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LA TRAMITOLOGÍA PRIVADA Sellito manda Gerente general del Instituto Peruano de Economía DIEGO Macera E n el 2012, Aeropuertos del Pe- rú (AdP), empresa que opera y mantiene 12 aeropuertos re- gionales, necesitaba hacer una inversión en el aeropuerto de Piura. Entonces le escribió al Ministerio de Transportes (MTC) para solicitarle la au- torización necesaria, dado que se trata de una asociación público-privada. Luego de infinitas idas y vueltas entre AdP, el MTC y Ositrán, las obras finalmente pudieron em- pezar en febrero del 2016, cuatro años más tarde. Tamaño retraso haría a uno pensar que se trataba de una inversión estructural o de gran envergadura: otra pista de aterriza- je, un terminal adicional, una nueva torre de control. Pues uno estaría equivocado. La in- versión se trataba únicamente de colocar ai- re acondicionado en la sala de ‘check-in’ que se convertía en un horno bajo el sol del norte. Anécdotas como la narrada en el párrafo anterior, en las que la burocracia y la trami- tología pública convierten mágicamente lo simple en absurdo, hay miles. Las puede re- latar cualquier empresario grande, media- no o chico que haya tenido que tramitar un permiso de construcción, lidiar con Aduanas o sacar todas las autorizaciones necesarias para producir y vender jugo de frutas. Pero la verdad es que la manía por el retra- so irracional del tercer sello y el octavo com- probantenolavemossoloenelsectorpúblico: tambiénatacaalsectorprivado.Esteamorpor la papelería aparece en sus dos variantes: la intraorganizacional y la interorganizacional. La tramitología intraorganizacional asal- ta los procesos internos de las instituciones. Cualquier organización grande –sea un mi- nisterio, una universidad o una empresa– necesita reglas de acción, códigos, instancias de revisión y sistemas estandarizados para operar. De hecho, su subsistencia depende de ello. Pero llevados al extremo, estos pro- cesos ahogan a las instituciones en su propio sopor. Ante la imposibilidad de sacar adelan- te reformas internas o nuevos proyectos en plazos razonables, no son pocos los gerentes privados de grandes empresas nacionales que se preguntan con desgano y cinismo a qué se refiere exactamente la gente cuando hace alusión a la “agilidad del sector privado” frente al sector público. La tramitología interorganizacional, por su parte, asoma en las relaciones de las em- presas principalmente con sus proveedo- res y clientes o usuarios. Las empresas que operan en el Perú y cuyo número de clientes alcanza el millón –las de servicios públicos, aerolíneas, instituciones financieras, entre otras– tienen todavía enormes dificultades para canalizar el flujo de demanda, atender las necesidades personalizadas de los usua- rios más allá del libreto escrito en piedra del ‘call center’, y resolver los inconvenientes tan rápido como la tecnología digital lo permite. La tramitología privada en varios sentidos es menos grave que la pública. Para comen- zar, la parálisis y el papeleo interno, aunque presente, es mucho menor. Además, a dife- rencia del sector público –cuyos servicios en muchos casos no podemos rechazar–, nadie nos obliga a contratar con tal o cual empresa. En este sentido, la competencia del mercado se encarga de poner los incentivos adecua- dos para simplificar los procesos con provee- dores y clientes. En otros sentidos, no obstante, la tramito- logía privada puede ser más perniciosa que la pública. Principalmente porque afecta la competitividad de las empresas, reduce su productividad y las vuelve presa fácil de la competencia nacional y extranjera. Por ejemplo, en comparación con Chile o Colom- bia, muchas de nuestras grandes empresas aparecen rezagadas en cuanto a adopción de tecnologías digitales. A la larga, ello termi- na por afectar el crecimiento y el empleo del país, quizá aun más que la enésima norma sanitaria de la Digesa o el TUPA mal aplicado de la municipalidad distrital. El reclamo ciudadano por servicios públi- cos menos burocratizados y más eficientes es positivo, pero las organizaciones privadas también necesitan mirarse al espejo y hacer una introspección profunda sobre sus tra- bas internas. Pueden no tener una segunda oportunidad para hacerlo. Mientras tanto, el Perú es un gran trámite, el sello su moneda y los tickets de espera para la atención en ven- tanilla el pasaporte.

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Page 1: LA TRAMITOLOGÍA PRIVADA Sellito manda · rios más allá del libreto escrito en piedra del ‘call center’, y resolver los inconvenientes tan rápido como la tecnología digital

-26- OPINIÓN Jueves 1 de febrero del 2018

El Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y refl exiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las fi rman, aunque siempre las respeta.

