el signo ideologico y la filosofia del lenguaje - voloshinov

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    V. N. Voloshinov: El signo ideolgico y la filosofa del lenguaje

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    Coleccin Semiologa yEpistemologa Dirigida por ArmandoSercovich

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    Valentn N. Voloshinov

    El signo ideolgico y

    la filosofa del lenguaje

    Ediciones Nueva VisinBuenos Aires

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    Traduccin del ingls de Rosa Mara Rssovich

    Publicado originalmente en ruso bajo el ttulo de:Markslzm i ftlosofiia lazlka, Leningrado, 1930La presente edicin es traduccin de la versin inglesa: Marxism and the Philosophy of Language, Seminar Press, Nueva York, 1973.

    Traduccin del ruso de Ladislav Matieyka e I. R. Titunik

    1976 por Ediciones Nueva Visin SAICTucumn 3748, Buenos Aires, Rep. ArgentinaQueda hecho el depsito que marca la ley 11.723Impreso en la Argentina/Printed In ArgentinaProhibida la reproduccin total o parcial

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    Advertencia

    Los nombres propios y las palabras rusas que aparecen en el textoy en las notas, as como en los apndices, se han trasliterado orto-grficamente, ya que as lo permite el carcter esencialmentefontico del alfabeto espaol.

    Mara Rosa fssovich

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    Prlogo de la versin inglesa

    En sus observaciones retrospectivas sobre los comienzos de lalingstica estructural norteamericana, Zellig Harris consider rele-vante recordar el impacto que produjo Das Kapital de Karl Marxsobre Leonard Bloomlield, el efe ms influyente de la escuela

    estructuralista en los Estados Unidos de Norteamrica. Dice Harris:Durante la Depresin, cuando la admiracin por Rusia y los preparativosde Norteamrica para la guerra no hablan empaado an las conclusionessociales y cientficas de Karl Marx, Leonard Bloomfield me coment queai estudiar Das Kapital se impresion sobre todo ante la similitud en-tre la forma en que Marx trata la conducta social y la forma en que lohace la lingstica.1

    Curiosamente, contrasta la falta absoluta de referencias a Das Ka-pital en El signo ideolgico y la filosofa del lenguaje, escrito a finesde la tercera dcada del siglo en la URSS por un contemporneo deBloomfield, Valentn Nikolaievich Voloshinov (1895-?). En cambio,en la breve introduccin a su trbalo,2 Voloshinov declara abierta-

    mente que el estudio del lenguaje ha sido uno de los campos delconocimiento "no tratado o tratado muy superficialmente por losfundadores del marxismo" y que esos campos del conocimientotodava entonces estaban bajo el dominio de un "materialismome-canicista, predialctico", en tanto que el "espritu filosfico delmarxismo apenas se haba hecho sentir". Voloshinov consideraba,por cierto, que El signo ideolgico y la filosofa del lenguaje era unahazaa precursora, la primera de su clase que no tena apoyo posi-tivo, sustantivo y directo en ninguna obra marxista.

    Sin reconocer fuentes marxistas, y sin recurrir a la tcnicaexeg-tica corriente de adoptar falazmente los principios de lascreencias umversalmente aceptadas, Voloshinov se inspir en el

    concepto humboldtiano de los aspectos creativos del lenguajehumano y

    1 Language, N? 27, 1951, p. 297.2 Esa Introduccin se elimin en la versin inglesa y en la presente espaola.

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    propuso analizar el lenguaje como "un proceso generativo continuoque se cumple en la interaccin socioverbal de los hablantes". Almismo tiempo, previene a los lingistas contra la mera enumera-

    cin descriptiva de formas y modelos, contra la sistematizacinmecanicista y, en general, contra las tentaciones de un empirismosuperficial que son muy poderosas, asegura l, en la ciencia lin-gstica. "El estudio del aspecto sonoro del lenguaje", dice, "ocupaun espacio desproporcionadamente grande en la lingstica, impo-niendo a menudo su carcter a la totalidad del campo lingstico, yen muchos casos carece de toda relacin con la real esencia signi-ficante del lenguaje." Desde esta posicin bsica, ataca con vehe-mencia a la reflexologa, preocupada por investigar las respuestasdel organismo animal a seales (estmulos). "Las lamentables equi-vocaciones y los hbitos inveterados del pensamiento mecanicista",afirma Voloshinov, "son los nicos responsables del intento detomar estas 'seales' y casi convertirlas en la clave de la com-

    prensin del lenguaje y la psiquis humana."

    Hacia 1920, el libro que segn Voloshinov ejerca mayor influenciaentre los ms importantes lingistas rusos era el Curso de lings-tica general, de Ferdinand de Saussure. Es obvio que el mismo Vo-loshinov ha sido fuertemente impresionado por Saussure, aunquelo enfoque crticamente y a menudo utilice largas citas del Cursopara exponerlas como anttesis de sus propios puntos de vista.Rechaza particularmente la dicotoma saussureana entre la langue(sistema de la lengua) y la parole (acto de habla/emisin lingstica)y cuestiona seriamente la separacin conceptual de la sincrona yla diacrona en el examen de la comunicacin verbal. Desde el punto

    de vista de Voloshinov, las verdaderas bases de la escuela deSaussure representan una herencia intelectual proveniente de laconcepcin de Leibniz acerca de la gramtica universal y, sobretodo, del cartesianismo y racionalismo de los siglos XVII y XVIII.

    He aqu sus propias palabras:

    La idea del carcter convencional y arbitrario del lenguaje es tpica detodo el racionalismo; y no menos tpica es la comparacin del lenguajecon el sistema de signos matemticos. Lo que interesa a los racionalistasde mentalidad matemtica no es la relacin del signo con la realidadque refleja o con el individuo que lo origina, sino la relacin de lossignos entre s dentro de un sistema cerrado ya admitido y autorizado.En otras palabras, se interesan solo en la lgica interna del sistemade signos, que se considera, como en el lgebra, con total independencia

    de los significados que dan su contenido a los smbolos.

    De acuerdo con la interpretacin de Voloshinov, un signo verbal esun acto de habla que incluye necesariamente, como componentes

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    inseparables, la participacin activa del hablante (escritor) por unaparte, y del oyente (lector) por la otra, "Su especificidad", seala,"consiste precisamente en que se produce entre individuos orga-

    nizados, en que constituye el medio para su comunicacin." Con-vencido de que el signo verbal es el medio ms puro y sensiblepara el intercambio social, Voloshinov propone el estudio de lossignos como tarea primordial de la investigacin lingstica. Enconsecuencia, y a pesar de su titulo, el libro de Voloshinov trataprincipalmente del signo y de las leyes que gobiernan el sistemade signos en su despliegue dentro de la sociedad humana. Enalgunos aspectos, por lo tanto, los intereses fundamentales deVoloshinov coinciden con los problemas que provocaron la profundacuriosidad de Charles Sanders Peirce y estimularon su histricacontribucin a la teora general de los signos.

    Voloshinov considera el lenguaje humano como el sistema de signos

    ms fundamental y ms caracterstico de lo especficamente huma-no. Por tal razn, sugiere que el anlisis del acto de habla comouna interaccin verbal puede iluminar no solo los misterios de lapsiquis humana, sino tambin ese complejo fenmeno llamado "psi-cologa social" en el marxismo y considerado por la mayora delos marxistas como el vnculo entre las bases materiales y la creati-vidad mental del hombre. No duda en afirmar que la "psicologasocial" marxista, sustrada del proceso real de interaccin verbal,corre el riesgo de convertirse en el concepto mtico o metafsicode "alma colectiva", "psiquis interior colectiva" o "espritu delpueblo". En resumen, Voloshinov percibi el acto de habla y lasreglas que gobiernan su uso sistemtico en la sociedad como la

    caracterstica dominante de la conducta humana y les asign unpapel central en el marco del marxismo. De esta manera, la cienciade los signos, que podra remontarse hasta los filsofos de la anti-gedad, que inspir a San Agustn y que, en la Edad Media, apasio-n a los escolsticos, se convierte en un tema importante para elmaterialismo dialctico, segn la concepcin de Voloshinov. Losimpulsos ms decisivos, que favorecieron tal revisin del marxis-mo, provinieron sin duda de Saussure, de los pragmatistas ameri-canos y de la reinterpretacin vossleriana de von Humboldt, trans-formado todo ello crticamente dentro del clima intelectual deLe-ningrado en los ltimos aos de la dcada de 1920.

    La filosofa del lenguaje, para Voloshinov, es la filosofa del signo.

    Entre numerosos sistemas de signos, considera que el signo verbal,realizado en una emisin, es el objeto de los estudios semiticosque resulta ms revelador. Voloshinov estima que cada operacincon signos, incluida la emisin lingstica, es una combinacin

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    binaria que asocia inseparablemente las propiedades fsicas con elsignificado que representan y que implica necesariamente la parti-cipacin binaria de los que intervienen en el proceso significativo

    de la comunicacin. "La emisin lingstica", como sealaVolo-shinov, "se construye entre dos personas organizadassocialmente y, en ausencia de un destinatario real, se lo presuponeen el representante del grupo social al cual pertenece el hablante."Por supuesto, Voloshinov admite el hecho de que cada palabra encuanto signo debe seleccionarse de un inventario de signosdisponibles, pero destaca que la manipulacin individual de estesigno social en una emisin concreta est regulada por lasrelaciones sociales. Segn sus propias palabras, "la situacinsocial inmediata y el medio social ms amplio determinantotalmente y desde adentro, por as decir la estructura de unaemisin".

    De ello resulta, para Voloshinov, que el dilogo es el modelo bsicode relaciones recprocas en la comunicacin verbal. "El dilogo",afirma Voloshinov, "puede entenderse en un sentido ms amplio,no solo como la comunicacin verbal vocalizada, directa, cara acara, entre personas, sino tambin como comunicacin verbal decualquier otro tipo." Con esto quiere decir que en realidad cual-quier modelo cultural puede derivarse del marco conceptual deldilogo humano; por lo tanto el dilogo asume el carcter de fuenteprimordial de la creatividad social. En sorprendente paralelismocon la interpretacin de Peirce del lenguaje interno, Voloshinovindica que un anlisis ms atento revela que las unidades del len-guaje interno se unen y alternan de manera semejante al intercam-bio en el dilogo. "La comprensin de un signo", afirma Voloshinov,

    "es un acto de referencia entre el signo aprehendido y otro signoya conocido: la comprensin es una respuesta a un signo mediantesignos." Es decir que la operacin subyacente es consideradacomo una actividad creativa en pareja con otra actividad creativay solo comprensible en una relacin, puesto que "un proceso ge-nerativo solo puede entenderse con la ayuda de otro procesogenerativo".

