el miedo del portero al penalty peter handke

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Peter Handke (1942) es uno de los escritores actuales más importantes, polémicos y populares en lengua alemana. Sus obras suelen gravitar en torno a las dificultades en la comunicación humana, la soledad o sus consecuencias, con un estilo original que no renuncia nunca al compromiso con la literatura. Novela que lo catapult ó a la fama en 1970, EL MIEDO DEL PORTERO AL PENALTY tiene como protagonista a Bloch, antiguo portero de fútbol, cuya percepción errática y fragmentaria, alimentada por su aislamiento y la hostilidad de un mundo que no comprende, lo lleva finalmente al crimen.

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  • ndice

    PortadillandiceCitaEl miedo del portero al penaltyNotasCrditosGrupo Santillana

  • El portero miraba cmo la pelota rodaba porencima de la lnea...

  • Al mecnico Josef Bloch, que haba sidoanteriormente un famoso portero de un equipo deftbol, al ir al trabajo por la maana, le fuecomunicado que estaba despedido. Sea como sea,Bloch lo interpret as cuando, al aparecer por lapuerta de la garita donde los obreros estabandescansando, solamente el capataz levant la vistadel almuerzo, as que se march de la obra. En lacalle alz el brazo, pero el coche que pasaba porall en aquel momento no era un taxi tampoco lohubiera sido si Bloch no hubiera levantado elbrazo para hacer seas a un taxi. Finalmenteescuch el sonido de unos frenos; Bloch se dio lavuelta: a sus espaldas haba un taxi y el taxistadeca algo malhumorado; Bloch se dio la vuelta denuevo, se meti en el taxi y dijo que quera ir almercado.

    Era un bonito da de octubre. Bloch se comi

  • una salchicha caliente en un quiosco y despus,atravesando la zona de los puestos, se fue a uncine. Todo lo que vea le molestaba; intent ver lomenos posible. Dentro del cine dio un suspiro dealivio.

    Al entrar le sorprendi que la taquilleracontestara con un ademn muy natural al gesto quehizo al poner el dinero en el plato giratorio sindecir palabra. Observ que junto a la pantallahaba un reloj elctrico con la esfera luminosa. Amitad de la pelcula oy que sonaba una campana;se qued pensando durante un rato si haba sonadoen la pelcula o vena de fuera, de la torre de laiglesia que estaba junto al mercado.

    Al salir a la calle se compr unas uvas, que enesa poca del ao eran muy baratas. Siguiandando, comindose las uvas por el camino yescupiendo las pielecitas. En el primer hoteldonde pidi una habitacin no le admitieron,porque llevaba solamente una cartera; el conserjedel segundo hotel, que estaba en una callejuela, lellev personalmente a la habitacin. Mientras el

  • conserje se marchaba, Bloch se ech en la cama yno tard en dormirse.

    Por la tarde sali del hotel y se emborrach.Luego se despej y se le ocurri llamar a algunosamigos; como la mayora de estos amigos novivan en la ciudad y el telfono no devolva lasmonedas, Bloch se qued enseguida sin calderilla.Un polica, al que salud con la intencin dedetenerle, no le devolvi el saludo. Bloch sepregunt si era posible que el polica no hubieseinterpretado bien las palabras que le haba gritadodesde la acera de enfrente, y pens porcontraposicin en la naturalidad con que lataquillera del cine haba girado el plato con laentrada hacia l. La rapidez del movimiento lehaba sorprendido tanto que casi se olvid derecoger la entrada del plato. Decidi ir a ver a lataquillera.

    Cuando lleg al cine, haca un momento que sehaban apagado las luces de las vitrinas de lascarteleras. Bloch vio cmo un hombre, subido enuna escalera, cambiaba las letras del ttulo de la

  • pelcula por el ttulo de la pelcula del dasiguiente. Esper hasta que pudo leerlo; entoncesvolvi al hotel.

    El da siguiente era sbado. Bloch decidiquedarse un da ms en el hotel. Aparte de unmatrimonio americano, l era la nica persona quehaba en el comedor; durante un rato estuvoescuchando su conversacin, que entenda amedias, pues anteriormente haba estado con suequipo varias veces de turn en Nueva York;despus se march rpidamente a comprar algunosperidicos. Aquel da los peridicos eran muyvoluminosos, pues se trataba de las ediciones defin de semana; as que no los dobl, sino que selos meti debajo del brazo y volvi al hotel. Sevolvi a sentar en la mesa del desayuno, queestaba ya recogida, y apart las pginas de losanuncios; le agobiaban. Vio dos personas quepasaban por la calle con los voluminososperidicos. Contuvo la respiracin hasta quepasaron de largo. Solamente entonces se diocuenta de que se trataba de los dos americanos; en

  • la calle no haba reconocido a la pareja que habavisto antes en la mesa del comedor.

    En un caf se entretuvo mucho tiempo bebiendoel agua que servan en un vaso, a la vez que elcaf. De vez en cuando se levantaba y coga unarevista de los montones que haba encima de lassillas y las mesas, destinadas a ellosespecialmente; la camarera, al coger el montn derevistas que estaba a su lado, mencion al irse laspalabras mesa de los peridicos. Bloch, al quepor una parte no le gustaba hojear las revistas, ypor otra parte no poda dejar ninguna sin haberlahojeado del todo, intent mientras tanto mirar unpoco a la calle; el contraste entre la hoja de larevista y las cambiantes escenas de fuera lealiviaba. Al salir, l mismo volvi a poner lasrevistas encima de la mesa.

    Los puestos del mercado ya estaban cerrados.Bloch estuvo un rato dando pataditas a losdesperdicios de verduras y frutas con los quetropezaba al andar. All mismo, entre los puestos,hizo sus necesidades. Mientras tanto observ que

  • en todas partes las paredes de las barracas demadera estaban negras a causa de la orina.

    Las pielecitas de las uvas que haba escupido elda anterior estaban an en la acera. Al ponerBloch el billete en el plato de la taquilla, se arrugal girar; Bloch encontr en ello una excusa paradecir algo. La taquillera respondi. l habl denuevo. Como eso no era frecuente, la taquillera lemir. Esto le proporcion una nueva excusa paraseguir hablando.

    Otra vez en el cine, Bloch pens en la novela yel hornillo elctrico que estaban al lado de lataquillera; se ech para atrs, y empez adistinguir detalles en la pantalla.

    Por la tarde tom el tranva para ir al estadio.Sac una entrada sin asiento y se sent despusencima de los peridicos, que an no haba tirado;no le molestaba que los espectadores de delante letaparan la vista. A medida que el juego avanzabala mayora se iba sentando. A Bloch nadie lereconoci. Dej all los peridicos, puso encimauna botella de cerveza y sali del estadio antes del

  • pitido final para evitar la aglomeracin. Lesorprendi que hubiese tantos autobuses y tranvasmedio vacos esperando delante del estadio setrataba de un partido de liga. Se subi a un tranvay se sent. Permaneci mucho tiempo all sentadocasi a solas, hasta que empez a impacientarse. Ysi el rbitro haba decidido que el juegocontinuara? Al levantar la mirada vio que el sol seestaba ocultando. Baj la cabeza, sin quererexpresar nada con ello.

    Afuera empez a soplar el viento de repente.Casi a la par con el pitido final tres largospitidos, los conductores y cobradores sesubieron en los autobuses y en los tranvas y lagente empez a salir del estadio. Bloch se imaginque escuchaba el ruido de las botellas de cervezaal caer en el campo; al mismo tiempo escuchaba elsonido del polvo que chocaba contra los cristales.Si en el cine se haba echado para atrs, ahora seinclinaba hacia delante, mientras los espectadoresirrumpan en los tranvas. Por suerte llevabaencima un programa de la pelcula. Le pareca

  • como si acabaran de encender los focos delestadio. Una absurda ocurrencia, dijo Bloch. lhaba sido un mal portero a la luz de los focos.

    En el centro de la ciudad le cost un buen ratoencontrar una cabina de telfonos; y cuando laencontr, haban arrancado el auricular y estabapor los suelos. Sigui caminando y por fin pudollamar por telfono desde la Estacin deFerrocarril del Oeste. Como era sbado, apenaspudo dar con nadie. Cuando al final contest unamujer, una conocida de antes, tuvo que explicarlequin era para que ella le reconociera. Quedaroncitados en un bar, cerca de la Estacin del Oeste,donde Bloch saba que haba una mquinatocadiscos. Entretuvo el tiempo hasta que lleg lamujer metiendo monedas en la mquina y dejandoque otras personas apretaran los botones por l;mientras tanto observaba con atencin las fotos yfirmas de jugadores de ftbol que haba en lapared; unos aos antes, el establecimiento habasido alquilado por un delantero del equiponacional que despus se march a ultramar para

  • hacer de entrenador de uno de los salvajes equiposde liga americanos, y ahora, despus de ladisolucin de la liga, se haba quedado all y seignoraba su paradero. Bloch empez a hablar conuna chica, que desde la mesa ms prxima a lamquina tocadiscos extenda a ciegas el brazohacia atrs y escoga siempre el mismo disco.Salieron juntos del bar. Quera meterse con ella enel primer portal, pero todas las puertas estaban yacerradas con llave. Cuando por fin encontraron unapuerta que no estaba cerrada, result que, a juzgarpor los cnticos, detrs de una puerta que haba acontinuacin se estaba celebrando en aquelmomento una ceremonia religiosa. Se metieron enun ascensor que se encontraba entre la primera y lasegunda puerta; Bloch apret el botn del ltimopiso. Antes de que el ascensor comenzara afuncionar la chica quiso bajarse. Entonces Blochapret el botn del primer piso; all se bajaron yse quedaron en el descansillo; entonces la chica sepuso cariosa. Subieron juntos la escalera. Elascensor estaba en el tico; se metieron en l,

  • bajaron, y volvieron a la calle.Bloch camin un rato con la chica, despus dio

    la vuelta y volvi al bar. La mujer, que todavallevaba el abrigo puesto, ya haba llegado. Blochle explic a la amiga de la chica, que estabatodava esperando en la mesa junto a la mquinatocadiscos, que la chica no iba a volver y sali delbar con la mujer.

    Bloch dijo: Me siento ridculo, as, sin abrigo,cuando t llevas uno. La muchacha se le colgdel brazo. Para liberar su brazo, Bloch hizo comosi le fuera a mostrar algo. Entonces no se leocurri qu le podra mostrar. De repente quisocomprar el peridico de la tarde. Atravesaronvarias calles sin encontrar un vendedor deperidicos. Finalmente cogieron el autobs para ira la Estacin de Ferrocarril del Sur, pero laestacin estaba ya cerrada. Bloch fingi que estabaasustado; pero en realidad estaba verdaderamenteasustado. A la muchacha, que ya en el autobs,mientras abra el bolso y jugaba con algunosobjetos, le haba insinuado que tena la regla, le

  • dijo: He olvidado dejar una nota, sin saber loque quera decir en realidad con las palabrasnota y dejar. De cualquier modo se meti lsolo en un taxi y fue al mercado.

    Como los sbados haba sesin de noche en elcine, Bloch lleg con mucha anticipacin. Fue a unautoservicio que no estaba lejos de all y se comiuna fricadelle de pie. Intent contar un chiste a lacamarera en el menor tiempo posible; cuando eltiempo transcurri sin que hubiera contado elchiste hasta el final, se interrumpi en medio deuna frase y pag. La camarera se ri.

    En la calle se encontr con un conocido que lepidi dinero. Bloch le dijo unas palabrasmalhumorado. El borracho le agarr de la camisay en ese momento la calle se qued a oscuras. Elborracho dej caer la mano asustado. Bloch, aldarse cuenta de que los anuncios luminosos delcine se haban apagado, se alej a toda prisa. Lataquillera estaba en la puerta del cine; iba asubirse en el coche de un muchacho.

