encuentros en la tercera fase [11781]€¦ · la voz pertenecía al miembro de más baja estatura...

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Steven Spielberg Encuentros en la tercera fase Título del original: Close Encounters of the Third Kind Traducción: Mª Antonia Menini Cubierta: Yzquierdo Círculo de Lectores, S.A. © 1978 Ediciones Grijalbo, S A. Depósito legal B. 10326-1978 ISBN 84-226-0987-8 Edición no abreviada Licencia editorial para Círculo de Lectores por cortesía de Ediciones Grijalbo

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StevenSpielberg

Encuentrosenlatercerafase

Títulodeloriginal:CloseEncountersoftheThirdKindTraducción:MªAntoniaMeniniCubierta:Yzquierdo

CírculodeLectores,S.A.©1978EdicionesGrijalbo,SA.DepósitolegalB.10326-1978ISBN84-226-0987-8EdiciónnoabreviadaLicencia editorial para Círculo de Lectores por cortesía de Ediciones

Grijalbo

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1

Siete desdichadas figuras emergieron de un cegador remolino de arena dedesiertoysalvia.Susborrosasimágenesaparecíanydesaparecíanentretoneladasde tierra revuelta.Tres estupefactos policías federales estaban aguardando a laentrada de Sonoyita, la ciudad de un solo caballo del norte de México.Rebuznando y tirando histéricamente del poste al que estaban amarrados, losburrosintuyeronotraintrusiónyempezaronacoceartodoloqueteníanalavista.Las figuras se encontraban ahora casi junto a ellos y todos pudieron ver lasiniestra imagen del primer edificio de aquel misterioso cruce del desierto.Arriba,elsolindicabaqueeraelmediodíaperosucolorerarojosangre,ajuegocon un viejo letrero de neón de la «Coca-Cola» que había en el interior de laestructuradeadobedeunacantinaoasis.Laprimerafiguraqueemergiódeentreelvientomedíaalgomásdemetroochentaysaludóalostresagentesdepolicíamexicanosconuna leve inclinacióndecabezayunaandanadade irreprochableespañol.

—¿Somoslosprimerosenllegar?—gritóelhombrevestidodecaquiensuespañol de escuela superior. Sus prismáticos estilo Rommel y su sombrero decueroocultabansunacionalidad—.¿Somoslosprimerosaquí?

El sorprendido policía le contestó señalándole con el dedo hacia el surdonde otro grupo de exploradores estaba surgiendo del enrarecido aire. En lasafuerasdeSonoyita,enmediodeunatormentadearena,en1973,losdosequipossereunieron,catorceentotal.Brevesapretonesdemanosyvocesdiscretas.

—¿Estáconustedelintérpretedefrancés?Elocultorostroposeíaunavoznorteamericana,ligeramentebucólica,talvez

deOhio-Tennessee.—Sí,señor.Hablofrancésperonosoyintérpretedeprofesión.La voz pertenecía al miembro demás baja estatura del equipo que había

llegado en segundo lugar y en ella se percibía un leve matiz de temor.Esforzándoseporcompetirconelaullidodelviento,DavidLaughlin levantó lavozyéstaempezóaadquirirmayorseguridad.

—Miocupacióneslacartografía,latopografía.Soycartógrafo.Cartógrafo.—¿Habla usted francés, señor? ¿Puede traducir del inglés al francés y del

francésalinglés?—Siempreycuandohableusteddespacioy tengaencuentaquenoespor

esoporloquemepagan.

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Interrumpiendo sus palabras, le tendió la mano al cartógrafo y empezó ahablardificultosamenteeninglésconacentofrancés.

—¿Esustedmonsieur...mmm...Lug-line?—Mmm... Laughlin —le corrigió Laughlin cortésmente al tiempo que le

estrechabalamano.Algohabía en la vozdel francésque invitaba a responder con suavidady

cautela.-Ah,oui—dijoel francés, riéndosecasien tonodedisculpa—.Oui, oui,

pardon.—Después añadió en francés:— Señor Laughlin, ¿cuánto tiempo llevaustedennuestroproyecto?

Laughlin se enorgulleció de poder contestar a la pregunta y eligió laspalabrasconcuidado.

—Desde que mi país se asoció con los franceses en el 69. Asistí a lasconversaciones deMontsoreau la semana en que los franceses se apuntaron eléxito.Felicitaciones,señorLacombe.

Lacombesonrió,perolosmiembrosdelequipoestabandeseandoproseguirla marcha, ansiosos de ver aquello por lo que habían acudido hasta allí.Comprendiéndoloasí,elseñorLacombeechóaandaryempezóaconversarconLaughlinconlamismarapidezconqueandaba.Lehizounaseñaaotromiembrodelequipoy,alospocossegundos,RobertWatts,elguardaespaldaspersonaldeLacombe,sedetuvojuntoaéste,todocubiertodearena.

—Robert,écoutemonsieurLaugh-line.—Sí,señor.—DígaleaRoberteninglés,señorLaughline,esoqueyovoyadecirleahora

enfrançais.Alors.Lacombe pronunció unas rápidas frases en francés y Laughlin las fue

traduciendo al inglés con apenas una sílaba de retraso en relación con lasdistintaspalabras.

—Va usted a traducir no sólo lo que yo diga—anunció Lacombe—, sinotambiénmissentimientosyemociones.Deboserentendidoperfectamente.

Másadelante,losfederalesmexicanosseencontrabangritandoyseñalandocosasenunazonaqueahoraestabasiendoazotadaporunosvientosdeochentakilómetrosporhora.Habíatantopolvoenlosojosdetodosqueelprimerobjetoles pareció intermitentemente una libélula con una anchura de alas de quincemetros. Los hombres se acercaron cautelosamente y la fantasmagórica figuraempezóadecirlesloqueapenasveinticuatrohorasantesnohabíansidomásquerumores.

Algoseencontrabaenelcaminosobreloqueparecíanserunasruedascon

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alas,colayhélice.Habíaunossímbolosen loscostadosyunosnúmerosen lasalas.Detrássuyo,cuandoelrojovientosecalmó,habíaotrosseisiguales.Eranunos bombarderos de la Marina Avenger Torpedo Grumman T-3 deaproximadamentelasegundaguerramundial.

La expedición se detuvo. Lacombe se adelantó varios pasos y levantó lospolvorientos prismáticos. Ahora se respiraba a su alrededor una curiosaatmósferadepaz.Elfrancésestabacontemplandoelespectáculosininquietudnipasividad. Su rostro resultaba incongruentemente juvenil a pesar de suenmarañadocabellogris.Unasprofundasarrugasseiniciabanjuntoalasventanasdesunarizparaterminaraambosladosdesuboca.Y,mientrastratabadedecidirloquehabíaquehacer,pareciócomosidichasarrugasseacentuaran.Lacomberespiróhondo,sesecólaarenadelalenguaconelreversodelamano,sepusounguanteesterilizadodepolietilenoyledioaLaughlinlaprimeraordenconelfindequeéstelatransmitiera.Laughlinasintiórápidamentetrasescucharelprimertorrentedepalabrasylesgritóatodoslosqueseencontrabanallí:

—Quierolosnúmerosdelosbloquesdelmotor.Laughlin se preguntó si no habría cometido un error de traducción, al no

transmitir la orden refiriéndola a «él». A nadie pareció importarle. En pocossegundos,catorcemiembrosdelequiposeacercaronalasalasylacolaabriendoescotillasydesenroscandotornillos.TodoelmundollevabaguantesPlaytex.Untécnicoretirólacampana.Estaseabriósinunasolaabolladura.Lasacanaladurasyloscojinetesdebolasestabancomonuevos.Consuguantedepolietileno,unode los técnicosutilizóunaspinzasquirúrgicasparaextraeruncalendarioocultobajoeltablerodeinstrumentos.Erauncalendariodepropaganda:«TradeWindsBar,Pensacola,Florida.»Perolomejoreralafecha.

—Señor Lacombe —gritó el técnico enguantado con la emoción deldescubrimiento—,¡estáfechadoenmayo!

- Quoi? —preguntó Lacombe dirigiéndose a Laughlin para que se lotradujera.

Peroeltécnicofuemásrápido.—Demayoadiciembrede1948.Lacombeloentendióperfectamentey,conrostroradiante, letransmitióuna

ordenaLaughlin.Laughlinpalidecióylesgritóatodoseninglés:—Comprobadsihaypetróleo...gasolinaenlosdepósitos.Comprobadsila

gasolinaestáencondicionesdesoportarlacombustión.De pie junto a Laughlin se encontraba el guardaespaldas con los brazos

colgandoengestodeasombro.—Jesús.Estosnenesseencuentranenperfectoestado.Unavozrasgóelaireentonodetriunfo.Eraunavozconacentosureño.

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—AE 3034567. ¡Caray! AE 29930404. ¡Dios mío! AE 335444536. ¡Québarbaridad!

Laughlinsuprimiólasinterjeccionesyalguiencomparólosnúmerosconlosqueteníaanotadosenunahojadepapel.

—Losnúmerosdelosbloquesdelmotorcoinciden.Aligualquelosdelasalas.

Lacombeseechóhaciaatráselsombreroqueleprotegíadearenalanarizyla garganta. Sus ojos brillaron como el fuego en el momento en que alguiencomprobó el funcionamiento de los faros de aterrizaje delGrumman.Los farostrazarondoshacesgemeloseneldensoaire.

- C'est possible?— exclamó Lacombe golpeándose los costados con lasmanosmientrasLaughlin,aturdidomásalládetodalógica,rozabaconelcodoaRobert,elguardaespaldas.

—¿Quiereustedponermealdía?Robertseinclinóconfidencialmentehaciaél.—Eselvuelo19.—Siga.—Elvuelo19.¿Nolosabeusted?Eslaescuadrilladeavionesquedespegó

de Pensacola para efectuar unasmaniobras de adiestramiento enmayo del 48.Jamásvolvióasabersedeellos.Hastahoy.Imagínese.

—Pero,¿dóndeestánlospilotos?¿Dóndeestálatripulación?Robert no conocía la respuesta y se limitó a encogerse de hombros en el

momento en que empezaron a escucharse unos gritos ininteligibles a escasadistanciadellugarenelqueellosseencontraban.Lacombeseacercócorriendo,seguido de Laughlin. Los tres federales habían descubierto algo. Una diminutaforma acurrucada junto al umbral de la cantina. Los policías mexicanos no secallabanyensusgritossepercibíaunanotadepánico.LacombemiróaLaughlinenbuscadeayuda,peroDavidnotuvomásremedioquesonreír.

-Jeneparlepasespagnol.Françaisetanglaisseulement.HablóentonceselseñorTennessee-Ohio.—Dicenqueestehombreestabaaquí.Dicenqueestuvoaquídosdías.Dicen

queviocómoocurrió.Aquello fuemásde loqueLacombeo cualquierotro esperaba.El francés

hincó una rodilla y, con mucha suavidad, sostuvo con su mano enguantada labarbilla de aquel desdichado. El mexicano levantó por sí mismo la cabeza.Estaballorando,peroesonofueloquellamólaatencióndeLacombe.Lamitaddel rostro de aquel hombre presentaba un encendido color rojo cereza, todacubiertadeampollasdesdelafrentehastalaclavícula.Eralapeorquemaduradelsolque jamáshabíavistoLaughlinenun rostrocurtido, tanacostumbradoa los

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ardientesveranosdeMéxico.Lasmanosdelhombretemblabanydesucuerposeescapaba cierto hedor que indujo a Lacombe a dirigir la mirada hacia losacartonadospantalonesdelmexicano.Estesehabíaorinadoenelloshacíaunratoy,allevantarelrostroparahablar,volvióamojarseinvoluntariamente.Eltristeydesolado individuo juntó los labios, introduciendo aire a través de sus cuerdasvocales enundesesperado esfuerzopor decirlo.Y, al pronunciar la palabra enespañol,elhombrerompióallorar.

-Qu'est-cequ'ildit?—preguntóLacombeenvozbaja.Laughlinmiróalnorteamericanoqueconocíaelidioma.Peroésteseencogió

de hombros y le dirigió una pregunta al pobre miserable que se encontrabaacurrucadoasuspies.Unavezmásseescuchócrujir lamismapalabraentreelinsoportable hedor de orina. Lacombe era un hombre paciente, pero elnorteamericanoestabatardandodemasiadoentransmitirlapalabraalosdemás.IntervinoLaughlin.

—¿Quéesloquehadicho?¿Quépalabrahapronunciado?El norteamericano arqueó las cejas y emitió un suspiro junto con la

traducción.—Música.—¿Cómo?—Esloúnicoquehadicho.Música.Vayaustedasaberloquehabráquerido

decir.

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2

BarryGuiler,decuatroaños,estabateniendounamalanoche.Lasuavebrisade Indiana que penetraba flotando a través de la ventana entreabierta de sudormitorio le despeinaba el flequillo. Se escuchaba un suave pero persistentezumbido que, procedente de algún lugar de la estancia, turbaba su sueño. Derepente,undelicadoresplandorrojizoleiluminóelrostroyBarryabriólosojos.

En lamesilladenochesituadaal ladode lacama,unode losestropeadosjuguetes de Barry había adquirido vida. Era un monstruo de Frankenstein queestaba levantando lasmanoscomodisponiéndoseaatacarcuando,bruscamente,selecayeronlospantalonesysurostroseruborizóintensamente.

BarryseincorporóenlacamacontemplandoalFrankensteinydespuésmiróa su alrededor. Tenía diseminados por toda la estancia muchos juguetes defuncionamiento por baterías —un tanque Sherman, un buque lanzamisiles, unvehículo de la policía con luz roja en la capota y sirena, un modelo 747, unborracho abrazado a una farola y chupando de una botella— y todos ellos seestabanmoviendo,iluminándoseyzumbando.Porsímismos.

Barrysemostrabaencantado.Sutocadiscosseanimósúbitamente,dejandoescaparlasnotasdeunatintineanteversióndelamelodíade«Abrete,Sésamo».

Barry empezó a reír y a batir palmas.Después, saltó de la cama y corrióhacialaventanaabierta.Fuera,enladistancia,escuchólosladridosdeunperro;sinembargo,elpatioposteriordesucasaaparecíaoscuroyenabsolutosilencio.

El dormitorio de Barry se encontraba situado al fondo de un pasillo.Dominadoahoraporlaoscuridad,elniñosalióalpasilloytrotóhaciaelsalón.Laestanciaseencontrabaaoscuras,conlaexcepcióndeunapequeñaluznocturnade color azul. Barry percibió, no obstante, que algo era distinto, que algo seencontrabafueradelugar.Todaslasventanasdelsalónestabanabiertasdeparenparylabrisanocturnarespirabaatravésdelascortinasdeencaje,agitándolasdeunamaneramuyextraña.ElsiguientedetallequeBarryobservófueeldequelapuertaprincipaldelacasatambiénsehabíaabiertodeparenparylalámparadelporchebrillabaconintensidad,destacándosecontralanegruradelanoche.

Apesardetodasaquellascosastanextrañas,elchiquillonoestabaasustado.Sentíadeseosdedivertirse.Sepercibíauncuriosooloratravésdelasventanasyla puerta abierta. Un poco parecido al del aire cuando había habido muchostruenos y relámpagos. Pero Barry no creía que acabara de producirse unatormentadeverano.Nohabíaoídonada;nohabíaoídocaerlalluvia.Y,además,

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aquelloeradistinto.Decidióacudiraverquéestabaocurriendoen lacocina. ¡Vaya!Todas las

ventanasde allí estaban también abiertas y el viento soplaba conviolencia.Lapuerta trasera se encontraba entornada y golpeteaba contra la cadena deseguridad. ¡Pero aquello no era nada! El portillo del perro Bingo había sidoarrancado de sus goznes y se encontraba en el suelo y Bingo no estaba en suyacija,alladodelfrigorífico.

El frigorífico tambiénaparecíaabiertoyhabíamuchacomida—unenvasedecartóndeleche,algunas«Coca—Colas»,mantequilla,unrecipientedequesodegranja,salchichón,sobrasdelacena—formandodesordenadosmontonesenelsueloydejandoundesigualrastrohastaelportillodelperro.Barryrecogióunachocolatina medio derretida. Pero entonces algo llamó la atención de Barry.Variosalgos.Barrysevolvió.Lachocolatinaselecayódelamanoabiertaysederramó por el linóleo. El chiquillo retrocedió con tanta rapidez que cerró degolpeelgranfrigoríficoconsudiminutocuerpo.Esperócuidadosamente,conlossuaves ojos inmóviles.Y entoncesBarryGuiler sonrió.Una tímiday juguetonamiradaqueparecía invitara... responder.Barrymiróunpoquitomás... se rióyapartólamirada...unamiradafurtiva...másrisas...otramiradafurtiva.Unnuevojuego.Barrymiródespuésconintensidad,oscilandohaciaadelanteyhaciaatrássobresustalonescomounchimpancé,ygiróenredondo,ladeandolacabezaantesdegirarlamuydespacio.

—¿Así? ¿Así? —Era valiente.— ¡Buuu!—gritó, haciendo su mueca mástemible—.¡Grrrrr!

Unamuecaespantosa...sumuecamásespantosa.

Jillian Guiler se encontraba durmiendo en su habitación. Jillian llevabaenfermadegripetodalasemanaysucabeza,sucamaylaestanciasehallabanenun estado de desorden general. La casa en la que vivían Jillian y Barry erapequeñayselevantabaenloaltodeunadelassuaveslomasdeaquellazonaruraldeIndiana.Enrealidad,setratabadeunacasamuyfácildellevar,peroJilliansehabía sentido muy mal toda la semana y había descuidado un poco las tareasdomésticas.

En su dormitorio, todo se encontraba en cualquier sitio menos en el quehubieradebidoestar.Elmismovientoquehabíaestadojugandoporelrestodelacasa irrumpió súbitamente en la habitación de Jillian arrastrando consigo ydejandocaeralsuelounos«Kleenex»yunpardedibujosalcarbóndeBarryamedio terminar. En la mesilla de noche se amontonaban las pastillas, losaerosolesnasales,mediobocadilloyunalatade«Coca-Cola».

Jillian empezó a medio despertarse en aquel estado mental que suele

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producir la gripe: cansada pero no soñolienta, pensando pero no con excesivaclaridad,concapacidadparahaceralgoperosindeseodehacerlo.Seencontrababajo lassábanaspero llevaba todavíaunabata.El televisorestabaencendidoylas risas que al principio escuchó le pareció a Jillian que procedían de laestúpida comedia que estaba viendo parpadear en la pantalla. Sin embargo,durante un anuncio, Jillian volvió a escuchar las risas y, al final, reconoció suorigen.

Barryempezóaimitaraquellacosadefuera,repitiendoconlamímicaloqueestabaviendo.Primerosecubrióysedescubriólosojos,comosijugaraaljuegodeatisbar.Despuésgiróvariasvecessobresímismocomounapeonza.Ladeólacabezaaderechaeizquierdayaizquierdayderechaotravez.

Empezó a reírse a carcajadas a causade su alegría, deslizándosehacia laoscuridadde lanoche.Unapálida luzdecoloranaranjadooscuro le iluminóelrostromientrasavanzabariéndosehacialanoche.

Fuesurisa,cadavezmásdébil,laque,alfinal,despertóaJillian.Bueno,esoyeldesfiledejuguetes.Larisalamediodespertó,induciéndola

a preguntarse qué habría turbado su sueño.Después,mientras se incorporaba yabríalentamentelosojos,observócómoelcochedelapolicíapenetrabaatravésdelapuertaconlaluzdelacapotaencendida.

A continuación venía el tanque, escupiendo fuego a través del cañón. Leseguíaelgigantescojumbojet,avanzandoalcompásdelasirenadelcochedelapolicía. Y, finalmente, con los pantalones cayéndole al suelo, subiendo yvolviendoacaer,entróelmonstruodeFrankensteinconlosbrazosextendidos.

Jillianseincorporócompletamentedespierta,apartólassábanasyselevantódelacama.Elvehículodelapolicíaestuvoapuntodecolisionarconlosdedosdesuspiesmientrassedirigíahacialaparedincrustandoelmorroenelyesodelamisma.Losdemásjuguetessefueronamontonandodetrássuyoenunaconfusacolisiónmúltiple.

—¿Barry?—gritóJillian.Entoncesrecordósusrisas.Sehabíanesfumado,sólosurecuerdoperduraba

todavíaenelairenocturno.Elrelojdelamesilladenochemarcabalas10.40.¿Quédemoniosseestaría

proponiendoBarryahora?Apenasllevabadoshorasacostado.Jilliansealejódelacamaconpasovacilanteyechóaandarporelpasillo

en dirección al dormitorio de su hijo. La cama de Barry estaba vacía. Lasventanasaparecíanabiertas.Saliócorriendodelaestanciaysedirigióalsalón.Allícontemplódesconcertadalasventanasabiertas,lapuertaprincipalabiertaylalámparadelporcheencendida.

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LasrisasdeBarryprocedíanahorainequívocamentedefueradelacasa,dealgúnlugardeallíafueraenlanoche.Jillianemitióunpequeñogritoydespuésestornudó.

Otra vez las risas. Esta vez,más débiles.«¡Oh,Diosmío!», pensó Jillian,angustiada. Salió corriendo al patio a través de la puerta principal. Tratandoinfructuosamente de adaptar la vista a la oscuridad de más allá de la luz delporche, Jillian empezó a gemir, pero después, procurando sobreponerse, gritó:«¡Barry! ¡Barry!» y echó a correr hacia la oscuridad, siguiendo la direcciónaproximadadelasrisascadavezmáslejanasdesuhijo.

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3

Elmundode todos los centrosde control de las rutasdel tráfico aéreo esirreal. Hay docenas de ellos diseminados por los Estados Unidos y el que seencuentramediohundidoenlatierraenlascercaníasdeIndianápolisestantípicocomocualquierotro.

Elmundoartificialquesecreaenelinteriordeestosenormesbúnkeresdehormigón se percibemuy vagamente. El lugar se encuentra a oscuras. La únicailuminación procede de unas pequeñas ymatizadas bombillas de pocoswatiosqueapenasindicanlasituacióndelaspuertas.

BuenapartedelailuminaciónprocededelaspantallasderadarquerecorrenelcielodelespacioaéreodeIndiana.Aquínoexisteeldíanilanoche,sólounapenumbra artificial y el brillante radar representando electrónicamente lo queocurreenelmundorealdeallíarriba.

Eltráficoaéreonacionalescontrolado,registradoporelradareinterrogadoporradio,anunciasupresencia,seidentificaadecuadamente,recibeaprobacionesyconsejosy,obienaterrizaenelespacioaéreodeIndianao,conmásfrecuencia,pasa de largo a unas velocidades que se aproximan a los 1000 kilómetros porhora,rumboaotrosdestinos.

A pesar de su carácter falso, este lóbrego mundo ofrece lo que todocontrolador del tráfico aéreo espera que sea una representación exacta de losacontecimientosreales.Elcontroladoresperaquetodoslosjumbojets,todoslosPiper Clubs de vuelo bajo, sean convenientemente registrados y perfectamenteordenados en una disposición que garantice la seguridad de vuelo de todo elmundoatravésdelespacioaéreodeIndiana.

Estaeslaesperanzadelcontrolador.Peronoesesoloquesiempreocurre.AquellasemanaHarryCrainestabatrabajandoenrégimendemediaguardia.

En los turnos de medía guardia sólo había cinco o seis hombres frente a laspantallasderadar.Harry teníaporcostumbresituarsedetrásdeellos,paseandoarribayabajoobiensentándoseocasionalmenteenunelevadotaburetecon losauricularesconectadosa lasbandas radiofónicasenuso, a travésdeun largoyenroscadohilo, unpequeñoy curvado tubodeplásticoque recogía suvozy latransmitíaporelmicrófonoalmundorealquehabíaporencimadesucabeza.

Aquellanoche,cuatrocontroladoresformabanladelanteradelequipo.Estospermanecíansentadosenparejas,loscuatroconcamisasblancasdesabrochadasalcuelloymangaspocoarremangadas,cadaparejaobservandounapantalla.Por

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encimade sus cabezas, los altavoces chirriabany crujían emitiendo el habitualzumbidoradiofónicopropiodeltráficoaéreo,muyescasoenaquellosmomentosdadoqueenelespacioaéreodeIndianareinabaunanochetannegracomoenelcentrodecontroldelasrutasdeltráficoaéreo.

—Controldetráficoaéreo—dijolavozdeunpiloto—.¿DisponenustedesdetráficoenlarutadeAireast31?

HarryCrainexaminóatentamenteunade laspantallas.Sólosedisponíadetresbloquesdedatoscompletosydeunbloquededatosparcial.Losdosqueibanen lamismadirecciónseencontrabanaveinticuatrokilómetrosyel terceroqueibaenotradirecciónseencontrabaamuchadistanciadelAireast.Elrestodelapantallaaparecíadespejado.

Harryconectósumicrófonoconelcircuito.—Aireast31negativo.ElúnicotráficoquetengoesunTWAL-DiezOnceen

su posición de las seis, veinticuatro kilómetros y un Allegheny DC-9 en suposicióndelasdoce,ochentakilómetros.Aguarde.Déjemeecharunvistazoalabandaancha.

Harry extendió lamanoy pulsó un botón.La pantalla de radar pasó de labandaestrechadecomputadoraa lanormalbandaancha.Harryechóun rápidovistazo, pulsó de nuevo el botón y después otro distinto. Examinó la imagenprimaria en forma computadoriza— da. Había un objetivo sin aerofaro enproximidad del Aireast. Harry examinó la pantalla con atención y, en aquellosmomentos,elpilotohablódenuevo:

—Aireastdisponedetráficoenlaposicióndelasdosenpuntodecincoaochokilómetros,ligeramentearribayendescenso.

Uno de los controladores de Harry se inclinó hacia adelante, miró y loconfirmó,emitiendoungruñidodeasombro.

—Aireast 31, de acuerdo—dijo Harry Crain—. Tengo ahora un objetivoprimarioenestaposición.Nodisponemosdetráficoconocidoenaltaaltitud.Voyacomprobarlabaja.

Harry se dirigió al hombre con quien se hallaba en conexión a través delinterfonoyledijo:

—Llamaabajaypreguntasisabenquiénes...—Centro,aquíAireast31—dijodenuevoelpiloto,estableciendocontacto

a travésdeHarry—.El tráficonoestáenbaja.Ahoraestáen laposiciónde launayseencuentratodavíaencimamíoyendescenso.

—¿Puedeindicarnoseltipodeaparato?El piloto hablaba en tono sereno, teniendo en cuenta la información que

estabaapuntodefacilitar.—Negativo.Ningunasiluetalejana.Elobjetivoesbrillante.Disponedelos

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farosanticolisiónmásbrillantesquejamáshevisto...sealternanelblancoconelrojoyloscoloressonextraordinarios.

Ahora, os controladores del otro sector estabanmirando y escuchando.Elcoordinadorseinclinóhaciaadelante,pulsóunbotón,llamóaalguienymurmuróalgoininteligible.

Harry permaneció inmóvil unos instantes en su elevado taburete,contemplandolaspantallasderadar.

—TWA517—dijo,dirigiéndosealotroaparato—.¿Puedeconfirmarlo?Seescuchóunavozdistintaatravésdelaltavoz.—Centro,aquíTWA517.Eltráficopresentaahoraunosfarosdeaterrizaje

extremadamente brillantes.Yo creía queAireast llevaba los faros de aterrizajeencendidos.

—¿Quéesloqueocurreaquí,Harry?—preguntóelcoordinador.—Repítalootravez,TWA517—solicitóelpilotodelAireast.ElpilotodelTWApronunciólentamentelaspalabrasconmuchaclaridad.—¿Llevaustedlosfarosdeaterrizajeencendidos?—Negativo.IntervinoHarry.—TWA517,CentrodeIndianápolis.Aireastseencuentraensuposiciónde

las doce en punto a veinticuatro kilómetros en la misma dirección y altitud.Identifíquese,porfavor.—Harrysedirigióasucoordinadoryledijo:-ElAireastafirmaquetieneuntráficoinsólitocasiasumismaaltitud.Noséquiénes.

Apareció la identificación del aparato TWA en la pantalla y Harry lepreguntóalpilotosipodíavereljetdeAireast.

—Afirmativo.—TWA517,¿puedeverustedeltráficodeAireast?—Sí—repusoelpilotocautelosamente—.Loestamosviendoyobservando.—¿Quépareceestarhaciendo?—ExactamenteloqueAireast31hadicho.IntervinoAireast31.—Se encuentra en descenso a unos cuatrocientos cincuenta metros por

debajo de nosotros. Espere un momento... Aguarde... De acuerdo, Centro. EltráficodeAireast31hainvertidoelrumboysedirigehacianosotrosalamismaaltitud.Estamosvirandoaladerechayabandonandolacotadevuelo350.

HarryCrainsaltódesutabureteytodoslosquesehallabanpresentesenlaoscuraestanciasetensaron.

Elcoordinadorsevolvióydijo:—LlamadporteléfonoalaWright-Pattersonyaveriguadquédemoniosestán

probandoahíarriba.

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—Aireast 31, de acuerdo—dijo Harry al mismo tiempo—. Descienda ymantenga lacotadevuelo tres-uno-cero...AlleghenyDC-9,vire30gradosa laCV-310.

ElpilotodelAireast,hablandotodavíaentonopausado,dijo:—El luminoso tráfico se encuentra ahora en descenso angular con

movimientosnobalísticos.Harryysucoordinadorselimitaronamirarseelunoalotrosindecirnada.—Muybien,Centro—dijoAireastconmuchaserenidad—.Eltráficoseestá

acercandoconfuerza.Ultrabrillanteyavanzandoagranvelocidad.—Aquí,TWA517—dijoelotropiloto—.Vamosadesplazarnosunpocoa

laderechaparaapartarnostambiéndeltráfico.—TWA517,entendido—dijoHarryCrain—.Seapruebanlasdesviaciones

aladerecha,desdeluego.—Centro,elAireast31seencuentrafueradel tres-uno-ceroyel tráficoha

superadonuestraposicióndelasdiezaquinientosmetrosyagranvelocidad.El supervisor del equipo, que se había desplazado en la oscura sala hasta

situarsejustodetrásdeHarry,hablóporprimeravez.—Pregúntalessiquiereninformaroficialmente.—Aireast 31, entendido—dijo Harry—. Informe cota de vuelo tres-uno-

cero.TWA517,¿deseaustedinformardelapresenciadeunOVNI?Durante unos instantes, se escucharon únicamente los rumores de las

perturbacioneseléctricasy,alfinal,elpilotodijo:—Negativo...noqueremosinformar.—Aireast31,¿deseaninformardelapresenciadeunOVNI?Másrumoresdeperturbacioneseléctricas.—Negativo.Noqueremosinformar.—Aireast31—insistióHarryCrain—.¿Quiereustedpresentaralgúntipode

informe?—Noséquétipodeinformepodríapresentar,Centro.Harrysonrióyempezóarelajarse.—Yotampoco—dijo—.Tratarédeseguiraltráficohastasudestino.—Yahoramanténganosa lacota tres-uno-cero—dijoelpiloto,añadiendo

como si se acabara de acordar—: Las chicas de ahí arriba me dicen que lospasajeroshansacadofotografíasdel tráficocuandoéstehapasadocerca.HarryCrainsevolvióhaciasusupervisorydijoenvozbaja:

—Aésassíquemegustaríaverlas.—Después,hablandodenuevocontraelmicrófono,dijo:—AlleghenyTriplecuatro,virealaderechaparainterceptaraJ-8.Reanudeelvuelonormal.TWAseencuentraatres-uno.

ElsupervisordelequiposealejódeHarry,desapareciendodenuevoenla

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oscuridad.Latensióndesapareciódelcentro.ElcoordinadordeHarrypreguntó:—¿Quédiceellibroacercadeestetipodecosas?—Que me aspen si lo sé —repuso Harry Crain—. Las Fuerzas Aéreas

empezaronaescribirlohacetreintaaños.Dejemosqueloterminen.

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4

ElAireast 31 sobrevoló la casadeRoyNearyhacia las nuevede aquellanoche con el rumor de sus motores apenas perceptible desde el interior de lavivienda,razónporlacualningunodelosocupantesdelamismapareciódarsecuenta.

Roy había confiscado el salón familiar de su casa de los suburbios paraconvertirloenuntallerqueparecíauncuartodehobbiesdirigidoporelEjércitodeSalvación.Habíainventosmecánicosyeléctricoscolgadosyabandonadosporlasparedesylosrincones,yhabíaportodaspartesjuguetesdeadultosennúmerosuficientecomoparadespojaralosniñosdesuinfancia.

Elobjetomásdestacadodelaestanciaerauntrendevíaestrechacolocadosobrelamesadeping-pongfamiliar.Lasvíasdiscurríanporuncomplejopaisajetirolés,consusmontañasylagos.

Aquellanoche,RoyNearyysuhijodeochoañosBradseencontrabansolosenlaestancia,sentadoselunoalladodelotro.RoyestabatratandodeayudaraBrad a resolver sus problemasmatemáticos.Brad, con unmontón de libros dearitmética en el suelo junto a sus pies, se mostraba considerablemente menosinteresadoporlassumasqueporlostreneseléctricos.

NearylehabíaexplicadocuidadosamenteasuesposaRonnie,aficionadaajugardevezencuandounpartidodeping-pong,queuntrendejugueteconstituíaunanecesidadcuandohabíaniñospequeñosenlafamilia.

—Unanecesidadparaelpadre—habíacomentadloella.—Delamismamaneraqueelping-pongloesparalamadre.Roy había evitado la posible confrontación prometiendo desmantelar el

ferrocarril los fines de semana pero, a lo largo de los meses, lejos de serdesmantelado,elferrocarrilhabíaidoadquiriendotalcomplejidadquesusimplefuncionamientoocupabacasitodoeltiempolibredeNeary.

—¿Qué te parece si colocáramos un puente levadizo sobre este pasoinferior?—preguntóBrad.

Nearyfruncióelceño,mirandoasuhijo.—Yocreíqueestabashaciendolosdeberes.—Odiolaaritmética.Elchiquillodeochoañosposóellápizsobrelamesaymiróasupadrecon

expresióndesafiante.—Esquenoteesfuerzas.

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—Alosingenierosdeferrocarrilesnoleshacefaltalaaritmética.Nearytomóellápizylovolvióacolocarenlamanodelniño.—Supongamos —le dijo— que el jefe de estación te entrega dieciocho

vagonesydespuéstedice:«hazdostrenesconelmismonúmerodevagonescadauno».¿Quéhacestú?

Bradarrojódenuevoellápizeintrodujolamanoenelbolsilloposteriordelpantalónysacóunacalculadoraportátildela«TexasInstruments».

—Darálomismo—dijoelniño—.Porquetendréunadeéstas.Roysuspiróydirigiólamiradaalcielo.Ellargomomentodesilencioentre

ambos fue interrumpido por Toby Neary, un ciclón de seis años que dejó uncaminodedestrucciónalirrumpirenlaestancia,deteniéndosebruscamentefrenteasupadre.Tobyestabamuyenojado.ExtendióundedonodemasiadolimpioendirecciónaRoy,mirándoleconunaexpresiónenfurecidaensusojosazules.

—Mehasrobadolapinturaluminosa—gritóToby.—Yonoteherobadonada.—Yonoterobotuscosas—prosiguiódiciendoTobysinremordimiento.Roy se distrajo de la discusión al ver entrar a Ronnie lentamente en la

estancia, con los ojos cerrados y lasmanos extendidas frente a sí, palpando elairecomounasonámbula.

Por reglageneral, eraunamujermuycaprichosa, de largo cabello rubioyrostro ovalado que terminaba en una suave barbilla puntiaguda. Solíamantenerlos ojos muy abiertos, arqueando a menudo las cejas ante alguna de lasdescabelladas ideas de su marido. Ahora se movía como una ciega y unareproducción suya en miniatura parecía seguirla como un vagón de cola. Lapequeña Sylvia, de tres años de edad, se había agarrado a la falda larga deRonnie y levantaba mucho los pies para volverlos a apoyar en el suelo muydespaciomientrasavanzabaconlosojostambiénfuertementecerrados.

—Ronnie—empezóadecirNeary.—Brad—dijo Ronnie, haciendo caso omiso de su marido, con los ojos

todavía cerrados y sin la menor expresión en su delicado y ovalado rostro—.Brad,tengounproblemadearitméticaparati.Sihaysietedíasenunasemanaytumadresequedaencasalossietedías,¿cuántosdíaslequedanatumadre?

—¡Cero!—contestóelniñosinnecesidaddeutilizarlacalculadora.—Ronnie —volvió a decir Neary. No le gustaba el sesgo que estaba

adquiriendolasituación—.Abrelosojos.—¿Porqué?—preguntóella—.Puedoandarasíportodalacasa.Hacerlas

camas,prepararelcafé,dardecomeralosniños.Todo,sinabrirlosojos.SoycomolacobayaenjauladadeToby.

—Pues,francamente,no—dijoRoy—.Abrelosojos.Miraeso.

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Ronnieabrió losojos lentamente.Tarareandounacanciónsinmelodíaquerevelabaquesesentíasatisfechodesímismo,Nearyapretóunbotóndelpaneldemandosdel treneléctrico.Losniñosy sumadreobservaroncómounadiminutaembarcación de vela se ponía en movimiento, deslizándose por un lago conaparienciadeespejo.Estasefueacercandoalpuentedelferrocarrilsobreelqueestabaapuntodepasaruntren.Pero,alaproximarsealpuente,eltrensedetuvo.

Elpuentecolgantegiratoriosedesplazósobreunejecentral.Conpequeñosmovimientos sincopados, la embarcación avanzó por el espacio abierto y elpuentecolganteempezóacerrarsedenuevo.Pero, sinesperaraquesecerraradeltodo,eltrensepusoenmovimientoyselanzócomocatapultadoalespacio,cayendosobreellagoconunrepiqueteometálico.

—Mmmm—musitóNearyaltiempoqueseborrabalasonrisadesurostro.Ronnieapartó losojosdelaccidentedel treny losposóenel rostrodesu

marido.—Vaya, Roy —dijo sin inflexión alguna en la voz—. Eso ha sido...

francamente...fantástico.—Haceunratomesalióbien.—Ya,ya—dijoellasinapartarlosojosdeunazultodavíamásenfurecido

queeldelosdeToby—.Ledoyaesteferrocarrilotrasdossemanas—añadió—.Apuestoaqueterminaráenelsótanoconelauto-tenis,ellavaboeléctricoytodolodemás.

—Esonoesjusto.—Deacuerdo,no todo—reconocióella—.Aquellagranjadegusanosque

teníasaquí.Porlomenos,laarrojastealpatiodeatrásynoalsótano.—Tomóelperiódicoyempezóahojearlo,buscandoalgo,cualquiercosa.—Diosmío,¿nopodríamoshaceralgo?Estoycumpliendocondenaenestacasa.

—Salimoselpasadofindesemana—señalóNeary.—CruzarlacalleparairdondelosTaylornoessalirdecasa.—SalestodoslosdíascuandoacompañasaBradalcolegio—ledijoNeary.—Es una experiencia tan satisfactoria como la de acompañar a Toby al

colegio.OladellevarmeaSylviaalsupermercado.Oladellevarelcocheparaquelecambienlosneumáticosdenieveporlosnormales.

—Meestáspintandouncuadromuytriste—dijoNeary,haciendounamuecainterior.

—Puesdameotrabrocha.—Oye, si te crees que mi trabajo en la central eléctrica me permite

divertirme como un loco... —empezó a decir Neary, preguntándose hasta quéextremo estaría enojada su esposa. Ronnie tenía la capacidad de olvidarrápidamente su enfado—. Mira —dijo él—, cuando se ha arreglado un

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transformadorquemado,sehanarregladotodos.Ronnielemirósinexpresión.—Yocreoqueesesonuevodequesiempreestánhablando—dijoella.—¿Quéesesonuevo?—Elestilodevida.Creoquetenemosquecambiarelnuestro.—Esoesparalosricos,cariño—dijoRoy—.Llamanalatiendaypidenun

nuevoestilodevida.—Tal vezno sea el estilo devida—dijoRonnie—.Tal vez sea esta otra

cosadequehablanlasrevistas...lacalidaddevida.—Esomesuenaaserial.—Enlavidatienequehaberalgomásqueelsimplehechoderecorrerlos

pasillos del supermercado en busca de una oferta de tres rollos de toallas depapelporundólar.

Nearyguardósilenciolargorato.Sumujerjamáslehabíareprochadoloqueganaba, ni le había dicho si disponían de suficiente dinero para vivir o no. Elsiempresehabíaimaginadoqueselasapañabanbien.

—Enenerotuveunaumento—empezóadecircautelosamente.—Tehasequivocadodevía—dijoella,sacudiendolacabeza—.Noestoy

hablando de dinero. Nome importa buscar las ofertas especiales en la tienda.Siempreycuandohayaalgoespecialenmivida.Roy—añadió—,túmeconoces.Soyfácil.

—¿Cómo?—NoteestoypidiendounasemanaenAcapulco.Quierodecirqueestoytan

ansiosadequeocurraalgo,quemevolveríalocadealegríasimetrajerasacasaunaflor.Unarosaperfecta.

—Siempremeolvido—dijoNeary,haciendodenuevounamueca.—Cuandoseanhelauncambiotalcomomeocurreamí—dijoRonnie—,se

conformaunaconcualquiercosa.Nuevossoportespara lasmacetas.Bajara ladelegacióndelaHertzycontemplarcómoalquilancoches.Llamaralserviciodeinformaciónhorariaymeteorológicaomarcarunnúmeroygastarunabroma.

—Oye—dijo Toby, deseoso de regresar a cuestionesmás importantes—.Meharobadolaspinturasluminosas.

Ronniedoblóelperiódicopor laseccióndelacarteleracinematográficayselomostróasumarido.

—Analizaestocontucalculadora—lesugirió.Nearyexaminólapágina.—¡Vaya!¿Sabéisunacosa?Pinochohallegadoalaciudad.—¿Quién?—preguntóBrad.Ronniehabíaabiertosubolsodemanoyseestabaestudiandoelrostroenel

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espejodelapolvera.—Sonrío demasiado —dijo—. La boca se me está afinando. La edad

peligrosa.-Pinocho—dijoNeary—.VosotrosnuncahabéisvistoPinocho.¡Estáisde

suerte!—Este fin de semana nos prometiste minigolf—dijo Brad, frunciendo el

ceño.—Esverdad—dijoToby,mostrándosedeacuerdoporunavez—.Minigolf.—PeroesquePinochoesestupendo—dijoRoy.—Semeestáafinando—repitióRonnieenvozalta,hablandosola—yseme

vuelvefea.Comolabocademimadre.Bradlanzóungransuspiro.—¿Yaquiénleimportaverunaestúpidapelículadedibujosanimadosapta

paraniños?—¿Cuántosañostienes?—preguntóelpadre.—Ocho.—¿Quierestenernueve?—Sí.—PuesmañanavamosaverPinocho—dijoNeary.—Te estás ganando el corazón y lamente de tus hijos—comentóRonnie,

examinándoseelrostroreflejadoenelespejo.—Esunabroma—ledijoél—.PeroyocrecíconPinocho.Losniñossiguen

siendo niños, Ronnie. Les encantará. —Tarareó una melodía unos instantes ydespués cantó unas frases—: Si deseas una estrella... no importa...—Neary sedetuvo.Comprendióquenoestabaconsiguiendointeresaranadie,niasushijos,ni a sumujer—.Tenéis razón—dijo extendiendo lasmanos—.Chicos, podéisdecidirloquequeráisporqueyonopiensoinfluirenvosotrosparanada.Mañanapodéis jugar al minigolf, lo cual significará hacer cola, empujar, recibirempujonesy,alomejor,nomarcarniunsolopunto...o...podéisverPinochoquetienemúsicayanimalesymagiaycosasque recordaréis toda lavida.Vamosavotar—añadiódesesperado.

—¡Golf!—gritaronlostresniños.—De acuerdo—dijoNeary, fingiendo tambalearse hacia atrás—,mañana,

golf.Yestanoche...alacama.Ahoramismo.Andando.—No, espera—protestó Toby—.Has dicho que podríamos ver Los Diez

Mandamientosenlatelevisión.Alotroladodelaestanciasonóelteléfono.Ronniefueacontestar.—Esta película dura cuatro horas—dijo ésta, descolgando el aparato al

segundotimbrazo.

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—¿Diga?Ah,hola,Earl.—Les dije que sólo podrían ver cinco de los Mandamientos —comentó

Neary,casiparasusadentros.—Espera un momento, Earl —dijo Ronnie hablando por teléfono—. No

puedo transmitir todo eso. Serámejor que se lo digas directamente a Roy.—Extendióelteléfonoendirecciónasumarido.—Haocurridoalgo.

Nearyempezóarodearlamesadeping-pong.—MishijosnoquierenverPinocho—masculló—.Quémundo.—Yaviene—dijoRonniecontraelteléfono—.EstácruzandolosAlpes.Royledirigióunsilenciosoysarcàstico«ja,ja»ehizoademándetomarel

aparato.Enlugardeentregárselo,Ronnielosostuvocontrasuorejaconunamanoal tiempoqueseacercabaasuotro lado,besándole laotraoreja.Nearyestabaacostumbradoaaquellosrepentinoscambiosdehumordesuesposa.SeinclinóytomóenbrazosaSylviaquetambiénqueríabesarlelaoreja.

—¿Quésucede,Earl?—lepreguntóasucompañerodelacentraleléctrica.—Herecibidounallamadadeljefededistribución—dijoEarlJohnsoncon

vozmuypreocupada—.Granescapeenelvoltajeprimario.—¿Enelprimario?—preguntóRoy—.¿Cómodemonios...?—Cállateyescucha—le interrumpióEarl—.Hemosperdidomediobanco

detransformadoresenlasubcentraldeGilmore—añadió,tratandodepronunciarlas palabras con la mayor rapidez posible—. Alcanzará a los usuarios de unmomentoaotro,porconsiguiente,pontelospantalonesmientrashayaluz.

—Earl,¿quéd...?—AcudeaGilmoreenseguida,Roy.Earlcolgóylalíneasequedómuda.Nearysevolvióhaciasuesposa.—¿Hasoídoeso...?Entonceslahabitaciónsequedóaoscurasytodosedetuvo.Enlarepentinaoscuridad,Nearylosvioprimero.Diminutoscharcosdeluz

azulenelpaisajeporelquediscurríaeltreneléctrico,allídondeelríopasababajoelpuenteydesembocabaenunpequeño lago.ElaguapintadafluíaconuncolorverdeazuladocomoeldelosojosdeRonnie.

—¡Yatelohedicho!—rugiósúbitamenteToby—.¡Yatelohedicho!Meharobadolapinturaluminosa.

