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rticoISSN 1794 - 8193FILOSOFAPOLTICA

N 15. Julio diciembre de 2011 El concepto de sumak kawsay (buen vivir)

y su correspondencia con el bien comn de la humanidad Franois Houtart

CRTICA&DEBATEMario Candeias Populismo histrico y progresismo: su funcin sistmica Jos Honorio Martnez

Revoluciones pasivas vs. transformacin socialista

La crisis capitalista internacional actual y el rol de los Estados nacionales en Amrica Latina. Cambio estructural o emergencia de nuevas relaciones de fuerza? Rodolfo Gmez Elementos de economa poltica de la poltica social en Amrica Latina. Reflexiones a propsito de los gobiernos progresistas Jairo Estrada lvarez Alianza para el Progreso cincuenta aos despus: La poltica exterior de Obama en accin Silvina Mara Romano La sostenibilidad, la regla fiscal y la falacia: El cancerbero deECONOMA COYUNTURA

AMRICA LATINA

los derechos sociales Juan Fernando Romero TobnPOLTICA

La crisis de la civilizacin del capital Andrs Rosero E. El gasto militar y la crisis en el 2011 Jos Luis Rodrguez

RESEAS Snchez ngel Ricardo, HUELGA! LUCHAS DE LA CLASE TRABAJADORA EN COLOMBIA, 1975-1981, Bogot: Universidad Nacional de Colombia. Facultad de Derecho, Ciencias Polticas y Sociales, 2009, 485 p. La historia y memoria de los vencidos como negacin del olvido Marino Canizales P .

revista

N 15. Julio diciembre de 2011

Director Jairo Estrada lvarez Editor Jess Gualdrn Sandoval Consejo Editorial Asesor Mara Teresa Cifuentes T., Nelson Fajardo Marulanda, Vctor Manuel Moncayo, Edgar Novoa Torres, Ricardo Snchez ngel, Libardo Sarmiento Anzola, Renn Vega Cantor Asesores internacionales Beatriz Stolowicz Weinberger (Mxico), Claudio Katz (Argentina), Nildo Domingos Ouriques (Brasil), Manuel Salgado Tamayo (Ecuador), Dietmar Wittich (Alemania) Diseo grfico Tatianna Castillo Reyes Edicin digital Luis Guillermo Quevedo [email protected] Una Publicacin de Espacio crtico Centro de estudios http://www.espaciocritico.com/ Bogot D.C., Colombia

ISSN 1794 - 8193

No 15. Julio - diciembre de 2011

Filosofa poltica

El concepto de sumak kawsay (buen vivir) y su correspondencia con el bien comun de la humanidad*

Franois Houtart

Socilogo y sacerdote. Profesor emrito de la Universidad Catlica de Lovaina. Director del Centro Tricontinental. Secretario ejecutivo del Forum Mundial de Alternativas. Miembro del Consejo Internacional del Forum Social Mundial de Porto Alegre. Presidente de la Liga Internacional por el Derecho y la Libertad de los Pueblos.

El concepto de sumak kawsay (buen vivir) y su correspondencia con el bien comn de la humanidad

Franois Houtart

El concepto de Sumak Kawsay ha sido introducido en la Constitucin ecuatoriana de 2008, con referencia a la nocin del vivir bien o Buen Vivir de los pueblos indgenas. Posteriormente fue retomado por el Plan Nacional para el Buen Vivir 2009-2013. Se trata entonces de una idea central en la vida poltica del pas. Por esta razn es importante analizar su contenido, su correspondencia eventual con la nocin de Bien Comn de la Humanidad desarrollado en el seno de la Organizacin de las Naciones Unidas, y sus posibles aplicaciones en las prcticas internacionales. La pertinencia de esta referencia est reforzada por el conjunto de las crisis provocadas por el agotamiento del sistema capitalista.

* Trabajo preparado en el marco del Instituto de Altos Estudios Nacionales (IAEN) para el Ministerio de Relaciones Exteriores del Ecuador, 2011.

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1. La Gnesis del conceptoLos pueblos indgenas de Amrica Latina, despus de ms de 500 aos de desprecio y destruccin material y cultural, han conocido en los ltimos aos una renovacin de su conciencia colectiva. Dentro de este proceso, han querido recuperar su memoria, recuperar la vivencia de nuestros pueblos, como lo dice David Choquehuanca, Ministro de Relaciones Exteriores de Bolivia (Eduardo Gudynas, 2011, 1). Se trata de reconstruir el sentido de la vida y la tica que ordenaban la existencia de las comunidades y no de pronunciar un discurso puramente romntico (David Cortez y Heike Wagner, 2011.6). Para abordar el tema es necesario recurrir a la sociologa del conocimiento. Toda produccin de sentido se realiza en un contexto social preciso y tiene funciones propias. En la poca pre-colonial, eran pueblos autnomos los que vivan en el Continente, con sus cosmovisiones, sus saberes, sus representaciones, su racionalidad; todos en correspondencia con su situacin material y su modo de relacionarse con la naturaleza. Desde tiempos inmemoriales dice el mismo David Choquehuanca, acostumbramos hablar con nuestras aguas y respetarlas, con nuestro sol y nuestra luna, con los vientos, los puntos cardinales y todos los animales y plantas de nuestras tierras que nos acompaan (D. Choquehuanca, 2010, 67). Los ritos, los cultos, correspondan a la necesidad de actuar simblicamente en una realidad difcilmente controlable y eran muy racionales. Se inscriban dentro de un pensamiento que podemos llamar simblico (que identifica el smbolo con la realidad). La funcin social de este ltimo consista por una parte, en expresar el carcter holstico del mundo y as crear una fuerte conviccin de la necesaria armona entre la naturaleza y los seres humanos, y por otra parte, en manifestar la fuerza de las representaciones y los ritos de la accin humana en su entorno natural y social. Los pueblos eran diferentes entre s, con expresiones tambin variadas, pero con la misma cosmovisin fundamental. La colonizacin destruy las bases materiales de estas sociedades y luch contra sus culturas y visiones del mundo, sobre todo con argumentos y smbolos religiosos. Se trat de un genocidio combinado con un etnocidio. Dice Rodolfo Pocop Coroxon, de la CONIC (Coordinadora Nacional Indgena y Campesina) de Guatemala, a propsito de los Mayas de la poca pre-colonial: Lo que los espaoles encontraron aqu fue un profundo respeto y reconocimiento del espacio, del universo, y del ser humano; todos ramos un mismo elemento: la vida (2008,40). Es finalmente el discurso colonial el que ha creado la categora socio-cultural indgena (Jos Snchez Parga (2009, 93) como expresin de una relacin desigual entre un colonizador superior y unos colonizados despreciados. Durante siglos, las visiones del mundo de los pueblos conquistados se trasmitieron en la clandestinidad, por la va de la tradicin oral. Las mismas relaciones sociales establecidas por el colonialismo entre indgenas, blancos y mestizos, se reprodujeron despus de las independencias, la autonoma siendo exclusivamente definida en referencia al poder metropolitano, dejando en el poder a las clases

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descendientes de los colonos. Con el tiempo se produjeron cambios lingsticos. Segn Jos Snchez Parga, el 30% de la poblacin indgena del Ecuador ya no habla la lengua nativa (2009,65), como fruto de migraciones internas y de la urbanizacin. Sin embargo, la ola de emancipacin indgena que arrastr a muchos de los pueblos originarios de Amrica Latina a una nueva dinmica y que, en algunos pases, se tradujo incluso en cambios constitucionales, llev a los movimientos indgenas a retomar sus referencias tradicionales. Algunas de stas haban atravesado el tiempo, como la pachamama; otras, recibieron nuevas funciones polticas como el Sumak Kawsay (Ecuador) o el Suma Qamaa (Bolivia). Esto comprueba la dinmica de la cultura indgena de que los pueblos no se dejan trasformar en objeto de museo, y que, como escribe Eduardo Gudynas (2011, 5), entran en un proceso de descolonizacin del saber. Con mucha razn Rodolfo Pocop Coroxon proclama: Los pueblos de Abya Yala (Amrica) no somos mitos, ni tampoco leyendas, somos una civilizacin y somos naciones. (2008, 43). A partir de los aos 2000, la crisis aceler el proceso. En el Ecuador, en particular, ya desde los 90as, las consecuencias de la guerra con el Per, los efectos del fenmeno del nio, la represin y la corrupcin de los gobiernos oligrquicos y sobre todo la era neoliberal, agravaron la situacin de las capas ms vulnerables de la poblacin y en particular los indgenas. La reaccin fue, como lo dice Pablo Dvalos (2009), de carcter anti-neoliberal y podemos aadir, una oposicin a la crisis mltiple y sistmica. Muy rpidamente los movimientos indgenas entendieron que ellos tambin formaban parte de las vctimas de la fase neoliberal del capitalismo y para expresar sus luchas, buscaron conceptos opuestos a esta lgica (Floresmilo Simbaa, 2011, 21). Al mismo tiempo, muchos otros grupos sociales se preocupaban de la destruccin del eco-sistema. Todo esto contribuy a reanimar y reconstruir conceptos tradicionales como el Buen Vivir, una categora en permanente construccin y reproduccin (Alberto Acosta, 2008, citado por E. Gudynas, 2011, 1). Jos Snchez Parga afirma que el concepto de alli kausay (vida buena) en el sentido de calidad de vida, no es ajeno a un pasado reciente que nada tiene que ver con la tradicin, sino ms bien con la biografa de muchos indgenas (2009, 137); personas que desean poder hacer su vida, sin dejarlas a merced de factores que les son ajenos y hostiles (Gudynas, 2011: 4). Para entender mejor el contenido del concepto, daremos la palabra a actores comprometidos con las luchas actuales, empezando con personas indgenas. Luis Macas, quien fue presidente de la CONAIE (Confederacin de Nacionalidades Indgenas del Ecuador), habla del espacio comunitario, en donde existe reciprocidad, convivencia con la naturaleza, responsabilidad social, consenso, es decir el Buen Vivir. Humberto Cholango, nombrado presidente del mismo organismo en 2011, define el Sumak Kawsay como un nuevo modelo de vida (frente a la concepcin occidental) pero que va ms all de los indgenas y vale para todo el planeta (2010, 92). Esta nocin supone armona con la Madre Tierra (Ibdem, 96) y la conservacin del ecosistema (Ibidem, 93). Ella significa finalmente la felicidad para los indios y todos los otros grupos humanos (Ibidem, 96). Para Manuel Castro, de la ECUARUNARI (la organizacin de los indgenas kichwas del Ecuador), la nocin implica la convivencia comunitaria, la igualdad social, la equidad, la reciprocidad, la solidaridad, la justicia, la paz. Ella supone igualmente

