el mercado interior. integracion y

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inducen a pensar que, a finales del XIX y primeros del XX, predominaba aún la obtención de una sola clase de aceite y, por tal razón, de no muy buena calidad. Una de las más signifi- cativas es el real decreto de Diciembre de 1908 prohibiendo se dedicaran a la alimentación caldos con más de 5 grados de aci- dez oléica, señal clata de que hasta entonces se estaban aplican- do. Igual sucedió con la instalación de material moderno en los molinos aceiteros. Son muchos los olivicultores y fabricantes que no renovaron el utillaje, hasta ver bien clara la coyuntura alcista. La calidad pues, favoreció el alza de los precios y éstos a su vez actuaron de incentivo para los olivareros. EL MERCADO INTERIOR. INTEGRACION Y FUNCIONAMIENTO La formación del mercado interior ha sido objeto, en las úl- timaas décadas, de diversos estudios que resaltan la importancia del mismo en el desarrollo capitalista español. Desde que J. Fontana abordara el problema hasta el reciente trabajo de Sán- chez Albornoz sobre los precios del vino y el aceite en la segun- da mitad del siglo XIX, han aparecido diversas publicaciones que, con fuentes y métodos diferentes, realizan una primera aproximación al tema (19). Entre ellas conviene señalar las de Sánchez-Albornoz y el Grupo de Estudios de Historia Rural sobre el mercado oleícola. Ambas utilizan los precios como instrumento de análisis. La primera, que abarca desde 1861 a 1890, pone de manifiesto la (19) Por la fuente utilizada cabe señalar dos grupos en los que se integra- rían los estudios citados a continuación. De un lado, los que abordan el tema a través de los precios y de otro, los que lo hacen analizando el transporte de mercancías. Algunas obras son: J. Fontana Lázaro (1970); D.R. Rin- grosse (1972); J. García Lombatdero (1971); N. Sánchez-Albornoz (1975a), (1975b) y(1981); Servicio de Estudios del Banco de España (1978); Grupo de Estudios de Historia Rural (1980) y(1981); E. Frax (1981); A. Iglesias y J. Sanz (1980). A. Gómez Mendoza (1983). 217

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Page 1: EL MERCADO INTERIOR. INTEGRACION Y

inducen a pensar que, a finales del XIX y primeros del XX,predominaba aún la obtención de una sola clase de aceite y,por tal razón, de no muy buena calidad. Una de las más signifi-cativas es el real decreto de Diciembre de 1908 prohibiendo sededicaran a la alimentación caldos con más de 5 grados de aci-dez oléica, señal clata de que hasta entonces se estaban aplican-do. Igual sucedió con la instalación de material moderno en losmolinos aceiteros. Son muchos los olivicultores y fabricantesque no renovaron el utillaje, hasta ver bien clara la coyunturaalcista. La calidad pues, favoreció el alza de los precios y éstos asu vez actuaron de incentivo para los olivareros.

EL MERCADO INTERIOR. INTEGRACION YFUNCIONAMIENTO

La formación del mercado interior ha sido objeto, en las úl-timaas décadas, de diversos estudios que resaltan la importanciadel mismo en el desarrollo capitalista español. Desde que J.Fontana abordara el problema hasta el reciente trabajo de Sán-chez Albornoz sobre los precios del vino y el aceite en la segun-da mitad del siglo XIX, han aparecido diversas publicacionesque, con fuentes y métodos diferentes, realizan una primeraaproximación al tema (19).

Entre ellas conviene señalar las de Sánchez-Albornoz y elGrupo de Estudios de Historia Rural sobre el mercado oleícola.Ambas utilizan los precios como instrumento de análisis. Laprimera, que abarca desde 1861 a 1890, pone de manifiesto la

(19) Por la fuente utilizada cabe señalar dos grupos en los que se integra-rían los estudios citados a continuación. De un lado, los que abordan el temaa través de los precios y de otro, los que lo hacen analizando el transporte demercancías. Algunas obras son: J. Fontana Lázaro (1970); D.R. Rin-grosse (1972); J. García Lombatdero (1971); N. Sánchez-Albornoz (1975a),(1975b) y(1981); Servicio de Estudios del Banco de España (1978); Grupode Estudios de Historia Rural (1980) y(1981); E. Frax (1981); A. Iglesias yJ. Sanz (1980). A. Gómez Mendoza (1983).

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Page 2: EL MERCADO INTERIOR. INTEGRACION Y

escasa dispersión de las cotizaciones «señal, por lo demás, deque el producto cotizado, seguramente de baja calidad, era portodas partes bastante parecido» (20). Sin embargo, la llegadade la crisis alteró el equilibrio del mercado disminuyendo loscoeficientes de correlación entre las provincias y aumentando ladispersión espacial, en la mayoría de los casos, por razones detipo estadístico. En la segunda, el Grupo de Estudios de Histo-ria Rural, al prolongar las series hasta 1916, esperaba encontraruna dispersión interprovincial menor como signo de que el pre-cio medio nacional era cada vez más representativo del conjun-to. Pero no fue así. Conforme avanzaba el tiempo los coeficien-tes de variación aumentaban y la primitiva cohesión del merca-do parecía haberse perdido. ^Qué pudo ocurrir? ^Eran insufi-cientes los precios para indicar la formación del mercado? ^Quésucedió en la producción y el comercio? Estas y otras preguntasme hicieron pensar que la crisis trastornó el mercado oleícolay que, tras la recuperación, surgió «uno nuevo» cuyo desarrQllo seprodujo a lo largo del primer tercio del siglo XX. EI Cuadro 4confirmó lo acertado de tal hipótesis y evidenció tres épocas cla-ramente delimitadas. En la primera destaca el bajo nivel de loscoeficientes de variación espacial en el interior de zonas tan ex-tensas como B, C y D, lo que muestra una temprana integra-ción. El segundo de los períodos rompió el anterior equilibrio,elevando los coeficientes durante largos años. En la tercera, el«nuevo mercado» se formó paulatinamente como indica la tar-día integración de algunas regiones. Veamos, sin embargo, lasprincipales características de cada una de las fases.

En la ptimera, Nicolás Sánchez-Albornoz, a través del aná-lisis factorial, ha puesto de manifiesto la existencia de dos gran-des áreas en cuyo interior los precios presentaban gran homoge-neidad: el área sur-centro-norte y el de levante. En el primerespacio, los caldos del sur se distribuían por el centro, mesetanorte y cornisa cantábrica conformando una zona que evolucio-

(20) N. Sánchez-Albornoz (1981) pág. 99.

