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ESCRITO EN PIEDRA Los diez mandamientos y la crisis moral de hoy P HILIP G RAHAM R YKEN

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Los diez mandamientos y la crisis moral de hoy. Escrito por Philip Graham Ryken. Publicado por Editorial Patmos

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ESCRITO ENPIEDRALos diez mandamientosy la crisis moral de hoy

PHILIP GRAHAM RYKEN

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ESCRITO EN PIEDRA

Los Diez Mandamientos son la cristalización de la Ley deDios. Pero, ¿cómo los aplicamos hoy en día y cómo serelacionan con el evangelio?

Philip Graham Ryken cree que los Diez Mandamientos sonla expresión de la persona eterna de Dios, y por tanto, deobligatorio cumplimiento hoy en día. En Escrito en piedra,Escrito en piedra,Escrito en piedra,Escrito en piedra,Escrito en piedra,el autor explica el valor de la Ley para nosotros: paraconvencernos de nuestros pecados, ponerle freno al pecadoen la sociedad y enseñarnos como vivir para Cristo. El Dr.Ryken nos ofrece principios básicos para interpretar y poneren práctica la Ley de Dios, y explica las santas palabrasmandamiento por mandamiento, ilustrando cada uno de elloscon un relato bíblico y relacionándolo con la persona y obraredentora de Jesucristo.

Este es un libro para ser leído y disfrutado con reflexión. Lasantidad de Dios y sus normas para la vida están claramenterelacionadas entre sí, y la alegría de vivir según la Ley deDios es vividamente representada. Los lectores se hallarán así mismos examinando sus propias vidas, cambiando sumanera de ser y regocijándose en la gracia de Dios.

PHILIP GRAHAM RYKEN es Pastor Principal de la histó-rica Tenth Presbyterian Church de Filadelfia, U.S.A.

Categoría:Estudios bíblicos,Vida cristiana

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ESCRITO EN

PIEDRALos diez mandamientosy la crisis moral de hoy

PHILIP GRAHAM RYKEN

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ESCRITO EN PIEDRA

© 2005 por Philip Graham Ryken

Publicado en español por Editorial Patmos, Miami, Florida EE.UU.

Publicado originalmente en inglés por Crossway Books con el título Written in Stone.© 2003 por Philip Graham Ryken

A menos que se indique lo contrario, las citas bíblicas se toman de la Santa Biblia, NuevaVersión Internacional (NVI). © 1999 por la Sociedad Bíblica Internacional.

Traducido por David Gómez

Todos los derechos reservados.

ISBN: 1-58802-255-2

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CONTENIDO

Prefacio .......................................................................................... 9

1 Escrito en Piedra .................................................................. 11

2 Un artículo multiuso ............................................................ 27

3 Interpretando la Ley de Dios .............................................. 41

4 El priåmer Mandamiento:No tendrás otros dioses ..................................................... 57

5 El segundo Mandamiento:El Dios correcto, de la manera correcta ............................ 71

6 El tercer Mandamiento:Un Nombre sobre todo nombre ......................................... 85

7 El cuarto Mandamiento:Trabajo y Ocio .............................................................. 101

8 El quinto Mandamiento:Respeto a la Autoridad.................................................... 117

9 El sexto Mandamiento:Vivir y dejar Vivir ........................................................... 135

10 El séptimo Mandamiento:La alegría del sexo .......................................................... 151

11 El octavo Mandamiento:Lo que es mío, es de Dios................................................. 169

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12 El noveno Mandamiento:Decir la Verdad .............................................................. 185

13 El décimo Mandamiento:Estar satisfecho .............................................................. 201

Epilogo: El propósito de la Ley .........................................215

Notas ...................................................................................229

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PREFACIO

quel que sabe distinguir entre el Evangelio y la Ley debe dargracias a Dios y saber que él es un teólogo”. Esta declaración de

Martín Lutero siempre me da que pensar porque no estoy seguro deque yo pueda hacer tal afirmación. Pocas cosas hay que sean másdifíciles de dominar que la enseñanza bíblica sobre la ley en su rela-ción con el evangelio. Mi oración es que a medida que usted vayaleyendo este libro pueda adquirir una visión más clara tanto de lo queDios demanda en su ley, como de lo que da por medio de su evange-lio.

La buena enseñanza de la ley y del evangelio nunca ha sido tannecesitada como en la actualidad. Vivimos en una época sin ley, don-de el irrespeto a la autoridad ha llevado a un menosprecio generaliza-do hacia los mandamientos de Dios. La gente se está comportandomal, incluso en la iglesia. Parte del problema es que la mayoría de laspersonas no saben qué es lo que Dios espera de ellos. Incluso en loscristianos existe una asombrosa falta de familiaridad con la normativaperfecta de la ley de Dios, y por supuesto la situación es peor en lacultura en general. Esta ignorancia contribuye indudablemente a undescenso general de las normas morales en estos tiempos postcristianos,pero hace también mucho daño a nuestra teología. La gente que des-conoce la ley de Dios jamás será capaz de ver su necesidad por elevangelio. Como Juan Bunyan lo explicó: “El hombre que no conocela naturaleza de la ley no puede conocer la naturaleza del pecado.Quien no conoce la naturaleza del pecado no puede conocer la natu-raleza del Salvador”.

Este libro trata sobre la ley de Dios –específicamente, los DiezMandamientos- pero también intenta ayudar a la gente a comprenderel evangelio. La ley es la que nos muestra nuestra necesidad de laobra salvadora del Jesucristo. Una vez que venimos a Cristo creyendoen el evangelio de su cruz y la tumba vacía, la ley nos muestra cómo

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vivir para su gloria. En las páginas que siguen he tratado de ser prác-tico, mostrando lo que los Diez Mandamientos significan para la vidadiaria. A manera de ilustración, he escogido una historia bíblica quemuestra lo que sucede cuando cada mandamiento es roto. He tratadotambién de ser cristocéntrico, explicando constantemente cómo la leyde Dios se relaciona con la persona y obra de Jesucristo.

Como la mayoría de los libros que he escrito, este comenzó en elpúlpito de la Tenth Presbyterian Church de Filadelfia. Tengo una grandeuda de gratitud con esta iglesia por sus reuniones, por las oracionesde su congregación, por su estímulo y, en este caso, por sus muchaspeticiones de publicación de este material en forma de libro. Desdetodo punto de vista, las predicaciones de los Diez Mandamientos fue-ron una bendición para nuestra iglesia, y nuestra más sincera esperan-za es que lo sean también para usted.

Debo también agradecer a muchas más personas. Doy muchasgracias a mis amigos de Crossway Books por ayudar a que este librofuera finalmente publicado (debería mencionar tal vez que este vienede un comentario expositivo mayor de todo el libro de Éxodo, el cualCrossway planifica publicar dentro de la serie Predicando la Palabra).Gracias también a mi hermana Nancy Taylor por su trabajo duro alpreparar las preguntas que aparecen al final de cada capítulo. Estoyigualmente muy agradecido con mis amigos Randall Grossman,Jonathan Rockey y David Skeel por sus correcciones a mi manuscrito,con Paul Russell y Danny Bombaro por ayudarme a preparar los índi-ces, y con David Madder por sugerir primero el título Escrito en laPiedra. Pero el mayor de los agradecimientos es para mi esposa Lisa,por su ayuda en el ministerio y, especialmente, por la forma en queorganiza nuestro hogar de manera que mi trabajo literario no es unsacrificio para nuestros hijos.

Philip Graham RykenFiladelfia, Pennsylvania

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ESCRITO EN PIEDRA

Habló Dios todas estas palabras: “Yo soy Jehová, tu Dios,que te saqué de la tierra de Egipto, de casa de servi-dumbre”

É X O D O 2 0 : 1 - 2

En su libro The Day America Told the Truth (El día que Estados Uni-dos dijo la verdad), James Patterson y Peter Kim dictaron las normas

para los tiempos posmodernos. Ellos observaron que hoy en día “hayuna absoluta falta de consenso… Cada quien elabora sus propios códi-gos morales, sus propios Diez Mandamientos”. Patterson y Kim proce-dieron a enumerar lo que llamaron los “diez mandamientos reales”, lascuales son según su sondeo, las normas verdaderas por las que laspersonas rigen sus vidas. Estas reglas incluyen las siguientes:

- No veo el propósito de guardar el día de reposo;- Robaré a aquellos que no tienen necesidades económicas;- Mentiré si me conviene, siempre y cuando no cause nin-gún daño real;- Engañaré a mi cónyuge, después de todo él o ella haría lomismo si tuviera la oportunidad;- Holgazanearé en el trabajo y haré absolutamente nada du-rante todo un día cada cinco días.1

Estos nuevos mandamientos se basan en el relativismo moral, lacreencia de que somos libres para crear nuestras propias reglas basa-das en nuestras preferencias personales. La ley no es algo que venga

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de Dios, sino algo que viene de nosotros mismos. Y nuestras leyesfrecuentemente entran en conflicto con las leyes de Dios. No es deextrañar que lo que Patterson y Kim llamaron los “diez mandamientosreales” generalmente viole las leyes de Dios dadas a Moisés: guardarel día de reposo, hacer todo tu trabajo en seis días, no cometer adul-terio, no hurtar, no decir falso testimonio, y así sucesivamente. Hemosvenido a ser ley para nosotros mismos.

