el papel de europa en la inversiÓn … · andina de fomento, para presentar en el foro de...

32
CAF DOCUMENTOS ESPECIALES DE COYUNTURA ECONÓMICA CAF SPECIAL REPORTS ON CURRENT ECONOMIC AFFAIRS EL PAPEL DE EUROPA EN LA INVERSIÓN EXTRANJERA DIRECTA HACIA AMÉRICA LATINA N° 2010/01 Diciembre, 2010 Ocampo, José Antonio CAF - Ave. Luis Roche, Torre CAF, Altamira. Caracas, Venezuela 01060 © CAF, 2010 por Ocampo, José Antonio. Todos los derechos reservados. Pequeñas secciones del texto, menores a dos párrafos, pueden ser citadas sin autorización explícita siempre que se cite el presente documento. Los resultados, interpretaciones y conclusiones expresados en esta publicación son de exclusiva responsabilidad de su(s) autor(es), y de ninguna manera pueden ser atribuidos a CAF, a los miembros de su Directorio Ejecutivo o a los países que ellos representan. CAF no garantiza la exactitud de los datos incluidos en esta publicación y no se hace responsable en ningún aspecto de las consecuencias que resulten de su utilización.

Upload: phamphuc

Post on 28-Sep-2018

212 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

CAF DOCUMENTOS ESPECIALES DE COYUNTURA ECONÓMICA

CAF

SPECIAL REPORTS ON CURRENT ECONOMIC AFFAIRS

EL PAPEL DE EUROPA EN LA INVERSIÓN EXTRANJERA

DIRECTA HACIA AMÉRICA LATINA

N° 2010/01

Diciembre, 2010

Ocampo, José Antonio

CAF - Ave. Luis Roche, Torre CAF, Altamira. Caracas, Venezuela 01060 © CAF, 2010 por Ocampo, José Antonio. Todos los derechos reservados. Pequeñas secciones del texto, menores a dos párrafos, pueden ser citadas sin autorización explícita siempre que se cite el presente documento. Los resultados, interpretaciones y conclusiones expresados en esta publicación son de exclusiva responsabilidad de su(s) autor(es), y de ninguna manera pueden ser atribuidos a CAF, a los miembros de su Directorio Ejecutivo o a los países que ellos representan. CAF no garantiza la exactitud de los datos incluidos en esta publicación y no se hace responsable en ningún aspecto de las consecuencias que resulten de su utilización.

2

EL PAPEL DE EUROPA EN LA INVERSIÓN EXTRANJERA DIRECTA HACIA AMÉRICA LATINA Ocampo, José Antonio. CAF Documento especial de coyuntura económica N° 2010/01 Diciembre, 2010

RESUMEN

En este documento se revisan las características de la inversión extranjera directa (IED) en América Latina en las últimas décadas y el papel de las empresas europeas en dicho proceso. En la segunda sección se analizan las características de los dos auges que experimentó la inversión extranjera en la región desde mediados de la década de 1990. En las dos siguientes secciones se miran con detenimiento las características de las inversiones europeas. Finalmente, se presentan unas cortas conclusiones, que destacan algunos retos estratégicos que enfrenta la relación América Latina-Europa en este campo.

Palabras clave: América Latina, Europa, inversión extranjera directa.

THE ROLE OF EUROPE IN FOREIGN DIRECT INVESTMENT FLOWS TO LATIN AMERICA Ocampo, José Antonio CAF Special report on current economic affairs N° 2010/01 December, 2010

ABSTRACT

This report examines the characteristics of foreign direct investment (FDI) flows to Latin America in recent decades and the role of European firms in that process. The second section analyzes the characteristics of two booms of FDI growth in the region since the mid 1990s. The next two sections closely examine the nature of European investment in Latin America. The concluding section underscores some strategic challenges faced by Latin American-European relations in this area. Keywords: Latin America, Europe, foreign direct investment.

3

EL PAPEL DE EUROPA EN LA INVERSIÓN

EXTRANJERA DIRECTA HACIA AMÉRICA LATINA

José Antonio Ocampo*

Introducción

América Latina ha mostrado una ambivalencia histórica en torno al papel de la

inversión extranjera directa (IED) en su desarrollo. Durante la fase de desarrollo

primario-exportador, la región tuvo una apertura amplia a dicha inversión, que contribuyó

al desarrollo tanto de sectores de exportación como de infraestructura. A su vez, durante

la etapa de industrialización dirigida por el Estado, la región acogió la participación de

empresas transnacionales en nuevas actividades de sustitución de importaciones. Antes

del auge del mercado financiero internacional de la década de 1970, la IED era

consideraba, además, como una fuente confiable de financiación externa privada en una

economía mundial que ofrecía poca financiación de este tipo. De hecho, hasta dicha

década, la región fue el principal destino de los flujos de IED hacia el mundo en

desarrollo. Ello fue un reflejo, por lo demás, de que, en contra de las visiones muy

difundidas, América Latina fue en general más abierta a la inversión extranjera que

muchas de las economías más dinámicas de Asia.

Sin embargo, muchos países de la región adoptaron simultáneamente una posición

contraria a las formas tradicionales de inversión extranjera en los sectores de recursos

naturales (hidrocarburos y minería), infraestructura y servicios públicos, sectores en * Profesor de la Universidad de Columbia. Previamente Secretario General Adjunto de las Naciones Unidas para Asuntos Económicos y Sociales, Secretario Ejecutivo de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) y Ministro de Hacienda de Colombia. Documento preparado para la Corporación Andina de Fomento, para presentar en el Foro de Biarritz, noviembre 4-5 de 2010.

4

donde las empresas públicas vieron a jugar un papel protagónico. Así pues, durante esta

etapa América Latina no rechazó la IED pero la dirigió de acuerdo con lo que percibían

como sus intereses nacionales. En varios países, estas restricciones al destino sectorial de

las inversiones estuvieron acompañadas, además, por límites a la remisión de utilidades al

exterior y al pago de regalías por concepto de tecnología.

El proceso de liberalización económica que se inició en algunos países en la

década de 1970 y en escala más amplia en los dos decenios posteriores, significó una

liberalización relativamente generalizada de las normas sobre inversión extranjera

directa, como parte de un proceso más amplio de integración en la economía mundial –y,

podría agregarse, como una característica del proceso de globalización en curso a nivel

mundial. El grueso de las restricciones sectoriales a la inversión desapareció, así como

los límites a la remisión de utilidades y pagos por servicios tecnológicos. La propia

liberalización comercial implicó que las empresas extranjeras pudieron utilizar en forma

más clara sus redes de proveedores a nivel mundial. Esto fue facilitado además por las

normas que facilitaban la importación de insumos para los sectores de exportación así

como por la prohibición por parte de la Organización Mundial de Comercio (OMC) de

las llamadas normas sobre inversión relacionadas con el comercio (más conocidas como

TRIMs, por sus siglas en inglés), que se utilizaban activamente para promover la

producción de partes en las actividades de ensamble. La OMC facilitó igualmente una

mayor protección a la propiedad intelectual a nivel mundial (el acuerdo de TRIPs,

nuevamente por sus siglas en inglés), que algunas empresas transnacionales consideran

esenciales para llevar a cabo actividades de inversión.

5

Este proceso dio lugar a un auge de la inversión extranjera hacia América Latina.

