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Los Cuadernos de Asturias ¿EL MINERO BORRACHO? Alcoholismo y disciplinas industriales en Asturias José Sierra Alvarez (*) E n Asturias, al igual que en otros lu- gares, la industrialización capitalista plantea a los patronos de rma acu- ciante la producción de una mano de obra eficiente a partir de todo un conjunto de procesos de direnciación, selección y modelado de esa masa social iorme y promiscua que re- sulta de la quiebra de las viejas relaciones socia- les. A lo largo del último tercio del siglo XIX y primeras décadas del actual, ingenieros y médicos asturianos al servicio de las empresas mineras se aplicarán ardorosamente al estudio y ensayo de rmulas capaces de desarraigar al campesino, de atraerlo hacia el trabajo minero a tiempo com- pleto, de elevar su «ecto útil» inculcando en él hábitos de trabo adecuados, y de preservarlo del contagio de «los microbios de las predicaciones más subversivas» (1). Y, en el marco de estas preocupaciones, inge- nieros y médicos descubrirán la importancia q�e, para el disciplinamiento del obrero en el trabaJo, tiene el control del espacio y del tiempo del no- trabajo, la vida cotidiana del obren�, el ciclo de la reproducción de la erza de trabaJo (2). Los p�- tronos asturianos se entregarán entonces con m- ción a la elaboración de un amplio -aunque irregu- lar- programa de «obras sociales», un verdadero proyecto de ingeniería social tendente a abarcar en un solo abrazo la totalidad de los «pequeños detalles» que constituyen la vida de esa curiosa máquina que, en definitiva, es el obrero (3), desde la alimentación hasta la vivienda, pasando por el vestido, la limpieza corporal y los accidentes y enrmedades, y desde la educación hasta los vi- cios, pasando por los hábitos conyugales, la es- tructura del gasto de los jornales y las lecturas (4). Y en ese proyecto de disciplinamiento del tra- bajo a través de intervenciones sobre el no-traba- jo, el ocio del obrero, sus diversiones, �o p�dían escapar a la atenta mirada de patron�s '. mgem�ros y médicos. Y como los proyectos utop1cos exigen de la previa construcción de un ntasma, unos y (*) Profesor en el Departamento de Geoa de la Univer- sidad de Santander. El texto del artículo constituye una reela- boración de materiales destinados a una tesis doctoral sobre disciplinas industriales patemalistas en Espa, y particul- mente en Asturias. El tema del texto resultó de una sugeren- cia, entre bromas y veras, de Juan José Castillo, a quien desde aquí se lo brindo. 68 otros se dotaron bien pronto de un demonio: el alcohol. El objeto de estas páginas es precisa- mente el intento de reconstruir el proceso de ela- boración de ese demonio particular de los patro- nos asturianos y de sus agentes. En esa medida, no se trata de estudiar el mayor o menor desarro- llo del alcoholismo entre los mineros asturianos, sino más bien de analizar la imagen que del al- coholismo minero se hacen patronos, ingenieros y médicos, el discurso que sobre tal imagen cons- truyen, y las prácticas de disciplinamien,to que �n este terreno desarrollan a lo largo de mas de cm- cuenta años. Todo lo cual remite antes a una li- gera aproximación de carácter histórico-ideológico que a una sesuda investigación histórico-social. 1. DE LA TABERNA A LA PEREZA, A LA IMBECILAD Y AL SOCIALISMO Bien pronto se dieron cuenta los ingenieros de la escasa honorabilidad de las diversiones obreras. En 1884 Fernando García Arenal, ingeniero de Caminos: Canales y Puertos y director de la Junta de Obras del Puerto de Gijón, escribía: «Nótase (entre los obreros) una carencia casi absoluta de diversiones públicas higiénicas y racionales. No hay juegos de pelota, ni de barra, ni de rejo _ nes, algunos muy pocos de bolos (...). Desde la pnma- vera al otoño, casi todos los domingos hay en las inmediaciones romerías a las cuales concurren, pero aparte tal cual baile, al que los hombres no muestran gran afición, toda la fiesta se reduce a merendar y beber sidra y muchos sólo lo se- gundo» (5). A juicio de est�s observa�ores, los obreros asturianos, y en particular los mmeros, no conocían otra rma de divertirse que la de beber inmoderadamente: «En el valle del Nalón, de cada tres casas dos tienen taberna; el vicio de la em- briaguez ' toma proporciones desconocid ' s _ en nuestra sobria España» (6). Y esa pretendida m- clinación de los mineros asturianos -o, al menos, el horror de médicos e ingenieros ante ella- no parece reducirse con el paso del t empo. Por el contrario a medida que se prondiza el proceso de industrialización, y a medida también que las luchas obreras consiguen incrementar el tiempo del no-trabajo, la plaga del alcoholismo parece extenderse sin eno (7). Otro ingeniero de minas, Lucas Mallada, escribía en 1911: «( ...) las cuali- dades de la masa obrera han empeorado en Astu- rias desde hace unos treinta años (...). Arrastrados (los mineros) por corrientes de vanidad q ue a la sazón dominan, son muchos los que deJaron la taberna por el cé, cambiando, de paso, el palo o la navaja por el revólver» (8). En 1923 el alcoho- lismo minero parece dibujarse -a juicio de l _ s observadores de minas- con los rasgos de un Ji- nete del apocalipsis: «La llaga se extiende cada día más y más, fétida y repugnante. Ya es hora _ de aplicarle el cauterio si no queremos que Astunas entera se hunda en la negrura de una noche, de la que nunca puede despertar» (9).