Uno podría esperar que la situación sea de alguna forma mejor enla iglesia. Seguramente la propia gente de Dios rinde honor a lasabsolutas y eternas normas de la ley de Dios. Sin embargo, la iglesiaestá llena de adoradores que ni siquiera saben los Diez Mandamien-tos, mucho menos saber cómo obedecerlos. Este problema fue docu-mentado en un reciente informe del Centro de Investigación de laReligión de Princeton. El título dice así: “La Religión está ganandoterreno, pero la Moralidad está perdiendo terreno”, y el reporte mos-tró como un reciente crecimiento en la asistencia a la iglesia y en lalectura de la Biblia ha sido acompañado por un declive simultáneo enla moralidad.

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¿Cómo puede ser posible? ¿Cómo puede estar la gente más interesa-da en Dios y, al mismo tiempo, menos deseosa de hacer lo que Él dice?La única explicación es que la gente no conoce al Dios de la Biblia,porque si lo conocieran, reconocerían la absoluta autoridad de su ley.Respetar a Dios significa también respetar su ley. Siempre que la gentetiene poco respeto por la ley de Dios, como sucede en nuestra cultura,es porque en último caso tienen también poco respeto por Dios.

EL SEÑOR TU DIOS

Si la ley viene de Dios, entonces el mejor lugar para comenzar acomprender la ley es con Dios mismo. Es así como comienza exacta-mente el libro de Éxodo la presentación de los Diez Mandamientos,también conocidos como el Decálogo, es decir “diez palabras”: “Ha-bló Dios todas estas palabras” (Éxodo 20:1).

Para tener una idea de quién es Dios, es de utilidad recordar lasituación. Dios estaba hablando a los israelitas mientras se encontra-ban reunidos a los pies del monte Sinaí. Éxodo 19 describe cómo Diosdescendió sobre la montaña con gran poder y gloria, con truenos yrelámpagos, humo y fuego. A los israelitas se les prohibió acercarsebajo la pena de muerte. Estaban ante la presencia del increíble y

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todopoderoso Dios, quien vive en perfecta santidad. Obviamente, loque tenga que decir un Dios como este demanda nuestra más com-pleta y cuidadosa atención. Lo que recibimos en el monte Sinaí no fuesimplemente la ley de Moisés, sino la ley de Dios, hablada en la reve-lación de su gloria. Como Isaías escribiera luego: “Jehová se compla-ció por amor de su justicia en magnificar la Ley y engrandecerla”(Isaías 42:21).

Aunque Dios mostró su gloria en el humo y el fuego en la monta-ña, Él hizo una revelación mayor de su deidad cuando comenzó ahablar. Dios dijo: “Yo soy Jehová, tu Dios, que te saqué de la tierra deEgipto, de casa de servidumbre” (Éxodo 20:2). Este versículo es aveces llamado el prefacio o prólogo de los Diez Mandamientos. En élDios defiende su autoridad como legislador. ¿Qué le daba el derechoa Dios de decirle al pueblo qué hacer? En palabras del CatecismoMenor de Westminster, “El prefacio de los diez mandamientos nosenseña que siendo Dios el Señor y nuestro Dios y Redentor, estamospor tanto, obligados a guardar todos sus mandamientos” (P. 44).

Dios es el Señor. Aquí Dios usa su nombre especial para el pacto,Yahvé. Él es el gran YO SOY, el soberano y Todopoderoso Señor. Éles el supremo, preexistente, eterno e inmutable Dios, quien se ató a símismo a Abraham, Isaac y Jacob, con la promesa irrompible de supacto. Además, Él es nuestro verdadero Dios, “Yo soy Jehová, tu Dios”,dice. De manera sorprendente, usa la segunda persona del singular,lo que indica que Él tiene una relación personal con cada persona enparticular de su pueblo. Esta relación personal es también una rela-ción salvadora, porque Dios dice: “Yo soy Jehová, tu Dios, que tesaqué de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre” (Éxodo 20:2).Este es el resumen de todo lo que había pasado hasta el momento enel Éxodo. Dios estaba recordando a los israelitas que Él no era sólo suDios, su Señor, sino también su Redentor. Y fue con base a esto queDios dio su ley para sus vidas. Fue privilegio único de Israel recibir laley directamente de Dios.

Lo que Dios dijo a Israel es básicamente lo mismo que dice a cadacreyente en Cristo: “Yo soy Jehová, tu Dios, que te saqué del Egiptode pecado, donde eras esclavo de Satanás”. Por medio de la obrasalvadora de Jesucristo, quien fue crucificado y resucitado, Dios esnuestro soberano Señor y verdadero Salvador, y por lo tanto tiene elderecho de reclamar autoridad legal sobre nosotros. La ley viene deDios, quien es nuestro Señor y Salvador.

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DIOS Y SU LEY

Si la ley viene de Dios, entonces debe reflejar su carácter divino. Estoes lo normal en las normas y regulaciones en general: Estas revelanalgo del creador de la regla. Como ejemplo, consideremos las ampliasregulaciones federales que rigen el acceso de minusválidos a los edi-ficios públicos. ¿Qué nos dicen estas leyes acerca de la sociedad quelas hizo? Nos dicen que los estadounidenses desean incluir a losminusválidos en los eventos ordinarios de la vida pública.

La ley siempre revela el carácter del legislador. Esto fue especial-mente verdadero en el monte Sinaí, en donde cada uno de los DiezMandamientos fue impreso con el ser y los atributos de Dios Todopo-deroso. Siendo así, ¿qué nos dice cada ley acerca del Dios que las dio?

El primer mandamiento dice: “No tendrás dioses ajenos delante demí” (Éxodo 20:3). Obviamente, el Dios que dio este mandamiento esceloso; Él no compartirá su gloria con otro dios. Esto es así, porque Éles el único y verdadero Dios. Todos los demás dioses son impostores.El primer mandamiento anuncia la soberanía única de Dios, quien esel único que puede decir: “Yo soy el Señor, y no hay ningún otro”(Isaías 45:18b NVI). Esto también indica su omnipresencia, porquenos dice que no tengamos otros dioses “delante de él”, es decir, “en supresencia” (este punto es desarrollado en el Capítulo 4).

El segundo mandamiento es: “No te harás imagen ni ninguna se-mejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en lasaguas debajo de la tierra” (Éxodo 20:4). Este mandamiento trata deadorar al Dios correcto de la manera correcta. Dios se niega a seradorado por medio de las imágenes. Esto demuestra que Él es espíri-tu, que no tiene forma física. La mención del cielo y de la tierra tam-bién demuestra que Él es el Creador. Uno de los problemas de losídolos es que estos confunden al Creador con su creación. El manda-miento habla también de la misericordia y justicia de Dios: “No teinclinarás a ellas ni las honrarás, porque yo soy Jehová, tu Dios, fuer-te, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta latercera y cuarta generación de los que me aborrecen,

y hago miseri-

cordia por millares a los que me aman y guardan mis mandamientos”(Éxodo 20:5-6). El Dios que dio la ley es un Dios que hace distincio-nes morales absolutas. Él castiga a los pecadores mientras que, almismo tiempo, ama a generación tras generación de la gente que haescogido salvar.

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El tercer mandamiento trata de honrar el nombre de Dios: “Notomarás el nombre de Jehová, tu Dios, en vano, porque no darápor inocente Jehová al que tome su nombre en vano” (Éxodo 20:7).La amenaza incluida en este mandamiento revela que Dios esperaser obedecido. Aquellos que rompen su ley serán tenidos por cul-pables. El mandamiento en sí mismo muestra que Dios es honora-ble y, por lo tanto, merece ser tratado con respeto. Incluso sunombre es santo.

El cuarto mandamiento dice: “Acuérdate del sábado para santifi-carlo. Seis días trabajarás y harás toda tu obra, pero el séptimo día esde reposo para Jehová, tu Dios” (Éxodo 20:8-10a). Este mandamientorevela que Dios es soberano sobre todos los eventos de la vida diaria.Él es Dios cada día de la semana. Hay una relación explícita tambiénentre lo que es ordenado y quien da la orden, entre Dios y su ley:“porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar, y todaslas cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día; por tanto,Jehová bendijo el sábado y lo santificó” (Éxodo 20:11). Se nos haordenado trabajar y descansar porque servimos a un Dios trabajadorque también descansa.

Los primeros cuatro mandamientos rigen nuestra relación con Dios,mientras que los siguientes seis corresponden a nuestra relación losunos con los otros. Pero incluso estos mandamientos se basan envarios atributos divinos. El quinto mandamiento es sobre respetar laautoridad: “Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se alar-guen en la tierra que Jehová, tu Dios, te da” (Éxodo 20:12). Lo queyace detrás de este mandamiento es la propia autoridad de Dios comonuestro Padre. Este es también el primer mandamiento con promesa,la promesa de una larga vida en la tierra, lo cual demuestra cuángeneroso es Dios para proveer a su gente.

El sexto mandamiento es: “No matarás” (Éxodo 20:13). Esto nosrecuerda que Dios es el Señor y dador de la vida. Él prohíbe la tomade una vida inocente porque Él es un Dios dador de vida. Por otrolado, el mandamiento preserva su soberanía sobre el final de la vida.Él es Señor sobre la muerte y sobre la vida.

El séptimo mandamiento es uno que todos conocen: “No comete-rás adulterio” (Éxodo 20:14). ¿Qué nos dice esto de Dios? Nos diceque Él es un Dios de pureza y fidelidad, un Dios que espera que supacto sea mantenido. También nos dice que Él es un Dios de alegría,porque este mandamiento preserva al sexo para el matrimonio.

