el palacio japones - jose mauro vasconcelos
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os Mauro D
Vasconcelos
El palacio japons
Una de las ms belnarraciones de este gran au
brasileo. Desarrollada en
medio extico y mgico, la acc
traslada al lector a un mundo
mbolos, repleto de imgenes y
una hondura extraordinaria. P
no crea por eso que Vasconceierde en este libro suyo el conta
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con la realidad.
l mundo actual se halla prese
tambin en estas pginas, con to
u intensidad y su problemt
manifiesta o latente, en atract
claroscuro.
Una obra adecuada para todo t
de lectores, nios y adultos.
Jos Mauro de Vasconce
(19201984) mestizo de indiaportugus naci en Bangu, Ro Janeiro. Como autodidacta, ejer
diferentes oficios: fue entrenadorboxeadores, trabajador en haciendpescador y maestro en una escuela
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pescadores, hasta que lo animdeseo de viajar, de conocer su painterpretarlo. Convivi con indios, de quienes aprendi history tradiciones y acumul experiencTena a su favor una excele
memoria, una rica fantasa, habilipara sacar lo ms interesante de ctema y un intenso deseo de transm
de contar, que es el elemeprimordial de los escritores. principio, fue un cuentista oral:
mmica y variadas entonacioninventaba y animaba sus cuenCuando empez a darles for
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escrita, sus cuentos y noveregistraron su profundo espritu observacin y esa cualidad sutil establece un fecundo dilogo conlector.En 1968 encabez la lista de be
sellers con Mi planta de naranlima, donde relata la historia denio que descubre el dolor y se h
adulto precozmente. Vasconcelos sabido encontrar el camino conduce al lector, pues ll
directamente al corazn con todacarga emotiva mucho ms queintelecto; sus libros son mensajes
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un espritu a otro.Sus personajes viven, se muevedesenvuelven con naturalidad enpaisaje lujuriante y constacambiante, pleno de colores, ruidoolores; y todos ellos se identifica
integran en un mismo valor: hombre.Prlogo
Jos Mauro de Vasconceublic en 1970 este libro,
alacio japons. Por lo riesgoso
tema altamente fantstico, inasien tiempos y mtodos de realidad
la extensin de la narracin q
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obligaba a un dilatado juego
imaginacin para mantener en vig
la riqueza del tema y del mens
que se quera hacer llegar con
lector era un verdadero desa
ara un escritor, incluso para u
tan amplia y largame
amiliarizado con el xito.
n la vasta produccin
Vasconcelos encontramos libdedicados al pblico infantil
libros cuyo destinatario es el lec
adulto; ste, el que hoy ofrecemolos argentinos en especial y a
latinoamericanos en particular, e
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destinado a ambos pblicos:
infantil y el adulto. En esta ocasi
el autor no ofrece el aspecto
literariamente hablando de qu
oza, se divierte y se emociona
us ancdotas y sus criaturas;
arece, en cambio, que ac
eriamente preocupado, y quizs
oco sorprendido del punto al q
lo han llevado su priminspiracin y sus disquisiciones.
un Vasconcelos al que el tema
le escap de las manoafortunadamente. Y los lecto
vern en seguida por qu digo es
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abl al comienzo de
temadesafo ; el autor lo ace
, puesto ya en el trabajo
realizacin insisto en que tod
stas son, en definiti
uposiciones, la envergadura
asunto, la dimensin que
cobrando a medida que avanzaba
el trabajo al ir convirtindolo
algo ms que una historia,eguramente la impresin de q
estaba haciendo un libro dentro
otro libro, deben de haberle hecconcebir la impresin, a mi jui
certera, de que el trabajo
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distanciaba del primer intento.
decir, la realizacin amplia
nutra y modificaba la idea inic
s veo yo El palacio japon
como un desdoblamiento del te
rimero, que tenda a ser la base
un relato, el cuento de la avent
de un adulto y... Precisamente
ventura! Paulatinamente, el lib
e va trasformando, se convierteuna fantasa, en una leyenda, en u
leccin moral, en un cdigo de vi
n sus pginas se debaten, con rlenguaje, con enorme poesa,
indiscutible magia una pala
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que tantas veces hay que asociar
nombre de este autor, tem
rofundos y conmovedores des
una posicin humana y sensit
que nada tiene que ver con
intelectualismo. Y, sin embargo,
obra artstica se concreta! Na
aparece duramente planeado
rigurosamente planificado en el
encontramos un gil ritnarrativo, la apare
improvisacin es apenas fingida
iempre hay un alarde de maduliterario y de seguridad de est
todo est concebido en la forma m
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ura y real. Inclusive cuando
entra en el terreno de lo fantsti
alejndose prudentemente de
autotorturas a las que se oblig
los escritores inseguros cuan
tratan temas de tal riqueza
complejidad. Aqu, la inflexi
oltica narrativa de Vasconcelos
repara de antemano para un lib
as, pleno de encanto, sabiamerofundo e inquietante, y
resultado es ste que los lecto
tienen ahora en sus manrepresentante fiel del ra
equilibrio de intencin, accin
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inspiracin que sustenta la obra
creador de Zez.
Tenemos derecho a imaginar q
recedi a esta historia segn
mejor tradicin humanstica
aconseja, que hinca
uertemente los dientes en
aspectos filosficos, morales
mgicos una metd
investigacin de antecedentes enliteratura del caso? De haber s
el autor un escritor inclinado a
interpretacin materialista, cohoy es frecuente, dira que no. P
tratndose de quien es, un ideal
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un humanista, me atrevo a de
que s...
Sobre todo si centramos nues
anlisis en la exposicin de clsi
elementos de interpretacin de u
religin natural, que l tiene:
elicidad y la paz del hombre.
Y a algo ms me atrevo: a admi
la austeridad y el espr
ahorrativode elementos artificiales,
recursos tcnicos, por supues
que han presidido esta realizacliteraria a la que desde ya se
uede ofrecer el adjetivo
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lograda. Esto le garantiza, tamb
en la Argentina, como ya sucedi
en el Brasil y en los pases en
que fuera traducida, un lug
destacado en las no siemp
acertadas listas de best selle
Toda la exposicin de
inquietudes humanas que este li
documenta habla de un determina
desarrollo de ideas y teorasinsinuadas apenas, que se pon
en marcha para explicar lo que
busca dar como mensaje, necesidad del hombre de libera
de l mismo a travs del ensueo
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enerosidad y la fe. Un viejo idea
travs de los siglos, que trasunta
ondo trgico, y que de ha
conseguido su concretizacin n
hubiera evitado la repeticin
hechos que hicieron desgraciada
historia de la humanidad.
ilsofo muy importante
comienzos del siglo deca que
hombre se disminuye a s miscuando se deja dominar por
espritu de pequeez, rebajamie
mezquindad, sin advertir que ello rebaja y hace ms pequea
estatura humana; algo as d
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regir el pensamiento y
inspiracin del autor de Rosin
mi canoa, Las confesiones de f
Calabaza y tantos otros libros q
encantaron, conmovier
alegraron e hicieron pensar a
cientos de miles de lecto
desparramados por todo el mund
so posibilita, a mi juicio, u
narrativa de perfiles propios, apara todas las sensibilidades
todas las culturas, en la que camp
un dominante sentido de altruiscomo finalidad, y de impacien
or ser til al hombre
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hermano como motor.
Y esto posibilita, tambin, que
lectores ms distintos y ubicados
las regiones ms diferen
coincidan en la aceptacin de e
escritor, y que acaben por coloca
entre sus autores favorit
Bastar para explicar esto la va
referencia a un no menos va
poder de comunicacin Vasconcelos? O deberem
detenernos en el hecho de que
refiere cosas que todos deseamdecir y escuchar? Su xito no s
el de nosotros mismos que, por
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menos!, comenzamos por saber
es lo que queremos, qu lo q
rechazamos, qu aquello por lo q
optamos? No aplaudiremos en
novelista y cuentista brasileo
traductor de nuestras ideas?
enmeno no es raro ni infrecue
en la literatura contemporn
tiene que ver con la necesidad
hombre de ponerse en claro;nuestro escritor, que sabe leer
las entrelneas del inters y
curiosidad de sus lectores, saalir al encuentro de la inquietu
la ansiedad de los otros hombres
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Cules son sus herramientas
comunicacin? Muchas, pero c
que la indispensable para inten
un anlisis y una total comprens
de hombre y obra es la extend
actitud de comprensin y simpat
a partir de all, dejando jug
libremente las emociones,
concreta la comunicacin q
trasforma a autor y lector amigos, en socios de la maravill
aventura de la vida.
Y cmo no va a ser comprendicmo no va a resultar victorioso
u tarea, si esa comunicacin
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intenta con el ms delicado sec
de la humanidad: los nios!
encuentro de gra
reocupaciones, al camino
oluciones o de intentos, se pued
conducidos de la mano por
antasa, por la poesa, por
encantamiento, por el misterio, p
la fe y por la filosofa. De to
estos elementos, con excepcin ltimo mencionado, se ha val
iempre Vasconcelos, obtenien
como resultado libros moralmeimportantes, literariame
valederos. En El palacio japo
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agrega ese ltimo eleme
ealado; por supuesto que
orma suave, dosificada, mucho m
insinuado que producido. Y es eso
que hace de este libro a
totalmente indito en su producci
s muy difcil para un escritor
obra tan extensa, con cerca de
ttulos publicados, innov
mostrarse distinto, incorporar conuevas, o producir hechos o efec
novedosos; Vasconcelos consig
hacerlo. Y en eso me recuerdaran escritor compatriota, u
uerte de maestro de literatura y
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emociones, que es Jorge Ama
capaz de ser siempre diferente,
incursionar con igual soltura en
antstico, lo costumbrista,
ertico, lo social o lo potico. En
caso del escritor que nuevame
hoy presentamos al pbl
hispanoparlante desde Bue
ires, ciudad de su lanzamiento
lengua castellana, l no correriesgo de agotar al pblico,
repetirse; a lo sumo, se ratifica
algunas constantes de su estilo ytemtica ya ampliame
ealadas en esta y ot
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ocasiones, pero sabe encont
iempre el ngulo, la manera,
tono, el calor y el color preci
ara diversificarse en alg
aspecto.
