entrenamiento en habilidades sociales
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Universidad de Santiago de ChileFacultad de Humanidades
Escuela de PsicologíaTécnicas de Intervención Clínica.
Entrenamiento en Habilidades Sociales.
Estudiantes:
José Toro
Pablo Vergara
Profesora:
Caterina Manzo
Ayudante:
Pamela Guzmán
Fecha de entrega: 09/01/2014
Introducción
El ser humano como sujeto social está en constante relación con otros en todo ámbito de la
vida, desarrollándose dentro de un espacio de interacción en la cual se constituye como
sujeto a partir de su relación e identificación con los otros. En este espacio de interacción se
produce una comunicación constante entre los sujetos, a partir de lo cual se construyen
significados y la realidad en conjunto mediante el lenguaje (Berger y Luckman, 1994)
De esta forma, es posible vislumbrar la importancia que posee la interacción social y
la relación que se puede establecer entre los sujetos como un soporte de la subjetividad y
del bienestar psicológico, entre otros aspectos. Es en relación a esto es posible vislumbrar
que una alteración o deficiencia en el área social interpersonal puede resultar perjudicial
para el bienestar psicológico de los sujetos y también constituirse como un obstáculo para
su adecuada inserción y adaptación a diversos contextos.
De esta forma, las dificultades en las relaciones sociales interpersonales, debidas a
ansiedad social, agresividad o inhibición social, entre otros factores, se encuentran
relacionadas a una amplia gama de problemas. Por ejemplo, altos niveles de ansiedad social
se relacionan con un deterioro en el rendimiento académico o laboral, deterioro en el área
de las relaciones interpersonales, produciendo sentimientos de soledad y aislamiento;
depresión debido a la baja tasa de reforzamiento social, etc (Rosa,Inglés, Olivares, Espada,
Sánchez-Meca y Méndez, 2002)
Es por lo anterior que toma relevancia el enfoque de las habilidades sociales,
dirigido a entrenar y generar conductas habilidosas y adecuadas al contexto especifico, que
produzcan consecuencias reforzantes del ambiente para el sujeto, en pos de mejorar sus
capacidades de interacción social, que tengan como finalidad el bienestar psicológico del
sujeto y su adecuada inserción en el mundo social.
Es en relación a esto que el presente informe tiene como objetivo explorar el
enfoque de las habilidades sociales, analizando sus bases teóricas y desarrollos históricos,
las características de la técnica y su método de aplicación, con la finalidad de desarrollar un
conocimiento más acabado de esta técnica y de su área de aplicación, lo cual resulta de
relevancia para la formación como psicólogos, ya que permite ir más allá de la
psicopatología y desarrollar espacios dirigidos a incrementar la calidad de vida.
Antecedentes Históricos y teóricos Relevantes.
Es posible situar los orígenes históricos del enfoque de habilidades a partir de los
desarrollos y estudios generados en dos focos que presentan ubicación geográfica y
características diferentes. Uno de estos focos es Norteamérica, donde son relevantes los
estudios realizados en los años 20 por Thorndike y otros autores, referidos a la “inteligencia
social”, término que hacía referencia a las capacidades necesarias para comprender a los
demás y relacionarse con ellos. De forma similar en los años 30 se realizan los primeros
estudios sobre socialización infantil, que incluirían los comportamientos que más tarde
serian denominados como “asertivos” y en la década de los 40 y 50 surgen obras en las
cuales se propone métodos de aprendizaje de respuestas adaptativas, denominadas
conductas de auto expresión y/o asertivas (Gil y García, 1992)
En el otro punto de origen que es Europa, no es sino hasta los años 60 que el tema
toma especial relevancia, a raíz de la aplicación en el ámbito industrial del enfoque del
procesamiento de la información, donde se toma la analogía de la relación hombre-máquina
para aplicarla a la relación hombre-hombre, bajo la etiqueta de habilidad social (Gil y
García, 1992).
