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  • 27/12/13 Enseanzas de los Presidentes de la Iglesia: Spencer W. Kimball Captulo 9: Cmo perdonar a los dems de todo corazn

    https://www.lds.org/manual/teachings-of-presidents-of-the-church-spencerw-kimball/014?lang=spa 1/8

    Captulo 9: Cmo perdonar a losdems de todo corazn"Captulo 9: Cmo perdonar a los dems de todo corazn," Enseanzas de los

    Presidentes de la Iglesia: Spencer W. Kimball, (2006)

    De la vida de Spencer W. Kimball

    Cuando el presidente Spencer W. Kimball enseaba la forma de lograr el perdn, tambinrecalcaba el principio esencial de perdonar a los dems. Al rogar a toda la gente que luchara pordesarrollar un espritu de perdn, contaba la siguiente experiencia:

    Estaba luchando con un problema de la comunidad en un pequeo barrio donde doshombres prominentes, ambos lderes, se hallaban trabados en una larga e implacable discordia.Cierta desavenencia entre ellos los haba alejado el uno del otro, llenos de enemistad. Al pasar losdas, las semanas y los meses, la brecha se hizo ms grande. Las familias de ambas partescontendientes empezaron a intervenir en el asunto, y por ltimo, casi todos los miembros delbarrio se vieron involucrados. Cundieron los rumores, se propagaron las diferencias y los chismesse convirtieron en lenguas de fuego, hasta que por fin la pequea comunidad se vio dividida porun profundo abismo. Se me design para que allanara la dificultad Llegu a la comunidadfrustrada como a las seis de la tarde del domingo e inmediatamente entr en sesin con losprincipales contendientes.

    Cmo batallamos! Cmo supliqu, y amonest, y rogu e inst! Nada pareca persuadirlos. Cadauno de los antagonistas estaba tan seguro de que tena razn y de que estaba justificado, que eraimposible cambiarlo.

    Corran las horas; ya haca mucho que haba pasado la medianoche y pareca que ladesesperacin envolva el lugar; el ambiente de mal genio y de mordacidad prevaleca. La tercaresistencia se negaba a ceder. Entonces sucedi! Nuevamente abr al azar mi libro de Doctrina yConvenios y all estaba ante m. Lo haba ledo muchas veces en aos pasados y en tales ocasionesno haba tenido ningn significado especial. Sin embargo, esa noche era la respuesta exacta; erauna solicitud, un ruego y una amenaza, y pareca venir directamente del Seor. Le [en la seccin64] desde el sptimo versculo en adelante, pero los participantes pendencieros no cedieron ni unpice, sino hasta que llegu al noveno versculo. Entonces los vi estremecerse, sorprendidos ypreguntndose: Era correcto? El Seor estaba dicindonos a todos nosotros: Por tanto, osdigo que debis perdonaros los unos a los otros.

    Se trataba de una obligacin. Haban escuchado eso antes. Lo haban dicho al repetir la oracindel Seor. Pero ahora: pues el que no perdona las ofensas de su hermano, queda condenadoante el Seor.

    En su corazn, tal vez habran estado diciendo: Bien, yo podra perdonar si l se arrepintiera ypidiera perdn; pero l debe dar el primer paso. Entonces pareci que sintieron el impactocompleto de la ltima frase: porque en l permanece el mayor pecado.

    Qu? Acaso significa que debo perdonar aun cuando mi enemigo permanezca fro e indiferentey mal intencionado? No hay ninguna duda.

    Un error comn es el concepto de que el ofensor debe disculparse y humillarse hasta el polvoantes de que se requiera otorgar el perdn. Ciertamente, el que causa el agravio debe hacer suajuste en forma completa, pero en cuanto al ofendido, ste debe perdonar al ofensor a pesar dela actitud del otro. Hay ocasiones en que los hombres derivan satisfaccin de ver a la otra personade rodillas y revolcndose en el polvo, pero sa no es la manera segn el Evangelio.

    Conmovidos, los dos hombres prestaron atencin, escucharon, reflexionaron unos minutos y

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    entonces empezaron a transigir. Ese pasaje, junto con todos los otros que se haban ledo, losvolvieron humildes. Eran las dos de la maana y dos rencorosos adversarios se estabanestrechando la mano, sonriendo, perdonndose y pidindose perdn. Dos hombres,estrechndose el uno al otro en un abrazo significativo. Aqulla fue una hora santa. Seperdonaron antiguos rencores y se olvidaron de ellos, y los enemigos nuevamente se hicieronamigos. Nunca ms se volvi a hablar de las diferencias. Se sepult el cadver de la contienda, secerr con llave el armario de los malos recuerdos, se arroj lejos la llave y se restaur la paz 1 .

