ensayo el siglo de china[1]

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Page 1: Ensayo El Siglo de China[1]

DOCENTE: HÉCTOR WILLIAM JARAMILLO

PRESENTADO POR: EVELYN DELGADO JELITZA LÓPEZ CARMONA

JUDITH OMAIRA OROZCO LINA MARIA GIRALDO

“EL SIGLO DE CHINA”: ODED SHENKAR

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Introducción

China, desde hace algunas décadas ha comenzado a ganar una posición social y económica nunca antes vista. Una de las causas que han engrandecido a esta nación. Es que La competencia, la innovación y los cambios económicos han comenzado a elevar su status a nivel nacional e internacional. Este país ha comenzado a enriquecer sus importaciones, con un sin número tecnologías de punta. Las cuales modifican el desarrollo asiático, el cual gracias a su extensa población se ve acogido por muchas naciones que ven en la china nuevas y lucrativas oportunidades de negocio.

Sabemos que la realidad se presenta ante nosotros de forma poliédrica, o lo que es lo mismo, ofrece muchas caras. El caso del ascenso de China a potencia económica y política debe observarse desde múltiples perspectivas para así poder valorarlo con mayor objetividad.

China es ya la segunda economía mundial y, de seguir creciendo al ritmo actual, dentro de veinte años logrará sobrepasar a EE.UU.

De hecho, en muchos sectores, especialmente los que son intensivos en mano de obra, China es ya el actor global dominante. Es previsible que en el futuro no sólo retenga esa capacidad, sino que también añada sectores de tecnología media para posteriormente ascender hasta lo más alto introduciéndose en áreas en las que prima el conocimiento, que son las que tomarán las riendas de la economía mundial.

El ascenso de China como potencia económica es imparable.

Solo nos resta adaptarnos o ser absorbidos por el torrente que se avecina.

En El Siglo Chino, Shenkar explica cómo funciona la maquinaria china y cómo el ascenso del gigante asiático va a afectar a los gobiernos, empresas, consumidores y empleados de otros países, en especial a los de Estados Unidos. La obra tiene por finalidad analizar el impacto de China en empresas, empleados y consumidores del mundo por una parte y, por la otra, evaluar las alternativas con que cuentan las empresas e individuos para seguir siendo competitivos en el nuevo entorno.

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“EL SIGLO DE CHINA”

ODED SHENKAR

En el libro El siglo de China, tras una breve y creemos que significativa referencia a la historia del país más poblado del planeta, el autor examina los aspectos más relevantes de su espectacular crecimiento, empezando por una visión de la demografía y del medio ambiente. Como bases de un desarrollo que se manifiesta en cambios continuos de los aspectos estructurales más diversos desde el I+D+i hasta la exploración espacial, y la emergencia de poderosas multinacionales propias.  

En la obra Oded Shenkar, plantea cuál podrá ser el efectivo modelo de desarrollo de China tras su ya muy avanzada transición de economía de planificación central a sociedad más abierta, todavía con no pocas incertidumbres por resolver, incluido el futuro papel regulador del cambio por parte del Partido Comunista de China (PCC). En un contexto internacional de relaciones cada vez más estrechas, y no exentas de tensiones con EE.UU., Japón, India, Rusia y la Unión Europea.

Así, como el siglo XX fue considerado el periodo en el que Estados Unidos se convirtió en superpotencia, hay señales que para muchos permiten sugerir que este será el siglo de China. Uno de esos indicios ha sido el anuncio que se difundió por los medios internacionales, indicando que el Dragón de Oriente había superado el PIB nominal de Japón, convirtiéndose en la segunda economía del mundo.

La noticia confirma el dinamismo que China ha experimentado en las últimas tres décadas, desde la llegada al poder de Deng Xiaoping, en 1978. El espíritu aperturista hacia el comercio y la concepción de una nación que podría generar prosperidad, dentro de una estructura política bajo la tutela y la doctrina del Partido Comunista, le permitió a Xiaoping estructurar un marco de reformas que catapultaron a su país hacia la realidad de hoy.