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El octavo mandamiento dice así: “No hurtarás” (Éxodo 20:15). ElDios que da este mandamiento es nuestro Creador y Proveedor. Obe-decer este mandamiento significa reconocer en última instancia quetodo le pertenece a Él y que, por lo tanto, no tenemos el derecho detomar algo que Él ha dado a otra persona.

El noveno mandamiento trata sobre decir la verdad: “No dirás con-tra tu prójimo falso testimonio” (Éxodo 20:16). Este mandamiento vie-ne del Dios de la verdad, quien es verdadero en todo lo que Él es,dice y hace. Las Escrituras dicen: “el que es la Gloria de Israel nomentirá ni se arrepentirá” (1 Samuel 15:29a).

El décimo mandamiento es sobre contentamiento: “No codiciarás”(Éxodo 20:17a). La codicia es consecuencia del deseo de poseer lo queDios no nos ha dado. Como el octavo mandamiento, para obedecereste mandamiento es necesario tener fe en la providencia de Dios. Diosnos manda a no codiciar porque podemos confiar en que Él nos darátodo lo que verdaderamente necesitemos. Él es nuestro proveedor.

Un atributo divino más es revelado por medio de los Diez Manda-mientos como un todo, y tal atributo es el amor. Cuando Jesús resu-mió la ley de Dios, dijo: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu cora-zón, con toda tu alma y con toda tu mente”. Este es el primero ygrande mandamiento. Y el segundo es semejante: “Amarás a tu próji-mo como a ti mismo” (Mateo 22:37-39; cf. Deuteronomio 6:5; Levítico19:18; Romanos 13:9). En otras palabras, los Diez Mandamientos pue-den ser reducidos a dos mandamientos: Amar a Dios y amar al próji-mo. Todos ellos tratan sobre el amor. Amamos a Dios adorándolo yusando su nombre de manera adecuada. Amamos a nuestros padrestratándolos con respeto. Amamos a nuestro cónyuge siendo fiel aellos. Amamos a nuestro prójimo al proteger su vida, respetar susbienes y decir la verdad acerca de él. El Dios que dio estos manda-mientos es un Dios de amor, que quiere que le amemos a Él y quecompartamos su amor con otros. Como dijo Jesús: “El que tiene mismandamientos y los guarda, ese es el que me ama” (Juan 14:21a; cf. 1Juan 5:3a). Si esto es verdad, entonces no podemos separar la ley deDios del amor de Dios.

Para resumir, los Diez Mandamientos revelan el carácter de Dios.Revelan su soberanía, celo, justicia, santidad, honor, fidelidad, provi-dencia, veracidad y amor.

Cuando vemos cómo Dios se ha manifestado a sí mismo dentro desu ley, se hace obvio que no podría habernos dado otros mandamien-

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tos diferentes a los que nos dio. Los Diez Mandamientos expresan lavoluntad de Dios para nuestras vidas porque están basados en sucarácter. Esto ayuda a responder un antiguo dilema, uno que Platónexpresó en uno de sus famosos diálogos: ¿Dios ordenó la ley porquela ley es buena, o la ley es buena porque fue ordenada por Dios?

4 La

respuesta es: ambas. La ley, con toda su bondad, brota del carácterbondadoso de Dios. La ley es buena porque Dios es bueno, y subondad penetra cada aspecto de su ley.

NUNCA MORIRÁ

El hecho de que la ley de Dios expresa el carácter de Dios tienemuchas implicaciones. Una de ellas es que cuando rompemos la leyde Dios estamos ofendiendo directamente a Dios. Adorar a otro dioses negar la soberanía de Dios; usar incorrectamente su nombre esnegar su honor; robar es negar su providencia; mentir es negar suveracidad; y así sucesivamente. Cada violación a la ley es una ofensacontra el carácter santo de Dios.

Otra implicación de la relación entre nuestro Señor y su ley es quela ley es perpetuamente obligatoria, es para todas las personas entodos los lugares y en todos los tiempos. Soberanía, justicia, fidelidad,veracidad y amor son los atributos eternos de Dios. Él habría de pri-varse a sí mismo de su divinidad para salvarlos. Deberíamos esperar,por lo tanto, que la ley que expresa sus atributos eternos tenga tam-bién validez eterna.

Esto quizás explique por qué Dios fijó los Diez Mandamientos enpiedra, escribiéndolos con su propio dedo (Éxodo 31:18; 32:16). A. W.Pink comenta lo siguiente:

Su carácter único aparece primero en que esta revelación deDios en Sinaí –la cual serviría para todas las eras veniderascomo la gran expresión de su santidad y la suma de losdeberes del hombre- fue acompañada por un fenómeno taninspirador y sobrecogedor que la misma manera en quefueron publicadas muestra claramente que Dios mismo dioal Decálogo una peculiar importancia. Los Diez Mandamien-tos fueron pronunciados por Dios con voz audible, con losañadidos temibles de nubes y oscuridad, truenos y relámpa-gos y el sonido de una trompeta, y estas fueron las únicaspartes de la Revelación Divina que fueron dichas, por lo

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tanto ninguno de los preceptos ceremoniales o civiles fue-ron distinguidos. Aquellas Diez Palabras, y sólo ellas, fueronescritas por el dedo de Dios sobre tablas de piedra, y sóloellas fueron depositadas en el arca sagrada para su protec-ción. Por lo tanto, en el honor único conferido en el Decá-logo mismo podemos percibir su extrema importancia pri-mordial en el gobierno divino.5

Los Diez Mandamientos fueron escritos en piedra porque estaríanvigentes por toda la eternidad. ¿Cuándo estaría permitido adorar aotro dios, usar mal el nombre de Dios, mentir, asesinar o robar? Nun-ca, porque estas cosas son contrarias a la naturaleza misma de Dios.

Una manera de probar que la ley de Dios es eterna es demostrarque estaba en vigencia aun antes de que Dios la escribiera. Éxodo 20es descrito algunas veces como “la entrega de la ley”. Sin embargo,estas leyes ya habían sido dadas. Los mandamientos que Dios dio aMoisés en el monte Sinaí no eran nuevos; de hecho, eran tan viejoscomo la raza humana. Sabemos esto por las historias de la Biblia, enlas cuales Dios frecuentemente reprendió y castigó a la gente porromper estas mismas leyes.

Hay claros ejemplos de ruptura de los mandamientos antes en elÉxodo. Las diez plagas que Dios envió a Faraón fueron el castigodirecto por la idolatría de Egipto, la cual violaba el primer y segundomandamientos (Números 33:4). El éxodo personal de Moisés fue con-secuencia de su violación al sexto mandamiento (Éxodo 2:11-15). Enla zarza ardiente Dios enseñó a su profeta a honrar su nombre (Éxodo3:1-15), de manera muy similar al tercer mandamiento. Dios reveló elprincipio del día de reposo en el cuarto mandamiento dando el manápor seis días y no siete, y aquellos que fallaron en seguir las instruc-ciones apropiadas sufrieron por su desobediencia (Éxodo 16). Así queen varios momentos el éxodo presupuso la existencia de la ley deDios, incluso antes de que los israelitas llegaran al monte Sinaí.

Encontramos el mismo principio en cuanto al trabajo en el libro deGénesis, el cual contiene muchas historias sobre gente rompiendo laley de Dios. Cam, el hijo de Noé, fue maldecido por deshonrar a supadre (Génesis 9:18-28). Caín fue condenado por ser asesino (Géne-sis 4:10-12), los Sodomitas por adúlteros (Génesis 19:24-25), Raquelpor ladrona (Génesis 31:19-32), Abraham por mentiroso (Génesis 20),y la esposa de Lot por ser una mujer codiciosa (Génesis 19). Dios

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siempre ha tratado con personas a base de su ley. Ciertos manda-mientos habían sido revelados a ellos, y si estos no habían sido escri-tos todavía, sí lo habían sido sobre las tablas de sus corazones (véaseRomanos 2:14-15).

La ley moral de Dios se remonta al jardín del Edén, donde (juntocon otros varios mandamientos referentes a la sexualidad, el descansoy el trabajo) Dios dijo a Adán y a Eva que no comieran del árbol delconocimiento, del bien y del mal. Los teólogos discuten sobre si nues-tros primeros padres conocían o no alguno de los Diez Mandamien-tos. La Biblia simplemente no lo dice. Pero ya sea que Dios haya o norevelado alguno de sus mandamientos específicos, Adán y Eva seregían bajo sus principios básicos: amor a Dios y amor el uno por elotro. Ellos estaban obligados a respetarse el uno al otro, a cuidar desus vidas y a decir la verdad, la clase de conducta que luego seríaexigida en el monte Sinaí. En su primer pecado, Adán y Eva llegarona violar casi todas las diez reglas básicas de Dios. El tomar la frutaprohibida fue un robo, estimulado por un deseo codicioso y basadoen una mentira sobre el carácter de Dios. Comer la fruta fue unaforma de tener otro dios. Fue también un intento de asesinato porqueaquello llevó la muerte a toda la raza humana. Desde el comienzonuestros primeros padres debían obedecer los principios básicos delo que los teólogos llaman “la ley de la creación” o “la ley natural”.

Para resumir, la ley de Dios ya existía mucho antes de que losisraelitas llegaran al monte Sinaí. ¿Qué eran, entonces, los Diez Man-damientos? Piense en ellos como en una copia fresca. Ellos eran unareedición, en formato reducido, de la voluntad de Dios para la huma-nidad. Como Peter Enns dijera: “La ‘entrega’ de la ley en el Sinaí no esla primera vez que Israel escucha de la ley de Dios, sino la codifica-ción y promulgación explícita de aquellas leyes”

6 Esto es completa-

mente lógico cuando recordamos que los Diez Mandamientos expre-san el carácter de Dios, el cual no cambia.

