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El perdón inicia en tu corazón

DISTRITO LASALLISTA DE BOGOTÁ

Hno. Leonardo Enrique Tejeiro DuqueVisitador Provincial

Hno. Isidoro Daniel Cruz Rodríguez Ecónomo Provincial

Hno. Diego José Díaz DíazSecretario de Formación

Hno. Niky Alexander Murcia S. Secretario de Educación

Hno. Carlos Andrés Forero F.Secretario de Pastoral

Equipo editorialSecretaría de Educación del Distrito Lasallista de Bogotá

Compiladores Cristian David SalamancaAlexander Cárdenas AceroAndrey Fierro SilvaElio Andrés Velazco Dávila

Diagramación y diseñoIngrid Jiménez Urbina

El presente trabajo hace una recopilación de diferentes textos, de acceso público en internet. El equipo editorial solamente ha diagramado la información con fines didácticos y en ningún caso es autor de los textos que aquí se presentan. Los nombres de los autores son referidos en cada texto.

Bogotá2013

Señor Jesús,

que el gran mandamiento del amor al prójimo

nos exija y urja a tomar conciencia de nuestra

responsabilidad

respecto a quien, como yo, es criatura e hijo de Dios:

el hecho de ser hermanos en humanidad ,

en muchos casos, también en la fe,

debe llevarnos a ver en el otro su dignidad

y el infinito amor que el Señor le profesa.

Señor, ayúdanos a cultivar sentimientos

de fraternidad, solidaridad y justicia,

de reconocimiento y compasión

para que broten naturalmente de nuestro corazón,

y se multipliquen en acciones

que construyan la paz en nuestro país.

Te lo pedimos, Señor, por el amor

infinito que nos tienes.

Amén.

Oración para pedir el don de la compasión

TEMA Pág.

IDENTIFICAR LA HERIDA

COMPARTIR CON ALGUIEN LA HERIDA

COMPRENDER AL OFENSOR

ABRIRSE A LA GRACIA DEL PERDÓN

11

23

37

44

CONTENIDO

Lunes 1 de septiembre...................................Martes 2 de septiembre.................................Miércoles 3 de septiembre............................Jueves 4 de septiembre.................................Viernes 5 de septiembre................................

Lunes 8 de septiembre...................................Martes 9 de septiembre.................................Miércoles 10 de septiembre..........................Jueves 11 de septiembre...............................Viernes 12 de septiembre..............................

Lunes 15 de septiembre.................................Martes 16 de septiembre...............................Miércoles 17 de septiembre..........................Jueves 18 de septiembre...............................Viernes 19 de septiembre..............................

Lunes 22 de septiembre.................................Martes 23 de septiembre...............................Miércoles 24 de septiembre..........................Jueves 25 de septiembre...............................Viernes 26 de septiembre..............................

1214151720

2426283134

3841424447

5255575961

Identificar no para agrandar sino para sanar

IDENTIFICAR LA HERIDA

Imagen tomada de http://www.fondosdepantallaya.com/images/wallpapers/corazon_roto-183092.jpg

12 ¡Construimos paz, sintiendo compasión!

Del 1 al 5 de septiembre

Lunes 1 de septiembre: Oración

MOTIVACIÓN DE INCIALNunca lograrás perdonar si sigues negando que has

sido ofendido y herido y que, al mismo tiempo, ha quedado al descubierto tu pobreza interior. De ello resulta que una de las primeras tareas que te incum-be será revivir la ofensa.

TEXTO BÍBLICOSalmo 132

¡No hay nada más belloni más agradable

que ver a los hermanosvivir juntos y en armonía!Es tan agradable ver esto

como oler el buen perfumede los sacerdotes,perfume que corre

de la cabeza a los pies.

Es tan agradablecomo la lluvia del norte

que cae en el monte Hermóny corre a Jerusalén, en el sur.

A quienes viven así,Dios los bendice

con una larga vida.

13¡Construimos paz, sintiendo compasión!

Identificar la herida

MOMENTO DE MEDITACIÓNJuntos reconoceremos nuestras heridas, si estás

preparado para comenzar el ejercicio, procura crear un ambiente tranquilo a tu alrededor. Cuida de que no te molesten durante unos minutos, adopta una postura cómoda. Ponte en presencia de Dios, así ten-drás más valor para entrar en contacto con tu herida y tu pobreza. Empieza a revivir la experiencia de la ofensa, al mismo tiempo que permaneces atento a tus reacciones corporales. Si no la recuerdas, obser-va tus tensiones, contracturas e incluso los síntomas corporales.

Si no emerge nada a tu consciencia, sigue pacien-temente en contacto con tu cuerpo. Si pierdes la pa-ciencia, concéntrate en tu impaciencia, deja ascender el mensaje que te trasmite este movimiento de im-paciencia.

ORACIÓN COMUNITARIA Jesús, sé que he actuado mal, sé que no he hecho lo

que tú esperas de mí, sé que con mi forma de actuar, me he alejado del camino de tu amor. Me sabe mal haber actuado así porque tú me amas, y tu camino es el camino de la felicidad. Jesús, te pido perdón, y te pido tu fuerza para vivir como tú viviste. Amén.

14 ¡Construimos paz, sintiendo compasión!

Del 1 al 5 de septiembre

Martes 2 de septiembre

“Entonces se le acercó Pedro y le dijo: Señor, ¿cuán-tas veces perdonaré a mi hermano que peque con-tra mí? ¿Hasta siete? Jesús le dijo: No te digo hasta

siete, sino aun hasta setenta veces siete” Mt 18, 21-22

Espera, escucha con atención

Una joven decide visitar a su padre quien estaba muy enfermo. Lo hacía muy pocas veces ya que éste se separó de su madre cuando pequeña. Ella guar-daba resentimientos y dolor que disimulaba con un supuesto control que venía de la mente. Un día su padre la invita para conversar de algo que era urgen-te para él, cuando llegó estaba enfermo postrado en su cama y le dice: “Hija sé que te hice mucho daño y a pesar de esto te portas bien conmigo y quieres a mi nueva familia, te pido me perdones”; sin embargo la joven disuade la conversación y le dice que no es el momento y que hablarían de esto otro día.

Pasaban los días y le invadían sentimientos de con-fusión: temor, la falta de perdón, miedo a enfrentar el pasado, ya que los guardo por muchos años. De pronto recibe una llamada de su media hermana y le informa que su padre está agonizando y quiere verla. Presurosa va al hospital, y al llegar a su habi-tación le dice: “Padre estoy aquí soy yo. . “. Busco luchar de muchas formas por su vida, sin embargo

15¡Construimos paz, sintiendo compasión!

Identificar la herida

unos minutos, él murió. Quizás te cueste perdonar o pedir perdón, pero si pones esta situación en las manos de Dios Él te enseñará a perdonar. No dejes pasar el tiempo ni esperes que sea tarde.

Efesios 4:32: “Sean más bien amables unos con otros, misericordiosos, perdonándose unos a otros, así como Dios los perdono en Cristo”.

Anónimo. De corazón a corazón 2011.blogspot. Recuperado

el 15 de agosto de 2013, de http://decorazonacorazon2011.

blogspot.com/2012/02/una-historia-sobre-el-perdon.html.

REFLEXIÓN¿En qué situaciones me cuesta pedir y ofrecer perdón?

Miércoles 3 de septiembre

“El señor de aquel siervo, movido a misericordia, le soltó y le perdonó la deuda”

Mt 18,27

Perdonar a un amigo

“Es más difícil perdonar por una traición a un amigo que a un enemigo” William Blake (1757 – 1827)

Perdonar a un amigo no es olvidar, es vivir en paz

16 ¡Construimos paz, sintiendo compasión!

