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Equilibrio Económico, Año IX, Vol. 4 No. 2, pp.145-166 Segundo Semestre de 2008
Ciclos del capitalismo y regímenes de acumulación
Arnoldo Ochoa Cortés
Resumen
Abstract
PALABRAS CLAVE: ciclos; capitalismo; régimen de producción
CLASIFICACIÓN: P10, P37, 951
Arnoldo Ocho Cortés
Profesor de tiempo
completo, Facultad de
Economía, Universidad
Autónoma de Coahuila
En este trabajo se parte del concepto de ciclos del capitalismo
a través de la percepción de Marx y Kondrátiev, para arribar al
concepto de régimen de acumulación desarrollado por la
escuela francesa del Regulacionismo. Bajo este enfoque, se
presentan las aportaciones que permiten la comprensión de los
mecanismos mediante los cuales, el sistema capitalista
encuentra la forma de mantener el crecimiento en un periodo
prolongado de tiempo, basado en la conjunción de aspectos
sociales, tecnológicos e institucionales. Lo anterior permite la
periodización de las etapas de evolución capitalista y el análisis
de las características particulares de los regímenes de
acumulación taylorista, fordista y posfordista.
Abstract
This work starts with the cycles of capitalism through the
theories of Marx and Kondratiev and it arrives to the
accumulation regime concept by French School of Regulation.
With this approach we present the contributions that allow the
comprehension of mechanisms by means of which the capitalist
system finds the way to hold the economic growth by a large
period of time. In this sense, we use this information to analyze
the particular characteristics of each capitalist period:
Taylorism, Fordist, and post-Fordist.
146 Ciclos del capitalismo y regímenes de acumulación
Introducción
En este trabajo se aborda un tema de interés en el terreno de la economía,
sobre el cual los diversos enfoques de interpretación teórica no presentan
una percepción unificada. Si bien se asume que la economía muestra en su
evolución una tendencia cíclica, dichos ciclos pueden ser considerados como
alteraciones al desarrollo del capitalismo, o como un patrón de
comportamiento inherente al sistema. Asimismo, es posible observar que la
dinámica de acumulación del capitalismo propicia la aparición de
movimientos cíclicos de diversa duración, por lo que se puede hablar de
ciclos cortos y ciclos largos.
Sin pretender una revisión exhaustiva de las múltiples aportaciones teóricas
y empíricas sobre los ciclos del capitalismo, se presenta un acercamiento a
los planteamientos marxistas sobre el tema, así como a la aportación de
Kondrátiev, quien a principios del siglo XX llama la atención de los estudiosos
de la economía sobre la existencia de ciclos largos.
Posteriormente, se presentan los planteamientos de una escuela de
pensamiento que, sin hablar explícitamente de ciclos largos, propone una
periodización de la evolución capitalista que aporta conceptos interesantes
para la comprensión de las características que asume el capitalismo en
periodos prolongados de tiempo, a los que denomina regímenes de
acumulación, así como de la naturaleza de las crisis que dan lugar a la
transición de un régimen de acumulación a otro, particularmente en torno a
los que esta escuela ha definido como taylorista, fordista y posfordista. En
ese sentido, nos apoyamos en una visión de largo plazo de la evolución
capitalista para comprender la dinámica de reproducción del capitalismo
actual, que corresponde al régimen posfordista de acumulación.
Ochoa Cortés 147
I. Los planteamientos de Marx y Kondrátiev
Marx, desde sus estudios sobre el sistema capitalista que dieron lugar a la
publicación de El Capital, señalaba la existencia de crisis periódicas que se
manifiestan bajo la forma de sobreproducción. Su explicación se relaciona
con la ley de la tendencia decreciente de la cuota de ganancia y ésta a su
vez con la tendencia al incremento de la composición orgánica del capital,
que es inherente a la acumulación capitalista y al constante incremento de
las fuerzas productivas (Marx, 1980b).
El proceso sigue el siguiente curso: el incremento de la composición orgánica
del capital genera una disminución de la cuota de ganancia y ésta una
disminución en el ritmo de acumulación. La disminución en la acumulación da
lugar a una disminución en la demanda tanto de capital variable como de
capital constante, lo que propicia una disminución de salarios y por tanto del
consumo. Posteriormente, la disminución de salarios incrementa la tasa de
plusvalía y con ello la inversión, dando lugar a un nuevo proceso de
incremento en la acumulación. La secuencia anterior fue identificada por
Marx como ciclo industrial, que de acuerdo a sus observaciones tenía una
duración de 10 u 11 años (Marx, 1980a).