Vasconcelos, Jos Mauro, siemp
el mismo en esencia... siemp
indito en alguno de sus campos
investigacin humana y literaria
veces, un sensual enamorado devida; en ocasiones, un asct
rofeta de verdades; en otras,
consciente transmisor de la misdivina del hombre; muchas ms,
creador felizmente! de hroes
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malicia: y en todos los casos, qu
mejor expresa en este difcil gn
que l cultiva la conviccin de q
el mundo solamente podr salva
llegar a ser mejor cuando
hombre renuncie a los egosmos y
deje conducir de la mano por
duendecito mgico que jam
debiera abandonarlo, el nio, y q
como el sapito amigo que vivaZez durante sus aventuras
Vamos a calentar el sol, en
esperado retorno del hroe de lanta de naranjalima maneje
emociones, nutra sus ideas, lim
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us intenciones y gue su existenc
Y ahora que pienso, hable recin
difcil gnero que l cultiva, y
me ocurre pensar que ya, a e
altura de su produccin, tod
estamos cayendo en el error.
comienzo lo ubicamos entre
escritores que militan en el gn
de literatura infantil; un par
ttulos nos llev a situarlo entre novelistas para el pblico adu
Creo que ha llegado el momento
encontrarle otra ubicacin, aunqara ello, y por inexistencia ha
el momento, tengamos tambin
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inventarle un nombre. Algo
como... infadul (infantoadulto)
Suena lindo, verdad, aunq
arezca disparatado? Por infadu
el nombre que se les ocurra o m
les guste a los lector
reconoceramos una especializac
literaria, dirigida a los nios, p
capaz de ser comprendida por
adultos.S... as como queda dic
contrariamente a lo q
eneralmente se piensa, que esnio el que debe dar examen
madurez espiritual, psquica
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intelectual, ascendiendo a
comprensin del mundo del adu
o creo que es ste quien deb
rendir ese examen intentan
comprender el mundo infan
Cuando lo consiga, cuando
capaz de comprenderlo,
conmoverse y gustarlo, entonces
estar maduro! Maduro para
vida, para lo mejor que ella puofrecerle, para lo mejor que
ueda ofrecerse a s mismo.
ntonces, con el nuevo gnero, clos libros de Jos Mauro
Vasconcelos y de quienes pa
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ortuna de ellos, tanto como p
los lectoreslo continen, se est
trabajando sanamente, y
eficiencia, por ese mundo mejor q
todos preconizamos, que tod
mencionamos, y del que no siemp
nos preocupamos tanto co
debiramos. El entendimiento
hombre y del nio constituye, y
esto soy solidaria con mi amigoVasconcelos!, una de las m
importantes y quiz de las ltim
osibilidades que le restan a humanidad para salvarse
erfeccionarse. Bienvenid
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entonces, estos libros hermos
lenos de contenidos human
millonarios en belleza y en emoci
que desde las manos de un n
llegan a las manos y a la curiosid
del adulto para ensearle el cam
que no debe abandonar: el
amor, como conjuncin de paz, de
de comprensin. Vasconcel
quiz sin saberlo, se convierte maestro; ensea sin decirlo; orie
in proponrselo; gua
imponerse. Y cuando un da escriba la historia de este mome
literario del continente, es
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egura que uno de los escritores
que los aplausos lleguen
intermitencias ni silencios s
Vasconcelos. Y saben por qu
orque las palmas que los dibuj
en el aire, que los hagan entrar
nuestros odos y que nos digan
verdad sern las de todos los ni
que lo leyeron, que aprendieron
er sus amigos, y con l comenzael aprendizaje de la vida desde
ms hermoso de sus caminos: el
la emocin y los sueos.Haydee M. Jofre Barroso
Para mis sobrinos:
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Brasinha da Nilce do Hlio de PoAlegre Cac do Andr de CampiCelsinho do Nelson Daniel Jacques Dorivalzinho do DoHuguinho do Clemente Jo)o Pa(querid)o) do Thomaz Lico y Tot
Gut Marcelo e Srgio do HorMrcio do seu Artur (Francisco)Jundia Marco Ant4nio do Ireno
Ubatuba Maurcio do Dr. BioMotta Pedrinho, Jo)ozinho Arnaldinho do Arnaldo Ricardo
Marcello Paulo do Moyss WaiTarcizinho do Dr. Tarczio de NatY para los nios grandes:
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Dcio Digoli Jamil Francisco AlZabeu Oswaldo Boucas Jos HigMarcos Flvio Armando JRobertoyJlio
y paraElvira Barcelos Sobral (MadrVivi)
...cuando en su vida aparezcaPalacio Japons toque su flauta dalegra con modulaciones
ternura.Sabidura al sabor oriental
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Primera Parte La flor
la vida
1
Si haba lluvia, l se enco
ms en su tristeza y no tena desde hacer nada. Hasta pareca quepereza se pegaba en la punta de c
dedo de su monotona, y la hamacred del alma se armaba en ganchos de la indiferencia. quedaba horas y horas con el rosdetrs de los nicos vidrios denica ventana de su modesto cua
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El rostro pegado contra el vidviendo derretirse la lluvia en gosobre las hojas del jardn maltrataEn su pequea contemplacin, pareca lindo que en la misma tienacieran dos rboles diferentes.
que sus flores vecinas fuesen diversas en su forma y en colorido. Si el da se po
ceniciento, feo y fro, sala de la ccon las manos en los bolsillevantado el cuello del sobreto
como escondiendo el rostro flaLos cabellos lisos y rubcenicientos le caan sobre la fre
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encuadrando sus trazos finos, ojos casi azulados. Andaba voluntad de nada. Caminaba alargo de las calles, metase en mede la multitud confundindose connada, para tambin ser nada.
Si tena dinero, coma mejor. Si tepoco dinero, se alimentaba conpocillo de caf y dos panes
manteca, por ser ms econmicodejaba el estmago vaco hasta se encontrara con algn conoci
una persona amiga que le ofrecidinero prestado. Eso sin pediPorque el no pedirlo era una garan
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ms de que no necesitaba pagar.pago del cuarto de la pensinveces, se atrasaba un poco. Pcuando consegua un buen negoadelantaba varios meses. propietaria senta pena por l,
pareca un gusano de seda que molestaba nada, y sonrea de umanera como solo los ngeles deb
de sonrer.En el atelier, la suerte lo protems. Porque el viejo portugus,
Matas, vaticinaba que, das mdas menos, l sera un gran artistsus cuadros valdran mucho.
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Por eso no le molestaba recibirdibujo, un cuadro, en pago alquiler, bastante modesto.
Da ms, da menos!...En pago del consuelo reciba misma sonrisa que llenaba de luz
rostro.Pero hoy el da era lindo. El mesabril haba aparecido con
equilibrio encantador. Dueo de toel azul del cielo, trayendo el primbeso del fro. Trayendo hasta
poco de nimo al corazn. As, Daban ganas de ir al ateliertrabajar un poco, silbando u
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cancin cualquiera que quedrepetida horas y horas, en distraccin. Se acababa de vestiintentaba colocar el cabello enlugar, peinndose. Antes de llegala calle, se le deslizara sobre
frente, encontrando que aqul eralugar.Abri la puerta del cuarto y deci
salir. Antes de cerrar la puerta tuel cuidado de mirar si ellosseguan. Sus fantasmas de la infan
Cuando dejaba pasar el trencito ycanota, entonces, s. Caminaba la calle, cruzaba las seales
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cautela para que nada sucediera a fantasmitas imaginarios, que seguan abrigndose en la sombrasu ternura.Pedro era as. As mismo.2
En verdad, lo que mapreciaba en una ciudad como Pablo era penetrar en la plaza de
Repblica.Mirar demoradamente el lago mesucio, medio abandonado. Los pe
rojos que nadaban tan libres. Lirers, que se rascaban las plumy metan la cabeza entre las a
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encerando despus pacientementecoloridas plumitas, una a una.Levantar la vista hacia los rboledesear ser una ardilla para pocolocarse bien junto a los palomoconversar con ellos. Qu hermo
cuando los hombres y los niarrojaban miga de pan o granospipocas!
Sin embargo, qu poda haber mlindo en la plaza que los niugando en el parque? Todos el
vestidos de infancia. Con gritos pjaros sin jaula. jugando a la pelcorriendo. Cierto es que ninguno
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ellos traa una canoa o un trenccomo los que l posea. De sacaba coraje para dirigirse atelier.Hoy tratara de demorarse mporque el mes de abril, como se
dicho, tena el cielo ms azul, y harozado los rebaos de carneriblancos de las nubes, para azula
ms. El sol vena tan suave, con patas doradas, a iluminar el cspeBusc un banco vaco, se sen
resguard con cuidado sus jugueen la sombra, para que nadie pisara, y cerr los ojos levantando
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rostro para sentir mejor el sol.Alguien, muy suavemente, se sentla punta del banco. Pero ni se cuenta porque el banco era de todlo mismo que el sol. Cuando sintirostro confortado volvi a u
posicin ms llana y mir a quienhaba sentado en su banco.A su lado, un anciano de cabel
blancos y rostro muy sereno, sonrea. Correspondi a su sonrde simpata. Pens que ese ros
dara un bello dibujo. Porque el brillaba ms en sus cabellos bblancos y creaba ms luz en los o
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cansados.Le gusta mucho venir aqu, no?Siempre que el tiempo est lin
vengo. En una ciudad como Pablo existen pocos lugares bellos como esta plaza.
Todos los das lo veo contemplas palomas.
Es verdad.