    A lo largo de su ministerio, el presidente Kimball exhort a los miembros de la Iglesia a tener ladisposicin de perdonar: Si hay malos entendidos, aclrenlos, perdonen y olviden; no dejen quelos viejos resentimientos les cambien el alma y la afecten, destrozando su amor y su vida. Pongansu casa en orden. A medida que el Seor les otorgue esa facultad, mense los unos a los otros yamen a sus semejantes, a sus amigos, a los que vivan a su alrededor 2 .

    Las enseanzas de Spencer W. Kimball

    Para ser perdonados, debemos perdonar.

    En vista de que el perdn es un requisito absoluto para lograr la vida eterna, el hombrenaturalmente reflexiona: Cul es la mejor manera de obtener ese perdn? Uno de los muchosfactores fundamentales se destaca de inmediato como indispensable: Uno debe perdonar para serperdonado 3 .

    Porque si perdonis a los hombres sus ofensas, os perdonar tambin a vosotros vuestro Padrecelestial;

    mas si no perdonis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonar vuestrasofensas (Mateo 6:1415).

    Difcil de hacer? Claro que s. El Seor nunca prometi un camino fcil, ni un Evangelio simple, ninormas ni principios rebajados. El precio es elevado, pero lo que se obtiene a cambio vale la pena.El Seor mismo ofreci la otra mejilla; soport sin reproche que lo abofetearan y lo azotaran;sufri toda indignidad y, sin embargo, no dej escapar una palabra de condenacin. Y lapregunta que nos hace a todos nosotros es: Por lo tanto, qu clase de hombres habis deser? Y la respuesta que nos da: En verdad os digo, aun como yo soy (3 Nefi 27:27) 4 .

    Cuando perdonamos a los dems, debe ser de manera sincera ycompleta.

    El mandamiento de perdonar, y la condenacin que sigue cuando no se hace, no podraexpresarse con mayor claridad que en esta revelacin moderna dada al profeta Jos Smith:

    En la antigedad mis discpulos buscaron motivo el uno contra el otro, y no se perdonaron unosa otros en su corazn; y por esta maldad fueron afligidos y disciplinados con severidad.

    Por tanto, os digo que debis perdonaros los unos a los otros; pues el que no perdona lasofensas de su hermano, queda condenado ante el Seor, porque en l permanece el mayorpecado.

    Yo, el Seor, perdonar a quien sea mi voluntad perdonar, mas a vosotros os es requeridoperdonar a todos los hombres (D. y C. 64:810)

    Tenemos ante nosotros esa leccin hoy da. Muchas personas, cuando tienen que efectuar unareconciliacin con otras, dicen que perdonan; pero continan abrigando rencores, continansospechando de la otra parte, continan dudando de la sinceridad del otro. Eso es un pecado,porque cuando se ha efectuado una reconciliacin y se declara que ha habido arrepentimiento,cada cual debe perdonar y olvidar, reconstruir inmediatamente los cercos que se hayan derribadoy restaurar la compatibilidad anterior.

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    Aparentemente, los primeros discpulos expresaron palabras de perdn y superficialmentehicieron el ajuste requerido, mas no se perdonaron unos a otros en su corazn. Eso noconstitua un perdn, antes, tena la apariencia de hipocresa, engao y fingimiento. Como seindica en la oracin modelo de Cristo, debe ser un acto del corazn y una depuracin de la mentede la persona [vase Mateo 6:12; vase tambin los versculos 1415]. Perdonar significa olvidar.Cierta mujer haba cumplido los requisitos para una reconciliacin en una rama, haba dado lospasos necesarios y hecho las declaraciones verbales para indicarlo, y de su boca haban salido laspalabras de perdn. Despus, con ojos centelleantes afirm: La perdonar, pero tengo unamemoria increble. Jams lo olvidar. Su ajuste fingido no vala nada y era infructuoso. Anretena el rencor. Sus palabras de amistad eran como una tela de araa, su cerco reconstruido eracomo de paja y ella misma continuaba sufriendo porque no haba paz en su mente. Peor todava,quedaba condenada ante el Seor, y en ella permaneca un pecado mayor an que en aquellaque, segn deca, la haba perjudicado.