La privatización de empresas públicas jugó también un papel decisivo en atraer

inversiones extranjeras, así como la oleada de fusiones y adquisiciones a nivel mundial

que desató la nueva fase de la globalización. Europa fue un actor decisivo en este

proceso, aunque con novedades importantes. La más notoria de ellas fue el papel central

que vino a jugar la inversión española en América Latina, al tiempo que otros países

europeos jugaron un papel menos protagónico de lo que había sido característico durante

la etapa de industrialización dirigida por el Estado. Otra característica novedosa fue el

papel del sector de servicios como destino de las inversiones, asociado tanto al

mencionado proceso de privatización como a la liberalización financiera en curso.

Algunos patrones adicionales tenían una historia más larga, en particular la mayor

importancia de la inversión europea en Sudamérica que en México y Centroamérica,

donde, por el contrario, tiene un mayor peso la inversión de los Estados Unidos.

Cabe agregar que a estos procesos se agregó la transformación de algunas grandes

empresas latinoamericanas en actores del mundo de las transnacionales –las así llamadas

translatinas. Las más grandes provienen de Brasil y México, y algunas de ellas participan

muy activamente en los mercados globales, pero existe también un mundo de translatinas

de menor tamaño y de un origen más diversificado, que son actores importantes en los

mercados intrarregionales. El análisis de este tema escapa, sin embargo, a los objetivos de

este ensayo.

Como reflejo de la vieja ambivalencia hacia la inversión extranjera, la primera

década del siglo XXI representó el retorno de algunas restricciones. Las más importantes

se han aplicado a la inversión en recursos naturales, una tendencia que se agudizó con el

6

auge de precios de productos básicos, especialmente de hidrocarburos y mineros que se

inició en 2004. Cabe anotar, sin embargo, que muchos países habían mantenido empresas

públicas activas en dichos sectores (Campodónico, 2011) e incluso, en el caso de México,

la nacionalización del petróleo como norma constitucional. El resultado ha sido el intento

de varios países, especialmente de orientación política izquierdista, de extraer una mayor

proporción de la renta asociada a los recursos y de participar más activamente en las

inversiones correspondientes. Venezuela ha avanzado hacia la compra de un grupo más

amplio de empresas, tanto nacionales como extranjeras, aunque reconociendo el derecho

de propiedad correspondiente. A ello se podría agregar que el manejo de los precios de

servicios públicos por parte del gobierno argentino ha sido percibido por los

inversionistas extranjeros como una restricción importante a sus actividades.

Este ensayo revisa las características de la inversión extranjera en América Latina

en las últimas décadas (a la cual me refiero muchas veces simplemente como la “región”)

y el papel de las empresas europeas en dicho proceso. Dado que la inversión europea se

inserta dentro de patrones más generales, la sección siguiente analiza primero las

características de los dos auges que experimentó la inversión extranjera en la región

desde mediados de la década de 1990. Las dos siguientes miran con detenimiento las

características de las inversiones europeas. El ensayo termina con unas cortas

conclusiones, que destacan algunos retos estratégicos que enfrenta la relación América

Latina-Europa en este campo.

Cabe anotar que el carácter fragmentario de la información disponible, así como

la inconsistencia entre las fuentes estadísticas utilizadas (CEPAL y Eurostat) son fuentes

de problemas en el análisis. Esto destaca de por sí la necesidad de un trabajo estadístico

7

entre estas dos instituciones y entre la CEPAL y los países latinoamericanos, para superar

estas deficiencias.

Gráfico 1Inversión Extranjera Directa a América Latina

(millones de dólares)

0

20,000

40,000

60,000

80,000

100,000

120,000

1990

1991

1992

1993

1994

1995

1996

1997

1998

1999

2000

2001

2002

2003

2004

2005

2006

2007

2008

2009

Fusiones y adquisiciones Total IED

El auge de la inversión extranjera hacia América Latina

La IED experimentó dos auges importantes desde mediados de los años 1990,

sucedidos en ambos casos por descensos marcados, cuyo origen estuvo asociado, en este

último caso, a crisis de alcance mundial (Gráfico 1). El primer auge se inició en 1994 y

alcanzó su mayor nivel en 1999 antes de descender fuertemente, como parte de la

contracción general de las inversiones hacia el mundo en desarrollo que se produjo a raíz

de la crisis asiática y cuyo impacto sobre los flujos de IED hacia América Latina se dio

en realidad con algún retraso. Esta fase de descenso mantuvo, sin embargo, un nivel de

inversiones extranjeras mucho más alto de lo que había sido característico hasta mediados

de los años 1990. El segundo auge se inició en 2005 y llevó a su punto más alto en 2008,

antes de que la crisis financiera mundial golpeara fuertemente dichas inversiones. Nótese

8

nuevamente, sin embargo, que el monto registrado en 2009 continuó siendo mayor que

durante el punto bajo del ciclo anterior (2009 vs. 2003 en el Gráfico 1).

Es interesante resaltar que los dos ciclos tienen características muy diferentes

cuando se miran a través de la óptica de la balanza de pagos. El Gráfico 2 muestra los

flujos brutos de inversión extranjera, pero también los de utilidades de dichas empresas y

las inversiones de empresas latinoamericanas en el exterior, para estimar el aporte neto de

los flujos de inversión extranjera a la balanza de pagos. El gráfico estima, así, lo que se

denomina corrientemente la transferencia neta de recursos, que resulta de extraer de la

inversión bruta estos dos últimos rubros. Todas estas cifras se expresan como

proporciones del PIB.

Fuente: CEPAL

Gráfico 2Inversion extranjera directa (% del PIB)

-1.0%

0.0%

1.0%

2.0%

3.0%

4.0%

5.0%

1980 1982 1984 1986 1988 1990 1992 1994 1996 1998 2000 2002 2004 2006 2008

Bruta Neta Transferencia de recursos

Como se puede apreciar, el primer auge representó una gran contribución a la

generación neta de divisas: de montos prácticamente insignificantes e incluso ligeramente

negativos en algunos años (es decir, de una situación en la cual las utilidades de las

9

empresas eran similares o incluso superiores a las inversión nueva), la inversión bruta y

la transferencia neta de recursos se elevaron rápidamente hasta alcanzar, en 1999, el 4.6 y

3.5% del PIB latinoamericano, respectivamente. Con el descenso posterior, la inversión

bruta se redujo aproximadamente a la mitad, como proporción del PIB, un monto en

cualquier caso muy superior a lo que era característico hasta mediados de los años 1990.

El segundo auge no tuvo, sin embargo, el mismo impacto en términos de

transferencia de recursos. En primer lugar, aunque la inversión bruta aumentó

fuertemente, lo hizo a un ritmo que fue apenas ligeramente superior al de la actividad

económica general, por lo cual alcanzó en su punto más alto poco menos del 3% del PIB

(vs. el ya mencionado 4.6% del PIB en 1999). Además, la transferencia neta de recursos

se vio debilitada por las crecientes remesas de utilidades de las multinacionales y las

crecientes inversiones de empresas latinoamericanas en el exterior: 1,7 y 0,9% del PIB en

promedio en 2004-2008, respectivamente, vs. 2.8% de inversión bruta.

