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Sautuola / XIII Instituto de Prehistoria y Arqueología “Sautuola” Santander (2007), ISSN: 1133-2166 Metalistería de la Hispania Romana Monográfico El plomo y sus aplicaciones en una ciudad romana: Augusta Emerita Lead and its applications in a Roman city: Augusta Emerita Jesús ACERO PÉREZ 1 Ana Isabel CANO ORTÍZ 2 RESUMEN En época romana el uso del plomo se extendió a múltiples facetas de la industria, el comercio y la vida cotidiana. Sin embargo, de entre los metales empleados en la antigüedad clásica, el plomo es uno de los que menos atención ha recibido por parte de los investigadores. Sin duda su escaso valor material y su aspecto externo, nada vistoso, que lo apartaba de las creaciones artísticas, ha contribuido a ello. Este artí- culo pretende, en cierto modo, reivindicar el papel desempeñado por el plomo en el seno de la cultura romana. Para ello hemos trazado un panorama general de las aplicaciones más habituales de este metal, tomando como marco de análisis una ciudad en continuo estudio como es Augusta Emerita, capital de la antigua provincia de Lusitania. ABSTRACT In Roman times, the use of lead had spread to many facets of industry, trade and daily life. However, among all the metals used in Clas- sical times, lead is one which has received little attention by historians and archaeologists. Without any doubt, its low material value and its unattractive external aspect, which mean it is little used for artistic creations, have contributed to this. This paper aims to vindicate the role played by lead in the heart of Roman culture. For this reason we have drawn up a general view of the most common applications of this me- tal, taking as frame of reference a city in constant study as Augusta Emerita, capital of the old province of Lusitania. PALABRAS CLAVE: Ámbito doméstico. Ámbito funerario. Ingeniería hidráulica. Minería. Plomo. KEY WORDS: Burials. Domestic life. Hydraulic engineering. Lead. Mining. I. INTRODUCCIÓN Cuando se habla de la aplicación del plomo en época romana da la impresión de que su uso más ex- tendido se dio en las tuberías plúmbeas de conduc- ción del agua: las famosas fistulae. Y ciertamente ésta sería su aplicación más conocida o, al menos, la que mayores cantidades de este metal requiriese, pero en absoluto sería la única 3 . De hecho, el plomo en época romana aparece utilizado en todos los órdenes de la vi- da que podamos imaginar: en el mundo militar, fune- rario, en el de la construcción, en los ambientes do- mésticos, industriales, médicos, mercantiles, etc. Sin embargo, resulta paradójico que, a pesar de esta pro- fusión en su aplicación, el plomo apenas haya desper- tado el interés entre los investigadores del mundo clá- sico, exceptuando su mencionado uso en las tuberías de agua (de las que han interesado sobre todo los se- llos impresos y no tanto la morfología de estas cañerí- as). Quizás una causa de este desinterés haya que bus- carla en el estado de conservación en que las piezas plúmbeas aparecen en los yacimientos arqueológicos, con frecuencia muy deformadas y fragmentadas, de- bido a las propiedades particulares de este metal, ca- racterizado entre otras cosas por su maleabilidad, duc- tilidad, falta de dureza y baja temperatura de fusión. Si a ello unimos la escasa capacidad estética del plo- mo, que lo alejó de las creaciones artísticas y decora- tivas, donde desempeñó casi siempre un papel secun- dario, podremos obtener una explicación lógica al po- co interés que este metal ha suscitado en la investiga- ción. De hecho, frente a las monografías y catálogos dedicados a la orfebrería o la broncística, metales más vistosos y atractivos, son pocos los estudios de con- junto dedicados a los objetos fabricados en plomo. A este respecto, hay que citar los trabajos monográficos centrados en la Gallia romana (COCHET y HANSEN, 1986; COCHET, 2000), existiendo para el caso de His- pania un único catálogo general (ANTONA DEL VAL y GÓMEZ VEGA, 1987) aunque centrado fundamental- mente en la minería, transformación y comercio del plomo. Sí existen artículos y trabajos específicos dedi- cados a algunos usos concretos de este metal (funda- mentalmente tuberías, sarcófagos y urnas) o a hallaz- gos y objetos aislados, tanto en la Península Ibérica co- 1. Becario predoctoral I3P del CSIC. Instituto de Arqueología-Mérida (C.S.I.C.- Junta de Extremadura-Consorcio de Mérida). Plaza de España 15, 06800 MÉRIDA (Badajoz). Correo electrónico: [email protected] 2. Arqueóloga. Correo electrónico: [email protected] 3. Agradecemos a Juana Márquez Pérez y Javier Jiménez Ávila, compañeros en el Instituto de Arqueología de Mérida, la lectura previa del original y las oportunas sugerencias realizadas, que han contribuido a la mejora del tex- to definitivo.

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Sautuola / XIIIInstituto de Prehistoria y Arqueología “Sautuola”Santander (2007),

ISSN: 1133-2166

Metalistería de la Hispania RomanaMonográfico

El plomo y sus aplicaciones en una ciudad romana:Augusta Emerita

Lead and its applications in a Roman city: Augusta Emerita

Jesús ACERO PÉREZ1

Ana Isabel CANO ORTÍZ2

RESUMEN

En época romana el uso del plomo se extendió a múltiples facetas de la industria, el comercio y la vida cotidiana. Sin embargo, de entrelos metales empleados en la antigüedad clásica, el plomo es uno de los que menos atención ha recibido por parte de los investigadores. Sinduda su escaso valor material y su aspecto externo, nada vistoso, que lo apartaba de las creaciones artísticas, ha contribuido a ello. Este artí-culo pretende, en cierto modo, reivindicar el papel desempeñado por el plomo en el seno de la cultura romana. Para ello hemos trazado unpanorama general de las aplicaciones más habituales de este metal, tomando como marco de análisis una ciudad en continuo estudio comoes Augusta Emerita, capital de la antigua provincia de Lusitania.

ABSTRACT

In Roman times, the use of lead had spread to many facets of industry, trade and daily life. However, among all the metals used in Clas-sical times, lead is one which has received little attention by historians and archaeologists. Without any doubt, its low material value and itsunattractive external aspect, which mean it is little used for artistic creations, have contributed to this. This paper aims to vindicate the roleplayed by lead in the heart of Roman culture. For this reason we have drawn up a general view of the most common applications of this me-tal, taking as frame of reference a city in constant study as Augusta Emerita, capital of the old province of Lusitania.

PALABRAS CLAVE: Ámbito doméstico. Ámbito funerario. Ingeniería hidráulica. Minería. Plomo.

KEY WORDS: Burials. Domestic life. Hydraulic engineering. Lead. Mining.

I. INTRODUCCIÓN

Cuando se habla de la aplicación del plomo enépoca romana da la impresión de que su uso más ex-tendido se dio en las tuberías plúmbeas de conduc-ción del agua: las famosas fistulae. Y ciertamente éstasería su aplicación más conocida o, al menos, la quemayores cantidades de este metal requiriese, pero enabsoluto sería la única3. De hecho, el plomo en épocaromana aparece utilizado en todos los órdenes de la vi-da que podamos imaginar: en el mundo militar, fune-rario, en el de la construcción, en los ambientes do-mésticos, industriales, médicos, mercantiles, etc. Sinembargo, resulta paradójico que, a pesar de esta pro-fusión en su aplicación, el plomo apenas haya desper-tado el interés entre los investigadores del mundo clá-sico, exceptuando su mencionado uso en las tuberías

de agua (de las que han interesado sobre todo los se-llos impresos y no tanto la morfología de estas cañerí-as). Quizás una causa de este desinterés haya que bus-carla en el estado de conservación en que las piezasplúmbeas aparecen en los yacimientos arqueológicos,con frecuencia muy deformadas y fragmentadas, de-bido a las propiedades particulares de este metal, ca-racterizado entre otras cosas por su maleabilidad, duc-tilidad, falta de dureza y baja temperatura de fusión.Si a ello unimos la escasa capacidad estética del plo-mo, que lo alejó de las creaciones artísticas y decora-tivas, donde desempeñó casi siempre un papel secun-dario, podremos obtener una explicación lógica al po-co interés que este metal ha suscitado en la investiga-ción. De hecho, frente a las monografías y catálogosdedicados a la orfebrería o la broncística, metales másvistosos y atractivos, son pocos los estudios de con-junto dedicados a los objetos fabricados en plomo. Aeste respecto, hay que citar los trabajos monográficoscentrados en la Gallia romana (COCHET y HANSEN,1986; COCHET, 2000), existiendo para el caso de His-pania un único catálogo general (ANTONA DEL VAL yGÓMEZ VEGA, 1987) aunque centrado fundamental-mente en la minería, transformación y comercio delplomo. Sí existen artículos y trabajos específicos dedi-cados a algunos usos concretos de este metal (funda-mentalmente tuberías, sarcófagos y urnas) o a hallaz-gos y objetos aislados, tanto en la Península Ibérica co-

1. Becario predoctoral I3P del CSIC. Instituto de Arqueología-Mérida (C.S.I.C.-Junta de Extremadura-Consorcio de Mérida). Plaza de España 15, 06800MÉRIDA (Badajoz). Correo electrónico: [email protected]

2. Arqueóloga. Correo electrónico: [email protected]

3. Agradecemos a Juana Márquez Pérez y Javier Jiménez Ávila, compañerosen el Instituto de Arqueología de Mérida, la lectura previa del original y lasoportunas sugerencias realizadas, que han contribuido a la mejora del tex-to definitivo.