Los dos sucesores de Deng, Jiang Zemin y el actual presidente, Hu Jintao, han sido fieles seguidores de una doctrina favorable al capital, y de una visión ordenada y evolutiva para hacer de su país la principal economía del globo.

Hoy, China no sólo es la segunda economía del mundo, es el principal exportador, el mayor receptor de Inversión Extranjera Directa, y a partir del presente año, el mayor consumidor de energía.

Como si fuera poco, este país es el más importante poseedor de deuda norteamericana, el mayor productor de Televisores, DVD, computadores y

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manufacturas, el más grande receptor de turistas, el gran generador de ingenieros y científicos, el principal consumidor de artículos de lujo y automóviles; y sus ciudadanos dedicados a estudiar inglés superan la población de Estados unidos. En pocas palabras, gracias a esta revolución jalonada por el aroma del capitalismo, en menos de treinta años, más de 400 millones de personas han salido de la pobreza. A pesar de todos estos logros, hay que ver la situación con cautela y sin euforia. Una de cada seis personas en el mundo son chinos, y este es el mayor desafío que tendrá la emergente potencia, porque a pesar de que su PIB nominal supera el de Japón, su PIB per cápita es tan solo de 3.600 dólares, una cifra similar a la de El Salvador.

Con esto, vale la pena ver en perspectiva si los fundamentos socioeconómicos con los cuales se ha consolidado un modelo de crecimiento serán sostenibles ante un incremento vertiginoso del ingreso y el consumo por habitante durante los próximos años.

China está experimentando una transformación social impresionante, detonada por una constante migración hacia centros urbanos y una expansión acelerada de la clase media. Esto, por supuesto, ha evidenciado serios problemas ambientales al haberse convertido, desde el año anterior, en el mayor emisor de gases efecto invernadero, y al sufrir serias amenazas de polución y contaminación de ríos y acuíferos subterráneos. Del mismo modo, los hábitos de consumo han ocasionado un aumento alarmante de la obesidad en niños y adultos, y se anticipan dificultades derivadas de la política del hijo único, cuando en el 2040, cerca del 40 por ciento de la población, supere los 65 años de edad. Desde un enfoque institucional, el país también enfrenta serios desafíos.

Las disparidades de ingreso y las precarias normas laborales han elevado, como nunca, las protestas de trabajadores en todo el territorio.

En cuanto a derechos individuales, son cada vez más los reclamos de estudiantes y activistas por una mayor libertad de expresión y asociación, e inclusive, más espacios de participación política que contrastan con las estructuras jerárquicas del Partido Comunista. Igualmente, en materia de ordenamiento económico, la reciente revisión del Artículo IV del Fondo Monetario Internacional sugirió la apremiante necesidad de replantear el régimen cambiario, permitiendo mayor flexibilidad, al mismo tiempo que recomendó fomentar el consumo doméstico, desmonte de subsidios y un reordenamiento tributario.

Al haberse convertido en la segunda economía global, las responsabilidades de China con el resto del mundo son mayores. Hasta ahora, su enfoque ha sido el de actuar prioritariamente en beneficio de sus intereses, sabiendo ocupar un papel discreto y tímido, y a ratos indiferente, frente a los grandes problemas internacionales. No obstante, si las tendencias siguen su cause, la potencia de Oriente deberá actuar coordinadamente, asumiendo compromisos y liderazgo activo con el resto de la comunidad internacional, porque su trayecto hacia convertirse en superpotencia afectará económica, social y ambientalmente al

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resto de la humanidad. Sólo si esto ocurre, tendrán razón quienes auguran la llegada del siglo de China.