    Bloch la mir. Ella, que estaba ya sentada en el

  • asiento de delante, junto al conductor, respondi asu mirada mientras se colocaba el vestido para noarrugrselo; por lo menos, a Bloch le pareci unarespuesta. No ocurri nada ms; ella cerr lapuerta y el coche arranc.

    Bloch volvi al hotel. Cuando lleg, elrecibidor del hotel estaba encendido, pero nohaba nadie; al descolgar la llave se cay de lacasilla una nota doblada; la desdobl: era lacuenta. Cuando Bloch estaba an en el descansillocon la nota en la mano, contemplando una solitariamaleta que estaba junto a la puerta, el conserjesali del almacn. Bloch le pidi inmediatamenteun peridico y mientras tanto miraba por la puertaabierta al interior del almacn, donde se vea queel conserje haba estado durmiendo en una sillaque haba cogido del recibidor. El conserje cerrla puerta, de manera que Bloch no poda ver msque una escudilla de sopa encima de una pequeaescalera de mano, y solamente comenz a hablaruna vez que se puso detrs del mostrador. PeroBloch ya haba tomado el cierre de la puerta como

  • una respuesta negativa y subi las escaleras para ira su habitacin. nicamente vio un par de zapatosdelante de una de las puertas del largusimopasillo; al llegar a su habitacin se quit loszapatos sin deshacer los nudos de los cordones ylos puso tambin delante de la puerta. Se ech enla cama y al momento se qued dormido.

    A medianoche se despert, poco antes de quecomenzara una disputa en la habitacin de al lado;pero quiz fuera solamente que, como se habadespertado de un modo tan repentino, su sentidodel odo se encontraba en un estado ms sensiblede lo normal, y le pareci que las voces que oaestaban discutiendo. Golpe la pared con el puo.Entonces escuch el murmullo del agua del grifo.Cerraron el grifo; volvi la calma y se durmi denuevo.

    Al da siguiente le despert el telfono de lahabitacin. Le preguntaron si tena intencin dequedarse an una noche. Mientras Blochcontemplaba la cartera, que estaba en el suelo lahabitacin no tena guardamaletas, dijo s

  • inmediatamente y colg. Recogi los zapatos delpasillo, que nadie haba limpiado porque eradomingo, y se march del hotel sin desayunar.

    En la Estacin del Sur se afeit en los servicioscon una maquinilla elctrica. Se duch en una delas cabinas. Mientras se vesta ley la seccin dedeportes del peridico y los informes judiciales.Al cabo de un rato, cuando an no haba terminadode leer en las otras cabinas no haba ningnruido, se sinti muy bien de repente. Se apoy,vestido ya del todo, en la pared de la cabina,golpeando la banqueta de madera con el zapato. Elruido hizo que la mujer que cuidaba de las cabinaspreguntara inmediatamente desde fuera qu era loque pasaba y, como l no contestaba, llam a lapuerta con los nudillos. Como Bloch tampococontest esta vez, la mujer golpe desde fuera elpicaporte con una toalla (o lo que fuera) y semarch. Bloch ley el peridico de pie hasta elfinal.

    En la plaza de la estacin se encontr con unconocido que se diriga a las afueras de la ciudad

  • para actuar de rbitro en un partido de colegiales.Bloch no se tom en serio esta informacin ysigui la broma diciendo que l poda ir tambin yser el juez de lnea. Asimismo, cuando el conocidoabri su macuto acto seguido y le ense lo quehaba dentro, un equipo de rbitro y una bolsa delimones, Bloch, como haba hecho anteriormente aldecir el otro la primera frase, tom estos objetospor artculos de broma y, dirigindose de nuevo alconocido, se declar dispuesto a cargarinmediatamente con el macuto si le permita viajarcon l. Incluso cuando se encontraban en un trenque les llevaba a las afueras de la ciudad y tena elmacuto sobre las rodillas, le daba la impresin deque segua tomndolo todo en broma, sobre todoahora que era la hora de comer y el compartimentose haba quedado casi vaco. Desde luego Blochno poda explicarse lo que el compartimento vacotena que ver con su jocoso comportamiento. Queel conocido se dirigiera a las afueras con unmacuto y que l, Bloch, fuera con l, que comieranjuntos en un restaurante de las afueras de la ciudad

  • y que fueran juntos, como deca Bloch, a uncampo de ftbol de carne y hueso, tambin lepareca, cuando volva solo a la ciudad, un engaomutuo. Todo esto no haba servido de nada, pensBloch. Por suerte, no se encontr a nadie en laplaza de la estacin.

    Llam a su ex mujer desde una cabina detelfonos que se encontraba al borde de un parque;ella le dijo que todo iba bien, pero no le preguntnada. Bloch estaba intranquilo.

    Se sent en la terraza de un caf, que a pesar dela poca del ao estaba todava abierta, y pidiuna cerveza. Como al cabo de un rato todava no lehaban llevado la cerveza, se march; adems, lasuperficie de acero de la mesa, que no estabacubierta con un mantel, le cegaba. Entr en un bary se sent junto a la ventana; los otros clientesestaban viendo la televisin. l la estuvo viendoun rato. Alguien se dio la vuelta y le mir. Semarch de all.

    En el Prater[1] se meti en una pelea. Unindividuo le ech rpidamente la chaqueta hacia

  • atrs, atrapndole los brazos, y el otro le dio uncabezazo debajo de la barbilla. Bloch camin unpoco de rodillas y despus dio un puntapi almuchacho que tena delante. Finalmente los otrosdos le llevaron a rastras y detrs de un puesto dechucheras le derribaron a puetazos. Se desplomy los dos se marcharon. Bloch se arregl el traje yse lav la cara en un servicio.

    Estuvo jugando al billar en un caf del segundodistrito hasta que transmitieron las noticiasdeportivas en la televisin. Bloch pidi a lacamarera que encendiera el aparato, pero luegomiraba como si todo aquello no le interesara.Invit a la camarera a beber algo con l. Cuando lacamarera volvi de una habitacin interior, dondeestaban jugando ilegalmente, Bloch estaba ya en lapuerta; pas por su lado, pero no dijo nada; Blochsali.

    De vuelta en el mercado, al ver las cajas vacasde fruta y verdura amontonadas desordenadamentedetrs de los puestos, le pareci otra vez como silas cajas no fueran reales, sino de broma. Como

  • los chistes sin palabras!, pens Bloch, a quien legustaban mucho los chistes mudos. Esa impresinde engao y simulacin esa simulacin con elpito del rbitro en el macuto!, pensaba Blochdesapareci solamente cuando estaba en el cine,donde un cmico cogi una trompeta al azar alpasar por una chamarilera y con toda naturalidadse puso a soplar en ella, y entonces Bloch volvi areconocer esta trompeta y todas las dems cosassin cambiarlas de sitio e inequvocamente.Aquello le tranquiliz.

    Al terminar la pelcula se qued por los puestosdel mercado para esperar a la taquillera. Ella salidel cine poco tiempo despus de haber empezadola ltima sesin. Para no asustarla cuando fuera asu encuentro entre los tenderetes, se qued sentadoen la caja y dej que llegara a una parte delmercado ms iluminada. En uno de los puestosabandonados, detrs de la chapa derribada, sonabael timbre de un telfono; el nmero de telfono delpuesto estaba escrito en letras grandes sobre lachapa ondulada. Anulado!, pens Bloch

  • inmediatamente. Camin detrs de la taquillera sinalcanzarla. Cuando se subi al autobs l lleginmediatamente despus y se subi tambin. Sesent frente a ella, pero estaban separados porvarias filas de asientos. Solamente cuando en lasiguiente parada los viajeros que acababan desubir le taparon la vista, Bloch pudo comenzar areflexionar de nuevo: estaba fuera de duda que ellale haba mirado, pero desde luego no le habareconocido; era posible que hubiese cambiadotanto despus de la pelea? Bloch se palp la cara.Encontraba ridculo mirar en el reflejo del cristalde la ventanilla lo que ella estaba haciendo enaquel momento. Sac el peridico del bolsillointerior de la chaqueta, mir las letras de abajopero no las ley. Entonces se sorprendi derepente a s mismo leyendo. Un testigo presencialrelataba el asesinato de un rufin al que habandisparado en un ojo a corta distancia. De la partede atrs de su cabeza sali volando un murcilagoy se estrell contra el papel de la pared. Elcorazn me dio un salto. El hecho de que las

  • frases sin una sola interrupcin se refirieran a algocompletamente distinto, a otra persona, lesobresalt. Ah tenan que haber hecho unapausa!, pens Bloch, que despus del pequeosobresalto estaba indignado. Camin por el pasillohasta donde estaba sentada la taquillera y se sentcasi enfrente para poder mirarla, pero no la mir.

    Cuando se bajaron Bloch reconoci que seencontraban muy a las afueras, cerca delaeropuerto. A aquella hora de la noche la zonaestaba muy tranquila. Bloch caminaba junto a lachica, pero no lo haca como si quisieraacompaarla o la estuviera acompaando. Al cabode un rato la toc. La muchacha se detuvo, sevolvi hacia l y le abraz tan apasionadamenteque l se asust. El bolso que llevaba en la manoque le quedaba libre le pareci durante un segundoms ntimo que ella misma.

    Durante un rato caminaron uno al lado del otro,manteniendo entre ellos una pequea distancia, sinllegar a tocarse. Solamente cuando llegaron a laescalera l la abraz de nuevo. Ella ech a correr;

  • l iba ms despacio. Al llegar arriba reconoci sucasa por la puerta, que estaba abierta de par enpar. Ella atrajo su atencin en la oscuridad; l fuea su encuentro e inmediatamente comenzaron ahacer el amor.

    A la maana siguiente se despert con un ruidoy al mirar por la ventana del apartamento vio queen aquel momento estaba aterrizando un avin.Corri las cortinas para evitar el destello de lasluces de posicin del aparato. Como hastaentonces no haban encendido ninguna luz, no sehaba preocupado tampoco de correr las cortinas.Bloch se tumb en la cama y cerr los ojos.

    Con los ojos cerrados le sobrevino una extraaincapacidad para imaginarse algo. Aunqueintentaba reproducir en su mente los objetos de lahabitacin con todos los detalles posibles, nopoda imaginarse nada; ni siquiera hubiera podidocopiar en sus pensamientos el avin que haca uninstante haba visto aterrizar y que en aquelmomento frenaba sobre la pista, e incluso podareconocer el sonido de aquellos frenos. Abri los

  • ojos y se qued un rato mirando hacia un rincn,donde estaba el hornillo: intent grabarse en lamente la marmita y las flores marchitas quecolgaban de la pila del fregadero. Apenas cerrlos ojos, ya no fue capaz de imaginarse las flores yla tetera. Intent prestarse ayuda construyendofrases para aplicarlas a estos objetos y poder asprescindir de las palabras, pues pensaba quecomponiendo una historia con esas frases quiz leresultara ms fcil imaginarse los objetos. Lamarmita empez a pitar. Las flores se las habaregalado a la chica un amigo. Nadie quit la teteradel hornillo. Hago t?, pregunt la muchacha.Todo era intil: Bloch abri los ojos, pues ya noaguantaba ms. La muchacha dorma a su lado.

    Bloch se puso nervioso. Por una parte estabaesa pesadez del ambiente cuando tena los ojosabiertos y por otra parte esa pesadez an msinsoportable de las palabras que designaban losobjetos que le rodeaban. Y si fuera porqueacabo de hacer el amor con ella?, pens. Fue albao y se qued mucho tiempo debajo de la ducha.

