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DEPARTAMENTO DE FILOSOFÍA. IES JUAN DE LUCENA. Página 1 Escuela de Atenas (detalle: Platón) BLOQUE II: PLATÓN Y ARISTÓTELES. LOS DOS GRANDES SISTEMAS. TEMA 1. PLATÓN: LA JUSTICIA EN LA POLIS. 0. INTRODUCCIÓN. 1. SITUACIÓN HISTÓRICA EN TIEMPOS DE PLATÓN. 2. LA MUERTE DE SÓCRATES Y EL DESPRECIO POR LA POLÍTICA. 3. LA CIUDAD IDEAL DE “LA REPÚBLICA”. 3.1. Presupuestos de la filosofía política. 3.2. Antropología. La doctrina del alma, la justicia y las clases sociales. 3.3. La educación. La necesidad de conocer el bien. La teoría de las ideas. 3.4. Las distintas formas de gobierno. 0. INTRODUCCIÓN. La preocupación por la organización del estado y la política siempre estuvo presente en la filosofía de Platón. En su juventud atendió a estas cuestiones prácticas, pero las abandonó para teorizar y buscar utopías por los continuos desengaños de la democracia y el gobierno de los treinta tiranos. Su objetivo principal será alcanzar un ideal de justicia en la polis inspirado por su maestro Sócrates. Por tanto, primero veremos las circunstancias históricas y políticas en las que se desarrolla este pensamiento y sobre todo la condena injusta a Sócrates, que lleva a Platón al desengaño y a buscar ese modelo de ciudad ideal, luchando contra el escepticismo y el relativismo de los sofistas.

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DEPARTAMENTO DE FILOSOFÍA. IES JUAN DE LUCENA. Página 1

Escuela de Atenas

(detalle: Platón)

BLOQUE II: PLATÓN Y ARISTÓTELES. LOS DOS GRANDES SISTEMAS.

TEMA 1. PLATÓN: LA JUSTICIA EN LA POLIS.

0. INTRODUCCIÓN.

1. SITUACIÓN HISTÓRICA EN TIEMPOS DE PLATÓN.

2. LA MUERTE DE SÓCRATES Y EL DESPRECIO POR LA POLÍTICA.

3. LA CIUDAD IDEAL DE “LA REPÚBLICA”.

3.1. Presupuestos de la filosofía política.

3.2. Antropología. La doctrina del alma, la justicia y las clases sociales.

3.3. La educación. La necesidad de conocer el bien. La teoría de las ideas.

3.4. Las distintas formas de gobierno.

0. INTRODUCCIÓN.

La preocupación por la organización del estado y la política siempre estuvo

presente en la filosofía de Platón.

En su juventud atendió a estas cuestiones prácticas, pero las abandonó

para teorizar y buscar utopías por los continuos desengaños de la democracia y el

gobierno de los treinta tiranos.

Su objetivo principal será alcanzar un ideal de justicia en la polis

inspirado por su maestro Sócrates.

Por tanto, primero veremos las circunstancias históricas y políticas en las

que se desarrolla este pensamiento y sobre todo la condena injusta a Sócrates,

que lleva a Platón al desengaño y a buscar ese modelo de ciudad ideal, luchando

contra el escepticismo y el relativismo de los sofistas.

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En este modelo ideal destaca la teoría de las ideas como forma de

conocer el bien, ya que sólo quien lo conozca puede gobernar.

Este conocimiento del bien también se relaciona con la antropología a

través de su teoría del alma, que enlaza a su vez con la función que cumplirá

cada clase social en la vida de la polis.

1. SITUACIÓN HISTÓRICA DE ATENAS EN TIEMPOS DE PLATÓN.

Las ciudades estado aparecen en Grecia tras el derrumbe de la civilización

micénica.

La geografía griega favorece la fragmentación y a eso hay que unir la

colonización de nuevas zonas. Todo esto lleva al sistema de polis o ciudades

estado, plenamente independientes entre sí.

Al inicio de este nuevo sistema, la organización social tenía un origen

vertical formado por los ciudadanos libres, aquellos carentes de ciudadanía y

esclavos.

Durante las distintas guerras médicas que enfrentan a griegos y persas la

población que participa defendiendo a su polis reclama su sitio para poder

participar en los asuntos del estado.

Así, en el siglo V a. C. tras el triunfo griego aparece en Atenas la

democracia de Pericles y comienzan las cuestiones sobre ¿Qué es lo justo? Y ¿a

quién beneficia la ley?

Este sistema favoreció el desarrollo de la polis, pero las guerras del

Peloponeso y la peste acabaron con el periodo de esplendor.

Estas guerras enfrentaron a Atenas con Esparta. La primera representa la

democracia y Esparte la aristocracia de carácter militar.

Pericles organiza la liga (unión de polis) de Delos y Esparta la liga del

Peloponeso para defenderse del poder imperialista de Atenas.

La guerra dura treinta años y termina con la victoria de Esparta,

estableciendo el gobierno de los treinta tiranos, con apariencia democrática.

Este gobierno termina un años más tarde por el descontento popular y se

reimplanta la democracia. Pero la decadencia de las instituciones y el surgimiento

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de concepciones individualistas llevan al desmembramiento de la polis y el

surgimiento del imperio macedónico con Filipo II y Alejandro Magno.

En este contexto surgen las ideas de Platón, junto a la condena injusta de

su maestro Sócrates.

2. LA MUERTE DE SÓCRATES Y EL DESPRECIO DE LA POLÍTICA.

Platón nace en 427 a. C. recién comenzada la guerra del Peloponeso, en el

seno de una familia aristocrática y culta, por lo que es educado en el conocimiento

de las artes, vive la democracia y la muerte de Pericles.

Sin embargo, la condena a Sócrates y el juicio a los generales vencedores

en la batalla de las Argimusas marcan el punto de inflexión de su pensamiento.

Estos generales fueron condenados a pesar de vencer por no haber podido

salvar la vida de miles de soldados atenienses. Sócrates se opuso a ese juicio y

eso fomentó su amistad con Platón.

En esos tiempos se estableció en gobierno de los treinta tiranos, bien visto

por Platón, que siempre receló de la democracia. Sin embargo, sus decisiones

arbitrarias y el enfrentamiento de los tiranos con Sócrates por no colaborar en la

detención de ciudadanos inocentes, hizo a Platón oponerse a ellos.

Al caer la tiranía sucede el juicio a Sócrates.