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CUADRO 4Preciot de! aceite de oliva. Coeficientet de vañación eipacial. (1861-1931)

1861-1879 1880-190G 1907-1931 1907-1918 1919-1931

Ao 3,0 3,4 4,2 2,8 5,3A 10,3 12,9 8,1 g,3 7,^B G,4 9,0 G,4 6,2 7,0C G,8 8,7 8,4 9,8 7,3

ESP. 12,5 15,3 11,6 14,9 9,1

1 9,5 13,0 8,4 9,5 7,G2 12,8 15,4 12,0 16,5 8,73 13,5 1G,8 11,7 15,7 8,64 13,2 1G,3 11,8 15,6 8,95 12,8 15,8 11,7 15,0 9,26 12,5 15,3 11,6 15,0 9,0

1 A+B2 1 + CVLE3 2 + ALTE4 3 + ARG5 4 + CATG 5 + VyBL

Fuente: la misma de! Cuadto 1.

naba de acuerdo con las cosechas de Ao. Es decir, las cotizacio-nes de las provincias integradas en las zonas B y D, e incluso al-gunas de la zona C(me refiero a las demarcaciones de AltoEbro y Aragón) evolucionaron paralelamente a la trayectoria deAo y ejemplo de ello son los Rz del Cŭadro 5. Esta primacía delos caldos sureños no se dió en épocas posteriores dado que, enel primer tetcio del siglo XX, provincias como Badajoz,Ciudad-Real o Toledo tuvieron una producción mayor que lespermitió, en algunos años, cotizar autónomamente. En definiti-va, entre 1861 y 1879, el predominio de Ao fue absoluto y lasvatiaciones provinciales tespeĉto al aepicentrob fueron míni-mas, estableciéndose solamente diferencias en los niveles. Se-gún esta hipótesis (observada en el Gr^co 3 y Cuadro 5) no ex-trañan los bajos coeficientes en el interior de las zonas respecti-

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vas. En la otra zona, la de levante, se dieron también bajos ni-veles en los Ve (coeficientes variación espacial) aunque aquí, alno existir un «núcleo rectorp, los precios evolucionaron másautónomamente (Cuadto 5). En consecuencia, cabe pensar queuna causa externa condicionó la trayectoria de las cotizaciones ylos mantuvo en unos límites no extremos. Esta causa externa nofue otra que la demanda extranjera. Además, en este área, lapresencia de otros caldos vegetales suavizó «las puntasp y conello proporcionó cohesión al mercado. En conjunto, pues, losaceites sureños marcaron la pauta de un gran número de regio-nes y provincias y las restantes, aun cuando tuvieron trayecto-rias no tan homogéneas, se encontraron bien cohesionadas.

CUADRO SCoeficientet de determinación corregidor. (RZ)

1861-1879 1880-1906 1907-1931

Ao B Ao B Ao B

B 0,90 -- 0,75 -- 0,99 --

C 0,50 0,65 0,43 0,53 0,98 0,97

Fuente: La misma del Cuadro 1.

Qué razones pueden explicar la temprana integración delmercado oleícola. En primer lugar, el aceite fue, tradicional-mente, un producto de mercado. En la época moderna ocupóun lugar preferente en el comercio de ultramar y, tras la Revo-lución Industrial fue demandado por los países más desarrolla-dos de Europa. En segundo lugar, el cultivo se concentró en de-terminadas zonas y ello supuso una red comercializadora que lehicieta llegar a ottos lugares donde no era posible y/o rentablesu cuidado. Tercero, la demanda no era tan rígida como la deotros productos. El caldo de la aceituna formaba parte de ladieta alimenticia de los españoles al tiempo de ser utilizado enotros usos, pero en uno y otro caso podía ser sustituido con faci-lidad con lo que no se producían los «extremosp característicos

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Page 5: EL MERCADO INTERIOR. INTEGRACION Y

GRAFICO 3Preciot del aceite de oliva (Ptar/HI.J 1861-1916

de otras producciones. Cuarto, el régimen de cosechas daba es-tabilidad al metcado, incluso en un «ciclo antiguo» en el que aun año abundante seguían uno y dos medianos y otro malo. Es-to y la facilidad de almacenamiento aseguraban una oferta rela-tivamente estable. Por último, fue un producto de exportacióny la trayectoria de sus cotizaciones tenía un límite, el precio enel exterior. Es decir, la economía oleícola era una economíaabierta, menos sujeta a las oscilaciones de un mercado cerrado yreducido.

^ Pero qué le ocurrió a este mercado durante el largo perío-do de crisis finisecular? ^Qué provocó su disolución?

EI alza de los coeficientes se debió en parte a la baja de losprecios. Pero otros factores también intervinieron. Por ejem-

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Page 6: EL MERCADO INTERIOR. INTEGRACION Y

plo, la desigual intensidad en la caída de las cotizaciones. La dela zona C fue inferior en un 50 por ciento al conjunto de Cór-doba, Jaén y Sevilla. EI ritmo de la depresión estableció, asímismo, diferencias sustanciales entre provincias y regiones. Untercer factor fue el alza de los valores de sólo algunas provinciasen determinados años que alteraban la atonía general del mer-cado. Por último, la recuperación titubeante de finales de sigloXIX ocasionó importantes oscilaciones y elevó el nivel de sóloalgunas demarcaciones: Sevilla-Córdoba, Huesca-Teruel, etc.Así, en el interior de Ao se observó, a partir de 1897-1906, unaclara diferenciación entre Jaén por un lado y Córdoba y Sevillapor otro. Los precios de estas dos provincias estuvieron por en-cima de los de Jaén lo que no sucedía en décadas anteriores. Lacosecha jiennense era cuantiosa pero tal abundancia propiciócaldos endebles y de menor calidad y, en consecuencia, cotiza-dos a más bajo precio. Este hecho quedó reflejado en la salidade la crisis: Córdoba y Sevilla tuvieron una recuperación cerca-na al 10 por ciento en el decenio 1897-1906 mientras Jaén se es-tancó aún más. Cuando los precios de esta última se recupera-ron, el nivel alcanzado fue inferior al de las provincias del BajoGuadalquivir. La supuesta homogeneidad del producto, princi-pal fuerza cohesionadora del mercado durante el primer subpe-ríodo, se debilitó en la salida de la crisis. Con ello se iniciaba laformación de uno «nuevo», en el que la trayectoria de los pre-cios fue más uniforme aunque sus niveles se distanciaron.. (Véa-se Cuadro 6). Es decir, lo perdido por un lado, cohesión y clari-dad, se ganó por otro, eficacia del transporte y perfecciona-miento de las prácticas comerciales.

