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1 Volumen 28 La cosmología única de Génesis 1 ¿De dónde provenimos los seres humanos? Cuidar el medio ambiente: tarea de Dios… y nuestra Liderazgo: actuar con responsabilidad y ética E s p a ñ o l Francés I nglés Portugués

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Page 1: Español • Francés I nglés Portugués DIÁLOGO UNIVERSITARIO 28.1 AÑO 2016 La cosmología única de Génesis 1 La narrativa de la creación del Génesis no solo presenta el verdadero

1Vo l u m e n 2 8

La cosmología única de Génesis 1¿De dónde provenimos los seres humanos?Cuidar el medio ambiente: tarea de Dios… y nuestraLiderazgo: actuar con responsabilidad y ética

E s p a ñ o l • F r a n c é s • I n g l é s • P o r t u g u é s

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28.1 AÑO 2016DIÁLOGO UNIVERSITARIO2

La cosmología única de Génesis 1 La narrativa de la creación del Génesis no solo presenta el verdadero relato de los orígenes, sino que, al describirlos, brinda numerosas salvaguardas contra la mitología. El relato usa ciertos términos y motivos, y los emplea con un significado y un énfasis que expresan la cosmovisión bíblica, la comprensión de la realidad, y la cosmología de la revelación cristiana.Gerhard F. Hasel y Michael G. Hasel

Liderazgo: actuar con res-ponsabilidad y ética. Lecciones de la vida de SaúlLa vida de Saúl es preservada en las Escrituras, no para que decidamos sobre su destino eterno, sino para que aprendamos a enfrentar los desafíos de la vida. La vida de Saúl como líder ilustra algunos de los errores éticos más comunes en el liderazgo.Lowell C. Cooper

¿De dónde provenimos los seres humanos?La interpretación creacionista de las Escrituras, donde los seres humanos somos el resultado de un acto divino de creación especial, contradice la hipótesis evolutiva de la descendencia con modificaciones a partir de primates ancestrales. Este capítulo examina y discute las evidencias fósiles que se relacionan con los orígenes humanos. Ronny Nalin

Cuidar el medio ambiente: tarea de Dios… y nuestraDios anticipa un futuro ecológico. Es un futuro, sin embargo, que depende de nuestra mayordomía.John Wesley Taylor V

06 EDITORIAL¿Tendrás amigos en el cielo? Lisa M. Beardsley-Hardy

PERFILPaul Chibuike AnonabaEntrevista de Ugochukwu Elems

PUNTO DE VISTALas distracciones pueden llevar a la destrucción: Lecciones de Marta y Maríapor Junjun Manalo Amparo

LOGOSSiente el poderHomer W. Trecartin

EN ACCIÓNReflexionando Ando: Un programa de radio adventista en el campus de una universidad públicaNatalia Garzón

PERSPECTIVASeamos agradecidos, aun cuando todo sale muy malSandra Janet Birungi

LIBROSHe Spoke and It Was: Divine Creation in the Old TestamentReseña de Phodidas Ndamyumugabe

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DIVISIÓN DE ÁFRICA CENTRO ORIENTAL P.O. Private Bag 00503 Mbagathi, Nairobi, KENIAAndrew Mutero [email protected] Magulilo Mwakalonge [email protected]

DIVISIÓN EUROASIÁTICA Krasnoyarskaya Street 3, 107589 Moscú, RUSIA Vladimir Tkachuk [email protected] Kasap Gennady [email protected]

DIVISIÓN INTERAMERICANAP.O. Box 830518, Miami, FL 33283-0518, E.U.A.Gamaliel Florez [email protected] Al Powell [email protected]

DIVISIÓN INTEREUROPEASchosshaldenstrasse 17, 3006 Berna, SUIZAMarius Munteanu [email protected] Stephan Sigg [email protected]

DIVISIÓN NORTEAMERICANA12501 Old Columbia Pike, Silver Spring, MD 20904-6600, E.U.A. Larry Blackmer [email protected] Tracy Wood [email protected] Anderson [email protected]

DIVISIÓN DE ASIA PACÍFICO NORTEP.O. Box 43, Koyang Ilsan 411-600, COREARichard Saubin [email protected] Nak Hyujg Kim [email protected] DIVISIÓN SUDAMERICANA Caixa Postal 02600, Brasilia, 70279-970 DF, BRASILEdgard Luz [email protected] Carlos Campitelli [email protected] DIVISIÓN DEL PACÍFICO SUR Locked Bag 2014, Wahroonga, N.S.W. 2076, AUSTRALIA Carol Tasker [email protected] Nick Kross [email protected]

DIVISIÓN DE ÁFRICA MERIDIONAL Y OCÉANO ÍNDICO P. O. Box 4583 Rietvalleirand 0174, SUDÁFRICAMozecie Kadyakaita [email protected] Busi Khumalo [email protected]

DIVISIÓN SUDASIÁTICA P. O. Box 2, HCF Hosur, 635 110 Tamil Nadu, INDIA R. N. Prabhu Das [email protected] Mohan Bhatti [email protected]

DIVISIÓN DE ASIA PACÍFICO SUR P.O. Box 040, 4118 Silang, Cavite, FILIPINAS Lawrence Domingo [email protected] Jobbie Yabut [email protected]

DIVISIÓN TRANSEUROPEA 119 St. Peter’s St., St. Albans, Herts, AL13EY, INGLATERRA Daniel Duda [email protected] Janos Kovacs-Biro [email protected]

DIVISIÓN DE ÁFRICA CENTRO OCCIDENTAL22 Boîte Postale 1764, Abidjan 22, COSTA DE MARFIL Juvenal Balisasa [email protected] N. John Enang [email protected]

REPRESENTANTES REGIONALESCONTENIDO

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ENSAYOS DEPARTAMENTOS

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328.1 AÑO 2016 DIÁLOGO UNIVERSITARIO

Esta revista internacional de fe, pensamiento y acción, se publica dos a tres veces al año en cuatro ediciones paralelas (español, francés, inglés y portugués), bajo los auspicios de la Comisión de Apoyo a Universitarios y Profesionales Adventistas (CAUPA) de la Asociación General de los Adventistas del Séptimo Día.

Volumen 28, Número 1 Copyright © 2016 de la Comisión de CAUPA. Todos los derechos son reservados.

Diálogo Universitario afirma las creencias fundamentales de la Iglesia Adventista y apoya su misión. No obstante, los puntos de vista expresados en los artículos corresponden a los autores.

Junta editorial Editora: Lisa M. Beardsley-Hardy Editores Asociados: John M. Fowler, Hudson E. Kibuuka Coordinadoras Editorial: Valérie Moorooven Susan Araya

Revisores: Marcos Passegi (Español)Editor Reseña de Libros: Aleksandar SantracDiseñadora gráfica: Claudia Suzana R. Lima

Correspondencia editorial Diálogo 12501 Old Columbia Pike Silver Spring, MD 20904-6600 E.U.A.Teléfono +1 301-680-5073/5065 Fax 301-622-9627 E-mail [email protected] (Inglés y Francés) [email protected] (Español y Portugués)

Directivos de CAUPA Presidente: Thomas L. Lemon Vicepresidentes: Abner de los Santos, Geoffrey G. Mbwana, Ella S. Simmons Secretario: Mario E. Ceballos Secretarios Asociados: Lisa M. Beardsley-Hardy, Gilbert R. CangySecretario Asistente: Jiwan S. Moon Asistente Legal: Thomas E. WetmoreMiembros: Ganoune A. Diop, Falvo Fowler, Hudson E. Kibuuka, Linda Mei Lin Koh, Peter N. Landless, Faith-Ann A. McGarrell, Anthony Kent, Anthony Bowman, Tracy Wood, Lydia Muwanga, Valérie Moorooven, Justin Kim, Susan Araya, Clinton L. Wahlen, Gabriel Begle

Información sobre distribución Dirigirse al representante regional de CAUPA en la zona en que reside el lector. Su nombre y dirección aparecen en la página 2.

Sitio en Internet http://dialogue.adventist.org

EDITORIAL

¿TENDRÁS AMIGOS EN EL CIELO?

La pregunta es formulada en la historia del mayordomo infiel (Luc. 16:1-10), que fue designado en su cargo por un rico que quería que cuidara de sus múltiples propiedades. Cuando el rico sospechó que el mayordomo no le era completamente honesto, este último comenzó a tomar medidas para protegerse y dis-

minuir la deuda de otros, con el objetivo de comprarse la seguridad y buena voluntad futuras. El dinero que daba por perdido no era suyo, pero apostaba a que la buena voluntad de los deudores de su amo fuera una salvaguarda para el futuro. Por ganancia personal, transfirió en secreto y en forma sistemática equivalentes de dinero a su propia cuenta invisible.

El mayordomo infiel se ganó así “nuevos” amigos. Sin embargo, ¿por cuánto tiempo, crees tú, que esos “amigos” le dieron la bienvenida en sus hogares después de que perdió el cargo? Aun si fueron unos años, los beneficios de tales amistades no se trasladan a la eternidad. Solo son para esta vida.

El capítulo previo de Lucas registra que el hijo pródigo también tenía amigos. Fueron sus amigos mientras él tuvo lo que ellos querían. Una vez que quedó sin dinero, sin embargo, sus “amigos” desaparecieron. No eran sus amigos reales, así como él tampoco había sido amigo verdadero de ellos. Finalmente quedó hambriento y solo, con los cerdos como única compañía. Los amigos de hijos pródigos y mayordomos deshonestos no duran.

Con este trasfondo, Jesús expresa una contundente declaración: “Por eso les digo que se valgan de las riquezas mundanas para ganar amigos, a fin de que cuando estas se acaben haya quienes los reciban a ustedes en las viviendas eternas” (Luc. 16:9, NVI).* ¿Qué quiso decir con esto? Por cierto, no está diciendo que podemos obtener las viviendas celestiales mediante astutas negociaciones en esta tierra: La salvación no está en venta ni abierta a negociaciones. El cielo es un don gratuito. Pero Jesús ha esco-gido encomendarnos sus bienes. La riqueza que me ha encomendado tiene que ser usada de manera responsable; todo uso deshonesto puede llevarme a tener amigos temporarios, pero ni sus corazones ni sus hogares me darán una bienvenida permanente. Jesús insiste en que administremos las cosas de esta vida teniendo presente la eternidad.

La parábola nos recuerda que mejor cargar nuestros bienes con ligereza –ya sea dinero, posición o poder– porque nada en esta tierra durará para siempre. Lo que tenemos –la cuenta bancaria, los lujos, la educación, la tecnología o el liderazgo– no son más nuestros que los bienes del amo en manos del mayordomo. Somos mayordomos de todo lo que Dios nos da y, por ello, tenemos que actuar con inteligencia, prudencia, discernimiento espiritual y sí, también astucia. Ser conscientes de la naturaleza temporaria de las cosas materiales debería engendrar en nosotros un sentido de fini-tud, humildad y modestia respecto de lo que tenemos y hacemos. Saber que el dinero tarde o temprano se acabará debería alejar nuestra atención ,

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de él, o de cualquier otra cosa que tengamos, para acercarnos a una riqueza que es duradera y eterna.

A los que guardan la eternidad en perspectiva en todo lo que tienen y hacen se aplica la inconmensu-rable bienvenida que Cristo tiene en mente: “¡Hiciste bien, siervo bueno y fiel! En lo poco has sido fiel; te pondré a cargo de mucho más. ¡Ven a compartir la felicidad de tu señor!” (Mateo 25:21).

Nos aseguramos la felicidad de nuestro Amo cuando participamos de la redención de otros. No hay mayor gozo que ser instrumentos para la salva-ción de otra persona. Este mundo no durará, pero las personas que traemos con nosotros al reino de Dios vivirán para siempre y serán fuente de eterno gozo para nosotros y los demás. Esas personas son nuestra única riqueza verdadera.

No deberíamos desanimarnos si nuestros esfuer-zos no rinden rápidos resultados. Nadie puede ser más sabio que Jesús al trabajar por otros; a pesar de ello, algunos lo siguieron por razones más bien frívolas. Siempre habrá gente que solo vive para esta vida, sin tener en cuenta la eternidad.

A pesar de ello, tengo que recordar a cada estu-diante cristiano de una universidad pública de las oportunidades que tiene de influir en otras personas. Es algo que no debemos subestimar. Un estudiante puede influir sobre sus compañeros y profesores de una manera que nadie más puede hacerlo: quizá en silencio, o de maneras insospechadas. Eso lo decide el Espíritu Santo. Lo importante es recordar que cada persona posee una esfera única de influencia.

Las cuatro parábolas de Lucas 15 y 16 presentan la pregunta fundamental que nos invita a decidir si amamos a este mundo más que a Dios. ¿Nos lleva nuestro amor por él a seguir el ejemplo del hombre que perdió una oveja, de la mujer que perdió una moneda y del padre que creyó que había perdido a su hijo? Si es así, usaremos nuestro tiempo e influencia para ayudar a encontrar a los perdidos.

Regalemos con generosidad los dones del Amo, compartiéndolos liberalmente con los demás. De esta manera, tendremos muchos amigos en el cielo, y seremos contados finalmente entre los fieles.

* Las referencias bíblicas han sido extraídas de La Santa Biblia, Nueva Versión Internacional® NVI® Copyright © 1999 de Biblica, Inc.® Usada con autorización. Todos los derechos reservados.

Lisa M. Beardsley-HardyEditora

SUSCRÍBETE A DIÁLOGO

¿Así que quieres ser un pensador, y no meramente un reflector de lo que piensan los demás? Diálogo continua-rá desafiándote a pensar críticamente, como cristiano. Mantente en contacto con lo mejor del pensamiento adven-tista alrededor del mundo. Si quie-res suscribirte a Diálogo en español, francés, inglés o portugués, escribe a Linda Torske: [email protected]

¡ENTRA EN DIÁLOGO!

¡ESCRÍBENOS!

Tus comentarios, reacciones y preguntas son bienvenidos.

Escribe a:

Susan Araya (español o portugués)[email protected]

Valérie Moorooven (francés o inglés)[email protected]

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Cambios en Diálogo

A partir de este número, Diálogo presenta los siguientes cambios en su equipo editorial:

Lisa M. Beardsley-HardyEditora en jefe, DIÁLOGO

HUDSON KIBUUK A, D.Ed., director asociado del Departamento de Educación de la Asociación General desde 2010, es el nuevo editor de Diálogo, junto con John M. Fowler. Juntos trabajarán con Lisa M. Beardsley-Hardy, la directora del departamento y editora principal de Diálogo. El doctor Kibuuka, que obtuvo títulos universitarios en la Universidad Makerere en Uganda y en la Universidad de Sudáfrica y fue profesor de la Universidad Makerere, comprende bien los gozos y desafíos de la vida en el campus de una gran universidad pública. Kibuuka ha estado activo durante muchos años como capacitador del ministerio a los estudiantes universitarios adventistas. Su dirección electrónica es: [email protected].

JOHN WESLEY TAYLOR V, Ph.D., Ed.D., director asociado del Departamento de Educación de la Asociación General y editor de Diálogo desde 2010, está dejando el cargo de editor para brindar más atención a sus responsabilidades como presidente de la junta de la Revista de educación adventista, y a su nueva responsabilidad de convertir esa revista y también Diálogo a una versión digital, para que la riqueza de estas revistas esté disponible sin cargo en todo el mundo. Nos sentimos agradecidos por sus valiosas contribuciones y perspicaz trabajo editorial, y aguardamos seguir recibiendo de tanto en tanto sus profundos artículos.

VALÉRIE MOOROOVEN, la nueva directora editorial de Diálogo, es oriunda de Francia. Moorooven contribuirá a coordinar la edición y la producción de la revista. Su educación superior incluye un Diplôme d’Etudes Universitaires Générales en Sciences de la Nature et de la Vie, un título universitario intermedio en ciencias naturales (1993), un Diplôme d’Etat d’Assistante Sociale, un título intermedio en Trabajo Social (1998), y un Certificado en Inglés Avanzado de la Universidad de Cambridge (2012). Antes de unirse a Diálogo, Valérie se des-empeñó como trabajadora social en la Isla Reunión, como traductora inglés-francés y asis-tente administrativa en la Unión Asociación del Océano Índico, en Madagascar; y, durante los últimos ocho años, como maestra de enseñanza primaria en Pretoria (Sudáfrica). Su dirección electrónica es: [email protected].

SUSAN ARAYA, doctoranda en agronomía en la Universidad Estatal de Brasilia (Brasil), se incorpora a Diálogo como codirectora editorial, para atender la coordinación editorial y publi-cación de las ediciones en español y en portugués de la revista. Desde sus títulos de grado hasta sus estudios doctorales, Araya ha conservado intacta la visión de investigar y estudiar uno de los grandes dones de Dios a la humanidad: el mundo de las plantas. Tiene estudios de grado en agronomía, y una maestría en ciencias mención producción vegetal. Su especialidad doctoral es en agronomía y producción sustentable. Aunque proviene de Chile, ha trabajado en varios países sudamericanos como docente, investigadora, directora de una estación de agronomía experimental en Chile, educadora ambiental, y profesora de genética y cultivos. Durante los últimos seis años, fue editora de textos del departamento de traducción de la División Sudamericana en Brasil. Su dirección electrónica es: [email protected].

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Los primeros capítulos de la Biblia (Génesis 1-11) con-tienen la historia de los comienzos, enfocándose en los comienzos naturales e

históricos, y en la historia subsiguien-te del mundo y de la humanidad.1

Aunque eso es importante en sí mismo, adquiere mayor significado cuando reconocemos que el rela-to de la creación del Génesis no tiene parangón. En ningún lugar del Antiguo Cercano Oriente o Egipto se ha registrado algo similar. Las palabras únicas sobre el Creador, la creación y la criatura –sobre Dios, el mundo y la humanidad en Génesis 1 y 2– marcan el tono general del mensaje maravilloso y singular de salvación de la Biblia.

LA COSMOGONÍA DE LA TOTALIDAD EN EL GÉNESIS

El relato de la creación del Génesis contiene el primer concepto del mundo y la humanidad como tota-lidades desde sus comienzos. Nadie experimenta y “conoce” a la huma-nidad en su totalidad. En la creación bíblica, sin embargo, esas realida-des son expresadas en sus totalidades como originándose en el Creador. Las totalidades del mundo creado de Dios

LA COSMOLOGÍA ÚNICA DE GÉNESIS 1La narrativa de la creación del Génesis no solo presenta el verdadero relato de los orígenes, sino que, al describirlos, brinda numerosas salvaguardas contra la mitología. El relato usa ciertos términos y motivos, y los emplea con un significado y un énfasis que expresan la cosmovisión bíblica, la comprensión de la realidad, y la cosmología de la revelación cristiana.

GERHARD F. HASEL y MICHAEL G. HASEL

y lo que se encuentra en él describen cómo se expresan en el tiempo y en el espacio el origen y la existencia conti-nua del mundo y la vida.

Hoy día muchos creen que no es necesario participar de un diálogo entre la presentación bíblica de la creación y la búsqueda científica para comprender al mundo y la humani-dad. Esos diálogos e interacciones, sin embargo, no solo son deseables, sino que también son esenciales. Las ciencias solo pueden ocuparse de las esferas parciales del conocimiento, pero no de sus totalidades.

Esta totalidad ya aparece revelada en el primer versículo de la Biblia: “En el principio creó Dios los cielos y la tierra” (Génesis 1:1).2 Esa simple oración formula cuatro afirmaciones básicas, completamente nuevas y pro-fundas en la búsqueda humana del origen del mundo y de Dios mismo.3

La primera afirmación sostiene que Dios creó el cielo y la tierra “en el principio”. Hubo, entonces, un momento cuando este planeta y los cielos atmosféricos que los circundan no existían. En las mitologías del Antiguo Cercano Oriente, la tierra no tiene comienzo, y en el pensamiento filosófico griego, el mundo existió desde la eternidad. Al usar las palabras

“en el principio”, sin embargo, la cos-mología del Génesis fija un comienzo absoluto para la creación. La signi-ficativa expresión “en el principio” separa la concepción del mundo una vez y para siempre de todos los ritmos cíclicos de la mitología pagana y de las especulaciones de la metafísica de la antigüedad. Este mundo –su vida y su historia–, no depende del ritmo cíclico de la naturaleza, sino que fue traído a la existencia como el acto de la creación de un Dios trascendente.

La segunda afirmación es que Dios es el Creador. Como Dios, está completamente separado y es inde-pendiente de la naturaleza. En efecto, Dios continúa actuando sobre la natu-raleza, pero Dios y la naturaleza están separados y jamás pueden ser equipa-rados en alguna forma de emanatismo o panteísmo. Esto contrasta con los conceptos egipcios según los cuales el dios creador Atum mismo es el mon-tículo primigenio del cual surgió toda la vida en la cosmología heliopónica, o donde, según otra tradición, Ptah es combinado con “la tierra que se eleva” de la teología menfita. En las cosmologías egipcias, “todo se encuen-tra dentro de la mónada inerte, aun el Dios creador”.4 En Egipto, no existía la separación entre dios y la naturaleza.

ENSAYO

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La tercera afirmación es que Dios ha actuado en una creación por el poder de su palabra. El verbo especial para “crear”, bará, tiene tan solo a Dios como sujeto a lo largo de toda la Biblia. En el idioma hebreo, nadie puede bará (crear) sino Dios. Solo Dios es el Creador, y nadie más puede tomar parte de esa actividad especial. El verbo bará jamás es emplea-do para la materia, para “las cosas” a par-tir de las cuales Dios crea; contiene, por el contrario –junto con el énfasis de la frase “en el principio”– la idea de la creación a partir de la nada (creatio ex nihilo). Dado que la tierra es descrita en el versículo 2 en su tosco estado de desolación y ruina, la palabra crear en el primer versículo del Génesis tiene que referirse al llamado a la existencia de la materia original para la formulación del mundo.

La cuarta afirmación se ocupa del objeto de la creación, el material que ha sido producido por la creación divina, a saber, “los cielos y la tierra”. Estas palabras, “los cielos y la tierra”, son en la lengua hebrea un sinónimo de nuestro término cosmos. Un estudio cuidadoso de las 41 veces que se usa la frase “los cielos y la tierra” revela que esto no significa que Dios creó todo el universo con sus miles de galaxias en el momento en que creó el mundo. El énfasis sigue estando en el planeta Tierra y sus alrededores más o menos inmediatos. Las elevadas ideas expresadas en este primer versículo de la Biblia marcan el tono de toda la cosmología del Génesis.