A partir de ahí Platón intenta poner en claro sus ideas, averiguando qué es

el bien, la virtud y la justicia.

En este sentido su pensamiento epistemológico (teoría del conocimiento) y

ontológico (estructura de la realidad) cobra importancia, porque es imposible un

buen gobierno sin verdadero conocimiento.

Lo importante es el concepto de justicia, que está basado en el principio de

cohesión de la polis, en la unión y no en el interés personal. No todos pueden ser

iguales porque no todos conocen lo que deben.

Platón se opone a los sofistas por su relativismo y escepticismo. La verdad

existe, pero no todos están capacitados para conocerla.

Así la justicia se une al bien, pero al bien común y no al interés del

gobernante.

Partiendo de esta idea establece Platón su ciudad ideal en “La república”.

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3. LA CIUDAD IDEAL DE LA REPÚBLICA.

El propio Platón es consciente de que el modelo de ciudad que establece

tiene carácter utópico, es decir se da cuenta de que no puede llevarse a cabo. Y

eso porque las tendencias individualistas impiden que todos se impliquen el la

defensa del espíritu de comunidad propio de los verdaderos atenienses. Aún así

no dejó de establecer cómo debería ser una ciudad bien gobernada.

3.1. Presupuestos de la filosofía política.

Los dos principales presupuestos son:

a. La correlación entre el alma individual y el estado.

b. El principio de especialización funcional.

La idea básica es que la polis es un alma en grande. Platón cree en el

intelectualismo socrático por el que el bien es igual al conocimiento. Quien conoce

el bien hace el bien. Por eso la razón puede crear ciudadanos perfectos.

Sin embargo, en el alma humana también hay puntos irracionales: pasiones

vicios etc.

Eso lo resuelve Platón dividiendo el alma en tres partes dentro de su teoría

antropológica

3.2. Antropología. La doctrina del alma y las clases sociales.

Según Platón en el alma hay una parte racional en la que aparece el

conocimiento y una irracional donde está la ignorancia.

Esa parte irracional se subdivide a su vez en otras dos:

- Con la que tenemos deseos: alma concupiscible o apetito.

- Con la que sentimos: alma irascible o ánimo.

ALEGORÍA QUE UTILIZA PLATÓN PARA DESCRIBIR LAS PARTES DEL ALMA Y EL AFÁN HUMANO

POR EL CONOCIMIENTO Y EL SER. EL MITO DEL CARRO ALADO.

En el diálogo “Fedro” Platón trata la cuestión del la esencia y partes del alma.

Comienza señalando que parece más adecuada, dada la dificultad del tema, la

exposición alegórica que la investigación racional e inmediatamente nos presenta el

mito del carro alado.

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"Sobre su inmortalidad, pues, basta con lo dicho. Acerca de su idea debe decirse lo

siguiente: descubrir cómo es el alma sería cosa de una investigación en todos los

sentidos y totalmente divina, además de larga; pero decir a qué es semejante puede

ser el objeto de una investigación humana y más breve; procedamos, por

consiguiente, así. Es, pues, semejante el alma a cierta fuerza natural que mantiene

unidos un carro y su auriga, sostenidos por alas. Los caballos y aurigas de los dioses

son todos ellos buenos y constituidos de buenos elementos; los de los demás están

mezclados. En primer lugar, tratándose de nosotros, el conductor guía una pareja de

caballos; después, de los caballos, el uno es hermoso, bueno y constituido de

elementos de la misma índole; el otro está constituido de elementos contrarios y es él

mismo contrario. En consecuencia, en nosotros resulta necesariamente dura y difícil la

conducción.

Hemos de intentar ahora decir cómo el ser viviente ha venido a llamarse "mortal"

e "inmortal". Toda alma está al cuidado de lo que es inanimado, y recorre todo el cielo,

revistiendo unas veces una forma y otras, otra. Y así, cuando es perfecta y alada,

vuela por las alturas y administra todo el mundo; en cambio, la que ha perdido las alas

es arrastrada hasta que se apodera de algo sólido donde se establece tomando un

cuerpo terrestre que parece moverse a sí mismo a causa de la fuerza de aquella, y

este todo, alma y cuerpo unidos, se llama ser viviente y tiene el sobrenombre de

mortal. En cuanto al inmortal, no hay ningún razonamiento que nos permita explicarlo

racionalmente; pero, no habiéndola visto ni comprendido de un modo suficiente, nos

forjamos de la divinidad una idea representándonosla como un ser viviente inmortal,

con alma y cuerpo naturalmente unidos por toda la eternidad. Esto, sin embargo, que

sea y se exponga como agrade a la divinidad. Consideremos la causa de la pérdida de

las alas, y por la que se le desprenden al alma. Es algo así como lo que sigue.

La fuerza del ala consiste, naturalmente, en llevar hacia arriba lo pesado,

elevándose por donde habita la raza de los dioses, y así es, en cierto modo, de todo lo

relacionado con el cuerpo, lo que en más grado participa de lo divino. Ahora bien: lo

divino es hermoso, sabio, bueno, y todo lo que es de esta índole; esto es, pues, lo que

más alimenta y hace crecer las alas; en cambio, lo vergonzoso, lo malo, y todas las

demás cosas contrarias a aquellas, las consume y las hace perecer. Pues bien: el gran

jefe del cielo, Zeus, dirigiendo su carro alado, marcha el primero, ordenándolo todo y

cuidándolo. Le sigue un ejército de dioses y demonios ordenado en once divisiones

pues Hestia queda en la casa de los dioses, sola. Todos los demás clasificados en el

número de los doce y considerados como dioses directores van al frente de la fila que a

cada uno ha sido asignada. Son muchos en verdad, y beatíficos, los espectáculos que

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ofrecen las rutas del interior del cielo que la raza de los bienaventurados recorre

llevando a cabo cada uno su propia misión, y los sigue el que persevera en el querer y

en el poder, pues la Envidia está fuera del coro de los dioses. Ahora bien, siempre que

van al banquete y al festín, marchan hacia las regiones escarpadas que conducen a la

cima de la bóveda del cielo. Por allí, los carros de los dioses, bien equilibrados y dóciles

a las riendas, marchan fácilmente, pero los otros con dificultad, pues el caballo que

tiene mala constitución es pesado e inclina hacia la tierra y fatiga al auriga que no lo

ha alimentado convenientemente. Allí se encuentra el alma con su dura y fatigosa

prueba. Pues las que se llaman inmortales, cuando han alcanzado la cima, saliéndose

fuera, se alzan sobre la espalda del cielo, y al alzarse se las lleva el movimiento

circular en su órbita, y contemplan lo que está al otro lado del cielo.