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5

Unsintetizadorloestodomenossencillo.Aúnnohaymuchosenelmundoymenossontodavíalaspersonasquesabenmontarunoyaúnmenoslasquesabenquéhacerconélyconocensucapacidad,supotencialysuslímites.

Por consiguiente, cuando se recibió la apresurada orden de modificar elsintetizador que habían construido para Stevie Wonder dos años antes, losbarbadosybigotudosjóvenescongafasquecomprendenestasarcanascuestionesprocedieronaejecutarlaordenconaturdidadiligencia.

Aturdidaporque,evidentemente,elseñorWonderhabíaprestadooentregadosusintetizadoraungruponoconocidopreviamenteporsusinteresesmusicales.Pero,¿quédemonios?¿Quénopodríanhaceraquelloschicosconunsintetizadorquenopudieranhacerconunmisilbalísticointercontinentaldecabezanuclearylargoalcance?

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6

Cuando llegó Roy, Ike Harris estaba sosteniendo dos teléfonos, unoconectadodirectamenteconelascensordeunedificiodeapartamentosenelqueel supervisorGrimsby había quedado atrapado,y el otro con elmundo exterioranálogamenteagitado.

Harrisestabatrastornado.—Una líneade27Kw.deGilmore se ha averiado—ledijo aGrimsby a

travésdelteléfono,altiempoqueinformabaaNeary—.Sehanabiertotodoslosinterruptoresyhemosempezadoaperderalimentadores.Tolonosehaquedadoaoscuras.CrystalLakeestáaoscuras.¿Cómo?Ah,esverdad,señor.Ustedtambiénestáaoscuras.

HarrismiróaNearyypuso losojosenblancounos instantesparadarleaentenderlaclasedevibracionesqueleestabatransmitiendoGrimsby.

—Muy bien, de acuerdo —dijo Ike una vez que Grimsby hubo cesadotemporalmente de gritar—.He recibido informes de actos de vandalismo en lalínea.Alparecer,sehanaveriadovariaslíneasde890megavatios.Hellamadoalservicio municipal para que nos ayude, pero no podemos transmitir la nuevacorrientehastaquefuncioneestatorrede500Kw.¿Cómo?¡Sí,señor!

Harriscubrióelteléfonoconlamano.—Neary,¿conoceslatensiónnormaldehilodeaquellazona?—Sinviento,latensiónnormaldepandeoesdeaproximadamentesietemil

quinientoskilosporcable.Fuioficialdeaquellazonahaceunpardeaños.Ikeapartólamanodelteléfono.—AhoramismolemandoaNeary.—¿Quémemandas?—repitióRoy.UtilizandolamanoconlaquenososteníaelteléfonodeGrimsby,Harrisle

indicóaNearyporseñasquesalieradelasaladecontrol.—Lárgate.Rápido.No,noledecíaausted,señorGrimsby.Mientras cruzaba rápidamente la puerta, Roy oyó que Ike le gritaba a

alguien,atodoelmundo,aquienfuera:—Digaal serviciomunicipalquevamosa restablecerel suministrodentro

dediezminutos.Ahora, quince minutos más tarde, bajando por una oscura carretera del

condado de cuyo nombre o número no estaba seguro, Neary estaba a punto dereconocerquesehabíaperdido.ElautomóvildeRoyeraunaversiónenpequeño

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del taller de su casa. Había extendido sobre el volante un mapa de la red,buscando en vano las coordenadas del problemamientras sostenía con la bocaunalinterna.

Porsinoconstituyeraunasuficienteamenazaenlacarretera,Nearyseestabadistrayendoulteriormenteconlas llamadasdelapolicíaqueescuchabaa travésdelaradiodebandaancha.

—Aquí la oficina del sheriff. ¿Dispongo de algún coche patrulla enproximidaddelacalleReva?

—Hola,condado.Aquípatrulladelacarreteraseisdiez.EstamosenReva.¿Podemosayudarlesenalgo?

—Sifuerantanamables,seloagradecería.VeanalamujerdeldosoncedelacalleReva.Algodelailuminaciónexterior.Estáfuriosa.Losperrosladran.Yapuedenustedesfigurarse.

LaradiodejódehablaryNearydejódeconducir,acercándosealacuneta.LacalleRevaseencontrabaenTolono,deesoestabaseguro.Sinembargo, IkehabíainformadodequeTolonoseencontrabaaoscuras.Roydescolgóelteléfonomóvil.

—TRochentayochodieciochollamandoaljefedeAverías—dijo.—Aquí Averías —contestó Ike Harris, no menos histérico que quince

minutosantes—.¿Quéquieres?—¿HabéisrestablecidoelsuministrodeTolono?Cambio.—¿Acasobromeas?Tolonofueelprimersitioquesequedóaoscuras.—AcabodeoíralapolicíainformardequehabíaluzenTolono.—¡Dios bendito!—gritóHarris—.Pero, ¿qué estás haciendo, controlando

lasllamadasdelapolicíaenunanochecomoésta?Todoestáaveriado,Neary.Sehavenidoabajotodalared.

Harrisenmudecióbruscamente.Nearyregresódenuevoalacarretera.Variosminutosmástarde,distinguió

unaluzámbargiratoriaenladistancia,locuallehizosentirsemejor.Aunquenomucho.Porlomenosnoestabaperdido.Royseacercóaunafurgonetadeaveríasydescendiódesuautomóvil.Seencontrabanallídosequipos,aguardandoaquealguien revestido de autoridad les diera las órdenes oportunas. Había unafurgonetaconplataformadecoloramarilloconelmotorenmínima,dispuestaalevantaraloshombreshastaloaltodelatorrequeseelevabaconfusamenteenlaoscuridad.

Neary se sentía fuera de lugar. Jamás había mandado a ningún equipo deobrerosconanterioridad.Lamayoríadeelloseranveteranos.Roytambiénhabíatrabajado en equipos de reparación, pero aquellos hombres le llevaban unosquince años y eran diez veces más expertos que él. El hecho de que hubiera

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ascendidoenelsistemanosignificabamalditalacosaparaaquelloshombres,nosignificabaautomáticamentequeéstosfueranaobedecersusórdenes,siesqueseleocurríaalgunaordenquedarles.

Pero entoncesRoy descubrió un rostro amigo, un rostro negro, el de EarlJohnsonquelehabíallamadoconanterioridad.

—Hola,Earl—dijoNeary—.¿Quéhay?—Nohay—contestóEarlmostrandosusblancosdientesiluminadosporla

luzgiratoriadecolorámbar—.¿Porquépiensasquealguienhabrá robado treskilómetrosdealambredetransmisión?

—Bromeas.Amododerespuesta,Earllevantósulinternadeseisvoltiosyapuntóconsu

hazdeluzhacialoaltodelatorre.Despuéstrazóconélunalíneaallídondedosgruesos y combados cables de cobre hubieran debido extenderse hacia lasiguientetorre.Peronohabíacables.

—Lalíneanosehaaveriado—dijoEarl—.Hadesaparecido.NohaynadaentreM-DiezyM-Doce.

—Malditasea—dijoNeary—.Talvezseaporelelevadopreciodelcobre—añadióentonomeditabundo.

EarlyRoysedirigieronalautomóvildeesteúltimoparainformar.—Muybien—dijoEarl—.Muybien.Elmaterialvaleuna fortuna.Yo les

dijequedeberíamosefectuarlostendidosbajotierra.—Pero,¿dóndeibanaaterrizarlospájaros?—preguntóNeary.Antes de que Roy pudiera informar a Ike Harris, la radio transmitió una

llamadadelapolicía.—A cualquier unidad que se encuentre en proximidad de las colinas de

Tolono... un ama de casa comunica... mmm... que su lámpara Tiffany que seencontraba en la ventana de la cocina... que la lámpara se ha quedado bocaabajo...

—¿Dóndehadicho?—preguntóJohnson—,¿Tolono?—EslasegundallamadaqueserecibedeTolono—ledijoNeary.—No se entendía muy bien —prosiguió diciendo el comunicante de la

policía—.Estabamuytrastornada...cuatrounocincocincocalleOsborne.—PeroTolonoestáaoscuras—dijoEarl.—Talvez—dijoRoy,descolgandoelteléfonodelvehículo—.TRochentay

ocho dieciocho.Quiero hablar con Ike.—Le entregó a Earl elmapa.—BuscaOsborne,¿quieres?—ledijo—.Yojamáshepodidoleerestasmalditascosas.

—¡Neary!—exclamóHarris—.¿Quésucede?—Bueno—dijoRoyhablandoconindiferencia—,estoyaquíenMary-Diez.

Y... todas las líneashandesaparecido.HastaMary-Doce,diceEarl.Alparecer,

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unosvándaloshanefectuadouncortemuychapuceroenlasterminalesydespuéshanacercadouncamiónysehanllevadotodo,peroaquíhayotracosa...

—Aquíhayalgoparati—leinterrumpióIke—.Tenemosquerestablecerelsuministroenunahora.

—¡Unahora!—exclamóNeary—.Haycasidoskilómetrosdepostesvacíosaquí.Esimposible.

—Todoesposiblecuandosetieneatrapadoenunascensoraunsupervisorgeneralquequieresalir.

Roysoltóunabrevecarcajadaydespuéspreguntó:—Oye,Ike.NohabéisrestablecidoelsuministrodeTolono,¿verdad?—Yatelohedicho.Tolonofueelprimersitioquesequedóaoscuras.Está

tanoscurocomoelascensordeGrimsby.—Pues mira, Ike—empezó a decir Neary con mucho cuidado—. Óyeme

bien.LapolicíahainformadoquehayluzenTolono.Silaslíneasdeallítienencorrienteyellonofiguraentubancodedatos,unodeloshombresquetrabajanenloaltodeestasterminales...zas.YaocurrióunavezenGilroy,¿teacuerdas?

—Yo y dos computadoras que me respaldan decimos que Tolono seencuentratanaoscurascomoelinteriordetucabeza,Neary—gritóHarris.

EarlJohnsonsimulónohaberescuchadoelcomentario.—Atiendan las llamadasdel embalse surdeTolono—dijo súbitamenteun

comunicantedelapolicía—.UnaslucesdeNavidadhandadolugaraunpequeñoincendio.

—¿Has oído eso, Ike?—gritó Neary contra el teléfono—. ¿Lo has oído?HablandeunaslucesdeNavidadqueseencuentranencendidasahora.

—Estamos en mayo, no en diciembre —dijo Harris, recuperandosúbitamente su buen humor—. No hay Navidad durante un apagón. Sólo elinfierno.—YcolgóantesdequeRoypudieracontestar.

NearysedirigióaEarlJohnson.—¿Quéleocurreaestetío?AsífuecomolesucedióaJordieChristopher,

sustituyendounosaisladoresgastadosenGilroy.—Ya has oído al hombre,Roy—dijoEarl—.Te ha dicho que repares la

línea.—Exactamente.—Neary se quedó de pie, tarareando una suave melodía.

Después sevolvióhaciaEarl Johnsony ledijoen tonodeconspirador:—Oyeunacosa.,Earl,¿tegustaríaencargartedeestaoperaciónduranteunahora?

Roy subió a su automóvil, cerró la portezuela y puso elmotor enmarchaantesdequeJohnsonempezaraacontestar.

—¿Yo?¿Dirigiresteespectáculo?¿Yquiénibaahacermecaso?Nisiquieraposeoantigüedad.Ni siquiera soyblanco.No levuelvas la espalda auna cosa

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buena,Roy.Tehannombradojefe.—Earl, si se equivoca, algunos de nuestros hombres de Tolono podrían

matarse.—Y si está en lo cierto, te van a colgar el trasero tan arriba que no lo

encontrarásiquieraelserviciodecolocación.Nearyempezóaavanzarconelautomóvil.—¿Tolono esqué?—preguntó a travésde la ventanilla—. ¿Sesentay seis

desvíosetenta?Roysealejó.Johnsonlevantólacabezaangustiado,pensandoenNearyysu

sentidodelaorientación.—VasaacabarenCincinnati—legritó—.Essetentaconsesentayseis.NearyhizoungestoconlamanoendirecciónaJohnson.Setentaconsesenta

y seis. Momentos más tarde, la noche se tragó la forma y el sonido de suautomóvil.

Earl Johnson contempló cómo los faros traseros se pan apagando hastadesaparecer. Lanzó un profundo suspiro y regresó lentamente junto al grupo deobrerosqueleestabanobservandoconunamezcladereceloydivertidamalicia.

Earlsequedódepiefrenteaaquellosveteranostrabajadores,preguntándosequédemoniospodríadecirles.Respiróhondoyseñalóhacialaelevadatorre.

—Arregladla.

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7

Elvuelo31de laAireast tomó tierraa las11.40de lanoche.La torredecontroldelaeropuertodeIndianápolistransmitiólashabitualesinstruccionesalacabina del aparato que se encontraba apenas a tres minutos de la pista deaterrizajeeste-oeste.

Unpardepolicíasdeseguridaddelaeropuertoaguardabanjuntoa lapistamientrasdesustransmisoresportátilesseescapabanunosruidosconfusosyunavoz farfullante comunicaba al públicoque las zonasblancas estabandestinadasúnicamentealdesembarquedelospasajeros.UnFordL.T.D.negroseabriópasoa través de la ligera congestión nocturna y sus neumáticos pasaron rozando laflota de vehículos de la patrulla de seguridad del aeropuerto. Uno de losneumáticos subió incluso al bordillo blanco con el suficiente ruido y peligrocomoparaquecualquieragenteecharamanodesublocdemultas.

Enlugardeello,unodelosoficialesdeseguridadextendiólamanohacialaportezuela de atrás y la abrió.Descendieron tres hombres. ¿Acaso serían unosjugadores profesionales de fútbol americano disfrazados de ejecutivos de laSperry-Rand? Sus trajes de espiga Brooks Brothers producían la impresión dehabersidoplanchadosdirectamentesobresusvigorosasyestilizadasfigurasdemetro ochenta. Dos de ellos lucían gafas ahumadas y el tercero ostentaba unespesobigotegrisquenoconcordabademasiadoconsucortocabellorubio.

Un cuarto individuo con aspecto de notario, bastante parecido a FranTarkenton,cruzócasisinalientolaspuertaseléctricasdelaterminal.

—¡Haaterrizado!—¿Cuándo?—Haceapenasunminuto.Pero,¿dóndeestabais?Seestádirigiendohaciala

puerta55A.Loscuatroecharonacorrerhaciaunasdependenciasanejasdelaterminal,

abriendoconloshombroslaspuertaseléctricasquenoseabríanconlasuficienterapidez.

Subieronporlaescaleramecánicadedosendospeldaños.Alllegararriba,elprimerodeellosempujóaunamujerquenoleshabíavistosubiry losotrostresestuvieronapuntodecaerleencima.Ensulugar,esquivaronasucompañeroy a lamujer, que estaba embarazada y se encontraba tendida en el suelo, y sealejaron.

Elprimerhombreayudóa levantarsea ladamaembarazada,sedeshizoen

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disculpas, secercioródequeestuvierabien—sorprendidapero,por lodemás,bien— y echó a correr en pos de sus amigos. Ella recordó que llevaba unatarjetitaplastificadaconsufotografíademetalalrededordesucuello.

Elprimerhombredioalcanceasuscolegas,atravesandolosdetectoresdemetalde losserviciosdeseguridad.Todosmostraronsusplacasalpersonaldelosserviciosdeseguridadquelespermitióelpaso.Ahoraecharonacorrerporunlargopasilloqueconducíaalaspuertasdellegadas-salidascomosiquisieranrecuperareltiempoperdido.

Pero,enlugardedirigirsehaciaalgunadelaspuertas,sedetuvieronfrenteaunapuertaenlaquefigurabaunpequeñonúmero«6», talcomoalguienrecordómástarde,yentraronsinllamar.

Segundos más tarde, los cuatro hombres salieron llevando consigo a tresdesconcertados funcionarios de la Aviación Civil. Llevaban unas fotografíasplastificadasperonoseparecíanenabsolutoaunos jugadoresprofesionalesdefútbol americano. Y estaban furiosos y cada vez lo estaban más mientras loscomponentesdelgrupoapresuradamentereunidosearracimabanalrededordelaentrada de la torre de control del aeropuerto rebuscando una llave en susbolsillos.

ElAireast31,queeraun727,sehabíadetenidodurantetreintasegundosalaespera de que se despejara el tráfico. Ahora se estaba moviendo de nuevo,dirigiéndosehacialazonadedesembarque55A.Súbitamente,el31accionólosfrenos y experimentó una sacudida antes de detenerse. Su hocico empezó ainclinarseaestribor.

Guiandoalaparatohaciasupuntodedetenciónseencontrabaunfuncionariode tierra con las linternasdemanocongeladaspor encimade su cabeza.El jetsiguióhaciaestribor.Elfuncionariodetierraagitónerviosamentelaslinternas.

—¡Poraquí,poraquí!ElA.E.31,haciendocasoomisodelasseñalesviróenredondoysedirigió

haciaunazonaprivadadelapista,conlosazulesfarostraserosencendidos.Con gesto de impotencia, el funcionario bajó las linternas y después se

encogiódehombrosendirecciónalosmozosdelequipajequeestabanmirandohacialatorredecontrolenbuscadealgunaseñaldevida.

Entretanto, en otro lugar del aeropuerto—ajeno a todo aquel indecorosobarullo que estaba teniendo lugar—, Lacombe, que era la causa inmediata delmismo, aterrizó. Su jet militar se alejó de una de las pistas principales y seadentróenunazonadeestacionamientomuypocoutilizadaysedetuvojuntoaunCadillac de color negro. Los dos motores gemelos del jet chirriaron hastadetenerse, se abrió la portezuela y el delgado francés descendió rápidamente,

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pero sin apresuramiento, por la escalerilla metálica, pisó el pavimento dehormigónyseacomodóenelasientodeatrásdelCadillac.

EnelasientofrontalhabíaunchóferdelGobierno,enfundadoenununiformemilitar,yotrohombrevestidocontrajedecalle.Lacombe,utilizandosusausterosy reposadosmodales,prescindióde todos lospreliminares relativosasuviaje,etc.,ypreguntó:

—¿Estánpreparados?—Sí,señor—contestóelhombredeltrajedecalle.Elchófersealejóulteriormentedelaterminaldepasajerosysedirigióauna

zonaenlaqueseencontrabaalmacenadalacargaentránsito.Habíaotroscuatroautomóviles aparcados allí, todos ellos con losmotores enmarcha y los farosapagados.AlacercarseelCadillac,laportezueladeunodelosvehículosseabrióyemergiórápidamenteunjoven.

Esteseinclinóhacialaventanilladelchóferypreguntó:—¿MonsieurLacombe?-Oui,c'estmoi—contestóelhombredelasientodeatrás.—Soysutraductor.-Bon.Entrez,s'ilvousplait.Eljovenabriólaportezuelaysubióalautomóvil.Lacombeempezóabuscaralgoensusbolsillos.—¿Esusted...—sacóuntrozodepapelyloleyóaladébilluzdelalámpara

deltecho,tratandodepronunciarloqueveíasegúnlafonéticainglesa—else-ñorLa-ug-lin?

—Laughlin.David.Lacombeseencogiódehombros,casientristecidoantesudesconocimiento

delinglés,ysesacódeotrobolsillounlibroencuadernadoenrústica.—¿Yllevaustedenelproyecto...dosaños?—EnlasinstalacionesWright-PattersondeDayton,Ohio—repusoLaughlin

—. Tuve el privilegio—añadió con entusiasmo— de trabajar con su ayudanteejecutivoenelsetentayuno.Transcribíveintiunahorasdegrabacióndesueñoyasistí a las conversaciones de Montsoreau la semana en que los francesesconsiguierontriunfar.Porcierto,muchasfelicitaciones.

—Gracias —dijo Lacombe, sin conmoverse aparentemente ni por laexperiencianiporelentusiasmodeLaughlin—.Traduzca,porfavor.

ParaconfusiónyvergüenzadeDavidLaughlin,Lacombeempezóaleerunapáginadellibrofrancés.Setratabadealgomuyapasionadoyélibavariandolainflexiónylasemocionesdesuvozsegúnlasexigenciasdeltexto.

Laughlin iba traduciendo con aproximadamente una sílaba de retraso. Losabíahacermuybien,peroseestabapreguntandoquédemoniosestabaocurriendo

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allí.Habíaoídodecir—todos losque estaban relacionados conel proyecto lohabían oído decir— que Lacombe era... interesante. Al fin y al cabo, en eltranscursodelosúltimosnuevemeses,habíacambiadocuatrovecesdeintérprete.

—«Susfirmesyjóvenessenospalpitarondeexcitaciónalquitarseeljerseyde lana»—tradujoDavid—. «Sus pezones eran tan duros, rosados y redondoscomo un chicle hinchable» —prosiguió diciendo. En aquellos momentos, yaestabasudandocomoun locoygritandoaplenopulmónparaquese lepudieraescucharsobreeltrasfondodelrumordeljetqueseestabaacercandoporlapista—. «Chilló de excitación mientras su profesor sacaba lentamente una larga yrígidaregla.»

—Bien...bien—gritóLacombe,deteniéndose.Losmotoresdeljetcesaronderugir.Laughlin experimentó una sensación de alivio. Contempló intensamente a

aquel hombre delgado en cuyo rostro se reflejaba el cansancio y cuyospenetrantes ojos negros estaban estudiando a Laughlin con lamisma intensidadconqueésteleestabaestudiandoaél,comotratandodedistinguiralgúnsignodeinteligencia en aquel joven rostro típicamente norteamericano, aparentementeimpasibleantelaexperienciaoeldolor.

—Simepermite lapregunta,señor—dijoLaughlin, rompiendo torpementeelsilencio—,¿porquéprecisamenteestelibro?

LacombeseencogiódehombrosylemostróaDavidellibro,consuportadadechillonescoloresysutítuloenfrancés,Elguardarropa.

—Cosasquecompro—dijoentonocansado—.Estoysegurodequeposeevalor emocional. Las emociones van a ser importantes, La-ug-lin. Hayequivalentes...emocionalesylingüísticosentodoslosidiomas.Yoesperoquemefacilitelosequivalentesdelaspalabras.Quierosercomprendidoperfectamente.—Elfrancésseinclinóhaciaadelanteyledijoalhombredelasientofrontal:—Robert,¿quétalhaestado?

—¡Bárbaro!—repusoelhombre.FuelaúnicavezqueLaughlinleoyóhablar.Lacombe adoptó una expresión confusa hasta que David intervino y le

facilitólaequivalenteexpresióncoloquialfrancesa.Así terminó la entrevista aqueDavidLaughlin fue sometidoparaoptar al

puesto.Lacombesonrió,estrechósumanoyabrióalmismotiempolaportezueladelautomóvil.Sedirigióhaciael727yLaughlinlesiguióapresuradamente.

[1]

EnelinteriordelAireast31,losagotadospasajeros—demasiadoexhaustos

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para poderse quejar y demasiado aliviados por el hecho de haber aterrizadofinalmente en Indianápolis— observaron con ojos legañosos cómo una azafataabría la portezuela frontal y seis hombres de elevada estatura subían por laescalerillamóvilquehabíasidoacercadaalcostadodelaparatoypenetrabanenel interior del mismo. Dos de los hombres, vestidos con trajes de calle,desaparecieronenelinteriordelacabinadelatripulacióndevuelomientraslosotros cuatro —vestidos con pantalones anchos, corbatas y chaquetas que nohacíanjuegoylasplacasdeplásticocolgandosobresuscorbatas—permanecíande pie junto a la portezuela y en el pasillo como si pretendieran bloquear lasalida.

Para entonces, los cuarenta y cuatro pasajeros experimentaban máscuriosidadquecansancio,sobretodocuandovieronqueelpiloto,elcopiloto,eloficialderadioyelingenierodevueloabandonabanlacabina,escoltadosporlosdoshombresenfundadosentrajesdecalle.Lospasajerosquepodíanveratravésdelasventanillasdeestribor,observaroncómoloscomponentesdelatripulacióndevuelosubíanadosautomóvilesqueaguardabanysealejabanenellos.Losdoshombresvolvieronasubirporlaescalerillaypenetrarondenuevoenelinteriordelaparato.

Dos de los hombres que iban vestidos con prendas que no hacían juegoempezaronadescenderporelpasillodistribuyendopequeñoslápicesypequeñastarjetasIBM.Mientraslohacían,unodeloshombresvestidoscontrajedecallele preguntó a una azafata dónde estaba el micrófono de la cabina. Ella se loentregó y el hombre pulsó el botón del altavoz y empezó a hablar en el tonofalsamenteamablepropiodelosexpertosenrelacionespúblicas.

—Señores—dijo—,soyJackDeForestyleshabloennombredelMandodeInvestigaciones y Desarrollo de las Fuerzas Aéreas para expresarles nuestrasdisculpasporestademoraensushorariosdevueloypersonales.Queremosquepuedan ustedes salir de aquí cuanto antes. Bien—prosiguió diciendo como sifueraeldirectorsocialdeabordo—.Nadiehatenidolaculpa,pero,durantesuvuelo, sin que el piloto ni la Aireast Airlines lo supieran, su aparato haatravesadoaccidentalmenteunpasillorestringidoenelqueseestabanllevandoacabounaspruebasgubernamentalesclasificadas.

Ello provocó la reacción de los pasajeros que empezaron a murmurar ycomentar:«Yameloparecía.»

—Bueno, he dicho que no íbamos a tardar mucho y no tardaremos —prosiguió diciendo JackDeForest—.Voy a rogarles a todos los pasajeros quedispongan de cámaras fotográficas, rollos usados, cajas de rollos nuevos yaparatosdegrabaciónencintaqueloentreguentodoanuestroamableequipo.

Ahora la reacción fue instantánea y violenta. Jack levantó una mano que

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nadiepudoverconlaexcepcióndelaazafata.—Provisionalmente,señores.Lorecuperaránustedesdentrodedossemanas.

Se loprometo.Rellenenustedesestas tarjetitasque leshemosentregadoconsunombreydirecciónasícomounadescripcióndelosobjetosqueentreguenalasFuerzas Aéreas. Les aseguro que se lo devolveremos todo... diapositivas,grabaciones,loquesea...corriendolosgastosdenuestracuenta.

JackDeForestdejóquelasquejassiguieransucurso.Asuespalda,Lacombeentró en el aparato, seguido de cerca por Laughlin. Todos ellos contemplaroncómolospasajerosrellenabanlastarjetasIBMentreprotestas.

LacombesevolviódeladohaciaLaughlinylesusurróalgoenfrancés.—SeñorDeForest—dijoLaughlin.En esemomento los ojos de todos los

pasajeros se levantaron para ver qué iba a ocurrir ahora—. Comunique a latripulacióndevueloquenecesitamoslagrabacióndevuelointacta.Yotracosa.

—Sí.—Nolavenelaparato.LaughlinhabíatransmitidolasórdenesqueLacombelehabíacomunicadoen

voz baja sin pensar en otra cosa más que en traducirlas al inglés. Ahora, alobservar las reacciones de pánico y preocupación de los pasajeros, Davidcomprendió que hubiera sido más oportuno hablar personalmente con latripulacióndevuelo.

Losrostrosdelospasajerosreflejabanexactamenteloquenadiequeríaquereflejaran.Habíasidoporlodequenolavaranelaparato.

Fue un mal momento. Pero nadie habló. Tal vez estuvieran demasiadocansados. Tal vez no quisieran realmente saberlo. Tal vez pensaran que ya erasuficienteparaundía.

Lacombe,Laughlin,DeForestylosdemáscomprendieronqueporlomenosun par de pasajeros empezarían a recorrer la prensa del día siguiente. Estabanseguros, sin embargo, de que los únicos relatos de la experiencia que sepublicaríanenletrasdemoldeapareceríanenlaspáginasdeTheEnquirer,TheStar,Argosyyotrosperiódicosqueningunapersonasensatasetomabaenserio.Sin embargo, Lacombe, Laughlin, DeForest y los demás sabían que no habríamododeimpedirloqueestabaocurriendoaquellanoche.Yquenoeramásqueelprincipio.

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8

No había modo de que el coordinador de operaciones pudiera establecercontacto conNeary. Este había desconectado el teléfonomóvil de su vehículo.RoynoqueríaqueIkeHarrislellamara.MientrassedirigíaatravésdelanochehaciaTolono,pudoverunmantodeestrellasporencimasuyo,apesardequelahabitual niebla nocturna de primavera se estaba empezando a elevar de lashondonadas,provocandoelrebotedelaluzdesusfarosdelanteros.

Nearynoviajabasolo.Leacompañabanlasllamadasdelapolicía.—U-cinco.OficialLongly.Cambio.—Adelante.—Respondiendoala10-75delacalleCornbreadyMiddletownPike.Estoy

observando...creoquesonlaslucesdelasfarolasdelascallessituadasalpiedelacolina.Vamoshaciaallá.

UnbrillantehazderayosdeluzaparecióporencimadelhombrodeNearyatravés de la ventanilla trasera. Neary estaba examinando sus mapas y agitó elbrazoconaireausenteatravésdelaventanilla lateral.Losfarosdelanterosdelautomóvilpasarondelargoyalguienlegritódesdeelmismo:

—¡Estáustedenelcentrodelacarretera,atontado!—Unosdoscientosvecinosenpijamacreenquees lanochedelsábado—

comentóLonglyatravésdelabandadelapolicía.Neary extendió unmapa sobre el volante y, al final, localizóCornbread y

Middletown. D-cinco, M-treinta y cuatro. Salió a escape, con los neumáticoschirriando.

Aloscincominutos,Nearyseencontró irremediablementeperdido.Al fin,presadeladesesperación,seacercóaunosestablecimientosdecomidarápidaenlosquenoseobservabalamenorluz.Elapagónhabíafacilitado,alparecer,unaexcusaperfectaparaquetodoelmundosalieraa losaparcamientos.TanprontocomoapareciólafurgonetadeNeary,lagenteseacercóagitandolinternasylatasdecerveza.

—¿Havueltolaluz?—preguntóNeary.—¿Esopregunta?—replicóunadamaconrizadoresypañueloenlacabeza

—.¿Cómoseganaustedlavida?—¿Yquémedicedelaslucesdelasfarolas?Cuandosehanapagado,¿se

han vuelto a encender? ¿Apagándose y encendiéndose, apagándose yencendiéndose?

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UnniñoimpertinenteacercóunalinternaalrostrodeNeary.—¿Así?—preguntó, encendiéndola y apagándola repetidamente contra los

deslumbradosojosdeRoy.—Sí.—No—dijoelniñoriéndosecomouncretino.—¿EstoyenTolonoodónde?—lepreguntóNearyalaseñoraRizadores.—Aquí está todo encendido—dijo el oficial Longly súbitamente—.Estas

farolas... creo que es vapor de sodio. No se quieren estar quietas. Semuevencomosihubieracorriente.Seencienden...seapagan...espere...seladeantambiénunpoco.

—¡Jesús!—exclamóNeary.—Longly—dijo el coordinador, hablando en tono hastiado—. Facilítenos

unalocalización.—Amítambién—dijoNeary.—EsporlaescuelaprimariadeIngleside,haciaelnordeste.—¿DóndeestálaescuelaprimariadeIngleside...melopuededeciralguien?

—gritóRoyatravésdelaventanilla.—Muy fácil —contestó un individuo que, por alguna razón, llevaba una

escopetadecaza—.Regreseala70ydespués...—No,unmomento—dijoLongly-...haciaelnoroesteporDaytona.—¿DóndeestáDaytona?¡Rápido!—Esoestodavíamásfácil.—Eldelaescopetaestabaolfateandoacción.—

Mire,Jack,tomecualquiercallealestedeaquíysigahastaqueencuentreciudad-nueve y granja-once, pero no se detenga porque hay una señal de desvío...«Disculpenlasmolestias».

El hombre estaba hablando todavía cuando Neary cambió de marcha yretrocedió.

Cincominutosmástarde,Nearyseencontróperdidoensupropiaciudad.Seencontrabaenunacarretera rural, rodeadopor aquella estúpidanieblabaja.LafurgonetaDWP llegó brincando a una encrucijada yRoyNeary iluminó con lalinternael rótulodeunacalle. ¡Mierda!Volvióaestudiarelmapa. ¡Mierda!Alefectuarmarcha atrás, Neary tropezó con dos artesas de arcilla de Indiana, sedetuvodenuevoyextendióelmapasobreelvolante, torciendoelganchode lapequeñalámparademaneraqueloiluminaraadecuadamente.

Asuespalda,elhazdeluzdeunvehículoqueseestabaacercandoiluminólaventanillatrasera.Elbrillodelasluces,reflejándoseenlosespejosretrovisorylateral, resultaba casi tan irritante como elmapamunicipal con todas aquellaslíneasmiopes.Conaireausente,Nearyasomólamanoporlaventanillaizquierda,haciendoseñalesalotrovehículoparaqueleadelantara.

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Porunosmomentos,noocurriónada.Laintensailuminación,parecidacasiala de los faros de doble haz de un camión, le estabamolestando la vista. Congestoimpaciente,Nearyvolvióahacerseñasdequeleadelantaran.

Sinunsonido,moviéndoseaunpausadoehipnóticoritmo,lossuperfarosleobedecieron...perdiéndoseverticalmentedevistaydejandotrassílaoscuridad.

Mientras examinaba atentamente el mapa, RoyNeary no se dio cuenta denadadetodoello.Susubconscientetomónotadequelasbrillanteslucesyanolemolestaban.Loque,alfinal,penetróensuconcienciafueelruido.Sonabacomoatintineo de hojalata. Neary levantó los ojos, miró a su alrededor y, al final,iluminóconelreflectorelletrerodeseñalizacióndelacarretera.

Este vibraba con tanta rapidez que las letras parecían multiplicarse ysuperponerse. Volvió a mirar y emitió un «¿eh?» involuntario. Después, elreflector, la lámpara del tablero de instrumentos y los faros delanteros fueronadquiriendounresplandorámbaryseapagaron.

Bruscamente, todaunazonadetreintametrosalaredondafueasaltadaporunasilenciosaexplosióndelaluzmásintensaquesepuedaimaginar.Depronto,parecióquefueradedía.Neary tratódemirara travésde laventanillaabierta,pero la luz era cegadora y tuvo que volver a retirarse al interior del vehículo.Experimentóunardorinmediato,seguidodeunasensacióndeescozorenelladodel rostro que había tenido la imprudencia de asomar por la ventanilla.Nearyquisohablarporteléfono,peroelaparatonofuncionaba.Laradiodebandaanchatambiénsehabíaestropeado.

Para entonces,Roy estaba demasiado asustado como para podermoverse.Sólo semovían sus ojos.Después se cubrió los ojos con lasmanos y buscó atientas lasgafasahumadasdemonturametálicaque seencontrabanen laviseradel parabrisas. Consiguió ponérselas y notó—para su horror— que zumbabanjuntoasussienesyvibrabancontantaintensidadcomoelletrerodeseñalización.

Enaquellosmomentos,seabriólaguanterayempezóamatraquearaligualque todos losdemáselementosmetálicos.Unacajade sujetapapeles seabrióytodos losmalditos sujetapapeles volaronmás allá de la cabeza deNeary y sequedaronadheridosaltechodelafurgoneta.

Lasgafasdesolestabandemasiadocalientes.Lequemabanlapiel.Nearyselas quitó y las dejó caer sobre el asiento. Pero las gafas también volaron porencimadesucabezaysepegaronaltecho.Nearycerrólosojosparaprotegerlosde la intensa luz.Elcenicerosevaciócomoaspiradoporunacorrientedeaireexternaalafurgonetay...

La cálida luz desapareció. Los sujetapapeles empezaron a llover sobre lacabezadeRoy.Yanoseescuchabalavibracióndelletrero.Levantólosojosy—porunsegundo—pudoverlasestrellas.Después,comosiunaenormebandejase

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estuvieradeslizandoporelcielo,todaslasestrellas(conlaexcepcióndealgunassituadas junto a los bordes) quedaron ocultas por aquella masa. Esta siguióavanzandosuavementeylasestrellasvolvieronahacersuaparición.

Un lejano matraqueo indujo a Neary a ocultar de nuevo la cabeza en elinteriordelvehículo.Derepente,losfaros,elreflectorylalámparavolvieronaencenderse.Algomásalláhabíaun semáforodecuatrodirecciones.Loscuatrosemáforosdanzabanhacia adelanteyhacia atrásyvibrabancon tantaviolenciaquelosrebordesmetálicossehabíancurvadopararesistirmejorlafuerza.Porunsegundo, el cruce sequedó inundadocon lamismacegadora luzde antes.Perosóloporunsegundo.Y,enlaoscuridad,lossemáforosdejarondevibrar.

Todoquedóinmóvil.Nisiquieraelasomodeunabrisa.YlaradiosepusoenmarchayNearylanzóungrito.Laradioemitíaunossonidosqueparecíandeberseasobrecargaeléctricay

lasvocesnoresultabanmuchomejorporloqueaRoyrespectaba.—Nolosé.Yoselopreguntoausted.¿Haylunallenahoy?—Negativo—dijolavozdeunacoordinadora—.Nohaylunanuevaeldía

trece.—Déjesede tonterías.Micompañeroyyoestamosviendoestacosasobre

SignalHill.Esaquellopor loque todoelmundoestágritando.Es la luna...—Habíamuchas perturbaciones eléctricas.—Espere unmomento. Bueno.Ahoraestáempezandoamoverse.Deoesteaeste.

—Aquí Tolono —dijo otra voz—. Policía diez once. Lo estamoscontemplandoy confirmamosque se trata de la luna con toda seguridad.Yqueconstequenosemueve.Seestánmoviendolasnubesquehaydetrás,produciendounaimpresióndemovimientopor...

—¿Dóndehaestudiadoustedastronomía,Tolono?—tercióunavozqueRoyreconociócomoladeLongly—.¿Cuándohavistoustednubesmoviéndosedetrásdelaluna?

—¿Cuálessulocalización?—preguntóconvozcansadalacoordinadora.—Justo en proximidad de la autovía de Telemar y al este hacia Harper

Valley.—¡Oh,Diosmío!—gritóRoyNeary—.Yasédóndeestá.Nearyaceleróamásdecientocuarenta.Penetróenunlargoyoscurotúnely,

mientras sus faros delanteros lo iluminaban, volvió a experimentar aquellasensación de escozor en un lado de la cara.Recordó también lomucho que sehabíaasustadoantes,yahoraaquíestaba,persiguiendoaquellacosaquetantolehabía asustado. Hubiera debido detenerse, darmedia vuelta y regresar junto aEarl y los demás hombres. Pero Neary se percató de que ahora estaba másemocionadoqueasustado.Sesentíacomounniño.Yaerademasiadotardepara

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detenerse.Seestabadivirtiendodemasiado.Ylomismoleocurríaalapolicía.—¡Yalesveo,Charlie!Lesestoypersiguiendo.—Puedes estar bien seguro. Estas cosas no han sido manufacturadas en

Detroit.¡EraLongly!—Está aminorando la marcha. No sé por qué lo hace, pero se está

acercando.Trescientosmetros.—¿Puededarlealcance?—preguntólacoordinadora.—Creo que no. Son unos doscientosmetros. Esome parece.No creo que

debamosacercarnos.—Estásiguiendotodaslascurvas.Estárecorriendotodaslascarreteras.—El radar indicaqueavanzanaunavelocidaddecuarentakilómetrospor

hora.—Oye,¿noacabamosdepasarfrenteaunazonaescolar?—¡Fíjateenlossemáforos!Seponenverdescuandoellosseacercan.Muchoruidodeperturbacioneseléctricas.—Sí,señor...SeestándirigiendohaciaelesteendirecciónaHarperValley.Neary emergió del túnel y rodeó una curva a ciento cincuenta y cinco

kilómetros por hora, rozó un antepecho, derrapó y consiguió corregir sutrayectoria sin ir a parar a la hondonada central. Pasó velozmente frente a unletrerode señalización:HarperValleyEsteSalida—5kilómetros.NearypisóentonceselaceleradoryaminoróacientotreintaporhoraalacercarsealasalidadelHarperValley.

Patinandoyfrenando,enfilólacarreteradesalida.EstaseprolongabaenunacarreteraruraldedoscarrilesenlaqueRoyaminorólamarchaaunosprudentescientodiezkilómetrosporhora.

Másadelante,leparecióveralgoenla...¡Unniño!Nearypisólosfrenos.Instantesdespués,unamujersalióalacarreterayasió

alniño.LafurgonetaestababrincandoviolentamentemientrasRoyluchabaconelvolante.Lamujeryelniñosequedaroncomocongeladosuninstantebajolaluzdelosfaros...ametros,aescasísimadistancia,directamentebajolasruedas.

Neary giró con fuerza el volante a la izquierda, patinó junto a los doscuerpos y se lanzó contra una valla de contención de nieve, llevándose pordelantepartedelamismaantesdedetenerse.

Durante un prolongado instante, todo quedó en silencio exceptuando suafanosa respiración. Apagó el motor. Tuvo que intentar tres veces abrir laportezueladelomuchoqueletemblabanlosmúsculosdelbrazo.

Al final,Neary consiguió avanzar trabajosamente entre las altas hierbas y

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regresaralcentrodelacarretera.Lamujerlemirócomosinverle,rodeandoalchiquillo con sus brazos, cubriéndole los ojos con las manos como si todavíaquisieraprotegerledelapoderosaluzdelosfarosqueseacercaban.

—Señora—empezóadecirRoy—,nodebieradejarquesuniño...—Llevo horas buscándole—replicó Jillian Guiler—. Se alejó de nuestra

casa.Llevohorasbuscándole.Sefuesinmás.Horasyhorasllevo...—Deacuerdo—dijoNeary—.Deacuerdo,losiento,yo...—Estaesunacurvamuypeligrosa—dijounavoz.Nearysevolvióyvionadamenosqueaunviejogranjero, sentadoenuna

silla,detrásdeunaviejacamionetadereparto.Sufamilia—esposaydoshijos—se hallaba agrupada a su alrededor. Algunos miembros de la misma sosteníanunosprismáticosenlamanoyunodeloschicosteníauntelescopiodejuguete.

—Es como si hubiera llegado el circo a la ciudad —dijo el granjero,ingiriendountragodeunabotelladealgo—.Pasandenoche...pasanmuytardedenocheparanomolestaralosvecinos.

UnrepentinovientoapartóloscabellosdelrostrodeJillian.Roynotóquesucabello volaba en la misma dirección. Se volvió de cara al viento que ahoraestabasoplandoatravésdelavalladecontencióndenieve.

En la furgoneta de Neary, entre varios metros de destrozada valla decontención,laradiodelapolicíaseguíahablando.

—¿Puedeustedalcanzarles?—...puedointentarganarunpocodeterreno.—Mientrassiganlacarretera.—Aquí,condadodeRandolf.Leestamossiguiendoatravésdelafrecuencia

deemergencia.¿Quéesloquehayaquíabajo?Con lospárpadosmediocerradosacausadelviento,Nearypudoveralgo

acercándoseporlacarretera,peroresultóunabandadadepájarosvolandobajo,comosihuyerandealgo.Algoquehabíaenelhorizonte.Algoquebrillaba.

Pasó velozmente un grupo de conejos con las orejas aplastadas contra lacabeza.

—Yavienenotravez—dijoelgranjero.Nearydiomediavueltaparamirarcarreteraabajo.—¡Jesús!—musitóenvozbaja—.Jesucr...Parecía que le hubieran aspirado el aliento de los pulmones. El vacío se

llenóconunaespeciederumorsordo,comosilaatmósferaestuvieraperturbadaporlosrelámpagos.Acercándosesilenciosamenteaellosagranvelocidadpodíaverseloqueparecíaunpardereflectoressostenidossobrealgodegrantamaño.Neary tuvo la impresión de ver una sombra detrás de las luces, algo sólido,pernos y tuercas. Era como si un súbito amanecer a las dos de la madrugada

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pasarafrenteaéldeesteaoeste.Sinpensarlo,Roysecubrióelrostroconunbrazoyasióalamujeryalniño

conelotro.Jilliannotóqueelcuelloyelrostroleardíanydespuésleempezabanaescocer.Lostrespermanecieronfuertementeabrazadoscomosialgoparecidoauna puesta de sol estival india, despidiendo deslumbrantes colores otoñales,pasarafrenteaellosyaminorarasuvelocidadcarreteraarriba.Unletreroenelque se anunciaban los Golden Arches de McDonald fue acariciado por seismatices de luz, antes de que el impresionante adorno de Navidad siguieraavanzandocomounamanchablanca sobre la líneadepuntosde lacarreteradeabajo.

Un tercer vehículo—que aNeary se le antojó un fuego fatuo porque casiparecía que hubiera un rostro fantasmagórico mirando socarronamente desdetodassusbrillantesluces,desdetodoslosmilesdepequeñoscristalesdecolores—sefueacercando,pasódelargoy,siguiendolacarretera,giróaladerechaaltiempoqueseencendíansucesivamentetreslucesindicadorasrojascomolasdeun«Cougar»del71.

NearyyJillianestabanjadeandodemiedo,peroelpequeñoBarrynohacíamásquebrincararribayabajogritando«¡Helado!¡Helado!»yriéndose.Estabamuyexcitado.

Elviejogranjero,sentadotodavíaensusilla,detrásdelacamioneta,dijoentonoindiferente:

—Sí, ellos pueden colocar anillos alrededor de la luna, pero nosotros lesllevamosmuchosañosdeadelantoenlacarretera.

Aquello fue demasiado para Roy y Jillian. Ambos semiraron a los ojos,peronoselesocurriónadaquepudierandecir.

Neary tragósalivaenun intentodepronunciaralgunapalabra,dearticularalgúnsonido,dequelesalieraalgodelaboca.Algomásseestabaacercandoporla carretera. Con un desesperado empujón, se lanzó con Jillian y Barry a lacuneta.

Coneltiempojusto.Dosvehículosdelapolicíapasaronvelozmenteamásdecientoochentakilómetrosporhora.

Nearyseencaminóhaciasufurgoneta.—Quédese—ledijoelgranjero—.Debieradehaberlovistohaceunahora.—Esoesuna locura—dijoNeary justoenelmomentoenquepasabaotro

vehículodelapolicíadeIndiana.—Es posible que esté borracho, pero sé que estoy aquí—gritó el viejo

sobreeltrasfondodelruidodelmotor.Nearyestabafurioso.—¡Ha estado usted a punto de matarnos! —gritó en dirección al último

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automóvil.Barryseestabariendodenuevo.Nearyhizomarchaatrásconlafurgonetaparadesenredarladelamarañade

lavalladecontenciónylosmatorrales.Lasruedasgiraronsinmoversedesitio,perodespuésNearysecalmóyconsiguiósacarelvehículodeallí.

