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El Inmortal

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Nessa Rodríguez

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Título original: Saga “La bruja del barrio”.Subtítulo: El inmortal.Autor: Nessa Rodríguez. Facebook: https://www.facebook.com/vane.rodriguez.9699523e-mail: [email protected] ©2019 Primera edición.Diseño de portada: Trinity Desing.

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Para aquellos que han confiado en mí desde el comienzo, sin importarqué tan locas parecían mis ideas. Gracias por su apoyo. Para los que no

me conocen (todavía), los invito a ser parte de nuestro grupo en las redessociales para que también puedan desempeñar un papel en cada siguiente

historia. En esta oportunidad, nuestra amiga Cittla Calderón tendrá unhermoso papel en esta historia, ya descubrirán a qué me refiero. Gracias

Cittla por querer ser parte de esta locura.Ahora sí, Nessa desaparece.

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Contenido

SinopsisPrólogoNew HavenEl clanLos hermanos SparrowLa piedra del alma negraEl inmortalEl besoEl brujoEmboscadaEspectadores¿Sueños malos o recuerdos tristes?Lobo blancoMonstra teLa campiñaCaínBruja oscuraAquél en lo Alto

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ConfesionesLilith y los ArcángelesLa traiciónEl libro de NodLa primera espadaHijo del EspírituCruzadaTemoresLos hijos de CaínResurrecciónElígeme

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Sinopsis

Eleonor es una joven bruja de 20 años de edad, descendiente de una de las brujas máspoderosas de todos los tiempos, que busca al asesino de sus padres adoptivos.

Killian es un vampiro con casi 200 años de vida, que se cruza en su camino.Juntos, se unen para evitar que Caín se apodere de cada especie existente, una batalla que

pondrá a prueba a cada luchador conforme tratan de averiguar cómo es que sienten tanto el unopor el otro sin siquiera conocerse. Sin embargo, su mayor batalla será el enfrentar sus pasados ylo que obraron en ellos.

Algunos lo llaman casualidad, otros, destino, pero ellos lo llaman maldición.

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Prólogo —¡No quiero viajar en barco! —gritó la niña con lágrimas en los ojos—. Nadie tiene que

viajar en el barco —continuó vociferando, tomando la falda de su madre.—Hija, es uno de los transporte más seguro del mundo —trató de razonar su madre.—¡No me importa! —chilló la niña—. Lo vi: el barco va a hundirse.—Eso no va a pasar; es un barco bastante grande como para que pueda suceder algo así —

dijo, acariciando los cabellos castaños de su hija con suavidad.—Soñé con el barco hundiéndose —balbuceó en medio de lágrimas.—Leo, querida —intervino el padre—, fue solo un sueño creado por el miedo que le tienes a

los barcos —consideró.—No le tengo miedo a los barcos —se quejó la niña, frunciendo el ceño al ver a su padre

acuclillado a su lado.—Quizás no eres consciente de eso.El padre, siendo un importante filósofo de la Universidad de California, especialista en el

sueño y el subconsciente, trató de buscar una lógica a los temores de su hija y así poderconvencerla de hacer a un lado esos miedos.

Gracias a su gran inteligencia y mérito, la Universidad de California reconoce su trabajo delsubconsciente regalándole a él y a su familia un viaje de cinco días en crucero por el Pacífico;algo que, apoyado por su mujer, no iba a desperdiciar.

—No quiero que vayamos a ese crucero —manifestó la niña con terquedad—. Algo malo va apasar —insistió.

—Ok —Fue el turno de la madre para hablar—, hagamos una cosa: tu padre y yo iremos a esecrucero y tú te quedas con la niñera. Solo serán unos días.

—¡No! —chilló Leo.—Pero, hija, necesitamos esa salida y tu estarás a salvo en casa. Nada de barcos para ti —

expresó la mujer.—Hablaremos contigo cada noche y cada mañana. Estarás bien —sentenció el padre.—Está bien —aceptó de mala gana la niña, sabiendo que no iba poder hacerlos cambiar de

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opinión con nada, ya que cuando a su padre se le metía algo en la cabeza no había forma humanade quitárselo.

Cuando al fin pudieron salir de la casa y dejar a Leo tranquila «dentro de lo racional», y conla niñera, se dirigieron en taxi hasta el puerto donde los esperaba el crucero. Ellos fueronrecibidos con champaña y dirigidos al salón, donde muchas personas de la alta sociedad estabanbebiendo y comiendo entre charlas amenas. Un hombre de mediana edad, con un traje lo bastantecaro como para alimentar a todo un estado con él, se les acercó con una enorme y maquiavélicasonrisa.

—Señor y señora Callahan —saludó al llegar a ellos.—Señor Frazer —correspondió el señor Callahan.—Por favor, díganme Michael —le pidió, mostrando una sonrisa amable—. ¿Cómo ha sido su

viaje, Emily? ¿Puedo llamarla así?—Por supuesto. Ha sido un viaje tranquilo; nada de contratiempos, gracias a Dios.Eso hizo reír a los hombres y su marido de alguna manera agradeció que sea tan espontánea.—¿Me acompañas con una copa, Joe?—Por supuesto —aceptó—. Querida —le habló a su mujer y, luego de darle un suave beso en

la frente, se alejó de ella seguido por el señor Frazer.—Dime, Joe, ¿cómo está yendo la investigación?—Bien… Bueno, eso espero. La mente es un órgano muy entreverado —respondió con

entusiasmo—; los sueños son algo magnifico, todos creados por nuestra mente.—¿Y no crees que los sueños puedan llegar a decirnos qué puede llegar a pasar? —indagó

Michael.—¿Algo así como soñar con un número de lotería y hacernos ricos? —bromeó Joe.—Quizás… Pero… ¿Y si los sueños pueden decirnos más de lo que pensamos? ¿No te

gustaría saber qué es lo que pasaría mañana, o dentro de unos años?—No me gustaría saber, en absoluto. Me gusta la parte misteriosa del no saber, si alguien

supiera lo que pasará mañana y quisiera cambiarlo, sería muy frustrante para esa persona, ya queno podría cambiar el destino, si eso es lo que quiere, ¿verdad?

—¿Y si pudiera cambiarlo? —insistió Michael—. ¿Qué si podemos saber lo que pasarámañana y queremos cambiarlo?

—Eso ya no sería destino. Yo pienso que cada uno de nosotros tenemos un destino designado yaquél que ose cambiarlo, solo lo estaría alterando, nada más. Si no, no se llamaría destino.

—Puede que tengas razón, pero yo soy de los que piensan que nuestros destinos lo forjamosnosotros mismo. Y si sueñan que este crucero va a hundirse —entonó, abarcando con las manos ellugar para mostrar su punto—, haría lo que estuviese en mis manos para que eso no pasase —concluyó.

—Es extraño —habló Joe en voz baja y frunciendo el ceño.—¿Qué quiera cambiar mi destino? —adivinó erróneamente Michael.—No, lo del crucero hundiéndose —respondió—. Mi hija soñó que el barco se hundía y todos

moríamos, por esa razón ella no está aquí —comentó y luego negó con la cabeza.—¿Tu hija? —murmuró Michael.—No importa, creo que fue solo una analogía de lo más común dado el caso.—¿Crees en brujas? —indagó Michael, haciendo que Joe ría.—¿Es en serio? —cuestionó—. Soy un hombre de ciencias, Michael, no creo en brujas. Pero

que las hay, las hay.

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—Yo creo en brujas, creo en algo más que solo la ciencia. Creo en lo sobrenatural.—¿Hombres lobos y vampiros, también? —preguntó medio en broma.—Eso no, es pura fantasía; pero sí creo en las brujas, en la magia, en el oráculo.—Lo siento, amigo, pero no comparto. No creo en nada de eso y no intentes hacerme cambiar

de opinión —le advirtió, sin perder el sentido del humor.—No intento hacer eso, para nada —esbozó, caminando por la sala hacía un escritorio en

donde sacó un gran y pesado libro de uno de sus cajones—. ¿Sabes quiénes eran mi familia?—Ni idea.—Mis antepasados fueron los fundadores de New Haven. Ellos sí creían en las brujas; de

hecho, fue mi familia quienes desterraron a todas las brujas del lugar. Cazaron a todas, algunasfueron asesinadas y otras fueron exiliadas.

—¿Su familia era cazadores de brujas?—Así es, lo era.—¿Y por qué no matar a todas las brujas? ¿Por qué algunas de ellas fueron exiliadas y otras

no? —curioseó Joe, acercándose para observar el libro que tenía abierto Michael sobre elescritorio.

—Porque algunas de ellas eran usadas para hacer brujería.—¿Eso no sería un poco hipócrita?—Vera, mi amigo, en aquellos tiempos se olfateaba la guerra muy cerca, por lo que mis

antepasados y los miembros de su junta, eligieron a dos de esas brujas para que los protegiera conun hechizo y así evitar que la guerra llegara a New Haven —explicó—. Las demás fueronahorcadas y luego quemadas frente al pueblo.

—Eso suena a las brujas de Salem.—Lo de Salem nunca fue real, eran un montón de aficionados y, además, una tapadera para lo

que en verdad pasaba. Toda una pantomima. Las brujas de Salem jamás fueron encontradas, nuncase supo de verdad quiénes eran. Pero están seguros que las que fueron señaladas y mutiladas comobrujas, no lo eran en realidad —expresó, con un pequeño brillo en sus ojos.

—Michael —comenzó Joe—. ¿Por qué estamos hablando de brujas y fundadores? —indagó,mostrando una leve confusión.

—Estamos hablando de mis antepasados, no de brujas, Joe; solo quería darte un pequeño viajeen el tiempo —entonó divertido, aunque no muy agradable para la observación de Joe, que sinquitarle la vista de encima, determinó como cada movimiento hecho por Michael al momento deguardar ese viejo libro, era tan preciso y estudiado que hacía que desconfiara totalmente de eseseñor—. ¿Por qué no crees que tu hija haya visto el futuro en ese sueño? —cuestionó minutosdespués.

—Porque si creyera eso, debería estar corriendo a los botes salvavidas —respondió medio enbroma, haciendo reír a Michael.

—Es verdad, si le creemos entraríamos en pánico —concordó—. Acompáñeme a caminarafuera un rato.

—Mi mujer va a matarme si la dejo más tiempo sola —respondió, tratando de no sonardescortés.

—No se preocupe, solo tomará un momento, quiero mostrarle algo y luego puede reunirse consu mujer. Y prometo no quitarle más de su tiempo —insistió.

—Está bien, diez minutos más no harán la diferencia.—No para una mujer enfadada —bromeó Michael.

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Ambos salieron de esa sala y caminaron hasta la parte superior del crucero, hasta salir a lasuperficie y encontrarse con una oscura y tranquila noche. Solo el ruido de los motores del barcorompían el silencio, acoplándose con las olas que chocaban sin descanso contra este.

Los dos hombres caminaban admirando el desierto oscuro que era el Pacífico, mientras queadentro, su mujer seguía tratando de escaparse de un grupo de señoras ricas que solo tenían comopropósito hablar mal de las más jóvenes y sus pretendientes. En un descuido, salió sin mirar atrásy consiguió llegar a un salón donde varias pinturas eran expuestas para la vista humana; estabanpara decorar el lugar y hacerlo más interesante para la gente adinerada.

Emily es detenida por una pintura, la cual le hizo erizar los vellos de la nuca; se trataba de unanimal, casi parecido a un toro que estaba parado en dos patas, a su alrededor tenía mujeres,ancianas y jóvenes, tendiéndoles niños cuan si fueran una ofrenda.

—El aquelarre —se escuchó decir a una voz femenina detrás de ella.—¿Perdón? —musitó Emily, confundida.Al girarse se encontró con una mujer de cabello negro, atado en una cola de caballo que

dejaba ver su largo y refinado cuello; sus ojos también eran negros y toda ella destilabasensualidad. Bajando la mirada podía ver un largo vestido rojo amoldándose a su pequeña cintura.

—La pintura… se llama “El aquelarre”, de Francisco de Goya, año 1797 —explicó la mujer.—Resulta terrorífica —murmuró, haciéndola reír.—Lo es —asintió—. Ese de ahí —dijo señalando al animal—, es el Gran Cabrón, una de las

formas del demonio. Esas mujeres que ve a su alrededor, son brujas; brujas ancianas y brujasjóvenes que le dan niños con los que, según la superchería de la época, era con lo que sealimentaba. Estos de allí —Señaló el cielo dibujado en el lienzo, en donde se podía ver lobrillante que la luna estaba y a animales volando—, yo digo que son murciélagos —concluyósonriendo.

—Es una pintura muy descabellada —esbozó Emily.—Hay personas que le funciona bien lo descabellado y mórbido, y Francisco de Goya tiene

toda una colección de morbosidad.—Hablas como si lo conocieras.—Ay, no, por Dios, como si tuviera más de 200 años —exclamó divertida—. Lo decía porque,

además de este ejemplar, hay cinco pinturas más, las cuales forman parte de la serie; tienen lamisma temática y dimensiones —La mujer se giró y le tendió la mano—. Me llamo CamilleLaveaur.

—Un nombre francés muy bonito —Apretó la mano de la recién llegada y se presentó—.Emily Callahan.

—Soy de Nueva Orleans, el famoso barrio francés lleno de brujas —contó divertida—. Eresla mujer del filósofo, ¿verdad?

—Así es.—Eso quiere decir que toda la charla de brujas no importa, son personas de ciencias.—Algo así. En realidad, mi esposo es más racional, para todo siempre hay una lógica

mundana y un cerebro que emite esa lógica.—Vaya, no la veo tan convencida —observó Camille.—En realidad no lo estoy, a veces es lindo creer que algo sobrenatural nos da una mano —

admitió.—Puede ser, aunque hay muchas personas que usan la ignorancia e ingenuidad de la gente para

aprovecharse y quitarles dinero.

