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Dinorah Velasco Robledo Gabriela Silva Antonio EL NUEVO PESO MEXICANO 1864 - 1866

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Dinorah Velasco RobledoGabriela Silva Antonio

EL NUEVO PESO MEXICANO

1864 - 1866

Dinorah Velasco RobledoGabriela Silva Antonio

EL NUEVO PESO MEXICANO

1864 - 1866

El prestigio que tiene la Casa de Moneda de México a nivel global, logrado con base en la calidad y belleza de sus productos, se refrenda con la difusión de su memoria histórica: más de 481 años durante los cuales nuestra Institución ha ido de la mano del devenir histórico del país.

Este cuadernillo, nos habla del primer peso mexicano acuñado durante la época de Maximiliano y pone de manifiesto el compromiso y disposición de la Casa de Moneda a ajustarse a cambios tan importantes como lo fue la adopción del sistema métrico decimal.

A partir del análisis de las monedas acuñadas en esas fechas, así como de una pequeña parte de los tesoros de nuestro Archivo Histórico, este trabajo reúne el rigor que reclaman los especialistas con una exposición que pone esta parte de nuestra historia al alcance de todos.

EL NUEVO PESO MEXICANO1864-1866

Presentación

Guillermo Hopkins GámezDirector General de Casa de Moneda de México

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Libro Diario y de Introducciones de Plata y Oro, 1866.

Archivo Histórico Casa de Moneda de México (AHCMM)

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EL NUEVO PESO MEXICANO

D Dinorah Velasco RobledoGabriela Silva Antonio

urante el turbulento siglo XIX, México experimentó diferentes tipos de

gobierno desde la monarquía hasta la república centralista y federalista; en ocasiones dominó la anarquía y el caos político, económico y social. El país se encontraba quebrado y con muchas deudas que había contraído en diferentes periodos con países europeos. En 1861, el presidente Benito Juárez, declaró la suspensión de pagos de la deuda externa lo que originó, en 1862, una intervención militar por parte de los franceses para dar paso al establecimiento de lo que los numismáticos conocen como Segundo Imperio (1864 a 1867).

Se puede considerar al Segundo Imperio Mexicano como un período de transición entre el antiguo régimen y la modernidad. Fueron años en los que la implantación de una política liberal quedó en simples deseos frustrados por las facciones y los distintos proyectos políticos. Sin embargo, a pesar de rupturas y desacuerdos, existieron propuestas que han pasado un tanto desaper- cibidas por la historia, pero que creemos importante rescatar y difundir desde el punto de vista de una institución fundamental para las transformaciones del país: la Casa de Moneda de México.

El prestigio que tiene la Casa de Moneda de México a nivel global, logrado con base en la calidad y belleza de sus productos, se refrenda con la difusión de su memoria histórica: más de 481 años durante los cuales nuestra Institución ha ido de la mano del devenir histórico del país.

Este cuadernillo, nos habla del primer peso mexicano acuñado durante la época de Maximiliano y pone de manifiesto el compromiso y disposición de la Casa de Moneda a ajustarse a cambios tan importantes como lo fue la adopción del sistema métrico decimal.

A partir del análisis de las monedas acuñadas en esas fechas, así como de una pequeña parte de los tesoros de nuestro Archivo Histórico, este trabajo reúne el rigor que reclaman los especialistas con una exposición que pone esta parte de nuestra historia al alcance de todos.

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LA ADOPCIÓN DEL SISTEMA MONETARIO DECIMAL

José Antonio Bátiz. “Cambios y permanencias en moneda mexicana durante el siglo XIX” en Memorias del Segundo Congresode Historia Económica, México, 2004.

La idea de instaurar uniformidad en el sistema de medición se gesta también como parte del pensamiento ilustrado francés de finales de siglo XVIII.

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Francisco Alberto Pradeau. Historia numismática de México de 1823 a 1950. México, Sociedad Numismática de México, 1957, tomo I, p. 65.

Bátiz, Op.cit., pp. 15-16.

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En dicho documento se establecía que la unidad monetaria sería la peseta mexicana, que sería de plata de 10 gramos y tendría ley de 0.900 milésimos.