INTERPRETACIONES MODERNAS DE LA COSMOLOGÍA BÍBLICA

Se cree ampliamente que la cosmo-logía bíblica es un mito que describe un universo en tres estadios, con un cielo arriba, una tierra plana y el inframundo en la parte inferior. Si se junta esta comprensión con la presuposición de que la Biblia apoya un universo geocéntrico, o “centrado en la tierra”, entonces parece com-pletamente anticuada. Es por ello que muchos eruditos modernos han terminado convenciéndose de que la cosmología bíblica está histórica y cul-turalmente condicionada, reflejando la cosmología primitiva y pasada de moda del mundo antiguo. Sostienen

por lo tanto que la cosmología bíblica debería ser abandonada y remplazada por una más moderna y científica.

Rudolf Bultmann, un estudioso del Nuevo Testamento, escribió hace algunas décadas que en el Nuevo Testamento, “el mundo es como un edificio de tres pisos. En el medio se encuentra la tierra; sobre ella, el cielo, y abajo, el inframundo”,5 compuesto por el infierno, el lugar de tormento. Otros estudiosos modernos creen que la cos-mología del Antiguo Testamento descri-be literalmente ese cuadro de un univer-so en tres estadios, con almacenes físicos de agua, cámaras de vientos y ventanas, un dosel abovedado de los cielos sobre una tierra plana, en el centro de la cual hay un ombligo, con aguas bajo la tierra y los ríos del inframundo. Esa cosmo-logía mitológica ahora ha pasado de moda, escribió Bultmann. Las personas modernas no pueden creer en seme-jante cosmología mitológica mientras simultáneamente vuelan en aviones de reacción, navegan por Internet y usan teléfonos inteligentes.

Para el pensamiento moderno, esto nos deja abiertos a solo dos alternati-vas: (1) aceptar el cuadro mitológico supuesto del mundo al precio del sacrificio intelectual o, (2) abandonar la cosmología bíblica y adoptar cual-quier cosa que se promueva como la última teoría científica.

Esas dos alternativas son falsas. ¿Hallamos, después de una cuidadosa investigación, alguna evidencia en la Biblia de un universo en tres estadios? ¿Apoya la Biblia la noción de un uni-verso geocéntrico? Si algo tenemos que decir es que la Biblia se centra en las interrelaciones entre Dios y la huma-nidad. En el Antiguo Testamento, Dios se encuentra en el centro de todo, pero no es el centro físico. La Biblia no brinda información sobre una persona física. Según la Biblia, el sistema solar podría ser geocéntrico, heliocéntrico, o alguna otra cosa.

¿De dónde ha surgido la interpreta-ción de que la Biblia presenta un cuadro geocéntrico? Esa idea surgió en los tiem-pos posteriores al Nuevo Testamento, en el siglo II d.C., cuando los princi-pales teólogos adoptaron la cosmología griega de Ptolomeo, e interpretaron la

Biblia sobre la base de ese concepto no bíblico. El famoso juicio de Galileo en el siglo XVII podría haber sido evitado si los teólogos de la iglesia hubieran reconocido que su interpretación de ciertos textos de la Biblia se basaba en la cosmología del geógrafo y matemático pagano Ptolomeo.

Aunque hoy día nos hemos libe-rado de la cosmología de Ptolomeo, un vasto número de estudiosos de la Biblia aún leen la cosmología de la Biblia a través de los lentes de lo que creen son las cosmologías paganas del Antiguo Cercano Oriente y Egipto. En el análisis final, esas ideas están basadas en una interpretación defec-tuosa de ciertos pasajes bíblicos. Es importante reconocer que la afirma-ción de que la cosmología de la Biblia es mitológica es de origen más bien reciente. Pero la Biblia, interpretada apropiadamente y con honestidad en sus propios términos es, de hecho, aceptable para la mente moderna, y no presenta la clase de cosmología que tan ampliamente se le atribuye.

EL CONCEPTO BÍBLICO DE COSMOLOGÍA

La extendida noción de que la cosmología bíblica refleja una des-cripción pagana del universo en tres estadios ha arrojado una sombra gene-ralizada sobre el tema. La pregunta, sin embargo, implica saber si las cos-mologías mitológicas de la antigüedad tenían verdaderamente un universo claramente definido en tres estadios.

La visión egipcia de la antigüedad dentro de la teología menfita era que el lugar de residencia de los muertos se encontraba en el occidente. En el Amduat del Nuevo Reino, los falle-cidos son tragados por Nut junto con el sol en el oeste, viajan a través de las doce horas de la noche, y emergen con el sol en el paraíso, experimentando la regeneración y la recreación diarias. En la mitología cananea, la deidad suprema El tenía su trono cerca de “las fuentes de los Dos Ríos, en medio de la Doble-Profundidad”,6 lo que significaba que los dioses no siempre habitaban en los cielos o en el piso superior de ese supuesto universo en tres estadios. El dios cananeo Baal,

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quien desafortunadamente, también fue adorado en ocasiones por los israe-litas, tenía su habitación en la monta-ña de Zafón, en el norte de Siria, en la desembocadura del río Orontes.

Tales ejemplos dejan en claro que en la antigüedad no existía una des-cripción mítica unificada de un uni-verso en tres estadios. Y el concepto se encuentra completamente ausente de la cosmología bíblica.

La palabra original para “abismo” que aparece en Génesis 1:2 figura de manera prominente en el argumento de los estudiosos que apoyan la visión de que la cosmología del Génesis tiene tres estadios. Hay un cielo sobre la tierra más abajo (vers. 1), y debajo está “el abismo”, que se interpreta como “el océano primigenio”. Se ha afirmado que la palabra original para “abis-mo”, tĕhôm, deriva directamente del nombre Tiamat, el monstruo mítico de Babilonia que también era diosa del océano mundial primigenio en la épica nacional Enuma Elish. Se dice que Tĕhôm contiene “un eco del anti-guo mito cosmogónico”7 en el cual el creador Marduk enfrenta a Tiamat en batalla y la mata. Hoy se sabe que la interpretación que afirma que el término bíblico abismo depende lin-güísticamente de Tiamat es incorrec-ta, sobre la base de una comprensión avanzada de los idiomas semíticos comparados. En efecto, “es fonológi-camente imposible concluir que [la palabra original traducida como ‘abis-mo’] fue tomada de Tiamat”.8 Los 35 usos de esta palabra y sus formas derivativas en el Antiguo Testamento revelan que es por lo general “un término poético para una gran masa de agua”,9 lo que es completamente “no mítico”.10 Sugerir que Génesis 1:2 contiene el remanente de un conflicto del mito de la batalla pagana es incor-porar la mitología antigua a la lectura del Génesis, algo que texto en realidad combate. La descripción del “abismo” pasivo, impotente y sin organizar que aparece en Génesis 1:2 revela que el término es de contenido no mítico y de propósito antimítico.

En épocas más recientes, se ha sugerido un trasfondo cananeo para este mito de caos y batalla incrustado

en el Génesis, marcando un cambio de origen desde Babilonia al oeste. Pero hay pocas evidencias de ello. El término traducido como “mares” no aparece hasta Génesis 1:10, cuando uno lo esperaría en los primeros ver-sículos del relato. Cualquier conexión con la deidad cananea Yam, por lo tanto, no se encuentra presente, lo que “dificulta asumir que existía el mito de un dragón anterior cananeo como trasfondo de Génesis 1:2”.11 En efecto, varios eruditos rechazan de que haya siquiera un mito de la creación en Ugarit donde se hallaron esos térmi-nos, y otros cuestionan si Baal funcio-nó alguna vez como dios-creador.

¿Qué podemos decir de “las fuentes del abismo”, que se mencionan dos veces en el relato de la creación del Génesis (Génesis 7:11; 8:2)?12 El “gran abismo” se refiere sin duda a aguas subterráneas. Pero en esos textos no hay sugerencia alguna de que esas aguas subterráneas están conectadas con la mitología de un mar en el inframundo, sobre el cual flota la Tierra. Durante el diluvio, las fuentes de las aguas subterráneas, que habían alimentado las fuentes y los ríos, se partieron con tanto poder y fuerza que, sumadas a las lluvias torrenciales almacenadas en los cielos atmosféri-cos, produjeron el diluvio universal.

Las características subterráneas, tales como las aguas bajo/de debajo de la tierra (Éxodo 20:4; Deuteronomio 4:18; 5:8; Salmos 136:6) no concuerdan, des-pués de una investigación detallada, con la visión del mundo en tres estadios o pisos. ¿Y qué decir del inframundo? El šĕʾôl es invariablemente el lugar adonde van los muertos.13 Es una expresión figurativa del sepulcro, y puede ser equi-parada con el término hebreo regular para “sepulcro”. En la Biblia, šĕʾôl jamás se refiere a un inframundo de oscuridad tenebrosa o de aguas como la habitación de los muertos, como era concebido en la mitología pagana de los babilonios y los griegos. Como designación del sepulcro, el šĕʾôl, por supuesto, es subterráneo porque se encuentra en la tierra. Los tres usos de la frase “el agua/las aguas bajo/debajo de la tierra” (Éxodo 20:4; Deuteronomio 4:18; 5:8) se refieren fácilmente a las aguas por debajo de la

línea de la playa porque, en uno de esos textos (Deuteronomio 4:18), es de hecho el lugar donde habitan los peces.

Algunos pasajes poéticos describen los fundamentos de la Tierra, dicien-do que descansan sobre “columnas” (Job 9:6; Salmos 75:3; 1 Samuel 2:8). Estas palabras, sin embargo, son usa-das solo en poesía, y son mejor enten-didas como metáforas. No pueden ser construidas de manera de que se refieran a “columnas” literales. Aun hoy hablamos metafóricamente de “los pilares/las columnas de la iglesia”, refiriéndonos a devotos partidarios de la comunidad de creyentes. Es por ello que los pilares de la tierra son metá-foras que describen que Dios puede sostener o mover los fundamentos internos que sostienen la tierra en su lugar y que la mantienen unida, por-que él es el Creador.

Al pasar de lo que está “bajo/debajo de” la tierra a lo que está “arriba”, el acto de la creación por orden divina en el segundo día llama a la existencia el “firmamento” (Génesis 1:7). El fir-mamento con frecuencia está asociado con la “firmeza” y la “solidez”, ideas que derivan del término de la Vulgata firmamentum y de la Septuaginta steréōma, pero no del término original en hebreo. Siguiendo a la Vulgata, muchos han sugerido que este era un “cuerpo sólido abovedado”.14 Esta, sin embargo, es una interpretación sumamente reciente, que fue sugerida por primera vez en el siglo XVIII por el filósofo griego Voltaire. El término hebreo rāqîaʿ , que se traduce tradicionalmente como “firmamen-to”, se podría traducir mejor como “expansión”. Algunos han tratado de documentar, sobre la base de textos no bíblicos, que la palabra original desig-naba algo sólido, quizá una banda de metal. A pesar de ello, esos intentos de explicar el término hebreo no resultan convincentes. Tales interpretaciones están basadas en suposiciones filoló-gicas carentes de apoyo y nociones míticas extrabíblicas, no en lo que realmente exigen los textos bíblicos.

En pasajes tales como Génesis 1:7, Salmos 19:1, Daniel 12:3, el firma-mento significa la curvada expansión de los cielos, que para un observador

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desde el suelo parece una vasta bóveda invertida. En Ezequiel (1:22, 23, 25, 26; 10:1), tiene el sentido de una plata-forma “extendida” o superficie plana. En ningún texto de las Escrituras se enseña que el firmamento o, mejor aún, la “expansión” de los cielos es firme y sólida y está sosteniendo algo.15

La lluvia no atraviesa “las ventanas de los cielos” en un firmamento sóli-do. De los cinco textos de la Biblia que se refieren a las “ventanas de los cielos”, solo en el relato del diluvio (Génesis 7:11; 8:2) los relaciona con el agua, y aquí las aguas no provienen del firmamento sino de “los cielos”. Los tres textos restantes indican cla-ramente que la expresión “ventanas de los cielos” tienen que ser entendidas con un sentido no literal; es un len-guaje figurativo, de la misma manera en que hoy podemos hablar hoy de “las ventanas de la mente” o de “la bóveda del cielo”, sin implicar por ello que la mente tiene ventanas reales de marcos y cristales, o que el cielo es literalmente una bóveda literal de bloques sólidos o de concreto.

En 2 Reyes 7:2, la cebada viene de “las ventanas en el cielo”. En Isaías 24:18, parece ser que los problemas y las angustias usan ese medio de entra-da, mientras que en Malaquías 3:10, las bendiciones llegan desde “las venta-nas de los cielos”. Tal lenguaje figura-tivo no se presta a la reconstrucción de la cosmología bíblica. Esto se ve enfati-zado por el hecho de que la Biblia deja bien en claro que la lluvia viene de las nubes (Jueces 5:4; 1 Reyes 18:45), que se encuentran debajo y no arriba del firmamento o la expansión de los cielos (Job 22:13, 14). En Salmos 78:23, esta asociación de las nubes con “las puer-tas de los cielos” es explicada en poesía, donde el primer verso y el segundo verso repiten el mismo concepto: “Sin embargo, mandó a las nubes de arriba, abrió las puertas de los cielos. En el Antiguo Testamento, toda vez que llueve con fuerza, esto se expresa en forma figurada con la expresión de que las ventanas o las puertas de los cielos fueron abiertas.

Es importante reconocer el uso no literal, metafórico de las palabras –el lenguaje pictórico– de la Biblia. Si la

Biblia es leída e interpretada en sus propios términos, por lo general no es difícil reconocer un lenguaje semejante. Decimos que el sol se pone en el hori-zonte cuando, en efecto, bien sabemos que la tierra está rotando sobre su eje a considerable distancia del sol.

Sobre la base de estas evidencias, no puede sostenerse la perspectiva gene-ralizada de que la cosmología bíblica describe un universo en tres estadios. La así llamada perspectiva primitiva o primigenia termina siendo una inter-pretación asignada y no una derivada de los mismos textos.16 Aun cuando algunas narrativas de la Biblia están fechadas en períodos contemporáneos a algunos de esos mitos paganos, eso no implica necesariamente que cada escritor de la antigüedad usó las mis-mas ideas, sean estas inspiradas o no.

OTROS ASPECTOS DE CONTRASTE

La realidad es que el relato del Génesis muestra marcados contrastes con los relatos del Antiguo Cercano Oriente y Egipto, de manera que hay una polémica o argumento definido en contra de esos mitos.

¿Monstruo marino o criaturas marinas? El quinto día de la crea-ción (Génesis 1:20-23), Dios creó “los grandes monstruos marinos” (vers. 21), como suele traducirse el término hebreo. En los textos ugaríticos, aparece un término relacionado a un monstruo o dragón personificado, que fue vencido por la diosa Anat, la diosa creadora. ¿Se justifica vincular el término bíblico con la mitología en ese contexto? La palabra de Génesis 1:21 aparece claramente en un “contexto no mitológico”.17 Sobre la base de otros pasajes sobre la creación que aparecen en la Biblia, parece ser un nombre genérico para las grandes criaturas acuáticas, en contraste con las pequeñas criaturas del agua que se men-cionan a continuación (Génesis 1:21, 22; Salmos 104:25, 26). La creación divina de esas grandes criaturas acuáticas, com-pletamente carente de esfuerzo por parte de Dios, presenta un argumento delibe-rado contra la idea mítica de la creación por medio de la batalla y el combate.

La falta de combate, fuerza o lucha. La oposición al mito pagano

también se hace visible en la creación por orden divina de que surja “el firma-mento” (Génesis 1:6, 7) o “un espacio” (NTV), sin ningún tipo de lucha. Las mitologías del Antiguo Cercano Oriente y Egipto vinculan ese acto de separación con el combate y la lucha. Las cosmologías de la antigüedad no son absorbidas o se ven reflejadas en el Génesis, sino que son vencidas por este.

La creación por la palabra de su boca. En el relato bíblico de la creación, una característica de lo más asombro-sa es la creación de Dios por medio de la palabra hablada. El primer día, “dijo Dios: ‘Sea la luz’. Y fue la luz” (Génesis 1:3). Esto no tiene paralelo en la mitología mesopotámica y egipcia. En el Enuma Elish, Marduk “no crea el cosmos por medio de la palabra, sino al partir en dos de manera horripilante a Tiamat”.18 En la Épica de Atrahasis, la humanidad es creada a partir de la carne y la sangre de un dios asesinado que se mezclan con barro, pero “en el Génesis no se encuentra indicio alguno del uso de una deidad muerta o de cualquier otro material de una deidad viviente”.19

Un número de estudiosos han afir-mado que la creación por la palabra de la boca halla el mejor paralelo en las cosmologías egipcias. Hay varias tradi-ciones diferentes, sin embargo, que se desarrollaron con el tiempo, con varia-ciones significativas. En la cosmología o teogonía heliopolónica, Atum genera el Enéada (nueve dioses) a partir de sí mismo por medio de la masturbación o el esputo: “y le nacieron dos herma-nos: Shu y Tefnut”.20 En otra tradición, los Textos de los Sarcófagos describen a Atum como el sol asignándole el nombre de Re-Atum. En ocasiones, los dos son separados como “Re en tu amanecer, Atum en tu ocaso”.21 En ese sentido, Atum, que a menudo se lo equipara con el dios-sol Re, se desa-rrolla a sí mismo y origina los dioses y todas las cosas.

En la teología menfita de Egipto, Ptah es comparado y contrastado con Atum. Aunque Atum es creado por “esa simiente y esas manos, (porque) la Enéada de Atum evolucionó mediante su simiente y sus dedos, la Enéada es dientes y labios en esa boca que pro-nunció la identidad de todas las cosas,

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y de la cual emergieron Shu y Tefnut y dieron a luz a la Enéada”.22 Aquí el escritor logra el objetivo de fusionar los dos relatos al decir “que el origen de la Enéada a través de los dientes y los labios (de Ptah) es el mismo que el ori-gen por medio del semen y las manos de Atum”.23 La boca es por lo tanto equiparada con el miembro masculino “del cual emergieron Shu y Tefnut y dieron a luz a la Enéada”.24 Fue por medio del desarrollo propio que Atum/Ptah creó los dioses. Que sus dientes y labios aquí sean comparados con las palabras espontáneas que se encuen-tran en la creación del Génesis ignora el paralelismo que se hace con Atum y su connotación sexual.

En contraste, no existe indicio algu-no de autogeneración o procreación en el relato del Génesis. La expresión recurrente “Dijo Dios […], y fue así” (Génesis 1:3, 6, 9, 11) habla de la pala-bra creadora espontánea, omnipotente e inalterable. La palabra autoexistente de Dios destaca la vasta brecha insal-vable entre la descripción bíblica de la creación y la mitología pagana. La cosmología del Génesis enfatiza la diferencia fundamental entre el ser divino, su creación, y el ser creado, de manera de excluir cualquier idea de emanatismo, panteísmo y dualismo.

Argumento descriptivo. La cos-mología del Génesis presenta en varias instancias cruciales una polémica o argumento marcadamente antimítico al describir el material creado. Esto queda en evidencia en la descripción del “abismo” (Génesis 1:2), la creación de las grandes criaturas marinas (vers. 21), la separación creadora del cielo y la tierra (vers. 6-8), el propósito de la creación de los seres humanos como el pináculo de los seres creados sobre la tierra (vers. 26-28), y la creación por medio de la palabra divina (vers. 3). A esta impresionante lista debería añadir-se que la descripción de la creación y la función del sol y la luna (vers. 14-18), cuyos nombres semíticos específicos fueron evitados con seguridad porque esos mismos nombres se refieren al mismo tiempo al dios-sol y a la diosa-luna. El uso de los términos “lumbrera mayor” y “lumbrera menor” “insufla un aire fuertemente antimítico”25 o

polémico, socavando las religiones y las mitologías paganas en puntos funda-mentales. El autor del Génesis procuró que el lector supiera que el sol y la luna no eran dioses, sino la creación de Dios para funciones específicas.

La creación de la humanidad. La magnífica narrativa de la creación de Génesis 1:26-28 habla de la humanidad como el pináculo de la creación.26 El término para “crear” es empleado tres veces en esos versículos para enfatizar la creación divina de la humanidad por la palabra de Dios. El hombre (tanto varón como mujer) aparece como la criatura que recibe una bendición particular de parte de Dios (Génesis 1:28); él es “el soberano del mundo”,27 lo que incluye a los reinos animal y vegetal. Todas las plantas y los árboles frutales que dan semilla son para alimento (Génesis 1:29). Esa elevada descripción de la preocupa-ción y el cuidado divino por las necesi-dades físicas de la humanidad se destaca de tal manera del propósito de la creación en la mitología del Antiguo Cercano Oriente que uno es llevado a concluir que el escritor de la Biblia describió el propósito de la creación de la humanidad en forma deliberada con el fin de com-batir las ideas paganas mitológicas enfa-tizando, al mismo tiempo, la orientación antropocéntrica de la creación.

Todos los mitos del Antiguo Cercano Oriente describen la necesidad de la crea-ción de la humanidad como un pensa-miento posterior que resultó de un inten-to de aliviar a los dioses de los trabajos difíciles y de procurar el alimento y la bebida. Esa noción mítica se ve contra-dicha por la idea bíblica de que los seres humanos tienen que enseñorearse del mundo como vicerregentes de Dios. Es obvio que ese énfasis antimítico no puede ser el resultado de la adopción de nocio-nes míticas paganas; por el contrario, se encuentra arraigado en la antropología bíblica y en la comprensión bíblica de la realidad. En las cosmologías egipcias, “hasta el momento no se conoce un relato detallado de la creación del hombre”.28 El principal énfasis de las cosmologías egip-cias es la creación del panteón de dioses egipcios, de manera que son mejor des-critas como teogonías, aunque los dioses mismos representan los elementos de la naturaleza. Unos pocos textos indican que

la humanidad provino de las lágrimas de Re. “Ellos [Shu y Tefnut] llevaron mi ojo [de Re] con ellos; después de que me uní a mis miembros lloré por ellos. Así es como surgieron los hombres, de las lágrimas que brotaron de mi ojo”.29 El énfasis primor-dial no está en la creación de la humani-dad, que es mencionada simplemente de paso, sino en la restauración del ojo de Re, que en la mitología egipcia tenía poderes significativos y protectores. En un Texto del sarcófago (7.465, Conjuro 1130), dice: “Creé dioses con mi sudor, y la humani-dad de las lágrimas de mi ojo”. Se señala que el hombre es “creado como todo lo demás, y es llamado ‘el ganado del dios’ (Instrucción al rey Merikare) o ‘ganado de Re’, pero son los dioses los que ocupan el estado central de las cosmologías”.30 En la teología menfita, la creación de los huma-nos ni siquiera es mencionada.