Despus, usted se inclina sobreaguas del lago, para mirar los perojos.
Exacto.Despus busca este rincn, pcontemplar mejor a los nios.
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Cmo descubri todo eso?Porque yo tambin vengo siem
que el da es lindo.Sin querer mir los pies del anciy not que sus zapatos eran difereny, subiendo la mirada, repar en q
su traje difera del de todo el munVesta una ropa japonesa negraadornada con dibujos en rojo
amarillo. Qu raro que naobservara a una figura as! Alguveces haba visto japoneses vesti
con sus trajes tpicos, all porbarrio japons, y hasta por avenida de la Libertad... Obse
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mejor el bello rostro del anciandescubri que sus ojos ahora ems mongoles.
A usted le gustan mucho nios?
Es la cosa ms linda de la vida.
Pero le gustan? Jura realmente le gustan?
No necesito jurarlo. Porque den
de mi corazn sta es la verdad.miraron largamente. El ancisuspir:
Ah! Si realmente eso fueraverdad...Guardaron silencio y fue Pedro qu
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lo interrumpi.Antiguamente, dibujar y pin
nios era lo que ms me gusthacer.
Y ahora?Ahora, no s. No hago nada
salga bien. Y tengo poca voluntaYa no cree en su arte?En este momento, no:
Por qu?Estoy desanimado. El tiempo
pasa... El desinters... El peso de
manos, sin voluntad de realizar naA veces paso semanas sin cerrar dedos en torno a un lpiz o un pinc
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No cree en los motivos, eninspiracin?
En verdad, ni en m mismo creoParece que no deseara nada ms. Qhubiera llegado al punto mximo realizar nada, a no ser...
Qu?Haber alcanzado el lmite de
mediocridad... Solamente eso. Tu
deseos de fumar y se palp bolsillos vacos. El anciano sonriretir de un misterioso bolsillo de
bata un paquete de cigarrillos. Quiere probar uno de stos?Analiz el extrao cigarrillo nu
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visto antes.Puede fumar sin miedo.
tambin fumar uno.Encendi el suyo y, despus, cigarrillo de Pedro.El gusto del humo entr
suavemente en los pulmones y pormomento sinti una paz enorme encorazn.
Cerr los ojos y cuando los abpareca que el cielo se haba tornms azul y que el verde de
rboles trasparentara los brillos sol. Son buenos estos cigarrilloDan paz y calma. Traducen
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poco de la sabidura milenaria Oriente. Uno tiene la impresin que un rbol es algo ms que rbol.El cielo tiene ms significado quesimple azul. Y la vida significa m
que todo su desnimo avasalladorPedro no respondi y volvi a cerlos ojos. Era imposible que na
notara la figura del anciano japonA l mismo, que frecuentaba el lucontinuamente. Pero no le impo
aquello, porque, quiz como fruto bienestar causado por el cigarritodo pareca integrado en la m
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tranquila realidad.El anciano volvi a hablar, pPedro permaneca con los ocerrados. Tambin yo quimucho a esta plaza de la RepblSus palomas, sus rboles, los vie
pltanos que mueren da a da, criaturas. Y, sobre todo, el Palaapons.
Entonces, Pedro sali de impasibilidad y abri con asomlos ojos. Qu dijo usted?
Eso mismo que acaba de or.Usted habl de un palacio japonsi no me engao.
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Exactamente.Seguramente querr referirse
quiosco chino en el que se realilas retretas.Nada de eso, hijo. El Palaapons es una maravilla. No
nada en esta plaza que le llegue nla altura de los pies.Mir al japons con cie
desconfianza. Seguramente no estbien de la cabeza. Dnde pudo un palacio as, en plena plaza de
Repblica?Haba frecuentado mucho el lugsin or hablar jams de semeja
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cosa.Tartamude al preguntar, porqsenta mucho respeto por los mviejos.
Usted dice que ese palacio quaqu mismo, en la plaza de
Repblica?Extendi la mano y seal el lugar
All. Pero no todas las perso
pueden verlo.Y yo?Usted dijo que le gustaban
nios; no es verdad?As es.Si quiere puede verlo ah
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mismo.Alguna fuerza lo atraa hacia aqmisterio. Sin controlarse, tom manos del anciano japons implor:
Por favor, djeme ver el Pala
apons! Guardar el mayor secrNunca se lo mostrar a nadie.El anciano ri.
Aunque quisiera mostrarlo... Ntodo el mundo se le otorga maravilla de ver todas
maravillas.Lo mir largamente a los ojoscrey en su sinceridad.
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Le tom la mano izquierda y camcomo si midiera los pasos. En momento dado, le pidi que cerrlos ojos y solt su mano. Oy un lruido de palmas.
Muy bien. Ahora puede abrir
ojos.Frente a l apareci un camino jamvisto, con grandes ramas que cas
entrelazaban. Una faja de indicaba un pequeo sendero. Nunca vi antes nada de esto.
Sin embargo, siempre existi.Vamos.El camino se fue cerrando cada
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ms, como si la noche hubidescendido sobre la TieSolamente la faja de luz serva gua. A poco, la vegetacin comena ralear y nuevamente el sol seal de su presencia. Hasta que to
desemboc en un campo enormCasi amedrentado, se detuvo.
Ah est! El Palacio japons,
solo algunos privilegiados puever. Es todo suyo.No podra describir, en un sim
anlisis, la belleza que se delineante su emocin.Vio las grandes rejas circundan
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del Palacio. Y, sobre los murlanzas puntiagudas que amenazaal cielo. Un gran portn de hierroencontraba cerrado, como pasegurar su belleza. El resto le difcil de analizar. Haba visto a
semejante a aquello en el cine. Oreproducciones. Pareca un enortemplo clavado en los siglos. El g
techo terminaba en puntas largas tambin se dirigan hacia lo alto.Palacio se divida en dos partes.
el piso de arriba, las paredes eranun rojo nacarado, y en el inferior,un blanco tan blanco que hasta ha
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doler los ojos. Ninguna pueninguna ventana. Si existan estatotalmente abiertas.Pedro, inmvil, lo miraba todo.Y no haba guardias en el gportn, ni en la inmensa terraza.
siquiera al pie de la escalinata mrmol que pareca rodear todoconjunto.
El japons le adivin pensamientos.
Sus guardianes son el pro
misterio.Aun as, los ojos de Pedro hallaban presos de la fascinacin
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tal maravilla.No le dije que era la cosa m
hermosa de la plaza de la RepbliEn efecto. Tan lindo como
sueo. Desgraciadamente, despertarme va a desaparecer t
esa belleza.Nunca ms. Mientras haya
xtasis puro en las cosas bel
ams esas cosas desaparecern.Y ahora?Ahora, nada. Debo irme.
Palacio japons es suyo.Por qu no viene conmigo? Tencierto miedo... El anciano sonri.
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No hay motivo. Ya sabe que l ahes suyo.
Debo aproximarme?...Mientras usted se aproxima,
dir mi adis.Por favor...
Mi misin est cumplida. Usfue buscado en el momento oportuTodo en la vida viene en la hora
que debe venir.Y si necesito volver?Sabr el camino de ir y ve
cuantas veces quiera. Aproveche,todo cuanto puedo decirle, cmomento que pase aqu. Ande co
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si caminara sobre terciopelo, porla ternura es demasiado duAdis. Sin volverse, oy los paque se alejaban, y en el corazn,un lapso de tristeza, sinti ms ancerteza de que nunca ms volver
ver al anciano japons de rostro dulce y bello.Y comenz a caminar,
suavemente como le haba srecomendado.3
Junto a las verjas pudo obsermejor. Grandes tigres de broresguardaban la entrada principal.
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pequeo lago, muy azul, surbordado por piedras blancredondeadas. Un puente, tendsobre el lago, una ambos lados ardn. Plantas extraas y finas
balanceaban al viento. Y durazne
y manzanos mostraban aqu y all flores perfumadas.
Unas blancas, otras rosadas.
Estaba encantado observndolo tocuando oy el grito de una criaturasta, bajando casi corriendo por
escalinata, cruz el puente, mienuna voz de hombre llamaba en tobien alto.
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Tetsuo! ... Tetsuo! ... cuidami Prncipe!Pero el nio no obedeca. Corriencasi sofocado, se acerc a Pedrtom dbilmente sus manos.
Viniste... Yo saba que vendras
Vio que los ojos de la criaturaencontraban llenos de lgrimas. Yvoz le suplicaba, al mismo tiem
que respiraba agitadamente intentaba prender sus manos con mfuerza, por entre las rejas.
favor, qudate. No te vayas.S que no te irs, no es cierto?Sonri al rostro angustiado
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pequeo travieso.No, hijo mo. No me
felizmente.Se puso a mirarlo. Lo que fascinaba era el rostro blancotrasparente, plidamente lumino
Los labios tambin aparecan casicolor.Los ojos brillaban con una luz feb
Su piel era tan blanca, dondequique se mirara, que pareca porcelana traslcida. Tambin
manos tenan la misma fragilidad rostro.Estaba vestido al estilo japons y
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cabello, muy negro, reverberabasol ya fuerte.Un anciano, tambin vestido amoda japonesa, se aproxim a dos y sonri.
Tetsuo, mi Prncipe, no pue
correr as. Sabes que no debes. Tiito, no lo dejes ir. No lo dejPromtemelo.
El anciano acarici los cabellos nio.
Te lo prometer... si tambin
haces una promesa: salir de ese soir a sentarte en la terraza.Pero el nio no pareca querer so
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las manos de Pedro.Este sol, tan fuerte, te tra
cansancio y ms fiebre, Tetsuo. Te quedars?Nuevamente sus ojos humedecieron, con aquella man
tan linda de implorar.Si obedeces al tiito, juro que
quedo.
Y vendrs a jugar conmigo enPalacio?
