el príncipe-tutoría de derecho político

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Facultad de Jurisprudencia, Ciencias Sociales y Políticas. Carrera de Derecho. Derecho Político. Tutoría. “El Príncipe”-Nicolás Maquiavelo. Dr. Francisco Jiménez. Integrantes: Nataly Barberán Flores de Valgas. Néstor Toro Hinostroza. David Aranda Cañarte. Primer Ciclo “C”- Semestre B 2014

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Facultad de Jurisprudencia, Ciencias Sociales y Políticas.

Carrera de Derecho.

Derecho Político. Tutoría.

“El Príncipe”-Nicolás Maquiavelo.

Dr. Francisco Jiménez.

Integrantes:

Nataly Barberán Flores de Valgas.

Néstor Toro Hinostroza.

David Aranda Cañarte.

Primer Ciclo “C”- Semestre B 2014

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Índice.

1. Semblanza del autor. 2. Momento histórico y estructura de la obra. 3. Contenidos. 4. Crítica. 5. Bibliografía.

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Semblanza del autor.

Nicolás de Bernardo de Maquiavelo, más conocido como Nicolás Maquiavelo, nació en Florencia el 3 de mayo de 1469, hijo del abogado y tesorero de la marca de Antona, Bernardo y de Bartola NellI. Poco o nada se sabe de sus primeros años. Aprendió sin embargo, el griego y el latín perfectamente y se cree que asistió a la academia platónica desde su juventud.

Desde 1494 inició su carrera política como agregado de la cancillería. Cuatro años después se le nombro en el cargo de canciller. En pocas semanas, el 14 de Julio de 1498, se le designó canciller adjunto a “Los Diez de la Libertad”, cargo de gran influencia por tener bajo su responsabilidad asuntos militares. Este cargo lo desempeño por 15 años.

Durante su permanencia en la cancillería, Maquiavelo se desempeñó en numerosas embajadas y cumplió diferentes misiones diplomáticas y militares, aun a riesgo de su vida. Hacia el año 1500 estuvo de comisario en el campamento de las tropas que sitiaron a Pisa. En julio del mismo año se le encargó la misión de viajar a Francia para explicar a Luis XII el comportamiento de los soldados que fueron enviados a Pisa.

En misión a Pistoya logró un acuerdo de paz entre las facciones Panciática y Cancelliera que mantenían a la ciudad en un estado de tensión peligroso. Sin embargo, la calma duró muy poco. También fue enviado a Volterra para conversar con el cardenal Franciso Soderini respecto a la elección del nuevo Papa que sucedería a Pío III. Con el mismo objeto viajo a Roma posteriormente.

Un hecho decisivo para Maquiavelo lo constituyó el rechazo de los soldados mercenarios contratados por Florencia para asaltar a Pisa. Este hecho le sugirió la idea, reiterada en El Príncipe, que los soldados mercenarios no son de fiar, ni constituyen una fuerza que sirva a los propósitos de una nación. Convenció al Consejo de los Diez de la necesidad de alistar para el ejército a los súbditos de la República. La idea, crear un ejército nacional. Se dedicó a esta empresa desde finales de 1505 hasta marzo del año siguiente. Se ordenó el reclutamiento de un hombre por familia. Estando obligado cada familia a declarar el número de hombres aptos para el ejército. Italia pronto contó con una fuerza propia de diez mil hombres. Con esta iniciativa, Maquivelo creó las bases de los ejércitos modernos.

En 1506 fue enviado a Roma para acompañar a Julio II hasta Imola y convencerlos de las buenas intenciones de Florencia para apoyarlos en su campaña por la recuperación de Bolonia.

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Estuvo, asimismo, en Mantua, Lombardía, Siena, Arezzo, Piombino y diversas otras ciudades italianas, en donde acrecentó su experiencia política y adquirió reputación de hombre hábil y eficiente para resolver problemas desde delicados hasta complejos.

Pero hacia 1512 cambio la situación política en Florencia y Maquiavelo hubo de realizar un retiro obligado de la política. El pontífice Julio II envió a Toscana un ejército español que tomo Prato y puso a los Médicis en posición de tomar Florencia lo cual ocurrió.

Al año siguiente, Maquiavelo fue acusado de conspirar contra la vida de Julián y Lorenzo de Médicis, inocente del delito que se le imputaba, el Papa León X ordenó que lo dejaran en libertad.