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—¿Se refiere a los que leen el futuro y el tarot?—Sí, a todos ellos, a los que se hacen publicidad. Dios, son tan malas personas —espetó,

negando con la cabeza al tiempo que hablaba.—Creo que esas son las personas que hacen que mi marido y yo creamos más en la ciencia

que en la magia.—Por supuesto que sí y no los culpo —La mujer miró a Emily—. ¿Tienen hijos?—Sí —le contestó, mostrando una pequeña sonrisa—. Una niña de cinco años.—¿Y cuál es su nombre? —curioseó.—Eleonor, pero le decimos Leo —La miró—. ¿Usted tiene hijos?—No. Ya no —musitó por lo bajo.

En la superficie del barco todavía estaban los hombres caminando y disfrutando de la noche,Michael no dejaba de hablar con respecto a sus antepasados y las brujas, mientras que Joe solotrataba de encontrarle un lado racional a todo eso de brujas y demonios. El camino llegó a su fin yMichael se giró para estar frente a Joe.

—¿Sabes?, deberías haber escuchado a tu hija —comentó, con una mirada sospechosa.—¿Qué quieres decir? —cuestionó Joe, arrugando el entrecejo.—Quizás lo que ella vio no fue el barco hundirse.—¿De qué hablas?—Digo que, el que se hundía, solo eras tú —dicho esto, el rostro de Michael cambió de una

manera grotesca; sus ojos se volvieron con un tinte rojo y diabólico, y sus colmillos crecieron.Sin esperar más, increpó contra el cuello de Joe y luego de prácticamente arrancarle la cabeza

con los dientes, lo lanzó por la borda; se quedó mirando su caída, y cómo era tragado por elocéano.

En cuanto las negras aguas se tragaron a Joe Callahan, Eleonor despertó con un grito sinsonido; ella estaba viendo en sus sueños todo lo que estaba pasando con sus padres y fue testigode la muerte de su padre. Sentada en medio de la cama, sus ojos se abrieron a todo esplendordejando ver una galaxia dentro, en vez de su color original, y su sueño «aunque estaba despierta»,continuó mostrando a su madre llegando hasta el hombre que minutos antes había tirado por laborda a su padre sin tapujos. Su madre estaba acercándose a ese mal hombre y, por más que laniña quisiera gritar para avisarle que no debía acercarse a él, ninguna clase de sonido salió de suboca, ni siquiera podía moverse para prevenir que él pasase una mano por sobre los hombros desu madre.

—¿Ha visto a Joe? —preguntó Emily.—Se fue hace unos minutos —respondió Michael como si nada hubiera pasado, al tiempo que

se limpiaba la comisura de los labios con un pañuelo.—¿Sabe por dónde?—Sí —respondió y, aprovechando su brazo en los hombros de la mujer, volvió a hacer el

mismo acto que había hecho con Joe y luego la lanzó también por la borda—. Creo que se fue porahí —esbozó, mientras que Emily caía por el mismo precipicio que había caído su marido.

El rostro de la niña es inundado por lágrimas, lágrimas que caían por doquier sin siquieradarse cuenta de lo que estaba pasando con ella, ya que no pudo dejar de ver al hombre que acaba

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de asesinar a sus padres. Un hombre que, de seguro, jamás olvidará.—¡Niña Eleonor! —gritó la niñera, entrando a la habitación, luego de escucharla gritar—. ¿Se

encuentra bien?—Mis papás —sollozó.—Está bien, está bien —consoló acariciando los cabellos—. Fue solo un sueño, solo eso —

manifestó con suavidad, sin dejar de acariciarla hasta que, eventualmente, la niña se quedódormida.

Días después, la policía tocó a la puerta de la residencia Callahan, los cuales fueron atendidospor el ama de llaves. Dando la noticia de la desaparición del señor y la señora Callahan, el amade llaves se llevó la mano a la boca al escuchar la premisa. La niña, que estaba sentada en uno delos peldaños de las escaleras, escuchó con atención todo lo que el detective relató; cuando esteterminó, la niña se levantó y corrió hacía su habitación, escondiéndose bajo las sábanas y llorandopor la muerte de sus padres.

Luego de meses buscando los cuerpos de los Callahan, decidieron dar por terminada labúsqueda y asumir «no de manera incorrecta», que habían muerto en ese crucero. Nadie los habíavisto en la fiesta de apertura, ni tampoco los días siguientes, por lo tanto, no habían testigos paraconfirmar que el señor y la señora Callahan hubiesen subido a ese barco, aunque lo único que losponía arriba de este, eran los pases de salidas registrados, sin embargo, desaparecen de maneramisteriosa; no había ninguna prueba después de subir al crucero, nada ni nadie que pudieraconfirmar eso. En cuanto la policía dio por anunciado que la pareja Callahan no iba a volver, tantoel decano de la Universidad como sus asistentes comenzaron los arreglos para un funeral sincuerpos, como homenaje.

Más tarde, la puerta de la residencia Callahan se hizo notar, el ama de llaves se apresuró aatender, encontrándose con una mujer refinada, exótica y de cabellos negros, la observó condesconfianza, pero la recién llegada solo la miró con una dulce y misteriosa sonrisa.

—¿Qué se le ofrece? —indagó con un poco de brusquedad.—Busco a la señorita Eleonor Callahan.—La señorita Callahan es apenas una niña —espetó el ama de llaves—. ¿Qué puede

interesarle de una niña? —inquirió de malos modos.—Lo que me interesa de ella es su verdadero linaje —respondió dejándola confundida—. Ella

es mi sobrina. Soy Camille Laveaur —le hizo saber—. Y, ahora que sus padres no están, es mideber cuidar de ella.

—Pero…pero —tartamudeó el ama de llaves—… El señor y la señora Callahan eran hijosúnicos.

—Hay muchos secretos en esta familia —canturreó la mujer.—No voy a dejarla pasar sin antes comprobar todo lo que está diciendo.—No hay problema, no esperaba menos —refutó—. Vendré con un abogado y todos los

papeles necesarios que confirman lo que estoy diciendo. Le pediría, por favor, que haga llegar alabogado de la familia para que esté presente y podamos terminar con esto antes de que quieranllevarse a mi sobrina a una casa de acogida —dicho eso, giró sobre sus talones y salió del lugarmostrando toda la elegancia de una mujer del siglo XV.

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Al día siguiente, esa mujer estaba de nuevo en la residencia Callahan junto a un abogado ymuchos papeles comprobando que, efectivamente, era la tía de Eleonor y asumió total custodia dela niña. Decidió alejarla de ese lugar y llevarla con ella a Nueva Orleans, donde le enseñaría todolo que sabía y más también, además de mostrarle su verdadero linaje y contarle con respecto a suverdadera familia.

Educándola como una niña, con su sangre y su poder, debe ser educada.

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New Haven

15 Años después… —Ya quiero llegar a la Universidad y ver a toda esa testosterona a mí alrededor —chilló

Natalie, saltando y haciendo rebotar sus ondas rubias.—¿En serio, Nat? —se quejó Leo al verla saltar sobre su cama.—Por supuesto que sí. Mañana nos iremos y ya no más padres molestos —exclamó con

diversión.—Habla por ti —masculló Leo.—Oh, lo siento —se disculpó Natalie dejando de saltar y quedándose quieta en el lugar—,

olvidé lo de tus padres, lo siento; que tonta soy.—No te preocupes, no es como si los recordara y, de todas formas, mi tía se encargó de

ocupar muy bien sus lugares.—Eso quiere decir que vas a estar libre de la tía sexy —esbozó haciendo gestos graciosos.—Sí —Leo se sentó en la cama al lado de su amiga—. Aunque, creo que nunca voy a verme

libre de mi sexy y adorada tía.Ambas se carcajearon.—Escuché eso —la voz de su tía Camille se hizo notar desde el umbral de la puerta.—Oye, dije que eres la tía sexy y adorada, no puedes quejarte —bromeó Leo.—Jamás lo hago, cariño —dijo sonriendo, acercándose a ellas—. De todas maneras, eso de

estar libres, creo que es un poco extremo.Ambas chicas se miran.—Nah —negaron al unísono, dándole énfasis con la cabeza, provocando una risa colectiva.

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Cuando todo el equipaje estuvo listo, Leo salió de su habitación y bajó para esperar a suamiga Natalie, que pasaría por ella junto a sus padres para llevarlas al aeropuerto. Minutos mástarde el claxon del auto de su amiga la llamaba de manera divertida.

—¿Llevas las hierbas? —le preguntó Camille al verla cruzar la puerta para subir al auto.—Sí —le respondió apurada.—No olvides colocarla en todo lo que beba por las mañanas —le recordó.—Tía, llevo haciendo eso desde que la conozco, no te preocupes.—¿Llevas todo lo necesario para defenderte?—Sí, tía. Por favor, sé cómo cuidarme, me has enseñado a la perfección.—Está bien, está bien. Cualquier cosa me llamas, en lo que necesites. Y trata de tener cuidado,

resguarda la casa y mantente alejada de los problemas; trata de ser normal —Le sonrió al ver elrostro incrédulo de su sobrina—. Al menos este año —terminó diciendo.

—No prometo nada —bromeó la joven. Camille la abrazó con fuerza y la llenó de besos—.Tía, ya —se quejó, pero sin fuerza en su voz.

—Solo cuídate, ¿sí?—Lo haré —prometió la joven y caminó hasta el auto en donde se acomodó en el asiento

trasero, encontrándose con su amiga Natalie.—¿Lista? —cuestionó la amiga.—Sí —respondió mirando a su tía por la ventanilla.

Horas más tarde, al llegar a la Universidad, Natalie miró todo a su alrededor y luego a suamiga.

—No puedo creer que no te quedes en el campus.—No puedo creer que no te vengas a mi gran casa conmigo —replicó Leo.—No es gracioso. ¿Por qué quedarte en la residencia Callahan cuando puedes estar en el

campus rodeada de chicos?—¿Y por qué estar en el campus donde hay que compartir duchas, cuando tienes un baño con

cuatro duchas más hidro para regodearte? —exclamó con sarcasmo.—No te ganaré, ¿verdad?—Nop —Leo sonrió y la abrazó al ver que ya llegaba la hora de separarse—. Cualquier cosa

que necesites, o si simplemente quieres un baño con cuatro duchas, ven a buscarme —le hizosaber.

—Ya te pareces a tu tía —soltó divertida—. Si tú quieres estar rodeada de chicos y hormonasalborotadas, debes venir a buscarme —Leo se carcajeó ante ese comentario—. De verdad que nole encuentro gracia el quedarte sola en una mansión, teniendo un campus lleno de personas.

—Quiero estar en mi casa, ni siquiera la conozco, ya que me he ido siendo muy pequeña y eslo único que tengo de mis padres; por lo tanto, quiero estar más conectada con ellos, pienso que almenos estando allí estaré más cerca de ellos —explicó la joven.

—Seguro que será así. De todas maneras, si te aburres vienes a buscarme.—Vamos a vernos todos los días, no seas exagerada.—Igual, si te aburres, ya sabes —insistió Nat—. Voy a averiguar dónde podemos tomar unos

tragos y de seguro debe haber alguna fiesta de iniciación, así que no programes ningún tipo de

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película de esas de fantasía y ciencia ficción que tanto te gustan, ¿ok? Tenemos una semana antesde que comiencen las clases y debemos aprovecharla al máximo —soltó sin siquiera respirar.

—Sí, señora —se burló Leo.Una vez que Natalie se separó de ella, siguió su camino hacia la residencia Callahan. Al ir

acercándose a lo que, una vez hace mucho tiempo, fue su hogar, recuerdos que ni siquiera sabíaque conservaba, le abrumaron sus pensamientos. Imágenes de ella de niña junto a su padre, cuandole enseñaba a andar en bicicleta, o imágenes junto a su madre, jugando a la búsqueda del tesoro enese enorme jardín. Todo aparecía en su mente como una película de alguien más. Pero allí estabantodos esos recuerdos y, aunque estuvieron encerrados bajo llave durante mucho tiempo, la vuelta acasa hizo despertar a cada uno de ellos; eso le agrietaba el pecho con un dolor enorme.

Una vez dentro de la casa, sus recuerdos se hicieron más grandes, las memorias de cuandoadornaban el árbol de Navidad, armando muñecos de nieve, o cuando preparaban leche y galletaspara los reyes magos. Todo vino a su cabeza como una gran proyección haciéndole doler lassienes. Era demasiado, muy abrumador; sin embargo, sabía que tenía que dejar entrar cadaimagen, cada escena. Era la única manera de poder seguir con su vida en esa casa, al menos, hastaque terminase de estudiar.

Horas más tarde ya estaba en su cama; no era la cama que había ocupado hasta los cinco años.Eleonor se había ubicado en la habitación de huéspedes y pensaba quedarse ahí por muchotiempo.

En una fiesta de máscaras, Eleonor lucía un vestido rojo ajustado al cuerpo y tacones agujadel mismo color. Comenzó a caminar entre las personas vestidas de gala y con máscarasocultando sus identidades; bajó la mirada a su mano para encontrarse con una máscara enella, un antifaz dorado, y decidió colocársela imitando a los demás. Sintió que su mano librefue tocada emitiendo un calor que recorrió todo su cuerpo; ella sabía, sin siquiera mirar, aquién le correspondía ese toque y esa mano que cerraba la suya con seguridad. Al levantar lavista, se encontró con unos impresionantes ojos azules con vetas grises, mirándola de maneraintensa; ella solo podía ver esos ojos, una boca con labios llenos que le mostraban unapequeña y descarada sonrisa, y ese peinado con el pelo revuelto que mostraba un signo derebeldía, el cual ella amaba. No podía ver su rostro, ya que una máscara negra ocultaba sumayor parte, pero no era necesario, ella sentía en sus huesos a quien le pertenecía. Lo pocoque podía llegar a ver y lo mucho que sentía estando al lado de ese hombre, era suficiente.

