el príncipe chaucato:tradición iqueña e imaginación creativa

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El Príncipe Chaucato: Tradición iqueña e imaginación creativa. José Vásquez Peña Resulta casi imposible que elementos tan dispares como la tradición y la imaginación se enlacen, se conjuguen en un texto literario; la tradición casi siempre se entronca con un estilo directo de relato, diríase, una copia de la realidad; la imaginación permite dar saltos en el tiempo y en el espacio, produciendo una realidad textual desasida del contexto verosímil, creíble. Esta primera reflexión nos introduce por los diversos caminos que transita El Príncipe Chaucato ,(1) en aquellos predios mágicos, en aquel país muy lejano, de las dunas/de los vinos y lagunas/del pallar y de los mangos; aquel país que a mitad de la travesía, gracias a los efectos derivados del manejo de la ambigüedad en el relato, se nos aparece como Ica, envuelta, cual mágico paisaje, en metáforas y simbolismo. Emerge como Ica transformada 1

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Revista Cultural Duna Encantada ,Creación y culturaDirector: José Vásquez PeñaNueva época Año 23, número 13

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Page 1: El Príncipe Chaucato:Tradición iqueña e imaginación creativa

El Príncipe Chaucato: Tradición iqueña e imaginación creativa.

José Vásquez Peña

Resulta casi imposible que elementos tan dispares como

la tradición y la imaginación se enlacen, se conjuguen en

un texto literario; la tradición casi siempre se entronca

con un estilo directo de relato, diríase, una copia de la

realidad; la imaginación permite dar saltos en el tiempo y

en el espacio, produciendo una realidad textual desasida

del contexto verosímil, creíble.

Esta primera reflexión nos introduce por los diversos

caminos que transita El Príncipe Chaucato,(1) en aquellos

predios mágicos, en aquel país muy lejano, de las

dunas/de los vinos y lagunas/del pallar y de los mangos;

aquel país que a mitad de la travesía, gracias a los efectos

derivados del manejo de la ambigüedad en el relato, se

nos aparece como Ica, envuelta, cual mágico paisaje, en

metáforas y simbolismo. Emerge como Ica transformada

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por la imaginación y la creatividad, sin perder el sustrato

tradicional.

Los invito, caros lectores, a emprender y encandilarnos

con la travesía que representa El Príncipe Chaucato.

Descifremos, haciendo acopio (también) de imaginación,

los misterios y secretos que encarna el personaje que de

real (el príncipe Val del Omar, en clarísima alusión a

Abraham Valdelomar) se convierte en el encantado

Príncipe Chaucato, un chaucato que desde todos los

lugarcitos (por pequeños y por omnímodos) de la

campiña iqueña, fisgonea la eternidad, agarrando con

aletazos mágicos al tiempo y al espacio que ya perdieron

su condición de presente, y que a través del relato desde

el pasado se proyectan al panorama inmortal de la

literatura iqueña.

Demos el primer paso.

¿Un viaje en alfombra mágica? Sí, tal vez por traslación

de espacios: de la antigua Persia a estos lares; quizá, por

permuta de tiempos (de antaño a hogaño), o más

exactamente (por situarnos en el plano de la creación

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literaria) haciendo uso de la ruptura del tiempo, Nelly

Soto Solsol, nos fascina inaugurando el poema (o relato)

con un príncipe vestido de blanco orgullo/con su carita

de grana/y su afilada nariz, viajando desde ¿dónde

jamás? en alfombra voladora, desde aquellos desiertos

(¿los de Bagdad y Aladino?) calcinados por el tiempo,

hasta estos desiertos y estas dunas, que sin dejar de ser

encantados nos rodean diariamente, insuflándonos su

calidez proverbial. ¿Alfombra voladora? ¿Raro, no? No

común. En literatura, nada es raro. Démosle a la autora la

licencia para crear su atmósfera narrativa. Al final, lo

importante es el resultado estético del relato.

Puntualicemos: Hemos venido utilizando,

indistintamente, los términos poema o relato para

calificar el texto que comentamos. La razón es la

siguiente: la trama del mismo es un viaje y ello implica

un relato; en todo caso, si es un poema, lo será con

profundo contenido narrativo - épico.