Maquiavelo escribió numerosas obras. Destacan entre los discursos de la primera década, “El Príncipe”. También escribió poemas, comedias entre las que se destaca de manera la que lleva por título “La Mandrágora”.

El 22 de junio de 1527, su hijo Piero Maquiavelo escribió a su hermano Francesco: No puedo menos de lamentar el que decirte que Nicolás, nuestro padre, murió aquí de dolores de estómago.

Momento Histórico y estructura del libro.

La temporalidad de la obra se desarrolló en un momento en que la humanidad revolucionaba su pensamiento y más que su pensamiento, su espiritualidad; la moral y la ética quedan a un lado y el uso completo de la razón gobierna al hombre, esto es el Renacimiento.

La existencia de las virtudes es innecesaria, la apariencia será mucho más provechosa que la posesión efectiva de las anteriores nombradas.

Maquiavelo, sin lugar a duda es el típico hombre renacentista que no siente sino que piensa y a pesar de que nunca dijo que el fin justificaba los medios es el más grande legado que su obra nos dejó.

El Príncipe, manual para gobernantes, está estructurado por un prólogo y 26 capítulos continuos que desarrollan la teoría maquiavélica: tipos de principados, organización del principado, tipos de príncipe, poder del príncipe, cualidades del príncipe, servicios del príncipe.

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Para empezar con el análisis a Maquiavelo, debemos comprender que él concebía a la organización política del mundo en el sistema de los principados o repúblicas.

De estos principados podemos distinguir, según criterio de su autor, que existirán los hereditarios y los nuevos; estos dos, encontrarán en la doctrina maquiavélica distintas formas de organizarse y de subsistir de acuerdo a las circunstancias que el momento histórico, social y político amerite.

Serán principados hereditarios cuando una misma familia ha reinado durante largo período de tiempo; y nuevos, serán aquellos en el que se es del todo o se agregan miembros al Estado hereditario.

En la herencia de los principados, el pueblo subyugado reconoce al nuevo príncipe y por costumbre a la familia de éste; la aceptación es inmediata y en mayoría; esta fuerza apoya al príncipe, de tal manera que, en situación de guerra, en caso de perder el principado, lo recobrará en primera instancia.

Cuando la situación del principado es mixta, (entiéndase mixta cuando un miembro ha sido agregado a un conjunto anterior), crea diferencias naturales de esta situación y esto hace que el nuevo príncipe tome acciones represivas contra sus súbditos. Es así que todos los ofendidos son los enemigos y muchas veces estos enemigos, fueron aquellos que ayudaron al nuevo monarca a llegar al poder.

Estos enemigos, aprovechándose de la situación, en la que este nuevo gobierno se encuentra, tomarán y dominarán la mentalidad del pueblo contra el monarca, pudiendo así, arrebatarle el principado o el territorio conquistado; en primer momento, este territorio perdido será difícil de recuperar, pero no imposible llegando incluso a la situación de que, siendo recuperado este principado, sea mucho más difícil perderlo por segunda vez, porque el príncipe se encuentra totalmente consolidado gracias a los nuevos aliados que consiguió y que le ayudó a mostrar todo su poderío al momento de la reconquista del principado perdido.

Dentro de estos principados mixtos, podría darse el caso de que el príncipe quisiera conquistar territorios, como una cultura extraña a la del conquistador y podría ser que este territorio tuviera o no su propio monarca; si es que lo tiene, es primordial el señor se haga a las necesidades desatendidas del pueblo al que aspira conquistar y acabar con el gobierno a través de la eliminación de toda su descendencia y de sus tributos; si no lo tienen, el príncipe enviará a su señor y hará que este le informe de todo en cuanto suceda en esa sociedad y, el príncipe verá si ingresa de buena o de mala manera.

Muchas veces aunque el príncipe haya entrado a este territorio con un supuesto deseo de ayudar, siempre existirá la parte opositora y resistente al sistema

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anterior; entonces la acción directa que debe tomar el príncipe es eliminar a todo aquel que se resista; vale más ser temido que amado y muchas veces si el enemigo no puede ser eliminado, la solución final será amistarse con él; queriendo decir esto que, a pesar de ser violentos contra la resistencia, debe el príncipe ser paladín de las costumbres del pueblo adquirido.