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una relacin armnica entre la humanidad y la Madre Tierra, gracias a la puesta en prctica del calendario ancestral y de su cosmovisin, en particular frente al Padre Sol y la Madre Luna. Para Manuel Castro, se trata de valores culturales especficos y tambin de una ciencia y unas tcnicas ancestrales (2010, 4-7). En este sentido, tanto Josef Esterman (1993), como Eduardo Gudynas (2009) hablan de una tica csmica. Intelectuales no-indgenas se pronunciaron tambin al respecto. Alberto Acosta, economista de izquierda, ex presidente de la Asamblea Constituyente, escribe que la adopcin del Sumak Kawsay en el pensamiento poltico del Ecuador, significa una demostracin de que s se puede abrir la puerta a la construccin de una sociedad democrtica, en tanto acoge las propuestas de los pueblos y nacionalidades indgenas, as como de amplios segmentos de la poblacin, y, simultneamente, se proyecta con fuerza en los debates de transformacin que se desarrollan en el mundo (2009,7). Previamente, Acosta haba manifestado que el concepto de Sumak Kawsay tiene que ver con una serie de derechos y garantas sociales, econmicas y ambientales (Ibidem). Por otra parte, Magdalena Len desde una perspectiva feminista, introdujo el concepto de economa del cuidado humano (2010,150) como expresin del Sumak Kawsay, porque all se recupera la idea de la vida como eje y categora central de la economa (2009, 63). Para Pablo Dvalos, la idea de Sumak Kawsay trata de una reintegracin de la naturaleza en la historia, como inherente al ser social (citado por E. Gudynas, 2011,6). Por eso, Jorge Garca no duda en escribir que el Sumak Kawsay es un arte de vida (2004).Evidentemente Eduardo Gudynas es quien ms ha publicado sobre el asunto y lo citaremos en varias ocasiones, ms adelante. Su posicin es muy clara: la nocin del Buen vivir es una crtica al modelo actual de desarrollo y una llamada a construir una calidad de vida incluyendo tanto a las personas como a la naturaleza (E. Gudynas, 2011, 2). Ren Ramrez, Secretario Nacional de Planificacin, y uno de los redactores del Plan Nacional de Desarrollo, escribe que la idea implica la satisfaccin de las necesidades, una calidad de vida, amar y ser amado, paz y armona con la naturaleza, proteccin de la cultura y de la biodiversidad (Ren Ramrez, 2010,139). Para resumir su posicin, Ramrez habla de bioigualitarismo o de biosocialismo republicano, significando la combinacin entre la preocupacin de la justicia social, el respeto a la naturaleza y la organizacin poltica (citado por E. Gudynas, 2011,9). Pedro Pez, economista, ex Ministro de Finanzas y miembro de la Comisin Stiglitz de las Naciones Unidas sobre la crisis financiera internacional, habla de vivir en plenitud (Pedro Pez, 2011,7) Como se puede ver, hay en los discursos de estos autores un alto grado de interpretacin en funcin de preocupaciones contemporneas, adems del uso de un vocabulario diferente del utilizado por los indgenas, lo que indica la existencia de funciones del concepto, ms all del trabajo de recuperacin de la memoria. Si pasamos a la nocin de Suma Qamaa de los Aymaras de Bolivia, podemos citar tambin a varios autores. David Choquehuanca refiere la oposicin entre vivir bien y vivir mejor, lo que, por afn de consumir siempre ms, provoc las deviaciones del sistema capitalista. Por el contrario, el Suma Qamaa significa la complementariedad social, rechazando la exclusin y la discriminacin y buscando la armona de la humanidad con la Madre Tierra, respetando las leyes de la naturaleza.

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Todo esto constituye una cultura de la vida, en oposicin a la cultura de la muerte (D. Choquehuanca, 2010, 57-74). Para Simn Yamparo, esta nocin se inscribe en la filosofa aymara, que exige la armona entre lo material y lo espiritual, el bienestar integral, una concepcin holstica y armnica de la vida (texto de 2001, citado por E. Gudynas, 2011, 6). Mara Eugenia Choque Quispe utiliza otro concepto: suma jakaa, que se centra en la satisfaccin de la alimentacin, asegurada por el control de la produccin, para llegar a la plenitud de la vida y al desarrollo de los pueblos (texto de 2010, citado por E. Gudynas, 2011, 6). El principal terico del Suma Qamaa es sin duda el antroplogo Xabier Abo, s.j., para quien esto significa convivir bien (y no vivir mejor que los otros). No se trata solamente de bienes materiales, sino tambin espirituales. Se debe primero satisfacer las necesidades locales, en convivencia con la Madre Tierra y en reciprocidad y afecto con los dems. El Vivir Bien implica el acceso y disfrute de los bienes materiales en armona con la naturaleza y las personas. Es la dimensin humana de la realizacin afectiva y espiritual. Las personas no viven aisladas, sino en familia y en un entorno social y de la naturaleza. No se puede Vivir Bien, si se daa la naturaleza (X. Abo, 2010, 57). Es una espiritualidad, que implica la paz y la construccin de una tierra sin mal. Xabier Abo afirma que esta visin va ms all del Sumak Kawsay. Sin embargo, J. Medina autor boliviano, afirma que, en tanto categora filosfica, el concepto de Suma Qamaa en su formulacin, es relativamente reciente. Esto indica una vez ms el carcter dinmico de la cultura y el conocimiento. No se trata entonces, de idealizar lo que fueron las sociedades pre-colombinas, ni de ignorar las contradicciones existentes hoy da en los pueblos autctonos, tal como existen en todos los grupos humanos. Las relaciones de autoridad, el estatuto de la mujer, el respeto a la vida humana, no fueron siempre ejemplares en estos grupos sociales y el carcter que hoy da llamaramos imperialista de los reinados Inca y Azteca no se puede negar. La divinizacin del Inca, por ejemplo, fue una seal evidente del deterioro de las relaciones tributarias entre les entidades locales y el poder central. Hoy en da, las organizaciones indgenas tienen sus conflictos de pensamiento y de poder, sus alianzas dudosas entre algunos lderes con poderes polticos o econmicos, sus diferencias ideolgicas que van desde el neoliberalismo hasta el socialismo. Es decir que son grupos sociales como los dems, con sus historias, sus sueos, sus vidas propias. Es por eso que merecen un reconocimiento social, luego de medio milenio de opresin y destruccin. Recordar el Sumak Kawsay es hacer revivir la utopa prctica de sus tradiciones, que orient la tica colectiva y la esperanza del actuar de sus comunidades. Es el aporte especfico que los pueblos originarios de Abya Yala ofrecen a la construccin de una nueva civilizacin. Lo hacen con su cosmovisin propia, elemento importante de una multiculturalidad que puede convertirse en interculturalidad. Existen nociones similares en otros pueblos indgenas, como los Mapuche (Chile), los Guarans de Bolivia y Paraguay, que hablan de ande Riko (vida armoniosa) y de Tiko Kavi (vida buena) los Achuar (Amazona ecuatoriana) citados por Eduardo Gudynas (2011, 8), pero tambin en la tradicin Maya (Guatemala), en el Chiapas (Mxico), entre los Kunas (Panam), etc. As el pueblo Tseltal habla de Lekil Kuxlejal, la vida buena, no como un sueo inexistente, sino como un concepto que a pesar de haberse ido degenerando, puede recuperarse. Su aplicacin es el fundamento moral de la vida cotidiana

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(Antonio Paoli, 2003, 71), e incluye antes de todo, la paz, tanto interna de cada persona, cuanto dentro de la comunidad y entre hombres y mujeres en la pareja. Cuando la paz est plenamente en el mundo, la vida es perfeccin, este es el tiempo del Lekil Kuxlejalk (Ibidem, 77). La paz se establece con la justicia y sin justicia no hay Lekil Kuxlejal (Ibidem, 82). El concepto implica tambin una integracin armnica entre la sociedad y la naturaleza: el contento de la comunidad se proyecta y se siente en el medio ambiente automticamente y el ecosistema feliz hace ligeras y alegres a las personas (Ibidem 75)1 De este modo podemos concluir que la referencia a estos conceptos, que fueron importantes en la vida de los pueblos originarios del continente, corresponde a la necesidad de crear un nuevo modo de vida, a pesar de las contradicciones inherentes a la condicin humana. La conciencia del carcter profundamente destructivo del capitalismo como fundamento econmico de una cultura del progreso sin lmites y que ignora las externalidades sociales y ecolgicas, est progresando entre los pueblos indgenas, as como en muchos otros medios sociales del continente. La defensa de la vida, la propuesta de una tica del Buen Vivir, la recuperacin de los equilibrios del ecosistema y la importancia de lo colectivo frente al individualismo, son valores que orientan a los movimientos de izquierda en el mundo entero. Esta convergencia nos permite entrar ahora ms en detalle en las funciones actuales del Buen vivir y su utilidad en la definicin de una poltica exterior de un pas como el Ecuador.