El auge de la IED hacia la región hace parte, por supuesto, de un fenómeno de

alcance mundial, como lo indica el Cuadro 1. De hecho, la participación de América

Latina en este proceso muestra un rezago en relación con los patrones tanto mundiales

como de los países en desarrollo, especialmente en la primera década del siglo XXI. De

esta manera, la participación de América Latina en los flujos de inversión hacia el mundo

en desarrollo fue mayor en la década de 1970 (40.8%) que en la de 1990 (30.9%) y en

2000-2008 (22.2%). Así mismo, la participación de América Latina en los saldos de

inversión acumulados en el mundo en desarrollo alcanzó su nivel más elevado en 2000

(2001, si utilizáramos datos anuales), antes de reducirse en la primera década del siglo

XXI. Ello refleja en países individuales el retorno a restricciones a la inversión

10

extranjera, pero en forma más generalizada el menor atractivo de la región como destino

de la inversión, como reflejo más bien de las debilidades de su patrón de desarrollo

reciente, un tema sobre el cual no puedo ahondar aquí.1

          Cuadro 1

Importancia relativa de América Latina en la inverión extranjera a nivel mundial           (miles de millones de dólares anuales y porcentajes, respectivamente)

1970‐9 1980‐9 1990‐9 2000‐8Flujos de inversión  Mundo 24.0 92.7 401.0 1138.0  Países en desarrollo 5.9 20.6 118.1 337.3  América Latina 1/ 2.4 6.2 36.6 75.0América Latina como %   Países en desarrollo 40.8% 30.0% 30.9% 22.2%   Mundo 10.1% 6.7% 9.1% 6.6%

1980 1990 2000 2008Saldos de inversión  Mundo 705.2 1942.2 5757.4 14909.3  Países en desarrollo 303.5 529.6 1736.2 4276.0  América Latina 1/ 36.5 102.0 424.2 978.1América Latina como %   Países en desarrollo 12.0% 19.3% 24.4% 22.9%   Mundo 5.2% 5.3% 7.4% 6.6%

Saldos de inversión como  % del PIB de AL 4.0% 8.6% 20.3% 23.2%Fuente: UNCTAD

Los dos ciclos mencionados también se diferencias en otros sentidos. El primer

auge involucró un componente importante de fusiones y adquisiciones de empresas

existentes, tanto de empresas estatales que así se privatizaban como, y crecientemente, de

empresas privadas. Esto implica que su contribución a la acumulación de activos

productivos fue menos notable de lo que indican los flujos financieros correspondientes.

Durante el segundo ciclo, aunque las fusiones y adquisiciones se elevaron de nuevo,

nunca recuperaron los niveles del auge anterior, por lo cual la IED estuvo representado en

mayor proporción por inversión nueva (greenfield, como se le denomina en la literatura

1 Véase, en perspectiva histórica, la evaluación que proporciona Bértola y Ocampo (2010, capítulo 5).

11

correspondiente), que contribuyó a crear nuevos activos productivos (véase nuevamente

el Gráfico 1).

Otra diferencia notable se produjo en las motivaciones de los inversionistas y, por

ende, los sectores a los que se dirigieron las inversiones. El análisis de las motivaciones

estratégicas puede hacerse siguiendo la conocida tipología de Dunning (véase Dunning y

Lundan, 2008), que distingue cuatro tipos de motivaciones básicas. La primera es la

búsqueda de recursos naturales, que juega un papel muy importante en América Latina

dada su riqueza en dichos recursos. La segunda es la búsqueda de mercados, que es

particularmente importante en el sector de servicios, pero también en manufacturas en

mercados protegidos, como la industria automotriz en los dos procesos de integración

sudamericanos. La tercera motivación es la búsqueda de eficiencia, que caracteriza las

inversiones orientadas a la exportación, en particular en redes integradas de producción

que buscan plataformas de exportación para servir a los mercados mundiales. La cuarta es

la inversión en activos estratégicos, que busca la acumulación de activos humanos o

tecnológicos de las empresas.

Como lo resalta la aplicación de este esquema a América Latina, las tres primeras

motivaciones han sido importantes para las inversiones en la región, aunque han variado

en importancia relativa a lo largo de las dos últimas décadas y muestran también, como

veremos, patrones subregionales muy diferentes, en tanto que la última motivación ha

estado relativamente ausente (Ferrraz, Mortimore y Tavares, 2011). A nivel agregado, la

característica más notable del primer auge fue la importancia de las inversiones en

servicios, que indica que la búsqueda de mercados fue relativamente más importante

(Gráfico 3). Al final del primer ciclo, que es cuando existen los primeros datos

12

agregados, la mitad o más de la inversión se destinó, en efecto, a los servicios. Aunque

estas inversiones siguieron siendo muy importantes, la característica más destacada del

segundo auge fue la participación creciente de las inversiones en recursos naturales, que

indica que la primera motivación ha sido crecientemente importante, como reflejo en

particular del auge de precios minero-energéticos. Estas inversiones experimentaron, sin

embargo, una contracción importante en 2009 (CEPAL, 2010).

 

    Fuente: CEPAL

Gráfico 3Destino sectorial de la inversión extranjera hacia América 

Latina, 1998‐2008

13%26%

9% 13% 13% 10% 11% 16% 15% 17%27%

19%

24%

24% 21%34% 36%

42% 38% 35% 36%28%

61%

48%

60% 64%52%

47%43% 45% 48% 46% 44%

1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008

Recursos Naturales Manufacturas Servicios Otros

Los patrones regionales obedecen en gran medida a patrones de inserción

internacional diferentes, y que se ajustan aproximadamente a una división regional

“norte-sur” (CEPAL, 2001; Ocampo y Martin, 2004). En materia comercial, el patrón del

“norte” se caracteriza por una importante diversificación hacia exportaciones de

productos manufacturados con elevados contenidos de insumos importados (en su forma

extrema, maquila), que se dirigen principalmente al mercado estadounidense. Este patrón

13

se combina, en las economías centroamericanas, con una exportación creciente de

servicios de turismo y, en varias de ellas, con un componente también importante de

bienes primarios y manufacturas basadas en recursos naturales. Por su parte, el patrón del

“sur” se caracteriza por la combinación de exportaciones extrarregionales de productos

básicos y manufacturas basadas en recursos naturales (muchas de ellas también intensivas

en capital) con un comercio intrarregional mucho más diversificado. Brasil es un caso

intermedio, ya que tenía un patrón mucho más diversificado que el de otros países

sudamericanos antes de la apertura externa, pero que muestra cambios más bien lentos

desde entonces. A estos dos patrones básicos de especialización hay que agregar un

tercero, que caracteriza a Panamá y a las economías caribeñas (República Dominicana y

Cuba), en donde predominan las exportaciones de servicios.

La especialización comercial y la naturaleza de las corrientes de IED han estado

estrechamente entrelazadas. De esta manera, el patrón de especialización del “norte” ha

atraído en mayor medida a empresas transnacionales que participan activamente en los

sistemas internacionales de producción integrada de manufacturas, mientras que en

Sudamérica la inversión se ha concentrado en recursos naturales. La inversión en

servicios es un patrón general, que cubre a ambas subregiones.