El fin ha justificado los medios, el príncipe se ha hecho a su deseo insaciable de poder totalitario; esto no significa que la batalla esté totalmente ganada, pues en un descuido, el territorio se perderá muy pronto.

En esta modalidad de principado todo aquel que ayuda a otro a hacerse poderoso, causa su propia ruina.

En lo que respecta a la asesoría del principado puede ser que elija entre sus siervos un ministro o que se deje llevar por su linaje y esto haría que la asesoría del principado caiga en las manos de los nobles. Es un poco lógico y de sentido común que cuando el principado sea gobernado por siervos la cantidad de aceptación sea muy fuerte, así como, es lógico también que si la asesoría está en manos de los nobles el poder del príncipe se verá opacado.

De la forma de gobernar, el príncipe encontrará tres vías: la destrucción, la radicación y el mantenimiento de las normas anteriores.

Cuando el colectivo es reacio al nuevo gobierno, habíamos dicho anteriormente que la solución era eliminarlo, pues si no se aplasta al que pretende aplastar, el conquistador será aplastado. Otra forma de mantener la conquista es que el príncipe se radique o envíe tropas a radicarse para poder empaparse de la situación social del territorio y con el tiempo junto con los medios necesarios implantar la normativa real. Por último, también se puede mantener la conquista de aquellos pueblos que sin haber tenido un príncipe anteriormente y que ahora lo tienen, seguir coexistiendo con las normas y tributos a los que estaban acostumbrados.

La época del gobierno era tan dura y era tan falsa que, al carecer de virtudes, el príncipe debía aparentar que las tenía y a esto se le puede llamar talento o habilidad de adquisición y permanencia.

La costumbre será un elemento muy conflictivo en la adaptación a las nuevas normas y para eso existirá la fuerza innovadora que, a través de la fuerza o de la mediación, acabará con ella; el mérito será más grande cuando la fortuna sea adquirida con las armas propias.

Pero no siempre el príncipe conseguía un territorio a través de la conquista, pues podía ser que compre un Estado o que se le haya regalado en ambos casos,

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tendrá que prevalecer más que el arte de la política, el arte del mando, que consistirá en colocar con anticipación los cimientos de la futura adquisición.

No siempre el príncipe va a llegar con virtud, ni con fortuna, pues los crímenes constituyen también una forma de llegar al poder; tal es el caso de aquellos que siendo civiles (naturales) han ascendido a puestos de distinción y, por su cercanía al poder, han expulsado al príncipe del momento, adueñándose de su poder.

Entre los diferentes modos de conseguir el principado, existe la posibilidad de que sea de naturaleza civil, es decir, que sea el pueblo quien lo convierta el príncipe, estos civiles no siempre son los que integran el pueblo pueden ser también los que integran la nobleza.

El principado civil se enferma y cuando se enferma pasa a llamarse principado absolutista en la que, la representación e intervención de los magistrados llega a ser nula.

Un principado es un Estado y como tal, tiene bienes y cuantías a su favor; esta cuantía puede ser favorable como también desfavorable; es natural que cuando sea favorable, el principado no necesitará de la intervención de otros Estados, pero cuando esta condición es desfavorable se verá en la necesidad de solicitar ayuda emergente a otros Estados, en estos casos el que está ayudando, muchas veces se sentirá con el derecho de abusar contra el necesitado.

Para concluir, acerca de los tipos de principado, tenemos al control eclesiástico, estos principados poseen Estados, pero no los defienden; tienen súbditos, pero no los gobiernan. Sin embargo, nadie los invade, nadie los ataca, nadie abusa; esto lo hace un principado totalmente seguro y feliz, la naturaleza de la seguridad de este principado se encuentra en el temor de Dios; y con esta justificación la iglesia podía usar a sus milicias en pro de otros principados, haciendo de la iglesia una institución potentísima.

En un gobierno siempre existirá el cuerpo de defensa que podrá ser propio, mercenario, auxiliar, mixto. Las milicias que son mercenarias y auxiliares son inútiles y peligrosas, pues son los principales traicioneros del gobierno, siempre tendrán ambición y creen que el temor de Dios es el que les impulsa a tratar de conseguir el pueblo, son también la clase de ejercito mas ineficiente de todas porque una vez en el poder jamás terminarán de forjar y por ende de consolidar su grandeza.