2. Las Funciones del concepto en el contexto actualEn el conjunto de la literatura contempornea sobre el Sumak Kawsay y el Suma Qamaa, se nota una doble funcin, por una parte una crtica de la situacin socio-econmica actual, y por otra, propuestas de reconstruccin cultural, social y poltica. Terminaremos esta parte del trabajo con algunas reflexiones sobre la correspondencia entre el Bien Comn de la Humanidad y las posibles desviaciones de sentido del concepto del Buen Vivir, en funcin de las ideologas vigentes.

1) La crtica de la modernidad La crtica de la modernidad es ambivalente. Todo depende de qu aspectos de la modernidad estn siendo criticados. El modelo econmico de produccin y de consumo y su racionalidad puramente instrumental en funcin de una lgica cientfica/tecnolgica mercantil (Dominique Jacques, 2011)? La idea del progreso sin fin? o la emancipacin del ser humano; los logros cientficos; el pensamiento analtico? De hecho, existe una crtica fundamentalista de la modernidad, que significa la restauracin de una cultura pre-analtica, sin visin histrica. Conocemos tambin la crtica de una filosofa posmoderna, que rechaza lo que sus protagonistas llaman los grandes relatos, es decir las1 Una cancin local dice: Sentimos el ambiente que sonre, as como los pjaros del campo, as como nosotros como ellos, que vuelen por el mundo (Antonio Paoli, 2003, 75).

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teoras sociales y polticas. Estos autores las consideran como totalitarias y privilegian los pequeos relatos, es decir la historia inmediata construida por los actores individuales, negando la existencia de estructuras y de sistemas. Tales crticas no son realmente tiles para una reconstruccin social y cultural adecuada para nuestros tiempos. La crtica desde el punto de vista del Buen Vivir o del Buen convivir es selectiva. Se trata, como lo escribe Jos Mara Tortosa, de rechazar el mal desarrollo que conduce al malvivir (J.M. Tortosa, 2010, 41). Vivimos en efecto, una crisis del modelo de desarrollo dominante, destructor de los ecosistemas y de las sociedades. La razn profunda se encuentra en la ontologa de Occidente y en su visin lineal cientfica y tecnolgica de la historia, que considera a la naturaleza como una serie de elementos separados (recursos naturales) e impone una visin antropocntrica (utilitarista) del desarrollo. Evidentemente, la lgica del sistema econmico capitalista de transformarlo todo en mercanca (Eduardo Gudynas, 2011, 14) es la expresin ms visible de este tipo de modernidad. El capitalismo, en este sentido, es mucho ms que una simple realidad econmica. Conlleva tambin una determinada cosmovisin y una organizacin social. En efecto, la acumulacin del capital no es simplemente un conjunto de bienes, sino una relacin social mediada por el poder (Diana Quirola, 2009, 106). En el caso de los pueblos indgenas, el capitalismo se present en la historia bajo su forma colonizadora, con todas sus consecuencias fsicas y culturales. Hoy en da, el sistema presiona fuertemente sobre las tierras ancestrales, a travs de las actividades extractivas y del acaparamiento de tierras agrcolas para fines industriales. Por esta razn, los pueblos indgenas que empezaron reivindicando su identidad cultural en los Foros sociales mundiales, terminaron por condenar radicalmente al sistema capitalista, como causa primera de su sufrimiento actual (Belem 2009 y Dakar 2011). Las tentativas por ablandar el sistema, humanizarlo, pintarlo de verde, son ilusorias. Como lo escribe Eduardo Gudynas: El capitalismo benevolente es incompatible con el Buen Vivir (2011, 239). Es necesario efectuar un verdadero cambio filosfico y reconocer, como lo dice Norma Aguilar Alvarado, que los pueblos originarios y afro-descendentes pueden ser inspiradores de valores, conocimientos y teoras o filosofas alternativas y polticamente respetables (http://servindi.org/actualidad/opinion/22327). Sin embargo, en varios pases latinoamericanos, una parte de los movimientos indgenas ha adoptado lneas polticas de tipo social-demcrata. Aun ciertos lderes de comunidades indgenas que practican actividades mercantiles, tienen posiciones netamente neo-liberales. En ningn pas, lo indgena se presenta como un bloque homogneo. Si bien todos reivindican el reconocimiento de su existencia propia, cultural y material, no todos han adoptado el mismo tipo de lectura de la realidad, ni una posicin poltica unnime. Los pueblos autctonos del continente no viven en un mundo aislado; son parte de la historia. Su situacin contextual influye en su nivel de conciencia. Sera un grave error considerarlos como islas socio-culturales dentro de las sociedades contemporneas. De all se desprenden las diversas interpretaciones del Buen Vivir, que van desde las tendencias fundamentalistas hasta las revolucionarias. Encontramos en las posiciones de los defensores indgenas del Sumak Kawsay, as como en ciertos

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intrpretes no-indgenas, una neta desconfianza hacia el socialismo. Estos actores critican el aspecto materialista del socialismo, que concibe la naturaleza como un valor de uso y de cambio (Eduardo Gudynas, 2011; 9); lo acusan de inscribirse finalmente en la misma racionalidad de la modernidad que el capitalismo y de proponer solamente desarrollos alternativos y no alternativas al desarrollo (Ibidem, 3). Simn Yampara de Bolivia va aun ms all, afirmando que el hombre aymara no es ni socialista ni capitalista (Eduardo Gudynas, 2011,9) y David Choquehuanca aade que se distancia del socialismo porque [ese sistema] busca satisfacer las necesidades de los hombres (in David Cortez y Heike Wagner, 2011,9) haciendo alusin a la falta de consideracin para la naturaleza. Es la razn por la cual David Cortez y Keike Wagner se preguntan si el Buen Vivir no significa finalmente una perspectiva utpico-emancipadora de tipo socialista (2011,2). De todas maneras, afirman que es un proyecto descolonizador (Ibidem 7). Luis Macas, citado por los mimos autores, afirmaba en 2005, que se trata de un proyecto alternativo de una nueva sociedad y de un nuevo desarrollo (Ibidem, 8). Lo cierto es que el concepto de Buen Vivir tiene una real afinidad con el Manifiesto Eco socialista de Joel Novel y Michael Ley, citado por la misma fuente (Ibidem, 13) y no tendra que ser ajeno al contenido del Socialismo del Siglo XXI. Boaventura de Souza Santos, socilogo portugus, afirma la necesidad de un cambio civilizatorio y habla del socialismo del Buen Vivir; esta expresin bien podra representar la versin contempornea del concepto. Evidentemente, cuando uno se refiere al socialismo real tal como se desarroll en Europa o a los modelos chinos o vietnamitas actuales, se entiende que los autores citados tengan sus reservas. Pero es necesario superar esta visin demasiado elemental de un socialismo coyuntural. Marx afirmaba en los manuscritos de 1844, que el hombre es primero e indisolublemente parte de la naturaleza y este metabolismo primitivo se redobla en el proceso de preservacin de su ser: la constante relacin del hombre con la naturaleza no es sino la relacin consigo mismo (Carlos Marx, citado por Jean Luc Cachon, 1999: 800). El mismo Marx escriba en los Grundrisse, que fue el capitalismo el que provoc la separacin entre el hombre y la naturaleza, con la aparicin del capitalismo, la naturaleza cesa de ser reconocida como una potencia para s misma: se transforma en puro objeto para el hombre, una simple cosa de utilidad (Ibidem). En El Capital, Marx deca: la dominacin del hombre sobre la naturaleza es un presupuesto del desarrollo de la produccin capitalista (Ibidem). Al contrario, para Carlos Marx, el comunismo es la reconciliacin entre el hombre y la naturaleza, el retorno a la unidad. Es la verdadera solucin del antagonismo entre el hombre y la naturaleza, entre el hombre y el hombre (Ibidem, 799)2. La armona entre los seres humanos y la tierra estaba presente en el pensamiento de Marx y en su proyecto socialista. Es uno de los olvidos del socialismo histrico que debemos rescatar. De este modo, el Sumak Kawsay no es el nico portador de una crtica del capitalismo y de la modernidad en tanto proyecto ilusorio. En el mundo entero se nota la puesta en duda del desarrollo, la preocupacin ambiental, la afirmacin femenina. Estas corrientes tienen muchas afinidades con el2 Ello consiste en palabras de Marx en que el ser humano socializado gobiernen el metabolismo humano en una forma racional; controlando de manera colectiva en lugar de verse dominado por este como si fuese un poder ciego; logrando con el menor gasto de energa y en condiciones lo ms valiosas y apropiadas segn su propia naturaleza humana (Marx. El Capital. Vol.3: 959)

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pensamiento especfico sobre el Buen Vivir nacido en las culturas de los pueblos indgenas de Amrica Latina (Eduardo Gudynas, 2011,8). Es lo que permite la construccin de convergencias, tanto en el aspecto terico, cuanto prctico.