Ir, s.
l se desvi y camin con calmcruzando el puente, y al llegar amitad mir para comprobar
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Pedro no haba desapareciSolamente entonces subi peldaos de la escalinata y fueperderse en el interior del Palacio
No quiere entrar, Pedro?Se asombr. Cmo haba adivin
su nombre? Y, antes de preguntarla respuesta lleg, concisa.
Nosotros lo esperbamos h
mucho tiempo. Mi nombre Kankuji, el Maestro.Se encamin hacia el portn
aguard la presencia de Pedro. tocar nada, las grandes rejas fueron abriendo.
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Entre, por favor.Siguieron caminando juntos porardn y comenzaron a cruzar
puente. No olvidaba recomendaciones del anciapons que lo guiara hasta a
Pisaba tan suavemente que siquiera senta dnde pona los pie
Es muy importante que usted h
venido.Pero por qu?Con el tiempo lo sabr. Solame
le pregunto si no siente un agradabienestar en el corazn.Como hace mucho no lo senta.
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El resto del trayecto lo hicieronsilencio. Subieron las escalinatasmrmol y en la gran sala, en enorme poltrona que desentonaba la decoracin tpica, estaba hundTetsuo.
No se levant, pero con una sonrde felicidad aguard que aproximaran los dos.
Nuevamente Kankuji, el Maestroadivin los pensamientos. Fnecesario que hiciramos u
decoracin de varios estilos. realidad, hay mucho ms confortlas cosas occidentales. Tenemos
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el Palacio varias dependencias responden al estilo de muchos papor los que viajamos.Kankuji, el Maestro, trajo una spara que se sentara bien cerca Principito.
Pedro, te vas a quedar conmino es cierto?Volvi a impresionarse con
brillantes ojos febriles del nio.Un rato.
No un rato, no. Todo el da.
Sabes?, a la tarde podremos paspor el jardn. Si mi fiebre aumenta, cuando el sol se escon
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tiito deja que yo juegue en el lapasee por el jardn y acaricie flores.Te gustan las flores, Pedro?
Mucho.Entonces, seremos gran
amigos.Pedro sonri y el nio quensimismado.
Aunque yo creo que ya somos mamigos.
S que lo somos!
Un pensamiento atraves el almaPedro. Le pareca conocer Prncipe desde muchos aos atrs
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El nio se incorpor en su asientoTiito, me dejas mostrarle todo
Palacio?Calma, calma, Tetsuo. Necesi
descansar un poco ms. Hoy hecho un esfuerzo muy grande.
Le tom el pulso y lo sinti magitado.
No dije?
Bati palmas para llamar a criado. En tanto ste llegaba, mela mano en el bolsillo de la bat
extrajo un minsculo comprimiRecibi el vaso que le traan en ufuente de plata y coloc el remed
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en tanto aproximaba el agua a labios del nio.
Bebe lentamente, Tetsuo. Ahreclina la cabeza en el silln y cielos ojos. No te muevas durante cinco minutos indicados. Tet
sujet la mano de Pedro y obedemansamente las rdenes recibidasPedro volvi a sonrer.
No tengas miedo, que no voyescapar.Mientras esperaba pase la mir
por la sala, llenndose los ojos debelleza que haba en cada lugLindos tapices de seda borda
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colgados de las paredes, en los qsiempre se destacaban tres coloPrimero, el rojo. A continuacin,negro y el blanco. Extraos dragode loza, perros de caras achataden tonos azulados. Ga
misteriosos, tambin de cermpresentando tonos esfumados. Listo, Tetsuo.
Caray tiito, cmo tard en pasaQu modo de hablar, nio!
Aprendes lo que no debes con mu
rapidez.Reprobaba, s, pero no haba enen su voz.
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Puedo ir ahora, tiito, por favorEst bien. Pero nada de an
rpido ni subir al segundo piso.apareces cansado me obligarsacostarte, lo que ser peor. Nopreocupe, seor. Yo lo cuidar.
Salieron tomados de las manocruzaron la gran sala.
Primero voy a mostrarte mi sala
uegos. Es la primera habitaciHaba un mundo de juguetes, libros, y sobre todo de animalitos
cuerda. Perros que jugaban pelotas sostenidas por las patiGatos que zarandeaban a peque
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ratones entre sus zarpas, foamaestradas que mantenan equilibrio pelotas de cuatro colomonos tocando tambores, elefanque levantaban escaleras... Dque les d cuerda. Te puedes cans
Y sonrieron ampliamente, ante barullo de ese mundo encantado se pona en movimiento al mis
tiempo.Pedro pens en los millares de nipobres que nunca habran visto e
maravillas. Sin embargo, Tetsuosent por un momento y lo mir mucha tristeza.
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A pesar de todo, Pedro, nunca dejaron jugar con una pelota. cambiara todo esto por una peloY lo cambiara todo, hasta la pelsi la tuviera, por poder nadar enlago y jugar con las carpa
Salieron de la sala de juegosreanudaron la caminata.Dos dragones inmensos y caballos
tamao natural adornaban la gsala de armas. Un mundo cuchillos, hojas de varios forma
que Pedro no saba clasificar. Edagas, alfanjes, espadas, hocmachetes y facas de todos
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tamaos.Sentmonos un poco, Tetsuo. E
sala parece muy importanObedeci al pedido de Pedro.
Aqullas son armaduras de samurais, antiguos guerreros
defendan al pueblo contra feudos. Hay armas medievales. quiz la coleccin ms preciosa
Palacio.Cmo sabes todo eso, Tetsuo?Cuando no me siento bien, tiito
trae aqu y se queda leyndomexplicando las leyendas tradicionade mi tierra y de mi gente. Me ens
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la historia por medio de charlas.Y t lo aprendes todo, no?Muchas cosas. Porque el tema
de inters para estudiarlo. Muchasesas armas y armaduras orientaNo todo pertenece anticuarios
China, de todas partes de AAquella coleccin de facas extrafue comprada en Singapur. L
mscaras, en Bali. Los dragones,HongKong. Yo mismo asist varias compras. Has viaj
mucho?Por casi todo el mundo. Mienthaba esperanzas, viajbam
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mucho...Esperanzas, Tetsuo?
Sonri, conformado.S. Esperanzas de que me curara
Visitamos a todos los especialisdel mundo. As es. Los libros de
Ciencias Eternas me clasificacomo uno de los millares de niescogidos para un fin que no pu
explicarte ahora mismo. Un dasabrs.
Qu edad tienes, Tetsuo?
sabidura me confunde.Ocho aos, a pesar de que fragilidad me hace aparentar men
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no?Pero no importa: la verdad es tengo ochenta, ochocientos, qums de ocho mil aos; es decirmisma edad del primer hombfueron importadas de otros pase
Japn. Vinieron de los grandes Peno saba explicarse por qu sentacierto escalofro escuchando
Principito.Sonri a Pedro como slo l sahacerlo.
Y ya no quieres viajar ms?No se trata de querer. No puedoMi misin termina aqu. Escog
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Brasil y esta plaza porque t, Pederes parte de mi misin.Pedro continuaba intrigado, peronada serva preguntar porque el nila mayora de las veces, anticipsus propios pensamientos y
anhelos.Por qu el Brasil, Tetsuo?Por ser diferente, totalme
diferente de nuestro mundo. Y porPero no crees que nuestro pueblEso no existe. El hombre es ig
en todas partes, lo que importa ecorazn. Aqu el corazn del homes ms joven, ms virgen y ms f
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de tratar y de ser comprendido.Por primera vez, de pronto, Perecord que su corazn no era rgano muy equilibrado. Sabra Tetsuo? Pero no se arriesgaba muca preguntarle.
Pedro...Qu, mi Prncipe?Te disgustara si te mostrara
resto del Palacio despus? MaanY si no hubiera maana?Pedro, ests bromeando. Siem
existir la eternidad del da y denoche. Por lo tanto, siempre habrmaana.
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El rostro del nio mostraba indicde cansancio. Sin pedir nada, ablos brazos. Pedro se inclin yalz. Retorn con l, pensando en la recomendacin del viapons: sus pasos pisaban sin se
el corredor que lo llevara hastagran sala.Kankuji, el Maestro, irguindose
quit los anteojos y abandonlectura.
Has visto, travieso? Hic
demasiados esfuerzos.Ayud a Pedro a depositar Prncipe sobre un sof.
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No es eso, tiito. Solo estaba poquito cansado. Hice algo comedia para que Pedro me trajen brazos.
Pero Pedro tampoco es un mozomucha salud.
Seor, l pesa menos que el mleve de todos mis pinceles. Cubrinio con una colcha de seda, desp
de quitarle sus zapatos de pao.Quieres or un poco de ms
Tetsuo?
Si Pedro no se opone.Pedro imagin que escuchara araro, pero Kankuji, el Maestro,
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sonri.No se impresione. A l le gu
todo. Aprecia mucho a AlbinoMozart, Haydn, Bach, VivaHaendel...
Por favor, tiito, Beethoven
Wagner no. Son muy turbulentPedro solt una gran carcajada.Kankuji, el Maestro, sali y vol
con un poco de agua. Mientras tanla msica no fue nada de lo hablasino que sonaron suavemente
Variaciones sinfnicas, de CFrank.Vamos a tomar esta otra pldora
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descansar quince minutos, y a penen el almuerzo.Recordando algo, el Maespregunt:
Usted se queda para el almuerverdad?
Quera negarse a la invitacin, plos ojos del Principito implorabantal manera que no pudo dejar
aceptarla.4
Era una mesa comn aun
muy grande. El Prncipe se haubicado en la cabecera, precostado en grandes almohado
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bordados. Vamos a ver, Tetsuo,por lo menos hoy comes bien.Pedro, desanimado, mir su lugar.Nunca haba probado y jamacertara a comer con aquepalitos. Pero Kankuji, el Maes
bati palmas y apareci un criaTraiga cubiertos para el se
Wang Lun.