LA LEY DE CRISTO

¿La ley sigue siendo obligatoria hoy en día? Esta es una pregunta vital.¿Tienen los Diez Mandamientos alguna relevancia permanente paralos cristianos y la cultura en la cual vivimos? Una vez que entendemosla relación entre nuestro Señor y su ley, esta pregunta es fácil deresponder: Sí, la ley de Dios sigue siendo obligatoria hoy en día. Las

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normas de Dios no han cambiado, así como su carácter tampoco hacambiado. Como Ted Koppel, de la cadena ABC, dijo en su ahorafamoso discurso de graduación en la Universidad de Duke: “Lo queMoisés trajo del monte Sinaí no fueron las Diez Sugerencias… sonmandamientos. Son, no eran.”7

Algunas personas niegan que la ley de Dios esté vigente hoy endía. Esta afirmación es hecha obviamente por muchas personas nocristianas, quienes son ley para sí mismos. Mucha gente en nuestrasiglesias, sin embargo, presta poca atención a la ley de Dios. Esto sedebe en parte al caos de la cultura que nos rodea, pero también sedebe a la forma en que algunos cristianos leen la Biblia. Después detodo, en el Nuevo Testamento se encuentran una serie de afirmacio-nes que parecieran dejar de lado la ley del Antiguo Testamento. Porejemplo, según Juan, “la Ley fue dada por medio de Moisés, pero lagracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo” (Juan 1:17). Asi-mismo, el apóstol Pablo escribió: “El pecado no se enseñoreará devosotros, pues no estáis bajo la Ley, sino bajo la gracia” (Romanos6:14), y “Pero ahora que ha venido la fe, ya no estamos bajo un guía[la ley]” (Gálatas 3:25; cf. 5:18). Afirmaciones similares a estas parecie-ran sugerir que la ley de Dios ha sido sustituida. Por otra parte, elNuevo Testamento también parece afirmar que la ley sigue vigente.Dice que “más fácil es que pasen el cielo y la tierra, que se frustre unatilde de la Ley” (Lucas 16:17).

Este no es momento apropiado para dar una exposición completade todo lo que la Biblia dice sobre la ley de Dios, pero es de vitalimportancia comprender que una de las razones por las cuales el Nue-vo Testamento habla de la ley de diferentes maneras es porque existendiferentes tipos de ley. Aquí deberíamos al menos hacer una distinciónentre tres tipos de ley: la moral, la civil y la ceremonial. Todas estasfueron dadas en el Antiguo Testamento, algunas veces intercaladas.Para poder entender claramente la ley –y finalmente el evangelio- de-ben ser distinguidas cuidadosamente, viéndolas a través del lente clarode la persona y obra de Jesucristo. “Es de suma importancia”, escribeErnest Reisinger, “discernir las diferencias entre la ley ceremonial, lacual correspondía a la adoración de Israel y prefiguraba a Cristo; la leycivil o judicial, la cual detallaba los deberes de Israel como nación(estas tienen sus raíces en la ley moral, particularmente en la segundatabla); y la ley moral, por medio de la cual el Creador gobierna laconducta moral de todas las criaturas en todos los tiempos.”

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La ley moral está resumida en los Diez Mandamientos. Es el modelorecto y eterno para nuestra relación con Dios y con otros. La ley civilconsistió en las leyes que gobernaban a Israel como nación bajo Dios.Esto incluye pautas para hacer la guerra, restricciones en el uso de latierra, regulaciones para las deudas, penas por violaciones específicasdel código legal de Israel. La ley ceremonial consistió en las regulacio-nes para celebrar varios festivales religiosos (por ejemplo, Éxodo 23:14-19) y para adorar a Dios en su santuario (p. ej. Éxodo 25-30). Estaincluía leyes para alimentos limpios e inmundos, instrucciones para lapureza ritual, pautas para la conducta de los sacerdotes y, especialmen-te, instrucciones para la presentación de sacrificios y todo el sistemasacrificial (véase Levítico). Dios dio reglas detalladas que comprendíanaspectos específicos como quién debía cortar el cuello de qué animal ycómo debía hacerlo, y qué debía hacerse con la sangre.

La ley ceremonial ya no está en vigencia, ha sido abrogada. Esto esasí porque todas sus regulaciones apuntaban hacia Jesucristo. En loque se refiere a las ceremonias del Antiguo Testamento, las Escriturasdicen, “Todo esto es sombra de lo que ha de venir; pero el cuerpo esde Cristo” (Colosenses 2:17; cf. Hebreos 10:1). Esto es más obviamen-te verdadero en lo que se refiere a los sacrificios. Ahora que Cristo seha ofrecido a sí mismo como el sacrificio expiatorio completo por elpecado, no habiendo necesidad de ningún otro más. Continuar si-guiendo las viejas ceremonias sería negar la suficiencia de su obra enla cruz. Uno de los errores de la perspectiva teológica conocida comodispensacionalismo es imaginar que las viejas ceremonias y sacrificiosserán reinstalados en Israel.

9 Pero el sistema sacrificial ha sido abolido

por Cristo, y las únicas dos ceremonias que siguen en vigencia –elbautismo y la Cena del Señor- están centradas en la cruz.

La ley civil también ha expirado, pero por una razón ligeramentediferente. La iglesia no es un estado. Tenemos un rey (es decir, Cris-to), pero su reino es espiritual. Por lo tanto, aunque las leyes civilesdel Antiguo Testamento contienen principios que son útiles para go-bernar naciones hoy en día, el pueblo de Dios no está obligado ya aseguir tales regulaciones específicas. El error básico de la perspectivateológica conocida como teonomía (o “reconstrucción cristiana”) esimaginar que las leyes civiles de los tiempos de Moisés deberían serpuestas en uso hoy en día en el país. Esto es a lo que algunas perso-nas se refieren cuando hablan de restaurar un “Estados Unidos cristia-no”. Pero, como Calvino reconoció, este acercamiento a la política es

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“peligroso y sedicioso” porque, al igual que la ley ceremonial, la leycivil ha sido abrogada por Cristo.

10 hoy, el pueblo de Dios es goberna-

do por la disciplina eclesiástica, la cual se basa en la ley moral y tieneconsecuencias espirituales más que civiles.

La distinción entre estos tres tipos de ley –la moral, la civil, y laceremonial- nos ayuda a comprender los que el Nuevo Testamentonos enseña sobre la ley de Dios. La ley ceremonial y la ley civil fuerontipos y figuras que apuntaban hacia la cruz y el reino de Cristo. Ahoraque Él ha venido, éstas han sido puestas a un lado, y esta es la razónpor la cual el Nuevo Testamento algunas veces parece menospreciartanto a la ley. Como hemos visto, lo que sigue aun en vigencia son lasordenanzas y la disciplina de la iglesia, las cuales son un eco de la leyceremonial y la ley civil, respectivamente. El Nuevo Testamento tam-bién rechaza completamente la idea de que podemos ser justificadosal mantener la ley. Es en este sentido que ya no estamos más “bajo laley” (Romanos 6:14; Gálatas 5:18). Nuestra salvación no depende denuestra habilidad para obedecer la ley. Como veremos en el próximocapítulo, no somos capaces de cumplir toda la ley y, por lo tanto, nopodemos ser declarados justos en base a ella (Romanos 3:20). Dadoque nuestra inclinación natural es pensar que sí podemos ser salvadospor nuestra propia obediencia, la Biblia condena todo intento de usarla obediencia a la ley de Dios como una manera de justificarnos anosotros mismos.

Lo que en Nuevo Testamento nunca hace, sin embargo, es declararun final a la ley moral de Dios como norma para nuestras vidas. Siguesiendo, en palabras de la Confesión de Fe de Westminster “una reglaperfecta de rectitud” (19.II), o como Calvino la llamó, “la verdadera yeterna regla de rectitud”.

11 De manera similar, Ernest Reisinger descri-

be la ley moral como “el modelo eterno de conducta moral correcta –un estándar objetivo de rectitud”.

12 Esto tiene sentido cuando recorda-

mos la estrecha relación entre la ley moral y el carácter del Señor quela dio. La ley moral es tan eterna como lo es Dios.

Asimismo, el carácter de Dios es también el carácter de su HijoJesucristo. La Biblia enseña que “El Hijo es el resplandor de la gloriade Dios, la fiel imagen de lo que él es” (Hebreos 1:3a NVI). Jesús esuno y el mismo con el Dios que reveló su ley a Moisés; la ley expresael carácter del Hijo, así como expresa el carácter del Padre. Por lotanto, tratar de separar al Dios que dio la ley del Dios que mostró sugracia en el evangelio sería prácticamente igual a dividir la Trinidad.

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El Hijo es tan soberano, celoso, dador de vida, fiel, verdadero y amo-roso como el Padre se reveló a sí mismo en los Diez Mandamientos.