Del 1 al 5 de septiembre

con la ofensa es creer en la amistad. A veces tene-mos que exigir perdón a un Amigo y en otras oca-siones perdonarnos nosotros mismos. Las personas que no logran deshacerse del pasado, no olvidan, no perdonan y se aferran al resentimiento durante mucho tiempo e incluso toda su vida, alimentando sentimientos negativos. Es preferible exteriorizar tu enojo en el momento en que ha sido provocado, en vez de guardártelo. El dicho de que “lo que se que-da adentro se pudre” es bastante cierto en el caso del rencor. El perdón opera un cambio de corazón. Debemos ponerle fin al ciclo del dolor por nuestro propio bien y por las bien de futuras generaciones. Es un regalo que debemos proporcionarles a nues-tros hijos. Podemos pasar del dolor a la compasión. Cuando perdonamos, reconocemos el valor intrínse-co de la otra persona” Perdonar a un amigo es el camino de la sanación. Es el dejar marchar la dureza que se tenía; soltando todas esas cosas que abrigába-mos contra esa persona y soltándola de ese vínculo. Perdonar es un proceso que dura toda la vida y se va recibiendo la gracia en cada momento.El perdón permite liberarse de todo lo soportado para seguir adelante. Usted se acuerda del frío del invierno, pero ya no tiembla porque ha llegado la primavera. Per-donar a un amigo no es olvidar, es recordar sin dolor, sin amargura, sin la herida abierta; perdonar a un amigo es recordar sin andar cargando eso, sin res-pirar por la herida.En una parte del Padre Nuestro Dios nos dice: perdona nuestras ofensas así como no-sotros perdonamos a los que nos ofenden. Perdonar

17¡Construimos paz, sintiendo compasión!

Identificar la herida

a un amigo , es una decisión que deja en libertad tu corazón, y deja limpia toda herida, la amargura en ti ya no reinará. Si tú quieres experimentar el perdón del Señor, debes primero perdonar.

Anónimo. frasemania.blogspot. recuperado el 15 de agosto de

2013, de http://frasemania.blogspot.com/2010/02/frases-pa-

ra-perdonar-aun-amigo.html.

REFLEXIÓN¿Soy honesto al perdonar a mis amigos? Si, no ¿Por

qué?

Jueves 4 de septiembre

“Y perdónanos nuestras deudas, como también no-sotros perdonamos a nuestros deudores”

Mt 6,12

Identificar la pérdida

A raíz de una experiencia personal, comprendí la impor¬tancia de identificar bien la herida antes de poder curarla. Aquel día había recibido una carta de un chico que quería matricularse en la universidad donde yo enseñaba y que me pedía información so-bre un programa de estudios del que yo era respon-

18 ¡Construimos paz, sintiendo compasión!

Del 1 al 5 de septiembre

sable, pero había olvidado mandarme su dirección. Como ya estaba matriculado en otro departa¬men-to de la misma universidad, supongo que pensó que era una información innecesaria. Yo decidí, sencilla-mente, que lo normal era ir a pedirla a secretaría; pero el secretario me puso mala cara y, después de exigirme explicaciones, se negó en redondo a dar-me la información que le pedía y —lo que aún fue peor— me acusó de robo académico y me echó del despacho. Estupefacto, no conseguía com¬prender lo que sucedía, pero después me invadió la indig¬na-ción y tomé la decisión de escribir al rector para que metiera en cintura a aquel insolente y hasta despec-tivo funcionario. Estaba acabando de escribir la carta —con la pluma empapada en vitriolo—, cuando uno de mis com¬pañeros entró en el despacho. Le conté mi desastre; él me escuchó atentamente y me dijo de sopetón: «Me pareces muy enfadado. Me pregunto qué punto sensible te ha to¬cado el secretario...». Al principio, su comentario me pa¬reció inoportuno, cuando no impertinente; sin embargo, tras reflexio-nar, me hizo descubrir dos cosas: que el se¬cretario había dudado de mi honestidad profesional y que, además, había despertado en mí un viejo dolor que yo creía olvidado. Esta toma de conciencia de las ra-zones de mi indignación me produjo un efecto total-mente inesperado: para mi sorpresa, mi cólera y mi resentimiento se desva¬necieron, hasta el punto de que ya no tenía ganas de enviar la carta al rector.

19¡Construimos paz, sintiendo compasión!

Identificar la herida

¿Cómo pude experimentar un cambio tan súbito? Esta es la explicación que yo me di: en el momento del enojoso incidente, había tenido la impresión de que se había puesto en duda toda mi personalidad. Más tarde comprendí que el secretario sólo había dudado de una parte de mí: mi honestidad profesio-nal. Este descubrimiento me permitió ver con otros ojos mi herida. En primer lugar, me pareció menos importante; y, en segundo lugar, descubrí que mi confusión provenía menos del reciente altercado con el secretario que de una penosa situación que aún no había resuelto.

Anónimo. Sites.Google.Com. Recuperado el 15 de agos-

to de 2013, de https://sites.google.com/site/ycomoperdo-

nar/11--aceptar.

REFLEXIÓN¿He perdido o me he alejado de mis amigos por mi

orgullo de no perdonarlos?

20 ¡Construimos paz, sintiendo compasión!

Del 1 al 5 de septiembre

Viernes 5 de septiembre

“¿Qué hombre de vosotros, teniendo cien ovejas, si pierde una de ellas, no deja las noventa y nue-

ve en el desierto, y va tras la que se perdió, hasta encontrarla? Y cuando la encuentra, la pone sobre sus hombros gozoso; y al llegar a casa, reúne a sus

amigos y vecinos, diciéndoles: Gozaos conmigo, por-que he encontrado mi oveja que se había perdido.”

Lc 15,4-6

Sanar las heridas de la infancia

Las heridas más difíciles de reconocer e identificar son las que se remontan al remoto pasado infantil, porque no las recordamos, como tampoco recorda-mos las circunstancias que las provocaron. Con fre-cuencia, lo único que queda son las tensiones de los comportamientos y las reacciones defensivas, reflejo de antiguos traumas que la menor ofensa despierta.

Las decepciones infantiles siguen dejando sentir sus efectos de manera inconsciente muchos años después. Con mucha frecuencia me encuentro con personas que, a pesar de toda su buena voluntad, se sienten incapaces de perdonar simples pecadillos. Y esa incapacidad de perdonar las hu¬milla y a me-nudo las hace sentirse muy culpables. En cierta oca-sión, una mujer joven me confesaba su incapacidad de perdonar a su suegro, cuya «enorme» falta había consistido en quedarse dos días en su casa cuando

21¡Construimos paz, sintiendo compasión!

Identificar la herida

sólo había sido invitado a una cena familiar. Ante el mero pensamiento de perdonarle, topaba con un te-naz rechazo interior, y ello le hacía culparse por au-mentar desmesuradamente la falta: «Es una bagate-la —se decía—, debería dejar de sentir resentimiento hacia él». Como último recurso, me pidió consulta. Yo la invité a que definiera lo más exactamente po-sible la naturaleza de su ofensa, y ella me respondió: «Tengo la impresión de carecer de importancia a sus ojos, puesto que ignoró el mensaje de mi invitación». Entonces le propuse que se quedara con la sensación de «carecer de importancia» y que volviera mental-mente a su pasado dejando emerger lo que se asocia-ra espontáneamente a ese sentimiento. Emocionada hasta las lágrimas, recordó un acontecimiento de su infancia y me contó que, cuando tenía ocho años, su madre le había estado prometiendo todo el año llevarla a la misa de gallo. Pero cuando se despertó la mañana de Nochebuena, le dijo que aún era de-masiado pequeña para ir a misa esa noche. Aquella decepción infantil —que, por otra parte, ella había olvidado por completo— bloqueaba, como un eco lejano, su deseo de perdonar a su suegro. Por consi-guiente, sólo después de haber recordado el origen de la sensación de «carecer de importancia», logró perdonar primero a su madre y después a su suegro.

Anónimo. Sites.Google.Com. Recuperado el 15 de agos-

to de 2013, de https://sites.google.com/site/ycomoperdo-

nar/11--aceptar.

22 ¡Construimos paz, sintiendo compasión!

Del 1 al 5 de septiembre

REFLEXIÓNPersonalmente responde ¿Qué heridas me han oca-

sionado en mi infancia?

Hablar no para destruir sino para sanar.

COMPARTIR CON ALGUIEN LA HERIDA

Imagen tomada de http://www.seattleschoolbasedhealthcenters.org/wp-con-tent/uploads/2013/07/child0040.jpg

24 ¡Construimos paz, sintiendo compasión!

Del 8 al 12 de septiembre

Lunes 8 de septiembre: Oración

MOTIVACIÓN INICIALHablar de nuestros miedos y sobre de lo que nos ha

ofendido, suele ser incómodo en la medida que no podemos abrir nuestro corazón a la vergüenza que implica aceptar y reconocer lo sucedido, hablar de nuestros sentires se convierte en una caja fuerte con miles de combinaciones para descubrir lo que verda-deramente hay por dentro. Dialogar ayuda al alma a evacuar las tristezas y sobre todo los sin sabores.