—¿Dóndeestamos?—lepreguntóaJillian.—HarperValley.Lafurgonetasealejó.—Sólojuegan—dijoBarry,acurrucándosecontrasumadre.—¿Quédices,Barry?—Jueganacosasmuydivertidas.

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9

Pisando el acelerador hasta el fondo, Neary conducía inclinado contra elparabrisas,siguiendolascurvasdelavíadeaccesoalaautopistayelresplandorquepodíaverenelairefrenteasí.

Al llegar a la autopista, escuchó la conversaciónentre losvehículosde lapolicíaapesardequeaúnnopodíaverlos.

—¡Meestoyacercandoaellos,Bob!—exclamóunavoz.—¡Fíjatecómohantomadoestacurva!LacabezadeRoycasi rozabaelcristal.Este se inclinóunmomentohacia

atrás y echó un vistazo al velocímetro. Ciento setenta. ¡Dios mío! Otra nochecomoaquéllaypodríanarrojaralabasuraaquelcacharro.

—...¡YaestamosenlafronteradeOhio!—¡Oye,Bob,quenopodemoscruzarlafronteradelestado!—Vayasipodemos.Voyapillaraestoshijosdeputaaunquesealoúltimo

quehaga...Allídelanteaparecieron,antelavistadeNeary,lasintermitenteslucesrojas

yamarillasdelúltimovehículodelapolicía.Nearytuvoqueaminorarlamarchaparanosalirsedelacarreteramientrastomabanlaslargascurvas.Laformaciónde brillantes luces se encontraba todavía por delante de ellos, tomandosuavementelascurvascomosinoexistieralagravedad.

ANearyleparecióenladistanciaquelascasetasdepeajeestabanvacías.Al parecer, el apagón había afectado también a las habituales lámparasfluorescentes de tono azulado.A aquella hora de la noche, discurríamuy pocotráficoentreIndianayOhio.

Enlascasetasdepeaje,unodelosempleadosestabadormitando,sentadoensutaburete.Laformacióndeobjetosanaranjadospasósuavementeporencimadelalíneadecasetas.Parecióquesedesencadenaraelinfierno.Seencendieronlasintermitentes luces rojas de alarma de funcionamiento por batería. Silbaron lassirenas.Sonaron timbres.Eladormecidoempleadosedespertódegolpe.Algúnsinvergüenzaestabatratandodepasarsinpagar.

Momentosmás tarde,elprimervehículode lapolicíacruzóvelozmenteenrápidapersecución.Lesiguióelsegundo,haciendosonarlasirenayconlaslucesdelacapotaencendidas.Mientraselempleadoseasomabafueradelacasetaparaver qué demonios estaba ocurriendo, pasó el tercer automóvil de la policía,seguidodecercaporlaamarillafurgonetaDWPdeNeary.

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—Estoyacortandoladistancia—dijounodelospolicías.—¡Osdigoquetendríaisqueveresto!¡Vanpegadosalacarretera!Se acercaba una curva cerrada y, por primera vez desde que se había

iniciadolapersecución,losobjetosdecidieronnoseguirpegadosalacarretera.Instantesmástarde,eloficialdepolicía—cuyosojosdebíanestarsiguiendolasluces nocturnas que avanzaban sobrevolando la carretera y no ya mirando lacarretera— se estrelló contra el antepecho a una velocidad de por lo menoscientosetentakilómetrosporhorayseelevóunsensacionalinstanteenelairedeOhio antes de aterrizar demorro en el terraplén, perdiendo todas las ruedas yportezuelas.

—¡DeWitt!¿Estásbien,DeWitt?El segundo automóvil se detuvo justo a tiempo, frenando con fuerza y

llegando hasta el borde del precipicio. Roy observó cómo dos oficiales de lapolicía saltaban por el aplastado antepecho y descendían a toda prisa por elterraplénendirecciónalvehículoaccidentado.

El tercer automóvil y la furgoneta de Neary se detuvieron también. LosdemáspolicíasbajaronporelterraplényNearylevantólosojosalcielo.Lostresobjetosluminososseelevaronhaciaunasnubesbajas.Duranteunossegundos,lasnubes quedaron convertidas en fuego hasta que se desvaneció la iluminacióninternayregresódenuevolanoche.

NearymiróhaciaIndiana.Lailuminaciónfluorescentedeambosladosdelascasetasdepeajesehabíarestablecido.Despuésobservócómo,enladistancia,seencendían todas las luces de una pequeña área. ¿Tolono? ¿ Harper Valley? Alparecer,elapagónhabíaterminado.

Resultó que el agenteRogerDeWitt se encontraba enmejor estadoque suvehículo que había quedado destrozado. Se había roto la nariz, tenía variosgolpes de escasa importancia y una probable conmoción cerebral. Se habíapasadounahoraenlacomisaríacontándoleatodoelmundo,incluidoD.W.I.,unmuchacho víctima de violación, así como a una docena de testigos, losacontecimientos celestes de aquella noche, su versión de la verdad. Ahora seencontrabadentropresentandosu informeverbalalcapitánRasmussenmientrasenlasaladeelaboracióndeinformesdelaPatrulladeCarreterasdelEstadolosotros oficiales yRoy estaban redactando sus informes acerca de sumemorablenoche.EranlastresymediadelamadrugadayNearyestabaagotado.

«Al fin y al cabo, un hombre no dispone más que de algunas onzas deadrenalina», pensóNeary.Hubiera deseado tener una barra de «Mars» pero sehubiera conformado con«Mounds»o«Mamis».Nohabíamáquinas de escribirsuficientes y Roy estaba redactando su informe con un lápiz. Le dolíaespantosamentelacabeza.

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—¿Tienealguienunaaspirina?—preguntódirigiéndosealasalaengeneral.Nadieleprestóatención.—Si Longly no hubiera estado conmigo—le estaba diciendo uno de los

agentesaotro—,mehubieravueltoloco.—Yo no quiero archivar este informe—dijo Longly sonriendo—. Quiero

publicarlo.Justoenaquellosmomentos,seabriódegolpeunapuertadelotroextremo

de laestanciayeloficialDeWitt emergiócojeandodeldespachodelcapitánycerrólapuertatrassínosinqueanteshubierasalidoelcapitán.

—Yaes suficiente conhaberofendido el sentido común—dijo el capitán,dirigiéndoseatodoslosqueseencontrabanenlasaladeelaboracióndeinformes—.Lagentenormalesperaquelapolicíanopresentegrotescosinformesdeestetipo.

—Loquehedichoeslapuraverdad—dijoDeWittentonodefensivo.—No quiero ver a este departamentometido en las páginas del National

Enquirer.—RasmussenmiróaLonglyyaotrooficial,sentadosambosjuntoasusmáquinasdeescribir.Despuésvolvióahablar,dirigiéndoseatodosengeneral.—Cuando Flash Gordon y Buck Rogers hayan terminado, que hagan el favor depasar.

Tras locual, regresóasudespachoycerró lapuertadegolpe,dejandounrastrodeterrorasuespalda.

—¿Sehaenfadadoporquetucochesevaaconvertirentaxilasemanaqueviene?—preguntóLongly.

—¿Quesisehaenfadado?—dijoRoger,queahoraestabaaturdido,apartedemagullado—. Se lo he contado todo. No le he ocultado nada. Las estrellasmóviles.Lavelocidad.Quédemonios,unhombrenosecargauncocheasícomoasí.

—Y,¿qué?—Mehacastigadocondossemanasdesuspensión.—¿Cómo?Losdemáspatrullerosinterrumpieronsutareaylemiraronfijamente.—Yamehabéisoído.—DeWittsedirigiórenqueandohacialapuerta.—Ida

contarleaalguienlaverdadyprontoestaremostodossintrabajo.Royobservócómolosoficialesposabandenuevolamiradaensusmáquinas

de escribir. Les vio leer sus respectivos informes. Algunos agentes seintercambiaron unas sonrisas forzadas. Después, como si un invisible titiriterohubiera tirado simultáneamente de cinco cuerdas, cinco manos derechas seextendieronhacialasmáquinasdeescribir,sacaroncincohojasylasarrojaronalaspapeleras.

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—Adelante,caballero—ledijounoficialaNeary,sonriendoestúpidamentemientras insertaba un nuevo impreso de informe en su máquina de escribir—.Tengalabondad.

Neary buscó a algún amigo en la sala e inmediatamente comprendió lasituacióngeneral.Selevantóysemarchó.

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10

YaeranpasadaslascuatrocuandoNearyregresóacasa.Desdealgúnlugar,había conseguido extraer nuevas reservas de energía y corrió por el pasillo endirecciónaldormitorio,gritando:

—¡Ronnie!¡Ronnie!Neary no podía controlarse, todos susmúsculos vibraban a causa de unas

imprevistasreservasdeadrenalina.ExperimentabanáuseasdebidoalaexcitaciónysusegundapalabracasilevantóaRonniedelacama.

—Cariño,despierta.Susojossellenarondeterrorysulargocabellorubioseagitóenredadocon

elsueño.—¿Sonlosniños?...unincendio...qué...—Noocurrenada,losniñosestánbien—dijoél—.Cariño,novasacreerlo.Ronniecontuvoelalientoymirólaesferaluminosadelreloj.—Exacto.Novoyacreermequemedespiertesalascuatroydiez.—Novasacreerloqueestáocurriendo.—Noteescucho—dijoRonnieconmuchaclaridad,cubriéndoselacabeza

conlassábanas.—Notienesqueescuchar—larespiracióndeRoylerecordabaaRonniela

delpequeñoTobycuandodevorabaunpostre—.Nometenruido.Nohaymásqueairey,derepente,ssss...despuésssss...despuésunpequeñossssrojo...¡Jesús!

Desdedebajode las sábanas,Ronnie absorbió todos aquellos«ssssss».Yentoncesseacordó.

—ElDepartamento ha estado intentando localizarte.No podían establecercontactocontigo...

—Sí,yalosé.Teníaelteléfonodesconectado.—Roy, no deberías hacer eso —dijo ella, empezando a despertarse—.

Tienen que hablar contigo... están ocurriendo toda clase de cosas raras. Elteléfonohaestadosonandosincesar.¡Quierenquelesllamesahoramismo!

Nearycomprendióquelaspalabrasnoeransuficientesyempezóatirardesuesposaparalevantarladelacama.

—¡Vamos! Levántate. ¿Cómo quieres vestirte, maldita sea? El sol va aapagaralasestrellas.

—¡Roy!¿Dequéestáshablando?—Nada.Nodigonadahastaqueloveasportimisma.Ronnie,oh,Ronnie.

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Esmuyimportante.Necesitoqueloveasconmigo.Tenecesitoahoraconmigo.Ronnienovioningúnhumorensurostroyseablandóinmediatamente.—Nopodemosdejaralosniños.—Losniños,sí,losniños...¡niños!¡niños!Mientrasinstabaasufamiliaaquesevistieraysalieradelacasa,Nearyfue

por las cámaras fotográficas, los anteojos, los prismáticos de ópera y unasmantas.

—¿Vamosasaliradarunpaseo?—preguntóBrad,todavíamediodormido.—Mehasrobadolaspinturasluminosas—recordóToby.—¡Recuperarás laspinturas luminosas!—dijoNeary,alborozado—.¡Todo

vaaserluminoso!Los acompañó a todos a la cocina, donde Ronnie se desvió hacia el

frigoríficoy tomósubolsadeverduras crudas.La luzdel frigoríficoeradeundesagradabletonoverdosoyTobydijo:

—Estaluzverdemehacevomitar.—La cambiaré cuando pierda otro kilo y medio —le dijo su madre por

enésimavez.Neary empezó a empujarles fuera de la casa en dirección a la camioneta

familiar«Chevrolet»,aparcadaalotroladodelacalzada.—Roy—dijoRonnie,empezandoaenfadarse—.Yahasconseguidoloque

querías.Hemossalidotodosdelacasa.¿Podemosahoravolveradormir?En lugar de contestar, Neary abrió una de las portezuelas del vehículo y

empujóalosniñosasuinterior.—Esosólotendrágraciasiterminaenlacalzada—dijoRonnie,rodeandoel

cocheparaocuparsuasiento.—Nosprometisteelminigolf—dijoTobydesdeelasientodeenmedio.Susojosyasehabíanvueltoacerrar.Al final, todo el mundo se encontró dentro. Ronnie no había cerrado la

portezuelaylalamparitadeltechoseencontrabatodavíaencendida.Porprimeravez,Ronnielovio.MediacaradeRoyestabaencarnada.Intensamenteencarnada.

—Roy,¿quéeseso?Estásquemadoporelsol.Neary se miró en el espejo retrovisor. Aquella prueba visible le hizo

enrojecerinteriormente.—Mierda—murmuró—.Me he tomado las vacaciones mientras vosotros

dormíais.—Perosólomediacara.PeroNearyyaestabahaciendomarchaatrásenlacalzada,disponiéndosea

regresarallugardelamáximaemoción.Sedirigiórápidamenteallugarenquetodohabíaocurrido,seapartódela

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carreteraysedetuvojuntoaladestrozadavalladecontención.Elgranjeroysufamilia sehabían ido,dejando tras sí algunascajasdecomidapreparadayunabotelladevino.

Roy descendió del vehículo. Ronnie y los niños parecían una sinfoníadurmientede trastornos adenoideos.Roy, encambio, estabamuydespiertoy seestuvo paseando un rato en el fresco amanecer, esperando... esperando, ¿qué?Esperandoaquelaexperienciaserepitieradenuevo.«Porfavor,vuelve»,pensó.¿Porquéalgotanaterradorestabaresultandotanemocionante?Hubieradeseadocompañía,peroahoralaoscuridadleestabagastandobromas.

Losagentesdepolicíanoseencontrabanconélahora.Estabasoloallí.¿Lesgustaríalagentequeaguardabasola?¿Seríamásfácilmarcharsecuando...?

Algo despertó a Ronnie. Esta miró hacia atrás y vio a sus tres hijosdurmiendoapoyadoselunocontraelotro,miróhaciaafuerayvioa sumaridopaseando nerviosamente arriba y abajo con los ojos dirigidos al cielo. Bajó,cerrandosuavementelaportezuela,ysereunióconél.

—¿Qué estamos haciendo aquí,Roy? ¿Por qué no quieres decirme de unavezquéestásesperando?

—Losabráscuandoloveas—contestóélsinexcesivaconfianza.—Vamos—dijoRonnie—.Hevenidoaquícontigo.Loestoyencajandomuy

bien.Ahoradime,¿cómoera?—Parecidoa...bastanteparecidoauncucuruchodehelado.AquellofuedemasiadoparaRonnie.—¿Dequésabor?—preguntóéstaconinocenciaasesina.—Naranja —repuso Roy, tomándose sus palabras en serio—. Era

anaranjado... y no se parecía exactamente a un cucurucho de helado... seencontrabaenunaespeciedecápsula...este...

Royloesculpióenelaireconambasmanos.—¿Comountaco?—No,redondo,másgrande...yaveces...eracomo...como,¿sabesaquellos

bollosquecomimosayer?—¿Lospanecillosdecenteno?—¡No! No era para desayunar... —Neary comprendía que su esposa le

tomabaelpeloyestabaperdiendolapacienciaperoinsistiódetodosmodos—.Alahoradecenar.¿Quéeranaquellosbollos?¿Aquelloscurvados?

—¿Terefieresaloscroissants?—exclamóellacomosiestuvierahablandoconuncolegial.

—¡Sí!—repuso él, entusiasmándose de nuevo—.Y emitía una especie deresplandordeneón.

Aquello ya fue auténticamente demasiado para Ronnie. Ésta buscó una

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zanahoriaenlabolsa.Nearysealejóunospasosmientrassuesposamascabalazanahoriayseagachójuntoaunaroca,conlosojosdirigidosnuevamentehaciaelcielo.Ronnieleobservóconinquietud.EstabaclaroqueaRoyleocurríaalgo...algoqueellanopodíasiquieraempezaracomprenderperoque,alparecer,eraimportanteparaél.Talvezsehubieramostradoexcesivamenteperversa.

RonnieseacercóasumaridoyutilizósuvozpreferidadelaPequeñaHeidiparadecirle:

—¿Nocreesqueloestoyencajandofrancamentebien?Sin contestarle, él se levantó, contemplando las estrellasque empezabana

desaparecerenelcielocadavezmásclaro.Ronnie dirigió también la mirada al cielo y se estremeció levemente. No

sabía por qué, pero estaba un poco asustada. Todo resultaba un poco raro.Excesivamenteraro.

—Abrázame—ledijo.Nearylarodeóobedientementeconsubrazoylaatrajohaciasí.Ronniele

rodeóasuvezlacinturaconsusbrazosyempezóamordisquearlelaoreja.—Recuerdocuandosolíamosacudirasitioscomoésteparamirarnoseluno

alotro—dijocomosifueraBambi.Neary la miró como si recordara buenos tiempos y esbozó una sonrisa.

Ronnieledevolviólasonrisayempezóamorderleellabiosuperior.Elsiemprehabíasidomuyaficionadoaestascosasymuyprontolosbesosseempezaronaintensificar. Pero la pasión no impidió, sin embargo, queRoy abriera los ojosparacontemplarelcielo.Porsiacaso.

Súbitamente, todo se iluminó y un cálido susurro azul les agitó la ropa.Neary estuvo a punto de escaparse de su propia piel mientras los rojos farostraserosseperdíanenladistanciaperoRonniesabíaqueeraunacamionetaconremolquey,alcabodeunossegundos,Roylocomprendiótambién.Elhechizosehabíaroto.

Ronnie,estudiandoasumarido,preguntó:—Si una de estas cosas bajara ahora mismo y se abriera la puerta,

¿entrarías?—¡Pues claro que sí! —exclamó Roy, emocionándose ante aquella

posibilidad.Después,observandoeintuyendoqueelcuerpodeRonniesetensabaacausadeldolorañadió—:Bueno,esoloharíacualquiera.

Eldañoyaestabahecho.Ronnieseapartódeélyregresóalautomóvil.Roylasiguióapresuradamente.

Ronniesedetuvoysevolvió.—¿Sabesloquenoshashecho?—gritó—.¿Sabesloqueesosignifica?Nos

hastraídoaquí,aveintekilómetrosdecasaenmitaddelanoche...yhasdestruido

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nuestrociclodelsueño.TushijossevanadormirenclaseySylviasepasarátresnochesdespiertahastalaunadelamadrugadaporquesupadrejurahabervistounanaranjado bollo plano que vuela. Podríamos empalmar ahora mismo con eldesayuno.—Ronniesedetuvopararecuperarelresuelloydespuéscompletóenvoz baja su labor de demolición.— Jamás se te ocurra intentar algo parecido.Nosotrossomostufamilia.Noesnormal.

NearysabíaqueRonnienohubierapodidodecirnadacapazderesultarmásdefinitivo.Ciertamentequenoeranormalpero, talcomoNeary ibaadescubrirmuypronto,lanormalidadtalycomoéllaconocía,estabatocandoasufin.

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11

NoexisteningúnmediorápidodellegaraBenarés.Laantiguaymássagradaciudaddeloshindúesesaccesibleprincipalmenteatravésdelafe.

El accesomedianteunaviónmilitar estabaexcluido.Enviarunaparatodecazaounbombarderoatravésdelespacioaéreoindionosólohubieraasustadoalosindiosmilitarmenteneutralessinoque,peortodavía,hubierapuestoenpeligroelsecretodelProyecto.

David Laughlin suponía, particularmente, que, si hubiera habido tiempo,Lacombe hubiera viajado a Benarés en la forma adecuada, descalzo, con untaparrabosyapoyándoseenuncayadodemadera.Detodosmodos,LaughlinsealegrabadeencontrarseabordodeaquelpequeñojetCorvettedecuatroplazasfletado a la Air Alsace que les había permitido efectuar el viaje de París aRangúnenapenasmediajornada.

UnhelicópteroVertol lescondujomediahoradespuésenvuelobajosobrelasagujasylascúpulasdeBenarés,cuandoyaelsolseestabaponiendo.Elríosemovía lentamente bajo el helicóptero con sus sagradas aguas llenas del mássagradodeloscienos.

Lasladerasdelascolinasseencontrabanaescasoskilómetrosdelaciudad.ElVertolpermaneciósuspendidoenelaireadiscretadistanciamientrassupilotobuscabaunlugarenelqueaterrizar.Nofuefácil.

—¡Mírelos!—exclamóLaughlin—.¡Miles!—Decenasdemiles—lecorrigióLacombe.—Esfantástico.Yo...—El Sadhu es un hombre muy santo—le interrumpió Lacombe sobre el

trasfondodel rugidode la hélice—.Pero tambiénmuypráctico.Busca tambiénunarespuesta.Envida.Llevaescuchandomuchosaños.Ensucaso,setratamásquedeunacuestióndefe.Esunacuestiónderesultados.

Laughlinreflexionó.—Peroyocreíaqueloshindúesibanporotrolado—gritó—.Enelnirvana,

noaquí.Lacombeseencogiódehombros.El helicóptero se posó suavemente en un espacio cercano a dos autocares

Mercedes.Elpilotoapagólosmotoresylashélicessefuerondeteniendopocoapoco. El polvo empezó a cubrirlo todo en un radio de cien metros. Lacombedescendió en primer lugar y permaneció momentáneamente inmóvil bajo la

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deslumbradorapuestadesolencompañíadeLaughlinydedostécnicos.Losanaranjadosrayosdelsolteñidosderojosangreestabancayendoahora

casihorizontalmente.Alcabodepocorato, laardienteyenormeboladefuego,filtrada y deformada por interminables kilómetros de polvorienta atmósfera seagrandaría,seoscureceríayseperderíadevistaalotroladodelabajacadenadecolinasdeloeste.

—Vamos—dijoLacombe.Laughlin les hizo una seña a los dos técnicos y éstos recogieron sus

micrófonos,susmagnetófonos«Nagra»,susbateríasportátilesylalivianacámara«Arriflex» de 16 mm. Los cuatro hombres avanzaron lentamente entre lamuchedumbredeperegrinos.

La gente se encontraba densamente apiñada y había algunas personassentadas sobre pequeñas alfombras con cestos de comida a su lado. Habíafamilias enteras, con ancianos abuelos que probablemente contaban menos decuarentaaños,marchitosydemacradosacausadelhambreylasenfermedades.

Losoccidentalesfueronsubiendoporlaladeraaunaprudentevelocidadendireccióna lazonadespejadaen laqueseencontrabasentadoelSadhucon laspiernascruzadasdebajodelcuerpoenlaposicióndelloto,losojoscerrados,laspalmas de lasmanos juntas y los codos proyectados hacia los lados como unaextrañaymeditabundaavedepaso.

UnjovenbrahmánenfundadoenunatuendodecalleblancoselevantóalveracercarseaLacombe.Laughlinseadelantóparatraducirmientraslostécnicossepreparaban.

—Faltamediahoraparalamuertedelsol—ledijoelbrahmánaLacombe.SuacentonoeradelagradodeLaughlin.SuaveinglésdeOxford.Eljoven

calzaba lustradasbotasdepiel, pantalonesmuyajustadosdemuselinablancayunachaquetasincuellodelmismotejido.Resultabademasiadourbanoparaaquellugarysufluidaconversaciónerademasiadoafectada.Perohastaelmássantodeloshombres,pensóLaughlin,precisabadeapoderados.

ElSadhu,porsuparte,nomovióniunmúsculo.Nodabaaentenderqueseestuviera percatando de lo que le rodeaba ni siquiera a través del más leveparpadeo.Lacombepermanecióunosinstantesencontemplativosilencio,despuésse agachó y se sentó en la posición del loto, cerca, pero a una respetuosadistancia,delSadhu.

Ahora los micrófonos estaban a punto, cada uno de ellos en su reflectorparabólico.La «Arriflex» habría que sostenerla con lasmanos.Lacombehabíainsistido en que no se montara sobre un trípode. Quería que el técnico lamantuviera apoyada sobre su hombro de tal manera que dispusiera de lamovilidadnecesariaparafotografiar...todoloquehubieraquefotografiar.

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Elfrancéscerrólosojosypareciórelajarse,apesardemantenerlaespaldarígidamenteerguida.Casisinmoverloslabios,letransmitióunaordenenfrancésaLaughlin,elcualsedirigióaltécnicodesonido.

—Quierecerciorarsedequeprotejasel«Nagra».—¿Por qué? —quiso saber el hombre—. No estamos cerca de ninguna

interferenciaeléctrica.—Yahatenidomalasuerteotrasvecescongrabacionesmagnetofónicas.Se

lesueleestropearelmotoryloscabezalesdegrabaciónpierdenmagnetismo.—Nofastidies—dijoeltécnico—.Bueno,siéllodice.Sacó una especie de gran funda en forma de caja demalla de cobre y la

colocó sobre el pequeño magnetófono de precisión «Nagra». Después hundióunosclavosdecobreenlatierraybajócuidadosamentelafunda.

—¿Leparecebienasíalamadre?Laughlinsepreguntó,ynoporprimeravez,quéestaríanhaciendoenaquel

extrañolugarcontodosaquellosmilesdepersonas,esperando...esperando,¿qué?Elinformesereferíaaunsucesoestrictamenteincreíble,peroLacombelehabíaenseñadoasuspenderlaincredulidad,aabrirsealoincreíble.

Laughlin apartó la mirada y contempló el enorme disco del sol en elmomentoenquelascolinasdeloesteempezabanamorderunapartedesubordeinferior. Al cabo de un momento, sólo resultó visible medio sol. El Sadhu seestremeciólevemente.

Lo que ocurrió a continuación se le antojó a Laughlin como filmado encámaralenta.ObservóqueelSadhuacercabaloscodosasuescuálidaymorenacaja torácica. Las palmas de sus manos, todavía juntas, iniciaron un levemovimientodeseparaciónhastaquesóloquedaronencontactolasyemasdelosdedos.

ElSadhu levantó lentamente lospárpados,comosi fueran laspersianasdelos ventanales de un templo. Sus ojos abiertos eran enormes, negros como elazabache, rodeadosdeblancoyelblanco,asuvez, rodeadoporunas lustrosaspestañasnegras.

ElcuerpodelSadhuseestremeció.Pocoapoco,sinesfuerzoaparente,ésteempezóalevantarsedesdelaposicióndellotoalaerguida.Eldelgadobrahmánde la ciudad cayóde rodillas.Laughlin se sentóbruscamente, como si la únicapersonaque tuvieraderechoapermanecerdepie fueraelSadhu.Porel rabillodelojo,Laughlinpudover,increíblemente,cómolostécnicosdesonidoeimagense arrodillaban. Estaba seguro de que no tenían ni idea de lo que estabanhaciendo.

Con grave deliberación, los brazos desnudos del Sadhu se separaron delcuerpo como las poderosas alas de un ave que desde la tierra se dispusiera a

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levantar el vuelo. A su espalda, lo único que quedaba del sol era un exiguoreborde.MientrasLaughlinlocontemplaba,elsoldesapareció.Instantáneamentesehizolaoscuridad.

Los largos brazos del Sadhu se levantaron de lado hasta la altura de loshombros.Despuéssedetuvieronyprosiguieronsuascensohastaquelosnudososreversos de sus manos se rozaron por encima de su cabeza. Se detuvieronnuevamenteydespuésdescendierondegolpe... como los deundirector deunaimpresionanteorquesta.

De diez —veinte— mil gargantas brotó una suave y melodiosa notasostenida con tanta potencia que consiguió abrirse camino hasta el cerebro deLaughlin.EsteobservóquelosojosdeLacombeseabríanymirabandesoslayoendirecciónalostécnicos.Laughlinleshizounaseña.Eltécnicodesonidopusoenmarchael«Nagra».Laughlinpudoversuscarretesgirandoatravésdelamalladecobre.

Ahora el Sadhu volvió a levantar los brazos y dirigió otra nota, a unintervaloporencimadelaprimera,másaltaenlaescala.Susadoradoresllenaronelairecondos tonos,alternándolos, repitiéndolos juntosyporseparado.«Aunintervalomenos—pensóLaughlin—,inferioraunatercera.¿Unaterceramenor?Nodeltodo.»

ElSadhuprodujootranotaydespuésotrayotra.AhoraLaughlinempezóaperderelsentidodelamelodíaenmediodelaásperacacofoníadelasnumerosasvoces. La tierra pareció vibrar con la intensidad de las notas, no melódicas,extrañasparalosoídosoccidentales.Notasque,segúnseafirmabaenelinforme,habían descendido de las estrellas hacía cuatro noches y que el Sadhu y susseguidoresllevabanrepitiendocadanochedesdeentonces.

Los intervalos nunca eran enteros, le pareció a Laughlin. Eran cuartos,mitades,dobladosligeramenteenintervalosmicrotonos.Cadacantormodificabalas notas ligeramente, emitiendo un áspero aullido elemental. Este se elevabahaciaelcieloenungrancantoenciertomodosiniestro.EstremecíalatierraqueocupabaLaughlin,perotambiénhacíavibrarelaire.

El crepúsculo tropical se había convertido ahora en noche. La húmedanegrura había descendido sobre todos ellos. Y, aunque ya no podían ver a suSadhu, losmuchosmilesdepersonasseguíanentonandoelcanto,obligándoleacrecerhastaunaintensidadcasiinsoportable.

Las estrellas habían aparecido en el cielo. Laughlin miró hacia arriba,estremeciéndose con la violencia de los cantos que le rodeaban.Contempló laestrella del extremo de la vara de la Osa Mayor. La estrella adquirió mayorbrillo,seapagóyvolvióa iluminarse.Ocurrióconunadeterminadafrecuencia,comounmensajetransmitidoencódigoMorse.Ydespués...estalló.

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Undeslumbradordestellocarmesíiluminólosrostrosdirigidoshaciaarribadelamultitud.AhoraLacombesehabíalevantadoyseencontrabadepiejuntoalSadhu.Elcameramanhabíadirigidohaciaarribala«Arriflex»quesosteníasobreelhombro.

Laluzcarmesísealargóenformadebalanceantecolumnayadquirióuntonoanaranjado.Despuésamarillo.Ydespuésverdepálido.Permanecióensuspensoenel airey, súbitamente, los cielos se llenaron con lasmismas cinconotas.Elmismoacordeinterpretadoenalgoquenoerahumano.Puro.Melódico.Limpio.Losadoradoresdeabajosesumieronenelsilencio.Y,unavezmás,elcielolescantó.

—¡Malditasea!—exclamóelcameraman.Lacolumnadefuegoseapagó.Elcantoterminó.Losadoradores se inclinaroncomprimiendo los rostroscontrael suelo.El

SadhusevolvióhaciaLacombe.—Elcielo—dijoconvozdébil—,elcielonoshacantado.Los dos hombres se abrazaron. Las lágrimas rodaron por lasmejillas del

francés.Suvozsonóapagadaacausadelaemoción.—Noscantaatodos,amigomío.

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12

Varias horas más tarde, aquella mañana del sábado, Neary se situólegañosamente frente al espejo del cuarto de baño, tratando de organizarse losuficientecomoparaporlomenospoderafeitarse.Brad,Tobyyunpardeniñosdel barrio correteaban por la casa gritando. Al final, Roy tomó un frasco de«RapidShave»ysevertióunmontóndeblancaespumaenlapalmadelamanoderecha.Levantóautomáticamenteelmontículodecremahaciasurostrocuandoalgoleindujoadetenerse,trastornándolelospensamientos.

Nearyempezóacontemplarvagamentelasustanciaquesosteníaenlamano.Ladeó la cabeza, se acercó elmontículo de espuma al nivel del ojo y despuésempezóadarleformaconeldedomediodelamanoizquierda.

«No, no es así», dijo hablando para sus adentros, sin ser realmenteconscientede loqueestabahaciendoodiciendo.Peroaquella imagenleestabarecordando algo—algo enloquecedoramente lejos del alcance de su mente—,conocíamuy bien aquella forma y, sin embargo, le parecía que la conexión seencontraba a un millón de kilómetros de distancia. Neary parpadeó, un pocoapenado.Todoelmundoexperimentacosasparecidas,unmomento,una imagenqueparecefamiliar,unapersonaa laquesehavistoantesaunque,enrealidad,jamássehayavisto,unlugarqueunocreehabervisitadounavezaunqueleconstequejamáslohayahecho.Eranaquellosdestellosquealgunospsicólogosgustandellamardéjàvuyquesiempreseesfumanencuestióndesegundos.Peroaqueldestelloestabatardandomuchoratoenesfumarse.Perduróunosminutos,mientrasNearymanteníalosojosclavadosenaqueldesigualmontículode«RapidShave».Después...

LaaparicióndeRonnie—enelespejo—depiejuntoalaentradadelcuartodebañodevolvióparcialmenteaRoyalarealidad.

—Ronnie—dijoéste—.¿Quéterecuerdaesto?Ellaignorótotalmenteelmontículodeespumaydijoconfirmeza:—Lesvasadecira los invitadosa la fiestadeestanocheque tedormiste

conlalámparadecuarzosobreelladoderecho.—¿Qué?¿Paraqué?—Noquierooírtehablardeelloenlafiesta—dijoRonnie—.Hastaqueno

sepasdequéestáshablando.—Sinohablodeello—dijoRoy,tratandoderazonarconlógica—,¿cómo

voyaaveriguarloquehayquesaber?

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—HabladeellocontuscompañerosdelDepartamento,noenlasfiestas.—¿QuésabeelDepartamento?En el transcurso de aquel enfrentamiento mental, Brad y Toby habían

irrumpidoenelcuartodebaño.—Papá,¿sondeverdad?—preguntóBrad.—No,nosondeverdad—replicóRonnie.—Noledigaseso—dijoNeary.—Mamá...yocreoenellos—insistióBrad.—No,noescierto.—Papádicequesí.—¡No es cierto! —gritó Ronnie. Después añadió, en tono suplicante—:

¿Roy?—Yo sólo quiero saber quédemonios está ocurriendo—reconocióNeary,

conelmontículodeespumatodavíaenequilibriosobresumanoderecha.—Esunadeesascosas—dijoRonnieconindiferencia,comosiconellolo

resolvieratodo.—¿Quécosas?—Noquieroseguiroyendohablardeeso.—¿Vivenenlaluna?—preguntóToby.—Tienen bases en la luna—dijoBrad, entrando de lleno en el asunto—,

¡parapoderacercarsedenocheatuventanayecharteabajolassábanas!Ronniecerrólosojos.—Noestoyescuchando.Noquierooírlo.—Anoche—dijoNearycontodalaserenidadquelefueposible—vialgo

quenopuedoexplicar.Ronnie abrió sus ojos intensamente azules y clavó la furiosamirada en su

esposoatravésdelespejo.—Anoche,alascuatrodelamadrugada,yovialgoquenopuedoexplicar.

Unhombreadulto...Sedetuvobruscamente,percatándosedequelosniñosleestabanescuchando

conatención.—¡Ronnie,túsabesqueestanochevoyavolverasalir,malditasea!—No, no lo harás—dijo ella suavemente al tiempo que hacía ademán de

marcharse.—Sí—replicóélconunadramáticapausa—,loharé.Empezóasonarelteléfono.Ronniesevolvióydijoentonotravieso:—No,noloharás.Extendiólamano,asiólamuñecaderechadeRoyyleempujólapalmadela

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manohaciaelrostro.LaespumadeafeitarsedistribuyósobreelrostrodeNeary,confiriéndoleelaspectodeunjuguetedebañera.

Roy se miró al espejo. La blanca espuma hacía que destacara más elenrojecidocolordesumejilla.Distribuyópartedelaespumaporelmentónylaotramejilla.

«Noesunaquemaduradeluna,malditasea»,mascullóparasusadentros.Nearyhabía empezado a afeitarse cuandoRonnie apareció de nuevo en el

espejo. Ofrecía el aspecto de alguien a quien acabaran de comunicar algohorrible.Laslágrimasempezaronabrotardesusojosyellasequedóallídepie,temblandojuntoalapuerta.

Roysevolvióinmediatamenteyledijo:—Bueno,Ron...notengoporquéir.—R-roy—dijoella—,eraGrimsby,delDepartamento.—¿Cómo?—Estásdespedido,Roy—ahoraRonnieestabasollozandoentresusbrazos,

conlamejillajuntoalasuyamientrassuslágrimassemezclabanconlaespumade afeitar—. Ellos... él no ha querido siquiera hablar contigo. ¿Qué vamos ahacer?¿Tehandespedido?¿Quéocurre?

—¡Diosmío!—dijoRoy,aturdido.Y se quedó allí de pie, con la maquinilla en una mano y el rostro todo

cubierto de espuma como un tonto y su esposa sollozando abrazada a él,mirándolotodoatravésdelespejosinvernada.

—Roy,¿quévamosahacer?Neary,todavíaaturdido,nolaoyó.Susojos,fijosenelespacio,enfocaron

finalmenteunobjetoblancoquepodíaverseeneldormitorioatravésdelapuertaabierta del cuartodebaño.Erauna almohada sobre la cama.Lahabíandejadotodaarrugadayapelotonadacomoanteslaespumadeafeitar.

«No—musitóNearyparasusadentros—.Noestábien.»

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13

«Cuandounoesvíctimadeunasituacióndedesempleoinstantáneo—pensóNeary—, debiera disponer demucho tiempo para cavilar acerca de las cosas.Cosastalescomounosconosanaranjadosquetebronceanlapielynoaparecendenuevoparademostrarsuexistenciaalaesposadeuno.»

Habíaregresadoalanochesiguiente.Desdeluego.Alnoaparecerdenuevoningunode aquellos extraños objetos y colores, había juradoolvidarse de todoaquelasunto.Pero,alanochesiguiente,Nearyregresóotravez.

Laspersonasqueencontróallíestabanempezandoaintimar.Elgranjerodelacamionetaroja,consubotelladewhiskyysufamilia,eraunodelosvisitanteshabituales.

Al igual que una dama que se había traído una mecedora y permanecíasentadahaciendo calcetaparapasar el ratohasta que seprodujeradenuevo laapariciónde loque todoelmundohabíadadoen llamar«lascosasnocturnas».Otraancianateníaunálbumdefotografíasde«ellos»,productodeotrasnochesenotros lugares.Unrumor les indujoa todosamirarhacia loscielosnorteños.Pudoescucharseelpasodeunjetenlaenrarecidadistancia.

—Vamosapasarnosaquítodalanochecomoestosigaasí—sequejóunodelosancianos.

Roy se arrodilló junto a una dama que debía tener ochenta años por lomenos.

—¿Vanavenirestanoche?—lepreguntósuavemente.Sus palabras obraron la magia porque el arrugado rostro de la anciana

floreció retrocediendo a otros años, como si Neary le hubiera revelado elsignificadodelavida.Conlosojosllenosdelágrimas,ellacontestó:

—Oh,asíloespero.¿Ustedno?—Sí—repusoélmuyserio.La anciana midió su fervor, parpadeó con un ojo y se colocó sobre las

rodillasunálbumdefotosencuadernadoenimitacióndecuero.Loabrióporsuprimerapágina.

—Las tomé yo misma —dijo orgullosamente—. Junto a la EscuelaParroquial.

Nearyexaminó las seis instantáneasencolor,unamanchadeamarillo,unarayablanca,unazuldesenfocado.Todas laspersonasquenosabíanutilizarunacámarafotográficacometíanerroresdeaquellaclaseconlosprimeroscarretes.

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Noesquefueranunoschifladoscomoaquellosqueandabansiempreviendoplatillosvolantesportodaspartes.Loqueocurríaeraque,conlaexcepcióndelaanciana,Nearynopercibíaenningunodeellosaquellamismaansiosanecesidadque él experimentaba de averiguar lo que había ocurrido. Se conformabansimplementeconpresenciarlo,comoelpúblicodelcircoquecontemplacómoeldevoradordefuegoescupegrandesllamassinpreocuparsedecómolohace.

A la tercera noche de la aparición de las «cosas nocturnas», se reunió ungrupodepersonasbastantenumeroso.Habíagentea laqueNearynorecordabahabervistoconanterioridad.Y,porprimeravez,éstevioalajovenyelniñoalosquehabíaapartadodelcaminodelosvelocesvehículosdelapolicía.

Nearysaludóconungestoporencimadelascabezasdelagente.Ellatomóalniñodelamanoyseacercó.

—¿Seacuerdadenosotros?—¿Cómopodríaolvidarles?—JillianGuiler—dijoella,estrechandosumano—.EsteesBarry.—RoyNeary.Menudanoche,¿verdad?—Aún no parece que haya terminado—dijo ella rozándole la mejilla—.

Estáquemado.—Esperobroncearmelaotramejillaestanoche.—Amímealcanzóenelrostroyelcuello.Jilliansedesabrochólablusadejandoaldescubiertolacurvasuperiordesu

busto y la depresión de la base de su cuello. Observó que la mejilla de Royenrojecíalevemente.

—Lo siento —dijo volviendo a abrocharse la blusa—. He tenido laimpresióndequeeraustedmimejoramigo.—Seechóareír—.Essuficienteconunaexperienciacomoésta,¿verdad?

Neary asintió sin turbación. Mientras lo hacía, un individuo de aspectorisueño, vestido con unos pantalones y una chaqueta deportiva que no hacíanjuego, les iluminó con su linterna. Las quemaduras de los rostros de ambosparecieronintensificarsebajolaluz.Ellofuedelagradodelhombreque,conuna«Pentax»yunflash, lessacóunafotografía.Jillianparpadeóylemirómientrasenfocaba al pequeñoBarry, sentado junto a la valla, jugando conunmontóndetierra.

Moviéndose con rapidez, Jillian se interpuso en el camino del fotógrafoaficionado.

—Esunpocojovenparatenerunhistorial—ledijoenojada.Nearyobservócómoelhombretosíaunadisculpaysealejaba.—¿Dedóndecreeustedquees?—Tierra—musitóJillianamargamente.

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SeinclinóparalimpiarlatierradelrostrodeBarry.Estesehallabaocupadoenlacreacióndeunaltomontículodeformacónica.

—Yo...mmm...tengotresmíosencasa.—¿Lehacontadoustedasuesposaloquevimos?—Puesclaro.—¿Yellaquépiensa?—preguntóJillian.—Loentiendeperfectamente—repusoNearyconciertosarcasmo.—Yollaméamimadreparacontárselo—dijoJillian,sonriendo—.Medijo

queesomepasabaporvivirsola.SedetuvoyNearyobservóque,enciertomodo,sesentíaturbada,talcomo

lehabíaocurridoaélalverleelbusto...bueno,partedelmismo.—Peronoestoysolaenabsoluto—añadióella,defendiéndoserápidamente

—.TengoaBarryyalosvecinosy,enrealidad...noestoy...solaenabsoluto.—¿YelpadredeBarry?—Murió—Jillian guardó silencio y apartó la mirada—. No creo que lo

hubieraentendidomejorquesuesposa.ANearynose leocurríanadaquepoderdecirenaquellosmomentos.Por

ello, se agachó junto aBarry y empezó a ayudarle a aplastar la tierra sobre elmontículo.

—Estástrabajandohastamuytardeestanoche,¿eh?—Sé que debiera estar acostado—dijo Jillian en tono culpable—. Pero,

despuésdesuhuidadelaotranoche,noquieroperderledevista.Nearyasintiócontemplandounosinstanteselconodetierraqueelchiquillo

había formado. Tomó una rama y grabó con ella unas acanaladuras en loscostadosdelmontículo.

—Mmmm.—Recogióalgunaspiedrecillasydijo:—Pruebaacolocarlas.Barry las colocó alrededor de la base del cono, como si fueran rocas

arrojadasallíporalgunaexplosióndefuerzasnaturales.—Asíestámejor—dijoNeary.Ylomáscuriosofuequetantoelniñocomosumadreloaceptaroncomoun

comportamientoperfectamentenatural.—¡Oiga!—exclamóNeary,súbitamentedesconcertado—.¿Quélerecuerda

eso?Jilliantratódedarconalgunarespuestaperonoseleocurrióninguna.DespuésseinclinóhaciaBarryparaalisarsuavementeelladodelmontículo

queteníadelante.—Asímegustamás—dijo.—Amítambién—dijoNearyenvozbaja.—¡Yavienen!—gritóunavoz.

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—¡Porelnoroeste!—gritóotrapersona.Nearyy Jillianmiraronen ladirecciónhacia laque todoelmundoestaba

señalando.Sehizoelsilencio.Jóvenesyviejoslevantaronlosprismáticosylascámaras. A través del transistor de alguien, los Eagles estaban cantando«Desesperado».

—¡Allí!—exclamóJillian,indicándolo.Dosconfusospuntosdeluzsemovíanhaciaadelanteyhaciaatrás,subiendo,

bajando,brillandocadavezmásenlaoscuridad.—Estavezestoypreparado—dijoNearylevantandolacámara.Ellalerozóelbrazoconlamanoyledijo:—Estáustedtemblando.—Lo sé—Neary se echóa reír temerariamente—.¿Y si no fuéramosmás

queunpardechifladosdepieenunacolinaconotradocenadelocos?—Leescuecenlosojos,¿verdad?—Desdehacedosdías.—Amítambién.—Pero eso es una locura —dijo él, casi castañeteándole los dientes—.

Pareceunjuegodeniños.Las luces estaban descendiendo ahora inexorablemente hacia ellos,

cegadoras,cadavezmásgrandes,despiadadas,dolorosasdecontemplar.—¿Engañoodeliciosaverdad?—preguntóJillianentonces.Nearytratódeenfocarlasconlacámara,peroestabatemblandotantoquese

preguntóquéclasedefotografíaleibaasalir.—Siestascosassedetuvieranyabrieran laspuertas—ledijoaJillian—,

¿entraríaustedyseiríaconellos?—Siestascosassedetienen,yomevoyacasa.—Escuche—dijoNeary—.Elsonido...escuche.Loscongregadosenaquellazonaseagitaronalescucharuninsólitosonido

flotandoenelaire.Eraunruidorítmicoquesonabacontraelviento...ahoraconmásintensidad.Y,súbitamente,elsonidosehizomásrápidoyfrenéticodeloqueningunodeelloshabíaesperado,yeltemorseapoderódelagentequeseestabaesforzando sin éxito por interpretar aquel ardoroso sonido interno y... doscegadores faros anticolisión devoraron su mundo. Hasta el aire pareciódesplazarse.Y,conelcieloconvertidoenunmediodíaestival,laslucessefueronapagando,revelandoclaramentedoshelicópteros«Huey»delasFuerzasAéreasqueestabandescendiendosobrelamultituddecuriosos,arrojándolesencimaairecalienteygasesdeescapeyaspirandopolvo,servilletasydesperdicioshumanosen sus convecciones espirales, mientras seguíanmaniobrando el uno alrededordelotrohastaqueinclusolassillasdealuminio,lasmesasparajugaralascartas,

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lasmantasylosrestosdemeriendafueronlanzadosporlosairesydistribuidosporelotrocondado.

