el terrorista líquido héctor d'alessandro

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El terrorista líquido. Héctor D’Alessandro. Mas en psicocuantico.blogspot.com Bernaldo Cassen, natural de Barcelona y terrorista líquido, llegó a la sucursal bancaria del Banco Popular a una hora en la que había sólo dos clientes, y estos, además, estaban en la parte externa de la oficina, donde está el cajero; dado que lo conocían desde hacía años y tratándose del famoso filósofo, lo recibieron, como casi siempre, media docena de simpáticas sonrisas. Contaba con esto. Nada más entrar se dirigió al asiento libre en el escritorio de su empleado favorito, aquel que siempre le había hecho la pelota cada vez que Héctor D’Alessandro psicocuantico.blogspot.com

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El terrorista líquido es una muestra del daño gratuito y cruel por el que optan los ciudadanos en las cuales las situaciones dramáticas publicas se han convertido en dramas de solución privada; acorde con la tónica de los tiempos, el protagonista de este relato, resuelve su situación de un modo especial y privado

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Page 1: El Terrorista Líquido Héctor D'Alessandro

El terrorista líquido.

Héctor D’Alessandro.

Mas en psicocuantico.blogspot.com

Bernaldo Cassen, natural de Barcelona y terrorista líquido, llegó a la

sucursal bancaria del Banco Popular a una hora en la que había sólo

dos clientes, y estos, además, estaban en la parte externa de la

oficina, donde está el cajero; dado que lo conocían desde hacía años y

tratándose del famoso filósofo, lo recibieron, como casi siempre, media

docena de simpáticas sonrisas. Contaba con esto. Nada más entrar se

dirigió al asiento libre en el escritorio de su empleado favorito, aquel

que siempre le había hecho la pelota cada vez que necesitaba de él

que gastara más en algún nuevo “servicio financiero” y había fingido

una calibrada simpatía lo más parecida a la amistad pero sin que

llegara a realizarse como tal –nunca habían quedado para cenar

juntos o con sus familias ni se habían invitado a la casa de la playa.

  Y eso que Bernaldo había planteado la posibilidad de que esta

amistad se desarrollara por buenos andariveles, invitando al empleado

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—“al puto empleado de mierda”— del banco a tomar una copa y

pasarse por su despacho, pero éste no había querido; en lenguaje

sólido “había declinado la invitación”. Bernaldo era nacido en

Barcelona pero se había criado en las Antillas  y tras un posgrado en

estructuralismo filosófico en la ciudad, había decidido al fin quedarse,

había decidido incluso sentirse muy posmoderno. Pero la sólida y

chabacana ciudad le había respondido, luego de treinta y cinco años

viviendo en ella, con una cepillada de sus ahorros del plan de

pensiones — ¡60 mil euros!—. Maldita la hora en que escuchó a aquel

puto sirviente bancario que lo había llamado a una hora lo

suficientemente temprana como para encontrarlo por completo

desprevenido. (“Seguro que eso también lo tienen estudiado, hasta la

hora a la cual llamar al pringado de cliente, para engancharlo con

mayor sutileza y profundidad en la estocada”.) Había en aquel banco

una enano asqueante que caminaba muy erguido y lo habían puesto

allí para que hiciera de verdugo de los empleados antiguos. Venía a

enseñarles como se hace una venta (“Cómo se le “encoloma” un

producto a un cliente, “joder”, así hablaban esos gusanos, “porque en

definitiva si el cliente estuviera en tu sitio también te lo haría, te

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jodería”, éste era el discurso de entrenamiento en ventas que les daba

ese banco y otros bancos, comprobado, a sus empleados.)

  El caso es que el muy cabrón me llamó temprano en la mañana y me

dijo que teníamos que ver algo del plan de pensiones, y dado cómo

está el tema, fui a verlo, como confiaba en él, entendí que mi fondo de

60 mil acumulados de los últimos 35 años corría riesgos tal y como

estaba y que lo mejor que podía hacer era cambiarlo a otro sistema o

plan, y confiando en él, así lo hice.

   Con la triste y exasperante consecuencia de que empecé a perder

miles de euros por semana, hasta quedarme sin nada de esos ahorros

tan preciados. Fui a verlo y a hablar seriamente y me miró con esa

cara de gilipollas que ponen los estafadores españoles que sólo te

dejan la oportunidad de meterles una trompada o de volarles la cabeza

con un rifle. Me miraba con cara “lo siento mucho pero yo no puedo

hacer nada”, y fue en ese momento que en mi mente, pensó Bernaldo,

lo ví muerto, definitivamente muerto, con la cabeza volada en mil

pedazos de un buen tiro en la cabeza, la sociedad del espectáculo,

Guy Debord, Deleuze, Derrida, Fuocault y Bauman pasaron por mi

mente en un instante y dado mi prestigio en la ciudad en varias

universidades americanas, así como mi amistad personal con diversos

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gobiernos a lo largo y ancho del mundo a los que había asesorado, fue

que pensé, nada, un atentado líquido, un atentado de intelectual,

amparado además en mi edad ya cercana a la inimputabilidad, de los

que la sociedad bien pensante perdonará ipso facto y me buscarán la

manera de darme pasaporte a un sitio lejano de España y de las rejas.