A este lugar supraceleste, no lo ha cantado poeta alguno de los de aquí abajo, ni

lo cantará jamás como merece, pero es algo como esto -ya que se ha de tener el

coraje de decir la verdad, y sobre todo cuando es de ella de la que se habla-: porque,

incolora, informe, intangible esa esencia cuyo ser es realmente ser, vista sólo por el

entendimiento, piloto del alma, y alrededor de la que crece el verdadero saber, ocupa,

precisamente, tal lugar. Como la mente de lo divino se alimenta de un entender y

saber incontaminado, lo mismo que toda alma que tenga empeño en recibir lo que le

conviene, viendo, al cabo del tiempo, el ser, se llena de contento, y en la

contemplación de la verdad, encuentra su alimento y bienestar, hasta que el

movimiento, en su ronda, la vuelva a su sitio. En esta giro, tiene ante su vista a la

misma justicia, tiene antes su vista a la sensatez, tiene ante su vista a la ciencia, y no

aquella a la que le es propio la génesis, ni la que, de algún modo, es otra al ser en otro

-en eso otro que nosotros llamamos entes-, sino esa ciencia que es de lo que

verdaderamente es ser. Y habiendo visto, de la misma manera, todos los otros seres

que de verdad son, y nutrida de ellos, se hunde de nuevo en el interior del cielo, y

vuelve a su casa. Una vez que ha llegado, el auriga detiene los caballos ante el

pesebre, le echa pienso y ambrosía, y los abreva con néctar.

Tal es pues la vida de los dioses. De las otras almas, la que mejor ha seguido al

dios y más se le parece, levanta la cabeza del auriga hacia el lugar exterior, siguiendo,

en su giro, el movimiento celeste, pero, soliviantada por los caballos, apenas si alcanza

a ver los seres. Hay alguna que, a ratos, se alza, a ratos se hunde y, forzada por los

caballos, ve unas cosas sí y otras no. Las hay que, deseosas todas de las alturas,

siguen adelante, pero no lo consiguen y acaban sumergiéndose en ese movimiento que

las arrastra, pateándose y amontonándose, al intentar ser unas más que otras.

Confusión, pues, y porfías y supremas fatigas donde, por torpeza de los aurigas, se

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quedan muchas renqueantes, y a otras muchas se les parten muchas alas. Todas, en

fin, después de tantas penas, tiene que irse sin haber podido alcanzar la visión del ser;

y, una vez que se han ido, les queda sólo la opinión por alimento. El porqué de todo

este empeño por divisar dónde está la llanura de la Verdad, se debe a que el pasto

adecuado para la mejor parte del alma es el que viene del prado que allí hay, y el que

la naturaleza del ala, que hace ligera al alma, de él se nutre. Así es, pues, el precepto

de Adrastea. Cualquier alma, que, en el séquito de lo divino, haya vislumbrado algo de

lo verdadero, estará indemne hasta el próximo giro y, siempre que haga lo mismo,

estará libre de daño. Pero cuando, por no haber podido seguirlo, no lo ha visto, y por

cualquier azaroso suceso se va gravitando llena de olvido y dejadez, debido a este

lastre, pierde las alas y cae a tierra"

Fedro, 246 d 3- 248 d

Las siguientes tesis resumen la interpretación más sencilla del mito:

El alma es el principio de vida gracias al cual los seres vivos pueden

realizar los movimientos que le son propios;

Las cosas naturales están dirigidas y controladas por la divinidad

(hipótesis providencialista y teleológica que luego encontraremos en gran parte

de la filosofía posterior);

El alma humana participa de algún modo de la naturaleza divina, pero

también de un principio opuesto que la pervierte y la hace caer al mundo de la

finitud, contingencia y muerte;

La parte más excelente del alma humana es semejante a la mente de los

dioses y, como la de ellos, se nutre del conocimiento;

Frente a la realidad física, más allá de la Naturaleza, en el “ámbito

supraceleste”, se encuentra la auténtica realidad, el ser verdadero caracterizado

como la esencia que permanece siempre idéntica a sí misma, que carece de

propiedades físicas (“incolora e intangible”) y se ofrece sólo al entendimiento

(dualismo ontológico);

Nuestro destino está en ese mundo perfecto, mundo al que se llega

básicamente mediante la Ciencia de lo absoluto (la filosofía o dialéctica) no

mediante el conocimiento de lo relativo y mudable (la opinión);

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Cuando se encarna, el alma olvida aquello que ha conseguido vislumbrar

en el mundo supraceleste (rudimentos de la teoría de la reminiscencia);

Es habitual también buscar la correspondencia de las partes del alma con

los elementos que aparecen en el mito del carro alado: el auriga representa la

parte racional, destinada a la dirección de la vida humana, al conocimiento y lo

más divino que se encuentra en nosotros; el caballo bueno representa la parte

irascible, aquello que permite al alma la realización de acciones buenas y

bellas; el caballo malo y rebelde representa la parte concupiscible, aquello que

fomenta en nosotros deseos y pasiones y que nos impulsa hacia el ámbito de lo

sensible.

Este mito resume perfectamente la propuesta que recorre la totalidad de la filosofía

platónica: realizar en esta vida y de forma radical la belleza, verdad y bondad (dado

que “lo divino es hermoso, sabio y bueno y esto es lo que más alimenta y hace crecer

las alas”).

Al igual que ocurre con los otros aspectos de su filosofía la ética no es objeto de

un tratado específico en el que se aborde el tema sistemáticamente. El hecho de que

muchos de los diálogos platónicos comience con alguna interrogación acerca de la

virtud en general, o de determinadas virtudes en particular, muestra claramente, sin

embargo, que el interés por el análisis del comportamiento humano no es algo

accidental en Platón. Como hemos visto en su concepción de la ciudad ideal, el

objetivo de la vida del hombre no puede reducirse a la satisfacción de sus necesidades

materiales; más allá de éstas, el hombre debe ser objeto de un desarrollo completo de

su personalidad, de acuerdo con las partes más elevadas de su alma, la irascible y la

racional, con el fin de alcanzar una felicidad identificada con la armonía de su vida.