Otro planteamiento sobre las crisis del capitalismo y la tendencia cíclica en
su desarrollo se debe al economista ruso Nicolai Dmitrievich Kondrátiev,
quien en la primera mitad de los años veinte del siglo pasado, identificó
ciclos de diferente duración en el desarrollo del capitalismo. Los
planteamientos de este economista fueron retomados por Schumpeter, quien
denominó a los ciclos largos como ciclos Kondrátiev.
Kondrátiev, quien identifica la existencia de crisis que se suceden con
regularidad en periodos de 7 a 11 años, señaló que estas crisis son sólo parte
148 Ciclos del capitalismo y regímenes de acumulación
de un ciclo capitalista completo que se compone de tres fases: auge-crisis-
depresión. A estos ciclos los llamó ciclos industriales capitalistas y reconoce
que fueron observados anteriormente por otros autores entre los que
menciona a Sismondi, Marx, Rodbertus y Juglar, quienes establecen que las
crisis son periódicas y son inherentes al capitalismo (Kondrátiev, 1992).
Sin embargo, Kondrátiev identifica a través de una observación histórica, la
existencia de ciclos más prolongados, con una duración de 48 a 60 años a los
que denominó ciclos largos, que se integran por ondas de ascenso y
descenso. Los estudios en cuestión abordan un periodo que inicia a mediados
del siglo XVIII, por considerar que es el inicio del desarrollo y difusión del
capitalismo industrial, su análisis llega hasta la década de los años veinte del
siglo XX.
De acuerdo a lo anterior, Kondrátiev identifica un primer ciclo con duración
de 60 años que transcurre de 1789 a 1849; integrado por una onda
ascendente que va de 1789 a 1814 y una onda descendente de 1814 a 1849.
El segundo ciclo tiene una duración de 47 años y se compone de una onda
ascendente de 1849 a 1873 y una descendente de 1873 a 1896. Por último, el
tercer ciclo se inicia con una onda ascendente que comprende de 1896 a
1920, año en que se inicia la onda descendente.
Cabe señalar que los trabajos de Kondrátiev en relación a los ciclos largos se
dan a conocer en 1925 y su producción fue interrumpida por el régimen
soviético que le daría muerte en 1938. Sin embargo, es evidente que la onda
descendente que él identifica a principios de los años veinte es la que daría
lugar a la crisis de 1929 que marcó el inicio de la ―Gran Depresión‖.
Como resultado de sus observaciones, Kondrátiev señala que regularmente
antes del comienzo de una onda ascendente de cada ciclo y al inicio del
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mismo, se presentan transformaciones importantes en la vida económica de
la sociedad, como invenciones técnicas y descubrimientos que propician
cambios en las técnicas de producción y el intercambio, así como
modificaciones en las condiciones de la circulación monetaria y una
redefinición del papel que cumplen los países en la economía mundial. Así,
identifica como aspectos relevantes relacionados con la onda ascendente del
primer ciclo, a la revolución industrial y las transformaciones en las
relaciones de producción que impactan a prácticamente todas las actividades
económicas, señala también los grandes avances en las vías de
comunicación y el ingreso de los Estados Unidos al mercado mundial.
En torno a la onda ascendente del segundo ciclo hay avances técnicos e
invenciones como la locomotora de vapor, la turbina, el cemento pórtland, el
automóvil, el telégrafo, el motor de hélice, la bomba de vapor, la prensa
rotativa y el tendido de cable, entre otros. Se presentan también avances
técnicos en la transportación marítima, que permiten un incremento en el
comercio internacional. Por otro lado, en la economía mundial se aprecia el
fortalecimiento de los Estados Unidos y la consolidación de su papel
protagónico en la economía mundial.
En relación al inicio de la onda ascendente del tercer ciclo, Kondrátiev
señala que antes y durante ésta, se presentan avances en las ciencias
naturales, la electrotécnica y la producción de acero, y se presentan
invenciones como el motor a gas, la transmisión eléctrica de corriente, el
teléfono, el freno de aire, la locomotora eléctrica, los transformadores, el
dirigible, los motores a gasolina, la fundición eléctrica, el telégrafo sin hilos,
el motor a diesel, los aeroplanos, etcétera.