En 1907-1931, la supe^cie olivarera se coricentró aún másen el área centro-sur con la consiguiente pérdida porcentualde los olivares del levante en el conjunto del país. Además, ladiferencia en calidades, sustancial en los primeros lustros del si-glo XX, desapateció también ante la mejora general en la cali-dad de los caldos, antaño «fétidos y pestilentes». Ambos movi-mientos no se configuraron, definitivamente, hasta la décadade 1920 con lo que el mercado se mantuvo inestable hasta las

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Page 7: EL MERCADO INTERIOR. INTEGRACION Y

CUADRO GCoeficientet de deterrrsinación corregidor. (RZ)

1861-1879 1880-1906 1907-1931

Ao CAT Ao CAT Ao CAT

EXT 0,G3 -- 0,28 -- 0,9G --CASN 0,91 -- 0,81 -- 0,99 --VyBL 0,28 0,81 0,31 0,57 0,9G 0,9GCAT 0,49 -- 0,22 -- 0,98 --ARG 0,71 0,81 0,50 0,39 0,91 0,93ALTE 0,82 0,71 0,22 0,41 -- 0,9G

Fuente: La misma del Cuadro 1.

mismas fechas. De ahí la lenta integración de algunas regionesen el nuevo núcleo rector. (Véase Cuadro 5). Hubo, pues, unlargo período de transición con las suficientes alteraciones comopata que los bajos coeficientes de la primera época no se alcan-zatan. Así, la diferenciación de los precios en Ao tuvo conse-cuencias en el resto del país. También, en la zona B, se desni-velaron los precios al aumentar la producción de algunas pro-vincias, tales como Badajoz, Ciudad Real y Toledo. Por último,en la zona C, se produjo un descuelgue progresivo de algunasdemarcaciones cuyos valores dependían, cada vez más, de lasevoluciones de las grandes áreas ptoductoras. A estos aspectosparticulares se superponen.otros más generales. EI equilibrioentre oferta y demanda fue más inestable en las primeras déca-das del siglo XX que en las últimas del XIX. Este hecho ocasio-nó un nuevo dinamismo y estuvo motivado por un aumento dela demanda interna y exterior. En este momento quiero recor-dar que la producción de aceite no tuvo un alza claro y definidohasta 1913, mientras la demanda (particularmente la exporta-ción) aumentó desde 1898. Una mayor demanda provocó oscila-ciones en las zonas productoras y desabastecimiento en otrastantas consumidoras. Dicha situación se prolongó por efecto dela Primera Guerra Mundial con una inusitada demanda e im-

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Page 8: EL MERCADO INTERIOR. INTEGRACION Y

portantes desabastecimientos en todo el país. Sólo cuando elcomercio se calmó y la producción se mantuvo, los coeficientesde variación se redujeron. Esto sucedió en la década de 1921-1931. En definitiva, el mercado oleícola se encontró más inte-grado al fin del primer tercio del siglo XX que en los últimosdecenios del siglo XIX. Para ello fue necesario un largo períodode transición, en el que el mercado se hizo más complejo y di-ferenciado, complejidad observada en los distintos aceites pro-ducidos.

Los excelentes caldos del levante y noroeste peninsular que-daron circunscritos a sólo tres provincias -Lérida, Tarragona yTeruel- en cuyo intetior se diferenciaban varios tipos: en Ta-rragona existían los 'de Reus y Tortosa; la provincia leridanadestacaba por los de Urgel o Borjas Blancas; la cosecha turolen-ses afamaba los aceites de Aragón. Todos ellos eran de parecidacalidad y, en su mayor parte, se destinaban a la exportación di-recta, es decir sin ser sometidos a manipulación alguna. El con-sumo doméstico se satisfacía por la compra de aceites corrientesdel interior (andaluces, preferentemente) que eran mezcladoscon los de semillas en las grandes urbes. La creciente cosecha deaceite de cacahuet y la no prohibición expresa de mezclarló cónel de oliva hicieron del «coupage^ una práctica habitual en la re-gión valenciana. La producción andaluza también empezó adistinguir calidades y tipos aunque gran parte de los mismospertenecía al denominado «corriente andaluz» de 2 y 3 gradosde acidez. El olivicultor sureño ofrecía el producto tal como re-sultaba del proceso de elaboración sin tratamiento o manipula-ción alguna. El de menor calidad se ofertaba a más bajo precio.Entre las alteraciones más frecuentes se encontraba el enrancia-miento, producido por las bajas temperaturas que hacían de-positar la margarina que, al volver a disolverse por el aumentode temperatura, daba un sabor a rancio, aumentando al propiotiempo la acidez. Por último, los «aceites frutados y de aromaconcentrado^ de la meseta sur eran utilizados en mezclas por elsector comercial. Este esquema, simple por necesidad, no reco-ge la múltiple realidad del olivar español en las primeras déca-

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Page 9: EL MERCADO INTERIOR. INTEGRACION Y

das del siglo XX. Andreu Lamarca, de quien he tomado partede la clasificación anterior, señaló en 1921:

a... la vasta extensión de la zona olivarera española nos im-pide poder dar una clasificación de los aceites que en ella seobtienen pues es tan grande y variada nuestta produccióñque podemos decir que en España se producen todos los tiposde aceites^. (21)

La distribución del producto

En páginas atrás he señalado la alta concentración del olivarpor lo que el caldo extraído tenía un irrenunciable destino: elmercado. Los condicionamientos agroclimáticos circunsctibieronel cultivo a determinadas áreas quedando numerosas provinciasfuera de estos límites y otras tantas con un olivar raquítico ymarginal. Este hecho originó, desde fechas tempranas, una ex-tensa red distribuidora del producto por las diversas regionesde la geografía hispana.