Si la justicia en la ciudad reside en que cada clase social haga lo que debe

hacer, la justicia en el hombre residirá también en que cada parte del alma haga lo

que debe. Ello implica que la vida buena para el hombre es una vida en la que se

atiendan las necesidades "materiales" y "espirituales". Como vimos anteriormente la

idea de que el hombre debe dar las espaldas a todo lo que signifique materia o tenga

algo que ver con la corporeidad, defendida en el Fedón, no será mantenida en los

diálogos posteriores, en los que el alma deja de ser considerada como una entidad

simple y enfrentada al cuerpo, y pasa a ser considerada como una entidad en la que

podemos distinguir tres partes diferenciadas que permiten explicar, entre otras cosas,

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los conflictos psicológicos de la vida del hombre, las distintas tendencias que

configuran su naturaleza. El conocimiento y la satisfacción de las necesidades

intelectuales deben ir acompañados de salud, moderación en el disfrute de los bienes

materiales, etc., lo que pone de manifiesto hasta qué punto la idea de que Platón

rechaza de un modo absoluto lo corporal es injustificada. En el Banquete, por ejemplo,

podemos observar cómo a través del Eros Platón concibe el ascenso hacia las Ideas

partiendo del amor a la belleza que observamos en las cosas sensibles, luego a la

belleza en el ser humano, hasta alcanzar la contemplación de la Belleza en sí, que se

identifica con el Bien del que nos habla en la República y que representaría el grado

superior de conocimiento.

El verdadero bien del hombre, la felicidad, habrá de alcanzarse mediante la

práctica de la virtud. Pero ¿qué es la virtud?. Platón acepta fundamentalmente la

identificación socrática entre virtud y conocimiento. La falta de virtud no supone una

perversión de la naturaleza humana; por su propia naturaleza el hombre busca el bien

para sí, pero si desconoce el bien puede tomar como bueno, erróneamente, cualquier

cosa y, en consecuencia, actuar incorrectamente; la falta de virtud es equivalente,

pues, a la ignorancia. Sólo quien conoce la Idea de Bien puede actuar correctamente,

tanto en lo público como en lo privado, nos dice Platón en la República, al terminar la

exposición y análisis del mito de la caverna. Cuando alguien elige una actuación que es

manifiestamente mala lo hace, según Platón, creyendo que el tipo de conducta elegida

es buena, ya que nadie opta por el mal a sabiendas y adrede. En este sentido la virtud

cardinal sería la prudencia, la capacidad de reconocer lo que es verdaderamente bueno

para el hombre y los medios de que dispone para alcanzarlo. La dependencia con

respecto al intelectualismo socrático es clara en la reflexión ética de Platón.

En la República nos habla Platón de cuatro virtudes principales: la sabiduría, el

coraje o fortaleza de ánimo, la templanza y la justicia. Como hemos visto, establece

una correspondencia entre cada una de las virtudes y las distintas partes del alma y

las clases sociales de la ciudad ideal. La parte más elevada del alma, la parte racional,

posee como virtud propia la sabiduría; pero la justicia, la virtud general que consiste

en que cada parte del alma cumpla su propia la función, estableciendo la

correspondiente armonía en el hombre, impone los límites o la proporción en que cada

una de las virtudes ha de desarrollarse en el hombre. El hecho de que Platón tenga

una concepción absoluta del Bien hace que la función de la parte racional del alma siga

DEPARTAMENTO DE FILOSOFÍA. IES JUAN DE LUCENA. Página 10

siendo fundamental en la organización de la vida práctica del hombre, de su vida

moral.

Sociedad y política: las clases sociales en la República.

A diferencia de los sofistas, para quienes la sociedad era el resultado de una

convención o pacto entre los individuos, para Platón la sociedad es el medio de vida

"natural" del ser humano. Si atendemos a las características de la vida humana, en

efecto, podremos observar que el ser humano no es autosuficiente, ni en cuanto a la

producción de bienes materiales necesarios para su supervivencia, ni en cuanto a los

aspectos morales y espirituales que hacen de la vida del ser humano algo propiamente

humano. Las tendencias que inclinan al ser humano al amor, a la amistad, a la

convivencia en general, son tendencias naturales, por lo que no tendría sentido pensar

que el medio, necesariamente social, en el que se desarrollan, fuera algo no-natural.

Esta teoría de la "sociabilidad natural" del ser humano será mantenida posteriormente

también por Aristóteles.

¿Cómo tendría que ser una sociedad ideal? Dado que la sociedad debe existir

para satisfacer las necesidades de los hombres, ya que éstos no son independientes

unos de otros ni autosuficientes para abastecerse, el primer fin que debe garantizar

toda sociedad es un fin económico. Los hombres tienen diferentes capacidades y

habilidades, siendo preferible que cada uno desarrolle las que posee por naturaleza, lo

que introduce la división del trabajo en la organización de la sociedad. En una ciudad

ideal deberán existir, por lo tanto, todo tipo de trabajadores: granjeros, carpinteros,

labradores, herreros, etc., de modo que todas las necesidades básicas que de

garantizadas, posee una ciudad ideal no puede faltar de nada.

Sin embargo, una sociedad que sólo atendiera las necesidades materiales

básicas sería una sociedad demasiado dura, pues el hombre necesita también

satisfacer otras tendencias de su naturaleza relacionadas con el arte, la poesía, la

diversión en general, etc.. El fin de la ciudad, que comienza siendo estrictamente

económico, no se limita a la producción de bienes, sino que se encamina más bien a

hacer posible una vida feliz para el hombre.

A medida que la sociedad aumenta en número de ciudadanos, los recursos

necesitan ser ampliados, lo que puede dar lugar a la conquista de territorios vecinos

para satisfacer las necesidades de todos, conduciendo a la guerra; pero si seguimos el

DEPARTAMENTO DE FILOSOFÍA. IES JUAN DE LUCENA. Página 11

mismo principio de división del trabajo tendrá que haber especialistas en la guerra,

que sean los encargados exclusivamente de las actividades bélicas, los guardianes de

la ciudad.

Falta todavía, pues, algo en esta ciudad ideal: determinar quiénes serán los

encargados de gobernarla. A la clase de los artesanos y de los guardianes hemos de

añadir una tercera clase, la de los gobernantes. Éstos serán elegidos de entre los

mejores de los guardianes, que serán llamados desde entonces "auxiliares",

reservando el término de guardianes para la clase de los gobernantes.

Del análisis de las necesidades sociales que debe cubrir una sociedad ideal, se

deduce la necesaria existencia de tres clases sociales: la de los artesanos, la de los

guerreros o auxiliares, y la de los gobernantes o guardianes. Pero cada una de estas

clases ha de tener unas características distintas a las que poseen en la sociedad actual.