    Poco comprenda esa mujer antagnica que no haba perdonado en ningn sentido; slo lo habaaparentado. Estaba dando voces al aire sin lograr provecho alguno. En el pasaje citadoanteriormente, la frase en su corazn tiene un significado profundo. Debe haber una depuracinde los sentimientos, los pensamientos y los rencores. Las simples palabras para nada sirven.

    Pues he aqu, si un hombre, siendo malo, presenta una ofrenda, lo hace de mala gana; de modoque le es contado como si hubiese retenido la ofrenda; por tanto, se le tiene por malo ante Dios(Moroni 7:8).

    Henry Ward Beecher expres el concepto de esta manera: Puedo perdonar pero no puedo olvidares otra manera de decir que no puedo perdonar.

    Quiero agregar que, a menos que una persona perdone las faltas de su hermano con todo sucorazn, no es digno de participar de la Santa Cena 5 .

    Debemos dejar el juicio en manos del Seor.

    Para estar en lo justo, debemos perdonar; y hay que hacerlo sin tomar en consideracin si nuestroantagonista se arrepiente o no, ni cun sincera sea su transformacin ni tampoco si nos pide o noperdn. Debemos seguir el ejemplo y la enseanza del Maestro, que dijo: debis decir envuestros corazones: Juzgue Dios entre t y yo, y te premie de acuerdo con tus hechos (D. y C.64:11). Sin embargo, con frecuencia los hombres no estn dispuestos a dejar el asunto en manosdel Seor, temiendo tal vez que el Seor sea demasiado misericordioso, menos severo de lo queel caso merece 6 .

    Algunas personas no solamente no pueden o no quieren perdonar y olvidar las transgresiones delos dems, sino que se van hasta el extremo de acosar al presunto transgresor. He recibidomuchas cartas y llamadas telefnicas de personas que estn resueltas a tomar la espada de lajusticia en sus propias manos y suponen que es de su incumbencia ver que el transgresor seacastigado. Ese hombre debe ser excomulgado, declar una mujer, y no voy a descansar hastaque se le castigue debidamente. Otra dijo: No puedo estar en paz mientras esa persona seamiembro de la Iglesia. Una tercera persona manifest: Jams entrar en la capilla mientras a eseindividuo se le permita pasar. Quiero que se le llame a juicio para ver si es digno de ser miembro.Un hombre hasta viaj repetidas veces a Salt Lake City y escribi numerosas y extensas cartaspara protestar en contra del obispo y del presidente de la estaca, que no haban impuesto unadisciplina sumaria a una persona que, segn l declaraba, estaba violando las leyes de la Iglesia.

    A tales personas que quieren tomar la ley en sus propias manos, nuevamente leemos ladeclaracin positiva del Seor: en l permanece el mayor pecado (D. y C. 64:9). La revelacincontina diciendo: Y debis decir en vuestros corazones: Juzgue Dios entre t y yo, y te premie deacuerdo con tus hechos (D. y C. 64:11). Una vez que se hayan comunicado las transgresionesconocidas a los correspondientes oficiales eclesisticos de la Iglesia, el individuo puede dar porcumplida su parte en el caso y dejar la responsabilidad en manos de los oficiales de la misma. Siesos oficiales toleran el pecado en sus congregaciones, es una responsabilidad enorme la que

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    asumen y tendrn que responder por ella 7 .

    El Seor nos juzgar con la misma medida con que nosotros midamos. Si somos severos, nodebemos esperar otra cosa que severidad. Si somos misericordiosos con los que nos ofendan, lser misericordioso con nosotros en nuestros errores. Si no perdonamos, l nos dejar envueltosen nuestros propios pecados.

    Aun cuando las Escrituras son precisas en su declaracin de que se medir al hombre con lamisma medida con que l mida a sus semejantes el juicio, aunque sea merecido, no es de laincumbencia del miembro sino de las autoridades correspondientes de la Iglesia y del estado. Enel ltimo anlisis, es el Seor quien efectuar el juicio

    El Seor puede juzgar a los hombres por sus pensamientos, as como por lo que digan y hagan,porque l conoce aun las intenciones de su corazn; pero no sucede otro tanto con el serhumano. Omos lo que las personas dicen, vemos lo que hacen, pero como no podemos discernirsus pensamientos ni sus intenciones, a menudo juzgamos equivocadamente si tratamos desondear el significado y el motivo de sus acciones y les fijamos nuestra propia interpretacin 8 .