    En su libro sobre psicoanlisis, publicado en 1928 con el ttuloFreudismo, Voloshinov incluso se inclinaba a reconocer los efectosteraputicos del dilogo en su aspecto de verbalizacin de com-plejos mentales ocultos. En realidad, Voloshinov consideraba muyvaliosa la atencin que dedic Freud al papel del lenguaje en el

    psicoanlisis, a pesar de rechazar los aspectos ideolgicos delfreudismo.

    Con respecto al dilogo, Voloshinov enfoca el problema de la defi-nicin de las unidades lingsticas elementales en su relacin con

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    la forma del enunciado en su conjunto. Parece estar convencidode que el anlisis lingstico, que llega al todo estructural a partirde las partes constituyentes y no viceversa, no puede tratar ade-

    cuadamente las caractersticas estructurales del dilogo ni su rele-vancia en la comunicacin semitica. "En tanto que el enunciadoen su totalidad siga siendo una trra incgnita para el lingista",afirma Voloshinov, "no se puede hablar de un tipo genuino y con-creto, no escolstico, de comprensin de formas sintcticas." Se-gn Voloshinov, la mayora de los lingistas, todava bajo el impactode los estudios comparativos realizados en el siglo XIX sobre elindoeuropeo, siguieron pensando en trminos de categoras fon-ticas y morfolgicas e intentaron acercarse a la sintaxis mediantela morfologizacin de los problemas sintcticos. Desde el punto devista de Voloshinov, las formas sintcticas se acercan ms a lascondiciones reales del discurso que las fonticas o las morfolgi-cas. "Por lo tanto", insiste, "nuestro punto de vista, que aborda

    los fenmenos vivos del lenguaje, debe dar prioridad a las formassintcticas sobre las morfolgicas o fonticas."

    Para ilustrar este tratamiento de la sintaxis, Voloshinov dedica untercio de su libro al problema del discurso referido 3 concebidocomo "discurso dentro del discurso, enunciado dentro del enuncia-do y, al mismo tiempo, como discurso acerca del discurso y enun-ciado acerca del enunciado". En esta crucial operacin verbal, unenunciado, extrado de su contexto original, se convierte en partede otro enunciado en otro contexto, de modo que dos contextosdiferentes, que implican dos posiciones espaciotemporales distin-tas, aparecen en interaccin dentro de una estructura sintctica

    simple y unificadora. Esta estructura debe tener en cuenta dosconjuntos de hablantes y, en consecuencia, dos conjuntos de reglasestilsticas y gramaticales. De esta manera, pueden interactuardentro de una simple oracin dos dialectos distintos, ya culturales,ya regionales, o dos variantes estilsticas distintas del mismodialecto.

    En esa combinacin, un enunciado refiere mientras el otro es refe-rido, ya sea en forma de cita (repeticin), de parfrasis (transfor-macin), o de interaccin de repeticin y transformacin. La cons-truccin resultante pone as en contraste los productos de dosdiferentes actos de habla y sus implicaciones contextales. Enrealidad, cada enunciado referido puede ser al mismo tiempo un

    enunciado que refiere de modo que, tericamente, la estructura

    3 El discurso "referido" tambin podra llamarse en espaol discurso "citado" o "transcripto".(N. de la T.) .

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    resultante puede consistir en una interaccin de un nmero ilimi-tado de dialectos o de variantes dialectales; aparece como un sis-tema de sistemas integrado por las propiedades estructurales del

    todo sintctico. Voloshinov demuestra que el uso del discursoreferido es tpico de la comunicacin verbal, y por lo tanto los pro-blemas de citas y de parfrasis se revelan como operacionesdecisivas en el proceso generativo del signo verbal. Sugestiva-mente, Voloshinov seala que un correcto anlisis del discursoreferido, que l considera intrnsecamente relacionado con los pro-blemas del dilogo, puede iluminar todos los aspectos de a comu-nicacin verbal, incluso el artstico. Su libro supone, en efecto, queeste anlisis puede ser directamente relevante para el estudio delos valores ideolgicos y de la mente humana en general.

    A pesar de que V. N. Voloshinov declar ser un terico marxistade la filosofa del lenguaje y se propuso, tal como lo especifica en

    la introduccin a El signo ideolgico y la filosofa del lenguaje, "se-alar la direccin bsica que debe seguir el genuino pensamientota acerca del lenguaje . .. al tratar los problemas concretos de lalingstica", su obra contrari la versin del marxismo que el Par-tido impona entonces en la URSS. Junto con muchos otros desta-cados intelectuales y personalidades creadoras, fue vctima de laspurgas stalinistas de la poca de 1930, y tanto l como su obrafueron condenadas al olvido. Ya no se mencionara a Voloshinovdurante dcadas. Su propio destino personal ha quedado en elmisterio.

    Solo fuera de la Unin Sovitica se conocieron y se utilizaron las

    ideas de Voloshinov. Durante las dcadas de 1930 y 1940, algunosmiembros del Crculo Lingstico de Praga continuaron desarrollan-do abiertamente varios aspectos del estimulante bosquejo de Vo-loshinov de la filosofa del lenguaje. Las propuestas de Voloshinovtuvieron un papel muy importante en los estudios semiticos dePietr Bogatiriev e lan Mukarovski. El libro de Voloshinov fue citadoen lugar prominente en el trascendental tratado de Romn lakobsonsobre Shifters, Verbal Categories, and the Russian Verb[Embraga-dores, Categoras Verbales y el Verbo Ruso] (publicadooriginalmente por el Departamento Eslavo de la Universidad deHarvard en 1957).

    Recientemente, gracias al actual renacimiento de la semitica en

    la Unin Sovitica, ha surgido nueva e interesante informacinsobre toda una escuela de semiticos que actu alrededor de 1930.M, M, Bajtin, cuyos trabajos sobre Dostoievsky y Rabelais tienenahora resonancia internacional, se ha identificado como el jefe de

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    esta escuela, y Voloshinov como su partidario y colaborador mscercanoA

    El original ruso de El signo ideolgico y la filosofa del lenguaje(Marksizm i filosofiia iazika: osnovnie problemi sociologicheskogometoda y nauke o iazike) apareci en Leningrado en dos ediciones,1929 y 1930 respectivamente, en la serie Voprosi metodologii i teoriazika i litieraturi (Problemas de metodologa y teora del lenguajey la literatura). La traduccin que se publica aqu se basa en lasegunda edicin. Comparadas ambas ediciones, se comprueba quedifieren en aspectos de poca importancia. Los traductores recono-cen que el texto traducido ofrece dificultades y recurren con fre-cuencia a locuciones y trminos ingleses cuyo significado tcnicoespecial debe inferirse del contexto. Sin pretender disculpar suserrores, los traductores se permiten llamar la atencin del lectorsobre el hecho de que el mismo Voloshinov debi enfrentar el tre-

    mendo problema de encontrar expresiones adecuadas para ideas yconceptos para los cuales el ruso an no tena vocabulario esta-blecido.

    A continuacin del texto de Voloshinov, el lector encontrar dosensayos de los traductores que intentan aclarar y comentar ciertosaspectos claves de la corriente intelectual rusa representada porV. N. Voloshinov con respecto a los estudios de lenguaje y literatura.

    Agradecemos a los editores de MIT Press por haber permitido uti-lizar la primera versin de la tercera parte, caps. 2 y 3, de El signoideolgico y la filosofa del lenguaje, realizada por los traductores,

    aparecida en Lecturas del Arte Potica Rusa (Puntos de vista forma-lista y estructuralista), compilada por Ladislav Matieyka y KristinaPomorska, MIT, Cambridge, Massachusetts, 1971, pp. 149-179. En laversin actual se han reparado algunas omisiones de la primera yefectuado algunas correcciones y cambios de poca importancia.

    Ladislav Matieyka e I. R. Titunik

    4 Voprosi iazikoznanlia, N? 2, 1971, p. 160.

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    Primera parte

    La filosofa del lenguaje y susignificacin para el marxismo

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    Captulo 1

    El estudio de las ideologas y lafilosofa del lenguaje

    El problema del signo ideolgico. El signo ideolgico y la conciencia. Lapalabra como signo ideolgico por excelencia. La neutralidad Ideolgicade la palabra. La capacidad de la palabra de ser un signo interno. Resumen.

    Los problemas de la filosofa del lenguaje han adquirido en losltimos tiempos excepcional pertinencia e importancia para elmarxismo. Ms all del amplio campo de los sectores ms vitalesabarcados en su avance cientfico, el mtodo marxista se dirigedirectamente a estos problemas y no puede seguir avanzando pro-ductivamente sin una disposicin especial para investigarlos yresolverlos.

    Ante todo, los verdaderos cimientos de una teora marxista de lasideologas las bases para los estudios del conocimiento cient-fico, de la literatura, la religin, la tica, etctera estn estrecha-mente ligados a los problemas de la filosofa del lenguaje.

    Un producto ideolgico no solo constituye una parte de una realidad

    (natural o social) como cualquier cuerpo fsico, cualquier instru-mento de produccin o producto para consumo, sino que tambin,

    en contraste con estos otros fenmenos, refleja y refracta otrarealidad exterior a l. Todo lo ideolgico posee significado: repre-senta, figura o simboliza algo que est fuera de l. En otras pala-

    bras, es un signo. Sin signos, no hay ideologa. Un cuerpo fsicoes igual a s mismo por as decir; no significa nada sino que coin-cide totalmente con su particular naturaleza dada. En este casono hay problema de ideologa.

    Sin embargo, un cuerpo fsico puede percibirse como imagen; porejemplo, la imagen de inercia natural y de necesidad encarnadaen ese objeto particular. Cualquier imagen artstico-simblica ori-

    ginada por un objeto fsico particular ya es un producto ideolgico.El objeto fsico se convierte en un signo. Sin dejar de ser unaparte de la realidad material, ese objeto, hasta cierto punto, reflejay refracta otra realidad.