Dnde haba odo o ledo aqnombre? Quizs en una pelcula, pel nombre era bastante conocido p
Pedro.Mientras Kankuji serva, Principito coment:
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Puede haber sido tanto en upelcula como en una novela. Espersonaje principal de La butierra.Ahora recordaba. Pero lo mextrao de todo era que Wang L
fuese el personaje de un libro chinescrito sobre China.
l es chino, en realidad. Cualqu
persona, de cualquier pas, putrabajar en el Palacio japons.Basta con quererlo.
Cambi de conversacin y se refal men.Para nosotros, esto es, para
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pedir carne de cerdo al guoriental, con miel. Es ms digestime parece. Para usted mandpreparar carne asada con hermopapas rojizas. Prefiere otra coCmo preferir? Recordaba que,
la vspera, ni siquiera haalmorzado, y que el hambre sola su mejor men. Movi la cabe
mostrndose satisfecho.Usted necesita alimentarse bien
Est bastante delgado.
Comieron en silencio. Y si por aclevantaba la cabeza en direccinTetsuo, vea que tambin el to
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observaba satisfecho, porque el nestaba almorzando bien.Terminada la comida, aparenuevamente Wang Lun.
Debemos llevar al Prncipe a aposentos.
Tetsuo sugiri rpidamente:Me podra llevar Pedro.
No, Tetsuo, Pedro no es tan fue
como para llevarte al segundo pWang Lun est ms acostumbrado.
Pero podra acompaarnos, por
menos. Nos dejas, tiito? Concondicin de no demorarse.La hora de reposo es sagrada para
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En el cuarto, Tetsuo fue acostadoun gran lecho blando y mconfortable. Le quitaron nuevamelos zapatos y lo introdujeron bajocolchas perfumadas.Wang Lun cerr las cortinas, y u
sombra protectora pobl el cuaNo te irs, Pedro. Promet
quedarte para pasear cuando el
fuera ms dbil.Si duermes bien quietecito est
contigo hasta el atardecer.
quera decirte algo ms.Dmelo.Acrcate a m.
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Se inclin sobre la cama y sinti su cuello era ceido por dos brazTetsuo peg su rostro contra el Pedro, an sin afeitar. Era esolamente.Por un momento, Pedro sinti
conmocin en la costra de su gabandono. Poco falt para que emocin se tradujera en lgrimas
saba su secreto. En su alma exisiempre el abrazo de la soledad.su corazn, el cario del desalien
y en sus mejillas, apenas, a vecesleve caricia de un viento annimerrabundo.
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Se alej poco a poco y cubri brazos que se acomodalentamente en el lecho.
Duerme en paz, mi dulce y querPrncipe.Sali acompaado de Kankuji,
Maestro. Esta vez tena la absolcerteza de que se senta camisobre la ternura.
Vamos hasta la biblioteca. Es lugar bastante tranquilo y acogedAll podremos conversar de cie
asunto que me interesa mucho. Uvez acomodados, esperaron llegada de Wang Lun. Hab
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escogido, en vez de caf o sakuna simple taza de t.
Le estoy muy agradecido por havenido.Pedro sonri.
En realidad, ni s por qu vine.
El destino se encargar de respuestas.
La verdad es que tambin es
muy contento por haber veniKankuji entreabri una caja de lacle ofreci cigarrillos.
No debera fumar. El mdico prohibi dos cosas: el cigarrillo yalcohol. Las veces que fumo, casi
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puedo respirar por las noches. paso recostado en la cabecera deama, intentando obligar al aire a penetre en mi pecho.
Lo s. Pero stos puede fumarporque no le ocasionarn ningn m
Mir largamente el fino rostro Pedro.
Usted debe ayudarme. Hace mu
tiempo que el Prncipe no se interpor nada ni por nadie. Me sorprencmo reaccion l ante su presenc
Usted podra venir todos los dasel mayor nmero de veces quefuera posible.
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Trag la emocin.Necesitamos darle el mximo
ternura, o mejor dicho, el mximola relativa felicidad para quien tisus das contados.Entonces, era eso? De ah el extr
color de la criatura y sus mansiempre ardiendo de fiebre.
Padece una dolencia incurable.
Una especie de enfermedad azque puede llevrselo de un momea otro.
Las garras de la amargura penetralos pliegues de la tristeza de PedNo poda decir nada. Pero sent
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terriblemente conmovido. Morir oven...No existe edad cuando ella d
venir. Pero mientras est vpretendemos ampliar las pequeramas del rbol de su aleg
Emocionado, implor:Vendr usted?Har lo posible, Maestro.
Pagaremos lo que quiera portrabajo, por su compabienhechora.
No se trataba de eso. De momentohaca nada. La inspiracin hahuido muy lejos, desde largo tiem
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atrs. Sus das se estiraindolentemente, en espera de posible retorno a su trabajo. Vendr sin cobrar nada. Cobqu? Cobrar por un poco de ternque podra recibir?
Pero al mismo tiempo temo usted se encarie mucho con el niNo quiero que al partir Tetsuo d
un vaco mayor an en su soledCallaron, y esta vez Kankuji, Maestro, volvi a llenar de t
taza. No est obligado a venir.Pero vendr. Usted, que leepensamiento de la gente, sabe que
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siento tremendamente ligado NioPrncipe.
Quin sabe si aqu reencontrmotivos para su inspiracin! Palacio ofrece bellezas difcilmeigualadas. Podra traer sus pince
sus telas, sus tintas, en fin, lo quisiera.Una chispa de ensueo cruz
pensamientos. Qu lindo sera poretratar la figura frgil y trasparedel Prncipe! La febril expresin
aquellos ojos sin dolor que ignoraban que la gran sombra aproximaba...
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Kankuji lo encar hondamente y ojos traducan uno a uno sus clapensamientos.
Ahora repose all, en aquel divHaga un poco de siesta portambin su organismo lo necesita.
Descorrer las cortinas y, cuando necesario, Wang Lun vendr despertarlo.
Se levant, y antes de cerrarpuerta de la biblioteca, le dese:Que la paz est en cada minuto de
reposo.5Estaba sentado en la terraz
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aguardaba a la tarde, simplemenYa podemos, tiito?Espera un poco ms, Tets
Todava hay mucho sol.Esto es terrible. Cuando el
desaparezca tendr que ent
porque aparecer el fro de la tardDeja de protestar. Hoy te
portado estupendamente. Com
bien, descansaste bastante, recibido a un gran amigo, y ahpasears por el jardn.
Quedaron en silencio, observandocalma de la vida en los rboles viento. En el lago, que tomaba
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color azulado mucho ms oscuroel verde de las plantas se tornabauna opacidad encantadora. Ahs, hijo mo. Pero antes ven aqu.Tom un pequeo sombrero de py se lo puso al nio.
Tiito, no me gusta cubrir cabeza!
No es agradable, ya lo s. Pero
hace necesario. Adems, tienes rostro muy bonito cuando te poeste sombrero. No le parece, Ped
Tan lindo, que algn da pintarretrato con ese sombrerito. Meprometes?
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Lo juro si quieres.Entonces, vamos, vamos
seguida porque la tarde pasa rpicomo todo lo que es bueno.Antes de bajar por la escalinata oan las recomendaciones de Kank
el Maestro.Ve tranquilo, Tetsuo. Sobre to
no corras, para no excitarte muc
Descendieron contando los peldade la escalinata en voz alta, tomade la mano.
Adnde iremos primero?Primero...Pase la mirada por los jardines
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circundaban el Palacio. tendremos tiempo de visitarlo tode una vez. Por lo tanto, primvamos a cruzar el puente.Caminaron hacia ste y se detuvieen medio de l.
Mira. Todas las carpas conocen. Yo les invento nombextraos. Pedro vio que los peces
haban colocado sobre sus sombreclinadas en el pretil del laComo si evitaran los ltimos ra
de sol, para ver mejor.Aqulla, la mayor, es la reinalas carpas. La bautic Cining
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Aquella ms gorda es Polia. perezosa para nadar y cuando lo hes lentamente, como si economizmovimientos. Ah, Pedro, existemundo tan vivo en este lago! Sisupieras todo...
Lo arrastr de la mano y se acercnuevo a las aguas del lago. Vama alimentarlas. Yo traje miga de p
escondida en el bolsillo. Siemprehago as. Tiito no sabe que metomano en el agua. Sonriendo mir
Pedro.No vas a contarle, no?No, no le contar. Pero
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permitir que te quedes mutiempo haciendo algo que perjudique.Sentronse en una piedra, y pecestodas las formas y todos los colose acercaron al lugar. Qued
fascinado con los peces rojos colas doradas, que revoloteaban una elegancia indescriptible. Pare
que estuvieran conscientes de todagran belleza. Tetsuo sumerga manita, distribuyendo migas mien
ordenaba: Basta, Ciningua. AhoPolia. Vamos, Lundrusa, si demomucho los otros se lo comern tod
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Cambi de mano y continalimentndolos y llamndolos los nombres ms excntricos, pque quedaban bien a cada uno de peces.Se detuvo un poco y mir
desesperacin el rostro de PedGimi bajito:
Pedro, mis manos estn heladas
El agua est muy fra. Pedro, manos me estn doliendo mucho.Ven aqu.
Se arrodill y comenz friccionarlas.Mejoran? No debas estar ta
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tiempo con las manos dentro agua.
Hoy abus un poco. Otras tarsolamente arrojo el pan... Tom manos del nio entre las suyas, pcalentarlas. Qu calientes es
tus manos, Pedro!Y, lleno de sbita ternura, atrajo manos de Pedro hasta su rostro y
acarici con ellas. Despus desviboca y bes las dos manos de Ped
No hagas eso, mi Prncipe.
Por qu?Porque eres un Prncipe y debeser yo quien besara tus manos.
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Pedro! Pedro! No entiendes.No beso tus manos. Beso solamelas manos de la vida. Para m es difcil vivir, y t me esconcediendo la vida! Ciertas coson tan fciles para los otros...! P
para m, especialmente para mms difcil de eso que se llama ves vivir.