Continuemos el viaje.

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El príncipe val del Omar, viaja preguntándose

incesantemente, ¿Cuándo, cuándo llegaré? Destacamos

el buen uso de la reiteración del adverbio de tiempo:

cuándo. La sonoridad de esta construcción sirve de

enlace, de hilo enhebrador, de estrofas, en gran parte del

poema; sirve, además de motivación permanente para que

el lector se solace y responda con el personaje narrador:

Voy al país de las dunas/de los vinos y lagunas, e

internalice los símbolos propios de la tierra iqueña y

acceda a la pasión telúrica, establezca el apego a la

querencia a través del cariño por el iqueño intemporal,

por su idiosincrasia; por su paisaje (natural y cultural),

por su flora, por su fauna

El relato está colmado de metáforas y simbolismos

iqueños, anotamos algunos:

No seas loca paraca

No me muerdas

Con tu boca

Desdentada y piriloca

Tu cuerpo parece embudo

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Que va cantando rum,rum,

Este diálogo se produce cuando el personaje poemático

encara al viento: Suelta mi alfombra/paraca/ quieres

hacerme caer/ para matar mis anhelos de ser val del

Omar.

He aquí otra definición metafórica de la duna que

embelesa, que encanta.

¿Qué es lo que ven mis ojos?

Un inmenso chocolate

bañado en leche y arena

con su perfilada cresta

que levanta polvareda

El final de la III Estrofa, nos ofrece una significativa

evocación del desaparecido paisaje iqueño. Desfilan, en

ese afán: el médano (duna macho) Saraja; la Victoria,

Orovilca, la Huega, y la aún subsistente Huacachina.

Existe una intencionalidad manifiesta de manejar el

pasado iqueño como un eje importante en la formación de

la personalidad de los niños y jóvenes iqueños porque

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para ellos, esencialmente, va dirigido este mágico

poemario.

El misterio que brota de las creencias y leyendas iqueñas

se desliza cuando el personaje (el príncipe Val del Omar),

describe: hay una palmera viva/que tiene siete

cabezas/doce ojazos que me miran/con racimos hechos

de oro; y cuando se produce el encuentro del príncipe

con la bruja más famosa del pasado cachichano: Soy ¡ Ña

Manonga! Querido/ la princesa que tu buscas/la mal

llamada hechicera/hechicera de Cachiche. Al final del

encuentro, la bruja lanza un hechizo/ Zas, zas,/y lo

convierte en chaucato.

Convertido en Chaucato, ante la insistencia de la bruja

para que emigre del lugar, Omar, responde:

Ica es mi tierra

Señores,

jamás emigraré

toda mi sangre

está aquí,

cuando los frutos brotan

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mis conciertos matutinos

son trinos de algarabía

Esta historia, culmina con una invitación de El Príncipe

Chaucato, (el encantado Val del Omar) para que

habitemos y nos divirtamos en esas tierras de prodigio

donde

El silabeo del viento

lleva el eco pastoril

de los sauces soñadores

de los cinamomos nuevos

de los eucaliptos

a mi nido cual canción

para decir con orgullo

Soy el pájaro cantor

príncipe de las campiñas

Y enamorado hasta el cuello

que lleva por nombre

Omar

¡Acostumbrado a chauchar!

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Invitación hacia los predios de la identidad cultural

iqueña que debe ser rescatada del olvido y la desidia y

relanzada como un objetivo prioritario en los planes y

programas educativos en todos los niveles y modalidades

de la Educación regional.

La sólida literatura infantil iqueña se ve fortalecida con

esta obra que trasunta un diáfano sentimiento de amor

telúrico.

Accedamos a esa invitación e incursionemos en ese

increíble mundo textual. Vivamos y recreemos el espíritu

de la iqueñidad para dejarla como invalorable legado a

nuestros descendientes como una muestra del inmenso

cariño por la tierra iqueña.

SOTO SOLSOL, Nelly. El Príncipe Chaucato. Editorial Latina. Ica, 2010.

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