  • La tetera pitaba en la realidad cuando volvi.Me he despertado con la ducha!, dijo la chica.A Bloch le pareci que era la primera vez que lehablaba directamente. Le contest que todava nose haba despejado del todo. Y si hubierahormigas en la tetera? Hormigas? Cuando elagua hirviendo cay sobre las hojas del t en elfondo de la tetera, en lugar de las hojas viohormigas, y en una ocasin haba vertido sobreellas agua hirviendo. Descorri las cortinas denuevo.

    La lata del t estaba abierta y las paredesinteriores le proporcionaban una extraailuminacin, pues reflejaban la luz que entraba porla pequea abertura redonda de la tapa. Bloch, conla lata encima de la mesa, miraba fijamente a suinterior por la abertura. Le diverta el sentirse tanatrado por la extraa iluminacin de las hojas det, mientras que al mismo tiempo hablaba con lachica. Finalmente puso la tapa en la abertura, peroal momento se call. La chica no se haba dadocuenta de nada. Me llamo Gerda!, dijo. Bloch

  • nunca haba querido saberlo. Si no se haba dadocuenta de nada?, pregunt, pero ella ya habapuesto un disco, una cancin italiana acompaadacon guitarras elctricas. Me gusta su voz!, dijo.Bloch, al que no le gustaban nada las canciones demoda italianas, call.

    Cuando ella sali un momento a comprar algopara el desayuno hoy es lunes!, dijo,Bloch tuvo por fin la oportunidad de mirar todotranquilamente. Mientras coman hablaron mucho.Al cabo de un rato Bloch observ que ella hablabade cosas que l acababa de contarle como si setratara de sus propias cosas, mientras que l, porel contrario, cuando mencionaba algo que ellaacababa de contar, o bien lo citaba solamente conprecaucin o, desde el momento en que hablaba deello con sus propias palabras, pona siempredelante un extrao y distante eso o esa, comosi temiera inmiscuirse en sus asuntos. Si l hablabadel capataz o se refera a un futbolista llamadoStumm, poda ser que ella inmediatamente despusdijera con toda confianza y naturalidad el

  • capataz y Stumm; sin embargo, cuando ellamencion a un conocido llamado Freddy y unestablecimiento que se llamaba El Stano deEsteban, l deca siempre al contestar: eseFreddy? y ese Stano de Esteban?. Todo loque ella sacaba a relucir le impeda interesarsepor ello y le molestaba que repitiera lo que lhaba dicho de una manera espontnea y natural.

    Por supuesto, algunas veces, de vez en cuando ysolamente por un momento, la conversacin lepareca tan normal como a ella: l le preguntaba yella contestaba; ella preguntaba y l daba unarespuesta muy natural. Es aquello un avin areaccin? No, es un avin de hlice. Dndevives? En el segundo distrito. Incluso le faltpoco para contarle la pelea.

    Pero entonces empez a molestarle todo cadavez ms. Quera contestarle, pero se interrumpacontinuamente porque le pareca que ya saba loque le iba a decir. Ella comenz a inquietarse, sepaseaba por la habitacin de un lado a otro;buscaba algo que hacer y sonrea tontamente. Pas

  • un rato dando la vuelta a los discos ycambindolos. Se levant y se ech en la cama; lse sent a su lado. Iba hoy al trabajo?, preguntella.

    Inesperadamente le puso las manos en lagarganta. Al momento comenz a apretar tan fuerteque a ella ni por un instante se le ocurritomrselo en broma. Bloch escuch voces fuera,en el descansillo. Tena un miedo mortal. Se diocuenta de que a la chica le sala un lquido por lanariz. Dio tambin una especie de gruido.Finalmente escuch un sonido parecido a uncrujido. Le pareci como el ruido que hace unapiedra al golpear de pronto la parte de abajo de uncoche en un camino vecinal lleno de baches. En elsuelo de linleo haban cado gotas de saliva.

    Apretaba con tanta fuerza que enseguida sesinti cansado. Se tumb en el suelo, incapaz dequedarse dormido e incapaz de levantar la cabeza.Oy cmo alguien golpeaba por fuera el pomo dela puerta con un trapo. Aguz el odo. No se oanada. Por lo tanto deba de haberse quedado

  • dormido.No necesit mucho tiempo para despejarse;

    desde el primer momento del despertar se sentaya ausente; como si hubiera una corriente de aireen la habitacin, pens. Ni siquiera se haba hechoun solo rasguo. A pesar de todo le daba lasensacin de que por el cuerpo se le escapaba unlquido linftico. Se levant y limpi todos losobjetos de la habitacin con un pao de cocina.

    Mir por la ventana: abajo, un individuocaminaba por el csped hacia un camin dereparto con un montn de trajes al brazo quecolgaban de sus respectivas perchas.

    Baj en ascensor y al salir de la casa camin unrato en la misma direccin. Luego cogi unautobs que le llev desde las afueras hasta laltima parada del tranva; el tranva le condujo alcentro de la ciudad.

    Al llegar al hotel result que, creyendo que noiba a volver, ya haban puesto su cartera bajocustodia. Mientras pagaba el botones sac lacartera del almacn. Al ver una seal en forma de

  • anillo ms clara en su superficie, Bloch se diocuenta de que probablemente haban puesto encimauna botella de leche con la base mojada; mientrasel portero buscaba el cambio abri la cartera y vioque haban revisado tambin su contenido; elmango del cepillo de dientes asomaba del estuchede cuero; el transistor estaba encima de todo lodems. Bloch se volvi hacia el botones, perohaba desaparecido en el almacn. Como elespacio detrs del mostrador del conserje erabastante reducido, Bloch agarr al conserje conuna mano y le atrajo hacia l y despus,conteniendo la respiracin, con la otra mano hizoademn de darle una bofetada. El hombre seestremeci y se ech hacia atrs, aunque Bloch nisiquiera le haba tocado. El botones se habaquedado muy quieto en el almacn. Bloch semarch acto seguido con la cartera.

    Lleg a la oficina de personal de la empresajustamente antes del descanso del medioda yrecogi los papeles. Bloch se extra de que anno estuvieran preparados y de que tuvieran que

  • hacer todava unas cuantas llamadas telefnicas.Pregunt si poda llamar por telfono y llam a suex mujer; cuando el nio cogi el telfono yempez a decir con una frase aprendida dememoria que su madre no estaba en casa, Blochcolg. Mientras tanto los papeles estaban yapreparados; meti la tarjeta de impuestos en lacartera; cuando pregunt despus por el sueldoatrasado, la mujer ya se haba ido. Bloch puso elimporte de la llamada telefnica encima de lamesa y sali del edificio.

    Tambin los bancos estaban ya cerrados. Asque esper en un parque a que abrieran por latarde y poder sacar su dinero de la cuentacorriente nunca haba tenido una cartilla deahorros. Como no le iba a durar mucho tiempo,decidi devolver su transistor, que estaba casinuevo. Cogi el autobs para ir a su alojamientoen el segundo distrito y cogi tambin un flash deuna cmara fotogrfica y una maquinilla de afeitarelctrica. En la tienda le explicaron luego quesolamente poda devolver las cosas si compraba

  • otras a cambio. Bloch fue otra vez a su habitaciny meti dos copas en una bolsa de viaje. Desdeluego se trataba solamente de copasmanufacturadas que su equipo haba ganado unavez en una turn y la segunda vez en un trofeo;cogi tambin un colgante de oro: un par de botasde ftbol.

    Como era el nico cliente en la chamarilera,sac las copas y a continuacin las puso encimadel mostrador. Entonces pens que se habaprecipitado demasiado al poner las cosas deinmediato en el mostrador, como si se tratara deobjetos que estaban a la venta, y rpidamente lasquit de all, incluso las meti en la bolsa y slovolvi a ponerlas en el mostrador cuando se loindicaron. Al fondo, en una estantera, descubriuna caja de msica que tena encima de la tapa unabailarina en la postura habitual. Como siempre quevea una caja de msica, le dio la impresin deque ya la haba visto antes. Sin ninguna discusin,acept inmediatamente la primera oferta que lehicieron por sus cosas.

  • Despus se dirigi a la Estacin de Ferrocarrildel Sur con el ligero abrigo que haba cogido de suhabitacin al brazo. Cuando iba a tomar el autobsse encontr con la duea del puesto donde solacomprar los peridicos. Llevaba un abrigo depieles e iba paseando con un perro; y aunquenormalmente cuando compraba un peridicocharlaban a menudo un poco mientras ella le dabael peridico y las vueltas y l no apartaba lamirada de las puntas ennegrecidas de sus dedos,pareca que entonces ella, fuera del puesto, no lehaba reconocido. Por lo menos no levant lamirada ni contest a su saludo.

    Como diariamente salan pocos trenes endireccin a la frontera, Bloch se meti en un cinede actualidades para entretener el tiempo hasta lasalida del prximo tren y all se durmi. Derepente todo se ilumin, y el ruido de una cortinaque bajaba o suba le pareci tan cercano que seasust. Abri los ojos para averiguar si la cortinala haban subido o la haban bajado. Alguien lealumbr la cara con una linterna. Bloch le tir la

  • linterna al suelo al acomodador de un manotazo yse fue a los servicios.

    All haba tranquilidad, la luz del da entrabapor la ventana; Bloch se qued inmvil un rato.

    El acomodador le haba seguido amenazndolecon la polica. Bloch abri el grifo, se lav lasmanos, apret el botn del secador de manoselctrico y mantuvo las manos en el aire calientehasta que el acomodador se march.

    Entonces Bloch se cepill los dientes. Observen el espejo cmo, mientras utilizaba una manopara lavarse los dientes, la otra mano la tenaapoyada en el pecho en una postura extraa,apretada casi por completo en forma de puo. Dela sala de proyeccin salan los gritos y lasexclamaciones de los personajes de la pelcula dedibujos animados.

    Bloch haba salido en una ocasin con una chicaque, segn sus noticias, tena ahora una posada enun pueblo fronterizo del sur. Busc su nmerointilmente en la oficina de correos de la estacin,donde se podan encontrar las guas telefnicas de

  • todo el pas; en el pueblo haba algunosestablecimientos, pero no figuraba el nombre delos propietarios. Adems, Bloch se cansenseguida de sostener la gua telefnica lasguas telefnicas estaban colgadas en una fila conel lomo hacia arriba. Mirando al suelo, se leocurri de repente. Un polica entr y le pidi ladocumentacin.

    El acomodador se haba quejado, dijo elpolica, mientras miraba alternativamente alpasaporte y a la cara de Bloch. Al cabo de un ratoBloch decidi disculparse. Pero el polica notard en devolverle el pasaporte mientras lecomentaba que haba viajado lo suyo. Bloch no lemir cuando se march, sino que rpidamente pusoen su sitio la gua telefnica. Se oan unos gritos;al levantar la vista, Bloch vio que en la cabinatelefnica de enfrente un emigrante griego hablabaa voz en grito en el auricular. Bloch reflexion ydecidi prescindir del tren y viajar en autobs;cambi el billete y se dirigi por fin, despus decomprar un perrito caliente y algunos peridicos, a

  • la estacin de autobuses.El autocar estaba dispuesto, pero por supuesto

    no se poda entrar todava; los conductores estabanreunidos charlando cerca de all. Bloch se sent enun banco; el sol brillaba; se comi el perrito perono toc los peridicos porque quera reservarlospara el viaje, que iba a ser muy largo.