Lo que presenciamos en la actualidad, sostiene “El siglo de China”, es el crecimiento sostenido y dramático de una futura potencia mundial, con una amplitud sin par en recursos, altas aspiraciones, fuerte posición negociadora y los medios financieros y tecnológicos necesarios para una expansión firme de un país que sabe de negocios. El impacto de la expansión china en los países del mundo será enorme, lo mismo que la necesidad de desarrollar estrategias para hacer frente a ese reto.

Algunos observadores, con base en distintos factores, como el consumo de energía, sostienen que la tasa de crecimiento de la China es en realidad más alta de lo que sugieren los datos oficiales.

En muchas industrias, sobre todo en aquellas que hacen un uso intensivo de mano de obra, la China es ya el país dominante. Sus fábricas producen el 70% de los juguetes del mundo, el 60% de las bicicletas, la mitad de los zapatos y una tercera parte de las valijas.

Por su tamaño, la China ofrece una vasta concentración de recursos humanos, no sólo en una oferta ilimitada de obreros sino también un gran número de ingenieros, científicos y trabajadores calificados.

Los Estados Unidos han venido mostrando un déficit en su comercio con el resto del mundo durante un cuarto de siglo, que se acerca a los 500.000 millones de dólares anuales, alrededor del 5% del PIB. Tienen un déficit considerable con la UE, el Canadá y el Japón, entre otros: pero su déficit con la China es el más grande y el que más aumenta. Una razón es el desplazamiento global de las operaciones fabriles a la China.

Más de la mitad de las exportaciones de la China se deben a multinacionales extranjeras que se han establecido allí, porque ellas son las que tienen los conocimientos, los niveles de calidad, la reputación y los canales de distribución. Muchas son compañías estadounidenses motivadas porque es más barato fabricar en la China.

La presión de la China sobre los mercados de los Estados Unidos va a ser más fuerte. Compañías estadounidenses que hasta ahora habían vacilado en trasladar su producción a ese país comprenden ahora que tal vez no les queda otro remedio si quieren segur en los negocios. Incluso empresas abastecedoras de las fuerzas armadas de los Estados Unidos comprenden que no tienen otro camino.

Mientras que los países industrializados se tranquilizan pensando que la China sólo amenaza la parte de uso intensivo de mano de obra, los países en vías de desarrollo ven que van a la zaga en la competencia por los dólares de inversión

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de los países desarrollados; tiemblan al ver cómo los inversionistas extranjeros cierran operaciones en su mercados y se las llevan a la China.

La ventaja de china en cuanto a bajos costos de mano de obra, una infraestructura moderna y los beneficios de escala basta para anular la ventaja de proximidad, de la cual gozaban países como México. Además, hay mucha preocupación por la influencia de la elite china de los negocios, sobre todo en los países musulmanes como Indonesia y Malasia. A raíz del impacto chino vendrán múltiples repercusiones que se sentirán como ondas de choque en todo el mundo: alza de precios de la energía y de los bienes primarios.

Con la China como líder de costos, los fabricantes extranjeros tendrán que igualar o mejorar el “piso de precios” chino, que se sustenta no sólo en mano de obra barata y en subsidios sino también en el uso masivo de la falsificación y la piratería. Esto deja pocas opciones a los manufactureros de los países industrializados. La primera es obtener de un productor chino una buena parte de los componentes y subconjuntos que necesitan, para bajar así el costo del producto terminado al punto que les permita seguir compitiendo. Esta tendencia ya es claramente visible en la industria automovilística estadounidense.

La segunda opción es trasladar sus operaciones a la China, para rebajar más aún los costos y obtener entrada al mercado Chino. Una tercera opción es encontrar otra base de producción, como la India o México, aunque rara vez ofrecen la combinación de ventajas de una base china. Una cuarta opción es automatizar o mejorar la productividad de cualquiera otra manera.

Un paraíso para el consumidor. Muchas de las líneas de productos, como las de los relojes de pulsera y las bicicletas, experimentaron una baja de precios sin precedentes. La liberación de artículos antes protegidos por patentes llevó al mercado a consumidores que antes no tenían con qué comprarlos.