La semana de siete días y el orden de la creación. La secuencia completa de la creación de Génesis 1 demuestra un orden divino, de manera que lo que era informe y vacío es formado e incorporado dentro de un ecosistema completo que sostendrá la vida. La secuencia divina de seis días literales y consecutivos de 24 horas, que culmina con el descanso sabático, se encuentra completamente ausente en los relatos del Antiguo Cercano Oriente y Egipto.

El Enuma Elish indica algunas ana-logías en el orden de la creación: el fir-mamento, la tierra seca, las luminarias y, por último, la raza humana. También hay, sin embargo, diferencias muy claras: (1) no hay una expresa declaración de que la luz es creada antes que las lumina-rias; (2) no existe una referencia explícita a la creación del sol. Es difícil inferir esto a partir del personaje de Marduk como una deidad solar y de lo que se dice de la creación de la luna en la Tableta V; (3) no existe una descripción de la crea-ción de la vegetación; (4) por último, el Enuma Elish no menciona para nada la creación de algún tipo de vida animal en el mar, el cielo o la tierra. Una compara-ción entre el Génesis y ese relato muestra que en Génesis 1 se describen el doble de procesos de la creación. Existe solo una analogía general entre el orden de la creación en ambos relatos; “no existe un paralelismo cercano en la secuencia de la creación de elementos comunes a ambas

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cosmologías”.31 Respecto del momento de la creación, la única pauta posible es brindada en el relato de Atrahasis de la creación de la humanidad. Aquí catorce piezas de barro son mezcladas con la sangre del dios asesinado y colocadas en la diosa de la matriz. Después de diez meses de gestación, la diosa da a luz a siete descendientes mujeres. El nacimiento de la humanidad después de diez meses de gestación no se encuentra en el Génesis; la humanidad es creada en el sexto día. Tratar de vincular el sábado con un trasfondo del Antiguo Cercano Oriente también ha resultado inútil.

En las cosmologías egipcias la creación no tiene finalidad alguna. Hay más bien “un patrón de un día de generación recurrente que se repite cada mañana con la salida del sol, que simboliza el renacimiento diario de Amón, el dios-sol creador como materialización de Atum”.32 El ciclo de la muerte y el renacimiento era tan central para el pen-samiento egipcio que la muerte misma era vista como parte del orden normal de la creación. En un papiro funerario de la XXI Dinastía, una serpiente alada aparece de pie sobre dos pares de piernas, con la inscripción: “muerte el gran dios, quien hizo dioses y hombres”.33 Esta es “una personificación de la muerte como un dios creador y una impresionante idea visual de que la muerte es una característica necesaria del mundo de la creación, es decir, de la existencia en general”.34 Una imagen similar puede ser vista en la cámara funeraria de Tutmosis III, en la que, en la undécima hora del Amduat, se ve que Atum sostiene las alas de una serpiente alada que está flanquea-da a ambos lados por los ojos de Udyat: los ojos de Re y Horus. El concepto de un sábado y de la secuencia de siete días está completamente ausente.

La cosmología del Génesis represen-ta un “quiebre completo”35 de las mito-logías paganas del Antiguo Cercano Oriente y Egipto al socavar las cos-mologías míticas prevalecientes y los fundamentos básicos de las religiones paganas. La descripción de la creación no solo presenta el verdadero relato sino que, al describirla, el escritor escogió numerosas salvaguardas con-tra la mitología. Usó ciertos términos y motivos, en parte relacionados con

conceptos paganos incompatibles (cos-mológicos, ideológicos y teológicos) y en parte en contraste deliberado con los mitos del Antiguo Cercano Oriente, y los empleó con un significa-do y un énfasis que expresan la cosmo-visión, la comprensión de la realidad y la cosmología de la revelación divina.

La concepción exaltada y sublime que hace el relato del Génesis de la creación muestra en su centro a un Dios trascen-dente que, como el Creador supremo y único, hace existir al mundo por el poder de su palabra. El centro de toda la creación es la raza humana como varón y mujer. La cosmología del Génesis, que revela de la manera más abarcadora los fundamentos sobre los cuales descansan la realidad de la cosmovisión y el mundo bíblicos, no conoce a un universo en tres estadios o pisos. Brinda la respuesta de la Inspiración a la pregunta intelectual del “quién”, de la creación a la cual apunta el libro de la naturaleza: a Dios el Creador. También brinda respuestas a las preguntas relacionadas de “cómo” fue hecho el mundo y de “qué” es lo que fue hecho. Mediante verbos de acción tales como “separó” (Génesis 1:4, 7), “hizo” (1:7, 16, 25, 31; 2:22), “puso” (1:17), “creó” (1:1, 21, 27; 2:4), “formó” (2:7, 8, 19), y “dijo” (1:3, 6, 9, 14, 20, 24, 26), se revela una indicación del “cómo” de la actividad creadora divina. La tercera pregunta intelectual pregunta “qué” es lo que produjo el Creador trascendente. El escritor bíblico mismo lo resume con las palabras: “Los cielos y la tierra, y todo lo que hay en ellos” (Génesis 2:1).

El relato bíblico de la creación con la cosmología del Génesis va mucho más allá de esas preguntas intelectuales al ocuparse también de la pregunta existen-cial fundamental, porque es también el informe de la inauguración de los proce-sos naturales e históricos. Responde a lo que el Creador divino es capaz de hacer. Dado que el Creador –que no es otro que Cristo, el Agente creador del Padre (Juan 1:1-4; Hebreos 1:1-3)– hizo el cosmos y todo lo que está en él, dado que él es el Hacedor de las fuerzas de la naturaleza y Sustentador de la creación, él también puede usar esas fuerzas para hacer reali-dad su voluntad en el drama del tiempo en curso por medio de acciones y actos poderosos en la naturaleza y en la historia.

Este artículo, ligeramente abreviado, apareció originalmente como un capítulo de Gerald A. Klingbeil (editor), He Spoke and It Was (Nampa, Idaho: Pacific Press, 2015).

Gerhard F. Hasel (Ph.D., Universidad Vanderbilt), era,

antes de su muerte prematura en un accidente de automóvil en 1994,

Profesor J. N. Andrews de Estudios Bíblicos del Antiguo Testamento y exdecano del Seminario Teológico

Adventista de la Universidad Andrews, en Berrien Springs (Míchigan, Estados Unidos).

Michael G. Hasel (Ph. D., Universitad de Arizona),

es hijo de Gerhard y actualmente Profesor de Estudios del Antiguo

Cercano Oriente y Arqueología, y Director del Instituto de

Arqueología de la Universidad Adventista Southern, en Collegedale

(Tennessee, Estados Unidos).

1. Este estudio fue publicado por primera vez por Gerhard F. Hasel, “Genesis Is Unique”, Signs of the Times (Junio 1975): 22-26 y (Julio 1975):23-25. Los artículos fueron revisa-dos y expandidos por Michael G. Hasel de manera de incluir fuentes actuales y nueva información sobre los paralelos del Antiguo Cercano Oriente y Egipto.

2. A menos que se indique lo contrario, todos los textos bíblicos de este artí-culo han sido extraídos de la versión Reina-Valera 95® © Sociedades Bíblicas Unidas, 1995. Usada con autorización.

3. Gerhard F. Hasel, “Recent Translations of Genesis 1:1: A Critical Look”, The Bible Translator 22 (1971):154-168; Hasel, “The Meaning of Genesis 1:1”, Ministry 49, no.1 (Enero 1976), pp. 21-24*.

4. Richard J. Clifford, Creation Accounts in the Ancient Near East and in the Bible (Washington, D.C.: The Catholic Biblical Association, 1994), p. 114.

5. Rudolf Bultmann, “New Testament and Mythology”, en H. W. Bartsch (editor), Kerygma and Myth (London: Harper & Row, 1953), 1:2.

6. Albrecht Goetze, “El, Ashartu and the Storm-God”, Ancient Near-Eastern Texts (1969), p. 519.

7. S. H. Hooke, “Genesis”, en H. H. Rowley y Matthew Black (editores), Peake’s Commentary on the Bible (London: Thomas Nelson, 1962), p. 79.

8. David Toshio Tsumura, “The Earth and the Waters in Genesis 1 and 2: A Linguistic Investigation”, Journal for the Sttudy of the Old Testament Sup 83 (1989), p. 31.

9. Mary K. Wakeman, God’s Battle With the Monster: A Study in Biblical Imagery (Leiden: Brill, 1973), p. 86.

Continúa en la página 19

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LIDERAZGO: ACTUAR CON RESPONSABILIDAD Y ÉTICA.Lecciones de la vida de SaúlLa vida de Saúl es preservada en las Escrituras, no para que decidamos sobre su destino eterno, sino para que aprendamos a enfrentar los desafíos de la vida. La vida de Saúl como líder ilustra algunos de los errores éticos más comunes en el liderazgo.

LOWELL C. COOPER

ENSAYO

Actuar con res-p on s a b i l i d a d y ética! Podría usar muchos otros términos, un torrente de

palabras que puede ampliar el concepto de rendición de cuentas: ser dignos de confianza, los valores funda-mentales, la integridad, la moral, etc. Esas palabras motivan preguntas con las que luchamos en las instancias pri-vadas de la vida. Son esos momentos en los que nos preguntamos: “¿Qué clase de persona quiero ser?” Y acaso la pregunta más importante: “¿Qué clase de persona soy llamada a ser?”

El tema de actuar con responsabilidad y ética es desarrollado en estas páginas mediante el estudio de los errores en el liderazgo de un famoso personaje de la Biblia. El propósito no es exponer o cri-ticar, sino aprender; no para aprovechar-nos los unos de los otros, como puede haber sido la estrategia que escondía el consejo de Napoleón Bonaparte (“Jamás interrumpas a tu enemigo cuando está

cometiendo un error”1), sino para apren-der, para que nosotros y los demás evi-temos las tragedias que resultan de los errores del liderazgo.Los hijos de Israel pasaron por un momento de cambios estructurales, una transición de la teocracia a la monarquía. El libro de 1 de Samuel es rico en detalles relacionados con los eventos fundamen-tales en la saga de la nación. El reparto de personajes incluye a Samuel, Saúl, David, Jonatán y otros que van apa-reciendo en breves episodios. Nuestro principal énfasis, sin embargo, estará en Saúl, el primer rey de Israel. En este estudio, descubriremos los seis errores más comunes del liderazgo.

PRIMER ERROR DEL LIDERAZGO: LA INCAPACIDAD DE IDENTIFICAR Y ENFRENTAR EL PROBLEMA CORRECTO

La historia comienza en 1 Samuel el capítulo 8. El profeta Samuel había envejecido. Había designado a sus hijos como jueces de Israel, pero ellos no tenían ni el valor moral ni las inclina-

ciones espirituales de su padre. Eran deshonestos y ventajistas. Por lo tanto, los ancianos se reunieron y pidieron a Samuel que designara un rey. Las naciones que los rodeaban parecían prosperar bajo esa clase de estructura organizacional, y los ancianos de Israel veían en el sistema monárquico un bienvenido alivio respecto de la situa-ción actual. Estaban en lo correcto al identificar el problema: ¡Los líderes eran corruptos! Desafortunadamente, también concluyeron que el sistema estaba corrompido y era necesario un cambio. La frustración con el liderazgo los llevó a mostrarse impacientes con la estructura y el sistema.

Marquemos eso como el error núme-ro uno en esta sucesión de eventos: No pudieron identificar y enfrentar el problema correcto. Creyeron que el pro-blema era el sistema. Los sistemas y las estructuras, sin embargo, son solo instrumentos. No poseen vida inde-pendiente. Acusar al sistema cuando las cosas salen mal es como acusar al martillo por errarle al clavo. Ningún

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sistema de gobierno puede compen-sar por líderes corruptos. Y diversos sistemas de gobierno, aun las dictadu-ras, pueden funcionar bien –al menos durante un tiempo– bajo un buen liderazgo moral. A pesar de ello, es fácil acusar al sistema por las debilidades de los elementos humanos que encierran.

Los ancianos de la nación querían ser como las naciones que los rodeaban. Desde el punto de vista de un obser-vador distante, las cosas parecían ir bien con las monarquías. Sin duda era un típico ejemplo de ver más verde la grama del vecino. Pero los responsables estaban decididos. Samuel se opuso a la idea, pero no hubo caso. Agonizó entonces con Dios por ello, y el Señor le dijo que accediera a las demandas del pueblo. Dios le aseguró al profeta que él era quien estaba siendo rechazado, y no Samuel. ¿No nos asusta un poco ver con cuánta facilidad el pueblo de Dios puede llegar a rechazarlo?

Los israelitas querían ser como las demás naciones. ¡Cuán poco perci-bían que su contribución a la historia no se debía a los reyes sino a los pro-fetas, que otras naciones no tenían! Notemos tres puntos fundamentales que debemos aprender.

1. Necesitamos tener cuidado, no sea que descartemos un profeta para ser como los que nos rodean.

2. Necesitamos tener cuidado al escoger nuestros modelos no sea que, al tratar de ser como ellos, apartemos la vista de Dios.

3. Es de vital importancia la fibra espiritual y moral de los que ocupan puestos de liderazgo. Un ejército de ovejas al mando de un león puede ven-cer a un ejército de leones al mando de una oveja. Dios puede usar nuestras capacidades y conocimientos para su obra, pero eso no es lo primero que necesita de nosotros. “Avanzad con determinación en la debida dirección, y las circunstancias serán vuestros ayudadores, no vuestros obstáculos”.2

SEGUNDO ERROR DEL LIDERAZ-GO: FUNCIONAR FUERA DE LA AUTORIDAD QUE LE COMPETE

En realidad, Saúl fue elegido por Dios. Escuchar y responder el llamado divino no garantiza el éxito. Es verdad que Dios

capacita a los llamados. Pero al respon-der, no siempre reclamamos la bendición que él está tan dispuesto a darnos.

Saúl se convirtió en rey. Tenía las cualidades visibles correctas. Era un joven de 30 años que impresionaba, sin parangón entre los israelitas, de una cabeza de altura por encima del resto (1 Samuel 9:2). Samuel lo ungió y lo despidió, diciéndole que se encontraría con algunos profetas. El Espíritu del Señor vendría sobre él, se uniría a los profetas, y sería transformado en una persona distinta. Todo sucedió como Samuel lo había dicho. Y la gente dijo: “¡Viva el rey!” ¡Qué historia! Comenzó bien pero terminó en fracaso. ¿Recibió él un cargo demasiado grande para su capacidad? ¿Será que se convirtió en uno de esos individuos que se contenta en vivir de sus logros pasados? ¡Cuán pronto Saúl comenzó a asumir que el reinado era su derecho en lugar de su privilegio! Nada puede fracasar tanto como el éxito.

Saúl, sin embargo, bajo la presión de una crisis, quebrantó un acuerdo (1 Samuel 13:2-9). Es bueno dejar una resonante primera impresión. Una demostración de fuerzas contra el enemigo ayudaría a unir a todos bajo el nuevo rey, y daría legitimidad al nuevo sistema. Las guarniciones de los filisteos en Guibeá y Gueba parecían los lugares correctos para comenzar.

Ahora bien, Samuel había acordado que se encontraría con Saúl en siete días en Guilgal. Habría un servicio de ado-ración y consagración del nuevo gobier-no. Los filisteos, sin embargo, siempre estaban listos para el conflicto, y no conocían el acuerdo de los siete días de Saúl con Samuel. Estaban listos para pelear, y sus fuerzas impresionaban.

“Los israelitas se dieron cuenta de que estaban en aprietos, pues todo el ejército se veía amenazado. Por eso tuvieron que esconderse en las cuevas, en los matorra-les, entre las rocas, en las zanjas y en los pozos” (1 Samuel 13:6, NVI).3

Noten lo que vieron: su situación. El problema es todo lo que vieron. ¡Ya habían perdido la capacidad de ver a Dios! Esa fue la primera indicación de que las cosas no saldrían bien. La ansiedad por el presente distrae nuestra atención de Dios y nuestra

confianza en los demás. Al igual que Saúl, terminamos tomando en nuestras propias manos las cosas que pertenecen a otros: “Algunos hebreos incluso cruzaron el Jordán para huir al territorio de Gad, en Galaad. Saúl se había quedado en Guilgal, y todo el ejército que lo acompañaba temblaba de miedo. Allí estuvo esperando siete días, según el plazo indicado por Samuel, pero éste no llegaba. Como los soldados comenzaban a desban-darse, Saúl ordenó: ‘Tráiganme el holocausto y los sacrificios de comu-nión’; y él mismo ofreció el holocaus-to” (vers. 7-9).

Aún hoy es un error común de los líderes funcionar fuera de la autoridad legítima y la descripción de las tareas del cargo. La Iglesia Adventista ha adoptado un modelo de liderazgo en equipo: una composición de tres directivos (por lo general un presiden-te, un secretario y un tesorero, pero también expresado con otros cargos). El efecto neto de esto es que ninguna persona posee la autoridad comple-ta y definitiva. Por el contrario, la autoridad y la responsabilidad son compartidas. Un equipo de directivos que no comprenden la función y la descripción de tareas de cada uno está destinado a los conflictos y a cometer errores. Es así de simple.

TERCER ERROR DEL LIDERAZGO: PONER EXCUSAS Y ECHARLE LA CULPA A LOS DEMÁS

Justo cuando los hombres de Saúl se encontraban borrando las evidencias, llegó Samuel y preguntó qué había sucedido. La respuesta a Samuel con-tiene todas las excusas clásicas conoci-das. Notemos: “Como vi que la gente se desbandaba, que tú no llegabas en el plazo indicado, y que los filisteos se habían juntado en Micmás, pensé: ‘Los filisteos ya están por atacarme en Guilgal, y ni siquiera he implorado la ayuda del Señor’. Por eso me atreví a ofrecer el holocausto” (1 Samuel 13:11, 12).

Los psicólogos hablan del “error de atribución”. Es un término que descri-be lo que sucede con la mayoría de las personas: Nos acreditamos los éxitos y

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acusamos a otros de nuestros fracasos. Notemos las cinco excusas que usó Saúl. En los siglos que han pasado desde Saúl, la humanidad en realidad no ha inventado ninguna clase nueva de excusas. Y le debemos mucho a su inventiva a la hora de evitar la respon-sabilidad.

1. Lo que hice fue tu culpa. “No llegaste en el plazo indicado”. En otras palabras, “tú me obligaste a hacerlo”. Es la mentalidad de víctima. “Te golpeé por-que me hiciste enojar”. “Tuve que robar de la compañía porque no me pagan lo suficiente”. “Soy adicto al trabajo porque mis padres eran alcohólicos”.

2. No me quedó otra. “La gente comenzó a desbandarse y los filisteos se juntaron para atacar”. Las circuns-tancias me obligaron a hacerlo. “Él era tan deficiente como esposo que tuve que abandonarlo”. “Si soy completa-mente honesto con mis clientes, jamás alcanzaré las metas de ventas”.

3. Lo hice por una buena causa. En otras palabras, el fin justifica los medios. Estaba aquí sentado y me di cuenta de que “los filisteos ya estaban por atacarme”. En el capítulo 15, Saúl presenta excusas otra vez, esta vez por no haber destruido todo lo que pertenecía a los amalecitas. Por el contrario, Saúl perdonó la vida del rey amalecita y lo mejor del ganado.

4. Cuando Samuel insistió, Saúl dijo: “Las tropas [otra vez acusó a otros] dejaron con vida a las mejores vacas y ovejas para ofrecerlas al Señor tu Dios” (véase 1 Sam. 15:15). En otras palabras, no soy responsable de esto.

5. Hice la mayor parte de lo que me dijiste; ¿no alcanza con esto? “He cumplido la misión que el Señor me encomendó. He destruido por completo a los amalecitas” (véase 1 Sam. 15:20). Este tipo de excusa refie-re las acciones desde un ángulo total-mente diferente para crear una percep-ción diferente.

El punto central que encierran todas esas excusas es que la decisión de desobedecer a Dios es personal. Es difícil que resolvamos la contra-dicción entre nuestro deseo de ser instrumentos de Dios y la falsa noción de que él depende de nosotros. Él no será derrotado solo porque nosotros

lo seamos. Podemos decir: “Hágase tu voluntad, no la mía”. Sin embargo, cuando la voluntad de Dios no parece hacerse realidad, sentimos que Dios ha perdido la batalla porque nosotros la hemos perdido.

Tenemos la fuerte tendencia a concluir que las buenas fortunas o los infortunios de la obra de Dios están alineados direc-tamente con nuestras buenas fortunas o nuestros infortunios. ¡Qué falacia! La obra de Dios no está en nuestras manos, y jamás dependerá de nuestra suerte. Permítanme decirlo con mayor claridad: La iglesia puede terminar en la completa ruina, y la obra de Dios igualmente seguiría adelante. Participar en su obra no es nuestro derecho ni su necesidad. Es nuestro privilegio.

CUARTO ERROR DEL LIDERAZGO: LA INSEGURIDAD FRENTE AL ÉXITO AJENO

1 Samuel 17 registra el famoso encuentro con Goliat, que aterrorizó a Saúl y su ejército hasta que David, un joven pastor de ovejas, intervino y derrotó al gigante con una honda y una piedra. Este asombroso e ines-perado suceso fue motivo de júbilo y de cánticos. “Aconteció que cuando volvían, después de haber matado David al filisteo, salieron las mujeres de todas las ciudades de Israel a reci-bir al rey Saúl cantando y danzando con panderos, con cánticos de ale-gría y con instrumentos de música. Mientras danzaban, las mujeres can-taban diciendo: ‘Saúl hirió a sus miles, y David a sus diez miles’. Saúl se enojó mucho y le desagradaron estas pala-bras, pues decía: ‘A David le dan diez miles, y a mí miles; no le falta más que el reino’. Y desde aquel día Saúl no miró con buenos ojos a David” (1 Sam. 18:6-9, NKJV).