TEXTO BÍBLICO Lectura del segundo Libro de Samuel 12, 1-13

El Señor envió a Natán para que hablara con David. Cuando este profeta se presentó ante David, le dijo:

—Dos hombres vivían en un pueblo. El uno era rico, y el otro pobre. El rico tenía muchísimas ovejas y va-cas; en cambio, el pobre no tenía más que una sola ovejita que él mismo había comprado y criado. La ovejita creció con él y con sus hijos: comía de su pla-to, bebía de su vaso y dormía en su regazo. Era para ese hombre como su propia hija. Pero sucedió que un viajero llegó de visita a casa del hombre rico, y como éste no quería matar ninguna de sus propias ovejas o vacas para darle de comer al huésped, le quitó al hombre pobre su única ovejita.

Tan grande fue el enojo de David contra aquel hombre, que le respondió a Natán:

25¡Construimos paz, sintiendo compasión!

Compartir con alguien la herida

—¡Tan cierto como que el SEÑOR vive, que quien hizo esto merece la muerte! ¿Cómo pudo hacer algo tan ruin? ¡Ahora pagará cuatro veces el valor de la oveja!

Entonces Natán le dijo a David:—¡Tú eres ese hombre! Así dice el SEÑOR, Dios de

Israel: “Yo te ungí como rey sobre Israel, y te libré del poder de Saúl. Te di el palacio de tu amo, y puse sus mujeres en tus brazos. También te permití gobernar a Israel y a Judá. Y por si esto hubiera sido poco, te habría dado mucho más. ¿Por qué, entonces, des-preciaste la palabra del SEÑOR haciendo lo que me desagrada? ¡Asesinaste a Urías el hitita para apode-rarte de su esposa! ¡Lo mataste con la espada de los amonitas! Por eso la espada jamás se apartará de tu familia, pues me despreciaste al tomar la esposa de Urías el hitita para hacerla tu mujer.”

»Pues bien, así dice el SEÑOR: “Yo haré que el de-sastre que mereces surja de tu propia familia, y ante tus propios ojos tomaré a tus mujeres y se las daré a otro, el cual se acostará con ellas en pleno día. Lo que tú hiciste a escondidas, yo lo haré a plena luz, a la vista de todo Israel.”

—¡He pecado contra el SEÑOR! —reconoció David ante Natán

Palabra de DiosTodos: Te alabamos Señor

26 ¡Construimos paz, sintiendo compasión!

Del 8 al 12 de septiembre

MOMENTO DE MEDITACIÓN Es necesario que puedas Hablar con tu ofensor des-

pués de haber preparado tu intervención del modo siguiente: decidir comunicarle lo que sientes, con la ayuda de mensajes en primera persona, escuchar su versión y llegar hasta el fondo de la cuestión.

- Encontrar a alguien que sepa escuchar sin juzgarte.- Practicar el «lenguaje del corazón» en las situacio-

nes difíciles.- Encomendar a tu ofensor a Dios en la oración.

ORACIÓN COMUNITARIASeñor Jesús, yo oro en forma especial para obtener

la gracia de perdonar a la persona que más me haya ofendido. Te pido poder perdonar a quien considero mi peor enemigo, al que me cueste más perdonar o por el que digo que nunca lo perdonaría. Gracias, Se-ñor, porque me libras del mal y me ayudas a perdo-nar. Gracias por tu amor y tu paz. Haz que tu Espíritu Santo ilumine todos los rincones de mi mente. Amén

Martes 9 de septiembre

“Mirad por vosotros mismos. Si tu hermano pecare contra ti, repréndele; y si se arrepintiere, perdónale. Y si siete veces al día pecare contra ti, y siete veces al

día volviere a ti, diciendo: Me arrepiento; perdónale” Lc 17,3-4

27¡Construimos paz, sintiendo compasión!

Compartir con alguien la herida

¿Por qué hay que compartir el interior herido?

Uno de los aspectos más insoportables de la herida es la sensación de ser la única persona del mundo que soporta esa carga. Ahora bien, cuando cuentas tu historia a alguien que acepta representar el papel de confidente, ya no estás solo; hay otra persona compartiendo no sólo tu secreto, sino también el peso de tu sufrimiento. Además, el hecho de confiarte a otro te hará revivir con más calma el acontecimiento ofensivo y te vendrá bien para que tomes conciencia de emociones que aún están a flor de piel. El pasado se activará y se hará presente, revivirás tu drama, pero esta vez en un contexto más se¬reno; adquirirás mayor seguridad gracias a la confianza puesta en tu confidente; y cambiará tu percepción de la ofensa: te parecerá menos amenazadora y más soportableSin duda, ya has experimentado que es más fácil encontrar soluciones a los problemas ajenos que a los propios Y esto es lo que sucederá cuando confíes en alguien que te sirva de espejo o de caja de resonancia. A partir de ese momento, comenzarás a tomar distancias respecto a tus dificultades y a verlas desde una perspectiva más amplia; y, en consecuencia, serás capaz de controlarlas mejor. La última ventaja que podrás obtener de tus conversaciones con una persona con la que sintonices será que su aceptación incondicional irá, poco a poco, influyendo en ti. Como ella te habrá recibido con compasión, tú tam¬bién estarás más dispuesto a tratarte con indulgencia. Te-aseguro que esta aceptación de ti mismo te

28 ¡Construimos paz, sintiendo compasión!

Del 8 al 12 de septiembre

proporcionará paz y calma interior.

Los efectos beneficiosos de compartir los estados de ánimo con un confidente son indiscutibles. ¿Se puede esperar lo mismo de compartir la ofensa con el propio ofensor?

Anónimo. Sites.Google.Com. Recuperado el 15 de agosto de

2013, de https://sites.google.com/site/ycomoperdonar/10.

REFLEXIÓN¿A quiénes le abro mi corazón para dejar salir y ver

mis propias heridas?

Miércoles 10 de septiembre

“Y saliendo Jesús, vio una gran multitud, y tuvo compasión de ellos, y sanó a los que

de ellos estaban enfermos” Mt14,14

Compartir la herida con alguien

James Sullivan, psicólogo clínico de gran experien-cia, afir¬ma en Journey to Freedom (1987: 149) que el éxito del perdón emocional depende de tres con-diciones esenciales: que el ofensor reconozca su fal-ta, exprese su pesar y decida no reincidir. Yo mismo he vivido una situación que reunía estas condiciones.

29¡Construimos paz, sintiendo compasión!

Compartir con alguien la herida

Se trata de un incidente bastante banal, pero que pudo degenerar en un conflicto latente perma¬nen-te. Estaba escuchando el telediario en compañía de una decena de compañeros de comunidad, cuando uno de ellos descubrió una botella vacía que había quedado olvidada cerca de una silla. Convencido de que yo era el culpable de esta negligencia, se levan-tó indignado, recogió la bo¬tella, la esgrimió en mi dirección y me dijo con tono acusador y brusco: «¿De quién es esta botella?». No es ne-cesario añadir que el impacto de su gesto se vio centuplicado por la pre-sencia de testigos, pues, al mismo tiempo, no se me escaparon las sonrisas disimuladas del resto de mis compañeros. Parecía que sólo esperaban este inci-dente para justificar su prejuicio de que yo era un dis¬traído.

Tomé la botella sin mediar palabra, pero furioso. Y hasta la hora de dormir no dejé de imaginar ven-ganzas a cual más refinada. En la meditación de la mañana, me asombró la importancia que había ad-quirido para mí el enfrentamiento de la víspera. Al buscar la causa de esa agitación, descubrí que se ha-bían reabierto antiguas heri¬das, y decidí en el acto desechar cualquier idea de revancha y dialogar con el compañero acusador. Esperé el momento propi-cio para estar a solas con él. Le hice partícipe de mi humillación y mi cólera tras sus palabras. Y, para mi sorpresa, mi compañero se disculpó humildemente por su arrebato, achacándolo a su gran can¬sancio. Después empezó a contarme sus propias dificultades

30 ¡Construimos paz, sintiendo compasión!