La cuestión más inmediata para las compañías y los individuos no es cómo detener la marea de las importaciones chinas sino cómo permanecer competitivos.

La larga historia China arroja luz sobre su actual manejo de los negocios, la ciencia y la economía. Entender ese pasado es vital sobre lo que vemos hoy. Tres períodos se destacan:

El período imperial que duró más de dos milenios El período de humillación extranjera, en los siglos XIX y XX Las tres primeras décadas del régimen comunista, desde 1949 hasta el

lanzamiento de las reformas de fines de 1978.

La China bajo el comunismo. El primer período, de 1949 a 1955-56, fue de reconstrucción y transición. El segundo período, de 1955-56 a 1958-59 fue una réplica del rígido modelo soviético, acompañado por la importación de tecnología

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e ideas soviéticas y apoyadas por la educación en Rusia de muchos chinos. El tercer período fue el del Gran Salto Adelante, de 1958 a 1960, que posteriormente los chinos llamaron el Gran Salto Atrás. Fue una desastrosa aplicación de la ideología maoísta, en la cual la producción se desalojó hacia los campos. Otro desastre fue la Revolución Cultural de 1966, cuando Mao lanzó a sus Guardias Rojos contra los intelectuales y los funcionarios más antiguos y disolvió el sistema educativo y gran parte de la economía organizada. La campaña duró hasta 1968, pero sus consecuencias perduraron hasta 1975 y siguieron afligiendo a la China durante varias décadas.

Oficialmente la China emprendió el camino de la reforma en octubre de 1978.

La China de hoy, en un sentido cultural, económico y geopolítico comprende a la República Popular como núcleo y centro de una China Mayor en la cual se incluyen a Hong Kong, que desde 1997 es una Región Administrativa Especial y Taiwán, vista como una provincia rebelde que debe volver a unirse con el continente bajo un acuerdo de “un país, dos sistemas”. La China también mantiene una relación especial con Singapur. Las economías de Hong Kong y de Taiwán están bien integradas con la de China continental. El concepto de China Mayor encaja bien con la visión política de una futura potencia mundial que al cabo reemplazará a la Unión Soviética como contrapeso al poderío estadounidense.

La china se ve a sí misma como una potencia económica emergente y está resuelta a superar cualquier obstáculo que se oponga a esa meta, ya sea reformando su sistema financiero o acelerando la privatización del sector oficial. Apenas en los años 90 se dictó una ley de quiebras y apenas en 2003 el liderazgo resolvió otorgar a las empresas del sector privado los mismos derechos de los cuales gozan las del sector oficial. Pronto la China estará preparada para pasar a la siguiente etapa, de la contratación externa al desarrollo y diseño y luego a la producción con marcas registradas. Mientras tanto, el sector de servicios sigue subdesarrollado. Estando además en su infancia, la red protectora de la seguridad social y la sólida red financiera y de seguros que son vitales para su futuro desarrollo.

La China tiene un territorio enorme sin explotar, con una inmensa oferta de trabajadores, lo cual le permitirá subir en la escala tecnológica sin sacrificar su actual ventaja de costos. De esta manera, China se servirá de su dominación en la producción de uso intensivo de mano de obra para hacer avanzar las industrias del futuro. Además de tener a Hong Kong y Taiwán (y en menor grado a Singapur) como proveedores de capital y catalizadores de conocimientos. La China tiene la ventaja de contar con inversiones extranjeras, que el Japón rechazó por temor a la dominación foránea.

Hong Kong. Durante un siglo y medio fue una colonia británica y sirvió de puerta de entrada a la China. En las décadas de 1960 y 1970, fue un próspero centro manufacturero que producía bienes de bajo costo. Las empresas de Hong Kong

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aprovecharon su vecindad y trasladaron algunas operaciones de manufactura a la China continental. Ha mostrado importantes cualidades, entre ellas la experiencia de ascender en la escala tecnológica por medio de la educación superior, el traslado de la producción a localidades de menos costos, un vigoroso espíritu empresarial y la capacidad de desarrollar y manejar negocios pequeños lo mismo que conglomerados globales muy grandes. Ha demostrado igualmente que con grandes reservas y firme perseverancia es posible defender un tipo de cambio controlado.