EI fertocarril supuso para el comercio oleicola la ocasión déque éste expandiera sus límites a lugares desconocidos. EI Cua-dro 7 y Gráfico 4 dejan ver, sin ambages, la primacía de dichomedio de transporte, a la par que sé constata el aumento de lacuantía comercializada a través del mismo (22). El trazado de lared fertoviaria tuvo, también, consecuencias diversas en el cul-

(21) L. Andreu Lamarca (1922), pág. 5.(22) Los datos sobre transporte ferroviario exigen una explicación adicio-

nal. Primero, el tráfico total de la serie de 1870 a 1930 es la suma de las trescompañías más imponantes de aquel tiempo: Norte, M.Z.A. y Andaluces.De esta última, sólo he dispuesto de cifras a patt ŭ de 1905, excluyendo losaños de 1917 a 1921. Resulta, pues, incompleta la refetida setie. Segundo, elvolumen anotado abarca por igual jabones y grasas vegetales por lo que lacuantía del aceite transportado debe reducŭse, al menos, en una quinta par-te. Por último, no conviene olvidar la doble contabilidad de la informaciónutilizada que, por el momento, resulta difícil eliminar. El efecto combinadode los puntos anteriotes exige tomar con precaución las enseñanzas del Cua-dro 7 y Gráfico 4.

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Page 10: EL MERCADO INTERIOR. INTEGRACION Y

tivo. De un lado hizo marginal la arboleda situada en el límitedel olivo al llevar allí los caldos más competitivos de las grandeszonas productoras (23). De otro, restó mercados a tradicionalesnúcleos productores (24). Por último, tuvo efectos positivos enlas comarcas y provincias donde el árbol era productivo (25).

CUADRO 7Tran.rporte de aceite de oliva por ferrocarri! y navegación por cabotaje. 1870-1930.

(Milet/Tmr )

(1) (2) (1) (2)

1871-1880 62,0 100 14,4 100

1881-1890 115,5 186 16,7 116

1891-1900 169,6 274 21,0 146

1901-1910 275,0 444 21,9 152

1911-1920 381,9 61G 24,1 167

1921-1930 467,3 754 -- --

(1) Cifras absolutas. ( 2) Números índices.Fuente: Setvicio de Estudios del Banco de España (1978).

E. Frax. (1980). Inédito.

(23) El Consejo Ptovincial de Agricultuta, Industria y Comercio de Nava-rta contestó al interrogatorio sobre la crisis agtícola y pecuatia: aNo hay dudaque en alguna localidad de Navatta, privilegiada para el cultivo de la aceitu-na, se dará mucha impottancia a este producto, que lo ha tenido antes de que

existiese la fácil manera de conducŭ los aceites desde las provincias andalu-

zasD. La cri.ri.r agricola y pecuaria. Tomo II, pág. 226.(24) La Comisión Provincial de Agticultuta, Industria y Comercio de

Huesca comentó la presencia, cada vez mayor, de los aceites andaluces poraquellas tierras: `...las tarifas especiales de ferrocarriles, favoreciendo lostransportes de los aceites andaluces, han perjudicado sensiblemente a los co-secheros alto-aragoneses arrebatándoles un mercado natural que venían te-niendo de muchos años a esta parte en las provincias del Norte de España y

aún en la región castellanaD. Ia cri.rŭ agrícola y pecuaria, tomo II, pág. 180.

(25) Los vecinos de Mancha Real (Jaén) en su contestación al interrogato-rio sobre la crisis finisecular dejaron ver las ventajas propiciadas por el ferroca-rril aunque ellos no fueran los beneficiados: sEsta depreciación del aceite se-

ría menos sensible si tuviéramos vías de comunicación que facilitaran sutransporte; pero no existiendo, se hace difícil y queda a merced de compañíasdedicadas a este objeto que monopolizándolo y convirtiéndolo en negocio

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Page 11: EL MERCADO INTERIOR. INTEGRACION Y

GRAFICO 4Traraporte de aceite por fe^cani! y navegación por cabotaje. 1871-1930

(Milet/Tm.r)

Ante la escasa importancia del comercio por mar, el ferroca-tril disuibuyó casi todo el excedente aceiteto, y, en particulat, elandaluz. En unos casos, facilitaba el acceso desde las regionesdel interiot a los puntos de exportación, (Sevilla, Málaga), enotros, llevaba los caldos a núcleos y lugares alejados de las zonasproductoras (26).

procuran la baja constante de este género aún en localidades limítrofes. Estadificultad de comunicaciones produce como consecuencia que el consumo delas grandes poblaciones se haga con aceites cuyos transpones les es más baratoy que sólo acudan a esta región separada de la vía férrea, cuando no puedenadquŭŭlo por donde ella pasaD. la cri.rŭ agrícola y pecuarra, Tomo III pág.350.

(26) Existen algunos uabajos sobre la red de ferrocarriles andaluces en losque se esrudia el transporte de mercancías por pequeña velocidad. P. Teddede Lorca (1978 y 1980) y J. Morilla Critz (1978).

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Page 12: EL MERCADO INTERIOR. INTEGRACION Y

En los proyectos del Córdoba-Málaga siempte estuvo pre-sente el acceso al mar de los productos agrícolas del interior an-daluz, sobre todo el aceite de oliva que, en el decenio 1865-1874, ocupó el primer lugar de los ingresos obtenidos portransporte de metcancías (27). Dicha línea se,trazó por las co-marcas olivareras cordobesas de Aguilar y Puente-Genil, las se-villanas de Casariche y la Roda de Andalucía y la malagueña deAntequera a cuyas producciones daba fácil salida por el puertomalacitano. Más tard,e, dos trazados de vital importancia inci-dieron en el Córdoba-Málaga. Uno de ellos fue el Osuna-LaRoda que unió la campiña sevillana con Málagá y el otro, elLinares-Puente-Genil que recogió las abundantes cosechas delos olivares jiennenses. De esta forma, una buena parte de laproducción aceitera andaluza encontró una vía rápida y baratade acceder al mediterráneo.