Esto es, en efecto, lo que indica que el Cuadro 2, que muestra el destino sectorial

de la inversión en 1998 y 2008 en los países para los cuales existe información

desagregada. En efecto, las mayores proporciones de inversión en recursos naturales se

han dado en las economías sudamericanas, especialmente en Bolivia, Chile, Ecuador,

Colombia y Perú, a lo cual se agrega recientemente Brasil y, si existiera información,

Venezuela. Esta participación aumentó en todos los países para los cuales existe

14

información, con excepción de Ecuador. El aumento fue particularmente notorio en

Colombia, que se ha transformado en un importante polo de atracción de este tipo de

inversiones. Cabe anotar, sin embargo, que la atracción en años recientes de la inversión

en recursos naturales ha sido extensiva a varios países del “norte”, entre ellos México y

Costa Rica.

             Cuadro 2      Composicíon sectorial de la inversión extranjera

Sector Manufacturas Servicios Sin detallarprimario  

SudaméricaArgentina 1998 18.2% 15.7% 50.0% 16.1%Bolivia 1998 56.8% 1.6% 41.7% 0.0%

2008 62.1% 8.6% 29.2% 0.0%Brasil 1998 0.6% 11.9% 87.5% 0.0%

2008 28.8% 31.1% 38.7% 1.3%Chile 1998 41.9% 8.8% 49.4% 0.0%Colombia 1998 3.0% 27.7% 69.2% 0.0%

2008 54.5% 13.0% 32.5% 0.0%Ecuador 1998 88.3% 3.5% 8.2% 0.0%

2008 27.8% 17.5% 54.7% 0.0%Perú 1998 22.7% 15.5% 61.8% 0.0%

36.8% 14.1% 47.5%

México y CentroaméricaMéxico 1998 0.9% 59.9% 39.2% 0.0%

2008 22.9% 33.1% 44.0% 0.0%Costa Rica 1998 6.9% 71.6% 21.2% 0.3%

2008 21.2% 27.4% 49.6% 1.8%R.Dominicana 1998 0.0% 25.4% 70.3% 4.3%

2008 10.4% 24.4% 62.9% 2.3%El Salvador 1998 2.0% 8.2% 82.8% 7.0%

2008 0.9% 5.2% 89.1% 4.8%Honduras 1998 2.6% 23.7% 72.5% 1.2%

2008 0.5% 20.4% 68.4% 10.7%Nicaragua 1998 15.8% 13.2% 71.0% 0.0%

2008 6.4% 16.1% 77.5% 0.0%Panama 1998 0.0% 0.0% 97.2% 2.8%

7.0% 25.3% 65.0% 2.7%Fuente:Ferraz, Mortimore y Tavares (2010). Se excluyen los datos de países en  donde se desconoce el destino de más del 50% de la inversión en un año dado.

Estos dos países son, sin embargo, en conjunto con Honduras y República

Dominicana, los que más atraen en términos relativos inversiones en los sectores

manufactureros. Esto refleja el atractivo que tiene esta subregión para las inversiones en

15

búsqueda de eficiencia. Entre los países del “sur”, Brasil en épocas recientes se ha

convertido también en un polo de atracción de estas inversiones.

La alta inversión en los sectores de servicios es, por su parte, un patrón

relativamente general y supera las dos terceras partes de la inversión en varios casos,

tanto de economías grandes (Brasil en 1998), como medianas (Colombia en el mismo

año) y pequeñas (varias centroamericanas). Aunque las inversiones en búsqueda de

mercado se concentran en estos sectores, lo mismo podría decirse de algunas inversiones

en la industria en países sudamericanos, ya sea en función de su tamaño (Brasil) o de los

procesos de integración subregionales.

Por último, como ya se señaló, las inversiones estratégicas son muy reducidas y se

localizan particularmente en los conglomerados de productos electrónicos en Brasil y

México. Muchas de las inversiones correspondientes son más bien de adaptación de los

productos a los mercados globales que de innovación y desarrollo tecnológico como parte

de redes de investigación de alcance global (Ferraz, Mortimore y Tavares, 2011).

La presencia europea

Así como las políticas y los patrones de desarrollo latinoamericanos han sido

decisivos para determinar la magnitud y naturaleza de los flujos de inversión hacia la

región, también es cierto que muchos de los patrones de inversión europea en América

Latina tienen su origen en procesos que partieron del viejo continente. En tal sentido, las

reformas de la Unión Europea orientadas a conformar una unión económica profunda han

sido un determinante decisivo, tanto por la apertura del mercado regional a sectores cuyos

mercados eran previamente nacionales, como por la presión para aumentar el tamaño de

16

las empresas para competir en el mercado comunitario y mundial. Los mercados de

telecomunicaciones y energía son casos claros del primero de estos patrones, en tanto que

el segundo es válido para todos los sectores. De hecho, como respuesta a la necesidad de

las empresas a expandirse para competir, la Unión Europea se transformó en la principal

fuente de de fusiones y adquisiciones transfronterizas a nivel mundial. Esta tendencia se

acentuó desde fines de la década de 1980,

Fuente: UNCTAD

Gráfico 4Participación de Europa en los flujos y saldos

de inversión a nivel mundial

30%

40%

50%

60%

70%

80%

1980

1982

1984

1986

1988

1990

1992

1994

1996

1998

2000

2002

2004

2006

2008

Flujos Saldos de inversión

Europa se transformó, así, en las últimas décadas del siglo XX en la fuente

principal de los flujos de inversión extranjera a nivel mundial, así como en uno de los

principales destinos de la inversión. Como fuente de inversión, superó a Estados Unidos,

que había jugado dicho papel en las primeras décadas de la posguerra y, en tal sentido,

recuperó el papel protagónico que tuvo hasta comienzos del siglo XX. Como lo indica el

Gráfico 4, Europa ha representado más de la mitad de los flujos de salida de inversión a

nivel mundial durante las tres últimas décadas y su participación en los saldos de

17

inversión se elevó gradualmente, desde poco menos de 40% a comienzos de los años

1980 a en torno al 55% desde mediados de la primera década del siglo XXI.

Las empresas europeas son, además, más transnacionalizadas que las

norteamericanas y japonesas en términos de ventas, activos y empleo en el exterior en

relación con dichos agregados en los países de origen, aún si nos concentramos en el caso

de Europa en las inversiones extrarregionales. Las empresas británicas, suizas y

holandesas son las más globalizadas, en tanto que italianas y francesas tienen una mayor

vocación regional (Dunning, 2002). Las españolas y portuguesas iniciaron su proceso de

transnacionalización mucho más tarde que las de los países mencionados y, como

veremos, utilizaron a América Latina como su principal plataforma de expansión.