Estos aportes, junto al desarrollo de la Terapia de Conducta y la elaboración de las
Teorías del Aprendizaje Social, desarrolladas por Bandura, sirvieron como base para el
establecimiento de este enfoque, el cual quedo definitivamente consolidado a partir de los
años 60, dando lugar a la publicación de numerosos estudios e investigaciones, dirigidos a
la validación del procedimiento de entrenamiento y también de la divulgación de estas
técnicas (Gil y García, 1992).
Es importante señalar que el enfoque de las habilidades sociales su sustenta gracias
a los aportes generados en distintas disciplinas, como se mencionó anteriormente una
contribución importante son los principios del aprendizaje, más concretamente las Teorias
del Aprendizaje Social de Bandura, las cuales consideran el comportamiento social como el
fruto de la interacción tanto de factores intrínsecos como extrínsecos. Otro aporte
importante es el de la Psicología social, que trata el tema de la interacción social y que
contribuye con conocimientos sobre procesos psicosociales implicados como la percepción
social, atracción interpersonal, roles y comunicación no verbal, entre otros. Finalmente es
fundamental mencionar las aportaciones realizadas por la Terapia de Conducta, que
proporciona un marco útil para un análisis funcional del comportamiento social y también
un conjunto de técnicas para desarrollar la terapia, que cuentan con un rigor metodológico y
una probada eficacia (Gil y Garcia, 1992).
Por otra parte, en relación a la definición de habilidad social no hay una definición
consensuada, ya que estas son dependientes del contexto y de la cultura en la que está
inmerso el sujeto. Además estas no son universales, ya que una conducta apropiada en una
situación puede resultar inadecuada en otra y dependen de lo que se quiera lograr con la
conducta (Caballo, 2007).
Según Caballo (1986, citado en Caballo, 2007) la conducta socialmente habilidosa seria el
conjunto de conductas emitidas por un sujeto en un contexto interpersonal que expresa los
sentimientos, actitudes, deseos, opiniones o derechos de ese individuo de un modo
adecuado a la situación, respetando esas conductas en los demás, y que generalmente
resuelve los problemas inmediatos de la situación mientras minimiza la probabilidad de
futuros problemas.
De esta forma el entrenamiento en habilidades sociales (EHS) se puede definir como
un enfoque general de la terapia dirigido a incrementar la competencia de la actuación en
situaciones críticas de la vida o como un intento directo y sistemático de enseñar estrategias
y habilidades interpersonales a los individuos con la intención de mejorar su competencia
interpersonal individual en clases específicas de situaciones sociales. Además se le
considera como una de las técnicas más potentes y más utilizadas para el tratamiento de los
problemas psicológicos, para la mejora de la efectividad interpersonal y para la mejora de
la calidad de vida (Caballo, 2007).
Como menciona Antuña (1999) en la adquisición de habilidades sociales,
intervienen varios mecanismos de aprendizaje, tales como el reforzamiento positivo directo,
el aprendizaje observacional, la retroalimentación interpersonal y las expectativas que el
individuo tenga respecto a las situaciones interpersonales.
Por otra parte como plantea Caballo (2007) es relevante mencionar que el EHS se
basa en ciertas premisas que están a la base, las cuales son:
1. Las relaciones interpersonales son importantes para el desarrollo y el
funcionamiento psicológico.
2. La falta de armonía interpersonal puede contribuir o conducir a disfunciones y
perturbaciones psicológicas.
3. Ciertos estilos y estrategias interpersonales son más adaptativos que otros estilos y
estrategias para clases específicas de encuentros sociales.
4. Esos estilos y estrategias interpersonales pueden especificarse y enseñarse.
5. Una vez aprendidos esos estilos y estrategias mejoraran la competencia en
situaciones específicas.
6. La mejora en la competencia interpersonal puede contribuir o conducir a la mejora
en el funcionamiento psicológico.