Call, emocionado, y solt las made Pedro.Con las palmas de las suyas
limpi las lgrimas que descendpor las mejillas.No hagas eso. Tu tiito pidi que
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te emocionaras.Fue sin querer. Solo un mome
de debilidad. Prometo que no repetir.Los dos se levantaron y volvieroandar.
Adnde iremos ahora?Al jardn de los manzanos y de
durazneros. El olor de las flores
hace bien. Abre las persianas alma.
Tu mano est caliente. Ha
demasiado caliente!As es. No te preocupes.Tomaron por un atajo.
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Olvid mostrarte mis rapredilectas. Son tantas cosas, quesolo da no basta.Caminaron en silencio. Tetsuo ala vista hacia Pedro y sonri. Pedro, me quieres?
S, verdaderamente.Pero mucho en realidad? No
basta que me quieran un poco.
quiero con todo mi corazn.As es mejor. Seras capaz
responder a una pregunta con t
sinceridad?No es mi costumbre menPuedes preguntar.
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Soy un nio horrible, no?No es cierto. Eres el nio m
lindo y ms tierno que conoc hahoy. Verdad es que he conocidomuy poca gente en mi soledad. Gracias, amigo. Era lo que que
saber.Con el atardecer, las flores de durazneros y de los manza
parecan ms hermosas. Era comohubiesen sustituido, en la tierra, anubes del ocaso.
Vamos a sentarnos en el banco.Dentro de poco, tiito har sonartimbre para ir a descansar. Enton
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volver a la noche, porque la noes mucho ms ma que el da. Tenque volver cerca de las velas y cirios.En el banco, Tetsuo reclin la cabsobre el brazo de Pedro,
nuevamente el corazn del homfue invadido por aquella dulzinmensa que no saba explicar.
Los ltimos rayos de sol se recogen el bolso de la noche que tardara en aparecer. Un viento f
bien fro, removi los rboles y allas aguas del lago.Todos se fueron a dormir.
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Pedro sinti el aroma de las floque aumentaba con la brisa. Qlindas flores, Tetsuo!
De qu flores hablas?De todas.
Levant la cabeza y ri de una for
en que hasta entonces nunca hiciera.
Para m existen solo dos flo
importantes, Pedro. Ellas estn mis manos.Present la mano izquierda cerrad
la entreabri delicadamente. la flor blanca de la vida.Levant la otra mano.
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Y sta, la ms linda de las florLa ms oscura, la ms tranquilaflor de la muerte. Sus ptalos esforrados de terciopelo suave y negpara amparar con cario a la florla vida.
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Segunda Parte La ot
flor
1
Carmlio Cruz haba acab
de encontrar a don Matas enemporio, adonde fue a comprartrozo de queso y una pieza de p
Sonri al portugus.Encontrar esta vez a ese loco?A lo mejor. Puede que s, porq
ltimamente l ha estado trabajanmucho. Y solamente de noche. queda escondido toda la noche
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hasta la madrugada. Muchas veceveo salir, ya a la maanita. Esoes nada bueno. O pasa semanas hacer nada, o se mata trabajando.
Ya se lo dije muchas veces. Pusted, que tambin es artista, s
cmo son ustedes. Si no fuediferentes... no seran artistas. Entonces voy corriendo all. A
mejor esta vez tengo ms sueCuando llegaba al corredor, vio al fondo, por debajo de la puerta
aproximndose advirti que ventana dejaba escapar ms luz aO l estaba, o se haba olvidado
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apagar la luz.Abri la puerta y encontr a Peadormecido en el suelo, sobre ucama hecha de diarios.Lo llam, agachndosesacudindolo.
Pero muchacho! sta es mande dormir...?Pedro sentse y se restreg los oj
Senta el cuerpo endurecido, lo le oblig a friccionarse los brazos
No tuve fuerzas para volver
casa. Me acost un poco y ca ensueo.Por dnde diablos has andado?
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Te busqu por todas partes desapareciste como tragado portierra. Por ah no ms.Levantse del todo y se desperezApag la luz.
Espera, que voy a lavarme la c
y vuelvo.No tard mucho en volver.Carmlio estaba sentado en el ban
y miraba, intrigado, los dibujos amigo.
Dnde obtuviste esto?
Tena un boceto en la mano.Son mis ltimos bocetos. Ubsqueda que a veces pienso
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sirve, aunque no estoy convencidoello.
Tienes caf o algo que se bebaSolo agua.Ni un cuchillo?Sirve un viejo cortaplumas?
S. Vamos a comer emparedadde pan con queso. El pan todava ecalentito, crocante.
Acerc otro banco y se acomocerca de Carmlio Cruz.Recibi el emparedado y mast
lentamente. Mientras Carmlio comel suyo, se puso a analizar el rosabatido de Pedro.
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Muchacho, ests cdesapareciendo, de tan flaco. Esquedndote ms fino que un soareo. Debes comer mejor...
Es verdad. Aunque ltimamenteestado almorzando bien en
Palacio.Qu Palacio?El Palacio japons.
Qu novedad es sa?Es all mismo. Ves esa pila
dibujos apoyada en la pared? S
gouaches, acuarelas, tintas chinasestoy pintando tres leos. Sestudios que hago all.
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Mastic nuevamente y Carmlio nque hablaba muy en serio. Cuanterminemos vamos a verlo todo.
Cmo est Elena?Como siempre. Tienes que ven
casa. Quieres almorzar hoy all?
Hoy no. Ya tengo un compromiso.Queda para ms adelante...Se levantaron.
Vamos a ver qu es lo qestuviste haciendo tan escondiComenz a revisar los traba
apoyados en la pared.Los ojos de Carmlio se agrandade admiracin.
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Pero esto es muy hermoso!Todava no estoy muy seguro.Y esos tigres? Qu mana
entr ahora de dibujar solamemotivos japoneses?
Ya te lo dije. Paso el da en
Palacio japons.Ante el asombro del amigo, confirmedio contrariado.
Crees que si no existiera Palacio yo habra podido imagitodas estas cosas?
Has hecho una maravillevolucin. Qu dibujos! imaginacin parece cosa
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Grassmann, y los trazos nerviosos y vivos como los Cortez.
Hace tiempo que no veo trabade ninguno de ellos. Y siglos quelos veo personalmente.
Todava incrdulo, Carmlio ibavena con los dibujos en la maOra los colocaba sobre la mesa
trabajo, ora volva a tomarlos. caba en s de admiracin. Algo mextrao estaba pasando con Ped
Y este nio?Es el Prncipe Tetsuo.Dios del cielo! Parece todo
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porcelana.En los dibujos no se puede
bien. Vamos all, al fondo, a milos retratos de l que estoy pintandEnderez las tres telas y las colocando una tras otra en
caballete. Sobre estos dos necean trabajar mucho. Pero stCarmlio qued fascinado por
retrato de Tetsuo en colores. una belleza! Realmente maravilla! Parece vivo, enterame
vivo. Y esa sombra azulada quedas al rostro es un hallazgo. las. Un nio de ocho a
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condenado a muerte. Sufre enfermedad azul. Cuando mfebril est, las manos y el rosadquieren ese tono de fragilidad.
Mira, Pedro, creo que deberpensar seriamente en una exposici
Podramos hablar con Sara, engalera Astria.
Creo que todava es un p
temprano, pero no deja de ser uidea. Nunca te vi tan entusiasmcomo hoy con ninguna cosa m
Carmlio se rasc la cabeza, prean los ojos en el retrato del nio.Hasta queda bien la idea de
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sombrero de paja colocado encabeza de un Prncipe.
No es idea, no. l no puede suel sol. Aun al atardecer, KankujiMaestro, lo obliga a salir as.
Quin?
Kankuji, su preceptor.Carmlio no quiso demostrar preocupacin. Cambi de asun
aunque pasando a un tema parecidPedro, cmo va tu corazn?Cuando dej de beber y de fum
mejor algo. Raramente tengo ataque de fatiga.Hablando de eso, por qu no
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a casa a descansar un poco? DMatas dice que todas las nochesquedas aqu pintando. Nochesnoches.
Tengo prisa por acabar esto.Pero si trabajas de noche, ah
puedes dormir un poco. pensarlo! Ya dije que llegara ande las diez.
Adnde?Al Palacio japons. Si me atra
el Prncipe Tetsuo se pon
nervioso y preocupado.Y est lejos ese Palacio japonCarmlio se tuvo que apoyar en
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puerta, al or la respuesta. contrario. Queda en la plaza deRepblica.
Caramba, Pedro. Esbromeando! No vas a decir quequiosco chino donde se realizan
retretas te ha dado tan binspiracin. Solamente un lpuede pensar que aquel pequ
quiosco puede ofrecer a los osemejante belleza.
Y cmo es que cada vez que p
por all nunca veo ese misteriPalacio japons?No todo el mundo puede verlo.
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una gracia que Dios me dio. Volvianalizar el rostro de Pedro. Hauna seriedad casi religiosa en palabras.
Bien.Adnde vas ahora?
A casa. No quieres almorconmigo? No s lo que habr, pElena se las arreglar para
alcance.Me quedas debiendo el almuerz
Otra vez ser.
Junt la puerta y salieron.Dentro de poco llegar invierno. Abril est trayendo
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guantes del fro.Caminaron en silencio.Pedro fue el primero en buscarsol, para caminar ms caliensacndose del cuerpo la madrugendurecida que pasara en
atelier.Pedro, qu es lo que tienes?Yo? No siento nada en especia
Psate la mano por el rostro.As, despacio.Los ojos de Carmlio esta
atnitos. Al sol, el rostro y las mande Pedro haban adquirido un ltono azulado. Pareca que
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enfermedad de la tela pintada haba trasladado a su rostro y dedos. Pedro se irrit.
Qu pasa?No tuvo valor de contar lo que hadescubierto.
Terminars ya con esCarmlio?