Taiwán. Empezó a entrar en la economía global como productora de bajos costos. Poco a poco desarrolló habilidades tecnológicas, ej. los computadores portátiles. Otro factor que le ayudó, lo mismo que a Hong Kong y Singapur, fue que sus exportaciones eran principalmente de insumos intermedios para incorporarlos en bienes terminados y se vendían con otras marcas de fábrica. En cambio las exportaciones japonesas eran más que todo de productos finales.

Singapur. Se parece a Hong Kong por su pequeño tamaño, su mercado relativamente libre y su posición como zona franca. Es un centro manufacturero de alta tecnología y se esfuerza como Hong Kong por atraer proveedores de servicios y por fortalecer su posición como sede regional de muchas empresas multinacionales. Su población es china en casi un 80%.

Es una democracia, con un liderazgo patriarcal, mucha socialización, énfasis puesto en la disciplina y supervisión realizada por una burocracia competente, prestigiosa y muy bien remunerada.

Corea del Sur. El único miembro no chino de los tigres. Pasó de ser una economía agraria a ser un gran centro industrial, al mismo tiempo que mantiene grandes gastos para la defensa nacional. La modernización la encabezaron los conglomerados de propiedad familiar que con generosa ayuda del gobierno crecieron hasta adquirir enorme tamaño. Ej. LG y Samsung.

La China tomó nota del impulso que recibieron las exportaciones coreanas de la devaluación del won durante la crisis asiática, y eso se recuerda como otra razón para resistirse a las demandas de valorizar el yuan.

La crisis asiática. No solo fue una “crisis financiera” fue también una falla institucional y administrativa que puso al descubierto debilidades tales como el nepotismo, la corrupción, la falta de transparencia y la debilidad en la dirección. En toda la región fue preciso cambiar de sistemas.

La China y la India. La India ha tropezado una y otra vez, justo cuando parecía que al fin estaba tomando en serio la reforma y el abandono de asfixiantes reglamentos oficiales y del proteccionismo. Más recientemente ha vuelto a figurar con relatos de reestructuración económica. Sus éxitos, especialmente en materia de software, le han ganado visibilidad y hasta una predicción de que alcanzará a la China e incluso la dejará atrás.

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Continuando con la China. A la inversión extranjera se le asignó una función clave en la transferencia de tecnología, y una de las primeras cosas que hizo el liderazgo reformista fue dictar una ley sobre operaciones conjuntas que concedía prioridad a la inversión para actividades de uso intensivo de tecnología y exigir incluir en ellas un socio chino. Gracias al atractivo de su gran mercado doméstico, pudo obtener tecnología en una escala sin precedentes en ningún otro país en vías de desarrollo, culminando en la fundación de centros de investigación y desarrollo. A fin de acelerar el traspaso de tecnología extranjera, se ofrecieron incentivos y privilegios especiales a la inversión en proyectos de uso intensivo de tecnología.

Como dijo un funcionario chino que el problema de su país era el “material humano”, el se refería a que sin actualizar la base de recursos humanos, era inútil, o por lo menos de escaso valor, invertir en nuevos equipos o modernizar los procesos. Para mejorar su “material humano”, la China emplea dos estrategias: una reforma fundamental del sistema educativo y un gran esfuerzo por atraer a la patria a los muchos científicos e ingenieros que salieron del país en busca de oportunidades de educación en los países industrializados.