La clase de los artesanos, que generalmente realiza las actividades productivas

pero no obtiene los beneficios económicos de su producción, lo que es fuente de

conflictos, ha de ser en la ciudad ideal la poseedora de la riqueza; del mismo modo

será la única clase que tenga derecho a la propiedad privada y a la familia; y ha de

permitírsele disfrutar de los goces materiales que derivan de la posesión de la riqueza.

La clase de los guerreros o auxiliares, por el contrario, no puede tener acceso la

riqueza, para evitar la tentación de defender sus intereses privados en lugar de los

intereses colectivos, y terminar utilizando la fuerza contra los ciudadanos; estarán

desprovistos de propiedad privada, y tampoco tendrán familia, debiendo vivir en unos

barracones en los que tengan todo lo necesario para realizar sus actividades, en los

que vivirán de forma comunitaria, compartiéndolo todo hombres y mujeres, pues no

hay ninguna razón para excluir a las mujeres de ningún tipo de actividad, ya que tanto

en el hombre como en la mujer se encuentran similares dones o cualidades naturales,

igualmente útiles para la ciudad.

La clase de los verdaderos guardianes o gobernantes, debido a su

responsabilidad y a las elevadas tareas que le encomienda Platón, (el buen gobierno y

el consiguiente beneficio del conjunto de la sociedad), tampoco tendrá acceso a la

propiedad privada ni a la familia, debiendo velar únicamente por el buen gobierno de la

ciudad; deberán centrarse en el estudio a fin de conocer lo bueno para gobernar

DEPARTAMENTO DE FILOSOFÍA. IES JUAN DE LUCENA. Página 12

adecuadamente la ciudad, por lo que su vida estará alejada de todas las comodidades

innecesarias para cumplir su función.

¿Cómo se determinará quiénes han de pertenecer a una u otra de estas clases

sociales? No, desde luego, en función del origen familiar, como ocurre en la sociedad

ateniense de la época. Para determinar quién ha de formar parte de una u otra clase

será necesario establecer un proceso educativo en el curso del cual se podrá

determinar qué tipo de naturaleza tiene cada ser humano y, por lo tanto, a qué clase

social ha de pertenecer.

Aquí establece Platón una comparación entre la naturaleza del Estado y la

naturaleza del individuo: del mismo modo que en el estado encontramos tres clases

sociales, encontramos en el individuo tres partes del alma, correspondiéndole una

virtud a cada una de ellas. El paralelismo entre la moral individual y la moral del

Estado permite establecer que la virtud que corresponde a cada clase social ha de

corresponder a los individuos que la constituyen. La virtud de la clase los artesanos es

la templanza, es decir, el disfrute con moderación de los bienes materiales; la virtud

propia de la clase de los guerreros o auxiliares es la valentía o coraje; y la virtud

propia de los verdaderos guardianes gobernantes es la sabiduría.

Ahora bien, estas tres virtudes pertenecen, cada una de ellas, a una parte del

alma: la sabiduría al alma racional; la valentía al alma irascible y la templanza al alma

concupiscible. Aquellos en quienes domine el alma racional han de pertenecer, por lo

tanto, a la clase de los verdadero guardianes o gobernantes; en quienes predomine el

alma irascible, a la clase de los guerreros o auxiliares; y en quienes predomine el alma

concupiscible, a la clase de los artesanos.

Habiendo determinado la virtud que corresponde a cada clase social estaremos

en condiciones de determinar en qué puede consistir la justicia en la ciudad ideal: la

justicia consistirá, no pudiéndose identificar con la sabiduría, ni con el coraje,

ni con la templanza, en que cada clase social (y cada ciudadano) se ocupe de

la tarea que le corresponde. La injusticia consistirá en la injerencia arbitraria de una

clase social en las funciones de otra: que los auxiliares o los artesanos pretendan

gobernar, por ejemplo.

DEPARTAMENTO DE FILOSOFÍA. IES JUAN DE LUCENA. Página 13

Correspondencia entre las clases sociales, tipos de alma y

virtudes

Clase social Tipo de alma Virtud

Gobernantes Racional Sabiduría

Guerreros Irascible Coraje

Artesanos Concupiscible Templanza

Si la pertenencia a una clase social viene determinada por la naturaleza del

alma, y no por el origen familiar, una sociedad tal ha de dar una importancia

primordial a la educación. Será, en efecto, a través de ese proceso educativo como se

seleccionen los individuos que han de pertenecer a cada clase social, en función de su

tipo de alma; y qué tipo de educación ha de recibir cada individuo en función de la

clase social a la que deba pertenecer.

En la República establece Platón detalladamente el programa de estudios que

debería imperar en la ciudad ideal, haciendo especial hincapié en el educación de los

gobernantes. Todos los niños y niñas deberían recibir inicialmente la misma formación.

Platón considera que la educación recibida en los primeros años de la vida es

fundamental para el desarrollo del individuo, por lo que en la ciudad ideal nadie ha de

ser privado de ella, ni en razón de su sexo ni por ninguna otra causa: el proceso

educativo tiene, al mismo tiempo que un objetivo formativo, la misión de determinar

qué tipo de alma predomina en cada individuo, es decir, su naturaleza, en virtud de la

cual formará parte de una u otra clase social.

Así pueden establecerse las relaciones entre las virtudes y las partes del

alma que después se repetirá en política.

- La sabiduría que corresponde a la parte racional del alma.

- La fortaleza o coraje que es la unión del ánimo con la razón y que

corresponde a la parte irascible. Ejemplo: el ánimo para estudiar porque

pensamos que es lo mejor.

- La templanza que es la armonía entre las partes entendida como

sumisión de las partes gobernadas a los dictados de la razón.

corresponde al alma concupiscible.

DEPARTAMENTO DE FILOSOFÍA. IES JUAN DE LUCENA. Página 14

Esta teoría y su funcionamiento la explica Platón con su famoso mito del

carro alado. En él aparece un auriga que intenta gobernar un carro tirado por un

caballo blanco y otro negro. El auriga representa el alma racional que templa la

fortaleza del caballo blanco, el alma irascible y los intentos del caballo negro por

salirse del camino, dominado por las pasiones. Es el alma concupiscible.

A partir de ahí se establecen las características de la sociedad ideal.

Primero es necesario comerciar para mantener la riqueza y el sustento.

Segundo, es necesario defender la ciudad.