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Los Cuadernos de Asturias

¿EL MINERO BORRACHO?

Alcoholismo y disciplinas industriales en Asturias

José Sierra Alvarez (*)

En Asturias, al igual que en otros lu­gares, la industrialización capitalistaplantea a los patronos de forma acu­ciante la producción de una mano de

obra eficiente a partir de todo un conjunto deprocesos de diferenciación, selección y modeladode esa masa social informe y promiscua que re­sulta de la quiebra de las viejas relaciones socia­les. A lo largo del último tercio del siglo XIX yprimeras décadas del actual, ingenieros y médicosasturianos al servicio de las empresas mineras seaplicarán ardorosamente al estudio y ensayo defórmulas capaces de desarraigar al campesino, deatraerlo hacia el trabajo minero a tiempo com­pleto, de elevar su «efecto útil» inculcando en élhábitos de trabajo adecuados, y de preservarlo delcontagio de «los microbios de las predicacionesmás subversivas» (1).

Y, en el marco de estas preocupaciones, inge­nieros y médicos descubrirán la importancia q�e,para el disciplinamiento del obrero en el trabaJo,tiene el control del espacio y del tiempo del no­trabajo, la vida cotidiana del obren�, el ciclo de lareproducción de la fuerza de trabaJo (2). Los p�­tronos asturianos se entregarán entonces con frm­ción a la elaboración de un amplio -aunque irregu­lar- programa de «obras sociales», un verdaderoproyecto de ingeniería social tendente a abarcaren un solo abrazo la totalidad de los «pequeñosdetalles» que constituyen la vida de esa curiosamáquina que, en definitiva, es el obrero (3), desdela alimentación hasta la vivienda, pasando por elvestido, la limpieza corporal y los accidentes yenfermedades, y desde la educación hasta los vi­cios, pasando por los hábitos conyugales, la es­tructura del gasto de los jornales y las lecturas (4).

Y en ese proyecto de disciplinamiento del tra­bajo a través de intervenciones sobre el no-traba­jo, el ocio del obrero, sus diversiones, �o p�díanescapar a la atenta mirada de patron�s '. mgem�rosy médicos. Y como los proyectos utop1cos exigende la previa construcción de un fantasma, unos y

(*) Profesor en el Departamento de Geografía de la Univer­sidad de Santander. El texto del artículo constituye una reela­boración de materiales destinados a una tesis doctoral sobre disciplinas industriales patemalistas en España, y particular­mente en Asturias. El tema del texto resultó de una sugeren­cia, entre bromas y veras, de Juan José Castillo, a quien desde aquí se lo brindo.

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otros se dotaron bien pronto de un demonio: elalcohol. El objeto de estas páginas es precisa­mente el intento de reconstruir el proceso de ela­boración de ese demonio particular de los patro­nos asturianos y de sus agentes. En esa medida,no se trata de estudiar el mayor o menor desarro­llo del alcoholismo entre los mineros asturianos,sino más bien de analizar la imagen que del al­coholismo minero se hacen patronos, ingenieros ymédicos, el discurso que sobre tal imagen cons­truyen, y las prácticas de disciplinamien,to que �neste terreno desarrollan a lo largo de mas de cm­cuenta años. Todo lo cual remite antes a una li­gera aproximación de carácter histórico-ideológicoque a una sesuda investigación histórico-social.

1. DE LA TABERNA A LA PEREZA, A LAIMBECILIDAD Y AL SOCIALISMO

Bien pronto se dieron cuenta los ingenieros dela escasa honorabilidad de las diversiones obreras.En 1884 Fernando García Arenal, ingeniero deCaminos: Canales y Puertos y director de la Juntade Obras del Puerto de Gijón, escribía: «Nótase(entre los obreros) una carencia casi absoluta dediversiones públicas higiénicas y racionales. Nohay juegos de pelota, ni de barra, ni de rejo_nes,algunos muy pocos de bolos ( ... ). Desde la pnma­vera al otoño, casi todos los domingos hay en lasinmediaciones romerías a las cuales concurren,pero aparte tal cual baile, al que los hombres nomuestran gran afición, toda la fiesta se reduce amerendar y beber sidra y muchos sólo lo se­gundo» (5). A juicio de est�s observa�ores, losobreros asturianos, y en particular los mmeros, noconocían otra forma de divertirse que la de beberinmoderadamente: «En el valle del Nalón, de cadatres casas dos tienen taberna; el vicio de la em­briaguez 'toma proporciones desconocid'.1s _ennuestra sobria España» (6). Y esa pretendida m­clinación de los mineros asturianos -o, al menos,el horror de médicos e ingenieros ante ella- noparece reducirse con el paso del t�empo. Por elcontrario a medida que se profundiza el procesode industrialización, y a medida también que lasluchas obreras consiguen incrementar el tiempodel no-trabajo, la plaga del alcoholismo pareceextenderse sin freno (7). Otro ingeniero de minas,Lucas Mallada, escribía en 1911: «( ... ) las cuali­dades de la masa obrera han empeorado en Astu­rias desde hace unos treinta años ( ... ). Arrastrados(los mineros) por corrientes de vanidad que a lasazón dominan, son muchos los que deJaron lataberna por el café, cambiando, de paso, el palo ola navaja por el revólver» (8). En 1923 el alcoho­lismo minero parece dibujarse -a juicio de l<;>_sobservadores de minas- con los rasgos de un Ji­nete del apocalipsis: «La llaga se extiende cadadía más y más, fétida y repugnante. Ya es hora _deaplicarle el cauterio si no queremos que Astunasentera se hunda en la negrura de una noche, de laque nunca puede despertar» (9).

