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EL TRATADO DE ALCACOVAS- TOLEDO Portugal, en su calidad de principal Estado monárquico empeñado en el reconocimiento de las islas atlánticas y las costas africanas, durante la década de 1470 se vio enfrentado a una serie de problemas con España. Una vez concluida una guerra favorable a los españoles, representantes de ambos Estados firmaron un acuerdo de paz en la localidad portuguesa de Alcacovas (4 de septiembre de 1479). Luego este tratado sería ratificado en Toledo en marzo de 1480. El tratado de Alcacovas-Toledo se centraba en dos aspectos: 1) cláusulas relativas a acuerdos matrimoniales y de sucesión y 2) un acuerdo de paz perpetua entre Portugal y España. En cuanto a lo segundo, el convenio incluía algunas regulaciones en torno a la navegación por el Atlántico, de manera que no hubiese discrepancias futuras en el dominio de las rutas atlánticas. Concretamente, se adjudicó a los reyes de Portugal todas las tierras descubiertas y cuantas se hallasen en adelante "de las islas de Canaria para abajo contra Guinea", con la única excepción de las propias islas Canarias que quedaban para Castilla. De esa manera, los monarcas españoles reconocieron la supremacía portuguesa en África y se comprometieron a no enviar expediciones hacia aquellas zonas sin el consentimiento de los reyes de Portugal.

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EL TRATADO DE ALCACOVAS-TOLEDO

Portugal, en su calidad de principal Estado monárquico empeñado en el reconocimiento de las islas atlánticas y las costas africanas, durante la década de 1470 se vio enfrentado a una serie de problemas con España. Una vez concluida una guerra favorable a los españoles, representantes de ambos Estados firmaron un acuerdo de

paz en la localidad portuguesa de Alcacovas (4 de septiembre de 1479). Luego este tratado sería ratificado en Toledo en marzo de 1480.

El tratado de Alcacovas-Toledo se centraba en dos aspectos: 1) cláusulas relativas a acuerdos matrimoniales y de sucesión y 2) un acuerdo de paz perpetua entre Portugal y España. En cuanto a lo segundo, el convenio incluía algunas regulaciones en torno a la navegación por el Atlántico, de manera que no hubiese discrepancias futuras en el dominio de las rutas atlánticas. Concretamente, se adjudicó a los reyes de Portugal todas las tierras descubiertas y cuantas se hallasen en adelante "de las islas de Canaria para abajo contra Guinea", con la única excepción de las propias islas Canarias que quedaban para Castilla. De esa manera, los monarcas españoles reconocieron la supremacía portuguesa en África y se comprometieron a no enviar expediciones hacia aquellas zonas sin el consentimiento de los reyes de Portugal.

En función de la expansión europea, lo realmente importante de este tratado radica en el hecho que por primera vez las dos coronas que encabezarían este proceso tuvieron que negociar el reparto de los espacios marítimos atlánticos que se estaban abriendo. Asimismo, se sentó un precedente para futuras negociaciones entre España y Portugal, cuyo punto más alto fue el acuerdo logrado en Tordesillas en 1494.

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ANTECEDENTES

Guerra de Sucesión Castellana

Al fallecer el rey de Castilla, Enrique IV en 1474 existían dos pretendientes al trono castellano: su hija única Juana la Beltraneja e Isabel de Castilla, hermanastra de Enrique.

Juana tenía el apoyo de una parte importante de la alta nobleza castellana y de su prometido, el rey Alfonso V de Portugal. Isabel contaba con el resto de la nobleza y con el apoyo de la Corona de Aragón, ya que estaba casada con su heredero, Fernando.

Las hostilidades estallaron en 1475. La guerra por tierra se desarrolló principalmente en la meseta norte castellana, decantándose a favor del bando isabelino a partir de la batalla de Toro de 1476. A partir de entonces el conflicto continuó sobre todo por mar, con flotas castellana y portuguesa luchando entre ellas y compitiendo por traer riquezas desde las lejanas tierras de Guinea.

La derrota castellana en el mar y la incapacidad portuguesa para ganar la guerra en tierra llevaron a los contendientes a iniciar negociaciones de paz en 1479.