Tercero, alguien debe gobernar esa ciudad.

Para ello se introduce el principio de especialización. La ciudad ideal queda

dividida en tres clases sociales: artesanos, guerreros y gobernantes (elegidos

entre los mejores guerreros).

Los artesanos se dedican a las actividades productivas que cubren las

necesidades básicas de los ciudadanos.

Los guardianes se dedican a defender la ciudad. No poseen ni riquezas, ni

vivienda privada ni mujeres para evitar los intereses particulares.

Los gobernantes son sometidos a un proceso educativo muy riguroso, ya

que sólo pueden gobernar quienes posean el verdadero conocimiento, que está en

el mundo de las ideas.

3.3 La educación. Necesidad de conocer el bien. La teoría de las ideas.

La teoría de las Ideas representa el núcleo de la filosofía platónica, el eje a

través del cual se articula todo su pensamiento. No se encuentra formulada como tal

en ninguna de sus obras, sino tratada, desde diferentes aspectos, en varias de sus

obras de madurez como "La República", "Fedón" y "Fedro". Por lo general se considera

que la teoría de las Ideas es propiamente una teoría platónica, pese a que varios

estudiosos de Platón, como Burnet o Taylor, hayan defendido la tesis de que Platón la

había tomado directamente de Sócrates. Los estudios de D. Ross, entre otros, han

puesto de manifiesto las insuficiencias de dicha atribución, apoyando así la

interpretación más generalmente aceptada.

Tradicionalmente se ha interpretado la teoría de las Ideas de la siguiente

manera: Platón distingue dos modos de realidad, una, a la que llama inteligible, y otra

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a la que llama sensible. La realidad inteligible, a la que denomina "Idea", tiene las

características de ser inmaterial, eterna, (ingenerada e indestructible, pues), siendo,

por lo tanto, ajena al cambio, y constituye el modelo o arquetipo de la otra realidad, la

sensible, constituida por lo que ordinariamente llamamos "cosas", y que tiene las

características de ser material, corruptible, (sometida al cambio, esto es, a la

generación y a la destrucción), y que resulta no ser más que una copia de la realidad

inteligible.

La primera forma de realidad, constituida por las Ideas, representaría el

verdadero ser, mientras que de la segunda forma de realidad, las realidades materiales

o "cosas", hallándose en un constante devenir, nunca podrá decirse de ellas que

verdaderamente son. Además, sólo la Idea es susceptible de un verdadero

conocimiento o "episteme", mientras que la realidad sensible, las cosas, sólo son

susceptibles de opinión o "doxa". De la forma en que Platón se refiere a las Ideas en

varias de sus obras como en el "Fedón" (el alma contempla, antes de su unión con el

cuerpo, las Ideas) o en el "Timeo" (el Demiurgo modela la materia ateniéndose al

modelo de las Ideas), así como de la afirmación aristotélica en la "Metafísica" según la

cual Platón "separó" las Ideas de las cosas, suele formar parte de esta presentación

tradicional de la teoría de las Ideas la afirmación de la separación ("khorismós") entre

lo sensible y lo inteligible como una característica propia de ella.

El dualismo sensible/inteligible

Una de las primeras consecuencias que se ha extraído de esta presentación

tradicional de la teoría de las Ideas es, pues, la "separación" entre la realidad

inteligible, llamada también mundo inteligible ("kósmos noetós") y la realidad sensible

o mundo visible ("kósmos horatós"), que aboca a la filosofía platónica a un dualismo

que será fuente de numerosos problemas para el mantenimiento de la teoría, y que

Aristóteles señalará como uno de los obstáculos fundamentales para su aceptación.

Lo inteligible

En cuanto a las Ideas, en la medida en que son el término de la definición

universal representan las "esencias" de los objetos de conocimiento, es decir, aquello

que está comprendido en el concepto; pero con la particularidad de que no se puede

confundir con el concepto, por lo que las Ideas platónicas no son contenidos mentales,

sino objetos a los que se refieren los contenidos mentales designados por el concepto,

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y que expresamos a través del lenguaje. Esos objetos o "esencias" subsisten

independientemente de que sean o no pensados, son algo distinto del pensamiento, y

en cuanto tales gozan de unas características similares a las del ser parmenídeo. Las

Ideas son únicas, eternas e inmutables y, al igual que el ser de Parménides, no pueden

ser objeto de conocimiento sensible, sino solamente cognoscibles por la razón. No

siendo objeto de la sensibilidad, no pueden ser materiales. Y sin embargo Platón

insiste en que son entidades que tienen una existencia real e independiente tanto del

sujeto que las piensa como del objeto del que son esencia, dotándolas así de un

carácter trascendente. Además, las Ideas son el modelo o el arquetipo de las cosas,

por lo que la realidad sensible es el resultado de la copia o imitación de las Ideas. Para

los filósofos pluralistas la relación existente entre el ser y el mundo tal como nosotros

lo percibimos era el producto de la mezcla y de la separación de los elementos

originarios (los cuatro elementos de Empédocles, las semillas de Anaxágoras o los

átomos de Demócrito); también Platón deberá explicar cuál es la relación entre ese ser

inmutable y la realidad sometida al cambio, es decir entre las Ideas y las cosas. Esa

relación es explicada como imitación o como participación: las cosas imitan a las Ideas,

o participan de las Ideas.

Lo sensible

Por su parte la realidad sensible se caracteriza por estar sometida al cambio, a la

movilidad, a la generación y a la corrupción. El llamado problema del cambio conduce

a Platón a buscar una solución que guarda paralelismos importantes con la propuesta

por los filósofos pluralistas: siguiendo a Parménides hay que reconocer la necesaria

inmutabilidad del ser, pero el mundo sensible no se puede ver reducido a una mera

ilusión. Aunque su grado de realidad no pueda compararse al de las Ideas ha de tener

alguna consistencia, y no puede ser asimilado simplemente a la nada. Es dudoso que

podamos atribuir a Platón la intención de degradar la realidad sensible hasta el punto

de considerarla una mera ilusión. La teoría de las Ideas pretende solucionar, entre

otros, el problema de la unidad en la diversidad, y explicar de qué forma un elemento

común a todos los objetos de la misma clase, su esencia, puede ser real; parece claro

que la afirmación de la realidad de las Ideas no puede pasar por la negación de toda

realidad a las cosas.

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LA IDEA DEL BIEN ES LA ENTIDAD MÁS IMPORTANTE DE TODAS LAS ENTIDADES QUE PUEBLAN

EL MUNDO INTELIGIBLE.