Es obvio, que si nos referimos a una milicia mercenaria o auxiliar estamos hablando de una intervención extranjera en calidad de ayuda, por lo que jamás será confiable este tipo de ejército.

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Cuando el príncipe se sirve de milicias propias el peligro que corre de una desestabilización es mínimo, pues conoce a sus hombres y estos conocen a su Señor.

Muchas veces el príncipe necesita auxilio como lo tratamos anteriormente, pero también acontecerá que será un ejército extranjero totalmente débil quien necesite la ayuda o socorro del ejército propio de un príncipe poderoso, esto suele ocurrir en guerras a gran escala donde un grupo de aliados ha quedado devastado y necesita apoyo internacional; esta reflexión nos lleva a decir, quizás desfiguradamente, que se vive para servir y si no se vive para servir es mejor morir.

Una virtud imaginaria del príncipe será la prudencia, la cual lo llevará a deshacerse de todos aquellos que participaron como tropas auxiliares en otros países, pues al haber triunfado en las campañas militares la confianza que tienen estos hombres en sí mismos representa un peligro para el príncipe ya que, si ha eliminado a uno por qué no eliminar a otro, mucho más siendo al que pertenece.

Sin milicias propias no hay Estado seguro.

Un príncipe es jefe de las milicias y estas le deben a él, pero esto no significa que el Señor no le deba a estos servidores, pues muchas veces la consolidación y mantenimiento del poder se encuentra solamente en sus manos; en los tiempos de paz es cuando más preocupado debe estar el príncipe en el entrenamiento de las milicias y lo puede hacer mediante la acción y el estudio; la acción será todo lo concerniente a la organización y el estudio, será la practicidad y reconocimiento del entorno. El príncipe más que gobernante, será un capitán y para eso debe dominar la Historia del mundo, pues de las victorias, copiará y de las derrotas, aprenderá; esto hará del príncipe un Señor prudente.

En la larga cobertura que tiene un príncipe respecto de su jurisdicción se encuentra también la forma de proceder y de tratar a los súbditos y amigos; será mejor pintar el papel de bueno, así no lo sea, pues cuando se ejerce esta profesión se perderá entre los demás que quieran hacer lo mismo. De esta profesión o como le llamaremos “Virtud aparente” se distinguirá al prodigo y al tacaño; el primero, es el que se jacta de ser dadivoso; el segundo, beneficiará al resto de sus amigos con fuentes ajenas a las de él, solamente para cuidar su patrimonio.

Es bueno que un príncipe sea considerado pródigo sabiendo aún que muchos entenderán a esta virtud con un significado totalmente contrario ya que, un príncipe no puedo practicar públicamente esta virtud sin que se perjudique y entonces, si es astuto, será mejor que se lo tilde de tacaño; este don de ser tacaño

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colabora con la avaricia del príncipe haciendo que en una campaña le basten las entradas y las salidas para defenderse. Con el pasar del tiempo, el ser avaro y tacaño poco le va a importar, pues se ha dado cuenta que sin estas dos cualidades es imposible reinar; pero, siempre cuidándose de ser odiado y despreciado.

Entre las cualidades “buenas” de un príncipe podemos citar lo tan o poco clemente que va a ser al gobernar, pues en la mentalidad de sus gobernados es mejor ser tenido por clemente que por cruel; sin embargo, esta clemencia debe ser dosificada ya que el abuso de confianza siempre estará presente. La crueldad deberá ser implantada al mismo nivel de la clemencia e irrogada en el pueblo sin excepción, siempre y cuando sea para mantener la unión y la fidelidad de los súbditos a su superior. La virtud de la crueldad será propia de los príncipes viejos, pues en príncipes nuevos la aplicación directa e inmediata de esta crueldad le supone la catástrofe y la caída de su gobierno ya que, la empatía, el amor, la aceptación, el carisma del pueblo aún no es el suficiente.

Dependiendo de la situación, ha valido ser más amado que temido y en otras ser más temido que amado; el amor ciego o a veces entendido lleva a que los súbditos quieran hacer de su voluntad un mandato. Es obvio, que en una situación emergente como lo son las guerras, nada importará que el príncipe sea visto como el más cruel de los tiranos.