En consecuencia, también se consideran ciertos factores que podrían impedir que un
sujetos actué de forma socialmente adecuada. Un factor podría ser que las respuestas
habilidosas necesarias no están presentes en el repertorio de respuestas de un individuo, lo
cual podría deberse a que el sujeto nunca ha aprendido nunca la conducta apropiada o
puede haber aprendido una conducta inapropiada. Por otra parte podría existir cierto grado
de ansiedad condicionada que le impide responder de una manera socialmente adecuada o
una contemplación incorrecta del sujetos de su propia actuación social, autoevaluándose
negativamente, acompañándose de pensamientos derrotistas (Caballo, 2007).
Otros factores podrían ser la falta de motivación para actuar apropiadamente en una
situación determinada, pudiendo darse una carencia de valor reforzante por parte de las
interacciones interpersonales, una incapacidad de discriminar adecuadamente las
situaciones en las que una respuesta determinada probablemente sea efectiva o también la
existencia de obstáculos ambientales restrictivos que impiden al individuo expresarse
adecuadamente o que incluso castigan la manifestación de esa conducta socialmente
adecuada, entre otros factores (Caballo, 2007)
Estos factores anteriormente mencionados se pueden agrupar en cuatro modelos:
modelo de los déficits en habilidades, modelo de la ansiedad condicionada, modelo
cognitivoevaluativo y modelo de la discriminación errónea. Estos modelos determinarían la
estructuración de cuatro elementos fundamentales a desarrollar en un proceso de EHS, a
saber: entrenamiento en habilidades, reducción de la ansiedad en situaciones sociales
problemáticas, reestructuración cognitiva y entrenamiento en solución de problemas
(Caballo, 2007).
Este proceso de entrenamiento en habilidades sociales se puede aplicar como
técnica principal o como una ayuda para otros procedimientos terapéuticos, siendo su
finalidad en todos los casos el cambio de la conducta social. El objetivo principal es que las
personas hagan elecciones sobre sus vidas y sus actuaciones, de esta forma el EHS enseña a
los individuos como trabajar constructivamente con los demás y formar relaciones más
satisfactorias. La esencia de este enfoque consiste en intentar aumentar la conducta
adaptativa y pro social enseñando las habilidades necesarias para una interacción social
exitosa, con el fin de conseguir la satisfacción interpersonal (Caballo, 2007).
Descripción de la técnica
El entrenamiento en habilidades sociales (EHS) consiste principalmente en generar
procesos de aprendizaje mediante observación de modelos conductuales y relacionales,
generando procesos de modelamiento, retroalimentación, ensayo y refuerzo dentro de un
contexto protegido (Gil, 1992).
En este sentido, se trabaja principalmente a través del grupo como dispositivo u
herramienta en la terapia, aunque también puede ser realizado de manera individual.
Además, el EHS es considerada una técnica eficaz, siendo considerada de gran potencia,
utilizándose en el tratamiento de problemas psicológicos, mejoramiento de la afectividad
interpersonal y mejoramiento de la calidad de vida de las personas (Caballo, 2007).
Conforme a esto, el proceso del EHS busca incrementar la capacidad del sujeto para
involucrarse con otros de una manera socialmente aceptable. Para conseguirlo, dicho
proceso tiene que considerar 4 elementos de manera fundamental. Ellos son el
entrenamiento en habilidades, donde se enseñan repertorios conductuales específicos a los
sujetos, el cual es el elemento fundamental y básico del EHS; la reducción de la ansiedad
en situaciones sociales problemáticas, la cual es lograda de forma implícita a través de la
ejecución de la conducta aprendida que es más adaptativa; la restructuración cognitiva que
sucede también de manera implícita y trata sobre modificar los pensamientos, creencias u
valores de los sujetos; y finalmente el entrenamiento en solución de problemas donde se
enseña a percibir, procesar y seleccionar respuestas satisfactorias para que de esta forma se
alcance el objetivo de comunicación interpersonal.
A partir de esto elementos, las etapas de aplicación del EHS según Lange (1981,
citado en Caballo, 2007) constan de: crear un sistema de significados que mantenga la
integridad del sujeto y la de los demás, generar una diferenciación conductual acorde a los
grados de asertividad, lograr una reestructuración cognitiva de las formas de pensar en
situaciones reales y finalmente ensayar las conductas asertivas en situaciones específicas.