No fue nada. Vamos caminando
Paseaba imperceptiblemente mirada, y el azulado persista demodo impresionante.
Vamos a despedirnos aqTomar la calle Major Diogo pentrar en la de la Abolicin. Chau
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Antes de comenzar a alejarecomend:
Cudate, Pedro, No trabajes tanY mira, cuando quieras hacer exposicin, lleva a Sara a atelier. De acuerdo?
Pedro ri, salud con la manosigui apresuradamente. Tapresurado que olvid fijarse en s
tren y la canota lo acompaaban.2
Te gustan estos tigr
Pedro?Pedro mir con inusitado inters estatuas de bronce. Antes lo ha
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hecho, pero rpidamente. Con observacin de Tetsuo, se aproxiy sinti un escalofro al ver aquelojos que parecan vivos. UnoSing y el otro es Ling.Fue un regalo de un amigo de
padre.Fueron comprados a al
anticuario chino?
Tetsuo ri.No es as, precisamente. Un ch
los trasform en estatuas. An
estaban vivos y eran hermosDciles como canes. Los tigres numueren. Por eso los ojos conser
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un rayo de luz y de vida. Pepalme suavemente el lomo de animales y coment: Por lo mensi ustedes no mueren, estn ahdurmiendo suavemente.Tetsuo llev a Pedro hasta
biblioteca.Por favor, esprame aqu dentro
Volver en seguida.
Te sientes mal, mi Prncipe?No. Solamente la alegra de e
cerca de ti.
Sali, y no haban pasado ni cinminutos cuando oy que Tetsuollamaba.
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Fue hasta el corredor y lo presenci hizo que su corazn estremeciera en el pecho.Tetsuo vena caminando lentamentdos tigres verdaderos andaban alado. Cada una de sus manos
apoyaba en la cabeza de los tigcomo si en su fragilidad tuvieradon de contenerlos.
Asustado, Pedro se alej espaldas, y se sinti apretado conla pared final del corredor.
No tengas miedo, Pedro. Smansitos y no te harn dao. Veacercndose el nio. Temblaba y
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frente estaba baada en sudor.Pedro, por favor. No te pongas
Ellos no hacen nada. Esadormecidos.La voz ronca de Pedro satartamudeando:
Tetsuo... Te ests portando maT... ests siendo feo... El nparaliz con las manos a los tigre
camin mirando a Pedro a los ojNunca te hara ningn dao, am
mo. Son mansos como corderi
Mrame bien y todo ese padesaparecer. Solamente quiugar. Sing y Ling tambin fueron
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uguetes de mi infancia.Los ojos de Tetsuo haban crecidomanera alarmante, pero su brillo de calma y bondad.Se coloc al lado de Pedro.
Ahora ya no temers nada. Voy
traerlos cerca de ti.Bati palmas y los tigres avanzatan suavemente que ni parecan to
el suelo.Venid hasta aqu, y uno despus
otro besaris la mano de mi amigo
El miedo haba desaparecido copor encanto, y Pedro asisti a extrao ritual.
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Primero t, Sing.El tigre avanz y camin haponerse cerca de las manos Pedro, lami la derecha, reculavanz para lamer la mano izquiedel pintor.
Retrocedi hasta colocarse juntootro.
Ahora t, Ling.
El tigre repiti exactamente lo realizara Sing. Cuando volvi alugar, Tetsuo orden:
Ahora echaos bien a lo largo.Inmediatamente, ellos se inclinarestiraron los cuerpos y colocaron
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grandes cabezas sobre las padelanteras.
Ellos se han puesto as para quelos acaricies, Pedro. Hazlo. Pedroinclin entre las dos fieras y pasmanos por sus grandes cabezas.
Enteramente fascinado, desliz dedos por las manchas sedosas Sing y Ling.
Tetsuo sonrea feliz.Dicen que los gatos fueron crea
para que el hombre tuviese
sensacin de cmo acariciara atigre.T eres ms feliz, Pedro, pue
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acariciar a un tigre directamente. Ltigres se irguieron y adoptaronmisma actitud de las estatuas deentrada principal.
Sing y Ling aguardan que t acaricies en el pecho. Ah est
parte ms sensible y blanda. Debde ella late el corazn. Fdeleitndose con las palmas, con
puntas de los dedos, en una sensacde cario jams sentida.Sin desviarse, coment:
Ests bromeando, Tetsuo. pueden ser Sing y Ling. Son otros fuiste a buscar quin sabe dnde.
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Es fcil de verificar. Ve hastaentrada principal y luego vuelvdecirme.Pedro se incorpor y camin hastentrada del Palacio. Con asomdescubri los pedestales vac
Retorn, intrigado. Tetsuo posea,duda, poderes extraos, condiciomgicas.
Volvi, confundido.Viste como no menta?
Sonri ante el desconcierto de Ped
Ahora hay que llevarlos.Y los dos caminaron acompaapor los tigres, sin prisa alguna.
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llegar al lugar, Tetsuo bati palmsuavemente.Los tigres quedaron de pie, apoyanlas anchas patas en el pedestal. No, Ling, ests ocupando el lugarSing. Prtate bien.
Pedro ya no se admiraba. Tetsuo un diablillo, un hechicero. Su rosadquira la seriedad de un g
domador que ejecutara su tarea. Ltigres cambiaron de lugaraguardaron nuevas rdenes. Li
volved a la posicin inicial. Ltigres saltaron sobre el pedestal.Ahora, Pedro, cierra los ojos,
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favor.Y Pedro oy una extraa cantinque pareca atravesar los siglos.Lleg la hora del adormecer. Que sombras del sueo reposen en cmomento de paz. Que los ojos vi
apreciando la eternidad de la vidapara siempre el sueo sea la calde los tiempos... Se detuvo y Pe
sintise tocado en los brazEntreabri los ojos y sinti comohubiese despertado de un inme
adormecer. Frente a l, Sing y Lcontinuaban su marcha de siglos,cada pedazo de paralizaci
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Solamente los ojos parecan ver, vver. Kankuji, el Maestro, aparecila puerta.
Tetsuo, ya no puedes hacer eso.Prometiste que no lo haras mMira cmo est tu rostro, hijito
Pedro repar en que la piel Principito estaba ms azuladatraslcida.
Habl, con una sonespecialmente dulce:
Fue la ltima vez, tiito. Nunca m
tendr fuerzas para repetir lo hice. Solamente quera darle un linregalo a mi amigo Pedro. Tom
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mano del joven y lo llev juntocuarto de juegos. Tetsuo se reclen el sof.
Ests cansado?No. Aunque as lo parezca,
siquiera un poco.
Indic a Pedro una silla, para quesentara.
No te asustes nunca conmi
Pedro. Solo quise mostrarte algo perteneci a mi infancia, hmuchos siglos.
Grandes siglos? Cuando t pasas de ser un niito de ocho aTetsuo sonri misteriosamente.
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El tiempo no tiene importancia.El tiempo no cabe en s mismo. Pdjame contarte un poco de SinLing. Eran bellos y andalibremente por los jardines, por toel Palacio. El Palacio de Oro, Ped
El Palacio de Oro de mi padre fumayor maravilla que he visto.De lejos brillaba tanto como el so
Y pareca estar posado en el azul cielo. Porque todo era azul. campias, el pasto y los lag
Quizs el azul fuera lo que tornabPalacio ms dorado an. Cada unalas grandes campanas de porcel
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tena un sonido diferente. De manque cuando la brisa de la nollegaba, del lado que viniera, eejecutaban msicas lindasvariadas...Call, perdido en sus recordacion
Y el Palacio de Oro?Un da te llevar all. Y nunca m
volveremos. Seremos felices toda
vida. Prometo llevarte al PalacioOro. Un da...
Y Sing y Ling?
Ah! Un sacerdote los envenenda, diciendo que eran obras del mEntonces mi padre llam a
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escultor que los trasform en tigde bronce... Helos ah, en la entrprincipal, como guardianes de sueos de mi infancia.Se levant e invit a Pedro a jugar
A qu?
Pedro, te ofrec el ms lindo juque viva en mi nostalgia. A tu vtendras que dejar que yo jug
contigo con tus juguetes de infancY si yo hubiera sido un nio
uguetes?
Yo s la verdad, Pedro. Y gustara jugar con tu trencito ycanota.
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Pedro ri.Pero, ante la belleza de tus
tigres, mis juguetes quedaravergonzados.Tetsuo se aproxim y le tom manos Listo! Iba nuevamente a pe
algo, de aquella manera ante la no saba negarse.
Djame, Pedro. Qu cuesta eso
Est bien. Jugaremos primero mi trencito. La canota queda paraatardecer. El sol est muy fue
ahora y Kankuji no lo permitira.Cierto.Y cmo haremos? Necesitam
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amarrarle un cordn, o incliaquella parte de esa mesa, para l se deslice.
No. Basta que coloquemos sillas alrededor de la mesa ycaminar movido por el sueo.
Seguro?Te lo prometo.
Pedro coloc las dos sillas junto
mesa y sent a Tetsuo. En segundo, l estaba con el menapoyado en sus bracitos. Hizo
mismo.Y el tren?Es verdad. Espera un poco.
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Inclinse, tom el trencito de debde la mesa y lo puso encima. Soel polvo y, sacando un pauelo bolsillo, lo limpi para que dimejor impresin al nio. Aun astren estaba herrumbroso, despint
y feo.Qu lindo! Y te negabas
mostrarme esta maravilla!
No es nada lindo.S que lo es! Todo juguete que
sido muy usado tiene el don
poseer ms ternura.Pedro deposit el trencito sobremesa. Y sonri, porque era apen
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una maquinita con un vagoncSolamente eso.