Gran parte de los adelantos técnicos e inventos, encontraron aplicación
industrial y revolucionaron a diversas ramas de actividad como la industria
150 Ciclos del capitalismo y regímenes de acumulación
química, eléctrica y de comunicaciones, entre otras. En otros aspectos de la
economía, el tercer ciclo ascendente implicó el establecimiento del patrón
oro y una incorporación más fuerte en la economía mundial de naciones como
Australia, Argentina, Chile y Canadá.
Kondrátiev señala que si Marx afirmó que la base material de las crisis que se
repiten cada década, está en el desgaste material, el cambio y la ampliación
de la masa de instrumentos de producción, que sirven en promedio diez años,
entonces, la base material de los ciclos largos puede ser los cambios y
la ampliación de los bienes de capital que requieren un tiempo prolongado y
enormes gastos para su producción.
En una visión complementaria de lo que Kondrátiev llama la onda ascendente
del tercer ciclo y que podemos ubicar como el resultado de la llamada
segunda revolución industrial, agregaremos que en esta época hay una
disminución de la importancia de la máquina de vapor y de la energía
generada por carbón ante la mayor utilización de la energía eléctrica y del
petróleo.
En el terreno económico se aprecia una expansión de capitales a nivel
mundial acompañada por una fuerte concentración económica. Se manifiesta
también una aceleración en la tendencia al incremento de la composición
orgánica del capital en la producción (Cardoso, 1983).
El economista ruso, como hemos visto, tiene el gran mérito de observar y
describir los ciclos largos del capitalismo y los acontecimientos históricos que
se presentan en torno a ellos, y salvo algunas referencias relacionadas al
planteamiento marxista de los ciclos económicos, no lleva su estudio a una
mayor profundidad teórica.
Ochoa Cortés 151
II. La Escuela del Regulacionismo
La escuela regulacionista surge en la década de los años setenta del siglo XX
como un intento de interpretación de la crisis general del capitalismo que se
presenta en dicha década, algunos de sus principales exponentes son los
autores franceses Michel Aglietta, Benjamín Coriat, Alain Lipietz y Robert
Boyer. Si bien en primera instancia pretenden estudiar particularmente la
crisis de los setenta, para ello era necesario comprender las características
del proceso de acumulación capitalista que antecede a la crisis, así como las
contradicciones inherentes al proceso de acumulación.
Esta escuela construye una teoría que explica las formas estructurales y
superestructurales que sustentan un periodo de acumulación. Así, ―esta
corriente de pensamiento se abocó al análisis concreto del capitalismo
contemporáneo, tomando como centro de reflexión la crisis, el desarrollo
económico, las relaciones sociales, la creación monetaria, el Estado, las
instituciones y el proceso de trabajo‖ (Gutiérrez Garza, 2003:57).
El Regulacionismo se plantea como objetivo, el descubrir los mecanismos en
torno a los cuales el sistema capitalista encuentra la mejor manera de
reproducirse, integrando en una lógica de explicación del proceso, no sólo
elementos de carácter estrictamente económico, sino entrelazando aspectos
de carácter social e institucional, por lo que la forma de acumulación está
determinada por las condiciones concretas y materiales de la estructura
productiva, la conformación y participación institucional del Estado y las
manifestaciones concretas de los intereses de las clases sociales. Los factores
señalados se conjugan para permitir cierta estabilidad en la
acumulación durante un periodo determinado de tiempo.
152 Ciclos del capitalismo y regímenes de acumulación
Los conceptos teóricos y abstractos de reproducción y acumulación
capitalista, son retomados por el regulacionismo para la construcción de
categorías más concretas y más útiles para la comprensión e interpretación
del capitalismo contemporáneo.
Lo anterior hace posible periodizar el desarrollo del sistema capitalista en
etapas denominadas regímenes de acumulación, que implican, cada una de
ellas, una forma de regulación que confiere relativa estabilidad al proceso de
acumulación, hasta el momento en que las contradicciones que existen al
interior del régimen de acumulación, se agudizan para dar lugar a una crisis
que cuestiona la viabilidad del régimen de acumulación.