Rivalidad entre Portugal y Castilla en el Atlántico

A lo largo del siglo XV, los exploradores, comerciantes y pescadores de Portugal y de Castilla fueron internándose cada vez más en el océano Atlántico. Los reyes de ambos reinos impusieron tasas a las mercancías traídas de ultramar y rápidamente surgieron fricciones sobre a qué soberano correspondían los impuestos provenientes de cada uno de los territorios descubiertos. Una controversia clave fue el control sobre el área de Guinea y la Mina, muy ricos en oro y esclavos. Otro punto importante fue a quién le correspondía el derecho a conquistar las islas Canarias.

Las islas de Lanzarote, Fuerteventura y Hierro fueron conquistadas por caballeros normandos para Castilla entre 1402 y 1405 pero los navegantes portugueses no dejaron de tocar en las islas y capturar esclavos en ellas.1 En 1431 los soberanos Juan I de Portugal y Juan II de Castilla firmaron un primer tratado de paz. Sin embargo, la disputa sobre la posesión de las Canarias continuó, siendo presentada en el Concilio de Basilea de 1435.2 En 1449 el rey Alfonso V de Portugal llegó a otorgarse el monopolio del comercio de Canarias.

En 1441 arribaron a Lisboa los primeros cargamentos documentados de oro procedentes de Guinea.2 Si bien inicialmente el Papado tomó una posición neutral entre Portugal y Castilla en cuanto a sus derechos sobre África a través de la bula Rex regum de Eugenio IV (1443), entre 1452 y 1455 el papa Nicolás V favoreció los esfuerzos de los portugueses con una serie de bulas, otorgándoles el control exclusivo sobre los territorios desde los cabos Bojador y Nam hasta toda la Guinea y "más allá

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hasta donde se extiende la playa meridional".a Esto llevó a los portugueses a asaltar y apresar barcos castellanos que regresaban de comerciar en Guinea, provocando un enfrentamiento diplomático entre los dos reinos,b el cual no llegó a mayores debido a la muerte de Juan II de Castilla, en 1454 y a la situación de debilidad de su sucesor, Enrique IV de Castilla.

En 1456 el siguiente papa, Calixto III, confirmó el monopolio de Portugal y además otorgó a la Orden de Cristo portuguesa la autoridad eclesiástica en todas las tierras desde los cabos de Bojador y Nam "hasta los indios".c El rey de Portugal adoptó una política comercial abierta, permitiendo a súbditos extranjeros comerciar en las costas africanas a cambio de los correspondientes impuestos. El único perjudicado era así el rey de Castilla.

En agosto de 1475, tras el estallido de la guerra, la reina Isabel I de Castilla reclamó que "las partes de Africa et Guinea" pertenecían a Castilla por derecho e incitó a sus comerciantes a navegar a ellas sin autorización portuguesa, iniciando la guerra naval en el Atlántico.

Negociación y firma

Las primeras conversaciones de paz tuvieron lugar entre la reina Isabel de Castilla y su tía Beatriz de Braganza, en el castillo de Alcántara, entre el 20 y el 22 de marzo de 1479. No hubo un acuerdo inmediato y siguió un largo silencio portugués. La principal dificultad se allanó cuando en mayo Juana de Castilla hizo público su deseo de ingresar en un monasterio.

Los encargados de negociar el acuerdo definitivo de paz fueron, por el lado de los reyes de Castilla y Aragón, Rodrigo Maldonado, oidor de la Real Audiencia, y por el lado del rey de Portugal, Joao da Silveira, barón de Alvito. Ambos eran miembros de los consejos de sus reyes respectivos.

El acuerdo final fue firmado por los negociadores en la localidad portuguesa de Alcáçovas, el 4 de septiembre de 1479. Cuatro días después fue ratificado por el rey de Portugal y proclamado en ese reino. Isabel lo ratificó en Trujillo el 27 de septiembre pero, como su marido el rey Fernando no estaba con ella ese día, hizo falta un segundo acto de ratificación el 6 de marzo de 1480 en Toledo, siendo pregonado oficialmente el acuerdo el 14 de marzo.

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El papa Sixto IV refrendó el Tratado mediante la bula Aeterni regis de 1481.