Él se acercó peligrosamente y comenzó a susurrarle al oído.—Estás hermosa, Eleonor.Era el único que la llamaba por su nombre completo, todas las demás personas siempre

acortaban su nombre a Leo.—Gracias —atinó a decir, abrumaba por el aroma a pimienta negra y tierra mojada que

desprendía aquel cuerpo masculino al tenerlo tan cerca.—Quiero que salgamos de aquí —le pidió sin alejarse.Sabía muy bien lo que le causaba y le encantaba hacerla sentir de esa manera; ambos

podían sentirse igual, porque aunque Eleonor desconocía cómo hacía sentir a ese hombre, élquería que estuvieran en la misma posición.

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—Sí —dijo Eleonor como si fuera solo un suspiro.Él la miró a los ojos, le sonrió y haciendo más fuerte su agarre la llevó de la mano

escaleras arriba buscando intimidad. Encontraron una habitación oscura y se adentraron enella. La arrinconó contra la pared más cercana y ambos, después de sonreír, comenzaron abesarse sin compasión, como si ese beso fuera prohibido y ellos solo dependieran de ese tiempopara estar juntos. Podían escuchar a las personas afuera festejando, riendo y hablando, peropara ellos, solo existía ese momento. Las manos masculinas comenzaron a hacer su recorridopor el cuerpo femenino y ella no hizo nada en absoluto por detenerlo. Él quería eso, ellatambién lo quería, y lo iban a tener. La boca masculina saboreó cada parte del cuello femenino;los gemidos emitidos por la joven le hicieron saber que, además de hacer un buen trabajo conesa boca, también lo deseaba como lo hacía él.

En un abrir y cerrar de ojos, el vestido desapareció ,terminando en el suelo como si fueraun trapo sucio, dejándola con su pechos descubiertos y, aprovechando eso, él fundió su boca encada uno de ellos.

—Te amo, Eleonor —le susurró al oído antes de volver a besarle los senos, para luegoseguir bajando por el cuerpo femenino, haciéndole perder la razón con su boca y su lengua.

Como si le hubieran echado un balde de agua fría, Eleonor se despertó casi en un salto de suerótico y extraño sueño. Su corazón iba a dos mil por hora, le costaba horrores respirar connormalidad. Ese sueño se sintió tan real, que hasta podía sentir el calor de los labios de aquélhombre desconocido todavía sobre su cuerpo, y ese aroma a pimienta negra y tierra mojada seguíaimpregnado en su nariz. Los ojos de Eleonor cubrieron toda la habitación buscando a ese hombre,o al menos a alguien, pero era consciente de que no había nadie, su casa estaba bien aseguradapara que personas no deseadas, o desconocidos, no puedan entrar sin su permiso. Además, erasolo un sueño o al menos, eso es lo que se decía para poder estar en calma, con ella y con eseextraño que jamás había visto en su vida.

—Fue solo un sueño, Leo —se consoló—. Solo eso: un sueño —se susurraba con una manosobre su corazón, haciendo que los latidos se calmasen.

Al día siguiente, la extraña sensación que le había dejado ese sueño todavía no se había ido.Tenía intenciones de recorrer el lugar, toda la mansión, la casita de huéspedes que se situaba ametros de allí y por supuesto todo el predio, pero le era imposible poder hacer algo de esosintiéndose tan mal anímicamente, por lo que decidió prepararse un té.

La sensación que oprimía su pecho por los sentimientos que ese escandaloso sueño despertóen ella, la perseguía a cada paso que daba. El chico de su sueño era muy real. En el sueño, ellasentía en los huesos que lo conocía, pero en la realidad, sabía que eso era imposible; habíapasado toda su vida en Nueva Orleans y jamás se encontró con alguien como él. Y esossentimientos que la consumían en el sueño, podía sentir muy dentro de su alma que eranverdaderos y eso era lo que más le molestaba, lo que la hacía enojar con ella misma, por teneremociones reales por alguien como ese chico, porque en el sueño sabía lo que ese chico era yella, sin embargo, estaba perdida por él. En la vida real, sabía que nunca sentiría tal cosa por unchico como ese.

Uno de su especie mató a sus padres; aunque no pusiera a toda una especie dentro de la misma

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bolsa, era muy consciente que jamás tendría sentimientos, y menos tan fuertes por alguno de ellos.No podía ser posible, por eso estaba segura de que solo era un sueño. Aunque pareciera tan real,cada caricia, cada beso, cada susurro, cada latido de su corazón acelerándose por esedesconocido.

De pronto, el ruido de la tetera anunciando que el agua ya estaba lista la quita de suscavilaciones; cuando vierte el té de hierbas en la taza, su celular hace acto de presencia, avisandosobre un nuevo mensaje.

—Vamos al bar Haven en una hora —leyó el mensaje enviado por su amiga Natalie.—Ok ;).No era necesario que se haga de rogar, no tenía ni una pizca de ganas de quedarse en esa casa

dándole vueltas a su erótico sueño con el chico misterioso, eso no iba a pasar. Iba a salir e ir albar para poder tomar unos tragos con su amiga y así conocer la testosterona que existía en NewHaven. Ya había pasado casi todo el día dentro de esa casa y salir antes que el sol se escondierano era una mala idea.

—Te espero :) —mandó Nat.Antes de que llegara a pasar la hora que había arreglado con Natalie, o mejor dicho: que había

impuesto ella, la joven ya estaba allí, sentada en la barra esperando por su amiga que, como eracostumbre, llegaba tarde.

Las ondas rubias oscuras de su pelo saltaban a medida que su pierna se movía. Un chico seacercó sonriendo al verla tan nerviosa y tomó asiento a su lado.

—¿Dónde estás? —le envió Nat a su amiga.—Llegando —obtuvo como repuesta.—¿Está ocupado? —curioseó el chico, justo en el momento que ella estaba escribiendo el

siguiente mensaje.—Eh… —habló sin siquiera mirarlo —Sí… digo no.—Ya es tarde —escribió y envió.—Solo pasaron 55 segundos de la hora indicada.—Eso es tarde —respondió Nat.— ¿Sí o no? —habló de nuevo el chico, llamando la atención de la joven.Ella guardó el celular con un suspiro, cuando la repuesta de su amiga solo fue un emoticón

burlón, y se dispuso a observar al joven a su lado, obviamente quedando con la boca abierta porla agradable vista que obtenía de él.

Su pelo castaño y sus ojos azules resplandecían por las luces del bar, gritando a viva voz queese joven era peligroso, tal cual le gustaban a ella. Y ni hablar de esos hombros que a leguas senotaba que todo ese cuerpo era bien trabajado y sus labios con el suficiente volumen quesuplicaban ser mordidos. Delgado, pero trabajado.

—No…es decir, sí —Dejó escapar el aire y se golpeó mentalmente por parecer una idiota—.Puedes sentarte —concluyó con tranquilidad.

—Gracias —esbozó el joven divertido—. Un bourbon, por favor —le pidió a la cantinera.—Por supuesto —exclamó la chica, coqueteando.—¿Cómo te llamas? —interrogó mirando a Natalie.—Natalie —respondió—, pero mis amigos me dicen Nat.—Un gusto, Nat —dijo, estirando su mano para estrecharla con la de ella—. Yo soy Killian.—¿En serio todavía hacen eso? —preguntó mirando la mano extendida de Killian, provocando

con eso que él sonría.

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—Algunos —contestó sin perder la sonrisa—. Si es muy anticuado, no lo hacemos —soltó condiversión.

—No, no. Está bien —se apresuró a decir tomando la mano del chico—. Un gusto, Killian.La cantinera se acercó y dejó el licor delante de Killian, pero, aunque ella le sonreía de

manera coqueta, era épicamente ignorada.—Quiero que salgas de aquí conmigo y te olvides por completo de la persona que estás

esperando —habló Killian con voz firme y suave, mirándola directo a los ojos.Natalie, solo lo observó y luego de un segundo estalló en una carcajada ruidosa

desconcertando al joven.—¿Qué fue eso? —preguntó, sin parar de reír—. ¿Es tu manera de seducirme? Eso no parece

anticuado. Es bastante original —continuó diciendo sin parar de reír—. Parecía como si quisierashipnotizarme; esa voz suave, pero segura y seductora. Fue muy bueno.

—Me alegra que te haya divertido —masculló, no entendiendo qué era lo que había pasado.Las puertas del bar fueron abiertas y Leo se asomó, justo para ver a su amiga descostillándose

de risa junto a un joven que, mirándolo por detrás no parecía estar tan mal, una sonrisa se figuróen su rostro al ver cómo su amiga no perdía el tiempo como lo hacía ella. Pero con rapidez, esasonrisa desapareció al darse cuenta que ese joven no tenía nada que hacer cerca de su amiga,podía sentir en todo su cuerpo lo que ese joven era.

Vampiro.Comenzó a caminar con pasos seguros hasta ellos; no podía llamar la atención en el lugar, por

lo tanto, le quedaba inventar alguna excusa para sacar a su amiga de ahí. Sin embargo, cuando seestaba acercando, pareció que el joven también pudo sentirla, ya que se giró y miró directo a susojos. Eso la hizo detenerse con brusquedad. El joven, era el mismo de su sueño, no le podía estarpasando eso. Recuperando el paso siguió su camino sin dejarse llevar por lo que pasaba en suinterior. Eso no era muy bueno; al estar más cerca, podía sentir el aroma a pimienta negra y tierramojada, el mismo aroma que tenía el hombre de su sueño.

—¿Qué ocurre? —inquirió con brusquedad al llegar y sin mirar al joven sentado allí,ignorándolo por completo.

—Ya era hora —lanzó Nat.—¿Por qué la risa? —le preguntó a su amiga, todavía sin mirar al chico.—Es que, él —canturreó Nat señalando a Killian, cosa que inevitablemente Leo tuvo que

mirar—…me estaba mostrando una nueva forma de seducción, un poco divertida.—¿Ah, sí? —ironizó, sin quitarle los ojos al joven, que la miraba sin siquiera parpadear.—Sí, era como si quisiera hipnotizarme o algo así —se carcajeó la rubia.—No me digas —masculló Leo y le frunció el ceño.—Se llama Killian, por cierto.—No me interesa —escupió Leo.—¡Leo! —se quejó su amiga.—¿Leo?¿No es un nombre masculino? —preguntó Killian con sarcasmo mostrando una

desafiante sonrisa.—Es un diminutivo —espetó la joven y se giró hacia su amiga—. Vamos a comer a otro lado,

quiero burrito de pollo y en este lugar solo hay hamburguesas.—Pero me gustan las hamburguesas.—A mí no, Nat. Por favor, todavía no almorcé y estoy famélica —le suplicó.—Pero…pero no es hora, ya será hora de cenar —puchereó Natalie.

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—Da gracias que no te digo de ir a un restaurante de verdad —le señaló, siendo consciente deque su amiga sabe cuáles son los gustos de ella con respecto a la comida.

—Está bien, tienes razón. Prefiero los burritos —aceptó y se levantó para irse—. Un gustoconocerte, Killian.

—El gusto fue todo mío, Nat —respondió, sonriendo con amabilidad—. Un placer, Eleonor —esbozó hacia la otra chica, haciendo que con eso ella clavase los pies en el suelo y gire conbrusquedad para verlo.

—¿Cómo me llamaste?—Eleonor —contestó sin entender la hostilidad—. Acaso Leo no es el diminutivo de Eleonor,

¿o me equivoqué?—No te equivocaste —chilló Natalie.—Da igual —soltó Leo y comenzó a caminar tomando a su amiga por el codo.—A que es muy guapo y sexy —canturreó Nat.—Y lo idiota viene como guarnición extra —refutó, siendo consciente de que el chico, a pesar

de la distancia, podía oírlas y así era.Al escuchar como Natalie lo adulaba, él había sonreído, pero cuando Leo lo trató de idiota, la

sonrisa se le borró de forma automática.—Bueno, es un idiota sexy —expresó Nat, riendo por su propia broma.Al salir del bar caminaron un par de cuadras hasta llegar a un lugar donde sí vendían burritos

de pollo, ambas entraron y ordenaron. Luego, cuando se acomodaron en una mesa para podercenar, Leo decidió hablar con su amiga, además, ya estaban lejos y el chico vampiro del bar ya nopodía oírlas.

—Nat —comenzó logrando que su amiga le prestara atención—. Si te pido una cosa, ¿creesque puedas hacerme el favor? —tanteó.

—Supongo —respondió Nat—. ¿Qué quieres?—Que si en un futuro cercano te cruzas con ese chico del bar, trates de irte en contra de su

camino.—¿Es en serio?—Creo que sí —murmuró Leo—. No me gusta. Ese chico no me da buena espina y creo que lo

mejor será mantenernos lejos de él.—¿Qué es lo que pasa, Leo? —indagó Nat.—¿Qué pasa con qué? —evadió Leo.—No te hagas, te conozco. Algo pasa, así que habla —le instó.Leo suspiró y se dispuso a contarle sobre ese sueño.—Anoche tuve un sueño —comenzó y se detuvo al sentir de nuevo como el cuerpo se le

estremecía y su sangre comenzaba a calentarse.Era la sensación que sentía cada vez que se acercaba a uno de esos vampiros, ella podía

reconocerlos, aunque debía reconocer que lo de la sangre calentándose era nuevo y solo habíapasado cuando entró al bar y se encontró con Killian. Eso la hizo caer en la cuenta de que ya noestaban solas y que él, o bien las estaba siguiendo, o solo tenía que pasar por ahí para regresar asu casa. Obviamente, Leo pensaba que era la primera opción.