544 EL PLOMO Y SUS APLICACIONES EN UNA CIUDAD ROMANA: AUGUSTA EMERITA

mo para el resto de los territorios del antiguo ImperioRomano, aunque la bibliografía no es en absoluto ex-tensa. Cierto es también que no son muy numerososlos artefactos descubiertos en los yacimientos y tam-poco los conservados hoy día en los museos, y es queeste metal, cuyo empleo era abundante en múltiplesaplicaciones como veremos, fue fruto de la reutiliza-ción constante durante siglos.

En el caso de Augusta Emerita, capital de la antiguaprovincia romana de Lusitania, el interés por el plomoes muy reciente y limitado. Junto a los trabajos cen-trados en la localización de los principales enclaves mi-neros de la región extremeña, incluidos los más próxi-mos a la colonia emeritense (DOMERGUE, 1987; FER-NÁNDEZ, 1987; JIMÉNEZ, 1989-90; GARCÍA Y BELLI-DO, 1994-95), sólo algunas obras parciales se han de-dicado al estudio de piezas plúmbeas, vinculadas biena la ingeniería hidráulica (SAQUETE, 2001; CANO yACERO, 2004; NOGALES, 2005) o bien al mundo fu-nerario (MÁRQUEZ, 1999; BEJARANO, 2004: 209-215). Hasta el momento tan sólo dos trabajos consti-tuyen las únicas aproximaciones que se han dado deuna forma global a los diversos usos del plomo, pro-porcionando un panorama general sobre sus aplica-ciones más habituales y dando a conocer algunas pie-zas inéditas procedentes de Mérida (CANO, 2003a;2003b).

El artículo que ahora presentamos pretende com-pletar el panorama ya trazado en los trabajos anterio-res, centrando la atención en una ciudad concreta como es Augusta Emerita, bien conocida arqueológi-camente merced a los casi cien años de excavacionesdesarrolladas en su subsuelo, intervenciones coordi-nadas en la última década desde el Consorcio de laCiudad Monumental, Histórico-Artística y Arqueológi-ca de Mérida -en adelante, Consorcio de Mérida-. Lascaracterísticas de la presente publicación implican for-zosamente una exposición general de las diferentesutilidades del plomo atestiguadas en Augusta Emerita,sin posibilidad de profundizar en todos los ámbitos deaplicación, algunos de los cuales serían merecedoresde estudios más específicos y particulares. En este con-texto, a pesar de no contar con un número elevado deobjetos, se hace imposible desplegar aquí todo el ca-tálogo de piezas conocidas (con su correspondientematerial gráfico), muchas de ellas fragmentos infor-mes a las que se hace difícil asignar una funcionalidaddeterminada. Nos restringiremos, por tanto, a expo-ner las piezas que nos parecen más representativasdentro de cada campo de utilización del plomo, ya se-an objetos previamente publicados en trabajos ante-riores, u otros inéditos conservados en el Consorcio deMérida y en el Museo Nacional de Arte Romano -MNAR en adelante-. Por otra parte, hemos de advertirla circunstancia de no encontrar representadas en Au-gusta Emerita algunas aplicaciones comunes y bien co-

nocidas del plomo, como por ejemplo, las relativas a lanavegación y al armamento militar4, las cuales, no obs-tante, son bien tratadas en sus capítulos correspon-dientes dentro de esta monografía dedicada al traba-jo de los metales en la Hispania romana.

II. LA MINERÍA DEL PLOMO Y LOS TALLERES ENAUGUSTA EMERITA

La riqueza minera de Hispania era bien conocidaen la Antigüedad, hecho que aparece reflejado en nu-merosas ocasiones en las fuentes escritas (BLÁZQUEZ,1970). La Península Ibérica fue el principal productorde plomo, metal que cumplía una función importan-te en los procesos metalúrgicos necesarios para obte-ner plata a partir de los minerales argentíferos. El tra-bajo de obtención y refinamiento de la plata dio lugara una gran abundancia de plomo, que los romanos,con su carácter siempre práctico, supieron aprovechardándole múltiples usos, como veremos más adelante.

Dentro de este contexto Augusta Emerita se en-cuentra ubicada en una zona, el Suroeste peninsular,con numerosos enclaves dedicados a la explotación delplomo desde época prerromana y cuyo aprovecha-miento se potenció con la llegada de los romanos (DO-MERGUE, 1987). Al Norte de Mérida la zona mineramás importante es la Penillanura Trujillano-Cacereña,principalmente las explotaciones en torno a Trujillo y,sobre todo, las minas situadas en los alrededores dePlasenzuela. Pero sin duda es al Sureste de la coloniaemeritense donde se localizan las principales explota-ciones mineras de plomo y plata, la mayor parte deellas concentradas en Sierra Morena y en los territo-rios de la antigua Beturia Túrdula, esta última ya iden-tificada por Estrabón con la minería del plomo. En es-tas zonas los yacimientos se concentran a lo largo delcuenca del Zújar, donde despuntan puntos mineros entorno a Azuaga (DOMERGUE, 1971a) y Castuera(GARCÍA Y BELLIDO, 1994-95), y en torno al río Mata-chel, donde es bien conocido el poblado de Horna-chuelos (JIMÉNEZ, 1989-1990). Tampoco faltan yaci-mientos mineros situados al Oeste, ya en territorio por-tugués, entre los que habría que citar los encontradosen Serra de Caveira y Aljustrel.

Este panorama, aunque tratado de manera muysucinta, es suficiente para entrever la importante acti-vidad minera de este territorio en época prerromana yromana5. Pero si de lo que se trata es de acercarnos alconocimiento de la minería en busca de posibles pun-tos de abastecimiento de material para los talleres

4. Por razones obvias, ya que Mérida es una ciudad de interior, alejada delmar, y tampoco fue creada con un fin castrense.

5. Para completar el panorama de la minería del plomo en Extremadura verlos trabajos de Domergue (1987) y Cano Ortiz (2003b: 120-123).

Jesús ACERO PÉREZ y Ana Isabel CANO ORTIZ 545

emeritenses -cuestión que es la que realmente nos in-teresaría conocer-, nos encontramos con una incógni-ta difícil de aclarar, al menos por el momento. Hay quetener en cuenta que Augusta Emerita se sitúa cerca delos límites meridionales de Lusitania, mientras que lagran mayoría de las minas -las más importantes y ricas-están situadas al oriente de la actual provincia de Ba-dajoz, zona que tras la reforma provincial de Augustoquedó integrada bajo la administración de la Baetica.Testimonio de ello podrían ser dos inscripciones halla-das respectivamente en un sello-precinto encontradoen Castuera (DOMERGUE, 1971b: 350) y en un lingo-te de plomo de la Sierra de Hornachos (JIMÉNEZ,1989-1990: 125), que indistintamente han sido rela-cionadas con una Societas Baetica. En consecuencia, siestas minas abastecieran a Mérida ello implicaría des-plazamientos del mineral y exportaciones de unas de-marcaciones provinciales a otras, circunstancia que porel momento desconocemos, aunque tal vez la coloniapudo verse suficientemente nutrida con las explota-ciones de cierta relevancia existentes en territorio ple-namente lusitano, como son las situadas en el entor-no de Plasenzuela, a escasos 70 km al Noreste de lacapital emeritense. Sabemos a través de Domergue(1987: 40-41) que también existían explotaciones degalenas y minas-fundición en un entorno más inme-diato a Mérida, localizadas en un radio de 5-30 km.Pero suponer que el abastecimiento de los talleresemeritenses provenía de alguno de estos enclaves noes seguro. Serían necesarios análisis metalográficos yde isótopos del plomo de las minas y de los propiosartefactos para dilucidar tal relación, además de un co-nocimiento de las capacidades productivas de estos fi-lones tan cercanos a Mérida, que nos indicaran si suproducción podía hacer frente a la demanda de la po-blación urbana. Asimismo, habría que establecer la co-rrespondencia cronológica entre los momentos de ex-plotación de los yacimientos mineros y las necesida-des de la urbe.