Se buscó además preparar estudiantes chinos para la economía global, estimulándolos para que estudien en el exterior, sobre todo en ciencias y en ingeniería. Finalmente, las más importantes universidades e instituciones de investigación de la China, que el gobierno designa como las 100 mejores, se han beneficiado con la ayuda de muchas multinacionales. Solo en los Estados Unidos, en el año 2002 – 2003, había 65.000 estudiantes chinos y otros 36.000 de Taiwán y Hong Kong. De Singapur, 160.000 estudiantes salieron al exterior en 2002.

Falsificaciones. En 1998, se calculaba que la venta de productos pirateados o falsificados ascendía a 16.000 millones de dólares al año; posteriores informes elevaban esta cifra a 24.000 millones de dólares. Más de la mitad de las motocicletas que se venden en la China son imitaciones de marcas japonesas como Honda y Yamaha. Lo mismo se puede decir de otros productos como cuchillas de afeitar, teléfonos celulares, gomas de mascar, champú, discos DVD y programación para Windows XP.

Productos relacionados con la seguridad, como los repuestos para automóvil y los medicamentos, también se falsifican. La autoridad central no está dispuesta a proceder contra una industria que emplea a millones de personas. Otra práctica corrupta que sostiene la producción y flujo de bienes falsos es el contrabando. Según algunos cálculos los artículos falsos representan cerca del 7% del comercio global. China se niega a detener la exportación de bienes falsificados aun cuando se le presenten pruebas evidentes.

El surgimiento chino. En los Estados Unidos, la China es la líder en las categorías de calzado, juguetes y muebles de madera y con la expiración del

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acuerdo sobre multifibras y el ingreso de la China a la Organización Mundial del Comercio, se prepara para apoderarse de los tejidos y la ropa. Cuando se eliminaron las cuotas de maletas de viaje de fibras artificiales, el precio unitario cayó a la mitad y la participación de la China aumentó cinco veces.

En el mismo período, las importaciones de maletas hechas en México a los Estados Unidos cayeron a la mitad y obligaron al cierre de varias fábricas. China aumentará su participación en el mercado global de ropa su actual 17% al 45% en la segunda mitad de la década.

La mayor parte de los miembros de la Asociación de Países del Sudeste de Asia tiene superávit de comercio con la China, a la cual le venden todo. Los países de América Latina, del subcontinente indio, de Europa oriental y de las antiguas repúblicas soviéticas, del África, el Oriente Medio y el Asia Central están apeteciendo grandes cantidades de productos chinos.

Una manera de hacer frente al reto de la China es una alianza entre un fabricante de un país desarrollado, que posee tecnología, los procesos necesarios y el mercado, y un productor de un tercer país que cuenta con una base más baja de costos.

Los costos no son sólo los de mano de obra, estos apenas representan un 10%, ni el único criterio para tomar una decisión cuando se trata de hacer una inversión; también son importantes el ambiente de impuestos y los reglamentos, la proximidad a los clientes y la disponibilidad de experiencia.

En general, las compañías estudian tres factores: las condiciones del lugar de destino (como los incentivos para la inversión y el régimen tributario); las condiciones del punto de partida (como los costos unitarios); y los costos de cerrar la producción en el punto de origen.

Pago por hora de manufacturación, 2002: USA $ 21,33, Europa 20,18, Japón 18,83, Corea 9,16, Singapur 7,27, Taiwán 5,41, Brasil 2,57, México 2,35, China 0,69.

La ventaja en materia de costos laborales en la China se aplica también a los empleos relacionados con tecnología. En 2002, el sueldo de un ingeniero chino era por término medio de sólo 8,135 dólares, ocho veces menos que el nivel general en los Estados Unidos.

Mientras que el Japón y Corea abandonaron gradualmente los sectores de artículos baratos para captar los márgenes altos, la China ha empezado a pasar al extremo superior sin abandonar el extremo inferior. La amplitud de la oferta es especialmente atractiva para los grandes importadores y minoristas de los Estados Unidos, que buscan un mismo abastecedor para satisfacer diversas y cambiantes necesidades. Además de ofrecer mayor diversidad de productos, la

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China ha penetrado con mayor rapidez que los países que la precedieron en los mercados globales.