—Esoesunalocura—dijoNeary,dolidoconsigomismoytambiénenojado,mientras contemplaba cómo los dos helicópteros de las Fuerzas Aéreaspermanecíanensuspensoaunoscuatrometrosporencimadesuscabezas.

Nearyvioalaancianitadelasfotografíasmientrascorríatrasellosgirandovertiginosamenteacausade laperturbaciónaerodinámicageneradapor losdoshelicópteroscuyasluceslahabíandeslumbrado.

Barryempezóagritar,saltóyechóacorrer.Jillianconsiguióagarrarle.—Barry,nosonmásqueunoshelicópteros,Barry.—Sí—gritóNeary,sobreeltrasfondodelruidoyelpolvo—.Sonnuestros.Elmovimientode lashéliceshabíaprovocadoel temblordeun letrerode

señalización.Roy lo contemplóunos instantesmientrasvibraba, tal comohabíavibradoelletrerodeseñalizacióndelaotranoche.Entoncesselehabíaantojadoalgo extraño y sobrenatural, algo provocado por... bueno, tal vez por cosasnocturnas.

Ahora pudo ver claramente que el letrero vibraba a causa de la violentacorriente generada por lasmaniobras de un helicóptero. Estaba ocurriendo allímismo,enpresenciadecientestigos.

Y,porprimeravezdesdequesehabíametidoentodoaquelabsurdoasunto,Nearyempezóadudarnosólodeloquehabíavisto,sinotambiéndeloquehabíapensadoalrespecto.

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14

Allí en el desierto las estrellas eran grandes y duras como diamantes.Algunas de las estrellas más cercanas al horizonte centelleaban a causa delascendentecalorliberadoporotrobochornosodíadeldesierto.

Eramedianoche en Barstow, California, y lamonstruosa oreja parabólicadel radiotelescopiodeGoldstoneestabaescuchandoelcielo.Laestación14seencontrabaenreparación.Estaeralaexplicaciónoficial.Sinembargo,elmismoplatode62metrosqueseguía lasmisionesdelViking,elHelios,elPioneer,elMariner,elJúpiter,elSaturnoyelVoyagersehallabaajustadoensituaciónvectorenel«espacioprofundo».Enelinteriordelfortínunletrerolesladrabaatodoslos que entraban: ACTIVIDADES DE PROCESO DE DATOS DE LA RED.¡SOLO PERSONAL DE OPERACIONES DE SERVICIO! CONTACTAR MCCOPSCON5883.Unacajadeidentificacióndehuellasmanualesbloqueabaunapuerta cerrada al vacío como si fuera un centinela. Había mucha inquietud enaquella noche especial.Muchomiedo... Seis manos derechas se comprimieroncontra la caja centinela, se efectuaron las identificaciones de las huellas y lapuerta se abrió con un suave silbido. El lugarmás parecía un almacén que elcentro computador de control de la misión. El núcleo de la actividad era uncubículo revestido de cristal que descansaba sobre una plataforma plana en elcentrodeaquél,por lodemás,oscuroyvacíoalmacén.Pordentro, el cubículoparecíaunajuergadealgunaasociaciónuniversitaria.Dosdocenasdemiembrosdel proyecto se encontraban rodeados hasta los hombros de lecturas decomputadora,aparatosde localización telemétrica, tablerosdemando,unidadesde transmisión y recepción y —lo más incongruente de todo ello— un minisintetizador«Yamaha»yClaudeLacomberealizandounejerciciodecinconotasen su teclado. Parecía que estuviera enviando un mensaje. Sus dedos estabaninterpretandounstaccato,peroelsonidoera indudablementeIndia,Benarés.Lamúsicacelestialestabasirviendofinalmenteparasuhipotéticoobjetivo.

Y entonces se produjo la respuesta. Esta ocupaba toda la lectura de lacomputadora.LacopiafuebrotandodeunaIBMatoneladas.Lospapelescubríantodoelsueloyloscomponentesdelproyectoseestabanesforzandoporleerlos.Nosetratabadeunarespuestamusical.Erannúmeros.Durantequinceminutos,seprodujo un torrente de pulsaciones que punteó todo el papel. Había pausas yprolongadosintervalosydespuésmáscomunicacionesdefuegorápido.Lacombeestaba seguro de ello. Estaba teniendo lugar una comunicación. Se sentó y se

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cubrió la frente con las palmas de lasmanos.Respiró hondo y expulsó el aireestremeciéndose.Elruidodelteletiporesultabaensordecedorparaalgunosdelosmiembros más jóvenes que se encontraban encerrados en aquel claustrofóbicoespacio. Sin embargo, cuando cesaba el parloteo, a Lacombe se le encogía elcorazón.Elfrancéssólosetranquilizabayhastasonreíacuandosereanudabalacomunicación.

—¡Bueno,chicos!—Hablabaahoraelasesordeoperaciones.—Aquíestálamuestra.Hemos recibidodos transmisionesdequinceminutos.104pulsacionesrápidas antes de una pausa de cinco segundos; después, cuarenta y cuatropulsaciones y otros cinco segundos de descanso, después treinta pulsacionesrápidasyunintervalodesesentasegundosantesdeiniciarsetodounconjuntodeseñalesenteramentedistintasquehasidoelsiguiente:cuarentamáscinco.Treintayseismáscinco.Después,sesenta,descansoyvueltaalas104.

LacombeinterpretólascinconotasenelequipodetransmisiónyunasesortécnicodeCaliforniaseapresuróapreguntarle:

—¿Yquémedicedeunarespuestaaeso?Lacombe lemiróyseencogiódehombros.Talvezmañanaaveriguaran lo

quesignificabanlasnotas.Peroahora,lacarreraestabaenmarchayveinticuatroasesoresdelamisiónsehabíanconvertidoenunosejecutivosdelamente.

Un melenudo que se parecía ligeramente a Rod Stewart habló en primerlugarmientrasclasificabalosnúmerosrepetidos.

—Noesminúmerodelaseguridadsocial.Demasiadosdígitos.—TalvezsignifiquecuántosdeacuartodelibravendióRonaldMacDonald

elmespasado—tercióotro.Después habló un muchacho de Texas que soltó un silbido y esbozó una

sonrisaconairepensativo.—El segundo grupo de números. Cuarenta-treinta y seis-diez... podría ser

unapersonamuyexuberantesincaderas.Todo elmundo se echó a reírmenos Lacombe.No había comprendido el

chisteymiróasu intérpreteparaquese lo tradujera.Sinembargo,Laughlinnocontestó.Nisiquieramirabaasujefe,sinoqueseencontrabahundidohasta lossobacos de papeles de computadora. Lacombe le estudió. Laughlin estabapreocupadopor algoy, cuando levantó losojos, todoelmundoestabamirandohaciaotrolado.TodoelmundomenosLacombe.

Elfrancésinclinólacabezaendirecciónasuintérprete,animándoleadecirloqueestabapensando.YLaughlinhizojustamenteeso.

—¡Perdonen!Todoslosdemásestabancalibrandolagrancuestiónyhablandoentresípor

lo que Laughlin tuvo que forzar su voz de leñador y exageró ligeramente. —

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¡PERDONEN!Laestanciasesumióenelsilencio.Hastalosaparatosdejarondeimprimir

tarjetas.Irónicamente,sehabíaproducidoelfinaldeuncicloderecepción.—Mmmm...antesdequemepagaranparahablarfrancés,mepagabanpara

interpretarmapasyamíestenúmeromepareceunalongitud.Nadie semovió.LaopinióndeLaughlinprovocóuna reaccióndemiradas

inexpresivasqueindujoaésteaseguirhablando.—Dosconjuntosdetresnúmeros,¿verdad?Bueno,elprimernúmeroconsta

detresdígitosylosdosúltimossoninferioresasesenta.LaughlinselevantóehizoademándeacercarseaLacombeperoésteyase

había puesto de pie, a punto de gritar eureka. La estancia siguió guardando unsilencioestupefacto.Cuandotodoelmundoempezóacaptarlaidea,seprodujouna excitación en el centro del grupo que lentamente fue extendiéndose haciaafuera.

—Tal vez...—empezó a decir alguien—.Tal vez nos están indicando unasituación celeste en ascenso y declinación recta. Tal vez nos están facilitandounascoordenadasgalácticas.

—Nihablar,hombre—seapresuróadecirotro—.Esonocorrespondealadireccióndenuestra«GranOreja».¡Yocreoqueestehombretienerazón!Yocreoquenosestánfacilitandocoordenadasterrestres.Yesohasidolacolocacióndelalfiler.

Todoslosmiembrosdelproyectoempezaronapediragritosunmapa.Loshombres abandonaron corriendo el cubículo de comunicaciones y salieron alpasilloendirecciónaldespachodelsupervisordelamisión.

Enelinteriordeldespachohabíaungrangloboterráqueodescansandosobreunsoportedeacero.Súbitamente,seabriólapuertaypenetrólaluzdelpasillo.El amanecer iluminó el hemisferio occidental de Rand McNally y losemocionados miembros del proyecto irrumpieron en la estancia como unosadolescentesdispuestosallevaracaboactosdevandalismoeneldespachodeldirector.Tratarondemoverelglobosobresusoporte,peroéstedebíapesarcomounoscientocincuentakilos.Unbrujodelasmatemáticasutilizóloshombrosparalevantarelglobodesusoporteylanzarlohaciaelpasillo.

OtrosmiembrosformaronunequipoderelevosyelplanetaTierra,lanzadocomo si fuera una pelota de voleibol, dobló una esquina y volvió hacia elcubículodecomunicaciones.Unavezdentro,Laughlinapartólosdedossobrantesytrazólalongituddesdeelpolosur.

—Antártico... océano... océano... océano... esquivando por poco la Isla dePascua, casi rozando la IslaSala yGómez.Recalada enMéxico.Casi rozandoPuertoVallarta...cruzandohaciaNuevoMéxico,pasandoporCarlsbadCaverns,

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perosiguiendoadelantey...Los dedos de otro hombre empezaron a trazar otra línea por el oeste,

atravesandolazonacentraldelosEstadosUnidos.—Maine... New Hampshire... Grandes Lagos... Minnesota... Dakota del

Sur...Yentonces losdedosdeambossereunieronen laesquinanororientaldelestadode...

—¿Wyoming?—preguntóLaughlin,mirandoaLa—combe—.Wyoming.Elsilenciofuerotoporelacentotexanodeljefedelequipo.—Bueno,noosquedéisaquíparadoscomounmontóndepingüinos,traedme

unmapageodésicoporseccionesdeWyoming.¡Traédmelotodo!Entretanto,Lacombevolvióasentarse,secolocólosauriculares,interpretó

los cinco tonos musicales en el gran transmisor y aguardó, escuchandoatentamente.Nada.Volvióainterpretarlostonosenel«Yamaha».Nada.Lacombeseinclinóhaciaadelante,presadelatensión.Interpretódenuevolostonos,peroesta vez los sonidos quedaron ahogados por las dos docenas demiembros delequipoqueestabancelebrandosuprimertriunfodefinitivo.

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15

El xilófonode juguete estabadesafinado.Por eso sonaron tan extrañas lascinconotascuandoelpequeñoBarrylasinterpretó.

Desde la otra habitación, Jillian notó que no las había aprendidoinmediatamente. Había estado trabajando en la melodía hasta conseguirinterpretarla...bueno...talcomoélquería.

Aunque la música le sonara extraña, las risas de Barry resultabantranquilizadorasparalosoídosdeJillian.Estabaallí.Sesentíafeliz.Lacuriosasucesióndecinconotasdelamelodía—¿dedóndesacaríanloschicosaquellasideas?— resultaba extrañamente inquietante, aunque también era cierto queaquellosxilófonosdejuguetenuncaeranmuyprecisos.Noresultabainsólitoquesonaran...bueno...unpocoraro.

Jillian se había pasado el día, al igual que el anterior, haciendointerminablesdibujosalcarbónyalpastel.Habíaabandonadolacarreraartísticaporelsimplehechodehaberseidoavivirtanlejosdelasgrandesciudades.Perolacostumbreresultabadifícildeerradicar.YsededicabaadibujaraBarry,unasilla,unadisposicióncasualde lamesade lacocinaconun frascode salsadetomate,unsaleroyunabandejasucia.

Esedíasehabíadedicadoadibujarpaisajesdecaráctermontañoso.Porsuaspecto—desigualesydistanteshilerasdedientes,picosseparadosporextrañosintervalos—, le recordaban en cierto modo la melodía que Barry estabarepitiendoensuxilófono.

Lamás pura forma de elección totalmente fortuita hacía que lasmontañasofrecieranelaspectoqueofrecían,lamáscasualcombinacióndelaserupcionesvolcánicas y la gravedad junto con los efectos de la intemperie a lo largo demuchossiglos.

SólounazarhabíapodidoinduciraBarryaelegiraquellascinconotasy,sinembargo,unavezelegidas,elniñohabíaseguidoaferradoaellascomosi,bueno,existiera con toda certeza la casualidad.El azar flotaba en el airede lamismamaneraquelasvenasdeltejidodeunahoja,propiasdeaquellahojadeterminada,jamásvolvíanarepetirseenotra.Cadaguijarrodelaplayaeraunpocodistintoencuantoaltamaño,perfil,colorotextura,acualquierotroguijarro.

Pero,por lamaneraenqueBarry interpretabaaquellasnotas,casidaba laimpresióndequepudieraencerrarsealgúnmensajeenlacasualidad.

Jilliandesechóbuenapartedelosdibujosqueyaestabaapuntodesometera

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los retoques finales, pero guardó uno porque le recordaba algo. No recordabaexactamente qué. Aquella determinada montaña que había dibujado eraterriblementealtayafilada,ahusadaydeformadacomounadeaquellasrocasdeldesiertoqueseformancuandoelvientoylaarenasehanidocomiendolapiedramás blanda dejando al descubierto el núcleo de lavamás dura que formaba laantiguagargantadeunvolcán.

Ensus laderasseobservabanunasprofundasacanaladurasy lamontañaseelevaba en un desolado paisaje como un desventurado dedo apuntandoacusadoramentehaciaelojodelsol.

Seescucharonunostruenoscercanos.Jillianseestremecióycorrióalpatioparatratardeadivinarsiibaallover.Lasnubessehabíanempezadoacongregarhaciaeloesteoscureciendoeldébilsolconmasasdegrisplomizo.Másalládelasnubes,Jillianpudodistinguirunosrelámpagos.Seestabaacercandounagrantormenta con aparato eléctrico. Pero los destellos resultaban extrañamenteprolongados, como si estuvieran congelados.Unos pequeños y distantes puntosluminososempezaronasaltardeunanubeaotra.

Elaireempezóaespesarseconelzumbidodeunenjambredeabejas.Ahoraparecíaquelasnubesseestuvierandesplazandoefectivamente...haciaabajo.

Sí,haciaabajoyendirecciónaella.Ensuinterior,unosextrañosdestellosdelucesdecoloresparecíanrebotardeunanubeaotra.

—No—dijoJillianenvozbaja.Másalládelpaisajedesuaveslomas,parecióqueunamasamásoscurade

nubes se elevara desde la tierra hacia el cielo, una columna que se ibaensanchandoamedidaqueseelevaba...casicomoun...tornado.Jilliansesintióindefensa,talcomosehabíasentidolaniñaDorothyenElmagodeOzalelevarseungigantescotornadoenelhorizontedeKansas.

PeroaquellonoeraKansas, sedijo Jillian.Yaquellascosasdebrillantescoloresque ibanbrincandodeunanube aotrano eran... ¿no eran reales?Puesclaroqueeranreales.

—¡No! —gritó, súbitamente asustada. Jillian miró de soslayo hacia laseguridaddesucasaysevolviólentamentedandoelprimerodelosquincelargospasosqueconducíana lapuertadeatrás.Ahoraestabaaterrorizadaynoqueríacorrer para evitar que el pánico se apoderara de ella. Siguió avanzando endireccióna la casaenunaespeciedeabsurdacámara lenta.Entróen la casaycerró bajo llave la puerta trasera con deliberada lentitud. Ahora se dirigió alsalónyempezóabajarlaspersianas.Mientrassedesplazabadeunahabitaciónaotra,susmovimientosempezaronaacelerarseinvoluntariamente.Cambióelpasolentoporel troteyéstepor lacarrera,bajó laspersianasmientraselpánicoseadueñabadesusmanosinduciéndolasacometertorpezas.

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Permaneció inmóvil unos instantes, tratando de reflexionar con serenidad.Aquellohabía sido un trueno, ¿no? ¿Y los relámpagos?Aquel zumbido lejano,comoeldeunenjambredeabejas,habíatenidoalgoqueverconlatormenta.Aligualquelasnubesquehabíandescendidohaciaella.Sinembargo,jamáshabíavistounasnubesquehicieransemejantecosa.

Barryseestabariendo.JamáshabíatemidolaviolenciadelastormentasyJillian llegó a la conclusión de que probablemente fuera mejor. No obstante,escucharlereírsedeaquellamaneramientrasretumbabanlostruenosyestallabanlosrelámpagos,resultabaexcesivoparalapazdeespíritudeJillian.Ningúnniñoteníaderechoasertanfeliz.

Jillianentróapresuradamenteenlahabitacióndesuhijo.Estehabíadejadodejugarconelxilófonoyseencontrabadepiejuntoalaúnicaventanadelacasacuyapersianaestaba todavíasubida.Contemplabaatentamenteelcieloy loqueestabaviendolellenabadeinmensaalegría.

Después, el niño empezó a correr por toda la casa, subiendo persianas yabriendopuertasyventanas.

—¡Barry,no!Jillian corrió tras él, cerrando puertas bajo llave, bajando persianas y

cerrando ventanas.Ambos se tropezaron en el salón. El niño acababa de subirruidosamentelapersiana.

Jillian le apartó a un lado y volvió a bajarla. Como si hubiera sido algoconvenido de antemano, el impresionante rugido de un trueno sacudió toda lacasa.Alotroladodelapersiana,elresplandordeunrelámpagoseencendióconunbrilloanaranjadotanintensoqueparecióprenderfuegoatodalapared.Seguíaescuchándose el ensordecedor zumbido. Jillian estaba aterrada, pero Barry, encambio, batía palmas y se reía. Ahora la casa se había quedado a oscuras.Únicamente los deslumbradores destellos de los relámpagos de fuera lailuminabandevezencuando.JilliantomóaBarrydelamanoyselollevóasudormitorio donde tomó la guía telefónica y empezó a buscar nerviosamente elnúmerodeRoyNeary.

Mientras lo hacía, otro estallido de truenos y de luz anaranjada se abatiósobrelacasacomounpuñogigantesco.Eltelevisorsepusoenmarcha.Aligualqueeltocadiscosestereofónico.Laslámparaseléctricasempezaronaencendersey apagarse. Jillian pudo escuchar, desde su espacioso armario dealmacenamiento,ellejanorumordelapuestaenmarchadelaaspiradora.

Barrysesoltódesumano,corrióhacialaventanayenviólapersianahaciaarribaenun rápidoyalegreascenso.Yentoncescayósobre lacasaunextrañosilencio.Eltelevisoryeltocadiscosestereofónicoenmudecieron.Laaspiradorase detuvo.No se escuchaba elmenor sonido, ni siquiera el del viento o el del

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lejanozumbidodelosinsectos.Entonces Jillian lo escuchó. Sonaba como a... garras. Sobre el tejado.

Trepando por las tejas. Garras. O zarpas. Largas uñas de patas anteriores oposteriores.Sonidosásperosyescurridizos.

Miróhaciaeltecho,siguiendoconlosojosladireccióndelosruidosdelasgarrasquetrepabanyarañaban.Estoscesaronuninstantejuntoalachimenea.

Yahoraempezaronabajarporlachimenea.Jilliancorrióalsalónysedirigióhaciaelreguladordetirodelachimenea.

Teníaquecerraratodacostaelcañón.Barrylasiguió.—¡Entra!—gritó—.¡Entra!Losrumoresdegarrassedeslizaronporelinteriordelachimenea.Jillianse

agachóhaciaelreguladorylocerró.Instantáneamente, un áspero rugido sacudió la casa. Una luz anaranjada

iluminótodoslosrinconesdelaestanciaytodaslaspersianasdelasventanasselevantaron.

Jillian se arrodilló cubriéndose los oídos con las manos. El televisor sehabía vuelto a poner en marcha. El plato del tocadiscos estereofónico estabagirando.AtravésdelosaltavocesJohnnyMathisestabacantando«ChancesAre»conunaestentóreavozparecidaalrugidodeunleón.

Jilliancorriódenuevohaciaelteléfono,arrastrandoaBarryconsigo.Conlosojosdesorbitadosacausadelterror,encontróelnúmerodeNeary.

Alacercarseelaparatoaloído,escuchó,enlugardel tonodemarcar, lamismamelodía de cinco notas que Barry había estado interpretando en el xilófono.Jilliangolpeóelsoporte,obtuvoun tonoparecidoaldeunenojadozumbidodeabejasymarcóelnúmerodeNeary.Laslucesdelahabitaciónestabanhaciendounas cosas muy extrañas, apagándose en un incierto y brumoso color rojo yencendiéndose en un resplandor blanco azulado que le lastimaba la vista. Elteléfonoestabasonando.

—¿Diga?—contestólavozdeunamujer.—¿Roy?—preguntóJillianconungraznidoasustado.—Noestá—repusoRonnieentonoindiferente—.Soysuesposa.¿Departe

dequién?Lasobrecargaera tanterriblequehastaelairedelashabitacionesparecía

arderenuncálidotonoanaranjadoenmediodeunosespantososzumbidos.Era como si una gigantesca torre de alta tensión, portadora de miles de

voltios, se hubiera desplomado sobre aquella casa, cargándola de tantaelectricidadque...

La aspiradora, comounpreso al que se estuviera torturandoenuna celda,gritódeterror.Losaltavocesdeltocadiscosvibraronyestallaron.

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Un cenicero demetal se elevó en el aire y permaneció en suspenso unosinstantesenmediodelespantosocalor.Volvíanaescucharselasgarrassobreeltejado.

Jillianperdióelcontroldeloqueestabaocurriendo.Elteléfonoselecayódelasmanos.Ellasedeslizóalsuelo.Barrynoestaba...

—¡Barry!Irrumpiendoenlaestanciacomounvehículoquesehubieravueltoloco,la

aspiradora empezó a deslizarse por el suelo, persiguiéndola mientras ella seapartaba de su camino.El aparato dio unas vueltas y volvió a la carga. Jilliancorrió.

En medio del horror de todos aquellos estallidos y golpes y de aquellasdeslumbrantes y cegadoras luces, Jillian perdió el control de lo que estabaocurriendo.Barryestaba...

—¡Barry!Desde algún lugar lejano y sobre el trasfondo de aquella confusión, pudo

escucharlasalegresrisasdeBarry.Lacocina.Arrastrándoseporelsuelo,Jillianinicióunlargocamino,cruzandolaestanciaendirecciónalacocina.

Elfrigoríficoestabavibrandointensamente.Seabriólapuertadelmismoylaluzdesuinteriorempezóaencenderseyapagarseespasmódicamente.

Entonces Jillian vio a su hijo.Este también avanzaba arrastrándose por elpavimentoendirecciónalportillodelperro.Al llegarallí, tratódesalirpor laestrechaabertura.

Jillian se inclinóhaciaadelanteyasióelpiedeBarry, intentandoatraerlohaciasí.Tiróconfuerza.Elniñosedeslizóhaciaellaporelsuelodelinóleo.Elaireolíaametalyestabadensamentecargadodeelectricidad.

Entonces algo tiró del niño. Alguna fuerza estaba tirando de él hacia elexteriordelacasa.

—¡Suéltale!—gritóJillian.Rechinó los dientes y tiró con violencia. El cuerpo del niño se desplazó

haciaadelanteyhaciaatrásalgunoscentímetros.Jilliansiguiótirandodesuhijohastacomprender—hastasaberconcerteza

—que,sinolesoltaba,ledescoyuntaríaloshuesos.Sollozando,JilliansoltósupresayBarryseescapódesusmanos,saliendoatravésdelportillo.

Elniñodesaparecióenunabrirycerrardeojos.Jillian se incorporó trabajosamente, abrió la puerta de la cocina y salió

tambaleándosealpatiodeatrás,peroBarrynoestaba.Violaformaciónparecidaauntornadocerniéndosesobrelacasa,comosihubieraaparcadoallí,iluminadaporlosdiminutospuntosgeodésicosdecentelleantesluces.

Después,lanubesefuealejandohacialacrecienteoscuridad.YJillian,sin

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saber realmente lo que estaba haciendo y sin que nada realmente le importara,empezóaseguirla,empezóaacercarsehastaqueunainmensaformaseelevóporencimadeellayunosbrazosgigantescoslacercaron.Jillsequedósinaliento.Ycayósobrelosrastrojosdeunmaizal.

Presadelpánico,contempló lagigantesca figuraque la teníaapresada.Unespantapájaros con sombrero de paja la miró esbozando una estúpida sonrisa,agitandolosbrazosmientrasellaselosgolpeaba.Jillianhabíaperdido.

Barryhabíadesaparecido.Duranteunosinstantes,Jillianpermanecióallítendida,sollozandodecólera

ydolor.Mientrasmirabaatravésdelaslágrimas,viocómounaestrelladelcielocambiabadeblancoaazulydeéstearojo.

Desapareciendodespués.

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16

—¿Quéestabashaciendoeneltejadodelgaraje?—preguntóRonnie.Nearyhabíaentradoenlacasaysehabíaencaminadodirectamentehaciael

cuartodebañoparalavarse.—Un poco de trabajo de carpintería —repuso él sobre el trasfondo del

rumordelaguadelgrifo.Ronnie se acercó a la ventana de la cocina y observó que Roy había

instaladounaespeciedeplataformasobreelgaraje,unaplataformasobrelaquehabíacolocadounasillaplegabledejardín.

—Es una atalaya, ¿verdad? —dijo ella. Se apartó de la ventana y, alvolverse,vioaRoysecándose,conelrostroocultoporlatoalla—.Roy,enlugardeconstruirplataformas...

Abandonó la idea. No quería convertirse en la esposa que regañaba almaridosinempleopornoencontrar trabajo.Pero tampocoqueríaser laesposadelmochales del barrio, sentado allá arriba en aquel planetario de fabricacióncaseraaguardandolallegadadelosbollosanaranjadosenformademedialuna.

—Tehanllamadoporteléfono—dijo.Eldejócaerlatoalla.—¡Menuda tormentaporHarperValley!—anunció—.¡Sepuedeverdesde

varioskilómetros!—Lachicanohadadosunombre.—¿Lachica?—Onohaquerido.—Ronnierespiróconcomedimiento.—Mepareceque

lehamolestadohablarcontumujer.—¿Aquién?—Alfinal,hacolgadotrasarmarunalborototremendo.Nearyasintióconairedistraído,mirandomásalládeRonnieendirecciónal

relojdepareddelacocina.—Nodisponemosdemuchotiempo.Hayunahoradecoche.¿Yahallegado

laniñera?—Estáaquí.—Ronnierespiródenuevocautelosamente.—Roy,esperoque

comprendasque,despuésdeeso,nopodremosandargastandodineroenniñeras.Porlomenos,hastaque...

Roytuvoelaciertodeadoptarunaexpresiónculpable.—Losé.Teagradezcoquehayasaccedidoaello,Ronnie.

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—Peroconunacondición.—¿Cuál?—Ladeque,cuandofinalicelareunión,tevasaolvidardetodoesteasunto.

¿NoesporesoporloquelasFuerzasAéreashanconvocadoestareunión?

Roy observó que el viaje de ochenta kilómetros transcurrió lentamenteporqueaRonnieno leapetecíahablar.Llegarona las inmediacionesde labaseaéreadeDAXconunosdiezminutosdeadelantoconrespectoalcomienzodelareuniónquesehabíaestadoanunciandodurantevariosdíasatravésdelaradioylatelevisión.

Se acercaron a la primera garita de centinela. Ronnie se hundió en suasiento.

—Sinostropezamosaquíconalgúnconocido,noteloperdonaréjamás—dijo.

Roysedetuvopara rogarlealcentinelaque le indicaraelcaminohaciaelCentrodeInformaciónCivil.

—Esaquelgranedificiotododecristal—ledijoelcabo,introduciendounpaseverdedevisitantedetrásdellimpiaparabrisas—.Notienepérdida.

—Desdeluego—comentóNeary.El edificio era alargado, plano y estrecho como una hilera de cajas de

cerillas, con metros de ventanas panorámicas enmarcadas por aluminioanodizado.Nearyaparcóalladodeunaviejacamionetadegranjaconotratarjetaverdeenelparabrisas.

La sala de espera de aquel rascacielos de cristal era espaciosa einterminable. Una mujer vestida con traje de calle, que se encontraba sentadajuntoaunescritorio,anotóelnombredeNearyyleentregóunaplacaparaqueselaprendieraenlachaqueta,talcomohabíahechoconlastreintaytantaspersonasqueyaseencontrabanaguardandoallí.

—Estas personas —susurró Ronnie al oído de Neary mientras ambos sesentaban—estáncompletamenteequivocadas.

—Sssss.—Sabíaqueibaaseralgoasí.—Nosabesdequéestáshablando—lemurmuróNearyenfurecido.—Fíjateenaquellaqueseencuentradepiejuntoalosascensores—replicó

Ronnie en voz baja al tiempo que le indicaba a unamujer de cerca de sesentaaños,desaliñada,conelcabellogrisvolándoleenvariasdireccionesalavezylamiradatanvacíacomounaantigualápidamortuoria.

—Apuntodecaerporelprecipicio—murmuróRonnie—.Ydeestrellarsecontralasrocasdeabajo.

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Justoenaquellosmomentos,JillianGuilercruzólapuertaylosperiodistasdespertarondesuletargo,rodeándolainstantáneamente.

—¿Puede hacernos una declaración, señora Guiler? —le preguntó unreporteromientrasseencendíanlosfocosylascámarasempezabanarodar.

Jillian,queofrecíaunaspectomuyafligidoycansado,nodijonada.—Sudeclaraciónantelapolicíafue...ah...francamenteimpresionante.Nos

gustaríapasarloenelnoticiariodelasseis.Alasoncenosperdemosalpúblicomásjoven.

Jillianpareciónohaberleoído.Otroperiodistaledijoauncompañero:—Estaesella,¿verdad?Estaesladamadelasnubes.Jillianvolvióalavida.—¿Puedendecirmeustedesquéocurrió?—preguntó.—Pues,no,señora.—Entoncesnotenemosnadadequehablar.—Sinembargo,tenemosentendidoquenosehaencontradoningunanotade

rescate.Elprimerperiodistatratódeseguirelhilodelaconversación.—¿YquémedicedelahistoriadelFBI?¿Hayalgodeverdadenlodeque...

de que el niño ha desaparecido? Facilitó usted un informe a la policía. ¿Leimportarepetirloparalatelevisión?

Jillian empezó a asustarse. Las preguntas eran furiosas, perversas yabsurdas. Jill estaba retrocediendo hacia los ascensores cuando su mirada secruzóconladeNeary,sentadoalotroladodelaestancia.Enelmomentoenquellegabaelascensor,dijo:

—¡Selohanllevado!—¿Cómo?Roy no la oyó, pero Ronnie sí y le dirigió a su marido una de aquellas

memorablesmiradas asesinasmientras se abrían las puertas del ascensor y setragabanaJillian,ocultándoladelavistadelosdemás.

Entróenlasalaunsargentoenfundadoenununiformedegala.—Señores...yapuedenentrarustedes.Sala3655.Síganme,porfavor.El grupo de Tolono, encabezado por Neary y Ronnie, se dirigió hacia el

pasillo.Estavezlascámarasdelosnoticiariosdetelevisiónestabanaguardandojusto junto a la puerta de entrada. Se encendieron los focos y las cámarasempezaron a rodar.Ronnie levantó el bolso para cubrirse la cara, exactamenteigualquesifueraunadetenida.

—¡Malditasea,Roy!—murmuró,protegiéndoseconelbolso.Los treinta y tantos testigos civiles ofrecieron súbitamente un aspecto

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zarrapastroso, iluminados por los brillantes haces de luz de las bombillas decuarzodelosreflectoresqueseelevabanhaciaeltechodelasala.

ConlallegadadelequipodelasFuerzasAéreasyunafalangedereporterosyfotógrafosdeperiódicos,Nearycomprendióclaramenteque,conindependenciade lo que él esperara conseguir de aquella reunión, lo que las FuerzasAéreasandaban buscando era publicidad. Pues, bueno. Por una vez, él y losmilitaresestaríandeacuerdo.Quetodoelmundoseenteraradeloquehabíaocurrido.

Su inicial sensación de satisfacción se redujo un poco al ver que losportavocesde lasFuerzasAéreas, todosvestidoscon trajesdecalle, se ibanasentar cómodamente en sillones giratorios demadera terciada y goma-espuma,instalados en una plataforma sobreelevada en relación con el resto de la sala.Ocupando un vacío cuadrado alrededor de dicha plataforma, los testigosvoluntarios se sentaronenunas incómodassillasplegables, lamayoríadeellosvestidostodavíaconlaropaquehabíanllevadotodoeldíaensulugardetrabajooenlagranja.

—SoyelcomandanteBenchley—dijoelmás jovende losmilitares—.Yeso—prosiguiódiciendoal tiempoquemostrabaunagranampliaciónencolorde un aterrador disco en un borroso movimiento por el aire— es un platillovolante.

Sus palabras despertaron la atención de todo elmundo suscitando algunos«ohs» y «ahs» así como algunas respuestas voluntarias tales como «Yo lo hevisto»y«Esoesloquevi».

—Hechodepeltre—prosiguiódiciendoBenchleyunavezhubieroncesadolosmurmullos—.FabricadoenelJapón.Yarrojadoalotroladodelpatioporunodemishijos.Hequeridoempezarconesoparademostrarlesquenosomosmuyfavorables a este tipo de cosas y para aclarar una cuestión. El año pasado losnorteamericanostomaronmásdesietemilmillonesdefotografías,gastándoseunasuma récord de seis coma seis millones de dólares en equipo y material dereveladoderollos.Contantosobturadorescomoseestánapretando,¿dóndeestánlasindiscutiblespruebasfotográficasdelosextraordinariosfenómenosqueestánteniendolugarsobreelcielodesuscasas?

Los«testigos»guardaronsilencio,sorprendidosotalvezintimidados,hastaqueunodelosperiodistasdijo:

—¿Cuántas veces podemos echar mano de nuestras cámaras cuando unasorpresarepentinanospilladesprevenidos?¿Cuántosaccidentesdeautomóvilydeaviaciónsefilmanyaparecenenlosnoticiariosdetelevisión?

HubomurmullosdeacuerdogeneralporpartedelgrupodeTolonoyunodeloscomponentesmásrazonablesdelmismoselevantóydijo:

—RechazarsinmáslapruebadeunOVNInoeliminarálostemoresdeque

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talvezestemosviviendolasprimerasfasesdeunaexploraciónexterior.—Yosoyunapersonasensata—dijolaancianitadelálbumdefotos—.Una

personarazonable—repitióconmuchasensatez—.Loúnicoqueséesquevialgoqueeradistintoacualquierotracosaquejamáshayavisto.

Nadiehablóduranteunrato,porloqueNearylevantólamano.—Dejaquehableotro—ledijoRonnieenvozbajaaltiempoquetratabade

bajarleelbrazo.PeroRoyyasehabíalevantado.—Mire, señor. Ustedes recorren los cielos, ¿verdad? ¿Han echado

recientemente un vistazo a los cielos? Por allí arriba se está desarrollando unespectáculodecirco.

—Sólopuedorepetirle—dijoelcomandante—,que,alcabodediezañosdefuncionamientode losServiciosdeEspionajeTácticoAéreoyde laOficinade Investigaciones Especiales, no ha habido ninguna prueba indiscutible de laexistenciafísicadeestascosas.

—¿Quécosas?—preguntóNeary.El comandante Benchley se había inclinado para hablar con dos colegas.

Ahora se incorporóen suasientoy leyóelnombreque figurabaen laplacadeRoy.

—Por favor, compréndame, señor Neary. No estoy atacando sucredibilidad...

—Meparecemuybien.Díganossimplementequéestáocurriendo.—No estamos seguros.No podemos limitarnos a suponer, tal como hacen

ustedes,quesetratadeunosvehículosdeincursiónprocedentesdeotroplaneta.—Bueno,pues leaseguroquenoeraeldirigiblede la«Goodyear»—dijo

Neary.Muchosdelos«testigos»seecharonareír.PeroRonnienoserió.—Digamos que se trata de una tecnología extranjera —replicó el

comandante en tono conciliador—. ¿Por qué suponer que tenga que ser tanextranjera?—preguntó,apuntandoconelpulgarhaciaelcielo.

—Muy bien. Estupendo —dijo Neary—. Digamos que los construyen ypilotanlosrusos.¿QuédemoniosestánhaciendoentalcasoenelespacioaéreodeIndiana?

Todoelmundoseechóareír:losrepresentantesdelasFuerzasAéreas,losciviles,losperiodistasylos«testigos».

El comandante Benchley aguardó a que se restableciera el orden y enseguidavolvióaempezar.

—Hemos tenido algunas misiones de reabastecimiento de combustible aelevada altitud y me han hablado de unos importantes fenómenos de

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perturbaciones eléctricas debidas al calor. Se ha registrado, además, unasituación llamadade inversiónde temperaturapor lacualunacapadeaire fríoquedaencerradaentrecapasdeairecálido.

Nearymiró a su alrededor en la abarrotada sala con expresión de fingidaincredulidad.

—Han convocado ustedes esta reunión para decirnos lo que ocurre y loúnicoquenosestánfacilitandosoninformacionesmeteorológicas.

—¿Quélegustaríacreerqueestáocurriendo?RonnietratódehacersentaraRoyperoésteleapartólamanoydijo:—MegustaríacreerquelasFuerzasAéreasdelosEstadosUnidoslosaben.Traslocual,volvióasentarse.—¿Yamíquiénmevaapagarlosdañosquehansufridomistierras?—¿Cómo?—preguntóelcomandanteBenchley,parpadeando.—Soypropietariodelastierrasenlasqueestagentehaestadoacampando

por lanoche—dijounhombreenquienRoyreconocióalcaballerodeaspectoacomodadoquehabíavistootrasveces—.Esteseñordeaquí—dijoindicandoaNeary—, arrancó varios metros de mi valla de contención de nieve. HaydesperdiciosentodosloslugaresenlosqueestaspersonashanpermanecidotodalanochecomiendopolloasadodeKentuckyybebiendocerveza.¿Quiénmevaapagaramítodoeso?

ElcomandanteBenchleyextendióundedoendirecciónalterrateniente.—¿Vioustedalgoaquellanoche?—lepreguntó.Elhombreseechóareír.—Mifamiliallevamásdeochentaañossiendopropietariadeestastierrasy

jamáshemosvistomalditalacosa.Las cámaras de televisión habían enfocado rápidamente al propietario y

Neary comprendió que la reunión estaba a punto de venirse abajo. Si nointerveníaenseguida,perderíaparasiempre laoportunidaddeque leprestaranatención.

—¡Espere un momento! —dijo en voz alta, percibiendo que Ronnie seapartaba físicamente de él al ver quevolvía a levantarse—.Yovi algo.—Lascámaras leenfocarondenuevo.—¡Yesomehacostadoelempleo!Paramíhasidomuygrave. ¡Meocurrióamí, lesocurrióaalgunosdeustedesyqueremossaberdequésetrata!

Benchleyhabíaempezadoahablarsindejarleterminar.—Si las pruebas son buenas, el hecho se tomará en consideración y la

existenciadelextraordinariofenómenoserátenidaencuenta.-¡Nosotrossomoslaprueba!—gritóRoy—.Yqueremosquesenostenga

encuenta.

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—Porfavor,señorNeary.—Por favor, comandante Benchley —repitió Neary, imitándole—. Me

gustaríacreerquenomeestoyvolviendo loco.Hayotraspersonasenesta salaquevieron loqueyoviyquisierancreerqueno se estánvolviendo locas. ¿Lepareceaustedunapretensióntanabsurda?

El comandanteBenchleyguardó silenciounos instantes y, cuandovolvió ahablar,lohizocontotalespontaneidad.

—Creoqueexistetodaunaseriedecosasenlasqueresultaríamuydivertidopoder creer. El túnel del tiempo y PapáNoel, por ejemplo.Miren ustedes, lesdigo que ojala lo hubiera visto. Durante años he deseado ver una de estasmalditas cosas que andan brincando por el cielo porque creo en la vida en eluniverso.Pero...lomásprobableesquenohayavida.Lahipótesisextraterrestrees simplemente una de lasmuchas alternativas posibles. Al parecer, deseamospruebasdeque allí afuera hay algoquepuede resolver nuestros problemas.Setratadeunasituaciónemocional.Queremosrespuestas,nomisterios.

Nearysehundióensusillaplegabledealuminio.—Puede usted decirnos... ¿acaso la base de las Fuerzas Aéreas está

realizandoalgunapruebaenlazonadeTolono?Nosé...talvezpruebassecretas.El comandante Benchley vaciló una vez más y después, mirando

directamenteaNeary,dijo:—Desde luego, resultaríamuy fácilmentirle y decir que sí. Semarcharía

usteddeaquíconunarespuestaqueledejaríatranquilo.Peronosetratadeesoynoquieroinducirleaerror.Adecirverdad,noséquéesloquevieronustedes.

Nearyesbozóunasonrisaydespuésdijo:—Nopuedenustedesengañarnosmostrándosedeacuerdoconnosotros.Elloprovocóunestallidodecarcajadasquedesconcertómomentáneamente

aNeary.Habíahabladocompletamenteenserio,nohabíasidounchiste.Benchleytambiénseechóareír.Despuéslevantólamanopararestablecer

elordenydijo:—Todos ustedes deben comprender que aquí están en juego otras

consideraciones. Se instaura cierta histeria. Ha habido algunos escolares quesufrieronquemadurasgravesporque jugabanconunasbengalas.EstanochenoshanhabladoinclusodeunaseñoradeHarperValleyqueatribuyeaestacosa ladesaparicióndesuhijodecuatroaños.

Fueentoncescuandoelviejogranjerodecidiócompartirsuexperienciacontodoelmundo.

—UnavezvialabominableHombredelasNieves—anunció—.FueenelParqueNacionaldeSequoia.Enelinviernodemilnovecientoscincuentayuno.Teníaunpiedenoventacentímetros,deltalónalosdedos.Metíaunruidoqueno

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quisieravolveraescucharnuncamásenmivida.—¿Yquémedicende la estrelladeBelénquecondujoa losmagoshasta

Jesús? —preguntó una superficial dama de cabello azulado que llevaba unaBibliaGideon—.Losastrónomosjamáshansabidoexplicarsatisfactoriamentelaexistenciadeestaestrella.

Loscameramendetelevisiónseloestabanpasandoengrande.—Señor, ¿hayalgodeverdaden todas estas tonterías acercadelmonstruo

dellagoNess?Mientras cruzaban el vestíbulo en dirección a la salida, el comandante

Benchleyselesacercóconlamanoderechaextendida.—SeñorNeary—empezóadecir—,quisieradecirlesimplemente...—¿Por qué demonios aparecieron sus helicópteros la otra noche sobre

aquellalomasinpreviaadvertencia?—gritóNeary—.¿Quédemonioseseso?—¿Roy?—SeñorNeary, no sé de quéme está usted hablando.Yome he acercado

simplementepara...—¡Nolecreo!—estallóNeary—.Nocreonadadeloquedice,Benchley.Benchleyretrocedió,auténticamenteasombradoanteaquelestallido.RonnieapartóconambasmanosaNearydeloficial.—Roy—dijo—.¡Basta!¡Basta!Después le empujó a través del vestíbulo en dirección a una máquina

automáticade«Coca-Cola»yregresóparapresentarsusdisculpasalcomandante.Neary introdujo las monedas en la máquina y, con la «Coca-Cola» en la

mano,echóaandarporelpasillo,tratandodecalmarse,tratandodeaveriguarquéle ocurría. El no era de esos que gritan a la gente sin motivo. En realidad,Benchley no le había hecho nada; se había limitado simplemente a hacer sutrabajo.

Roy se sorprendiómirando a través de una pequeña rendija en una de laslargas paredes. Sorbiendo la «Coca-Cola», abrió la puerta del panel y seencontró con un centro de control de circuitos, todo un conjunto de cientos deinterruptores..

EldedoíndicedeNearysiguióeldiagramadeledificioquefigurabapegadoa la parte posterior de la puerta. Después, actuando rápidamente, empezó adesconectarinterruptoresaquíyallá.Susdedossemovíanhaciaadelanteyhaciaatrásmientrasestudiabaeldiagrama,abríaotrogrupodeinterruptores,consultabaeldiagramaydesconectabamáscircuitos.

—¡Roy!Ronnie le había encontrado. Ahora Neary estaba sonriendo. Cerrando la

puerta del panel, tomó a Ronnie del brazo y abandonó con ella el edificio,

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dirigiéndosehaciaelaparcamiento.—Roy,¿quétesucede?—Estoybien.Todoestábien,muybien.Sesentíaestúpidamentesatisfechodesímismo.Nearypusoenmarchaelmotorysealejódelaparcamientoendirecciónala

garita del centinela. Varios automóviles se encontraban detenidos allí con susconductores y pasajeros —civiles y militares— de pie junto a ellos,contemplando el elevado edificio de cristal. Se detuvo al final de la cola ydescendiótambiénjuntoconRonnie.

Lehabíasalidoestupendamente.Habíadejadoaoscurasalgunosdespachosyhabíaencendidolaslucesdeotros.EntodalavastafachadadeledificiodelaadministracióndelabasedelasFuerzasAéreasdeDAX,brillandoenlanochepara que todo el mundo pudiera verlas desde varios kilómetros, las ventanasproclamabancuatroletras:OVNI.

El fotógrafo y el reportero contemplaron los periódicos de la semanaesparcidosporelcéspedylasbotellasdelechepasadaquehabíaenlacajadeentregasydespuéssemiraronelunoalotro.SiguieronavanzandohacialacasadeJillianGuileryllamaronaltimbredelapuerta.

Llamaronaltimbredurantevariosminutosysiguieronllamandoalapuertaconlosnudillosdurantevariosmás.Tratarondemiraratravésdelaspersianascerradasydespuésrodearonlacasa,seacercaronalapuertatraseraytratarondeabrirla.Pero fue inútil.Estaban convencidosdeque Jillian se encontraba en elinterior de la casa a oscuras. Sus fuentes del FBI y de la policía le habíanasegurado a su director que estaba en casa. Pero, al final, se dierondefinitivamenteporvencidosysemarcharon.