Sí tenemos referencias antiguas sobre una posiblefundición de metales, en las proximidades de Mérida,que podría abastecer de materia prima a los diferentestalleres urbanos. Concretamente se trata de un estudioarqueológico que data del siglo XVIII y que vincula es-ta fundición a Augusta Emerita. Fernando Rodríguezrealizó a finales de dicha centuria un estudio arqueo-lógico de las ruinas romanas de Mérida y sus alrede-dores, confeccionando más de medio centenar de di-bujos sobre los principales monumentos de la ciudad(ARBAIZA y HERAS, 1998; 328-329). Los diseños nº21-23 corresponden a un edificio que él denominaba“Fábrica para purificar o fundir metales situada en losmontes, a dos leguas de la ciudad”. Es difícil asegurarla función de la instalación que describe y dibuja, puesadquiere una configuración compleja difícil de definir,y tampoco hace referencia a la presencia de escorias,algo fundamental si se trata de una fundición; sin em-

bargo reúne los requisitos de localización y abasteci-miento para este tipo de instalaciones6, además de lacercanía a Mérida, que funcionaría como centro con-sumidor y distribuidor.

Independientemente de la procedencia del plomo,lo que resulta evidente es que, dada la riqueza meta-lífera que caracteriza a la región, los talleres de Au-gusta Emerita no se verían escasos de su materia pri-ma. Sin embargo, carecemos de datos concretos enMérida sobre los talleres dedicados a la manufacturadel metal en época romana, y menos aún del plomo.Parece lógico pensar que, al igual que se ha constata-do para el resto de las industrias urbanas (tejares y al-fares, principalmente), se emplazarían en la periferiadel núcleo habitado, evitando así los ruidos y los hu-mos molestos para la población producto de la fundi-ción de los lingotes y la fabricación de las piezas plúm-beas7. No obstante, sabemos a partir de las inscripcio-nes grabadas en las tuberías descubiertas en la ciudadque debieron existir varios talleres de elaboración deobjetos de plomo (SAQUETE, 2001). Lo que no es po-sible averiguar por el momento es si dentro de este ti-po de talleres habría una especialización en un únicometal y en un solo tipo de producto. Cabe la posibili-dad de que una misma officina se dedicara a trabajarindistintamente plomo y otros metales, como el bron-ce por ejemplo8. Para el caso de los talleres broncíne-os se conoce una división del trabajo muy especializa-da, disponiendo de expertos o individuos expresa-mente encargados en fabricar los diversos tipos de ob-jetos (ARCE, 1990: 16-17). Habría que valorar la de-manda del producto, es decir, si ésta era tan abun-dante como para que precisara de una dedicación úni-ca. En el caso de las tuberías de abastecimiento deagua, sabemos que los plumbarii debían no sólo fa-bricar sino también reparar y mantener el sistema hi-dráulico. Es probable, pues, que los talleres “plumba-rios”, tanto si los hubo exclusivos del plomo, como siaglutinaban el trabajo de diversos metales y materia-les, se encargasen de la fabricación de una amplia ga-ma de artículos.

6. Las fundiciones debían situarse en zonas elevadas, con acceso a fuentesde agua, madera y chimeneas altas en los hornos, para garantizar la sali-da de humos, lo más alejado posible de la población, especialmente refi-riéndose a las fundiciones de plata.

7. Sí es más frecuente la constatación arqueológica de pequeños talleres defundición de época visigoda, instalados dentro de la ciudad y ocupando loque antes habían sido estructuras romanas de habitación (ALBA 1999:405-407; AYERBE, 2005: 101 y 117-118). En ellos se han hallado crisoles,escorias de fragua y piezas romanas de bronce y hierro que, una vez re-fundidas, constituían la materia prima de los nuevos artículos a fabricar(AYERBE, 1999).

8. A este respecto conviene recordar que, ya incluso desde épocas anterioresa los romanos, el plomo participaba junto con el estaño y el cobre en la ob-tención de bronces con distintas propiedades y calidades (DOMERGUE,1990: 27-28). Sin olvidar tampoco aquellas piezas (esculturas, ponderales,válvulas, etc...) que combinan varios elementos elaborados cada uno conun material diferente.

546 EL PLOMO Y SUS APLICACIONES EN UNA CIUDAD ROMANA: AUGUSTA EMERITA

III. LOS USOS DEL PLOMO EN AUGUSTA EMERITA

3.1. Ingeniería hidráulica

Sin duda la utilización del plomo en la ingenieríahidráulica constituye su empleo mayoritario y a la vezel más importante, pues posibilitaba la conducción deun elemento imprescindible para la supervivencia hu-mana como es el agua. En este sentido, particular-mente conocido es el uso del plomo en las tuberías(fistulae) de distribución de agua en las poblacionesromanas, pero ello no implica que fuera el único. Enun reciente estudio dedicado a las aplicaciones de es-te metal en la ingeniería hidráulica de Augusta Emeri-ta (CANO y ACERO, 2004) se ha puesto de manifiestoque el plomo intervenía en todas las etapas que for-man parte del ciclo del agua: el abastecimiento, el al-macenamiento, la distribución y la evacuación9. Tube-rías de suministro y también de desagüe, ensamblajesde fistulae, filtros o coladores, sumideros, termos, etc.configuran el elenco de artefactos plúmbeos vincula-dos con la ingeniería hidráulica de la antigua coloniaemeritense. Remitimos al artículo anteriormente co-mentado para profundizar en este ámbito de aplica-ción del plomo, así como al interesante trabajo de Sa-quete (2001), dedicado íntegramente a las tuberías deplomo depositadas en los fondos del MNAR y del Con-sorcio de Mérida, y haciendo especial énfasis en los se-llos inscritos, pudiendo de este modo individualizar almenos siete talleres diferentes. Por desgracia, aunqueMérida cuenta sin duda con el conjunto de fistulaemás completo de Hispania, la mayor parte de ellas ca-recen de contexto arqueológico, una circunstancia queimposibilita tener datos importantes relativos a su pro-cedencia y cronología. No obstante, afortunadamen-te a día de hoy contamos con nuevos tramos de tube-rías plúmbeas halladas in situ. Recientes excavacionesen el antiguo solar de las naves “Resti” han puesto aldescubierto la existencia de unas termas públicas al-toimperiales de grandes dimensiones a las que se aso-cia un tramo de fistulae que contienen sellos de fabri-cante hasta ahora desconocidos10. Del mismo modo,nuevos sellos inéditos han sido documentados en otrotramo de tubería descubierto en la intervención ar-queológica de la C/ Almendralejo nº 41, aún en pro-ceso de excavación en el momento de redacción delpresente artículo11. Habrá que aguardar, por tanto, ala futura publicación de estos trabajos, que aportarán

a buen seguro una valiosa información, no sólo sobrenuevas officinae o talleres de fabricación de fistulaeque se suman a los siete ya conocidos, sino tambiénsobre las características de la red de abastecimiento deagua en la urbe romana.

III.2. Ámbito funerario

El empleo del plomo en el ámbito funerario cons-tituye, a nuestro juicio, una de las aplicaciones más in-teresantes de este metal. La necesidad de sintetizar pa-ra dar cabida a otros usos del metal plúmbeo, tal vezno nos permita extendernos como debiera en esteapartado, que en sí mismo daría sobradamente paraun estudio amplio de los diversos hallazgos de Au-gusta Emerita. En el ámbito funerario romano el em-pleo del plomo se destinó fundamentalmente para lafabricación de contenedores de restos óseos humanos,concretamente urnas y sarcófagos. Ambos respondena los dos tipos de ritos utilizados en época romana: laincineración y la inhumación. La elección de este me-tal podría estar relacionado, entre otras cosas, con sucapacidad de resistencia a la corrosión, su poder ais-lante y tal vez, por el gran peso específico que posee,lo cual permitiría la fijación de los restos y su protec-ción ante deslizamientos, al mismo tiempo que, parti-cularmente en el caso de los sarcófagos, favorecería lapreservación de los restos inhumados, llegando a en-contrarse, en ocasiones, cadáveres muy bien conser-vados. Sin olvidar también las tradiciones heredadas,las modas estéticas o los gustos personales, que pri-maban la utilización de este tipo de contenedores en-tre determinadas familias o en períodos concretos.