—Leo, Leo —le llamó su amiga al ver que había quedado callada y sin siquiera pestañear.—Lo siento —se disculpó agitando la cabeza para despejarse—. Creo que me fui a otro lugar.—¿Lo crees? —ironizó Nat.—¿Qué era lo que estaba diciendo?

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—Hablabas de un sueño —le recordó Nat.—Creo que te lo cuento mañana, cuestión de superstición, es algo que no quiero que ocurra

jamás, por lo tanto te lo contaré mañana —aseguró.—Es una broma, ¿verdad? —reclamó la joven.—No —contestó con seriedad.—Primero —comenzó Nat elevando un dedo—, no eres supersticiosa. Segundo, lo de los

sueños es que no puedes decirlo en ayunas si no quieres que se cumpla y tercero: no jodas, cuenta.—No voy a hablar ahora —afirmó Leo sonriendo—. Mañana te cuento todo, de verdad —la

sensación de que no estaban solas todavía seguía ahí y ella solo quería salir de ese lugar, porqueaunque no pudiera verlo, podía sentirlo y estaba muy cerca de ella—. Lo hablamos mañana,recordé que no puse la alarma al salir y tengo que volver. Prometo que mañana escupo todo lo quetengo atragantado —le prometió moviendo rápidamente su cuerpo para salir del lugar—. Ve acasa, directo —le ordenó.

—Sí, señora —suspiró Nat, sabiendo que no había nada que pudiera hacer para que su amigale dijera en ese momento todo lo que pasaba.

—¡¡Ve a casa, Nat!! —le gritó, caminando en dirección contraria a su amiga.A pesar de hacer unas cuantas cuadras, la sensación de ese chico no se había ido y ella sabía

el porqué. Él todavía la estaba siguiendo; lo bueno de eso era que, al menos, no estaba siguiendo asu amiga. Era lo que la dejaba medianamente tranquila.

—¿Qué eres? —inquirió Killian, apareciendo frente a ella.—La última vez que comprobé, era mujer. Hembra —respondió Leo con sarcasmo sin

asustarse por ese encuentro; a decir verdad, ella lo esperaba.—Eso es algo que debería comprobar yo. No creo en tu criterio —soltó, mirándola con

descaro.—Tenía razón, eres un idiota —acusó sin aminorarse y comenzó a caminar otra vez.—¿Quién eres? —indagó Killian, caminando a su lado.—Ya sabes quién soy —respondió ella—. Mi amiga ya nos presentó.—Deja de evadirme —le exigió tomándola de la muñeca para que se detuviera, provocando

con eso que ambos sintieran una fuente de energía recorriendo sus venas. Killian ignoró esasensación y prosiguió con su exigencia—. Dime qué es lo que eres. ¿Quién eres?

—Bonito anillo —lanzó Leo, mirando la mano de él sobre su muñeca, pero destacando unanillo de oro blanco, con una piedra blanquecina casi transparente.

—Eleonor —gruñó.—Deja de llamarme de esa forma.—¿Y cómo mierda quieres que te llame? Ese es tu nombre, ¿verdad?El joven estaba perdiendo la paciencia.—Leo, mi nombre es Leo —respondió conforme se soltaba de su agarre.—Nos conocemos, ¿verdad?—Lo dudo, a menos que hayas estado en Nueva Orleans. No, no lo creo.—Pero me eres muy familiar —murmuró con desconformidad.—Quizás te recuerdo a alguien nada mas —sugirió Leo.—No lo creo —habló de manera pensativa.—Mira, muy linda escena esto del misterio y todo eso, pero debo irme, ya está oscureciendo,

tengo cosas que hacer, maletas que desarmar y mucho trabajo que preparar para antes de quecomiencen las clases; por lo tanto, te sugiero que te alejes y te olvides de mí, de esa forma

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estamos todos felices y contentos —habló sin dejarle acotar nada.—¿Clases?—Sí, clases, para la Universidad.—Es la primera pregunta que respondes sin evasivas.—Bueno, es la primera pregunta coherente que me haces —retrucó ella y retomó su camino,

haciendo sonreír a Killian con esa respuesta.—Eres rara —observó él en voz alta.—Dice el profesor Fassman, tratando de hipnotizar a una chica en un bar —se mofó Leo sin

dejar de caminar.—Fassman, ¿en serio? —cuestionó divertido—. Ni siquiera era verdad todo eso de hipnotizar

pájaros cuando era un niño.—No lo sé, nació en 1909, por lo tanto no puedo decirte que era verdad o mentira, yo ni

siquiera estaba en los planes de mis padres. Ni siquiera mis padres estaban en los planes de nadie—argumentó con astucia, sabiendo que él de seguro estuvo en esa época para saber en realidadcómo era.

—Soy escéptico —masculló.—Como sea, debo irme —enunció.—Espera —dijo Killian, obligándole a detenerse.—Hasta aquí llegas —manifestó ella y continuó caminando.—Pero —Él intentó caminar, sin embargo, le fue imposible, fue como si una puerta invisible

le obstruyera el paso—… ¿Qué carajo? —escupió mirando hacia abajo y cuando volvió a subir lamirada, ella ya se había ido, ni siquiera la sentía. Había desaparecido. Lo único que podía ver apocos metros, era la mansión Callahan alzándose en su esplendor—. Callahan —susurró sabiendodónde comenzar a buscar respuestas.

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El clan

Toda la semana pasó sin inconvenientes, Leo iba por las mañanas a desayunar con Natalie a uncafé que encontraron cerca del campus, en donde ella se ocupaba de que su amiga tomara lashierbas para evitar ser controlada por vampiros o cualquier otra especie que quiera jugar con ella.Luego, almorzaba en su casa, comida casera preparada por ella misma; más tarde salía a caminar,pasaba por la biblioteca y, a la hora de la cena, Leo ya estaba en su casa con un buen plato caseroy un vino importado acompañándola. Esa fue su semana, nada de altercados y tratando de ser lomás normal posible, tal cual le pidió su tía. Aunque, por las noches, la normalidad se iba por elretrete; sus sueños cada vez eran más fuertes, más sentidos y más explícitos. Sin embargo, unanoche, gracias a un preparado que se dispuso a llevar a cabo, esos sueños ya no volvieron y fue suprimera noche de normalidad. Seguiría tomando esa poción para dormir como correspondía, hastaque esos sueños decidieran cesar. En ese momento, ella se encontraba en la biblioteca, terminandosu monografía sobre las brujas más reconocidas del siglo XIX, cuando una presencia a su lado lahizo sonreír de costado.

—Me preguntaba cuando ibas a acercarte —manifestó sin quitar la vista de su libro.—¿Qué haces a esta hora aquí? —curioseó Killian, sabiendo que ya era muy tarde y que en

cualquier momento iban a cerrar.—Es una biblioteca, ¿tú qué crees? —se burló, mirándolo de manera interrogativa.—Muy chistosa —masculló—. ¿Qué haces tan tarde? No deberías andar sola por la calle.—No ando sola, tú me sigues a todas partes —ironizó, prestando otra vez atención a su libro.—¿Cómo sabes que te sigo?—Intuición femenina.—¿Sabes?, me tienes un poco cansado con tus jueguitos de palabras —le señaló, mostrando su

desagrado.—Eres tú el que me persigue como un puto acosador, eres tú el que se acaba de sentar a mi

lado y ha interrumpido mi estudio, por lo tanto, no me interesa lo que opines sobre mis jueguitosde palabras; puedes irte y ya nada va a molestarte —escupió, clavando sus ojos pardos en losazules del vampiro.

—Yo te conozco —articuló él, estrechando sus ojos para ver bien los de ella.—Yo no —dijo Leo y comenzó a levantar sus cosas.—Solo quiero que me digas quién eres y prometo dejarte en paz —insistió tomándola del

brazo para que no dejarla ir.—Si te digo quien soy tendría que matarte —aquello lo hizo sonreír, pero ella no lo hacía.

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—No hablas en serio —soltó sonriendo; sin embargo, ella seguía sin hacerlo—. Mira, te hevisto toda la semana…

—Lo he notado —soltó Leo con sarcasmo.—…Te he visto salir por las mañanas —continuó, ignorando su comentario—. Como te

mueves, no comes comida chatarra, eres la única estudiante que no vive en el campus; tu amiga lohace, pero tú no. Por las noches cocinas comidas de verdad y comes en una postura que las chicasno lo hacen…

—¿Qué postura?—Como si fueras una dama del siglo XVI —Ante esa confesión, ella se carcajeó y se volvió a

sentar—… Te tomas una copa de vino junto a la comida y otra cuando terminas, no te he vistobeber cerveza como hacen las demás chicas, tus movimientos son calculados y metódicos, temueves de manera grácil; es como si hubieras sido criada en un siglo pasado.

—Fui a una escuela de chicas…—¿Existen todavía? —preguntó sin creerlo.—Así parece —contestó ella—. Tengo modales, eso no quiere decir que sea de un siglo

pasado, tengo 20 años; sí, soy más grande de lo que debería, estuve dos años sin estudiar porviajar con mi tía, simplemente eso. No vivo en el campus porque me gusta mi casa, me gusta latranquilidad, me gusta tener mi espacio; me gusta la comida casera, la chatarra es un asco; lacerveza la bebo de vez en cuando, pero si tengo que elegir, prefiero un buen vino. Si todo eso mehace rara, lo seré, no tengo ningún problema en ser el fenómeno de New Haven; sin embargo, noquieras buscar algo más que eso, porque no vas a encontrar nada —dicho eso, se levantó parairse, pero Killian la volvió a tomar de la muñeca—. Suéltame —le exigió.

—¿Qué hay de tus padres? —interrogó mirándola a los ojos.—Murieron cuando tenía 5 años.—Lo sé, pero…—Estuviste investigándome —le acusó.—Necesito saber que hay en ti —se excusó.—¿En este momento? Unas terribles ganas de golpearte.Él agachó la mirada para tapar una sonrisa y en un nanosegundo la dejó de sentir, levantó la

vista para darse cuenta de que ella ya no estaba en el lugar y que su mano suspendía vacía en elaire.

—Lo hizo otra vez —masculló, mirando a su alrededor, pero sabiendo que ella ya no estabacerca.

Al día siguiente, la joven bruja se encontraba sentada en la isla de la cocina desayunando un técon limón y jengibre, mientras miraba la serie “Terra Nova”, hasta que fue interrumpida por eltimbre de su casa y luego los gritos de su amiga Natalie.

—¡Vamos Leo, tengo buenas nuevas! —gritó desde el otro lado de la puerta.—¡Estoy yendo! —anunció Leo caminando hacia ella—. Más vale que sea importante —le

advirtió luego de abrir la puerta.—Tu manera de dar amor es incomparable —se quejó Nat cerrando la puerta tras ella para

seguirla hacia la cocina—. ¿Qué miras? —curioseó arrugando la nariz al mirar la pantalla de latelevisión y encontrarse con un hombre ensangrentado.

—Terra Nova —respondió, llevándose la taza de té a la boca.—Iugh —expresó Nat—. ¿No podrías mirar alguna película de amor como "Cuando te

encuentre" o " Recuérdame"?

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—Son mejores los libros —entonó sin quitar la vista de la pantalla.—Sabes que eres rara, ¿verdad?—Ya me lo han dicho.—Y molesta —espetó Nat—. Como sea, tienes que vestirte para irnos —le hizo saber.—¿A dónde?—A comprar ropa ¿Dónde más? —respondió la rubia, como si fuera algo obvio.—¿Para qué necesito ropa nueva? —preguntó Leo entre divertida y confundida.—Para la fiesta de esta noche —La cara de Leo era un enorme interrogante—. No lo

olvidaste, ¿verdad? —Nat suspira y Leo se eleva de hombros—. Hoy es la fiesta de bienvenida enuna de las fraternidades del campus.

—Ok, pero vuelvo a preguntar. ¿Por qué necesito ropa nueva?—No me jodas desde temprano, las dos necesitamos ropa nueva para la fiesta. Para cada

fiesta necesitamos un nuevo outfit —dijo, mostrándose exasperada.—Ya, ya, no te pongas nerviosa —se burló Leo—. Voy a vestirme y vamos —Comenzó a salir

de la cocina y recordó lo más importante del día, por lo que se volvió para mirarla—. Prueba unbocado de ese brownie.

—Estás loca —chilló la chica—. Hoy es la fiesta, vamos a comprar ropa y no quiero pareceruna vaca.

—Solo prueba uno, es una receta nueva y necesito tu veredicto.—¿En serio? —lloriqueó Nat.Leo solo elevó una ceja esperando a que ella acatara su orden. Cuando Nat se llevó un bocado

a la boca y la vio tragarlo, se quedó tranquila y se encaminó a su habitación para arreglarse.Cuando Leo volvió a bajar se encontró con que Nat se había comido más de un bocado, eso la

hizo sonreír, hasta que recordó que no era muy bueno que comiera mucho de ese brownie.—¿Qué haces? —reprendió Leo—. Debemos irnos.—Es que están muy buenos —habló Nat con la boca llena.—Deja de comer o vas a parecer una vaca.Leo usó las mismas palabras de su amiga para poder sacarla de ahí sin levantar sospechas.—Y hasta ahora me lo dices —masculló, dejando el pedazo de brownie sobre el plato junto a

los demás—; ya me comí como tres —le indicó, haciendo reír a Leo—. Ya entiendo porqueprefieres comida casera y hecha por ti. Tienes buena mano para la cocina.

—Es un gran honor que te agrade como cocino.Luego de dos horas de recorrer varias tiendas, Leo se encontraba cansada de mirar tantos

vestidos y que a Nat no le convenciera ninguno, a cada uno de ellos le encontraba algo malo, algoinexistente ante sus ojos.