Dentro,Jillianhabíaatrancado todas lasventanas.Elsalónerauncaos,aligualque lacocinaysudormitorio.Apesardequehabíaarregladounpocoeldesorden de la cocina, el resto de las habitaciones había sido superior a susfuerzas—lehabíaresultadoimposibleinclusohaceracamaylacasaestabamásomenosigualquelanocheenquesehabíanllevadoaBarryyqueeldíasiguienteenquelapolicíayloshombresdelFBIlahabíanregistrado,examinandotambiénloscamposybosquescercanosenlaesperanzadedescubriralgunapista.

Había descolgado todos los teléfonos de la casa. La policía y el FBI noteníannadaquedecirle;nohabíanpodidodecirlenadaa lo largode lasemanaque había transcurrido desde la desaparición de Barry. Decían que, si hubierasido secuestrado, ya haría varios días que los secuestradores hubieranestablecidocontacto.NolehabíandicholoquepensabanquelehabíaocurridoaBarry,peroJilliansabíaloquepensaban:queBarrysehabíaalejadoenlanoche,

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quehabíacaídoosehabíaasustadoohabíaperdidoalgoyahoraseencontrabamuertoallíenelbosque.

PeroJilliansabíaqueBarrynoandabaperdidoporallíyestabaseguradeque no había muerto. Sólo tenía que aguardar y esperar a que «ellos» se lodevolvieran.Yporesoaguardaba...yesperaba...yrezaba.Poresohabíacerradolas puertas bajo llave y había atrancado las ventanas y había descolgado losteléfonos.Noqueríahablarconnadie:lapolicía,elFBI,laprensa,losvecinos,la familia o chiflados, millones y millones de chiflados. Estaba esperando. ABarry.Unsigno.Unaseñal.

Para superar aquel período de espera, para conservar la cordura, Jilliansabíaqueteníaquepintar.Porello,habíainstaladoelcaballeteysuspinturasenunrincóndelsalónbajounalámparadepie—laluznoresultabamuyadecuada,pero tendría que apañarse—y se había pasado toda la semana trabajandomuyduro.Catorce,quince,dieciséishorasdiarias.

Ysiemprelamismapintura,unayotravez.Unamontaña,nounacordillerade montañas con valles y desfiladeros, sino una sola montaña. Con unasescabrosas laderas.Con algunos árbolesy arbustos.Yadebíadehaber pintadoveinte,no,treintapinturasdistintasperosimilares.Jilliannoconsiderabaquesucomportamiento fuera obsesivo. Ni siquiera insólito. Seguiría pintando aquellamontañahastaquelesalierabien—asaber loqueellaentenderíaporeso—ohastaquerecibieraunaseñaldeBarry.

Y, por eso, Jillian Guiler oía cómo los hombres llamaban al timbre,aporreaban las puertas y arañaban las ventanas, sin escuchar nada realmente.Prontoseirían,siemprelohacían.YJillianseguíapintandolamontaña.

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CercadeHuntsville,Texas,enuna fábricaabandonadademetal laminado,seestabadesencadenandoelinfierno.Elvastopavimentosehallabaocupadoporcamiones con remolques y brigadas de obreros que estaban cargándolos conrapidezyeficiencia.Elcargamentoestabaintegradoporunaextrañacoleccióndecajas,embalajesdecartónycestos.Loselementosdemenor tamaño llegabanatravés de cintas de transmisión; los más grandes por medio de ganchoselevadores.Enunrincón,unoshombresenfundadosenunasimpecablesbatasdelaboratoriointroducíanunosbotesdemetalenunascajasrevestidasdeStyrofoamen las que podía leerseManejo Especial. Una fila de jeeps de color aceitunaaguardabaparasubir.Nollevabanningunaindicación.Comotampocolallevabanlosmódulosdefibradevidrioqueseencontrabanenelcentrodelcuadradojuntoatrescientosmetrosdeundesarmadoandamiajedefinometal.

Un autocar «Volkswagen» penetró en el almacén y descendió Lacombe,seguido de Laughlin y Robert. Los ayudantes se apresuraron a descargar unsencilloequipajeintegradopormaletasSamsonite.

—¿Hayalgoqueel señorLacombequieradeesteequipaje?—lepreguntóunodelosayudantesaLaughlin—.Queremostrasladarloalavióncuantoantes.

Lacombecomprendióbuenapartedelapreguntayesbozóunasonrisadeno,muchas gracias, iniciandoun recorridopor toda aquellamovilización.Laughlinofrecía un aspecto preocupado.Al fin y al cabo, el francés ya llevabamás detreintahorasdeactividadsindormir.

—¡Estoyexcitadopordentro!—ledijoLacombeasuintérprete—.Elsueñovendrácuandoceselaexcitación.

Laughlinreflexionóacercadelopocoqueyasabíayseimaginóasupatróndespiertoduranteotrasnoventayseishorasmás.

Enotrorincón,lejosdetodoaquelbarullo,dosdocenasdeconductoresdecamión se hallaban arracimados alrededor del escritorio del supervisor.Formabanungrupomuypintorescoyalgunosdeellosseestabandespojandodesusuniformesmilitaresycolocándoseatuendosde trabajoycascosprotectores.El supervisor era un teniente coronel que no se andaba con pamplinas y queblandía un puntero muy largo. Lo utilizaba para señalar en un enorme mapacontinental de los Estados Unidos. Los camioneros se acercaron y algunos deellosempezaronamascarchicle.

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—Ustedes, losde la cargapesada, irándirectamente.Utilicen las rutas dedesviaciónquefiguranindicadasensusmapasinterestatales.Losdemásseguiránotrasrutasalternastanprontocomoterminemosderecogerinformaciónacercadelas localidades importantes que haya en su camino. Ahora vamos a enviarlesescalonados.Noqueremosquesalganjuntos.Yvoyapedirlesotracosa.Evitenloscontactosporradioylasparadasnoprogramadas.Sialgunodeustedestieneque«hacersuscosas»,bueno,yasabeloquehayquehacer.

Sobreeltrasfondodeaquelbarullo,loscomponentesdeungruposemirabanunos a otros mientras fumaban un cigarrillo y bebían café. Iban en mangas decamisayofrecíanunaspectoagotado.ElcomandanteWalshrodeólamesayechóunvistazo a lasoperacionesde carga, a lamaquinariay al ruido.Walsh jamáshabíasidoaficionadoaostentarlamáximaresponsabilidad.Erasuprimerañoencasa tras haber servido en las Operaciones de las Fuerzas Especiales, tantonormalescomoclandestinas,enTanzania,ZaireyAngola.Yahora,agobiadoporunproblemadeseguridad,Walshestabafuriosoporqueeljefedelequipohabíatrazadolalíneasincontárselo...todo.Walshtomóunatazadecaféysefumóun«Chesterfield» largo antes de propinar un puntapié a una papelera y enviarla amediorellano.

—No es posible organizar una alerta de terremoto —dijo enfurecidomientras chupaba el cigarrillo hasta rozarse la yema del dedo—. Jamás haocurridotalcosa.Songranjerosdeganadomayorymenoreindios.Novivenenrascacielosdepropiedadhorizontal.

Uno de los organizadores de la operación, que ofrecía un aspecto muycansado,extendiólasmanosyvolvióasentarseensusilla.

—Mesiguegustandolaideadelainundaciónrepentina—dijobostezando.—¿Ydedóndesacaselagua,amigo?—preguntóotro.—Efectuaremos una inspección de las presas y embalses de la zona

inundada.Lesdiremosqueunodeellosestáapuntodereventar.ElcomandanteWalshseremetiólacamisaenlospantalonesyseapretósu

cinturónderecuerdodeDisneylandia.—Nodisponemosdetiempoparaefectuarunainspección.Ustedeslosaben.

Yadebieransaberlo.Otro individuo que había estado tratando de batir cualquiera sabía qué

récordretorciendoonceveceslapulseraelásticadesureloj,tosióeinterrumpiólaconversación.

—¿Quéospareceunaenfermedad?Yasabéis,unaepidemia.Unodesuscompañerosseanimóydejósuequipodelimpiezadelapipa.—Antrax—anunció—.¿AcasonohaymuchasovejasenWyoming?Elcomandante«WildBill»Walshencendióuncigarrilloysesentó.

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—Estupendo —dijo expulsando el humo—. Pero me temo que noconseguiremos evacuar a todo el mundo. Siempre hay algún gracioso que seconsiderainmune.Quieroalgoqueaterrelosuficientecomoparavaciardealmascristianasquinientoskilómetroscuadradosdeterritorio.

Enmediodelaconfusióndeabajo,Lacombeobservócómovariosobrerospegabanunasgigantescascalcomaníasa losplateadoscostadosdesnudosdeloscamionesderemolque.Enlascalcomaníaspodíaleerse«SupermercadosPiggly-Wiggly»,«Coca-Cola»,«CalzadosKenner»,«CaféFolger's»y«Baskin-Robbins31Sabores».Deseosodesaborearalgodulce,elfrancésseintrodujouncaramelode menta en la boca y sonrió pensando en el estilo de vida norteamericano.Después,seabrieronlaspuertasdeacero,alguiengritó«¡HaciaelOeste!»yseinicióeldesfile.

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—No,mamá—estabadiciendoRonnieporteléfono—,yamelasarreglaré.Perogracias,detodosmodos.

Sostenía el teléfonoentre eloídoyelhombromientraspermanecíadepiefrentealacocina,revolviendoelcontenidodeunascazuelas.

Ronniesevolvióparcialmente,cubriólaboquilladelteléfonoconlamanolibreyledijoaToby:

—Veadecirleatupadrequelacenayaestácasilista.Tobyvacilóydespuéssequedódepiedondeestabajuntoalapuertadela

cocina,mirandoyescuchandoasumadre.—Nomeayudasmucho,mamá.Nomeayudas.Tenemos tarjetade crédito

hasta finales demes.El noha acudido todavía a ningúnmédico.Nohavisto anadie.

Ronnie se volvió y miró a través de la ventana de la cocina. Roy seencontraba sentado en la silla del jardín que había colocado en la plataformaconstruidasobreeltejadodelgaraje.Teníalosprismáticospegadosalosojosymovíalentamentelacabezadeunladoparaotro,escudriñandoelhorizonte.

—Sí, estámirando—le dijo a sumadre—. Estámirando constantemente,peronoenbuscadetrabajo.Loestoyhaciendo...pormí,mamá.Puesclaroquenosquiere.

Ronnieasintióenérgicamentecon lacabezayentonces tuvoqueagarrarenseguidaelteléfonoparaevitarqueselecayera.ObservóqueTobyseencontrabatodavíajuntoalapuerta.

—Toby,llamaatupadreparalacena...Nomeayudasmucho,mamá.Elniñosealejódespacio,casiaregañadientes.—Mamá,ahoratengoquecolgar—dijoRonnie,haciéndoloinmediatamente.Pudo escuchar la débil voz de Toby en el jardín. Casi parecía que no

quisieralevantarlaportemoraqueleoyeranlosvecinos.—Papá,mamáyatienelacenaapunto.Ronniemiró a través de la ventana. No parecía que Roy hubiera oído la

llamadadeToby.Últimamente, noparecía queoyera a nadie.La señoraHarrisenfilóconsuautomóvillacalzadadelacasadealladoydescendiódelvehículo.Roy no lo oyó al igual que no oyó tampoco el despectivo comentario que laseñoraHarris se sentía impulsada a soltar cada vez que le veía sentado en suatalaya.

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—Porfavor,papá—gimoteóToby.Supadredejócaerlosprismáticossobresusrodillasaltiempoquemirabaa

suhijomenoratravésdelaescasaluzdelcrepúsculo.Inclusodesdelaventanade la cocina, Ronnie pudo ver que el rostro de Roy estaba húmedo. Debía dehaberestadollorandotraslosprismáticos.Pensóenlaposibilidaddesalirensubusca,perodecidiónohacerloydejólacomidaafuegolentoenlacocina.

Al cabo de un rato, Neary bajó. Ronnie observó que se había secado laslágrimasdesusenrojecidosojos.Observótambiénloserizadoscomienzosdeunabarba.Nearyofrecíaunaspectoabatidoy, sinpronunciarpalabra,pasó juntoaellayatravesóelsalónfamiliarendirecciónalcomedor.

Neary se detuvo junto al tren eléctrico y posó los ojos en una pequeñamontañadecolormarrónqueselevantabaenmediodeunacampiñaliliputiense.Tomó algunos arbustos y los trasladó a la cumbre de lamontaña que él habíaremodeladoconvirtiéndolaenunelevadopicodeabruptasladeras.Experimentóunasensacióndenáuseayadvirtióqueseleestabanagotandotodaslasreservasdeenergíaensuintentodecomprenderlaimagendeaquellamontaña.

—Noestábien—dijoenunsusurro.Después,abandonólaestancia.Puestoquelacenaibaaretrasarse,Ronnie

habíaabiertoelfrigorífico,colocandodenuevoenéllabandejadelaensalada.Labombillaverdequehabíainstaladoensuinteriorconferíaunosdesagradablestonosverde-grisáceosatodalacomidaquehabíadentro.Ronniehizounamuecaalverlo.Loquehacíadossemanasselehabíaantojadounagranidea,leparecíaahoraunatonteríaalavistadelabsurdoestadomentaldesumarido.Ronniecerrórápidamentelapuertadelfrigorífico.

Cuando se presentó para la cena, Neary no se había lavado ni cambiado.Ronnieobservóquelosniñosseapartabandeél.Ellasiempresolíasentarsealotroladodelamesa,frenteaRoy,peroahoralosniñosprocurabanacercarsemásaellaporquesesentíanincómodosantesupresenciaynosabíanquédecir.

Ronniesirvióylepasóunplatodecroquetasdesalmón,maízdesmenuzadoy puré de patatas con un cuadrado de margarina fundiéndose en el centro delmontículo.El lomirócomosinadie lehubieradicho jamás loquese teníaquehacerconunplatodecomida.

Ronnie observó que los niños miraban atentamente a Roy mientras ésterevolvíaelpuréconeltenedoryformabaconélunpequeñopico.

—Noessuficientementegrande—dijo.Con un rápidomovimiento hacia adelante y hacia atrás, envió la croqueta

sobreelmantel.Losniñosestabandeunapieza.Nearyextendió lasmanoshaciaelcentrode lamesay tomóelcuencodel

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puré de patatas. Se echó una cantidad en el plato y formó un gran montículo.Neary se detuvo para examinar la situación. ¡No estaba bien! Más puré delcuenco. ¡Todavíano!Másymás,hastaqueelcuencosequedóvacío.Después,comounalfareroenloquecido,Nearyempezóaamasarconlasmanoselblancopuréparaconferirleforma.

RonnieestabatratandoderecuperarelresuelloenelmomentoenqueNearylevantó los ojos para mirar a su familia. Todos le estaban observandopetrificados. Roy deseaba hablar con ellos; deseaba tocarles y hacerlescomprenderquetodoibabien.

Tratódesonreír,tratódeadoptarunaexpresióndivertida.—Yahabréisobservado—dijo,empezandoareírsedesupropiaafirmación

incompleta—queapapáleocurrealgoraro.Noospreocupéis,sigosiendopapá.Neary extendió lamanopara acariciar a Sylvia pero ésta se apartó de él,

refugiándosejuntoasumadre.Roylointentódenuevo,dirigiéndoseasustreshijos.—Escomocuandosesabelamúsicaperounonoconsigueacordarsedela

letra,¿sabéis?Nosécómodecirlo,loqueestoypensando.—Nearylesindicóelmontículodepuré.—Pero...esosignificaalgo...esoesimportante.

Roy miró a Ronnie que se estaba esforzando por no perder los estribos.Movió la boca «Estoy bien,—dijo en silencio—. Estoy bien.» Pero no pudoarticularlaspalabras.

Despuésselevantóyabandonólaestancia.Losojosdelosniñosseclavarondenuevoenlamadre.Conexpresiónentristecida,éstadijotorvamente,altiempoqueseintroducía

coneltenedoruntrozodecroquetaenlaboca:—Vamosacomer.Todos escucharon el rumor del agua de la ducha, pero también pudieron

escuchar,sobreeltrasfondodelagua,losentrecortadosyahogadossonidosdelossollozosdeunhombre.

Ronnieselevantó.—Quedaosaquí—lesordenóalosniñosmientrasabandonabalaestancia.Escuchójuntoalapuertadelcuartodebañouninstanteydespuésllamódos

vecesconsuavidad.—Cariño...Roy,abrelapuerta,porfavor.Nohuborespuesta,sólolosterriblessollozosentrecortados.Ronnieprobóa

girarlamanija.Estagiró,perolapuertaestabacerradapordentro.Sequedóallí,conlamanoeneltirador.

—¡Roy!—llamó.Estavezlevantandomáslavoz—.¡Roy!Elnocontestó.Probablementenopodíaoírla.

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Ronnieadoptóunadecisión.Corrióalacocinaysacódelcajónelcuchillodelamantequilla.

—Terminaoslacena—lesgritóalosniñosmientrassedirigíadenuevoalcuartodebaño.

Ronniesabía loqueteníaquehacer.Enmásdeunaocasión,algunodelosniños se había encerrado en el dormitorio o en el cuarto de baño. Introdujo elcuchilloentrelapuertayelmarcodelamismayabriósuavementelacerradura.Despuésgirólamanijayempujólapuerta.Estaseabrióhaciaadentro.

Elcuartodebañoseencontrabaaoscuras.Elaguaestabacayendoenlapilay la bañera estaba medio llena del agua que caía de la ducha. Neary estabaacurrucadoenelextremomásalejadodelaoscuraestancia,cubriéndoselabocacon las manos para evitar que se le escaparan los sollozos. Ronnie cerró losgrifosdelapila,perodejóquesiguieracayendoelaguadeladucha.

Neary trató de dirigirle a su esposa una sonrisa. Sus convulsiones fueroncesandolentamente.

—Escomoelhipo—dijoconunadébilvoz infantil—.Heempezadoynopuedoterminar.¿Quémeestáocurriendo?

—Mira,Roy—dijoRonnie,procurandoserenarse—.Mamámehafacilitadoelnombredeunseñor.Esmédico.

—Estoymortalmenteasustado—dijoél—ynoséporqué.Nearyselevantóycasiseabalanzóhacialaducha.Colocólacabezabajoel

chorro.Cuandolaretiró,Ronniecerrólosgrifosyleentregóunatoalla.Hubieradeseado acercarse y abrazarle para borrar sus lágrimas pero estaba demasiadoasustada.OtroespasmodesilenciosaslágrimasvibróatravésdeNeary.Unavezlohubosuperado,Nearyabrióelbotiquín,consiguióabrirunfrascodeaspirinasy, con manos temblorosas, sacó dos pastillas y se las introdujo en la boca.Después,elfrascoselecayóalapilayserompió.

—Mira—le dijo Ronnie, tratando de hablar con serenidad y sensatez—.Estehombresededicaaterapiafamiliar.Iremostodos.Túnovasaserespecial.Yesposible,detodosmodos,quenotengaslaculpa.

—Yocreoque,alomejor,todoesunchiste—dijoRoyconvozquebrada—.Loqueocurreesquenomerío.

—¡Roy!Dimequeirásaverle.Tienesqueprometérmelo—ledijoRonnie,percatándose de que estaba hablándole a su marido en el mismo tono queempleabaconlosniñoscuandoéstosseportabanmal—.¿Meloprometes?

Súbitamente, se abrió de golpe el resto de la puerta del cuarto de baño yBradirrumpióenlaestancia.

—¡Eresunniño llorón!—legritó a la imagende suabatidoprogenitor—.¡Niñollorón!¡Niñollorón!

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Brad salió corriendo del cuarto de baño y se dirigió a su habitación,cerrando la puerta de golpe cinco veces, como si quisiera arrancarla de losgoznes.

—Sabes que no lo dice en serio. Lo que ocurre es que siempre te haconsideradomuyfuerte.

Ronnie acompañó aRoy al dormitorio.Ahora éste había dejadode llorar,perosustembloresseintensificaronaltenderseenlacama.

—Nonecesitounmédico—ledijoasuesposa—.Tenecesitoati.Ronnienoteníaniideadecómohacerfrentealasituación.Golpeólacolcha

consusdiminutospuños.—Nopuedoayudarte—gritó—.¡Noloentiendo!—Yotampoco.—Todas estas idioteces están trastornando esta casa—dijo ella, sabiendo

quesuspalabrasnoibanaservirdenada.—Estoyasustado—dijoNeary,asiéndolelamanoderecha.Ronnietratódeliberarsumano,peroélnoselasoltó.—Teodio—dijo,envozbajamientraselpánicoempezabaaapoderarsede

ella.Roylaatrajohacialacama.—Abrázame—dijo—. Es lo único que tienes que hacer. Estréchame con

fuerza...ahoramepuedesayudarrealmente.Ronnieseechóhaciaatrás.—Yanonosllamaningunodenuestrosamigos—sequejóellasinmirarle—.

Estássintrabajo...¡noteimporta!Roy,¿acasonoloentiendes?¿Acasonoloves?—Gritóenunestallidodepánico—.¡Nosestásdestruyendo!

Neary se incorporó de nuevo y estrechó a sumujer entre sus brazos. SustembloresparecíantransmitirsealexterioryRonniecomprendiósúbitamentequeeraincapazdesoportartodoaquello.

—Oh,nolohagas—dijosollozando—.Oh,no.Déjamequellameaalguien.Oh,Roy...porfavor,no.

PerolosdedosdeRoyledesgarraronlaropa.—Teodio,teodio,teodio—dijoellasollozandoyaborreciendoloqueél

leibaahacer.Nearyleasiólablusaporloshombrosytiró.Estasedesgarróysusjirones

dejaron los brazos deRonnie clavados a sus costados. El le bajó las tiras delsujetadoryledeslizólaprendahastaelestómagoydespuéssedeslizóhaciasubustoy...

Casiinmediatamente,selibródelainquietud.LadeólacabezaycontemplóelperfildelbustodeRonnie.

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EntoncesRonnie empezó a temblar y a rechinar los dientesmientras unossilenciosos sollozos le recorrían el cuerpo. Se sentía impotente y horrorizada,peroNearyestabaconsiguiendoalgodetodoaquello.¡Algoconstructivo!

Sus pensamientos volaban. Aún no había dado con la solución, pero leandaba cerca. Y, santo cielo, súbitamente se percató de que Ronnie poseía uncuerpoprecioso.

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19

EnDenver,elanochecererafríoyclaro.Lasuavebrisasilbóalrededordelaantenaderadiodelinmensocamiónderemolquealiniciarésteellargocaminopor la carretera en descenso que conducía al norte. Pasó fulgurando en elcrepúsculomientras sugigantesco remolque se encendía de rojounos instantes,iluminado por los últimos rayos del sol poniente. CAFE FOLGER'S decía elletreroquediscurríaalolargodesualtocostadodealuminio.

Dosdeloscamiones«Piggly-Wiggly»yaseencontrabanatreintakilómetrosal este de Oakland y estaban acelerando por la carretera nacional 580. MásadelanteestabaelpasodeAltamont,situadoamásde600metrosdealtura.

El sol no se encontraba tan bajo en el horizonte como se encontraba enDenver. Los conductores esperaban poder llegar a Tracy al anochecer y seguiradelante, llenando el aire de ruidos y de gases de escape diésel mientrasavanzabanconsucargahaciaelsolponiente.

Ahorayahabíaoscurecidoenlacarreterainterestatal80quediscurreporelsudeste, saliendodeBoise.El enormecamión, con supotentemotordiéselquearrastraba el remolque a cien kilómetros por hora, se estaba dirigiendo haciaHammetyMountainHome,Idaho.Enelremolquefigurabanpintadosconcoloresmuy alegres el nombre y el símbolo de los Calzados Kenner pero, en laoscuridad,elnombreresultabacasiinvisiblemenoscuandololamíanlaslucesdelosfarosdelanterosdelosvehículosquecirculabanendireccióncontraria.

El camión se detuvo para llenar el depósito en una parada de camionessituadaalestedeBillings,Montana,allídondelacarreterainterestatal90cruzaunrincóndelaZonaNacionaldeEsparcimientodeBigHorn.

Alosdosconductoresleshubieragustadodetenerseatomaruncafé,perosuhorario no se lo permitía. A medianoche, ya tendrían que haber rebasado elmonumentoalCampodeBatalladeCusteryencontrarseenSheridan,Wyoming.

El hombre que estaba llenando el depósito del vehículo, contempló elcostadodelmismo.

—Nuncalohabíavisto—dijo.Losconductoresyelempleadocontemplaronlaspalabrasquepodíanleerse

enelcostadodelremolque:RESIDENCIASDELACOSTADEVIRGINIA.—Unpocolejosdecasa,¿verdad?Uno de los conductores arqueó las cejas. De los dos, era el más

comunicativo.

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20

Nearynohabíadormidodemasiado.HabíaobligadoaRonnieadormirseyadespertarseconstantemente.Alescucharquelarespiracióndeéstasehacíamásregularhacialascincodelamadrugada,selevantósigilosamentedelacamaysedirigióalsalónfamiliar.

Royempezóapasearporelsalónconlosojosenrojecidos.Eneltranscursodelosúltimosdíashabíadejadolaestanciahechaunasco.Habíapegadoaquíyalláen lasparedes todaclasederecortesdeperiódicosrelativosavisionesdeOVNIyalmisteriosoapagóndelaotranoche.

Nearygruñóparasusadentrosysesentóenunasilla,apoyandoelcodoenlamesadeping-pongenlaqueleaguardaba—comounaisladepulcritudyordenensu,porlodemás,enloquecidomundo—ladecoracióndesutreneléctrico.ElextrañopicoqueNearyhabíaconstruidoyqueahoramásparecíalacaricaturadeunamontaña,elevabagrotescamenteporencimadelasvíasylospequeñoslagosyvallessudesagradableyamenazadoraspecto.

Nearylocontemplóysacudiólacabeza.—Noestábien—murmuró.—¿Papá?SevolvióyvioasupequeñaSylviaconlosojosmediocerradosacausadel

sueño.Laniñahabíaabandonadosudormitorio,arrastrandotodavíaasumuñecapreferida.Laquehacíapipí.

—Cariño,esmuytemprano—ledijoRoy—.Debierasestarenlacama.—Papá,¿nosvasagritarhoytambién?Neary contempló sus claros e inocentes ojos. Eso era lo que a ella le

parecía: una máquina de gritos. Y la chiquilla estaba dispuesta a aceptar másgritosporquelequería.

Neary notó que se le revolvían las entrañas de remordimiento. ¡Era unabasura!Seagachóytomóasuhijaenbrazos.

—Ahoraestoybien,cielo—ledijo,besándolaenlafrente.Creyóqueibaaecharseallorarotravez,perosecontuvo.—Bueno,papá.Nearymirótristementeasualrededor.—Heterminadocontodoesto.TelojuroporDios.Heterminado.—Dejóde

nuevo a la niña en el suelo y empezó a arrancar los recortes de periódicos yfotografías que había en la pared.—Mírame—le dijo, arrojándolo todo a la

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papelera—.Fíjatebien.Sylvianosabíadequé leestabahablandoperosealegraba,alparecer,de

quesupadreestuvieracontento.Nearyempezóatirardelaabsurdamontañaquehabíaconstruidoenmedio

delpaisajedeltreneléctrico.Asióelpicodeextrañoaspectoyempezóatirardeél.LamontañasenegóamoverseyentoncesNeary,utilizandolasdosmanos,laempezóaempujardeunladoparaotro.

¡Paf!Se rompió la parte superior dejando la montaña mocha como si algún

valientelehubieracercenadolacima,convirtiéndolaenunaespeciedemeseta.—¡Sylvia!—gritóNeary.—¿Sí,papá?Roymanteníalosojosclavadosenaquelmonteextrañamentedesmochado.—Sylvia—gritó—.¡Asíestábien!Noeraelmomentodedespertaranadie.

Ronnie había dormido hastamuy tarde, totalmente agotada a causa de los

acontecimientosdelanocheanterior,delderrumbamientodeRoyydesupropiaincapacidaddeseralgomásqueunsimplepechosobreelquepoderllorar.

Ahoraeranlasdiezdelamañanayloquelahabíadespertadohabíansidolosestridentesgritosdelosniños.Escuchóunosinstantesycomprendióquetodasu familia se estaba riendo. Incluido Roy. Medio atontada todavía, creyó verpasarunarbustofrentealaventanadeldormitorio.

Se levantó de entre las sábanas, se puso una bata y se ató el cinturónmientrassalíadeldormitorioparadirigirsealaco...

—Oh,Diosmío—exclamóconvozentrecortada.Laventanadelsalónsehallabaabiertadeparenpar,lapersianahabíasido

retirada y se observaba una escalera en el patio, apoyada contra la pared.Mientrasellalocontemplabatodo,aparecióunahortensiaenmediodeunanegray densa polvareda de tierra, yendo a caer sobre un enorme montón de... másarbustosymástierra.

—¡Roy!RonniecorrióalaventanadelacocinajustoenelmomentoenqueBrady

Tobyarrancabanunaazaleayselalanzabanasupadre,elcualsubióconellaporlaescaleraintroduciéndolaatravésdelaventanadelsalón.

—¡Yabasta!—gritóRonnie.—Vamos,chicos—lesgritóRoyasushijos.Parecíamás felizde loqueRonniepodía recordarhaberlevistoenvarias

semanas,desdelanochedelapagón.

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Tobylanzóungritoyempezóaayudarasupadreaarrojartierraatravésdelaventana.

—Después,¿podremosechartierraenmihabitación?—preguntóelniño.—¡Yabasta!—gritóRonnie—.¡Yabasta!Ronnie salió corriendo al jardín, plenamente consciente de que la señora

Harrisloestabaobservandotododesdeunaventanadelpisodearribadesucasa.Unvecinodelotroladodelacallesehabíadetenidoamediorecortarelcésped,contemplándolo todoboquiabiertoe inmóvilcomounaestatuadecementoeneljardín.RonniesacudiólatierradelasmanosdeTobyyseenfrentóconsumarido.

—Voy a efectuar esta llamada telefónica—le dijo—. Podremos estar allídentrodeunahora.

—Si no hago eso—dijoNeary, sin dejar de arrojar tierra a través de laventana—,necesitaréaunmédico.

—Hacer,¿qué?¿Quéestáshaciendo?—Ronnie,yaloheresuelto.¿Hasvistoalgunavezalgoque,miradodeuna

manera, te parece absurdo y después, mirado de otra, te resulta muy lógico?¡¡No!!

—¡Roy,nosestásasustando!La fuerza de la afirmación de Ronnie asustó un poco a los niños. Neary

estaba tratando de arrancar un geranio. Súbitamente, levantó los ojos como sivieraasuesposaporprimeravez.

—Noteasustes,cariño.Meencuentrobien.Todoirábien.Dejóelgeranioalverunamesitade jardíndealuminio.Fueporellay la

arrojóal interiordel cuartoa travésde laventana.Lamesanoprodujocasi elmenorruidoalaterrizar,suimpactoquedóamortiguadoporlascapasdetierrayarbustosquehabíaenelsuelo.

—Nomedigasquetodoirábienahoraqueestásarrojandotodoeljardínalsalón—gritóRonnie.

Roycorrióalaparteanteriordeljardín.Ahorahabíapuestolosojosendosgrandes cubos de plástico de la basura de color verde que se encontraban alfondode lacalzadacochera.UncamióndelservicioderecogidadebasurasseestabaacercandoydosbasurerosestabanapuntodebajarparavaciarloscubosdeNeary.Royaceleróyseadelantóaellos,cogiendoloscubosyvaciándolosenla acera y corriendo después de nuevo hacia la casa. Pasó velozmente junto aRonnie y los niños, dejando en la calzada dos montones de basura y dossorprendidosbasureros.

Moviéndose como un saltador de altura y levantando mucho las rodillas,regresóhacialacasaconuncubodelabasuraencadamanoylosarrojóatravésdelaventanadelsalóndondeloscubosrebotaronenlamesadelpatioycayeron

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sobrelosgeraniosyelmusgo.Súbitamente,aRoyseleocurrióotraidea.—Telametálicadegallinero—dijoenvozalta.Ronnie leobservósaltar labajavallaornamentalqueseparabasucalzada

cocheradelacasadeallado.Unrollodetelametálicadegallineroseencontrabajunto a la puerta abierta del garaje de los Harris. La señora Harris asomó lacabezaporlaventanamientrasRoycogíaelrollodetelametálicayselollevaba.

—Lo que está usted haciendo —dijo la señora Harris, enfurecida— escontrarioalaley.

—Yaselodevolverá,señoraHarris—ledijoRonnie,desesperada.Estahabíaconseguidoque losniñossereunieranconella,comunicándoles

sin palabras que aquel enloquecido frenesí de ayudar a su padre ya habíaterminado. Asustados, Brad y Toby permanecían pegados a la bata de Ronnie,contemplandoeldesarrollodelaescena.

—Yaselopagaré—legritóRoyalaseñoraHarris.—¡Lléveselo! ¡Lléveselo! —contestó la señora Harris, blandiendo su

secadordemanoendirecciónaRoycomosifueraunrevólver.AhoraSylviaempezóagimotear,peroRoynoparecióoírla.Arrojóelrollo

detelametálicaalinteriordelacasaatravésdelaventanayempezóarecorrereljardínenbuscademásmaterial.Ronnie,ahoraconlostresniñosaferradosasubata,consiguióinterponerseensucamino.

—Roy,mevoyallevaralosniñosacasademamá—ledijollorando.Neary corría a toda velocidad. Ahora interrumpió bruscamente su

movimientoyestuvoapuntodecaerhaciaadelantealfrenarenseco.—Esoesunalocura—dijolavozdelarazón—.Noestásvestida.—¿Queesqué?—preguntóRonnieagritos—.¿Quéhasdicho?Ahoralecorrespondíaaellaecharacorrer.TomandoaSylviaenbrazosy

empujandoa losniñoscon lapura fuerzadesupersonalidad,Ronniesedirigióconelloshaciaelcoche.

—¡Espera!—gritóRoy,corriendotrasellos.Ronnie instalóa losniñosenel interiordelvehículoydespués sevolvió,

diciendo:—Yaestáhecho.Despuéssubióloscristalesdetodaslasventanillasycerrólasportezuelas

pordentro.—Ronnie —le gritó él a través del cristal de seguridad—. ¡Por favor,

quédate!Quédateconmigoahora,porfavor.—¿Para qué?—preguntó ella con voz lejana.Neary tuvo la impresión de

que ya estaba desapareciendo—. ¿Para ver cómo te llevan en una camisa de

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fuerza?Royempezóagolpearlasportezuelasylasventanillasdelautomóvil,pero

Ronniepusoelvehículoenmarchayretrocedió.Neary dejó de golpear, pero saltó sobre la cubierta del motor mientras

Ronnie retrocedía para abandonar la calzada cochera, pasando por entre losmontonesdebasura.Nearypudovercómoseabríanlosojosdelosatemorizadosniños,contemplandoasupadregolpearconlospuñoscontralacubiertadelmotorygritar.Después, al acelerarRonnie haciendomarcha atrás en la calzada,Roytuvoqueagarrarsealaantenadelaradioconunamanoparaevitarresbalar.

Ronnie estaba furiosa. Giró con fuerza el volante, enfiló la calle, frenóbruscamenteparalanzaraRoyalaaceradesdelacubiertadelmotorydespuéscurvó losdedosde lospiesalrededordelpedaldelaceleradorysealejócalleabajo,doblóunaesquinayseperdiódevista.

Nearysequedótendidoenlaacera,másasombradoquedolido,enfundadoensusuciopijama.Pocoapoco,selevantóyempezóaexperimentareldolordela caída. Levantó los ojos, observando por primera vez que media docena deamigos y vecinos habían contemplado todo el espectáculo y se estabandisponiendoapresenciaralgúnfinalapoteósico.Nearysepreguntóquéestaríanesperando.¿Unrepiquedecampanas?

—¡Buenosdías!—lesgritóatodos,saludándolesconlamano.Después, dio media vuelta y atravesó majestuosamente la hierba en

direcciónalaescaleradelaventana.Sedetuvopararecogerlamanguerayabrióel grifo del agua. Después, subiendo por la escalera con la manguera que leestabamojandoaélyloestabamojandotodo,penetróatravésdelaventanadelsalónytiródespuésdelaescaleraparaintroducirlaenlaestancia.

Una vez dentro y con gestomayestático, Roy cerró la ventana de golpe ycorriólascortinas,excluyendoalosvecinosyatodoelmundoexterior.

En el salón familiar, el espectáculo prosiguió durante un buen rato,afortunadamentelejosdelavistadetodoelmundomenosdeNeary.Estesepasótodoel día trabajando intensamente, sinnadaquecomernibebery sinningunavoz humana con la excepción del leve murmullo del televisor instalado en unrincón con sus idioteces del programa diurno, sus estúpidas comedietas, susemocionantesprogramas-concursoysustrivialespelículas.

Pero a Neary no le importaban los programas de televisión. En el salónfamiliarestabaocurriendoalgomuchomásgrande,muchomás inmenso.Estabatrabajando como el experto ingeniero que era, formando con los cubos de labasuravacíosylamesadejardínunaespeciedenúcleobásicoosoporteparaloqueibaaconstruir.

Después, con la telametálica de la señoraHarris, había creadouna cerca

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menos tosca y más compleja para la cosa que estaba construyendo. Y, acontinuación,formandounacenagosapastaconlatierra,habíarevestidoconellalatelametálicahastaconseguirloquequería.

No satisfecho todavía, había mojado unos periódicos y los había alisadosobreelbarroparaformarunaespeciedesuperficiedebordesdurosdecartónpiedra,manchadodetierra,pavorosamenteparecidaalasuperficiede...deloqueestabaconstruyendo.

—Todavíanoestábien—musitótristementehacialascincodelatarde.Había construido la cosa a partir del suelo y la había apuntalado con

arbustosocultosenelbarro.Ahoralacosaseelevabaporencimasuyo,rozandoeltechoatresmetrosporencimadesucabeza.Ensusinclinadoscostadospodíanverse unas toscas y estriadas acanaladuras. PeroNearyno semostraba todavíaplenamentesatisfecho.

Sus ojos se posaron en el paisaje del tren eléctrico.Tomóunos árboles yarbustosenminiatura.Sosteniéndolosenlamanocomopiezasdeajedrez,sepasóunratoreflexionandoacercadesumejoremplazamiento.Justamenteasí.Aquídospinos.Exactamente.Yallíunahileradearbustos.Precisamenteallí.

—Bien—dijoalfinal—.Porfinestábien.Apenashabíadispuestodetiempoparapensarenloqueestabahaciendoy

no recordaba, por ejemplo, que había efectuado tres intentos nulos con aquelproyecto, laprimeravezcon lacremadeafeitar, la segundacon la tierrade lacarreteraestatal57cuandoelpequeñoBarryhabíaesculpidoaquelextrañopicocónicoylaterceraconeltotalmenteinsatisfactoriopurédepatatas.

Peroahorayalotenía.Podíapasarporlacosaverdadera,sedijoasímismoNeary.Ahoraqueelbarrosehabíasecadosobrelarígidasuperficiedepapeldeperiódicos,parecíaauténticamentereal,sobretodoconlosárbolesyarbustosensusitio.

Las inclinadas laderas se elevaban ásperamente hacia una especie dealtiplanicie en la cumbre, una cosa parecida a unameseta.A uno de los ladoshabía un desfiladero en el que un apacible valle de Shangri-La se hallabasombreadoporunosarbustosprocedentesdelpaisajedeltren.

Nearysehabíapasadotodoeldíarespirandoafanosamente.Ahora,mientrasrodeabamuydespaciosucreación,examinándolaenbuscadeposiblesfallos,sinencontrarninguno,surespiraciónempezóaadquirirunritmomáslentoypausado.Se sentía a gusto por primera vez, desde que se había visto acuciado por lanecesidadde...haceraquellacosa.

Se detuvo y contempló la meseta de la cumbre.Más allá de la misma, através de la ventana, podía ver la vida normal de sus vecinos. Se detuvo unautomóvil,descendierondelmismounaspersonas,sedirigierona lacasadeun

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vecinoyfueronrecibidasen lapuertaprincipal.Susdemásvecinosde laclasemedia estaban recortando el césped, podando y regando. Los automóvilescirculaban.Losniñosjugaban.

Normalidad.Nearysealisóelcabellocon lossuciosdedosycontemplóatentamente la

montañaqueseelevabaporencimadeél.Lohabíaconseguido.Lehabíacostado,perolohabíaconseguido.Aquelloteníaquesignificaralgo,¿no?

Y,sinembargo,ahoraquelehabíasacrificadotantascosas,allíestaba.Sinsignificarnada.

—Diosmío—dijoNearyenvozalta—.Soyyo.Oh,Diosmío,nosoymásqueyo.

Era el punto bajo de su vida y, para agravar las cosas, había llegado laplásticanormalidaddelosanunciosdelatelevisión.

Sinhacerleselmenorcaso,Nearysedejócaerenunsillón,contemplandoelpináculo de cumbre aplanada que había creado y que tanto trabajo le habíacostado.

Nohabía contemplado la televisiónmientras éstaofrecíahorasyhorasderepeticiones. Había permitido que existiera como una forma de radio,ofreciéndole únicamente las débiles voces semihumanas que surgían de sudiminutoaltavoz.Repeticiones.

GomerPylefuereprendidoporsusargento,nounasinodosveces.Lucyfuesorprendida por su jefe tomándose una hora de más para el almuerzo. Unosladrones de ganado invadían La Ponderosa y provocaban incendios. En elbanquillo, el testigo se venía abajo al ser interrogado por Perry Masón yconfesaba. Robert Young realizaba una operación a corazón abierto durante unapagón.

Hacia las nueve, Neary se espabiló, se dirigió al frigorífico y sacó unacerveza.Laabrió.«Unaoperaciónduranteunapagón»,pensó.Parpadeó,posólalata de cerveza abierta sobre la mesa y se acercó al teléfono para marcar unnúmero.

—Déjamehablarconella—dijoalcabodeunminuto.Cuando, al final, Ronnie se puso al aparato, Neary carraspeó

cuidadosamente.—¿No crees queme lomerezco?No cuelgues, Ronnie... por favor, no lo

hagas.Yentoncesescuchóelclic.«Dime,Madge,¿cómoconsiguesestospastelestanblandosyesponjosos?»«Ahora me siento completamente segura, aunque los nervios me hagan

sudar.»

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Neary seguía sin mirar la televisión pero el torrente de idiotecescomerciales había empezado a filtrarse más directamente en su oído. Estabaexaminandotodavía...—¿cómopodríallamarlo?—lamontaña.

«...¡crujientesycontanpocoaceitecadauno!»Neary se estremeció y se dirigió de nuevo hacia el teléfono. Marcó el

númerodelamadredeRonnie.—Queseponga,porfavor.—Losiento,Roy,noquierehablarcontigo.—¡Queseponga!—gritóél.Esperó.Lalíneaseguíaabierta.Sostuvoelteléfonoconunamanomientras

mirabahaciaelsalónatravésdelapuertadelacocina.Esperó.Nadiesepusoalteléfono,niRonnie,nisumadre.Seesforzóporoír

algoatravésdelalínea,gritosdediscusiones,algo.Perolalíneaseguíaabierta.Soplócontra laboquillayobtuvo loque los técnicosen telefonía llaman«tonolateral».

O seaque sehabía colgado.O seaquehabía esperanza.Losminutos ibanpasando.Miróelrelojdelacocina.Lasdiezmenosunminuto.Comosihubieraesperadoahacerloenaquelmomento,alguiencolgósuavementeelteléfonodelacasadelamadredeRonnie.Roysoltóunamaldiciónyvolvióamarcar.

Comunicaba.Ronnielohabíadejadodescolgado.Tomó la latade cervezay regresó al salón justo en elmomento enque se

iniciaba el noticiario de las diez.Un hombre elegantemente peinado a lamodaconelcabelloahuecadoocultándole lasorejasmiró significativamentehacia lacámarasinmoverapenas losojosmientras leía laspalabrasdeunapantalladeapunte.

«¡Buenasnoches!Máximanoticiadeestanoche...¡unaccidenteferroviario!»ANeary le pareció que el locutor pronunciaba las palabras devorándolas

comosifueranealimentodesualma.«El descarrilamiento de unos vagones que transportaban gas químico —

estaba diciendo el hombre— ha obligado a evacuar la zona más vasta en lahistoriadeestospolémicostransportesferroviariosdelejército.LaremotazonadeDevil'sTower,Wyoming,hasidoelescenariodelúltimodetalesaccidentes.CharlesMcDonnellseencuentraallíparaofrecernosunreportajeendirecto.»

Los ojos de Neary empezaron a vidriarse pero éste siguió mirando lapantalladel televisor.McDonnell,enfundadoenuna trinchera, seencontrabadepieconelmicrófonoenlamano.Asuespalda,unoscamionesestabanavanzandoporunacarreterayenladistanciasedestacabanunospicosmontañososcontraelcielo.

«Está poniéndose el sol aquí en la calurosa zona de Wyoming —dijo

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McDonnell— y miles de refugiados civiles están huyendo del escenario deldesastre.Sietevagones-depósitodelpeligrosogasnerviosoG-M,destinadoaserdestruidopormediosquímicosbajocondicionesdeseguridad,handescarriladohacealgunashorasenelempalmedeWalkashiNeedles.

»EnestassalvajesestribacionesmontañosasdeWyomingnohayciudadesniasentamientoshumanos—siguiódiciendoelreportero—,pero loscampamentosde vacaciones y las casas de campo están siendo evacuados mientras loscamionesyloshelicópterosdelEjércitoylaMarinaestánpeinandounazonademil seiscientos kilómetros de diámetro cuyo centro es el pico denominado laTorredelDiablo.»

La cámara enfocó de lejos el desfile de camiones. Después, con unparpadeo,lapantallacambióaunatelefotodeunalejanacumbremontañosa.

«Las empinadas laderas de la Torre del Diablo —estaba diciendoMcDonnell—, han convertido a este pico en una piedra de toque para losmontañerosdetodoelmundoque...»

—¡Jesús!—exclamóNeary,levantándose.Después se arrodilló de un salto frente al televisor.Allí estaba, lamisma

montañaque él acababade crear.Allí estaba, en la pantalla.Allí estaba, en elsalóndesucasa.

Lamisma.Lasempinadas laderas.Lacumbreaplanada.Losárbolesen lasmismas posiciones. Contempló la pantalla, después dirigió la mirada hacia elmodeloquehabíaconstruidoyvolvióamirarnuevamentelapantalla.

—¡Ronnie!—gritó—.¡Ronnie!¡Noestoyloco!Unaanchasonrisaleiluminóelrostromientrassedirigíacorriendohaciael

teléfonodelacocina.Leresbalóeldedodosvecesmientrasmarcaba.Tuvoquedetenerse,colgardenuevoymarcarotravez.Unagradabletemblorlecorríatodoelcuerpo.