En la capital lusitana tanto urnas como sarcófagosse han localizado en áreas funerarias bien conocidasque, siguiendo los patrones habituales de las ciudadesromanas, se vinculaban a las principales vías de salidadel núcleo urbano (MÁRQUEZ, 1998). En lo que a ur-nas plúmbeas se refiere, no son pocos los estudios realizados hasta el momento, hecho que pone de ma-nifiesto la gran abundancia de ejemplos en todo el Im-perio y en la propia Hispania. Algunos de los mejor co-nocidos en la Península Ibérica son las procedentes delas necrópolis de Ampurias (OLIVA PRAT, 1953-56) olas conservadas en el Museo Arqueológico Nacional,catalogadas por Mercedes Martín de la Torre (1991).En el caso de Augusta Emerita partimos con dos in-convenientes fundamentales: desconocemos el para-dero de algunas de las piezas mencionadas por la bi-bliografía y otras no presentan un buen estado de con-servación.

Las urnas de plomo se harían ex profeso para latumba, pudiendo funcionar de dos maneras: siendo elrecipiente que acoge directamente los restos cinera-rios, o bien actuando como ossuarium o elemento pro-tector de la urna propiamente dicha realizada en ce-

9. Consideramos necesario señalar que el panorama de la ingeniería hidráu-lica emeritense se ha visto fuertemente matizado con la reciente apari-ción de un trabajo (FEIJOO, 2005) donde se plantea la incompatibilidadde las presas con el abastecimiento de agua potable a las ciudades ro-manas, y se propone una cronología altomedieval de las presas de Pro-serpina y Cornalvo.

10. Consorcio de Mérida. Nº de registro: 3.023.

11. Consorcio de Mérida. Nº de registro: 8.102.

Jesús ACERO PÉREZ y Ana Isabel CANO ORTIZ 547

rámica, piedra o vidrio (GONZÁLEZ VILLAESCUSA,2001: 89). Entre los ejemplos emeritenses, todos decronología altoimperial, podemos encontrar las dosmodalidades: urna propiamente dicha y ossuarium. Enel MNAR se custodian en la actualidad tres ejempla-res, dos de ellos compartiendo unas dimensiones ymorfología similares, con perfil cilíndrico, y otro deproporciones menores. La primera de estas urnas fueencontrada en un área funeraria junto a la parroquiade San José12, y entregada por la Comisaría de Exca-vaciones Arqueológicas en los años 60. Como se hadicho, es cilíndrica y cuenta con una tapadera con pes-taña, siendo sus dimensiones totales de 28 cm tantoen altura como en diámetro. Está realizada a partir deuna plancha de plomo rectangular unida medianteuna única soldadura lateral y otra plancha de plomocircular que constituiría la base (Lámina I). Albergabaen su interior una urna de vidrio globular adaptada altamaño de la de plomo y el ajuar funerario, todo ellofechable en el siglo I d.C. El segundo contenedor ci-nerario es igualmente cilíndrico y fue hallado en la ne-crópolis del valle del río Albarregas en 1989. Hoy díasólo queda de ella un gran fragmento de la pared conuna altura máxima de 35 cm y varios trozos muy pe-queños con el borde vuelto hacia el exterior13. Es desuponer que tendría también su tapadera. Descono-cemos su función pues no hay constancia de que guar-dara otra urna en su interior. En el caso de que se tra-tara de una urna propiamente dicha y no una fundaprotectora, podríamos asemejarlas a las encontradasen la Gallia (BEL, 2002), que tienen un perfil cilíndricosimilar y contienen directamente los restos de la inci-neración. Finalmente, contamos con una tercera ur-na14, también de sección cilíndrica, aunque con unasdimensiones sensiblemente menores que las de las dosanteriores: 20 cm de diámetro y altura de 17 cm. Pre-senta también como peculiaridad un asa colocada enla parte superior de la tapadera. Fue recuperada en elaño 1958 en la zona Sudeste de la ciudad y en su in-terior contenía tres ungüentarios encuadrables en lasúltimas décadas del siglo I d.C.

El Consorcio de Mérida también cuenta con urnasplúmbeas. Pero en este caso todos los ejemplares cum-plen la función de urna propiamente dicha y se confi-guran con un formato distinto a las anteriormentemencionadas. Son auténticas cajas de plomo que ac-túan como contenedores directos de los restos de la in-cineración: restos óseos calcinados, ajuar, restos de car-bones y todo ello mezclado, en ocasiones, con tierrapor derrumbes del terreno. Una de ellas, encontrada

en el área funeraria que se extiende al Sur de la ciudadjunto a la prolongación del kardo maximus, está muybien conservada (MÁRQUEZ, 1991: 4). Se encuentracompleta y únicamente presenta una falta en la tapa-dera, que, como suele suceder, se encuentra hundida.Está fabricada a partir de una única plancha de plomo,con soldadura en las aristas verticales y una simple do-blez del metal en las horizontales. Se encontraron den-tro de ella, tanto los restos del depósito funerario, co-mo los óseos producto de la incineración. Otra caja fueencontrada en las excavaciones llevadas a cabo en laAv. Juan Carlos I, frente al circo romano. Tiene unasmedidas de 36 cm de longitud, 28 cm de ancho y 18cm de alto y una morfología muy parecida a la anterior,pero no tenía depósito (RAMÍREZ y GIJÓN, 1994: 127).Una tercera urna fue encontrada con motivo de unossondeos realizados en el solar de CAMPSA15. Es similara las anteriores, incluso en sus medidas, aunque mues-tra un mal estado de conservación, ya que está muyfragmentada. Las tres son muy parecidas a las cajas en-contradas en Ampurias, aunque, a diferencia de algu-nas de aquellas, las emeritenses están exentas de cual-quier motivo decorativo o graffiti. Por otro lado, exca-vaciones recientes llevadas a cabo en el solar del nº 41de la C/ Almendralejo, correspondiente a un espaciofunerario extramuros rápidamente amortizado por unvertedero, han dejado al descubierto un mausoleo degranito en perfecto estado16, en cuyo interior se aloja-

12. MNAR. Nº Inventario: 9.986.

13. MNAR. Nº Inventario: 36.030.

14 MNAR. Nº Inventario: 10.592.

15. Consorcio de Mérida, nº de intervención: 156.

16. En estos momentos continúan las excavaciones en el solar, aunque un pri-mer avance de los resultados ha sido publicado en la revista Foro, nº 45,Octubre 2006, pp. 4-5.

Lámina I: Urna cineraria.

548 EL PLOMO Y SUS APLICACIONES EN UNA CIUDAD ROMANA: AUGUSTA EMERITA

ban varias urnas, incluida una de plomo. En este casoconcreto se trata de una urna globular que albergabadirectamente los restos de la incineración y su depósi-to funerario.

Los sarcófagos de plomo, por su parte, tampocoson elementos de excepción en el mundo romano. Enla Península Ibérica son muchos los ejemplos (BALIL,1959) pero son bien conocidos, por su abundancia ycomplejidad decorativa, los hallados en Córdoba(MARTÍN URDÍROZ, 2002). Contamos con algunos ca-sos también en Extremadura, aunque asociados aasentamientos rurales (COVARSÍ, 1935; GONZALEZ etalii, 2001). En Mérida la mayoría de estos sarcófagosmantienen una uniformidad morfológica y suelen cir-cunscribirse cronológicamente a fase bajoimperial. Engeneral son sumamente sencillos, realizados a partirde varias planchas de plomo, con su tapa y cabeceraredondeada. Tienden a la forma antropomorfa, es de-cir, más ancho por la cabecera y más estrecho en lospies, careciendo de decoración y sólo en algunos casoscon los restos del individuo y del depósito ritual fune-rario17. Parece lógica la existencia de talleres localesque fabricaran estos recipientes, al igual que sucedeen otras grandes capitales de Hispania, aunque hastael momento desconocemos si la uniformidad tipoló-gica podría responder a la labor de una sola officinaespecializada en este tipo de encargo o si, por el con-trario, serían varios los talleres encargados de la fabri-cación de estos contenedores.