    Aun cuando parezca difcil, podemos perdonar.

    En el contexto del espritu del perdn, un buen hermano me pregunt: S, eso es precisamente loque se debe hacer, pero cmo se logra? No requiere que uno sea un hombre superior?.

    Cierto, le contest, pero a nosotros se nos manda ser hombres superiores. El Seor dijo: Sed,pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que est en los cielos es perfecto (Mateo 5:48).Somos dioses en embrin y el Seor nos requiere la perfeccin.

    S, el Cristo perdon a quienes lo ultrajaron, pero l era ms que humano, fue la respuesta.

    Y yo le contest: Sin embargo, son muchos los seres humanos a quienes les ha sido posiblerealizar ese acto divino.

    Aparentemente, hay muchos que, a semejanza de aquel buen hermano, se apoyan en la cmodateora de que el espritu de perdonar es ms o menos un monopolio que pertenece a lospersonajes de las Escrituras o de las novelas, y que difcilmente se puede exigir a las personasprcticas del mundo actual. No es tal el caso 9 .

    Conoc a una joven madre que haba quedado viuda. La familia haba pasado por circunstanciasdifciles y la pliza de seguro, aunque de slo $2.000 dlares, era como un regalo del cielo. Lacompaa de seguros mand el cheque por esa suma tan pronto como recibi el certificado dedefuncin. La viuda decidi que ahorrara ese dinero para casos de emergencia, y con ese findeposit el cheque en el banco. Otras personas se enteraron de sus ahorros y un pariente laconvenci de que le prestara el dinero a un inters alto.

    Pasaron los aos y ella segua sin recibir ni el pago del prstamo ni los intereses; adems, notabaque su deudor la evitaba y que le haca promesas evasivas cuando le peda que le devolviera loprestado. Lleg un momento en que lo necesitaba y no poda conseguirlo.

    Cunto lo odio!, me dijo, mientras en su voz y en sus ojos oscuros se perciban el veneno y laamargura. Pensar que un hombre sano pudiera defraudar as a una joven viuda con familia paramantener! Cmo lo desprecio!, repeta una y otra vez. Entonces le cont sobre un hombre quehaba perdonado al asesino de su padre. Me escuch atentamente y not que estabaimpresionada. Cuando termin, tena lgrimas en los ojos y murmur: Gracias. Sinceramente,gracias. Por cierto que yo tambin debo perdonar a mi enemigo. Me limpiar el corazn de laamargura que lo llena. No espero recibir nunca el dinero, pero dejar a mi ofensor en las manosdel Seor.

    Unas semanas despus volvi a verme y me confes que esas semanas pasadas haban sido lasms felices de su vida; la haba invadido una paz nueva y era capaz de orar por el ofensor y

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    perdonarlo, aun cuando nunca recibiera de l ni un solo dlar 10 .

    Cuando perdonamos, nos liberamos del odio y de la amargura.

    Por qu nos manda el Seor amar a nuestros enemigos y devolver bien por mal? Para querecibamos el beneficio que ello nos brinda. Cuando odiamos a una persona, ese odio no lalastima, particularmente si es alguien poco conocido o si no est en contacto con nosotros; peroel odio y la amargura corroen el corazn que no perdona

    Cuando Pedro pregunt lo siguiente, tal vez se hubiera encontrado con personas que lo seguanofendiendo:

    Seor, cuntas veces perdonar a mi hermano que peque contra m?

    Y el Seor le contest:

    No te digo hasta siete, sino aun hasta setenta veces siete (Mateo 18:2122)

    Una vez que se han arrepentido y han venido a pedir perdn humildemente, la mayora denosotros puede perdonar, pero el Seor nos ha exigido que perdonemos aun a los que no searrepientan ni nos pidan perdn

    Por lo tanto, debemos tener muy en claro que es preciso que perdonemos sin buscar revancha nivenganza, porque el Seor har por nosotros lo que sea necesario La amargura daa al que lalleva dentro; lo endurece, lo rebaja y lo corroe 11 .