—Ya, Nat, solo elige uno, estoy cansada —se quejó.—Tú, todavía no has elegido ninguno —le señaló.—Bien —mofó Leo.Nat volvió a entrar al vestidor con otro vestido. Leo miró a su alrededor y encontró uno corto

de color azul cobalto con tiras. Caminó hasta ese y comenzó a tocar la tela.—Creo se te vería muy bien puesto —escuchó a su espalda.Leo cerró los ojos y tomó una profunda respiración antes de girar a encararlo.—Ya pareces un acosador matriculado —expresó mostrando su molestia, provocando con eso

que Killian sonría.—Solo pasaba por aquí y te vi.

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—Y decidiste entrar para hacerme saber que me viste —habló ella—. Perfecto, ya lo sé, ahorapuedes seguir tu camino —Se giró para seguir observando el vestido.

—¿Por qué eres tan repelente conmigo? —interrogó el joven.—¿Por qué eres tan molesto conmigo? ¿No tienes a nadie más a quien molestar?—El cinismo es algo que jamás me gustó en una mujer —le hizo saber.—A mí el acoso jamás me gustó en un hombre —refutó ella.—¿Te sientes acosada? —preguntó Killian con diversión.—En estos momento me estoy sintiendo un poco violenta —masculló ella, tomó el vestido y

comenzó a caminar hacía el probador seguida por Killian—. ¿Vas a entrar conmigo? —ironizó.—Si tú quieres —respondió él elevándose de hombros.—Grrr —se exasperó y se metió dentro del vestidor—. Todavía no sé por qué no lo maté —

dijo para su adentro.—¿Dónde estás, Leo? —preguntó Nat en voz alta.—Aquí —le indicó conforme salía, ya vestida y agradecida de que Killian no se encontrara en

la tienda.—Ay —chilló Nat—. Te queda hermoso, es como si fuera hecho para ti —articuló con ojos

soñadores, haciéndola sonreír.—Entonces me quedo con este —aseguró—. ¿Tú ya tienes el tuyo? —curioseó antes de volver

a entrar al vestidor.—Mmm… Creo que voy a mirar uno de por allí —balbuceó y Leo cerró los ojos tratando de

no ahorcar a su mejor amiga.Dos horas, veinticinco tiendas y sesenta y tres vestidos más tarde, cada una estaba equipada

para la noche.Estaban en el jardín de la mansión Callahan tomando mimosas, recostadas en las reposeras

disfrutando del sol cuando a la joven rubia se le da por curiosear.—¿Ya has revisado esta mansión?—No —le contestó Leo.—¿Y por qué no?—Porque no he tenido tiempo —respondió la joven bruja, sin darle importancia.La verdad era que ella no quería fisgonear en el lugar, todavía no se sentía como si esa casa

fuera su hogar. Todavía se sentía como usurpadora en esa mansión.—Eso es pura mentira —le acusó Natalie—. Llevas aquí más de una semana, ya deberías

haber visto todo el lugar, seguramente ni siquiera has visto la habitación que una vez fue tuya —adivinó.

—De hecho, vi mi habitación —contestó Leo levantando la barbilla.—No te creo nada.—No entré, pero si la vi al pasar —se defendió Leo.—Estás durmiendo en el cuarto de huéspedes —le acusó.—Noo.—Mentirosa.—Y si fuese así, ¿cuál es el problema?—Es tu casa, era de tus padres, por lo tanto te pertenece, deberías investigar un poco —le

indicó—. ¿No tienes un poco de curiosidad por saber quiénes eran, qué poseían, cuál es tuhistoria?

—Sé cuál es mi historia —entonó con seguridad—. Y por ahora no quiero fisgonear por el

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lugar —concluyó.—Como digas —se rindió, no muy convencida. De repente clavó la vista más allá,

observando una pequeña construcción de madera—. ¿Qué es ese lugar? —preguntó.—Si no recuerdo mal, un taller que usaba mi papá para arreglar autos, algo así como un

hobbie que tenía —Natalie se levantó como si hubieran hormigas en la reposera y comenzó acaminar hacia allí—. ¿A dónde vas? —le gritó, pero no recibió respuesta alguna de su amiga, porlo tanto, suspirando se levantó y corrió hasta alcanzarla.

Ambas llegaron al pequeño taller y se dispusieron a abrir la puerta doble para encontrarse conun recinto oscuro y lleno de polvo.

—Debe haber una luz por aquí —habló Leo caminando hacia un lado de la puerta.—Esto debe llevar años sin limpiar —esbozó Nat.—Unos 15, seguramente —acotó Leo.En cuanto la joven encontró el interruptor las luces fueron prendidas, alumbrando todo el lugar

y dejando ver herramientas sobre una larga mesa de madera, más herramientas colocadasestratégicamente sobre la pared, pero lo que más llamó la atención de las chicas fue lo que habíaen medio del lugar tapado con una sábana blanca. Leo se acercó, deduciendo que debajo de esamanta se escondía un auto, la misma deducción que también la llevó a pensar que debía ser uncacharro que llevaba mucho tiempo parado en el taller y que no debía andar ni empujando; sinembargo, toda esa deducción y especulación fueron calladas de manera abrupta cuando quitó lasábana para encontrarse con un reluciente Shelby del 65 convertible.

—No puedo creerlo —murmuró Nat, casi sin aliento.—Es el auto del Diablo —expresó Leo asombrada.—Mira los asientos —señaló Nat con euforia—. Son blancos y de cuero —dijo acariciándolo

como si fuera un cachorrito.—Esto es increíble —apreció Leo mirando dentro del auto—. Y tiene las llaves puestas.—¡Genial! —chilló la rubia y dio saltitos en el lugar—. Ya tenemos auto para ir esta noche a

la fiesta —dijo sin dejar de saltar.—No —soltó Leo de manera automática.—¿Por qué no? —indagó Nat dejando de saltar.—Porque ni siquiera sabemos si arranca.—Giras la llave, si arranca va a ser nuestro transporte esta noche.—No creo que debamos usarlo.—¿Y eso por qué? —cuestionó Nat.—Bueno, porque no es nuestro —le respondió Leo.—Es verdad, no es nuestro —estuvo de acuerdo Nat—; porque es tuyo, Leo.—Pero…—Nada de peros, es tuyo y lo sabes, deja de tenerle miedo a las cosas de tus padres y hazte

cargo del lugar.—Está bien —asintió no muy convencida.—Eso quiere decir que vamos a poder ir en esta belleza a la fiesta —dijo Nat, sonriendo de

par en par.—Sí, podemos ir a la fiesta con el auto.Como era de esperar, Nat comenzó a dar saltitos en su lugar de nuevo.—Veamos si arranca —propuso de manera efusiva.Leo asintió y se dirigió al lugar del piloto conforme Nat corría hacía el lado del acompañante.

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Leo hizo girar la llave y un hermoso y varonil ronquido fue emitido por el Shelby, las chicas semiraron y chillaron al unísono. La joven bruja aceleró en el lugar y el motor rugió como un animalenjaulado, entonces, sin esperar más, soltó el embrague y salieron del taller, ambas gritando por laemoción. Luego de un par de vueltas por la estancia, lo dejaron donde lo habían encontrado y sinpoder bajar la adrenalina caminaron hasta la casa para prepararse para la fiesta.

Ellas llegaban a la reunión en su nuevo auto, llamando la atención de todos. A Leo mucho no legustó, pero Nat estaba en su salsa; ella no paraba de sonreír y devolver saludos a gente que nisiquiera conocía, mientras que Leo quería, imperiosamente, dar la vuelta y volver a su casa.

—Cambia la cara —le reprendió Nat sin dejar de sonreír.—No puedo, sabes que odio llamar la atención y este auto está gritando "Llegaron dos chicas

desconocidas que vamos a tirarnos esta noche solo por el auto que manejan" —soltó sin aliento.—Eso es mucho que gritar —bromeó su amiga.—Voy a ahorcarte —amenazó, pero sin calor en sus palabras.—Después de que nos embriaguemos.Ambas bajaron del auto para ser bloqueadas por chicos queriendo saber sobre su auto y todo

lo relacionado con ellas. Leo se tomó del borde de su vestido azul y se hizo lo más chiquita quepudo para salir de entre ellos. Nat, al ver que su amiga se escapaba y la abandonaba, también setomó de su vestido dorado y la siguió tratando de no perderle el paso.

—No me dejes sola —le espetó en cuanto la alcanzó.—Tú vas a dejarme sola en cuanto encuentres algún chico.—Pero todavía no —refutó sin negar la acusación de su amiga, provocando que Leo girase los

ojos.—Vayamos por algo de tomar.Se adentraron entre la multitud de testosterona tratando de no ser pisadas o tiradas al suelo.

Viendo en su camino a chicos bailando, otros de manera vertical tomando cerveza del barril, otrossentados en los sofás fumando hierba o solo hablando muy animados. En cuanto entraron en lacocina, Nat tomó una cerveza de la hielera y le tendió una a Leo, pero la chica se negó arrugandola nariz.

—¡Preferiría un bourbon! —le gritó por encima de la música.—A tus órdenes —escuchó y observó a una mano masculina alcanzándole una copa con

bourbon.—Si no fuera por el bourbon llamaría al 911 —entonó con sarcasmo aceptando la copa de

whisky.—Por eso no vine con las manos vacías —refutó Killian, mostrándole una botella de bourbon.—Ahora quieres embriagarme, genial.—Ya que tienes compañía iré por allí —le hizo saber Nat señalando un chico al otro lado de

la cocina.—Ok.—Así que —comenzó Killian—. ¿Cuál es tu historia?—¿En serio? —cuestionó ella—. Ni por todo el bourbon de la ciudad te contaría algo sobre

mí —indicó llevando la copa a su boca.—¿Me estás acusando de extorsionarte? —inquirió el vampiro medio en broma, llevándose

una mano al pecho y fingiendo sentirse dolido.—No juegues conmigo, Killian.—Es la primera vez que me llamas por mi nombre —señala, gustándole como se oía su

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nombre dicho por ella.—Debe ser el whisky —esbozó, haciendo que el joven sonriera.—Sí, el whisky puede hacer que hagas cosas…—Es uno de ustedes —murmuró Leo de repente, observando hacía la puerta donde se

encontraba un chico de pelo castaño y ojos azules, más claros que los de Killian, hablando conNatalie.

—¿Qué sucede? —preguntó Killian confundido. Ella sin responderle y sin pensarlo dos veces,comenzó a caminar hacía Nat como una mamá osa—. Mierda —masculló en cuanto se dio cuentahacía donde se dirigía la chica.

—Nat —llamó Leo al llegar a ella—, necesito que me acompañes un segundo —habló,mirando de reojo al chico, el cual la observaba sonriendo.

—¿Tiene que ser ahora, Leo? —indagó en forma de queja.—Sí.—No vas a llevártela ahora, ¿verdad? Estábamos conociéndonos —esbozó el desconocido,

provocando que Leo lo mirara directo a los ojos sin nada de empatía.—¿Qué haces aquí? —intervino Killian al llegar a ellos y colocarse junto a Leo, cosa que no

pasó desapercibido para el recién llegado.—Hermanito —canturreó.—¿Hermanito? —repitieron en un murmullo las dos chicas.—Gideon, ¿qué haces aquí? —volvió a preguntar Killian.—Solo vengo a pasar unos días en casa con mi familia.—¿Jo, está contigo?—Tenemos que irnos, Nat —interrumpió Leo de manera apresurada.—¿Por qué tan apurada? —curioseó Gideon sonriendo.—No es de tu incumbencia —espetó Leo. Habían demasiados vampiros en esa sala y sus

huesos le gritaban que habían más afuera—. Tenemos que salir de aquí… Ahora —le dijo a Nat,obligándola a caminar hacia la salida.

—Hay vampiros afuera —le susurró Killian a Gideon.—…Y muchos humanos aquí —continuó Gideon.—Salgamos —ordenó Killian.Comenzaron a andar, siguiendo el camino que habían tomado Leo y Nat.—¿Por qué no pude hipnotizar a la amiga de tu amiga? —curioseó Gideon, mientras salían de

la casa.—No tengo idea —respondió—. A mí me pasó lo mismo.—Pero esa chica Leo sabe algo, ¿verdad?—Estoy seguro que sí, pero no me ha dicho nada. No puedo sacarle una puta palabra.—Entonces ni intento hipnotizarla a ella —mencionó, divertido.—No intentes nada con ella, ¿ok? —escupió Killian con protección.—Ok —dijo Gideon, arrastrando la palabra.Al llegar a la vuelta de la casa, unos cuatro vampiros ya los estaban esperando, el que estaba

un paso delante de los demás, marcando su liderazgo, extendió sus brazos.—Era hora de que salieran —Sus ojos se posaron en Gideon y sonrió maquiavélicamente—.

Tienes algo que no te pertenece.—Lo siento, pero no vi ningún nombre en él.—¿Qué has hecho? —le susurró Killian.

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—Nos ha robado —intervino el líder en lugar de Gideon—. Y lo queremos de vuelta.—¿Te robé a ti o a ese para quien trabajas? —soltó con sarcasmo.—Nos has robado a todos, si te metes con él, te metes con todo nuestro clan —refutó, sin un

ápice de miedo.Uno de los vampiros se abalanzó contra los hermanos, pero lograron esquivarlo. Gideon

arremetió contra él, mientras que otro vampiro iba hacia Killian comenzando así una guerra entreuna misma raza.

—Leo, quiero volver a la fiesta —se quejó Nat en la parte trasera de la casa donde habíandejado el auto.

—Shuu —la hizo callar y se concentró para escuchar bien, logrando así detectar una pelea enla cual podía oír la voz de Killian y de su hermano.