Significabaalgo.Nohabíasidoningúncaprichodelunático.Aúnnosabíaloque era, pero sabía que aquella necesidad, aquel terrible deseo de construir,poseíaunsignificado.Noeraelproductocasualdeunamenteenferma.

Eraunmensaje.Esforzándoseporhacerlomásdespacio,marcóelnúmerocorrectamente.Yescuchólamismaseñaldecomunicar.Lasonrisaseesfumódesurostro.Sedirigióalsalónycontemplólamaqueta

delaTorredelDiabloquehabíacreado.Quedabamuylejos,aloestedeIndiana,pensó,unviajemuylargoparaemprenderlosolo,debatiéndoseenlasdudas.

Nearycontemplódistraídamente laguía telefónicaabierta.Empezóapasarperezosamentesuspáginas.Después,empezóabuscarconmáscuidadohastaqueencontrólaseccióndeHarperValley.Gold.Gowland.Guber.Guiler,J.

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Marcó el número de Jillian. Con anterioridad, cuando había llamado parainteresarseporBarry,nohabíaobtenidomásqueunaseñaldecomunicar.

«Lo siento —le dijo esta vez una voz grabada—. Su llamada no puederecibirsetalcomosehamarcado.Porfavor,cuelgueymarqueotravez.Estoesunagrabación.Losiento.Sull...»

Marcódenuevoyescuchólamismagrabación.Ibaaserunlargoviaje,perotendríaqueemprenderlosolo.

Jillian Guiler no había abandonado la casa en el transcurso de todos

aquellosdías.Comonofueraparairseadormir,acudirallavaboycomeralgúnqueotrotentempiéocasional,Jilliannohabíaabandonadoprácticamenteelsalónysuspinturas.

Noteníabuenacara.HabíaperdidomuchopesodesdequesehabíanllevadoaBarry.Pero lomásgraveeraqueJillianofrecíaelaspectodealguienquehasufridolamayorpérdidaimaginableyestápagandoporello.

Elrincóndelsalónenelquesehabíapasadolosdíasynochesparecíaunagalería artística de chiflados con muchos dibujos al carbón y lienzosdespiadadamente coloreados en los que se representabaunamontañaquehabíaadquiridomuchasdelascaracterísticasdelaabsurdacreacióndeRoyNeary.

En el transcursode la semana, Jillianhabía encendido el televisor aunqueapenas lo había mirado o escuchado. Ahora, sin embargo, su atención habíaconseguido ser atraída. Por el noticiario nocturno. Había sintonizado con unaemisoradistintaaladeNeary.Yahora,graciasalamagiadelatelevisión,JillianpudoverlaprimeraimagendelaTorredelDiablo.

Unidades del Ejército y de la Guardia Nacional están supervisando laevacuación. Se ha asegurado a las familias evacuadas que el peligro pasarádentrodesetentaydoshoras,cuandolaconcentracióntóxicahayadescendidoa cincuenta partes por millón. Lo cual significa que la mayoría de loshabitantesde la zonapodránregresara sushogareshacia finesde semana...comoesnatural,ellonosirvedemuchoconsuelodesdeelpuntodevistadelaproducciónganaderadelazonasibiensehaaseguradoalosgranjerosquelacalidadde la carne no resultará afectada. Por consiguiente, habrá que pedir elbistec«muyhecho»,Walter...

Apareció un anuncio y Jillian retrocedió hacia sus dibujos.Allí estaba denuevo la montaña, vista desde el mismo ángulo en que la había enfocado lacámara de televisión. La única diferencia estribaba en el hecho de que, en susdibujos al carbón, no había helicópteros «Huey» sobrevolando los boscososparajesdelasestribacionesdelgigantescopico.PermanecióclavadaenelmismositiotantoratoqueterminóelnoticiarioyseinicióelprogramaTheHollywood

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Squares. Jillian se sobrepuso y se dirigió al cuarto de baño. Con hábiles ypequeños gestos, como los de un relojero que estuviera componiendometiculosamente un reloj, se duchó, se peinó, se maquilló, hizo las maletas yabandonólacasa.RezóparaqueseestuvieradirigiendohaciaBarry.

«Unhombre que lleva dos días sin dormir—se dijoNeary—, no debierapasarportodoesto.»Sesentíamuydébil,peroestabadecididoacontrolartodoslosdetalles.

LehacíamuchafaltaelcochequeRonniesehabíallevado,peroaquellonoteníaremedio.Comotampocoloteníalafaltadesueño.Seduchóyseafeitóysesintióunpocomejor.Sinembargo,alasochodelamañana,lafalsasensacióndebienestaryasehabíaesfumado.Nearysedirigióapiealcentrodelaciudad.

Lasituación,sedijoasímismo,estabamuylejosdeserdesesperada.Neary guardaba veinte dólares en la cartera. Encontró otros veinte que

Ronnie solía ocultar en el fondo del congelador donde no era probable que unladrón los descubriera.Con cierto sentimiento de culpabilidad,Neary se habíaadueñado también de los cuatro dólares y calderilla que Brad guardaba en suhucha.

Alasochoymediaacudióalacajadeahorrosyretirócuarentadólaresdeloscuarentaydoscondiecisietecentavosqueguardabaensucuentadeahorro.Alasnuevesepresentóenelbancocomercialyleentregóalcajerounchequeporvalor de cien dólares. Tras consultar el balance de la cuenta, el cajero ledevolvióelcheque.

—Lo siento. ¿Desea usted entrevistarse con nuestro representante de laseccióndepréstamosdeall...?

Nearyrompióelchequeenpedazosdeltamañodeunosconfetisyabandonóelbanco.Malditasuerte.Entoncesviounalicoreríaenlaotraacera.¡Esperanza!Arrojólosconfetisalairecongestofestivo.

Con aquella renuente combinación de recelosa cortesía y terrible lentitudqueprocededelhechodenoquererrealmentehacerunacosa,elencargadodelalicoreríaleaceptóelcheque.

—Meestáusteddejandosinbilletesdeveinte,señorNeary—fuesuúnicaqueja.

ElautobúsdelasnueveycuartodejóaNearyenCincinnatialasonce.Estellegóalaeropuertoconeltiempojustoparaplantearlesuproblemaalaempleadade reservas. La empleada consultó dos guías, tres listas y a su jefe antes dereservarleplazaaNearyenunvuelodirectoaDenver,unenlaceaCheyenneyunvuelo en una línea subsidiaria que ostentaba el improbable nombre de LíneasAéreas Coyote. La empleada le alquiló también un automóvil en su lugar de

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destino.Tardóunbuen rato en hacer todo eso, peroNearyno empezó a sospechar

hasta que la sorprendió mirando a dos guardias que se encontraban de pie aescasadistanciayasuespalda.

Neary se volvió a mirarles. Comprobó que aún no habían llegado a laconclusióndesi«coincidíaconelperfil»ono.Aligualquetodoslosagentesdeseguridaddelosaeropuertos,habíansidoadiestradosareconoceravariostiposdepotenciales«perturbadoresdelorden»atravésdeun«perfil»quedescribíaaéstos en términos físicos: vestidos de una determinada manera, ofreciendo undeterminado aspecto, hablando de determinada manera. Neary adivinó que losagentes estaban a punto de encasillarle como «secuestrador en potencia» o«terrorista».

Sevolviódenuevohacialaempleadadereservas.—Señorita,se loruego—ledijo—,¿quierevigilarmiscosasunsegundo?

Vuelvoenseguida.Tomando su bolsa de mano, Neary se dirigió al más próximo lavabo de

caballeros.Losdosguardiaslesiguieronperonoentraronconél.Unavezdentro,sepusounacamisadeunazulapagado,seanudóalrededordelcuellounacorbatadecolormarrónoscuroysepeinócuidadosamenteelcabello.

Salió del lavabo y pasó a un metro de distancia de los dos guardias deseguridad. Sólo uno de ellos le reconoció.Ambos guardias le siguieron con lamirada hasta el mostrador de reservas, pero ninguno de ellos hizo el menormovimiento.

«Pasarporun"perfil"—pensóNeary—,resultamásfácildeloqueparece.»Lo del dinero también resultaría fácil. Neary sabía que una ducha, un

afeitado,ropalimpiayuntarjeta«MasterCharge»nopermitenabrigarlamenordudaencuantoalasolvenciadeunhombre.

Ahora vendría lomás difícil. Tomó el sobre y el papel que le entregó laempleada,adquirióunselloenelmostradordelaspólizasdesegurosysesentó.Noteníaniideapordóndeempezar.

DecidióentretenersedirigiendoelsobreaBrad,TobyySylviaNeary.Susnombresleparecieronextraños.Jamásensuvidaleshabíaescritounacarta.

«Queridoshijosestaréausentealgúntiempo.Siregreso...»Parpadeó,tachóel«si»ysiguióescribiendo.«Cuandoregrese,tendréunahistoriaquecontaros.Tengo que hacerlo. Tengo que averiguar algo y éste es el únicomedio de

hacerlo.»Seleempañólavisión.Notóquelosojosselehabíanllenadodelágrimas.

Bradestabaenlocierto.Eraunterribleniñollorón.Nearymiróasualrededor,

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peronadieleestabaobservando.Sesecólosojosysiguióescribiendo.«Chicos,ayudadavuestramadre.Soisunoschicosbuenosysensatos...»Sedetuvo.«Muchísimomássensatosquevuestropobrepadre»,pensó.«Creoqueregresaréacasamuyprontoy...»No estaba bien contarles mentiras a los niños, pensó Neary. Bastante les

estaba trastornando con su comportamiento. Lo más probable era que ya leodiaran o que pronto llegaran a odiarle. Tenía que esforzarse por explicárselomejor.Lesdebíaesoporlomenos.

«Nadadetodoesosignificagrancosaparavosotros—escribió—.Ytantomenosparavuestramadre.PeroescomolacanciónquecantaPepitoGrillo.¿OshellevadoalgunavezaverPinocho?Norecuerdosinosotros...»

Serestrególosojos.«Cadacualtieneundeseosecreto.Yonooslopuedoexplicar.Loúnicoquepuedodecirosesqueesmásfuertequecualquierotracosa.Sibuscasunaestrella.»

Lacartaleresbalódelasrodillasycayóalsuelo.Nearypermaneciósentadoallí, impotente, mientras las lágrimas rodaban por sus mejillas. Contemplótristemente la carta como si ésta se encontrara en el fondo del mar y fuerainalcanzableatravésdekilómetrosdemembranosasymóvilescorrientes.

Quejándoseacausadelesfuerzo,seagachóyrecogiólacarta.Sinvolverlaaleer,firmó«concariño,Papá»ylaintrodujoenelsobre.Selevantóysemoviólentamente como un anciano, como un submarinista enfundado en una pesadaescafandradeplomo,dirigiéndosealbuzón.

Introdujo la carta en el buzón y permaneció allí largo rato con lamiradaperdida.CORREOUSACORREOUSACORREOUSACORREOUSA.

Cuando se efectuó la llamada correspondiente a su vuelo a través de losaltavoces, Neary se encontraba todavía allí. La segunda vez que anunciaron elvuelo,Nearyseapartódespaciodelbuzón.Seirguióunpoco.Ydespuéssealejóhaciaelaviónqueleaguardaba.

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21

Ladelegacióndela«HertzRent-a-Car»enaquellapartedelmundonoeralahabitual y pulcra oficina negro-amarilla con una pulcra joven enfundada en ununiforme negro-amarillo. En aquella parte de Wyoming, la delegación de la«Hertz»seencontrabaenelGarajeMutt'syteníaunoqueesforzarsemuchoparadistinguirelpequeñoletreronegro-amarillo.

Aparte del hecho de trabajar con motores, Mutt odiaba todas las demástareas propias de un garaje. Odiaba llenar depósitos de gasolina, arreglarneumáticos desinflados, sustituir limpiaparabrisas y alquilar automóviles«Hertz».Y,porsifuerapoco,odiabaaRoyNearymuchoantesdeposarlosojosenél.

—Ah,ustedesNeary—dijo, enfurecido—.Ha tardadounabarbaridadenllegar.

—Perometieneustedeljeep,¿verdad?—Letengoun coche—replicóMuttdemalagana—.Yanohay jeepspor

estos bosques, Neary. Ha tenidomucha suerte de que le haya podido reservaraquelcacharrodeallí.Malditasea,lohubierapodidoalquilarveintevecesayer.

—¿Lagenteestáabandonandolazona?—preguntóNeary.—Denohaber sidopor estamaldita reservaquehizoustedenCincinnati,

hubieraalquiladoelcacharroymehubieralargadocomotodoslosdemás.Firmeaquí—añadiósinmodificareltonodevoz—.Firmeconsusinicialesaquíyaquí.¿Dónde tiene el maldito permiso de conducir? Muy bien.—El tipo garabateófuriosamenteenelformulariodealquiler.—Tenga.

—Nomeesperabaunrecibimientotanamablede...—Largúese —dijo Mutt—. Tiene el depósito lleno de gasolina y listo.

Cuando devuelva el cacharro, yo no estaré aquí.Deje las llaves en elmalditocenicero.

MuttabandonóelgarajeantesqueNeary.Saltóalasientodelvolantedeunafurgoneta «Ford» y desapareció enmedio de una gran polvareda antes de queNearyhubierarecogidolasllavesqueseencontrabanencimadelmostrador.

Neary tomó su bolsa de mano y la copia del formulario de alquiler y sedirigióalfondodelgarajeparaverquéclasedecacharrohabíaalquilado.

—¡Uncacharro«Vega»!—gimiómientrassubíaalmismoyponíaenmarchaelmotor.

Encendió la radio, «...miles de personas se encuentran sin hogar», estaba

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diciendoellocutorcomosialguienselohubieraapuntadoenaquelmomento.Evidentemente, en Wyoming no se hablaba de otra cosa más que de la

evacuación.«ElMandodeMaterial delEjércitode losEstadosUnidosha establecido

lassiguientesnuevasnormasrestrictivas.TodaslasvíasalnortedeCrowheartala altura de la carretera interestatal 25... todas las carreteras que conducen alGrand Tetón al oeste de Meetestse... todas las carreteras estatales de varioscarriles,lasdeintercambiodetodotipodetráfico,lasdegrava,laslocalesylascarreteras estatales históricas al norte de Cody y hacia el este en dirección aBurlingtonohaciaeloesteendirecciónallagoYellowstone...todassedeclaraninseguraseincluidasenlaZonaRoja.Todassedeclaran...»

Neary apagó la radio y examinó el mapa de carreteras del que se habíaapoderado en el GarajeMutt's cuandoMutt nomiraba. Localizó las carreterasreciéncerradasal tráficoyobservóqueconducíanalaTorredelDiabloenlosTetons.

Permanecióunratosentadoconsiderandolasposiblesrutassustitutivas.CongasnerviosoG-MosingasnerviosoG-M,éliría.

EnReliance,bajouncieloazul sinnubes,hacíaun tiempoestupendoparasaliramerendaralcampo.

Pero, en su lugar, se estaba efectuando un rodeo no de ganado sino depersonas evacuadas. Neary llevaba varios kilómetros conduciendo el únicovehículoquesedirigíahacialosTetonsporeloeste.Loscarrilesquellevabanaleste aparecían abarrotados de automóviles llenos de gente. Había abrigado laesperanzade llenareldepósitodegasolinaenReliancey seguir adelantepero,porprimeravez,tropezóconlosmilitares.

Juntoalaestaciónferroviariasehabíabloqueadolacarretera.SoldadosdelaGuardiaNacional,conlosriflescolgadosalaespaldaylosrostrossudorososbajo el brillante y cálido sol, estaban canalizando a la gente hacia lo que entiemposnormaleseranandenesdepiensosycargadeganado.

—Quepasenahoraúnicamentelosdelastarjetasazules—rugióunsargentoatravésdelmegáfono—.Quepasenrápidamentetodoslosevacuadoscontarjetasazules.Losdelastarjetasrojassitúensedetrásdeaquellabarrera.Ustedesseránlossiguientes.

El sargento sedetuvopara carraspear, gargajeary escupir sin apartarse elmicrófonodelaboca.Losruidosresonaronportodalaestación.

—Manténganse en fila. Subirán todos. Manténganse en fila. Ahora lastarjetasazules...

Observócómouncabodemetroochentaydosdeestaturatomabanotadel«Vega»ysedirigíapausadamentehaciaelmismoconexpresióndepocosamigos

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ensupronunciadamandíbula.Pero,antesdequepudiera llegarhastaNeary,unrebañomezcladoempezóacruzarelbloqueo.Losternerossemezclabanconlasovejashaciendoelavancecasiimposible.Sepercibíaportodalazonaeldensoaromadelestiércol.

—¡Aparte estas bestias lanudas de mis terneros! —gritó un ranchero deganadomayor.

—Odejaenpazamisovejas—replicóelpropietariodelrebañodeovejas—,ohabráderivadosdeterneradesdeaquíhastaJacksonHole.

UnhelicópterodelasFuerzasAéreassobrevolóelapiñadorebaño.Despuésel helicóptero se elevó rápidamente como un globo en ascenso y se dirigió deinmediatohacialosaltosTetons.

Nearyloestabaviendoalejarseenladirecciónqueélansiabaseguircuandocayósobreéllasombradelhombre-montaña.

—¿Tiene usted algún pariente próximo en la zona roja? —preguntó elsoldadoconvozdetrueno.

—Sue-Ellen,miniñera—replicóNeary.—¿Apellido?—preguntó el cabo sacando un bloc en el que figuraba una

listadeapellidos.—Hennersdorfer.Poco a poco, desplazando la punta de un grueso dedo por las páginas de

apellidos como si fuera una máquina quitanieve, el cabo entró y salió de lasecciónalfabéticadela«H»

—AquínohayningúnHennersdorfer.—¡Diosmío,aúnestáallí!—exclamóNeary.—Ayeralmediodíayahabíamosevacuadoatodoelmundo.—ABabySue-Ellenno.—Déjesedetonterías—dijoelimplacablesoldado—.Todoelmundoestá

afuera.Efectuamosunainspeccióncasaporcasa.AquínohayningunaBabySuecomosellame.

—Tengo que comprobarlo por mí mismo—dijo Neary—. Mamá y papájamásme perdonarían queBaby-Suemuriera por haber tenido yo la pereza deentrarysacarlade...

—Oiga —le interrumpió—, ¿no entiende usted el inglés o qué? Todo elmundohasalido.Nadiepuedeentrar.Ytengoordendedispararcontracualquiersaqueadorquesemepongaatiro.¿Hacomprendidoelmensaje,Hennersdorfer?

Nearyesbozóunaestúpidasonrisa.—Hastaluego.Efectuó marcha atrás y se alejó de allí no sin antes haber oído al cabo

hablandoconuncompañero.

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—Otrobasurero,¿eh?—preguntóelcompañero.—Amigo—dijo el cabo en tono jactancioso—,me los huelo hasta en un

huracán.LasonrisadeNearyfuedesapareciendomientrasésteabandonabalazonade

la estación. No era ni un basurero ni un saqueador pero, si alguien le hubierapreguntado el motivo de su presencia allí, no hubiera podido dar ningunarespuestarespetable.«¿Investigador?»,«¿Curioso?»Talvez...«invitado».

Másbieneso.Porqueaquelloquelehabíainfundidoellunáticoimpulsoylaenergíanecesariaparadestruirtodaslasfacetasdesuvidanormalinduciéndoleaconstruir aquellaabsurda reproducciónde tresmetrosdealturade laTorredelDiablo, aquello que le había inducido a hacer todo eso le estaba enviando unmensaje claro y sencillo. E, independientemente de cualquier otra cosa quepudiera decir elmensaje, éste constituía una invitación a acudir a laTorre delDiablo.

Elúnicoproblemaconsistíaen llegarhastaallí,ahoraqueseencontrabaamenosdeochentakilómetrosdellugar.Enelcasodequedecidierairandando,seperderíaoledispararíanuntiro.Además,noestabamuysegurodepoderescaparconmuchoéxitoalgasnerviosoG-M.

«Señores,noquisieraalarmarles»,estabadiciendounhombreenelprecisomomentoenqueNearyseencontrabaaparcandosuautomóvil.

Elhombreeradelgadoycalvo,conunlabiosuperiormuylargoyunabocaancha. La boca de una persona que gusta de hablar mucho y utiliza muchaspalabras.Yahabía conseguido reunir a su alrededor a unapequeñamultitud, sibien, dada la situación de casi pánico que se había producido en Reliance,Wyoming,reuniraunamultituderalomássencillodelmundo.

«Permítanme decirles lo que ustedes ya saben —prosiguió diciendo elhombre—.ElgasnerviosoG-Mesincoloroeinodoro.Notendránustedesniideadeloqueestánrespirandootocando,señores.Pero,cuandosusojosempiecenadilatarse —añadió empezando a entrar de lleno en el discurso— y su narizempiece a gotear, van ustedes a preguntarse: "Dios mío, ¿por qué no mecompraría yo uno de aquellos dispositivos de alarma de que nos habló aquelhombre?"Ypensaránqueojalálohubierancomprado.»

Ahorasehabíancongregadoasualrededorcomounastreintapersonas.«Y,cuandolamalditadescargaempieceafluirdesunarizydesuboca—

siguió diciendo—, y los músculos se les paralicen y se ensucien ustedes lospantalones, lamentarán no haber adoptado esta sencilla precaución de absolutaseguridadygarantía.»

Sostuvo en alto una jaulita barata en cuyo interior podía verse a un tristepájaro amarillo en un palo de madera. «Este canario les ofrece a ustedes una

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alarmaseguraconunahoradeanticipación—dijo—yesunauténticoregaloporcincuentadólares.»

Nearydescendiódel automóvil y cruzó la callepara reunirse con lagentequesehabíacongregadoalrededordelpajarero.Lagenteleestabaempezandoaentregardineroquesuesposa ibaguardandoamedidaqueél ibadistribuyendojaulas.

«¿Nopuedenustedespermitirseellujodeadquiriruncanario?—preguntóelhombrelevantandolavozymoviendolabocasuavementemientraslaspalabrasfluíandeella con soltura—.En tal caso,puedoofrecerlespalomasaunprecioespecial. Estas les advertirán con cuarenta y cincominutos de anticipación, notantocomouncanariopero tampococuestancincuentadólares.Unapalomaportreintadólares.»

Nearyseadelantóhaciaelmontóndejaulas.—Demedoscanarios—dijo.«Dosmejor que uno y una palomamejor que nada.Y en el sótano de las

rebajastengogallinasaveintedólareslapiezaquelesavisaránconmediahoradeanticipación.»

Nearysemetiólamanoenunbolsilloparasacareldineromientrasextendíala otra para tomar los dos pájaros enjaulados. Regresando con ellos a suautomóvil,estabaapuntodesubiralmismo.

—¡Roy!Diomediavuelta.—¡Roy!—gritódenuevounavozdemujer.Nearymiró hacia lamuchedumbre que estaba subiendo al tren de rescate.

Sinduda,lavozprocedíadeallí,pero...—¡Roy!Entonces la vio forcejeando contra el torrente de personas, tratando de

abrirsepasoparallegarhastaél.Jillian.Todoelcarácterdepesadilladeaquellugarparecióconcentrarseenambos.

Tratabandecerrarlabrechaquelesseparaba,perolosenjambresdepersonasseloimpedían.

Los soldados gritaban a través de losmegáfonos.Pasaban las ovejas.Losvehículos seguían procurando avanzar por la abarrotada calle principal. Laarengadelpajarerosemejabaungritodeangustia.

Elsolinundabalaescenacondolorosaintensidad.—¡Poraquí!—gritóNeary.Jillianseencontrabaenpeligroynosedabacuenta.Lamultitudempujaba

con fuerza en su deseo de subir cuanto antes al tren. Avanzar en direccióncontrariasignificabacorrerelriesgodeserempujadaalsueloypisoteada.

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—¡Salga!—legritóél—.¡Saltelarampa!Ahora Neary consiguió abrirse paso, empujando a la gente. Jillian siguió

avanzandodeladohastaque,alfinal,mediosaltóymediocayódelarampa.Neary la sostuvo. Permanecieron abrazados mientras la gente pasaba

apresuradamente junto a ellos por los dos lados, niños, ganado, personas conjaulas de pájaros, una anciana con un gato de carey, un niño con un transistorpegadoaloído,unhombrecondosniñospequeños,unamujerconcuatrofundasdealmohadallenasdeefectospersonales.Elruidoeraaterrador.

Jillian y Neary siguieron abrazados, con los cuerpos muy juntos. Estabandiciendocosasquenopodíanoír,parloteandoyriendoelunocontraelrostrodelotro.EntoncesRoy empezó amoverse de lado con Jillian para apartarse de lamuchedumbre,siguiendoalosternerosqueavanzabanporlaacera,hastallegarasuautomóvil.

Jilliansedejócaerenelasientofrontal,cubriéndoselosojosconunamano.Nearysesentóalvolanteypusoenmarchaelvehículo.

—Sostenga los canarios —dijo él mientras avanzaba calle abajo—. Quédemonios,yonocreoquehayaestegasvenenoso.¿Yusted?

—Roy—dijoellaconungemido—.Mealegromuchodequeseausted.—Yotambién—dijoél,riéndose.—¿Ysushijos?¿Ysuesposa?Esta vez, Neary guardó silencio. Ahora habían dejado atrás Reliance y

formabanparte de una larga hilera de automóviles que se dirigía hacia el este.Neary se acercó a la cuneta al llegar a un cruce bloqueado por un jeep y dosmiembrosdelaGuardiaNacional.

—Aquínosepuedegirar—dijounodeellos—.Prosigan.—Queríamosdescansarunpoco—dijoNeary.Despuésañadió,dirigiéndose

aJillian—:Mehandejado.Ronnieylosniñossehanido.Lesestabaresultandodemasiadochiflado.

Jilliantorciólaboca.—Chiflada.EsoesloquemedijoamíelhombredelFBI.Medicuentade

quenosecreíaloqueyoleestabacontando.—Oiga,Jillian—dijoNeary,asintiendo—,nosotrosdosnohemosvenidoa

Wyomingsimplementeparadarmediavueltaymarcharnos.—Perotienenlascarreterasbloqueadas.—Hay un medio. Este país es muy grande. Es un país de anuncios de

cerveza.Ellaguardósilenciounosinstantes.Despuésletomólamanoyselaacercóa

lamejilla.—Mealegrodequenoshayamosvueltoaencontrar.

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EntoncesNearydescubrióloquellevababuscandodesdehacíamuchorato.Unaextensióndecampiñaprotegidaporalambredepúasyapenasnadamás.Elalambredepúashabíaempezadoaoxidarseenalgunospuntos.Nearyhizomarchaatrásconel«Vega»disponiéndoseaarrancarconfuerza.Cambióaprimeraparadisponerdemásmomentodetorsión.Pisóelaceleradorhastaelfondo.Elmotorrugióbajolacubierta.LasruedastraserasescupieronpolvodeWyoming.

Elmorroseincrustóenlavalla.Conun«¡buing!»decuerdadeguitarra,elalambredepúassepartió.

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22

Ahora el «Vega» estaba avanzando de lado por entre la maleza. Losneumáticosibanbrincandoyhundiéndoseenbaches,madriguerasdemarmotasydiminutosvallesprovocadosporlaerosión.Jilliansehabíaajustadoelcinturónde seguridad y sostenía a los canarios sobre las rodillas.Aun así, los pájarosbrincabanenloquecedoramentedearribaabajo.

—Lapolicíadragóelríoparabuscarle—empezóadecirJillparalibrarsumentedelasbolsasdeaire—.Yolesdijequenoestabaenelrío.¡Noestabaenelrío!Buscaronentodaslascasasdeochokilómetrosalaredonda,registrandotodaslascámarasfrigoríficasdelospatiosdeatrás.Despuésmepreguntaronsihabíavistoalgúndesconocidoporlazona.¡Diosmío!

Nearyconducíacomounloco,girandoelvolanteaderechaeizquierdaparaevitar losbachesmásgrandes,mediolevantándoseenelasientoparavermejorenaquelyermoyanticiparsealoshechos.

Nohabía caminos,ni siquiera senderosdeganado.Loúnicoqueesperabaera que los neumáticos y los amortiguadores resistieran lo suficiente parapermitirlesllegaralpiedelaTorredelDiablo.

La podía ver más allá de algunas colinas. Lo podía ver todo.Miró a sualrededor y pudo ver débilmente en la distancia la larga hilera de vehículosdirigiéndosepor lacarreterahaciaeleste.Sepreguntósialguiende losque lehabían visto apartarse de la hilera y romper la valla se tomaría lamolestia deinformar de ello a alguno de losmuchos soldados de laGuardiaNacional queflanqueabanlaruta.Másbienlodudaba.

En cualquier caso, allí había algo que parecía mejor que los matorrales.Nearypisóel freno,pusoprimeraotravezyse llevópordelanteotravalla.El«Vega» sacudió el morro y cayó con un «zum» a una carretera de grava queconducíadirectamentealaTorredelDiablo.

Neary se detuvo bajo la sombra de un pino achaparrado y examinó lospájaros.Estosofrecíanunaspectoaturdido,peroNearynopudoestablecersiellosedebíaalosnerviosdelacarreraacampotravésoaalgopeor.

Siguióavanzandoamenosvelocidadpor la carreteradegrava.Estahabíaempezadoaascenderpor las estribacionesde lamontaña, elevándosecadavezmás.Alsalirel«Vega»deotracurva...

Ambos la vieron almismo tiempo. Pareció como si el «Vega» se hubieradetenidoporsímismo.

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Descendieron del vehículo y se acercaron al borde del terraplén paracontemplar la Torre del Diablo que parecía elevarse a más de mil quinientosmetrosdealtura.

—Diosmío—dijoJillian.—Estalcomo...—Nearysedetuvoysehumedecióloslabios—.Talcomo

yomelaimaginaba...Volvióadetenersealcomprenderque laspalabras jamáspodríanexpresar

sus sentimientos, la sensación de haberlo hecho bien al final, de haberconseguido reunir las piezas de manera que éstas empezaran finalmente asignificaralgo.

Losdoscontemplaronensilencioelpavorosoespectáculo.Nadadeloqueallípodíaverseeraparecidoaaquellavisiónsurgidadesussueños.LaTorreseelevabasolitaria,única,tansingularqueNearyadvirtióunestremecimientoenloshombrosalpensarquehabíalogradoreproducirlaenesculturasinsabersiquieraqueexistía.

—Creoqueserámejorqueprosigamos—dijocarraspeando—yaque,delocontrario,nosvanaver.

Jillianmiróhaciaabajouninstante.—Allí—dijoseñalandohaciaabajoenlacarreteradegrava—.¿Noesuna

estacióndeservicio?Alcabodeunosminutos,Nearypenetróconelautomóvilenlaestaciónde

servicio que no era más que un cobertizo en el que se vendían recuerdos ybocadillosconunasolabombadegasolinaenlapartededelante.Tomóeltuboyajustólapalancadeadmisión.Seescuchóelgruñidodelabomba.

—Aún hay electricidad—dijo Neary en voz baja. Llenó el depósito del«Vega»yvolvióadejareltuboensusitio.«Nuevedólares»,—añadióparasusadentros.

—Roy.Enaquelmomento,escuchóaquellodequeJillianleestabaadvirtiendo,el

lejano zumbido de las hélices de un helicóptero, acercándose cada vez más.NearyhizobajaraJilliandelautomóvilyambospermanecierondepiejuntoalaentradadelcobertizoenlaesperanzadequeloshelicópterospasarandelargosinverles.

Una escuadrilla de «Hueys» de transporte sobrevoló la zona en vuelopeligrosamente rasante.Volando algomás alto que los demás, dos helicópterostransportabangrancantidaddelavabosquímicosenunossoportesinstaladosbajosus trenes de aterrizaje. Detrás, un solo «Cheyenne» de las Fuerzas Aéreascerrabaprotectora—mentelamarchaenelcielo.

Bruscamente,el«Cheyenne»seinclinóycayóenverticalhastacasirozarel

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tejado del cobertizo. Antes de que Neary pudiera abrir la puerta y empujar aJillian al interior, unode los hombres del helicóptero, conunos anteojos y unaespeciedemáscarapararespirar,sacóunacámaraPolaroidenfocandoconellaaNearyyJillian.

Neary se encogió de hombros y esbozó una sonrisa. El fotógrafo parecíaestar ajustando su objetivo especial para fotografiar un primer plano.Neary seapartó de la puerta y se situó bajo los rayos del sol. Se metió la mano en elbolsilloysacóunbilletedediezdólares.Agitándoloendirecciónalhelicóptero,se acercó a la bomba de gasolina y depositó el billete sobre la misma,colocándoleunapiedraencima.

—¿Deacuerdo?—gritó.La única respuesta fue un gesto del piloto rozando el brazo del fotógrafo.

Después,elhelicópteroseelevódenuevoenelaireypusorumbohacialaTorredel Diablo en cuya dirección ya se habían perdido de vista los demáshelicópteros.

—Yaestá—dijoNeary—.Suba.Después aceleró por la carretera de grava a cien por hora, tomando las

curvascondosruedasyocultándosebajo losárbolescadavezqueaparecíaunhelicóptero en el cielo. En determinado momento, mientras esperaba a que sealejara un helicóptero, Neary descubrió un pájaro tendido de espaldas en lacarreteraconlaspatashaciaarriba.Silenciosamente,seloindicóaJillian.

—¿Quierequedémediavuelta?—¿Quélohamatado,Roy?—Nuestroscanariossiguenbien.Ledigoaustedquetodaestahistoriadel

gasnerviosoG-Mesuncuento.—Entalcaso,sigamosadelante.Permanecieronsentadosensilenciounosinstantes.Después,ambossacaron

unos pañuelos y se los anudaron alrededor de la parte inferior de sus rostros.NearypusoelautomóvilenmarchaysiguieronavanzandoaunavelocidadmásprudenteahoraqueyaseestabanacercandoalpiedelaTorredelDiablo.

Al salir de una curva cerrada,Neary frenó con fuerza y después tuvo quepisar el pedal. Cuatro camiones de color aceituna formaban una hilera quebloqueaba la carretera de grava.Neary efectuómarcha atrás y estiró el cuelloparamiraratravésdelaventanillatrasera.Mientrassedisponíaahacerlo,otroscuatrocamionesseacercaronpordetrás.

—Vaya.JillianyNearysubieronloscristalesdesusventanillassinconsultareluno

con el otro.Durante unosmomentos, noocurrió nada.Después, se abrieron laspuertasdelosvehículosyempezaronabajarunasfiguras.Parecíanpersonasde

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oro.Resultabaimposibleadivinarsieranmilitaresono,perotodosibanvestidos

igual, con unos trajes sellados de una sola pieza tipo astronauta y cascos deplexiglás y unos depósitos ajustados a sus espaldas. Parecían encontrarseherméticamente encerrados en el interior de aquel reluciente plásticometálico.Neary pensó que parecían un anuncio de hojas de papel de aluminio para usoculinario.

Uno de ellos avanzó cautelosamente hasta situarse delante del «Vega».Despuéssostuvoenaltounapequeñapizarraenlaquesehabíaescritounmensajecontiza:—¿COMOSEENCUENTRANUSTEDES?

LaestupidezdelapreguntarompiólatensióndeNeary.Estebajóelcristaldesuventanilla.

—¡Muybien!—gritó—.¿Yustedes,cómoseencuentran,payasos?El hombre del traje dorado bajó la pizarra y les indicó por señas que

descendierandelautomóvil.—Nihablar—replicóNeary—.Elúnicogasquehayporestazonaeselde

lospedosquesueltanustedes.OtrohombredoradoconunainsigniadelaCruzRojaenelbrazoderecho,

extendiólamanoytomólajaulaquesosteníaJillianenlasuya.Sesituódelantedel«Vega»ylasostuvoenaltoparaqueNearylaviera.Losdospájarosyacíaninmóviles,bocaarriba.

Nearyserindió.Tan pronto como él y Jillian descendieron del «Vega», cada uno de ellos

recibióunamáscarayfueconducidoauncamióndistinto.—¡Oiga!—gritóNeary al ver que se alejaba el camión en el que viajaba

Jillian.Peroelsuyosepusoenmarchamomentosmástarde.Por dentro, los camiones habían sido equipados en calidad de centros

médicosmóviles. Los hombres de los trajes dorados, pensóNeary, debían sermédicos.Lepareció, sin embargo, que se comportabanmás comoguardiasquecomomédicos.Duranteelratoenqueelcamiónavanzóporunabruptoterreno,Nearynopudomirarhaciaelexterior.

Cuando, al final, terminó el viaje y el guardia-médico abrió la portezuelaposteriordelvehículo,Nearyobservóqueelsolyaseestabaponiendo.Susrayoshorizontales iluminaban un pequeño campamento de oficinas instaladas enremolques,tiendasdecolorverdeycamionescomoenelquehabíaviajado.

Enladistancia,difícilesdedistinguiracausadelacrecienteoscuridad,unostécnicos se hallaban ocupados descargando los remolques de unos camionespesados.Notuvotiempodevermáscosas.

Unmédicodoradoleacompañóhastaunodelospequeñosremolques.Puesto

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quellevabatodavíasucasco,elhombrenodijonadayNearytampoco.Eltiempoibapasando.Nearymirósureloj.Lassietedelatarde.

Súbitamente,seabrieronlaspuertasdelremolque.Yentrarondoshombresprovistos de máscaras. El hombre del traje dorado de plástico se marchóinmediatamente. Neary se encontraba sentado en el borde de una mesa deexploraciones.Contemplóalaltoydelgadoindividuodecabellogrisyaljovenqueleacompañabamientrasambossequitabanlasmáscaras.

—¿Ybien?—preguntó—.¿Esustedelamodelcotarro?Elhombredelcabellogrisfruncióelceñoymiróalotro.-Comment?Qu'est-cequec'estqa?- Le grand fromage —contestó el otro sonriendo. Después añadió,

dirigiéndose a Neary—: Disponemos de muy poco tiempo, señor Neary. Lepresento al señor Lacombe. Necesitamos de usted respuestas automáticamentehonradas,directasyclaras.

—Lomismoesperoyo—replicóNeary—.¿DóndeestáJillian?—Suamiganocorreningúnpeligro—contestóLaughlin.Lacombe se sentó frente a Neary. Sus ojos verde-azulados parecieron

parpadear ligeramente a causa de... Neary no estaba seguro... ¿el asombro, elaburrimiento?LacombeledirigióunfuegoconcentradodefrancésqueLaughlinlefuetraduciendoconapenasunassílabasderetraso.

—¿Es usted consciente del peligro que han corrido usted y su amiga?—preguntó.

Nearyestabaunpocoaturdidoacausadeaquellamezcladefrancéseinglés.¿A quién tenía que dirigirse, al hombre que ostentaba la autoridad o al quehablabaeninglés?

—¿Quépeligro?—Haytoxinasenlazona—ledijeronlosdoshombres.—Estamosvivos.Yoestoyvivo.Estoyhablando.Laughlinsiguiótraduciendoconrapidez.—Si el viento hubiera soplado en dirección sur, no estaríamos ahora aquí

manteniendoestaconversación.—Alairenoleocurrenada—insistióendecirNeary.El francés se alisó el enmarañado cabello gris con los dedos. Se sacó un

lápizdelbolsillointeriordelachaquetayapoyóuncuadernoenelbordedeunescritorio.

—Algunaspreguntas,señorNeary.¿Tieneustedalgúninconveniente?—¿Quéclasedepreguntas?Lacombeexaminólahojadefotocopia.Laughlintradujo.—Porejemplo:¿Padeceusteddeinsomnio?

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—No.—¿Doloresdecabeza?—No.—¿Hasidoustedtratadoalgunavezporenfermedadmental?—Aúnno.—LadébilcarcajadadeNearynoprovocóninguna reacción.—

No.—¿Hayalguiendesufamiliaquehayasidotratado?—No.EllápizdeLacomberecorriólahojadepapel,haciendoanotaciones.—¿Pesadillas?—No.—¿Hasufridoustedrecientementealgunaafeccióncutánea?—No.Amenosque...—¿Sí?—leinstóelfrancés.—Unaespeciedequemaduradelsolunilateral.Peronohabíatomadoelsol.Los penetrantes ojos verde-azulados le miraron pensativamente unos

instantes.Laughlintradujo.—Apropósitodelaspesadillas.¿Deseaustedreconsiderarlarespuesta?—No.Bueno...—Nearysedetuvo.—Teníaunacosa.Una...mmm...unacosa

enelpensamiento.Lacombeesperóconellápizensuspenso.—Seamásexplícito,porfavor.Nearyseencogiódehombros.—Enrealidad,nofuegrancosa...Sólounaidea.Elfrancésfruncióelceñoymirósurelojdepulsera.Recorriólalistaconel

lápizyeligiólasiguientepregunta.—¿Haescuchadoustedvocesalgunavez?—Nadadevoces.Nadadehombrecitosverdes.—SeñorNeary—empezó a decir Lacombe lenta y cautelosamente—. ¿Ha

tenidoustedalgunavezunencuentroíntimo?¿Unencuentroíntimoconalgomuyinsólito?

LapreguntadioenelblancoyNearyesbozóunatorpesonrisa.—¿Quiénessonustedes?Buscabaenellosunasverdadesdeterminadas.Elseencontrabaenlacalley

ellosteníanelcaramelo.Peronoerajustoqueselofuerandandoapedacitos.Lacombelevantólamiradayleofrecióotropedacito.—¿Haescuchadoalgunavezunzumbidoenlosoídos?—tradujoLaughlin—.

Unzumbidocasidulceyavecesagradable.¿Untonoespecialmentemelódicoounaseriedetonos?

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—¿Quiénessonustedes?—insistióenpreguntarNeary.Lacombehabló conLaughlin en susurros.Se estaban intercambiandonotas

en francés y Neary permaneció sentado allí en su taburete, sintiéndosecompletamenteaislado.

—Conque es eso, ¿eh? —gritó—. Conque es eso lo único que van apreguntarme, ¿eh? —La frustración de aquellas absurdas semanas estalló confuerza.— Pues bueno... ¡yo tengo un par demiles de preguntas que hacer! ¿Esustedeljefedeaquí?Quieropresentarunadenuncia.¡Notienenustedesderechoavolver loca a la gente! ¿Creen ustedes que investigo personalmente todos losreportajesdeWalterCronkite?Siesonoesmásqueunanubedegases...¿cómoes posible que yo conozca estamontaña en todos sus detalles sin haber estadojamásaquí?

Nearyhabíapronunciado laspalabrasmágicasy ahora fueLacombequienreaccionó.

Elfrancéssedetuvoyestudióaaquelextrañonorteamericano.Llamaronalapuerta.Momentoinoportuno.Otrohombredorado—sininsigniamédica—entróenlaestancia.

—ElsegundocomandantedicequelesconduzcamosalpuestodeevacuacióndeRelianceyque,desdeallí,lesacompañemosacasaenautocar—dijoeltipodelcascodeplásticoabandonandoactoseguidolaestancia.

LacomberegresóasuasientoylesindicóaNearyyLaughlinquehicieranlomismo.AhoraLacombesemostrabamuyexcitado.

—Dígame—empezóadecirhablando lentaycuidadosamenteen inglés—,¿imaginóustedestamontañaantesdehaberdescubiertosuexistencia?Lamontañaselemanifestóbajodiversasformas.Sombrasenlapared,ideas,imágenesqueausted, señor Neary, se le antojaban un acercamiento a algo familiar perodesgraciadamente y durante mucho tiempo sin ningún significado hasta que, alfinal,selereveló.¡Yestababien!

Nearycontuvolaslágrimascongranesfuerzoyasintiódébilmente.—¿Y se siente usted... —Lacombe se detuvo, buscando evidentemente la

palabraadecuada.Laencontró.-...impulsadoaacudiraquí?—Creo que pudiéramos decir eso—contestó Roy, echando mano de una

ironíaquejamáshubieracreídoposeer.Haciendocasoomisodelcomentario,Lacombetomóunsobrequelehabía

entregadoDavid Laughlin, lo abrió y sacó una docena de fotografías polaroid,pasándoselasaNeary.

—¿Estas personas?Sonpersonas que tratabande llegar a lamontaña. ¿Lesonausteddesconocidas?

Royexaminólasfotos.

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—Sí —repuso—. Todas menos ella —dijo sosteniendo en la mano lafotografíadeJillian.

Lacomberecogiólasfotografías,lasguardónuevamenteenelsobreyselasdevolvióaLaughlin.

—Consupresenciaaquí—preguntóserenamenteelfrancés—,¿quéesperaencontrar?

Neary trató de articular una contestación. ¿Qué demonios estaba haciendoallí?

—Larespuesta—dijoalfinal—.Esonoesningunalocura,¿verdad?Lacombeselevantóparamarcharse.—No, señor Neary, no lo es. —Al llegar junto a la puerta, se volvió

rápidamente y habló con sencillez. —Quiero decirle que no está solo. Ojalápudieraustedsaberlo.Tienemuchosamigosy...yoleenvidio.

Lostreshombressedetuvieronjuntoalaentradaparacolocarseloscascos.Sobreunaalargadamesahabíacincooseismáscaras,algunosguantesdegomalargosyunabaratajauladepájaros.Ensuinteriorhabíadoscanarios.EstosseencontrabanacurrucadosenunrincónobservandolosmovimientosdeNearyconojosexcesivamentebrillantes.Laughlinabriólaportezuelaexteriordelremolqueylostreshombressalieronalaprimerapenumbradelanochecer.

Haciaeloeste,elcieloaparecíaencendidoderojopero,porencimadesuscabezas,elfirmamentohabíaadquiridounaterciopeladotonoazuloscuro.Nearylevantólosojosyviocómoasomabanlosarracimamientosdeestrellasatravésdelligeroairedemontaña.

Lacombe y su intérprete le acompañaron a un helicóptero «Huey» con losmotoresenmarchaperolahélicetodavíadetenida.

—¡No! —exclamó Neary—. Yo no quiero volver. ¡No quiero que meacompañenacasaenautocar!

Unamanoenguantadaabriólaportezueladeestribor.Nearypudoveraseisosieteciviles,todosellosconmáscaras,sentadosenelinterior.Jillianlevantólamano con gesto indiferente como si ya no le quedaran energías.Neary subió abordo.UnodelospilotosdelhelicópteroleentregóunpaqueteaLaughlin,queseencontrabaentierra.

Laughlinexaminóelpaquetedepapelesycartulinas.DespuésseloentregóaLacombe.

—¿Lo ve? Todos habían dibujado su propia versión de la Torre antes deveniraquí.