CLÁUSULAS PRINCIPALES:

Poner fin a las hostilidades entre Castilla y Portugal, que habían aumentado durante la Guerra de Sucesión Castellana (1475-1479).Alfonso V renuncia al trono de Castilla y los Reyes Católicos renuncian al trono portugués.Distribuir los territorios del Atlántico entre los dos países.Portugal mantiene el control sobre sus posesiones de Guinea, la Mina de Oro, Madeira, las Azores, Flores y Cabo Verde.Castilla tiene control sobre las islas Canarias.Reconocer que Portugal tiene la exclusividad de la conquista del Reino de Fez en África.Establecer el destino de la reina / princesa Juana en caso de abandonar el convento, que no tuvo que ser aplicado. Juana eligió la opción religiosa, tomando el hábito el 15 de noviembre de 1480. Aunque ella era activa en la vida política hasta su muerte, nunca abandonó el hábito.Formar un contrato de matrimonio entre Alfonso, heredero portugués, e Isabel, primogénita de los Reyes Católicos. Estos dos documentos son llamados las Tercerías de Moura.Perdonar a los castellanos juanistas.

Las estipulaciones del tratado se aplicaron inmediatamente. En abril de 1480, el rey Alfonso V envió instrucciones para ahogar a los marineros de todos los barcos no portugueses que fueran interceptado en las aguas asignadas a Portugal. Mientras tanto los Reyes Católicos hicieron cumplir el Tratado a sus súbditos. Los con licencias del rey de Portugal pudieron seguir comerciando en Guinea sin problemas. Pero no todos las solicitaron, y a partir del año 1480 había un montón de expediciones ilegales y casos de piratería. De hecho en 1489 los Reyes estimaron necesario recordar la prohibición de entrar en las aguas y tierras de Portugal y de capturar barcos portugueses.

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EL TRATADO DE TORDESILLAS

El precedente del Tratado de Tordesillas, fue el Tratado de Alcaçovas, firmado en 1479 entre las coronas castellana y portuguesa. En dicho tratado no sólo se ponía fin a la guerra de sucesión provocada tras la muerte del rey Enrique IV por el trono castellano entre Isabel La Católica y Juana la beltraneja, sino que además se repartían los derechos de navegación y conquista del Océano Atlántico. Según este tratado, el reino de Castilla, así como las Islas Canarias, serían para Isabel y Fernando, mientras que Madeira, Porto Santo, las Azores y las Islas de Cabo Verde, así como el derecho de conquista del reino de Fez y el derecho de navegación al sur del paralelo de las Canarias, serían para Portugal.

Múltiples incidentes ponen continuamente en peligro la paz conseguida en Alcaçobas. Los problemas se intensifican cuando Juan II de Portugal, tras recibir a Cristóbal Colón en Valparaíso, en 1493, al regreso victorioso de su primer viaje, le advierte que si las tierras que acababa de descubrir se hallaban al sur del paralelo de las Canarias, pertenecían, según lo estipulado en el Tratado de Alcaçobas, a Portugal.

El conflicto había estallado entre ambas potencias. Los portugueses pretenden que el paralelo de las Canarias sirva de límite a las conquistas de ambos reinos. Los Reyes Católicos rechazan esta pretensión y tratan de conseguir que Juan II se quede con África y deje para los castellanos las nuevas tierras descubiertas. Este intento por parte de los Reyes castellanos, se concreta en la promulgación por el Papa Alejandro VI de tres bulas en 1493: la "I Inter Caeteras" se establece que todas las tierras descubiertas por Colón y las que posteriormente se descubran serán para Castilla; en la "II Inter

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Caeteras" se modifica el sentido de la primera y se fija una línea a 100 leguas al oeste de las Azores y Cabo Verde que define el dominio marítimo y terrestre de Castilla; en la tercera bula, "Eximiae devotiones" no se menciona para nada la segunda y se ratifica lo señalado en la primera, ampliando los dominios asignados a los castellanos.

La firmeza de Juan II al rechazar estas soluciones, así como el deseo sincero de ambos reinos de no reiniciar una nueva guerra, unida a la incertidumbre de los Reyes Católicos ante los secretos del Océano y la amenaza de Carlos VIII de Francia contra el Papa, motivaron una larga serie de contactos y negociaciones que se materializaron en 1494 en Tordesillas.