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    Ocurre lo mismo con cualquier instrumento de produccin. Unaherramienta por s misma est desprovista de significado especial;domina solo una funcin determinada: servir para este o aquel

    propsito. La herramienta sirve para ese propsito como el particu-lar objeto dado que es, sin reflejar o representar ninguna otra cosa.Pero una herramienta puede convertirse en un signo ideolgico,como ocurre, por ejemplo, con la hoz y el martillo que constituyenla insignia de la Unin Sovitica. En este caso, la hoz y el martilloposeen un significado puramente ideolgico. Adems, un instru-mento de produccin puede ser decorado ideolgicamente. Lasherramientas usadas por el hombre prehistrico estn cubiertascon pinturas o dibujos, es decir, con signos. Por supuesto que estetratamiento no convierte en signo a una herramienta.

    Tambin es posible realzar estticamente una herramienta, de talmanera que su diseo artstico armonice con el propsito para elque est destinada a servir en la produccin. En este caso, seefecta algo as como una mxima aproximacin, casi una fusinde signo y herramienta. Pero incluso aqu detectamos una claralnea conceptual divisoria: la herramienta, como tal, no se convierteen signo; el signo, como tal, no se convierte en instrumento deproduccin.

    Cualquier bien de consumo puede convertirse en signo ideolgico.Por ejemplo, el pan y el vino son smbolos religiosos en el sacra-mento cristiano de la comunin. Los bienes de consumo, lo mismoque las herramientas, pueden combinarse con signos ideolgicos,pero la combinacin no borra la clara lnea conceptual divisoria

    entre ellos. El pan se hace con una forma particular; esta formano est garantizada nicamente por la funcin del pan como biende consumo; tambin tiene un valor determinado, aunque primiti-vo, como signo ideolgico (por ejemplo, el pan con forma de unnmero ocho [/crencfe/] o de roseta).

    As, paralelamente a los fenmenos naturales, al equipamientotcnico y a los artculos de consumo, existe un mundo especial:el mundo de los signos.

    Los signos son tambin objetos materiales particulares; y, comohemos visto, cualquier objeto de la naturaleza, de la tecnologa o elconsumo puede llegar a ser un signo, adquiriendo en el proceso

    un significado que va ms all de su particularidad especfica. Un

    signo no existe simplemente como una parte de la realidad, sinoque refleja y refracta otra realidad. Por lo tanto, puede distorsionaresa realidad o serle fiel, o percibirla desde un punto de vista

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    especial, etctera. Cada signo est sujeto a los criterios de evalua-cin ideolgica (si es verdadero o falso, correcto, honrado, bueno,etctera). El dominio de la ideologa coincide con el dominio de

    los signos. Son equivalentes entre s. Dondequiera que est pre-sente un signo tambin lo est la ideologa. Todo lo ideolgicoposee valor semitico.

    En el dominio de los signos en la esfera ideolgica existenprofundas diferencias: es, al fin y al cabo, el dominio de la imagenartstica, del smbolo religioso, de la frmula cientfica, de los fallos

    judiciales, etctera. Cada campo de la creatividad ideolgica tienesu propia manera de orientarse hacia la realidad y cada uno refractala realidad a su modo. Cada campo domina su propia funcin espe-cial dentro de la unidad de la vida social. Pero lo que coloca todoslos fenmenos ideolgicos bajo la misma definicin es su carctersemitico.

    Todo signo ideolgico es no solo un reflejo, una sombra, de larealidad, sino tambin un segmento material de esa misma reali-dad. Todo fenmeno que funciona como un signo ideolgico tienealgn tipo de corporizacin material, ya sea en sonido, masa fsica,color, movimientos del cuerpo, o algo semejante. En este sentido,la realidad del signo es totalmente objetiva y se presta a un mtodo

    de estudio objetivo, monstico, unitario. Un signo es un fenmenodel mundo exterior. Tanto el signo mismo como todos sus efectos(todas esas acciones, reacciones y nuevos signos que produce enel medio social circundante) ocurren en la experiencia exterior.

    Este es un punto de extrema importancia, y sin embargo, por ele-

    mental y evidente que parezca, el estudio de las ideologas no haobtenido an todas las conclusiones que se derivan de all.

    La filosofa idealista de la cultura y los estudios culturales

    psico-logistas colocan la ideologa en la conciencia.1Afirman quela ideologa es un hecho de conciencia; el cuerpo externo delsigno no es ms que un revestimiento, un medio tcnico para larealizacin del efecto interior, que es la comprensin.

    Tanto el idealismo como el psicologismo pasan igualmente por altoel hecho de que la comprensin solo puede producirse enun

    1 Debemos sealar que puede detectarse un cambio de perspectiva a este respecto en elmoderno neo-kantismo. Pensamos en el ltimo libro de Ernst Cassirer, Phllosophie dersym-bolischen Formen, vol. 1, 1923. Mantenindose en el terreno de la conciencia, Cassirerconsidera que su rasgo dominante es la representacin. Cada elemento de la concienciarepresenta algo, cumple una funcin simblica. El todo existe en sus partes, pero una partesolo puede comprenderse en el todo. Segn Cassirer, una Idea es tan sensorial comomaterial; tal sensorialidad, s in embargo, es la del signo simblico, es sensorialidadrepresentativa.

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    material semitico (por ejemplo, habla interna), que el signo sedirige al signo, que la conciencia misma puede surgir y llegar aconstituir un hecho posible solo en la concrecin material de los

    signos. La comprensin de un signo es, al cabo, un acto de refe-rencia entre el signo aprehendido y otros signos ya conocidos; enotras palabras, la comprensin es una respuesta a un signo consignos. Y esta cadena de creatividad y comprensin ideolgicas,que pasa de un signo a otro y luego a un nuevo signo, es perfecta-mente consistente y continua: de un eslabn de naturaleza semi-tica (y por tanto, tambin de naturaleza material) avanzamos ininte-rrumpidamente a otro eslabn exactamente de la misma naturaleza.Y no existe ruptura en la cadena, en ningn momento se hundeen el ser interior, de naturaleza no material y no corporizado ensignos.

    Esta cadena ideolgica se extiende de conciencia individual a con-

    ciencia individual, conectndolas entre s. Los signos surgen sola-mente en el proceso de interaccin entre una conciencia individualy otra. Y la misma conciencia individual est llena de signos. Laconciencia es conciencia solo cuando se ha llenado de contenidoideolgico (semitico), y por lo tanto, solo en el proceso de inter-accin social.

    A pesar de las profundas diferencias metodolgicas que existenentre ellos, la filosofa idealista de la cultura y los estudios cultu-rales psicologistas cometen el mismo error fundamental. Al loca-lizar la ideologa en la conciencia, transforman el estudio de lasideologas en un estudio de la conciencia y de sus leyes; no im-

    porta si lo hacen en trminos trascendentales o emprico-psicol-gicos. Este error es responsable no solo de la confusin metodo-lgica con respecto a la interrelacin de distintos campos de cono-cimiento, sino tambin de una radical distorsin de la realidad quese estudia. La creatividad ideolgica hecho social y materialqueda restringida a los alcances de a conciencia individual y esta,a su vez, privada de todo apoyo en la realidad. Se convierte entodo o en nada.

    Para el idealismo se ha convertido en todo: est ubicada por encimade la existencia y la determina. Sin embargo, en realidad, estasoberana del universo no es ms que la hipostatizacin en el idea-lismo de un vnculo abstracto entre las formas y categoras ms

    generales de la creatividad ideolgica.

    Para el positivismo psicolgico, por el contrario, la conciencia novale nada: no es ms que un conglomerado de reacciones psicofi-

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    siolgicas fortuitas que, por obra de algn milagro, da por resultadocreatividad ideolgica unificada y significativa.

    La regularidad social objetiva de la creatividad ideolgica, por habersido interpretada errneamente como una adecuacin a las leyesde la conciencia individual, pierde el derecho a su verdadero lugaren la existencia, y entonces o se eleva al empreo supraexistencialdel trascendentalismo o desciende a las honduras presociales delorganismo biolgico, psicofsico.

    Sin embargo, lo ideolgico como tal quiz no pueda ser explicadoen funcin de estas races super o subhumanas. Su verdadero lugar

    en la existencia est en la materia social especfica de los signoscreados por el hombre. Su especificidad consiste precisamente ensu ubicacin entre individuos organizados, para los cuales consti-tuye el medio de comunicacin.

    Los signos solo pueden aparecer en territorio interindividual. Es unterritorio que no puede llamarse "natural" en la acepcin directadel trmino:2 los signos no aparecen entre dos miembros cuales-quiera de la especie Homo sapiens. Es esencial que los dos indivi-duos estn organizados socialmente, que compongan un grupo (una

    unidad social); solo entonces puede tomar forma entre ellos el me-dio de los signos. La conciencia individual no solo no puede usarsepara explicar nada, sino que, por el contrario, ella misma necesitaser explicada desde el medio ideolgico y social.

    La conciencia individual es un hecho ideolgico-social. Hasta queesto no se admjta con todas sus consecuencias, no ser posible

    construir ni una psicologa objetiva ni un estudio objetivo de lasideologas.

    El problema de la conciencia, precisamente, ha creado las mayoresdificultades y provocado la tremenda confusin que existe en todoslos temas asociados tanto con la psicologa como con el estudiode las ideologas. En general, la conciencia se ha convertido en elasylum ignorantiae para todas las elucubraciones filosficas. Estcondenada a ser el receptculo de todos los problemas no resuel-tos, de todos los restos objetivamente irreducibles. En vez detratar de hallar una definicin objetiva de la conciencia, los pen-sadores comenzaron por usarla como medio de dar un carctersubjetivo y fluido a todas las definiciones que eran objetivas y

    rigurosas.

    2 Por supuesto que la sociedad es tambin parte de la naturaleza, pero una partecualitativamente separada y distinta y que posee sus propios sistemas especficos deleyes.

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    La nica definicin objetiva posible de la conciencia es sociolgica.La conciencia no puede derivarse directamente de la naturaleza,de acuerdo con los intentos del ingenuo materialismo mecanicista

    y de la psicologa objetiva contempornea (en sus variedades bio-lgica, conductista y reflexolgica). La ideologa no puede deri-varse de la conciencia, segn lo entienden el idealismo y el posi-tivismo psicologista. La conciencia toma forma y vida en la ma-teria de los signos creados por un grupo organizado en el procesode su intercambio social. La conciencia individual se alimenta designos; de ellos obtiene su crecimiento; refleja su lgica y susleyes. La lgica de la conciencia es la lgica de la comunicacinideolgica, de la interaccin semitica de un grupo social. S pri-vamos a la conciencia de su contenido semitico, ideolgico, noquedara absolutamente nada. La conciencia solo puede hospe-darse en la imagen, en la palabra, en el gesto significativo, etc-tera. Fuera de este material, queda el puro acto fisiolgico no

    iluminado por la conciencia, sin que los signos le hayan dadoluz, sin que le hayan dado significado.