    Los maleteros a ambos lados del coche estabancasi vacos: casi nadie llevaba equipaje. Bloch sequed fuera esperando hasta que la puerta traserase cerr. Entonces se meti rpidamente por lapuerta delantera y el coche arranc.

    Alguien llam desde fuera y el autocar sedetuvo al instante; Bloch no se volvi; se subiuna campesina con un nio que lloraba muy fuerte.Una vez dentro, el nio se call. Entonces elvehculo emprendi la marcha.

    Bloch observ que su asiento estaba justamenteencima de la rueda del autocar; como el sueloestaba arqueado hacia arriba, los pies se leresbalaban. Se sent en la ltima fila de asientos,desde donde poda mirar cmodamente hacia atrs

  • cuando quisiera. Al sentarse, aunque la cosa notena la menor importancia, vio los ojos delconductor en el espejo retrovisor. Bloch se volvihacia atrs para colocar la cartera detrs delasiento y aprovech para echar un vistazo afuera.La puerta haca mucho ruido.

    Mientras que en las otras filas de asientos delautobs los viajeros miraban hacia delante, las dosfilas de asientos que estaban delante de l semiraban la una a la otra; as que los viajeros queestaban sentados unos detrs de otros casiinmediatamente despus de la salida dejaban deconversar, mientras que los viajeros que tenadelante no tardaron en empezar a charlar de nuevo.A Bloch le agradaban las voces de la gente.

    Al cabo de un rato el autocar ya estaba en lacarretera, una mujer que estaba sentada en elasiento de al lado, junto a la ventanilla, le advirtique se le haban cado unas monedas. Dijo: Essuyo este dinero?, y mientras tanto sac unamoneda de la hendidura entre el respaldo y elasiento. Encima del asiento intermedio entre l y la

  • mujer haba otra moneda, un centavo americano.Bloch recogi las monedas mientras contestabaque probablemente haba perdido el dinero antes,al darse la vuelta. Pero como la mujer no se habadado cuenta de ese detalle empez a hacerpreguntas y Bloch le contest otra vez; poco apoco, aunque les resultaba un poco incmodo porla posicin de los asientos, comenzaron a entablaruna pequea conversacin.

    Bloch no tuvo tiempo de guardar las monedasmientras hablaba y escuchaba. De tenerlas en lamano se pusieron tibias, como si se las acabarande devolver en la taquilla de un cine. Explic quelas monedas estaban tan sucias porque no hacamucho tiempo las haban arrojado al campo antesde celebrarse un partido de ftbol. No loentiendo!, dijo la viajera. Bloch se puso a leer atoda prisa el peridico. Cara o cruz!, siguidiciendo ella, as que a Bloch no le qued msremedio que volver a guardar el peridico. Antes,cuando se sent en el asiento que estaba encima dela rueda del autocar, se le haba roto la cinta para

  • colgar el abrigo; lo haba colgado en la percha queestaba al lado de su asiento, pero al sentarse hizoun movimiento brusco y sin darse cuenta pill elborde del abrigo, as que la cinta se descosi.Bloch estaba sentado con el abrigo sobre lasrodillas, indefenso junto a la mujer.

    La carretera haba empeorado. Como la puertacorredera del autobs no se cerraba del todo,Bloch vea cmo la luz de fuera se colaba por larendija e iluminaba oscilante el interior del coche.Sin mirar la rendija, observ tambin la oscilacinen la hoja del peridico. Ley lnea por lnea.Entonces alz la vista y comenz a observar a losviajeros de delante. Cuanto ms lejos estaban, msdisfrutaba mirndolos. Al cabo de un rato observque la luz ya no oscilaba en el interior del autocar.Afuera ya no haba luz.

    La falta de costumbre de observar tantosdetalles le produjo dolor de cabeza, aunquetambin era posible que se debiera al olor de lacantidad de peridicos que llevaba. Por suerte elautocar se detuvo en una capital de provincia, y

  • all los viajeros pudieron cenar en una posada.Mientras Bloch se paseaba un poco al aire libreoa continuamente, procedente del bar, el ruido delas mquinas de cigarrillos en funcionamiento.

    En la plaza descubri una cabina de telfonosiluminada. Todava le zumbaban los odos por elruido del motor del autocar, as que le result muyagradable escuchar el sonido de la grava que habadelante de la cabina. Tir los peridicos a lapapelera de al lado de la cabina de telfonos y semeti dentro. Voy a hacer un buen blanco!,haba odo decir a alguien en una pelcula, que sepasaba las noches mirando por la ventana.

    No contest nadie. Bloch, otra vez al aire libre,a la sombra de la cabina de telfonos, escuchaba,procedente del parador, por detrs de las cortinasechadas, el intenso timbreo de las mquinastragaperras. Cuando entr en el bar, estaba ya casivaco; la mayora de los viajeros haban salidoafuera. Bloch se bebi una cerveza en la barra ysali al vestbulo: algunos estaban sentados ya enel autocar, otros estaban charlando en la puerta con

  • el conductor, otros estaban ms all, de espaldasal autobs, en la oscuridad Bloch, al queresultaba odioso observar ciertas cosas, se llevla mano a la boca. En lugar de mirar simplementepara otro lado! Mir para otro lado y vio algunosviajeros en el vestbulo, que volvan con nios delos servicios. Al llevarse la mano a la boca,percibi el olor de la barra de metal que haba enel respaldo de los asientos para agarrarse. No escierto!, pens Bloch. El conductor se habasubido al autocar y haba puesto el motor enmarcha, como seal para que los otros se subierantambin. Como si no lo supiramos por lgica!,pens Bloch. Cuando el coche arranc, las colillasde los cigarrillos, que haban tirado a toda prisapor las ventanillas, centelleaban en la carretera.

    Ya no tena a nadie en el asiento de al lado.Bloch se traslad al rincn y extendi las piernasen el asiento. Se desabroch los cordones de loszapatos y, apoyndose en la ventanilla lateral,miraba la ventanilla de enfrente. Cruz las manospor detrs de la nuca, de una patada tir al suelo

  • una miga de pan que haba en el asiento, se apretlas orejas con los antebrazos y se mir los codosenfrente de los ojos. Apret los codos contra lassienes, se olisque las mangas de la camisa, sefrot la barbilla en el brazo, ech la cabeza haciaatrs y mir las luces del techo. No haba manerade acabar con ello! Lo nico que le quedaba porhacer era ponerse en pie.

    Las sombras de los rboles, ms all de lascunetas, describan crculos alrededor de losrboles cuando pasaban con el autocar. Loslimpiaparabrisas no estaban paralelos del todo. Lacartera de los billetes que tena el conductorestaba abierta. En el suelo del pasillo haba unacosa parecida a un guante. En los pastos a loslados de la carretera haba vacas durmiendo. Eraintil luchar contra ello.

    A medida que avanzaban, se bajaban cada vezms viajeros en las sucesivas paradas. Se ponanal lado del conductor para que les abriera lapuerta delantera. Cuando el autobs se detena,Bloch escuchaba cmo el viento sacuda la lona de

  • la baca del coche. Al rato el autocar hizo unanueva parada y escuch gritos de bienvenidaafuera en la oscuridad. Ms all reconoci un pasoa nivel sin barrera.

    Poco antes de medianoche el autobs se detuvoen la localidad fronteriza. Bloch cogiinmediatamente una habitacin en la fonda queestaba cerca de la parada del autocar. Pregunt ala chica que le ense su habitacin si conoca asu amiga, que se llamaba Hertha, pero no saba elapellido. Ella poda informarle: su amiga habaalquilado una casa de huspedes a las afueras delpueblo. Qu significaba ese ruido?, preguntBloch una vez en la habitacin a la chica, que yase marchaba. Todava quedan algunos mozosjugando a los bolos!, contest la muchachasaliendo de la habitacin. Sin echar una mirada asu alrededor Bloch se desnud, se lav las manosy se meti en la cama. Todava se siguieronoyendo durante un rato el traqueteo y los crujidosde abajo, pero Bloch estaba ya dormido.

    No se haba despertado l solo, sino que

  • seguramente le haba despertado algo. No se oaningn ruido; Bloch estuvo pensando qu era loque poda haberle despertado; al cabo de un ratoempez a imaginarse que le haba asustado alguienal doblar el peridico. O haba sido el crujidodel armario? Probablemente, como haba dejadolos pantalones de cualquier manera, una moneda sele haba cado rodando y haba ido a parar debajode la cama. Vio un grabado en la pared querepresentaba el pueblo en tiempos de las guerrasturcas; los habitantes de la ciudad se paseabandelante de las murallas y, detrs de las murallas, lacampana de la torre estaba tan inclinada que eraforzoso suponer que en aquel momento sonaba deun modo estridente. Bloch se imagin al sacristnizado hacia arriba por la cuerda de la campana;vio cmo los ciudadanos de fuera se apresuraban ala entrada de la muralla; algunos de los quecorran llevaban nios en brazos, un perrocaminaba entre las piernas de un nio moviendo lacola, y daba la impresin de que le haca tropezar.Asimismo, la campanilla de emergencia de la torre

  • de la ermita estaba representada de una forma tanreal que pareca que se iba a dar la vuelta. Debajode la cama haba solamente una cerilla quemada.En el pasillo, unos metros ms all, chirri denuevo una llave en la cerradura; probablementeera eso lo que le haba despertado.

    Bloch oy en el desayuno que dos das antes uncolegial invlido haba desaparecido. La chica selo estaba contando al conductor del autobs, quehaba pasado la noche en la fonda y se preparabapara hacer el recorrido de vuelta con el autocarmedio vaco, o por lo menos eso es lo que vioBloch por la ventana. Luego sali tambin lachica, as que Bloch, durante un rato, estuvo soloen el comedor. Amonton los peridicos en la sillaque tena al lado; ley que no se trataba de uninvlido, sino de un nio sordomudo. Habanarmado mucho jaleo con el asunto, explic lamuchacha nada ms volver, como si estuvierarindiendo cuentas. Bloch no saba qu contestar.Entonces tintinearon las botellas de cerveza vacasque se estaban llevando metidas en las cajas.

  • Bloch escuchaba las voces de los repartidores enel vestbulo como si salieran de la televisin quehaba en la habitacin vecina. La chica le habacontado que la madre del dueo se pasaba el dametida en la otra habitacin contemplando elprograma de turno.

    Luego Bloch fue a una tienda y se compr unacamisa, ropa interior y unos cuantos pares decalcetines. La dependienta, que tard bastante ensalir del oscuro almacn, daba la impresin de queno entenda a Bloch, que le hablaba en frasescompletas; solamente se puso en movimientocuando le nombr exclusivamente, y en voz alta yclara, las cosas que deseaba. Mientras abra elcajn de la caja registradora, dijo que habarecibido botas de goma; y aun, al darle las cosasen una bolsa de plstico, le pregunt si nonecesitaba nada ms: pauelos?, una corbata?,una camiseta de lana? Cuando Bloch lleg a lafonda, se cambi y meti con cuidado la ropasucia en la bolsa de plstico. En el exterior, en laplaza y el camino que llevaba hacia las afueras del

  • pueblo, apenas se encontr con nadie. Unahormigonera que estaba junto a un edificio nuevodej de funcionar en aquel momento; estaba todotan silencioso que a Bloch hasta sus propios pasosle parecan fuera de lugar. Se detuvo a mirar laslonas negras que cubran las pilas de madera de unaserradero, como si all se pudiera or algo msque el murmullo de los trabajadores, queseguramente estaban almorzando sentados detrsde las pilas de madera.