La atención se desvió de Saúl por el afecto popular hacia David, como resultado de la derrota de Goliat. Saúl se volvió envidioso. Sufría de inse-guridad emocional. Parecía haberse convertido en alguien que no podía pensar en otro que no fuera él. Y cuando una persona llega a ese punto, no tiene mucho en qué pensar. Saúl era demasiado inmaduro como para sentir otra cosa aparte de temor frente

al éxito de David. Una de las señales de la madurez es la capacidad de reco-nocer las virtudes y los logros de otra persona, aun de un potencial rival.

La palabra más fácil de decir es “yo”. Y la más difícil es “tú”. Acaso es imposible que alguien aprenda a decir “tú” hasta que aprenda en primer lugar a decir “Dios”.

Notemos la escala descendente de celos:- Saúl se mostró celoso de David.- Los celos se convirtieron en odio.- El odio impidió un pensamiento

racional.- La enemistad buscó el aniquilamiento.

El resto de su reinado, Saúl se dedi-có más que nada a buscar a David para destruirlo. La inseguridad de Saúl se convirtió en su obsesión.

David fue a Samuel en busca de protección. Saúl se enteró dónde estaba David, y envió emisarios para capturar-lo. Los emisarios quedaron atrapados en el éxtasis de los profetas: una, otra, y aun una tercera vez. Por último, el mismo Saúl fue y también terminó uniéndose a los profetas. Saúl tuvo una vez más una experiencia espiritual; estuvo en una reunión de reavivamiento. Pero fue un reavivamiento superficial.

Saúl tenía serios problemas, y lo que necesitaba era algo más que un entu-siasmo emocional. Necesitaba un nuevo punto de vista intelectual, un renova-do interés en otras personas, un cono-cimiento de la misericordia de Dios, una nueva voluntad. Un baño caliente no cura el cáncer, ni el efecto de un momento emocional produce cambios profundos en la vida de una persona.

QUINTO ERROR DEL LIDERAZGO: SENTIR AUTOCOMPASIÓN PRESENTA UNA DISTORSIÓN DE LA REALIDAD

En su intento de atrapar a David, Saúl citó a los hombres de Benjamín, buscando justificarse ante ellos. Había llegado al punto donde sentía lástima de sí mismo, y distorsionó los hechos para racionalizar su propio fracaso. Después de acusarlos de conspirar con-tra él, se quejó diciendo: “¡Ahora veo por qué todos ustedes conspiran contra mí, y por qué nadie me informa del pacto que mi hijo ha hecho con el hijo

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de Isaí! Nadie se ha tomado la molestia de avisarme que mi propio hijo instiga a uno de mis súbditos a que se subleve y me aceche, como en realidad está pasando” (1 Samuel 22:8).

Saúl había perdido la capacidad de diferenciar entre lealtad y el disenti-miento. No podía soportar que alguien difiriera de sus ideas. Aun comenzó a sospechar de las personas de con-fianza, simplemente sobre la base de rumores sin fundamento. Saúl ordenó la matanza de los sacerdotes, pero sus propios guardias se rehusaron a hacerlo (1 Samuel 22:17). Entonces le pidió a Doeg el edomita que matara a los sacerdotes. La matanza de 85 sacer-dotes fue seguida de la destrucción de la ciudad de Nob, sus habitantes y sus animales (vers. 18, 19). Un espíritu de venganza se había apoderado de Saúl. Él no fue el único líder que ha destrui-do a colegas simplemente sobre la base de rumores infundados y sospechas.

La tarea más difícil del mundo es ser honesto con uno mismo. Y es aún más difícil en la vida de un líder. Las demandas del liderazgo fácilmente pue-den disimular lo que está sucediendo en la vida interior. La atención y el respeto constantes de los demás difi-culta la introspección. La obligación de actuar constantemente ante la vista de los demás motiva que ocultemos nues-tras debilidades, que protejamos nuestra fragilidad, hasta que parece que no tene-mos ninguna. Si vivimos escuchando y concentrándonos en los halagos que nos dan otras personas, podemos sucumbir a la ilusión de grandeza.

Permíteme expresar aquí una adver-tencia: Las presiones del liderazgo pueden agotarnos física y emocional-mente. Cuando comenzamos a sentir lástima de nosotros mismo porque pensamos que la vida es injusta, o porque la gente no nos quiere, o por-que otros son desagradecidos, es mejor ponernos en guardia. Esa es una señal casi segura de que hemos perdido la capacidad de ser honestos con noso-tros mismos.

Es allí donde la vida devocional y privada se vuelve aún más impor-tante para conservar la estabilidad ante la presión de las circunstancias. No podemos escondernos de Dios.

Encontrarnos con el Señor nos lleva a admitir algunas realidades personales. Soy pecador. Al mismo tiempo, él me ama, me llamó a una sociedad con él y me bendijo con su gracia transformadora. Entonces llegamos a ver la adversidad bajo una nueva luz: “Cuando soy débil, entonces soy fuer-te” (2 Corintios 12:10).

SEXTO ERROR DEL LIDERAZGO: CREER QUE EL LÍDER ESTÁ EXENTO DE LAS REGLAS QUE SE APLICAN A LOS DEMÁS

Después de la muerte de Samuel, Saúl había desterrado a los adivinos y hechiceros de la nación. Ahora, él mismo fue en busca de uno. Saúl se había relegado a un rincón, donde había quedado aislado e incapaz de confiar en otra persona, pero necesita-ba desesperadamente un consejero. Por ello, se disfrazó y fue a visitar la adivina de Endor (véase 1 Samuel 28:3–25).

Es típico de la naturaleza humana que un individuo, en especial un líder, crea que tiene el derecho de quebran-tar una regla que se aplica a todos los demás. La mayoría de nosotros puede ver el valor y la legitimidad de las reglas morales y los reglamentos organizacio-nales, pero creemos que podemos ejer-cer discreción sin dañarnos a nosotros mismos o perjudicar a nuestra organi-zación. Las leyes morales, al igual que las físicas, se aplican a todos. Un santo y un pecador que saltan por un acanti-lado caerán a la misma velocidad. Los reglamentos organizacionales y labo-rales tienen por objetivo proteger la organización de un liderazgo arbitrario y sus ponzoñosos efectos sobre la moral de los empleados.

Saúl se suicidó (1 Samuel 31:1–13). Esto resultó inevitable, si no en ese momento, en otro. Desde el momento en que la vida comenzó a presentarle dificultades, Saúl pensó en ellas no como desafíos que tenía que enfrentar y superar sino como problemas que tenía que evitar. Comenzó su carrera en medio de grandes expectativas. Al pasar el tiempo, sin embargo, se volvió más y más egocéntrico. Cada expe-riencia fue mensurada en términos de sus propios intereses egoístas. Al

enfrentar la muerte, solo podía pensar en que sus enemigos se burlarían de él.

CONCLUSIÓNNecesitamos tener cuidado, para no

ser demasiado severos al juzgar a Saúl. La gracia de Dios es abundante, aun para con el más débil de sus siervos. La vida de Saúl es preservada en las Escrituras, no para que nosotros deci-damos sobre su destino eterno, sino para que aprendamos a enfrentar los desafíos de la vida. La vida de Saúl como líder ilustra algunos de los erro-res éticos más comunes en el liderazgo:

La incapacidad de identificar y enfrentar el problema correcto;

Funcionar fuera de la autoridad que le compete;

Poner excusas y echarle la culpa a los demás;

La inseguridad frente al éxito ajeno;Sentir autocompasión, que distor-

siona la realidad;Creer que el líder está exento de las

reglas que se aplican a los demás.Al menos una de las grandes lec-

ciones que tenemos que observar en esta trágica biografía de Saúl es que “el liderazgo se trata de asumir res-ponsabilidades, no de poner excusas”. “Si habéis cometido errores, ganáis ciertamente una victoria si los veis y los consideráis señales de advertencia. De ese modo transformáis la derrota en victoria”.4

Lowell C. Cooper (M.Div., Universidad Andrews;

M.P.H., Universidad de Loma Linda) fue vicepresidente de la Asociación General de la Iglesia Adventista en

Silver Spring (Maryland, Estados Unidos). Su dirección electrónica:

[email protected].

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1. http://www.brainyquote.com/quotes/authors/n/napoleon_bonaparte_2.html.

2. Elena G. White, Palabras de vida del Gran Maestro, p. 266.

3. A menos que se indique lo contrario, todas las referencias bíblicas de este artículo han sido extraídas de La Santa Biblia, Nueva Versión Internacional® NVI® Copyright © 1999 de Biblica, Inc.® Usada con autorización. Todos los derechos reservados.

4. White, Palabras de vida del Gran Maestro, p. 267.

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¿DE DÓNDE PROVENIMOS LOS SERES HUMANOS?La interpretación creacionista de las Escrituras, donde los seres humanos somos el resultado de un acto divino de creación especial, contradice la hipótesis evolutiva de la descendencia con modificaciones a partir de primates ancestrales. Este capítulo examina y discute las evidencias fósiles que se relacionan con los orígenes humanos.

RONNY NALIN

ENSAYO

Cómo decidimos qué es un ser humano?

Un enfoque simple es definir

la humanidad sobre la base de características anatómicas. Sin embargo, cada especie viviente muestra variabili-dad de rasgos morfológicos. Cuando se compara con otras especies de primates existentes, la métrica del esqueleto de los seres humanos modernos parece ser más bien homogénea.1 Ciertos fósiles quedan fuera de este limitado espectro moderno de variabilidad, y no hay un consenso claro sobre los criterios diagnósticos que deban determinar si serán considerados seres humanos o no. Un enfoque prác-tico es poner a un fósil en particular en la categoría Homo cuando la masa y las proporciones corporales, las dimensiones dentales y las adaptaciones esqueléticas a la bipedalidad sugieren una semejanza mayor con los seres humanos modernos que con fósiles australopitecinos (un grupo de homínidos cuyos restos fueron desenterrados por primera vez en África, a principios del siglo pasado). Otros rasgos a menudo considerados relevan-tes al definir los seres humanos son las dimensiones del cerebro, la habilidad de fabricar herramientas, y las señales de comportamiento social y simbólico.

¿EVOLUCIONARON LOS SERES HUMANOS A PARTIR DE LOS AUSTRALOPITECINOS?

En la hipótesis evolutiva, los Australopithecus son considerados antepasados del género Homo. Sus restos se encuentran en depósitos del Plioceno que yacen por deba-jo de los depósitos que contienen a los fósiles Homo. La anatomía del Australopithecus revela rasgos que hoy pueden ser encontrados solamente en los seres humanos. Sin embar-go, muchas características distinguen evidentemente al Australopithecus del Homo. Estas incluyen, entre otras: (1) masa corporal más pequeña; (2) tamaño cerebral pequeño (~ 400 a 550 cm3, a diferencia de los ~ 1400 cm3 en los seres humanos modernos); (3) longitud mayor del antebrazo con respecto al brazo; (4) pecho en forma cónica y el esternón hundido; y (5) dedos relativamente largos y curvos.2 Los descubrimientos realizados en décadas recientes han incrementado el rango de variabilidad observado en fósiles australopitecinos; por consi-guiente, se han aplicado una variedad de nombres de especies a esos restos. Complicaciones adicionales emergen del descubrimiento del Ardipitecus ramidus en capas debajo de las que

contienen restos de Australopithecus. A pesar de sus proximidades espacial y temporal con Australopithecus, el Ardipitecus ramidus es excepcional-mente diferente.3 Por otro lado, las capas por encima del rango estra-tigráfico de Australopithecus produ-cen restos atribuidos tanto a Homo como a fósiles de homínidos simi-lares al Australopithecus, solo que con características esqueléticas más robustas (género Paranthropus). Si ambas formas derivaron del Australopithecus, la discontinuidad entre Homo y Australopithecus se hace aún más evidente cuando se compara con la semejanza entre Australopithecus y Paranthropus.

En resumen, las evidencias fósiles empleadas para argumentar a favor de la relación evolutiva entre Homo y otras formas homínidas extintas están muy lejos de ser convincentes, y quedan sin resolver, particularmente a la luz de un registro fósil de los homí-nidos del Plioceno aún incompleto.

¿RELACIONA EL HOMO HABILIS A LOS AUSTRALOPITECINOS CON LOS SERES HUMANOS?

El Homo habilis, descrito y nom-brado en la década de 1960, es una especie basada principalmente en res-

¿

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tos fósiles que han sido descubiertos en África Oriental. Estos fósiles indican un grado tan grande de variación morfológica que muchos investigado-res creen que la especie contiene en realidad dos formas distintas, una más pequeña y otra más grande. Las esti-maciones de capacidad craneal varían entre 500 y 750 cm3, ligeramente mayores que el promedio de 400 y 550 cm3 para los australopitecinos. Los estudios de los huesos de los pies sugieren que el H. habilis era un bípe-do terrestre, pero las proporciones de los huesos del brazo son similares a las del chimpancé. Algunos autores han llegado a la conclusión de que el H. habilis es una forma derivada del australopitecino en vez de ser parte del género Homo.4

HUMANOS DE ASPECTO “NO MODERNO”

Algunos fósiles comparten suficien-tes semejanzas con los seres humanos anatómicamente modernos (SHAM) como para ser considerados parte de la especie humana; sin embargo, exhiben rasgos suficientemente distintivos para ser descritos como especies diferentes. La siguiente sección examina las prin-cipales clases de seres humanos fósiles de aspecto “no moderno”.

Homo erectus. Esta especie está basada en descubrimientos hechos en Indonesia, China, África y Euroasia Occidental. Las características dis-tintivas de H. erectus incluyen (1) bóveda craneal alargada y baja; (2) arcos superciliares robustos; (3) ángulo afilado entre la base y la parte poste-rior del cráneo; y (4) tamaño cerebral absoluto promedio (~ 1000 cm3) más pequeño que el de SHAM. Los restos poscraneanos5 y los rastros de pisadas bien conservados sugieren proporcio-nes corporales y movimiento (loco-moción) esencialmente modernos. La altura y la masa corporal estimadas para algunos especímenes de H. erec-tus son comparables a los SHAM pro-medio, pero otros especímenes mues-tran un tamaño muy reducido.6

Entre los enigmas que rodean al origen de H. erectus está su aparición repentina, su discontinuidad morfo-lógica y su coaparición junto a for-

mas supuestamente ancestrales. Otro enigma es que, desde su mismo ori-gen, H. erectus presenta una amplia distribución geográfica, desde África hasta el sudeste asiático. Esto ha lle-vado a algunos a cuestionarse el esce-nario comúnmente aceptado de un origen africano para H. erectus con la consiguiente dispersión a Asia. Estos investigadores respaldan lo opuesto: su origen en Asia y la dispersión pos-terior a África.7

Más aún, los antropólogos no se ponen de acuerdo sobre el destino del H. erectus. Algunos argumentan que los asiáticos modernos retienen rasgos típicos del H. erectus, sugiriendo la continuidad regional entre las formas SHAM y H. erectus.8 Otros proponen que el H. erectus asiático fue una rama lateral periférica de larga vida que finalmente se extinguió.9

Homo heidelbergensis. Los fósiles de H. erectus desaparecen de África y Europa hacia finales del Pleistoceno Inferior. Aquí, son sucedidos por fósi-les de mediados del Pleistoceno que muestran un marcado aumento en la capacidad craneal. Estas muestras han sido agrupadas en la especie H. heidelbergensis, vista como una forma africano-europea derivada de H. erec-tus y antepasado tanto de los neander-tales como de los SHAM.10

Los restos fósiles encontrados en el Pleistoceno Medio Superior de China son muy similares a los especímenes clásicos africano-europeos de H. hei-delbergensis. Algunos autores sugieren que el material chino indica una emi-gración demorada del H. heidelbergen-sis al Asia. Sin embargo, partidarios de la opinión de la continuidad regional (donde fósiles de la misma región que son de especies aparentemente dife-rentes muestran similitudes) prefieren interpretar que los fósiles chinos son evidencia de la gradación local conti-nua desde el H. erectus hasta SHAM.11

Neandertales (Homo neandertha-lensis). Los fósiles neandertales se encuentran solamente en Europa y el Asia occidental.12 En general muestran semejanza con SHAM, pero tienen una estructura esquelética más robus-ta y características del cráneo muy dis-tintivas.13 En el Pleistoceno Superior

comienzan a aparecer restos con el conjunto completo de rasgos neander-tales, pero las características similares a las de los neandertales son evidentes ya en fósiles de homínidos europeos de mediados del Pleistoceno.14

Los neandertales tenían proporcio-nes corporales similares a las de los SHAM que viven en ambientes extre-madamente fríos, como por ejemplo los esquimales. Sin embargo, la idea de que la anatomía esquelética nean-dertal es resultado de su adaptación al clima ha sido desafiada recientemen-te. Además, la región mediterránea, con su clima templado, parece haber sido su zona de residencia favorita.15

Los neandertales desaparecen del registro fósil en el Pleistoceno Superior. Algunos piensan que su extinción fue atribuible a su remplazo por nuevos inmigrantes de SHAM. Otros proponen que los neanderta-les se mezclaron al menos en parte con el grupo de SHAM en expan-sión. El análisis del ADN mitocon-drial (mtADN) extraído de huesos de neandertales ha revelado secuen-cias que difieren del mtADN de los SHAM tanto actuales como fósiles.16 Sin embargo, estas diferencias no pue-den negar totalmente que los nean-dertales hayan contribuido al fondo genético humano. A decir verdad, un estudio reciente del genoma nean-dertal parece indicar que el ADN de poblaciones humanas del presente contiene segmentos derivados de los neandertales.17

EL REGISTRO FÓSIL DE LOS SERES HUMANOS ANATÓMICAMENTE MODERNOS (SHAM)

Los SHAM se distinguen sobre la base de algunos rasgos, incluyendo, entre otros: (1) un cráneo con forma más globular que alargada; (2) un rostro que no se proyecta hacia ade-lante; (3) poco desarrollo de los arcos superciliares; (4) una barbilla bien definida; y (5) dimensiones dentales más pequeñas.18

Los primeros fósiles que muestran esta combinación de rasgos provienen de África Oriental. Sin embargo, es importante señalar que otros especí-

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menes contemporáneos de las mismas localidades no parecen tan moder-nos.19 Es solamente en un nivel estrati-gráfico más alto (generalmente datado en alrededor de 45.000 años) que SHAM se convierte en el tipo domi-nante de fósil humano. A partir de ese punto, se lo empieza a encontrar de Europa a Australia y hasta Asia. La expansión repentina parece corre-lacionarse con la dispersión desde Asia Occidental. Poco después de la expansión, se registran en Europa los primeros ejemplos sorprendentes de arte figurativo (pinturas en cuevas y figurines esculpidos).

Este patrón de aparición de rasgos morfológicos modernos ha conducido a la hipótesis del “éxodo desde África”, que postula que el SHAM evolucionó primero en África Oriental y después se extendió al resto del mundo. El mosaico de caracteres morfológicos aparentes en la mayor parte de los SHAM tempranos puede ser explica-do por la existencia de alguna mezcla genética con poblaciones humanas preexistentes (como los neandertales en Europa) en lugar de un reempla-zo total. Un modelo alternativo, la Teoría de Evolución Multirregional, no respalda la idea de que SHAM se originó en África. En vez de ello, sugiere que la emergencia de la modernidad anatómica fue un pro-ceso gradual que involucró a más de una población a la vez. Estos grupos habrían estado viviendo en regiones diferentes, pero aun así podían haber intercambiado genes, contribuyendo a la modificación gradual general de nuestra especie.

DISCUSIÓNEl significado de la variabilidad

en los caracteres morfológicos. Las especies de homínidos están definidas en la suposición de que la variabilidad morfológica refleja diferencias gené-ticas lo suficientemente significativas como para impedir su cruzamien-to. En otras palabras, las especies eran tan diferentes entre sí que no se mezclaron para generar descendencia. Sin embargo, algunos rasgos podían variar por otras razones no genéticas, como por ejemplo, el comportamiento

y el clima. Además, algunas diferen-cias esqueléticas que parecen implicar discontinuidad biológica podrían, en vez de ello, ser correlaciones del tama-ño o etapa de desarrollo, o pueden simplemente reflejar una cantidad de variabilidad mayor que la observada en los seres humanos modernos.20

Otra complicación con las recons-trucciones evolutivas viene de la prác-tica de asignar un orden de aparición a los caracteres morfológicos, definiendo algunos como “ancestrales”, o “pri-mitivos”, y otros como “derivados”. La distribución de estas características no siempre sigue el patrón esperado y ocurren combinaciones en mosaico donde los fósiles viejos muestran rasgos “modernos”, o las poblaciones moder-nas poseen rasgos “arcaicos”.21

A pesar de las dificultades para inter-pretar la variabilidad en los caracteres morfológicos, no puede negarse que la modernidad anatómica aparece solamen-te en la cima del registro fósil humano.

Puntos fuertes y débiles del mode-lo evolutivo. Las secciones previas de este capítulo ilustran cómo el pensa-miento actual con respecto a la evo-lución humana está lejos de aclararse. Cómo evaluar el actual peso de las evi-dencias es obviamente un tema subje-tivo, pero el punto de vista personal del autor es que el caso para la evolución humana basado en el estudio de los fósiles no es un caso convincente. En particular, las transiciones clave, como la de los australopitecinos hacia el Homo, carecen de un apoyo adecuado y detallado como para ser demostradas rotundamente. Por otro lado, la mayor fortaleza del modelo evolutivo yace en la distribución ordenada de fósiles, con los australopitecinos apareciendo por debajo de Homo, y SHAM aparecier-ndo solamente en la cima del rango estratigráfico del género Homo.22

La evidencia fósil desde una pers-pectiva creacionista. Las diferencias anatómicas observadas entre austra-lopitecinos y Homo son interpretadas por la mayoría de los creacionistas como la representación de grupos de primates distintos y no relacionados. La variabilidad observada entre espe-cies diferentes de Homo, sin embargo, es interpretada a menudo como expre-

sión de una alta diversidad original y microevolución dentro del grupo humano.23 De acuerdo con este enfo-que, Homo erectus, H. heidelbergensis, H. neanderthalensis y otras formas del “mosaico” serían verdaderos represen-tantes de la especie humana que en algún momento desarrolló conjun-tos distintivos de rasgos morfológi-cos como consecuencia de cambios genéticos y factores ecológicos. Esta interpretación implica que el aspecto moderno de los seres humanos quedó fijado solo en un tiempo relativamente reciente de entre un rango mayor de expresiones morfológicas. Como ejem-plo, las modificaciones microevoluti-vas posdiluvianas son invocadas con regularidad para otras especies (como los felinos y los cánidos) y no deben descartarse categóricamente para los seres humanos. La fijación de nuestra especie no parece estar respaldada por las evidencias bíblicas y, efectiva-mente, la mayoría de los creacionis-tas incluso proponen que ocurrieron cambios fisiológicos en nuestra especie como consecuencia del pecado o de las condiciones ecológicas modifica-das después del Diluvio.