    Todo lo dicho conduce a la siguiente conclusin metodolgica:el estudio de las ideologas no depende en absoluto de la psico-loga y no necesita fundarse en ella. Como veremos con mayordetalle en un captulo posterior, sucede casi a la inversa: la psi-cologa objetiva debe fundarse en el estudio de las ideologas.La realidad de los fenmenos ideolgicos es la realidad objetiva delos signos sociales. Las leyes de esta realidad son las leyesde la comunicacin semitica y estn directamente determinadaspor el conjunto total de las leyes econmicas y sociales. La reali-dad ideolgica es la superestructura inmediata de las bases eco-

    nmicas. La conciencia individual no es el arquitecto de lasuperestructura ideolgica, sino solo un inquilino que se aloja enel edificio social de los signos ideolgicos.

    Nuestra argumentacin inicial, que liber los fenmenos ideolgi-cos y su regularidad de la conciencia individual, los enlaza demodo muy firme con las condiciones y las formas de la comu-nicacin social. La realidad del signo est totalmente determinadapor esa comunicacin. Despus de todo, la existencia del signono es otra cosa que la materializacin de esa comunicacin, y deesta naturaleza son todos los signos ideolgicos.

    Pero esta cualidad semitica y el rol continuo y amplio de la

    comunicacin social como factor condicionante en ninguna parteaparecen expresados con tanta claridad y de modo tan completocomo en el lenguaje. La palabra es el fenmeno ideolgico porexcelencia.

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    La realidad de la palabra es totalmente absorbida por su funcinde signo. Una palabra no contiene nada que sea indiferente a estafuncin, nada que no haya sido engendrado por ella. Una palabra

    es el medio ms puro y sensible de la comunicacin soci al.

    Este poder indicador y representativo de la palabra como fenme-no ideolgico, as como la excepcional especificidad de su estruc-tura semitica, constituiran ya razones suficientes para colocarla palabra en una posicin de privilegio en el estudio de lasideologas. Precisamente la palabra presenta la materia msreveladora de las formas ideolgicas generales bsicas de lacomunicacin semitica.

    Pero esto no es todo. La palabra no es solamente el signo mspuro y de mayor poder indicador, sino que adems es un signoneutral. Cualquier otra clase de material semitico se especializa

    en algn campo particular de la creatividad ideolgica. Cadacampo posee su propio material ideolgico y formula signos ysmbolos que le son especficos y no son aplicables en otroscampos. En estos casos, el signo es creado por alguna funcinideolgica especfica y permanece inseparable de esta. Por elcontrario, la palabra es neutral con respecto a cualquier funcinideolgica especfica. Puede desempear funciones ideolgicasde cualquier tipo: cientficas, estticas, ticas, religiosas.

    Existe adems esa inmensa rea de comunicacin ideolgica queno puede restringirse a ninguna esfera ideolgica en particular:el rea de la comunicacin en la vida humana, la conducta humana.Este tipo de comunicacin es extraordinariamente rico e impor-tante. Por una parte, se vincula directamente con el proceso deproduccin; por la otra, se relaciona de modo tangencial con lasesferas de las diversas ideologas especializadas y totalmentedesarrolladas. En el prximo captulo hablaremos con ms detallede esta rea especial de la ideologa de ia conducta o de la vi-da. Por ahora, sealaremos que la materia comunicativa de la con-ducta es fundamentalmente la palabra. El llamado lenguaje conver-sacional y sus formas se ubican precisamente aqu, en el reaideolgica de la conducta.

    Otra propiedad de la palabra que es de la mayor importancia esla que hace de la palabra el medio primordial de la conciencia

    individual. Aunque la realidad de la palabra, como la de cualquiersigno, se da entre los individuos, al mismo tiempo la palabra esproducida por los medios propios del organismo individual sin:recurrir a ningn otro elemento o material extracorpreo.Esto

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    determina el rol de la palabra como material semitico de la vidainterior, de la conciencia (lenguaje interno). Por cierto que laconciencia solo puede desarrollarse gracias a que dispuso de

    material dcil, expresable por medios corpreos. Y la palabraes exactamente este tipo de material. La palabra puede utilizarsecomo el signo para uso interno, por as decir: puede funcionarcomo signo en un estado que no llega a la expresin externa.Por esta razn, el problema de la conciencia individual comopalabra interior (como signo interior en general) resulta uno delos ms vitales en la filosofa del lenguaje.

    Es claro, desde todo punto de vista, que este problema no puedeabordarse recurriendo al concepto usual de palabra y lenguajeya agotado en la lingstica no sociolgica y en la filosofa dellenguaje. Lo que se necesita es un profundo y agudo anlisisde la palabra como signo social antes de que pueda comprenderse

    su funcin como medio de conciencia.

    A este papel exclusivo de la palabra como medio de concienciase debe el hecho de que la palabra funcione como ingredienteesencial que acompaa toda clase de creatividad ideolgica. Lapalabra acompaa y comenta todos y cada uno de los actos ideo-lgicos. El proceso de comprender cualquier fenmeno ideolgico(sea un cuadro, una pieza de msica, un ritual o un acto de con-ducta humana) no puede operarse sin la participacin del lenguajeinterno. Todas las manifestaciones de la creatividad ideolgica

    todos los otros signos no verbales estn inmersos, suspen-didos en los elementos del lenguaje, y no pueden ser totalmente

    segregados o divorciados de ellos.

    Esto no quiere decir, por supuesto, que la palabra pueda reem-plazar cualquier otro signo ideolgico. Ninguno de los signosideolgicos especficos fundamentales es reemplazable en formatotal por palabras. Es esencialmente imposible traducir con exac-titud en palabras una composicin musical o una imagen pictrica.Las palabras no pueden sustituir totalmente un ritual religioso,y no hay sustituto verbal adecuado ni para el ms simple gestodel comportamiento humano. Negarlo conducira al racionalismoms simplista y trivial, pero no obstante, al mismo tiempo, cadauno de estos signos ideolgicos, aunque no sea sustituible porpalabras, se apoya en palabras y es acompaado por ellas, como

    en el caso del canto y su acompaamiento musical.

    Ningn signo cultural, una vez que ha recibido significado y se loha incluido en l, permanece aislado: se hace parte de la unidad

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    de la conciencia verbalmente constituida. Esta tiene capacidadpara hallar el acceso verbal al signo. Es como si se formaranondas radiantes de respuestas y resonancias verbales alrededor

    de cada signo ideolgico. Cada refraccin ideolgica de unaexistencia en proceso de generacin, cualquiera que sea la na-turaleza de su material significante, es acompaada por una re-fraccin ideolgica en la palabra como fenmeno concomitanteobligatorio. La palabra est presente en cada uno de los actosde comprensin y en cada uno de los actos deinterpretacin.

    Todas las propiedades de la palabra que hemos examinado supureza semitica, su neutralidad ideolgica, su participacin enla conducta comunicativa, su habilidad para convertirse en pala-bra interna y, en fin, su presencia obligatoria, como fenmenoconcomitante, en todo acto consciente, todas estas propiedades

    hacen de la palabra el objeto fundamental del estudio de lasideologas. Las leyes de la refraccin ideolgica de la existenciaen los signos y en la conciencia, sus formas y mecanismos, debenestudiarse ante todo en la materia de la palabra. La nica maneraposible de aplicar el mtodo sociolgico marxista a las profundi-dades y sutilezas de las estructuras ideolgicas "inmanentes"es operar desde la base de la filosofa dei lenguaje como filosofadel signo ideolgico. Y esa base debe ser proyectada y elaboradapor el propio marxismo.

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    Captulo 2

    Acerca de la relacin de lasbases y las superestructuras

    Inadmisibilidad de la categora de causalidad mecanicista en el estudiode las ideologas. El proceso generativo de la sociedad y el proceso gene-rativo de la palabra. La expresin semitica de la psicologa social. Elproblema de los gneros lingsticos conducales. Formas de intercambiosocial y formas de signos. El tema de un signo. La lucha de clases y ladialctica de los signos. Conclusiones.

    El problema de la relacin de las bases y las superestructurasuno de los problemas fundamentales del marxismo est estre-chamente ligado a cuestiones de filosofa del lenguaje en muchospuntos cruciales y podra beneficiarse mucho con una soluciny aun con un tratamiento de estas cuestiones realizado en exten-sin y profundidad.

    Cuando se plantea la pregunta de cmo las bases determinan laideologa, la respuesta es: causalmente; lo cual es muy cierto,pero tambin demasiado general y por l o tanto ambiguo.

    Si por causalidad se entiende causalidad mecnica (como ha sidoy es an comprendida y definida la causalidad por los representan-tes positivistas del pensamiento cientfico natural), entonces esarespuesta es esencialmente incorrecta y contradictoria con losfundamentos mismos del materialismo dialctico.

    El campo de aplicacin para las categoras de la causalidad mec-nica es muy reducido, y aun dentro de las mismas ciencias natu-rales se va reduciendo cada vez ms en la medida en que la dia-lctica penetra ms profundamente en los principios bsicos deestas ciencias. Con respecto a los problemas fundamentales delmaterialismo histrico y del estudio de las ideologas en conjunto,carece de sentido considerar la aplicabilidad de una categora tan

    inerte como la de causalidad mecnica.

    Ningn valor cognitivo, cualquiera que sea, est vinculado al esta-blecimiento de una conexin entre las bases y algn faptor aisla-

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    do extrado de la unidad e integridad de su contexto ideolgico.Sobre todo es esencial determinar el significado de cualquier cam-bio ideolgico en el contexto de la ideologa apropiada, compren-

    diendo que cada dominio de ideologa es un todo unificado quereacciona con su constitucin ntegra a un cambio en las bases. Porlo tanto, cualquier explicacin debe preservar todas las diferenciascualitativas entre dominios interactuantes y descubrir los diversosestados por los que pasa un cambio. Solamente en estas condicio-nes el anlisis puede conducir, no a una mera conjuncin externade dos hechos accidentales que pertenecen a diferentes niveles decosas, sino al proceso de la verdadera generacin dialctica de lasociedad, proceso que emerge de las bases y termina de cumplirseen las superestructuras.