Cabe señalar que el ordenamiento de 1857 no se concretó debido a la Guerra de Reforma. Benito Juárez como presidente interino, decretó el 15 de marzo de 1861 la implantación del sistema métrico decimal para ponerlo en ejecución en enero de 1862, tal y como lo había dispuesto Ignacio Comonfort. El propósito de esta ordenanza era que dicho sistema debía utilizarse en los actos oficiales y que la Secretaría de Fomento publicara una tabla que preci- sara la correspondencia entre las anteriores y las nuevas medidas.

En los artículos 5°, 6° y 7° se establecía que la unidad sería la moneda de plata de 1 peso con una ley de 0.902 de pureza; la de oro tendría ley de 0.875 y existirían piezas de 1, 2 ½, 5, 10 y 20 pesos, siendo la unidad las piezas de a 10, con el nombre de “Hidalgo” en tanto que las de 5, 2 ½ y uno serían llamadas medio, cuarto y décimo de Hidalgo, respectivamente; en tanto que la de 20 sería un doble Hidalgo.

Sobre la moneda de cobre se especificaba que sería única, de 0.32 de onza y con un valor de 1 centavo de peso. El decreto no entró en vigor por la Intervención Francesa; sería hasta 1884 durante el gobierno de Manuel González que se concretó la implantación de dicho sistema. No obstante, desde marzo de 1863 se habían emitido las primeras monedas decimales, acuñándose las de 5, 10 y 1 centavo en cobre.

Estos primeros intentos demostraron un pensamiento liberal moderniza-dor que pretendía el inicio de una etapa donde la ciencia y el progreso fueron elementos claves en la transformación del México decimonónico, asuntos en los que el nuevo Emperador también coincidiría.

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1 centavo, cobre, República Mexicana, 1863. Colección Casa de Moneda de México,

Museo Numismático Nacional

L a implantación del sistemamétrico decimal es produc-to del pensamiento francés

que vio la necesidad de contar con un sistema de unidades que fuera utilizado por todo el mundo para facilitar el intercambio comercial, científico y de datos, además de acabar con aquellos regímenes donde los valores variaban de acuer-do al lugar y la época. José Antonio Bátiz apunta que la adaptación de un sistema universal fue resultado de un proceso largo que triunfó en la segunda mitad del siglo XIX cuando se sustituyó el antiguo sistema octaval español por el sistema métri-co francés.

El decreto del 15 de marzo de 1857, dictado por el presidente Igna-cio Comonfort y que entraría en vigor en enero de 1862, pretendía hacer obligatorio el uso del sistema métrico decimal francés para ser utilizado en las medidas de longitud, peso y tiempo, así como en el monetario.

Su uso estaba destinado principalmente a los ingenieros pues se enfatiza-ba en el desarrollo científico, que años más tarde llevaría por lema “orden y progreso”.

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Grabado del Escudo Imperial Mexicano,

sin fecha. AHCMM.

Este decreto promulgado el 10 de abril consta de 12 artículos. El primero de ellos estableció que la unidad monetaria sería el peso y a lo largo de esos apartados se determinaba el valor, las medidas, el gramaje y el diseño de las monedas de plata, oro y cobre.

El mandato estipulaba también el tipo de cordón o canto que debían tener las monedas de oro, plata y cobre, lo cual tenía como propósito evitar lo más posible la falsificación y recorte de la moneda, tal y como se señala en la introducción de dicho decreto.

Buscando la uniformidad y la perfección de la moneda, la innovación tecnológica jugaría un papel determinante, ya que en el artículo 7 se estipula-ba que las casas de moneda debían adquirir nuevas prensas “…para producir piezas perfectas en todos sus detalles.” Al respecto, la ceca de Guanajuato adquirió una máquina de vapor y dos prensas de amonedación procedentes de Inglaterra, las cuales estuvieron exentas de pago de derechos de impor- tación, según comunicación de Javier de Reygadas, director de la primera sección del Ministerio de Hacienda al interventor de la Casa de Moneda de Guanajuato.

Correspondencia de Hacienda y de Fomento, AHCMM, CMGTO, 18 de diciembre de 1866. c22.1, f. 61.7

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ACUÑANDO MONEDA

IMPERIAL

Beatriz Bernal Gómez, “México y las leyes liberales de Maximiliano de Habsburgo” en Hechos y derechos, núm. 11, septiembre-octubre 2012.

Fernando Vázquez Pando. La formación histórica del sistema monetario mexicano y su derecho. México, UNAM, IIJ, 1998,p. 514.