La cuestión de ser amado o temido concluye en que el amor siempre dependerá del pueblo mientras que el temor siempre dependerá del príncipe, pues cuando el temor esté en las manos del pueblo, la fuerza aplastante del príncipe triunfará.

En lo que respecta al cumplimiento de las promesas el príncipe tendrá dos formas de combatir a esto: las leyes y la fuerza; la primera, es sólo de los hombres; la segunda, es sólo de las bestias; sin embargo, el príncipe debe manejar las dos caras y saber comportarse como hombre y como bestia, pues ninguna dura lo suficiente una sin la otra. En las promesas de paz, El Príncipe preferirá su papel de bestia ya que, la astucia prevalece en esta manera de combatir a la promesa. Si todos los hombres fueran buenos, esto no sería bueno, pues el perverso disfrazará a la inobservancia.

Un príncipe concluye que no precisamente debe de tener todas las virtudes nombradas, pero debe aparentarlas; tener y practicar siempre es perjudicial; aparentar es útil.

En la vida de un gobierno y de un príncipe existirán abstenciones, ejemplo: el ser expoliador, el ser ladrón de bienes y el ser el dueño de las mujeres de los súbditos pues, si se abstiene de esto, el pueblo lo verá con buenos ojos; sin embargo el

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príncipe puede ser despreciado por una apariencia voluble, frívola, afeminada, irresoluta y pusilánime; defectos de los cuales deberá alejarse para que se le reconozca su grandeza, valentía, seriedad, y fuerza.

Un príncipe que domina esto es inmediatamente respetado y su autoridad es sin límites aún cuando sus enemigos lo amenacen ya que, el respeto del que es dueño y por ende del aprecio de su pueblo lo salvarán de cualquier conjuro.

Es urgente entonces que, cuando un príncipe no puede evitar ser odiado debe irse hacia los más numerosos y si no hacia los más fuertes. Hay que tener presente que, el odio se lo gana haciendo tanto buenas como malas acciones.

Existieron príncipes que para poder dominar sin problemas un Estado lo dividieron, desarmaron a sus súbditos y favorecieron a los enemigos. Muchas veces los príncipes desarman a sus súbditos para por medio de estos desarmar a la oposición; en la resistencia del Señor se encuentra la gloria.

El pueblo tiene que encontrar la forma de estimar al príncipe y esa es aliándolo a un grupo específico, cuando esto no sucede, el Señor va a encontrar inconvenientes, que serán rápidamente solucionados por el gremio que le reconoce afecto sin importar que sea justo o no.

En la asesoría del príncipe, se encontraran los ministros que ayudarán siempre en la primera opinión de un juicio, es necesario que estos ministros sean totalmente capaces y fieles, cuando no lo son, el Señor va a incurrir en error. Debemos distinguir al fiel del infiel y para esto debemos tener presente que el infiel siempre pensará y buscará solamente su provecho e interés y de alguna manera el Estado caerá en manos de este pusilánime; el ministro fiel, debe honrar, enriquecer y colmar a su Señor

Los príncipes suelen pecar de vanidosos y esto hace que caigan fácilmente en las garras de los aduladores, la prudencia se ha ido de la integridad del Señor. Para huir de este problema, el príncipe debe rodearse de hombres de buen juicio de su Estado y poner un límite en el que el consejo que este necesite será cuando él lo ordene y no cuando sea deseo de los demás.

Un ejemplo claro de las faltas de prudencia de un príncipe fue la desintegración de los Estados italianos ya que, la corona era de carácter hereditaria y aun así les fue arrebatada; es decir, la fortuna no fue la causa de la caída sino la ineptitud e ineficiencia.

Muchas veces se ha pensado que la fortuna se debe a cosas supranaturales que rigen el mundo, entiéndase un dios o cualquier otra deidad, este criterio nos lleva a pensar que todo depende de la suerte. El acto humano netamente racional no se

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va a dejar llevar por la suerte sino que, por el libre albedrío va a forjar su propio destino.