    Si se ignora la naturaleza especfica del materialsemitico-ideolgi-co, se simplifica en exceso el fenmeno

    ideolgico en estudio. O se explica solo su aspecto racionalista,su contenido (por ejemplo, el sentido referencial directo de unaimagen artstica, como "Ru-din como hombre superfluo"), yentonces ese aspecto se correlaciona con las bases (por ej., la clasealta se degenera; y de ah el "hombre superfluo" en literatura); o, porel contrario, se seala particularmente el aspecto tcnico exteriordel fenmeno ideolgico (por ej., algn tecnicismo en laconstruccin de edificios o en la qumica de colorear materiales),y entonces este aspecto se deriva directamente del niveltecnolgico de produccin.

    Ambos modos de derivar la ideologa de las bases no captan la

    esencia real del fenmeno ideolgico. Aunque la correspondenciaestablecida sea correcta, aunque sea verdad que los "hombressu-perfluos" aparezcan en la literatura en conexin con laquiebra de la estructura econmica de las clases altas; aun as,por una parte, de all no se desprende que los trastornoseconmicos mencionados causen mecnicamente la produccin de"hombres su-perfluos" en las pginas de una novela (resulta obviolo absurdo de tal afirmacin); por otra parte, la mismacorrespondencia establecida sigue careciendo de valor cognitivomientras no se expliquen tanto el rol especfico del "hombresuperfluo" en la estructura artstica de la novela como el rolespecfico de la novela en la vida social global.

    Por cierto que debe quedar claro que entre los cambios en la si-tuacin econmica y la aparicin del "hombre superfluo" en lanovela se extiende un largusimo camino que atraviesa muchosdominios cualitativamente distintos, cada uno con su propia serlede leyes y sus caractersticas especficas propias. Por cierto que

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    debe quedar claro que el "hombre superfluo" no apareci en la no-vela de modo independiente y desconectado de otros elementosde la obra, sino que, por el contrario, toda la novela, como una

    simple unidad orgnica sujeta a sus propias leyes especficas,sufri una restructuracin, y por consiguiente, tambin fueronres-tructurados todos sus otros elementos: su composicin, suestilo, etctera. Y lo que es ms, esta restructuracin orgnicade la novela se produjo en estrecha conexin con los cambiosproducidos tambin en el campo global de la literatura.

    El problema de la interrelacin de las bases y las superestructu-ras problema de excepcional complejidad, que requiere unaenorme cantidad de datos preliminares para su tratamiento pro-ductivo puede dilucidarse en grado considerable a travs delmaterial de la palabra.

    Observada desde el ngulo que nos concierne, la esencia de esteproblema se reduce al modo como la existencia real (la base) de-termina el signo y al modo como el signo refleja y refracta la exis-tencia en su proceso generativo.

    Las propiedades de la palabra en cuanto signo ideolgico (propie-dades consideradas en e! captulo anterior) hacen de la palabrael material ms adecuado para examinar todo el problema en sustrminos bsicos. Lo que importa de la palabra a este respecto noes tanto su pureza sgnica cuanto su ubicuidad social. La palabraest involucrada prcticamente en todos y en cada uno de losactos o contactos entre la gente: en la colaboracin en el trabajo,

    en las discusiones de deas, en los contactos casuales de la vidacotidiana, en las relaciones polticas, etctera. Incontables hilosideolgicos atraviesan todas las reas del intercambio social yregistran su influencia en la palabra. Ella, por lo tanto, es el ndicems sensible de los cambios sociales, y hasta de los cambios queno han logrado an el status de una nueva cualidad ideolgica,y no han generado an nuevas formas ideolgicas plenamente ma-duras. La palabra tiene la capacidad de registrar todas las delica-das fases transitorias y momentneas del cambio social.

    Lo que se denomina "psicologa social" y que, de acuerdo con lateora de Plejanov, la mayora de los marxistas considera como eleslabn de transicin entre el orden sociopoltico y la ideologa en

    el sentido restringido (ciencia, arte, etctera) es, en su real exis-tencia material, interaccin verbal. Separada de su verdadero pro-ceso de comunicacin e interaccin verbal (de comunicacin e in-teraccin semitica en general), la psicologa social adoptara la

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    apariencia de un concepto mtico o metafsico: el "alma colectiva"o la "psiquis interior colectiva", el "espritu del pueblo", etctera.

    La psicologa social no est ubicada en el interior de parte alguna(en las "almas" de los sujetos que se comunican) sino total yabsolutamente fuera: en la palabra, el gesto, el acto. En ella nohay nada no expresado, nada "interior": est totalmente en elexterior, totalmente revelada en los intercambios, totalmentecomprendida en lo material, sobre todo en la materia de la palabra.

    Las relaciones de produccin y el orden sociopoltico configuradopor esas relaciones determinan el alcance de los contactos verba-les entre la gente, las formas y los medios de su comunicacinverbal: en el trabajo, en la vida poltica, en la creatividad ideol-gica. A la vez, de las condiciones, formas y tipos de la comunica-cin verbal derivan tanto las formas como los temas de los actos

    de habla.

    La psicologa social es ante todo una atmsfera integrada por unagran variedad de actos de habla, en la cual estn inmersas todaslas clases y formas persistentes de creatividad ideolgica: discu-siones privadas, intercambios de opinin en el teatro o en un con-cierto o en diversas clases de reuniones sociales, intercambiosde palabras puramente casuales, el modo de reaccin verbal decada uno ante los sucesos de la propia vida y de la existencia co-tidiana, el modo verbal interno de autoidentificarse y de identificarla propia posicin en la sociedad, etctera. La psicologa socialexiste en primer lugar en una amplia variedad de formas de "enun-ciados", de gneros menores de habla de tipo interno y externo,aspectos estos que hasta hoy no se han estudiado. Todos estosactos de habla estn asociados, por supuesto, con otros tipos demanifestacin e intercambio semiticos: mmica, gestos, actuacindramtica, etctera.

    Todas estas formas de intercambio lingstico operan en conexinmuy estrecha con las condiciones de la situacin social en quese producen y muestran una extraordinaria sensibilidad a todas lasfluctuaciones en la atmsfera social. Y aqu, en el funcionamientointerno de esta psicologa social materializada verbalmente, se acu-mulan los cambios y mutaciones apenas perceptibles que mstarde encontrarn su expresin en productos ideolgicos total-

    mente desarrollados.

    De lo dicho se desprende que la psicologa social debe estudiar-se desde dos puntos de vista diferentes: primero, desde el punto

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    de vista del contenido, de los temas que le son pertinentes en undeterminado momento en el tiempo; y segundo, desde el punto devista de las formas y los tipos de comunicacin verbal en que

    tales temas se instrumentan (se discuten, se expresan, se pregun-tan, se consideran, etctera).

    Hasta ahora el estudio de la psicologa social ha limitado su tareaal primer punto de vista exclusivamente, ocupndose solo de la de-finicin de su carcter temtico. Por ser esto as, nunca se plantecon absoluta claridad el real problema de dnde podra buscarsedocumentacin expresiones concretas de esta psicologa so-cial. Tambin aqu, conceptos como "conciencia", "psiquis" y "vi-da interior" cumplieron el lamentable papel de relevar de la ne-cesidad de descubrir formas materiales de expresin de la psico-loga social claramente delineadas.

    Entretanto, este asunto de las formas concretas reviste la mximaimportancia. No tiene que ver, por supuesto, con las fuentes denuestro conocimiento sobre psicologa social en un perodo par-ticular (por ejemplo, memorias, cartas, obras literarias), ni conlas fuentes de nuestra comprensin del "espritu de la poca",sino que tiene que ver con las formas de realizacin concretade este espritu, es decir, precisamente con las formas mismas dela comunicacin semitica en la conducta humana.

    Una tipologa de estas formas es una de las tareas urgentes delmarxismo. Ms adelante, a propsito del problema del enunciadoy del dilogo, trataremos nuevamente el problema de los gnerosde habla. Por ahora, sealemos al menos lo siguiente.

    Cada perodo y cada grupo social tuvo y tiene su propio repertoriode formas lingsticas para la comunicacin ideolgica en la con-ducta humana. Cada conjunto de formas afines, es decir, cada g-nero lingstico conductal, tiene su correspondiente conjunto detemas.

    Una unidad orgnica articulada asocia la forma de comunicacin(por ejemplo, la comunicacin estrictamente tcnica que se da enel trabajo), con la forma del enunciado (la concisa exposicin co-mercial) y su tema. Por lo tanto, la clasificacin de las formasde los enunciados debe basarse en la clasificacin de las formas de

    la comunicacin verbal. Estas estn totalmente determinadas porlas relaciones de produccin y el orden sociopoltico. Si aplicra-mos un anlisis ms detallado, veramos la enorme importancia delfactor jerrquico en el proceso de intercambio verbal y la poderosa

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    influencia que ejerce sobre las formas de los enunciados la organi-zacin jerrquica de la comunicacin. La correccin en el lenguaje,el tacto en el hablar, y otras formas de ajustar un enunciado a la

    organizacin jerrquica de la sociedad tienen gran importancia enel proceso de establecer los gneros bsicos de conducta.1

    Sabemos que cada signo se crea en un proceso de interaccin en-tre personas socialmente organizadas. Por lo tanto, las formas delos signos estn condicionadas ante todo por la organizacin socialde los participantes y tambin por las condiciones inmediatas desu interaccin. Cuando estas formas cambian, tambin lo hace elsigno. Investigar esta vida social del signo verbal podra constituiruna de las tareas del estudio de las ideologas. Solo si se abordaas, el problema de la relacin entre signo y existencia puede en-contrar su expresin concreta; solo as el proceso de formacincausal del signo por la existencia surgir como un proceso de ge-

    nuino pasaje de existencia-a-signo, de genuina refraccin dialcticade la existencia en el signo.

    Para cumplir esta tarea deben respetarse ciertos requisitos meto-dolgicos bsicos:

    1) La ideologa no puede estar divorciada de la realidad materialdel signo (es decir localizada en la "conciencia" o en otras regionesvagas y evasivas);2) El signo no puede estar divorciado de las formas concretas delintercambio social (comprender que el signo es parte del intercambio social organizado y, en cuanto tal, no puede existir fuera deaqul, convirtindose en un mero artefacto fsico);

    3) La comunicacin y sus formas no pueden estar divorciadas delas bases materiales.