2) La reconstruccin terica y los aportes prcticos Est claro que no basta con expresar una crtica; es necesario proponer nuevas perspectivas de pensamiento y nuevas prcticas. Los conceptos de Sumak Kawsay y de Suma Qamaa pretenden tambin cumplir esta funcin. Sin embargo, esto conlleva algunas condiciones de las cuales hablaremos ahora. La condicin de base es partir de una visin holstica de la realidad para reformular el desarrollo y por eso es necesario descolonizar el saber (Eduardo Gudynas, 2011,15). La cultura indgena era holstica, es decir que integraba los varios elementos de la naturaleza y afirmaba la simbiosis entre los seres humanos y la Madre Tierra. Los pueblos originarios procuraban organizar sus situaciones concretas de vida con sus saberes, sus tcnicas y sus culturas, tanto para establecer la simbiosis con la naturaleza, como para solucionar sus contradicciones. La manera de realizarlo era racional y funcional. El pensamiento simblico (identificacin del smbolo con lo real) era adaptado a estas situaciones y la visin holstica se inscriba en el marco de esta cosmovisin. Sin embargo, este tipo de visin tiene tambin expresiones contemporneas. Lo que nos rodea (montaas, bosques, ros) es parte de un todo por el que tenemos vida, afirma Rodolfo Pocop Coroxon. Son divinidades (agua, aire, tierra, universo) cuya energa es igual a la de los tomos que forman los seres humanos (2008, 40). Los Kunas de Panam califican a los elementos de la naturaleza de hermanos mayores, porque existan antes que los seres humanos. As, se personifica a la naturaleza y sus componentes. Se pide permiso a la Madre Tierra por todas las acciones destinadas a satisfacer las necesidades de la vida humana, pero que significan una agresin a su integridad, como cortar un rbol o matar un animal. (Ibidem, 41). Tales representaciones tienen su lgica en circunstancias histricas precisas de la sociedad y de la cultura. Es difcil percibir si son parte de una expresin de lo real, reproduciendo el pensamiento ancestral en funcin de la exclusin econmica y social de los pueblos indgenas, o si se transformaron en alegoras de alto nivel potico, capaces de explicar la relacin privilegiada entre el hombre y la naturaleza y por consiguiente, de motivar las acciones de proteccin del ambiente y el compromiso poltico necesario. De todas maneras, como lo afirma Marion Woynar a propsito de los pueblos indgenas de Mxico, la consciencia propia de los pueblos autctonos de una Madre Tierra indispensable a la vida, los induca a protegerla por una economa durable (Marion Woynar, 2011, 481). Sin embargo, para abordar el tema del capitalismo y sus efectos ecolgicos y sociales negativos, el enfoque holstico puede tambin ser desvinculado del pensamiento simblico e integrarse en un pensamiento analtico. Este ltimo sita a las causalidades de los fenmenos naturales (la vida de la naturaleza, incluyendo los seres humanos) y sociales (la construccin colectiva de las sociedades) en

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sus propios campos fsicos, biolgicos y sociolgicos. El enfoque holstico y el pensamiento simblico no estn necesariamente vinculados y se pueden adoptar el uno sin el otro. Esta posicin es evidentemente ajena a toda calificacin del pensamiento simblico como irracional, o a su prohibicin en una sociedad pluricultural. Pero tampoco se puede aceptar la imposicin del pensamiento simblico como la nica manera de transmitir el carcter holstico de la relacin entre los seres humanos y la tierra. En concreto, el Buen Vivir significa rescatar la armona entre la naturaleza y el hombre, entre lo material y lo espiritual, pero en el mundo actual. Construir el futuro es la meta, y no regresar al pasado. Esto no significa una fe ciega en el progreso cientfico y tecnolgico, ni un desprecio de las sociedades ancestrales. Al contrario, un esfuerzo as exige la crtica del progreso tal como la modernidad lo ha concebido y un uso ms amplio de los saberes tradicionales. No se trata tampoco de una valorizacin tica, como si el uno fuera mejor que el otro, sino de una perspectiva histrica, capaz de condenar lo que llamamos progreso, calificndolo de maldesarrollo y de apreciar los saberes y las prcticas materiales y simblicas de las sociedades del pasado. Hoy da, la tarea principal es el reconocimiento de una pluralidad, en donde cada uno, con su pensamiento propio, pueda contribuir tanto a la crtica del capitalismo, como a la construccin del post-capitalismo. La mayora de los indgenas del continente no rechazan el carcter dinmico (histrico) de sus culturas y aceptan aportes de otros pensamientos, incluyendo aquellos que provienen de la modernidad, con la condicin de no ser dominados y humillados en el proceso. Ellos defienden la riqueza de la vida, el bienestar y el buen corazn (Pablo Mamani Ramrez, citado por E. Gudynas, 2011,7), lo que se traduce hoy, por la unidad, la igualdad, la libertad, la solidaridad, la justicia social, la responsabilidad, el bienestar comn y la calidad de la vida. Estos principios se aplican en los mbitos de la educacin, la salud, la seguridad social, la vivienda, los transportes, la economa social, la conservacin de la biodiversidad, la soberana alimentaria, la planificacin participativa, etc. (Eduardo Gudynas, 2011, 4). Sin duda aparece aqu el carcter utpico del Buen Vivir, pero en el sentido positivo de la palabra, es decir una meta que perseguir, un ideal que realizar.

Restablecer la armona con la naturaleza Hemos visto que la relacin con la naturaleza tiene un lugar privilegiado en la visin del Buen Vivir. Por esta razn, es importante investigar un poco ms lo que esto implica. El punto de partida es el reconocimiento de la integralidad de la naturaleza, que tiene un valor propio, independientemente de la percepcin y de la valoracin del hombre (Eduardo Gudynas, 2011(2)242). La tierra es ms que un conjunto de materia, en ella hay vida. Por eso se entiende el grito del indgena uwa de Colombia, cuando frente a las actividades de extraccin petrolera y minera, que, en su territorio, dejan la selva destruida, los ros contaminados, los suelos devastados, dice: eso significa matar la Tierra (Esperanza Martnez, 2010, 111). Pero, no solamente hay vida en la naturaleza. Ella es tambin fuente de la vida (incluso de la conciencia). La tierra es el espacio donde se reproduce y realiza la vida afirma el Plan Nacional para el Buen Vivir del Ecuador (2009,44). Es por eso que existe una simbiosis y no una separacin entre los seres humanos y la naturaleza. Es una relacin sagrada.

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David Choquehuanca, escribe en sus 25 postulados para entender el Buen Vivir, que el ser humano pasa en un segundo plano frente al medio ambiente, porque es parte de la naturaleza. Esta afirmacin a primera vista desconcertante contiene una filosofa profunda. La naturaleza es la fuente de la vida (una madre) y el ser humano es la parte pensante de esta realidad. La prioridad pertenece a la naturaleza sin la cual el ser humano no puede vivir (pero que puede destruir). As, preocuparse de la humanidad significa en primer lugar defender la tierra y establecer la armona entre la naturaleza y los seres humanos, lo que implica el respeto de todo el entorno natural. Que la naturaleza sea la fuente de la vida se entiende hoy mejor que nunca, cuando la lgica del poder econmico capitalista est perturbando gravemente los ecosistemas del planeta y finalmente la posibilidad de reproduccin de la vida pensante y no-pensante. Cambiar las prcticas econmicas y el sistema cultural que las justifica es hoy un imperativo tico. La crtica del antropocentrismo de la modernidad no significa otra cosa: rechazar una actitud que promueve un crecimiento (desigual) sin tener en cuenta los daos a la vida de la naturaleza, y por ende de la vida humana (externalidades para el capitalismo). Uno puede preguntarse si en este caso se trata realmente de antropocentrismo, cuando el sistema conduce no solamente a la destruccin del planeta, sino tambin a una desigualdad social abismal y al hambre y la miseria de centenares de millones de seres humanos. La lgica de esta constatacin nos lleva a afirmar que la naturaleza es sujeto de derechos (Eduardo Gudynas, 2011, 14). Se trata del derecho a su propia existencia fuera de la mediacin humana, porque la tierra no pertenece al gnero humano. La Madre Tierra tiene derecho a regenerar su propia biocapacidad, es decir a una vida limpia (David Choquehuanca, 2010, 73); tiene derecho a guardianes y defensores (Esperanza Martnez, 2010, 114-115). La Constitucin ecuatoriana, reconoce el derecho de la Naturaleza al respeto integral de su existencia, al mantenimiento y la regeneracin de sus ciclos (art.72). Eso implica obligaciones de parte de los seres humanos, nicos seres vivos capaces de destruir los equilibrios del ecosistema, de afectar la simbiosis entre el hombre y la naturaleza e inclusive de alterar el clima. Son obligaciones de respeto y de reparacin de la Madre Tierra. Otra manera de abordar el problema es hablar del derecho de los seres humanos a un ambiente sano. Es lo que encontramos en los derechos de tercera generacin de la Declaracin Universal de los Derechos Humanos, aprobada por la Organizacin de las Naciones Unidas. Sin embargo, para los protagonistas del Buen Vivir, eso no basta. Sin necesariamente rechazar la pertinencia de esta posicin, piensan que tal afirmacin niega el carcter de sujeto de la naturaleza y, en consecuencia, somete a la Madre Tierra a la mediacin humana para el reconocimiento de su existencia. Sera caer de nuevo en una perspectiva antropocentrista, o peor an, adoptar una visin hegeliana, afirmando que son los hombres los creadores de la naturaleza, a travs del solo acto de pensarla (Jean Luc Cachon, 1999, 798). Como podemos constatar, nos encontramos frente a dos concepciones del derecho de la Naturaleza. La primera considera a la Madre Tierra como un sujeto de derechos y atribuye esta calificacin a muchos elementos y fuerzas de la naturaleza. Es la posicin antropomrfica del pensamiento simblico. La

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segunda, se apoya en la necesitad de asegurar la capacidad de reproduccin de la Tierra y adopta el pensamiento analtico, reconociendo, sin embargo, que existe una vida propia de la naturaleza y que esta ltima es la fuente de la vida humana misma. En este caso, se utiliza la palabra derechos en un sentido metafrico, porque en la concepcin jurdica clsica, solamente personas fsicas o morales son sujetos de derechos. Las dos concepciones se oponen a la lgica del capitalismo, que solamente reconoce a la naturaleza un carcter utilitario (commodity). El problema en el futuro ser introducir los derechos de la Naturaleza en el Derecho internacional, para definir los delitos ecolgicos y eventualmente instituir una Corte internacional sobre los Crmenes contra la Naturaleza, tema que se ha discutido en la Cumbre de la Tierra en Cochabamba en 2010 (Franois Houtart, 2010(2).