Grupos humanos diferentes, como el H. erectus y el H. neanderthalensis, pueden de esta manera representar las poblaciones dispersas después del Diluvio, que en algunos casos fijaron ciertos rasgos anatómicos debido a su relativo aislamiento geográfico. La aparición tardía de SHAM podría estar relacionada con la dispersión más reciente de un grupo humano en el que fueran predominantes los rasgos anatómicamente modernos.24 Es interesante señalar que la Biblia da pie a tales migraciones sucesivas (por ejemplo, la dispersión posdiluviana y la dispersión posterior al evento de la Torre de Babel), y que el registro bíblico y parte del registro fósil con-vergen en colocar a Asia Occidental como el centro de dispersión para estas emigraciones.

Este artículo fue publicado originalmente como parte de una compilación titulada Fe y ciencia: 20 investigadores cristianos responden a preguntas básicas sobre el universo y la vida. L. James Gibson y Humberto M. Rasi (editores). Asociación Casa Editora Sudamericana, Adaptado con autorización.

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1928.1 AÑO 2016 DIÁLOGO UNIVERSITARIO

Ronny Nalin estudió en la Universidad de Padua

(Italia), donde obtuvo su Doctorado en Ciencias de la Tierra. En el año 2007 se

incorporó como científico investigador al Geoscience Research Institute [Instituto

de Investigaciones en Geociencias], y es profesor adjunto de Geología en

Loma Linda University (California). Sus intereses de investigación se centran en la sedimentología de carbonatos

no tropicales, especialmente del área mediterránea, y la estratigrafía

de secuencias de los depósitos sedimentarios marinos poco profundos.

Ha publicado varios artículos sobre estos temas en revistas internacionales.

Su jornada espiritual lo ha llevado gradualmente a valorar la fe y la

ciencia como fuentes de conocimiento y comprensión de la vida.

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1. M. M. Lahr, The Evolution of Modern Human Cranial Diversity: A Study in Cranial Variation (Cambridge: Cambridge University Press, 1996).

2. B. Asfaw et al., “Australopithecus Garhi: A New Species of Early Hominid From Ethiopia”, Science 284 (1999): 629-635; B. Wood y M. Collard, “The Human Genus”, Science 284 (1999): 65-71.

3. T. White et al., “Ardipitecus ramidus and the Paleobiology of Early Hominids”, Science 326 (2009): 75-86.

4. Wood and Collard (1999), ver la nota 2. 5. El término poscraneal se refiere a otros

elementos esqueléticos aparte del cráneo.6. D. Lordkipanidze et al., “Postcranial

Evidence from Early Homo from Dmanisi, Georgia”, Nature 449 (2007): 305-310; A. C. Walker y R. E. F. Leakey, The Nariokotome Homo Erectus Skeleton (Cambridge, Massachusets: Harvard University Press, 1993).

7. R. Dennel y W. Roebroeks, “An Asian Perspective on Early Human Dispersal from Africa”, Nature 438 (2005): 1.099-1.104.

8. D. A. Elter, “The Fossil Evidence for Human Evolution in Asia”, Annual Review of Anthropology 25 (1996): 275-301.

9. C. B. Stringer, “Modern Human Origins: Progress and Prospects”, Philosophical Transactions of the Royal Society of London B 357 (2002): 563-579.

10. Stringer (2002); véase la nota 9.11. Elter (1996), véase la nota 8; Stringer

(2002), véase la nota 9.12. Los neandertales pudieron haber-

se extendido incluso hasta el sur de Siberia.

13. Véase E. Trinkaus, “Modern Human Versus Neanderthal Evolutionary Distinctiveness”, Current Anthropology 47, nº 4 (2006): 597-620; véase también la nota 18.

14. Por ejemplo, el “cráneo Swanscombe”, véase C. B. Stringer y J. J. Hublin, “New Age Estimates for the Swanscombe Hominid, and Their Significance for

Human Evolution”, Journal of Human Evolution 37 (1999): 873-877. Véase también los restos esqueléticos descu-biertos en Sima de los Huesos, España, en J. L. Arsuaga et al., “The Sima de los Huesos Crania (Sierra de Atapuerca, Spain): A Comparative Study”, Journal of Human Evolution 33 (1997): 219-281.

15. P. Shipman, “Separating ‘Us’ from ‘Them’: Neanderthal and Modern Human Behavior”, Proceedings, National Academy of Sciences (EE.UU.) 105, nº 38 (2008): 14.241, 14.242.

16. J. P. Noonan et al., “Sequencing and Analysis of Neanderthal Genomic ADN”, Science 314 (2006): 1.113-1.118.

17. R. E. Green et al., “A Draft Sequence of the Neanderthal Genome”, Science 328 (2010): 710-722.

18. E. Trinkaus, “Early Modern Humans”, Annual Review of Anthropology 24 (2005): 207-230.

19. M. H. Day, “Omo Human Skeletal Remains”, Nature 222 (1969): 1.135-1.138.

20. A. Rosas, “A Gradient of Size and Shape for the Atapuerca Sample and Middle Pleistocene Hominid Variability”, Journal of Human Evolution 33 (1997): 319-331; T. White, “Early Hominids–Diversity or Distortion?” Science 299 (2003): 1.994-1.997.

21. Trinkaus (2006), 597-620.22. La distribución ordenada de restos bio-

lógicos es una de las características principales del registro fósil.

23. M. L. Lubenow, Bones of Contention (Grand Rapids, Michigan: Baker Books, 2004).

24. S. Hartwig-Scherer, “Apes or Ancestors?”, en Mere Creation, W. A. Dembski (editor) (Downers Grove, Illinois: InterVarsity Press, 1998), 212-235.

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10. Kurt Galling, “Der Charakter der Chaosschilderung in Genesis 1.2”, Zeitschrift fur Theologie und Kirche 47 (1950), p. 151.

11. Tsumura, “The Earth and the Waters in Genesis 1 and 2: A Linguistic Investigation”, pp. 32, 33.

12. Véase Gerhard F. Hasel, “The Fountains of the Great Deep”, Origins 1 (1974), pp. 67-72.

13. El término šĕʾôl es traducido como “sepulcro” (31 veces), “infierno” (31 veces), y “abismo” (6 veces) en la ver-sión del Rey Jacobo (KJV). La traducción “infierno” es desafortunada, porque el término no tiene nada que ver con la tor-tura, el tormento o un estado consciente.

14. Claus Westermann, Genesis (Neukirchen-Vluyn, Germany: Neukirchener, 1974), p. 160.

15. Randall W. Younker y Richard M. Davidson, “The Myth of the Solid Heavenly Dome: Another Look at the Hebrew Term rāqîaʿ”, Andrews University Seminary Studies 49 (2011), p. 127.

16. Walter C. Kaiser Jr., “The Literary Form of Genesis 1:1-11”, en J. B. Payne (editor), New Perspectives on the Old Testament (Waco, Texas: Word, 1970), p. 57.

17. Theodor H. Gaster, “Dragon”, The Interpreter’s Dictionary of the Bible, t. 1 (1962), p. 868.

18. Gordon H. Johnston, “Genesis 1 and Ancient Egyptian Creation Myths”, Bibliotheca Sacra 165 (2008), p. 187.

19. Alan R. Millard, “A New Babylonian ‘Genesis’ Story”, Tyndale Bulletin 18 (1967), pp. 3-18.

20. “From Pyramid Texts Spell 527”, trad. de James P. Allen, The Context of Scripture 1, no. 3, p. 7.

21. James P. Allen, Genesis in Egypt: The Philosophy of Ancient Egyptian Creation Accounts (New Haven, Connecticut: Yale University Press, 1988), p. 10.

22. “From the ‘Memphite Theology’”, trad. de James P. Allen, The Context of Scripture, 1, 15, pp. 21-23.

23. Ragnhild Bjerre Finnestad, “Ptah, Creator of the Gods: Reconsideration of the Ptah Section of the Denkmal”, Numen: International Review for the History of Religions 23 (1976), p.

24. James P. Allen, “From the ‘Memphite Theology’”, The Context of Scripture, 1, pp. 15, 16, 22.

25. Nahum M. Sarna, Understanding Genesis (New York: Schocken, 1970), p. 9.

26. Ibíd., 13.27. Otto Loretz, Schöpfung und Mythos,

Stuttgarter Bibelstudien 32 (Stuttgart: Katholisches Bibelwerk, 1968), pp. 92-98.

28. Jaroslav Černý, Ancient Egyptian Religion (Westport, Conn.: Greenwood, 1979), p. 48.

29. Papyrus Bremner-Rhind (BM 10188).30. Richard J. Clifford, Creation Accounts in

the Ancient Near East and in the Bible (Washington, D.C.: The Catholic Biblical Association, 1994), p. 116.

31. Charles Francis Whitley, “The Pattern of Creation in Genesis”, Journal of Near Eastern Studies 17 (1958), pp. 34, 35.

32. Gordon H. Johnston, p. 192.33. Papyrus of Henuttawy (British Museum

10188).34. Erik Hornung, Conceptions of God in

Ancient Egypt (Ithaca, N.Y.: Cornell University Press, 1982), p. 81.

35. Gerhard von Rad, Genesis. A Commentary (Philadelphia: Westminster, 1962), p. 53.

La cosmología única de Génesis 1Continuación de la página 11

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CUIDAR EL MEDIO AMBIENTE: TAREA DE DIOS… Y NUESTRADios anticipa un futuro ecológico. Es un futuro, sin embargo, que depende de nuestra mayordomía.

JOHN WESLEY TAYLOR V

ENSAYO

Como cristianos, ¿por qué necesitamos siquiera pre-ocuparnos por el medio ambiente? ¿No nos hizo Dios, acaso, dueños de la

tierra, para utilizarla en beneficio pro-pio?1 ¿No son los seres humanos de mayor valor que los ríos, los árboles o los animales?2 ¿No fueron los israelitas casti-gados por adorar la tierra y lo que en ella hay?3 ¿No creemos en la segunda venida, cuando la tierra será consumida por el fuego y entonces Dios mismo creará “un nuevo cielo y una nueva tierra”?4 ¿No es nuestra misión la de salvar almas en lugar de salvar el planeta?5

RESPONSABILIDAD CRISTIANA POR EL MEDIO AMBIENTE

Aunque esas inquietudes tienen cier-to grado de validez, acaso tenemos que comenzar haciéndonos una pregunta distinta: Como cristianos, ¿por qué no habríamos de cuidar el medio ambien-te? Después de todo, el cuidado del medio ambiente es bíblico. Hay cuatro pilares que apoyan esta premisa.

1. Dios es el creador, y somos hechos a su imagen. Todo comienza con el Dios Creador, quien trae a la existencia un mundo físico que ve con deleite.6 Génesis expresa: “Entonces Dios miró todo lo que había hecho, ¡y vio que

era muy bueno!”.7 Dios crea a los seres humanos a su imagen –para reflejar su carácter y prioridades– y los colo-ca como mayordomos de su creación: “Entonces Dios dijo: ‘Hagamos a los seres humanos a nuestra imagen, para que sean como nosotros. Ellos reinarán sobre los peces del mar, las aves del cielo, los animales domésticos, todos los ani-males salvajes de la tierra y los animales pequeños que corren por el suelo’”.8

Esa posición de mayordomía, sin embargo, está vinculada a una relación compartida. Resulta significativo, por ejemplo, que Dios crea a los animales y los seres humanos a partir del “polvo de la tierra” y concede a cada uno la correspondiente bendición (“Sean fructíferos y multiplíquense”).9

En esencia, “del Señor es la tierra y todo cuanto hay en ella”.10 Y nosotros hemos de ser custodios responsables del ecosistema en el que vivimos.11

2. Dios permanece conectado y protege su creación. Las Escrituras documentan la relación continua de Dios con su creación y el cuidado de ella.12 Consideremos, por ejemplo, el diluvio, según se registra en Génesis 6-9. Ante una inminente catástrofe mundial, Dios busca preservar las dis-tintas especies. Dice a Noé que guarde “en el arca […] de todos los seres

vivientes, y […] una pareja de cada especie de aves, para que puedan sobre-vivir”.13 Incluso mientras se desataba el diluvio “Dios se acordó entonces de Noé y de todos los animales salvajes y domésticos que estaban con él en el arca. Hizo que soplara un fuerte viento sobre la tierra, y las aguas comenzaron a bajar”.14 Por otra parte, al final del diluvio, Dios incluyó específicamente a los animales en la relación del pacto: “Yo establezco mi pacto con ustedes, con sus descendientes, y con todos los seres vivientes que están con ustedes, es decir, con todos los seres vivientes de la tierra que salieron del arca: las aves, y los animales domésticos y salvajes”.15

Las Escrituras también dejan en claro que Dios no solo protege sino que tam-bién provee para las necesidades huma-nas y de todas sus criaturas. “Tú, Señor, cuidas de hombres y animales”.16 “Todos ellos esperan de ti  que a su tiempo les des su alimento.  Tú les das, y ellos recogen; abres la mano, y se colman de bienes”.17 Jesús dice, “Fíjense en las aves del cielo: no siembran ni cosechan ni almacenan en graneros; sin embargo, el Padre celestial las alimenta”.18

En resumen, la Biblia pone en evidencia que el cuidado del medio ambiente es un asunto de Dios. Y si Dios protege, conserva y provee el cui-

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dado de todas las criaturas, ¿debería-mos nosotros ser menos cuidadosos?

3. Dios pide a los seres humanos que cuiden la creación. En la creación, Adán y Eva se ponen en marcha para servir y preservar el planeta y todo lo que hay en él: “El Señor Dios puso al hom-bre en el jardín de Edén para que se ocu-para de él y lo custodiara”.19 Esta es una comisión que nunca ha sido revocada.

La instrucción de Dios a los hijos de Israel incluye la bondad con los animales: “Si en el camino encuen-tras caído un burro o un buey que pertenezca a tu hermano, no te hagas el desentendido”.20 Los animales tam-bién deben recibir beneficios por su trabajo. “No le pongas bozal al buey –ordena Dios– mientras esté trillan-do”.21 Del mismo modo, Salomón nos recuerda que “el justo atiende a las necesidades de su bestia”.22

Un ejemplo clásico de la estima de Dios para con los animales se encuen-tra en el trato de Balaam a su asna. Cuando frustrado y luego furioso, Balaam golpea varias veces al asna, las primeras palabras del ángel a Balaam se refieren al maltrato del animal: “¿Por qué golpeaste tres veces a tu burra?”23

Las instrucciones de Dios también incluyen un tiempo de descanso para la tierra y para los animales. Esto se hace realidad en el descanso semanal sabáti-co: “Pero el día séptimo será un día de reposo para honrar al Señor tu Dios. No hagas en ese día ningún trabajo, ni tam-poco tu hijo, ni tu hija, ni tu esclavo, ni tu esclava, ni tus animales”.24 También se instituye un año sabático en el que la población agraria debía permitir que la tierra estuviera inactiva. En conse-cuencia, cada siete años, debía existir un período para que los animales domésti-cos descansaran y la tierra se renovara.25

El medio ambiente tenía que ser protegido aun en la guerra: “Si antes de conquistar una ciudad tienes que sitiarla por mucho tiempo, no derribes sus árboles”.26 Más tarde, Jesús instruye a sus discípulos para que practiquen la conservación. Después de alimentar milagrosamente a miles, Jesús instruye, “Ahora junten lo que sobró, para que no se desperdicie nada”.27 En suma, pruebas convincentes de que Dios espera que los seres humanos se preo-

cupen por el medio ambiente. 4. Dios sufre cuando su creación es

profanada y explotada. Dios transmite su preocupación por medio del profeta Jeremías: “Yo los traje a una tierra fér-til,  para que comieran de sus frutos  y de su abundancia. Pero ustedes vinieron y contaminaron mi tierra […]. ¿Hasta cuándo estará seca la tierra, y marchita la hierba de todos los campos? Los ani-males y las aves se mueren por la maldad de los que habitan el país […]. La han dejado en ruinas,  seca y desolada ante mis ojos; todo el país ha sido arrasa-do porque a nadie le importa”.28

El profeta Ezequiel también expresa la angustia de Dios: “¡Ay de ustedes, pastores de Israel, que tan sólo se cuidan a sí mismos! […] ¿No les basta con comerse los mejores pastos, sino que tienen también que pisotear lo que queda? ¿No les basta con beber agua limpia, sino que tienen que enturbiar el resto con las patas?”29

Dios define las consecuencias cuan-do el mundo que él ha creado es quebrantado y contaminado: “¡Ay de aquellos que acaparan casa tras casa […] hasta que no dejan lugar para nadie más, y terminan viviendo solos en el país!  El Señor Todopoderoso me ha dicho al oído: ‘Muchas casas quedarán desoladas, y no habrá quien habite las grandes mansiones’”. En el verso siguiente, advierte que “tres hectáreas de viña sólo producirán un tonel, y diez medidas de semilla darán tan solo una”.30 Dios afirma, además, que los manantiales se secan, los ríos se convierten en desiertos y la tierra fértil en páramos tóxicos “a causa de la maldad de sus habitantes”.31

En términos que parecen equiparar-se a informes actuales, Dios describe los resultados de la explotación del medio ambiente: “La tierra languidece y se marchita;  el mundo se marchita y desfallece;  desfallecen los notables de la tierra.  La tierra yace profanada, pisoteada por sus habitantes, porque han desobedecido las leyes,  han vio-lado los estatutos, han quebrantado el pacto eterno.  Por eso una maldición consume a la tierra, y los culpables son sus habitantes. Por eso el fuego los con-sume, y solo quedan unos cuantos”.32

Por último, en términos apocalípti-

cos, los 24 ancianos sentados alrede-dor del trono de Dios claman: “Las naciones se han enfurecido;  pero ha llegado tu castigo, el momento de juzgar […] y de destruir a los que des-truyen la tierra”.33

EL PROBLEMA DE LA DESCONEXIÓN

Está claro: Dios es un ecologista comprometido, y debemos cuidar de su creación. El problema está en la falta de conexión.

Cuando era adolescente, vivía cerca de una selva tropical. Muy a menudo nuestra familia salía de caminata por el bosque, y me maravillaba con los imponentes árboles envueltos en epi-fitas, las aves que cantaban desde el follaje, y las mariposas translúcidas que revoloteaban en las lagunas ocasionales de luz solar. Por la noche, escuchaba como los camiones madereros talaban la madera, cargando troncos masivos a puerto, árboles que habían estado creciendo durante siglos. Y sentí una cierta tristeza. También recuerdo en ese momento mi sentimiento de orgu-llo cuando terminé la construcción de un escritorio de pared a pared en mi habitación, hecho de una sola pieza de caoba. Una desconexión.

No hace mucho, vi un automóvil últi-mo modelo, de nulas emisiones, con una calcomanía en el parachoques que decía “¡Vuélvete verde!” Estaba estacionado fuera de un asador. Otra desconexión.

Hace poco visité una escuela donde los maestros hablaban acerca del calentamiento global y la capa de ozono. Era un lugar donde los estu-diantes hacían carteles que decían “Salvemos a las ballenas”, y creaban murales acerca de la protección de nuestro planeta. Era una escuela que utilizaba platos y utensilios desecha-bles, no biodegradables, donde las luces se dejaban encendidas y los grifos abiertos, y donde la basura se arrojaba en un solo recipiente. Otra desconexión más.

LA TRANSFORMACIÓN DE LA CONDENA A LA ACCIÓN

Si Dios es un ecologista, ¿cuáles son las implicaciones? ¿Qué debemos hacer como cristianos?

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1. Informarnos. Identificar las cau-sas de la situación actual y poner de relieve las posibles soluciones, sobre todo desde una perspectiva cristiana. La Biblia, por ejemplo, identifica la causa subyacente de la crisis del medio ambiente: “Y luego dijo: ‘¡Tengan cui-dado con toda clase de avaricia! La vida no se mide por cuánto tienen’”.34 “Ustedes han llevado en este mundo una vida de lujo y de placer desenfre-nado. Lo que han hecho es engordar para el día de la matanza”.35 El profeta Oseas señala el resultado de esta vida centrada en sí mismo: “Por eso la tierra está de luto y todos desfallecen. Hasta los animales salvajes y las aves de los cielos y los peces del mar desaparecen. ¡No señales a otro para echarle la culpa! ¡Mi queja […] es con ustedes!”36

En esencia, la crisis ecológica en la que el aire y el agua están contaminados, los bosques y la vida silvestre saqueados, y los recursos naturales explotados, tiene sus raíces en nuestra codicia egocéntrica y en la negativa de practicar una mayor-domía responsable.