 Así fue que Bernaldo comenzó a organizarse su discurso, no fue un

discurso reivindicativo, género más bien propio de la era sólida, éste

era un discurso autoanalítico, es decir autodiluyente.

  Por definición, se decía a sí mismo, un atentado de la era líquida

procedente de un conspicuo integrante de la “inteligentsia”, y sobre

todo en un país de imbéciles como España, tenía que ser algo no sólo

evanescente sino además very fast y, por encima de todo, no una

suerte de venganza personal sino lo más impersonal que pudiera

darse. Sí, ahí estaba el quid de la cuestión, podía imaginarlo: “en la

era líquida el terrorista lleva la impersonalidad de su acto casi a un

grado de accesis, pero más que accesis, un estado propio de la

literatura de la era sólida, una canalización, una canalización de las

voces procedentes del mismo destino de la especie. Un acto de

terrorismo sistémico, de causalidad circular, yo tiro porque me toca. No

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Page 5: El Terrorista Líquido Héctor D'Alessandro

pongo en juego mi personalidad en la que no creo sino que participo

en mi momento en un proceso energético.   

  La prensa para marujonas asustadizas y analfabetos de toda clase,

como "El Periódico", lo presentaría a pesar de los pesares como la

acción de un loco, quizás salieran con aquello de “locura

momentánea” y seguro que la prensa conservadora aprovecharía para

intentar darle carpetazo a los movimientos de indignación. Eso es fácil:

ven a dónde conducen los excesos, se comienza dando una calada y

se acaba yonqui, algo así. Para cerebros esclerosados.

   Estos aspectos los pensó y los barajó de muchísimas maneras y una

vez los hubo dilucidado en su mente, ya no volvieron a  estorbar,

menos aún delante del empleado gordo. Lo saludó, le dio los buenos

días, sacó una de las armas que había podido entrar al banco gracias

a la vieja amistad que ahora los iba a separar para siempre cuando el

mundo conocería al primer terrorista líquido, le dijo más o  menos

“mira chico podría explicártelo pero creo que tu cerebro lleno de gases

intestinales jamás podría comprenderlo, así que solo pasarás un fugaz

terror: este”, y le metió el primer balazo en el punto del tercer ojo, eso

podría ser tomado por la prensa como una suerte de simbolismo, él

había ido al ashram de Osho en la India junto con Peter Sloterdij. El

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puto gordo inútil la palmó (vaya, pensó, cómo ha regresado a mi vida y

mi cerebro este lenguaje despectivo y de clase media baja española

en estas horas de intensidad) se cayó de culo, de espaldas, con una

cara de pasmo que le quedó grabada para el más allá. A continuación

apuntó a la puerta y le disparó a una vendedor repugnante que ya se

acercaba para huir, corriendo, y gritó, el siguiente que se acerque ya lo

sabe. Todos al suelo. Se giró y voló la oficina con aspecto de

incubadora donde yacía aterrado, por no decir, cagado de miedo, el

joven tirapedos de gerente de la sucursal, le apuntó al hombro y de un

tiro se lo arrancó literalmente, lo que le hacía proferir gritos

desgarradores al gerente. Se le acercó. ¿Qué, hijo de puta, duele

verdad? Pues te voy a dejar vivo bastante rato, todo lo que pueda

entretener a la policía con el cuento de que quiero negociar alguna

gilipollez así te mueres lentamente y yo me quedaré con unas

imágenes guardadas deliciosas y muy potentes que me acompañarán

cada uno de los días de mi vida, podré poner en un marco en mi

despacho en Bahamas, a donde tarde o temprano me iré, y así

recordar que en el día de hoy alcancé mi grado superior de excelencia.