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Los Cuadernos de Asturias

La salida de la mina. 1903.

Y esa llaga tiene efectos y consecuencias gra­ves. En primer lugar, porque genera debilidad y degradación físicas: «Esos jóvenes raquíticos, esos adolescentes enclenques, cuya configuración física va denunciando por todas partes el estado de degeneración en que fueron engendrados ( ... ) . De esta generalización progresiva y abominable, de este incremento nocivo y desconsolador, nace fatalmente una serie de males cuyos efectos perni­ciosos se exteriorizan en la inferioridad cada vez más ostensible y alarmante de la raza» (10). Y ello es grave, y más en Asturias, en donde hasta -por lo menos- 1914 la escasez de brazos en la minería había llegado a convertirse en un problema acu­ciante (11).

Pero es que el presunto consumo inmoderado de alc.ohol -y particularmente de alcohol adulte­rado (12)- se hacía sentir negativamente en el tra­bajo. Así lo entendió Francisco Gascué cuando escribe: «El que explota minas, el industrial, sufre de rechazo los efectos de estos fatales hábitos; hoy ve desorganizados sus tajos por estar presos algunos de sus obreros, mañana porque duermen otros su borrachera y al día siguiente porque des­pués de una embriaguez fuerte se siente el minero cansado e inútil para el trabajo» (13). El que los mineros «hiciesen lunes» y -aunque así no fuese­se vieran expuestos más de lo conveniente a acci­dentes, no podía dejar indiferentes a los patronos y a los ingenieros (14).

Ni tampoco las pretendidas secuelas sociales del fenómeno. La extensión social del alcoholismo y de sus efectos se aparecen, en primer lugar,

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como degradación moral. El anatema adquiere en­tonces ribetes bíblicos. En La Semana Popular Ilustrada, publicación impresa por el Marqués de Comillas en Saos, y difundida entre sus obreros del coto de Aller entre 1890 y 1892, aparece el siguiente texto: «Según los resultados más positi­vos de la ciencia, resumidos por el doctor Morel de Ruan, el alcohol obra en las familias, del modo siguiente: Primera generación: Depravación mo­ral, excesos alcohólicos; Segunda generación: Embriaguez habitual, accesos de manía, reblande­cimiento cerebral; Tercera generación: Hipon­condría, melancolía, suicidio, homicidios; Cuarta generación: Imbecilidad, idiotismo, esterilidad, extinción de la familia. Un gran naturalista inglés, ha comprobado igualmente que las familias de bo­rrachos se extinguen a la cuarta generación, y tal vez en ninguna otra circunstancia se realiza tan completamente aquella amenaza de Dios: 'Yo cas­tigaré los pecados de los padres en los hijos hasta la tercera y la cuarta generación'» (15). El alcoho­lismo aparece como una de las causas esenciales de la criminalidad y de la locura: «Los idiotas y locos que por aquí tanto abundan, constituyen la natural descendencia de los alcohólicos» (16).

Y esos borrachos, locos e idiotas, esos mineros, constituyen una amenaza para sí mismos; y para el orden público: en ferias y romerías «suele con­cluir la fiesta a tiros, palos o navajazos, o todo esto a la vez ( ... )» (17). Finalmente -y ello es, sin duda, lo más grave- las secuelas del alcoholismo alcanzan a los combates sociales, enconándolos: «El carácter de las luchas sociales, tiene aquí

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Los Cuadernos de Asturias

también el mismo origen; la terquedad, la irascibi­lidad, el amor propio exagerado que se pone en ellas, son características propias de quienes no poseen la serenidad de juicio necesaria para luchar por su mejoramiento, con los recursos supremos y exclusivos de la razón» (18).

Del raquitismo a la imbecilidad, de la criminali­dad a la locura, del absentismo laboral a las luchas sociales: en el fondo de todo ello deja ver su feo rostro el alcoholismo. De ahí la importancia de combatirlo por todos los medios, de desarrollar amplios y completos programas específicos de or­topedia antialcohólica.