Las Escrituras también apuntan a la solución: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”.37 Amamos a nuestros vecinos globales cuando les dejamos un lugar decente donde vivir. El objetivo es ele-var nuestra propia conciencia espiritual y profundizar nuestro compromiso de servir como custodios y guardianes del planeta.38 Esto se hace realidad cuando reconocemos a Dios como diseñador, creador y sustentador del mundo natural; cuando aplicamos los principios bíblicos de la moral cristia-na, la integridad y el comportamiento ético a todos los aspectos de la vida, incluyendo el medio ambiente; y cuan-do desarrollamos actitudes de servicio y mayordomía hacia la vida, la salud y el medio ambiente del planeta.39

2. Ser ejemplos de cuidado del medio ambiente. Reducir. Reusar. Reciclar. Restaurar.

Cierra el grifo mientras te cepillas los dientes, te afeitas o te enjabonas. No desperdicies comida.40 Planta un árbol, o aun varios de ellos. Convierte en abono la basura orgánica y entonces cultiva un jardín. Ayuda a limpiar una calle, parque o arroyo. Participa o ini-cia un programa de reciclaje de vidrio,

papel y plástico. Cambia a bombillas de bajo consumo. Lleva tu propia bolsa al supermercado. Camina, monta en bicicleta y utilizar el transporte público cuando puedas. Compra productos locales. Recoge agua de lluvia. Emplea energía solar o eólica.41

En realidad, una de las contribucio-nes más importantes que uno puede realizar al ecosistema es convertirse en vegetariano. No se trata solo acerca de la crueldad con los animales. Un estu-dio reciente de la Universidad de Loma Linda, publicado en la revista American Journal of Clinical Nutrition, encontró que una dieta basada en vegetales pro-duce casi un tercio menos de emisiones de gases del efecto invernadero que una dieta de productos de origen animal.42 Por otra parte, según la Fundación de Educación sobre el Agua, se usan más de 10.000 litros de agua para producir medio kilogramo de carne vacuna.43 Por el contrario, sólo se necesitan unos cien litros de agua para producir medio kilogramo de trigo.44

3. Educar a los demás en el cono-cimiento ambiental. Transmite estas preocupaciones y prioridades ambien-tales a los que te rodean de una manera atractiva, tal vez por medio del arte, el teatro o la tecnología, y el uso de mode-los y metáforas. Si puedes, lleva a cabo una investigación del medio ambiente, proporcionando una base empírica para las decisiones estratégicas.

En esencia, debemos convertirnos en agentes de cambio para detener la explotación egoísta de los recursos de la Tierra y la degradación imprudente del medio ambiente, lo que produce sufrimientos generalizados, desorden ambiental y la amenaza del cambio climático. Necesitamos hacerlo para frenar el consumo desenfrenado y el consumismo irresponsable. Para ter-minar con el agotamiento de recursos no renovables y la contaminación que amenaza los ecosistemas de la Tierra. Para crear e implementar una agenda ambiental. Nuestro objetivo debe ser el desarrollo sostenible de los recursos: suplir las necesidades humanas sin dejar de cumplir nuestro mandato de cuidar el medio ambiente. En esencia, hay que administrar fielmente los recursos de la Tierra.

LA VISIÓN DE DIOS PARA UN FUTURO SOSTENIBLE

Dios imagina un futuro ecológi-co. Es un futuro, sin embargo, que depende de nuestra mayordomía. “Si mi pueblo, que lleva mi nombre, se humilla y ora, y me busca y abandona su mala conducta, yo lo escucharé desde el cielo, perdonaré su pecado y restauraré su tierra”. En consecuencia “Se alegrarán el desierto y el sequedal; se regocijará el desierto y florecerá como el azafrán. Florecerá y se regoci-jará […]. La arena ardiente se conver-tirá en estanque, la tierra sedienta en manantiales burbujeantes. Las gua-ridas donde se tendían los chacales, serán morada de juncos y papiros”.46

En ese próspero ecosistema, Dios esta-blece una vez más un pacto de cuidado del medio ambiente. “Aquel día haré en tu favor un pacto con los animales del campo, con las aves de los cielos y con los reptiles de la tierra.  Eliminaré del país arcos, espadas y guerra,  para que todos duerman seguros”.47 “No harán ningún daño ni estrago  en todo mi monte santo, porque rebosará la tie-rra con el conocimiento del Señor como rebosa el mar con las aguas”.48

Entonces, ¿qué se necesita? “Se requiere de los administradores que cada uno sea hallado fiel”.49 Medimos nuestra mayordomía a través de los ecosistemas sanos, el desarrollo sus-tentable y el consumo responsable.

Mayordomos fieles. Esos somos tú y yo.

Visualiza el futuro. ¡Y actúa ahora!

John Wesley Taylor V (Ph.D., Universidad de Andrews;

Ed.D., Universidad de Virginia) es director asociado de educación en la Asociación General de la Iglesia Adventista del Séptimo

Día. Taylor recicla la basura, cierra el grifo y apaga las

luces, es vegetariano, y plantó dos árboles este año. Tiene la

esperanza de que algún día pueda comprar un vehículo

híbrido una vez que su automóvil de veinte años sea reciclado.

Si desea contactarlo, escriba a [email protected].

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2328.1 AÑO 2016 DIÁLOGO UNIVERSITARIO

1. Gén.1:28.2. Mat. 6:26; 12:11, 12.3. Isa. 44; Rom. 1:25.4. 2 Ped. 3:10–12; Apoc. 21:1. A menos que

se indique de otra manera, todas las citas bíblicas en este artículo provienen de la Biblia, Nueva Versión Internacional. Véase también Isa. 65:17.

5. Mat. 28:18–20.6. Gén. 1; Éxo. 20:11; Neh. 9:6; Sal. 95:5;

Jer. 32:17; Juan 1:3; Efe. 3:9; Col. 1:15-17; Heb. 1:2; Apoc. 4:11; 14:7; 11:17, 18.

7. Gén. 1:31, Nueva Traducción Viviente (NTV). Véase también Sal. 104:31.

8. Gén. 1:26-28 (NTV). Véase también Sal. 8:6, 86-88.

9. Gén. 1:22, 28 (NTV). Véase también Gén. 2:7, 19; Ecl. 3:19, 20. Cada vez que llevamos a una especie a la extinción declaramos que podemos destruir lo que Dios creó y ordenó.

10. Sal. 24:1. También “¡Oh Señor, cuán numerosas son tus obras! ¡Todas ellas las hiciste con sabiduría! ¡Rebosa la tierra con todas tus criaturas!” (Sal. 104:24). Véase Éx. 9:29; Deut. 10:14; 1 Cró. 29:11; Job 41:11; Sal. 50:10, 11; 89:11; 95:3-5; 1 Cor 10:26.

11. Lev. 25:23, 24; Sal. 8:6-8; Luc. 16:2–13.12. Job 12:10; Sal. 65:9-13; 104:10-14;

145:9-17; Isa. 43:20, 21; Mat. 6:26 y 10:29; Luc. 12:6; Heb. 1:3.

13. Gén. 6:19-21; 7:2, 3.14. Gén. 8:1. 15. Gén. 9:9, 10. Véase también Gén. 9:12-17.

Un pacto que incluye “los animales del campo, las aves de los cielos y los reptiles de la tierra” también es citado en Ose. 2:18.

16. Sal. 36:6.17. Sal. 104:27, 28. Véase también Sal.

145:16 y 147:9.18. Mat. 6:26.19. Gén. 2:15, NTV. Las palabras hebreas

a-bad’ y sha-mar’ en este pasaje también se pueden traducir como servir y preservar.

20. Deut. 22:4. Véase también versículo 1.21. Deut. 25:4.22. Prov. 12:10.23. Núm. 22:32.24. Éxo. 20:10. Véase también Éxo. 23:12;

Deut. 5:12–15.25. Éxo. 23:10, 11; Lev. 25:2–7.26. Deut. 20:19.27. Juan 6:12, NTV.28. Jer. 2:7; 12:4, 11.29. Eze.34:2, 18.30. Isa. 5:8-10.31. Sal. 107:33, 34, NTV.32. Isa. 24:4–6.33. Apoc. 11:18. Aunque la referencia primaria es

para aquellos que destruyen a los seres huma-nos, la preocupación de Dios, como hemos notado, abarca a toda la creación. De ese concepto se hace eco en Hab. 2:17: “Derribaste los bosques del Líbano. Ahora serás derribado. Destruiste los animales salvajes, ¡ahora el ter-ror de ellos será el tuyo!” (NTV).

34. Luc. 12:15, NVT.35. Sant. 5:5, nota al pie.36. Ose. 4:3, 4, NVT.37. Mar. 12:31.38. La Iglesia Adventista del Séptimo Día ha

emitido declaraciones oficiales sobre la

responsabilidad cristiana del cuidado del medio ambiente. Incluyen los siguientes: Como adventistas, “hacemos un llamado en pro del respeto de la creación, la mod-eración en el uso de los recursos mun-diales, la reevaluación de las necesidades propias y la reafirmación de la dignidad de la vida creada”. Esta declaración fue apro-bada y votada por la Junta Administrativa de la Asociación General de la Iglesia Adventista, y publicada por la Presidencia en el Congreso de la Asociación General en Utrecht (Holanda), que se llevó a cabo del 29 de junio al 8 de julio de 1995. El informe completo se encuen-tra en https://www.adventist.org/en/information/official-statements/article/go/0/environment. Una nueva declara-ción aprobada y votada por la Junta Administrativa de la Asociación General de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, para ser emitida por la Presidencia en el Concilio Anual de San José (Costa Rica), del 1-10 octubre de 1996, dice en parte: “El adventismo aboga por un estilo de vida sano, simple, donde la gente no se sube al vagón del consumo excesivo desenfrenado, la acumulación de bienes y la producción de residuos. Se necesita una reforma del estilo de vida, basado en el respeto por la naturaleza, la moderación en el uso de los recursos del mundo, la reevaluación de las propias necesi-dades y la reafirmación de la dignidad de la vida creada. https://www.adventist.org/en/information/official-statements/statements/article/go/-/stewardship-of-the-environment/.

39. Adaptado de Adventist EDGE: Science Standards―Ecology: www.adven-t i s t e d g e .o rg / s i t e / 1 /A E _ imag e s /performstand/10NAD005%20Science_Ecology_2.pdf.

40. Los desperdicios de alimentos con-tribuyen al 18 por ciento del total de las emisiones de metano de los Estados Unidos procedentes de los vertederos, lo que contribuye al cambio climático (Mathy Stanislaus, “Working With Local Governments and Communities to Fight Food Waste”, 10 de diciembre de 2015: https://blog.epa.gov/blog/2015/12/working-with-local-governments-and-communities-to-fight-food-waste/).

41. Las siguientes son algunas otras formas de cuidar el medio ambiente volviéndose más eficientes en el uso de la energía: (a) lavar la ropa con agua fría. Solo en los Estados Unidos, se ahorraría la energía equivalente a cien mil barriles de petróleo al día; (b) bajar el termostato en invierno y levantarlo en verano. Mejor aún, utilizar un termostato programable; (c) evitar la conducción agresiva. Mejorar la eficiencia de combustible por ser con-servador con los frenos y el acelerador; (d) usar un filtro de agua, en lugar de comprar agua embotellada. Por cada millón de botellas de agua que son fabricadas y suministradas, se liberan 18,2 toneladas de emisiones de dióxido de carbono al aire; (e) apagar las luces y desconectar aparatos electrónicos y electrodomésticos cuando se pueda. Recuerda, la energía más verde es la energía que nunca utilizas. Adaptado de D. Eller, “Searching for Clean, Next-gen Energy”, USA Today (11 de enero de 2016): 6a. Basado en datos de la Universidad Cornell, la Oficina de Sustentabilidad de la Universidad de Iowa, la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos, y el Departamento de Agricultura de Estados Unidos.

42. S. Soret et al., “Climate Change Mitigation and Health Effects of

Varied Dietary Patterns in Real-life Settings Through North America”. The American Journal of Clinical Nutrition 100 (2014):476S-482S.

43. M. Kreith, “Water Inputs in California Food Production”. Water Education Foundation, Sacramento, Calif.: http://www.water-education.org/find/results/kreith. Es la misma cantidad de agua que usarías si tomaras una ducha de siete minutos todos los días durante seis meses.

44. Se requieren cantidades similares de agua para producir una libra de lechuga, tomates, o papas. Las manzanas requieren aproximadamente 50 galones de agua por libra. En los Estados Unidos, irrigar el heno y la alfalfa, usados principalmente como alimento de la industria cárnica, requiere más agua que la que se necesita para la producción de todas las verduras, las bayas y las frutas combinadas.

45. 2 Crón. 7:14.46. Isa. 35:1, 2, 7.47. Ose. 2:18.48. Isa. 11:9. Si bien se hace una referencia

directa a varios animales, este pasaje abarca, por extensión, a toda la cre-ación de Dios, lo que incluye a los seres humanos.

49. 1 Cor. 4:2 (RV60).

Baldwin, John T. “Keepers of the Garden: Christians and the Environment”. College and University Dialogue 14:1 (2002):8-11: http://dialogue.adventist .org/en/articles/14-1/baldwin/keepers-of-the-garden-christians-and-the-environment.Chapman, Marcus. “For Want of a T-Bone Steak the Biosphere Was Lost”. Adventist Review : http://www.adventistreview.org/church-news/for-want-of-a-t-bone-steak-the-biosphere-was-lost.Davidson, Joann. “Who Cares? Environmental Ethics and the Christian” Adventist Review 186:18 (2009): http://archives.adventistrev-iew.org/article/2681/archives/issue-2009-1518/who-cares.Dunbar, S. G., L. James Gibson, y Humberto M. Rasi, Entrusted: Christians and Environmental Care (Montemorelos, Mexico: Adventus International University Publishing, 2013).Lockton, Harwood A. “Seeing Green: Adventists and the Environment”, College and University Dialogue 4:2 (1992):5-7, 34: http://dialogue.adventist.org/issues/04-2-en.pdf.Mhlanga, Paul. “Stewardship of the Environment: An Adventist Imperative”. Instituto de Enseñanza Cristiana (1995): http://ict.aiias.edu/vol_26A/26Acc_251-270.pdf.Patrick, Arthur N. “Why Should Christians Practice Environmental Stewardship if the World Will Be Destroyed?” College and University Dialogue 26:1 (2014):12-15: http://dialogue.adventist.org/en/articles/26-1/patrick/why-should-christians-practice-environmental-stewardship-if-the-world-will-be-destroyed.Shipton, Warren A. “Ecosystem Community Health Initiatives and Care of Creation”, Journal of the Adventist Theological Society 25:1 (2014):43–74: http://www.atsjats.org/publication/view/546.Zuill, Henry A. “Expanding the Garden: A Christian’s View of Nature”, Instituto de Enseñanza Cristiana (Junio 1994): http://ict.aiias.edu/vol_14/014cc_409-427.pdf.“The Environment: Should Christians Care?” College and University Dialogue 19:1 (2007):14, 15, 24, 25: http://dialogue.adventist.org/en/articles/19-1/zuill/the-environment-should-christians-care.

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PAUL CHIBUIKE ANONABADiálogo con un Abogado Superior adventista de Nigeria ENTREVISTADO POR UGOCHUKWU ELEMS

PERFIL

Paul Chibuike Anonaba nació en una familia de agricultores de Nigeria, y creció cerca de las maravillas del suelo y la semilla: pudo ver cómo comienza y crece la vida, y cómo toda la naturaleza se combina para susten-

tar y apoyar la vida. Las lecciones que aprendió en la niñez lo llevaron a abrazar dos ideales que se vol-vieron una parte inseparable de su vida: amor por el Dios creador y un compromiso de vivir en forma res-ponsable. Esos valores lo motivaron para tomar con seriedad el papel dentro de su familia (que incluye a sus padres y ocho hermanos), y más tarde también dentro de la fe y la comunidad profesional.

La travesía de fe de Paul comenzó con su madre, que lo llevó a la Iglesia Adventista. Es allí donde aprendió desde chico el significado de la gracia di-vina, el poder de salvación de Jesús, la naturaleza fundamental del sábado, y la esperanza del pronto regreso de Cristo. El padre de Paul era anglicano; de hecho, su padre había sido responsable de traer los primeros misioneros cristianos a la aldea allá por 1917. “La diferencia en el compromiso de fe de mis padres –dice Paul– jamás se notó en mi hogar. En efecto, mi padre jamás se interpuso en el compromi-so de mi madre con el adventismo, y ella nos llevó fielmente a mí y a mis hermanos a la Escuela Sabá-tica todas las semanas. Esos comienzos en la fe y la vida adventistas establecieron un sólido fundamen-to para mi vida y carrera de adulto”.

Ya de adolescente, Paul fue bautizado en la Igle-sia Adventista, aunque lamentablemente, no tuvo la oportunidad de asistir a una institución educativa de

la iglesia hasta que cursó estudios doctorales en la Universidad Babcock. A pesar de ello, poco después de su bautismo se dedicó plenamente a la iglesia adventista local, y llegó a ser un testigo activo en la comunidad. En la escuela secundaria, se hizo co-nocido por compartir el mensaje y el significado del sábado y la segunda venida de Cristo, y su labor fue fundamental para alcanzar a varios de sus amigos.

Cuando Paul ingresó a la Universidad, la atmósfera académica y social le resultó un gran desafío. Aun así, logró transformar cada desafío en una oportunidad de testificar, al convertirse en un miembro activo de la Asociación Nigeriana de Estudios Adventistas en el campus de la Universidad Estatal de Imo. Como resultado, él y los demás estudiantes adventistas lu-charon para que se les permitiera reunirse y guardar el sábado, y ofrecer atención espiritual en el campus. Después de terminar sus estudios de leyes en la Uni-versidad Estatal de Imo, comenzó su carrera como abogado. Paul posee un doctorado en leyes y diplo-macia de la Universidad Babcock, en Ikenne (Nigeria).

En el presente, Paul es un destacado abogado en su país natal. El Gobierno de Nigeria le confirió el ho-nor de ser Abogado Superior de Nigeria, un raro honor otorgado por un servicio distinguido, similar al Miem-bro del Consejo de la Reina en el Reino Unido.Paul está casado con Amarachi, quien posee títulos en administración pública y derecho, y se ocupa de los bufetes de su esposo. El matrimonio tiene tres niños en edad escolar. La familia está profundamen-te comprometida con la iglesia: Paul es anciano de iglesia; Amarachi es diaconisa.

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Hablemos primero de derecho. Dada la actitud negativa hacia el estu-dio y la práctica de las leyes tanto en el país como en la iglesia, ¿qué lo motivó realmente a dedicarse a esa carrera?

Es verdad lo que dice. Aun hoy, tradicionalmente hay sospechas sobre el derecho y la profesión legal en la sociedad nigeriana. Los aspectos negativos de esa sospecha se encuen-tran tanto dentro de la comunidad de la iglesia como en otros aspectos de la vida en general. Las raíces de esa sospecha se remontan a la antigüe-dad, cuando las prácticas sectarias secretas estaban vinculadas con la tribu Ogboni, y tales prácticas no solo influyeron sobre la sociología y la vida tribal, sino que también afec-taron la religión y la manera tribal de resolver las cuestiones legales. La formación de varias fraternidades y su influencia en la emergente influencia cristiana tuvieron un intercambio de estímulo e impacto. Las prácticas y creencias tradicionales de los ogbonis afectaron la fe y la vida cristianas, lo que produjo un conflicto entre la herencia tribal y la emergencia de la fe moderna. El conflicto tuvo su propia dinámica de sospecha: La manera tribal tradicional de resolver los problemas legales se vio amenaza-da por la introducción del estudio del derecho en el ámbito universitario. En ocasiones, los sistemas tradiciona-les de las aldeas vieron una amenaza a la tradición en la comprensión y práctica cristianas del derecho. Es una amenaza que se escondía tras la sospecha y los cuestionamientos a los cristianos que quisieran dedicarse a estudiar y practicar el derecho.

Sin embargo, agradecemos a Dios porque ha permitido que algunos de nosotros demos muestras del verda-dero cristianismo y alcancemos el máximo rango de la profesión legal. Creemos y sabemos que Dios tiene su propio pueblo en cada generación y en cada profesión, y me siento feliz de ser uno de los que ensalza a Cristo en el mundo y en la profesión legal.

Por ello, animo a los jóvenes de la iglesia diciéndoles: Confíen en Dios; él es poderoso, y nunca los defrau-dará.

Si usted tuviera que comenzar de nuevo, ¿volvería a prepararse para ser abogado?

Sí, lo haría. Creo en la oración, y también en la respuesta a la oración. Dios me guio para elegir mi carrera. La profesión legal es mi ministerio; es un llamado. No estudié leyes por-que allí se gana dinero. Siempre he visto la práctica del derecho como un instrumento para establecer el gobierno de la ley y ponerme de parte de la justicia. La Biblia habla mucho sobre la justicia y el derecho. Uno de los pasajes favoritos que me ha guia-do en mi profesión legal se encuentra en Isaías 1:17: “Aprended a hacer el bien, buscad el derecho, socorred al agraviado, haced justicia al huérfano, amparad a la viuda”. Un abogado cristiano que toma un pasaje como este y lo hace su consigna guiadora verá la profesión como la oportuni-dad de ser la sal de la tierra: apoyar la justicia, establecer la equidad en sus intervenciones, ser reflector de la verdad y todos los valores que derivan de esos conceptos. Cada día, mis bufetes comienzan con un énfa-sis en Dios como el verdadero juez: como personal, iniciamos el día con adoración y oración. Todos somos ministros del templo de la justicia, y queremos que nuestra práctica esté arraigada y guiada por el principio de integridad y temor de Dios. En todos los despachos que tengo en el país, cada lunes de mañana, unimos a todas las filiales con un culto común de adoración y oración. Esa prácti-ca une a todo el personal tanto del bufete central como de las filiales en un momento de oración y renovación del compromiso, pidiendo a Dios que nos dé fuerza y sabiduría para enfren-tar las tareas que tenemos por delante en la semana.

En nuestros colegios terciarios y

universidades, a menudo hablamos de la necesidad de integrar la fe con la enseñanza-aprendizaje. Parece que usted está llevando a cabo un tipo de integración entre la fe y su profesión.

Al menos es lo que procuramos hacer. Su comentario me recuerda algo que leí hace mucho. El cristianismo no

es uno de muchos departamentos de la vida, como la familia la educación, la salud, los pasatiempos, la profesión, el llamado cristiano, etc. La fe no es tan solo un departamento del que nos ocupamos el sábado. Es un llamado que exige el todo de nosotros, todo el tiempo. Es y debería ser la fuerza dominante de todas las actividades de la vida, todo el tiempo. Por ello, mi profesión legal pierde su vitalidad si no se deja influir continua y constan-temente por mi compromiso de fe.