    Le explicaron que la posada se encontraba en ellugar donde la carretera asfaltada que sala delpueblo describa un arco, y por all se encontrabantambin algunas granjas y el cuartelillo de laaduana; la carretera tena una ramificacin,igualmente asfaltada en el trozo en que haba casasa los lados, pero luego tena grava solamente ydespus, poco antes de llegar a la frontera, seconverta en un sendero. El paso fronterizo estabacerrado. Pero Bloch no haba preguntado nadareferente al paso de la frontera.

    En una explanada vio un azor describiendo

  • crculos. Cuando inmediatamente despus el azorcomenz a aletear y se lanz en picado, Blochcay en la cuenta de que no haba estadoobservando el aleteo y lanzamiento en vertical delpjaro, sino el lugar de la explanada en el que elpjaro iba probablemente a caer; el azor habarecobrado mientras tanto la posicin horizontal, ydespus volvi a elevarse.

    Tambin era extrao que Bloch, al pasar por uncampo de maz, no hubiera visto los callejonesrectos que, atravesando el campo, conducan alotro extremo, sino que vio solamente laimpenetrable espesura de los tallos, hojas ymazorcas, cuyos granos desnudos asomaban de vezen cuando por aadidura. Por aadidura? Elarroyo, que justamente en aquel momento pasabapor debajo de la carretera, haca bastante ruido yBloch se detuvo de nuevo.

    En la posada se encontr con la camarera, queestaba fregando el suelo. Bloch pregunt por laduea. Todava no se ha levantado!, dijo lacamarera. Bloch pidi una cerveza en la barra. La

  • camarera puso en el suelo una de las sillas queestaban encima de las mesas. Bloch cogi otrasilla de la misma mesa y se sent.

    La camarera fue detrs del mostrador. Blochpuso las manos encima de la mesa. La camarera seagach y abri la botella. Bloch apart elcenicero. La camarera cogi al pasar un posavasosde otra mesa. Bloch ech la silla hacia atrs. Lacamarera sac el vaso del cuello de la botella,puso el posavasos sobre la mesa, coloc el vasoencima del posavasos, vaci la botella en el vaso,puso la botella en la mesa y se march. Otra vezigual! Bloch ya no saba qu hacer.

    Por fin vio una gota, que corra por la superficiedel vaso hacia abajo, y un reloj en la pared, cuyasmanillas eran dos cerillas; una de las manillasestaba partida y sealaba las horas; no se habaquedado mirando cmo caa la gota, sino el lugardel posavasos en el que seguramente iba a caer. Lacamarera, que mientras tanto estaba fijando lasbaldosas del suelo con una especie de pasta, lepregunt si conoca a la posadera. Bloch movi la

  • cabeza afirmativamente, pero slo dijo s cuandola camarera alz la vista.

    Una nia entr corriendo sin cerrar la puerta. Lacamarera la mand otra vez al vestbulo, donde sequit las botas y, tras una segunda advertencia,cerr la puerta. La hija de la duea!, explic lacamarera, que inmediatamente se llev a la nia ala cocina. Cuando volvi, dijo que Unos dasatrs un hombre haba preguntado por la duea.Deca que le haban llamado para abrir un pozo.Ella le dijo inmediatamente que se marchara, perol no ces en su empeo hasta que le huboenseado el stano y entonces, sin perder ni unsolo momento, cogi una pala, as que ella tuvoque pedir ayuda para que le ayudaran a echarlo yella.... Bloch se las arregl para interrumpirla enaquel momento. Desde entonces la nia tienemiedo de que al pocero se le ocurra volver. Peromientras tanto haba entrado un carabinero y sebebi un vaso de aguardiente en el mostrador.

    Estaba ya en casa el nio desaparecido?,pregunt la camarera. El carabinero contest: No,

  • todava no le han encontrado.No hace ni dos das que desapareci dijo

    la camarera. El carabinero replic:Pero por la noche hace ya bastante fro.De todos modos lleva ropa de abrigo dijo

    la camarera. S, llevaba ropa de abrigo, dijo elcarabinero.

    No puede estar muy lejos aadi. No podahaber llegado muy lejos, repiti la camarera.Bloch vio encima de la mquina tocadiscos unoscuernos de ciervo deteriorados. La camareraexplic que eran de un ciervo que se habaextraviado en el campo de minas.

    Bloch oy ruidos en la cocina y, al escuchar conatencin, le parecieron voces. La camareracomenz a hablar a gritos con alguien al otro ladode la puerta. La posadera respondi desde lacocina. Estuvieron un rato hablando en este tono.Entonces, a mitad de una respuesta, entr laposadera. Bloch la salud.

    Se sent a su mesa, no a su lado, sino enfrente;puso las manos sobre las rodillas por debajo de la

  • mesa. La puerta se haba quedado abierta y Blochpoda escuchar el zumbido del frigorfico en lacocina. La nia estaba sentada por all cercacomindose un pedazo de pan. La posadera lemiraba fijamente, como si hiciera mucho tiempoque no le vea. Haca mucho tiempo que no nosveamos!, dijo. Bloch le cont una historia parajustificar su estancia en aquel lugar. Por el marcode la puerta vea que la chica, all lejos, estabasentada en la cocina. La posadera puso las manossobre la mesa con las palmas alternativamentehacia arriba o hacia abajo. La camarera llev labebida que Bloch haba pedido para ella. Quella? En la cocina, que entretanto se habaquedado vaca, el frigorfico temblaba. Se quedmirando a travs de la puerta las peladuras demanzana que estaban encima de la mesa de lacocina. Debajo de la mesa haba un recipientelleno de manzanas, algunas manzanas se habancado rodando y estaban por all tiradas. En elmarco de la puerta estaban colgados en un clavounos pantalones de trabajo. La posadera haba

  • puesto el cenicero entre los dos. Bloch puso a unlado la botella, pero ella se puso la caja decerillas enfrente, colocando luego el vaso a sulado. Finalmente Bloch puso su vaso y su botella ala derecha del otro vaso y la caja de cerillas.Hertha se ri.

    La nia entr y se apoy en el respaldo de lasilla de la posadera. La mandaron a buscar leapara la cocina, pero, al abrir la puerta con unamano solamente, se le cayeron todos los leos. Lacamarera los recogi y los llev a la cocina,mientras que la nia volvi a apoyarse en elrespaldo de la posadera. A Bloch le dio laimpresin de que hacan todo esto a propsito paralibrarse de l.

    Alguien dio desde fuera unos golpecitos en laventana, pero inmediatamente se alej. El hijo delcasero, dijo la posadera. Entonces vieron quepasaba un grupo de nios por la calle; uno de ellosse acerc de improviso, apret la cara contra elcristal de la ventana y se escap corriendo. Yahan salido de la escuela!, dijo ella. Entonces

  • disminuy de repente la luz en la habitacin, puesen la calle se haba detenido un camin demuebles. Ah llegan mis muebles!, dijo ella.Bloch se sinti aliviado de poder levantarse yayudar a meter los muebles.

    Mientras acarreaban el armario, la puerta seabri. Bloch la cerr de un puntapi. Cuandoterminaron de colocar el armario en el dormitorio,ella subi al piso de arriba. Uno de los empleadosle dio a Bloch la llave y l ech la llave a lacerradura del armario.

    Pero l no era el dueo, dijo Bloch. Poco apoco, cada vez que deca algo, le suceda siemprelo mismo. La posadera le invit a comer. Bloch,que ms o menos haba planeado quedarse a vivirall, rechaz la invitacin. Pero de todos modosdijo que volvera por la noche. Hertha, que lehablaba desde la habitacin donde se encontrabanlos muebles, le contest cuando ya se marchaba; apesar de todo le pareci que la haba odo llamar.Entr de nuevo en el bar y, como todas las puertasestaban abiertas, pudo ver que la camarera estaba

  • en la cocina, de pie junto al fuego, mientras laposadera ordenaba la ropa del armario en eldormitorio y la nia estaba sentada en una mesadel bar haciendo los deberes de la escuela.Seguramente cuando se march haba confundidoel sonido del agua hirviendo en la cocina con unallamada.

    A pesar de que la ventana estaba abierta, eraimposible ver lo que haba en el interior delcuartelillo de los carabineros; la habitacin estabademasiado oscura para distinguir algo desde fuera.Pero los de dentro seguramente haban visto aBloch; se dio cuenta de ello porque contuvo larespiracin inconscientemente al pasar por all.Era posible que no hubiera nadie en la habitacin,a pesar de que la ventana estaba abierta de par enpar? Por qu a pesar de? Era posible que nohubiera nadie en la habitacin, porque la ventanaestaba abierta de par en par? Bloch mir haciaatrs: incluso haban quitado una botella decerveza del alfizar de la ventana para podermirarle bien cuando ya haba pasado de largo. Oy

  • un ruido, como cuando una botella rueda por elsuelo debajo del sof. Pero por otra parte no eramuy probable que en el cuartelillo tuviesen unsof. Solamente cuando ya se encontraba un pocoms lejos, cay en la cuenta de que habanencendido la radio en el cuartelillo. Bloch volvial pueblo por la curva que haca la carretera. Derepente comenz a caminar despreocupadamentesintindose muy aliviado, slo tena que seguir lacarretera y llegara al pueblo.

    Camin un rato entre las casas. Escuch algunosdiscos en un caf y el dueo tuvo que enchufar lamquina tocadiscos; se march antes de que losdiscos se hubieran terminado; desde fuera escuchcmo el dueo volva a desenchufar. Un grupo deescolares estaban sentados en unos bancosmientras esperaban el autobs.

    Se detuvo enfrente de un puesto de fruta, perotan lejos que la mujer que estaba detrs de la frutano poda atenderle. Se le qued mirando y espera que se acercara un poco ms. Un nio, queestaba delante de l, dijo algo, pero la mujer no

  • contest. Pero entonces, cuando se acerc unpolica por detrs y estuvo lo suficientementecerca, la mujer se dirigi inmediatamente hacia l.

    En el pueblo no haba cabinas telefnicas.Bloch intent llamar por telfono a un amigo desdela oficina de correos. Tuvo que esperar en unbanco frente a la ventanilla, pero la comunicacinno llegaba. A aquella hora del da las lneasestaban sobrecargadas. Despus de insultar a laempleada se march.

    Al pasar por los baos pblicos, en las afuerasde la ciudad, vio a dos policas en bicicleta quevenan hacia l. Con los capotes!, pens. Ycuando los policas se detuvieron delante de l,vio que en efecto llevaban capotes; cuando sebajaron de las bicicletas no se quitaron ni siquieralas gomas que les sujetaban los bordes de lospantalones. Bloch tuvo de nuevo la sensacin deque estaba contemplando una caja de msica;como si no fuera la primera vez que vea todoaquello. A pesar de que tena echado el cerrojo,segua agarrado a la puerta de la cerca que

  • rodeaba los baos. Los baos estn cerrados,dijo Bloch.