Al mismo tiempo que reconoce e integra en el análisis las contradicciones
propias del sistema capitalista que determinan una tendencia a la
inestabilidad y a la crisis, el regulacionismo estudia la capacidad del sistema
para encontrar formas de cohesión en función de la existencia de un
conjunto de instituciones y normas que le permiten reproducirse en el largo
plazo.
Así, el regulacionismo profundiza en la comprensión teórica del régimen de
acumulación taylorista que transcurre en el periodo comprendido entre
finales del siglo XIX y la crisis de 1929, del régimen de acumulación fordista
que se estructura a partir de la crisis del taylorismo y que manifiesta su
propia crisis al inicio de la década de los años setenta del siglo XX, para dar
lugar a una transición hacia un régimen de acumulación posfordista que
mantiene su vigencia hasta nuestros días.
A continuación señalaremos los rasgos fundamentales y principales
características que la escuela Regulacionista atribuye a los regímenes de
acumulación mencionados.
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III. El Régimen de Acumulación Taylorista
La escuela Regulacionista construye el concepto de régimen de acumulación
taylorista para designar el patrón de acumulación capitalista vigente desde
fines del siglo XIX hasta la ―Gran Depresión‖ que inicia en 1929. Este periodo
se asocia con la consolidación de la producción capitalista, con una
incipiente intervención del Estado en la economía, el establecimiento del
patrón oro y una ligera dependencia de los salarios en relación al costo de la
vida. El incremento en la productividad industrial se relaciona con la división
técnica del trabajo y una mejora en la destreza del trabajador al
concentrarse y especializarse en un número reducido de tareas simples.
Con la revolución científica del trabajo propuesta por Taylor, se separa
definitivamente la unidad entre las labores de concepción y de ejecución en
el proceso productivo, acabando con el oficio como forma de control obrero
en el proceso productivo (Coriat, 1982). El objetivo era establecer normas de
productividad mediante una concepción tecnológica del proceso de trabajo,
que segmenta y reduce las tareas a un mínimo de movimientos realizados por
cada trabajador en un puesto fijo, tareas susceptibles de ser medidas
por un cronómetro. De esta manera, es posible acelerar el ritmo de los
movimientos en los puestos de trabajo y reducir al mínimo posible el tiempo
muerto de la jornada laboral, a la vez que se reduce el grado de autonomía
de los trabajadores que son sometidos a una vigilancia y a un control
permanente en la ejecución de la norma de rendimiento (Aglietta, 1979).
El taylorismo significó también un incremento en la composición orgánica de
capital como resultado de la introducción de procesos más intensivos en
maquinaria y equipo mecánico.
154 Ciclos del capitalismo y regímenes de acumulación
En lo que se refiere a la relación laboral, considerada por los regulacionistas
como un elemento fundamental en la conformación de un régimen de
acumulación, el periodo taylorista se caracteriza por una dependencia del
salario con respecto a la coyuntura industrial, una fuerte variación en la
jerarquía de los salarios, así como por una ligera sincronía entre el salario
nominal y el costo de la vida. Esta época se caracteriza también por la
emergencia de un marco legislativo que reconoce algunos derechos laborales
y permite una dinámica sindical más intensa (Gutiérrez Garza, 2003).
Las crisis del capitalismo, que se manifiestan como crisis de un régimen de
acumulación, se explican desde la posición regulacionista por las
contradicciones que surgen al interior de la relación salarial.
Particularmente, la crisis del taylorismo se manifiesta como una
contradicción entre las transformaciones del proceso de trabajo que
propician un incremento importante y constante de la productividad
industrial, disociado de los mecanismos de fijación de los salarios (Gutiérrez
Garza, 2003). Es decir, el crecimiento salarial no era proporcional con el
volumen de mercancías producidas, por lo que el consumo se rezaga con
respecto al incremento de la producción, proceso que da lugar a la crisis de
1929, que si bien estalla bajo una manifestación financiera, es en última
instancia una crisis de sobreproducción.
IV. El Régimen de Acumulación Fordista
El régimen de acumulación fordista es la forma de reestructuración del
capitalismo que da respuesta al agotamiento y crisis del taylorismo. Desde el
punto de vista productivo, para Lipietz (1997) el fordismo se puede definir
como el taylorismo más la mecanización, a través de la introducción en los
procesos productivos de una banda transportadora que regula la cadencia de
la cadena de montaje, en torno a la cual se organiza la fuerza laboral.