Construir otra economa En la perspectiva del Buen Vivir, la economa consiste en satisfacer las necesidades materiales y espirituales de los seres humanos (Juan Diego Garca, 2011). Carlos Marx habl del sistema de necesidades/capacidades, insistiendo en su dimensin histrica, es decir en su aspecto cambiante en funcin de las posibilidades de satisfacerlas. Sobre esta base, el Plan Nacional ecuatoriano define la economa del Buen Vivir como: entrar en el desarrollo de capacidades y oportunidades (Plan nacional para el Buen vivir, 20). Sin embargo, no se trata solamente de buscar el bienestar, sino tambin el ser (Plan nacional para el Buen vivir, 33). La actividad econmica est al servicio de la felicidad y de la calidad de vida, lo que presupone relaciones armnicas con la naturaleza (Diana Quirola, 2009, 103) y tambin una vida equilibrada (David Choquehuanca, 2010, 64). Solamente se toma de la naturaleza lo necesario para satisfacer sus necesidades de alimentacin, hbitat, salud, movilidad (Diana Quirola, 2009, 105). Para medir lo que significa el Buen Vivir, el PIB no es un instrumento adecuado y se deben encontrar otros criterios, teniendo ms en cuenta el nivel de vida (material y espiritual) de las personas (Plan Nacional para el Buen Vivir, 31). El concepto se acerca al de la economa solidaria, exige una distribucin igualitaria (Plan Nacional para el Buen Vivir, 38) e implica la prioridad del valor de uso sobre el valor de cambio; plantea la cuestin de los lmites al crecimiento en funcin de la preservacin del entorno natural (el respeto a la Madre Tierra). Por eso, la visin del Sumak Kawsay exige tomar en cuenta, no solamente los procesos de produccin, sino tambin de reproduccin (Plan nacional para el Buen Vivir, 38). Finalmente se trata tambin de una resignificacin de los espacios geogrficos (Plan Nacional para el Buen Vivir, 20), es decir de los territorios que constituyen una realidad central en la vida de las comunidades indgenas.

Organizar otro Estado Las largas luchas de los pueblos indgenas les mostraron una visin muy negativa del Estado. No solamente el Estado colonial los destruy hasta sus races, sino que el Estado-nacin postcolonial los excluy de la vida pblica. Adems, con el neoliberalismo, el Estado-nacin perdi mucho de su estatuto nacional, por la mercantilizacin globalizada. De ah el concepto de Estado plurinacional

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retomado por las Constituciones de Ecuador y Bolivia. Se trata de encontrar un difcil equilibrio entre, por una parte Estados-nacin que salen de un periodo neoliberal que haba reducido al mximo sus funciones para abrir espacios al mercado; y por otra parte, pueblos indgenas en fase de recuperacin de sus identidades y en bsqueda de autonoma. Para el Plan Nacional del Ecuador, esto significa una descentralizacin y la organizacin de un Estado policntrico, pero no debilitado (38). Los conflictos entre organizaciones indgenas en Ecuador y en Bolivia comprueban que no es fcil llegar a soluciones concretas en este mbito. En este sentido, se enfrentan dos concepciones de lo comunitario: la primera concibe a la comunidad como una forma de organizar un segmento reducido de la sociedad (particularmente rural), lo que segn Floresmilo Simbaa es anacrnico e ineficaz en la situacin contempornea. La otra, citando a Luis Macas, considera la comunidad como una de las instituciones vertebradoras en el proceso de reconstruccin de los pueblos y de las naciones ancestrales [necesarias] en la reproduccin histrica e ideolgica de los pueblos indios. Segn el antiguo dirigente de la CONAIE, en este sentido, la comuna o el territorio, totalidad viviente, como lo dice Norma Aguilar, es el eje fundamental que articula y da coherencia a la sociedad indgena (Floresmino Simbaa, 2011, 25-26). David Choquehuanca por su parte, insiste mucho sobre el consenso comunal como modo de funcionamiento (2010, 66). A primera vista, las dos nociones no son incompatibles. La primera (comuna) sirve de base, en varios pases (Venezuela, Bolivia) a la organizacin de la participacin popular. Con excepcin de regiones aisladas donde los pueblos indgenas forman la totalidad del territorio (en la Amazonia, por ejemplo), esta divisin territorial no puede ser muy til para los pueblos indgenas. La segunda dimensin (territorio, comunidad) mucho ms amplia, corresponde a las reivindicaciones de los pueblos autctonos, pero no deja de ser difcil de ser traducida a normas y organizaciones. Las migraciones internas y la urbanizacin conllevan problemas sociales y culturales nuevos, que no se solucionan por decretos, sino por consensos progresivos. Es as que el principio de plurinacionalidad (diferencias) se complementa con el de multiculturalidad (un conjunto de diversidades) en un Estado nacional (Catherine Walsh, 2008). Como afirma Boaventura de Souza la plurinacionalidad refuerza el nacionalismo (2010,22). El Sumak Kawsay implica tambin una visin del conjunto de Amrica Latina, Abya Yala, una gran comunidad como dice David Choquehuanca. La Constitucin de Bolivia retoma esta idea Unir a todos los pueblos y volver a ser el Abya Yala que fuimos. Guardando las diferencias de contenido, se puede decir que el concepto tiene una cierta afinidad con la Patria Grande de Simn Bolivar o con Nuestra Amrica de Jos Mart. Se acerca tal vez ms todava del ALBA (Alianza bolivariana para los pueblos de Nuestra Amrica), que utiliza el concepto de grannacional, implicando iniciativas al nivel continental basadas sobre la solidaridad, la complementariedad, la justicia, el desarrollo sostenible. Sin embargo, los pueblos autctonos, con la idea de los Estados plurinacionales, aaden evidentemente una dimensin adicional. Su otro aporte original es que Abya Yala se construye sobre la base del Buen Vivir, es decir con perspectivas ms fundamentales e integrales que pueden fortalecer las iniciativas de integracin latinoamericana, frente a la crisis sistmica que pone en peligro la

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reproduccin de la vida en el planeta.

Edificar la Interculturalidad En consecuencia, la interculturalidad es indispensable como proceso en este perodo de la historia. Es el aspecto complementario de la plurinacionalidad en los pases andinos, en Mxico y en Centroamrica. Se trata de un elemento importante de la construccin de las alternativas al desarrollo. La recuperacin de los saberes ancestrales y su combinacin con los conocimientos modernos contribuye al proceso de aprendizaje y desaprendizaje (Diana Quirola, 2009, 107). Sin embargo, no se trata solamente de un proceso cultural, sino de relaciones sociales y polticas. La interculturalidad es una ilusin en sociedades desiguales y en las que empresas transnacionales monopolizan los saberes. Por eso una visin de conjunto es necesaria. Para transmitir las orientaciones de una crtica del capitalismo y compartir los requisitos de una construccin social post-capitalista (como el Socialismo del Siglo XXI, por ejemplo) se necesitan discursos comprensibles para todos y todas, y adaptados a cada lenguaje. La expresin multicultural del mensaje es una condicin de su xito, y la izquierda tiene mucho que aprender en este sentido. Aunque existen bases tericas para este tipo de multiculturalidad en Amrica Latina en el pensamiento de Maritegui o en los textos del Subcomandante Marcos, queda todava un enorme trabajo por hacer.

3. Las desviaciones del concepto de Buen VivirEn la prctica, existen dos tipos de desviaciones de este concepto: el fundamentalismo y la recuperacin instrumental. El primero consiste en exigir la expresin de la defensa de la naturaleza exclusivamente en un lenguaje antropomrfico, como se manifest en varios documentos de la Cumbre de la Tierra en Cochabamba en 2010. Es lo que J. Medina llama el postmodernismo del Buen Vivir (citado por Eduardo Gudynas, 2011,8) y que otros, menos indulgentes, califican de pachamamismo. En otras palabras, y como lo hemos explicado al inicio, esta posicin consiste en expresar la visin holstica del mundo, necesaria para reconstruir una nueva relacin con la naturaleza, nicamente por medio del pensamiento simblico, pensando que solo esta expresin es legtima. Evidentemente esta perspectiva es difcilmente entendida y aceptada por otras culturas en un mundo pluralista. Se podra entender que este discurso provenga de lderes indgenas implicados en una dura lucha social y que utilizan el aparato cultural de su tradicin. No solamente tienen todo el derecho de hacerlo, sino que sus posiciones deben ser respetadas; por lo menos gozan de una superioridad moral sobre el discurso capitalista. Pero es menos aceptable cuando el discurso proviene de intelectuales indgenas o no, que tienen el deber de ser crticos, tanto de la modernidad, como del postmodernismo radical, y que tendran que saber que, desde una perspectiva poltica, solo el pluralismo cultural puede llevar a resultados positivos.

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La segunda desviacin es la instrumentalizacin del vocabulario por parte de los adversarios o del poder poltico. El Sumak Kawsay se transforma en la redistribucin del desarrollo, como dice Ren Ramrez (2010, 24). En otras palabras, se transforma en su contrario. Esto conduce a promover polticas extractivas o de monocultivos (como fuente de recursos a ser redistribuidos) utilizando el lenguaje del Buen Vivir, sin siquiera hablar de transicin. Por otra parte, como lo dice Eduardo Gudynas, el concepto se banaliza: se utiliza como equivalente de polticas asistenciales a favor de los pobres, se presenta como una reivindicacin meramente indgena, o se repite como un eslogan que finalmente pierde sentido. En algunos casos, el Gobierno asume el liderazgo de campaas poco participativas para su promocin (Eduardo Gudynas, 2011, 15). Otros trminos, como el de interculturalidad, tienen una suerte similar (Gabriela Bernal, 2011). Evidentemente, es el precio de la gloria: si el Buen Vivir no tuviera tal fuerza, no sera tan fcilmente recuperado.

4. El papel poltico de los conceptos de Sumak Kawsay y Suma QamaaLo que hemos dicho no impide el reconocimiento de la importancia poltica de la nocin de Buen Vivir y eso se comprob tanto en la redaccin de las Constituciones ecuatoriana y boliviana, como en la elaboracin del Plan Nacional para el Buen Vivir del Ecuador. En ambos casos se manifiesta un esfuerzo de comprensin profunda de los conceptos y sus posibles aplicaciones. Se nota tambin una gran honestidad intelectual y un resultado de un trabajo intenso.