    Los policas hicieron una serie de comentarioscon toda naturalidad, pero daba sin embargo laimpresin de que tenan un doble sentido; decualquier manera acentuaron mal a propsitopalabras como acera y las cabras de Becher,diciendo en su lugar mrchese y tomar enconsideracin, e igualmente se equivocaronintencionadamente al decir disculparse en lugarde terminados a tiempo, y expulsar en lugarde blanquear.[2] Qu sentido poda tener si noque los policas le contaran la historia de lascabras del granjero Becher, que una vez, antes deque los baos se inauguraran, se escaparon y,como alguien se haba dejado la puerta abierta,irrumpieron all dentro en tropel e hicieron susnecesidades por todas partes, incluso dejaronmuestras de ello en las paredes de la cafetera, asque fue necesario volver a blanquear las paredes ylos baos no pudieron estar terminados a tiempo;y por ese motivo tena que dejar Bloch la puerta

  • cerrada y quedarse en la acera? Cuandocontinuaron su camino, los policas omitieron, casiburlonamente, las expresiones habituales dedespedida o por lo menos solamente las insinuarony lo hicieron de un modo muy particular, como siquisieran darles un segundo significado. Almarcharse no miraron hacia atrs. Para demostrarque no tena nada que esconder, Bloch siguiparado junto a la verja, contemplando el interiorde la casa de baos vaca; como si fuera unarmario abierto, al que he ido para sacar algo,pens Bloch. Ya no se acordaba del motivo por elque se haba acercado a los baos. Adems, habaoscurecido; los rtulos de las urbanizaciones a lasafueras del pueblo ya estaban iluminados. Blochvolvi al pueblo. Dos chicas que iban en direccina la estacin pasaron por su lado, y l las llam.Ellas miraron hacia atrs sin dejar de caminar y lecontestaron. Bloch tena hambre. Comi en lafonda, mientras escuchaba la televisin, que se oadesde la habitacin vecina. Luego entr a verlacon el vaso en la mano, y no se movi de all hasta

  • que apareci el cartelito anunciador del final de laemisin. Pidi la llave y subi a su habitacin.Cuando estaba ya medio dormido, le pareci orque arrancaban un coche con las luces apagadas.Intent preguntarse intilmente por qu le habavenido a la imaginacin precisamente un cochecon las luces apagadas; probablemente se durmimientras se haca estas reflexiones.

    Bloch se despert con los ruidos y larespiracin jadeante de los basureros en la calle,que estaban vaciando los enormes cubos de basuraen el camin de recogida; pero cuando se asomafuera vio que haba sido ms bien la puertacorredera del autobs que se haba cerrado alarrancar, y que ms all estaban descargando lascntaras de leche en el muelle de carga de lalechera; aqu en el campo no haba camiones parala recogida de las basuras; ya empezaban otra vezlas confusiones.

    Bloch vio que la chica estaba en la puerta conun montn de toallas al brazo, y encima unalinterna; antes de que pudiera atraer su atencin, ya

  • haba desaparecido en el pasillo. Despus decerrar la puerta comenz a disculparse, pero Blochno poda entenderla porque en aquel momentoestaba tambin dicindole algo a ella. La siguipor el pasillo; ella ya se haba metido en otrahabitacin; de vuelta en su cuarto, Bloch, conmucha exageracin, dio dos vueltas a la llave en lacerradura. Un poco ms tarde fue a buscar a lachica, que estaba algunas habitaciones ms all, yle explic que haba sido un malentendido. Lachica, mientras extenda una toalla encima dellavabo, contest que s, que haba sido unmalentendido, que probablemente haca un rato,cuando se encontraba al fondo del pasillo, le habaconfundido con el conductor del autobs queestaba en el rellano de la escalera, as que,creyendo que ya estaba abajo, haba entrado en lahabitacin. Bloch, que estaba en el quicio de lapuerta, dijo que no se haba referido a eso. Peroella abri el grifo en aquel momento, as que lepidi que repitiera la frase. Bloch contestentonces que en la habitacin haba demasiados

  • armarios, arcones y cmodas. La muchacha replicque s y que sin embargo en la fonda faltabapersonal, como probaba la confusin anterior queseguramente, en su caso, se haba debido alagotamiento. Bloch contest que no se habareferido a eso al hacer la observacin sobre losarmarios, solamente quiso decir que apenas sepoda mover uno en la habitacin.

    La muchacha pregunt qu quera decir con eso.Bloch no contest. Ella interpret ese gestomientras estrujaba la toalla sucia, o ms bienBloch interpret ese gesto como una rplica a susilencio. Ella dej caer la toalla en la cesta; Blochtampoco contest esta vez, por lo que, en suopinin, la chica comenz a descorrer las cortinas,as que se sali al pasillo, que estaba ms oscuro.No quise decir eso!, exclam la chica. Lesegua por el pasillo, pero despus Bloch comenza seguirla mientras ella reparta las toallas por lashabitaciones. En un recodo del pasillo tropezaroncon un montn de sbanas sucias que haba en elsuelo. Al apartarse Bloch, se le cay a la chica una

  • caja de jabn que llevaba encima del montn detoallas. Si necesitaba una linterna para volver acasa?, pregunt Bloch. Tena novio, contest lachica, que se levant despus de recoger la cajatoda colorada. Si en la fonda tenan algunahabitacin con las puertas dobles?, preguntBloch. Mi novio es ebanista, contest la chica.Bloch dijo que una vez en una pelcula haba vistoque en un hotel se quedaba encerrado un ladrnentre las dos puertas. Todava no ha conseguidonada ni nadie escaparse de nuestrashabitaciones!, dijo la chica.

    Abajo, en el comedor, ley que habanencontrado una moneda americana de cincocentavos junto a la taquillera. Los conocidos de lataquillera no la haban visto nunca con un soldadoamericano; y en esta poca haba muy pocosturistas americanos en el pas. Adems, se habanencontrado garabatos en los bordes de unperidico como los que se hacen normalmentecuando se est conversando con alguien. Estabaclaro que los garabatos no procedan de la

  • taquillera; los estaban analizando para ver sipodan proporcionar alguna informacin sobre elvisitante.

    El fondista se acerc a la mesa y puso encima elimpreso de entrada; hasta entonces lo haba tenidoBloch en su habitacin. Bloch rellen el impreso.El fondista se haba apartado un poco y no dejabade mirarle. En aquel momento la sierra mecnicacortaba la madera en la serrera de afuera. Blochescuchaba el ruido como si se tratara de algoprohibido.

    En lugar de llevar lgicamente el impreso detrsdel mostrador, el fondista entr en la habitacinvecina y, segn vio Bloch, se qued all hablandocon su madre; y en lugar de salir enseguida, comoera de imaginar, por la puerta que se haba dejadoabierta, sigui hablando hasta que por fin se leocurri cerrarla. Al cabo de un rato sali laanciana en lugar del fondista. El fondista no lasigui sino que se qued en la habitacin ydescorri las cortinas y entonces, en lugar dequitar la televisin, enchuf el ventilador.

  • En aquel momento entr la chica con laaspiradora al otro extremo del comedor. Bloch seimaginaba que la iba a ver salir tranquilamente ala calle con el aparato; pero en lugar de eso loenchuf y comenz a pasarlo por debajo de lassillas y las mesas. Cuando entonces el fondistavolvi a correr las cortinas en la habitacinvecina, la madre del fondista volvi a lahabitacin y finalmente el fondista desenchuf elventilador, Bloch tuvo la sensacin de que todaslas cosas volvan a encajar de nuevo.

    Se inform por el fondista de si en la localidadse lean muchos peridicos. Solamenteperidicos semanales y revistas, contest elfondista. Bloch, que le haba preguntado cuando yase marchaba, al empujar el picaporte hacia abajocon el codo se pill el brazo entre el picaporte y lapuerta. Le est bien empleado!, exclam lachica a sus espaldas. Bloch escuch an cmo elfondista le preguntaba qu haba querido decir coneso.

    Escribi un par de tarjetas postales, pero no las

  • ech inmediatamente despus. Luego, en lasafueras de la ciudad, cuando las iba a echar en unbuzn adosado a una verja, vio que la prximarecogida del buzn se realizaba al da siguiente.Desde una turn por Sudamrica, donde su equipotena que mandar tarjetas postales desde cadaciudad con la firma de todos los jugadores, Blochse haba acostumbrado a escribir tarjetas cuandoestaba de viaje.

    En aquel momento pas por all un grupo decolegiales; los nios iban cantando y Bloch echlas postales. Al caer, el buzn vaco reson. Peroel buzn era tan pequeo que era imposible queresonara. Adems, Bloch haba echado a andarinmediatamente.

    Estuvo caminando un rato campo a travs. Lasensacin que tena de que le caa en la cabeza unapelota muy pesada, mojada por la lluvia, cedi unpoco. El bosque comenzaba cerca de la frontera.Se dio la vuelta cuando reconoci la primera torrede control al otro extremo de la vereda, en tierrade nadie. En el linde del bosque se sent en el

  • tronco de un rbol. Casi inmediatamente despusse levant. Entonces se sent otra vez y cont eldinero que tena. Alz la vista. El paisaje, aunqueera llano, comenzaba a arquearse tan cerca dedonde l estaba que daba la sensacin de quequera eliminar su presencia all. l se encontrabaaqu, en el linde del bosque, all estaba la casuchade un transformador, all una lechera, all haba uncampo, all se vean unas cuantas siluetas, all, enel linde del bosque, estaba l. Estaba sentado, tancallado que lleg a perder la nocin de s mismo.Ms tarde descubri que las siluetas que se veanen el campo eran policas con perros.

    Junto a un arbusto de zarzamoras, metida casicompletamente debajo de las zarzamoras, seencontr Bloch una bicicleta de nio. La puso depie. El silln estaba bastante alto, como para unadulto. Tena algunos pinchos de zarzamoraclavados en las ruedas, pero a pesar de ello no sehaban pinchado. En los radios de una rueda sehaba quedado enredada una rama de abeto, asque estaba bloqueada. Bloch tir de la rama.

  • Entonces dej caer la bicicleta al suelo, pues se leocurri pensar que los policas podran ver losreflejos del sol en la caja metlica del faro. Perolos policas ya haban pasado de largo con losperros.

    Bloch se qued mirando las siluetas mientrasbajaban una pendiente; relucan las chapas de losperros y tambin el aparato radiotransmisor. Y silos destellos eran una seal? Seran sealesluminosas? Poco a poco estas sospechas fuerondesapareciendo: a lo lejos brillaban las cajasmetlicas de los faros de los coches cuando lacarretera dibujaba una curva, cerca de Blochrelucan los fragmentos de un espejito, ms all elcamino estaba cubierto de trozos de mica quecentelleaban. Cuando Bloch se subi a la bicicleta,las ruedas se iban abriendo camino en la grava.

    Recorri una pequea distancia en bicicleta.Finalmente la dej apoyada en la caseta deltransformador y sigui a pie. Ley el cartelanunciador del cine que estaba pegado con grapasen la pared de la lechera; los otros carteles

  • estaban por el suelo hechos pedazos. Bloch siguicaminando y en el patio de una granja vio un mozoque tena hipo. Vio cmo revoloteaban las avispasen un huerto de rboles frutales. En un cruce decaminos haba flores podridas en una lata deconservas. A los lados de la carretera habacajetillas de cigarros vacas en la hierba. Junto alas ventanas cerradas vea los ganchos para adosarlas contraventanas a las fachadas de las casas. Alpasar por una ventana abierta oli a podrido. En laposada le dijo la posadera que en la casa deenfrente se haba muerto alguien ayer.

    Cuando Bloch se diriga a la cocina, dondeestaba ella, se cruzaron en la puerta y l la siguial bar. Bloch la adelant y se sent a una mesa delrincn, pero ella ya se haba sentado a una mesacerca de la puerta. Cuando Bloch iba a decir algo,ella se le adelant enseguida. l quera comentarleque la camarera llevaba zapatos ortopdicos, perola posadera ya estaba sealando hacia la calle pordonde, en aquel momento, pasaba un polica conuna bicicleta de nio. sa es la bicicleta del

  • nio mudo!, dijo.La camarera haba llegado con las revistas en la

    mano; los tres juntos miraron afuera. Blochpregunt si el pocero haba vuelto a dar seales devida. La posadera, que solamente haba entendidolas palabras dar seales de vida, empez ahablar de soldados. Esta vez Bloch dijo vuelto yla posadera dijo algo sobre el nio mudo. Nisiquiera poda pedir ayuda!, dijo la camarera,pero en realidad estaba leyendo en voz alta el piede una ilustracin de las revistas. La posaderaempez a contar una pelcula en donde alguienhaba metido clavos en la masa de los pasteles.Bloch pregunt si los vigilantes de las torres decontrol tenan gemelos de campaa; por lo menosall arriba brillaba algo. Pero si desde aqu nose ven las torres de control!, contest una de lasmujeres. Bloch vio que todava les quedaba en lacara harina de hacer los pasteles, sobre todo en lascejas y en las races de los cabellos.