Ochoa Cortés 155
Sin embargo, de acuerdo con los regulacionistas, el elemento fundamental
que permite la reproducción del régimen de acumulación fordista es la
vinculación de la producción con una norma de consumo. De esta manera, la
clase capitalista, bajo el modelo fordista, intenta gestionar la reproducción
de la fuerza de trabajo a través de la articulación de la producción y el
consumo, lo que hace compatible la producción en masa con el crecimiento
de los mercados para asegurar la acumulación (Aglietta, 1979).
La vinculación de los salarios con la productividad, que es característica del
fordismo, permite un incremento de los salarios reales, así como el acceso
por parte de los trabajadores al consumo no sólo de los satisfactores básicos
para la reproducción de la fuerza de trabajo, sino también al consumo de
bienes duraderos como el automóvil y la vivienda. Asimismo, mediante la
aparición de la moneda crédito y la emergencia de instituciones asociadas al
Estado Benefactor, se garantiza el acceso del trabajador al consumo durante
su vida útil, e incluso después de la conclusión de sus actividades laborales
(Gutiérrez Garza, 2003). La consolidación de las grandes centrales sindicales
y la contratación colectiva complementan este proceso.
La introducción de la cadena de montaje implica, como continuación del
taylorismo, una eliminación adicional de tiempos muertos, ya que la cadena
de montaje viene a encargarse de algunos movimientos que anteriormente
correspondían al trabajador.
Por otro lado, el fordismo habría de significar un ahorro de fuerza de trabajo
y por tanto un incremento aún mayor en la composición orgánica del capital,
que se refleja en la constante introducción de adelantos técnicos en la
producción.
156 Ciclos del capitalismo y regímenes de acumulación
La producción en masa de bienes estandarizados, que descansa en el
concepto de reducción de costos unitarios mediante economías de escala,
acentúa el proceso de concentración de capital ya presente en el periodo
anterior a la crisis de 1929.
En el plano teórico, la crisis del régimen de acumulación taylorista permitió
la emergencia del paradigma keynesiano, que se constituye como una
concepción que justifica la intervención de la acción estatal para regular los
ciclos del capitalismo mediante una ―administración‖ de la demanda. El
concepto de Estado Benefactor y el de salario indirecto responden a esta
propuesta.
Considerando que la relación salarial es la forma institucional en la que
reposa la regulación de tipo monopolista, soporte del régimen de
acumulación fordista, la crisis de este régimen de acumulación se manifiesta
como una contradicción en dicha relación salarial, que se explica por una
tendencia al incremento de los salarios por encima del incremento en la
productividad. Los posibilidades de incremento en la productividad asociada
al paradigma tecnológico y a la fragmentación del proceso productivo propio
del fordismo, llega a sus límites (Gutiérrez Garza, 2003).
Se presentan, asimismo, efectos fisiológicos y psicológicos sobre el obrero
debido a la repetitividad e intensidad del proceso de trabajo, que redunda
en limitaciones para el incremento de la productividad. En el ámbito
macroeconómico, se cuestiona el costo social del Estado Benefactor y los
efectos inflacionarios del gasto público (Aglietta, 1979).
Como sabemos, dicha crisis es considerada por la escuela regulacionista como
el agotamiento del régimen de acumulación fordista que se estructura a
partir de la crisis de 1929 y perdura hasta los años setenta del siglo
pasado, cuando las posibilidades de reproducción del sistema muestran
Ochoa Cortés 157
límites técnicos asociados a la rigidez de los procesos productivos, a la
imposibilidad de seguir fragmentando las tareas al interior de los procesos
productivos, a la disminución del ritmo de crecimiento de la productividad
industrial y a la aparición de resistencias de los obreros ente el incremento
en los ritmos de trabajo. Asimismo, en el ámbito macroeconómico la crisis
cuestiona los costos sociales del Estado Benefactor y a sus fundamentos
teóricos emanados del keynesianismo (Gutiérrez Garza, 2003).
Por otro lado, la crisis petrolera que se manifiesta en 1973, así como el
abandono de los acuerdos de Bretton Woods, complementan el cuadro
general que manifiesta la inviabilidad de la permanencia del régimen de
acumulación fordista.