Del 8 al 12 de septiembre

durante una hora. Al parecer, mi franqueza había provocado la suya, y entre nosotros surgió una nue-va in¬timidad.

Entonces entendí mejor el viejo adagio: «La falta con¬fesada está medio perdonada». Pues al oír su confesión y sus excusas, de repente desapareció de mí todo resenti¬miento. Sin ni siquiera pensarlo, le había perdonado. No obstante, no hay que olvidar que antes de inter-pelar a mi compañero me había preparado bien: había ora¬do, había sopesado las palabras de mi intervención, le había dado de ante-mano la forma de un mensaje en primera persona no acusadora. De ese modo, trataba de evitar cualquier contra-acusación ofensiva. Así le conté con toda sen¬cillez, sin agresividad, mi reacción emotiva. Ade-más, es¬taba dispuesto a escucharlo y a dialogar con él hasta que llegáramos a aclarar la situación

Anónimo. Sites.Google.Com. Recuperado el 15 de agosto de

2013, de https://sites.google.com/site/ycomoperdonar/10.

REFLEXIÓN¿Cómo reacciono frente a las acusaciones y recla-

mos que me realizan?

31¡Construimos paz, sintiendo compasión!

Compartir con alguien la herida

Jueves 11 de septiembre

“Cuando anochecía, se acercaron a él sus discípulos, diciendo: El lugar es desierto, y la hora ya pasada;

despide a la multitud, para que vayan por las aldeas y compren de comer. Jesús les dijo: No tienen necesi-

dad de irse; dadles vosotros de comer” Mt 14,15-16

Cuando es imposible compartir la ofensa con el ofensor

Pero ¿qué sucede si el culpable de la ofensa no quiere ni hablar ni oír hablar de ello, como le ocurrió a una chica que había sido reiteradamente sometida a abusos sexuales por parte de su padre? Después de una larga terapia, ella sentía la necesidad de contarle las desastrosas consecuen¬cias de los abusos sexua-les de que él le había hecho objeto. Para ella era algo apremiante, pues su padre sufría un cáncer en fase terminal. El padre, por su parte, siempre había evita-do abordar el tema. Sin posibilidad de dialogar con él, ella se creía incapaz de perdonar. Yo le aconsejé que utilizara el lenguaje silencioso del corazón para aliviar su pena y su agresividad, e incluso para llegar a perdonarle. Y esto fue lo que hizo. Durante los mo-mentos de silencio a la cabecera de su padre, creaba una relación profunda sincronizando su respiración con la de él; luego le contaba en su corazón todos los sufrimientos que el incesto le había ocasionado. Tras varias sesiones en las que dejó hablar a su corazón,

32 ¡Construimos paz, sintiendo compasión!

Del 8 al 12 de septiembre

sintió crecer en ella el perdón y experimentó un pro-fundo alivio. Y, sorprenden¬temente, le pareció que también su padre estaba mucho más tranquilo.

La situación se complica cuando el ofensor se nie-ga a reconocer su falta o está ausente, es inabor-dable, des¬conocido o ha muerto. En tal situación, James Sullivan (1987: 149-152) sugiere al consejero que represente el pa¬pel del ofensor, reconozca en su nombre su culpa y exprese su pesar y su propósi-to de enmienda. Para ilustrar sus palabras, cuenta la historia de una religiosa que estaba perpetuamente deprimida por haber sido rechazada por su madre en su infancia. Una vez que James Sullivan com¬prendió que la religiosa le había transferido a él la imagen de su madre, aceptó representar tal papel. Le pidió per-dón por haberla desatendido en su infancia; después le expresó su alegría por haberla vuelto a encontrar y poder aprender IIamarla de nuevo. Según este psi-cólogo, estas sesiones fueron tan beneficiosas que la religiosa pudo reencontrarse con la niña interior y permitirle revivir y expresar unas emociones que has-ta entonces habían estado congeladas. Lloró mucho, se encolerizó y, finalmente, perdonó a su madre. No siempre es posible contar con la ayuda de un conse-jero que se preste a representar el papel del ofensor. Por eso, si llega el caso, se recurre a otros medios para sustituirlo; por ejemplo: escribir cartas sin echar-las al co¬rreo, o dialogar con una silla imaginando que el ofensor está sentado en ella.

33¡Construimos paz, sintiendo compasión!

Compartir con alguien la herida

Frente a un ofensor impenitente y obstinado, el úl-timo recurso es encomendarle a Dios, como dice un proverbio judío: «Si tu ofensor no quiere enmendar-se, confíale a la justicia divina». Esto es precisamente lo que hizo el di¬rector de una importante institu-ción. Cuando supo mi in¬tención de escribir sobre el perdón, me contó su historia, sin duda con la inten-ción no confesada de que resultara provechosa para mis lectores. Víctima de las maniobras deshonestas de dos colegas, había perdido un importante pues-to administrativo y había visto truncada su carrera. Atravesó entonces una grave depresión, pero logró salir de ella gracias a un consejo encontrado en una obra de Michael Murphy sobre el perdón. Varias ve-ces al día re¬petía la siguiente oración: «Dios mío, en mi impotencia, confío a mis colegas (y aquí los nom-braba) a tu inmensa misericordia, para que transfor-mes en bien el mal que me han hecho y así se cumpla tu voluntad». Me aseguró que, después de tres me-ses de invocaciones, ya no sentía el menor rastro de rencor ni de resentimiento. En un congreso donde se encontró con sus antiguos detractores, se sorprendió a sí mismo al darles espontáneamente la mano.

Anónimo. Sites.Google.Com. Recuperado el 15 de agosto de

2013, de https://sites.google.com/site/ycomoperdonar/10.

REFLEXIÓNEn alguna oportunidad ¿he expresado mi inconfor-

midad con aquel que me ha ofendido?

34 ¡Construimos paz, sintiendo compasión!

Del 8 al 12 de septiembre

Viernes 12 de septiembre

“el alma generosa será prosperada y el que saciare, él también será saciado.”

Pr 11,25

Practiquemos

Tómate tiempo para entrar en contacto contigo mismo.

Poco a poco, ve centrando tu atención en los movi-mientos de tu corazón.

Percibe sus latidos y su calor.Después, hazte estas preguntas: «¿Qué representa

el perdón para mí?; ¿qué nueva calidad de vida po-dría proporcionarme?».

Recuerda una experiencia positiva en la que tú ha-yas sido perdonado.

Tómate tiempo para saborear la alegría de ese per-dón.

Imagínate un mundo hecho de relaciones felices y de perdón

Ahora, deja aflorar en ti el recuerdo de la persona con la que estas resentido. Mírala. Óyela. Sigue sin-tiendo lo que experimentas de verdad.

Con mucha atención a tu vivencia y delicadeza ha-cia ti, deja que se aproxime esa persona que habías expulsado de tu corazón.

Toma conciencia de los bloqueos que pueden pro-ducirse en ti en este momento. Deja emerger las emociones y los sen¬timientos que te animan. Tóma-

35¡Construimos paz, sintiendo compasión!

Compartir con alguien la herida

te tiempo para identificarlos bien y aceptarlos.Si tus emociones son demasiado fuertes, no sigas.

Tómate tiempo para digerirlas y asimilarlas antes de continuar.

Si te sientes bien, sigue dejando aproximarse a la persona que quieres perdonar. Continúa observando lo que pasa en ti.

Cuando te sientas preparado, déjala entrar en tu corazón. Susúrrale: «Te perdono». Dirígete a su co-razón y, con tus propias palabras, a tu manera, repí-tele suavemente: «Te per-dono todo lo que me has hecho en el pasado, de manera deli¬berada o no, y lo que me ha hecho daño o me ha perjudicado: tus palabras, tus gestos o incluso tus pensamientos. Te perdono; te perdono...».

Toma conciencia de hasta qué punto esa persona está sufriendo y se siente asustada y herida.

Dale tiempo para recibir tu perdón y sentirse con-movida por él.

¡Es tan emocionante, tan sublime y tan reconfor-tante ver cómo dos corazones se encuentran en el respeto y la paz!

Descubrirás que para ti la ofensa ha concluido, ha quedado zanjada, que ya no influye en ti. Lo que po-día quedar de re¬sentimiento se borra con el per-dón, porque vuestros corazones se han encontrado y reconocido con gran simpatía.