Estas etapas no se realizan de manera lineal y dependiendo del grado de
complejidad del sujeto estas se aplicarán acorde a los criterios del clínico, para adecuarlas a
las necesidades del sujeto.
Aplicación de la Técnica
Según García-Vera, Sanz y Gil (1998) la planificación y aplicación del EHS requiere de
una serie de pasos a seguir para conseguir los cambios conductuales esperados. El primero
de ellos es la planificación, donde se seleccionan los objetivos y las condiciones del
entrenamiento, si estos se harán de forma individual o de manera grupal, quieren serán los
sujetos que participarán y cuánto durarán las sesiones. Todo esto enfocado en el objetivo
general del EHS que es generar conductas socialmente eficaces en situaciones de
interacción con otros.
Las habilidades a enseñar, deben ser seleccionadas a partir de su eficacia en
situaciones sociales, tomando en consideración los contextos sociales en los cuales los
sujetos participes del entrenamiento se ven involucrados desde un nivel molar a molecular
(García-Vera, Sanz & Gil, 1998). También en esta etapa, deben tomarse en consideración
los criterios de éxito del entrenamiento, si este se hará acorde a una habilidad específica o
de manera integrativa, el encuadre de las sesiones, las técnicas que se aplicarán, entre otros.
Entre las técnicas que se utilizan, generalmente son: las instrucciones, que consta de
información específica sobre las conductas durante todo el proceso del entrenamiento; el
modelado, que consiste en que un sujeto competente en las conductas especificas del
entrenamiento, las emita en presencia de los sujetos participes de EHS; el ensayo
conductual, que consiste en poner en práctica de manera masiva las conductas a ser
entrenadas; la retroalimentación y moldeado, la cual va de la mano del ensayo conductual
para proporcionar información al sujeto del grado de adecuación de la conducta que emitió;
el refuerzo, que consiste en un estímulo positivo que se emita posterior a que el sujeto
realiza la conducta entrenada de manera satisfactoria para permitir que esta se mejore
pudiendo ser material o verbal (Gil, 1992).
Además, se utilizan estrategias de generalización de las habilidades sociales, que
consiste en que el sujeto realice las conductas aprendidas en el espacio del entrenamiento
en otros contextos sociales. También se utiliza la estrategia de la generalización cognitiva,
la cual a partir de las creencias de los sujetos y por medio de la autoregulación, permite que
los pensamientos irracionales puedan ser cambiados por ideas alternativas de manera
conciente (Gil, 1992).
Luego de todo esto, se puede realizar el siguiente paso que refiere a la preparación
del EHS. En ella, se informa a los sujetos de los posibles beneficios que pueden conseguir
participando del entrenamiento. Además, se explican cuáles serán las técnicas que se
utilizaran y cuáles son los bases que fundamentan el proceso. Además, se le pide a los
sujetos que participen de manera activa, tanto en el entrenamiento como en la vida real
(Gil, 1992).
Conseguido lo anterior, se puede pasar al entrenamiento o adquisición. En ella
primero los participantes del entrenamiento se presentan, el entrenador explica en que
consiste el EHS y brevemente elabora un resumen de los objetivos y actividades que se
realizarán. Esto se realiza en cada sesión junto con dar las respectivas instrucciones de la
sesión (Gil, 1992).
A partir de esto se llega al paso de la secuencia de adquisición, donde se describen
escenas donde se practican en función de alguna habilidad social implicada. Cada miembro
del grupo elije una escena y posterior a ello se realiza el ensayo conductual, donde el
entrenador da las instrucciones sobre las habilidades a entrenar. Se espera que sean todos
los miembros del grupo los que realicen el ensayo (Gil, 1992).