Permítame contarles una historia sobre un amigo profesional. Tony es abogado en Inglaterra. Cuando visita Nigeria, pasa por mi despacho, y analizamos cuestiones de interés profesional. Cierto día, me llamó de Inglaterra y me hizo una extraña pregunta: “¿Dónde está tu iglesia?” Me sorprendió, porque jamás había hablado de manera intencional sobre la iglesia. Pero él siguió diciendo: “Quiero ir a tu iglesia”. En dos semanas, esperaba estar en Lagos, y quería acompañarme a la iglesia. Pero yo no estaría allí. “No importa –me dijo–, cuando regreses, todavía esta-ré en Lagos, y entonces me puedes llevar a tu iglesia”. Así fue que le di la dirección de mi iglesia, y fue una agradable sorpresa que, ese sábado, llegó antes que yo. Nos acompañó en la reunión y también dijo que finalmente había encontrado su lugar de culto, una práctica que conservó cuando regresó a Inglaterra. Jamás le prediqué, jamás lo invité a la iglesia, pero al ver cómo se manejaba mi despacho, creyó que el Dios que ado-rábamos era digno de su devoción.

Volvamos a sus días universitarios y a su participación en el Ministerio a Estudiantes Adventistas Universitarios. ¿Qué impacto tuvo en su vida la parti-cipación en la Asociación Nigeriana de Estudiantes Adventistas (NAAS)?

Hoy no estaría en la iglesia de no ser por el ministerio de la NAAS. Cuando llegué a la Universidad Estatal de Imo (IMSU) en Owerri (Imo, Nigeria), era muy joven, y me alojé en una pensión a cierta distancia del campus principal. Era un lugar solitario, y los residentes se unieron por razones

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de seguridad. Los estudiantes solían ser atacados por extraños, en especial cuando caminaban solos o por el camino sin luces después de la puesta de sol. Pero sin saberlo, se estaba for-mando una secta con el falso pretexto de proteger a los estudiantes. Por ese entonces, me puse en contacto con un grupo de estudiantes adventistas de la universidad. Los mayores me advir-tieron que no me uniera al grupo por ninguna razón, ni siquiera por segu-ridad. También conocí a la NAAS, y me uní al grupo. Ese fue realmente un punto de inflexión en mi vida. Dios me libró de involucrarme con esa esa, lo que me habría arruinado la vida. Desde entonces, no he mirado atrás. Pasé tiempo con otros estudiantes adventistas en comunión, estudiando la Palabra de Dios, meditando y oran-do. Y los hábitos que cultivé esos días en la NAAS han fortalecido el funda-mento de mi vida espiritual.

En esos años, ¿tuvo que enfrentar el desafío de clases y exámenes en sábado?

A menudo. Pero tenemos dos herra-mientas poderosas –la fe en Dios y el acceso directo de la oración– que nos ayudan en esas situaciones. Por ejemplo, un religioso estaba a cargo de una materia obligatoria de lógica. Algunas de sus clases siempre caían en sábado, y él no hacía concesiones para los observantes de ese día de reposo. Mi única opción fue perder las clases en sábado, pero estudiar todo lo posible por mi cuenta. El examen, gracias a Dios, no fue en sábado. Ciento veinte estudiantes se presentaron el día del examen. Era una clase difícil, y las preguntas fueron despiadadas. Después de leer las preguntas, unos cien estudian-tes se retiraron, escogiendo rendir el examen en otra oportunidad, de tan difícil que era. Quedamos solo veinte. Yo era uno de ellos, y aprobé. ¿Cómo explicar que aprobé el exa-men, aunque me perdí tantas clases por guardar el sábado? Solo tengo una respuesta: Usé las herramientas que Dios me había dado. No hay adversidad que no pueda ser vencida por una fe sólida en Dios y una vida de oración.

Recuerdo otra ocasión que involucró a Ngozi Ahinacho, una estudiante más avanzada que yo. Uno de sus profesores programó un examen en sábado. El profesor era muy duro y rígido respecto de sus convicciones, y rechazó cambiar el examen para otro día. El viernes por la noche, Ngozi y los miembros de la NAAS se reunieron a orar. El sábado por la mañana, por alguna razón desconocida, las autori-dades de la universidad reprograma-ron el examen para otro día. Ngozi no tuvo que transigir en su fe: Dios jamás falla a los que confían en él.

El Gobierno de Nigeria le ha con-ferido el título de Abogado Superior de Nigeria. Desde que se confirió ese título por primera vez en 1975, unas quinientas personas han recibido ese reconocimiento, y usted es el primer adventista. ¿Cómo se siente al haberse hecho acreedor de semejante honor?

No creo en ese título como un logro profesional propio, sino más bien como una bendición especial que Dios me ha otorgado para servir al pueblo de este gran país. Creo since-ramente que este raro honor me per-mitirá brindar un servicio excepcional en casos donde realmente se necesita ese tipo de servicio. Alcanza con un ejemplo reciente: Por más de cuatro años, la Iglesia Adventista estuvo en litigio por veinte hectáreas de tierra en la autopista entre Lagos e Ibadán. El mes pasado, gracias a los privilegios del título que me han conferido, inter-vine en nombre de la iglesia, y Dios nos dio la victoria. La tierra ahora será destinada al campamento que la iglesia había propuesto.

Otras instancias de vindicaciones legales muestran que toda vez que nuestros talentos son dedicados a la causa de la justicia, Dios recompensa esa dedicación. Los títulos que nos otorga la nación o la comunidad tie-nen que ser usados como vehículos para el progreso nacional, la paz y la justicia en la comunidad.

A partir de su experiencia, ¿qué consejo daría para ayudar a los jóvenes adventistas en su travesía de fe, edu-cación y preparación profesional? ¿Qué

deberían hacer los jóvenes para vencer algunas de las luchas que enfrentan?Mi primer consejo es para los padres. Cuando en el hogar los padres dan prioridad a la formación en la fe y el crecimiento espiritual de sus niños, pueden estar seguros de que los niños crecerán para ser adultos maduros y responsables. La religión comienza en el hogar, y el liderazgo de los padres debería reflejar los valores bíblicos que son el fundamento de una vida mode-lo. En segundo lugar, a cada estudian-te, le digo: “Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud” (Eclesias-tés 12:1). El consejo que Salomón dio hace tanto tiempo sigue siendo válido hoy. Si no estamos del lado de Dios, somos sus adversarios. No hay punto medio. La mayor parte de las cosas que nos fascinan (en especial en un campus universitario) tienden a la des-trucción de los valores fundamentales de la vida. Como cristianos, tenemos que trabajar a conciencia, y confiar en Dios. No nos apresuremos a correr de-lante de Dios. La Biblia dice que hay un tiempo para todo. Aprendamos a esperar ese tiempo según el crono-grama divino y tomar la decisión de seguir su orientación. De esa manera, no fracasaremos. De hecho, Dios nos exaltará a su debido tiempo.

Ugochukwu Elems D.Min., Universidad Andrews

(Berrien Springs, Míchigan, Estados Unidos) es director

de Ministerios a Estudiantes Universitarios Adventistas de

la División de África Centro Occidental de la Iglesia

Adventista con sede en Abiyán (Costa de Marfil)

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LAS DISTRACCIONES PUEDEN LLEVAR A LA DESTRUCCIÓN: Lecciones de Marta y MaríaEntre la ansiedad de Marta por atender a sus huéspedes –algo bueno en sí mismo– y la decisión de María de sentarse a los pies del Maestro, Jesús mostró qué prioridad tiene que guiar nuestras elecciones.

JUNJUN MANALO AMPARO

PUNTO DE VISTA

Es común distraerse del cre-cimiento espiritual. Las distracciones llegan de diferentes formas: las hay materiales, emocionales,

relacionales o espirituales, entre otras. Cada una tiene que ser un motivo de preocupación para el cristiano, ya que todas afectan de alguna manera nues-tro trayecto espiritual. A menudo, nos encontramos absorbidos por cosas de menor importancia. Por ejemplo, uno puede estar menos concentrado en el objetivo principal de alimentar la fe cuando está preocupado por asuntos relacionados con el trabajo, las cuen-tas, las relaciones interpersonales y los problemas familiares, entre otros. Además, están las distracciones de la vida moderna –la televisión, los telé-fonos móviles y las redes sociales– que interfieren y desvían nuestra atención de preocupaciones mayores a asuntos de menor importancia. La Biblia abunda en historias donde las personas se distraen de asuntos

importantes para preocuparse por asuntos menores. La historia de María y Marta es una vívida ilustración de cómo asuntos menores pueden hacer que dejemos de centrarnos en las cues-tiones importantes.

JESÚS EN CASA DE MARTACansados y hambrientos después

de un largo viaje desde Jericó, Jesús y sus discípulos llegaron a la pequeña aldea de Betania y entraron en casa de sus amigas Marta y María (Lucas 10:38-41). Las dos hermanas estaban realmente entusiasmadas de dar la bienvenida a los visitantes.

Marta se puso a atender inmediata-mente las necesidades de los cansados viajeros, disponiéndose a trabajar en la cocina. La hospitalidad era algo que había heredado de las costumbres de Abraham y las tradiciones históricas de sus antepasados, y estaba defi-nida por el amor. Había que poner los platos y las copas en la mesa. La preparación estaba casi terminada,

pero todavía se necesitaban algunas cosas para que la comida estuviera lista. Había que cortar la fruta, pre-parar una ensalada fresca y dar los toques finales a la comida especial. Era necesario atender una docena de detalles. Marta no quería que los huéspedes tuvieran que esperar, pero en su misión de hospitalidad estaba sola; su hermana María no estaba ni cerca de la cocina. Cuando Marta por fin la encontró, María estaba “sentada a los pies del Señor, [escuchando] lo que él decía” (Lucas 10:39).1 Toda su atención se centraba en escuchar sus enseñanzas. Marta estaba profunda-mente preocupada y molesta. ¿Cómo podía María permanecer como si no hubiera nada que hacer para atender a las visitas? Cansada y decepciona-da, Marta no fue a María, sino que se acercó a Jesús con una pregunta que delató su ansiedad: “Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sirviendo sola? ¡Dile que me ayude!” (Lucas 10:40).

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La pregunta de Marta era legíti-ma. La respuesta de Jesús, sin embar-go, seguramente la sorprendió. El Señor elogió a María por sobre Marta. “Marta, Marta –le contestó Jesús–, estás inquieta y preocupada por muchas cosas, pero solo una es necesa-ria. María ha escogido la mejor, y nadie se la quitará” (Lucas 10:41, 42).

ENTRE MARTA Y MARÍAEntre la ansiedad de Marta por

atender a sus huéspedes –algo bueno en sí mismo– y la decisión de María de sentarse a los pies del Maestro, Jesús mostró qué prioridad tiene que guiar nuestras elecciones. Marta se estaba centrando en las tareas menos importantes. A veces, las distraccio-nes –es decir, la gravitación hacia lo menos importante– pueden llegar a ser destructivas. Por ejemplo, en la ruta, un mensaje de texto puede distraernos y finalmente dar lugar a un grave accidente. En la escuela, los estudiantes distraídos con dispositivos móviles durante las clases terminan con un ambiente que desequilibra y torna ineficaz el aprendizaje. Los medios digitales a menudo son un desafío para la reflexión y la con-centración en Dios, y con frecuencia la oración y la meditación se tornan vacías y superficiales. El tiempo dedi-cado a las redes sociales puede reducir la dedicación al culto, la oración, el estudio de la Biblia y otras actividades que fortalecen el alma.

No sorprende que, en una época en que la sociedad está preocupada por el consumismo y las presiones del mate-

rialismo, el culto y la vida devocional están en riesgo. ¿Cuántas veces nos des-conectamos y sufrimos interrupciones mentales al orar? ¿Con qué frecuencia nuestro cuerpo está en la iglesia, pero nuestros pensamientos están en la liqui-dación de zapatos del centro comercial o una cartera de diseñador que se ofrece en eBay? ¿Cuán a menudo los correos electrónicos, los mensajes de texto y los boletines informativos interrumpen nuestra lectura diaria de la Palabra de Dios? ¿Tuviste alguna vez la tentación de jugar con tu iPhone mientras desde el púlpito manaba el mensaje de Dios? La cuestión es simple y a la vez de lo más dañina: el riesgo de interrupción está en la punta de tus dedos, pero el riesgo de destrucción está alcanzando tu corazón.

UNA MEJOR DECISIÓNLa cuestión central es: ¿Se puede

servir a Jesús y aun así ir por el camino errado? Marta pensó que estaba haciendo lo correcto. Estaba ocupada cocinando, poniendo la mesa para una comida importante, y procurando satisfacer una necesidad específica del Maestro. Pensó que así estaba sirviendo al Señor. Para el Maestro, sin embargo, la idea del servicio es totalmente distinta. Marta tiene que haberse sorprendido y acaso decepcionado cuando Jesús la reprendió diciendo que estaba “inquieta y preocupada por muchas cosas” (Lucas 10:41). Estaba tan preocupada y por tantas cosas que se perdió la más importante. Lo perifé-rico y marginal hicieron a un lado lo central y fundamental.

Junjun Manalo Amparo es un profesional laico adventista que trabaja

como orientador escolar en una escuela internacional

de Tailandia. Amparo fundó “Richly Blessed Today”

[Ricas bendiciones hoy], un blog sobre su ministerio de

educación financiera

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Elena White lo deja en claro cuan-do explica: “La ‘una cosa’ que Marta necesitaba era un espíritu de calma y devoción, una ansiedad más pro-funda por el conocimiento referente a la vida futura e inmortal, y las gracias necesarias para el progreso espiritual. Necesitaba menos preocu-pación por las cosas pasajeras y más por las cosas que perduran para siem-pre. Jesús quiere enseñar a sus hijos a aprovechar toda oportunidad de obtener el conocimiento que los hará sabios para la salvación. La causa de Cristo necesita personas que trabajen con cuidado y energía. Hay un amplio campo para las Martas con su celo por la obra religiosa activa. Pero deben sentarse primero con María a los pies de Jesús. Sean la diligencia, la presteza y la energía santificadas por la gracia de Cristo; y entonces la vida será un irresistible poder para el bien”.2

1. Todas las referencias bíblicas de este artículo han sido extraídas de La Santa Biblia, Nueva Versión Internacional® NVI® Copyright © 1999 de Biblica, Inc.® Usada con autorización. Todos los derechos reservados.

2. Elena G. White, El Deseado de todas las gentes, p. 483.

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2928.1 AÑO 2016 DIÁLOGO UNIVERSITARIO

SIENTE EL PODER¿Estás esperando algún futuro incremento de poder, o estás dejando que el Espíritu Santo haga su obra hoy en ti y por tu medio?

HOMER W. TRECARTIN

LOGOS

C lic. Clic, clic, clic. Clic, clic, clic, clic, clic. Conoces el escenario. Con un nudo en el estómago, al salir del coche, abres la cubierta

del motor. Por supuesto, algunos de ustedes realmente saben lo que están buscando, pero muchos de nosotros solamente miramos porque, bueno, no sabemos qué otra cosa hacer.

Podemos enviar un mensaje rápido a un amigo o llamar al centro de asistencia vial. O simplemente quedar parados allí mirando con ansiedad a cada vehículo que se acerca. Si tenemos cables y pinzas de batería, podemos incluso poner un extremo sobre el motor y agitar el otro extremo mostrándolo a los transeúntes.

Qué alivio cuando algún alma carita-tiva finalmente se detiene, abre su capó, conecta los cables y nos dice que intente-mos arrancar nuevamente. Nos tiembla la mano mientras nerviosamente intro-ducimos la llave en el arranque y giramos. ¡Vrrrrruuuummmm! ¡Ahhh, era la carga!  

Puede ser que no entendamos ni una pizca de mecánica, pero igual entendemos la necesidad de la carga eléctrica. Compramos elementos que se conectan a nuestros teléfonos o computadoras para brindarles un impulso eléctrico. La calefacción y los automóviles suelen tener una con-figuración que nos brinda una rápida ráfaga de calor o frío. Los anuncios publicitarios nos bombardean todos los días prometiéndonos un repentino estímulo de energía si comemos, bebe-

mos, o nos tomamos esto o aquello. Oh, sí: Entendemos bien la energía.

En tiempos de Jesús, la gente no tenía automóviles, adaptadores de corriente o bebidas energéticas. La mayoría de nosotros no sabemos mucho hoy día de la siembra y la cosecha o las lluvias temprana y tardía de las que habló Cristo para ilustrar los últimos días, pero cuan-do alguien habla del poder del Espíritu Santo o de la lluvia tardía, asentimos y sentimos deseos de conectar las pinzas de nuestra batería. ¡Definitivamente cree-mos que entendemos cómo funciona!

Nos encanta hablar de la promesa de Joel 2:28 y 29: “Después de esto, derra-maré mi Espíritu sobre todo el género humano. Los hijos y las hijas de ustedes profetizarán,  tendrán sueños los ancia-nos y visiones los jóvenes. En esos días derramaré mi Espíritu  aun sobre los siervos y las siervas” (NVI).

Sí, ¡eso es poder!

¿PODER PARA QUÉ?En definitiva, sin embargo, ¿para

qué queremos ese poder? ¿Por qué esta-mos orando para que el Espíritu Santo se derrame con el poder de la lluvia tardía? ¿Qué pensamos que logrará cuando se haga presente? ¿Es su propó-sito preparar al mundo, hacer madurar la cosecha? Acaso así es, aunque no es lo primordial. Jesús declaró que la cosecha ya estaba madura, pero que debíamos orar por obreros.

Por lo tanto, ¿es su propósito des-pertar a sus obreros, a su iglesia que

duerme, y darnos el poder para ter-minar la obra? ¡Eso sí que suena bien! ¡Sería como conectar los cables de la batería del cielo justo antes del cierre de la historia, para dar a su pueblo una última sacudida de poder!

Acaso se espera que la lluvia tardía nos dé energía, nos impulse de nuestros sillones reclinables, para que salgamos al mundo con el mensaje final. Quizás. Sin embargo, antes de que nos contentemos con sentarnos nuevamente en nuestras mecedoras a la espera de la lluvia tardía, me gustaría ahondar un poco más en esa inmensa explosión temporal de energía que a veces parecemos anhelar.

¿No podría Dios derramar su Espíritu sobre una iglesia adormeci-da? ¿No podría hablar repentina y poderosamente mediante los santos adormilados para llamar al mundo al arrepentimiento? ¡Por supuesto que sí! Él ni siquiera necesita santos para dar el mensaje. En una ocasión habló poderosamente a través de un asna, y en otra ocasión dijo que incluso las pie-dras clamarían si la gente no lo hiciera.

Sin embargo, ¿es esto lo que necesita el planeta? ¿Será salvado el mundo a través de animales que hablan, piedras que claman o santos que hablan dormidos? Permítanme recordarles que el asno par-lante no convirtió a Balaam, y la prome-sa de piedras que claman no cambió los corazones de los líderes judíos.

Muchos de nosotros asentimos y dor-mitamos durante estos tiempos extraordi-narios. Esperamos que en algún momen-

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to el Espíritu Santo sea derramado y de repente despertemos y terminemos la obra. Me temo, sin embargo, que muchos nos despertaremos para darnos cuenta que estuvimos durmiendo durante la llu-via tardía. Podemos descubrir demasiado tarde que el derramamiento del Espíritu Santo tuvo lugar a nuestro alrededor, y ni siquiera nos dimos cuenta.

Consideremos la historia de 1 Samuel 19:19-24 (NTV). Saúl ha recibido noti-cias de que David se encuentra con el pro-feta Samuel en Ramá. Inmediatamente envía contingente tras contingente de soldados para capturarlo, pero a medida que cada grupo se acerca, es dominado por el Espíritu Santo, y sus integrantes comienzan a profetizar. Por último, com-pletamente frustrado, Saúl sale al ataque por su cuenta para encontrar él mismo a David, pero él también es lleno del Espíritu. Subyugado y despojado de sus ropas, permanece todo ese día y toda la noche delante de Samuel, profetizando.

Todos profetizaron, pero fíjate que no fueron transformados. El rey Saúl no cambió; tampoco lo hizo ninguna persona que lo escuchó. Sólo se reían, bromeaban y se burlaban de él: “¿Viste eso? ¡Parece que Saúl se ha convertido en uno de los profetas!”

¿POR QUÉ LA DIFERENCIA? Piénsalo un momento. Cuando

Saúl fue lleno del Espíritu Santo, solamente hizo reír a la gente. Cuando Pedro se llenó del Espíritu, la gente se arrepintió y fueron convertidos tres mil en un solo día. ¿Por qué? ¿Qué hizo la diferencia? No fueron dos espíritus diferentes. La Biblia dice que Saúl se llenó del Espíritu de Dios. Pero aunque hubiera estado ebrio, el resultado habría sido el mismo. No terminó en nada bueno. Lo único que hizo fue ponerse en ridículo.

Verás, el poder del Espíritu Santo solo es eficaz si nuestras vidas se ajustan al mensaje. La vida de Saúl no coincidía con el mensaje que esta-ba dando aun al estar bajo el poder del Espíritu Santo. Saúl se llenó del Espíritu, pero no dejó que este lo mol-deara, formara, ni cambiara. Cuando el poder se adueñó de él, el contraste temporario fue tan grande que acabó haciendo reír a la gente.

El poder que experimentó Saúl no perduró, y tampoco fue transformado un solo ápice ni él, ni ninguna otra persona. El gran derramamiento final del Espíritu Santo tampoco cambia la dirección en la que estábamos yendo. Simplemente nos da poder y nos lleva más lejos y más rápido en el camino por el cual ya nos dirigíamos.

Volviendo a la ilustración del cable de batería, si mis neumáticos están bajos, los faros rotos, o el radiador tiene un agujero, el aumento temporal de carga que llega a través de los cables no me hará llegar a mi destino. Cuando conecte el cable rojo al positivo y el negro al negativo, y gire el encendido, mi automóvil no será repentinamente transformado. El torrente de carga ni siquiera me hará cambiar de dirección en el estacionamiento.

Las descargas temporales de poder, incluso las del cielo, no nos obligan a cambiar de dirección. Solo nos impulsan en la dirección en la que ya nos estamos dirigiendo, y solo son eficaces si el resto del sistema está en funcionamiento.

Es por ello que necesitamos con urgencia el reavivamiento y la reforma. Necesitamos experimentar ahora el tra-bajo imperceptible del Espíritu Santo en nuestra vida, y no solo una descarga de energía en algún momento futuro.