El francés estudió los dibujos, algunos de ellos simples bocetos y otroscuidadosamenterealizadosalcarbónolaplumadepuntadefieltro.Alcabodeunbuen rato, levantó losojoshacia laportezuela abiertadel«Huey»ymiróa las

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personas que había dentro.Después, su penetrantemirada se desplazó hacia elpilotoaltiempoquehablabarápidamenteenfrancésconLaughlin.

—Nodebenustedesdespegar—lestradujoLaughlinalospilotos.—Señor,tengoórdenesdelsegundocomandante.—Puesahoratienelasmías.Nosaldrá.—Losiento,señor—dijoelpilotoentonoobstinado.Huboalgoenel«losiento»quecomunicabaexactamentelocontrarioyalgo

enel«señor»queloconvertíaenuninsulto.—¡Cincominutos,pues!—replicóLacombe.Elpilotoseablandóylevantótresdedos.LacombeyLaughlinecharonacorrerhaciaunremolquequeseencontraba

cienmetrosmáscercadelaTorredelDiablo.

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23

El remolque de comunicaciones se encontraba a oscuras en uno de susextremos para que los técnicos de radar pudieran ver las pantallas. En el otroextremo, desde cuya ventana podía verse el helicóptero aguardando en ladistancia,dosciviles—Lacombeysutraductor—seapartaronconunoficialdeseguridaddelproyectoconocidoconelnombredeWildBill.

Dave Laughlin calculaba que Wild Bill debía tener aproximadamente lamisma edad de Lacombe, alrededor de cincuenta años... o, por lo menos,aparentaba esta edad, fuera cual fuese la que realmente tuviera.Wild Bill erabajo, achaparrado y turbulento. Hablaba en un tono de voz monótono yarrastrando las palabras como si la conversación directa entre seres humanosposeyeralasmismascaracterísticasqueel intercambioverbal.Yseparecieraalos intercambios entre la torrede control deun aeropuertoyun aparatoque seacerca,obienalosquetienenlugarentrelasmisionesdecontroldelaNASAylosastronautasdealgúnproyecto.

—¡Nopuedeusted enviarlos fuera!—estallóLacombe,más agitado de loquejamáslehabíavistosuintérprete—.Meresponsabilizarédesupermanenciaaquí.

—Usted no tiene ninguna responsabilidad en relación con esta faceta de«Mayflower» —repuso Wild Bill casi mecánicamente—. En mi calidad desegundocomandante,laresponsabilidaddetodoelcampamentoesmía.

—ComandanteWalsh—empezóadecirelfrancés.—Óigamebien—leinterrumpióWildBill—,Acincokilómetrosdeaquí,es

ustedel jefe.Diosmío,bastantenoshancostadolas instalaciones.Hancostadodiezmilmillonesdedólares.Aquéllaessujurisdicción.Yéstadeaquíabajoeslamía.

—Usted no lo entiende —terció Laughlin, tratando de resolver elirreversibleconflictoqueseestabaplanteandoentrelosdoshombres—.Loqueestá usted haciendo aquí abajo en el campamento de la base tiene el exclusivopropósitodequeelproyectodel señorLacombepuedaproseguir allí arribadeacuerdoconelprograma.

—Lo comprendo. —Los ojos de Wild Bill, incrustados en sendas medialunas de apretada y sebosa carne, se medio cerraron mientras éste hacía unamueca.—Peroustedestienenquecomprendercómofuncionaladisciplinamilitar.

—Noquieroquesevayaestagente—repitióelfrancés.

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WildBillrespiróhondoparacalmarse.—Tenemos establecida una cadena demando desde hace tres semanas—

prosiguiódiciendoelcomandante—,Esta incursiónalcampamentodelabase...¿Cómopodemos saber queno se trata de saboteadores, fanáticos o cultistas enalguna misión negativa? Es la única manera en que nuestra cadena de mandopuede hacer frente a una incursión. Ya es demasiado tarde para buscar otramanera.

—Setratadeunreducidogrupodepersonas—prosiguiódiciendoLacombe,hablando muy despacio y volviéndose de vez en cuando hacia Laughlin endemandadealgunapalabradeayuda.Laughlinestabaactuandomagníficamente,facilitando todos los equivalentes emocionales y lingüísticos cada vez que laexcitación obligaba a Lacombe a recurrir a su lengua materna. Este señaló atravésdelaventanahaciaelhelicópteroqueaguardaba—.Compartenunavisióncomún. El hecho de que hayan experimentado el impulso de venir hasta aquíconstituyeunmisteriotantoparaelloscomoparamí.

WildBillencogiósuscarnososhombroscomountoro.—Siquierepasarporencimademicabezaparaobtenerautorización,tendrá

ustedqueprescindirdeenviarelmensajeporque tenemosunascomunicacionestanconfusasqueniyomismoséloqueestáocurriendo.

Elfrancésleentregóunosdibujosalcomandante.—¿Porquénomefueronmostradoshastaelúltimomomento?WildBilltomólosdibujosylosextendiósobreunamesa.—Interesante—dijoentonomeditabundo.—Sabemos muy poco acerca de estas personas —dijo Lacombe—.

Simplementelasrespuestasanuestrocuestionario.Pero,¿quiénesson?¿Porquédibujaron todas estas imágenes? ¿Por qué experimentaron el impulso de veniraquíalverlaTorredelDiabloportelevisión?

Elrechonchocomandanteseencogiódehombros.—Será una coincidencia. —Sin mostrarse satisfecho con la idea, el

comandantesiguiórevolviendolosdibujosconungruesodedo.—Sonunsurtidodepersonascualquiera—añadió—.No tienennadadeespecial.Este talNearycon quien ha hablado usted. Es un tipo corriente. Lamujer que le acompañabadicequeestábuscandoasuhijito.¿Quiénsabe?

—¿Y qué me dice de éste? —preguntó Lacombe, señalando un dibujodetalladoydemayortamañoquelosdemás.Elcomandantelediolavueltayleyóelnombredelartistaenelreverso.

—Larry Fownen. Hemos realizado investigaciones. Es de Los Angeles.Corredordefincas.HabíasidoactordesegundafilaenpelículasdelOeste.Otrodonnadie.

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—¿Yesteotro?—quisosaberelfrancés.WildBillcontemplóelrápidodibujoalcarbón.—UnatalseñoraRosendeKansasCity.Esabuela.Sumaridoestáconella.

Jubilado. De vacaciones. Hemos realizado investigaciones sobre todas estaspersonas,directamenteenWashington.Sonunosdonnadie.Algunasinfraccionesdelcódigodecirculación.Sinantecedentespenales.

—¿Yéste?—GeorgeFender.MecánicodegarajedeFortWorth,Texas.Veteranodela

segundaguerramundial.HeridoenGuadalcanal.—¿Yéste?—Nodisponemosdetantotiempo—dijoelcomandante—.Puedecreerme.

Estagentenoesnadie.—¿Yéste?—insistióLacombe.—ElaineConnelly.Maestradeescuela.Bethesda,Maryland.Viuda.Unhijo

casado,tresnietos.—WildBillsoltóunbufidodeexasperación.—Supongoquequerráqueleinformeacercadelosotrosdos.

—¡Puesclaro!—dijoLacombe.—El señor Arthur Penderecki y esposa, de Hampramck, Michigan. El es

carnicero.Ellaessecretaria.Seencuentranenviajedelunademiel.Ellaenseñaenlaescueladominical.—Elcomandanterespiróhondo.—¡Yabasta!—exclamóalfinal.

—Peronoexisteningunarelación.—Me da lomismo que exista como que no.Mi responsabilidad es la de

sacarlosatodosdeaquí.¡Ahoramismo!—Pero ustedmismo lo ha dicho. Son personas totalmente inofensivas.No

sonnadieenparticular.—Esoesloqueparecen—lerecordóelcomandante—.Eneltranscursode

unarápidainvestigacióndecincominutos,esloúnicoquehemosdescubierto.—Nuevepersonasquehantenidolamismavisión.—Esodicen.—Quehanexperimentadoelmismoimpulsodellegarhastaaquí.—Estamosperdiendoeltiempo—dijoWildBillprocurandocontrolarse—.

Ynoesmi tiempo.Esel suyo.Ustedes elhombreque tiene trazadoun límite.Pero, puesto que soy yo quien debe decidir ahora, no se hablemás. Andando.¡Ahoramismo!

Lacombeguardósilencioduranteunprolongadomomento.Enel transcursode aquel enfrentamiento, habíamantenido la canosa cabeza echada hacia atrás.Ahoraserelajóligeramente.

—Debo averiguar cuál es el significado del impulso apremiante que han

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experimentadoestaspersonas.Porquéhantenidoqueveniraquí.Talvez...—Esinútil—replicóWildBill.- Ecoutez-moi! —gritó Lacombe, enfurecido—. Por cada una de estas

personas,tienequehabermilesahíafueraconestamismavisión.—Esunapuraysimplecoincidencia—sugirióelcomandante.—Es un acontecimiento sociológico —le corrigió el francés— de

sorprendente importancia.La respuestaalporquéhanvenido talvezsea lamásimportanteinformaciónquesehayaobtenidoalolargodetodalaexistenciadelproyecto.

—Doyporterminadaestaconversación.Lacombeextendióelbrazo.Susdedosagarraronlapecherade lachaqueta

decombatedeWildBill.—Mevaustedaescuchar,comandanteWalsh.Los diminutos ojos deWild Bill se abrieron desmesuradamente. Nadie le

habíaagarradodeaquelmodoporlapecheradesdelaépocaenqueeratenientereciénsalidodeWestPoint.

—Va usted a llegar tarde a su oficina de la Medalla de ServiciosDistinguidosdearriba—ledijoalfrancés.

-Ecoutez-moi,têtedemerde.—¿Quéesloquehadicho?—preguntóWildBill,dirigiéndoseaLaughlin.

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24

En el interior del enorme helicóptero «Huey», Neary, Jillian y los demásciviles que habían realizado una «incursión» en el campamento de la basepermanecían sentados en silencio, casi atontados, con las máscaras antigáscubriéndoleselrostroymoviendoúnicamenteosojosdeunladoparaotroensuintentodecomprenderloqueleshabíaocurrido.

Loqueibaaocurrirahora,pensóNeary,estabamuyclaro.Selosllevaríande allí dentro de pocosminutos y aquello sería el final de todo aquel extrañoasunto. Jamás averiguaría el significado de la montaña. Jillian no encontraríajamásaBarry.Ningunadeaquellaspersonasllegaríaasabernada.

Y todo porque la estrategia del campamento de la base con vistas alalejamiento de los visitantes resultaba muy difícil de derrotar. El anunciadopeligrodegasnervioso talvezfueraauténtico.Losmilitareseranmuycapaces,pensó,dedejarescaparalgunasvaharadaspor lazonaparacargarseconelloaunos cuantos animales salvajes y convencer a los escépticos, ¿o estarían losanimales simplemente aturdidos?Neary recordó a los dos canarios de la jaulabarata que había en el interior de uno de los remolques. ¿De quién serían?¿Suyos?Sinembargo,elloslehabíanmostradoquesuscanariosestabanmuertos.Sinoestabanmuertos...

SeencontrabasentadoalladodeJillian,quemanteníalosojoscerradosconlosmusloscomprimidoscontralossuyos.Habíarecorridounlargocamino,pensóNeary,ytodoparanada.Todossehabíanmatadoparallegarhastaallí.Yahoratodoibaaterminarantesinclusodehaberempezado.

Se levantó. Los otros siete civiles le miraron. Jillian abrió los ojos y lemiró.

Poco a poco, moviéndose con gran precisión, Neary se soltó la máscaraantigás.Loscorchetesprodujeronunruidoanálogoaldelosdisparosdeunrifle.Searrancólamáscaraylaarrojóalsuelo.Siaquélfueelmayoractodevalentíaquejamáshubierarealizado,fuetambién,súbitamente,elmássencillo.Yelmássensato.

Respiróhondo.Los demás le contemplaron horrorizados. Después, con tanta rapidez que

Nearycasinopudoverelmovimiento,Jilliansearrancótambiénlamáscaradelrostro.SelevantósituándosealladodeNearyyrespiróhondo.

—Vanustedesaenvenenarse—lesdijounhombrecitodesetentaaños.

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—Señor—le contestó Neary—, este aire no tiene nada de malo. Ocurresimplementequelosmilitaresnoquierenaningúntestigoaquí.

Unadiminutaanciana,talvezlaesposadelviejo,dijoconvoztemblorosa:—Pero, si el ejército no nos quiere aquí, eso no es asunto de nuestra

incumbencia.—Nosotrossóloqueríamosverlamontaña—ledijoelancianoaNearyen

tonodedisculpa—.Fueuna casualidadqueyo la pintara.Nadie semolestó enhablarnosdelaire.

—¿Cómolocalizaronustedesestelugar?—lespreguntóJillian.—Fuemuyfácil.Lobusquéen laobraFamousMountains of theWestern

Hemisphere.¿SabíanustedesqueelpresidenteTheodoreRooseveltloproclamónuestroprimermonumentonacionalel24deseptiembrede1906?

Unindividuodecuarentaytantosañosselevantóysequitóelcasco.Estababronceadoporelsol,llevabaelcabellomásbienlargoysecomportabacomounsujetoquetuvieramuchodinero.Respiróhondo,espiróydespuésdijo:

—¡Diosmío!EsmejorqueelairedeLosAngeles.Otros dos —un hombre y una mujer— se levantaron y, con dedos

temblorosos, se quitaron los cascos. Tenían los rostros enjutos y chupados yofrecíanelaspectodeunaspersonasfísicamenteagotadas,deunaspersonasqueprobablementellevabanmuchosmesessiendoobjetodecríticassociales.Selesveía como vacíos por dentro y se mostraban incapaces de establecer contactovisualconNearyylosdemás.

Roy se volvió para mirar a sus compañeros. Levantó la voz sobre eltrasfondodelosmotoresenmínima.

—¿Quiénespartidariodequedarse?Jillianlevantólamano.DespuéslohizoeltipodeLosAngeles.Alfinal,la

parejamadura.Losdemásapartaronlamirada.—Muybien—dijoNeary—.Tendránustedesqueseguirmisinstruccionesy

corrermuyrápido.Enaquellosmomentos,laportezueladelhelicópteroempezóacerrarseasu

espalda.Royutilizódesesperadamenteelbrazoencalidaddepalanca.Elguardiadeafueraabriólaportezuelaparaverloqueocurríaydescubrióentoncesaunoscuantosdetenidossin loscascos.Mientraselguardiacontemplaba laescena,eltipodeLosAngelescorriójuntoaNeary.

-¡Ahora!—gritóRoy—.¡Echenacorrerhacialamontaña!EmpujaronlaportezuelayRoyextendiólapiernaafueraygolpeóalguardia

enelcuelloconelpie, justopordebajodelcasco.Roy,JillianyelhombredeLosAngeles saltaron torpemente por encima del soldado caído y se dirigieronhacialahileradeárboles.

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Mientras corrían velozmente, cruzaron frente a sus ojos unos camiones«Piggly-Wiggly» y «Baskin-Robbin» en los que unos técnicos—sin cascos nitrajes espaciales— estaban procediendo a descargar equipo electrónico y grancantidaddeembalajesconlasetiquetasLockheedyRockwell,ManejoEspecial.

Los otros pasajeros que habían optado por la fuga, incluido el ancianomatrimonio, fuerondetenidospor losguardias adospasosde laportezueladelhelicóptero.Nearyestabacorriendocontodassusfuerzas,conlamiradapuestaenlamontañaqueleshabíaobsesionadoatodos.Ahoratendríanlaoportunidaddedesentrañarelsignificadodelapesadilla.

En el remolque de comunicaciones, totalmente decepcionado ante laignoranciaylaintransigenciadeWildBill,Lacombedijoenundefectuosoinglés:

—¡Ustednoloentiende!—Despuésañadióenrápidofrancés:—Lamontañaeralaclave.Yelregalodeldesiertomexicanofueunaseñal.Paraqueabriéramosnuestrasmentesylespermitiéramoselpaso.

Laughlin terminóde traduciryentoncesaLacombese leocurrióotracosaqueélmismotradujodelfrancés.

-¡Estabaninvitados!—gritó—.¡Estabaninvitados!Peroelotronolocomprendía.Laughlinsediocuenta.Algo al otro lado de la ventana llamó la atención de Lacombe. Este se

acercóa lamismayvioa los tresdetenidosdirigiéndosehacia losárboles.Nodijonada,peroensurostroempezóadibujarseunalentasonrisa.

Entretanto,WildBillseestabadesahogandoconDavidLaughlin.—Ustedesocupanunpuestoque,segúnmehandicho,esdelosmáselevados

deaquí.Mitrabajonoestanimportante,pero,sinlosserviciosquenosotroslesprestamos,ustedesperderíanpiey secaerían.Enestapocilganohayastrosdeprimeramagnitud.Nohayjefes...

Lacombecaptóelsentidodelaspalabrasdelcomandanteydespuésdejódeescuchar.Observócongransatisfaccióncómolostresfugadosdesaparecíanporentrelosárboles.

Unavezloshuboperdidodevista,sedirigióaLaughlinsindejardesonreíryledijo:

—Traduzca.Davidhabíaperdidototalmentelosestribosescuchandoaaquelcretinoyle

dijoenfrancésaLacombe:—¡Unmontóndemierda!—Esomehaparecido—dijoelfrancéssonriendo.

Moviéndose entre las sombras del anochecer, Neary encabezó la marcha

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rodeandouncampodeaterrizajedehelicópterosyseadentróentrelamalezadelpiede lamontaña.Seagachóalsuelopararecuperarel resuelloyparaquelosdemáspudieranalcanzarle.Cuandoéstosllegaron,Royempezóadespojarsedeltrajeespacialylesindicóalosdemásquehicieranlomismo.

Extendióunamanosinguante.—Hola.MellamoRoy.—LarryButler.Jadeandotodavíaconfuerza,Nearylesdijoasuscompañeros:—Nopodemosquedarnos aquí.Avancenhacia aquellahilerade árbolesy

espérenmeallí.LarryyJilliansealejaroninmediatamente.Roysedetuvounosinstantespara

descansar un poco y observar las actividades que estaban teniendo lugar en elcampamentodeabajo,ydespuésechó tambiénacorrermontañaarribahacia lahileradeárbolesqueseencontrabaaunosdoscientosmetrosdedistancia.

Elsilbidodeunasirenadesgarrólaoscuridad.Losreflectoresempezaronacruzar sus haces sobre el campo de aterrizaje. La portezuela del remolque decomunicacionesseabriódeparenparyentróunguardiacasiahogándoseenelinteriordelcasco.

—¡Sehanescapado,señor!—¿Cuántos?—ladróWildBill.—Tres.Tresdeellos,señor.Tenemosalosdemás.WildBilltomóunosprismáticosquehabíasobrelamesa,miróenfurecidoa

Lacombe y Laughlin y abandonó a toda prisa el remolque. Los otros dos lesiguieron.

Alfondo,treshelicópterosyaseestabanelevandoverticalmente,iluminandolazonaconsuspotentesreflectoresdeyodurodecuarzo.AproximadamenteunadocenadesoldadosdelasFuerzasEspeciales,consuequipocompleto,incluidasunasmáscarasantigásajustadasaloscinturones,estabancargandosusrifles.SetratabadeunosM-14semiautomáticosconmiradeinfrarrojos.

Wild Bill recorrió la hilera de árboles con sus prismáticos. Se habíaimprovisado un cuartel general de campaña en proximidad del campo deaterrizaje. El comandante y Lacombe se encontraban junto a dos teléfonos decampaña.

—Quieroexpulsarlesdelamontañaenmenosdeunahora—gritóWildBillatravésdesuteléfono.

Unavozcontestóatravésdelosaparatos:—Efectúeunanálisisfotométricodelacaranorte.Utiliceinfrarrojos.—Yasehaordenado.

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—Sino se les ha expulsadode lamontaña a las 08.00horas, fumiguen lacaranorteconE-ZCuatro.Faciliteninformes.

—¿Quéesel...E-ZCuatro?—preguntóLacombealarmado.—Un aerosol inductor del sueño —le contestó Wild Bill a través del

teléfono, apesardeque ambos se encontraban apenas a sesenta centímetrosdedistancia el uno del otro—. El mismo producto que hemos utilizado con losanimalesdereclamo.Actúaconrapidez,esdealcanceextremadamentelimitadoyla intoxicación desaparece al cabo de unas horas. Se quedarán fríos unas seishorasy,alsalirelsol,estarándeseandotomarseuncafé.

Hablandocuidadosamenteeninglés,elfrancéshablóatravésdelteléfono.—Nosotros no elegimos este lugar. Nosotros no elegimos este momento.

Nosotrosnoelegimosaestaspersonas.Notenemosautoridadparadetenerlas.—Estoeraunvacíoestratégicoperfectohastaqueél leintrodujoaire—le

dijoWildBillalteléfono.—Tienenmásderechoquenosotrosapermaneceraquí—dijoLacombecon

tristeza.

Atravésdelosárboles,lacumbredelaTorredelDiabloserecortabacontraelcielonocturno.A los tres fugitivosqueestabanascendiendodificultosamenteporunaempinadaladera,resbalandosobrelacapasuperiordelsueloylasagujasdelospinos,lesparecióimposibledealcanzar.

Jillian tropezóycayó resbalandohacia atrásyhacia abajoantesdepoderasirseaunosmatorrales.LarryButlercayótambién,peroselevantóenseguida.Roysedetuvoaesperarles.Entoncesescuchóporencimadesucabezaelfamiliarrugido.

Súbitamente,treshelicópterosiluminaronlapartemásaltadelacumbredelamontañayempezaronamaniobraralrededordelaszonasparcialmenteocultas,hurgandoenellasconsusbrillantesreflectores.

—Nos reconocenmucha capacidad—dijo Larry, respirando afanosamente—.Parallegarallí,nosharíanfaltadoshoraslargas.

—¿Ven ustedes aquel desfiladero en la montaña? —preguntó Neary,señalandoenlaoscuridad.

Había,enefecto,unestrechopasohaciaelotrolado.—Probablemente podremos alcanzarlo muy pronto —dijo tratando de

animarseasímismo,aligualqueaJillianyLarry.Butlersedispusoainiciarelascenso.—Nohubieradebidodejardecorrerjamás—dijosonriendo.Una formación de luces de helicópteros rojas y verdes sobrevoló la

aplanada cumbre y desapareció con el objeto de seguir la búsqueda por el

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extremomásalejadodelamontaña.—Allá van cuatro más—dijo Jillian contándolos—. Hay otra hondonada

que conduce a la cumbre de la montaña —añadió en tono vacilante—. Larecuerdodemipintura...Esdefácilascenso.Seiniciaenlacaranordestey...

—No sirve —dijo Neary con determinación—. Cae noventa metros enverticaldesdelacumbre.Tendríamosqueserunosexpertosescaladores.Deestamanera,seráunpasogradualalotrolado.

—¿Yquépiensaustedquehabráenelotrolado?—Hayundesfiladerobordeadodeárbolesysenderosdeascenso.—Jamás lo imaginé—dijo Jillian, mirando a Neary—. Yo sólo pinté un

lado.—Nohabíaningúndesfiladeroenmisgarabatos—dijoLarry,mostrándose

deacuerdo.—La próxima vez—dijo Neary soltando una carcajada—, pruebe con la

escultura.

En la zona del bivaque, junto al campo de aterrizaje de helicópteros, ungrupodeingenierosdelejércitoestabacargandobidonesdeaceroinoxidabledecuarenta litrosdeE-ZCuatro en loshelicópterosqueaguardaban.Loshombrestrabajabanensilenciobajolasrugienteshélicesymanejabanelmaterialcomosiéstepudieraderramarseencualquiermomentoyafectarlesatodos.

Wild Bill permanecía apartado a un lado, contemplando la operación.Comprobó lahoraensurelojdepulseraymiróhacia lamontaña.Sabíaqueelpelotón de tropas de las Fuerzas Especiales se había diseminado y estabaascendiendoporelmonte,deteniéndosedevezencuandopararegistrarelbosqueconlaspantallasespecialesdeinfrarrojosinstaladasensusriflesM-14.

UnayudanteleentregóaWildBillunteléfonodecampaña.—PirámideaBahama.—Bahama—contestóWildBill—,Adelante.—Nadadequéinformardesdelaestaciónmedia.Cuandolleguenalsaliente,

habrá mil lugares en los que puedan ocultarse. Necesitaría un contingente defuerzastresvecesmayorparacubrirtodaestamontañaenunahora.

WildBill se apartó el teléfono del oído para reflexionar y después hablórápidamentecontraelmismo.

—Regresenalalíneabase.WildBill le devolvió el aparato a su ayudante, reflexionó un pocomás y

dijo:—Quetodoelmundoseretiredelacaranorte.Anulelaoperaciónydígales

quevamosaespolvorear.

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Lacombeemergiódelremolquedecomunicacionessosteniendounachaquetadeportiva colgada de una percha de alambre protegida por celofán. Cruzó elcampode aterrizaje endirección aunhelicópterode transporteque aguardaba,seguidodeLaughlin.ElfrancéssedetuvoparaobservarcómoWildBilldabalaorden a los cuatro helicópteros cargados con el E-ZCuatro. Estos pusieron enmarchasusrugientesmotoresyseelevaronverticalmenteunoauno,perdiéndosedespués en la noche en vuelo escalonado con sus intermitentes luces rojas yverdes.

El francés miró intensamente a Wild Bill, con más tristeza que enojo.DespuéssiguióaLaughlinyacincoauxiliarescivilesendirecciónal«Huey».Laportezuela se cerró inmediatamente y, en un segundo, el enorme helicóptero detransporteseelevótambiénverticalmenteydesaparecióenlanoche.

Enlamontaña,Roy,JillianyLarryseencontrabanalbordedelagotamiento.Yacasihabíanconseguido rodear lamontañaypasaralotro lado.SiNearynorecordaba mal su reproducción, el desfiladero no podía quedar muy lejos. Yhabía estado en lo cierto en cuanto a los helicópteros. No estaban fumigandoaquellazona.Porlomenos,demomento.

Apocadistancia,habíaunclaro.—Vamosacruzarlocorriendo—lesdijoNearyaJillianyLarry.Jillianselimitóaasentirparaconservarelresuello,peroLarry,queestaba

francamenteexhausto,lesdijoenunjadeo:—Vayanustedes.Yalesdaréalcance.—Muybien—dijoNeary—,Leesperaremosalotrolado.Despuésechóacorrer,yseagachóalsueloconJillianpisándolelostalones.

Enmenosdeunminuto,amboscruzaronelespacioabiertoysearrojaronsobrelasagujasdelospinosquecubríanelsuelo,respirandoafanosamente.Teníansed,sudabanamaresylesescocíanlasmanosyelrostroacausadelosinnumerablesarañazosdelasramasylaszarzas.Enalgúnmomentodelafuga,talvezjuntoalaportezuela del helicóptero, Neary se había lastimado el brazo y el hombroizquierdo.Cuandosedetuvoapensarenello,yaexperimentabaunconsiderabledoloryestabaapuntodeperderelusodelbrazo.

Ambosseencontrabantendidosbocaabajo,buscandoaLarry.—¡Allí!—susurróJillian,señalandohacialaizquierda.Vieron a Larry emerger de la protección de los árboles, unos doscientos

metrosmásabajo.—¡Larry!—gritóRoy—.¡Poraquí!Unaespantosaexplosióndeluzyruidoahogósullamadaenelmomentoen

que un helicóptero de combate rozaba las copas de los árboles y el poderoso

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reflectordesuvientrerecorríaelclaro.RoyyJillianselevantaronhaciéndoleseñasaLarrydequeseacercara.El

ruidoseintensificó,peroNearygritódetodosmodos:—Estáenelclaro...levaaver.Elhelicópterosobrevoló lazonaefectuandounbruscodescenso.Debíade

habervistoalhombredelclaro.LarryhabíaoídotantoalhelicópterocomoaNearyporquegritócontodala

valiosafuerzadesuspulmones:—Quesevayanalamierda...¿Quévaahacer?¿Aterrizarmeencima?El helicóptero descendió hacia ellos dirigiéndose hacia el claro de más

abajo. Los pajarillos empezaron a caer de los árboles. Neary y Jilliancomprendieron que tendrían que alejarse monte arriba de aquella sustancia. Ymuy rápido. Se encontraban apenas a cincuenta metros de la hondonada.Demasiadoagotadosparapoderhacerotracosa,empezaronaarrastrarseporelsuelo.

Asuespalda,elhelicópteropasórugiendoporencimadeLarry.Esteparecíatotalmente tranquiloenmediodel fragor, elpequeñociclóndeagujasdepinos,matorralesyhojasyelinvisibleE-ZCuatro.Levantóelpulgarcomosifueraunautostopistaygritó:

—¡Fíjense,estánfumigandolacosecha!ParacuandoRoyyJilliansehubieronarrastradodolorosamentehacialoalto

de la hondonada y miraron hacia abajo, Larry Butler, todavía en pie, estabaempezandoacontorsionarseespasmódicamente.Primerolacabezaydespuéslosbrazos.Acontinuaciónempezóatambalearse.

Jillian hizo ademán de levantarse. Quería bajar hasta donde Larry seencontraba.Nearylaagarró.

—¡No,no!—legritóaloído—.Nomirehaciaabajo.Jillianvolvióaagacharse.VieroncómoLarrycaía, tratabade incorporarse, se retorcíahorriblemente

enelclaroydespuésvolvíaacaerparaquedarinmóvilenelsuelo.NearyyJillianpermanecierondepiecontemplandoelclaro.Laaltahierba

sehabíaaplanadoenellugarenqueyacíaelcuerpodeLarry.—Nodebiéramosdejarleallí—dijoJillian,alfinal.—Siestádurmiendo,igualpuedehacerloallíqueaquí.—¿Ysiestámuriendo?—preguntóJillian.—Siestámuriendo...—Nearyrespiróhondoydespuésexpulsóelairecon

unjadeo-...tambiénloestaremosnosotros.Jillianlerozóconsubrazo.Sealejaronatravésdelosaltospinosendirecciónaunpeñasco.Segúnlo

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recordaba Neary, esculpido en barro, papel de periódico y tela metálica degallinero,elpeñascoformabaunaespeciedegaleríaquerodeabaeldesfiladero,protegidaporlosárboles.

Incluso antes de llegar al peñasco, pudieron distinguir una potente luz queparecíaprocederdeabajo,unresplandorconstantequesereflejabaenmediodelaoscuridaddelanocheenlasminúsculasgotitasdevapordeaguasuspendidasenelclaroaire.Alacercarsealborde,setendieronbocaabajoysearrastraroncautelosamentehaciaadelanteparaecharunvistazo.

Fue un empinado ascenso a lo largo de unos tresmetros de ladera.Nearypudoescucharelrugidodelhelicópterorodeandodenuevolamontaña.Extendiólamanohaciaunescuálidoarbustoparapodersostenerse,perofalló.

Yempezóadeslizarseladeraabajo.—¡Roy!—gritóJilliandesdesuposiciónenloaltodelpeñasco—.¡Vamos,

Roy!¡Puedeconseguirlo!Nearyestabasudando.Ledolíanlaspiernas.Parecíaquesusdedoshubieran

perdidolafuerzadeagarrar.—¡Porfavor,Roy!Elhelicópteroseestáacercando.Neary la miró. Jillian se estaba inclinando hacia abajo para alcanzar su

mano. Neary empezó a arrastrarse hacia arriba. El dolor le paralizaba larespiración.Moviéndosecentímetroacentímetrosobreunarenosoymóvilsuelo.Centímetros.

—Roy,unoscuantoscentímetrosmás.Elra-ta-tádelhelicópteroseescuchabamáscercano.Elsudormanabadela

frentedeNearyylepenetrabaenlosojos.SeencontrabaapenasaunmetrodelamanoextendidadeJillian.Mediometro.

Elzumbidodelashélicesllenóelaire.Seescucharíaencualquiermomentoel silbante sonido del gas. Todo el cuerpo de Neary se arqueó como en unaconvulsiónarrojándosehaciaadelante.Jillianleasiólamano.

Ytiródeél,ayudándoleaalcanzarelbordedelaladera.Amboscayeronporlapendientedelotroladoysedetuvieronjuntoalbordedeldesfiladerodeabajo.

El helicóptero pasó de largo. Neary lo miró con los ojos velados por elsudor. El helicóptero no arrojó ningún atomizador. Se encontraban demasiadocercadeldesfiladero.Estabanasalvo.

Nearylanzóunprofundoyestremecidosuspiroyrespiróhondoparallenarselos pulmones de aire fresco.Después se adelantó con Jillian para asomarse albordedeldesfiladero.Juntosllegaronalbordedeladesmochadarocaymiraroncautelosamente.Abajo,descubrieronunespectáculoimposibledeabsorber.

—¡Santocielo!—dijoNearyenvozbaja.—¡Oh,Diosmío!—exclamóJillian—.¡Oh,Diosmío!

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Lanaturalezahabíaterminadoyhabíasidosustituidaporelhombre.Parecía un puerto celeste, una especie de puerto de arribada cósmico

construido por el hombre. Había luces de aterrizaje extendiéndose hacia elhorizonte, talvezhastaochokilómetrosdedistancia,calculóNeary. Justoenelcentro de aquella increíble base, las luces de la pista de aterrizaje conducíanhastaunaenormedoblecruziluminadayrodeadaporpequeñosfocos.ANearyseleantojabaunlugardestinadoaqueseposaraalgo.

Todalazona,quehabíasidodinamitadayapisonada,sehallabarodeadaporgrandes reflectores de estadio sostenidos por unos postes metálicos. Bajo labrillante iluminación, Roy y Jillian pudieron ver que toda la base aparecíacircundadaporunavalladecontencióndeacerodeunosdosmetrosdealtura.Enla parte interior había tres niveles y, en cada uno de los niveles, numerososcubículosmodularescompletos,todoselloscondospuertas,algunoscongrandesventanas panorámicas y algunos sin ventanas. Los cubículos eran de distintostamañosy alturas, sehallaban instalados sobreunasplataformasmetálicasy seaccedíaaellospormediodeescalerasdemano.

Elevado en el centro de la enorme extensión, podía verse unmarcador decolor-sonidoquedebíamedirdocemetrosdelongitudpordosdealtura,instaladosobre una plataforma de unos cinco metros de altura y conectado a través denumerososcablesyconductosaunsintetizadorsituadoenelsuelodeabajo.

Sinvolverse,Nearypreguntó:—¿Veustedtodoeso?—¡Oh,sí!—murmuróJillian.—Muybien—dijoRoy, tranquilizándosealrecibir laconfirmacióndeque

noestabaviendovisioneso,porlomenos,dequenolasestabaviendosolo.Seencontrabanaunossesentaotalveznoventametrosporencimadeaquel

enormeestadioabiertoporunextremoquesehabíaexcavadoeneldesfiladeroy,mientrassusojosysuspensamientosseadaptabanalafantásticaescenadeabajo,RoyyJillian, sinpronunciarpalabra,decidieronbajaryacercarsemás.Fueronbajandocautelosamenteporlosbordesdegranitohaciaunsalientesituadoaunosquincemetrosmásabajoenelquelosarbustosofrecíanunexcelentecobijo.

Ahora pudieron distinguir a unos hombres —al parecer, unos técnicos—trabajando en el interior y las cercanías de los cubículos. Los hombres ibanenfundadosenunosmonos:losblancosconlamarcaMcDonnell-Douglasescrita

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en la espalda, los azules con la marca Rockwell y los rojos con la marcaLockheed.Alparecer, los cubículos estabanequipados en calidaddepequeñoslaboratorios.RoyyJilliannopodíancomprenderaquéestabandestinadastodasaquellasinstalaciones,peropudieronreconoceralgunosaparatosderayosláser,unos instrumentos bioquímicos, algunos dispositivos destinados a medicionestermales y electromagnéticas parecidos a unos cañones portátiles sobre unostrípodes, un par de analizadores espectográficos y gran cantidad de complejosinstrumentosdestinadosacontrolarymedircualquierasabíaqué.

Enelinteriordetresdeloscubículoshabíaunoshombresvestidosdenegro,todos con los ojos ocultos por gafas ahumadas, y, al parecer, importantespersonajes,protegidosporpersonalmilitar,losúnicosmilitaresqueNearypudover. Alrededor de la base se observaban unas grandes pantallas de radarmoviéndosesincesarydeteniéndosedevezencuandounosinstantesparavolvera moverse después. Había monitores de televisión por todas partes y por lomenos cien cámaras cinematográficas, cincuenta cámaras fijas y veinticincocámaras de televisión de videotape instaladas sobre unos soportes giratorios.Habíaunos treintaoperadoresycargadorespara todas lascámaras,estando lasdemásdirigidasporcontrolremotoyconectadasconelradardelocalización.

Apesardesuextensión,lazonaaparecíaabarrotadaydesordenada.Habíamáquinas automáticas de «Coca—Cola» y bocadillos diseminadas aquí y allá,retretesportátilesalrededordelperímetroyunapequeñazonadeabastecimientoque a Roy se le antojó una cocina del ejército bajo un toldo de lona. Habíamuchos embalajes sin abrir, con las marcas McDonnell-Douglas, Rockwell yLockheedesparcidasensuscostados,ymuchosdesperdicios—vasosdepapel,servilletas,yplatos,papelhigiénicoyenvasesvacíosdebebidascarbónicas—por todas partes. Es más, algunos tipos enfundados en unos monos estabanbarriendo losdesperdiciosenelmomentoenqueaparecieronvariosejecutivoscon los ojos protegidos por gafas ahumadas, encabezados por un hombre decabellogrisenfundadoenunmono.

Varios técnicosseencontrabanarracimadosalrededordelsintetizadoryunindividuo,arequerimientodelosdemás,seacomodójuntoaltableroyempezóainterpretar«MoonRiver»conun solodedo.Losgemidosy lamentos resonaronpor el desfiladero al tiempo que unas vagas formas de luz y color aparecían ydesaparecían en el gigantesco marcador. El «músico» fue acallado por otrostécnicossituadosalotroladodelaparrilla.

—¡Yaséloquees!—dijoNeary,hablandomásbienparasusadentrosqueconJill—.¡Yaséloquees!¡Esincreíble!

Ahoraseescuchóunsuaverepique.—Señorasyseñores...—dijounavozatravésdelsistemadealtavoces.

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Debíaperteneceraalguiensituadoenelinteriordeunodeloscubículos,talvezenelcubículodecomunicaciones,elqueteníatodasaquellascomputadoras.No,ahoralevieron.

Unhombreenfundadoenunmonoblanco,sosteniendounpequeñomicrófonocuyo cordón arrastraba a su espalda, se estaba dirigiendo al centro de laexplanada.

—Señoras y señores. Ocupen sus posiciones, por favor. Esto no es unejercicio de adiestramiento. Repito: esto no es un ejercicio de adiestramiento.¿Podemos reducir las luces de la explanada a sesenta grados, por favor? Laslucesasesentagrados.

Pocoapoco, las lucesdelestadioempezaronaapagarseal tiempoqueseintensificaba la potencia de las luces de aterrizaje. A lo largo de los ochokilómetrosdelafranja—hastaelmismohorizonte—RoyyJillianpudieronvercómo las luces aumentaban de intensidad. Súbitamente, observaron que, en elinteriordelosmódulos,laslucesdelascomputadorasylosinstrumentospasabandeblancoarojo.Laslucesrojasbrillabanahoraencasitodosloscubículos.

—Bien, bien, bien —dijo el hombre que estaba actuando de maestro deceremonias—. No creo que se pudiera pedir una noche más hermosa, ¿no lesparece?...Bueno,sitodosestánpreparados...

Neary comprendió que aquellos varios cientos de científicos y técnicosdebían llevar algún tiempo en estado de alerta todas las noches, habiéndoseproducido todas las noches una falsa alarma. Ahora observó que todas laspantallas de radar habían cesado de moverse y se habían concentrado en unadirección,exactamenteenaquellaenlaqueellosseencontraban.

—Nosestánmirando—dijoJillianentre jadeosprocurandoaplastarseaúnmáscontralaroca.

—Noanosotros.Alcielo.Mire.RoyyJillianlevantaronsusrostroshacialasestrellas.Indudablemente,algoseestabainiciando.Alprincipio,Royy Jillianno tuvieronni ideadequé se trataba.Susojos

deslumbradosporlaslucesdelestadiosefueronadaptandopocoapocoalacasiabsoluta oscuridad de arriba.Loprimero que distinguieron fue laVíaLáctea ydespués vieron en el cielo norteño la constelación de Orión. Contemplaronintensamente el arracimamiento de estrellas que tantas veces habían visto conanterioridad.

Seestabanmoviendo.Lasestrellasseestabanmoviendo.Lasestrellasqueformabanlaconstelaciónempezaronadesplazarseprimero

muy despacio y después con mayor rapidez, algunas de ellas alejándose yabandonandolaconstelación.

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Neary se volvió para escudriñar el cielo. Descubrió otra constelación deOriónenelhorizontecontrario.

—Aquéllaeslaauténtica—dijo,indicándoselaaJillian.Cuando volvieron amirar la cambiante constelación de Orión, ésta ya se

habíatransformadoenalgodistintoysus«estrellas»,que,evidentemente,noeranestrellas, semovían sin cesar. Varias de ellas se habían desplazado hasta casiformar una línea curva regularmente espaciada. Después, como atraídas por la«estrella» del final, otras tres estrellas se desplazaron conmajestuosa rapidez,formandounasiluetaoblonga.

LaOsaMayor.Neary empezó a reírse. Ya no estaba asustado en absoluto. Se sentía

simplementemuyfeliz.Abajo, loscientosdecientíficosytécnicosestabanreaccionandocomolos

comunes mortales ante un espectáculo de fuegos artificiales, lanzando «ohs» y«ahs»yestallando finalmenteenaplausosunavez sehubo formadodel todo laOsaMayor.

—Somos los únicos que lo sabemos. Los únicos—dijoRoy—. ¿Ha vistoesto? —le preguntó a Jillian para cerciorarse de que no estuviera viendovisiones.

—Sí—repusoJilliantranquilizándoleytranquilizándoseasímisma.—Bien.Derepente,aparecieronporeloestetresestrellasfugaces.Estascruzaronel

cielo y se detuvieron bruscamente, como si hubieran frenado en mitad delespacio,infringiendoenuninstantetodaslasleyesconocidasdelagravedadylafísica.Lasestrellasefectuaron—enunsantiamén—unavueltacompletade180grados y después cada punto de luz se desintegró en cuatro puntos distintoselevándosedenuevoenelcielonocturno.

Elpúblicodelestadiodeabajoenloqueciódealegría,comosisaludara laaparicióndesuequipoconanterioridadalcomienzodeunpartido.

RoyyJilliansemiraronelunoalotro.—¿Havistoeso?—Sí.—Muybien.Peroelespectáculonohabíaterminado.Dehecho,acababadeempezar.Unanube,loqueaparentabaserunasencillaysolitarianube,flotósobrela

base,escoltadapordosbrillantespuntosdeluzazulquehabíaensuinterior.Lasdos lucesazulesempezaronagirarconunavelocidadcrecientealrededorde lanube,queempezóaperdersuformaconvirtiéndoseenunanebulosaespiral.

Unadelaslucespenetróenlanebulosaylailuminócontantaintensidadque

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todalanubeseencendiópordentro.Yanoeradecolorazulsinoámbaroscuro.Yentonces la otra luz se situó en el otro extremo de la espiral y empezó aparpadear.

Eraunespectáculoextraordinario,unavisióncuyosdestellosyevolucionesparecíanposeerunsignificadoqueojaláhubieranpodidoelloscomprender.Erauna demostración, de eso no cabía duda. Pero una demostración cósmica, ¿dequé?¿Dellugarenlagalaxiacósmicaenelquevivimos?¡Sí!Talvezfueraeso.Unarepresentacióndelasituacióndenuestroplaneta.¡Increíble!

RoyyJillianguardabansilencio.Procurabancontenerelalientoensudeseode asimilar aquellas visiones y percepciones. Se encontraban agachados en unpequeño promontorio. A su espalda no había nada, sólo el cielo nocturno y ladistancia.Súbitamente,enaquelcielo,unasnubesempezaronamoverseenambasdirecciones.Y,porentre lasnubes,aparecióuna luz...parecidaaun relámpagodetrás deunasnubes, sóloque, unavez encendido, sudestello no se apagó.Eldestellosiguióbrillando.

Después, la luz se intensificó en una parte de la nube y de ésta surgió undeslumbrante punto de luz anaranjada, seguido de otros dos puntos de luzanaranjadamás brillantes todavía. En un instante, las luces se acercaron a unaincreíblevelocidadenunaespeciedeformaciónenalayNearyyJillianapenastuvieron tiempo de cubrirse el rostro mientras los vehículos pasaban silbandolentamenteporencimadesuscabezas.

Eranlosmismos—elmonstruosoreflector,losdestellos,elocasodebelloscolores, el enorme fuego fatuo con su fantasmagórico rostro sonriente— quehabían aparecido tan espectacularmente ante ellos en la loma de Indiana hacíamuchasnoches.

Mientras aquellas enormes luces —vehículos sin alas ni respeto por lasleyesfísicas,brillantes,deslumbradoraslucesdecoloresqueanulabanlapropiaseguridad,lacreenciaenlapropiaexistenciayenladelmundo«real»—pasabanpor encima de ellos, un impresionante desplazamiento de aire y calor arrojópolvoportodaspartes.ElcabelloseleslevantóentodasdireccionesyelvellodelosbrazosyelpechodeNearyseerizóacausadelaelectricidad.

Unavezmás, sesintieronazotadosyquemadosporelcalor.Unavezmás,sus pulmones se quedaron sin aire.Apenas habían tenido tiempo de aspirar unpocodeairecuandolostresvehículossealejarongimiendolastimeramentecomounmillón de plañideras. Esta vez, los sonidos que producían eran aterradores.Milesdevocesgimiendo,provocándolesescalofríosen laespaldaenmediodeun sofocante calor. Neary comprendió que los sonidos eran el rumor de unasmáquinas desconocidas, pero el hecho de comprenderlo no consiguiótranquilizarle.

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ParacuandoRoyyJilliansehubieronsacudidoelpolvoy las lágrimasdelosojos,losmonstruososyresplandecientesvehículosbrillantementecoloreadosyaestabandescendiendohaciaelestadiodeabajo,provocandotodounrevoltijode diversos colores en elmarcador e induciendo a los técnicos y científicos aechar a correr para protegerse. Las cámaras siguieron los objetos desde sussoportesgiratoriosylaspantallasderadardieronlavueltacompleta.

Loscentelleantesobjetossobrevolaronlazonadeaterrizajedeladoblecruzque les estaba indicando las coordenadas de aterrizaje, siguieron hasta variosmetros más allá sobrevolando la franja de cemento donde no había nadie, sedetuvieron bruscamente como si hubieran frenado en seco y después... selimitaronapermanecerensuspenso.