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1 centavo, plata, Segundo Imperio, 1864,

Colección Casa de Moneda de México, Museo

Numismático Nacional.

Ya en México, Maximiliano empezó a dictar una serie de leyes y decretos de corte liberal, que no fueron del agrado de los conser-vadores, pues retomaban ideas concebidas durante los gobiernos liberales de Ignacio Comonfort y de Benito Juárez. El 10 de abril de 1865, como parte de la organización del Segundo Imperio, se promulgó el Estatuto Provisional del Imperio Mexicano que regiría la monarquía constitucional. Si bien dicho docu-mento no llegó a entrar en vigor, sí "...tuvo validez jurídica porque dio pie a una amplia e importante legislación de carácter liberal”.

En mencionado Estatuto, Maxi-miliano retoma los decretos emiti-dos por Ignacio Comonfort en 1857 y Benito Juárez en 1861, a través de los cuales se proyectaba adoptar el sistema métrico decimal. Lo que hizo Maximiliano no fue algo nuevo, sino que volvió efectivo el decreto de Juárez de 1861, pero con algunas modificaciones. En este sentido destaca la renovación del sistema monetario mexicano, el cual tenía por objetivo “…uniformar en todas sus subdivisiones la moneda nacional”.

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Antes del arribo del Emperador, el 8 de abril de 1864 la Regencia ordenó acuñar las primeras monedas imperiales de 5 y 10 centa-vos, prohibiendo reales, medios y cuartillas.

La ley ordenaba la abolición del sistema anterior que era de pesas de quilates y dineros para marcar las leyes de oro y plata, así como la amor-tización de los medios y cuartillos de real de tipo antiguo previniendo que fueran cambiados por nuevas monedas de curso corriente.

En lo que concierne al diseño de las nuevas monedas se convocaría un concurso público en donde el primer premio ganaría 300 pesos y se le otorgaría “…el encargo de abrir durante seis años, las matrices que se han de enviar a las casas de moneda”. Por su parte, el segundo lugar obtendría de 200 a 300 pesos.

13 14 F. Vázquez Pando, Op.cit., p. 517.

Al mismo tiempo, en la Casa de Moneda de México, el Emperador Maximiliano era testigo de la puesta en marcha de una máquina de acuñar Morgan, Orr & Co. de Filadel-fia, adquirida por recomendación del ensayador Sebastián Camacho, quien dirigió e inspeccionó el funcio-namiento de la misma “…superando con mucho a la antigua con rapidez y economía de brazos, pues enten-demos que puede manejarla una sola persona”.

Prensa de acuñación de manufactura

americana, marca Morgan & Orr. Siglo XIX.

Colección Casa de Moneda de México, Museo Numismático Nacional.

El papel de los ensayadores fue fundamental, ya que en el decreto se expresaba que ellos estaban obliga-dos a marcar las leyes de oro y plata, así como las ligas que debían conte- ner los metales preciosos en milési-mos, por lo que para evitar cualquier duda sobre las pesas de ensaye, deberían referirse al Ensayador Mayor, “…cuya oficina se encargará desde luego, previo presupuesto aprobado por el Ministerio de Hacien-da, de la construcción y verificación de los juegos de pesas necesarias para proveer a todos los ensayes foráneos.”

En una carta dirigida al interven-tor de la Casa de Moneda de Guanajuato, el subsecretario de Hacienda le hace notar que es importante la precisión del peso que debían tener las monedas de plata y oro en granos del marco de castilla y en miligramos así como de los inconvenientes que se pudieran presentar por el uso de las antiguas pesas, problema que desaparecería “…en el momento que se generalicen tales pesas como ha sucedido en algunas oficinas de ensaye”.

“La Casa de Moneda de México”, La Sociedad, 10 de febrero de 1866, p. 3.

Correspondencia, 12 de mayo de 1866. AHCMM, CMGTO. C22.7, f.9v

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Según José Manuel Sobrino, de todas las monedas que enumera el men-cionado decreto, únicamente se acuñaron las de un peso de plata, las de 20 pesos de oro y las de un centavo de cobre, aunque también hace referencia a la moneda de 50 centavos de plata. Se tiene noticia que las primeras prue-bas de acuñación de las monedas de Maximiliano se hicieron el 8 de febrero de 1866 en la Casa de Moneda de México, aunque su fabricación se efectuó hasta julio de mismo año.