    A menudo sucede que se cometen ofensas y el ofensor no se da cuenta de ello. Algo que ha dichoo ha hecho se interpreta mal. El ofendido guarda la ofensa en el corazn, agregndole otrascosas que echan lea al fuego y justifican sus conclusiones. Tal vez sa sea una de las razonespor las cuales el Seor requiere que el ofendido d los primeros pasos hacia la paz.

    Y si tu hermano o tu hermana te ofende, te apartars con l o con ella a solas; y si l o ellaconfiesa, os reconciliaris (D. y C. 42:88)

    Seguimos ese mandato o permanecemos resentidos, esperando que el ofensor lo aprenda y searrodille ante nosotros lleno de remordimiento? 12

    Quizs nos enojemos con nuestros padres, o con un maestro o con el obispo, y nos rebajemos alanonimato empequeecindonos y encogindonos con el veneno de la amargura y el rencor.Mientras que el odiado sigue adelante con su vida, sin darse cuenta del sufrimiento del que loodia, ste slo hace dao a s mismo

    El dejar de ser activo en la Iglesia slo por un disgusto que hayamos tenido con los lderes o pordesahogar malos sentimientos es privarnos nosotros mismos [de bendiciones] 13 .

    En medio de las voces discordantes de odio, rencor y venganza, tan frecuentemente expresadasen la actualidad, la apacible palabra de perdn llega como un blsamo sanador. No es menos elefecto que surte en el que perdona.

    Al perdonar a los dems, se nos bendice con gozo y paz.

    Inspirado por el Seor Jesucristo, Pablo nos ha dado la manera de resolver los problemas de lavida que requieren comprensin y perdn: Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos,perdonndoos unos a otros, como Dios tambin os perdon a vosotros en Cristo (Efesios 4:32).Si este espritu de amable y tierno perdn del uno para con el otro pudiera llegar a todo hogar,desapareceran el egosmo, la falta de confianza y el rencor que destrozan tantos hogares yfamilias, y los hombres viviran en paz 15 .

    El perdn es el ingrediente milagroso que asegura la armona y el amor en el hogar o en el barrio.Sin l slo hay contencin. Sin la comprensin y el perdn viene la disensin, seguida por la falta

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    de armona, y esto engendra la deslealtad en los hogares, en las ramas y en los barrios. Por otraparte, el perdn armoniza con el espritu del Evangelio, con el Espritu de Cristo. se es el esprituque todos debemos poseer si queremos recibir el perdn de nuestros propios pecados yhallarnos sin culpa ante Dios 16 .

    A menudo el orgullo se interpone en nuestro camino y se convierte en tropiezo para nosotros. Esmenester que cada uno de nosotros se haga esta pregunta: Es ms importante tu orgullo que tupaz?.

    Con demasiada frecuencia, uno que ha logrado efectuar muchas cosas buenas en la vida y hahecho una contribucin excelente permite que el orgullo le ocasione la prdida del rico galardnque, de lo contrario, merecera. Siempre debemos llevar el cilicio y las cenizas de un coraznperdonador y de un espritu contrito, siempre dispuestos a ejercer la humildad genuina, como lohizo el publicano [vase Lucas 18:914], y pedir al Seor que nos ayude a perdonar 17 .

    Mientras exista la vida terrenal, viviremos y trabajaremos con gente imperfecta, y existirn losmalos entendidos, las ofensas y las heridas a los sentimientos delicados. Con frecuencia, lasmejores intenciones se interpretan mal. Es grato conocer a muchas personas que, con grandezade alma, han enderezado su manera de pensar, se han tragado el orgullo y han perdonado lo queconsideraron ofensas personales. Muchas otras personas, que han andado por caminos crticos,solitarios y espinosos en una completa desgracia, han aceptado finalmente la correccin, hanreconocido los errores, han limpiado su corazn de la amargura y han vuelto a estar en paz, esaansiada paz cuya ausencia resulta tan obvia. Y las frustraciones de la censura, la amargura y laconsecuente soledad han dado lugar a la calidez, la luz y la paz 18 .

    Puede lograrse. El hombre puede dominarse a s mismo. El hombre puede sobreponerse. Elhombre puede perdonar a todos los que lo hayan ofendido y seguir adelante, a fin de recibir pazen esta vida y la vida eterna en el mundo venidero 19 .