—Siempre estás metiéndote en problemas —le reprochó Killian a Gideon y encestó unpuñetazo al vampiro con el que luchaba.

—Ellos se meten conmigo —excusó Gideon, esquivando una patada que iba directo a suestómago.

—Voy a matarte.—No si ellos lo hacen primero —respondió, haciendo una mueca de dolor, luego de recibir un

golpe en la sien que lo hizo girar en el aire.El vampiro se acercó a él y lo tomó del cuello levantándolo del suelo y teniéndolo en

suspensión en el aire. El vampiro que luchaba contra Killian imitó la acción, aprisionándolocontra una pared.

—Quiero la maldita piedra, Gideon —exigió el líder.—No la tengo, Aarón —habló con la voz cortada al tener el cuello presionado por un

vampiro.—Voy a matar… —De forma inesperada dejó de hablar.Gideon pudo ver como Leo, con un giro de muñeca a la distancia, le quebró el cuello

haciéndolo caer inerte al suelo. Los ojos de Gideon se agrandaron al verla hacer aquello y Killianno salía de su asombro.

—Eleonor —susurró Killian.Con una velocidad igualada a la de los vampiros se acercó a Gideon y, por detrás, arrancó el

corazón de su opresor, el vampiro cayó al suelo en una especie de cámara lenta dejando queGideon pueda ver a Leo parada frente a él con el corazón del vampiro muerto en su mano.

—Apuesto a que eres el hermano problemático —le dijo la joven con arrogancia.—Leo —chilló Nat desde las sombras, provocando que todos girasen a verla, encontrándose

con que otro vampiro la tenía agarrada del cuello desde atrás.Killian, aprovechando el descuido del vampiro que lo sometía, le pegó una patada en el

estómago, logrando soltarse y comenzó a luchar.—Déjala —ordenó Leo.—Denme lo que nos pertenece —escupió.Killian arrancó la cabeza al vampiro con el que estaba luchando con solo su mano y caminó

hasta donde estaba prisionera Nat.—Deja a la chica —le exigió—. Es solo una mundana.—Pero parece ser importante para ustedes —exclamó con conciencia.La mano de Leo se elevó y logró sacar a Nat del agarre del vampiro, tirándola hacía un lado

con su magia. Killian arremetió contra el chupa sangre, pero este logró esquivarlo; con una

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velocidad imperceptible, Killian se giró, dándole un puñetazo en el rostro y tirándolo hacía atrás.Leo corrió hasta su amiga y la levantó del suelo con cuidado.

—¿Estás bien?—Vampiros —murmuró la chica confundida.Gideon se acercó a su hermano en plena lucha y entre los dos acabaron separando la cabeza

del cuerpo al vampiro y luego se juntaron con las chicas.—Debemos ir a casa —señaló Leo, ignorando lo que decía su amiga.—Está en trauma —observó Gideon.—Llevémosla a casa —entonó Killian.—No —lanzó Leo—. Mi casa es más segura.—No lo creo; vamos a ir a mi casa y también vas a decirme qué mierda eres.—No tengo nada que decirte.—Yo creo que sí —insistió él, mientras que Gideon los observaba divertido—. Hay que

quitarle este recuerdo —le hizo saber, señalando a Nat.—Solo hay que hipnotizarla —dijo Gideon como algo obvio.—No puedes hipnotizarla, ¿recuerdas? —expresó Killian.—Ah, sí, es verdad. ¿Por qué no puedo hacerlo? —preguntó mirando a Leo.—Por el muérdago.—¿Qué cosa? —chilló Nat.—Eleonor —llamó su atención Killian—. ¿Qué eres?—Una bruja.—Mierda —mofó Gideon conforme Killian la observaba confundido.

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Los hermanos Sparrow —Así que —habló Nat, que no había parado de parlotear y de hacer preguntas—, ustedes dos

son vampiros —dijo señalando a los hermanos— y tú eres una bruja —señaló a su mejor amiga—. ¿Cómo es que no lo sabía?

—Por protección —contestó Leo.—Eso es pura babosada —se quejó.—Cuanto menos sepas es mejor para ti.—¿Y pueden correr a toda velocidad? —curioseó, ignorando lo que su amiga le había dicho,

poniendo su atención a los hermanos ya que estaba enfadada con ella por ocultarle semejantesecreto.

—Sí —respondió Killian por décima vez.—¿Y pueden comer ajo?—Sí.—¿Y brillan bajo el sol?—¿Qué? —preguntó Killian confundido.—Cómo en Crepúsculo.—Odio esa película —masculló Gideon—. No somos unas putas luciérnagas.—Entonces, ¿se queman bajo el sol?—Sí —contestó Killian—. Nos rostizamos.—Pero yo te he visto caminar bajo el sol sin pulverizarte —murmuró la joven sin comprender.—Llevamos esto —señaló Gideon levantando su mano y mostrando su anillo solar.—Ah —murmuró—. ¿Y tienen todos sus sentidos agudizados?—Sí, Natalie —respondieron los hermanos al unísono, sin ganas de seguir con el cuestionario

con las mismas preguntas, las cuales, la chica jamás se cansaba de hacer desde que habían llegadoa la casa.

—¿Viven solo de sangre? —curioseó—. ¿Pueden comer comida como las personas normales?—Podemos —respondió Gideon, que además de estar aburrido por tantas preguntas, debía

reconocer que un poco le divertía la dinámica de la joven.

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—¿Matan personas? —medio murmuró la pregunta.—Cuando es necesario —habló Killian.—Personas que son normales, me refiero —aclaró.—Cuando es necesario —repitió.—¿Y cómo saben cuándo es necesario? Es decir, ¿matan a asesinos o ladrones?—Creo que es suficiente para mí —intervino Leo—. Voy a buscar una habitación y por la

mañana la hipnotizan antes que tome su té —dicho eso se alejó escaleras arriba, confiando en suinstinto para caer en una habitación de huéspedes o que por lo menos una que no esté habitada porninguno de los hermanos.

—No voy a tomar ningún té —se jactó Natalie.—El té es para protegerte —indicó Killian, comprendiendo lo que Leo hacía con su amiga.—Es para que puedan hacerme olvidar todo lo de esta noche —replicó Nat.—No —negó el vampiro—. Es para que ningún vampiro pueda hacerte daño. Por eso no

saliste del bar cuando te lo pedí; el té protege tu cabeza para que nadie se meta en ella —explicó.—¿Y si hubiera salido me hubieras succionado la sangre? —curioseó Nat.Killian la observó sin saber muy bien que decir.—Creo que yo también voy a descansar —esbozó Gideon, salvando a su hermano de contestar.—¿Ustedes duermen? —preguntó Nat.—El cuerpo lo pide —expresó Gideon con ironía, antes de desaparecer de la sala.—Tú también deberías descansar —dijo Killian, deseando que se fuera a dormir y terminase

con las preguntas. Natalie asintió con la cabeza—. Arriba vas a encontrar habitaciones vacías,puedes dormir en cualquiera de ellas.

Nat acató la orden del joven, era una obviedad que no pensaba dormir junto a su amiga, ya quetodavía seguía enfadada con ella por ocultarle las cosas.

Por la mañana, Leo es despertada por las voces de los chicos y su amiga, aunque al sentir lapresencia de otro vampiro, espabiló con rapidez. Se levantó a toda velocidad de la cama, se pusosu calzado. Trastabillando salió de la habitación y corrió escaleras abajo. Al llegar a la cocina, suamiga estaba sentada en un taburete y un vampiro hembra de pelo castaño, se encontraba frente aella, con su rostro demasiado cerca al de Nat y con un cuchillo en la mano. Eso hizo que su visiónse nublase y con un movimiento de su mano, aprisionó a la mujer vampiro contra la pared máspróxima.

—¿Quién eres y qué haces con Natalie? —inquirió, ejerciendo fuerza a su agarre mágico.—Suéltame —balbuceó la mujer vampiro.—¿Quién eres? —gruñó Leo.—Leo —susurró Nat, asombrada por lo que estaba viendo.—Eleonor —llamó su atención Killian—, ella es mi hermana Joselyn —Los ojos de Leo se

clavaron en la mujer estampada contra la pared, la cual sostenía su cuello luchando contra unagarre invisible—. Suéltala —le pidió.

—¿Qué hacías con Nat? —cuestionó sin soltar a la mujer.—So…lo hablaba… con… ella —forzó las palabras la vampiro.—Eleonor —Leo observó a Killian—, Natalie no confiaba en nosotros y mi hermana se

ofreció a ayudar —Los ojos de Leo se dirigieron a su amiga, que la mirada desconcertada eincrédula por ver como una mujer estaba pegada a la pared sin nada, ni nadie que la sostuviera—.Ella la hipnotizó para que olvidara todo lo de anoche.

En ese momento Gideon se sumó a ellos.

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—Estaba… en eso —habló Joselyn.—¿Olvidar qué? —preguntó Nat.Leo cerró los ojos enfadada con ella misma y al fin soltó el agarre de la mujer.—Otra vez no —se quejó Gideon agachando la mirada, sabiendo bien que se venían todas las

preguntas de nuevo.—Dios —gimió Joselyn frotándose el cuello con ambas manos—. ¿Qué diablos ocurre

contigo?—Lo siento —murmuró la joven bruja entre dientes—, no sabía quién eras.—¿Y así tratas a los desconocidos? —soltó con sarcasmo Joselyn.—Cualquiera que sea un jodido vampiro y esté a centímetros de mi amiga.—¿Vampiro? —cuestionó Nat en voz baja.—Arruinaste todo —le reprochó Gideon.—Hay demasiados vampiros para mi tranquilidad mental —exclamó Leo—. Nos vamos —le

dijo a su amiga, tomándola del brazo para hacerla caminar.—No —negó la humana—. Debes explicarme qué es todo esto.—Y voy a hacerlo en cuanto estemos en la seguridad de mi casa —aseguró.—Eleonor —le gritó Killian—, aquí están más seguras que en cualquier otra parte.Leo se giró a mirarlo.—Los vampiros de anoche las vieron e irán tras ustedes para llegar a nosotros —advirtió

Gideon.—No van a poder entrar en mi casa —Ella observó a los tres vampiros que la miraban con

atención—. Ningún vampiro puede entrar en mi casa. Nadie —sentenció y se apresuró a salir deallí.

—¿Cuál es su problema con los vampiros? —preguntó Joselyn.—No lo sé —respondió Killian, dejando escapar un suspiro—. Pero Gideon tiene razón, ellos

irán tras ella y Nat —Se giró a mirar a su hermano—. ¿Qué fue lo que les robaste? —indagó.—No les robé nada.—Eso no fue lo que dijeron —espetó Killian.—Solo llegué antes que ellos y tomé lo que iban a tomar.—¿Y qué cosa es eso?—Una simple roca —expresó, elevándose de hombros.—¿Y vas a mostrarnos lo especial de esa roca, querido hermanito? —ironizó Joselyn.—Bien —suspiró Gideon y se apresuró a su habitación. Segundos después estaba de nuevo

con ellos y con una roca de un siniestro color rojo y negro más grande que la propia mano que lasostenía—. Esta es…

—¿Y por qué la quieren? —cuestionó Joselyn.—No parece nada especial —sopesó Killian.—¿Será una roca rúnica? —indagó Joselyn.—No sé lo que es —habló Gideon—; ellos la querían. Había escuchado que hacía tiempo que

estaban buscándola y me adelanté. Algo importante quieren hacer con esto, por eso no sepreocuparon en ser descubiertos anoche delante de tantos humanos.

—Es verdad —observó Killian.—¿Y cómo averiguaremos para qué la quieren? —cuestionó Joselyn—. ¿Quién podría saber

qué es esta roca?—Quizás una bruja pueda quitarnos de la duda —sopesó Gideon.

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—Genial —mofó Joselyn—, ¿conocen a alguna bruja, genio?—¿Qué tal la que te tenía pegada a la pared? —se burló.Joselyn abrió la boca para replicar, pero fue interrumpida por Killian.—No creo que quiera ayudarnos.—Entonces hay que buscar a otra bruja que sí quiera hacerlo —sugirió Gideon.—¿Y dónde vamos a encontrar otra bruja? —exclamó Jo.—En Nueva Orleans hay muchas —argumentó Killian.—Pero ninguna de ellas va a ayudarnos.—No todas nos odian.—Dile eso a tu amiga —habló con sarcasmo Joselyn.—Somos los Sparrow, obliguémosla —se jactó Gideon.—Denme tiempo —pidió—, voy a tratar de hablar con ella para que nos ayude.—¿Y qué te hace pensar que va a escucharte? —interrogó Jo.—Porque ellos tienen algo —intervino Gideon.—No tenemos nada —se defendió Killian.—Algo hay —insistió Gideon.—No hay nada —aseveró Killian, alejándose de ellos en dirección a su habitación.Él entró a su cuarto y se desplomó en la cama. Sabía que de algún lado conocía a esa chica,

pero no sabía de dónde, ese nombre ya lo había entonado más de una vez, esos ojos pardos ya loshabía visto antes, esos labios ya los había tocado. Pero ¿dónde? ¿Cómo? Algo estaba mal, era muyconsciente de eso; la atracción hacia esa mujer era demasiado fuerte. Lo sabía desde que sintió sualma entrar a ese bar la semana anterior. Cuando sus ojos se clavaron en los de ella y sabía que aEleonor le había pasado lo mismo, pudo sentirla luchar contra el deseo.