1 peso, plata, Maximiliano, 1866, anverso. Detalle de la firma de los grabadores Sebastián Navalón, Cayetano Ocampo y Antonio Spíritu

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Entre las monedas del decreto de 1861 y las de 1865 hubo diferen-cias sobre todo en las de oro pues el peso (miligramos) y el valor de las suertes fue distinto ya que en 1861, como hemos visto, se habla-ba de 1, 2 ½, 5, 10 y 20 pesos como denominaciones, mientras que en 1865 se hacía alusión a las de 1, 5, 10 y 20 pesos. Esta diferencia es expuesta en la correspondencia al Interventor de la Casa de Moneda de Guanajuato en el año de 1866, en la que se menciona el número de piezas que debían componer las levadas y el peso justo o permitido de las mismas “… en virtud de haber sido alterado por el decreto de 10 de abril de 1865 el peso de las monedas y el valor de las de oro en sus diversas suertes…” A Maximiliano debe reco- nocérsele la aplicación del sistema decimal en la acuñación, el cual respondió a los estándares de la época; además de la puesta en marcha de una ley acorde con una política económica liberal.

1 peso, plata, Maximiliano, 1866. Colección Casa de Moneda de México, Museo Numismático Nacional.

Correspondencia, 12 de mayo de 1866, AHCMM, CMGTO, C22.7, f. 1.12

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Ese día, el Emperador, acom-pañado de los algunos miembros de su gabinete, visitó las instala-ciones de la ceca capitalina para ser testigo de las primeras pruebas de acuñación de las monedas bajo el nuevo sistema y “...quedó tan complacido de su visita [que] mandó a dar dos pesos del nuevo cuño a cada uno de los operarios presentes.”

Las monedas de un peso solamente se acuñaron en las cecas de Guanajuato, San Luis Potosí, y en la de México, siendo en esta última donde también se acuñaron las de 20 pesos oro. Es necesario mencionar que Alberto F. Pradeau señala a la de Zacatecas como una de las cecas en las que se acuñaron las nuevas monedas bajo el sistema monetario decimal, pues ahí fueron encontrados unos troqueles, cuyas matrices estaban en proceso de fabricación en diciembre de 1865, según el jefe de la 1ª sección del Ministerio de Ha- cienda, G. Villalba y las certifica-ciones elaboradas en la Casa de Moneda de Zacatecas en donde se presentan las cantidades acuñadas con denominaciones de “…pesos, tostones y doces (sic)”.

50 centavos, plata, Maximiliano, 1864, Colección Casa de Moneda de México, Museo Numismático Nacional.

“La Casa de Moneda de México”, La Sociedad, 10 de febrero de 1866, p. 3.11

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Correspondencia de Hacienda y de Fomento, AHCMM, CMGTO, 18 de diciembre de 1866. c22.1, f. 61.

Actas de libranza, 23 de agosto de 1865, recta/vuelta. AHCMM. En ellas se registran los primeros pesos acuñados acorde al nuevo sistema monetario decimal.

El bando está fechado el 20 de marzo de 1863, pero fue publicado en un nota titulada “Centavos” de El Monitor Republicano, 21 de marzo de 1863, p. 2.

Este proyecto de acuñación de moneda decimal para el menudeo promovido durante el gobierno juarista en las capitales de San Luis Potosí y México fue reconocido por el subsecretario del Despacho de Hacienda y Crédito Público durante la Regencia del Segundo Imperio, el Sr. Florencio M. Castillo. Este personaje propuso dar continuidad a las acuñaciones en la capital de la República “...por notarse gran escasez de moneda menuda, con perjuicio de las clases menestero-sas.”

La transición del antiguo régimen monetario a uno nuevo se reflejó en la urgencia de prohibir la acuñación de reales, medios y cuartillas para sustituirlas por la fracciones de centavos y poner éstos en su exacta correspondencia con las pequeñas de plata, así como lo propuso el Subsecretario de Ha- cienda en un decreto sobre moneda de cobre, el cual fue aprobado por la Regencia el 8 de abril de 1864. En él se establecía y ordenaba que cada Casa de Moneda dejaría de fabricar dichas piezas y que los arrendatarios debían recoger las matrices para que, sin demora, comenzaran con la acuñación de la

moneda menuda en las suertes de décimos y medios décimos de peso.