Dada la relación estrecha entre Dios y su ley, y entre el Padre y elHijo, no es de extrañar que Jesús advirtiera: “No penséis que he veni-do a abolir la Ley o los Profetas; no he venido a abolir, sino a cumplir,porque de cierto os digo que antes que pasen el cielo y la tierra, niuna jota ni una tilde pasará de la Ley, hasta que todo se haya cumpli-do” (Mateo 5:17-18). Claramente Jesús se refería a la ley moral, almenos en parte, porque luego continuó diciendo: “De manera quecualquiera que quebrante uno de estos mandamientos muy pequeñosy así enseñe a los hombres, muy pequeño será llamado en el reino delos cielos; pero cualquiera que los cumpla y los enseñe, este serállamado grande en el reino de los cielos” (Mateo 5:19). La ley deMoisés no es sólo la ley de Dios, es también la ley de Cristo.

LA MANERA CORRECTA DE VIVIR

A lo largo del resto de este libro nos centraremos en la ley moral deDios. Una forma de probar que esta ley sigue en vigencia es demos-trar como, de una u otra forma, todos los diez mandamientos origina-les son repetidos en el Nuevo Testamento, ya sea por Jesús mismo oen la enseñanza de sus apóstoles.

Cuando el Nuevo Testamento enumera los pecados que llevan a lacondenación, o los hechos de obediencia que agradan a Dios, algunasveces estos son seguidos por un resumen de los Diez Mandamientos(p. ej. Mateo 15:19; 19:17-19; Romanos 7:8-10; 1 Corintios 6:9-10; 1Timoteo 1:9-11; Apocalipsis 21:8). Pero los mandamientos son tratadostambién individualmente. El primer mandamiento nos ordena no tenerotros dioses. Jesús hizo esencialmente lo mismo hablando de sí mismo:“Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie viene al Padre sino por mí”(Juan 14:6; cf. Hechos 4:12). El segundo mandamiento prohíbe la idola-tría. Juan dijo: “Hijitos, guardaos de los ídolos” (1 Juan 5:21). El tercermandamiento nos dice que debemos honrar el nombre de Dios, que esexactamente lo mismo que Jesús nos enseñó a orar: “santificado sea tunombre” (Mateo 6:9b). El cuarto mandamiento es sobre trabajar y des-cansar. Como creyentes en Jesucristo estamos llamados a trabajar decorazón en todo lo que hagamos (Colosenses 3:23). Estamos tambiénllamados a reconocer que Jesús es Señor del día de reposo (Mateo 12:8)y que existe un “un reposo para el pueblo de Dios” (Hebreos 4:9).

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Los primeros cuatro mandamientos tratan sobre amar a Dios, pero¿qué hay de amar al prójimo? En el quinto mandamiento estamosobligados a honrar a nuestros padres. Este mandamiento es repetidopor el apóstol Pablo: “Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres,porque esto es justo. ‘Honra a tu padre y a tu madre’” (Efesios 6:1-2a).Sin siquiera cambiar el sexto mandamiento, Jesús aclaró su verdaderopropósito espiritual cuando dijo: “Oísteis que fue dicho a los antiguos:‘No matarás’, y cualquiera que mate será culpable de juicio. Pero yoos digo que cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpablede juicio” (Mateo 5:21-22a). Jesús hizo lo mismo con el séptimo manda-miento: “Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer paracodiciarla, ya adulteró con ella en su corazón” (Mateo 5:28). Sobre eloctavo mandamiento, el Nuevo Testamento dice: “El que robaba, norobe más, sino trabaje” (Efesios 4:28a). Con respecto al noveno manda-miento, las Escrituras dicen: “No mintáis los unos a los otros” (Colosenses3:9a). Finalmente, el décimo mandamiento prohíbe la codicia, la cual elapóstol Santiago condena diciendo: “Pedís, pero no recibís, porquepedís mal, para gastar en vuestros deleites” (Santiago 4:3).

¿Es la ley obligatoria hoy en día? ¡Por supuesto que lo es! Como lodemuestra toda la Biblia, los Diez Mandamientos nos muestran lamanera correcta de vivir. Estos están basados en la rectitud de Dios, locual explica por qué el Nuevo Testamento tiene tantas cosas positivasque decir sobre la ley de Dios. “¿Debemos entonces invalidar la ley?”pregunta el apóstol Pablo. “¡De ninguna manera! Más bien, confirma-mos la Ley” (Romanos 3:31). Luego continúa describiendo los manda-mientos como algo “santo, justo y bueno” (Romanos 7:12) e insiste queél no está “sin ley de Dios, sino bajo la ley de Cristo” (1 Corintios 9:21).

Hemos hablado suficiente de la ley, pero ¿qué hay del evangelio?Intentaremos dar una mayor respuesta a esta pregunta en los capítu-los siguientes, pero la respuesta básica va como sigue: Es la rupturade la ley la que nos permite ver nuestra necesidad del evangelio.Mientras más claramente vemos lo que la ley de Dios nos exige, másse hace obvio que no estamos en capacidad de cumplir sus manda-mientos, lo cual es la razón exacta de por qué necesitamos el evange-lio. No podemos ser salvos por medio del cumplimiento de la leyporque no la cumplimos. ¡Pero Jesús sí! Él cumplió toda la ley ennuestro nombre. Perfectamente. Pero más aun, en su muerte en lacruz él sufrió el castigo que nosotros merecemos por nuestro fracasoen obedecer la ley de Dios. Por lo tanto, todo aquel que cree en

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Jesucristo será salvo porque él cumplió la ley y por su sufrimientopadecido.

Como creyentes en Jesucristo, ¿debemos seguir cumpliendo la leyde Dios? Sí. La ley moral expresa la voluntad recta y perfecta de Diospara nuestras vidas. Jesús nos mandó obedecer la ley, no como unmedio de justificación ante Dios, sino como una forma de agradar aDios quien nos ha hecho justos ante Él.

PREGUNTAS PARA ESTUDIAR

1. ¿Cuántos de los Diez Mandamientos puede usted enumerar (¡sinhacer trampa!)?

2. ¿Qué nos dice el prólogo “Yo soy Jehová, tu Dios” acerca de Diosy de su relación con su pueblo?

3. ¿Qué nos dicen los cuatro primeros mandamientos sobre el ca-rácter de Dios?

4. Lea cada uno de los Diez Mandamientos y explique como cadauno de ellos se relaciona con la ley de amar a Dios y a nuestroprójimo.

5. ¿Cómo sabemos que las leyes de Dios son eternas, de obligatoriocumplimiento antes y después de que fueron dadas?

6. Algunos cristianos se apoyan en el Nuevo Testamento para decirque ya no necesitan obedecer los Diez Mandamientos. ¿Por quéesto es falso?

7. ¿Podemos ser justificados por la ley? ¿Por qué sí o por qué no?8. ¿Cuál es el propósito de la ley?9. ¿De qué manera Jesús cumplió toda la ley de Dios?

10. “Siempre que la gente tiene poco respeto por la ley de Dios… esporque en último caso tienen también poco respeto por Dios”.¿Qué áreas en su vida tienen acciones y actitudes que reflejan unalto respeto por Dios y su ley, específicamente, los Diez Manda-mientos? ¿Qué áreas de su vida necesitan aún algún trabajo?

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2

UN ARTÍCULO MULTIUSO

Pero sabemos que la Ley es buena, si uno la usa legíti-mamente

1 T I M O T E O 1 : 8

Los consumidores estadounidenses tienen una fascinación con losartículos multiuso. Consideremos el extraordinario éxito de la na-

vaja suiza del ejército. Junto a una ordinaria navaja, este hábil artilugioviene con un mondadientes, unas pinzas, un par de tijeras, un par dedestornilladores, una lima, una sierra y un sacacorchos. La herramien-ta es una navaja, pero es también mucho más: una herramienta indis-pensable para realizar aparentemente cualquier tarea.

Al igual que una herramienta todo-en-uno, la ley de Dios es unartículo multiuso. Esta importante verdad ayuda a explicar por qué laBiblia habla de la ley en tantas formas diferentes. Dios tiene más deun propósito para su ley, y lo verdaderamente importante es sabercómo usarla. Como el apóstol Pablo observó, “la ley es buena, si unola usa legítimamente” (1 Timoteo 1:8). En este capítulo se considerantres maneras de utilizar la ley de Dios: Primero, la ley enseña al pue-blo redimido de Dios como vivir para la gloria de Dios; segundo, laley restringe el pecado en la sociedad; y tercero, la ley muestra a lospecadores su necesidad de un Salvador. Para decir lo mismo de unamanera ligeramente diferente, la ley es un mapa (guía nuestra con-ducta), un bozal (evita que hagamos cosas malas) y un espejo (nosmuestra nuestro pecado).

1

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NOS ENSEÑA COMO VIVIR

Puede resultar sorpresivo descubrir que los Diez Mandamientos nocomienzan con la ley, sino con el evangelio: “Habló Dios todas estaspalabras: ‘Yo soy Jehová, tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto,de casa de servidumbre’” (Éxodo 20:1-2). Como hemos visto, estosversículos enseñan que la ley viene de Dios, el gran Dios del pacto quereveló su gloria en la montaña. ¡Y este gran Dios es un Dios que salva!

Al principio del capítulo 20 Dios resume toda la épica aventura deléxodo en dos cortas frases: “que te saqué de la tierra de Egipto, [y] decasa de servidumbre”. Dios estaba recordando a su pueblo las buenasnuevas de su salvación. Por siglos habían languidecido bajo la opre-sión de Faraón. Al enviar terribles plagas, abrir el mar, salvarlos pormedio de la sangre de un cordero, y darles pan en el desierto, Diosliberó a su pueblo. Su liberación fue el gran evento salvador del Anti-guo Testamento.