2. EL CORDON SANITARIO EN TORNO A LA

TABERNA

, El problema es arduo, y necesita el concurso de todos: «Este vicio social necesita la acción simul­tánea de las empresas, del Municipio y de los particulares» (19). El municipio debía «castigar con severidad la venta de las bebidas adulteradas (y) restringir algun tanto con ciertas medidas es­peciales, como prohibiendo la venta al fiado, etc.,etc., el excesivo número de tabernas y demásdespachos de bebidas» (20). Pero en ocasiones elpoder municipal iba más lejos y blandía armas másdirectas: «en una población asturiana donde elalcoholismo se iba extendiendo considerable­mente, un alcalde, queriendo acabar con los bo­rrachos, apeló a un recurso que en aquella épocaresultaba cómico y le produjo excelentes resulta­dos. ( ... ) Consistía éste en encerrarles por la no­che, y, ya preparado un barbero, se les soltaba aldía siguiente por la mañana despejados de su bo­rrachera, pero rasurados completamente barba ycabellera, lo cual constituía el regocijo de los con­vecinos, y con sus burlas y cuchufletas conse­guían más que con las leyes prohibitivas» (21).

Y sin embargo, más eficaces que el escarnio y las prohibiciones debieron resultar -por sordas y cercanas- las medidas tomadas por los patronos en sus respectivas empresas. Sólo en el marco cerrado y estrecho de éstas era posible articular todo un conjunto de prácticas que combinase las medidas directas con las indirectas, la persuasión con la represión y la gratificación.

Dejando aparte la propaganda antialcohólica que en escuelas, iglesias y talleres pudiera hacerse (22), la intrincada y tupida malla de las «obras sociales» de las empresas alcanzaba al alcoho­lismo por muy diferentes vías. Vivienda, econo­mato y cajas de socorros y pensiones debieron constituir poderosos instrumentos de templanza y continencia del obrero.

La vivienda antihigiénica, en efecto, aparece -en el discurso de los ingenieros- permanente­mente asociada a la taberna, es su otra y necesariacara. La falta de atracción del hogar familiar -o susimple inexistencia en cuanto tal- aparece como elprincipal factor que induce al obrero a buscar sudiversión en la taberna. Una comisión de expertos

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a la que el gobierno había encargado un dictamen sobre la minería asturiana del carbón reconocía en 1926 que «la mala condición de las viviendas es uno de los factores primordiales del alcoholismo, y que si éste no se justifica, llega a tener explica­ción cuando el hogar obrero no atrae y el trabaja­dor que a las tres o a las cuatro de la tarde ( ... ) ha terminado su tarea en región que, como la astu­riana, por ser muy lluviosa, no invita a estar a la intemperie, no encuentra otro lugar de solaz que la taberna» (23). Suministrar viviendas higiénicas a los obreros y fomentar en sus familias hábitos domésticos y de intimidad (24) debería, por tanto, atajar la nefanda atracción de la taberna. Sobre todo si esa vivienda lo era unifamiliar -el aisla­miento debería fomentar la intimidad de la familia nuclear- y con un pequeño huerto anexo. Y esas viviendas, algunas de las cuales se otorgaban en propiedad, únicamente se concedían a obreros que presentasen «relevantes prendas de moralidad e inteligencia» (25); y no cabe dudar de que entre las primeras y no necesariamente entre las segun­das se encontraba la templanza.

El economato o la cooperativa, por su parte, contribuían también a la lucha antialcohólica. En primer lugar a través de la prohibición generali­zada de venta de alcoholes: «salvo muy pocas excepciones, las Cooperativas o Economatos de las Sociedades mineras no expenden alcoholes a sus asociados y no son, por tanto, establecimien­tos donde el obrero tiende a gastarse viciosamente todo su salario, como ocurre en los demás comer­cios» (26). Esta prohibición alcanzaba también a algunas cooperativas de iniciativa y composición exclusivamente obreras: es el caso de la Coopera­tiva de Consumos « Unión Obrera», formada ma­yoritariamente por obreros de la Fábrica de Ar­mas de Oviedo, y respecto de la cual Adolfo Alva­rez Buylla alaba «la unanimidad con que fue re­chazada en Junta general la proposición de que se vendieran en el almacén social vinos y licores,

actitud tanto más digna de aprecio, cuanto que es proverbial la afición a estas cosas de nuestras clases trabajadoras» (27). Pero es que economatos y cooperativas, a través de la forma de pago de los géneros -libretas o bonos-, constituían también medios indirectos de inculcación de hábitos an­tialcohólicos. En efecto, tales formas de pago, además de hacer posible una inspección minuciosa del consumo de las familias obreras (28), consti­tuían formas específicas de inducción a un gasto razonable y ordenado: «A fin de mes, el obrero ha pagado todos sus gastos, de suerte que lo que cobra es el esceso que le queda libre para atencio­nes menos urgentes que la comida y el vestido,. mientras hoy, el día de la paga, se encuentra con dinero fresco y olvidándose de sus compromisos, empieza generalmente por gastar el jornal de 6 ó 8 dias en vino y aguardiente» (29).

Las medidas antialcohólicas de las cajas de so­corros y de pensiones eran más directa y explíci­tamente disuasorias. Los Estatutos de la Caja de

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Tipos mineros (siglo.XIX).