Varias empresas europeas habían tenido a América Latina como destino de sus

inversiones durante la etapa de industrialización dirigida por el Estado, especialmente en

los sectores de manufacturas, al tiempo que se habían reducido o eliminado las

inversiones más tradicionales del pasado en recursos naturales e infraestructura. Los

países más importantes habían sido históricamente Gran Bretaña, Alemania, los Países

Bajos y Suiza, que aquí denominaremos inversionistas tradicionales. El interés por la

región se debilitó, como es obvio, durante la década perdida de los años 1980 pero

revivió durante la última década del siglo XX, cuando América Latina fue el principal

destino de las inversiones europeas en las economías emergentes y en desarrollo, y el

segundo destino extrarregional después de América del Norte. De hecho, en segunda

mitad de los 1990s América Latina absorbió más de la mitad de la inversión europea

fuera de EEUU (CEPAL, 2002, Cuadro III.7). A fines de los años 1990, en torno al 80 o

90% de la inversión española o portuguesa en los mercados emergentes y en desarrollo

18

(o, para ser más preciso, fuera de Europa, Estados Unidos y Japón) tenía como destino a

América Latina; en el caso de la inversión de la inversión alemana, de Países Bajos y

Suiza, dicha proporción oscilaba entre 40 y 50%; sólo para Gran Bretaña, Francia e Italia

era inferior, en torno al 20% (Dunning, 2002, Cuadro 3.7). El liderazgo latinoamericano

en las inversiones europeas se perdió, sin embargo en la primera década del siglo XXI,

cuando Asia comenzó a superar ligeramente a América Latina como destino de

inversiones europeas en economías emergentes (Eurostat, 2008, capítulo 3).2

El hecho más destacado de la oleada de inversiones europeas hacia América

Latina de los años 1990 fue el ascenso de España. Aunque los inversionistas europeos

tradicionales también aumentaron sus inversiones, perdieron la posición de liderazgo que

habían detentado en décadas previas. El proceso de expansión de las empresas españolas,

especialmente de servicios financieros, telecomunicaciones y energía fue, por lo tanto, el

capítulo más destacado del proceso de expansión de la inversión europea en América

Latina en los años 1990, como se hará evidente con multiplicidad de datos adicionales.

De hecho, se puede decir que las empresas españolas utilizaron a América Latina

en dicha década como su principal plataforma de expansión (Calderón 1999; Casilda,

2008). En menor medida, lo mismo aconteció con Portugal (CEPAL, 2007, capítulo IV).

Esta estrategia de las empresas españolas fue un resultado directo de la entrada del país

ibérico a la Unión Europea en 1986, que gradualmente transformó a sus empresas de

defensivas de mercados locales en actores multinacionales. La amenaza de adquisiciones

por parte de otras firmas europeas jugó en igual sentido. A ello se agregó las ventajas que

2 Los datos de esta fuente indican, en efecto que Asia Oriental y del Sur acumuló a fines de 2005 252.200 millones de euros en inversiones europeas vs. 219.900 en el caso de América Latina.

19

representó el creciente acceso a mercado de capitales europeo, así como algunas ventajas

tributarias (en especial el tratamiento del goodwill). También fue decisivo el propio

proceso español de privatización, que transformó a Telefónica, Endesa, Repsol y Gas

Natural, entre otras, en empresas privadas. Cabe agregar que la privatización también

jugó un papel importante en la inversión portuguesa, pero mucho menos en otros

inversionistas europeos que llegaron a América Latina (Amann y Vodusek, 2002).

En este proceso de expansión jugaron también un papel importante las fusiones y

adquisiciones en su mercado de origen, como lo reflejan, entre otros, la importancia de

las fusiones de los años 1990 en la rápida expansión de los dos principales bancos

españoles (Santander y BBVA) y la constitución de Gas Natural Fenosa como fruto de la

fusión de el viejo monopolio estatal con Fenosa en 2009. Después de haber alcanzado

una mayor escala gracias a estas fusiones y a sus inversiones latinoamericanas, algunas

de estas empresas se movieron para posicionarse como actores globales, comprando otras

empresas en países industrializados o en el lejano Oriente. Diez empresas españolas se

encuentran ahora entre las Fortune 500, mientras ninguna se colocaba en dicha posición

en un tiempo no muy lejano. Algunas de ellas ya se cuentan entre las empresas más

grandes en su clase en Europa: Telefónica, hoy la principal empresa europea de

telecomunicaciones; Santander, uno de los mayores diez bancos del mundo y el segundo

en la eurozona; Iberdrola, líder a nivel mundial en energía eólica; y Ferrovial, principal

constructor y operador a nivel mundial de autopistas y aeropuertos. En algunos casos, la

empresa no se cuenta entre las más grandes del mundo pero sí tiene una presencia

dominante en sectores específicos del mundo Iberoamericano, como acontece con el

Grupo Prisa (Casilda, 2008; Chislett, 2010).

20

Una característica del proceso de inversión española es el predominio de las

empresas del sector servicios y la escasa presencia de empresas del sector manufacturero,

que refleja el propio dominio de empresas extranjeras sobre la producción industrial en

dicho país. Sin embargo, algunas empresas manufactureras españolas lograron

posicionarse en nichos, a veces muy importantes, como en los sectores de alimentos,

vinos, confecciones, acero inoxidable, partes de automotores y turbinas eólicas. Un caso

destacado es el de Zara, donde se asocia también a la creación de una dinámica red de

distribución.

Como reflejo de los patrones señalados, en 2000-01, una encuesta del BID a 66

empresas europeas con presencia en América Latina indicó que las más dependientes de

las inversiones en la región eran las españolas y portuguesas, en tanto que las menos

dependientes eran las holandesas y francesas. 37 de ellas indicaron que las inversiones en

América Latina eran de alta o (en menor medida) máxima prioridad como destino

estratégico, especialmente las inversiones en Brasil, México, Argentina y Chile, en ese

orden de importancia. La región era vista, en general, como más importante para las

estrategias de inversión que Asia y Europa Central y Oriental. La propiedad absoluta

predominaba, especialmente en los países más grandes, pero también existían múltiples

casos de participación con socios latinoamericanos (Dunning, 2002, en particular el

Anexo 3.2).

Por su parte, la Unión Europea también se transformó, como conjunto, en el

principal inversionista en América Latina, superando a Estados Unidos. Esta posición de

liderazgo se consolidó durante el primer auge de la inversión extranjera hacia América

Latina, que como vimos se produjo a partir de 1994. En particular, aunque las inversiones

21

norteamericanas y japonesas también se expandieron, las europeas lo hicieron a un ritmo

superior y aumentaron su participación del 24.3% en 1990-4 al 58.1% en 1995-9; España

explica más de veinte puntos de este aumento, pero también se acrecentó la participación

de los inversionistas tradicionales (Gran Bretaña, Países Bajos, Alemania y Suiza) y

vinieron a tener mayor presencia otros que habían jugado un papel menos importante en

el pasado (Francia, Portugal) (Amann y Vodusek, 2002). La segunda oleada de

inversiones europea fue muy inferior en su magnitud a la primera, como lo indican los

datos de Eurostat, que se reproducen en el Gráfico 5. Durante el primer ciclo, la inversión

europea fue superior en Sudamérica que en México y Centroamérica, y Brasil absorbió

por si sólo dos quintas partes del total de la primera, pero durante el segundo ciclo ambas

subregiones recibieron flujos relativamente similares de inversión europea..

Gráfico 5 Flujos de IED de la Unión Europea a América Latina (millones de dólares corrientes).