Casi inmediatamente después de liberar a su pueblo, Dios les diosu ley. El orden es importante: primero el evangelio, después la ley.Como el teólogo holandés Jochem Douma escribió en su exposiciónmaestra de Éxodo 20: “Los mandamientos siguen al evangelio de libe-ración inmerecida”.

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Muchos cristianos creen que la ley se opone de algún modo alevangelio. Asumen que en el Antiguo Testamento la salvación vinopor la ley, mientras que en el Nuevo Testamento la salvación vienepor la gracia. Pero la verdad es que la salvación siempre ha sido porgracia, y que la ley y el evangelio trabajan juntos a favor de la salva-ción en ambos testamentos. La gracia del evangelio nunca ha sidoopuesta al uso apropiado de la ley.

Vemos a la ley y el evangelio trabajar juntos en Éxodo, el cualcontienen tanto el más claro ejemplo de salvación por la gracia delAntiguo Testamento como la presentación más completa de la ley deDios. Es importante notar que Dios no dio a Israel los Diez Manda-mientos hasta llegar al capítulo 20. Los anteriores capítulos 1 al 19cuentan la historia de la salvación por gracia, cuando Dios cumple supromesa del pacto de sacar a Israel de Egipto. Luego viene el capítulo20, en el que Dios da a su pueblo una ley por la cual vivir.

La ley era para aquellos que ya había sido redimidos. El temarecurrente de Éxodo es que el pueblo de Dios es salvo para la gloriade Dios. El problema con Faraón y los egipcios no fue simplemente

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que estuviera mal que tuvieran esclavos, sino que ellos estaban evi-tando que los israelitas sirvieran a Dios. Con el éxodo hubo un cam-bio de amos. El pueblo de Dios fue liberado de su esclavitud a Faraónpara servir al Dios viviente y verdadero, no como esclavos captura-dos, sino como hijos e hijas liberados. La ley que Dios les dio almomento de su emancipación no fue una nueva forma de esclavitud,sino una carta de libertad. Fue sólo porque el pueblo de Dios habíasido salvo por gracia que eran ahora libres para vivir por la ley delpacto. Habían sido redimidos; por lo tanto, no tendrían otros dioses,ni harían ídolos, y así sucesivamente. Dios no liberó a su gente paraque hicieran lo que quisieran, sino para que pudieran vivir para Él.Esta fue la razón de ser del éxodo. Moisés continuó diciendo al Fa-raón: “Deja ir a mi pueblo, para que me sirva en el desierto” (Éxodo7:16). Este es uno de los usos más importantes de la ley: enseñar a lagente que ha sido redimida cómo vivir para la gloria de su Dios.

El pueblo de Dios siempre debe recordar la conexión existenteentre la gracia de Dios y la ley de Dios. En el libro de DeuteronomioDios dio a los padres de Israel las siguientes instrucciones:

Mañana, cuando te pregunte tu hijo: “¿Qué significan lostestimonios, estatutos y decretos que Jehová nuestro Diosos mandó?”, dirás a tu hijo: “Nosotros éramos siervos delfaraón en Egipto, y Jehová nos sacó de Egipto con manopoderosa. Jehová hizo delante de nuestros ojos señales ymilagros grandes y terribles en Egipto, contra el faraón ycontra toda su casa. Y nos sacó de allá para traernos y dar-nos la tierra que prometió a nuestros padres. Jehová nosmandó que cumplamos todos estos estatutos, y que tema-mos a Jehová, nuestro Dios, para que nos vaya bien todoslos días y para que nos conserve la vida, como hasta hoy”. –6:20-24

Cuando los hijos de Israel preguntaran por qué debían obedecer laley de Dios, sus padres debían contarles una historia. La única maneraen que podrían entender el significado de la ley era conociendo sucontexto, cuál había sido la experiencia del éxodo, la historia de susalvación. Primero el evangelio, luego la ley.

La relación entre la ley y el evangelio en el éxodo fija (o tipifica) elpatrón para un propósito de la ley en la vida cristiana: la ley enseña alpueblo redimido de Dios cómo vivir. Nosotros también tenemos una

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historia que contar, la historia de nuestra redención en Cristo Jesús. Lahistoria comienza con nuestra esclavitud del pecado. Nos encontrába-mos en una esclavitud espiritual tan grave que no teníamos posibili-dades de escapar de ella. Pero Dios nos libró del pecado y de Satanása través de la obra salvadora de Jesucristo. Su muerte y resurrecciónfueron nuestro gran éxodo, nuestra emancipación.

Ahora que hemos recibido la gracia de Dios en el evangelio, ¿quéviene a continuación? ¿Estamos en libertad de vivir como queramos?¿Podemos ser salvos y seguir llevando una vida pecadora? ¡Por su-puesto que no! Lo que estamos en libertad de hacer es vivir de unaforma que agrade a Dios. Martín Lutero explicó una vez este principioa uno de sus estudiantes. Lutero había estado hablando acerca de lagracia libre de Dios para los pecadores, como nuestra salvación nodescansa en nuestras buenas obras sino en la obra salvadora de Jesu-cristo. “Si lo que usted dice es verdad”, objetó el estudiante, “¡enton-ces podemos vivir como queramos!” Lutero replicó “Sí. ¿Entonces quéquieres?”

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Lo que Lutero dijo al estudiante se apega perfectamente a las Escri-turas. El apóstol Pedro dijo: “Actuad como personas libres, pero nocomo los que tienen la libertad como pretexto para hacer lo malo,sino como siervos de Dios” (1 Pedro 2:16). Porque hemos sido libera-dos por la gracia estamos obligados a amar y obedecer a Dios. Elapóstol Pablo añadió que estamos también obligados a amar a nues-tros semejantes: “Vosotros, hermanos, a libertad fuisteis llamados; so-lamente que no uséis la libertad como ocasión para la carne, sinoservíos por amor los unos a los otros” (Gálatas 5:13). Nótese lo quePedro y Pablo están diciendo en estos versículos: Nos dicen que de-bemos amar a Dios y a nuestros semejantes, que es lo mismo de loque los Diez Mandamientos tratan. Pablo hace esta conexión explícitacuando dice a continuación: “porque toda la Ley en esta sola palabrase cumple: ‘Amarás a tu prójimo como a ti mismo’” (Gálatas 5:14). Porsupuesto, Pedro y Pablo estaban simplemente repitiendo lo que Jesúsdijo cuando resumió la ley en dos Grandes Mandamientos: Amar aDios y amar al prójimo (véase Mateo 22:37-40). Jesús también dijo: “Sime amáis, guardad mis mandamientos” (Juan 14:15). El evangelio deJesucristo nos obliga a obedecer la ley de Dios.

Como creyentes, estamos llamados a vivir de una manera que agradea Dios, lo cual quiere decir vivir de acuerdo a sus normas perfectas.Las reglas de Dios no han cambiado, como si de alguna forma su

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gracia hubiera redefinido su rectitud. Por el contrario, como vimos enel capítulo anterior, la ley moral expresa el carácter verdadero deCristo. Bajo la hábil dirección del Espíritu Santo, sigue siendo nuestraguía y maestra. El puritano Tomás Watson escribió: “La ley moral es lacopia de la voluntad de Dios, nuestra guía espiritual; nos muestra quépecados evitar y qué deberes cumplir”.

4 Siguiendo la misma línea, el

obispo anglicano J. C. Ryle dice: “No existe mayor error que suponerque un cristiano no tiene nada que ver que la ley y los Diez Manda-mientos, porque no puede ser justificado al obedecerlos. El mismoEspíritu Santo que convence al creyente de pecado por medio de laley y le lleva a Cristo para justificación, siempre le llevará al uso espi-ritual de la ley como una guía amistosa en la búsqueda de la santifica-ción”.

5 La ley es útil para instruirnos en rectitud. Nos ayuda a conocer

lo que es agradable a Dios. Nos muestra cómo vivir.

RESTRINGE EL PECADO EN LA SOCIEDAD

Existe un segundo uso de la ley que también es mencionado en Éxo-do 20. Dios usa la le para restringir el pecado en la sociedad humana.Los mandamientos de la ley, con su acusación de culpa y amenaza decastigo, desaniman a las personas en cuanto a pecar contra Dios. Laley no evita por completo que las personas pequen, por supuesto,porque no puede cambiar nuestra naturaleza pecaminosa, pero encierta medida la ley sí sirve para restringir nuestro pecado.

Dios quiso que la ley tuviera este efecto restrictivo sobre Israel.Cuando el pueblo recibió los Diez Mandamientos, respondieron contemor y temblor. Se sintieron sobrecogidos por Dios y por el poderdominante de su voz, pero Moisés les aseguró que la ley de Dios eraen realidad para el beneficio de ellos. Les dijo: “No temáis, pues Diosvino para probaros, para que su temor esté ante vosotros y no pe-quéis” (Éxodo 20:20). La ley era en parte un elemento disuasivo. Te-nía el propósito preventivo de mantener al pueblo de Dios lejos delpecado. La amenaza del castigo de la ley mantenía la perversión delpueblo bajo control. Calvino comparó este uso de la ley con la bridaque controla a un caballo rebelde:

La segunda función de la Ley es, por medio de su denunciatemible y el consiguiente temor al castigo, contener a aque-llos que, a menos que sean forzados, no tienen respeto al-

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guno por la rectitud y la justicia. Estas personas son reprimi-das sin que sus mentes sean internamente movidas y afecta-das, sino como si se les colocará una brida, sus manos sonrefrenadas de actos externos, manteniendo internamente bajocontrol la perversión que, de otra forma, estallaría violenta-mente.6

La razón por la cual la ley puede mantener a la gente alejada delpecado es, como vimos en el capítulo anterior, que ella expresa mu-chos de los atributos de Dios Todopoderoso, como su soberanía yjusticia. Por lo tanto, la ley tiene el poder de estimular el temor a Diosy, al mismo tiempo, desanimar todo deseo de pecar contra él. La leyenseña que existe un Dios grande y poderoso que castiga a la gentepor sus pecados. Esto tiene el efecto inevitable de advertirnos que nodebemos pecar contra él.