Socorros de la Hullera Española establecían taxa­tivamente que se atenderían únicamente «las en­fermedades que no sean consecuencia de riñas omalas costumbres» (30). Y en el caso de los reti­ros y pensiones, y dado su carácter voluntario, lasmedidas eran aún más explícitas. Los socorrosprevistos en el caso de la Caja de Retiros de laHullera Española serían otorgados «teniendo encuenta, no sólo las necesidades especiales deaquéllos que deban recibirlos, sino también, ymuy preferentemente sus virtudes religiosas ydomésticas». Tales pensiones, para cuya conce­sión era necesaria la presentación de «un estadode situación de la familia del obrero ( ... ), y uncertificado de buena conducta, firmados ambospor el señor Cura párroco o por los Capellanes dela Empresa», podían ser suprimidas -entre otrosmotivos- cuando sus beneficiarios «den el escán­dalo público por ser blasfemos, tener el vicio de laembriaguez o del juego, y en general por tenermalas costumbres» (31). Finalmente, la profilaxis antialcohólica de lospatronos asturianos se cerraba con todo un con­junto de prácticas tendentes a construir un espaciodel ocio obrero diferente y alternativo a aquel«antro del mal» (32). El huerto obrero y el deportedeberían cubrir ese espacio: se trata de atraer alobrero «a toda clase de diversiones al aire libre,separándole del vicio del juego y de la bebida;aumentar los campos de fútbol, ya que se advierteentusiasmo en el obrero hacia ese deporte; crearpremios como aliciente al mismo y realizar certá­menes» (33). El «aire libre» como asilo preven-61

tivo. Y la puerta de la taberna termina de cerrarse-por fuera, naturalmente- con el Círculo ObreroCatólico, espacio privilegiado del ocio obrero: «¿Dónde consagra el obrero mejor a Dios el día deDomingo? ¿En el Círculo Obrero Católico donderecibe saludables enseñanzas para su alma ycuerpo o en esas cloacas del vicio que llamamostabernas ... donde aprende las ideas más abomina­bles sobre todo lo que sea digno de respeto, dondese blasfema de Dios?» (34). * * *

No es éste el lugar de verificar la eficacia queeste conjunto de discursos y prácticas de ingenie­ros y médicos haya podido tener sobre los hábitos y comportamientos de los mineros asturianos: ellono cabe en la perspectiva de estas líneas, quepretenden tan sólo examinar la combinatoria delos elementos que integran el proyecto antialcohó­lico de los patronos asturianos. Pero sí tiene sen­tido el señalar que en este campo -como en otros­los patronos, tras revolucionar el modo de vivir delas poblaciones preindustriales, intentan restauraralgunas de las fantasmáticas virtudes de las comu­nidades campesinas. Y tiene también sentido elseñalar que -a pesar de la evidente coherencia quetraba al programa moralizador de los patronos- setrata de un proyecto perfectamente inútil, carco­mido secretamente por aquello que precisamenteno entra en él, aquello que se empuja hacia elolvido: que las comunidades preindustria- "les «vivían moralmente porque no tenían ningún motivo para ser inmorales» (35).

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NOTAS

(1) Arboleya Martínez, M., De la acción social. El caso deAsturias, Barcelona, 1918, p. 11. Maximiliano Arboleya será uno de los principales impulsores del sindicalismo católico «no amarillo».

(2) «A la clase capitalista no se le ha escapado que existealgún tipo de relación entre el trabajo y la forma de vida, y que con la manipulación de ésta se puede incidir sobre aquél. Un tema permanente en la historia de los países capitalistas avan­zados ha sido la preocupación por aquellas mejoras en el lugar de residencia susceptibles de aumentar la felicidad, la docilidad y la eficiencia de los trabajadores». Harvey, D., «Trabajo, capital y lucha de clases en torno al medio construido en las sociedades capitalistas avanzadas», Documents d'Analisi Me­todologic en Geografía, n.0 1, 1977, p. 165. Acerca de las disciplinas del trabajo industrial, y de las disciplinas paternalis­tas en particular, véase Gaudemar, J. P. de, L'ordre et la production. Naissarce et formes de la disciple d'usine, París, Dunod, 1983.

(3) Es Francisco Gascué quien se expresa en estos térmi­nos. Gascué, F., «La industria carbonera en Asturias», Re­vista Minera, 1883, p. 387. Francisco Gascué, ingeniero de la Real Compañía Asturiana de Minas en Arnao durante unos años, será el más temprano, influyente y lúcido exponente del paternalismo industrial en Asturias. «El jornalero, industrial­mente considerado, es una máquina; máquina que lleva su maquinista consigo y que se mueve por sí sola, pero máquina al fin». Extendiendo esta imagen puede hablarse, entonces, del alimento del obrero como su «combustible», de sus enferme­dades como sus «averías», de su ciclo laboral como su «amor­tización». Véase Gascué, F., op. cit., pp. 371 y 372. La felici­dad y sofisticación de la imagen de máquina aplicada al obrero no puede apreciarse en toda su dimensión si no es en el marco marxiano de la consideración del obrero como trabajo vivo, y de la máquina como trabajo muerto, acumulado. Al respecto, véase Sierra Alvarez, J., «De las utopías socialistas a las utopías patronales: para una genealogía de las disciplinas in­dustriales paternalistas», Revista Española de Investigaciones Sociológicas, 1984, en prensa en el momento de redactar estas líneas.

(4) Una síntesis de estas intervenciones, desde una pers­pectiva histórica, puede consultarse en Shubert, A., Hacia la revolución. Orígenes sociales del movimiento obrero en Astu­rias, 1860-1934, Barcelona, Grijalbo, 1984, cap. 4, pp. 98-129.