Luego se discute la actuación de los sujetos, señalando los aspectos positivos y
negativos. La técnica utilizada es la retroalimentación y el moldeado, pero luego de esto, se
utiliza el modelado para que se muestre a un sujeto competente realizando la conducta
adecuadamente. Se espera que puedan ser varios sujetos para que los sujetos aprendan de
distintas maneras como enfrentarse en las situaciones sociales seleccionadas y no generen
pautas conductuales rígidas (Gil, 1992).
Finalmente, se dan instrucciones para que los sujetos practiquen las conductas en su
ambiente cotidiano y se les pedirá que lleven un auto-registro de ello buscando con ello la
generalización de las conductas. Así, a partir de la segunda sesión se evaluarán los avances
de cada sujeto (Gil, 1992).
Estudio Científico.
El entrenamiento en habilidades sociales puede ser aplicado en distintas problemáticas que
repercuten en el desenvolvimiento social de los sujetos. De esta forma a continuación se
presenta un estudio de la aplicación de EHS a un grupo de pacientes con daño cerebral
adquirido de un Hospital de Bilbao, España (Ojeda, Ezquerra, Urruticoechea, Quemada y
Muñoz, 2000)
Se plantea que el daño cerebral adquirido produce una serie de problemas que
afectan a distintas áreas del individuo, como su área cognitiva, conductual, emocional, de
personalidad y social, siendo el funcionamiento social de estos pacientes una de las áreas
más afectadas luego de la lesión, presentando inestabilidad emocional, menor tolerancia a
la frustración, irritabilidad, agresividad verbal y física, infantilismo, egocentrismo,
deterioro en la capacidad de introspección, ansiedad y disminución de la sensibilidad social.
La forma y la intensidad en que se manifiesten estas secuelas dependerán de múltiples
factores, entre otros, su personalidad premórbida, la localización y severidad de la lesión, y
el entorno del paciente.
Estas dificultades van a influir de forma muy negativa en la calidad de vida de los
pacientes condicionando su ajuste familiar, social, escolar o laboral. Es por esto que se hace
fundamental entrenar las habilidades sociales para reducir estas dificultades y mejorar su
calidad de vida.
Este estudio se trabajó con 6 pacientes (5 hombres y 1 mujer) a los cuales se aplicó
un programa de entrenamiento en habilidades sociales enfocado en habilidades
conversacionales, habilidades comprensivas y expresivas, habilidades pragmáticas,
entrenamiento en comunicación no verbal, asertividad y en resolución de problemas
sociales.
El programa consto de diferentes etapas, siendo la primera una intervención a nivel
individual, donde se fomentaba la conciencia de los problemas relativos a la esfera social,
se incrementaba su comprensión respecto a la necesidad de la intervención y también se
realizó una identificación de las conductas sociales inapropiadas.
Posteriormente se realizó una intervención grupal, en las cuales se recogían las
tareas para la casa encomendadas en la sesión anterior y se comentaba sobre su ejecución,
buscando generalizar estas conductas. También se realizaba una breve explicación de
conceptos nuevos o repaso de conceptos anteriores y modelado de las conductas explicadas
por los terapeutas, posteriormente se realizaba un ensayo conductual y role-playing de los
pacientes, en los cuales se trataban problemas reales que afectaban a los pacientes, donde se
proporcionaban feedback y refuerzos por parte de los terapeutas y de los demás
compañeros, y finalmente se daban tareas para la casa basadas en la materia que se había
presentado en el día.
Como conclusión se pudo establecer que el entrenamiento fue efectivo, ya que los
pacientes presentaron una reducción significativa de la ansiedad ante situaciones sociales,
también se presente una mejora del nivel de conciencia respecto a las dificultades
presentadas. Además se observó una mayor capacidad para expresar adecuadamente sus
opiniones y emociones personales, asi como para modular su conducta dentro de distintos
contextos sociales y también hubo una disminución de las quejas de los familiares respecto
a la presencia de conductas agresivas por parte de los pacientes.
Conclusión.
El entrenamiento en habilidades sociales permite emprender un desafío a los clínicos en un
terreno que supera el trabajo con psicopatologías y los adentra dentro las habilidades que se
requieren en la vida cotidiana de los sujetos.