La ley sigue teniendo este efecto restrictivo hoy en día, razón porla cual muchos cristianos están a favor de colocar a los Diez Manda-mientos en el salón de clases y en la sala de justicia. Vivimos en unasociedad crecientemente sin ley. Los efectos de esto se ven en laescuela, donde los maestros casi siempre lidian con problemas deconducta y frecuentemente con la amenaza real de la violencia. Losefectos también se ven en las cortes de justicia, donde los juradosdeben enfrentar crímenes atroces y los jueces luchan para saber loque la justicia demanda. Necesitamos una guía moral y ¿qué mejorguía que los mandamientos de Dios escritos en piedra?

Existen algunas razones para ser escépticos acerca de cuánto bienharía esto. Siempre existe el riesgo de que poner la ley de Dios enedificios públicos la trivialice, así como Dios es trivializado cuando sunombre es colocado en las monedas y billetes estadounidenses. ¿Co-locar simplemente los Diez Mandamientos hará que la gente respete aDios y a su ley? Hasta cierto punto sí, pero lo que la gente realmentenecesita no es sólo la ley, sino el evangelio. ¿De qué servirá que laspersonas sepan lo que Dios exige de ellas a menos que el EspírituSanto les haga capaces de cumplir tales exigencias? Más un, comoveremos en un momento, uno de los propósitos principales de la leyes demostrarnos que somos incapaces de obedecerla. Por lo tanto,más que mantenernos alejados del pecado, colocar los Diez Manda-mientos en la pared nos mostrará fundamentalmente lo pecadoresque en realidad somos.

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No obstante, y aparte de todo asunto constitucional referente a laseparación entre la iglesia y el estado, colocar los Diez Mandamientoses una buena y piadosa idea. Los mandamientos vienen de la Palabrade Dios, la cual nunca falla en cumplir su propósito (Isaías 55:11).Además, es bueno que la gente sea confrontada con una norma abso-luta de lo bueno y lo malo, dada por un Dios de verdad y justicia. Lapropia existencia de los Diez Mandamientos declara que daremoscuenta a Dios de todo lo que hagamos o dejamos de hacer.

Esto sin duda alguna explica porqué existe tanta oposición a laexposición de los Diez Mandamientos. La gente se siente incomodafrente a la idea de que Dios les diga qué hacer; y por esto tratan deignorar sus mandamientos, frecuentemente con éxito. En el caso Stoneversus Graham, la Corte Suprema de los Estados Unidos rechazó laidea de que los Diez Mandamientos tuvieran lugar alguno dentro dela educación secular. La Corte razonó lo siguiente:

El propósito preeminente de colocar los Diez Mandamien-tos en las paredes del salón de clases es claramente de natu-raleza religiosa. Los Diez Mandamientos son indudablemen-te un texto sagrado… y ninguna declaración legislativa deun supuesto propósito secular puede ocultarnos tal hecho.Los mandamientos no se limitan a posibles asuntos secula-res, como honrar a los padres, el asesinato u homicidio, eladulterio, el robo, el falso testimonio y la codicia. Más bien,la primera parte de los mandamientos se refieren a deberesreligiosos de los creyentes: Adorar a Dios el Señor solamen-te, evitar la idolatría, no usar el nombre del Señor en vano,y observar el día de reposo.7

Ya sea que la justicia haya tomado o no la decisión correcta conrelación a este asunto constitucional, está en lo cierto en cuanto a loque los Diez Mandamientos hacen: Nos confrontan con nuestro deberhacia Dios así como hacia nuestros semejantes. Es bueno que la gentesea confrontada, porque la ley de Dios tiene la habilidad de restringirel pecado en la sociedad. Los cristianos que desean exponer los DiezMandamientos tienen el instinto correcto. Aunque la ley por sí mismano puede salvar, sí sirve para promover una sociedad justa. La ley deDios instruye a la conciencia, de manera que cualquiera que lee losDiez Mandamientos tiene un mayor sentido de lo que Dios exige y delo que Dios prohíbe. Este conocimiento de Dios y su ley puede man-

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tener a la gente alejada del pecado. A medida que la ley de Dios –contodas sus amenazas y castigos- se filtra en la ley de la tierra, disuadea la gente de cometer pecados especialmente destructivos.

REVELA NUESTRA NECESIDAD DE UN SALVADOR

Hasta ahora hemos considerado lo que ley es capaz de hacer. Enseñaal pueblo redimido de Dios cómo vivir para la gloria de Dios, y res-tringe el pecado en la sociedad. Pero hay todavía una cosa más que laley no es capaz de hacer y es traer la salvación completa y definitiva.La ley carece de poder a este respecto porque es debilitada por lanaturaleza pecaminosa (véase Romanos 8:3). Sin embargo, a pesar deesta carencia de poder para salvar sigue siendo útil porque nos de-muestra que necesitamos de alguien más para salvarnos. Este es, qui-zás, el uso más importante de la ley: mostrar a los pecadores su nece-sidad de un Salvador.

Para ver como la ley hace esto es necesario comprender que Israelfue obligado a mantener la ley perfectamente. Hay muchas indicacio-nes de esto en el Éxodo. Una aparece en el capítulo 24, cuando losisraelitas prometen obedecer la ley de Dios. Después que Moisés leyóel Libro del Pacto, la gente dijo: “Obedeceremos y haremos todas lascosas que Jehová ha dicho” (v. 7). Los israelitas estaban obligados aobedecer toda la ley de Dios por su propia promesa. Para decirlo deotra forma, estaban obligados a mantener el pacto de Dios. Moisésluego les dijo: “Y él [Dios] os anunció su pacto, el cual os mandóponer por obra: los diez mandamientos, y los escribió en dos tablasde piedra” (Deuteronomio 4:13).

Los israelitas estaban obligados a mantener la ley de Dios no sóloporque lo habían prometido, sino porque esto era lo que requería susalvación: perfecta obediencia a la voluntad revelada de Dios. En unsentido, por supuesto, los israelitas ya eran salvos. Habían sido libera-dos de Egipto. Sin embargo, esta no había sido su salvación completay definitiva. Fue tan sólo una liberación terrenal y Dios había planifi-cado que ellos pasaran la eternidad con él en el cielo. Pero para quelos israelitas pudieran alcanzar tal destino, debían cumplir completa-mente con los requerimientos justos de la ley de Dios. Como Moisésluego les recordó: “Jehová nos mandó que cumplamos todos estosestatutos… Y tendremos justicia cuando cuidemos de poner por obratodos estos mandamientos delante de Jehová, nuestro Dios, como él

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nos ha mandado” (Deuteronomio 6:24a-25). Dios les dice de nuevo:“Por tanto, guardaréis mis estatutos y mis ordenanzas, porque el hom-bre que los cumpla, gracias a ellos vivirá” (Levítico 18:5). Jesús hizo lamisma declaración más tarde: “si quieres entrar en la vida, guarda losmandamientos” (Mateo 19:17b). Para ser rectos delante de Dios, losisraelitas debían mantener su ley; y si ellos hacían esto serían salvospor siempre.

¡El problema fue que no pudieron mantenerla! De hecho, no pasómucho tiempo desde que Dios les dijo que no tuvieran otros dioses oque no hicieran ídolos cuando ya habían hecho un becerro de oro(Éxodo 32). Esto demuestra que a pesar de toda su utilidad para ense-ñarnos cómo vivir, la ley no tiene el poder para transformar nuestranaturaleza pecaminosa. En lugar de ello, la ley es como un espejo quemuestra cada espinilla en el rostro de alguien, muestra cuán pecado-res somos realmente.

Aun peor, la ley fue un medio para provocar nuestro pecado. Elapóstol Pablo discutió esto en Romanos 7. Primero puntualiza lo quehasta ahora hemos estado haciendo, es decir, que la ley revela nues-tro pecado. Dice: “Pero yo no conocí el pecado sino por la Ley” (Ro-manos 7:7b). Entonces, usando los diez mandamientos como ejem-plo, Pablo continúa explicando que en cierta forma la ley sirve, dehecho, para estimular el pecado: “tampoco conocería la codicia, si laLey no dijera: ‘No codiciarás’. Pero el pecado, aprovechándose delmandamiento, produjo en mí toda codicia” (vv. 7c-8a).

Es bastante malo que la ley provoque pecado, pero la situación esaun más grave, porque el pecado lleva a la muerte. Pablo continuadiciendo: “porque sin la Ley, el pecado está muerto. Y yo sin la Leyvivía en un tiempo; pero al venir el mandamiento, el pecado revivió yyo morí.

Y hallé que el mismo mandamiento que era para vida, a mí

me resultó para muerte, porque el pecado, aprovechándose del man-damiento, me engañó, y por él me mató” (vv. 8b-11). Romper la leylleva a la muerte. Esto sería ya bastante malo, pero créalo o no, lasituación puede empeorar todavía más, porque aquellos que pecan ymueren están malditos por Dios. Como dicen las Escrituras: “Todoslos que dependen de las obras de la Ley están bajo maldición, puesescrito está: ‘Maldito sea el que no permanezca en todas las cosasescritas en el libro de la Ley, para cumplirlas’” (Gálatas 3:10).