Fuente: EUROSTAT

‐10,000

0

10,000

20,000

30,000

40,000

50,000

1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008

LATAM Sur América Brasil

Los datos publicados por la CEPAL, que se reproducen en el Gráfico 6, son

menos precisos sobre el origen de las inversiones durante los dos auges, especialmente

22

durante el segundo (el gran peso del rubro de “otros” en el gráfico puede reflejar este

hecho). Estos datos resaltan la mayor diversificación en el origen de las inversiones

durante el segundo ciclo, que ha implicado una pérdida de importancia relativa tanto de

Estados Unidos como de Europa frente a nuevos inversionistas, incluidos las propias

translatinas. Otro hecho destacado es la fuerte reducción de la participación de la

inversión española, del 21 al 11% del total de flujos hacia la región. La información

proveniente de Eurostat también muestra a España como el principal inversionista

europeo en América Latina. Sin embargo, estas dos fuentes muestran diferencias en torno

a cuál es el segundo inversionista europeo en la región (Países Bajos en el caso de la

CEPAL vs. Gran Bretaña en Eurostat), que refleja inconsistencias en los criterios

empleados por estas dos instituciones para clasificar el origen de las inversiones

(Eurostat, 2008, capítulo 3).3

Fuente: CEPAL

Gráfico 6Origen de las inversiones a América Latina

0% 20% 40% 60% 80% 100%

1999-2003

2004-2008

Estados Unidos

Canada

América Latina

Centros financieros del Caribe

Japón

España

Países Bajos

Francia

Gran Bretaña

Otros

3 Esto refleja muy probablemente el tratamiento de las inversiones de Royal Shell, una empresa con propiedad conjunta holandesa y británica.

23

Lo que parece claro, en cualquier caso, es que la inversión europea fue menos

intensa durante el segundo ciclo de inversiones hacia América Latina, y que la mayor

parte de dicha reducción se debe a la menor inversión española. Hay que recordar, sin

embargo, que también el auge de inversiones europeas durante el primer ciclo se explica

por el auge de las inversiones españolas, que por lo tanto muestran un ciclo muy agudo,

de ascenso primero y de descenso posterior, aunque manteniendo una fuerte presencia en

la región.

Destinos regionales, motivaciones y principales empresas

La importancia relativa de las inversiones europeas en ambos ciclos y sus destinos

preferentes en América Latina se pueden observar con más detalle en las matrices de

origen y destino de las inversiones publicadas por ambas fuentes, y que se muestran en

los Cuadros 3 y 4, el primero de ellos referente a los flujos de inversión del conjunto de

Europa durante los dos ciclos y el segundo los saldos de las inversiones de los países de

la Unión Europea en la región a fines de 2005. Como se puede observar, los patrones

varían a lo largo del tiempo, tanto por subregiones en América Latina como en el

comportamiento de los viejos y nuevos inversionistas.

En términos de destino, el patrón de especialización regional norte-sur, pero

también los patrones históricos de relacionamiento de los distintos países

latinoamericanos con los industrializados, que se refleja en particular en el peso relativo

de las inversiones norteamericanas vs. europeas. Mientras las primeras han tenido una

presencia mayoritaria en el “norte” (México y Centroamérica), los inversionistas

europeos han privilegiado claramente a Sudamérica. La diferencia fue particularmente

24

notable durante el primer ciclo de inversión. Brasil dominó el panorama general pero

Argentina fue el principal destino de las inversiones españolas durante su fase de mayor

expansión y Chile ocupó también una posición importante. El sesgo de las inversiones

europeas hacia Sudamérica fue también evidente en varios de los inversionistas

tradicionales (Alemania, Gran Bretaña y Suiza), así como de Francia e Italia; la única

excepción notable fueron los Países Bajos.

              Cuadro 3         IED en América Latina: Matriz origen/destino, 1999‐2003 y 2004‐2008

                (millones de dólares corrientes)México C.América Argentina Brasil Chile Colombia Venezuela Otros Total % México % Sud‐

y R.Dom. Suramérica y C.América América1999‐2003 2,076 137 733 3,039 156 172 269 114 6,695 33.1% 66.9%2004‐2008 1,705 229 336 5,937 241 72 ‐99 124 8,545 22.6% 77.4%/

1999‐2003 13,886 1,262 23,802 19,359 6,056 1,057 886 2,655 68,964 22.0% 78.0%2004‐2008 17,887 1,923 58 9,892 4,586 2,079 930 203 37,558 52.7% 47.3%  1999‐2003 ‐957 346 1,904 8,445 780 224 798 530 12,070 ‐5.1% 105.1%2004‐2008 987 10 389 6,820 187 236 ‐135 269 8,763 11.4% 88.6%  1999‐2003 8,709 853 499 858 40 10,959 87.3% 12.7%2004‐2008 13,774 532 225 ‐628 43 13,945 102.6% ‐2.6%  1999‐2003 138 165 1,816 2,041 1,104 24 ‐3 942 6,225 4.9% 95.1%2004‐2008 277 264 ‐13 1,726 151 37 29 97 2,568 21.1% 78.9%  1999‐2003 2,549 359 ‐1,465 2,807 2,596 293 7,138 40.7% 59.3%2004‐2008 4,736 ‐16 ‐335 2,601 460 110 7,555 62.5% 37.5%  1999‐2003 846 61 1,576 816 148 155 3,603 25.2% 74.8%2004‐2008 2,921 441 4,073 25 163 748 8,371 40.2% 59.8%

     1999‐2003 27,247 3,182 26,789 37,267 12,007 2,483 1,950 4,728 115,653 26.3% 73.7%2004‐2008 42,286 3,382 435 31,049 5,873 1,960 725 1,594 87,305 52.3% 47.7%

   1999‐2003 63,939 5,773 2,879 22,949 4,909 1,946 2,854 4,091 109,341 63.8% 36.2%2004‐2008 52,487 8,838 618 26,264 1,234 6,942 ‐112 161 96,431 63.6% 36.4%

Fuente: CEPAL. La desagregación de orígenes del total de la inversión es más detallada en el primer período, por lo cual las cifras totales por origen son una proporción más baja  del total de las inversiones en el segundo.

Estados Unidos (mill US$)

Italia

Gran Bretaña

Suiza

Europa (mill US$)

Alemania

España

Francia

Paises Bajos

Durante el segundo ciclo, sin embargo, hubo una caída notable de la inversión

europea a Sudamérica, que se explica fundamentalmente por el colapso de las inversiones

españolas a Argentina, al tiempo que aumentaron aquéllas destinadas a los países del

“norte” de la región. Por este motivo, Sudamérica perdió su primacía en las inversiones

europeas en 2004-2008. Esto es en particular cierto del principal inversionista europeo en

la región, ya que la inversión española hacia Sudamérica cayó notablemente, aún si se

excluye Argentina, al tiempo que aumentó la destinada a México y Centroamérica. La

vocación sudamericana de la inversión europea también se debilitó en Gran Bretaña y

25

Suiza, pero se mantuvo en otros países europeos, especialmente Alemania, Italia y

Francia. Cabe anotar que con la caída de la inversión europea hacia Sudamérica, aquélla

destinada a Brasil fue la menos afectada, por lo cual el gigante sudamericano se afianzó

como el principal destino sudamericano, aunque pasó a ocupar el segundo lugar en las

inversiones europeas en la región. A diferencia de México y los países del Mercosur, la

Comunidad Andina (que hasta hace pocos años incluyó a Venezuela) ha sido un destino

menos atractivo. Dentro de la Comunidad Andina, Colombia es el principal centro de

atención y sobresale la fuerte caída de las inversiones hacia Venezuela durante el

segundo auge.