Sí, con el perdón, todo acabó.Luego, con tu bendición, déjale marcharse como

una persona liberada, transformada, rejuvenecida por tu perdón. Déjale seguir su camino, deseándole

36 ¡Construimos paz, sintiendo compasión!

Del 8 al 12 de septiembre

la mayor felicidad posible.Date tiempo para saborear la curación. Agradece a

Dios que te haya concedido esta gracia.

Anónimo. Sites.Google.Com. Recuperado el 15 de agosto de

2013, de https://sites.google.com/site/ycomoperdonar/7.

REFLEXIÓN Identifica una persona que te a ofendido y ofréce-

le tu perdón como en el ejercicio planteado.

Comprender para perdonar y empezar a sanar.

COMPRENDER AL OFENSOR

Imagen tomada de http://tiempodeserpadres.files.wordpress.com/2013/04/abra-zo-familiar.jpg

38 ¡Construimos paz, sintiendo compasión!

Del 15 al 19 de septiembre

Lunes 15 de septiembre: Oración

MOTIVACIÓN INICIALLa comprensión es un ejercicio humano que nos

exige salir de nosotros mismos para ir al encuentro con el otro para perdonarlo o ser perdonados, ¿algu-na vez te han perdonado y comprendido por lo que hiciste? Perdonar no es nada sencillo, y más compren-der al ofensor, piensa por un momento si tú estu-vieras en sus zapatos, ¿Qué harías? ¿Qué pensarías? ¿Cómo actuarias?

TEXTO BÍBLICOLectura del Santo Evangelio según San Mateo 18, 21–19, 1.

Todos: Gloria a Ti Señor.

En aquel tiempo, acercándose Pedro a Jesús, le pre-guntó: Señor, si mi hermano me ofende, ¿cuántas ve-ces lo tengo que perdonar? ¿Hasta siete veces? Jesús le contesta: No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete. Y les propuso esta parábola: Se parece el Reino de los Cielos a un rey que quiso ajus-tar las cuentas con sus empleados. Al empezar a ajus-tarlas, le presentaron uno que debía diez mil talen-tos. Como no tenía con qué pagar, el señor mandó que lo vendieran a él con su mujer y sus hijos y todas sus posesiones, y que pagara así. El empleado, arro-jándose a sus pies, le suplicaba diciendo: Ten pacien-cia conmigo y te lo pagaré todo. El señor tuvo lástima de aquel empleado y lo dejó marchar, perdonándole

39¡Construimos paz, sintiendo compasión!

Comprender al ofensor

la deuda. Pero al salir, el empleado aquel encontró a uno de sus compañeros que le debía cien denarios, y, agarrándolo, lo estrangulaba diciendo: Págame lo que me debes. El compañero, arrojándose a sus pies, le rogaba diciendo: Ten paciencia conmigo y te lo pa-garé. Pero él se negó y fue y lo metió en la cárcel hasta que pagara lo que debía. Sus compañeros, al ver lo ocurrido, quedaron consternados y fueron a contarle a su señor todo lo sucedido. Entonces el se-ñor lo llamó y le dijo: ¡Siervo malvado! Toda aquella deuda te la perdoné porque me lo pediste. ¿No de-bías tú también tener compasión de tu compañero, como yo tuve compasión de ti? Y el señor, indignado, lo entregó a los verdugos hasta que pagara toda la deuda. Lo mismo hará con ustedes mi Padre del cielo, si cada cual no perdona de corazón a su hermano. Cuando acabó Jesús estos discursos, partió de Galilea y vino a la región de Judea, al otro lado del Jordán.

Palabra del SeñorTodos: Gloria a ti señor Jesús

MOMENTO DE MEDITACIÓNSi mi hermano comete una falta contra mí, yo debo

actuar con caridad hacia él y, ante todo, hablar con él personalmente, haciéndole presente que aquello que ha dicho o hecho no está bien. Esta forma de ac-tuar se llama corrección fraterna: no es una reacción a una ofensa recibida, sino que está animada por el amor al hermano. Comenta san Agustín: “Quien te ha ofendido, ofendiéndote, ha inferido a sí mismo

40 ¡Construimos paz, sintiendo compasión!

Del 15 al 19 de septiembre

una grave herida, ¿y tú no te preocupas de la herida de tu hermano? ... Tú debes olvidar la ofensa recibi-da, no la herida de tu hermano”.

¿Y si el hermano no me escucha? Jesús en el Evan-gelio de hoy indica una gradualidad: ante todo vuel-ve a hablarle junto a dos o tres personas, para ayu-darle mejor a darse cuenta de lo que ha hecho; si, a pesar de esto, él rechaza la observación, es necesario decirlo a la comunidad; y si tampoco escucha a la co-munidad, es preciso hacerle notar el distanciamiento que él mismo ha provocado, separándose de la co-munión de la Iglesia. Todo esto indica que existe una corresponsabilidad en el camino de la vida cristiana: cada uno, consciente de sus propios límites y defec-tos, está llamado a acoger la corrección fraterna y ayudar a los demás con este servicio particular.

Benedicto XVI, 4 de septiembre de 2011

ORACIÓN COMUNITARIAPadre mío, lo que puedo llegar a hacer, si dejo ac-

tuar tu gracia, es impresionante. Porque contestarle a Pedro que no sólo siete, sino setenta veces siete, es todo un desafío, imposible sin tu gracia e inspiración.

Ayúdame a recorrer este camino de amor y miseri-cordia hacia los demás. Amén.

41¡Construimos paz, sintiendo compasión!

Comprender al ofensor

Martes 16 de septiembre

“Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritos y calumnia, junto con toda maldad. 32 Más

bien, sed bondadosos y misericordiosos los unos con los otros, perdonándoos unos a otros, como Dios

también os perdonó a vosotros en Cristo” Ef 4,31-32

¿Qué ocurre en nuestras mentes cuando alguien comete una ofensa grave contra

nuestra persona?

Por ejemplo, cuando somos víctimas de una trai-ción, empezamos a dudar de que el mundo sea un lugar seguro o benevolente. Más aún, empezamos a dudar de nuestro propio valor como seres humanos, y nos preguntamos: “¿Será cierto que yo no valgo nada y que merezco lo que me hicieron?” Y si he-mos sido los agresores, con más razón dudamos de nuestro propio valor intrínseco. Estas dudas nos hun-den en un sumidero de incertidumbres, en el cual el enemigo de nuestras almas quiere que nos que-demos atascados, paralizados. Pero Jesús nos invita a mirar más arriba, para verlo colgado en una cruz, rogando por el perdón de los que lo crucificaban. Esa invitación es para que recapacitemos y veamos que Alguien ya pagó la deuda de nuestro pecado y del pecado ajeno. Solo queda que tú ejerzas la fe en el perdón divino y pongas en práctica ese mismo per-dón para con los que te hayan ofendido. ¿Por qué?

42 ¡Construimos paz, sintiendo compasión!

Del 15 al 19 de septiembre

Porque somos los perdonados.

El modelo divino del Dios amoroso y perdonador en el centro de nuestra fe te servirá frente a cual-quier ofensa. Para poner ese modelo en marcha, debes entender que la muerte de Jesús le abrió la puerta de la gracia y el perdón a toda la humanidad. Esa muerte fue valedera para la salvación de “todo aquel que en él cree” (S. Juan 3, 16). Pero no todos creerán ni aceptarán la muerte expiatoria de Cristo. Asimismo, tú podrás perdonar a tu ofensor, pero no siempre podrás reconciliarte con él.

Morales, Lourdes E. (agosto 2010) Aprende a perdonar. Revista

La Centinela. Recuperado el 15 de agosto de 2013, de http://

www.elcentinela.com/?p=article&a=40072032400.645.

REFLEXIÓN¿Qué ocurre en nuestras mentes cuando alguien

comete una ofensa grave contra nuestra persona?

Miércoles 17 de septiembre

“Hermanos, en caso de que alguien se encuentre enredado en alguna transgresión, vosotros que sois espirituales, restaurad al tal con espíritu de manse-dumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú

también seas tentado”

Ga 6,1

43¡Construimos paz, sintiendo compasión!

Comprender al ofensor

¿Se puede perdonar al ofensor que no se arrepiente?