Empezó por aprovechar una inversión extranjera mucho mayor y confió en las exportaciones de las multinacionales con avanzada tecnología, marcas registradas bien conocidas, canales de distribución ya establecidos y conocimiento íntimo de los mercados globales. Los productores chinos evitaron la costosa necesidad de crear identidad de marcas de fábrica, redes de distribución y de servicio, vendiendo en cambio bajo el nombre de otro.

La demanda china está presionando hacia arriba los precios del cobre, el titanio, el níquel, el caucho, el mineral de hierro, el acero, el carbón y el petróleo, y hasta el cartón. Así como la inversión pasó de la agricultura a la manufactura, una buena porción del capital y de los recursos humanos se desplazarán en China al sector de servicios.

Proyección optimista. Se pide insistentemente una modificación gradual del tipo de cambio y hay indicios de que el gobierno analiza esta medida para evitar una eventual inflación monetaria. Vendrán al mismo tiempo otras medidas para abrir el mercado chino y para abandonar paulatinamente los subsidios; también habrá que hacer un esfuerzo serio en comprar lo estadounidense, a fin de lograr que el déficit disminuya y aliviar las presiones inflacionarias.

Proyección pesimista. Se habla de una crisis entre los Estados Unidos y la China, que culminaría en un choque con consecuencias económicas, políticas y de seguridad nacional. Presionados por la pérdida de empleos, el gobierno y el Congreso de los Estados Unidos podrían adoptar medidas proteccionistas, arancelarias u otras, e ir más allá de las cuotas aprobadas por la OMC.

Los sindicatos obreros americanos continuarán atacando la violación de los derechos humanos y a la vez, China continuará defendiendo su industria. No es probable que el Asia, ni Europa respalden ninguna posición agresiva contra China. La opinión pública mundial tampoco ayudaría.

Muchos seguirán viendo a Estados Unidos como el negociante desleal.

Sintiéndose cada vez más aislados, los Estados Unidos sintonizarían opiniones locales más bien que las internacionales. La China podría llegar a inundar los mercados con sus inmensas reservas de dólares y producir una crisis de esta moneda y una crisis financiera global. Esas reservas llegaban a finales del año pasado a US$ 1 billón de dólares y ahora se han incrementado en cerca del 30%. Tal composición de lugar es posible, pero no probable.

Una baja en la tasa de crecimiento de la China la lanzaría a una crisis de empleo. Por otra parte, la desigualdad entre el litoral y el interior del país y entre los ricos y pobres está aumentando día a día, lo cual podría aumentar el resentimiento y erosionar más aun la frágil legitimidad del régimen comunista.

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En tal ambiente, una fuerte y súbita valorización de la moneda podría causar intranquilidad social e iniciar una violenta reacción. Una caída en la demanda interna haría que la China arroje su inmensa capacidad a los mercados mundiales, y dado el exceso mundial de capacidad en muchas industrias, el impacto sería devastador.

Los competidores extranjeros se verían obligados a vender con pérdida, los gobiernos fijarían aranceles de emergencia y los exportadores verían menos mercados abiertos. El resultado final sería una depresión mundial.

Una consecuencia crucial del actual auge de la China será la crisis de algunas economías en vías de desarrollo que encuentran difícil competir con ella en exportaciones y en atraer inversión. Países que viven de industrias de uso intensivo de mano de obra, sobre todo la de ropa, serán duramente golpeados. Un punto crucial, es mientras la China desregulariza su economía, en Latinoamérica poca importancia se le presta a este factor.

Las naciones latinoamericanas, encabezadas por México, ven evaporarse algunos de los beneficios del NAFTA por los cuales tanto se luchó, y a no dudar ejercerán presión sobre los Estados Unidos para que limiten las importaciones de la China. Si México y sus vecinos del sur siguen perdiendo empleos fabriles, aumentará la inmigración ilegal a los Estados Unidos, pero los inmigrantes encontrarán esta vez menos oportunidades.