    Todo signo ideolgico incluido el signo verbal al realizarse enel proceso de intercambio social, se define por el alcance social delperodo de tiempo y del grupo social en el cual se produce. Hastaahora hemos hablado de la forma del signo determinada por las for-mas de la interaccin social. Ahora trataremos de su otro aspecto:el contenido del signo y la carga evaluativa que lo acompaa.

    Cada etapa en el desarrollo de una sociedad tiene su propio y res-tringido crculo de elementos, los nicos accesibles a la atencin

    1 El problema de los gneros de conducta lingstica solo muy recientemente se ha conver-tido en tema de discusin para lingistas y filsofos. Uno de los primeros intentos serios detratar estos gneros, aunque sin ninguna orientacin sociolgica claramente definida, esItalie-nlsche Umgangssprache, de Leo Spitzer, 1922. Ms adelante diremos algo ms acerca deSpitzer, sus predecesores y sus colegas.

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    de esa sociedad y a los que esa atencin provee de una cargava-lorativa. Solo los elementos incluidos en este crculo seconformarn como signos y sern objetos de la comunicacin

    semitica. Cmo se determina este crculo de elementosprovistos de acento valorativo?

    Cualquiera que sea el campo de la realidad del cual provenga, paraque cada elemento pueda entrar en el mbito social del grupo y pro-ducir una reaccin semitica ideolgica, debe estar asociado conlos prerrequisitos socioeconmicos vitales para la existencia delgrupo particular; de alguna manera, aunque sea indirectamente,debe estar en contacto con las bases de la vida material del grupo.

    En estas circunstancias, la eleccin individual no puede tener nin-gn sentido. El signo es una creacin entre individuos, una crea-cin dentro de un medio social. Por lo tanto el elemento en cues-

    tin debe adquirir primero significacin interindividual, y solo en-tonces puede convertirse en objeto para la formacin de un signo.En otras palabras, solo lo que adquiri valor social puede ingresaral mundo de la ideologa, tomar forma y establecerse all.

    Por tal razn, toda acentuacin ideolgica, a pesar de ser producidapor la voz individual (como en el caso de la palabra) o, en cualquiercaso, por el organismo individual, es siempre social, reclama reco-nocimiento social y, solo gracias a ese reconocimiento, puede serutilizada como material ideolgico.

    Convengamos en llamar a la entidad que llega a ser el objeto deun signo el tema de ese signo. Cada signo totalmente desarrollado

    tiene su tema. Y del mismo modo cada actuacin verbal tiene sutema.2

    Un tema ideolgico siempre est socialmente acentuado. Por su-puesto, todas las acentuaciones sociales tambin se introducen enla conciencia individual (la cual, como sabemos, es enteramenteideolgica) y all asumen el aspecto de acentos individuales, pues-to que la conciencia individual los asimila como propios. Pero lafuente de estas acentuaciones no es la conciencia individual. Elacento, como tal, es interindividual. El grito animal, la pura res-puesta al dolor en el organismo, carece de acento; es un fenmenopuramente natural. Para ese grito, la atmsfera social es irrelevan-te, y por lo tanto no contiene ni siquiera el germen de la formacin

    de un signo.

    2 La relacin del tema con la semntica de las palabras Individuales se tratarcon mayor detalle en una seccin posterior de nuestro estudio.

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    El tema de un signo ideolgico y su forma estn inextricablementeunidos y solo pueden separarse en la abstraccin. Finalmente, lamisma clase de fuerzas y los mismos prerrequisitos materiales dan

    origen a uno y a otro.

    Ciertamente, las condiciones econmicas que instauran un nuevoelemento de la realidad en el mbito social, que lo hacensocial-mente significativo e "interesante", son exactamente lasmismas condiciones que crean las formas de la comunicacinideolgica (la cognitiva, la artstica, la religiosa, etctera), lascuales a su vez determinan las formas de la expresin semitica.

    Es decir, los temas y las formas de la creatividad ideolgica surgende la misma matriz y constituyen en esencia dos aspectos de lamisma realidad. Donde mejor se realiza el proceso de la incorpo-racin a la ideologa el nacimiento del tema y el de la forma

    es en la materia de la palabra. Este proceso de generacin ideol-gica se refleja de dos maneras en la lengua: tanto en sus dimen-siones a gran escala, histrico-universales, estudiadas por la pa-leontologa semntica, que descubri la incorporacin de trozosindiferenciados de la realidad en el mbito social del hombre pre-histrico, como en su dimensiones en pequea escala dentro de!marco de la contemporaneidad, ya que, como sabemos, la palabrarefleja sensiblemente las ms nfimas variaciones en la existenciasocial.

    La existencia reflejada en el signo no solo es reflejada sinorefractada. Cmo se determina esta refraccin de la existenciaen el signo ideolgico? Por la interseccin de intereses sociales

    orientados en distinto sentido dentro de la misma comunidad designos, es decir, por la lucha de clases.

    La clase no coincide con la comunidad de signos, es decir, conla comunidad, constituida por la totalidad de usuarios del mismoconjunto de signos para la comunicacin ideolgica. Varias cla-ses diferentes usan la misma lengua. Como resultado, en cadasigno ideolgico se intersectan acentos con distinta orientacin.El signo se convierte en la arena de la lucha de clases.

    Esta multiacentualidad del signo ideolgico constituye un aspectocrucial. Gracias a esta interseccin de acentos un signo man-tiene su vitalidad y dinamismo as como su capacidad de mayordesarrollo. Un signo que ha sido apartado de las presiones dela lucha social que, por as decir, trasciende los lmites de lalucha de clases se debilita inevitablemente, degenera en ale-

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    gora y se convierte en el objeto no ya de una viva inteligibilidadsocial sino de la comprensin filolgica. Los recuerdos histricosde la humanidad estn llenos de signos ideolgicos desgastados

    incapaces de servir de liza para el choque de acentos socialesvivos. Sin embargo, en tanto son recordados por los fillogos ylos historiadores, se puede decir que conservan sus ltimosresplandores de vida.

    Lo mismo que da al signo ideolgico un carcter vital y mutablehace de ! un medio refractante y deformador. La clase dirigentese esfuerza por impartir al signo ideolgico un carcter eterno,supraclasista, por extinguir u ocultar la lucha entre los juiciossociales de valor que aparecen en aqul, por hacer que el signosea uniacentual.

    En realidad, cada signo ideolgico viviente tiene dos caras, como

    Jano. Cualquier palabrota vulgar puede convertirse en palabrade alabanza, cualquier verdad comn inevitablemente suena paramuchas otras personas como la mayor mentira. Esta cualidad dia-lctica interna del signo se exterioriza abiertamente solo en tiem-pos de crisis sociales o cambios revolucionarios. En las condi-ciones ordinarias de a vida, la contradiccin implcita en cada sig-no ideolgico no puede surgir plenamente porque el signo ideo-lgico, en una ideologa dominante establecida, siempre es algoreaccionario y trata de estabilizar el factor precedente en el flujodialctico del proceso generativo social, acentuando la verdad deayer para hacerla aparecer como de hoy. Y all reside la respon-sabilidad por el carcter refractante y deformador del signo ideo-lgico dentro de la ideologa dominante.

    He aqu presentado, pues, el problema de la relacin de las basescon las superestructuras. Nos hemos limitado a concretar algu-nos de sus aspectos y a definir la direccin adecuada para tra-tarlo de modo productivo. Sealamos especialmente el lugar quele corresponde en ese tratamiento a la filosofa del lenguaje.La materia del signo verbal permite seguir fcil e ntegramentela continuidad del proceso dialctico de cambio, proceso que vadesde las bases hacia la superestructura. En el terreno de lafilosofa del lenguaje pueden superarse fcilmente las categorasde la causalidad mecnica para explicar los fenmenos ideo-lgicos.

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    Captulo 3

    Filosofa del lenguaje ypsicologa objetiva

    La tarea de definir objetivamente la psiquis. La nocin de Dilthey acercade la psicologa "comprensiva e interpretativa". La realidad semitica dela psiquis. El punto de vista de la psicologa funcional. Psicologismo yantipsicologismo. La cualidad distintiva del signo interno (lenguaje in-terno). E! problema de la introspeccin. La naturaleza socioideolgicade la psiquis. Resumen y conclusiones.

    Una de las tareas ms urgentes y fundamentales del marxismoes la construccin de una psicologa genuinamente objetiva, loque significa una psicologa basada en principios sociolgicos,no fisiolgicos o biolgicos. Como parte integrante de esa tarea,el marxismo enfrenta el difcil problema de encontrar un abordajeobjetivo pero sutil y flexible de la psiquis humana subjetivaconsciente sobre la cual, generalmente, reclaman jurisdiccin losmtodos introspectivos.

    Para hacer frente a esta tarea no estn equipadas ni la biologani la fisiologa: la psiquis consciente es un hecho socioideolgicoy por lo tanto est ms all del alcance de los mtodos fisio-lgicos o de los de cualquiera otra de las ciencias naturales.

    La psiquis subjetiva no es algo que pueda reducirse a procesos

    que se producen dentro de los lmites del organismo animal,natural. Los procesos que definen bsicamente el contenido dela psiquis no se producen dentro sino fuera del organismo indi-vidual, aunque implican su participacin.

    La psiquis subjetiva del ser humano no es un objeto para el an-lisis cientfico-natural, como lo sera cualquier elemento o pro-ceso del mundo natural; la psiquis subjetiva es un objeto para lacomprensin ideolgica y para la interpretacin socioideolgicapor la va de la comprensin. Una vez comprendido e interpreta-do, un fenmeno psquico resulta explicable solamente en fun-cin de los factores sociales que determinan la vida concreta

    del individuo en las condiciones de su entorno social.1

    1 Un esbozo popular de los modernos problemas d,e la psicologa se encuentra en nuestro

    libro Frieydizm (krl t icheskiy ocherk) [Freudismo (Un bosquejo crtico)], Lenngrado, 1927. Vasecap. 3: "Dos tendencias en la psicologa contempornea".

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    El primer problema de fundamental importancia que surge cuandonos movemos en esa direccin es el de definir objetivamente la"experiencia interna". Esta definicin debe incluir la experiencia

    interna dentro de la unidad de la experiencia objetiva externa.