V. El Régimen de Acumulación Posfordista
Como resultado de la crisis de los setenta, las economías desarrolladas
vivieron una profunda revolución científico-técnica, en la que emergen
actividades productivas ligadas a la microelectrónica, al desarrollo de nuevos
materiales, las telecomunicaciones y la biotecnología, entre otras, que se
convertirían en factores determinantes en la construcción de una nueva
etapa de crecimiento capitalista (Fonseca, 1997).
Las principales características de la economía que se reconstruye a partir de
las últimas décadas del siglo XX, tiene como elementos más representativos
una mayor facilidad para la movilización mundial de mercancías, capitales y
procesos productivos. Asimismo se observan manifestaciones como son la
aparición y generalización de formas más eficientes de organización del
trabajo, la aplicación en los procesos productivos de tecnologías más
avanzadas, una redefinición de las relaciones laborales, transformaciones en
disminución de la participación estatal en la economía justificada por la los patrones de consumo, una nueva división internacional del trabajo y una
158 Ciclos del capitalismo y regímenes de acumulación
emergencia del neoliberalismo como paradigma teórico dominante. Esto es,
una fuerte transformación del capitalismo, como en su momento mencionara
Kondratiev en relación a los momentos históricos asociados al inicio de una
fase ascendente de un ciclo largo de evolución capitalista.
El panorama general mencionado está inscrito en dos elementos
fundamentales que marcan la etapa actual del capitalismo, también
denominada globalización: la desregulación, que implica una mayor libertad
para el movimiento del capital, y una flexibilización de procesos como
respuesta a la rigidez característica del régimen fordista.
Si bien la globalización no es un fenómeno estrictamente económico, es en la
economía la fuerza más destacada del proceso. Igualmente en el ámbito
económico la globalización afecta a todas las actividades, sin embargo es el
sector industrial el más representativo y en el que se pueden observar con
mayor claridad las transformaciones determinadas por la globalización. Por
lo anterior, a continuación abordaremos los cambios observados en la
industrialización y las formas en que al interior de este sector se manifiesta
la reestructuración de la economía.
Es precisamente el análisis de la reestructuración de la industria en el
periodo posterior a la crisis del régimen de acumulación fordista, lo que ha
dado lugar al concepto de posfordismo como construcción teórica para
explicar la naturaleza del proceso de acumulación capitalista actual, aunque
el proceso ha estado marcado por una gran importancia de los sectores
comercial y de servicios.
Cabe señalar que el marco general en el que se presenta la reestructuración
de la industria a nivel global es un crecimiento relativamente lento de la
economía, así como la persistencia de una tendencia al desempleo
Ochoa Cortés 159
estructural tanto en países desarrollados como subdesarrollados. Asimismo, la
fluidez en la movilidad de recursos financieros y productivos ha dado lugar a
una redefinición de la división internacional del trabajo que impacta a las
diversas regiones del mundo generando profundas transformaciones.
La crisis de los años setenta da inicio a una reestructuración tecnológica e
industrial que genera nuevas formas de organización de los procesos
productivos, así como nuevas formas de organización industrial tanto en
países desarrollados como con menor nivel de desarrollo.
El antecedente más claro se presenta al manifestarse la crisis de los setenta,
con las formas de producción observadas en Japón, lo que permitió a este
país insertarse rápidamente en las transformaciones productivas y
organizativas que le permitirían emerger como potencia industrial y en el
ejemplo a seguir para resolver la rigidez del fordismo mediante la
flexibilización productiva.
Los avances de la organización productiva japonesa tienen un referente en la
transformación de la empresa Toyota, impulsada por Taichi Ohno. Uno de los
principios fundamentales que revolucionaron las formas de producción
industrial consiste en la adaptación de sistemas para la producción de
volúmenes limitados de bienes diferenciados y variados, lo que representa
precisamente la concepción contraria a la lógica que rige en la producción
fordtaylorista, que se sustentó en la producción de grandes cantidades de
productos estandarizados (Coriat, 1992).
La organización industrial japonesa está fuertemente determinada por
esquemas de subcontratación en el cual se integran, como abastecedores de
insumos, una considerable cantidad de empresas pequeñas y medianas en
160 Ciclos del capitalismo y regímenes de acumulación
torno a una gran empresa, para dar lugar a encadenamientos que se
expanden en varios niveles, lo que permite generar una densa red de
relaciones empresariales, no sólo integradas sino con fuertes lazos de
colaboración tecnológica e incluso financiera (López, 1997; Yamamoto,
1997).