A Sevilla llegaban los caldos transportados por la línea deCórdoba y la de Utrera-Morón-Osuna. Esta última enlazabacon el Córdoba-Málaga asegurando, así, la salida, por uno uotro puerto, del aceite de la campiña sevillana. EI volumen re-cibido por esta capital fue menor que el destinado a Málaga,principal núcleo exportador de aquellos años. Sevilla y Málaga,pues, eran los centros distribuidores y hacia ellos afluía buenaparte de la cosecha andaluza que, también, traspasaba Despe-ñaperros y se repartía por el ancho mapa peninsular. La vía uti-lizada era el ferrocarril Córdoba-Manzanares-Alcazar para, des-de allí, tomar una u otra dirección. La presencia de grasas anda-luzas por la meseta norte, cornisa cantábrica, levante y noresteespañol está confirmada por numerosos testimonios de la épo-ca. Por ejemplo, a la provincia de Zaragoza afluían todos losaños caldos procedentes de Jaén, Córdoba y Sevilla por el ferro-carril de Madrid que enlazaba en la estación de Casetas co^ lacompañía Norte. De esta forma, el tramo desde Ariza a Zara-goza y las comarcas de Cinco Villas, Borja y Tarazona queda-

(27) M. Morilla Criz (1978).

228

Page 13: EL MERCADO INTERIOR. INTEGRACION Y

ban abastecidas (28). En muchos años, también, Castellón im-portaba aceites procedentes de Tortosa y Andalucía, mientraslos propios, los cosechados en la Cuenca del Palancia y Sierra deEspadán, eran expedidos a Valencia donde se les preparaba parala exportación, sólos o mezclados con los de allí (29).

En el primer tercio del siglo XX, el ferrocarril continuósiendo el medio de transporte por excelencia. Los resultadosobtenidos por la compañía de Ferrocarriles Andaluces, desde1890 a 1920, evidencian un constante aumento del volumen yvalor ingresado por el referido tráfico. Las cifras de los Ferroca-rriles Andaluces dejan ver las malas cosechas de 1903 a 1907 yla alternancia de años buenos y malos que señalé en el apartadesobre producción (30).

EI comercio por cabotaje resultó inferior al del ferrocarril ysu crecimiento relativo, apenas, fue comparable, con el regis-trado en los «caminos de hierrop. El puerto de mayor salida fueel de Sevilla que, entre 1860 y 1920, despachó una cantidad su-perior al 50 por ciento, repartiéndose la restante entre diversaslocalidades en las que Málaga ocupó un lugar destacado. Eldestino de este comercio se distribuía por el litoral gallego ycantábrico y la ciudad de Barcelona, siendo mínimo el volumenrecibido por los núcleos portuarios de la costa levantina. Las es-cabecherías norteñas demandaban una importante cuantía delíquido para su quehacer industrial y, como evidencian las ci-ftas, parte procedía de los puertos sureños. (Cuadro 8). A1 mis-mo tiempo, desde las provincias litorales se introducían los cal-dos al interior peninsular, sobre todo a demarcaciones de lameseta norte. Sin embargo,. este sistema comercial se debilitóconforme avanzaba la segunda mitad del siglo XIX por la ma-yor eficacia y bararura del transporte ferroviario. Así, era fre-cuente el arribo a Bilbao y Santander de aceites andaluces por

(28) Boletín Semana! de Ertad'utica y Mercado.r: aObservaciones a la esta-dística de la cosecha de aceite de 1894s, n° 229, pág. 20.

(29) Ibidem, n° 228, pág. 19.(30) P. Tedde de Lorca (1980).

229

Page 14: EL MERCADO INTERIOR. INTEGRACION Y

ferrocarril en los años 80. En 1879, la interrupción temporal dela línea Córdoba-Madrid afectó, sobremanera, a la oferta de cal-dos sureños en Santander (31).

CUADRO 8Entradar y ralidar por cabotaje de! aceite de oliva. 1868-1886. Participación

retpecto a! tota!

SALIDAS: Sevilla 62,2%Málaga 6,7%

ENTRADAS: Litoral gallego y cornisacan[ábrica 54,0 %Bazcelona 21,5 %Litoral andaluz 14,6 %Baleazes 8,0 %Litotal levante 1,8 %

Furnte: elabotación ptopia a partir de los datos publicados pot la Diteccion de Adua-

nas en el tomo VII de I^t criti.r agricola y pecuarra (Pág. 532-33 y 556-57).

El funcionamiento del mercado

Por la alta concentración de la cosecha y el aumento de lasexportaciones se desarrolló alrededor del aceite de oliva unacompleja ted comercial en la que un sinnúmero de gentes pre-tendía vivir de él. Entre productor y consumidor existían corre-dores, comisionistas, entradores, grandes comerciantes-exportadores y, finalmente, el comercio al detall, que encare-cían, poco a poco, el producto.

Una figura destacó sobre las demás en la compra-venta delcaldo: el gran comerciante-exportador. Asentado en los núcleosurbanos, fundamentalmente en los puertos de embarque,compraba grandes cantidades de aceite para el comercio inte-riot y/o pata la exportación. Estos agentes, gérmenes de los oli-gopolios actuales, adquirieron impottancia en el cometcio oleí-

(31) Lot Vinot y lo.r Aceite.r, (1879) aNotas de mercadoa.

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cola durante el primer tercio del siglo XX. Prueba de ello fue laconstitución, a finales de 1926, de la Federación de Exportado-res de Aceite de Oliva de España, integrada por los grandes ex-portadores a quienes me refiero. Nombrés como los de Carbo-nell, Ibarra, Porcar y Tió, y Luca de Teria se encontraban entrelos miembtos fundadores.

La compra de aceite se realizaba a través de diversos inter-mediarios quienes actuaban bajo la dirección_del comercianteexportador. En unos casos, lo.r delegador, hombres de confian-za, recorrían, en plena campaña,,los centros productores, con-tratando partidas que ellós mismos cerraban en las localidadesrespectivas. En otros, los más, solían aprovechar la estructuracomercial agraria española basada en los corredore.r con quienesmantenían una asidua correspondencia. Por último, ciertosagente.r comerciale.r operaban para los grandes comerciantes enlos centros de contratación de algunas capitales a donde concu-rrían numerosas partidas procedentes, en su mayor parte, de lapequeña y mediana propiedad (32).