Y ahora?Ahora, Pedro, vamos a dar cue
a la nostalgia.El tren resopl, solt humo, h
sonar un silbato y comenz a rohasta la otra punta. Dio la curvcontinu rodando con su tloct
sobre los durmientes.Y Pedro se vio nio. Llenandotrencito de amigos y de cosas que
gustaban. Sentase vestido maquinista y pitaba diciendo adipaisaje, pasando sobre puentes y
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dentro de los tneles. Sus granamigos viajaban siempre a su ladadmiraban la pericia con conduca la locomotora. All ibsentados el negro Biriquinho, Any Dotorzinho. Viajaba el perro Tu
el gato Gibi bien negro, la gata MSonia, que pareca una inglesa vy robaba carne furtivamente en
cocina. Y en un banco especial,gallina Pindu, que viva detrs decacareando y picoteando cerca to
el tiempo. Todo tan lejos y tan vivY su corazn se preguntaba: Pedqu hiciste con tu vida? Y l
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responda: Nada. Sin querer, ojos fueron humedecindose agua de tristeza.El tren fue parando, fue parando...Mir a Tetsuo.
Todava quieres ms?
No, Pedro. Ya es bastante.Tom con suavidad el trencito bajndose, lo coloc bien distante
la sombra de su desencanto.Tetsuo lo miraba, pensativo.
Qu te pasa, Pedro?
Senta necesidad de no responder.Ests plido, amigo mo. Con upalidez enfermiza. Vamos a sentar
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en el sof, para que descanses poco.As lo hicieron.
Dame tu pauelo.Se lo ofreci al Prncipe.
Voy a limpiarte el sudor que e
corriendo framente por tu rostro.3
Cuando la tarde iba muriend
el sol declinaba en el horizonlanzando sus ltimos rayos...Pedro caminaba al lado
Principito, pensando en la fraseJos de Alencar.Vamos a pasar debajo
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cabrahigor, que quiero mostrarte ucosa. Su sombra redonda llenabafro su soledad.
Mira aquella rama, Pedro.Qu?Las cigarras muertas. Mue
pegadas a las ramas y permaneah. Murieron de tanto cantar. Todtienen el lomo roto.
Camin un poco.ste es su cementerio. Cuando
viento sopla, ellas caen como ho
secas.En el suelo, un montn de cigartiradas. Revueltas, esparcid
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yacan en la posicin en que el vielas colocara.Pedro mir con pena.
Es triste ver de ese modo a bichito de fbula como ste. importa. Las cigarras muertas
pasaron. Lo hermoso es que existan las otras, que cantan y hamsica para nosotros!... Dejem
a las cigarras, Tetsuo.No me gustan las cosas muertas.
Por qu? Las cosas mueren p
que haya ms vida.Quiz. Pero ese razonamiento profundo me asusta.
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No es eso lo que deseo. Quique nunca tengas miedo de m nilo que haga...Hicieron el resto de la caminatasilencio. Sentronse en una gpiedra para mirar la placidez
lago.Quieres ahora?Podemos, Pedro?
S. Pero t te quedas quietecNo permitir que metas las manosel agua fra del lago.
Descendi y tom su canota. La dreposar sobre las aguas detenidaretorn a su lugar en la piedra.
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Pedro, ella va a comenzarmoverse.La canoa cobr vida y se desliz, rpidamente, ora haciendo curvevitando las ramas inclinadas soel agua.
Era la canoa de su aventura. canoa que lo llevara en sueotodos los ros de la selva. Vease
el Amazonas, en el Madeira, enMamor, en el Tocantins, en Araguaia con todas sus pla
blancas. Viajes de sueos, de suede infancia.Voy a trasformar tu canoa.
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Y de inmediato bati palmas ycanoa se trasform en un bello juchino. Fue hasta debajo del puentretorn como un sampn japons.Una cosa brasilea, Tetsuo.Apareci una jangada lig
impulsada por las velas de pesca.Ahora, algo bien diferente.Por detrs de una piedra surgi
acorazado grisceo.Eso no, Tetsuo, por favor. Na
que recuerde la guerra.
Y la canoa volvi a ser su mserinsignificante canota. Se aceperezosamente a la orilla del la
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para que la recogiera.Un fuerte gemido hizo que Pedangustiado, reparara en el rostroTetsuo.La palidez trasparente fue tornndimpresionante azul. Qu pa
hijo?Apenas consegua balbucir.
Pedro. Me estoy sintiendo m
mal. Llvame arriba.Coloc los brazos del nio en tode su cuello, y en las manos,
ardan de fiebre, sinti que casi existan fuerzas para sujetaCorriendo como un loco y olvidan
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su propia debilidad, Pedro subi escaleras del Palacio y tuvo nipara entrar en el cuarto de trabajoKankuji.Inmediatamente, Kankuji toc campanilla y Wang Lun surgi co
por milagro.4
Durante dos das y dos noch
Tetsuo estuvo tremendamente mPedro se ubicaba ora en la terraora paseando en las grandes sa
ora refugindose en la sala de jueo dormitando en el sof de biblioteca.
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Caminaba sin parar, estirando horas de angustia. Esperando viniese una buena nueva o quellamaran para ver al nio. En raras veces que Kankuji, el Maessala del cuarto mantena un dilo
de silencio, balanceando apenascabeza, desesperanzado. Pero llla oportunidad de visitar al nio.
El cuarto vestase de penumbrabien alejados de la cama, algucirios iluminaban un poco.
La luz le hace mal y aumentafiebre.Recibi rdenes de no demorarse.
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Lleg hasta la cama y el nio molos labios.Fue preciso apoyar el odo cercasu boca para poder percibir palabras que le eran dirigidas.
Pedro, amigo mo. Yo quera ta
llevarte... Quera que vinieconmigo. Quera ir contigo a visel Palacio de Oro de mi padre...
Un da ir contigo. Prometllevarme, recuerdas? Esperar. Voy a dormir, Pedro. Neces
dormir mucho. Estoy tan cansaCierra los ojos despacitoduerme, mi lindo Prncipe japon
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Desliz levemente las manos por cabellos y sinti, adems de fiebre, la debilidad de respiracin.Las manos de Kankuji lo empujasuavemente y lo llevaron fuera
cuarto.Solo los parientes pueden asi
al adormecimiento de un Prnci
Ahora vuelva a su casa y trate descansar un poco. Todo lo qpodra hacer en materia de ternu
ya lo hizo. Resta ese consuelo pque la ternura del corazn ayuddesenvolver el tiempo. Y Pe
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sali. Y Pedro camin.Y Pedro no tena lgrimas pllorar.Nunca la ciudad le haba parectan vaca y las calles tan silenciosY la vida sin ninguna msica.
Viendo que no haba nada qablandase su tristeza, resolvi volal Palacio Japons. Senta que
intil, pero el corazn lo empujhacia all. Penetr en la plaza deRepblica y tom el cam
iluminado.El Palacio continuaba en el mislugar. Pero solo haba silencio a
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alrededor, y la soledad caminabacada rincn con pasos de terciopnegro.Todas las ventanas y todas puertas se hallaban cerradas. El lestaba muerto y los tigres de
entrada principal habdesaparecido. En la nostalgia sonla voz de Tetsuo explicando todo,
aquella mezcla suya de sonrer yhablar.La puerta central se haba cerr
para siempre. Y poda divisar el ltransformado en una parlisis vidrio.
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Una puntada muy fuerte le atacpecho.
Ah, mi hermoso Palaapons!... Mi hermoso Palaapons!... Cerr los ojos p
conservar viva en la retina
soberbia figura de aquel palaciosueos y nostalgia.Mir por ltima vez, pues preten
no volver jams a ese lugar, y ojos se fueron abriendesmesuradamente.
Un incendio de fuego blacomenzaba a devorar al Palaapons. Empez velozmente por
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techo, devor los cimientos, barrisegundo piso y se encaminaba ylas ltimas terrazas. En segudevastara los grandes paseos abajo y tambin la escalinata. Yhumo suba a los cielos y
transformaba en nubes gruesasfofas.Despus el fuego lo invadi todo.
Consuma las piedras, el lago,puente. Vino cerca de l y con enorme lengua de llamas ca
consigo, rumbo al cielo, todo mundo de rejas y el portn principY, a pesar de todo, el fuego blan
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no daba ms calor a su cuerpo quedebilitado sol que se derramsobre su rostro.No exhal un solo gemido de tristeni le estall el corazn, porque no era de vidrio ni de cristal.
Apenas de dbil carne.Se volvi de espaldas y camin.Era mejor as. Para qu exi
semejante Palacio, si el alma quehabitaba haba partido tan lejos, sDios adnde?
Volvi a sentarse en el banpredilecto y cerr los ojos. quera, por lo menos hoy, mirar
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palomas, ni los peces, ni los nique jugaban en el jardn de infante
Por qu tanta tristeza?Sin abrir los ojos, reconoci la del gua japons.
No me gusta verlo as. Hace
noches y dos das que se encuenaqu en ese banco. Sale, vuelvuelve y sale. A veces lo v
quedarse hasta altas horas de noche, perdido en sus pensamienY eso hace mal. Usted est enferm
Muy abatido.Hizo una pausa. Pedro no tedeseos de abrir los ojos. La vida
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aquella idiotez muerta indiferencia.
Las tardes y las noches de aparecen ms fras, anunciando gran invierno. Y ese fro fuesolamente puede hacerle dao.
abrir los ojos, respondi:Ninguna otra cosa podr hace
mal a mi cuerpo. Yo he muerto ya.
revolvi en su posicin y abri ojos. A su lado, el gua japonshaba trasformado en el vi
guardin de la plaza de la RepblSonri ante el descubrimiento y ala bondad de la mirada que
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observaba.Quiere un cigarrillo?
El guardin le ofreca un paquetmedio consumir.
No puedo. Si lo hiciera me sentmuy mal. Estar recostado toda
noche a la cabecera de la camintentando introducir aire en pulmones.
Sonri amistosamente y continuconfesin:
Sabe?, mi corazn no est m
bien. El mdico me prohibi bebefumar.Siendo as, mejor que no fume.
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