En los almacenes del Consorcio se conservan tresde estos sarcófagos. El primero que vamos a referir fuehallado en marzo de 2001, durante las excavacionesllevadas a cabo en el solar de Morería18. La sepulturase encontraba muy cerca de la muralla romana y a unlado de la Vía de la Plata. La fosa, excavada en la roca,acogía directamente un sarcófago de plomo íntegro,con la tapadera dañada y carente de depósito. El es-tado de conservación no era bueno, pues presentabanumerosas roturas, deformaciones y descomposicióndel material, así como un hundimiento de la tapa. Apesar de ello, se puede apreciar perfectamente su for-ma trapezoidal originaria: una cabecera más amplia yredondeada y una mayor estrechez en la zona de lospies. El sarcófago no presenta remaches y está traba-jado al menos a partir de tres planchas de plomo, uni-das por soldadura. Las paredes parecen haber sido re-alizadas con dos planchas de plomo y una tercera pa-ra la pared de los pies; la base se habría hecho con unaplancha única al igual que la tapa. Ésta presenta la pe-culiaridad de tener pestañas dobladas que sellarían

perfectamente el sarcófago. La cronología dada porsus excavadores a partir de las estratigrafías se fija enel siglo III-principios del IV d.C.

Un segundo sarcófago fue hallado en 1994 en elinterior del llamado “mausoleo del dintel de los ríos”,conocido monumento funerario emeritense en el quese descubrieron ocho inhumaciones correspondientesa dos fases distintas de ocupación del edificio. Uno deestos enterramientos, perteneciente a la segunda eta-pa de utilización del monumento (segunda mitad delsiglo III d.C.), consistía en una caja de ladrillos above-dada y forrada de opus signinum que albergaba en suinterior un sarcófago de plomo. El ataúd tenía formarectangular en los pies y semicircular en la cabecera, yen general se mantenía en buenas condiciones, daña-do únicamente en la cabecera y con algunos desper-fectos en su tapa. En el interior se encontraron los res-tos de un individuo adulto, en un buen estado de con-servación debido a la capacidad del plomo para pre-servarlo (BEJARANO, 2004: 210), aunque carecía dedepósito funerario.

El tercer sarcófago presenta un estado deplorable,ya que, como sucede en prácticamente todos los ca-sos, el plomo se ha ido deteriorando y deshaciendo li-teralmente. Únicamente se observan fragmentos de susplanchas, sin poder establecer unas características for-males. Lo que sí se ha podido ver, a través de sus res-tos es que, al igual que los demás ejemplares, carecíade decoración. Fue encontrado en intervenciones lle-vadas a cabo en 1991 en la importante área funerariadenominada “El Disco”, que se extiende por el espacioextramuros entre el anfiteatro y el circo con una dia-cronía entre el siglo I d.C. hasta época bajoimperial19.A esta última fase corresponde el mencionado sarcó-fago. El enterramiento consistía en una fosa rectangu-lar de ladrillos. Dentro de esta estructura se encontró elsarcófago, totalmente deformado y hundido sobre losrestos, de modo que los huesos aparecieron machaca-dos por el peso del propio ataúd. Un hecho a destacares que este enterramiento estaba acompañado de unrico depósito consistente en un importante juego dejoyas realizadas en oro y piedras preciosas.

Los sarcófagos conservados en el MNAR provienende descubrimientos más antiguos en el tiempo. En elalmacén de este museo existen dos sarcófagos de plo-mo muy fragmentados. El primero de ellos se corres-ponde con lo que sería el enterramiento de un niño(ÁLVAREZ SAENZ DE BURUAGA, 1943: 49). Fue halla-do en las inmediaciones del acueducto de los Milagros,en la zona funeraria del valle del río Albarregas, aunquedesconocemos su contexto cronológico. A pesar de su

17. Tenemos previsto realizar en un futuro próximo un estudio pormenoriza-do de las técnicas de fabricación de estos sarcófagos.

18. Consorcio de Mérida, nº de intervención: 7.013. 19. Consorcio de Mérida. Nº de Intervención: 158.

Jesús ACERO PÉREZ y Ana Isabel CANO ORTIZ 549

mal estado de conservación, podemos saber que superfil rectangular estaría ligeramente estrechado en laparte de los pies. Presenta los bordes de las paredes la-terales hacia fuera y no se encontraron restos de la ta-pa ni de la base. Está libre de cualquier tipo de deco-ración, al menos en las partes que se han conservado.

Existe otro ejemplar, en muy mal estado de con-servación, habiéndose reducido a informes fragmentosde planchas de plomo20. Es muy probable que se co-rresponda con el sarcófago hallado en la calle Furnier(ÁLVAREZ SAENZ DE BURUAGA, 1945: 7 y y lám. II, 7)en las excavaciones llevadas a cabo por Serra i Ràfolsen 1945, el cual apareció con su correspondiente ta-pa y tres barras de hierro para levantarla. Pertenecía aL. Antestius Persicus, duumvir de la colonia, según lainformación aportada por su estela funeraria halladajunto al sarcófago, cuyo estudio estilístico y epigráficopermite fechar el enterramiento en el siglo III d.C. (ED-MONSON et alii, 2001: 34-35 y 68). Presentaba unasmedidas llamativas por su gran tamaño, con 2,50 mde longitud y 0,58 de anchura máxima. La forma essimilar a los anteriores, con una cabecera redondea-da, y también carecía de decoración.

Se tienen noticias de otros sarcófagos a los que sealude en la bibliografía emeritense pero cuyo parade-ro actual es desconocido. Así, tanto Bendala Galán(1976: 141) como Álvarez Martínez (1983: 71) hacenalusión a un sarcófago encontrado en el sector entreel dique de contención de aguas del Guadiana y la mu-ralla, en cuyo interior se encontró un áureo de Nerón.Por su parte, J.R. Mélida (1925) informa de tres sarcó-fagos: uno hallado al hacer obras en el cementerio ac-tual, otro en el exterior del anfiteatro y el tercero deprocedencia desconocida, todos ellos con las mismascaracterísticas morfológicas ya comentadas. Final-mente, Pilar Caldera (1991: 25-30) relata la recupera-ción en 1967 de un sarcófago de plomo con un de-pósito votivo excepcionalmente rico y atribuido a unamujer; el lujosos conjunto de piezas (de vidrio, ámbar,plata, marfil...), conservadas actualmente en el MNAR,pueden dividirse en dos conjuntos fechados respecti-vamente a principios de siglo I d.C. y finales del sigloII d.C. cada uno, aunque las condiciones del hallazgo,producido en el área funeraria que se extiende junto ala vía del circo romano, no aportan luces a la hora deinterpretar tanto el contexto del enterramiento comosu contenido.

Pero el empleo del plomo en el ámbito funerariono termina aquí. Por último, incluimos en este aparta-do el reciente hallazgo de otro elemento relacionadocon el mundo funerario: un tubo de libaciones reali-

zado con este metal. Como es sabido, estos orificios oconductos cumplían una función importante en el ri-tual funerario como mecanismo para introducir ali-mentos u ofrendas en el enterramiento, y eran reali-zados frecuentemente en cerámica, aunque son co-nocidos otros ejemplos en plomo (MOLANO y ALVA-RADO, 1991-92: 176). En concreto, el tubo de liba-ciones que aquí presentamos tiene una extensiónaproximada de un metro y un diámetro de unos 5 cm,y viene configurado mediante una única chapa plega-da sobre misma a través de sus lados longitudinales21.Formaba parte de una inhumación fechada en el sigloII d.C., la cual se integraba a un espacio funerario ma-yor cuya vigencia oscila entre la segunda mitad del si-glo I d.C. y el siglo III y que se articula en torno a unade las vías de salida de la ciudad por la zona oriental(Lámina II).

III.3. Ámbito industrial y comercial

Dentro de los establecimientos de carácter indus-trial, donde se hacía necesario el manejo de grandescantidades de agua y líquidos y su almacenamiento encisternas o depósitos, resultaba frecuente la disposición

20. MNAR. Nº Inventario: 5.725.

21. Consorcio de Mérida. Nº de Intervención: 2510. Agradecemos la infor-mación sobre esta inhumación, así como la cesión de la fotografía quepresentamos, a D. F.J. Heras Mora y Dña. Juana Márquez Pérez, respon-sables de la excavación arqueológica.