(5) García Arenal, F., Datos para el estudio la CuestiónSocial, Gijón, Silverio Cañada, 1980, reedición de la original de 1885, p. 65.

(6) Gascué, F., op. cit., p. 388. Véase también Suárez, J.,El problema social minero en Asturias, Oviedo, Imp. de Pardo, Gusano y Comp., 1896, p. 12. José Suárez era ingeniero de minas. «Los obreros que se dedican al trabajo en las minas, son en general más dados a la bebida, y de aquí resulta que gastan en este vicio una parte alícuota muy crecida del jornal, quedando sin satisfacer necesidades tan perentorias como las del alimento y vestido». García Arenal, F., op. cit., p. 52.

(7) «Implantada la jornada legal de ocho horas de trabajo,el obrero, aparte de las necesarias para el descanso, dispone cada día de un asueto que bien empleado debe ser el más eficaz antídoto del atosigamiento sufrido en la faena cotidiana; pero que también puede convertirlo en desdichada perversión del ordenado vivir, por estancia en los ambientes mefiticos de tasquerías, tahuerías y lupanares ( ... )». Sánchez Martín, G., «De higiene minera. Las horas de asueto», Revista Minera, 1923, p. 638. Dañoso asueto: el obrero, sin duda, encuentra su redención en el trabajo, y sólo en él. G. Sánchez Martín era médico en Minas «El Centenillo».

(8) (Mallada, L.), Informe relativo al estado económico y

situación de los obreros de las Minas y Fábricas metalúrgicas de España y organismos de protección instituidos en beneficio de los mismos, Madrid, Establecimiento tipográfico de «El Liberal», 1911, «Distrito de Oviedo», p. 21.

(9) «El nuevo manicomio de Oviedo y el alcoholismo enAsturias», Revista Industrial Minera Asturiana, 1923, p. 236. En 1925 un médico de Langreo señalaba que «desde la guerra (de 1914-1918) el concejo gasta más en alcohol que en pan».

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Jove y Canella, J. M., Topografía médica del Concejo de Langreo, Madrid, 1925, citado por Shubert, A., op. cit., p. 101.

(10) Orbón, J., «Urge la aplicación de una 'Ley Seca' paraacabar con esa gran vergüenza, verdadero oprobio de nuestra provincia», Revista Industrial Minera Asturiana, 1923, p. 64. Independientemente de tal degeneración de la raza, los alcohó­licos y los bebedores inveterados se exponían a peligros terri­bles. Las «combustiones humanas espontáneas» eran una de ellas. Se trata de «un fenómeno extraordinario ( ... ) que suele verificarse en los que, por el hábito de embriagarse, tienen el cuerpo impregnado de alcohol, y se encienden o consumen, quedando reducidos, en breves momentos, a un montón de cenizas». Gay, N., Veladas del obrero o la Moral, la Higiene, la Economía privada y las cuestiones económico-sociales de actualidad, puestas al alcance de las clases populares, Barce­lona, Administración del Plus Ultra, 1857, p. 110.

(11) Véase Gascué, F., op. cit., p. 371; Nicou, P. ySchlumberger, C., «L'industrie miniere et metallurgique dans les Asturies. Notes de voyage», Annales des Mines, 1905, p. 217; y Falco, J., «Informe de la última visita practicada al Distrito minero de Oviedo por el Inspector de la primera re­gión», Revista Industrial Minera Asturiana, 1917, p. 247.

(12) «( ... ) hay bastante abuso de los vinos y licores, gene­ralmente adulterados, en los establecimientos públicos; y si bien sucede frecuentemente que los que de ellos hacen uso sufren efectos maléficos, tanto por lo menos como al vicio y exceso, débese a la mala calidad de aquéllos». «Información oral de la Comisión Provincial de Oviedo ( de la Comisión de Reformas Sociales), sesión del 19-X-1884», contestación a la pregunta 41 del cuestionario; reproducida parcialmente en Re­vista de Trabajo, n.0 25, 1966, p. 474. Una parte «del mucho vino que se bebe ( ... ) se fabrica con agua, alcohol alemán, algo de azúcar y sustancias tintóreas, procediendo de cualquier cosa menos de uva». «La mayor parte del aguardiente, de que los obreros hacen gran consumo por las mañanas, se forma de agua, alcohol amílico y esencia de anís». Suárez, J., op. cit., pp. 16-17 y 12.

(13) Gascué, F., op. cit., p. 388.(14) En Gijón, .en 1883, el 4 % de los obreros «hacían

lunes». Véase García Arenal, F., op. cit., p. 44. En el valle de Turón ese porcentaje se elevaba, en ocasiones, al 75 %. Véase Shubert, A., op. cit., p. 36. El discurso sobre el alcohol en relación al trabajo no podía ignorar, sin embargo, que, en las condiciones de alimentación del obrero, el alcohol podía con­vertirse en «alimento de ahorro» y, en esa medida, actuar como estimulante de la productividad del trabajo. Elevar la productividad y evitar el absentismo por embriaguez: cuello de botella que los médicos resolverán torpemente diferenciando entre el uso y el abuso del alcohol. Al respecto, véase García Arenal, F., op. cit., pp. 42-43 y 129.