Cuadro 4

Saldos de inversión extranjera en América Latina a fines de 2005(millones de euros)

España Gran Países Alemania Francia Otros UniónBretaña Bajos Europea

Brasil 27,066 4,699 8,088 7,592 9,826 27,128 84,419México 21,059 4,173 4,338 4,398 1,785 9,007 44,760Argentina 21,704 1,801 1,236 901 1,342 6,764 33,748Chile 9,075 4,106 550 585 466 2,178 16,960Venezuela 353 517 699 619 7,256 9,444Colombia 2,411 1,652 341 655 155 617 5,831Uruguay 18 298 2,401 2,717Otros 12,125 500 910 638 376 7,519 22,048Total 93,440 17,302 15,980 15,468 14,867 62,870 219,927

% del totalBrasil 29.0% 27.2% 50.6% 49.1% 66.1% 43.1% 38.4%México 22.5% 24.1% 27.1% 28.4% 12.0% 14.3% 20.4%Argentina 23.2% 10.4% 7.7% 5.8% 9.0% 10.8% 15.3%Chile 9.7% 23.7% 3.4% 3.8% 3.1% 3.5% 7.7%Venezuela 0.0% 2.0% 3.2% 4.5% 4.2% 11.5% 4.3%Colombia 2.6% 9.5% 2.1% 4.2% 1.0% 1.0% 2.7%Uruguay 0.0% 0.1% 0.0% 0.0% 2.0% 3.8% 1.2%Otros 13.0% 2.9% 5.7% 4.1% 2.5% 12.0% 10.0%

% del totaleuropeo 42.5% 7.9% 7.3% 7.0% 6.8% 28.6% 100.0%Eurostat (2008).

La matriz de inversiones de la Unión Europea a fines de 2005 reproduce estas

tendencias. Como origen de las inversiones sobresale la presencia española, con más de

dos quintas partes de las inversiones acumuladas. Le siguen en importancia los tres

inversionistas tradicionales en la región (Alemania, Gran Bretaña y Países Bajos) así

26

como Francia, con alrededor de 7% cada uno. Nótese que el sesgo hacia Brasil es notorio

en los casos de Alemania, Francia y Países Bajos, mientras que España muestra un mejor

balance de sus inversiones en las principales economías, con un peso relativamente alto

en Argentina. México absorbe entre el 20 y el 30% de las inversiones de los principales

inversionistas europeos, con excepción de Francia. Gran Bretaña muestra una atracción

relativamente más alta hacia dos países con vocación minero-energética, Chile y

Colombia, aunque no hacia Venezuela.

Esta información, al igual que la disponible sobre las principales empresas

europeas presentes en América Latina (Cuadro 5) nos permite hacer un análisis de la

diversidad de estrategias de los inversionistas europeos en la región, utilizando para tal

efecto la tipología de motivaciones de los inversionistas extranjeros presentada

previamente. A los datos que presenta el Cuadro 5, que se refiere a las 26 empresas no

financieras europeas que hacen parte del grupo de los principales 60 inversionistas en la

región según CEPAL (2009), habría que agregar los dos grandes bancos españoles,

Santander y BBVA, para constituir un total de 28 empresas que aquí denominaremos

como los grandes inversionistas europeos.

Lo que la información disponible indica es que la búsqueda de mercados ha sido

más importante que búsqueda de eficiencia o acceso a mano de obra calificada como

motivación para las inversiones europeas en América Latina. Esto se refleja en particular

en las importaciones de servicios, especialmente financieros, telecomunicaciones

electricidad, telecomunicaciones, comercio y construcción. A estos sectores pertenecen

ocho de los grandes inversionistas europeos y algunos de los más grandes. Las

inversiones españolas han sido particularmente importantes en este caso (Telefónica,

27

Endesa, Iberdrola, Banco Santander y BBVA) y concentra el grueso de sus inversiones en

la región. A ello se agregan inversiones de otros nuevos inversionistas: Francia

(Carrefour), Italia (Italia Telecom) y Portugal (Portugal Telecom).

                     Cuadro 5

Mayores empresas europeas no financieras presentes en América Latina según ventas, 2007

Empresa Origen Ventas Sector

(millones US$)

Telefónica de España  Espana 29 915 Telecomunicaciones 

Volkswagen  Alemania 22 724 Automotriz/Autopartes 

Repsol ‐YPF Espana 16 817 Petróleo/Gas

Anglo‐American Plc Reino Unido 13 021 Minería

Royal Dutch‐Shell Group Paises Bajos/Reino Unido 12 040 Petróleo/Gas

Arcelor Mittal  Luxemburgo/Paises Bajos 11 397 Siderurgia/Metalurgia 

Nestlé  Suiza 10 719 Alimentos 

Endesa  Espana 9 366  Energía

Carrefour  Francia 8 405 Comercio 

BHP Billiton  Australia/Reino Unido 8 182  Minería 

Fiat  Italia 8 173  Automotriz/Autopartes 

Unilever  Paises Bajos/Reino Unido  6 870 Agroindustria 

Iberdrola Espana 5 240 Electricidad

Italia Telecom  Italia  5 223  Telecomunicaciones 

Peugeot‐Citroen  Francia  4 632  Automotriz/Autopartes 

Siemens  Alemania 4 167 Electrónica

British American Tobacco  Reino Unido 3 942 Tabaco

Portugal Telecom Portugal 3 609 Telecomunicaciones

Renault  Francia  3 429  Automotriz/Autopartes 

BASF  Alemania  3 364 Química/Farmacia 

Nokia  Finlandia  3 343  Electrónica 

Danone Francia  2 983 Alimentos

Bayer  Alemania  2 626  Petroquímica/Química 

Philips Paises Bajos 2 535 Electrónica

Bosch  Alemania  2 227  Automotriz/Autopartes 

Volvo Suecia 2 137  Automotriz/Autopartes 

FUENTE: CEPAL (2009)

La búsqueda de recursos naturales ha atraído importantes inversionistas europeos.

El cuadro 5 incluye cuatro que se cuentan entre los grandes inversionistas: dos del sector

de hidrocarburos (Repsol-YPF, Dutch-Shell, español el primero y de propiedad

28

holandesa-británica el segundo) y dos mineros (Anglo-American y BHP Billiton, ambas

británicas pero con capital australiano en el segundo caso). Estas inversiones, al igual que

otras muestran, por lo demás, el predominio que tiene esta estrategia de inversión para las

empresas británicas y de los Países Bajos.

El sector manufacturero concentra, sin embargo, el grueso de los grandes

inversionistas europeos: 16 de las 28 empresas. Como una gran cantidad de las

actividades de estas empresas se realizan en Sudamérica, y especialmente en Brasil,

puede pensarse que el acceso a mercado es una motivación importante, en particular el

acceso a Mercosur. Sin embargo, la encuesta realizada por el BID en 2000-01 mostró que

los mercados ampliados subregionales no eran vistos como factor particularmente

positivo por las empresas europeas, con la excepción notable del sector automotriz en

Mercosur. Las inversiones en México si tenían como motivación importante el acceso al

mercado de Estados Unidos por la vía del Tratado de Libre Comercio de América del

Norte (TLCAN), pero allí las empresas europeas han tenido un papel menos importante

que las norteamericanas (Amann y Vodusek, 2002).