(32) La actuación de los intetmediarios ha sido constatada en la organiza-ción comercial de la Casa Catbonell. Una carta firmada en Puebla de los in-fantes (Sevilla) por Rafael Almeda, hombre de confianza de la empresa, con-fuma que, en determinados años, si no todos, se efectuaban compras median-te delegados. aMuy Sres míos: les adjunto talón F.C. de 98 pieles Ilenas deaceite y dos bacías (sic) que an (sic) resultado con peso de 550 arrobas 15 li-bras en limpio. Las que he facturado a esa como me hotdenaban (sic). Estanoche salgo en el Carreta para Tocina Empalme donde tomaré el mixto paraAlmendralejo. De manera que ya saben que el día 20 (de Diciembre) caigoen dicho punto. Sin más quedo suyo afectísimo Rafael Almeda^. La carta seencuentra en A.C.C. aBalance y Estado de la Sucursal de Sevilla^, 1914. Le-gajo sin clasificat. Los acorredores' de las poblaciones andaluzas fueron, asi-mismo, comptadores habituales para la Casa Catbonell de aceite y, también,de aceituna. Los nombtes de Luciano Borrego en Casariche (Sevilla), MartínAlés en la Roda de Andalucía (Sevilla) y Gabriel Lanzas en Alameda (Málaga)están asociados a tal actividad y mantienen, desde el principio de siglo unacorresponsalía permanente con el grupo Carbonell. Poco se sabe acerca de laactividad de estos hombres y los márgenes comerciales con los que trabaja-ban. Muchos de ellos, desde luego, se enriquecieron a partir de tales opera-ciones.

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Esta estructura adquirió fuerza. en las primetas décadas delnuevo siglo, aunque los olivicultores la venían sufriendo desdelustros anteriores. En la década de 1890, cuando la prolongadabaja de precios redujo los ingresos del olivicultor, surgieron vo-ces contra el sistema comercial imperante. La figura del comi-.cionado, asimilable a las descritas en el párrafo último, y lasprácticas seguidas en los centros de contratación fueron los as-pectos más duramente criticados. En uno y otro caso, el propie-tario olivarero, apremiado por la falta de liquidez, se veía so-metido a ia especulación de corredore.r, delegado.r u otros agen-te.r comerciale.r (33).

Con el tiempo, estos grandes comerciantes iniciaron tareasindustriales como laŭ de refinamiento, desodorización y neu-tralización del producto. En 1914, la Casa Carbonell montóuna refinería con el fin de adecuar los caldos a las exigencias delmercado. Entre 1918 y 1930, más de las tres cuartas partes delaceite cortiente adquirido por la empresa se refinaron y prepa-raron para el comercio con marca registrada. Atrás quedaron lasgrandes partidas a granell con destino a puertos italianos o losenvíos a la flota inglesa. Estos mismos comerciantes, en muchasocasiones, se dedicaron a la fabricación de aceite de orujo cuyaactividad les reportó grandes beneficios (34).

(33) Juan R. de Valenzuela escribio en 1892: «EI comisionado es general-mente un hombre especulador, listo y que empieza con pequeño capital yque da al propietario dinero anticipado con crecidos réditos y que se tratan enun tanto por arroba más bajo que el más bajo precio que alcance el género enun tiempo deerminado, y como en este período basta un día de gran depre-ciación para marcar el tipo, los comisionados se ponen de acuerdo en los mo-mentos en que el propietario más los necesita; suspendense las compras; laoferta crece y cuando ya han extremado la baja cuanto han podido, siguen susoperaciones, viniendo en la cosecha con los prestatarios a una liquidación depingiies utilidadesa. J.R. de Valenzuela (1892), pág. 520.

(34) Los ingresos por la fabricación de aceite de orujo, jabón y sulfuro dela Casa Catbonell estuvieton próximos al 50 pot ciento de las ganancias obte-nidas entre 1912 y 1930 a partir del aceite de oliva y sus derivados. En elquinquenio 1921-25 superó a la actividad comercial. Estos cálculos, incluídosen mi tesis doctoral e inéditos por el momento, muestran la importancia detales industrias en el desarrollo empresarial de los Carbonell.

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Asentados en los principales núcleos de contratación, aca-pararon una parte creciente de la cosecha oleícola y su deseo dellegar a más les enfrentó al sector productivo. En la década de1920 pidieron insistentemente restricciones a la libre exporta-ción defendida a ultranza por los propietarios agrícolas, quie-nes veían en la libertad de comercio una forma de asegurar ma-yores ingresos (35). Una vez efectuada la compra y el envasado,los caldos embarcaban con destino al extranjero o a los centrosde consumo del interior y rara era la partida destinada a unnuevo mercado o núcleo de conttatación. La venta se realizabamediante prácticas mercantiles modernas en las que sucesivosagentes cometciales actuaban como delegados petmanentes y losenvíos «en consignación^ abrían nuevos mercados.

Dos ciudades destacaron en la compra-venta del aceite: Se-villa y Barcelona. En la primera, siempre existió un mercado alque concurrían numerosas partidas, de mediano volumen, pro-cedentes de pueblos cercanos a la capital. Las grandes comprasy el aceite de comarcas más lejanas se contrataban de forma di-recta y a través del ferrocarril. Pese a ello, el mercado hispalen-se, primero el de la Calzada y, desde 1907, el de Colón, actuócomo rector de los precios en la zona. La forma de contrataciónperjudicó, desde antiguo, a los olivicultores quienes crearon, en1892, la Compañía Mercantil Olivarera con el objeto de organi-zar la venta de aceites de las provincias de Sevilla, Córdoba,Jaén y Málaga. Desconozco la vida y eficiencia de dicha Com-pañía pero me temo que fuera breve y de escasa efectividad alcontinuar las mismas prácticas comerciales en los años venide-tos. Es decir, la compra-venta resultaba de una puja entre co-misionista y productor. Más tarde, adquirió importancia la figu-ra del entrador, intermediario independiente que contratabaen los pueblos de la provincia. El otro gran mercado fue Barce-lona, tras haber desplazado al de Tortosa por «haber sido trasla-dados allí los más importantes depósitos y ser el puerto predi-

(35) Más adelante, me referiré con detalle a tales enfrentamientos biensintetizados por Ministerio de Trabajo, Comercio e Industria (1924).

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lecto de exportación por la afluencia de líneas de navegaciónp.Resulta difícil calcular el volumen anual de aceite negociadopero a decir de los contemporáneos, la capital catalana repre-sentó un papel de primer orden en el comercio del aceite.

«Barcelona es el mercado mayor de la península y ha de ha-cerse notar que si no es para dedicarlo a la exportación, elaceite que tiene más salida es el malo, que comercialmente sedenomina corrienteA (36).

Este se consumía en la alimentación de la capital y ptovincia yen los usos fabriles de la periferia industrial.