El rango y funciones que Platón le otorga en su filosofía es tal que muchos autores

la han identificado con Dios. Este filósofo creyó que la Idea del Bien tiene dos papeles

fundamentales:

Crea las Ideas y el Mundo Sensible;

Da inteligibilidad o racionalidad a las ideas y al mundo Sensible.

La consecuencia de ello es que todas las cosas―y mucho más el hombre―aspiran

de un modo u otro al Bien. La filosofía es precisamente expresión del afán por la

comprensión definitiva de dicha idea ("la ascensión al ser", dice Platón).

En el mito de la caverna la Idea del Bien se representa con la metáfora del Sol.

En el siguiente texto, Platón nos presenta la Idea de Bien como el objeto más

adecuado para el alma y causa de la realidad, perfección y verdad de las cosas. A la

vez, nos ofrece la metáfora del sol como la imagen más adecuada para ilustrar el alto

rango de esta Idea.

"Pues bien, he aquí -continué- lo que puedes decir que yo designaba como hijo del

bien, engendrado por éste a su semejanza como algo que, en la región visible, se

comporta, con respecto a la visión y a lo visto, del mismo modo que aquél en la región

inteligible con respecto a la inteligencia y a lo aprehendido por ella.

-¿Cómo? -dijo-. Explícamelo algo más.

-¿No sabes -dije-, con respecto a los ojos, que, cuando no se les dirige a aquello sobre

cuyos colores se extienda la luz del sol, sino a lo que alcanzan las sombras nocturnas,

ven con dificultad y parecen casi ciegos como si no hubiera en ellos visión clara?

-Efectivamente -dijo.

-En cambio, cuando ven perfectamente lo que el sol ilumina, se muestra, creo yo, que

esa visión existe en aquellos mismos ojos.

-¿Cómo no?

-Pues bien, considera del mismo modo lo siguiente con respecto al alma. Cuando ésta

fija su atención sobre un objeto iluminado por la verdad y el ser, entonces lo

comprende y conoce y demuestra tener inteligencia; pero, cuando la fija en algo que

está envuelto en penumbras, que nace o perece, entonces, como no ve bien, el alma

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no hace más que concebir opiniones siempre cambiantes y parece hallarse privada de

toda inteligencia.

-Tal parece, en efecto.

-Puedes, por tanto, decir que lo que proporciona la verdad a los objetos del

conocimiento y la facultad de conocer al que conoce es la idea del bien, a la cual debes

concebir como objeto del conocimiento, pero también como causa de la ciencia y de la

verdad; y así, por muy hermosas que sean ambas cosas, el conocimiento y la verdad,

juzgarás rectamente si consideras esa idea como otra cosa distinta y más hermosa

todavía que ellas. Y, en cuanto al conocimiento y la verdad, del mismo modo que en

aquel otro mundo se puede creer que la luz y la visión se parecen al sol, pero no que

sean el mismo sol, del mismo modo en éste es acertado el considerar que uno y otra

son semejantes al bien, pero no lo es el tener a uno cualquiera de los dos por el bien

mismo, pues es mucho mayor todavía la consideración que se debe a la naturaleza del

bien.

-¡Qué inefable belleza -dijo- le atribuyes! Pues, siendo fuente del conocimiento y la

verdad, supera a ambos, según tú, en hermosura. No creo, pues, que lo vayas a

identificar con el placer.

-Ten tu lengua -dije-. Pero continúa considerando su imagen de la manera siguiente.

-¿Cómo?

-Del sol dirás, creo yo, que no sólo proporciona a las cosas que son vistas la facultad

de serlo, sino también la generación, el crecimiento y la alimentación; sin embargo, él

no es generación.

-¿Cómo había de serlo?

-Del mismo modo puedes afirmar que a las cosas inteligibles no sólo les adviene por

otra del bien su cualidad de inteligibles, sino también se les añaden, por obra también

de aquél, el ser y la esencia; sin embargo, el bien no es esencia, sino algo que está

todavía por encima de aquélla en cuanto a dignidad y poder."

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IMPLICACIONES DE LA TEORÍA DE LAS IDEAS

EN ONTOLOGÍA EN ANTROPOLOGÍA EN TEORÍA DEL

CONOCIMIENTO EN ÉTICA EN POLÍTICA

Dualismo

ontológico Dualismo antropológico

reivindicación del

conocimiento

absoluto y crítica

radical al relativismo

Intelectualismo moral

reivindicación de la

figura del “rey-

filósofo” y

autoritarismo

ilustrado

Mundo de las

Ideas alma

conocimiento estricto;

aspiración a la Verdad

absoluta

bien moral; aspiración al Bien

absoluto Justicia política

Mundo Sensible cuerpo Mera opinión Mal moral injusticia

Platón enlaza con la problemática de los presocráticos Heráclito y

Parménides. El primero afirma el cambio permanente en el mundo. Para el

segundo el ser es estático.

Platón, asumiendo a los dos, afirma una doble realidad y un doble

conocimiento.

Para él hablamos, pensamos y nos parece que hay cosas que son buenas,

justas o bellas, pero también existen el Bien, la Justicia y la Belleza perfectas, con

las que comparamos estas cosas.

Estas son las ideas, que existen con independencia de las cosas. Son

inmutables, imperecederas y eternas. Es una realidad inteligible y no sensible.

Lo sensible es cambiante (tal y como afirma Heráclito), pero las ideas conocidas

por la razón son invariables y sólo puede conocerlas el alma racional.

Lo que hace que algo sea “casa” o “libro” es la idea o esencia. Las cosas

del mundo sensible no son más que copias de la verdadera realidad, las ideas

del mundo inteligible.

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Las cosas del mundo sensible participan de las ideas, por eso hay cosas

más o menos justas, más o menos bellas etc. según su grado de participación en

la idea que corresponde.

Dentro de las ideas, las tres más importantes son: el bien, la justicia y la

belleza.

La justicia es la que une en la polis a las tres clases sociales con las partes

del alma y su función de la manera siguiente:

GOBERNANTES = alma racional = gobierno de la polis = prudencia.

Quien debe gobernar es el filósofo rey, que es quien conoce la verdad.

GUERREROS = alma irascible = defensa de la polis = valentía.

ARTESANOS = alma concupiscible = provisión de bienes para los demás =

templanza o moderación de los vicios y las pasiones.