    Qu clase de real idad corresponde a l a psiquis subjet iva?La realidad de la psiquis interior es la misma que la del signo.Fuera de la materia de los signos no hay psiquis; hay procesosfisiolgicos, procesos en el sistema nervioso, pero no psiquissubjetiva como una especial cualidad existencial fundamental-mente distinta tanto de los procesos fisiolgicos que se produ-cen dentro del organismo como de la realidad que rodea al orga-nismo desde afuera, ante la cual la psiquis reacciona y a la cualrefleja de un modo u otro. Por su misma naturaleza existencia!,la psiquis subjetiva debe localizarse en alguna parte entre elorganismo y el mundo exterior, en el limite que separa estas dos

    esferas de la realidad. Aqu se encuentran el organismo y elmundo exterior, pero e! encuentro no es fsico: el organismo ysi mundo exterior se unen en el signo. La experiencia psquica esla expresin semitica del contacto entra el organismo y el am-biente exterior. Por eso la psiquis interior no es analizable comoun objeto y solo puede ser comprendida e interpretada comoun signo.

    La idea de una psicologa "comprensiva e interpretativa" es muyantigua y tiene una instructiva historia. Sintomticamente, en lostiempos modernos ha encontrado su mayor justificacin a pro-psito de los requerimientos metodolgicos de las humanidades,es decir, de las ciencias ideolgicas.

    Quien defendi esta idea en los tiempos modernos con mayorsagacidad y fundamento fue Wilhelm Dilthey. Para Dilthey no setrataba tanto de que la experiencia psquica subjetiva existiera,de la manera en que se puede decir que una cosa existe, sinode que tuviera significado. Cuando desatendemos a este signi-ficado en el intento de llegar a la pura realidad de la experiencia,nos encontramos, segn Dilthey, frente a un proceso fisiolgicoen el organismo y mientras tanto perdemos de vista la experien-cia, tal como, cuando desatendemos al significado de una palabra,perdemos la palabra misma y nos enfrentamos a un puro sonidofsico y al proceso fisiolgico de su articulacin. Lo que hace que

    una palabra sea una palabra es su signif icado. Lo que haceque una experiencia sea una experiencia es tambin su significado.Y solo puede desatenderse al significado a costa de perder laverdadera esencia de la vida psquica interior. Por lo tanto,la i

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    psicologa no puede proponerse explicar experienciascausalmen-te, como si fueran anlogas a los procesos fsicos ofisiolgicos. La psicologa debe proponerse comprender,

    describir, segmentar e interpretar la vida psquica, tal como sifuera un documento bajo el anlisis filolgico. Solo esa clase depsicologa descriptiva e interpretativa es capaz, segn Dilthey, deservir como base para las humanidades, o como l las llama, las"ciencias del espritu" Geisteswissenschaften). 2

    Las ideas de Dilthey demostraron ser muy fecundas y, hasta elpresente, continan recibiendo el apoyo de representantes delas humanidades. Podra afirmarse que virtualmente todos loshumanistas alemanes contemporneos con inclinacin filosficase subordinan en mayor o menor grado a las ideas de WilhelmDilthey.'!

    La concepcin de Dilthey parti de bases idealistas, y sus segui-dores se mantienen sobre estas mismas bases. La idea de unapsicologa comprensiva e interpretativa est estrechamente co-nectada con ciertas presuposiciones del pensamiento idealista yen muchos aspectos puede decirse que es una idea especfica-mente idealista.

    Por cierto, en la forma en que fue originariamente constituida y enque ha seguido desarrollndose hasta hoy, la psicologa inter-pretativa es idealista e insostenible desde el punto de vista delmaterialismo dialctico.

    Lo que es sobre todo insostenible es la prioridad metodolgica

    de la psicologa sobre la ideologa. Despus de todo, Dilthey yotros representantes de la psicologa interpretativa pensaran quesu psicologa deba proveer las bases para las humanidades. Laideologa se explica en funcin de la psicologa como expresiny encarnacin de la psicologa y no a! contrario. En verdad,se dice que la psiquis y la ideologa coinciden, que compartenun comn denominador el significado en virtud del cual tantouna como otra se distinguen igualmente de todo el resto de larealidad. Pero es la psicologa, no la ideologa, la que da eltono.

    Adems, las deas de Dilthey y sus partidarios no tuvieron encuenta el carcter social del significado.

    2 Puede encontrarse una explicacin de Dilthey en ruso en el artculo de Frisheyzen-KelerenLogos, 1-11, 1912-1913.3 La influencia orientadora de Dilthey ha sido reconocida (para mencionar solo a losmiembrosms distinguidos de las humanidades en la Alemania de hoy) por Oskar Walzel, WilhelmGun-dolf, Emil Ermatinger, y otros.

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    Finalmente y este es el protn pseudos de toda su teora notienen nocin del vnculo esencial entre significado y signo, notienen nocin de la naturaleza especfica del signo.

    La comparacin que hace Dilthey entre experiencia y palabra paral no es ms que una simple analoga, una figura explicativa,algo bastante raro de la obra de Dilthey, por cierto, e ignora lasconclusiones que surgen de esta comparacin. Aun ms, no quiereexplicar la psiquis por medio del signo ideolgico sino, tal comocualquier otro idealista, el signo por medio de la psiquis: un signoes signo para Dilthey solo en cuanto sirve como medio de expre-sin de la vida interior. Y esta ltima, sostiene, confiere al signosu propio significado. Aqu, la postulacin de Dilthey sigue latendencia comn a todo el idealismo: eliminar todo sentido, todosignificado del mundo material y ubicarlo en un Espritu atemporaly aespacial.

    Si la experiencia tiene significado y no es solo un trozo particularde la realidad (y esta afirmacin de Dilthey es correcta), entoncesla experiencia no podra producirse sino en la materia de lossignos. Despus de todo, el significado solo puede correspondera un signo; el significado fuera del signo es una ficcin. El signi-ficado es la expresin de una relacin semitica entre un trozoparticular de la realidad y otra clase de realidad, la cual estereemplaza, representa o reproduce. El significado es una funcindel signo y por lo tanto es inconcebible (ya que el significadoes pura relacin, o funcin) fuera del signo como algo particular,de existencia independiente. Sera tan absurdo como considerar

    que el significado de la palabra "caballo" es este particular ani-mal vivo que estoy sealando. Si esto fuera as, entonces yopodra afirmar, por ejemplo, que cuando como una manzana noconsumo una manzana sino el significado de la palabra "manza-na". Un signo es una cosa material particular, pero el significadono es una cosa y no puede ser aislado del signo como si fueraun trozo de la realidad con existencia propia separada del signo.Por lo tanto, si la experiencia tiene significado, si es susceptiblede ser comprendida e interpretada, entonces debe tener existen-cia en la materia de signos reales y efectivos.

    Es importante destacar que la experiencia no solo puede expresarseexteriormente a travs del signo (una experiencia puede expre-

    sarse a otros de diversas maneras: mediante la palabra, por la

    expresin facial o por cualquier otro medio), sino que ella existe,aun para la persona que la sufre, solo en la materia de los signos.Fuera de esa materia no hay experiencia como tal. En este sen-

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    tido cualquier experiencia es expresable, es decir, es expresinpotencial. Cualquier pensamiento, cualquier emocin, cualquieractividad voluntaria es expresable. Este factor de expresividad

    no puede descartarse de la experiencia sin destruir la verdaderanaturaleza de esta.4

    No existe ningn salto entre la experiencia interior y su expre-sin, ningn pasaje de un reino cualitativo de la realidad a otro.El paso de la experiencia a su expresin exterior se producedentro del mbito del mismo reino cualitativo y es de naturalezacuantitativa. Es cierto que a menudo ocurre que en el procesode la expresin exterior se produce el paso de un tipo de materialsemitico (por ejemplo, mimtico) a otro (por ejemplo, verbal),pero en ningn caso en el curso del proceso este se aparta dela materia de los signos.

    Cul es, entonces, la materia sgnica de la psiquis? Cualquieractividad o proceso orgnico: respiracin, circulacin sangunea,movimientos del cuerpo, articulacin, habla interna, gestosmim-ticos, reacciones a estmulos extemos (como, por ejemplo,estmulos luminosos), etctera. En resumen, todo lo que ocurreen el organismo puede convertirse en materia de experiencia,porque todo puede adquirir valor semitico, hacerse expresivo.

    Sin duda, toda esta materia est lejos de equipararse en impor-tancia. Una psiquis que haya alcanzado cierto grado de desarrolloy diferenciacin debe tener a su disposicin una materia semi-tica sutil y dcil, una materia semitica que puede ser conformada,refinada y diferenciada en el medio social extracorpreo en el

    proceso de expresin exterior. Por lo tanto, la materia semiticade la psiquis es por excelencia la palabra, el lenguaje interno.Es verdad que el lenguaje interno est entrelazado con una masade otras reacciones motoras que tienen valor semitico. Perode todos modos, la palabra constituye la base, el esqueleto dela vida interior. Si se la privara de la palabra, la psiquis se redu-cira a un grado extremo; privada de todas las otras actividadesexpresivas, morira del todo.

    Si no atendemos a la funcin sgnica del lenguaje interno y detodas las otras actividades expresivas cuyo conjunto constituyela psiquis, nos enfrentaremos con un proceso puramente fisiol-

    4 La nocin de la expresividad de todos los fenmenos de conciencia no es ajena alneo-kantismo. Adems del libro de Casslrer ya citado, Hermn Cohn, en la tercera seccin desu sistema, Aesthetik des reinen Gefhls, habla sobre el carcter expresivo de laconcienc ia. Sin embargo, la dea tal como est expuesta all no permite conclusiones correctas.La esencia de la conciencia permanece ms all de los lmites de la existencia.

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    gico que se produce dentro de los confines del organismo indivi-dual. Una abstraccin de este tipo es perfectamente legtima ynecesaria para el fisilogo: todo lo que l necesita es el proceso

    fisiolgico y sus mecanismos.

    Pero aun el fisilogo, en tanto es bilogo, tiene buenas razonespara tomar en cuenta la funcin sgnica expresiva (es decir, lafuncin social) de los diversos procesos fisiolgicos. De otramanera, no podr entender la posicin biolgica de estos en laeconoma global del organismo. Tampoco puede el bilogo ignorarel punto de vista sociolgico, desestimar el hecho de que elorganismo humano no pertenece al dominio absoluto de la natu-raleza sino que forma parte de un dominio especficamente social.Pero una vez que ha tenido en cuenta la funcin sgnica de losdiversos procesos fisiolgicos, el fisilogo procede a investigarsu mecanismo puramente fisiolgico (por ejemplo, el mecanismo

    del reflejo condicionado) y ya no se ocupa de los valores ideol-gicos inherentes a estos procesos que son variables y estnsujetos a sus propias leyes sociohistricas. En una palabra, elcontenido de la psiquis no le concierne.