Lámina II: Inhumación con tubo de libaciones.

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de tuberías de plomo (o de cerámica) como mecanis-mo para evacuar el agua de las cisternas y cubetas, otrasladar los líquidos de un depósito a otro, de lo cualtenemos buenas muestras repartidas por toda Hispa-nia. En la ciudad de Mérida, por ejemplo, la excavaciónen un área periurbana, de un horno de época altoim-perial destinado a la fabricación de material latericio,sacó a la luz un depósito de agua vinculado a él, enuna de cuyas paredes apareció una tubería de plomoque le servía de desagüe (BEJARANO, 2000: 28).

En realidad el plomo tiene en época romana unaespecial relación con todas aquellas actividades rela-cionadas con el agua, vínculo que se explica en buenaparte merced a la gran resistencia del plomo ante lacorrosión producida por este líquido, mucho mayorque en otros metales. Esta cualidad lo convierte en elmaterial más representativo de cierto tipo de piezasdentro de determinadas actividades comerciales vin-culadas con el agua, como por ejemplo, la navegacióny la pesca: en los escandallos de las embarcaciones, losaros de vela, los cepos y los zunchos de las anclas, loslastres o pesas de red, etc. (ANTONA DEL VAL y GÓ-MEZ VEGA, 1987: 23). La elección de este metal paradichas actividades se debería, ya no sólo a su mencio-nada resistencia a la corrosión del agua, sino tambiénal elevado peso específico que posee, muy necesarioen piezas que eran concebidas para ser sumergidas enel agua. En Mérida, ciudad de interior, no hemos en-contrado ejemplos hasta el momento de actividadesrelacionadas con la navegación, que a buen seguro sedarían a pequeña escala en ciertos tramos del río Anas(ÁLVAREZ MARTÍNEZ, 1983: 71). En cambio, la prácti-ca de la pesca sí la tenemos documentada por la exis-tencia de anzuelos hechos en bronce, y juzgamos queno sería extraño poder encontrar también alguna pe-sa o lastre de red, normalmente de plomo.

Al mismo tiempo, este metal jugó un papel desta-cado en el sistema de pesos romanos, ya que fue muyutilizado para elaborar pesas y ponderales de diversotipo y función, pues su elevado peso le convertía enun material muy apropiado para este fin. Contamosen Mérida con una muestra variada, aunque no muyabundante: grandes pesas en plomo con argolla dehierro (Lámina III), fusayolas y pequeñas pesas y pon-deras, algunas de ellas figuradas. En el mundo roma-no el tipo y tamaño de las pesas es muy diverso y enocasiones están decoradas. La exactitud de su peso ve-nía garantizada por los emblemas de los agoranomoso funcionarios supervisores de los mercados urbanos.Junto a estas piezas también las había sencillas y sinningún tipo de imágenes (RIVAS, 2003: 161) como lasemeritenses. En considerables ocasiones el plomo ac-tuaba como metal auxiliar, de hecho se dan ejemplosde pesas y ponderales que se realizaban mediante unafundición hueca en bronce, rellenos de plomo (CABA-

LLERO, 1990: 342), una muestra más de que el plomoactuó muchas veces como elemento secundario.

Dentro del ámbito mercantil los romanos emplea-ron el metal como soporte para indicar, a través de ins-cripciones y grabados, distintas informaciones de in-terés en sus transacciones económicas: el tipo de mer-cancía, el destinatario o el receptor. En este caso, elplomo, por su falta de dureza, se convertía en un ma-terial apropiado como tal soporte de escritura. Así in-terpretamos una pequeña placa epigrafiada y fabrica-da en plomo, que fue encontrada en un nivel de ver-tidos dispuesto junto a la conducción hidráulica deProserpina y fechado en época altoimperial. La placatiene forma rectangular, con 4 x 2,8 cm y un orificio enel centro de uno de los lados cortos. Lo más llamativoes que contiene una inscripción en letras capitales,aunque de muy difícil lectura por su mal estado deconservación (AYERBE, 2000: 48). Creemos que el epí-grafe, dispuesto en tres líneas, puede transcribirse dela siguiente manera: PAVLA/LP/ROR(…). Por el mo-mento resulta difícil ofrecer un sentido claro a su lec-tura y utilidad, aunque podría estar vinculada al mun-do comercial (expresando el nombre de una persona omercancía), interpretación que se baraja también pa-ra un grupo de placas con una morfología similar en-contradas en el llamado “Foro Provincial” y aún en fa-se de estudio22.

Lámina III: Pesa.

22. Agradecemos esta información al Dr. Pedro Mateos Cruz, investigadorprincipal de un proyecto de estudio y documentación del llamado “ForoProvincial” cuyos resultados serán publicados en breve dentro de la serieAnejos de Archivo Español de Arqueología.

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También se vienen vinculando a este ámbito losplomos monetiformes o tesserae, a cuyo catálogo deejemplares conocidos (CASARIEGO et alii, 1987; GO-ZALBES, 1995) podemos añadir uno más procedentede Mérida. Se trata de una pieza de tendencia circular,de 13 mm de módulo y 2 gr de peso, que incluye loque parece ser una “N” grabada en relieve en el an-verso, permaneciendo lisa la otra cara.

III.4. Escultura y arquitectura

La escultura fue una de las manifestaciones cultu-rales más destacadas en el seno de una sociedad, co-mo la romana, donde las imágenes no cumplían sólouna función meramente estética, sino también una la-bor al servicio de la propaganda política imperial. Para este cometido se requería fundamentalmente ma-teriales ornamentales atractivos y también perdura-bles, como el mármol y, entre los metales, el bronce.En el caso de las figuras fundidas en bronce, normal-mente huecas para ahorrar metal, resultaba necesarioasegurar su estabilidad mediante un relleno consis-tente y de peso, para lo cual ninguno mejor que el plo-mo. A modo de ejemplo gráfico citaremos la existen-cia en el MNAR de una pie de estatua en bronce23, re-lleno con plomo y del que sobresale, a modo de gan-cho, una pieza de hierro que permitía anclar la escul-tura en el pedestal o soporte sobre el que estuviera ori-ginalmente situada (Lámina IV) (NOGALES, 1990: 106-107). Esta misma función como elemento de unión oensamblaje de piezas fue también desempañada por elplomo, lo mismo que veremos a continuación para laarquitectura, siendo numerosos los ejemplos de pe-destales de estatuas donde aún se conservan los restosde la amalgama o “pegamento” de plomo que fijabala figura a la base. En las artes escultóricas, por tanto,el plomo se utilizó como material auxiliar, con un pa-pel secundario y nada vistoso, aunque esencial, biencomo relleno interior y contrapeso de las figuras debronce, bien como elemento fijador para asegurar pie-zas en un principio separadas. Las características pe-culiares del plomo no le conferían ningún valor estéti-co, y por tanto sus aplicaciones artísticas como mate-rial protagonista fueron muy limitadas.

El uso del plomo en la arquitectura romana se re-laciona directamente con las técnicas de ensamblajesde elementos constructivos como sillares, columnas ypiezas correspondientes a la escultura decorativa. En-tre las prácticas propias de la edilicia romanas se en-contraba el uso de grapas y abrazaderas que impedí-an la apertura de las juntas entre los sillares o bloquesdispuestos horizontalmente. Estas grapas podían te-ner diversas secciones (con perfil de doble T y las máscomunes en forma de y de doble cola de milano) y es-

tar fabricadas bien en madera o bien en metal, siendoen este último caso más frecuentes las de hierro ybronce que las de plomo, aunque en muchos casossólo restan los negativos en la piedra pues el metal fuerobado ya desde época antigua y a lo largo de toda laEdad Media. Independientemente de la forma de lagrapa y del material con que estuviera fabricada, locierto es que se empleaba el plomo fundido a modode “pegamento” para fijarla al hueco practicado en lapiedra y protegerla mediante su recubrimiento. Estamisma función adhesiva era la que tenía el plomo a lahora de asegurar las clavijas metálicas que anclaban ladecoración arquitectónica de los edificios, normal-mente de mármol (cornisas, molduras, casetones, pla-cas...), al núcleo de la obra hecho en piedra. Un mé-todo similar se empleaba al ensamblar en vertical lostambores de columnas y otros elementos constructi-vos, mediante espigos de hierro afianzados por cola-das de plomo fundido.