Sí, puesto que perdonar beneficia, más que a na-die, a la persona ofendida. David Pelzer fue abusado cruelmente por su madre cuando era niño; el peor caso de abuso de un niño en la historia de California hasta esa fecha. La madre tenía otros hijos pero, por alguna razón, dirigió todo su odio hacia David. Tanto sus hermanos como su propio padre guardaban un silencio cómplice para no despertar la furia de esta mujer. En su libro A Boy Called “It” [Un niño llamado “Cosa”], Pelzer cuenta cómo la inquina de su madre era tal que no era capaz de llamarlo por su nombre. Por fin, una maestra se fijó en los moretones que el niño tenía en la cara y en los brazos, y se ocupó de informar el caso a las autoridades.

Gracias a la intervención de personas caritativas y de agencias del Estado, David se educó y ha dedicado su vida a prevenir el abuso de los niños. En un segun-do libro, A Man Named David [Un hombre llamado David], relata cómo ha logrado perdonar a su madre y cuántas veces ha intentado, sin éxito, reconciliarse con ella. Aunque ella lo sigue despreciando, Pelzer insiste en que no dejará de perdonarla, y añora el día cuando ella reconozca el error de su comportamien-to para con él. Pero si ese día nunca llega, él queda conforme consigo mismo porque la pudo perdonar.

44 ¡Construimos paz, sintiendo compasión!

Del 15 al 19 de septiembre

Morales, Lourdes E. (agosto 2010) Aprende a perdonar. Revista

La Centinela. Recuperado el 15 de agosto de 2013, de http://

www.elcentinela.com/?p=article&a=40072032400.645.

REFLEXIÓN¿Podría perdonar a mi ofensor aun hablando el no

reconozca su falta?

Jueves 18 de septiembre

“Oísteis que fue dicho: Ojo por ojo, y diente por dien-te. Pero yo os digo: No resistáis al que es malo; antes, a cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, vuél-

vele también la otra” Mt 5,38-39

Comprender al ofensor implica dejar de condenarlo

La humillación y el dolor causados por la ofensa in-fluyen en la percepción del ofensor y pueden falsear-la. Se está predispuesto a ver en él a un ser execrable, engañoso, agresivo, infiel, peligroso, amenazador, odioso, irrespon¬sable... El recuerdo obsesivo de la afrenta condiciona la mirada del ofendido, hasta el punto de que el ofensor deja de ser una persona ca-paz de evolucionar, ya que está mar¬cado para siem-

45¡Construimos paz, sintiendo compasión!

Comprender al ofensor

pre por su delito. Con frecuencia es la ma¬levolencia y la maldad personificadas.

De ahí la tendencia a dejarse llevar por la indigna-ción y a olvidar las palabras del evangelio: «No juz-guéis y no seréis juzgados» (Mt 7,1). Observemos, en primer lugar, que la expresión «no juzgar» no signi-fica «no servirse del propio juicio», sino no utilizarlo para «condenar» al pró¬jimo. En segundo lugar, esta consigna evangélica no se inspira en una obligación moral absoluta y tajante, sino que pretende ante todo el logro del propio bien. Porque, si no evito condenar al prójimo, tampoco evitaré ser eventual-mente condenado a mi vez. ¿Cómo conseguirlo? En principio, al condenar al prójimo, puedo perderme de vista a mí mismo, en la medida en que me concen-tro en exceso en los defectos del otro. Y, además, la ceguera respecto a mi persona me llevará a proyec-tar de manera inconsciente sobre el otro mis propias faltas y debilidades. Si, por otra parte, me abstengo de condenar al otro, es probable que tenga una vi-sión más objetiva de mí mismo y, por con¬siguiente, una imagen más objetiva de mi ofensor. ¿No es éste el mensaje de Jesús, que dijo de manera muy gráfica: «¿Por qué te fijas en la mota en el ojo de tu hermano y no reparas en la viga del tuyo?» (Mt 7,3)?

Condenar a mi ofensor es, en cierto modo, conde¬-narme a mí mismo. Una gran parte de lo que reprue-bo en el otro es a menudo una parte de mi persona que me niego a reconocer. Mi ofensor es entonces la

46 ¡Construimos paz, sintiendo compasión!

Del 15 al 19 de septiembre

pantalla sobre la que proyecto facetas mías que no me gustan. La persona condenada me refleja mis as-pectos mal amados, por lo que sería interesante atri-buirme a mí mismo los defectos y las flaquezas que achaco a mi ofensor. Acoger lo que me da miedo de mí es indispensable para mi progresión. Al re¬cupe-rar los aspectos que considero débiles y deficientes, me hago más completo y, por tanto, más yo mismo. No puedo, pues, comprender a mi ofensor si antes no me apropio de las debilidades y los defectos que le atribuyo.

Mirándolo bien, el precepto de no condenar al ofensor se confunde con el de «amar a los enemi-gos». Tampoco esta enseñanza se inscribe en una moral del deber, sino en un deseo de progreso per-sonal. Porque, en el contexto del perdón, el enemigo o el ofensor me remiten a esas partes mal amadas de mí mismo que constituyen mi «sombra». Por tanto, «amar al enemigo» supone acoger mi propia «som-bra», es decir, lo que me da miedo o me hace sentir vergüenza. En definitiva, esforzarme por no conde-nar a mi enemigo y amarle es también no condenar a mi sombra, empezar a habituarme a ella y amarla. No juzgar en el proceso del perdón lleva, de algún modo, a una reconci¬liación con el ofensor, pero so-bre todo a una reconciliación con el lado oscuro y tenebroso de uno mismo, que puede revelarse como una inmensa fuente de recursos personales.

47¡Construimos paz, sintiendo compasión!

Comprender al ofensor

Anónimo. Sites.Google.Com. Recuperado el 15 de agosto de

2013, de https://sites.google.com/site/ycomoperdonar/14.

REFLEXIÓN¿Dejaría de condenar a mi ofensor para escuchar

sus sentimientos?

Viernes 19 de septiembre

“al que quiera ponerte a pleito y quitarte la tú-nica, déjale también la capa; y a cualquiera que te

obligue a llevar carga por una milla, ve con él dos” Mt 5,40-41

Comprender es buscar la intención positiva del ofensor

Virginia Satir, que fue terapeuta familiar durante más de cuarenta años, tenía tal confianza en las per-sonas que siem¬pre intentaba descubrir la intención positiva de los actos de sus pacientes, por indecentes que fuesen. En su opinión, en todos los individuos hay una irreductible voluntad de progreso, incluso en los gestos más malvados. La intención positiva constituía para ella el rico filón interior que le per-mitía acercarse a su paciente e iniciar con él un cam-bio de conducta. Una vez descubierta esa intención positiva, le ayudaba a tomar conciencia de ella y a

48 ¡Construimos paz, sintiendo compasión!

Del 15 al 19 de septiembre

apreciar toda su grandeza. Después le sugería me-dios constructivos para llevar a la práctica esa inten-ción de progresar. Por ejemplo, comprendía que la intención positiva de un suicida era dejar de sufrir; la de un padre violento, controlar a su hijo; la de un joven ladrón ocasional, probar su valor ante sus ami-gos; y la de un niño rebelde, demostrar su poder a sus educadores.

Con esa misma intención positiva, algunas personas creen que deben herir a otra para hacerle corregirse y progresar. ¡Cuántas humillaciones no infligen algu-nos educadores con la mejor voluntad del mundo...! Recuerdo muy bien el día en que el maestro de capi-lla, después de una hora de ejercicios de canto, sacó con solemnidad de su bolsillo un trozo de papel y, en presencia de una coral de treinta cantores, leyó en voz alta: «Los hermanos André, Claude y Jean de-ben retirarse de manera inmediata y definitiva de la coral». Muy contrariado, abandoné la capilla en el acto, haciendo una genuflexión ante el Santísimo Sacramento. Aún hoy me sigo preguntando por qué aquel padre no nos avisó de nuestra expulsión antes del ejercicio de canto. Es evidente que logró humillar-me, pero se equivocó si con ello quiso que practicase la humildad. También me acuerdo de aquel profesor de inglés que aterrorizaba a toda la clase con su sar-casmo, leyendo en alta voz las peores redacciones. No se puede hacer caso omiso de tales torpezas y de sus repercusiones en la vida de las víctimas. Ahora bien, por deplorables que sean estos métodos, no se puede

49¡Construimos paz, sintiendo compasión!