ANTECEDENTE PRÓXIMO: EL PRIMER VIAJE DE COLÓN

En 1492 los reyes de Castilla y de Aragón autorizaron a Cristóbal Colón a realizar una expedición marítima de descubrimiento navegando por el océano Atlántico hacia el oeste. Participaron tres carabelas: la Pinta, la Niña y la Santa María, al mando de Martín Alonso Pinzón, Vicente Yáñez Pinzón y Juan de la Cosa, respectivamente. Las naves partieron de Palos de la Frontera el 3 de agosto de 1492 y se dirigieron a las Canarias.2 El 16 de septiembre, las embarcaciones alcanzaron el mar de los Sargazos y el 12 de octubre llegaron a la isla de Guanahani, en el archipiélago americano de las Bahamas. Colón siguió con su periplo por el mar Caribe llegando a Cuba el 28 de octubre y a La Española el 6 de diciembre. El 24 de diciembre la Santa María encalló en las costas de La Española y con sus restos se instaló el Fuerte Navidad.

La expedición emprendió el regreso el 16 de enero de 1493 y unos días más tarde una tormenta separó las dos naves. La Pinta, al mando de Pinzón, llegó a Bayona (Galicia) a finales de febrero y anunció a los reyes Isabel y Fernando el descubrimiento.3 Entre tanto, la Niña, en la que viajaba Colón, hizo escala el 17 de febrero en la isla portuguesa de Santa María, en las Azores, y el 4 de marzo recaló en Lisboa, tras 7 meses y 12 días de viaje. Allí fue interrogado por el rey Juan II de Portugal y le puso al corriente de sus descubrimientos. Inmediatamente el monarca portugués reclamó la pertenencia de las nuevas tierras alegando derechos derivados del tratado de Alcáçovas. Isabel y Fernando, por su parte, negaron tal pretensión aduciendo que la navegación se había efectuado siempre al oeste, y no al sur de Canarias. El día 15 Colón regresó al puerto de Palos y el mes siguiente fue recibido en Badalona por los Reyes.

NEGOCIACIÓN DEL TRATADO

Las Bulas Alejandrinas

Para defender la soberanía castellana sobre los territorios recién hallados por Colón, Isabel y Fernando solicitaron ayuda al papa Alejandro VI (Rodrigo Borgia), que había sido elegido en agosto de 1492 y con el que tenían una larga relación de favores

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mutuos. El Papa emitió cuatro bulas, conocidas como Bulas Alejandrinas, fechadas entre mayo y septiembre de 1493: la primera Inter caetera, la segunda Inter caetera, la tercera Eximiae devotionis y la cuarta y última Dudum siquidem. En ellas estableció que pertenecerían a la corona de Castilla las tierras y mares al oeste del meridiano situado a 100 leguas al oeste de las Azores y Cabo Verde. Se decretaba la excomunión para todos aquellos que cruzasen dicho meridiano sin autorización de los reyes de Castilla.

NEGOCIACIÓN FINAL Y FIRMA

Las prerrogativas derivadas de las bulas Alejandrinas, en especial de la última Inter Caetera, muy favorables a los castellanos, no debieron satisfacer a Juan II de Portugal, quien quedaba excluido en la práctica de las empresas americanas, toda vez que la línea imaginaria de demarcación trazada por designio papal le relegaba a las costas africanas, quedando el Nuevo Mundo de

forma privativa para el rey y la reina de Castilla y de Aragón. Por ello los Reyes Católicos y el monarca lusitano negociaron un tratado bilateral.