Lo que se pretendía con ello era “…que de una manera lenta, para no perjudicar la circulación, se vayan amortizando aquellas tanto para evitar la confusión que pudiera ocasionar, así como por el mal estado en que se encuentran casi en su totalidad a causa del uso que han tenido.” Sin embargo, la circu-lación de los centavos, y por ende la recolección de las antiguas piezas, no fue un proceso ejecutado rápida-mente, lo cual demuestra que a veces la realidad supera el papel a las palabras. Por ejemplo, para el caso de la aplicación del decreto de 1862, en la prensa de la época se daba noticia de que para marzo de 1863 seguían en circulación las piezas del antiguo sistema y sin existir las medidas de diez y cinco décimos. Esto generaba un proble-ma tanto para los comerciantes a menudeo como para el público consumidor, ya que implicaba la permanencia simultánea de dos medidas y por tanto de su manejo cotidiano, así como de la dificultad de adoptar por completo el sistema decimal.

“Sección oficial”, La Sociedad, periódico político y literario, 21 de abril de 1864, p. 1. La Regencia del Imperio, aprobó la propuesta de decreto de moneda menuda elaborado por el secretario del Despacho de Hacienda y Crédito Público, M. Castillo a quien se le pidió que pusiera a efecto los artículos de dicho documento.

Véanse los artículos 4 y 7 del decreto del 8 de abril de 1864, sobre moneda menuda.

La Sociedad, 21 de abril de 1864, p. 1.

“Monedas”, El Monitor Republicano, marzo de 1863, p. 2.

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DECIMAL,

ontar con moneda menuda, no sólo fue una necesidad económica

sino también social, ya que la circulación de ésta fue de vital importancia para la realización de las transacciones pequeñas hechas por los grupos populares. Esta trascendencia fue reconocida por el gobierno juarista y es por ello que se puede entender por qué sólo se acuñó moneda de cobre como parte de la implantación del sistema monetario decimal.

Existieron algunos bandos que pretendían dar a conocer la pronta acuñación y circulación de la moneda de cobre, pero sobre todo, intentaban explicarle a la gente, incluso gráfica y físicamente, cómo iba a ser la moneda y cuáles eran las equivalencias con el sistema anterior y evitar con ello confu-siones y hacer que dicho proceso fuera de una aceptación paulatina.

El bando del 20 de marzo de 1863 emitido por Ponciano Arriaga indicaba que “…la proporción en que se debe recibir esta moneda (centavo de cobre) sería la si- guiente: por un peso de plata común 100 piezas. Por cuatro reales 50 piezas. Por dos reales o una peseta 25 centavos y así suce-sivamente.”

¡AUNQUE SEA

NO ME DESEES EL MAL! ¡NI QUÉ OCHO CUARTOS!

C

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Oficio del Director de la Casa de Moneda de Guanajuato, 22 de agosto de 1866,foja 1. AHCMM. Se solicitan instrucciones sobre el canto de las nuevas monedas.

“Editorial. Moneda corriente.”, La Sociedad, 22 de septiembre de 1864, p. 1.18

Esto mismo sucedió cuando se expidió el decreto de 1864, ya que la permanencia del antiguo sistema siguió aún cuando dicha disposición lleva-ba meses de ponerse en vigor y esa era una de las mayores dificultades, es decir la convivencia a un mismo tiempo de monedas que representaban valores y unidades diversas. Ejemplo de esta situación era la utilización de moneda menuda antigua, ya que fuera por costumbre o abundancia respecto a la nueva, era la que prevalecía como pieza de cambio en todas las operaciones comerciales.

En medio de estas discusiones existieron varias propuestas para resolver este “mal” como muchos así lo concibieron; al respecto en La Sociedad se expresaba:

A pesar de todas las dificultades, críticas y desaprobaciones, al decreto de abril de 1864 siguió el del 10 de abril de 1865 y el del 20 de agosto de 1866. El primero ordenaba la acuñación de piezas de plata de un peso, 50, 25, 10 y 5 centavos con ley de 0.9072 y de monedas de oro con ley de 21 quilates de 1, 5, 10 y 20 pesos, pero tan sólo se logró acuñar las de un peso de plata y 20 pesos oro, así como la de 1 centavo de cobre. El decreto de 1866 ordenó la fabricación de troqueles para 20 pesos oro y es la pieza que tiene en el anverso la figura del Emperador.