    Pero precisamente este contenido de la psiquis, considerado conrespecto al organismo individual, es el objeto de la psicologa.Ninguna ciencia que merezca el nombre de psicologa tiene opuede tener ningn otro objeto de inters ms que este.

    Se ha afirmado que el objeto de la psicologa no es el contenidode la psiquis sino solo la funcin que este contenido tiene en la

    psiquis individual. Tal es el punto de vista de la llamada psicologafuncional.6

    Segn la doctrina de esta escuela, la "experiencia" se componede dos factores. Uno es el contenido de la experiencia. No tienenaturaleza psquica. Se trata o de un fenmeno fsico sobre elcual se concentra la experiencia (por ejemplo, un objeto de per-cepcin) o de un concepto cognitivo que tiene su propia regula-cin lgica o de un valor tico, etctera. Este aspecto referencalde la experiencia orientado hacia el contenido corresponde aldominio de la naturaleza, de la cultura o de la historia, y por lotanto, es competencia de las disciplinas cientficas apropiadas yno concierne a la psicologa.

    5 Los principales representantes de la psicologa funcional son Stumpf, Melnong, y otros. FranzBrentano sent las bases para la psicologfa funcional, que en este momento es sin duda elmovimiento dominante en la psicologa alemana, aunque seguramente no en su pura formaclsica.

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    El otro factor en la experiencia es la funcin de un contenido*referencial particular dentro del sistema cerrado de la vida ps-quica individual. Y precisamente esta experiencialidad de cual-

    quier contenido exterior a la psiquis es en realidad el objeto dela psicologa. O, para decirlo de otra manera, el objeto de lapsicologa funcional no es el qu de la experiencia sino el cmo.As, por ejemplo, el contenido de cualquier proceso de pensa-miento su qu no es psquico y pertenece al dominio de lalgica, la epistemologa o las matemticas [si se trata de un tipode pensamiento matemtico). La psicologa, en cambio, estudiasolamente cmo se produce el proceso de pensamiento con di-versos contenidos objetivos (lgicos, matemticos u otros) bajolas condiciones proporcionadas por una psiquis subjetiva indi-vidual.

    No vamos a ahondar en los detalles de esta concepcin psicol-

    gica, y pasaremos por alto ciertas distinciones, algunas muy opor-tunas, relativas a !a funcin psquica, que pueden encontrarse enlos trabajos de representantes de esta escuela y de otros movi-mientos emparentados con ella en psicologa. Para nuestros pro-psitos bastar el principio bsico de la psicologa funcional, yaexpuesto. Nos ayudar a expresar en trminos ms precisosnuestras ideas sobre la psiquis y sobre la importancia de lafilosofa del signo (o la filosofa del lenguaje) en la solucin delproblema de la psicologa.

    La psicologa funcional tambin creci y se model sobre las basesdel idealismo, pero, en ciertos aspectos, muestra una tendenciadiametralmente opuesta a la psicologa interpretativa del tipo de

    la de Dilthey.

    En efecto, mientras Dilthey parece querer reducir la psiquis y laideologa a un comn denominador el significado, la psicolo-ga funcional se esfuerza, por el contrario, por establecer un rigu-roso lmite entre la psiquis y la ideologa, lmite que parece atra-vesar la misma psiquis. Como resultado, cualquier cosa consi-derada como significado termina por ser excluida sin dejar rastrosdel campo de la psiquis, mientras que cualquier cosa consideradacomo perteneciente a la psiquis termina por sumarse al puro fun-cionamiento de contenidos referenciales separados, ordenados encierto tipo de constelacin individual llamado "alma individual".Es decir que la psicologa funcional, a diferencia de la interpreta-

    tiva, otorga prioridad a la ideologa sobre la psiquis.

    Podemos ahora preguntarnos: Cmo funciona la psiquis, y cules la naturaleza de su existencia? Para esta pregunta nopodemos

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    encontrar una respuesta clara y satisfactoria en los trabajos delos representantes de la psicologa funcional. No hay ningunaidea clara, ningn acuerdo, ni unanimidad alguna entre ellos acerca

    de este tema. No obstante, hay un punto en el cual coincidentodos: el funcionamiento de la psiquis no debe identificarse conningn proceso fisiolgico. La psiquis est netamente delimitadacon respecto a lo fisiolgico. Pero queda sin clarificar qu clasede entidad es esta nueva cualidad, la psquica.

    De modo similiar, en la psicologa funcional queda igualmenteoscuro el problema de la realidad de un fenmeno ideolgico.

    El nico caso en que los funcionalistas proporcionan una res-puesta clara es el de una experiencia dirigida hacia algn objetoen la naturaleza. Aqu deducen una oposicin entre el funcio-namiento psquico y el ser fsico, natural (este rbol, esta tierra,

    esta piedra, etctera).

    Pero qu clase de oposicin prevalece entre el funcionamientopsquico y el ser ideolgico: un concepto lgico, un valor tico,una imagen artstica, etctera?

    Con respecto a este problema, la mayora de los representantesde la psicologa individual adhieren a los criterios idealistas quese sostienen comnmente, principalmente kantianos.6Adems dela psiquis individual y de la conciencia subjetiva individual, tienenen cuenta una "c onciencia trascendental", "conciencia per se",o "sujeto epistemolgico puro", etctera. Y en ese reino trascen-

    dental ellos ubican el fenmeno ideolgico en oposicin a lafuncin psquica individual.7

    Por lo tanto, el problema de la realidad de la ideologa permanecesin solucin en el terreno de la psicologa funcional.

    El fracaso en la comprensin del signo ideolgico y su modo espe-cfico de ser es, en consecuencia, tanto en este como en todoslos otros casos, la causa de la insolubilidad del problema de lapsiquis.

    El problema de la psiquis no hallar solucin hasta que se resuel-va el problema de la ideologa. Ambos problemas se

    encuentran

    6 Actualmente, tambin los fenomenlogos se basan en la psicologa funcional, asociadosconFranz Brentano (asociacin que se extiende a su visin filosfica total).7 En cuanto a los fenomenlogos, ontologizan nociones Ideolgicas, proveyndolasde unaesfera autnoma de existencia Ideal.

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    inextricablemente unidos. Toda la historia de la psicologa y todala historia de las ciencias ideolgicas lgica, epistemologa,esttica, humanidades, etctera es una historia de lucha ince-

    sante, que implica mutuas delimitaciones y asimilaciones mutuasentre estas dos disciplinas cognoscitivas.

    Parece darse un tipo de peculiar alternancia peridica entre unpsicologismo elemental, que inunda todas las ciencias ideolgicas,y una aguda reaccin antipsicologista, que priva a la psiquis detodo su contenido, relegndola a cierto vaco status formal (comoen la psicologa funcional) o al puro fisiologismo. En cuanto ala ideologa, una vez que un antipsicologismo consecuente la ha

    eliminado de su ubicacin normal en la existencia (que es preci-samente en la psiquis), se la deja sin ninguna ubicacin, se laobliga a salir de la realidad e ir hacia lo trascendental, o aunascender literalmente a lo trascendente.

    Al comienzo del siglo XX, experimentamos una de esas fuertesoleadas de antipsicologismo (de ninguna manera la primera en lahistoria, por cierto). Los orientadores trabajos de Husserl,8 prin-cipal representante del moderno antipsicologismo; los trabajos desus seguidores, los ntencionalistas ("fenomenlogos"); el girofrancamente antipsicologista que tomaron los representantes delmoderno neokantismo de la escuela de Marburg y Freiburg;9y

    la proscripcin del psicologismo de todos los campos del cono-cimiento y hasta de la misma psicologa, todo esto constituyun acontecimiento de enorme importancia filosfica y metodol-gica en las dos primeras dcadas de nuestro siglo.

    Ahora, en la tercera dcada del siglo, la oleada de antipsicolo-gismo ha comenzado a disminuir, para ser remplazada por unanueva y evidentemente muy poderosa ola de psicologismo. Unaforma de psicologismo que est de moda es la "filosofa de lavida". Bajo esta etiqueta, el psicologismo ms desenfrenado havuelto a ocupar, con extraordinaria rapidez, todas las posicionesen todas las ramas de la filosofa y del estudio ideolgico que habaabandonado tan poco tiempo atrs.

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    8 Vase el vol. I de su Loglsche Untersuchungen (se tradujo al ruso en 1910), obraque hallegado a ser algo asi como una biblia del antipsicologismo contemporneo. Vase,tambin,su artculo (trad. al ruso), "La filosofa como una ciencia exacta", ogos. I, 1911-1912.

    9 Vase, por ejemplo, el Instructivo estudio de Helnrich Rickert, Jefe de laescuela dFreiburg (hay trad. rusa), "Dos caminos en la teora del conocimiento", Novie ideiv filosof(Nuevas Ideas en filosofa), Vil, 1913. En este estudio, Rickert, bajo la Influencia deHusserl.traduce a trminos antipslcologlstas su concepto de la teora del conocimiento queoriginalmente era algo psicologlsta. El artculo es muy caracterstico de la actitud asumidapor elneokantismo hacia el movimiento antipsicologista.10 Pueda encontrarse una visin general de la contempornea filosofa de la vida,aunquetendenciosa y algo anticuada, en si libro de Rickert (hay trad. rusa) La filosofa de lavida,

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    La creciente ola de psicologismo no trae deas frescas sobre losfundamentos de la realidad psquica. En contraste con la ola pre-cedente de psicologismos (el psicologismo emprico-positivista de

    la segunda mitad del siglo XIX, cuyo ms tpico representantefue Wundt), el nuevo psicologismo se inclina a interpretar el serinterior, el "fenmeno elemental de la experiencia", en trminosmetafsicos.

    Por lo tanto, este flujo dialctico de psicologismo yantipsicologis-mo no ha producido ninguna sntesis dialctica. Niel problema de la psicologa ni el de la ideologa han encontradohasta hoy su correcta solucin en la filosofa burguesa.

    Las bases para el tratamiento de ambos problemas deben esta-blecerse