¿Nunca hiciste ningún curso de excelencia? ¿No? Pues tendrías que

haberlo hecho, uno de caminar sobre el fuego y de comer vidrio

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porque así podrías estar ahora más digno a la hora de morir y no

preguntarías mamonadas aprendidas en las malas películas. ¿Qué

quiere señor Cassen? ¡Imbécil! ¡Nada quiero, nada! En la posthistoria

no se quiere nada. ¿No leíste una novela postmoderna? No, ¿qué vas

a leer tú, infeliz proyecto de insecto? Tú debes leer revistas de

economía que no entiendes y con el pechito tieso así como ibas te

debes ir follando a las vecinas y a las amigas de tu hermanita ¿Verdad

que acierto? Ves que eres un vulgar subhumano, un puto proyecto de

cacho de mierda, eso es lo que eres, y no chilles que te meto otro

balazo en el otro hombro, o en la polla, mejor, sí, en la polla, así le

damos qué pensar a los analistas de la prensa, cosas truculentas

sobre mi cerebro, o mejor sobre nuestra posible “relación”. ¡Come

mierda! Eso es lo que eres, un comemierda. Un subhumano

comemierda con pretensiones de salirse del planeta al final de la vida

con tu plan de pensiones y con cara de yo sí que fui muy listo. Pues,

no, aquí, por un azar total, te ha tocado que un terrorista líquido te joda

la marrana, se te va a joder todo el plan. Ya sé que no entiendes nada

porque has sido creado por alguna gorda sebosa con el culo gordo

preocupada por su niño, ay mi niño, ay mi niño que lleva el lacito de la

corbata mal anudado, acomódate bien la corbatita, pajero, para que

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parezcas un lindo cadáver. ¿Sabes qué te digo, gerentito de los

huevos, que vas a ser famoso durante quince minutos, pero cadáver.

Yo miraré, el día de mi juicio, del que me saldré, a tu mamá y con la

misma indiferencia con que practico estos fútiles insultos contigo, le

diré, le pido perdón señora porque no puedo olvidar el momento final

en que me dijo “dígale si todavía tiene corazón, a mi mamá, que la

quiero mucho” Con una frases de estas quedarás muy bien, chaval. Y

creo incluso que la gorda culona de tu vieja pedirá mi absolución, dirá:

“al hombre se le nota arrepentimiento”. Ay qué penita. Y además le

diré, dado que nuestro sistema judicial basado en la culpa y la causa,

cosas de las cuales tú, cabeza de chorlito, no debes saber

absolutamente nada, su hijo señora además de mandarle este saludo

me dijo que le dijera “mamá, no caigas en el odio, este hombre tenía

un plan de pensiones de 60 mil euros y yo mismo le hice una estafa

legal, no digo que este bien lo que está haciendo pero piensa en sus

hijos, mamá”.

  ¡¡Ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja!!

   Lo que me voy a reir, pandilla de subnormales. Ja ja ja

   Bueno, ya llegó la poli, vamos a mostrarle la reivindicación. Puerta

bloqueada con barra de hierro, paquete sospechoso instalado en

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medio del paso de la puerta, posiblemente explosivo. Dos empleados

muertos en el suelo, dos putillas y un gilipollas más dispersos por ahí

arrastrándose como lo han hecho durante toda su vida pero ahora con

caca en el trasero o sea que oliendo muy mal. Y un gerente de camisa

blanca de 250 euros, con el hombro izquierdo literalmente arrancado,

con muy mal aspecto. Un auténtico asco, pronóstico reservado, el

terrorista despliega una pancarta de papel escrita en catalán y en

castellano, que un periodista no autorizado capta con la cámara de

video y logra extraer una instantánea. Ahí dice: “si entran volamos

todos, no lo hagan, saldré con las manos en alto si se portan bien.

Comando líquido Zigmunt Bauman”. El terrorista coge un bolígrafo y lo

entierra muy profundamente en la herida del gerente, mientras lo hace,

piensa, esto es saña y van a decir que son quince años más. Da igual,

yo me defenderé por mi cuenta y todo el juicio será la gran

propaganda sobre la inutilidad de nuestra era y la futilidad absoluta de

le existencia de los empleados de banco. Lo que más terror les dará

será una oleada de atentados contra bancos. Ahí, ahí es donde tengo

mi pasaje a Bahamas bajo el sol, y seguramente será con la excusa

de que estoy totalmente pirado y así me voy para nunca volver.

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   En horas de esta mañana, el conocido filósofo barcelonés, Bernaldo

Cassen, famoso por su tratado sobre “La razón sometida a inmersión”.

Se presentó en la sucursal del banco Popular de las Ramblas armado

hasta los dientes y desplegó una pancarta reivindicativa de un

supuesto comando líquido Zygmunt Bauman y mató a… mató ¡¿a seis

empleados?!

   Este cóctel no logra montarlo ni el más avezado de los periodistas.

¿Qué hizo qué? ¡Está loco!