Las delegaciones diplomáticas se reunieron durante varios meses en Tordesillas, en la actual provincia de Valladolid. Según el cronista portugués García de Resende, los embajadores portugueses recibían desde Lisboa informes secretos sobre cuál iba a ser la posición negociadora de los castellanos junto a instrucciones directas del rey Juan.4

Finalmente los delegados de ambas monarquías alcanzaron un acuerdo que se plasmó en un tratado, firmado el 7 de junio de 1494, hoy denominado Tratado de Tordesillas. Por parte de los Reyes Católicos firmaron Enrique Enríquez de Guzmán, mayordomo mayor de los reyes, Gutierre de Cárdenas, comendador mayor de la Orden de Santiago y contador real, y el doctor Francisco Maldonado; por el lado portugués firmaron Ruy de Sousa, su hijo Juan de Sousa y el magistrado Arias de Almadana. Se fijó un plazo de cien días para su ratificación por los respectivos monarcas; los Reyes Católicos lo refrendaron el 2 de julio de 1494 en Arévalo, y Juan II lo hizo el 5 de septiembre siguiente en Setúbal. Los originales del tratado se conservan en el Archivo General de Indias en Sevilla (España) y en el Arquivo Nacional da Torre do Tombo en Lisboa (Portugal).

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CONTENIDO DEL TRATADO

La esencia del Tratado consistió en el convenio de una nueva línea de demarcación, siendo ésta la que, teniendo sus extremos en ambos polos geográficos, pasase a 370 leguas7 al oeste de las islas de Cabo Verde.8 Esta línea viene a coincidir con el

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meridiano situado a 46º 37’ longitud oeste[cita requerida] —meridiano que pasa prácticamente por el sector este de la actual ciudad de São Paulo, Brasil—. La gran diferencia con la demarcación establecida en las bulas pontificias fue que la parte oriental de América del Sur, el extremo este de Brasil, quedaba ahora adscrito al área de acción de Portugal, lo que posibilitó el sometimiento a su soberanía cuando en 1500 Pedro Álvares Cabral arribó a las costas brasileñas.

Otros puntos del tratado contemplaban la renuncia de Castilla a los derechos que tenía sobre el Reino de Fez, salvo la región que rodea a Melilla, así como la exclusión de navíos de pesca castellanos al sur del Cabo Bojador y la confirmación del derecho castellano, dentro del área portuguesa, de realizar «Cabalgadas» entre ese punto y el Río de Oro.

En su Historia de España, Ramón Menéndez Pidal calificó el Tratado de Tordesillas como el primer tratado moderno de la historia europea pues, por primera vez, al lado de los diplomáticos que llevaban las conversaciones había dos grupos de peritos (españoles y portugueses) que asesoraban técnicamente a los primeros.

Líneas divisorias del mundo entre España y Portugal: El meridiano del tratado de Tordesillas (1494, morado) y el antimeridiano de Zaragoza (1529, verde)

Que se haga y asigne por el dicho mar océano una raya o línea derecha de polo a polo, del polo Ártico al polo Antártico, que es de norte a sur, la cual raya o línea e señal se haya de dar e dé derecha, como dicho es, a trescientas setenta leguas de las islas de Cabo Verde para la parte de poniente, por grados o por otra manera, como mejor y más presto se pueda dar, de manera que no será más. Y que todo lo que hasta aquí tenga hallado y descubierto y de aquí adelante se hallase y descubriere por el dicho señor rey de Portugal y por sus navíos, así islas como tierra firme, desde la dicha raya arriba, dada en la forma susodicha, yendo por la dicha parte de levante, dentro de la

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dicha raya a la parte de levante, o de norte o sur de ella, tanto que no sea atravesando la dicha raya, que esto sea y quede y pertenezca al dicho señor rey de Portugal y a sus subcesores para siempre jamás. Y que todo lo otro, así islas como tierra firme, halladas y por hallar, descubiertas y por descubrir, que son o fueren halladas por los dichos señores rey y reina de Castilla y de Aragón, etc., y por sus navíos, desde la dicha raya, dada en la forma suso dicha, yendo por la dicha parte de poniente, después de pasada la dicha raya, para el poniente o al norte sur de ella, que todo sea y quede y pertenezca a los dichos señores rey y reina de Castilla y de León, etc., y a sus subcesores para siempre jamás.