Después de todo lo que hemos exhortado tenemos un paisaje claro de cómo conquistar y de cómo liberar territorios sea que veamos que es un mandato divino o sea lo que un príncipe ha forjado, recordemos que el príncipe a pesar de todo lo que pueda hacer, jamás ha dejado de ser un hombre y como hombre ha sido maravilloso y raro a la vez. Se ha aclarado también que cuando nos falten leyes, será la fuerza de nuestra voluntad la que dominará la construcción de las que faltasen. De esta manera nadie va a negar la obediencia, ninguna envidia se va a oponer y la causa justa prevalecerá.

“La virtud tomará las armas contra el atropello; el combate será breve, pues el antiguo valor en los corazones del pueblo aún no ha muerto.”

Petrarca.

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Crítica.

Maquiavelo y sus obras siempre fueron objeto de críticas y controversia, por ende, El Príncipe no fue la excepción. Una de las frases que salió de la interpretación de este, haciéndolo aún más polémico fue, "el fin justifica los medios", en donde no importa la moral o la ética para lograr el objetivo, todos los actos son válidos según el fin que se pretende lograr.

Supondría vagamente que Maquiavelo sabía jugar muy bien el ajedrez, puesto que los movimientos que establece en “El Príncipe” contienen una mira no sólo a lo que debe realizar un príncipe, sino que, como en toda partida de ajedrez, se debe predecir el mejor movimiento en ataque o en defensa del enemigo, puesto que todo gobernante, por el simple hecho de serlo, ansia perpetuarse en el poder, así sea nuestro peor enemigo.

Maquiavelo fue muy didáctico al desarrollar primeramente la distinción de tipos de principados con el fin muy probablemente, de que en el futuro los príncipes de aquella época se observaran a sí mismos y sobretodo observaran las características de los principados amigos y enemigos.

Otras de las propuestas de Maquiavelo es que a los hombres o se les conquista o se les elimina, no muestra otra alternativa para gobernar, en este sentido, está apoyando una postura de organización política en la que por medio de la arbitrariedad y la violencia legítima, ejercida por el Estado, se mantenga el orden.

La cuestión moral, en la parte que le compete a los sentimientos, también se ve afectada ya que poco deberá importar el ser querido, si se es temido, el orden será el perfecto.

El cinismo es otro de los puntos notorios de esta obra, se puede notar esto simplemente en la portada de la primera edición: “El Príncipe de Nicolás Maquiavelo al Magnífico Lorenzo de Piero de Médici”; quien fue el torturador de la vida política de Maquiavelo, es ahora adulado por este en la entrega del presente libro.

La frialdad en los actos de un hombre según Maquiavelo, será clave en la toma de decisiones, sin dejarnos llevar por subjetivismos podremos alcanzar nuestros intereses, incluso los más sórdidos.

Tantas son las virtudes que un príncipe debe tener según el autor, que para el común de las personas muchas veces podrían significar cosas de tinte amoral e inmoral; el apoderamiento de la mentalidad es fundamental pues él expresa:

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“Las minorías no tienen sentido cuando la mayoría tiene donde apoyarse.”; el uso de las mayorías con la astucia que estas virtudes le significaban a Maquiavelo, era el camino a ser el más prudente de los hombres. La prudencia no radicaba en la honestidad de uno, sino en la audacia y prolijidad de cumplir los deseos y propósitos personales.

La estabilidad política siempre será el fin de toda sociedad, la justicia en la búsqueda de dicha estabilidad será muy poco importante, la benevolencia apoderarse de un gobernante, la bondad y clemencia lo único que hará es causar el irrespeto ante el superior; de forma muy didáctica en cada capítulo del libro Maquiavelo con mucho cuidado explicaba cada uno de los puntos acotados.

A lo largo de su obra, Maquiavelo maneja explicaciones y conceptos que nos ayudan a identificar cómo deben ser los príncipes y los gobernantes para alcanzar el objetivo de mantener el poder. El estudio se aborda desde lo real y desde que es lo conveniente para que el príncipe “aprenda más bien lo que origina su ruina y preserva su poder.”

Triunfar por medio de la fuerza o el fraude, hacerse amar y temer por los pueblos, respetar a los soldados, ser severo y clemente, totalitario y liberal, ganarse la amistad de los demás reyes, etc; eran las características variadas que planteaba Nicolás.

Aquí lo interesante que hay que observar es que el comportamiento de los príncipes da como resultado el manejo de su política, desenvolverse en el campo político es lo que determina la gloria o la ruina.