¿ESTÁ LISTO EL TERRENO?Joel 2:23 y 24 hablan de la lluvia

temprana y tardía, y prometen campos colmados. Déjame decirte, sin embargo, que no estarán llenos si no se los sembró antes de que llegaran las lluvias. Dice que los lagares rebosarán del jugo de la vid y aceite, pero eso únicamente ocu-rrirá si se han cultivado y cuidado los viñedos y los olivares. La lluvia tardía no cambia el resultado; solo multipli-ca lo que ya estaba siendo preparado. Permíteme expresarlo una vez más: la lluvia tardía no cambia la cosecha; solo mejora lo que ya fue plantado en el suelo.

Cuando planto y fertilizo una plan-ta, ya está lista. Las lluvias la hacen crecer. Lo que surge es lo que ya estaba allí. Lo mismo sucede cuando la lluvia tardía hace madurar la cosecha. Lleva a la madurez tanto a las plantas buenas como a la maleza. No cambia lo que está en el campo.

¿Estás esperando por alguna des-carga futura del poder, o permitiendo que el Espíritu Santo haga su obra hoy en ti y por tu medio?

SEÑOR, ¡HA LLEGADO LA LLUVIA!

Mi esposa Bárbara y yo estábamos en camino al aeropuerto de Delhi (India). El recepcionista nocturno del hotel nos estaba acompañando en el taxi del hotel. Sus ojos estaban pesados por haber pasa-do despierto toda la noche, y estaba cabeceando. Iba a su casa para descansar.

De repente, inesperadamente, algunas gotas grandes de lluvia salpicaron el parabrisas. Casi al instante sus ojos se reanimaron. Entusiasmado miró hacia atrás y nos dijo: “Miren, ha llegado la lluvia”, y continuó mirando el camino. Las arrugas de cansancio alrededor de sus ojos desaparecieron. Tenía la espal-da recta; sus labios se curvaron en una ligera sonrisa. No era ningún aguacero, sino apenas unas gotas perdidas en un camino polvoriento, pero para el joven empleado del hotel, esas gotas estaban llenas de esperanza y promesa. ¡Al fin la lluvia estaba llegando!

Yo también he visto la lluvia que comienza a caer. Jesús está a punto de regresar. Se están plantando semillas. Las personas están orando juntas, pidiendo a Dios que ablande el suelo de sus mentes, pidiendo al Señor de la mies que envíe obreros, y orando por el derramamiento de la lluvia tardía.

Esta no será meramente una descar-ga temporal de poder. Cuando venga ese poder, no será solo por un día, y no nos avergonzará. Terminará la obra que hemos permitido que el Espíritu de Dios comience en el presente en nuestro corazón y en nuestra vida.

Mire, señor; mire, señora: ¡La lluvia ha llegado!

Homer W. Trecartin (M.A., Universidad de Andrews) es el director de los Centros de Misión Global de la Asociación General de los Adventistas del

Séptimo Día.

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REFLEXIONANDO ANDO: UN PROGRAMA ADVENTISTA DE RADIO EN EL CAMPUS DE UNA UNIVERSIDAD PÚBLICANATALIA GARZÓN

EN ACCIÓN

MÁSTER: 1, 2, 3… Estamos en el aire…

REFLEXIONANDO ANDO: ¡Buenos días, queridos amigos! Es un placer saludar a cada uno de ustedes en esta nueva transmisión de Diálogo Universitario desde la ciudad de Ibagué (Colombia)… algo que de hecho refleja el maravilloso amor de Dios por su pueblo… Por ello, ¡bienvenidos!

Así comenzó la primera transmi-sión fundada por estudiantes desde la estación de radio de la Universidad del Tolima, en Colombia.

El camino hacia ese destacado logro, sin embargo, fue largo y arduo. Todo

comenzó en 2012. Dios había prepa-rado todo de antemano, inquietando el corazón de Angie y el mío con la necesidad de organizar un grupo pequeño en la Universidad. Así fue como en el campus la Universidad del Tolima nació “Jóvenes en UT” que, bajo el lema: Conquistar Universitarios para Jesús, comenzó a reunirse cada semana para disfrutar de momentos de oración, amistad, estudio de la Biblia y proyectos de servicio a la comunidad.

A medida que transcurrían los encuentros semanales, algunos estu-diantes mostraron un interés creciente por conocer a Cristo, y sus inquie-tudes nos llevaron a iniciar el curso bíblico La fe de Jesús. Decidimos ofre-cer el estudio en el campus, aun cuando cerca de allí había una Iglesia Adventista. Un evento en el campus suele atraer a más estudiantes que un evento en la iglesia.

Los estudios bíblicos llevaron a decisiones que más tarde se traduje-ron en bautismos. Uno de los recién bautizados, Darío Alejandro, tenía una visión: tener un programa radial adventista en la emisora de la uni-versidad. Después de mucho orar, planificar y trabajar, presentamos ante las autoridades de la Universidad un proyecto de programa que respondería

a cuestiones que afectan a los jóvenes, en particular a los estudiantes.

Ahora era el turno de que Dios actuara. Después de tres meses, justo cuando comenzábamos a perder las esperanzas, Dios intervino, y se nos autorizó un programa de media hora en la emisora Tu Radio UT.

Eso sucedió a comienzos de 2014. Como primer paso, asistimos con gran disposición a un curso de progra-mación radial. Aprendimos a elaborar libretos, algunas nociones de manejo de software, principios sobre modu-lación de la voz y demás habilida-des importantes para la tarea. Pronto comenzamos a producir programas relacionados con temas tales como el abuso de sustancias, el estrés, temas sobre el estilo de vida y preocupacio-nes espirituales y sociales.

Paso a paso, fuimos desarrollando el programa. Llamamos a los primeros seg-mentos Una dosis de felicidad (palabras de aliento y esperanza), y Vitamina D de Dios (dedicado a los remedios naturales). Junto con el segmento principal, com-partimos historias, ofrecimos consejos y hablamos de Jesús, que siempre está dis-puesto y listo para ayudarnos a enfrentar y vencer nuestros problemas.

Comenzamos a grabar cada lunes de noche el programa que sería emitido el

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lunes siguiente a las 10:30. A partir de la primera transmisión, el programa fue un éxito. La reacción de los estudiantes, el personal y los miembros de la comu-nidad fue positiva. Trabajamos mucho, analizando estrategias que aumentaran la audiencia. Los avisos en folletos, los medios sociales y las iglesias adventistas de la ciudad ayudaron en esta tarea.

De vez en cuando tuvimos que enfrentar algunos desafíos, como por ejemplo la falta de fondos o compli-caciones en la emisora, pero con la ayuda de Dios, los recursos y las solu-ciones necesarias aparecieron. Nuestra congregación local, la Junta de Iglesia y los líderes a nivel de Asociación y de Unión siempre se mostraron listos para ayudarnos de todas las maneras posibles. Gracias a Dios, el programa tiene una gran audiencia en la ciu-dad de Ibagué y otros pueblos de la región de Tolima, otras ciudades de Colombia, e incluso en el extranjero.

Además de temas sobre el esti-lo de vida, también hemos presenta-do el mensaje de salvación en Cristo. Hemos compartido nuestras Creencias Fundamentales. El mensaje de salvación ha brindado esperanza y conocimien-tos espirituales a muchos de nuestros oyentes, tanto en el campus como en la comunidad.

Cuando el interés de los oyentes aumentó, avanzamos y presentamos segmentos de La voz de la esperanza como parte del programa. También

Natalia Garzón es estudiante de cuarto año de Ciencias Naturales

en la Universidad de Tolima, en Co-lombia. Actualmente es la coordi-nadora de Ministerios a Estudian-

tes Universitarios Adventistas de la Asociación Colombiana del Sur.

comenzamos con un programa original llamado El privilegio de vivir, que pro-veía de una base bíblica para enfrentar los grandes temas de la juventud. El programa resultó tan popular que las iglesias de otros pueblos nos invitaron a participar con ellos. Como resultado, han surgido varios Grupos pequeños en otras instituciones cercanas.

Lo que comenzó como un sueño imposible ahora se ha hecho realidad, y nos ha llevado a compartir el evan-gelio del Salvador, que está próximo a venir, mediante este ministerio en el campus. Dios ha sido bueno y ha provisto milagrosamente los fondos, la salud, la fuerza, las ideas y el talento necesarios para trabajar para él. Nos ha permitido pasar por muchas expe-riencias difíciles y diferentes, pero él siempre ha estado allí para ayudarnos a vencer las pruebas a lo largo del camino. Queremos agradecerle por su bondad, misericordia y gran amor.

Tú también puedes soñar para él, y tus sueños se convertirán en realidad. Con la ayuda de Dios, puedes cumplir la misión que él te ha asignado (Mateo 28:19, 20). ¿Qué estás esperando?

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SEAMOS AGRADECIDOS, AUN CUANDO TODO SALGA MUY MALSANDRA JANET BIRUNGI

PERSPECTIVA

Los problemas de la vida nos envuelven, día tras día. Es casi imposible estar vivo y sentirse feliz las 24 horas del día, los siete días de la sema-

na. Si en este momento estás feliz, no es garantía de que lo estarás hasta el final del día. Nuestro estado de ánimo no se mantiene constante.

Hace algún tiempo, una investigación defendió la teoría del punto fijo de la felicidad, que indica que la felicidad de las personas es constante, aunque a menudo perturbada por las circunstan-cias de la vida. Esa teoría fue desafiada por Richard E. Lucas, de la Universidad Estatal de Míchigan y el Instituto Alemán de Investigaciones Económicas. Sus investigaciones sostienen que los niveles de felicidad cambian, y la adap-tación es inevitable porque los aconteci-mientos de la vida son importantes.*

Es decir, no se nos garantiza la felicidad todo el tiempo porque nuestro estado de ánimo cambia una y otra vez, y los acon-tecimientos de la vida van cambiando nuestro nivel de felicidad. Además, tene-mos deseos y necesidades que cambian constantemente, si es que no aumentan, a medida que pasa el tiempo. De alguna manera, en un momento queremos algo y al momento siguiente, queremos otra cosa. Nunca estamos realmente contentos con una cosa.

El punto es que si deseamos ciertas cosas, nuestra tendencia es que las queremos inmediatamente. Si tienes antojo de tu chocolate favorito, trata-rás de conseguirlo inmediatamente. Obtener lo que queremos a veces puede ser un desafío. Se pone peor si lo que buscamos no es una necesidad, sino un deseo, porque en la mayoría de los casos lo que queremos está fuera de nuestro alcance. Los intentos de conseguir lo que no podemos alcanzar inmediatamente pueden llegar a ser muy peligrosos.

Las teorías de la motivación sugie-ren que nuestros deseos y necesidades a menudo definen nuestro carácter o comportamiento. Es por ello que cuando no conseguimos lo que que-remos o necesitamos, tendemos a per-dernos en la aflicción. Por eso, las per-sonas con baja autoestima se hunden aún más en su sentimiento de indigni-dad, mientras que los que tienen alta autoestima tienden a averiguar qué fue exactamente lo que salió mal y tratan de controlar el daño.

Las personas reaccionan de mane-ras diferentes cuando se enfrentan a situaciones desconcertantes. Ese tipo de situaciones no son necesaria-mente malas; pueden ser un desafío y llegar a fortalecer la propia expe-riencia. Nuestro objetivo principal al

enfrentar situaciones malas tiene que enfocarse en cómo afrontarlas sin quedarnos atrapados en la preocupa-ción y la ansiedad.

Imagínate, por ejemplo, que has sido víctima de un robo o un acci-dente. En tales situaciones tratas de dilucidar por qué te ocurrió eso. Mi amiga Jovia a menudo se pregunta por qué le suceden cosas malas. Para introducirla en una conversación que le mostrara una nueva perspectiva, le respondí con la siguiente pregunta: “Si esa mala experiencia no te hubiera sucedido a ti sino a otra persona, ¿se hubiera merecido lo que le pasó?” Desde esa perspectiva, Jovia entendió mejor el problema. Tratar de resolver la cuestión del merecimiento no siem-pre produce una solución satisfactoria. Cuando procuramos entender por qué nos suceden ciertas cosas, a veces asignamos la responsabilidad a Dios. “Es la voluntad de Dios” es una pla-taforma segura. Pero los que no creen en Dios pueden echar la culpa a algún otro factor, persona o fuerza imagina-ria que se empeña en interferir en sus vidas. Por lo tanto, se nos va el tiempo en tratar de explicar y especular sobre por qué nos tocó a nosotros. Una mejor manera sería aceptar lo que se nos presente –bueno o malo, feliz o triste– y seguir adelante.

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MI TESTIMONIOCierto día, durante mi último mes

de prácticas en una compañía de mul-timedios, perdí mi tarjeta del cajero automático y mi número de PIN al mismo tiempo. Sobresaltada, informé la pérdida al banco y pedí que la tar-jeta fuera bloqueada. Sin embargo, el que encontró la tarjeta era muy rápido y antes de que el banco hubiera blo-queado el acceso, esa persona retiró una gran suma de mi cuenta. Estaba destrozada. La pérdida era demasiado pesada de sobrellevar. ¿Por qué me tenía que pasar eso? ¿A quién debía culpar? ¿A mí misma por no tener cuidado en el manejo de un instru-mento tan valioso como esa tarjeta? ¿Al funcionamiento de las fuerzas del orden en esa ciudad? ¿A la avaricia y la naturaleza pecaminosa de los seres humanos? ¿A la negligencia del banco por no bloquear inmediatamente el acceso a mi cuenta?

Era inútil permanecer en el juego

Sandra Janet Birungi enseña en la Universidad Cristiana de Uganda, en

Mukono (Uganda)

de la culpa. Fui de nuevo al banco. Allí me aseguraron que me darían un reembolso total por la pérdida, pero que demoraría tres meses.

Mientras tanto, ¿qué podía hacer? Ese era mi último mes de trabajo; estaría sin salario y sin perspectiva de tener un nuevo trabajo. ¿Cómo iba a cuidar de mí misma con la pequeña cantidad que quedaba en el banco? Me sentí traicionada. Sentí que Dios me había fallado y me pregunté: “¿Por qué no hace algo para cambiar esta situación?” Por lo general soy una persona agradecida, incluso en las dificultades. Ese día, sin embargo, me sentí tan desilusionada, tan perdida y sin tener donde recurrir, que las lágri-mas comenzaron a fluir libremente. De alguna manera me las arreglé para sobrevivir, vivir y esperar. Recordé la promesa: “Pero los que confían en el Señor  renovarán sus fuerzas; volarán como las águilas: correrán y no se fati-garán,  caminarán y no se cansarán”

(Isaías 40:31, NVI). Tres meses más tarde, el banco

cubrió la pérdida y la acreditó a mi cuenta. Después de eso, di las gra-cias y alabé a Dios por cuidar de mí. Desde entonces, he aprendido una nueva definición sobre la confianza en Dios y el deber de permanecer agradecida a él en todo momento. La pregunta no es por qué nos suceden ciertas cosas, sino más bien: ¿Cómo reaccionamos ante ese tipo de even-tos? La respuesta surge de la confianza y gratitud que sentimos hacia Dios.

* Véase la edición de abril de 2007 de Current Directions in Psychological Science.

“Dios, en el principio, creó los cie-los y la tierra” (Gén. 1:1, NVI). Así comienza la Biblia, y con ello, surge el interrogante: ¿Cuán confiable es la teología bíblica de la creación? La pregunta es analizada por destaca-dos eruditos, científicos y educado-res adventistas, y el resultado de sus investigaciones es presentado en dos volúmenes: El primero se ocupa de los datos del Antiguo Testamento, y el segundo (en preparación) se referirá a los datos del Nuevo Testamento. “Una comisión permanente de eruditos bíblicos y científicos que participan de un minucioso diálogo y concienzuda interacción” ha leído y reseñado críti-camente tres ensayos. “El trabajo del Consejo de Fe y Ciencia de la iglesia destaca el compromiso de los admi-nistradores, estudiosos de la Biblia y científicos de la Iglesia Adventista de escucharse mutuamente e incorporar la ciencia y la erudición contemporáneas de manera constructiva respecto de este importante tema” (p. 9).

El libro destaca que la declaración “Dios, en el principio, creó los cielos y la tierra” (Génesis 1:1) es fundamental para la comprensión del relato de la creación en las Escrituras. El capítulo inicial (a cargo de Gerhard Hasel y Michael Hasel) se ocupa de los elemen-tos particulares de la cosmología bíblica, a lo que le sigue una revisión crítica de la historia de Génesis 1:6-8 a cargo de Randall Younker y Richard Davidson.

Davidson también es autor del capí-tulo 3. En Génesis 1:1, halla el “cuán-do”, el “quién”, el “cómo” y el “qué” de los orígenes de la vida en esta tierra. Davidson brinda evidencias internas y externas que apoyan la perspectiva tradicional de Génesis 1:1-3 de la actividad creadora ex nihilo de Dios. Aboga por una semana de la creación literal de 24 horas y siete días conse-cutivos, y ofrece fundamentos teoló-gicos de por qué el relato del Génesis no puede ser tomado como simbo-lismo, poesía, metáfora o parábola. Davidson también sostiene que en el

LIBROS

HE SPOKE AND IT WAS: DIVINE CREATION IN THE OLD TESTAMENT

Gerald A. Klingbeil (editor) (Nampa, Idaho: Pacific Press, 2015;186 páginas).

Reseña de Phodidas Ndamyumugabe

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“cuándo” de la creación podemos ver la idea de un comienzo en dos etapas con un aspecto inicial sin forma del planeta, que apoya la teoría de la bre-cha pasiva, es decir, de un universo antiguo que incluye la Tierra, pero con una vida reciente en ella.

En su discusión del “quién”, Davidson señala dos nombres diferen-tes para Dios que se usan en Génesis 1 y 2. El primero es elohim, que enfatiza el carácter de Dios como trascenden-te, universal, cósmico, con existen-cia propia e infinito. El segundo es YHWH, que muestra que es un Dios inmanente y personal. El Dios eterno e inmanente es el que se presenta como el Creador.

El “cómo” de la creación es presen-tado como la actividad creadora par-ticular de Dios. El énfasis de la orden divina (“Dios dijo: ‘Sea…’”) puede ser entendido tan solo en términos del poder y la centralidad absolutos de la Palabra de Dios en el proceso creativo. Lo importante es que el autor señala que en esta naturaleza absoluta de la Palabra de Dios se encuentra la base de la teología del sábado según es entendida por los adventistas.

Al ocuparse del “qué” de la creación en Génesis 1 y 2, Davidson no deja de enfatizar que la creación bíblica se refiere a todo el universo, lo que incluye los detalles de los hábitats glo-bales de nuestro planeta. El libro no ve contradicción alguna en el orden de la creación en los dos relatos de la creación (Génesis 1 y 2), y sostiene que cualquier aparente ambigüedad depende de que uno traduzca Génesis 2:19 como “formó” o “había formado”.

Aunque Génesis ofrece la compren-sión fundamental de la creación bíbli-ca, Paul Gregor utiliza el cuarto capí-tulo del libro para reflexionar sobre las reminiscencias de Génesis 1 y 2 en el resto del Pentateuco, y nos ofrece un rico tesoro de la teología de la creación y la función que juega para la vida.

El capítulo 5 brinda una devoción inspiradora sobre la teología de la creación, dado que Davidson usa la erudición y la devoción para un aná-lisis magistral del lenguaje de la crea-ción en el Salmo 104, que denomina “excepcional para el movimiento y

la intensidad de las imágenes que se agolpan en el cuadro de la crea-ción” (p. 86). Davidson señala que “el Salmo 104 brinda una respuesta a la pregunta de larga data sobre la fuente de la luz en el primer día de la creación, cuando dice que la luz que rodeaba la persona de Dios proveía de luz a la tierra” (p. 88), dejando así en claro que la creación no es antropocéntrica o heliocéntrica sino teocéntrica. Asimismo, sostiene que en Salmos 104:31-35 se encuentran “perspectivas significativas sobre el sábado” y la escatología (pp. 95, 96), puntos que los adventistas no pueden darse el lujo de ignorar.

El capítulo 6 de Alexej Muráñ se ocupa del tema de la creación en el resto de los Salmos, estableciendo nuestra fe en Dios como el Creador y Sustentador de la vida.

A continuación, Ángel Rodríguez examina la influencia de Génesis 1-3 en el pensamiento sapiencial. Se des-tacan allí interesantes similitudes para sostener que la literatura sapiencial era consciente de la narrativa de la creación del Génesis. En el capítulo 8, Martin Klingbeil analiza una forma de tríada que aparece en la literatu-ra profética: la creación, la “decrea-ción”, y la recreación. Ese lenguaje de la creación es “empleado como una constante referencia literaria y teoló-gica que conecta un pasado histórico, motiva la interpretación del presente, y avanza hacia una perspectiva para el futuro” (p. 159).

Los dos últimos capítulos del libro nos devuelven hacia el comienzo bíbli-co. Rodríguiez (capítulo 9) compara el relato del Génesis y los estudios del Antiguo Cercano Oriente sobre los orí-genes y muestra que, si bien los últimos contienen pensamientos evolucionarios latentes sobre los orígenes, el primero se encuentra arraigado en Dios y no deja espacio alguno para la evolución.

Jacques Doukhan concluye el libro presentando el argumento último para Dios como Creador. Doukhan sostiene que Dios mismo declaró que la creación es buena, y aunque el peca-do y la muerte dañaron la creación, sus efectos son tan solo temporarios. El plan último de Dios para el pla-neta es liberarlo del caos del pecado y

Phodidas Ndamyumugabe, (Ph.D., Instituto Internacional

Adventista de Estudios Avanzados, Silang, Cavite,

Filipinas), es profesor en la Universidad Adventista de África

Central, en Kigali (Ruanda). Su dirección electrónica:

[email protected]

transformarlo en un cielo nuevo y una tierra nueva. Dios es el Creador, y él inaugurará la nueva creación.

Como lector, el libro me resultó crucial y cautivador. Cada parte del libro afirma la fe de una manera siste-mática, destacando el relato de la crea-ción que va emergiendo a lo largo del Antiguo Testamento. Aguardo con ansias el segundo volumen, que ana-lizará la comprensión de Dios como Creador en el Nuevo Testamento.

DE LOS EDITORES:

El libro también está disponible en una edición más grande y erudita titulada:

THE GENESIS CREATION ACCOUNT AND ITS REVERBERATIONS IN THE OLD TESTAMENT

publicado por Andrews University Press, Berrien Springs, Míchigan, Estados Unidos, 395 páginas.

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