CRECIMIENTO ECONÓMICO EN TIEMPOS DE CRISIS

LA TRAMITOLOGÍA PRIVADA

Minerales bien, política mal

Sellito manda

Gerente general del Instituto Peruano de Economía

DIEGOMacera

D esde enero del 2016 hasta ene-ro del 2018 la economía pe-ruana ha venido experimen-tando un choque externo muy positivo. Este se expresa en

mejores precios de los productos exporta-dos por el país y en las entradas de capitales.

En este período, las cotizaciones interna-cionales del cobre, el oro, el zinc, el estaño y el plomo se han incrementado en 60%, 20%, 123%, 46% y 54%, respectivamente. Las exportaciones mineras explican el 60% del total de las exportaciones peruanas.

Cada vez que esto ocurre, se observa un cambio en las expectativas empresariales, se produce una mayor inversión privada y aumentan los recursos fi scales. Esta vez no será una excepción.

Y ello, a pesar de la política. La crisis polí-tica producida por la casi vacancia presiden-cial y el subsecuente indulto presidencial a Alberto Fujimori ha devenido en una muy baja credibilidad y confi anza en el Gobierno. La única reconciliación política que parece haber ocurrido en el Gabinete es con el par-tido Peruanos por el Kambio, al incorporar a un miembro de esa agrupación a la cabeza del Ministerio de Desarrollo e Inclusión So-cial (Midis).

Si bien en diciembre las expectativas em-presariales se han visto deterioradas, perma-necen en el tramo optimista sobre lo que se espera ocurra con el ciclo económico en los próximos 3 y 12 meses. Es decir, refrasean-do a Vallejo, “pero la economía ¡ay! siguió creciendo”.

Sin embargo, en un contexto de debili-dad política extrema no se esperan grandes reformas en materia tributaria, laboral, de salud y educación pública, mucho menos en materia de productividad y los servicios de justicia. En todos ellos se requieren buenos diagnósticos, amplios consensos, fortaleza política y capacidad de ejecución. Se trata de componentes casi inexistentes transcu-

En el 2012, Aeropuertos del Pe-rú (AdP), empresa que opera y mantiene 12 aeropuertos re-gionales, necesitaba hacer una inversión en el aeropuerto de

Piura. Entonces le escribió al Ministerio de Transportes (MTC) para solicitarle la au-torización necesaria, dado que se trata de una asociación público-privada. Luego de infi nitas idas y vueltas entre AdP, el MTC y Ositrán, las obras fi nalmente pudieron em-pezar en febrero del 2016, cuatro años más tarde. Tamaño retraso haría a uno pensar que se trataba de una inversión estructural o de gran envergadura: otra pista de aterriza-je, un terminal adicional, una nueva torre de control. Pues uno estaría equivocado. La in-versión se trataba únicamente de colocar ai-re acondicionado en la sala de ‘check-in’ que

rrido apenas un año y medio del período de gobierno. ¿Aparecerán acaso en los próxi-mos tres años?

Lo ocurrido con la prometida reducción del IGV para formalizar la economía, con la Comisión de Protección Social, con la Re-construcción con Cambios o con la evolución de la inversión pública (¡creció casi 0% en el 2016 y en el 2017!) son ejemplos de las ca-rencias mencionadas en el párrafo anterior.

Entre tanto, la tasa de crecimiento po-tencial seguirá algo por debajo del 4%, tasa insufi ciente para alcanzar el desarrollo eco-nómico en plazos razonables y con los con-comitantes avances sociales.

Afortunadamente, los precios internacio-nales de nuestras materias primas parecen estables para los próximos dos años, un tiem-po sufi ciente para avanzar en reformas eco-nómicas que sostengan el crecimiento más allá del ciclo de precios altos. Es lo mínimo que espera la ciudadanía de sus autoridades políticas: mejores perspectivas de niveles de vida gracias a mejores empleos y salarios.

En el plano político se abren tres escena-rios con diferentes impactos sobre la econo-mía en el corto plazo y mediano plazo.

En un primer escenario, el presidente per-manece en el cargo. Es el escenario actual. En un segundo escenario, el presidente es sucedido por el primer vicepresidente Mar-tín Vizcarra, con respaldo explícito del Con-greso, por lo menos por algún tiempo, antes de la próxima campaña presidencial. Algo así como Temer en Brasil, algunas reformas hechas sin costo político para un presidente sin bases sociales. En un tercer escenario, hay nuevas elecciones presidenciales. La incertidumbre asociada a este último pro-ceso posterga las inversiones a la espera de los resultados.