De todas estas técnicas existen numerosos ejem-plos repartidos por el Imperio Romano. Lamentable-mente en Mérida no tenemos noticia de la existenciade grapas en plomo con función arquitectónica, aun-que tal vez algunas de ellas se conserven hoy día bajolos edificios públicos romanos aún en pie24. Un ejem-plo particularmente significativo para el contexto hi-dráulico emeritense es la inscripción del Aqua Augus-ta, placa rectangular en mármol de la que quedan lasperforaciones y los restos de los engarces de las letrasde bronce con masa de plomo, cuyo texto fue posiblerestituir siguiendo la disposición de los 32 huecos exis-tentes (HIENARD y ÁLVAREZ, 1982). La placa se halla-ría empotrada en una superficie constructiva y dabanombre al acueducto procedente de Cornalvo25, la pri-

23. MNAR. Nº Inventario: 7.483.

24. En la actualidad se está desarrollando desde el Instituto de Arqueología(CSIC-Junta de Extremadura-Consorcio Mérida) una tesis doctoral sobre latécnica edilicia en Augusta Emerita, a cargo de Antonio Pizzo.

25. Actualmente expuesta en la Sala de Exposición del MNAR. Nº Inventario20.387

Lámina IV: Pie calzado de estatua.

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mera de las tres conducciones de las que dispuso lacolonia para su abastecimiento.

III.5. Ámbito doméstico

En el ámbito doméstico privado el plomo tuvo di-versas aplicaciones, especialmente en aquellos lugaresdonde su presencia fue abundante, por ejemplo en lospoblados mineros donde, por ser la materia prima másbarata y común, era también la más utilizada en el po-blado. Domergue (1971b), cuando se refiere a “El Ce-rro del Plomo” (mina de “El Centenillo” en Jaén), nosdescribe un panorama en el que la población sólo co-noce este metal, ya que a pesar de que vivían para pro-ducir plata, ésta salía una vez transformada en direc-ción a Roma. Domergue destaca la escasez de objetosde bronce encontrados, mientras que el plomo es muycomún. Indica que una gran parte de la industria ca-sera se hace a base de pedazos y chapas de plomo,restos de la actividad metalúrgica en la zona. En estepoblado se encuentran los usos más corrientes del plo-mo en la Antigüedad, como son las tuberías, lañas,glandes o balas de honda, pesas de red y de telar, cu-bos de plomo o sítulas, vasijas, amuletos, moneda fal-sa, etc. Y lo mismo sucede en el mencionado enclaveminero-metalúrgico de Hornachuelos (JIMÉNEZ, 1989-1990). Por tanto el plomo se aprovechaba por ser elmaterial más a mano y abundante. Además se tratade un metal que funde rápidamente, siendo fácil detrabajar y reciclar.

En definitiva, en el mundo romano se podría decirque muchos objetos que se hicieron tradicionalmenteen otros metales, por ejemplo en bronce, tendrían enalguna ocasión su versión en plomo, siempre y cuandolas cualidades de este metal lo permitieran. Menajesdomésticos, espejos (AURRECOECHEA, 1990), cuentas,estuches o cajas, sítulas, etc., el plomo sería utilizadopor aquellas clases que no pudieran permitirse otrosmateriales más caros, aún cuando su toxicidad lo hi-cieran inapropiado para algunos de estos fines (MA-LLISARD, 1996: 202). En relación a las vajillas de mesay el menaje de cocina, en Mérida disponemos de algu-nos ejemplos de recipientes plúmbeos, aunque reduci-dos a fragmentos de su boca o base que hacen difícilidentificar su forma completa, así como un soporte amodo de trébede o trípode en forma de aro de 10 cmde diámetro que conserva dos de los tres pies de losque debió constar26. También se podrían mencionar losexvotos, tan abundantes en época romana, así comojuguetes o pequeños utensilios que bien podrían serherramientas. Se conserva en el MNAR una pieza que,tanto por su pequeño tamaño como por su forma, po-dría ser un juguete o un exvoto; se trata de una pique-tita o martillo de plomo con un orificio central, segu-

ramente para introducir el mango, y con filo en uno desus bordes27. Los paralelos más cercanos los encontra-mos en bronce, como los conservados en el Museo Nu-mantino de Soria (CABALLERO, 1990: 298). Otro ele-mento conservado en el MNAR es una figurilla que re-presenta un ave, muy probablemente una paloma28. Esuna pieza hueca, realizada a partir de dos planchas deplomo, que han sido trabajadas a molde bivalvo. Laparte trasera, donde se supone que irían las plumas dela cola, se ha perdido y tal vez iba engarzada a otra pie-za desaparecida. En la parte del pecho presenta unospequeños orificios que nos hacen suponer que sea unjuguete, una especie de silbato (Lámina V).

Dentro del mundo que se mueve entre la religión yla superstición aparecen los amuletos y las conocidastabellae defixionis, pequeñas tablillas escrituradas, vin-culadas al mundo de la magia y cuyo soporte de plo-mo parece una condición indefectible (VICH, 1989; PIVÁZQUEZ, 2005). Desafortunadamente no se ha iden-tificado en Mérida ningún ejemplar de tabella. Sí con-tamos, en cambio, con lo que parece ser un amuletoo medallón fálico antropomorfo; al menos presentalos rasgos típicos de éstos, con la figura humana des-tacando los genitales29 (DE LA BARRERA y VELÁZQUEZ,1988).

III.6. Instrumental médico

La presencia en el MNAR de una pieza del instru-mental médico es indicativo del manejo del plomotambién en este tipo de profesiones. En concreto setrata de una pequeña ventosa o cucurbitula que tieneforma de copa, con una boca amplia de 3 cm de diá-metro, un pequeño pie y un orificio en el fondo30. La

26. Consorcio de Mérida. Nº Intervención: 8.041. UE. 147. Nº Inventario: 15.

27. MNAR. Nº Inventario: 32.586.

28. MNAR. Nº Inventario: 29.927.

29. MNAR. Nº Inventario: 19.142.

30. MNAR. Sala de Exposición. Nº Inventario 30.213.

Lámina V: Figura con representación de paloma.

Jesús ACERO PÉREZ y Ana Isabel CANO ORTIZ 553

cara externa está adornada con mascaroncillos y mo-tivos vegetales (Lámina VI). Su finalidad primordial erala de subsanar daños locales vinculados con el apara-to circulatorio. Celso (Lib. II, 11) distingue dos tipos deventosas: de bronce (cerrada en su base) y de asta (conun hueco en el fondo). A esta última categoría corres-ponde el ejemplar emeritense, aunque en este últimocaso fabricado en plomo. El tratamiento con este tipode ventosas, según explica el escritor romano, consis-tía en adherirla directamente sobre la piel mediante lasucción del aire a través del agujero practicado en elfondo, taponando posteriormente el pequeño huecocon cera. Fue hallada formando parte del ajuar de unmédico en una tumba de incineración excavada en lascercanías del acueducto de San Lázaro y fechada a me-diados del siglo I d.C. (FLORIANO, 1941; RODRÍGUEZ,1979). Han aparecido algunos ajuares emeritensesdonde se incluyen utensilios del instrumental médico-quirúrgico, la mayor parte en bronce, como son los es-tuches para almacenar medicamentos, escalpelos, pin-zas quirúrgicas, sondas, etc., sin faltar también otrosobjetos de plata, hierro, vidrio, hueso o cerámica (ÁL-VAREZ y GARCÍA DE SOTO, 1946; BEJARANO, 2002).Dentro del amplio repertorio del instrumental quirúr-gico romano se conoce también la existencia de algu-nos instrumentos fabricados en plomo, como un mar-tillo para golpear el escoplo en la trepanación o un tu-bo de drenaje recomendado por Celso para extraer elagua a los pacientes hidrópicos (MONEAGUDO, 2000:105-106).