—¿Quién es ella? —escuchó la voz de su hermana desde el quicio de la puerta.—No lo sé —respondió con sinceridad, sabiendo bien a lo que se refiere su hermana.—¿Y qué pasa con ella? —interrogó, caminando hasta donde se encontraba él.—No lo sé —repitió Killian.—Vaya —silbó la vampiresa—, ¿hay algo que sepas? —esbozó con sarcasmo mientras se

acostaba a su lado.—Es que… Es extraño —expresó—; siento que la conozco, pero no la vi nunca. La siento

cuando está cerca y no es un vampiro —comentó.—Quizás porque es un ser sobrenatural, al igual que nosotros —sugirió.—No —negó—. He estado cerca de otras brujas y jamás me sentí de esta manera—Su mirada

se perdió en el techo—. Siento como mi helada sangre se calienta cuando ella está cerca.—Sangre de vampiro caliente —canturreó Jo—, eso sí que es nuevo —se burló—. Gideon

dice que estás enamorado.—¿Cómo puedo estar enamorado de alguien a quien no conozco?—Quizás sea amor a primera vista.—No creo en esa cosa del amor a primera vista.—Yo sí —murmuró ella, ganando que su hermano la mirase a los ojos—. Sabes que creo en el

amor —Le sonrió.—Lo sé —asintió, conociendo la historia de su hermana. Killian pasó un brazo por encima de

su cabeza obligándola a que se apoyara en él—. ¿Sabes?, en mis 178 años, jamás me sentí tanperdido, ni confundido como en este momento.

—No le des vuelta, ya sabremos qué es lo que realmente te pasa con esa bruja —expresó,

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tratando de calmar los pensamientos de Killian.—Te extrañé, hermanita. ¿Dónde has estado?—Cuidando a nuestro hermanito pequeño —respondió clavando sus ojos cafés en los azules

de su hermano para luego fruncir el ceño—; así y todo logró meterse en problemas —masculló.—No es tu culpa. Sabemos que puede meterse en problemas hasta con las manos atadas.—Dos días desapareció el muy maldito —siseó Jo, recordando lo que había sufrido al no

saber nada de él.—Es muy tranquilizador la confianza que me tienen —intervino Gideon desde el salón,

sabiendo que podían escucharlo.—Deja de escuchar las conversaciones ajenas —se quejó Joselyn.—No es ajena cuando hablan de mí.—Gideon —advirtió Killian.—Bien, ya me pongo los audífonos.Luego de varios segundos, en lo que ambos estaban perdidos en sus pensamientos, Joselyn

decidió volver a hablar.—¿Crees que quiera ayudarnos?—No lo sé —respondió Killian—. Pero voy a hacer lo posible para que lo haga.Por la noche, sabiendo que era seguro que se encontrase en la biblioteca, como hacía desde

que la había empezado a seguir, Killian decidió asomarse por ahí y ver si podía hablar con ella demanera casual. Pero en el momento en que cruzó las puertas de la biblioteca, fue consciente queella no estaba ahí; de todas formas, recorrió todo el lugar y el resultado fue el esperado: no habíarastro de Leo. Decidido a llevar a cabo su misión, se dirigió hacia la casa de la joven. Al llegar alas enormes puertas de la residencia, pudo sentir como su sangre se calentaba, sonrió ante esaexpresión, recordando la burla de su hermana y sabiendo que era de extrema rareza que unvampiro tuviera la sangre caliente.

Sabía que ella se encontraba en su casa, miró entre las rejas para poder observar en qué lugarde la casa se encontraba, pero aunque los metros que distanciaban la casa de la puerta, noobstaculizaba su visión, no podía visualizarla.

Sin más, tocó el timbre.—Vete —habló Leo a través del intercomunicador.—Hola, tú también —esbozó Killian con sarcasmo.—Largo.—Necesito tu ayuda.—¿Y por qué debería ayudarte? —inquirió ella.—Por favor, Eleonor…—Mi nombre es Leo.Killian cerró los ojos, muy molesto por esa terquedad.—Ok, Leo. ¿Podrías ayudarme? —No obtuvo repuesta—. ¿Leo? —Silencio—. Leo.De repente, uno de los lados de la puerta fue abierta.—¿Qué clase de ayuda quieres? —cuestionó, una vez que quedó frente a él, pero sin cruzar el

umbral.—¿Puedo entrar? —preguntó Killian, provocando que ella eleve una ceja—. ¿Por favor?—Ni lo sueñes —sentenció.—Es un poco incómodo hablar en la puerta.—Si te dejo entrar ahora, podrás entrar cuando quieras y eso no va a pasar. Solo dime qué

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quieres para que pueda volver con Nat.—¿Cómo está ella?—Bien —respondió, dejando su escudo a un lado—. Por la mañana ya podré hacerla olvidar

todo. Me siento como una perra jugando con su mente de esta forma, es como si le estuvieralavando el cerebro. Lo odio.

—¿Nunca pensaste en dejarla saber?—Sí, pero es mejor para ella no hacerlo —Leo observó al joven parado frente a ella y el

recuerdo de sus sueños se hicieron presente—. ¿A qué has venido? —indagó para hacer que sefuera de una vez, ya que sus pensamientos no eran seguros.

—¿Qué sabes sobre rocas? —indagó Killian.—Que están formadas por tierra y no sé qué más minerales —respondió medio en broma.—Me refiero a rocas mágicas y todo eso.—¿Tienes una roca mágica?—No lo sé, en realidad. Se trata de lo que estaban buscando los vampiros de anoche.—¿Qué quieren los vampiros con una roca mágica?—No sé, por eso es que vengo a pedirte ayuda. Si sabes para qué sirve la roca que tenemos,

quizás podamos saber para qué la quieren ellos.—No —negó Leo en rotundo.—¿Qué?—No voy a meterme en peleas de vampiros, no me interesa —Trató de cerrar la puerta, pero

él la detuvo.—Realmente necesito tu ayuda —suplicó.—Culpa de tu hermano y obviamente tuya, mi mejor amiga estuvo en peligro; ella tenía a un

jodido vampiro respirando sobre su cuello. Lo siento, pero no voy a exponerla a ningún riesgomás. No voy a perderla por una pelea interna entre vampiros.

—No corre ningún riesgo —Se apresuró Killian a decir—. Solo necesito que me digas paraqué sirve esa piedra, nada más. Yo me haré cargo de lo demás. Por favor —le rogó.

—Lo lamento, pero no puedo.Leo cerró la puerta y volvió a la seguridad de su hogar.Killian solo siguió observando la puerta como si por arte de magia, ella podría volver a salir

y decirle que sí lo ayudaba. De más está decir que eso nunca ocurrió.Leo entró y dejó escapar el aire que estaba reteniendo, no podía meterse en problemas de

vampiros, sin embargo, quería tanto ayudarlo, que le dolía en demasía negarse tan rotundamente.Pero, aunque deseara con todo su ser ayudarlo, no podía hacerlo, la vida de su mejor amigacorrería peligro si se juntaba con vampiros, ella era muy consciente de ello.

—¿Quién era? —curioseó Natalie, acercándose a ella.—Mormones —mintió, caminando hacia la cocina.—¿A esta hora? —Nat frunció la nariz.—Se ve que se están quedando sin discípulos —expresó, tomando una botella de agua de la

nevera—. Será mejor que vayamos a dormir, mañana tenemos clases temprano.—Sí —asintió Nat—. Aunque dudo que pueda pegar un ojo después de todo lo que me has

contado —indicó, todavía con la cabeza revuelta por saber sobre vampiros y brujas.—Sí —sonrió Leo—. Es mucho para procesar.—No tienes ni idea —murmuró la rubia—. Me voy a la cama. Hasta mañana.—Hasta mañana —respondió Leo y le dio un largo sorbo a su agua, sintiendo como su

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garganta ardía por todo lo que había pasado en los últimos días. Aunque, en realidad, lo que másle tenía preocupada, era ese extraño sentimiento por el vampiro.

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La piedra del alma negra No dormir en toda la noche, es en verdad una mierda, y más cuando tu cabeza no para de

trabajar.Antes de que el sol saliera, Leo ya estaba sentada sobre el sofá en su sala, con una taza de

café. Su mente seguía trabajando, como lo había hecho toda la noche. Más precisamente, desdeque le cerró la puerta en la cara a Killian. Quería ayudarlo, era como una necesidad imperiosa eldarle su apoyo, aunque no entendía el por qué, ya que lo conocía casi nada. Sin embargo, tambiénestaba esa curiosidad por saber qué era lo que esos vampiros querían con una piedra mágica. Esdecir, los vampiros no pueden hacer magia y dudaba mucho que una bruja les hiciera algún favor,no es ningún misterio que las brujas y los vampiros no se llevan muy bien. Entonces, la preguntainquietante, era saber qué hacían con una roca mágica. Por un lado, no debía meterse en una guerraentre vampiros; pero por otro, ¿si lo que estaban tratando de hacer iba más allá de solo la raza devampiros? ¿Si lo que se traían entre manos perjudicaba a todas las razas, incluyendo a loshumanos?

Soltando un suspiro frustrado por ser una tonta, desobedecer a su tía y meterse en problemas«porque de seguro iba a terminar metida en un gran lio», se levantó del sofá y luego de dejar lataza a medio terminar dentro del lavabo de la cocina, se encaminó a la habitación en donde suamiga estaba durmiendo. Se acercó con cuidado a ella, se colocó en cuclillas a un costado de lacama, prendió un poco de savia y dejó que el incienso abarcara todo el cuerpo de Nat. Susurrandoal oído de su amiga, como si fuera parte de un sueño, le hizo olvidar todo lo ocurrido del díaanterior. Cuando su magia dio resultado, se elevó a su altura y le escribió una nota, avisándole quese iba a la biblioteca y que se quedara en su casa hasta que ella llegara, entonces, se dirigió haciael lugar donde menos quería estar: la casa de Killian.

Antes de que pudiera llegar a tocar la puerta, ésta se abrió, dejando ver al hermano de Killian,que la observaba elevando una ceja.

—¡Killian, la brujita está aquí! —gritó sobre su hombro.—No me llames así —espetó Leo.Ella pasó por su lado, golpeándole el hombro al hacerlo.

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—Sí, pasa —mofó Gideon.—A diferencia de ustedes, no necesito permiso para hacerlo —ironizó sin detener su paso.—Está en la cocina —le indicó Gideon, mientras cerraba la puerta.—Sé exactamente dónde está —se jactó Leo.—Es verdad, ustedes tienen una especie de conexión.—Sé exactamente dónde están todos.El vampiro más joven suspiró y se apresuró a llegar a la cocina antes que ella.—Tu novia acaba de llegar —anunció mirando a Killian.No era necesario avisarle, él ya sabía que ella estaba ahí.—Prefiero que me llames bruja —soltó Leo entrando a la cocina, encontrando a Killian

sentado en un taburete frente a la isla tomando una taza de café.—¿Cómo estás, Eleonor? —le preguntó el joven.—Bien —respondió ella—. ¿Dónde está esa supuesta piedra mágica?—Pensé que no ibas a ayudarnos —dijo Killian observando con detenimiento a la chica.—Lo pensé —Habló conforme caminaba hacia él—. Y si esa piedra se convierte en un

problema para todos nosotros, incluyendo a los humanos, necesito saberlo. No puedo hacerme aun lado —Killian asintió con la cabeza—. Pero si solo es un problema entre vampiros, regresopor donde vine.

—Entiendo— Killian posó su mirada en Gideon—. Tráela —le ordenó.Gideon asintió y salió con velocidad vampírica a buscar la roca.—¿Has venido a ayudarnos? —indagó Joselyn, entrando a la cocina.—Todavía no lo sé.—Aquí está —dijo Gideon a un lado de Leo, tendiéndole la roca.Leo la tomó en sus manos y en un segundo la dejó caer sobre la isla dando dos pasos hacia

atrás.—¿Qué ocurre? —preguntó Killian frunciendo el ceño al ver el susto latente en el rostro de

Leo.—Es la piedra del alma negra —murmuró sin poder quitar los ojos de la roca.—¿De qué estás hablando? ¿Sabes lo que es? —indagó Joselyn.—Es una cárcel para las almas, almas realmente malas —respondió Leo buscando un lugar

donde sentarse, terminando en una silla y apoyó las manos sobre la mesa.—¿A qué te refieres? —inquirió Killian.—Exactamente a lo que acabo de decir —contestó Leo—. En esa piedra hay almas

encerradas, pero no almas cualquieras, sino almas de demonios, de muchos de ellos.—¿Eso es imposible? Por favor, ¿demonios? ¿En serio? —habló Gideon llamando la atención

de todos.—Concéntrate —reprendió Joselyn.—Es lo mismo que dice un humano, quien nunca vio a un vampiro de verdad —señaló Leo.—¿Para qué quiere un clan de vampiros, una piedra con almas de demonios? —interrogó

Killian.—No se me hubiera ocurrido nunca soltar una horda de demonios en la tierra —esbozó

Gideon, ganando una fulminante mirada por parte de su hermana.—Caín —susurró Leo.—¿Qué? —preguntó Killian.—Caín está ahí dentro.

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—¿Y para qué lo quieren? —curioseó Joselyn.—Él es el procreador de los vampiros —le hizo saber Leo.—¿Caín? ¿El que mató a su hermano Abel? —preguntó Gideon incrédulo.—Ese mismo. Los vampiros existen gracias a Caín y Lilith.—¿Y quién es Lilith? —quiso saber Killian.—La primera mujer de Adán.—¿Esa no era Eva? —preguntó Gideon confundido.—Antes que Dios creara a Eva, creo a Lilith. Al sexto día antes que Dios acabara con la

creación de la tierra, Adán se encontraba dándoles nombres a todas las especies, cada una deellas tenía su pareja. Adán cae en la cuenta que él estaba completamente solo, por lo que le pide aDios que le creara una pareja, Dios concede ese pedido y crea a Lilith de la misma forma que lohizo con él. Según el génesis, Lilith no soportaba las exigencias de Adán, yo digo quedirectamente no lo soportaba a él —bromeó Leo—. Ella se quejó mientras tenían relaciones…

—Esta historia se está poniendo buena —bromeó Gideon, frotándose las manos.—¿Por qué se quejó? —indagó Joselyn.—Porque ella siempre estaba abajo.Killian y Gideon soltaron una carcajada.—La posición del misionero era aburrida hasta antes de Cristo, AC —se burló Gideon.—Concéntrate —Volvió a reprender Joselyn, dándole un golpe en la nuca.—Ella no era la sumisa que él quería. Lilith, al preguntarle por qué siempre debía ir abajo, le

contestó que debía hacer lo que él decía, obviamente a ella eso no le gustó para nada e invocandola palabra de Dios desapareció del paraíso, en pleno acto. Lilith terminó a las orillas del MarRojo, junto a Samael y otros demonios, y en donde la pasó muy bien con su lujuria.