    Sali al patio, pero como nadie haba salidodetrs de l volvi adentro. Se apoy en la

  • mquina tocadiscos, dejando todava sitio a sulado. La camarera, que se haba sentado detrs delmostrador, rompi un vaso. Con el ruido laposadera sali de la cocina, pero no mir a lacamarera sino a l. Bloch gir el botn en la partede atrs de la mquina tocadiscos para bajar elvolumen. Entonces, cuando la posadera estaba anen la puerta, subi el volumen de nuevo. Laposadera comenz a pasear frente a l por lahabitacin, como si quisiera medirla con suspasos. Bloch le pregunt cunto tena que pagarleal casero de alquiler. Al escuchar la pregunta,Hertha se detuvo. La camarera empujaba con laescoba los fragmentos de vidrio en un recogedor.Bloch fue hacia Hertha, la posadera pas muycerca de l en direccin a la cocina. Bloch lasigui.

    Como en la otra silla estaba echado un gato, sequed a su lado de pie. Ella estaba hablando delhijo del casero, que era su novio. Bloch se acerca la ventana y comenz a hacerle preguntas sobrel. Ella cont detalladamente a qu se dedicaba el

  • hijo del casero. Sigui hablando sin que nadie lepreguntara. Bloch vio un tarro de conservas alborde de la cocina. De vez en cuando deca: s?En los pantalones de trabajo colgados en el marcode la puerta descubri otra cinta mtrica. En esemomento la interrumpi y le pregunt por qunmero empezaba a contar normalmente. Ella sequed perpleja, incluso interrumpi la tarea dequitar el corazn a una manzana. Bloch dijo quedesde haca poco haba observado en s mismo lacostumbre de empezar a contar por el nmero dos;por ejemplo, esta maana estuvo a punto deatropellarle un coche, pues pens que le daratiempo a cruzar antes de que pasara el segundocoche; simplemente no haba contado con elprimer coche. La posadera respondi con una frasehecha.

    Bloch fue a donde estaba la silla y la levantpor las patas traseras, as que el gato cay en elsuelo de un salto. Se sent y apart la silla de lamesa. Al hacer este movimiento choc con unamesita que haba detrs y una botella de cerveza se

  • cay y fue a parar rodando debajo de un banco.Por qu estaba todo el rato sentndose,levantndose, luego se marchaba o se quedaba porall dando vueltas, luego volva a entrar?, preguntla posadera. Lo haca para burlarse de ella?Bloch, en lugar de contestar, le ley un chiste de lahoja de peridico donde estaban las peladuras demanzana. Como vea el peridico al revs, lea tanentrecortadamente que la posadera, inclinndosehacia delante, sigui leyendo. Afuera se oan lasrisas de la camarera. Algo se cay al suelo en eldormitorio. No volvi a orse nada. Bloch, queantes tampoco haba odo ningn ruido, queraechar un vistazo; pero la posadera explic que yahaca rato que haba odo que la nia estabadespierta; seguramente se haba bajado de la camay no tardara en salir para pedir un pedazo depastel. Entonces Bloch escuch por primera vez unruido, y pareca un gimoteo. Result que la nia sehaba cado de la cama cuando estaba durmiendo yque cuando se despert en el suelo, junto a lacama, no saba dnde estaba. Ya en la cocina la

  • nia cont que haba moscas debajo de laalmohada. La posadera le explic a Bloch que losnios de los vecinos, que estaban durmiendo en sucasa mientras duraba el velatorio en la suya, queera donde haba ocurrido el fallecimiento, tenanla costumbre de disparar a las moscas que estabanposadas en la pared con las gomas de los tarros deconserva; seguramente, por la noche haban metidolas moscas que estaban por el suelo debajo de laalmohada.

    Despus de darle a la nia algunas cosas paraque se distrajera hasta ahora las haba tiradotodas, poco a poco se calm. Bloch vio que lacamarera sala del dormitorio con la mano hueca ytiraba las moscas en el cubo de la basura. l notena nada que ver en el asunto, dijo. Vio que lacamioneta del panadero se detuvo frente a la casade los vecinos y el conductor puso dos barras depan en los escalones de la entrada, debajo el pannegro, encima el blanco. La posadera mand a lania a la puerta para que atendiera al hombre;Bloch escuch que la camarera se mojaba las

  • manos detrs del mostrador; ltimamente esehombre estaba siempre disculpndose, dijo laposadera. De verdad?, pregunt Bloch. Entoncesentr la nia en la cocina con dos barras de pan.Tambin vio que la camarera se secaba las manosen el delantal y despus iba a atender a un cliente.Qu quera beber? Quin? De momento nada, fuela respuesta. La nia cerr la puerta del bar.

    Ahora estamos solos, dijo Hertha. Bloch mira la nia, que estaba mirando a la casa de enfrentepor la ventana. Ella no cuenta, dijo ella. Blochtom aquello como una indicacin de que queradecirle algo, pero entonces se dio cuenta de que loque haba querido decir en realidad era que podaempezar a hablar. A Bloch no se le ocurra nadaque decir. Dijo una cosa obscena. Ella mand a lania afuera inmediatamente. l acerc la mano aella. Ella le toc suavemente. l la agarrbruscamente del brazo, pero enseguida la solt. Enla calle se encontr con la nia, que estabahurgando en el cemento de la pared con una briznade paja.

  • Mir por la ventana de la casa de enfrente, queestaba abierta. El cadver se hallaba sobre unatarima; junto a l estaba ya el atad. Una mujer seencontraba sentada en un taburete en un rincn,mojando pan en una jarra de mosto; en un bancodetrs de la mesa, un muchacho estaba tumbado deespaldas durmiendo; un gato estaba echado encimade su barriga.

    Cuando Bloch entr en la casa casi tropez en elvestbulo con un tronco de madera. La campesinasali a la puerta, l entr y se puso a hablar conella. El muchacho se haba sentado, pero no decanada; el gato se haba ido. Ha tenido que velartoda la noche!, dijo la campesina. Por la maanase haba encontrado al muchacho con una chispabastante considerable. Se volvi hacia el difunto ycomenz a rezar. Mientras tanto cambi el agua delas flores. Ocurri todo muy deprisa, dijo,tuvimos que despertar al chiquillo para que fueracorriendo al pueblo. Pero el nio no supo decirleal cura lo que haba pasado y no haban tocado lacampana. Bloch not que estaban empezando a

  • caldear la habitacin; al cabo de un rato sedesplomaron los troncos de madera que habadentro de la estufa. Trae un poco de lea!, dijola campesina. El muchacho volvi con algunostroncos que sujetaba con ambas manos, y los dejcaer junto a la estufa armando una gran polvareda.Se sent detrs de la mesa y la campesina metilos troncos en la estufa. Nos han matado a un niogolpendole con calabazas, dijo. Dos viejaspasaron por la ventana y saludaron a los de dentro;Bloch vio un bolso negro en el alfizar de laventana; acababan de comprarlo, ni siquierahaban sacado los papeles de relleno. De repentedio un aullido y muri, dijo la campesina.

    Bloch poda ver el interior del bar de enfrente,donde el sol, que ya estaba bastante bajo, brillabacon tanta intensidad que la parte inferior de lahabitacin, sobre todo el entarimado recin puesto,las patas de las sillas y las mesas y las piernas delas personas brillaban en sus contornos como si laluz emanara de ellas mismas; vio que el hijo delcasero estaba apoyado en la puerta de la cocina

  • con los brazos cruzados apoyados en el pecho yhablaba con la posadera, que probablementeestaba todava sentada a la mesa, un poco msall. A medida que el sol se ocultaba, estasimgenes le parecan a Bloch cada vez ms lejanasy confusas. No poda apartar la vista de all;solamente comenz a disiparse esta sensacincuando vio a los nios que estaban corriendo en lacalle. Entonces entr un nio con un ramo deflores. La campesina puso el ramo en un vaso ycoloc el vaso al pie de la tarima. El nio sequed all de pie. Un poco despus la campesinale dio una moneda y el nio se march.

    Bloch escuch un ruido, como si los tablonesdel suelo hubieran cedido bajo el peso de unapersona. Pero era solamente que los troncos de laestufa haban vuelto a desplomarse. Cuando Blochdej de hablar con la campesina, el muchacho setendi en el banco y se qued dormido otra vez.Luego llegaron unas mujeres y comenzaron a rezarel rosario. Alguien borr lo que estaba escrito enla pizarra de la fachada de la tienda de

  • ultramarinos y escribi en su lugar: naranjas,caramelos, sardinas. En la habitacin se hablabaen voz baja, afuera en la calle, los chiquillosarmaban jaleo. Un murcilago se haba quedadoenganchado en la cortina; el muchacho se despertcon sus chillidos y, ponindose en pie de un salto,enseguida se abalanz sobre l, pero el murcilagoya se haba escapado.

    Estaban ya en el crepsculo, y a nadie leapeteca encender la luz.

    Solamente el bar de enfrente estaba un pocoiluminado por la luz de la mquina tocadiscos, queestaba enchufada; pero nadie pona discos. Lahabitacin de al lado, que era la cocina, estaba yacompletamente a oscuras. A Bloch le invitaron acenar y se sent con los dems a la mesa.

    Aunque la ventana estaba ahora cerrada, habamuchos mosquitos en la habitacin. Enviaron a unnio por posavasos a la posada para ponerlosdespus encima de los vasos y evitar as que losmosquitos se cayeran dentro. Una mujer vio derepente que haba perdido un colgante de la cadena

  • que llevaba al cuello. Todos comenzaron abuscarlo. Bloch no se movi de la mesa. Al cabode un rato sinti la necesidad de ser l mismo elque lo encontrara y se uni a los dems. Como nopudieron encontrar el colgante en la habitacin,siguieron buscando afuera, en el pasillo. Una palase vino abajo, mejor dicho, Bloch la cogi alvuelo antes de que llegara a caerse del todo. Elmuchacho alumbraba con una linterna, lacampesina apareci con una lmpara de petrleo.Bloch pidi la linterna y sali a la calle. Caminabaen cuclillas por la grava, pero nadie le habaseguido. Escuch cmo alguien gritaba dentro, enel recibidor, que haban encontrado el colgante.Bloch no quiso creerlo y sigui buscando.Entonces escuch que detrs de la ventana habanempezado a rezar de nuevo. Dej la linterna en elalfizar de la ventana y se march.

    De vuelta en el pueblo, Bloch se sent en uncaf y se qued mirando un juego de cartas.Empez a discutir con el jugador que estabadelante de l. Los otros jugadores obligaron a

  • Bloch a que se marchara. Bloch fue a la habitacintrasera. All estaban dando una conferencia conproyecciones. Bloch se qued un rato mirando. Erauna conferencia sobre los hospitales de rdenesreligiosas en el sudeste de Asia. Bloch, que habaestado todo el rato hablando en voz alta, empez adiscutir otra vez con la gente. Se dio la vuelta y semarch.