El quedar encuadrado en una de las clases sociales se debe a la parte del

alma que domina más en cada persona.

Ahora bien: ¿Cómo se conocen esas ideas?

Platón cree que es por innatismo, por recuerdo (ANAMNESIS), porque

según él, el cuerpo es solamente la cárcel del alma, y que ésta es inmortal

sobreviviendo al cuerpo cuando éste muere. El alma ha estado en contacto con

las ideas en el mundo inteligible pero al unirse con el cuerpo pierde ese

conocimiento, que sin embargo puede recuperarse por la educación.

Ahora bien, sólo aquellos en los que la parte racional del alma domine

sobre las demás puede conseguir este conocimiento, pirque los demás se dejan

dominar por las necesidades del cuerpo.

Ese proceso de educación y conocimiento de las ideas lo explica Platón con

el mito de la caverna.

“Represéntate hombres en una morada subterránea en forma de caverna,

que tiene la entrada abierta a la luz. En ella están desde niños con las piernas y el

cuello encadenados, de modo que deben permanecer allí y mirar sólo delante de

ellos, porque las cadenas les impiden girar la cabeza. Más arriba y más lejos se

halla la luz de un fuego que brilla detrás de ellos; y entre el fuego y los prisioneros

hay un camino más alto, junto al cual imagínate un tabique construido de lado a

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lado, como el biombo que los titiriteros levantan delante del público para mostrar,

por encima del biombo, los muñecos.

- Me lo imagino.

Imagínate ahora que, del otro lado del tabique, pasan sombras que llevan

toda clase de utensilios y figurillas de hombres y otros animales, hechos de piedra

y madera y de diversas clases; y entre los que pasan unos hablan y otros callan.

- Extraña comparación hacer, y extraños son esos prisioneros.

Pero son como nosotros. Pues en primer lugar ¿Crees que han visto de sí

mismos, o unos de los otros otra cosa que las sombras proyectadas por el fuego

en la parte de la caverna que tienen frente a sí?

- Claro que no, porque toda su vida están forzados a no mover las

cabezas.

¿Y no sucede lo mismo con los objetos que llevan los que pasan del otro

lado del tabique?

- Indudablemente.

Y si algunos hablaran, ¿no piensas que creerían que lo que oyen proviene

de la sombra que pasa delante ellos?

- ¡Por Zeus que sí!

¿Y que los prisioneros no tendrían por real otra cosa que las sombras de

los objetos artificiales transportados?

- Es de toda necesidad.

Imagina que uno fuera liberado y obligado a mirar hacia la luz. ¿qué

piensas que respondería si se le dijera que lo que había visto antes era falso y que

ahora está más próximo a lo real? ¿No le dolerían los ojos y trataría de eludirla

volviéndose a lo que antes percibía?

- Así es.

Y si a la fuerza se le arrastrara hacia arriba sin soltarlo hasta llegar a la luz

del sol, ¿no le impedirían los ojos ver los objetos verdaderos? Necesitaría

acostumbrarse para poder mirar las cosas desde arriba hasta que poco a poco

podría mirar al sol como causante de las sombras que antes veía.

- Es evidente que después de todo esto, arribaría a tales conclusiones.

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Otro problema es cómo aparecen las cosas materiales que forman el

mundo.

Según Platón influyen tres elementos:

- Una materia caótica, sin forma y eterna.

- Las ideas eternas como modelos.

- Una entidad divina, el demiurgo, que se encarga de formar los seres

con esa materia siguiendo el modelo de las ideas. Por eso las cosas del

mundo sensible son imperfectas, porque la materia es corruptible.

Para llegar a conocer esas ideas se debe pasar por tres niveles de

conocimiento:

GRADOS DECONOCIMIENTO

nombre OPINIÓN (en griego doxa) CIENCIA (en griego epistéme) (*)

tipos conjetura

(eikasía)

creencia

(pístis)

pensamiento discursivo

(diánoia) matemáticas

fundamentalmente

dialéctica o ciencia

en sentido estricto

o inteligencia o

filosofía (noûs)

definición

conocimiento

sensible basado en la

percepción de las

sombras y los

reflejos

conocimiento basado

en la percepción

directa de las cosas

sensibles

conocimiento racional pero

basado en los signos sensibles

conocimiento

puramente racional

de las Ideas y sus

relaciones

esenciales, en

particular de la Idea

de Bien

instrumento

del conocimiento la percepción la percepción

la razón, pero apoyada en signos

sensibles e hipótesis la pura razón

objeto de

conocimiento

MUNDO SENSIBLE MUNDO INTELIGIBLE

sombras y

apariencias de los

objetos sensibles

los objetos sensibles

y las cosas

fabricadas

los objetos matemáticos

las Ideas,

principalmente la

Idea de Bien

calidad del

saber

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Pistis (creencia): conocimiento de las cosas sensibles en cuanto tales.

Dianoia (pensamiento): conocimiento racional que necesita estar conectado

con algún objeto sensible para conocer la verdad.

Noesis o episteme: verdadero conocimiento. Contemplación de las ideas

en sí mismas.

Así Platón puede establecer una serie de formas de gobierno que serán

más o menos perfectas según el grado de conocimiento de sus gobernantes:

3.4. Las distintas formas de gobierno.

FORMAS POLÍTICAS

FORMA POLÍTICA IDEAL (descripción en República)

República: gobierno de los filósofos; es el Estado ideal, casi inalcanzable

VALORACIÓN DE LAS FORMAS POLÍTICAS

monarquía o aristocracia

timocracia oligarquía democracia tiranía

gobierno del mejor o de los

mejores

dominio de la clase militar

dominio de una minoría ambiciosa

gobierno del pueblo

gobierno de un individuo

preocupado por su propio interés

la forma más perfecta de gobierno

degeneración de la aristocracia

peor que la timocracia,

gobierno de los ricos

todos legislan y mandan a la

vez

el gobierno más injusto, bajo y degenerado

Timocracia: son aquellos que gobiernan para buscar rentas y honor. Están más preparados para la

guerra que para el gobierno.

Oligarquía: aquellos que buscan la acumulación de poder sirviendo a sus intereses particulares.

Democracia: al fomentar la igualdad y dar oportunidad de gobernar a quien no sabe, lleva a la

perversión del orden.

Tiranía: es un gobierno despótico y autoritario que puede llegar a tomar decisiones arbitrarias.

Aristocracia: el gobierno de los mejores, de los que conocen la verdad y pueden ponerla en práctica

para el bien común de la polis.

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