Un primer punto muy rescatable, es la actitud del gobernante hacia una sociedad nueva de gobernar; la necesidad que el príncipe no sólo conozca a los ciudadanos, sino que aprenda a vivir y a sentir como ellos, permitirá que las dificultades le sean conocidas y por lo tanto que las decisiones y actitudes que tome y adopte el gobernante sean eficientes y eficaces.

Otro punto de primer orden es la desconfianza, es necesarísimo que el pueblo respete al príncipe; esta actitud solamente se logrará cuando ante los súbditos ya se haya desfilado y dado a conocer todo el potencial que tiene el dirigente.

La desconfianza también se mantiene en escalas externas, pues ninguna amistad es segura, en tiempos de paz es cuando las alertas deben ser mucho más fuertes y es muy relevante debilitar a los enemigos, evitando que adquieran mucha fuerza. Es ahí tan fundamental como se mencionó, que el príncipe aprenda a vivir como su población.

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La obra ha sido criticada por su falta de moralidad, la han llamado amoral e inmoral. Maquiavelo sabe bien desde un principio que la maldad en el proceder de un político será mal vista frente a la población y esto para él es lo peor que puede llegar a pasar puesto que no se lograría mantener estable el poder.

La maldad debe ser efectiva y directa, la bondad, dosificada. Cuando ocurre un mal proceder o acto, no hay tiempo de reflexión; cuando es lo contrario se siente la acción.

El mal para Maquiavelo está a la orden del día, debe conseguir la sujeción del pueblo; sin embargo, los aspectos benevolentes también aunque muy poco se usarán para el máximo de los objetivos, el perpetuarse en la totalidad del poder.

Es importante aclarar que Maquiavelo considera que las buenas obras se deben hacer por generosidad y justicia por parte del príncipe y no por tímido, afeminado o débil, las tres últimas en la doctrina maquiavélica, eran consideradas como causas de desprecio inmediato hacia el príncipe. Las buenas acciones deben dar seguridad y respeto de los gobernados al gobernante, legitimar el poder.

Es necesario hacer aquí y ahora las cosas buenas, para que en tiempos de guerra, dificultades, penurias, las malas acciones sean vistas como justas, emergentes, necesarias y no como forzosas. Maquiavelo argumenta que mientras una acción sea inevitable para fortalecer la permanencia en el poder, será buena. Bien atribuida a él la frase: “el fin justifica los medios.”

Concluyendo que, la concepción de bondad quedaría limitada en admitir acciones que le ayuden al gobernante a mantener y perpetuar su estadía en el poder y lo inmoral quedaría en que, si estas acciones lo único que provocan es no adquirir gloria ni virtud. Decir que la obra de Maquiavelo es inmoral en su totalidad es hacer de lado la argumentación a la lealtad, la prudencia, la benevolencia y otras virtudes que atrás comentamos.

Finalmente, es importante saber que Maquiavelo usando un estilo propio de opinión, literatura y redacción, dio a conocer una forma de interpretar y conocer la política como una ciencia del conocimiento a través de la obra de “El Principie” que como hemos dicho, su característica más peculiar es la trascendencia en sus procederes. Maquiavelo podemos afirmar que fue el primer politólogo renacentista y del modernismo; nos damos cuenta que la política seguirá teniendo características imposible de separarlas.

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Las características de la sociedad y del gobierno pueden cambiar, dependiendo de las ideologías y de los momentos históricos, incluso de las figuras políticas que se encuentren para ese entonces, pero su esencia, la relación entre gobierno y pueblo y la resolución a sus conflictos mediante procedimientos que claramente siempre tendrán un fin, lo que llamamos política… nunca cambiará.

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Bibliografía.

• Maquiavelo, N. (1970). El príncipe: Comentarios por Napoleón Bonaparte. • Maquiavelo, N. (1971). El príncipe. Ediciones Ibéricas y LCL. • Burke, P. (1993). El Renacimiento italiano: cultura y sociedad en Italia. Alianza

Editorial. • Oskar Kristeller, P. (2000). El pensamiento renacentista y sus fuentes. Fondo de

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Savonarola, Pomponazzi, Maquiavelo. • Skinner, Q., & Utrilla, J. J. (1993). Los fundamentos del pensamiento político

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Media a la Edad Moderna.