(15) «Un veneno», La Semana Popular Ilustrada, n.0 37,9-IV-1891, p. 178. Las «observaciones» de More! serán abun­dantemente explotadas, y llegarán a convertirse en la bestiapeluda de los higienistas antialcohólicos. Véase, por ejemplo,López Gómez, Q., El alcoholismo. Sus efectos y medios paraevitarlo, memoria premiada en el concurso de 1908-1909 orga­nizado por la Sociedad Española de Higiene, Madrid, 1910, pp.25-26. Quintín López Gómez era director de la revista deestudios psicológicos Lumen. Y también Cuello Calón, E., «Elalcoholismo: sus efectos, causas y remedios», Boletín de la Institución Libre de Enseñanza, 1906, p. 216. E. Cuello Calónera doctor en Derecho, y el texto fue premiado en el concursode estudios sociales organizado por el Círculo de Obreros deSalamanca. Un médico higienista escribía en 1882: «Bajo elpunto de vista moral y social, las bebidas trastornan la inteli­gencia y la voluntad, y traen consigo la pereza, la miseria y elcrimen». Sáenz y Criado, J., «El alcoholismo», La Higiene.Semanario científico-popular, 1882, p. 96.

(16) Orbón, J., op. cit., p. 64. «( ... ) la propagación delalcoholismo en Asturias, causa de tantos crímenes y de tantos degenerados de todas clases, como produce nuestra provin­cia». «El nuevo manicomio ... », op. cit., pp. 235-236. La base de todo ello debe ser Gimeno y Azcárate, M., La criminalidad en Asturias, Oviedo, 1900, que establece una relación de causa a efecto entre criminalidad y número de tabernas. «La relación entre el alcoholismo y la criminalidad es una de las cuestiones

Page 6: ¿EL MINERO BORRACHO? · aplicarán ardorosamente al estudio y ensayo de ... «En el valle del Nalón, de cada tres casas dos tienen taberna; ... de la criminalidad y de la locura:

Los Cuadernos de Asturias

que hoy se consideran por todos los criminalistas, cualquiera que sea su dirección, como cosa fuera de duda». Cuello Calón, E., op. cit., p. 214. Por su parte Quintín López Gómez titula el primer epígrafe de su memoria como «De la taberna al mani­comio». «El doctor Joire, después de trazar un verídico cuadro de la embriaguez, y fijándose en la habitual de los borrachos, dice que esta última produce la locura, y sobre todo la manía suicida». Y propone consecuentemente un tratamiento similar al de los alienados: «Lo lógico, por consiguiente, lo razonable, lo provechoso, y lo más humano, es secuestrar, aislar, ence­rrar en depósitos especiales a los borrachos incorregibles». (Monlau, P. F.), «Conviene secuestrar a los ebrios habituales», El Monitor de la Salud de las Familias y de la Salubridad de los Pueblos, 1863, p. 252. Pedro Felipe Monlau fue uno de los principales higienistas españoles del siglo XIX.

(17) Suárez, J., op. cit., p. 17.(18) «El nuevo manicomio ... », op. cit., p. 236. Otro inge­

niero de minas, José Revilla, escribe que en la taberna el minero encuentra «dos cosas que le son agradables ( ... ): el aborrecimiento hacia el burgués, su tirano, al parecer, y el olvido a su mísera manera de vivir», Revilla, J., Riqueza Minera de la Provincia de León. Su descripción industrial y

estudio de soluciones para explotar/a, Madrid, Imp. Alemana, 1906, p. X. Véase también Uría, J., «La originalidad de las Universidades Populares (Notas para una historia de la educa-· ción de adultos en Asturias» , Los Cuadernos del Norte, n.0 11, 1982, p, 82, «Hay motivos poderosos para creer que una parte de los 'sin trabajo', no deben al progreso de la máquina ni a la avaricia del burgués el carecer de ocupación. Lo prueba, en muchos de ellos, el que cambian de taller con más frecuencia que de camisa, y en otros, el que no encuentren labor que les agrade.( ... ) Son los que en mitines y revueltas no se conforman con la tónica, sino que dan la nota aguda. ( ... ) Su pesadilla es el burgués y los edecanes del burgués», López Gómez, Q., op. cit., p. 22.

(19) Muñiz Prada, N,, «Estudio médico de los obreros deminas en el concejo de Mieres», Revista Minera, 1895, p. 329. Nicanor Muñiz Prada era instructor de la Escuela de Capata­ces. Véase Shubert, A., op. cit., p. 78.

(20) Muñiz Prada, N., op. cit., p. 329. «En España, comoen otros países, el vino se bebe principalmente en la taberna; por lo tanto, cuantas medidas, directas o indirectas, vayan dirigidas a conseguir la disminución de estos ya excesivos establecimientos y a dificultar la venta en ellos del alcohol ( ... ) nos parecerán justas y será el mejor medio de combatir el alcoholismo». Muñoz Antuñano, L., Saneamiento e higieniza­ción de España, Obra premiada en el concurso «García Faria»

por el Instituto de Ingenieros Civiles, Madrid, Sucs. de Riva­deneyra, 1921, p. 305.