III.7. Ámbito militar

Algunos de los objetos más conocidos realizadosen plomo son los proyectiles o glandes, cuyos antece-dentes en Hispania se remontan a época ibérica. Laspropiedades particulares del plomo resultan óptimaspara la elaboración de estos artefactos, pues se re-quería en ellos un pequeño volumen -para cargar con

el mayor número posible de proyectiles durante largasdistancias- pero a la vez un considerable peso paraproducir el daño necesario durante su impacto en elblanco. Además, la maleabilidad del metal permitíamodelar en forma aguda los extremos de los proyecti-les y dotarles así de mayor contundencia. Su configu-ración habitual era la bitroncocónica, bipiramidal o lacilíndrica con los extremos apuntados. Estos glandeso balas de honda son muy numerosos en toda la Pe-nínsula Ibérica, normalmente hallados en contextosbélicos o castrenses de época republicana en el con-texto de la expansión militar romana. Por ello es ex-cepcional su presencia en lo que fueron grandes ciu-dades romanas sin un origen campamental como esMérida. Únicamente en el MNAR se conserva un soloproyectil31, con perfil bipiramidal, 4 cm longitud y 100gr de peso. Porta una inscripción en ambas caras(CNMAC en una de ellas y una doble M entrelazadaen la otra). Su procedencia es desconocida aunque se-guramente proveniente de algún punto de la actualprovincia de Badajoz, donde son bien conocidos losencontrados en Azuaga (DOMERGUE, 1971a) y enHornachos (JIMÉNEZ, 1989-90).

III.8. Objetos de función indeterminada

Junto a los objetos presentados en las páginas an-teriores, existen otros a los que no resulta fácil asig-narles una utilidad determinada, no ya sólo debido aque han perdido su forma original, sino también porla dificultad que entraña encontrar paralelos que pu-dieran aproximarnos a su función. Así sucede con di-versas placas, barritas y piezas informes localizadas enlos almacenes del Consorcio de Mérida y del MNAR.Son habituales los fragmentos de chapas, que presen-tan tamaños variables y en algunos casos orificios, lascuales podrían haber formado parte de placas adosa-das a muros, tejados, diferentes tipo de mobiliario, etc.Una de ellas, encontrada en un contexto funerario in-cineratorio, aparece aún con el clavo de hierro incrus-tado en el orificio32. Otro elemento, que fue recupera-do en una incineración del área funeraria de “El Dis-co”, a pesar de haber sido inventariado por sus exca-vadores como una tachuela33, creemos que puedeidentificarse con un tirador o pomo de caja o mueble,pues presenta una forma troncocónica perfectamenteadaptada para ser prendido con la mano. Estos ele-mentos podrían haber formado parte, por tanto, deotros objetos realizados en materiales perecederos. Talsucede también con cuatro piezas34 conservadas en los

Lámina VI: Ventosa médica.

31. MNAR. Nº Inventario: 29.947.

32. Consorcio de Mérida. Nº Intervención: 5.021. UE. 1. Nº Inventario: 6

33. Consorcio de Mérida. Nº Intervención: 8.002. UE. 1821. Nº Inventario:160 (AYERBE y MÁRQUEZ, 1998: 160).

34. MNAR. Nº Inventario 7.652 (procedencia desconocida), 18.957 (Casa delMitreo), 23.656 (solar “Las Torres”) y 25.493 (Templo de Diana).

554 EL PLOMO Y SUS APLICACIONES EN UNA CIUDAD ROMANA: AUGUSTA EMERITA

fondos del MNAR que comparten unas particularida-des formales similares y que hemos interpretado co-mo lañas por existir un paralelo exacto en el Cerro delPlomo (Jaén) identificado como tal (DOMERGUE,1971b: 374). Artefactos similares han sido recupera-dos en las necrópolis de Ostia, sin asignarle una fun-cionalidad específica (PELLEGRINO, 1999: 37). Con li-geras diferencias entre ellos, estos cuatro objetos secaracterizan por tener un perfil rectangular, formadoen sus lados mayores por dos barras alargadas (una demás longitud que la otra), que se unen mediante dosbarritas más cortas en los lados menores (Lámina VII).Desconocemos, no obstante, la utilidad concreta deestas lañas. Si en un principio podría pensarse en suempleo como grapas para recuperar grandes reci-pientes agrietados (como pudieran ser las dolia), opi-namos que su propia morfología descarta dicho uso,pues normalmente el tipo de grapa empleado en estosremiendos tiene un perfil abierto, en forma de U, conuna única barra mayor y dos más cortas en sus extre-mos. Tal vez haya que atribuirles una función arqui-tectónica (para acoplar y trabar distintos materialesconstructivos y decorativos) o como componentes dealgún tipo de mobiliario.

Asimismo juzgamos de interés el hallazgo de un re-cipiente fragmentado en el interior de una mensa fu-neraria fechada en el siglo III d.C. (MÉNDEZ et alii,2004: 441 y fig. 3-4). Correspondía a la inhumación deun niño, en la que el recipiente se encontró colocadojunto a la cabeza del pequeño al tiempo que el restodel depósito se colocaba a los pies. Es de forma cilín-drica y pequeñas dimensiones, con un diámetro de 4cm, unas características que recuerdan a una especiede estuche en forma de canuto, similar formalmente alos empleados en el instrumental médico. Y por últi-mo, queremos concluir con un ejemplo curioso, tam-bién vinculado a un enterramiento, pero en este casoa la inhumación de un animal cuadrúpedo de peque-

ño tamaño, posiblemente un perro35. Fragmentos declavos de hierro entre los restos óseos son testimoniode la posible existencia de una caja en cuyo interior sedepositaron los restos del animal y, justo debajo de sushuesos, una placa de plomo, doblada, con un orificioen cada uno de sus lados menores. Aunque su estadode conservación actual no permite percibir si tiene ins-cripción, nos parece lógico pensar que así fuera, talvez incluyendo simplemente el nombre del perro, obien fórmulas mágicas y supersticiosas relacionadascon el mundo de las creencias.

IV. CONCLUSIÓN

Aunque hayamos comentado en varias ocasionesque el plomo fue en época romana un material se-cundario para determinadas aplicaciones, y cierta-mente, frente a otros metales así fue, no se le puedenegar una presencia estimable dentro del conjunto derealizaciones metálicas romanas. Hemos expuesto a lolargo de este trabajo cuáles fueron sus funciones másrepresentativas, las cuales tienen, lógicamente, una re-lación directa con las características específicas del plo-mo como metal. Se trataba de un material fácil de tra-bajar, moldear y reparar, todo ello gracias a su ductili-dad, maleabilidad y baja temperatura de fusión, rasgosque, por otra parte, favorecían un resultado final óp-timo en otros metales cuando el plomo formaba par-te de las aleaciones metálicas. Su alto peso específicosirvió para fabricar pesas, ponderales y artes de pesca.Su gran nivel de resistencia ante la corrosión ejercidapor el agua le otorgó un papel destacado en la fabri-cación de tuberías, depósitos y otros utensilios dedi-cados al almacenamiento y conducción de líquidos.Para los romanos, en definitiva, el plumbum nigrum,aparte de un metal abundante y económico, fue ex-traordinariamente práctico, y satisfizo su demanda an-te utilidades y fines muy diversos. Pero al mismo tiem-po, este metal carente de belleza, no despuntaría porsu valor estético, hecho que le llevó a permaneceroculto y escondido la mayoría de las veces, como lodemuestran los usos que se le dio: en fistulae, sarcó-fagos y urnas, tabellae defixionis, grapas y pegamen-to de piezas, rellenos de estatuas, etc. Todos ellos ob-jetos (o partes de ellos) no destinados a ser vistos niadmirados.

Podría parecer que el uso del plomo en AugustaEmerita no era abundante a tenor de la muestra quehemos presentado en este estudio, pero habría que te-ner en cuenta que el plomo fue expoliado y reaprove-chado a lo largo de unos tiempos históricos en los quela reutilización de materiales resultaba necesaria y

Lámina VII: Grapa.

35. Consorcio de Mérida. Nº Intervención: 2.510. UE. 1073. Información ama-blemente suministrada por los responsables de la excavación arqueológi-ca, D. F. J. Heras Mora y Dña. Juana Márquez Pérez.

constante. Prueba de ellos son las fundiciones visigo-das documentadas en Mérida, las cuales se aprovisio-naban de metal a través del refundido de viejos arte-factos romanos. Por otra parte, no podemos olvidar lafacilidad con la que el plomo se deteriora y si bien esresistente a desgastes como la que ejerce el agua, esvulnerable a otras sustancias como cales, óxidos dehierro o ácidos orgánicos, todo lo cual favorece la apa-rición de corrosiones importantes que llegan a veces ala perforación completa de las planchas. Además, so-mos de la opinión de que la representación sería másamplia si a lo largo del tiempo se le hubiera concedi-do al plomo su justo lugar en las intervenciones ar-queológicas, de ahí que debamos estar a la espera denuevos hallazgos que se dan día a día bajo el sueloemeritense.

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556 EL PLOMO Y SUS APLICACIONES EN UNA CIUDAD ROMANA: AUGUSTA EMERITA