1) En las Constituciones En las dos Constituciones ecuatoriana y boliviana, los conceptos respectivos de Buen Vivir y de Vivir Bien fueron introducidos como base fundamental. Se utilizaron tambin las palabras indgenas para expresarlos (Ecuador, art.14 y 71; Bolivia, art.8), lo que es bastante significativo. La Constitucin ecuatoriana de 2008, tiene como especificidad la afirmacin de los Derechos de la Naturaleza, que son propios e independientes de su utilidad para el ser humano (Alberto Acosta, 2008, 24 y 2009, 44; Eduardo Gudynas 2009b, 38 y 40 y 2010,14). Se trata, en el espritu de este texto jurdico, de un aspecto esencial de la realizacin del Sumak Kawsay (art.71). Lo hemos explicado ms adelante. Por otra parte, se distinguen en el documento, dos componentes del proyecto: el rgimen de desarrollo (Titulo VI) y el rgimen de Buen Vivir (Titulo VII), el primero al servicio del segundo. Es por esto que se habla de otro desarrollo (Eduardo Gunynas, 2009, 275) donde la calidad de vida, un sistema jurdico justo, la participacin popular y la recuperacin y conservacin de la naturaleza, son elementos clave. En la prctica, estas consideraciones, verdaderos principios orientadores, tienen muchas aplicaciones. Algunas son de orden positivo: los derechos del Buen Vivir (alimentacin, ambiente sano, agua, comunicaciones, educacin, vivienda, salud, etc.) que tienen el mismo rango que los derechos clsicos. Otras son de orden negativo, por ejemplo el rechazo del neoliberalismo o la oposicin al modelo extractivo-exportador del desarrollo (Alberto Acosta, 2009, 24).

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La filosofa de la Constitucin Boliviana es muy similar. El Suma Qamaa o Vivir Bien es la base: El modelo econmico boliviano es plural y est orientado a mejorar la calidad de vida y el vivir bien (art.306). As se asume y se promueve el Suma Qamaa como principio tico-moral de la sociedad plural del pas. Al contrario del Ecuador, no se introdujo en la Constitucin boliviana la nocin de Derechos de la Naturaleza. Se adopt una perspectiva ms cercana a la de los Derechos de tercera generacin de la Declaracin Universal de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas (Eduardo Gudynas, 2011b, 236). Sin embargo, el vnculo con los saberes y tradiciones indgenas est bien afirmado (Ibidem, 235). Como en el caso precedente, las consecuencias prcticas se manifiestan en muchas dimensiones de la vida colectiva: la generacin del producto social, una redistribucin justa de la riqueza y no sin ambigedad, en la industrializacin de los recursos naturales (art.313).

2) En el Plan Nacional Para el Buen Vivir del Ecuador 2009-2013 La elaboracin del Plan Nacional ecuatoriano para el Buen Vivir se apoy en la Constitucin para elaborar su pensamiento y sus anlisis. Segn sus autores, se trat en primer lugar de reconocer a los actores histricamente excluidos y de adoptar formas de produccin y reproduccin de la vida, diferentes a la lgica del mercado, reconociendo las diferencias de los pueblos (interculturalidad) (2009, 43). Para ellos, el ser humano es central y la economa debe estar al servicio de la vida. Esto significa revertir la lgica perversa del capitalismo que tiene como motor a la acumulacin. Las lgicas de la acumulacin del capital [deben ser] sometidas a la lgica de la reproduccin ampliada de la vida (Ibdem). Por otra parte se recuerda que el vnculo con la Naturaleza es orgnico (la vida es indivisible), lo que implica el reconocimiento de sus derechos. No se trata de recursos naturales, sino del espacio donde se realiza la vida. Por eso, la Naturaleza tiene el derecho a que se respete integralmente su existencia y el mantenimiento y regeneracin de sus ciclos vitales, estructuras, funciones y procesos evolutivos (art. 71 y 72) (Ibdem). Estos principios necesitan aplicaciones concretas, tarea llevada a cabo por el Plan. Se trata de mejorar la calidad de vida y con ello desarrollar las capacidades y potencialidades de los seres humanos, promoviendo la igualdad mediante la redistribucin de los bienes sociales y los beneficios del desarrollo. Un tal objetivo no puede realizarse sin una participacin efectiva del pueblo, el reconocimiento de la diversidad cultural, la convivencia con la naturaleza, un sistema econmico solidario, la soberana nacional y la integracin latinoamericana. Para el Plan, el concepto de desarrollo est en crisis y se debe proclamar una moratoria que establezca en su lugar, el principio de Buen Vivir (2009, 31), es decir, la posibilidad de alcanzar la vida plena y de construir la armona con la comunidad y con el cosmos. Ya en el pensamiento de Aristteles, el fin ltimo de los seres humanos era la felicidad. Por otra parte, los pueblos indgenas en su pensamiento ancestral, hablaban de la vida plena, que es nicamente posible si se trata de nosotros y no de yo. La comunidad es sustento y base de la reproduccin del sujeto colectivo que

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cada uno es, [lo que permite] hacer parte de esta totalidad en una perspectiva espiral del tiempo no lineal (Ibidem, 32). La vinculacin con la naturaleza es central y sus elementos se enojan, frente a su destruccin por una falsa definicin del desarrollo. Segn la parte introductoria del Plan, las dos concepciones rechazan una visin fragmentaria del desarrollo, economicista y centrada en el mercado. Es la funcin del Plan traducir estas ideas a polticas concretas, por medio de la planificacin participativa, la descentralizacin y una participacin real y en diversos campos: los derechos, los diversos aspectos de los bienes comunes, etc. El anlisis de este documento muestra que el Sumak Kawsay es una nueva palabra para un desarrollo integral, inspirado por la tradicin y el discurso de los pueblos indgenas, y que quiere proponer, con un aporte original, un cambio de paradigma frente a la concepcin capitalista del desarrollo. Similares esfuerzos intelectuales existen en sociedades africanas y asiticas, y es el conjunto de todas estas iniciativas lo que ayudar a precisar los objetivos de los diversos movimientos sociales y organizaciones polticas que luchan por un cambio de sociedad. Evidentemente, tanto las constituciones, como el Plan Nacional son escritos y no necesariamente realidades. Existe en Amrica Latina, una larga tradicin que busca la perfeccin jurdica, sin preocuparse demasiado de su aplicacin. Sin embargo, ciertos discursos pueden ser performantes come se dice en lingstica y servir de referencia para la accin. Es por eso que los movimientos indgenas lucharon en Ecuador, Bolivia y en otros pases del continente, para obtener en los textos jurdicos el reconocimiento de sus nacionalidades y an la utilizacin del lenguaje ancestral para expresar ciertos conceptos, como el Buen Vivir. Algunos dicen del Plan Nacional para el Buen Vivir, que se trata de un bello poema, ya que los grandes principios expresados, en un lenguaje filosfico y antropolgico muy vlido, son, en fin de cuenta, alegoras no realmente aplicadas, o peor an, un discurso paralelo a prcticas polticas muy diferentes. Solamente un anlisis autocrtico puede resolver este dilema.

5. El parentesco entre el Buen Vivir y el Bien Comn de la HumanidadDurante la sesin 2008-2009 de la Asamblea General de las Naciones Unidas, el concepto de Bien Comn de la Humanidad fue presentado como un instrumento nocional de salida a las mltiples crisis que afecta a la humanidad y al planeta. No se trataba solamente de proponer regulaciones al sistema capitalista, sino tambin alternativas a su lgica de creacin de riquezas a costa de destrucciones ecolgicas graves y de desigualdades sociales profundas. El Bien Comn de la Humanidad significa la produccin y la reproduccin de la vida y sirve de referencia o de parmetro fundamental para la organizacin social humana y para la relacin con la naturaleza. En este caso, el sentido de bien es ser y no haber, es decir vivir. Por el contrario, la lgica del capitalismo conduce hacia la muerte, al gnero humano y la naturaleza. Se trata, entonces, de una significacin ms amplia que la de bienes comunes (commons) que son indispensables para

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satisfacer las necesidades de la vida colectiva y personal y que tambin han sido fuertemente desmantelados por el neo-liberalismo. Esta palabra tiene adems un sentido que va ms all del Bien Comn como contrapuesto al Bien individual y que fue considerablemente debilitado por el individualismo del liberalismo econmico. El Bien Comn de la Humanidad asume estas dos nociones en su concepcin y en sus traducciones concretas. Para su realizacin se necesita cumplir con los fundamentos de la vida colectiva de la humanidad en la tierra, es decir, la relacin con la naturaleza y el reconocimiento de la necesidad de regeneracin de la tierra, la produccin material de la vida, la organizacin social y poltica colectiva y la expresin del sentido y de la tica. El Bien Comn de la Humanidad se presenta como una meta, un ideal, una utopa, en el sentido positivo del trmino, destinado a orientar la accin. La proximidad del concepto de Bien Comn de la Humanidad con el de Sumak Kawsay y el de Suma Qamaa es obvia, como con otras expresiones de otros pueblos y de otras culturas, que sera interesante estudiar. Ciertas expresiones religiosas, que dan una referencia post-histrica al proyecto humano, se refieren a menudo a un contenido similar, rico en motivacin para el actuar social (El reino de Dios y sus valores en la Teologa de la Liberacin y trminos paralelos en el judasmo, el islam, el budismo). La satisfaccin del sistema de necesidades/capacidades de Marx tiene tambin una afinidad con la idea del Bien Comn de la Humanidad que merece ser subrayada. Finalmente, podemos decir que el concepto de Sumak Kawsay por su parte contribuye de manera real al entendimiento de lo que es el Bien Comn de la Humanidad.