El verdadero gran salto adelante de China a partir de 1978 permitió un acelerado desarrollo de las importaciones, las inversiones, el consumo de petróleo y un cambio de modo de producción por el abandono gradual del socialismo. El crecimiento del PIB desde 1978 a 2006 se calcula en un 9,5 por 100 anual, un efecto acumulado pues, sobre el año base, de nada menos que 1.269 por 100 en veintiocho años. En esa senda, hacia 2020, China estará pisando los talones a Estados Unidos en términos de PIB.   

China nunca ha sido un gigante dormido. Siempre ha sido un gigante, pero siempre despierto.

La gran diferencia está en que muy pocos se detuvieron a pensar en lo que surgía entre la muralla más impresionante jamás construida, miles de años de historia y sorprendentes edificaciones, que hoy advierten sobre el poder económico que brota hoy China.

Hoy, el éxito de China emana en todas las áreas: tecnológica, industrial, comercial, de mercados, y cultural.

CONCLUSIONES

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El libro “El siglo de china”, muestra cómo China está restableciendo su antigua gloria imperial al desarrollar tecnología moderna y economías de mercado en un sistema no democrático, controlado por el Partido Comunista y la burocracia. Dentro de veinte años, posiblemente mucho antes, China será la economía más grande del mundo.

En la actualidad presenciamos el crecimiento constante y espectacular de esta futura potencia mundial, con una variedad de recursos sin igual, altas aspiraciones, fuerte posición negociadora y los medios financieros y tecnológicos necesarios para una firme expansión.

El impacto de la expansión china en los demás países, en los desarrollados y en los que están en vías de desarrollo, será enorme, lo mismo que la necesidad de desarrollar estrategias para hacer frente a ese reto.

Las ideas y los pensamientos de Deng Xiaoping se basan en la honradez, la propiedad, la sabiduría y la fidelidad.

China sigue creciendo y debemos conciliar acuerdos con esta gran potencia para que nuestro pueblo pueda vivir mejor.

El ejemplo de China debemos de tenerlo como guía para salir adelante, que bueno sería que todos los ciudadanos de nuestro país leyeran este articulo y conocieran el avance que ha obtenido China, con unas políticas rectas y con el apoyo de todos los ciudadanos están creando la gran potencia mundial, que en unos pocos años en todo el mundo se verán productos Chinos.

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Autor: Oded Shenkar

Oded Shenkar dirige la gerencia de Negocios Globales de la Ford Motor Company y es profesor de Administración de Recursos Humanos en el Fisher College of Business de la Universidad del Estado de Ohio. Ha estudiado a China durante más de 30 años y ha publicado muchos artículos y libros sobre temas relacionados con ese país, entre otros Organization and Management in China 1979-1999 e International Business in China (en colaboración con L.

Kelley). Es miembro del comité editorial de Academy of Management Executive, Journal of Cross-Cultural Management, Journal of International Business Studies, Management International Review, Human Relations and Organization Studies, entre otras publicaciones, y es consultor editorial de Management and Organization Review, la revista de la International Association for Chinese Management Research.

Shenkar asesora a empresas multinacionales, lo mismo que a firmas emprendedoras en los Estados Unidos, la Unión Europea, China, Japón y Corea del Sur. También ha trabajado con gobiernos nacionales y estatales, lo mismo que con organizaciones internacionales. Es miembro de número de la Academy of International Business y miembro del Conference Board Council of Integration Executives. Es B.A. y MSc. de la Hebrew University en estudios de Asia Oriental y sociología, y Ph.D. de Columbia University, en Nueva York.

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BIBLIOGRAFÍA

Shenkar, Oded. El siglo de China: la floreciente economía de China y su impacto en la economía global, en el equilibrio del poder y en los empleos. Bogotá, Norma, 2005.

www.norma.com

www.pergaminovirtual.com.

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www.portafolio.co/archivo/documento