Entonces, esta era la situación: El pueblo de Dios estaba obligadoa mantener una ley que no podían obedecer. En lugar de darles una

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completa y definitiva salvación, la ley exponía su pecado sometiéndo-los a la muerte y finalmente a la ira y la maldición de Dios. JuanCalvino escribió que mientras que la ley “muestra la rectitud de Dios,es decir, la única rectitud aceptable para Dios, advierte, instruye yconvence y condena también a cada hombre por su propia irrectitud.”

8

Entonces, ¿por qué Dios dio la ley a su pueblo? ¿Por qué les dioalgo que no sólo les gobernaría, sino también les condenaría? La res-puesta es que Dios les dio su ley para que pudieran creer en suevangelio. Todos los grandes teólogos han comprendido esto. Agustíndijo: “La utilidad de la ley reside en que convence al hombre de suenfermedad y lo mueve a buscar el remedio de la gracia, la cual es enCristo”

9 Martín Lutero lo explicó de esta forma: “Por lo tanto no abo-

limos la Ley; pero demostramos su verdadera función y uso, es decir,que es un sirviente más útil impulsándonos a Cristo. Después que laLey te ha humillado, aterrorizado y aplastado completamente, lleván-dote al borde de la desesperación, entonces vemos como usar la Leycorrectamente; pues su función y uso no es sólo revelar el pecado y laira de Dios, sino también llevarnos a Cristo”.

10 Juan Calvino lo expresó

más simplemente diciendo que “Moisés no tenía otra intención queinvitar a todos los hombres a ir directamente a Cristo”.

11 Y Carlos

Spurgeon dijo: “Como la fina aguja prepara el camino para el hilo, asítambién la ley penetrante abre el camino para el brillante hilo platea-do de la gracia divina”.

12

El plan de Dios fue enviar un Salvador para su pueblo. Primero, sinembargo, debía darles la ley en forma de una alianza en palabras, unpacto que no pudieron guardar. Al revelarles su pecado, esta ley lesmostró que necesitaban de un Salvador eterno, y por esto fue necesa-rio un tiempo largo antes de la venida de Cristo. Como nosotros, losisraelitas fueron salvados por gracia por medio de la fe. La principaldiferencia es que su fe fue en un Salvador que vendría, mientras quela nuestra es en el Dios Salvador que fue ya enviado. Pero, ¿cómohubieran podido ver los israelitas su necesidad de un Salvador a me-nos que sus pecados hubieran sido expuestos primero y condenadospor la ley de Dios? Esta es la razón por la cual necesitaban de la ley.Ellos la necesitaban para que les ayudara a creer en el evangelio y, deesta forma, la ley de Dios sirvió en última instancia para glorificar lagracia de Dios. Pablo lo explicó de la siguiente forma: “La Ley, pues,se introdujo para que el pecado abundara; pero cuando el pecadoabundó, sobreabundó la gracia, porque así como el pecado reinó

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37Un artículo multiuso

para muerte, así también la gracia reinará por la justicia para vidaeterna mediante Jesucristo, Señor nuestro” (Romanos 5:20-21).

USANDO LA LEY HOY

Como artículo multiuso, hoy en día la ley de Dios es más útil quenunca. Muestra al pueblo redimido de Dios cómo vivir para la gloria deDios, y restringe el pecado en la sociedad. Existe una cosa, sin embar-go, que la ley no puede hacer y es hacernos justos delante de Dios. Nopodemos ser justificados por nuestro propio ejercicio de la ley.

Si estuviéramos en capacidad de cumplir perfectamente con la leyde Dios, entonces ella podría salvarnos. De acuerdo con la propiaPalabra de Dios, la persona que obedece los mandamientos vivirá porellos (Romanos 10:5; Gálatas 3:12). El problema está en que no pode-mos mantenerlos. Como dicen las Escrituras: “no se justificará delantede [Dios] ningún ser humano” (Salmo 143:2b). La ley de Dios es la queprueba de que somos injustos: “porque por las obras de la Ley ningúnser humano será justificado delante de él, ya que por medio de la Leyes el conocimiento del pecado” (Romanos 3:20). Puesto que el peca-do lleva al juicio, la ley por tanto nos muestra que somos condenadospor Dios y que sin su gracia estaremos perdidos por siempre.

En uno de sus muchos dibujos de Éxodo, el caricaturista Baloorepresenta a Moisés dando a Israel los Diez Mandamientos. Con unamirada de consternación, el pueblo dice: “Nosotros estábamos espe-rando ser aceptados tal como somos”.

13 Esto es lo que siempre espe-

ramos, que Dios nos permita llegar a él “tal como somos”. Sin embar-go, porque Dios es santo, él no puede aceptarnos tal como somos ynecesitamos saber esto. Es absolutamente esencial que sepamos eso.Debemos vernos a nosotros mismos como realmente somos, razónpor la cual necesitamos la ley de Dios, no para salvarnos, sino paramostrarnos lo mucho que necesitamos de un Salvador. Según MartínLutero, “La verdadera función y uso apropiado y principal de la Ley esrevelar al hombre su pecado, ceguera, miseria, debilidad, ignorancia,odio y desprecio a Dios, la muerte, el infierno, el juicio y la bienmerecida ira de Dios”.

14

La ley nos muestra estas cosas para que comencemos a buscar unSalvador. Donald Grey Barnhouse lo explicó así: “La ley de Dios escomo un espejo. Ahora bien, el propósito de un espejo es revelarleque su cara está sucia, pero no lavar su rostro. Cuando se mira en un

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espejo y ve que su cara está sucia, usted no toma el espejo de la paredy lo frota contra su rostro como si fuera algún agente limpiador. Elpropósito del espejo es hacerle llegar al agua.”

15 La ley nos ayuda de

la misma forma: no salvándonos, sino mostrándonos nuestra necesi-dad de un Salvador. Esto es así tanto para cristianos como para nocristianos. La ley nos muestra nuestro pecado para que alabemos aDios por salvarnos por medio de Cristo.

Tristemente, la ley de Dios ha caído en desgracia en las iglesiascontemporáneas. Ya no es predicada como el modelo eterno de recti-tud de Dios o aplicada en su relación completa con el evangelio. Nohay duda alguna de que esto es así porque la ley resulta poco atractiva.De hecho, algunas veces enfurece a las personas. Sin embargo, la pre-dicación de la ley es absolutamente esencial para alcanzar a los perdi-dos. Sólo escuchando la ley de Dios los pecadores pueden ser conven-cidos de sus pecados y, así, ver su necesidad del evangelio. Un ministroque entendió esto fue Archibald Alexander, uno de los profesores fun-dadores del Seminario de Princeton. Cuando el hijo del Dr. Alexanderfue ordenado para el ministerio pastoral, le dio el siguiente consejo:“Deja que la ley sea proclamada fielmente, como obligatoria para todacriatura y como condenación a cada pecador impenitente, y deja que latotal incapacidad del hombre para satisfacer sus demandas se manifies-te claramente, no como una excusa sino como una falla; y luego dejaque las riquezas de la gracia en Cristo Jesús sean plenamente exhibidasy libremente ofrecidas, y que todos –sin importar su gran pecado- seanurgidos a aceptar el perdón inmerecido y la completa salvación.”

16

Esta es la manera correcta de finalizar este capítulo, con el usocorrecto de la ley y con las riquezas de la gracia que Dios ofrece enCristo Jesús. Mientras más miremos en el espejo de la ley de Dios, másclaramente veremos que somos pecadores que necesitan de un Salva-dor. Una vez que vemos esto, necesitamos mirar a Jesús, quien cum-plió completamente con todas las exigencias de la ley de Dios y sufrióel castigo que merecíamos nosotros por nuestro pecado. Hay clemen-cia para todo aquel que viola la ley y perdón para todo pecador queconfía en Jesucristo.

PREGUNTAS PARA ESTUDIAR

1. ¿Qué artículo multiuso compró usted durante el último año? ¿Fueuna buena o una mala compra?

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39Un artículo multiuso

2. ¿Cuál de los tres usos de la ley –enseñar al pueblo redimido deDios cómo vivir para la gloria de Dios, restringir el pecado en lasociedad, y mostrar a los pecadores su necesidad de un Salvador-es más comúnmente enfatizada en su iglesia? ¿Dónde se enseñaesto en su opinión?

3. Dé algunos ejemplos de la gracia trabajando con la ley para sal-var a la gente en el Antiguo Testamento.

4. Si la ley es para aquellos que ya han sido redimidos, ¿deberíamosdesear o esperar que los incrédulos sigan las leyes de Dios? Ex-plique su respuesta.

5. ¿Cuál es la relación entre nuestra libertad del pecado y nuestraobediencia a la ley de Dios?

6. ¿Cómo ve usted mismo la conexión entre libertad y obedienciaen su propia vida?

7. Los israelitas respondieron con miedo y temor cuando escucha-ron la ley de Dios. ¿Cómo acostumbra responder usted cuandoescucha o piensa acerca de la ley de Dios?

8. Defienda una propuesta de colocar los Diez Mandamientos enlos salones de clases y los juzgados. ¿Qué alcanzaría con ella?

9. ¿Cómo la ley nos lleva a Cristo?10. Nombre algunas formas en las que Dios haya usado la ley en su

vida.