  ¿Loco? ¡Loco un huevo, ve a mirarlo declarando a las cámaras al

salir del banco con las manos en alto, ese tío es un vivo de los que no

se tiene noticia a lo largo de toda la historia.  

  Pero, ¿cuál es el móvil?

¿Móvil? Eso es una cascarria conceptual contra la cual parece haber

ganado la batalla con este gesto de aburrimiento total de matar a seis

currantes.

    Sí, así hablan esos desconsiderados vulgares. El resentimiento

democrático. Norman Brown.

  ¿Sabes una cosa, currante? Le dice Bernaldo al gerente acercándole

mucho la boca a la oreja para hablarle. Siempre tuve ganas de darle

una paliza a un tipo como tú. Te lo digo porque supongo que en tu

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mundo y a esta hora se piensan cosas como llevarse un buen

recuerdo al otro plano, y etcéteras de esos; por eso te lo cuento, para

que te lleves además una explicación, de esas que les gusta tanto a

los adultos masculinos alfabetizados de las zonas urbanas. Ja.  

  Eres un asco y quizás no te lo hayan dicho pero a pesar de tu crema

after shave hueles mal, hueles a ente postindustrial nacido y criado

con una carencia total de vitamina E y F en tu dieta de mierda que es

lo que habrás comido toda tu vida, mierda enlatada, conservada,

edulcorada, estabilizada. Pues jódete, porque debido a esa carencia

incluso disfrutarás menos de tu propio dolor, la pobreza constituyente

de tu cuerpo cortará los circuitos que te abastecen de sensaciones,

muy pronto. Pero no te preocupes que antes te meteré el revolver este

en la boca y te haré estallar la cabeza de un tiro, y si no abres la

boquita no te preocupes porque la bala entrará igualmente

rompiéndote toda tu maravillosa sonrisita. O quieres que te lo meta

mejor por el culo. Eso es más de barrio, como tú, a qué mete miedo

¿eh? Me van a mandar para el otro lado de una follada metálica

caliente, uau! ¡Qué flipe tío! Como el entretenimiento de fin de semana

con tu colección de juegos. Eso te gusta más. Pues no, no te lo voy a

meter por el culo, te voy a hacer estallar los dientes. Eso es lo que yo

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quería desde pequeño, cuando los tíos bobos como tú se llevaban mis

novias. Oooooohhh una explicación, qué fuerte. Bueno, qué ¿ya estas

tranquilo con una explicación, mariquita de mierda? Pues te vas a

joder, toma, y le voló el cráneo en mil pedazos, cogió con la mano

muchos sesos (bueno, muchos, se dijo, no tenía) y portándolos como

un platillo exquisito partió en busca de los otros que andaban

arrastrándose por ahí. Cuando los encontró, les dijo para

tranquilizarlos, no se preocupen chicos que ustedes se van a salvar,

con ustedes saldré a la calle como rehenes y los liberaré, entonces

ellos respiraron aliviados, pero sólo si antes se comen estos sesos.

Como dirían vuestros putos padres “Es lo que hay, ¿qué se va a

hacer? Es lo que hay, chaval!” Los dos chavales se iban a mirar entre

ellos y con la chica, pero él les advirtió, “el que consulta con otro, me

demostrará que no posee recursos decisorios propios, morirá primero.

¿Me oís?” No le oían, entonces le voló la cabeza a uno y los otros dos

de pronto despertaron. Sí, oían todo. La policía afuera seguía sin

actuar, parecía todo muy lento pero en realidad habían pasado desde

el primer muerto casi treinta minutos. Joder el tío se los va a cargar a

todos, estarían diciendo, y ¿por qué no entramos? Hay que esperar a

los artificieros. Los artificieros serán el fin; entonces el terrorista líquido

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gritó “voy a salir”. Se acercó a los dos que comían sesos y le

descerrajó un balazo en la cabeza a cada uno. ¡Seis! Un número

tántrico adecuado. Con el arma en alto se dirigió a la puerta, la

deposito en el suelo, y con un papel que decía “Sigue el ejemplo mata

un banquero”, salió a la calle para ser aplastado literalmente por unos

diez policías vestidos como robo cops que lo tundieron y se lo llevaron

a una furgoneta enorme y rectangular que parecía en sí misma una

caja de seguridad para guardar dentro hombres peligrosos y extraños.

   Los terroristas líquidos son así, no tienen reivindicación, posan un

momento ante los fotógrafos de las agencias y sonríen con un gesto

incomprensible para los habitantes urbanos domados con el objetivo

de  interpretar casi todo lo que sucede en clave de culebrón.

   Los asesinos líquidos dejan en la epidermis una sensación extraña,

como de asesino on the rocks, frío, mucho frío.

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