En el sector de manufacturas se concentran empresas con larga presencia en la

región, especialmente en los sectores automotriz (Volkswagen, la segunda empresa no

financiera en la región, así como Fiat, Renault y Peugeot-Citröen), de consumo masivo

(Nestlé y Unilever, inversionistas de vieja data en la región, pero también Danone y

Parmalat, que se localizaron desde los años 1970) y químico y farmacéutico (BASF y

Bayer). A diferencia de las empresas españolas, América Latina tiene, en general, una

importancia menor en su estrategia global de estas firmas pero no es baja (tiende a

representar en torno a una décima parte de sus ventas a nivel mundial). En este sector se

29

concentran, además, algunos de los inversionistas tradicionales, en particular Alemania,

pero también Suiza, así como empresas cuyas inversiones son de más reciente data, entre

las que se destaca Arcelor-Mittal, cuyo control recae, sin embargo sobre un inversionista

de la India.

Este panorama muestra, por lo demás, la heterogeneidad de las estrategias de

inversión en la región. Los inversionistas más tradicionales se concentran en el sector

manufacturero (Alemana y Suiza) o en una mezcla de recursos naturales e industria (Gran

Bretaña y Países Bajos). El principal inversionista emergente de la década de 1990,

España, tiene una presencia determinada por el sector servicios, al igual que Portugal.

Francia e Italia mezclan industria y servicios y los inversionistas escandinavos se

concentran en empresas industriales.

Conclusiones

El análisis que se presenta en este ensayo muestra la coincidencia entre los

procesos de reestructuración europea generados por la formación de un mercado único

comunitario, y las reformas estructurales en América Latina, que dieron lugar a un auge

de las inversiones europeas hacia América Latina desde mediados de la década de 1990.

Europa se consolidó como el principal inversionista extranjero en la región. A los

tradicionales inversionistas europeos que se habían posicionado en la región durante la

fase de industrialización dirigida por el Estado, particularmente Alemania, Gran Bretaña,

Países Bajos y Suiza, se unió ahora España, que rápidamente se consolidó como el

principal inversionista europeo en América Latina, al igual que otros que no habían

tenido tanta presencia en el pasado (Francia, Italia y Portugal).

30

En el caso español, América Latina se convirtió de hecho en la plataforma para la

transformación de varias empresas de dicho país, algunas de ellas fruto de los procesos de

privatización, en empresas de clase mundial. En menor medida, la región y,

especialmente Brasil, fueron una plataforma para la conversión de algunas empresas

portuguesas en actores multinacionales.

La inversión europea tuvo algunos sesgos particulares. Entre ellos se cuenta la

inclinación hacia el sector servicios, que indica que la búsqueda de mercados ha sido la

principal motivación de las inversiones europeas en la región. Dicha inversión ha tenido

también un sesgo hacia Sudamérica, especialmente hacia Brasil. Algunas empresas

manufactureras europeas han jugado un papel importante en la inversión en la región,

especialmente en los sectores automotriz, electrónica, química y alimentos. Dicho sesgo

es particularmente importante en las inversiones alemanas, pero también en las de

muchos otros países europeos. Los recursos naturales también han atraído importantes

inversiones europeas, que se han acentuado en general durante el segundo auge de la

inversión extranjera hacia América Latina, el de 2004-2008.

La pérdida de importancia de la inversión europea en América Latina, y de

América Latina en la inversión europea durante la primera década del siglo XXI, es la

característica más preocupante que identifica este ensayo. De hecho, a nivel de la región,

la menor transferencia neta de recursos a través de la IED es una característica dominante

de este segundo auge en comparación con el primero, que se experimentó entre 1994 y

comienzos del siglo XXI. Aquí parecen confluir dos factores. El primero es el retorno a

regulaciones a la inversión extranjera, que han desalentado dichos flujos hacia algunos

países, y que refleja lo que en la introducción a este ensayo denominamos la

31

ambivalencia histórica de América Latina frente a la inversión extranjera. Argentina y

Venezuela son los casos más destacados de esta tendencia reciente, a los que se agrega

Bolivia, que tiene un peso relativamente bajo en la IED hacia la región. El segundo es el

menor atractivo que tiene la región vs. Asia Oriental como actor en los mercados

globales, fruto de sus propios patrones de desarrollo reciente, en los que se desestimó la

importancia de políticas productivas activas con un fuerte contenido tecnológico.

Lo que esto indica es que la reactivación de la inversión europea a la región

podría ser facilitada por un giro de la región hacia políticas activas en el frente

productivo, que representaría un cambio de políticas de mera liberalización de la

inversión extranjera hacia una visión más estratégica de la asociación con inversionistas

internacionales. Una estrategia de este tipo también representaría un cambio en la

naturaleza de las inversiones europeas e, igualmente, un giro hacia una asociación mucho

más estratégica de dichas empresas con los países latinoamericanos.

Referencias

Amann, Edumund y Ziga Vodusek (2002), “Sinopsis: tendencias y principales hallazgos”, en Vodusek (ed.) (2002), capítulo 1.

Bértola, Luis y José Antonio Ocampo (2010), Desarrollo, vaivenes y desigualdad: Una historia económica de América Latina desde la Independencia, Madrid: SEGIB.

Calderón, Álvaro (1999), “Inversiones españolas en América Latina: ¿una estrategia agresiva o defensiva?, Economía Exterior, No. 9, Madrid.

Campodónico, Humberto (2011), “An Energy Panorama of Latin America”, en José Antonio Ocampo y Jaime Ros (eds.), Handbook of Latin American Economics, capítulo 25, Nueva York: Oxford University Press, en prensa.

Casilda, Ramón (2008), La gran apuesta: globalización y multinacionales españolas en América Latina, Madrid: Granica.

CEPAL (2001) Una década de luces y sombras: América Latina y el Caribe en los años noventa, Bogotá: CEPAL/Alfaomega.

32

CEPAL (2002), La inversión extranjera directa en América Latina y el Caribe 2001, Santiago: CEPAL, mayo.

CEPAL (2007), La inversión extranjera directa en América Latina y el Caribe 2006, Santiago: CEPAL, mayo.

CEPAL (2009), La inversión extranjera directa en América Latina y el Caribe 2008, Santiago: CEPAL, julio.

CEPAL (2010), La inversión extranjera directa en América Latina y el Caribe 2009, Santiago: CEPAL, junio.

Chislett, William (2010), “Spain’s Multinationals: Building on Their Success”, Real Instituto Elcano, Working Paper 29/2010.

Dunning, John H. (2002), “La inversión extranjera directa europea en América Latina”, en Vodusek (ed.) (2002), capítulo 3.

Dunning, John H. y Sarianna M. Lundan (2008), Multinational Enterprises and the Global Economy, segunda edición, Cheltenham: Edward Elgar.

Eurostat (2008), European Foreign Direct Investment Yearbook 2008, Luxemburgo: Oficina de Publicaciones de la Comisión Europea.

Ferraz, João Carlos, Michael Mortimore y Marcia Tavares (2011), “Foreign Direct Investment in Latin America”, en José Antonio Ocampo y Jaime Ros (eds.), Handbook of Latin American Economics, capítulo 18, Nueva York: Oxford University Press, en prensa.

Ocampo, José Antonio y Juan Martin (comps.) (2004), Globalización y desarrollo: una reflexión desde América Latina y el Caribe, Colección Foro sobre Desarrollo de América Latina, Bogotá, CEPAL/Alfaomega.

Vodusek, Ziga (ed.) (2002), Inversión extranjera directa en América Latina: El papel de los inversores europeos, Washington D.C.: Banco Interamericano de Desarrollo.