El siervo no es mayor que su señor, ni el enviado es mayor que el que le envió.” Juan 13:16 Si nuestro Señor Jesús recibió heridas e insultos, nosotros también los probaremos. ¿Por qué? Porque el discípulo es igual que Su maestro. Debemos de armarnos del mismo pensamiento que el Señor Jesucristo. Cada uno de estos pasos requiere esfuerzo, constancia y dedicación. Si nos aferramos a darle seguimiento día tras día, se formará en nosotros un habito bueno que nos ayudará en momentos bochornosos. Sin mencionar las bendiciones que nos acarrea todo esto.

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37:8 Deja la ira, y desecha el enojo;

No te excites en manera alguna a hacer lo malo.

Y aun sigue el Salmista adiestrándonos en cuanto a nuestra postura como creyentes que predicamos el evangelio y que profesamos ser cristianos. Deja la ira… Que bonito fuera si nos recordásemos de esto en ese momento que surge el instinto animal que todos cargamos dentro de nosotros. Esa fiera indomable que sino refrenamos, nos acarrea tremendas consecuencias. ¡Que ni se le ocurra a un hermano verme feo en la congregación porque le voy a decir sus verdades! ¡Que ni se le ocurra a la hermana Borlotes andar hablando mal de mí porque le voy a pegar unas cachetadas guajoloteras! Mas sin embargo, la Escritura dice, deja la ira….desecha el enojo….¿Porque? porque solo harías lo malo. Tenemos la tendencia a decir cosas feas, palabras hirientes cuando estamos enojados, y por decirlas, lastimamos a las personas que nos aman y nos aprecian. SOLO HARIAS LO MALO.

Y lo malo es que una vez que las palabras salen de nuestros labios ya no hay manera de cambiarlas o retraernos en lo dicho. Quizás podamos pedir perdón, pero, en muchos casos las heridas causan cicatrices. En cierta ocasión, un joven andaba hablando y murmurando de su pastor. Y murmuraba de el cada que uno de los miembros de la congregación le prestaba atención. Lo que el joven andaba diciendo llego a oídos del pastor. Al pasar el tiempo, el joven reconoció que su actitud era mala, y que el equivocado era él y no el pastor. El joven decidido ir a pedirle perdón al pastor. El pastor lo recibió y después de escucharlo, lo perdonó. El joven le dice al pastor, “pastor, que puedo hacer para corregir este mal”, y el pastor tomó una almohada y la perforo, y se la dio al joven. Y le dice el pastor, ve a la cima del monte y vacía las plumas de la almohada al viento, vacíala completamente. El joven fue e hizo como le ordeno el pastor y vuelve de nuevo al pastor. “Pastor, ya vacié el

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contenido de la almohada.” Y el pastor le responde, “ahora, ve y junta todas las plumas que regaste,” y el joven le responde alarmado, “Pastor, eso es imposible, todas se las llevo el viento.” Y el pastor le responde, “Así paso con las criticas que tu me levantaste, y las murmuraciones, es imposible borrarlas, ya todas están regadas.” Pensemos siempre antes de hablar, porque en el momento del enojo podemos decir cosas de las cuales nos podamos arrepentir.

37:9 Porque los malignos serán destruidos,

Pero los que esperan en Jehová, ellos heredarán la tierra.

Para concluir con este humilde articulo, podemos resumir que si seguimos estos pasos aquí alineados, puerta grande y amplia se nos abrirá en el Reino de los Cielos. Las bendiciones nos esperan, pero son para todos los que se esfuerzan a seguir paso a paso la palabra de Dios. La obediencia conlleva a la bendición. Que el Señor los bendiga siempre,

Hno. Joe Garza