DIFICULTADES PARA ESTABLECER LA POSICIÓN DE LA LÍNEA

Primeras líneas de demarcación del Tratado de Tordesillas

El Tratado de Tordesillas sólo especificaba la línea de demarcación en 370 leguas desde las islas de Cabo Verde. No especificaba la línea en grados de meridiano ni identificaba la isla desde la que debían contarse las 370 leguas ni tampoco la longitud de la legua.9 El tratado declaraba que esas materias serían establecidas por una expedición conjunta que nunca se llevó a cabo. A eso debía agregarse que no era conocido exactamente el tamaño de la esfera terrestre y por lo tanto la distancia entre cada meridiano variaba de acuerdo a la longitud que se le atribuía a la esfera, esto hacía que aunque se estuviera de acuerdo en cuantas leguas había en un grado de longitud, su distancia en kilómetros variaría de acuerdo al tamaño atribuido a la Tierra. La determinación de la longitud era la única manera de poder fijar distancias en el mar y la única forma muy imprecisa de determinarla era por medio del tiempo empleado en recorrer una distancia determinada.

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INTERESES GEOESTRATEGICOS DE LAS POTENCIAS EUROPEAS EN LA AMAZONÍA

Aparte de las grandes riquezas que se encontraban en la Amazonía, de las cuales las potencias europeas tomaron conciencia rápidamente, esta tenía gran importancia estratégica militar que otorgaría una posición dominante en el hemisferio a quien lograra su control.

A los holandeses, franceses e ingleses, les interesaba tener presencia en la Amazonia, porque desde sus costas (Las guyanas y la zona de Recife) podían amenazar el comercio de oro que atravesaba el istmo de Panamá para luego atravesar el caribe, pero además también les permitía amenazar el comercio del Brasil hacia Europa.

Por otro lado, las posiciones en las costas de la amazonia, les permitía a estas potencias, introducir sus mercaderías en América, ya sea a través del comercio legal o ilegal (contrabando), por otro lado, Holanda y Portugal fueron países involucraos en el comercio negrero, contribuyendo a la introducción de los grupos africanos en la amazonia durante esta etapa de la historia, por otro lado en la colonias holandesas, inglesas, francesas y portuguesas del Atlántico se instalaron factorías que permitían a las flotas de esos países aprovisionarse y reparar sus embarcaciones.

Para los portugueses, el dominio del río amazonas permitía tener acceso a la vía navegable fluvial más importante de América y transportarse raídamente hacia las profundidades de la Amazonía para llegar cerca de la cordillera, aunque su pretensión siempre fue llegar al pacífico, pues siendo el Portugal una potencia comercial, una posesión que tuviera acceso a dos océanos le permitiría comunicarse y comerciar rápidamente con África y el Asia.

Para lograr este cometido, según afirma el historiador Rougero Romano, las autoridades coloniales portuguesas promovieron el surgimiento de los Banderirantes, que eran empresarios privados que llevaban la bandera del Rey de Portugal a las profundidades de la Amazonia que formalmente, por el tratado de Tordesillas, le correspondía a España.

Se puede decir, que los portugueses “tercerizaron el proceso de conquista” con la finalidad de no verse involucrados directamente en cualquier tipo de conflicto con los españoles.

Los españoles mientras tanto, solo desarrollaron una estrategia que buscaba alejar a la potencias europea de los andes, que es donde se encontraban las principales minas de plata y oro de Sudamérica. Por lo tanto aspiraron a dominar la Amazonía solo en tanto y en cuanto esta sirviera como un colchón entre las posesiones coloniales portuguesas y los andes, de allí que los españoles constituyeran en la Amazonía la Comandancia General de Maynas, la cual tenía un carácter fundamentalmente militar, pero en donde los misioneros jesuitas y franciscanos continuaron siendo el poder real.

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LA PRESENCIA FRANCESA EN AMERICA EN LA AMAZONIA

La presencia colonial de Francia en América del Sur quedo reducida a lo que hoy conocemos como la Guyana Francesa, sin embargo, durante los siglos XVI y XVII, los franceses intentaron expandir su influencia, dando origen a dos experiencias coloniales conocidas como la “Francia Antártica” y la “Francia Equinoccial”, que fueron importantes porque introdujeron el protestantismo en territorio de Sudamérica, crearon situaciones de conflicto religioso, pero también fenómenos de sincretismo de la cultura occidental y amazónica.