La existencia de métodos de producción flexibles, innovadores y cuidadosos
de la calidad como es el caso de la producción industrial japonesa, dio lugar
a un proceso de imitación y difusión de estas técnicas en prácticamente todo
el mundo y en diversas ramas de la actividad (Coriat, 1992).
Si bien las formas de organización al interior de la fábrica y los mecanismos
de interrelación entre empresas características del ohnismo se han
convertido en paradigmas de solución a la rigidez de los procesos fordistas,
no es esta forma de relaciones interempresariales la única exitosa en la
búsqueda de procesos que permitan la producción flexible, de alta calidad e
innovadora. También se puede mencionar otro caso típico como es el
llamado modelo italiano o de distritos industriales.
La crisis de los años setenta afectó fuertemente a la industria italiana, sin
embargo ésta tuvo repercusiones mucho más fuertes sobre la gran empresa
industrial, y el proceso de recuperación se presentó de una manera más
rápida en las empresas de menores dimensiones. De lo anterior surgió el
interés por conocer las características de estas empresas y sus formas de
organización. Se encontró que en Italia existían fuertes lazos de relaciones
empresariales en diversas regiones del país, sustentadas en una tradición y
especialización productiva en determinados productos. Estas empresas, en su
mayoría pequeñas y flexibles, fueron capaces de integrar tecnología, innovar
productos y procesos, así como de acceder de manera exitosa en el comercio
internacional (Bianchi, 1989; Cortellesse,1989).
Ochoa Cortés 161
Esta forma de organización industrial también ha sido desarrollada en otras
regiones del mundo como formas de producción flexible, que permite
generar pequeños lotes de bienes diferenciados, innovadores y de alta
calidad.
Por otro lado, podemos encontrar formas de organización industrial en países
con un nivel de industrialización intermedia, como son los llamados ―tigres
del sureste asiático‖ -Taiwán, Corea, Hong Kong, Singapur, entre otros-, que
han logrado desarrollar este sector de actividad mediante la captación de
inversión extranjera y el impulso de una base endógena de desarrollo e
innovación tecnológica, para acceder a posiciones más favorables en el
comercio exterior. Cabe señalar que las formas de integración de relaciones
industriales de estos países han sido fuertemente influidas por la expansión
financiera e industrial de Japón en la región asiática, lo que ha permitido la
transferencia con relativa facilidad de los conceptos japoneses de
organización técnica de la producción, los sistemas administrativos y la
construcción de redes empresariales que involucran a empresas de
diferentes dimensiones (Lee Kim, 1992).
En otras regiones del mundo, principalmente aquellas con fuerte influencia
del capital estadounidense, se aprecian formas de integración en la nueva
dinámica de industrialización que implican el traslado de conceptos
derivados del paradigma fordtaylorista. Así, encontramos lo que Lipietz
(1997) llama taylorización primitiva y fordismo periférico, conceptos que se
derivan del traslado a regiones del mundo relativamente atrasadas y con
bajo costo de mano de obra, de los principios que rigieron la producción y
obtención de incrementos en la productividad bajo el régimen de
acumulación fordista que continúan siendo funcionales en economías con
bajos costos salariales, en coexistencia con procesos de organización
162 Ciclos del capitalismo y regímenes de acumulación
productiva asociados a la producción flexible. Como ejemplos podemos
mencionar algunas regiones de Latinoamérica, Europa del este y algunas
regiones de Asia.
La colaboración entre empresas de diferente tamaño se ha convertido en un
rasgo característico de la industria actual. Otro factor presente en las
relaciones empresariales, es la proliferación de las llamadas alianzas
estratégicas entre corporaciones, lo que les permite emprender proyectos de
mejora tecnológica, desarrollo de nuevos productos o el acceso a nuevos
mercados, estos procesos han sido alimentados por la gran facilidad para
segmentar procesos productivos y por la libertad en el flujo de capitales a
nivel mundial (Poucel, 1998).