(21) Muñoz Antuñano, L., op. cit., p. 308. Los incontinen­tes diarios y recalcitrantes debían colocar en un buen aprieto a ese activo alcalde.

(22) «Se necesita ( ... ) organizar buenas escuelas en las que(los obreros) aprendiesen a conocer los perniciosos efectos de la embriaguez y los beneficios de la sobriedad». Muñiz Prada, N., op. cit., p. 329. La Real Compañía Asturiana de Minas, en el comedor de su factoría de Rentería, exhibía «en las paredes láminas y aforismos contra el alcoholismo». Informe rela­'tivo ... , op. cit., p. 108.

(23) Presidencia del Consejo de Ministros: Dictamen oficialsobre la industria hullera en Asturias, Madrid, Imp. Clásica Española, 1926, p. 55. Ya en 1884 Fernando García Arenal lo señalaba: el trabajo femenino fuera de la vivienda, al impedir a las mujeres un adecuado mantenimiento de ésta y la creación de un verdadero hogar, «contribuye a que los obreros no encontrando en casa, cierto orden y bienestar, busquen fuera distracciones que dada su falta de cultura, apenas pueden hallar más que en las tabernas» . García Arenal, F., op. cit., p. 108. Véase también Llanas Aguilaniedo, J. M., op. cit., p. 115.

(24) E. Cuello Calón recomienda como medida antialcohó­lica «la construcción de viviendas atractivas é higiénicas desti­nadas a los obreros, con el fin de despertar en ellos el amor al hogar y a la vida familiar». Cuello Calón, E., op. cit., p. 220. «Claro que la edificación no es todo, y aunque a los patronos no puede exigirse más, habría que fomentar también la lim­pieza del hogar, el confort del ajuar, la afición a la vida domés­tica». Presidencia del Consejo de Ministros: op. cit., p. 56.

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(25) «Proyecto de colonia obrera en Oviedo», La Cons­trucción Moderna, 1905, pp. 161-162. La Real Compañía Astu­riana de Minas concedía vivienda gratuita a «todos aquellos obreros con familia que merecen la confianza de la dirección». (Mallada, L.), Informe relativo ... , op. cit., p. 39. Hullera Es­pañola rifaba casas en propiedad entre «los obreros del interior que mejores condiciones de moralidad y asiduidad reunían» , «Un templo minero», Revista Minera, 1894, p. 327.

(26) Presidencia del Consejo de Ministros, op. cit., p. 202.Véase también (Mallada, L.), Informe relativo ... , op. cit., pp, 46, 47 y 48.

(27) Buylla, A. A., «La cooperación obrera en Asturias»,Boletín de la Institución Libre de Enseñanza, 1893, p. 94.

(28) Hasta el punto de que a las empresas les era posiblerealizar estadísticas del consumo de las familias. Es posible consultar algunas de ellas en Presidencia del Consejo de Minis­tros, op. cit., pp. 68-71.

(29) Gascué, F., op. cit., p. 401.(30) «Estatutos de la Caja de Socorros de Hullera Espa­

ñola» , art. l. l. Véase también «Reglamento de la Caja de Socorros de Hullera Española» , art. 7; y «Reglamento para el médico» (de la Caja de Socorros de Hullera Española), art. 12. Los documentos íntegros pueden consultarse en Vicent, A., Socialismo y anarquismo. La encíclica de Nuestro Santísimo Padre León XIII «De conditione opificum» y los Círculos de Obreros Católicos, Valencia, Imp. de José Ortega, 1895, apén­dice. Esas limitaciones en la asistencia tenían un carácter ge­neralizado a todas las empresas. Véase (Mallada, L.), Informe relativo ... , op. cit., p. 27.

(31) «Estatutos de la Caja de Retiros de Hullera Espa­ñola» , arts. 2, 12.l y 5. Pueden consultarse en Vicent, A., op. cit., apéndice.

(32) Muñoz Antuñano, L., op. cit., p. 307. E. Cuello Calónpropone «la creación de centros instructivos recreativos que aparten a los obreros de las tentaciones de la taberna, les faciliten bebidas higiénicas; distracciones, juegos, cantos, mú­sica, proyecciones, salas de lectura, gimnasia, teatro, etc.». Cuello Calón, E., op. cit., p. 220.

(33) Presidencia del Consejo de Ministros, op. cit., pp. 207y 208.

(34) Discurso inaugural del Círculo de Bustiello, de ManuelMontaves, director de la empresa Hullera Española en Ujo, 1895, citado por Shubert, A., op. cit., p. 114. Sobre los Círcu­los de Obreros Católicos, véase Vicent, A., op. cit. El Padre Antonio Vicent (S.I.) será el pionero y principal difusor en España de los Círculos de Obreros Católicos. Véase también Castillo, J. J., « Modulaciones ideológicas del catolicismo so­cial en España: de los Círculos a los Sindicatos» , Revista Española de la Opinión Pública, 1976 (3), pp. 37-75. Sobre la organización del ocio obrero en la Hullera Española, véase también García, J. L., Antropología del territorio, Madrid, Taller de Ediciones Josefina Betancor, 1976, cap. 5.

(35) Engels, F., La situación de la clase obrera en Inglate­rra, Madrid, Ayus Akal, 1976, p. 35.