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ISSN 1794 - 8193

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Revoluciones pasivas vs. transformacin socialista*

Mario CandeiasTraduccin del alemn: Jess Gualdrn Sandoval

El doctor Mario Candeias es relator del rea de crtica del capitalismo y director del Consejo de poltica radical de la Comisin de futuro de la Fundacin Rosa Luxemburgo, as como miembro del Instituto berlins de teora crtica y redactor de la revista Das Argument.

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Crisis del sistema o business as usual: entre esas dos posiciones oscila la evaluacin de la crisis actual. No obstante, ni el capitalismo en tanto tal se halla en crisis ni la forma de desarrollo capitalista de los ltimos 30 aos puede seguir siendo implementada sin ms ni ms. La forma especfica del modo de vida y produccin transnacional basado en las tecnologas de la informacin bajo la hegemona neoliberal ha entrado en una crisis estructural u orgnica. Nos hallamos al comienzo de una nueva transformacin del capitalismo. Su configuracin ser objeto de confrontacin en los prximos aos. Teniendo en cuenta las desfavorables correlaciones sociales de fuerza, cmo puede, no obstante, perseguirse una transformacin socialista en el sentido de una realpolitik revolucionaria (Luxemburgo)? Qu hacer (Lenin), entonces, y quin, con un demonio, va a hacerlo (Harvey 2009)?1.

Transformaciones como revoluciones pasivasNada permanecer tal como es. En los ltimos 150 aos se insisti una y otra vez en que transformacin significaba revolucin pasiva del modo de produccin y existencia. Retomando a Antonio Gramsci, las revoluciones pasivas son una especie de restauracin de una dominacin resquebrajada mediante la transformacin de todas las relaciones. No se trata solamente de la restauracin del orden, sino del desarrollo de la dominacin burguesa capitalista que impulsa* El presente artculo fue publicado por la Fundacin Rosa Luxemburgo, Serie rls papers, abril de 2010, www.rosalux.de 1 Una versin resumida apareci en la revista Arranca! No. 41 (1 parte) y No. 42 (2 parte), 2010: http://arranca.org/ausgabe/41.

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activamente la sociedad hacia adelante. (Cuadernos de la crcel, Mxico, 1981). El elemento pasivo consiste en integrar los intereses de los subalternos de forma que prevalezca la dominacin, manteniendo a los grupos subordinados alejados del poder en una posicin subalterna, al tiempo que atraen a sus equipos dirigentes hacia su bloque de poder, con lo que despojan a los subalternos de su direccin (transformismo). De esa manera, el management neoliberal impuls la globalizacin y la internacionalizacin de la produccin, la cultura y el mundo mercantil, as como el desarrollo de las tecnologas de la informacin y la cientifizacin de la produccin mediante la inclusin del saber de los productores directos, y forz la responsabilidad propia y la emancipacin econmica de las mujeres. La primera ola transnacional de transformacin neoliberal debilit el poder de los asalariados, los sindicatos, los movimientos sociales y de la socialdemocracia; la segunda integr a sus representantes conversos en un bloque de poder socialdemcrata-neoliberal (Candeias 1999; 2004). El resultado fue un desarrollo impetuoso de las fuerzas productivas, de la acumulacin y las ganancias a costa de una redistribucin acelerada y de la desigualdad. El neoliberalismo, sin embargo, perdi su funcin social progresista. Hay una carencia de posibilidades suficientes de expansin y desarrollo que corresponda tanto a las necesidades de acumulacin como a las necesidades sociales de mejoramiento de la situacin de la poblacin, por lo menos en perspectiva. Las promesas fueron incumplidas. El consentimiento activo de la poblacin se resquebraj.

Crisis orgnicas y resquebrajamientosA una transformacin la anteceden crisis estructurales u orgnicas. Se manifiestan contradicciones insalvables (Gramsci, Cuadernos de la crcel, Mxico, 1981) en la estructura de la sociedad. Ahora bien, las crisis son normales en las sociedades en las que impera el modo de produccin capitalista. El hecho de que el neoliberalismo, en tanto proyecto hegemnico, absorba crisis en la medida que las organiza, prcticamente hace parte de sus rasgos caractersticos (Demirovic 1987, 121). Crisis cclicas coyunturales o genricas (Poulantzas) que en el neoliberalismo se acumulan en intervalos cada vez ms breves constituyen causa de la inestabilidad, conducen pases y regiones enteras al lmite de su reproduccin, generan desempleo, pobreza y hambre para millones de seres humanos, ponen en duda la legitimidad de los gobernantes. Al mismo tiempo, tras la destruccin productiva y los conflictos sociales unidos a la generacin de grandes precariedades individuales y sociales su efecto depurador puede estimular o acelerar innovaciones tcnicas, econmicas y sociales, desatar impulsos dinmicos y contribuir a que la acumulacin capitalista y la hegemona burguesa se dinamicen. Aunque esas crisis tienen fuertes efectos sobre las condiciones de vida de muchas personas, la destruccin y la desvalorizacin de capital reducen la tendencia a la sobreacumulacin, crean condiciones para la redistribucin de la plusvala a favor de las ganancias, obligan a la adecuacin de la regulacin social. Ello est imbricado con coyunturas polticas cambiantes al interior de un periodo especfico del desarrollo capitalista, p.ej., con el cambio del neoliberalismo ortodoxo conservador al socialdemcrata y, finalmente, al autoritario (Candeias 2004/2009, 404 y ss.). Lo determinante para el bloque en el

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poder no es la eliminacin o la solucin de las contradicciones, sino ms bien llevarlas a un nivel de manejo que permita que continen siendo tramitables. Un concepto semejante de hegemona no indaga por la estabilidad de un orden determinado, sino preferentemente por la direccin determinante del desarrollo del trmite de las contradicciones. En crisis orgnicas se dan, sin embargo, una compactacin y un entrelazamiento de diversas crisis que conducen a conflictos y bloqueos al interior del bloque en el poder. Esto incluye tanto transformaciones moleculares como tambin una serie de rupturas en el desarrollo. Tales series tuvieron lugar, por ejemplo, en 1929, en 1933 y aos siguientes y en 1945, en el periodo de surgimiento del fordismo, as como durante su crisis en la transicin hacia el neoliberalismo, en 1968, 1973/75 y 1980. En cada uno de esos casos se haba hecho ya evidente que no se trata exclusivamente de contradicciones econmicas, sino tambin de crisis y acontecimientos polticos, por caso, el new deal, el fascismo, la guerra mundial o el movimiento del 68, el golpe de Estado neoliberal de Pinochet, el thatcherismo y el cambio intelectual-moral, respectivamente, pues Se puede excluir que, por s mismas, las crisis econmicas inmediatas produzcan efectos fundamentales; slo pueden crear un terreno favorable para la difusin de determinadas maneras de pensar, de formular y resolver las cuestiones que implican todo el desarrollo ulterior de la vida estatal (Antonio Gramsci, Cuadernos de la crcel. Edicin crtica del Instituto Gramsci. A cargo de Valentino Gerratana, 6 Tomos. Ediciones Era / Benemrita Universidad Autnoma de Puebla, Mxico DF, 1999). Por supuesto que tambin se hace evidente que la suposicin segn la cual despus de una gran crisis, como la de 2007 y aos siguientes (Candeias 2009a), todo va a seguir siendo como hasta ahora con solo pequeas modificaciones es ajena a la historia, tanto como la que asume que todo va a cambiar de la noche a la maana. La transicin de la globalizacin y la competencia imperialistas al fordismo dur en los EE.UU. por lo menos 13 aos, en Europa hasta despus de la Segunda Guerra Mundial con lo que tambin se evidencia la desigualdad espaciotemporal y la varianza del desarrollo. Tambin el periodo que va desde la crisis de finales de los aos 60 hasta la imposicin real del neoliberalismo en etapas dominado por el keynesianismo, pero mostrando ya un cambio hacia el monetarismo y los tipos libres de cambio dur hasta 1980. Claro est que esto no implica automatismo, y la propia historia de la implantacin del fordismo muestra lo fuertes que pueden ser tales crisis de transicin, independientemente de las formas tan diversas como se hizo realidad el fordismo y ms tarde tambin el neoliberalismo en distintos contextos.

Crisis orgnicas y transformaciones molecularesEn la etapa previa a rupturas econmicas o polticas, o tambin independientemente de ellas, tienen lugar transformaciones moleculares en las relaciones sociales, expresin cotidiana de las formas de movimiento de las transformaciones sociales, que, en un primer momento, casi no son evidentes como tales. Se debe diferenciar entre movimientos coyunturales o condicionados por las circunstancias y orgnicos o estructurales (Gramsci, Cuadernos de la crcel, Mxico, 1981). El primer tipo exige