Con base en lo anterior encontramos que la crisis de los años setenta que da
inicio al proceso globalizador, propicia cambios en las concepciones y
paradigmas tecnológicos que rigen la producción industrial, en ese sentido,
vemos que si bien las transformaciones apreciadas en Japón se convierten en
ejemplo a seguir para dar salida a la crisis de los esquemas rígidos emanados
del taylorismo y el fordismo, no todas las economías del mundo ni mucho
menos todas las regiones, adoptan uniformemente las concepciones
productivas japonesas, incluso países con alto nivel de industrialización
encuentran vías diferentes para salir de la crisis e implementar formas de
organización productiva que permitan la generación de bienes diferenciados,
de calidad y bajo costo.
Para completar el panorama debemos añadir que si bien es cierto que la
industria mundial ha mostrado una tendencia a su relocalización en regiones
periféricas, también es cierto que generalmente en los países avanzados
permanecen aquellas actividades con mayor contenido de conocimiento y que
por lo tanto son mejor remuneradas.
Ochoa Cortés 163
Se aprecian algunos elementos fundamentales que explican y son comunes a
la reestructuración industrial del mundo, y que obedecen a las
transformaciones de la demanda de bienes manufacturados. Éstos son la
flexibilización de los procesos productivos y la generación de relaciones más
intensas de cooperación empresarial, ya sea a través del asociacionismo o de
la subcontratación. Este proceso ha implicado la necesidad de integrar a
empresas pequeñas y medianas en la nueva lógica de integración
empresarial, lo que permite cerrar la brecha tecnológica conformada
históricamente y que relacionaba a la gran empresa como ejemplo de
adelanto tecnológico y a la pequeña empresa como atrasada.
Asimismo, en términos generales podemos apreciar que la desregulación del
capitalismo actual que permite el libre flujo de mercancías y de capital a
nivel planetario, reforzado por los avances y comunicaciones e informática,
han abierto a las corporaciones enormes posibilidades en la búsqueda de los
mecanismos más convenientes para mantener la rentabilidad. La
desregulación y flexibilización de las relaciones laborales completa el
panorama.
Así, para el capitalismo industrial en el régimen posfordista de acumulación
se abre una amplia gama de posibilidades para su crecimiento, podemos decir
que parte de la flexibilidad actual está dada por la capacidad de adoptar las
formas de organización productiva, el paradigma tecnológico, el
tipo de organización industrial y la región del planeta que mejor cumpla con
las expectativas de las empresas industriales que descansan,
invariablemente, en la obtención de márgenes elevados de ganancia.
164 Ciclos del capitalismo y regímenes de acumulación
VI. Conclusiones
En este trabajo señalamos las aportaciones de algunos autores que se
interesaron por el estudio de las crisis y los ciclos del capitalismo, así como
de los procesos que los originan.
Podemos decir que Marx explica teóricamente las causas de las crisis
periódicas del capitalismo y las considera inherentes al funcionamiento del
sistema. Sin embargo, los ciclos a que se refiere son aquellos que
transcurren cada diez años y que denominó ciclos industriales, este autor no
abordó el estudio de ciclos largos.
Kondrátiev por su parte, identifica los ciclos que menciona Marx, pero
además observa ciclos más prolongados, con un duración de 47 a 60 años. Sin
embargo, no aporta una mayor explicación teórica que el asociarlos con
acontecimientos económicos, sociales o políticos, así como con invenciones y
adelantos técnicos que al ser aplicados en la producción, generan avances
trascendentes en las fuerzas productivas.
La escuela del regulacionismo también surge del interés por estudiar las
crisis del capitalismo, inicialmente la de los años setenta del siglo pasado, y
de comprender los procesos que las originan, como manifestación de las
contradicciones que surgen al interior de un régimen de acumulación. Esta
escuela ofrece una construcción teórica que permite la comprensión de la
evolución capitalista en el largo plazo -ciclos largos- y un análisis de las
formas en que se integran aspectos de carácter tecnológico, social, político
e institucional en un proceso de acumulación. En ese sentido, podemos
señalar que el regulacionismo además de su incuestionable riqueza teórica
para el análisis del capitalismo contemporáneo, es también un instrumento
para comprender la tendencia secular del capitalismo a generar crisis
periódicas y analizar específicamente la naturaleza de las crisis
Ochoa Cortés 165
correspondientes a los ciclos largos, en los que continúan operando las leyes
generales del capitalismo analizadas por Marx
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