Otros mercados de menos importancia existían en provin-cias diversas. Málaga, tradicional puerto exportador, albergónumerosas delegaciones comerciales, autóctonas y extranjeras,encargadas de recoger y hacer salir los caldos del interior anda-luz. Desde 1915 se constituyeron varias firmas comerciales, concapitales de la zona (37). Los grandes pueblos de las principalescomarcas olivareras también actuaron como centros de contra-tación, aunque, claro está, de menor cuantía e incidencia en elcomercio regional. Otro tanto sucedía en Cataluña donde Borjay Balaguet en Lérida y Reus y Tortosa en Tartagona destacaban

(36) L. Andreu Lamarca (1922) pág. 12.(37) La Cámara de Comercio, Industria y Navegación de Málaga en su

;1lemoria! Comercw! de 1927 incluyó un cuadro general de las principales socie-dades constituidas en Málaga en los últimos años. Las dedicadas a aceites,grasas y lubticantes fueron: Aceitera del Mediterráneo fundada en 1917 y conun capital desembolsado de 500.000 pesetas; Aceitera Minerva, S.A. inscritaen 1919 con un millón de pesetas; Aceites Moro S.A. registrada en el año de1921 y con un capital de 1.004.000 pts. Otras se localizaron en pueblos de laprovincia como la Sociedad Aceite Antequerana, Aceitera S. Isidro de Peria-na (1924) o la Otujera de Cuevas Bajas (1919). El capital invertido no variabarespecto a los constituidos pot ottos sectores: Sólo las sociedades azucareras te-nían capitales muy pot encima de la media genetal. Pot ejemplo, la Azucare-ra Larios, constituida en 1890, llegó a tener un capital social de 15.000.000 depesetas y algo menos (9.000.000 pts) la Industrial y Agrícola del Guadiaro(1887).

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sobre los demás. En los tres primeros la compra-venta se reali-zaba, de forma directa, entre fabricante y productor. Los inter-mediarios eran casi desconocidos por el predominio adquirido,en estas latitudes, por el fabricante-industrial. Tortosa, en cam-bio, principal centro financiero de los aceites del levante y no-reste peninsular durante la segunda mitad del siglo XIX y re-ceptor de la pequeña y mediana cosecha del Bajo Aragón, co-noció el comisionista-intermediario entre productor y comer-ciante. En la meseta castellano-manchega y Extremadura, el co-mercio fue de menor entidad y, en muchos años, se limitó alocalidades cercanas. Sin embargo, con el avance productivodel siglo XX se detectó la presencia de delegado.r, recorriendosus comarcas. Por ejemplo, los delegados de Carbonell se aden-traron en el sur de Badajoz y Ciudad-Real durante algunascampañas pero lo normal era que sus caldos, vendidos a arrie-ros, quedasen circunscritos a la comarca salvo los de Toledo,consumidos en su mayor parte en Madrid o expedidos a la costalevantina.

No todo el comercio estuvo controlado por comerciantes.nacionales. En las guías de exportadores aparecieton, siempte,muchos apellidos de origen extranjero (38). Además, en detet-minados años, comptadores exuanjeros recorrían los centros pro-ductores contrátando partidas. Así ocurrió durante la recolec-ción de 1899-1900 en que por la devaluación de la peseta y lamala cosecha en Italia y Francia.

«...Un sin número de compradores extranjetos invadieron es-tos pueblos productores (.re refiere el informante a PuenteGenil, Lucena y Cabra) ansiosos de comprar a altos precioscuanto se ha producido de aceites en condiciones aceptablespata el consumom. (39)

Más tarde, en la Ptimera Guerra Mundial, hubo compañías ex-tranjeras, particularmente italianas que, asentadas en la penín-

(38) Ministerio de Estado. Centro de Infotmación Comercial. (1914).(39) El Progre.ro Agrícola y Pecuario, n° 190, 1.900, pág. 11.

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sula, iniciaron el acaparamiento y envase de caldos con marcasregistradas en sus propios países. Las protestas del comercio his-pano no se hicieron esperar (40).

Productores, intermediarios y comerciantes constituyeron,pues, la base del funcionamiento del mercado aceitero. A lolargo del período estudiado no se produjeron cambios sustan-ciales en dicha estructura, y más bien se puede hablar de unafianzamiento y ampliación de la misma. La expansión olivare-ra del siglo XX, la mejora de la calidad del caldo, el aumentode las exportaciones y la masiva demanda alimenticia propicia-ron el nacimiento y desarrollo de numerosas casas comercialesque se enriquecieron alrededor del negocio oleícola. Las guíasde exportadores de aceite de 1901 y 1914 y la lista de los miem-bros de la Federacióq de Exportadores dan razón del crecimien-to adquirido por estas compañías y, de forma indirecta, indicanla duradera y excelente coyuntura del olivar español durante elprimer tercio del siglo XX.

El funcionamiento del mercado fue uno de los factores queincidían en la estacionalidad anual de los precios. Poco se sabeacerca de dichas oscilaciones a no ser lo escrito por el Grupo deEstudios de Historia Rural en su ya citada obra. Allí se convinoen la existencia de ciclos estacionales escalonados en el tiempo yen su intensidad. Es decir, las mayores oscilaciones se produ-cían en las zonas productoras (Ao, A) donde las alzas y bajas seadelantaban en uno y dos meses a las restantes regiones y zonasdel país. (Véase Gráfico 5). La concentración y las peculiarida-des del consumo fueton las razones expuestas en una posibleexplicación del tema, a las que se añadía:

«Parece que tras la cosecha, la oferta de aceite, normalmentemuy superior a la demanda nacional, invade el mercado, ori-ginando (aparte de los frecuentes problemas del almacena-miento) un descenso en el nivel de los precios e impercepti-bles movimientos intermensuales de los mismos, hasta Ilegar

(40) El Progre.ro Agrícola y Pecuario, n° 1015, 1917, pág. 221. _

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Y

a una situación de equilibrio y, posteriormente, a otra de aes-ŭasez relativaA en que los precios tendetán al alza con una in-tensidad que variará según las espectativas de productores'ycomerciantes sobte la cosecha inmediata^ (41).

GRAFICO SPreciot del aceite 1861-1906. Factose.r e.rtacionale.r medio.r, tegún X-11

103

102

101

100

99

98

97 r i i i i i i i ^ i i i

Feb. Mar. Abr. May. Jun. Jul. Ago. Sep. Oct. Nov. Dic. Ene.