    Si procurramos la paz, tomando la iniciativa para arreglar las diferencias; si estuviramosdispuestos a perdonar y a olvidar con todo el corazn; si limpiramos nuestra alma del pecado, laamargura y la culpa antes de arrojar una piedra de acusacin a otras personas; si perdonramostodas las ofensas, reales o imaginarias, antes de pedir perdn por nuestros pecados; sipagramos nuestras propias deudas, grandes o pequeas, antes de exigir el pago a nuestrosdeudores; si pudiramos limpiar las vigas que ciegan nuestros propios ojos antes de magnificarlas motas de los ojos de los dems, qu mundo glorioso sera ste! El divorcio se reducira a unmnimo; los tribunales quedaran libres de procedimientos rutinarios desagradables; la vidafamiliar sera celestial; la edificacin del reino avanzara a pasos agigantados; y esa paz quesobrepasa todo entendimiento [vase Filipenses 4:7] nos brindara a todos un gozo y unafelicidad que no han subido en corazn de hombre [vase 1 Corintios 2:9] 20 .

    Que el Seor nos bendiga a todos para que continuamente llevemos en el corazn el verdaderoespritu de arrepentimiento y de perdn hasta que nos hayamos perfeccionado, y pongamos lamirada en las glorias de la exaltacin reservadas para los ms fieles 21 .

    Sugerencias para el estudio y la enseanza

    Al estudiar el captulo o al prepararse para ensear su contenido, tenga en cuenta estosconceptos. Para ayuda adicional, vea las pginas VX.

    Repase el relato de las pginas 100103. Por qu resulta a veces tan difcil para las personas elperdonarse unas a otras? Las palabras porque en l permanece el mayor pecado (D. y C. 64:9),qu significado tienen para usted?

    Repase Mateo 6:1415, que el presidente Kimball cita en la pgina 104. Por qu tenemos queperdonarnos unos a otros para poder recibir el perdn del Seor?

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    Cules son algunos comportamientos y acciones que indican que hemos perdonado a otrapersona sincera y completamente? (Vanse las pgs. 104105.) Por qu debe ser el perdn unacto del corazn?

    Repase la seccin que empieza en la pgina 105. Qu enseanzas del Evangelio nos ayudaran adejar el juicio en manos del Seor?

    Al leer el relato sobre la madre joven que est en las pginas 107108, fjese en los aspectos queal principio le impidieron perdonar y en los que al fin le permitieron hacerlo. Cmo podemosvencer los obstculos que se interpongan con nuestros deseos y esfuerzos por perdonar a losdems?

    Cules son algunas consecuencias de rehusar perdonar? (Vanse las pgs. 108110.) Qubendiciones ha recibido al perdonar a otra persona? Considere las formas en que puede aplicar elespritu del perdn a sus relaciones con los dems.

    Pasajes relacionados: Mateo 5:4348; Lucas 6:3638; Colosenses 3:1215; D. y C. 82:23.

    1. Vase El milagro del perdn, 1976, pgs. 287289.

    2. The Teachings of Spencer W. Kimball, ed. por Edward L. Kimball, 1982, pg. 243.

    3. El milagro del perdn, pg. 267.

    4. Vase El poder del perdn, Liahona, feb. de 1978, pgs. 6263.

    5. Vase El milagro del perdn, pgs. 268270.

    6. El milagro del perdn, pg. 289.

    7. Vase El milagro del perdn, pgs. 270271.

    8. Vase El milagro del perdn, pgs. 273274.

    9. Vase El milagro del perdn, pgs. 292293.

    10. Vase Liahona, febrero de 1978, pgs. 6061; vase tambin El milagro del perdn, pgs.300301.

    11. The Miracle of Forgiveness, 1972, pgs. 191, 192.

    12. The Miracle of Forgiveness, 1972, pgs. 194, 195.

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    13. On Cheating Yourself, New Era, abril de 1972, pgs. 33, 34.

    14. Vase El milagro del perdn, pg. 272.

    15. El milagro del perdn, pg. 305.

    16. Vase El milagro del perdn, pg. 281.

    17. El milagro del perdn, pg. 305.

    18. En Conference Report, abril de 1955, pg. 98.

    19. Vase El milagro del perdn, pg. 308.

    20. Vase La fe precede al milagro, pg 198.

    21. En Conference Report, octubre de 1949, pg. 134.

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