En este proceso los protestantes y católicos europeos combatieron entre sí pero también los indígenas tomaron parte activa en estos conflictos, sin embargo su rol no fue menos protagónico, lo que se demuestra en los procesos de sincretismo religioso que demuestra la fuerza de la cosmovisión amazónica y su capacidad para tomar los elementos nuevos de otras culturas.

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LA PRESENCIA HOLANDESA EN LA AMAZONIA

De las potencias no católicas la que más avanzó en el territorio amazónico fue Holanda, la intrusión holandesa en Brasil fue de más larga duración y más problemática para Portugal. Los corsarios holandeses comenzaron por saquear la costa: saquearon Bahía en 1604, e incluso capturaron temporalmente la capital, San Salvador.

El proyecto de colonización holandesa de Brasil tenía como objetivo crear una sociedad multiétnica. Según Benjamin Schmidt, los holandeses estaban convencidos de que los protestantes y los amerindios eran aliadosnaturales y que se unirían espontáneamente para combatir la invocada tiranía ibérica. Por eso, no resulta extraño que Diederik van Waerdenburch, comandante de la flota holandesa que atacó Pernambuco en 1630, considerase que los indígenas y él tenían un enemigo común: los católicos portugueses.

Por lo tanto, la penetración en Brasil fue considerada por los holandeses como una cruzada calvinista contra los ibéricos católicos, tildados de “infieles”. La conquista de parte de Brasil constituyó un motivo de júbilo patriótico para los holandeses y la literatura que circuló en Holanda durante esos años celebró las victorias más decisivas y denunció la “tiranía católica” en América, lo que contribuyó a exaltar aún más los ánimos.

El fundador de la Compañía Holandesa de las Indias Occidentales (WIC), Willem Usselincx (1567-1647), se consideraba dotado de una indiscutible superioridad moral y esperaba que la población indígena acatase la autoridad de la WIC por los malos tratos que sufría de los ibéricos. Llegó incluso a propugnar el fin de la esclavitud de los africanos, pues confiaba en la productividad de los colonos del norte de Europa. Sin embargo, con el tiempo los

holandeses terminaron aceptando la esclavitud de los negros y llegaron incluso a organizar expediciones punitivas contra los quilombos.

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LOS PORTUGUESES Y EL BRASIL

Se denomina Brasil colonial al periodo histórico que abarca desde la llegada de los primeros europeos, en 1500, hasta la independencia, en 1822. En este período Brasil estuvo bajo el dominio político de Portugal.

La colonización portuguesa de América, comenzó motivada por razones económicas y estratégicas. Por un lado las económicas a causa de la merma en las ganancias en el comercio con el Oriente y las posibilidades mercantiles del árbol de brasil, de cuya corteza se producía un tinte rojo usado para teñir textiles. Y entre las razones estratégicas, la principal era combatir las ambiciones españolas o francesas por este territorio.

Eventualmente, Francia y Holanda conquistaron algunas regiones estratégicas, como por ejemplo la isla de São Luís, las ciudades de Río de Janeiro y de Recife, y parte de los actuales estados de Pernambuco, Paraíba y Alagoas. Pese a estas ocupaciones, que finalmente fracasaron, se mantuvo, en el periodo colonial, la unidad lingüística y cultural del Brasil.

En 1530, la corona portuguesa expulsó a los franceses que rodeaban las costas del Brasil, ya que eran tierras que pertenecían a Portugal desde 1500.

En 1533, el rey de Portugal, Juan III, dividió el territorio de Brasil en 13 franjas o capitanías, de 150 millas de ancho cada una, lo que influyó en el carácter privado de la colonización portuguesa. Estas capitanías fueron repartidas u otorgadas a nobles portugueses de forma vitalicia y hereditaria a fin de obtener el mayor rendimiento con el mínimo de costos para la metrópoli. Los nobles que recibieron las mismas se

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comprometieron a evangelizar a los aborígenes, reclutar colonos y desarrollar económicamente la capitanía.