En este sentido, el EHS lleva la práctica clínica, desde una base fundamentalmente
congnitiva-conductual, a mezclarse con los aportes de la psicología social, para pensar
cuales son las correctas formas de relacionarse y como eso puede mejorar la calidad de vida
de las personas.
Ahora bien, no se puede dejar de lado el cuestionamiento referente al determinismo
que puede significar pensar en una forma correcta relacionarse y las habilidades sociales
que requiere, ya que visto desde este punto de vista, el clínico seria meramente un
“normalizador” acorde al modelo que se presume adecuado del convivir. Pero es
justamente en este punto, donde el/la psicólogo/a desde un punto de vista ético profesional
hace la diferencia, dado que no es un entrenador.
El/la psicólogo/a cumple el rol de un facilitador de un proceso, que desde una
postura pragmática, busca que el sujeto logre a través de su puesta en práctica de diversas
conductas generar una restructuración cognitiva que le permita beneficiar con ello su salud
mental. Es en este punto, donde el psicólogo se diferencia de un mero entrenador de
habilidades y justifica que el enfoque del EHS pueda ser extrapolado más allá de la
psicopatología.
Ahora bien, también es preciso señalar y problematizar las limitantes del EHS
considerando su posición paradigmática. Esto, ya que el pragmatismo que lleva a conseguir
a la modificación conductual como el camino para generar cambios y bienestar psicosocial
deja de lado la conflictiva intrapsiquica que lleva a los sujetos a actuar de determinada
manera. Todo ese mundo de significados, que no es abordado, puede significar que el EHS
solo trabaje de manera superficial y cosmética algo que es propiamente una angustia dentro
de la subjetividad misma de las personas.
Es por lo anterior, que consideramos que si no se aborda de una manera integral un
proceso de EHS, en otras palabras, que involucre un desarrollo del conflicto por parte de
los sujetos participes de la intervención, solo se estaría dando cuenta de un enfoque que no
hace más que reprimir algo anclado en la subjetividad de las personas.
En síntesis, el entrenamiento en habilidades sociales es una técnica que desde una
óptica pragmática puede ser de gran utilidad para el abordaje clínico en diferentes
contextos, pero si no se toma en consideración lo propiamente intrapsiquico de la angustia
de los sujetos, solo se hará un trabajo cosmético y no psicológico.
Referencias
Antuña, A. (1999). Entrenamiento en habilidades sociales en delincuentes. En Lozano, J. y
Gómes, M. (Eds.)(1999) Avances en Salud Mental Infanto-juvenil (pp.199-210)
Sevilla: Universidad de Sevilla.
Berger, P. y Luckman, T. (1994). La construcción social de la realidad. Buenos Aires:
Amorrortu Ediciones.
Caballo, V. (2007). Manual de evaluación y entrenamiento de las habilidades sociales.
Madrid: Siglo XXI.
García-Vera, M., Gil, F. & Sanz, J. (1998). Entrenamiento en habilidades sociales. En F.
Gil y J. León (Eds.), Entrenamiento en Habilidades Sociales: Teoría, Evaluación y
Aplicaciones. Madrid: Síntesis.
Gil, F. (1992). Habilidades Sociales y Salud. Madrid: Eudema.
Gil, F. y Garcia, M. (1992). Conceptos, supuestos y modelo explicativo de las habilidades
sociales. En Gil, F., León, J. y Jarana, L.(coords.) (1992).Habilidades Sociales y
Salud (pp. 47-58). Madrid: Eudema.
Ojeda, N., Ezquerra, J., Urruticoechea, I., Quemada, J. y Muñoz, J. (2000). Entrenamiento
en habilidades sociales en pacientes con daño cerebral adquirido. Revista de
Neurología, 30, 783-787.
Rosa, A., Inglés, C., Olivares, J., Espada, J., Sánchez-Meca, J. y Méndez, X. (2002).
Eficacia del entrenamiento en habilidades sociales con adolescentes: de menos a
más. Psicología Conductual, 10 (3), 543-561.