“En un contexto de debilidad política extrema no se esperan grandes reformas en materia tributaria, laboral, de salud y educación pública”.

se convertía en un horno bajo el sol del norte.Anécdotas como la narrada en el párrafo

anterior, en las que la burocracia y la trami-tología pública convierten mágicamente lo simple en absurdo, hay miles. Las puede re-latar cualquier empresario grande, media-no o chico que haya tenido que tramitar un permiso de construcción, lidiar con Aduanas o sacar todas las autorizaciones necesarias para producir y vender jugo de frutas.

Pero la verdad es que la manía por el retra-so irracional del tercer sello y el octavo com-probante no la vemos solo en el sector público: también ataca al sector privado. Este amor por la papelería aparece en sus dos variantes: la intraorganizacional y la interorganizacional.

La tramitología intraorganizacional asal-ta los procesos internos de las instituciones. Cualquier organización grande –sea un mi-nisterio, una universidad o una empresa– necesita reglas de acción, códigos, instancias de revisión y sistemas estandarizados para operar. De hecho, su subsistencia depende de ello. Pero llevados al extremo, estos pro-cesos ahogan a las instituciones en su propio sopor. Ante la imposibilidad de sacar adelan-te reformas internas o nuevos proyectos en

plazos razonables, no son pocos los gerentes privados de grandes empresas nacionales que se preguntan con desgano y cinismo a qué se refi ere exactamente la gente cuando hace alusión a la “agilidad del sector privado” frente al sector público.

La tramitología interorganizacional, por su parte, asoma en las relaciones de las em-presas principalmente con sus proveedo-res y clientes o usuarios. Las empresas que operan en el Perú y cuyo número de clientes alcanza el millón –las de servicios públicos, aerolíneas, instituciones fi nancieras, entre otras– tienen todavía enormes difi cultades para canalizar el fl ujo de demanda, atender las necesidades personalizadas de los usua-rios más allá del libreto escrito en piedra del ‘call center’, y resolver los inconvenientes tan rápido como la tecnología digital lo permite.

La tramitología privada en varios sentidos es menos grave que la pública. Para comen-zar, la parálisis y el papeleo interno, aunque presente, es mucho menor. Además, a dife-rencia del sector público –cuyos servicios en muchos casos no podemos rechazar–, nadie nos obliga a contratar con tal o cual empresa. En este sentido, la competencia del mercado

se encarga de poner los incentivos adecua-dos para simplifi car los procesos con provee-dores y clientes.

En otros sentidos, no obstante, la tramito-logía privada puede ser más perniciosa que la pública. Principalmente porque afecta la competitividad de las empresas, reduce su productividad y las vuelve presa fácil de la competencia nacional y extranjera. Por ejemplo, en comparación con Chile o Colom-bia, muchas de nuestras grandes empresas aparecen rezagadas en cuanto a adopción de tecnologías digitales. A la larga, ello termi-na por afectar el crecimiento y el empleo del país, quizá aun más que la enésima norma sanitaria de la Digesa o el TUPA mal aplicado de la municipalidad distrital.

El reclamo ciudadano por servicios públi-cos menos burocratizados y más efi cientes es positivo, pero las organizaciones privadas también necesitan mirarse al espejo y hacer una introspección profunda sobre sus tra-bas internas. Pueden no tener una segunda oportunidad para hacerlo. Mientras tanto, el Perú es un gran trámite, el sello su moneda y los tickets de espera para la atención en ven-tanilla el pasaporte.

ILUSTRACIÓN: VÍCTOR AGUILAR

Economista

ELMER Cuba

Las consecuencias económicas de cada escenario son distintas. A estas alturas, ¿qué escenario le conviene a los trabajadores (fa-milias) y a las empresas de todos los tamaños?

En resumen, con este choque externo tan positivo la economía pudo haber crecido más. Las reformas económicas realizadas hace 25 años y la estabilidad macroeconómica alcan-

zada son necesarias pero nítidamente ya no son sufi cientes. Nuevas políticas económicas en diversas áreas son necesarias para sostener y acelerar el crecimiento económico, más allá del ciclo de precios. ¿Las instituciones políti-cas serán capaces de diseñarlas y ejecutarlas? O tenemos que esperar hasta el 2021, aunque el mundo no nos espere.