El alza en los meses de Julio y Agosto fue habitual fuera o noabundante la cosecha pendiente. Si ésta era escasa, los preciossubían por el deseo de los comerciantes de proveerse ante la in-minente subida y si abundante eran los ptoductotes quienesrestringían la oferta con el deseo de valorizar las existencias y laproducción venidera. Este aumento se veía reforzado por la tra-dicional demanda de las escabecherías norteñas que centrabansus pedidos en los meses de Julio y Agosto. Sin embargo, fue lacosecha la que marcó la pauta principal y de ahí la coincidenciade los ^meses menoresn con el tiempo de recolección.

(41) Grupo de Estudios de Historia Rural (1981), pág. 70.

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Donde influyó poco la cosecha fue en la trayectoria anualde los precios, que oscilaron de acuerdo con las peculiaridadesdel mercado oleícola. Es decir, demanda divers^cada y escasa-mente rígida, importaciones de semillas oleaginosas y aceitesvegetales, y exportación de los excedentes. Nicolás Sánchez-Albornoz intuyó acertadamente que entre precio y cosecha nohubo relación inversa como sucedía en otros productos (42).Aquí, el precio del exterior, determinado, a su vez, por las coti-zaciones de las grasas vegetales, fue la causa principal de la ten-dencia a largo plazo. Por esta razón hubo períodos de produc-ciones elevadas y precios altos y, en pocas ocasiones, coincidie-ron una oferta abundante y valores reducidos (43).

La naturaleza del mercado tal vez explique la dificultad deestablecer las fluctuaciones cíclicas. El Grupo de Estudios deHistoria Rural optó por el «movimiento de larga duración recti-ficado^ que utilizará Ernest Labrousse y señaló una duraciónmedia de las ondas próxima a los diez años. La adecuación de lamedia móvil de 9 para el estudio de la tendencia apoyó la hipó-tesis anterior.

Por^la insuficiencia del análisis, el referido Grupo prefirióacercarse al tema a través de los coeficientes de variación tem-

(42) aEn la economía del aceite, el precio no guarda siempte relación conlos resultados de la campaña. A éste se llega por un camino más enmarañado.Una demanda más diverfisicada compensaba la menor aceptación que el acei-te encontraba en la población. De las grasas ingeridas, el aceite era sólo unade ellas. En algunas zonas, las grasas animales predominaban. Ciertas vatie-dades del aceite de oliva encontraban, en cambio, colocación en la industria.EI comercio exterior cumplió, además, una importante función reguladoradel mercado. Los excedentes hallaron, en parte, salida por conducto de la ex=portación. Pot ouo lado, el movimiento invetso introdujo en España matetiasoleaginosas que compitieron con éxito con la aceituna. A diferencia de lo quesucedía con los cereales el precio del aceite no dependía tan directamente delvolumen de la cosecha>. N. Sánchez-Albornoz, (1981), pág. 109.

(43) Una de ellas fue el petíodo de 1926 a 1933 en que los ptecios oscila-ron en sentido inverso a la producción. Sin embatgo en los siete años anterio-tes no hubo cotrelación entte cosecha y valotes. Véase J. Ruiz Almansa

(1934).

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poral por subperíodos y zonas. Las conclusiones extraídas fue-ron dos: primera, reducción de las oscilaciones conforme avan-zaba el tiempo, pese al alza de 1917-1931; segundo, los meno-res coeficientes se localizab^n en las zonas no productivas.

La primera estuvo relacionada con la proverbial vecería delolivo. Según escribí en páginas atrás, el régimen productivocambió. Las oscilaciones de las cosechas pasaron de tres y cuatroaños a una alternancia casi perfecta. EI ^antiguo régimen^ po-día originar años de una gran escasez, mientras que, a partir dela nueva centuria, el movimiento bianual garantizaba una ofer-ta sin grandes altibajos. Es decir, al ser el aceite un producto noperecedero, la alternancia de buena y mala cosecha provocabauna oferta regular y contínua (44). Sin embargo, la enorme fle-xibilidad de la demanda interior y de las exportaciones podíanoriginar años de escasez junto a otros de cierta abundancia.Así, los ntrastornosb de la Primera Guerra Mundial y las oscila-ciones productivas del quinquenio 1926-1930 ampliaron la di-ferencia entre máximos y mínimos y, en consecuencia, elevaronlos coeficientes de variación temporal entre 1917-1931.

La disminución de las oscilaciones, lejos de los centros pro-ductores, parece indicar la existencia de un ^amortiguadorp delas curvas de precios. En aquel entonces, el Grupo de Estudiosde Historia Rural sugirió el sistema de distribución del produc-to como una de las causas explicativas de tales aspectos:

a(la causa) habría que buscatla en la forma de cometcializar elproducto, ya que los costes adicionales que esta circunstanciaorigina -transporte, comisiones, almacenamiento, etc.-pueden considérarse, en una primra aproximación, como unsuplemento afijon en términos absolutos, aunque no en tér-minos relativosa (45). _

(44) M. de Torres (1936) pensaba lo mismo en la década de 1930: a...enel aceite la facilidad de tetención, unidal al hecho de que a una gran cosechasiga siempre otra teducidúima, le da una estabilidad grande en la oferta^,pág. 171.

(45) Grupo de Estudios de Historia Rural (1981), pág. 47.

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Sin embargo, en la actualidad, dudo de la estabilidad de dichosuplemento y tiendo a pensar que éste varía según cosecha o co-yuntura del mercado. Así, Ruiz Almansa, en la década de 1930,hizo ver que entre el precio de coste y el precio de venta enAbril había una diferencia de 27 pesetas (22 por ciento) en elaño de buena cosecha; de 10 pesetas (5,8 por ciento) en una co-secha mala y de 19 (11 por ciento) en una mediana (46).

Igualmente, la cuenta de mercaderías de la Casa Carbonellde Córdoba señala la variabilidad del beneficio por quintal mé-trico vendido lo que explica que el margen comercial, tambiénen términos absolutos, estuviese sujeto a los condicionamientosdel mercado.

Como reflexión no es disparatado suponer la influencia queejerce el sistema comercial en las cotizaciones del producto y,aunque, por el momento, no pueda ofrecer una explicación su-gerente, me propongo, en el siguiente capítulo, describir el co-mercio exterior del aceite de oliva. Tal vez allí se encuentren al-gunas razones explicativas del mercado aceitero.

(46) J. Ruiz Almansa (1934).

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