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modificaciones de la forma de regulacin sin generar cambios estructurales (el aumento del subsidio familiar, la disminucin del impuesto sobre la renta bsica, el aumento del mnimo vital en Hartz-IV). El segundo tipo no se puede tratar suficientemente en el marco del modo de regulacin existente, a pesar de que las modificaciones pueden retrasar el agravamiento de su crisis. De acuerdo con el devenir de los conflictos sociales, el primer tipo puede convertirse en el segundo. Se trata, pues, de analizar cada situacin en concreto. En tanto elementos genricos de la crisis, semejantes transformaciones moleculares son refrenables como fenmenos particulares, aun cuando conducen a desplazamientos en la estructura; por tanto, orgnicamente hacen parte de la reproduccin del modo de produccin capitalista. Como su efecto, segn Demorivic (1987, 118), es permanente, no se justifica verlas como crisis en s mismas ni encontrar en ellas un principio teleolgico que casi automticamente conduzca a una crisis real. Sin embargo, esta forma de transformaciones moleculares comporta siempre la posibilidad de aplazamiento de contradicciones y relaciones de fuerza y, con ello, de cada en grandes crisis estructurales; afectan, por tanto, asuntos relacionados con la hegemona y la legitimidad. Tanto los cambios moleculares como las crisis cclicas no representan en ltimas un peligro para la estabilidad del modo de produccin existente, pero generan conflictos sociales y, en razn de la complejidad de las relaciones sociales, sus consecuencias ltimas son imprevisibles ello fundamenta el carcter crtico de tales movimientos , especialmente cuando se entrecruzan diversos elementos propios de las crisis y se condensan en un acontecimiento. As, el crash financiero de 2007/2008 y la crisis econmica global son el resultado de una sobreacumulacin que se fue generando lenta pero cada vez ms intensamente. Esta tendencia se confront en la medida en que, al lado del permanente refinamiento de los instrumentos y estrategias del mercado financiero, se ha implementado la bsqueda de novedosas posibilidades de valorizacin mediante la captacin de nuevos espacios (por ejemplo, Asia oriental) y el aprovechamiento de campos hasta ahora no valorizados (p.ej., recursos genticos, cultura general y propiedad intelectual, derechos de contaminacin y privatizacin de servicios pblicos). Una posibilidad adicional fue, y sigue siendo, el desarrollo de nuevos productos y medios de produccin (p.ej., de las tecnologas de la informacin y de la llamada new economy). A ello se agrega convertir de manera ms amplia la reproduccin de la clase trabajadora en una parte directamente constitutiva de la valorizacin del capital, crear de forma permanente nuevas necesidades (de consumo), desde la pantalla plana de televisin hasta la casa propia. Para lograrlo contribuyeron en gran medida las innovaciones financieras que llevaron a la integracin de la clase trabajadora en relaciones crediticias mediante la introduccin y ampliacin de pagos a plazos, de crditos de consumo e hipotecarios y para construccin de vivienda con los correspondientes estmulos estatales, la invencin de las tarjetas de crdito o la privatizacin de las pensiones (sobre la base de la capitalizacin) o, simplemente, los crditos subprime. Todas estas estrategias no evitaron, sin embargo, que surgiera una cada vez mayor pltora de capital (Marx, El Capital, T. 3, FCE, p. 249), capital sobreacumulado, para el cual no existen suficientes posibilidades de inversin y valorizacin y se ve empujad[o] de este modo a los caminos de la aventura: especulacin, combinaciones turbias a base de crdito, manejos especulativos con acciones, crisis (Ibd.).

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La burbuja especulativa que condujo en 1997/98 a las crisis en Asia, Latinoamrica y Rusia tena an como fundamento real la expansin de la acumulacin hacia nuevos espacios de valorizacin; la burbuja dot.com que estall en 2001 financi el desarrollo, preparacin y valorizacin de las tecnologas de Internet antes de que los excesos fueran corregidos. Por el contrario, la burbuja inmobiliaria y crediticia que se ha descargado ahora no haba abierto prcticamente nuevos campos de acumulacin slidos, sino casi exclusivamente impulsado la acumulacin financiera. Crisis cclicas y estrategias modificadas de acumulacin lograron, ciertamente, tramitar y retrasar por largos periodos de tiempo la condensacin de ese proceso en una crisis estructural, pero no la pudieron evitar. La crisis hipotecaria constituy, por as decirlo, la expresin coyuntural de esa transformacin molecular. Estructuralmente, sin embargo, y eso es tal vez lo ms problemtico en materia econmica para el bloque en el poder, esta transformacin condujo a que desde hace algunos aos la acumulacin no se pueda seguir garantizando en una escala jerrquica ampliada. El BIS 2 se refiere al mito de la recuperacin econmica: Cuando el rendimiento econmico declina, tiende a permanecer despus de la recuperacin por debajo de su nivel anterior (Cerra/Saxena 2007, 16). Especialmente en los pases que presentan una fuerte liberalizacin de la circulacin del capital y de los mercados financieros, la recuperacin econmica tuvo lugar de manera ms lenta. Despus de cada crisis financiera habra que prever largos fases de recuperacin, a menudo muy larga como para alcanzar el nivel anterior antes de la irrupcin de una nueva crisis. Ese mito de la recuperacin econmica trae consigo que solo sea posible alcanzar rditos crecientes mediante una redistribucin continuada a costa de los asalariados, del Estado y de los capitales limitados nacional o regionalmente, mientras que se secan sectores cada vez ms amplios de trabajo socialmente necesario, de la infraestructura pblica y de los servicios pblicos. Al tiempo que la sobreacumulacin no puede ser desmontada de manera sostenible y no se abren suficientes nuevos campos de inversin, se agudiza una crisis de reproduccin de lo social que, a su vez, pone en riesgo los fundamentos de la acumulacin (infraestructura insuficiente, insuficientes cualificaciones, insuficiente cohesin, insuficientes perspectivas de ganancia, etc.).

Acumulacin molecular de elementosSobre ese trasfondo, otras transformaciones moleculares que, tomadas de manera independiente, no podran representar un peligro para la estabilidad de la hegemona neoliberal se ven en otra luz, esto es, pueden generar efectos que agraven la crisis. Tomemos por caso el agotamiento de las nuevas fuerzas productivas: as, en los ltimos aos se restringieron nuevas formas de la organizacin del trabajo, alcanzaron sus lmites. Por parte del capital se da una deconstruccin de los espacios de autonoma, una agudizacin del control, una intensificacin y precarizacin del trabajo, as como sobreexplotacin. Por parte de los asalariados, ello conduce a una amplia desmotivacin y a obstculos para la creatividad tanto como resultado de la autoexplotacin a travs de relaciones de trabajo flexibles y desjerarquizadas, como por medio de las estrechas fronteras de los parmetros empresariales y el despotismo (sobre todo en el sector de salarios ms bajos) o de la ausencia de perspectivas. En muchos casos, esto significa agotamiento, inseguridad, burn out, insuficiente recualificacin. Como resultado,2 Banco para la Compensacin Internacional de Pagos

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en Alemania la productividad del trabajo en los ltimos 10 aos se halla a pesar del new economy boom por debajo del 2 por ciento, fluctuando la mayor parte del tiempo alrededor del 1 por ciento. La productividad del capital se comporta de peor manera an: de 1980 a 1992 pudo ser elevada considerablemente, pero con la recesin de comienzos de la dcada de 1990 cay de nuevo permanentemente y slo con el new economy boom pudo recuperarse de nuevo por un corto periodo. Desde la crisis de 2000/2001 ha cado notoriamente (alcanzando el nivel de 1979). Las potencialidades de las nuevas fuerzas productivas no pueden seguir concretndose bajo las relaciones de produccin neoliberales. A lo anterior se agregan otras transformaciones moleculares que hasta ahora no han conducido por s mismas a la crisis de la hegemona, sino que han podido ser tramitadas en el marco de la regulacin neoliberal. Lo que sigue se tratar slo de manera somera: ya se manifiesta en la cotidianidad la crisis ecolgica, la cual no solamente amenaza la vida de millones de seres humanos como resultado de tormentas, inundaciones y sequas, sino que lleva tambin a una destruccin masiva de capital. Estrechamente relacionado con esos fenmenos se encuentran las crisis alimentarias y las revueltas por hambre, sobre todo en los pases del sur global. El agotamiento de las reservas de energa fsil no solamente estimula la crisis ecolgica, sino que, como producto del aumento esperado de los precios, pondr en peligro numerosas industrias y el ulterior crecimiento. Esto tambin es, en general, vlido con relacin a la avidez por los recursos naturales. El agravamiento continuado de la precarizacin de las relaciones de trabajo y de vida que condena a grandes sectores de la poblacin a crecientes inseguridades, la reduccin de la prestacin de servicios pblicos, la intensificacin del trabajo con el simultneo descuido de las medidas necesarias de educacin y proteccin profundizan la ya mencionada crisis de la reproduccin de la propia fuerza de trabajo, tanto como la de las futuras generaciones. En parte, el descontento asociado a ella conduce, sobre todo entre los ms jvenes, a revueltas que se producen entre los ms afectados en las periferias externas e internas. La protesta y la resistencia se generan en todos los niveles todava de manera fragmentada y sin una direccin definida, pero con crecimientos peridicos. Especialmente en las periferias, en este contexto sobre todo en Amrica del Sur, porciones mayoritarias de la poblacin y gobiernos se han alejado del neoliberalismo y buscan nuevas salidas para un desarrollo autnomo. El llamado Consenso de Washington y sus instituciones, pero tambin planteamientos del good governance, son rechazados abiertamente por cada vez ms Estados del Sur global. Quien se puede dar ese lujo, paga anticipadamente sus deudas y se despide de la influencia del FMI. Unidos a esa crisis de las instituciones internacionales y de la hegemona occidental se encuentran desplazamientos globales de carcter poltico y econmico en las relaciones sociales; con los llamados Estados BRIC y del Golfo se estn desarrollando nuevos centros capitalistas. En los antiguos centros, a su vez, sectores crecientes de la poblacin se alejan de los partidos y gobiernos, en parte tambin de la democracia formal en cuanto tal, lo cual conduce a una permanente crisis de representacin, que no ha sido resuelta en mucho tiempo. Internacionalmente, los lmites de la seguridad forzosa y violenta de la globalizacin neoliberal y la sobrecarga de EE.UU., en tanto monopolio del poder que ejecuta esa funcin en su inters propio y en el del bloque transnacional, se

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han hecho evidentes desde hace tiempo: la derrota en Irak constituye apenas el ms claro ejemplo de una excesiva extensin imperial. De la misma manera, el fortalecimiento de los dispositivos de seguridad, de la policializacin, del prisonfare (Wacquant) han demostrado ser insuficientes al interior de los Estados para preservar el orden social, sin mencionar la organizacin del consentimiento de los subalternos. Se trata de tendencias a largo plazo que no se pueden eliminar mediante un poco de management de la crisis. Las transformaciones ocurren a diferentes niveles, fragmentariamente: incoherencias econmicas, agotamiento de las fuerzas productivas, cambios de las subjetividades,