El mal se remediaría o disminuiría, en nuestro concepto, desistien-do por ahora de las monedas decimales mientras se establece por completo el nuevo sistema monetario, que para producir todos sus buenos resultados deba ir acompañado del sistema correspon- diente de pesos y medidas o retirando de golpe la circulación los reales, medios, cuartillas y tlacos y acuñando las piezas de diez, cinco y un centavo, suficientes para las operaciones del comercio al menudeo y haciendo así a dicho mercado de todo punto necesa-rio arreglar el precio y la cantidad de sus efectos al valor real de la nueva moneda corriente.

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La aceptación del sistema métrico decimal y por tanto del de tipo monetario también debe enten- derse a partir de la opinión pública, ya que en ella se explica por qué su adopción fue un proceso largo que se consolidó hasta finales del siglo XIX. Las diferentes posturas las podemos rastrear a través de la prensa decimonónica, en la que se expresaron varias voces que mostraban un asunto fundamental: la lucha por la permanencia de lo antiguo y la reticencia a los nuevos proyectos modernizadores, que de alguna manera afectaban la cotidianidad y los usos y costumbres.

Sobresalen “remitidos” de varios individuos, provenientes de distintos lugares del país, en donde expresaron su preocupación sobre el tema y plantearon propuestas ante el panorama que vivían respecto a la dificultad que resultó el cambio de reales por pesos. Por ejemplo, el Sr. J. M. Bernal, desde Tulancingo, expuso que la implan- tación obligatoria de innovaciones por parte de las autoridades no había tomado en cuenta las costumbres mercantilistas de la sociedad, la cual apenas comprendía el sistema antiguo pero que le había abonado “práctica constante y fácil de siglos atrás”.

“Remitido. Moneda, pesos y medidas”, La Sociedad, 23 de agosto de 1864, p. 2.

Jackson W. H., Mercado callejero de la Ciudad de México, 1891, © (466460) Secretaría de Cultura. INAH. SINAFO. F.N. México. Reproducción autorizada por el INAH.

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El Sr. Mariano Acevedo, en una carta reafirmaba la idea de que el sistema decimal aplicado a la acuñación echaba por tierra todo lo antiguo, mostrando una falta de tacto y sensibilidad de los gobernantes quienes introducían ideas que en nada mejoraban las transacciones, sino que al contrario las entor-pecían como sucedió con la utilización de los centavos.

Una de las propuestas de la opinión pública fue la anulación definitiva de la aplicación del nuevo sistema monetario, ya que

A pesar de las vicisitudes a las cuales se enfrentó Maximiliano a lo largo de su gobierno, implantar y ejecutar el sistema monetario decimal le dio cierto crédito al Segundo Imperio que es preciso hacer notar y destacar. En opinión de Konrad Kats, las monedas que se acuñaron bajo su administración, con los símbolos que en ellas se grabaron como su imagen y la leyenda de Impe-rio Mexicano, probaron que

…la repulsa de esos céntimos es general aquí y fuera de la capital. Retírense pues de la circulación y conviértanse en los antiguos tlacos, y vuélvase también nuestra moneda de plata a su antigua división, de peso de ocho reales, real, medio y tlacos de cobre de a ocho en el real. Esto restituirá el sosiego entre las poblaciones y los comerciantes de todas clases, particularmente de los ramos de comestibles.

…la importancia que Maximiliano atribuyó a las monedas que portaban su efigie se desprende del hecho de que a principios de 1867 expresó el deseo de que le mandasen pesos fuertes a Querétaro para cuya acuñación conservaba el troquel en su arma-rio de Chapultepec. Ello prueba que Maximiliano le atribuyó mágica representatividad a la moneda por él creada.

“Los centavos”, La Sociedad, 16 de septiembre de 1864, p. 2.

Konrad Ratz, Tras las huellas de un desconocido: nuevos datos y aspecto de Maximiliano de Habsburgo. México, CONACULTA, Siglo XXI, 2008, p. 77.

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Oficio del Director de la Casa de Moneda de Guanajuato, 22 de agosto de 1866,foja 1. AHCMM. Se solicitan instrucciones sobre el canto de las nuevas monedas.