Permanecieron en suspenso formando una especie de triángulo con susbrillantescoloresdecasiimposiblecontemplación.Losobjetosseacercaronalapista, talvezametroymediodedistanciade lamisma,ydespuésvolvieronaelevarse hasta unos ochometros de altura. Parecía que estuvieran coqueteandoconelsuelo,queestuvieranjugandoysaboreándolo,lamiendounpocodepolvoydesperdiciosparaelevarsedespuésotravezcomosituvieranmiedo.

Neary lo contemplaba todo con los ojos muy abiertos. Hubiera deseadoacercarse un poco más, pero Jillian estaba demasiado asustada para podermoverse.

Entretanto,empezóaocurriralgoque,segúnRoypudocomprender,sehabíaplaneado y ensayado cientos, miles de veces, con vistas a aquel momentohistórico. El sintetizador fue rodeado por un grupo de técnicos que, con unosauriculares y unos micrófonos de lápiz, subieron al mismo insertando estosúltimos en su tablero. Arrastrando los cordones de seismetros de longitud, secongregaronalrededordeltableroconunoscuadernosylinternasenlamano.

Un hombre, que evidentemente era el jefe, dijo en un murmullo casireverente:

—Señores, treintaañosdeplanificaciónypreparativossehanconcentradoahoraennosotros.Hagamosnuestro trabajo.—Dejódehablarysevolvióparamiraracadaunodeloshombres.—Muybien,señores.¿Empezamos?

Enlacabinadecomunicaciones,untécnicohablóatravésdesumicrófonodebolsillo.

—Estéreo TC. Tiempo y resistencia... Listo el automático. Tono deinterpolaciónenconexión.

Otrotécnicodijo:—¡Ahora conexión ARP! Velocidad fijada a siete y medio. Todas las

funcionespositivasapunto.¡Ocaso!—Adelante.

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LacombeyDavidLaughlin,enfundadosenunosmonosblancos,permanecíantambién de pie junto al tablero del sintetizador. Sentado ahora frente al dobleteclado podía verse a un joven parecido a William Shakespeare. Estabaevidentementemuynervioso,sudabaamaresysesecabaconstantementeelrostroy las manos con un pañuelo, plenamente consciente de la tremendaresponsabilidad que recaía sobre él, de losmeses y años de investigaciones ytrabajo y esperanzas que se reducían a las pocas notas que él iba a interpretarahora.Teníaqueinterpretarlasbien.

Elmaestrodeceremoniasledijo:—Bueno.Empiececoneltono.Shakespeareinterpretólaprimeranota.—¡Sonido...ya!—dijoeltécnicodelacabinaatravésdelmicrófono.Una luz ámbar apareció en el marcador, esfumándose y desapareciendo

mientraslanotaseperdíaeneldesfiladero.—Suba un tono —ordenó el maestro de ceremonias, y Shakespeare

interpretólasegundanota.Elmarcadorseiluminóconunencendidotonorosado.—Bajeunaterceramayor.Unanuevanotayunnuevocolor.Púrpuraestavez.—Ahorabajeunaoctava.Seescuchólacuartanotayaparecióenelmarcadorunhermosocolorazul

intenso.—Azulfrío...¡Ya!—ordenóeltécnicodelacabina.—Subaunaquintaperfecta—dijoelmaestrodeceremonias.Laúltimanotaresonóydesapareció.Enelmarcadoraparecióyseesfumóun

colorrojobrillante.—Nada.Nadaenabsoluto—dijoeljefedelequipo.ElmaestrodeceremoniasledijoaShakespeare:—Démeuntono.Seescuchóunanota,aparecióuncolory se repitió la secuenciadecinco-

notas-cinco-colores,segúnlasinstruccionesdelmaestrodeceremonias.Desdelacabina,eltécnicoordenó:-Realasegunda.Mialatercera.Doenprimera.Dounaoctavabaja.Sola

laquinta.Las notas y los colores se perdieron en el estadio pero los tres objetos

seguíansinresponder.Selimitabanapermanecerensuspensosobrelaextensióndeabajo,parpadeandoinescrutablementeconsusluces.

Lacombesubióaltableroydijo:-Encoré.Unefois.Repita.Unavezmás,porfavor.

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La secuencia de cinco notas resonó en la noche y los cinco coloresaparecieronydanzaronenelmarcador.

—Habladme, habladme —estaba diciendo el jefe del equipo en tonosuplicante.

-Plusvite—ordenóLacombe—.Plusvite.Shakespearehizoloqueseleordenaba.Estavez,lasnotasyloscoloresse

derramaronencascadasobreelestadio.Desdeelbordedelaroca,JillianGuilertarareódosvecesseguidastodala

secuenciadelascinconotas.—Loconozco—ledijoaNeary.«Diosmío—pensó—.EslacancióndeBarry.»Jillestabamuyemocionada

ylaslágrimashabíanasomadoasusojos,peroRoynosehabíadadocuenta.Abajo,Lacombeestabadiciendo:—Másrápido,JeanClaude.Másrápido.Plusvite.Másrápido.—Después,

echó a andar por la pista de aterrizaje en dirección a los vehículos quepermanecíanensuspensoporencimadelamisma.—Plusvite.Plusvite.

AhoraShakespeareestabasudandoprofusamenteylasgotascaíansobrelasteclas del sintetizador. Estaba interpretando las notas con mucha velocidad eintensidadyelmarcadorpasabavelozmentedeámbararosaydeésteapúrpura,azulyrojo.

Lacombe siguió avanzando por la franja hasta situarse a unos cientocincuenta metros de los vehículos suspendidos en silencio sobre la misma. Eltécnicode la cabinapulsó el sintetizador y todas las notas reverberaron en lasparedesdeldesfiladero.

Elfrancésseestabaimpacientando.-Qu'estquecepasse?—lespreguntó a losobjetos—, Allez, allez, allez.

Allons-y.Vamos.Lacombeestabagritandosobreeltrasfondodelsintetizador,efectuandocon

lasmanosmovimientosdelascinconotas.Lacombeagitólasmanosendirecciónalosvehículosensuspensoylegritó

almúsico:-Plusvite,plusvite.Despuésregresódenuevojuntoalsintetizador.Shakespeare estaba interpretando las notas con todas sus fuerzas y el

marcador se estaba iluminando con todos los colores del espectro, desdeultravioletaainfrarrojo,pasandoportodoslosmaticesintermedios.

De repente, losvehículos respondieron.Noconsonidos, sinoconcolores.Empezaronarepetirloscoloresenelmarcador.Cadaobjetorepetíaporseparadoloscoloresqueaparecíanenelmarcador.Shakespearedejódetocar.Unavezlas

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notas se hubierondesvanecidomás allá del desfiladero, se produjo un silencioabsoluto.Durante un prolongadomomento, sólo se pudo escuchar el rumor delvientosoplandoporeldesfiladero.

EntoncesLacombelehizounaseñaaShakespeareyledijo:—Vamos.Prosiga,prosiga.—¡Déleaestemulo,chico!—leanimóeljefedelequipo.El músico-ingeniero empezó a tocar muy rápidamente y tanto la pantalla

comolostresvehículosreanudaronlaacción,cambiandodecoloresenlamismavariación y en total sincronía. Los hombres que le rodeaban estaban sudandotambién profusamente, concentrándose con intensidad mientras los objetosdespedíanloscolores.Sesentíanllenosdealegría.Enrealidad,experimentabanalgo superior a la alegría. Se encontraban en un estado que ningún ser humanohabíaconocidonidescritojamás.Porqueaquélerasuprimercontacto,elprimercontactoentodalahistoria.

Y, súbitamente, los tres objetos dejaron de responder. Y empezaron aalejarse. En tres direcciones distintas. Uno de ellos se elevó verticalmente ydesapareció con las luces apagadas para perderse, al parecer, en una inmensanube.Losotrosdossedirigieronhaciaelbordedeldesfiladeroyseperdierondevista.

Lamúsicacesó.Elmarcadorsequedóoscuro.Silencio.Elviento.Yentoncestodalabasesevolvióloca.Todoelmundoempezóaaplaudiry

gritar.FuecomoenelcontroldeoperacionestraselalunizajedelEagle.Aquelloscomedidos y circunspectos científicos y técnicos estaban brincando arriba yabajo,seabrazaban,seestrechabanlasmanosysedabanmutuamentepalmadasen la espalda. Las luces del estadio se encendieron en toda su potencia y loshombres enfundados en monos y trajes de calle empezaron a emerger de loscubículos.Alparecer,todohabíaterminado.

LostécnicosdelacabinasalieronparareunirseconLacombeyel jefedelequipo.

—Precioso—dijoéste—.Precioso.—Estanocheme sientomuy feliz—ledijoLacombe aDavidLaughlin en

inglés.Eljefedelequipoestrechólasmanosdetodos,incluidaladeShakespeare.—Felicitaciones.¡NohasidoMerleHaggard,perohaestadomagnífico!Porencimadeaquellaescenadejúbilo,ensurocosomirador,Roysesentía

completamentealborozadoyJillianlloraba.—Conozcoestesonido—seguíadiciendoésta—.Loconozco.Loheoído,

conozcoestesonido.Abajo,enunodeloscubículosdecomunicaciones,seencendieronlasluces

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rojasdevariosaparatos.Lasenormespantallasderadarhabíandejadodegirarysehabíanconcentradonuevamenteen lamontañaqueseelevabaporencimadeNearyyJillian.Algoestabaocurriendoenelcielo,másalládelamontaña.

En el estadio, uno de los técnicos le dijo al francés, señalándole haciaarriba:

—SeñorLacombe.LacombeyLaughlinseapartarondelosquelesestabandandopalmadasen

laespaldaydirigieronlamiradaalcielo.—¿Quées?—preguntóDavidLaughlin—.¿Quéocurre?-Jenesaispas.RoyyJilliansevolvieronymiraronhaciaellugarquetodosloshombresde

abajoestabanmirandoeindicando.Ytambiénlovieron.Variosenormescúmulossehabíanformadoenelcielosobrelamontaña.En

el interior de las nubes estaba teniendo lugar un extraordinario espectáculo depirotecnia...comolosdelafiestadelCuatrodeJulio,sóloquemejor.Parecíaunaextrañatormentaeléctricadistintaacualquiercosaquejamássehubieravistoyaterradoraporsutamañoeintensidad.

Simultáneamente y sin pronunciar palabra, Neary y Jillian intuyeron quetendríanquealejarsedeaquellaslucesyacercarsemásalabaseyalosdemásseres humanos. Y juntos iniciaron el peligroso descenso. Jillian estabaaterrorizada. Las nubes iluminadas le recordaron súbitamente el día en que sehabíanllevadoaBarry.Sinpalabras,lecomunicósuterroraRoy.

Las nubes descendieron hasta casi rozar la cumbre de la montaña. Ahoraparecíaquehubieramás.Derepente,surgiendodelasnubes,unodelosobjetosbrillantementecoloreadosdescendióhastalabaseysedetuvojustoenelmismolugar en el que previamente había permanecido en suspenso. Permaneció ensuspensodenuevoy,súbitamente,encendiótodassusluces.Rojas.Tresveces.

Estabaclaroqueeraunaseñal.Buenapartedelaformacióndenubesseiluminóderojotresveces.Después

seiluminódeblancoyazultresveces.Se produjo una breve pausa durante la cual todos los técnicos semiraron

unosaotrosconinquietud.¿Quédemoniosibaaocurrirahora?Yentoncesseiniciólainvasión.De entre las nubes, surgió una formación de cincuenta puntos de luz que

rápidamenteseconvirtieronenobjetosvolantesdeextrañasformasycolores.Yacrobacias. Aquellos extraños objetos estaban realizando acrobacias aéreas abaja altura para diversión de su público. Era una especie de combinaciónextraterrestredelosAngelesAzulesyuncircoaéreoambulante.

Tresdeellossedetuvieronenplenoaireycayeronhaciaelsuelo.Justoenel

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momentoenqueparecíaqueseibaaproducirungranimpacto,sedetuvieronensecoypermanecieronensuspenso,provocandounespantosodesplazamientodeairequetronó,rugióyretumbóportodoeldesfiladero.

Losobjetosnoestabanemitiendoahoraningúnsonido,perosusmaniobrascontrariasatodaslasleyesdelagravedadestabanprovocandounostruenosquehacían temblar los cubículos y los aparatos que éstos albergaban, originandocortocircuitosenvariasdelascomputadorasyenloscerebrosdetodoelmundo.¡Lasluces!¡Elcalor!Uncalortanintensoquealgunosdelospapelesquehabíadiseminadosporelsueloseencendieronmientraslosvehículossobrevolabanelcampoenvuelorasante.

Estaban jugando. Dos formaciones empezaron a volar directamente la unahacia la otra. Justo en el momento en que la impresionante colisión de caraparecíainevitable,losobjetossefiltraronenciertomodolosunosatravésdelosotros,ascendiendo,inclinándosedeladoyvolviendoadescender.

Abajo, enel campo, loscientíficosestabanapartándosedel caminode losobjetos,gritandocosastalescomo«¡Agáchate!¡Agáchate!»y«¡Mierda!»

Algunosdelosobjetosparecíanhabersidodiseñadosporungeniocósmicodel art déco; otros parecían árboles deNavidad volantes con luces de coloresportodaspartes.

Pocoapoco,unnuevoobjeto—parecidoalfondodeunatartera,deuncolorrojoencendidoyconlucesintermitentes—sefuedesplazandosobrelabasealaangustiosa velocidad de ocho kilómetros por hora. Estaba moviéndose muydespacio y aspirando—al parecer,magnéticamente— todos los objetos sueltosdemetal:blocsdenotas,plumas,gafas,auricularesquearrancabadelascabezasdelostécnicos,encendedoresquelesaspirabadelosbolsillosylatasdebebidasgaseosas. Un individuo se cubrió la boca al ver que una pieza floja de ladentadura se leescapabae ibaa incrustarseen lapartedeabajodelobjetodecolorrojo.

Derepente,elvehículoseiluminódeazulytodoloqueanteriormentehabíaaspiradocayóalsueloenunmontón.

Lacombeseacercóconaireindiferenteunavezqueelobjetohubosoltadosu botín y levantó la mano. El francés se situó directamente bajo el objeto,extendió el brazo hacia arriba y consiguió rozar su parte inferior. No estabacaliente,perodebíadetenercosquillasporque,tanprontocomoLacombelotocó,brincó hacia arriba, arrojando al suelo a los técnicos que habían seguido aLacombeconsuscámaras,aparatosdepercepcióntérmicayotrosinstrumentos,yseelevóhaciaelcieloderepente,provocandounviolentotruenoquerompióloscristalesdelasventanasdevarioscubículosyaterrorizóatodoelmundo.

Nearysesentíamásemocionadoqueasustado.

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—Hedeacercarmemás—ledijoaJillian.—Yalosé—dijoella—.Yoestoysuficientementecerca.—Yotengoquebajar.¿Noquiereacercarseunpoquitomás?—No,Roy.Yoesperaréaquí.—Esquetengoquebajarallí—dijoél,casientonodedisculpa.—Losé—dijoJillian—.Losédeverdad.Sédeverdadloquequiereusted

hacer.Semiraronelunoalotroconintensidadytristeza.Y,porprimeravezdesde

quesehabíanconocido,sebesaron.Despuéssesepararon.Jillian subió a unos nueve metros más arriba, hasta una pequeña zona

boscosaenlaquepensóqueseibaasentirmásprotegidaynopodríaservistaporlasfigurasdeabajo.

Nearyinicióellargoypeligrosodescenso.

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26

Mientras descendía por la ladera, Roy observó que el espectáculo habíaterminado.Como si hubieran recibido una señal, todos los objetos se alejaron,perdiéndoseenlanoche.

Ahora, hacia el fondo, surgiendo de las nubes bajas, cien puntos de luzrodearontodoelperímetrodetreintakilómetrosdeldesfiladero.Apesardequeaquellospuntosdeluzpermanecíanensuspensoenelaireaporlomenosquincekilómetrosdedistancia,Nearycomprendióquese tratabadeenormesvehículosconsuspernosytuercas,inmóvilesallí,comosiquisieranprotegerelperímetrodelabase.Ahoraseelevaronenelcieloyredujeronlaintensidaddesusluces.Royapenaspodíadistinguirsusnegrasformasdetrásdelasluces.Todoresultabapavoroso.

Yahoraempezaronaocurrircosastodavíamásextrañas.Abajo,enelestadio, todosparecíanagotados.Seencontrabansinalientoy

seestabanlevantandodelsuelo,recogiendosuequipoysacudiéndoseelpolvodelos trajes.A pesar de su carácter de científicos, todos ellos habían sufrido losefectosdeunshockculturalabsolutoyestabantratandodeadaptarsealmismoydehacerlefrente.

Nadiehablaba.Elvientohabíadejadodesoplarporcompletoyelsilencioeratotal.

Entretanto,Nearyhabíaseguidobajandoyseencontrabaahoraalpiedelamontaña, dirigiéndose hacia el perímetro de la base, cuando algo le indujo adetenerseyalevantarlamirada.

Por detrás del monte y del interior de una nube, empezó a surgir algocompletamentenegro.Ynosóloeranegrosino,además,enorme.TaninmensoqueRoynopodíaabarcarsutamaño.Mientraslaenormeformanegrasesituabasobrelamontaña,ocultandolalunayarrojandounasombraqueseextendióportodoeldesfiladero,Nearycreyódesmayarse.

Enlabase,elmaestrodeceremoniascayóderodillas,murmurando.—¡Oh,Diosmío!—¡Cochinamierda!—exclamóLaughlinsinoírsuspropiaspalabras.Lacombelocontemplabatodocomohipnotizado.- Mon Dieu!—dijo comprendiendo que, si pudiera medir aquella forma,

aquella cosa, su anchura alcanzaría más de un kilómetro y medio, si bien sulongitud,quecubríatodoelcielo,nosepodríaconocerporquenopodíaversesu

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extremo.Súbitamente,lacosaseiluminó.Unaestrecharendijadeluzcircunscribióla

parte inferior de la cosa y entonces se abrió algo... estalló un redondo círculoluminoso,comounacoronadeluz.

Poseíaeltamañodeunaciudad,pensóNeary.Indianápolis.No,másgrande.Detroit. La parte superior parecía una refinería de petróleo, con enormesdepósitosytuberíasylenguasdefuegoylucesindicadorasportodaspartes.Lafantasmagóricamasa,deslizándoseporencimadelcañón,ofrecíaenciertomodounaspectoviejoysucio.Parecíamarchitacomounaviejaciudadouninmensoyviejobuquequellevaracientos,miles,millonesdeañossurcandoloscielos.NiNeary, ni ninguno de los técnicos o científicos—ni nadie del mundo— habíavistooimaginadosiquierajamásnadaparecido.

Al situarse sobre la base, se produjo en la parte de atrás una enormeexplosión de luz que se transformó en lo que parecían miles de brillantesluciérnagas,sóloquecada«luciérnaga»era,comparadaconlamasa,unpequeñovehículoqueactuabaencalidadderemolcador.Cada«remolcador»emitíalucesde distinto color y losmiles de ellos juntos formaron una plataforma de lucesmulticolores sobre la que pareció posarse la fantasmagórica masa de treskilómetros ymedio de longitud y uno ymedio de anchura. Lamasa se inclinóligeramenteaunladomientraslaplataforma—lucesmulticoloresparpadeandoaltravés—laescoltabahaciasupropiazonadeaterrizajesituadacampoabajo.

Neary había conseguido encaramarse a la valla de dosmetros de altura yahoraseencontrabaentrelostécnicosycientíficos,aturdidostodosellosporloqueestabanviendo.

La plataforma guió a la masa hacia abajo, aplastando y destrozandoaproximadamenteunkilómetroymediodelucesdelascoordenadasdeaterrizaje.Lamasaeratanenormeque,alposarse,subordedeataqueformóuntejadosobretodoelcampo.

La masa había creado su propio campo de gravedad negativa y, en uninstante, todo el mundo y todos los objetos perdieron aproximadamente uncuarentapor cientode supeso.Estehechocontribuyóaanimarles a todos.Lostécnicosycientíficos empezaronabrincary a corretear alegrementeenel aire.Algunosdelosmásatléticosempezaronavoltearsobrelas-manosylospiesyadar saltos mortales, permaneciendo en suspenso en el aire como el Dr. J.,mientras sus colegas enfundados en los monos se deslizaban y brincaban pordebajodeellosconsuscámaras,fotografiandotodoelincreíbleespectáculo.

Una vez la masa se hubo posado, el equipo que rodeaba el sintetizadorempezóasentirseindividualycolectivamentemuydébil.Estabanexperimentandotodos los efectos de aquel shock cultural, a pesar de sus muchos años de

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anticipaciónypreparaciónconvistasaaquelmomento.Lacombe y el director del equipo fueron los primeros en recuperarse

parcialmente.Decidieronacercarunpocomáselsintetizadorinstaladosobreunarmazónconruedas.Unavezlohubierontrasladadoveintitrésmetrosmásabajo,losmiembrosdelequipo,experimentandotodavíaunasensaciónextraterrestreycomodedistanciamiento,volvieronaanimarse.

El maestro de ceremonias habló con la mayor serenidad a través delmicrófono:

—Quetodoslosdepartamentosquesehallanenfuncionamientoenestafaseloindiquenpormediodedosseñales.

Dostonoscruzaroneldesfiladero,rompiendoelabsolutosilencio.Eltécnicodelacabinapreguntó:—¿Estálistoelanalizadordesonido?¿Listoparafuncionar?Elmaestrodeceremonias,ahoraunpocomástranquiloqueantes,dijo:—Sitodoestáapuntoaquíenlabase,queseinterpretenloscincotonos.Shakespeareinterpretólascinconotasmuylentamente.Nohuborespuestaporpartedelafantasmagóricamasa.-Encore—ordenóLacombe.Lascinconotasseescucharondenuevoenlanoche.Elgranbuqueemitióunsonido.Parecíaungruñidodecerdo.—Debeseralgoquehacomido—dijonerviosamenteeljefedelequipo.Elmúsico-ingenieroempezóainterpretardenuevolascinconotas.Estavez,nohuborespuesta.—Otravez—dijoeljefedelequipo.Shakespeareempezóatocar.Súbitamente,lasúltimasdosnotasfueroncompletadasporelenormebuque

nodriza. El rumor era increíble. Su fuerza empujó a los hombres hacia atrás yrompió todos los cristales de las ventanasde los cubículos.Los técnicosde lacabina se agacharon para esquivar los vidrios y algunos sufrieron cortes, peroestabandemasiadopreocupadosparadarsecuenta.

—Muy bien—dijo el jefe del equipo a los pocos instantes—. Vuelva ainterpretarlos.

Se escuchó el sonido del sintetizador y la nave respondió. Esta vez seencendieron en su superficie unas brillantes luces delmismo color que las queibanapareciendoenelmarcador.

Jillian Guiler comprendió que ya no podría seguir soportando sola todoaquellopormástiempo.Apesardelpánicoqueexperimentaba,leparecíamejortratardebajaryreunirseconNeary.Necesitabaestarconalguienquelaayudaraasobrevivir a todo aquello. Jill recogió su pequeño maletín y su cámara

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«Instamatic» y empezó a descender lentamente por el mismo camino que Royhabíatomado.

ElmaestrodeceremoniaslesdijoaShakespeareyaltécnicodelacabina:—Denleseiscorcheasyunapausa.Elmúsicointerpretólasnotas.Lanaverepitió lasnotasydespués interpretóunnuevogrupodenotasque

ningunodeelloshabíaescuchadojamás.Eltécnicodelacabinadijo:—Noshadadocuatrocorcheas.Ungrupodecincocorcheas.Ungrupode

cuatrosemicorcheas.Shakespearerepitiólasnotasdelanave.Lanaveañadiócinconuevasnotasycincocoloresdistintos.Enelinteriordeloscubículosdelascomputadoras,lostécnicossehallaban

sumidosenunaespeciedeNirvana.Elbuquelesestabaenseñadosuvocabulariomusicalycromático.

Alaumentarlacomplejidadyrapidezdelosintercambios,lascomputadorassustituyeron aShakespeare.Este apartó lasmanos del teclado y lamelodía fueinterpretadaporlascomputadorascomosifueranpianos.

—Repitatodolodelanave—ledijoelmaestrodeceremoniasaltécnicodesonido—.Sigasupautanotaanota.

Elbuquenodrizaestallóencoloresysonidosyelsintetizador,ensincroníacon la computadora y el marcador de colores, volvió a interpretar las notas.Durantevariosextáticosminutos,elgranbuque,elsintetizadoryelmarcadorseentregaron a una especie de frenesí como si estuvieran participando en algúnespectáculocósmicodeluzyrock.

Setratabadeunamúsicamuyextraña,melódicaendeterminadomomentoyatonalalsiguiente,avecesparecidaaljazzyotrasalamúsicapopulardelOeste,yavecesalgotangrotescoeinmusicalparalosoídoshumanosqueloshombrestuvieronqueapartarse.

Nearyestabasonriendo.NosediocuentadequeJillianseestabaabriendopaso entre la gente. Algunos de los técnicos estaban aplaudiendo; algunos sesostenían la cabeza con las manos. Lacombe miraba con expresión aturdida yestática.

Súbitamente la nave se detuvo. Emitió algunos gruñidos y despuésenmudeció.Todassuslucesseapagaron.

Labasequedósumidaenunsilencioyunaoscuridadmortalesduranteunosmomentos.

Yentonceslanaveempezóaabrirse.Todasuparteinferior,empezandoconunacircunscritarendijadeluzblanca,

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seabrióconvirtiéndoseenunhornodeluz.Todos apartaron lamirada. Se pusieron las gafas ahumadas y volvieron a

mirar.Peroinclusoatravésdelasgafasresultabadifícilcontemplardirectamenteaquellaardienteluz.

Lacosaseabriómás.Aquelloyafuedemasiado.Todoelmundoempezóaretrocederrápidamente.

Todos se apartaron de aquella inquietante luz que ahora había adquirido unoscientocincuentametrosdeanchura.

Laaberturaseguíaensanchándose.PrimeroLacombeydespuésNearyylosdemásempezaronaadelantarsede

nuevo.Lablancaluzdespidióunintensocalorydespuéssedetuvo.Enelinteriordeaquelbrillantecalorpudierondistinguirunosmovimientos.Laluzeratandeslumbradoraquelanzabarayosentodasdirecciones.Ahora

se distinguieron ocho figuras distintas surgiendo de la luz. Parecíancompletamente inhumanas porque la luz blanca les devoraba los cuerposconvirtiéndolasenunasdelgadastiras.

Lasfigurassealejarondelanaveydelaluz.Lacombeseadelantóhaciaellas.Elylosdemásvieronahoraqueeranpersonas.Hombres.—SoyClaudeLacombe—ledijoelfrancésalgrupo.Los hombres miraban con expresión totalmente aturdida. Lucían unos

uniformes de las fuerzas aéreas de laMarina de los años cuarenta.Todos eranmuyjóvenesyvariosdeellossosteníanensusmanoscascosdecueroygafasdevuelo.

Los hombres siguieron avanzando como aturdidos y completamentedesconcertados.

Elprimerhombresedetuvo,mediosaludómilitarmenteydijo:—FrankTaylor.TenienteJ.G.ReservadelaMarinadelosEstadosUnidos,

064199.Elmaestrodeceremoniasseadelantóyestrechósumano.—Bienvenidoacasa,teniente.Sigaporaquíparafacilitarelinforme.Doshombressellevaronalteniente.ANearyleestabacostandoungranesfuerzoasimilartodoaquello.Observó

porprimeravezungrantableroiluminadoenelquefigurabanpegadasunascienfotografíasenblancoynegro.

—HarryWardCraig.CapitándelaMarinadelosEstadosUnidos,043431.—¿Quierepasarporaquí,capitán?—¡BienvenidaacasalaMarina!—dijoeljefedelequipo—.Bienvenidaa

casa.

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—Craig,HarryWard—dijounhombrevestidocontrajedecalle—.Capitánde la Marina de los Estados Unidos, 043431. —dijo otro, tras consultar uncuaderno—.DesaparecidoenChickenShoals.Vuelonúmero19.

ElprimercivilseacercóaltableroiluminadoycubrióconuntrozodecintalafotografíadeCraig.

—MatthewMcMicheal.TenientedelareservanavaldelosEstadosUnidos,0909411.

—Teniente,mealegrodesuregreso.Ahoramásymásfigurasestabanemergiendodelacegadoraluz.Uno de los civiles, desconcertado por todo aquello, le dijo al jefe del

equipo:—¡Nisiquierahanenvejecido!Einsteinteníarazón.—ProbablementeEinsteinfueunodeellos.Másdedoscientosrecuperadosestabanemergiendodelgranbuquenodriza

conexpresiónaturdida.Estoseranrodeadosinmediatamenteporlostécnicos,elpersonalmédicoyalgunoscolaboradorescivilesyconducidosaloscubículossinventanas. Neary observó que, en la parte superior de cada cubículo, había ungancho y una cuerda. Se imaginó que, cuando todo hubiera terminado, loscubículosconlagentedentroseríanenganchadosa losgrandeshelicópterosdelejércitoytransportadoslejos.

Al volverse, Roy vio a Jillian Guiler que se adelantaba corriendo. Unadiminutafiguradeunosnoventacentímetrosdeestaturaestabaemergiendodelaluz.EraBarry.

Jillianestabacorriendoentrerisasylágrimas.Abrazóalniñoydijo:—¡Sí!¡Sí!Barry se alegrómucho de ver a sumadre.Ambos se abrazaron y besaron

mientrasNeary,apartadodeellos,loobservabatodo,emocionado.Jillianseapartóaunladoconelniño.Ambossesentaronjuntosencimade

unamesitaydespuésBarrydijo:—Subíporelaireyvinuestracasa.—Yotevisubirporelaire—dijoJill—.¿Mevistecorrertrasdeti?—Sí.RoyNearyseacercóaLacombe,quenosehabíapercatadodesupresencia

hastaentonces.Elfrancésseasombró,másaun,sealegródeque,alfinal,Nearylohubieraconseguido.

—MonsieurNeary—ledijo—.¿Quédeseausted?—Deseosimplementesaberquéestáocurriendo.A Lacombe le pareció una respuesta adecuada porque el francés estaba

convencido de que, a su manera, Neary constituía un triunfo mucho más

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importantequetodoaquelencuentro.DejóaNearyallí,contemplandolainmensanave,ysedirigióallugarenelquesehallabanreunidosDavidLaughlinyvarioscolaboradoresdelProyectoMayflower.

—TenemosquehablardelcasodelseñorNeary—empezóadecirLacombeenfrancés.

MientrasLaughlin traducía, todosobservaronque laenormeaberturade lanaveestabaempezandoacerrarse.

Barrytambiénlovio.—¿Sevanair?—lepreguntóésteasumadre.—Sí,sevanair,Barry.¿Ytútevasaquedarconmigo?—lepreguntóJillian.—Sí.—Parasiemprehastaqueseasmayor.Elchiquilloseechóareíralegremente.Lacombe,Laughliny loscolaboradoresdelMayflowerestabandiscutiendo

acaloradamente,hablandotodosalavez.Laughlinlevantólamanopararestablecerelordenydijo:—Dice que son personas corrientes que se encuentran bajo unas

circunstanciasextraordinarias.Nosoncasosespeciales.Lacombevolvióahablarrápidamenteenfrancés.Traduciendo,Laughlindijo:—Estas personas han dejado sus vidas y sus familias para acudir a este

encuentro.La visión de estamontaña les fue implantada en el cerebro y les haobsesionado. Ahora es extremadamente importante que, con la mayor rapidezposible y con carácter voluntario, el señor Neary entre a formar parte de esteproyecto.

Elmaestrodeceremoniasprotestó.—Peroesquenosotroshemossometidoanuestragenteaunadiestramiento

intensivo de noventa y siete meses. No es posible esperar que alguien puedasuperarestabrecha.Nosé,¿cómovaaadaptarse,cómovaaafrontartodoeso?

Laaberturadelanavesehabíacerradoporcompleto.Barryseechóallorar.—Adiós—dijo,saludandoconlamano—.Adiós.Jillianseechótambiénallorar.Alparecer,Lacombesehabíasalidoconlasuyaporqueelfrancéssealejó

del grupo y se acercó de nuevo a Roy. Estrechó la mano del desconcertadonorteamericanoyledijo:

—MonsieurNeary,leenvidioausted.En aquel momento, la gran nave se abrió de nuevo en medio de una

explosiónde luzysonido.BING—BONG,hizo,BING-BONG,comosi tratara

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dellamar.Todosloselementosmetálicosdelabasevibraronacausadeaquellosgigantescosruidos.

Algoseestabaformandoenelencendidointeriordelanaveestrella.Unosvertiginosostorbellinosdeenergíaseestabanjuntandoyentrelazandoenformashelicoidaleshastadarlaimpresiónde...convertirseenjalea.

Aparecióunafigura.Despuésotra.Ydespuésunatercera.Seadelantaronunpaso.Lanaveemitióunasolanotaparecidaalfragorde

milesdetrompetas.Lastresfigurasseadelantaronotropaso.Eran inmensas, de dosmetros sesenta o setenta de estatura. Terriblemente

delgadas. Demasiado delgadas para la mecánica interior del cuerpo humanoaunque parecían hombres porque se movían sobre unas cosas que parecíanpiernasyagitabanunascosasqueparecíanbrazos.

JilliantomóenbrazosasuhijoBarryqueestabaprotestandoyechóacorrerrápidamentehaciaelfondodelabase.Noqueríavolveracorrerningúnriesgo.Pensaba que ahora que ya había recuperado aBarry, podría soportar cualquiercosa,peroaquellascriaturaserandemasiado.

Lasfigurasseadelantaronotropasoydespuéssedetuvieronyserozaronlauna a la otra.Al rozarse, se iluminaronde la cabeza a los pies y empezaron adespedir luz. Permanecieron inmóviles, rozándose, oscilando, brillando, yentoncesunadeellasparecióextenderunacosaincreíblementelargasemejanteaunbrazoyseñalóhaciaNeary.

Neary se desconcertó y retrocedió varios pasos para alejarse de aquellaespeciedebrazo.Peroéstelesiguiócomoahusándose.Leestabaseñalandoaélcontodaclaridad.

AhoraLacombetambiénextendióelbrazohaciaél,asintiendoconlacabezacomoparaanimarle.

Entonceselmaestrodeceremoniasdijo:—Señor Neary, me han dicho que podemos contar con su absoluta

colaboración.¿Aquégruposanguíneoperteneceusted?—Notengonilamenoridea—dijoNeary.ElmaestrodeceremoniasacompañóaNearyaunodeloscubículosyentró

conél.—¿Cuálessufechadenacimiento?—Cuatrodediciembrede1947.—¿Ha sido usted vacunado alguna vez contra la viruela, la difteria...?

¿Existeensufamiliaalgúncasodeenfermedadhepática?Jill, sosteniendo a Barry en brazos y con su pequeñomaletín colgado del

hombro,habíaabandonadolabaseyestabaempezandoaascenderdenuevoporlamontañacuandoescuchóotrosonidoallíabajoysevolvióparamirar.

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Delinteriordelgranvehículoespacialsurgióunenormefragordecaráctervibratorio. El espacio interior pareció agitarse y revolverse de energía. Unaspequeñasformasempezaronaemergeryacruzarlaimpresionanteabertura.

Debíandemedirunosnoventacentímetrosdealturayeranhumanoidesenelsentidodequeposeíanbrazosypiernasyunaespeciedecabezabulbosa.Perocada figura resultaba difícil de distinguir porque aparecía recortada sobre eltrasfondo del impresionante horno blanco-amarillento de la nave nodriza. Susbrazos y piernas eran increíblemente flexibles sin posible comparación con lasextremidadesdelossereshumanos.

Eran,además,infinitamenteextensibles,talcomoLacombetuvoocasióndecomprobarmuypronto.Unodelosdiminutosvisitanteslerodeóconunbrazoquesiguiócreciendohastarodearporcompletolacinturadelfrancés.

Al principio, los visitantes mostraron cierto recelo. Al parecer, estabancomparando sus formas con las de los seres humanos pero deseaban calibrartambiénlaacogidaqueéstoslesibanadispensar.

Eltactoeralaclave.Lotocabantodoportodaspartes.Ypuestoqueeltactoesalgoaloquelossereshumanosreaccionandemuydiversasmaneras,algunosde los técnicos enfundados en monos retrocedieron y otros, en cambio,reaccionarondemaneramásamistosa.

Enelinteriordeunodeloscubículos,diseñadodemodoqueparecieraunapequeña capilla, estaba teniendo lugar una extraña ceremonia. Doce hombres,enfundadosenunosmonosrojos,conunoscascosenlamanoyunasmochilasdevíveres colgadas a la espalda, se encontraban arrodillados delante de otrohombrevestidoconunmonoblanco.

—QueelSeñorseasiemprealabado—entonóelsacerdote.—Diosnosconcedaunventurosoviaje—contestaronlosastronautas.—Señor,muéstranostuscaminos.—Ycondúcenosportusendero.—Quenuestrasvidasseinclinen.—Yobservennuestrospreceptos.Enotrocubículo,Nearyseestabavistiendoconunmonorojosimilaralde

losastronautas.—Señor Neary —estaba diciendo el maestro de ceremonias—, nuestro

equipoha preparado algunos documentos básicos quenecesitan su firma.En elprimerodeellosseafirmaqueustedhasolicitadounasituaciónespecialdentrodel ProyectoMayflower por su propia voluntad y que nadie le ha obligado aparticipar.

En el exterior, los contactos eran no sólo generalizados sino tambiénespecíficos. Los visitantes estaban palpando ingles humanas, rostros humanos,

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espaldashumanas.Siellonogustabaaalgúnserhumano,pasabanaotroaquiensí le gustara.Y, si el ser humano respondía tocándoles a su vez, los visitanteshumanoides parecían desvanecerse momentáneamente emitiendo una docena decoloresyvibrandodeoscuroaclaro.

Al comprender que se encontraban entre «amigos», los humanoides seentregaron a una orgía de contactos, palpaciones y caricias.Un jefe de equipoenfundado en un mono blanco abrió una caja de envases de «Coca-Cola» yempezó a abrirlos, distribuyéndolos entre los diminutos seres y mostrándolescómobeberdirectamentedelenvase.

Loshumanoidesrespondieronvertiéndosela«Coca-Cola»enlasmanos,dedonde la bebida desapareció. El resultado fue instantáneo: los humanoidesempezaronabrincararribayabajocomopelotasdeping-pong,enmediodeunaexcitaciónquela«Coca-Cola»jamáshabíaprovocadoenlossereshumanos.

Desde un peñasco de arriba, Jillian y Barry estaban contemplando aquelextraordinarioespectáculo.Jillintrodujolamanoensumaletín,sacólapequeñacámarayempezóadispararfotos.Barryseestabariendodenuevo,hablándoleasumadredesuspequeñosamigosdeabajo.

Lacombe parecía ser el centro del afecto general de los humanoides,probablemente porque respondía a través del tacto, acariciando cuando leacariciaban,tocandocuandoletocaban.DavidLaughlin,comportándoseenformaanáloga,seestabariendoasulado.

Enelinteriordelacapilla,elsacerdoteseguíarezando.—Dios os ha encomendado a la custodia de sus ángeles. Te rogamos que

concedasaestosperegrinosunventurosoviaje.Sinembargo,laatencióndelosdoceastronautassehabíaconcentradoenla

granventana.Podíanveryoírpartede losextraordinariosacontecimientosqueestaban teniendo lugar en el exterior.Ni siquiera los noventa y sietemeses deadiestramientointensivoleshabíanpreparadoparatodoaquello.Todosopinabanque las oraciones habían estado muy bien hasta entonces, pero muy prontotendríanqueapañárselasporsucuenta.Yestabanmuyasustados.

En el interior del cubículo de Neary, el maestro de ceremonias seguíahablando.

—Esteúltimodocumentoesunapuraformalidad.Porquepodríaproducirsealgún problema en el ámbito de la jurisprudencia corriente, fuera de losparámetros de nuestra astronomía. Podría ocurrir que se le declarara a usted,técnicamentehablando...muerto.Estedocumentoafirmaque,enelcasodequeseemitierasemejantedictamen,ustedloaceptaría.Esunapuraformalidad.

Roynosabíadequédemoniosestabahablandoaqueltiponiquédocumentosestabafirmando.Sólodeseabaregresarallídondeseestabadesarrollandotodala

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acción.Nearytemíaperdersealgo.Vioalosdoceastronautasquesalíandelacapillayentonces, juntoconel

maestrodeceremonias,abandonóelcubículoyse incorporóa laprocesión.Elmaestrodeceremonias,queleestabadandotodavíainstrucciones,leentregóuna«cassette»yunacajallenadecintas.Mientrascaminabaunmédicoleauscultóelcorazón con un estetoscopio y un técnico examinó los electrodos que llevabaajustadosaltrajeyeltransmisorportátilque,atravésdeunabatería,sehallabaconectadoconlascomputadorasdelcubículomédico.

Ahora,elsacerdoteestabarezandodenuevo:—Bajolalumbredeunaestrella,terogamosconcedasaestosperegrinosun

venturoso viaje y días de paz para que, teniendo por guía a tu divino ángel,puedanalcanzar sudestinoy llegar finalmente al puertode la eterna salvación.Oh,Dios,quesacasteatusiervoAbrahamdeUrdeloscaldeosyleprotegisteentodossuscaminos,dígnate,terogamos,velarporestossiervostuyos...

Laprocesiónhabíasidorodeadapordocenasdepequeñosvisitantesqueseagitabanyparpadeaban.Estabaclaroquedeseabanladetencióndelaprocesión.

Elsacerdotedejódeandarperosiguió rezandoenvozalta.Senotabaqueestabatambiénmuyasustado.

—Sétú,Señor,paraellosayudaensuspreparativos,consueloenelcamino,sombraenelcalor,refugioenlalluviayelfrío,carruajeenelcansancio,escudoenlaadversidad,cayadoenlainseguridad,puertoenelnaufragio,paraque,bajotuguía,puedanalcanzarfelizmentesudestinoyregresardespuéssanosysalvosasushogares.

DosdeloshumanoidesrodearonaRoyyleapartarondelosdemás.Despuésledejaronsolocomoparaquepudieraadoptarlibrementeunadecisión.Nearysevolvió buscando a Jill y a Barry, pero no pudo verles. Entonces descubrió aLacombe.Ambossemiraronlargoratoy,acontinuación,elfrancésasintióconlacabezaysonriócomoparaanimarle.

Roysevolviódenuevoydioelprimerpasohaciaadelante.Despuésechóaandar lentamente y, a continuación, aceleró en dirección a la zona de gravedadnegativadelanaveyasuimpresionanteaberturailuminada.Losdoceastronautasempezaronaseguirle.

Lospequeñoshumanoidesformaronunabulliciosafilaaambosladosdelacolumna de astronautas y les acompañaron por la escalerilla brillantementeiluminadaqueconducíaalcentelleanteinteriordelaenormenavenodriza.

Una pequeña criatura se separó de la procesión y se acercó a Lacombe.Extendió una cosa parecida a un brazo y efectuó el primero de los signosmanuales, correspondiente a la primera nota. Lacombe, profundamenteconmovido, respondió. Después, la criatura y el francés efectuaron los cuatro

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signosmanualesrestantes.Lacombe contempló su... rostro. El rostro estaba pasando de algo

embriónico y sin formar a un rostro de mil años de antigüedad. Lacombecomprendió súbitamente que toda la sabiduría, toda la superinteligencia y laexperiencia que eran necesarias para construir aquellos vehículos y recorrertodosaquellosmillonesdeaños luzseencontrabanallí enelviejosemblanteyla...sí,lasonrisa...deaquellafantásticaypequeñacriatura.

Lacombeledevolviólasonrisayentonceselhumanoidesealejóhacialosdemás,endirecciónalafantasmagóricanave.

Neary ya casi se encontraba en el interior de la misma. Increíblemente,estabapensandoenunacanciónyoyéndolamentalmente.EradePinocho.

Sibuscasunaestrella,Noimportaquiénseas.Todoloquedeseetucorazónvendrá...a...ti.

Dio un pasomás por la deslumbrante rampa que conducía al centro de la

naveestrella.Asualrededor,laluzeracasicegadoray,sinembargo,élparecíaverlo...todo.Ylamúsicaensucerebroaumentódevolumen.

Situcorazónestáentusueño,Ningúnanheloesdemasiadoextremo;Sibuscasunaestrellacomolossoñadores.

Roy se volvió para asegurarse de que los doce astronautas estuvieran

todavíaconél.DespuéssaludóconlamanoporúltimavezaLacombeyaJillianyBarry.Esperabaqueéstostodavíapudieranverle.

Fuera,enlapistadecemento,lasfigurasdeNeary,delosastronautasydelaspequeñascriaturasseestabandesmaterializandoentreladeslumbranteluzylaenergía.

Comounrayollovidodelcielo,Intervieneeldestinoyteacompaña.Sibuscasunaestrella,tusueño...se...harárealidad.

Neary reanudó la marcha y se adentró en el impresionante corazón del

misterio.Lacombe,Laughlinylosdemáspermanecierondepie,contemplándolotodo

ensilencio.

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Y entonces, al principio despacio y después con mayor rapidez, lafantasmagóricanaveestrellaempezóaelevarse,separándosedesuplataformadeluz.Laplataformaseelevótambiénasuvezysesituóasualrededor.Muyprontoempezóaformarunabrillanteescalinatamulticolordirigidaalcieloyelenormebuque negro, con sus costados iluminados fue ascendiendo a través de lasdistintascapasdenubes.Hastaqueaquellagranciudadcelesteseconvirtióenlamásrefulgentedelasrefulgentesestrellasdelfirmamento.

Jillian yBarry lo contemplaron todo. Jillian sacó una última fotografía detodo,laúltimadelasmásimportantesfotografíasdetodalahistoriadelmundo.Lapruebairrefutable.

FIN

[1] Esta escena es un error clamoroso de la novela: Lacombe vuelve a“conocer” (¡por segunda vez!) a su traductorDavidLaughlin, a quien ya habíaconocidoeneldesiertomexicanoenelprimercapítulo.AhoraLaughlinparecesertraductorprofesional,envezdeuncartógrafoquesabefrancés,peroinclusoserepitepartedeldiálogo(laconferenciadeMontsoreau,etc.).Obviamente,setratadeunaescena“alternativa”,odeunaprimeraversióndelencuentro,quepordescuidotambiénterminódentrodellibro(noasíenlapelícula,aunquesellegóarodarypuedeverseenlas“escenassuprimidas”delDVD).

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