Comprender al ofensor

dudar de las buenas intenciones de esos educadores.Por otra parte, si bien algunos hacen daño con bue-

na intención, otros lo hacen sin querer. Pensemos en los conductores borrachos o drogados que matan o hieren a alguien en un accidente; en los padres en proceso de divorcio que, muy a su pesar, perturban la vida de sus hijos; en los médicos que, por un diag-nóstico equivocado o un tratamiento erróneo, arrui-nan la salud de sus enfermos; en el padre de familia que, por meterse en negocios arriesgados, amenaza el bienestar de su mujer y de sus hijos. En todos estos casos, las víctimas sufren graves perjuicios; sin em-bargo, saber que los responsables de esos daños no lo han hecho a propósito, es evidente que no puede eliminar los sufrimientos padecidos, pero sí puede al menos atenuar la repugnancia a perdonar.

Anónimo. Sites.Google.Com. Recuperado el 15 de agosto de

2013, de https://sites.google.com/site/ycomoperdonar/14.

REFLEXIÓN¿Me olvidaría por un momento de mi dolor para

buscar y sentir el dolor del otro?

Comprender para perdonar y empezar a sanar.

ABRIRSE A LA GRACIA DEL PERDÓN

Fotografía de Ingrid Jiménez

52 ¡Construimos paz, sintiendo compasión!

Del 22 al 26 de septiembre

Lunes 22 de septiembre: Oración

MOTIVACIÓN INICIALAbrirse a la gracia del perdón implica preparar

nuestro corazón para que la herida sane y podamos seguir construyendo una convivencia pacífica. Por ello, ¿estás listo? Ya has hecho algunos pasos impor-tantes, ¡es la hora! Abre tu corazón, deja que Dios te inunde con su misericordia, solo te queda compartir esa misericordia con todos, en especial con los que te han ofendido.

TEXTO BÍBLICO Lectura del Santo Evangelio según san Lucas15, 1-3.11-32.

Todos: Gloria a Ti Señor.

Los publicanos y pecadores se acercaban a Jesús para escucharle. Por esto los fariseos y los maestros de la Ley lo criticaban entre sí: «Este hombre da buena acogida a los pecadores y come con ellos.» Entonces Jesús les dijo esta parábola: «Había un hombre que tenía dos hijos. El menor dijo a su padre: “Dame la parte de la hacienda que me corresponde.” Y el padre repartió sus bienes entre los dos. El hijo menor juntó todos sus haberes, y unos días después, se fue a un país lejano. Allí malgastó su dinero llevando una vida desordenada. Cuando ya había gastado todo, sobre-vino en aquella región una escasez grande y comenzó a pasar necesidad. Fue a buscar trabajo, y se puso al

53¡Construimos paz, sintiendo compasión!

Abrirse a la gracia del perdón

servicio de un habitante del lugar que lo envió a su campo a cuidar cerdos. Hubiera deseado llenarse el estómago con la comida que daban a los cerdos, pero nadie le daba algo. Finalmente recapacitó y se dijo: ¡Cuántos asalariados de mi padre tienen pan de sobra, mientras yo aquí me muero de hambre! Tengo que hacer algo: volveré donde mi padre y le diré: «Padre, he pecado contra Dios y contra ti. Ya no merezco ser llamado hijo tuyo. Trátame como a uno de tus asa-lariados.» Se levantó, pues, y se fue donde su padre. Estaba aún lejos, cuando su padre lo vio y sintió com-pasión; corrió a echarse a su cuello y lo besó. Entonces el hijo le habló: «Padre, he pecado contra Dios y ante ti. Ya no merezco ser llamado hijo tuyo.» Pero el padre dijo a sus servidores: «¡Rápido! Traigan el mejor vesti-do y pónganselo. Colóquenle un anillo en el dedo y traigan calzado para sus pies. Traigan el ternero gordo y mátenlo; comamos y hagamos fiesta, porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida; esta-ba perdido y lo hemos encontrado.» Y comenzaron la fiesta. El hijo mayor estaba en el campo. Al volver, cuando se acercaba a la casa, oyó la orquesta y el bai-le. Llamó a uno de los muchachos y le preguntó qué significaba todo aquello. Él le respondió: «Tu herma-no ha regresado a casa, y tu padre mandó matar el ternero gordo por haberlo recobrado sano y salvo.» El hijo mayor se enojó y no quiso entrar. Su padre sa-lió a suplicarle. Pero él le contestó: «Hace tantos años que te sirvo sin haber desobedecido jamás ni una sola de tus órdenes, y a mí nunca me has dado un cabrito para hacer una fiesta con mis amigos. Pero ahora que

54 ¡Construimos paz, sintiendo compasión!

Del 22 al 26 de septiembre

vuelve ese hijo tuyo, que se ha gastado tu dinero con prostitutas, haces matar para él el ternero gordo.» El padre le dijo: «Hijo, tú estás siempre conmigo y todo lo mío es tuyo. Pero había que hacer fiesta y alegrarse, puesto que tu hermano estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y ha sido encontrado.»

Palabra del SeñorTodos: Gloria a ti Señor Jesús

MOMENTO DE MEDITACIÓNPor suerte, Dios no desfallece en su fidelidad y, aun-

que nos alejemos y perdamos, nos sigue con su amor, perdonando nuestros errores y hablando interior-mente a nuestra conciencia para volvernos a atraer hacia sí. En la parábola, los dos hijos se comportan de manera opuesta: el menor se va y cae siempre cada vez más bajo, mientras que el mayor se queda en casa, pero él también tiene una relación inmadura con el Padre; de hecho, cuando regresa el hermano, el mayor no se muestra contento como el Padre, es más, se enfada y no quiere volver a casa. Los dos hi-jos representan los dos modos inmaduros de relacio-narse con Dios: la rebelión y una obediencia infantil. Ambas formas se superan a través de la experiencia de la misericordia. Sólo experimentando el perdón, reconociendo que somos amados con un amor gra-tuito, más grande que nuestra miseria y que nuestra justicia, entramos finalmente en una relación verda-deramente filial y libre con Dios.(Benedicto XVI, 14 de marzo de 2010).

55¡Construimos paz, sintiendo compasión!

Abrirse a la gracia del perdón

ORACIÓN COMUNITARIASeñor y Padre mío, con qué facilidad puedo enga-

ñarme a mí mismo al seguir el camino fácil que me ofrece la vida y ser un ciego y sordo indiferente a las necesidades de los demás, para concentrarme sólo en mi propia felicidad.

Dame tu gracia para saber mantenerme siempre a tu lado. Que no me aleje de tu gracia, porque en-tonces mi corazón se convertirá en roca, insensible a recibir y corresponder a tu amor. Libremente quiero depender siempre y en todo de Ti. Amén.

Martes 23 de septiembre

“Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celes-tial; mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas,

tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas.”

Mt 6,14-15

El proceso del perdón nos lleva a la liberación

El resentimiento es de las cargas más pesadas que una persona puede llevar consigo. Físicamente nos enferma, mental y emocionalmente nos deprime, y espiritualmente nos estanca. Por esto, aprender a perdonar es muy importante, y aunque pueda ser no

56 ¡Construimos paz, sintiendo compasión!

Del 22 al 26 de septiembre

muy fácil para algunos, es posible y sanador.Cuando hablamos de perdón, hablamos de dejar ir

dolor. Debemos perdonarnos a nosotros mismos y a los demás, al igual que pedir perdón a otros por el daño que les podamos haber ocasionado.

El perdón hacia nosotros mismos es esencial. Nos permite liberarnos de la culpa, las expectativas y la necesidad de ser perfectos. Nos ayuda a querernos y ayudarnos más, y por lo tanto a abrir nuestros corazo-nes a los demás también.

Igualmente, el perdón hacia los demás nos libra de ataduras. Es el resentimiento lo que nos mantiene apegados a aquellas situaciones o personas que no queremos perdonar. Estar resentidos nos lleva tam-bién algunas veces a cultivar pensamientos bajos de venganza, y a vivir en constante agonía y desconfian-za hacia el mundo, por miedo a que nos vuelvan a herir.

Recuerde que parte de ser espiritual, es reconocer nuestra conexión con el mundo entero y a los demás. Cuando herimos a alguien más, nos herimos nosotros mismos, y por la ley del karma, todo es parte del mis-mo ciclo.