Cabe resaltar que a pesar de la confrontación política entre el gobierno juarista y el del Emperador Maximiliano ambos coincidieron en este tema de la implantación del sistema monetario decimal, ya que el gobierno alterno encabezado por Benito Juárez, a través de su Ministerio de Fomento, ordenaba a finales de 1866 la suspensión de la amonedación de reales, medios y cuartillas de plata, así como de toda moneda de cobre hasta que se recibieran en la Casa de Moneda los nuevos troqueles fabricados y arreglados a dicho sistema.

Los nuevos modelos de matrices de los décimos y de 5 céntimos presentados por el interventor de la Casa, el Sr. Jesús Medina, y que reemplazaban a los reales y medios reales, habían sido aprobados para dar inicio a las nuevas acuñaciones en todas las cecas existentes en ese momento, mostrando que a pesar de los momentos por los cuales atravesaba el país, se seguían procurando “mejoras de progreso”.

A manera de conclusión pode- mos observar dos asuntos importantes del decreto: la transición de un antiguo régimen a un sistema moderno que no sólo se reflejó en lo político y social, sino también en lo monetario por necesidad de contar con monedas indispensables para las operaciones del comercio al menudeo, tal como fue el caso de los centavos de cobre. Asimismo, es necesario resaltar cómo, a pesar de la confrontación política entre el gobierno de Benito Juárez y el del Emperador Maximiliano, ambos coincidieron en la trascendencia que implicaba la implantación del sistema monetario decimal. Sin embargo, fue este último quien logró ejecutar la acuñación bajo este sistema con la introducción de tecnología moderna como fue la prensa para acuñar adquirida en Filadelfia.

A final de cuentas, la única diferencia entre la ley de Juárez y la de Maximiliano fue que en la del primero estaba contemplada la acuñación de monedas de 2 ½ pesos.

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“Amonedación”, El Monitor Republicano, 19 de enero de 1867, p. 3

“Monedas”, El Monitor Republicano, 17 de febrero de 1867, p. 3.

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ARCHIVOS CONSULTADOS

Archivo Histórico de Casa de Moneda de México (AHCMM).

Fototeca Nacional, Instituto Nacional de Antropología e Historia FUENTES CONSULTADAS

BÁTIZ, José Antonio. “Cambios y permanencias en moneda mexicana durante el siglo XIX” en Memorias del Segundo Congreso de Historia Económica, México, 2004.

BERNAL Gómez, Beatriz “México y las leyes liberales de Maximiliano de Habsburgo” en Hechos y derechos, núm. 11, septiembre-octubre 2012.

El Monitor Republicano. Diario de Política, Artes, Industria, Comercio, Modas, Litera-tura, Teatro, Variedades y Anuncios, (1846-1896).

RATZ, Konrad. Tras las huellas de un desconocido: nuevos datos y aspecto de Maximiliano de Habsburgo. México, CONACULTA, Siglo XXI, 2008.

La Sociedad Periódico Político y Literario, (1857-1867).

PRADEAU, Francisco Alberto. Historia numismática de México de 1823 a 1950. Tomo I, México, Sociedad Numismática de México, 1957.

VÁZQUEZ Pando, Fernando. La formación histórica del sistema monetario mexicano y su derecho. México, UNAM, IIJ, 1998. Los documentos y monedas que ilustran el texto forman parte del Archivo Histórico Casa de Moneda de México y Acervo Numismático de Casa de Moneda de México.

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DIRECTORIO

CASA DE MONEDA DE MÉXICO

Guillermo Hopkins GámezDirector General

Miguel Ángel Donaciano Moreno TelloDirector Corporativo de Administración

Luis Manuel Robles NayaDirector Corporativo Jurídico y de Seguridad

Juana García AnayaDirectora Corporativa de Finanzas

Juan Manuel Shiguetomi VillegasDirector Corporativo de Operaciones

Sara Pérez LedesmaSubdirectora de Comercialización

MUSEO NUMISMÁTICO NACIONAL

Ángel R. Valtierra MatusSubdirector Corporativo

Jefes de proyecto

Silvia Cuevas SánchezAcervo Documental

Salvador García LimaAcervos Numismático e Industrial

Edgardo Ganado KimVinculación

Fernando Fuentes MejíaApoyo Administrativo

SELECCIÓN DE MATERIAL NUMISMÁTICO

Daniela Vázquez Corral

Investigación y textos:

Dinorah Velasco RobledoGabriela Silva Antonio

www.gob.mx/cmm