Durante 19 años la administración de las capitanías estuvo a cargo de los nobles, pero en 1549, el rey nombró un gobernador general o "Capitán mayor" representante del rey que administraría toda la colonia. El propósito de este gobierno era que el rey de Portugal gobernara a Brasil con el asesoramiento del Consejo Ultramarino, además de unificar el gobierno colonial. Sin embargo, aunque se pretendió quitar poderes a los capitanes generales, realmente continuaron dominando la colonia. Ellos, perdieron solamente facultades políticas pero mantuvieron sus privilegios económicos y continuaron con la esclavitud indígena. Desde los comienzos de la

colonización, una de las actividades principales realizada por los terratenientes o capitanes generales en Brasil, fue las cacerías indígenas con el fin de esclavizarlos. Estos organizaron compañías militares o bandeiras que se organizaron para realizar expediciones al interior del territorio y de la selva amazónica, en busca de humanos para esclavizarlos. Aun así, los indígenas no fueron suficientes para la mano de obra por lo que recurrieron al uso de esclavos africanos a partir de 1530.

El período colonial puede ser subdividido en tres categorías:

El poblamiento (desde el descubrimiento hasta 1530).El ciclo de la caña de azúcar.Y el ciclo del oro.

La economía de todo el período está caracterizada por los latifundios y la utilización de mano de obra esclava.

CONSOLIDACIÓN DE LA NUEVA INSTITUCIONALIDAD

Otros Elementos que consolidaron el desarrollo colonial portugués fueron los siguientes:

El surgimiento de los Bandeirantes.La influencia de la Orden de los JesuitasEl mercado negrero de Portugal, que ha determinado la formación de una cultura y psicología social luso- afro-brasilera.

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Del mismo modo tendríamos que destacar que, al ser destruidas rápidamente en Brasil las sociedades indígenas de organización compleja, las etnias menos desarrolladas no pudieron oponerse organizadamente a la conquista portuguesa.

Estas condiciones socioculturales hicieron posible que el modelo

político-económico colonial-mercantilista fuera implementado por los portugueses sin mayores obstáculos ya que los indígenas no tenían ningún referente alternativo.

En el desarrollo de la política colonial portuguesa, las capitanías eran empresas privadas de expansión. Cada Capitán General era un militar que obtenía el permiso de la corona para expandir el territorio. Estos promovieron entonces campañas de colonización en cuyo desarrollo surge el personaje del bandeirante o colono. Por las mismas características del territorio brasilero el bandeirante es un

aventurero que lleva la bandera del rey de Portugal al frente de su expedición pero que combate con la finalidad que se le reconozca parte de la propiedad sobre las tierras conquistadas.

Esta estrategia es desarrollada por los portugueses para contravenir el derecho de utiposideti que tenían los españoles sobre la Amazonía, la cual habían sido negociados en el tratado de Tordesillas. De esa manera los portugueses evitaban responsabilidad política directa sobre la acción de los bandeirantes y comprometerse en conflictos bélicos coloniales y lo que era más peligroso aún, una guerra directa con España en el propio continente europeo, ya que ambas potencias coloniales son fronterizas.

El bandeirante era entonces un personaje decidido a posesionarse del territorio para beneficio propio, podríamos decir que representa el expansionismo brasilero, pero que se basa en la participación popular estimulada por el estado para garantizar sus propios intereses. Una vez ocupados los territorios la población recurría al principio de autodeterminación y se incorporaba a los territorios coloniales portugueses por voluntad propia o a través de una negociación.

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Un segundo elemento importante, es la misión cumplida por las misiones jesuitas. En el S.XVII el Rey del Portugal se designó su protector, por lo cual propicio la formación de los Reductos Jesuitas, que eran instituciones dedicadas al adoctrinamiento de los indios pero sobre todo a la organización para el trabajo.

Estas instituciones se convirtieron en instrumentos sólidos de control ideológico de la masa indígena, pero también de integración de esta a la dinámica económica, a pesar que su forma de organización corporativa no permitía un libre desarrollo de las fuerzas productivas a través del mercado, su eficacia fue tan apreciada que la corona portuguesa se ocupó de tomar el control a través de otras órdenes religiosas y a través del propio estado, lo cual no siempre fue una experiencia exitosa.

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BIBLIOGRAFÍA

http://blogs.ua.es/monarquiahispanicaportugal/2011/12/06/tratado-de- alcacovas/

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Libro: ‘’DESDE ESTE LADO DE LA CORDILLERA’’