Sandra Silva. About.Com. Recuperado el 16 de agosto de

2013, de http://nuevaera.about.com/od/Superacion/a/El-Proce-

so-De-Perdonar-Que-Nos-Lleva-A-La-Liberaci-On.htm.

REFLEXIÓN¿Estaría dispuesto a perdonarme a mí mismo para

perdonar a los otros?

57¡Construimos paz, sintiendo compasión!

Abrirse a la gracia del perdón

Miércoles 24 de septiembre

“Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo

sea salvo por él” Jn 3,17

Vivir con un resentimiento constante

Muchas personas sufren por vivir con un perpetuo resentimiento. Consideremos únicamente el caso de los divorciados. Los estudios recientes sobre los efectos a largo plazo del divorcio han mostrado que un elevado número de divorciados, especialmente mujeres, sigue alimentando mucho resentimiento hacia su excónyuge incluso después de quince años de separación. En mi experiencia clínica he podido a menudo comprobar que algunas reacciones emotivas desmesuradas no son más que la reactivación de una herida del pasado mal curada.

Ahora bien, vivir irritado, incluso inconscientemente, exige mucha energía y mantiene en un estrés constante. Entenderemos mejor lo que ocurre si tenemos presente la diferencia entre el resentimiento, que engendra estrés, y la cólera, que no lo hace. Mientras que la cólera es una emoción sana en sí misma que desaparece una vez expresada, el resentimiento y la hostilidad se instalan de manera estable como actitud defensiva siempre alerta contra cualquier ataque real o imaginario. Por consiguiente, quien ha sido

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Del 22 al 26 de septiembre

dominado y humillado en su infancia determinará no dejarse maltratar nunca más, por lo que estará siempre sobre aviso. Además, tendrá propensión a inventar historias de complots o de posibles ataques contra él. Esta situación interior de tensión sólo podrá solucionarla la curación en profundidad que opera el perdón.

El resentimiento, esa cólera disfrazada que supura de una herida mal curada, tiene también otros efectos nocivos: está en el origen de varias enfermedades psicosomáticas. El estrés creado por el resentimiento puede llegar a afectar al sistema inmunitario, el cual, siempre en estado de alerta, ya no sabe descubrir al enemigo, ya no reconoce los agentes patógenos y llega incluso a atacar órganos sanos, a pesar de estar destinado a protegerlos. Así se explica la génesis de diversas enfermedades, tales como la artritis, la arterioesclerosis, la esclerosis en placas, las enfermedades cardiovasculares, la diabetes... Entre las mejores estrategias defensivas contra los efectos nocivos del resentimiento, Redford (1989: 42)1 recomienda la práctica habitual del perdón en la vida cotidiana.

Carl Simonton, en su libro Guérir envers et contre tous (1982), después de describir las diversas investigaciones científicas sobre el vínculo de causalidad entre los estados emotivos «negativos» y la aparición del cáncer, consagra todo un capítulo a demostrar que el perdón es el mejor medio de superar el resentimiento

59¡Construimos paz, sintiendo compasión!

Abrirse a la gracia del perdón

devastador. Con la ayuda de una técnica de imágenes mentales, invita a las personas aquejadas de cáncer a desear el bien a los que les han herido. Quienes han utilizado esa técnica han experimentado una clara disminución de su estrés, e incluso se han sentido capaces de combatir su enfermedad. Es cuando menos sorprendente que un enfoque tan sencillo del perdón haya podido producir efectos tan beneficiosos.

Anónimo. Sites.Google.Com. Recuperado el 15 de agosto de

2013, de https://sites.google.com/site/ycomoperdonar/prime-

ra-parte/la-importancia-del-perdon-en-nuestras-vidas.

REFLEXIÓN¿Qué resentimiento me ha acompañado durante

estos días?

Jueves 25 de septiembre

“Y hará de aquel becerro como hizo con el becerro de la expiación; lo mismo hará de él; así hará el sacer-

dote expiación por ellos, y obtendrán perdón” Lv 4:20

Decálogo del perdón

1. La necesidad de ser perdonados y el que nos ha-yan perdonado mucho, incrementa tanto el que estemos dispuestos a perdonar, cómo la compren-sión hacia el perdón.

60 ¡Construimos paz, sintiendo compasión!

Del 22 al 26 de septiembre

2. La venganza nos iguala al agresor, pero el perdón nos eleva por encima de él.

3. Perdonar y amar son lo mismo. Sólo quien mucho ama, está capacitado para perdonarlo todo.

4. Perdonar a un enemigo tiene mérito, perdonar a un amigo nos hace sublimes.

5. Cuando uno no se perdona nada a sí mismo, eleva las posibilidades de que todo le sea perdonado. Y esto lo decía Confucio que era un gran sabio, y lo decía más o menos con estas palabras.

6. Perdonar es humano, olvidar es absurdo. Quién olvida su pasado y las afrentas, está condenado a pasar de nuevo por ello.

7. Siempre está más predispuesto a perdonar el ofendido que el responsable de las ofensas.

8. Las personas inteligentes y sabias pueden llegar a perdonar. Por lo contrario, las necias, ni siquiera se enteran de cuando ofenden.

9. Perdonarse entre “hermanos” es señal de gene-rosidad, nobleza, amor e inteligencia. Perdonarse entre “primos” es señal de estupidez.

10. Mucho perdona, quien mucho ama. El perdón es el paso previo y necesario para toda reconciliación.

Prensa Poder Judicial CR. facebook.com. recuperado el 16 de

agosto de 2013, de https://www.facebook.com/PrensaPoder-

Judicial/posts/580932721920636.

REFLEXIÓN¿Qué agregaría a este decálogo? ¿Poseo un

decálogo personal?

61¡Construimos paz, sintiendo compasión!

Abrirse a la gracia del perdón

Viernes 26 de septiembre

“con gozo dando gracias al Padre que nos hizo aptos para participar de la herencia de los santos en

luz; el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo,

en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados”

Col1,12-14

El humilde perdón del Dios de jesús

Pero ¿quién es el verdadero Dios del perdón? Para entender bien la conducta divina respecto al perdón, veamos cómo se comportó Jesús con los «pecadores». No mostró una actitud altiva, moralizante o despec-tiva, sino que fue sencillo, humilde y comprensivo. Tomó la iniciativa de visitar a las personas prisioneras de la culpa. Luego, una vez con ellas, las valoraba poniéndose en situación de recibir de ellas. A la Sa-maritana le pidió de beber; al ver a Zaqueo, se auto-invitó a su casa; dejó que María Magdalena le rocia-se los pies con perfume... Incluso antes de hablar de perdón, comenzaba por establecer una relación de persona a persona. Por tanto, Jesús manifestaba su perdón acogiendo a la persona.

«¿Cómo abrirse al perdón de Dios?; ¿cómo imitar-lo?». Jean-Marie Pohier responde muy acertadamen-te: «El Dios de la Biblia nos revela al mismo tiempo que es vulnerable —es el padre del hijo pródigo, o el

62 ¡Construimos paz, sintiendo compasión!

Del 22 al 26 de septiembre

pastor que parte a la búsqueda de la oveja perdida— y que no nos condena..., aunque nosotros podemos elegir estar eternamente sin Él. Para nosotros es una paradoja incomprensible. Por eso, yo pienso que sólo podemos imitar el perdón de Dios en muy peque-ña medida. Esperemos que, a fuerza de frecuentar a Dios, termine por influir un poco en no¬sotros...» (Pohier 1977: 218)

Anónimo. Sites.Google.Com. Recuperado el 15 de agosto de

2013, de https://sites.google.com/site/ycomoperdonar/18.

REFLEXIÓN¿Qué implica ser humilde para perdonar? Recor-

demos las acciones que nos causan heridas, las veces que hemos hecho daño a alguien y las veces que nos hemos sentido mal por la acción de alguien, pense-mos cuál ha sido nuestra respuesta, preguntémonos si hemos simplemente olvidado y hecho cuenta que nada sucedió o nos hemos dado la oportunidad de perdonar o de solicitar perdón o en dado caso ofre-cerlo. Piensa si lo más común es hacer como si nada u ofrecer amor a quien nos ha ofendido, entonces pongamos en oración todos aquellos que en algún momento nos han ofendido o lastimado y nuestras acciones, para que con ellas no dañemos a alguien o si eso ocurriese saber pedir perdón.