    Estuvo reflexionando sobre la posibilidad devolver a entrar, pero no se le ocurra qu excusahubiera podido poner. Fue a otro caf. All queraque desenchufaran el ventilador. Adems, decaque la iluminacin era demasiado dbil. Lacamarera se sent a su lado y un poco despus lhizo ademn de pasarle el brazo por encima de loshombros; ella se dio cuenta de que slo se tratabade un ademn y se ech para atrs, incluso antes deque l viera con toda claridad que nicamentehaba querido hacer un ademn. Bloch quisojustificarse pasndole de verdad a la camarera elbrazo por encima de los hombros; pero ella ya sehaba puesto en pie. Cuando Bloch iba a

  • levantarse, la camarera se fue. Ahora Blochhubiera tenido que fingir que se propona seguirla.Pero era demasiado para l y se march del caf.

    En su habitacin del hostal se despert pocoantes del amanecer. De repente, todo lo que estabaa su alrededor le resultaba inaguantable. Pensdetenidamente si de verdad estara despierto, puesjustamente en un momento determinado, en estecaso poco antes del amanecer, de buenas aprimeras todo se volva insoportable. El colchnestaba hundido bajo su peso, los armarios y lascmodas estaban muy lejos, apoyados en lasparedes, el techo, por encima de l, tena unaaltura insoportable. Haba un silencio tal en lahabitacin un poco iluminada, afuera en el pasilloy sobre todo en la calle, que Bloch no lo pudoaguantar ms. Unas intensas nuseas se apoderaronde l. Acto seguido vomit en el lavabo. Estuvovomitando un rato sin sentir ningn alivio. Setumb otra vez en la cama. No estaba mareado, porel contrario vea todo con un equilibrioinaguantable. No le sirvi para nada asomarse por

  • la ventana y mirar a la calle. Una lona se mantenainmvil encima de un coche aparcado. Descubridos caeras en una pared de la habitacin;estaban colocadas paralelamente, desde el techohasta el suelo. Todo lo que vea estaba limitado deuna forma insoportable. Las nuseas no le hacanincorporarse, sino que pareca como si leoprimieran. Le daba la sensacin de que todo loque vea lo tena grabado con un cincel, o ms biencomo si los objetos que le rodeaban se recortaransobre un fondo. El armario, el lavabo, la bolsa deviaje, la puerta: entonces se dio cuenta de que,como si alguien le forzara a ello, le vena a lamente la palabra correspondiente a cada objeto.Cada vez que divisaba un objeto seguainmediatamente la palabra. La silla, la percha, lallave. Hasta entonces el silencio haba sido tanabsoluto que ningn ruido le haba llamado laatencin; y como por una parte haba la suficienteclaridad para poder ver los objetos que tenaalrededor, y por otra parte estaba todo tansilencioso que ningn ruido poda distraer su

  • atencin de los objetos, los haba visto como si almismo tiempo se hubiesen estado haciendopropaganda a s mismos. En realidad, las nuseaseran parecidas a las nuseas que le entrabancuando oa determinados anuncios, canciones demoda o himnos nacionales, que eran tan pegadizosque hasta en sueos los repeta o tarareaba.Contuvo la respiracin como si tuviera hipo. Alinspirar le volvieron las nuseas. Contuvo larespiracin de nuevo. Al cabo de un rato surti unpoco de efecto y se durmi.

    A la maana siguiente todo esto le habadesaparecido de la imaginacin. Ya haban hechola limpieza en el comedor y un empleado de laoficina de impuestos se paseaba por all, pasandorevista a los diversos objetos mientras el fondistale daba una relacin de los precios. El fondista lepresent al empleado las facturas de la cafetera yde un congelador; como los dos estaban hablandode precios, a Bloch le parecieron an msridculos los episodios de la noche. Despus dehojear los peridicos los dej a un lado y se puso

  • a escuchar al empleado de impuestos, que discutacon el fondista sobre el precio de un men. Lamadre del fondista y la chica se les unieron; todoshablaban a la vez. Bloch se meti en la discusin ypregunt qu era lo que costaba aproximadamenteamueblar una habitacin de la fonda. El fondistacontest que haba comprado los muebles muybaratos a los campesinos de la comarca, quienes obien se haban marchado o incluso algunos habanemigrado. Le dijo un precio a Bloch. Bloch quisosaber el precio de cada pieza del mobiliario porseparado. El hostelero le dijo a la chica que letrajera el inventario de la habitacin y nosolamente les dio el precio al que haba compradocada objeto, sino tambin el precio que crea quepoda poner a un arcn o a un armario en el casode volver a venderlos. El empleado de impuestos,que haba estado todo el rato tomando nota, dejde escribir y le pidi a la chica un vaso de vino.Bloch estaba satisfecho y quera marcharse. Elempleado de impuestos explic que cuando l veaun objeto, por ejemplo una lavadora, se informaba

  • inmediatamente del precio, y cuando volva a verel objeto, por ejemplo una lavadora de la mismamarca, era capaz de reconocerla no solamente porlos distintivos exteriores, que en una lavadorapodan ser los botones del programa de lavado,sino que se guiaba siempre por lo que el objeto, eneste caso la lavadora, costaba la primera vez quelo vio, o sea, por el precio. Desde luego procurabaque el precio se le quedara grabado con todaexactitud, y de esta manera reconocainmediatamente todos los objetos cuando los veapor segunda vez. Y si el objeto no mereca lapena?, pregunt Bloch. l no tena nada que vercon objetos sin valor comercial, contest elempleado de impuestos, por lo menos en lo quecorresponda al ejercicio de la profesin.

    Todava no haban encontrado al nio mudo.Desde luego haban puesto la bicicleta bajocustodia y buscaban por los alrededores, pero nose oa ningn disparo, lo que hubiera podido seruna seal de que uno de los policas haba dadocon algo. De cualquier modo, el ruido del secador

  • detrs del biombo en la peluquera en que Blochhaba entrado era tan alto que no se oa nada delexterior. Dijo que le cortaran los pelos del cuello.Mientras el peluquero se lavaba las manos, lachica le cepill a Bloch el cuello de la camisa.Entonces desenchufaron el secador de pelo yescuch cmo alguien por detrs del biombopasaba unas hojas. Se oy una especie dechasquido. Pero era solamente que al otro lado delbiombo un bigud se haba cado en una palangana.

    Bloch pregunt a la chica si se iba a casa en eldescanso del medioda. La chica contest que noera del pueblo, que vena en tren todas lasmaanas; al medioda se iba a un caf o sequedaba all con su compaera. Bloch le preguntsi compraba todos los das un billete de ida yvuelta. La muchacha contest que compraba unabono semanal. Cunto cuesta el abonosemanal?, pregunt Bloch inmediatamente. Peroantes de que la chica contestara, dijo que eso noera asunto suyo. A pesar de todo, la muchacha dijoel precio. La compaera dijo por detrs del

  • biombo: Por qu lo pregunta, si no es asuntosuyo?. Bloch, que ya se haba puesto en pie, leytodava la lista de precios junto al espejo mientrasesperaba el cambio y se march.

    Descubri que tena la extraa mana deenterarse de los precios de todo. Se quedaliviado cuando vio que en la luna de cristal delescaparate de una tienda de ultramarinos habanescrito con pintura blanca los nombres de lasmercancas que haban entrado ltimamente y susprecios correspondientes. En un puesto de frutaque estaba delante de la tienda se haba cado lapizarra de los precios. La puso en pie de nuevo. Elmovimiento fue suficiente para que alguien salieray le preguntara si quera comprar algo. En otratienda haban puesto un vestido muy largo encimade una mecedora. Una etiqueta en la que se habaclavado un alfiler estaba junto al vestido en elasiento de la mecedora. Bloch no tena muy clarosi el precio se refera a la silla o al vestido;probablemente uno de los dos no estaba a la venta.Se qued parado all delante hasta que esta vez

  • tambin sali alguien a preguntarle. l pregunt asu vez; le contestaron que seguramente el alfiler dela etiqueta se haba cado del vestido, pero desdeluego era evidente que la etiqueta no poda ser dela mecedora; por supuesto, era de propiedadprivada. Solamente haba querido informarse, dijoBloch, que ya se iba. Le gritaron dnde podraencontrar ese mismo modelo de mecedora. En uncaf pregunt el precio de la mquina tocadiscos.No era suya, dijo el dueo, solamente eraprestada. No se haba referido a eso, contestBloch, slo quera saber el precio. nicamente sequed satisfecho cuando el dueo le dijo el precio.Pero no estaba seguro, dijo el dueo. EntoncesBloch empez a preguntar sobre otros objetos delestablecimiento pues el dueo tena que saber susprecios, ya que eran de su propiedad. Despus eldueo empez a hablar de los baos pblicos,cuyo costo de construccin haba excedido conmucho el presupuesto inicial. En cunto?,pregunt Bloch. El dueo no lo saba. Bloch seimpacient. Y a cunto ascenda el costo del

  • presupuesto inicial?, pregunt Bloch. El dueotampoco pudo contestar esta vez. De cualquiermanera, en la primavera pasada haba sidoencontrado un muerto en una cabina, queprobablemente haba pasado all todo el invierno.Tena la cabeza metida en una bolsa de plstico. Elmuerto haba resultado ser un gitano. En la reginhaba algunos gitanos sedentarios; se habanconstruido unas casitas en el linde del bosque conla indemnizacin de daos y perjuicios que habanrecibido por su detencin en los campos deconcentracin. Por lo visto, por dentro las tienenmuy limpias, dijo el dueo. Los policas, que conmotivo de la bsqueda del escolar desaparecidohaban interrogado a los habitantes de las casitas,se haban quedado sorprendidos al ver el suelorecin fregado y en general el orden existente en elinterior. Pero precisamente ese orden, siguidiciendo el dueo, no haba hecho ms que agravarlas sospechas; pues seguramente los gitanos nohubieran fregado el suelo de no haber tenido unmotivo. Bloch no desisti en su propsito y

  • pregunt si haban tenido suficiente con laindemnizacin para la construccin de losalojamientos. El dueo no poda decir a cunto sehaba elevado la indemnizacin. Por entonces losmateriales de construccin y los obreros eran anbaratos, dijo el dueo. Bloch dio la vuelta porcuriosidad al vale de caja que estaba pegado a labase del vaso de cerveza. Tiene esto algnvalor?, pregunt despus mientras se meta lamano en el bolsillo y pona una piedra encima dela mesa. El dueo, sin tocar la piedra, contest quepiedras como sa se encontraban en losalrededores cada dos pasos. Bloch no replic.Entonces el posadero cogi la piedra, la hizorodar un poco en el hueco de la mano y volvi aponerla encima de la mesa. Qu desilusin! Blochguard la piedra inmediatamente.

    En la puerta se encontr con las dos peluqueras.Les propuso que fueran con l a otroestablecimiento. La segunda dijo que all no habadiscos en la mquina. Bloch pregunt qu queradecir con eso. Ella contest que los discos eran

  • malos. Bloch sali y ellas le siguieron. Pidieronalgo de beber y las chicas sacaron unosbocadillos. Bloch se inclin hacia delante ycomenz a charlar con ellas. Le ensearon suscarnets de identidad. Al tocar las fundas, lasmanos comenzaron a sudarle al momento. Lepreguntaron si era soldado. La segunda de las dosestaba citada por la tarde con un representante;pero saldran dos parejas juntas porque cuando ibasola una pareja no se saba de qu hablar. Cuandovan juntas dos parejas, una vez habla uno, luegootro. Se cuentan chistes. Bloch no supo qucontestar. En la habitacin de al lado un nioandaba a gatas por el suelo. Un perro daba saltosalrededor del nio y le lama la cara. El telfonosonaba en la barra; mientras estuvo sonando Blochno atendi a la conversacin. Los soldados casinunca tenan dinero, dijo la p