—¿Y cómo entra Caín y nosotros en todo eso? —preguntó Joselyn que, hasta el momento, erala única que parecía escuchar con atención.

—Cuando Caín mata a Abel, Dios lo destierra y le da una marca, la cual para Dios es unabendición, pero para muchos y hasta para el propio Caín, es una maldición.

—¿Por qué es una maldición? —cuestionó Gideon.—Dios le puso la marca para que nadie intentara matarlo, sabía que cuando los demás se

enterasen que había asesinado a su propio hermano, iban a arremeter contra Caín. Por lo que Diosle dio la marca alegando que quien quiera hacerle daño se lo iba a devolver siete veces más. Loque para Dios era una bendición para mantenerlo con vida, para Caín se convirtió en unamaldición para el resto de la eternidad. Cada persona que se acercaba a él con malas intenciones,era maldecido por la marca. En cuanto fue desterrado, Caín fue condenado a vagar por la tierra.En su peregrinaje llegó a la tierra de Nod donde edificó la primera ciudad a la cual llamó Enoc,por el nombre de su hijo. Luego de un tiempo, las personas descubrieron quién era y así fueobligado a dejar su tierra y vagar solo en las noches, donde no había gente, y comiendo carnecruda que robaba de los basureros, prácticamente, convirtiéndose en un caníbal. Estuvo así untiempo hasta que llegó al Mar Rojo, donde se encontró con Lilith. Ella le dio asilo y lo ayudó arecomponerse, pero él ya estaba convertido en otra cosa irreconocible. Lilith y Caín tuvieronmuchos hijos, a pedido de Lilith, obviamente. Sin embargo, tres ángeles bajaron a buscarla, Snvi,Snsvi y Smnglof, para que vuelva. Ella se negó y entonces Dios mató a los cien primeros de sushijos, Caín le echó toda la culpa a ella por su manía de contrariar a Dios y a todo hombre, ellaterminó enfadándose y con ayuda de un demonio mayor encerró el alma de Caín en esa piedra.Poco después, ella comenzó a vengarse por la muerte de sus hijos. Luego, cuando todo se estaba

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yendo a la mierda, Lilith encarceló su alma a la misma piedra en la que lo puso a Caín, usando esaruna como un refugio. Son contadas con una mano las personas que saben la relación que huboentre Caín y Lilith —concluyó.

—Ahora ya sabemos lo que haces tanto tiempo dentro de la biblioteca —se burló Gideon.—Bien —dijo Killian ignorando el comentario de Gideon y acomodando sus pensamientos—.

Entonces, ¿por qué dices que estos vampiros quieren a Caín y no a otro demonio o a la mismaLilith?

—No creo que los vampiros quieran una horda de demonios deambulando por la tierra. Sisueltan a cualquier otro demonio, como a Amón, Amadeos, o a Leviatán, todos nosotros nosconvertiremos en sus esclavos, no veo a estos vampiros queriendo eso. Con respecto a Llilth,como dije, son muy pocas las personas que saben que ella tuvo una historia con Caín y muchomenos saben que se encarceló en una piedra, su orgullo no dejaría que nadie creyera que eso pasó.Además, ella no es maleable y jamás se dejaría persuadir por un hombre. En mi opinión, ellosquieren a Caín, como les dije antes, es el padre de los vampiros y a él sí pueden persuadirlo, ybien podrían usar la marca de Caín como un arma —explicó.

—Pero si la marca actúa en contra de las personas que quieran lastimar a Caín, ¿no crees queesos vampiros van a salir mal de todo eso? —indagó Joselyn.

—Si saben mantener sus pensamientos en la oscuridad y buscan la forma de engañar esamaldición, puede que funcione. De todas maneras, necesitan a una bruja muy poderosa para podersacar a Caín de esa piedra y para poder persuadir la maldición.

—Las brujas no ayudan a los vampiros —expresó Gideon.—Y no hay vampiros brujos —continuó Leo.—¿Entonces? —inquirió Joselyn.—O tienen a una bruja con ganas de joder al mundo o la tienen en contra de su voluntad —

sugirió Killian.—Estás dando por hecho que ya tienen a la bruja y solo les falta la piedra —le hizo notar Leo.—Creo que sí —asintió Killian, no muy convencido.—Yo creo que es la segunda opción —esbozó Leo—. Las brujas no ayudan a los vampiros.—¿Por qué odias tanto a los vampiros? —indagó Gideon.—No les odio —respondió—. Pero en 1692 —comenzó recordando lo que había contado

aquel vampiro la noche que mató a sus padres—, los de su especie hicieron todo una tapaderaasesinando a mujeres inocentes, acusándolas de brujas…

—¿Estás hablando de Salem? —preguntó Joselyn.—Sí. Y en 1834 cazaron y asesinaron a verdaderas brujas, y aquellas que pudieron escapar,

tuvieron que salir de New Haven buscando refugio en otros lugares y mantenerse escondidas paraque no las maten.

—Pero eso no fuimos nosotros —espetó Gideon.—Fueron vampiros, uno de ustedes los lideraba con falsas promesas, pero si hubieron

vampiros que sabían que estaban siendo usados por uno solo, no les importó, porque eso es lo queson, depredadores que matan y abusan de su fuerza para alimentarse del miedo de las demásespecies.

Al darse cuenta de que estaba dejando salir la rabia contenida, decidió que ya era hora devolver a casa.

—¿Por qué nos odias tú? —cuestionó Killian, deteniendo la huida de la joven.—No les odio —dijo, sobre su hombro.

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—Sí lo haces —afirmó Killian, colocándose frente a ella.—Solo odio a uno de ustedes y cuando lo encuentre haré lo que esté a mi alcance para acabar

con él —dicho eso, se apresuró a salir, a toda velocidad de la vista de los vampiros y de la casa,usando su magia.

—Eso fue ilustrador —masculló Gideon.—No te preocupes —habló Joselyn a un lado de Killian—, ella va a volver.—No. Yo voy a ir hacia ella.—¿Vas a seguirla como un perrito faldero? —se burló Gideon.—No, idiota —habló Killian frunciendo el ceño—. Voy a llevar la piedra con ella.—Ya perdiste la puta cabeza —espetó Gideon—. Esa piedra está segura acá —afirmó y

Killian negó con la cabeza.—No, Gideon. Recuerda que ella dijo que nadie indeseado puede entrar en su casa y sin

contar que ningún vampiro puede entrar en su casa o en cualquier otra casa sin permiso del dueño.—Si los vampiros son los que buscan la piedra, ellos no podrían entrar en su casa —

comprendió Joselyn.—Así es, Jo.—¿Ella querrá ser la guardiana de la piedra del alma negra? —preguntó Gideon medio en

broma.—Habrá que preguntarle —murmuró Killian.

Sin detener el paso ligero, Leo llegó a su casa. Al entrar e ir a la cocina a tomar un poco deagua, se encontró con su amiga Nat, que estaba tomando una taza de té. Leo sonrió, al menos el téque tomaba, era su protección.

—¿Cómo te fue? —curioseó Natalie.—Lo mejor que le puede ir a alguien que va a la biblioteca —bromeó Leo—. Pensé que

estarías en clases.—Me ordenaste que no saliera de aquí, que te esperara.—En eso sí me haces caso.—No quería contrariarte —articuló Natalie haciendo reír a Leo.—Creo que voy a recostarme un rato, estoy cansada.—Sí, los libros pueden ser algo agotador —se mofó Nat.—Deja de burlarte —reprendió Leo y salió de la cocina para ir a recostarse un poco.Sin esperarlo, la joven se quedó dormida, su sueño se apoderó de ella, llevándola a otro

tiempo y espacio.

Su pelo estaba ondulado y era más claro, llevaba un largo vestido de dama, el cual conteníaun poco de barro en el volado por estar caminando por las gradas en la noche. Al llegar a unestablo, abrió la puerta y se adentró mirando para todos lados. Una tenue luz resplandeció enel fondo y una sonrisa se dibujó en su rostro al ver al joven que ella tanto amaba, sentado sobre

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una manta en el suelo. Ella corrió hasta él, abriendo los brazos para que la atajara.—Te tardaste una eternidad —esbozó el joven, besando el cuello femenino.—Lo siento, mi amor. Mis padres no se dormían.—Está bien, Eleonor, ya estás aquí —La tranquilizó y se apoderó de su boca.—Killian —susurró, al sentir los labios masculinos sobre la piel sensible de su cuello—, te

amo.—Te amo, Eleonor —correspondió Killian, al tiempo que la recostaba sobre la manta.

Los ojos de Leo se abrieron con rapidez y se sentó sobre la cama, tratando que entre un pocode aire en sus pulmones. No podía estar soñando de nuevo con él, y qué era lo que significabanesos sueños. No había tomado el brebaje para poder controlar los sueños, en realidad no pensabahacerlo, ya que solo se recostaría para calmar la mañana intensa que tuvo, nunca creyó que sequedaría dormida. En ese momento era consciente que debía haberlo tomado de todas formas,odiaba esos sueños, ya que no los entendía. No comprendía por qué soñaba con él y en tiemposdiferentes. Porque está muy segura de que el sueño que acababa de tener debía de ser en algunaépoca del siglo XVIII o XIX. Era lo poco que podía llegar a deducir por la vestimenta.

De pronto su piel comenzó a arder.—Killian —susurró, colocando una mano en su corazón.

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El inmortal Como si de un rayo se tratara, Leo llegó a la cocina y tomó el intercomunicador antes de que

sonara.—¿Qué haces aquí?—Ya me estoy acostumbrando a tu falta de educación —se quejó Killian.—¿Y bien?—exigió ella, elevando una ceja interrogativa.—Tenemos que hablar.Una de las puertas del enorme portón se abrió y Leo apareció a la vista.—¿Sobre qué?—Sobre esto —respondió el joven mostrando la piedra.—Estás loco —exclamó asustada—. ¿Cómo andas con eso por la calle? Pueden verte. Es

peligroso.—Por eso lo traigo contigo.—¿De qué hablas?—Creo que estaría más segura contigo.Ante esas palabras, Leo lo quedó mirando fijo, luego miró para ambos lados de la calle y

suspiró, sabiendo bien que ya perdió la batalla.—Pasa —dijo de mal modo.—¿Estás segura? —Indagó Killian elevando una ceja—. Si me dejas entrar ahora podría

entrar en cualquier momento —le recordó.—Ya lo sé —espetó Leo—. No hagas que me arrepienta —le advirtió, haciéndose a un lado

para dejarlo pasar.Killian solo asintió con la cabeza y acató la orden de la joven. Leo cerró la puerta tras ella y

lo dirigió por el camino hasta llegar a la casa. Antes de abrir la puerta principal, ella le lanzó unamirada de advertencia que lo hizo sonreír. Ambos se adentraron en la sala y Leo lo tomó de lamano para que no tenga tiempo de fisgonear en su hogar, y lo llevó directo a su cuarto antes de queNatalie decidiera aparecer.

En cuanto entraron en la habitación, ella le soltó la mano y se colocó frente a él con los brazoscruzados, mientras que Killian abarcaba todo el lugar con la mirada. Para su sorpresa, no habíanada personal en esa habitación. Solo era una habitación común, con pisos de madera, paredes

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blancas, ningún cuadro o pintura, ni siquiera un poster. Una cama doble con dosel bermellón. Undiminuto sofá de color beige cerca de la ventana. Un pequeño estante colmado de libros, de lo quellegaba a leer, eran literatura inglesa y tragedias románticas, y un simple y aburrido placard.Aunque la mesita de noche, quizás podía decir algo más de ella, ya que había una fotografía de unapareja junto a una niña, lo que él dedujo como sus padres y ella, y otra fotografía con una hermosamujer mayor, de pelo azabache e intensos ojos negros.

—Así que, acabas de meterme en tu habitación como…—No lo hagas —Interrumpió Leo a modo de advertencia—. ¿Por qué quieres que la piedra

esté conmigo?Killian suspiró y caminó por la habitación.—Recuerdo que dijiste que ninguna persona indeseada podía entrar en tu casa —dijo sin dejar

de recorrer la habitación.—Así es. Nadie quien no esté invitado puede entrar.—¿Ni siquiera un humano?—Si no lo he invitado, no —aseveró Leo.—Y obviamente los vampiros tampoco podemos.—Por eso quieres dejar la piedra aquí. Porque nadie puede entrar —dedujo Leo.—Necesitamos un lugar seguro y, hasta ahora, lo más seguro es tu casa.—Esa piedra es peligrosa —Leo negó con la cabeza y se sentó en el borde de la cama.—Eleonor —Al llamarla de esa manera, los pensamientos de la chica volaron al sueño de

minutos antes—, necesito que guardes esta piedra aquí, no hay otro lugar seguro. Si en verdadquieren despertar a Caín, o a cualquier otro demonio, no somos los únicos quienes corremospeligro, sino toda la humanidad. Por favor —terminó diciendo en voz baja.

—No estoy muy segura de que esto funcione —murmuró, mirando al suelo.Con cuidado Killian se sentó a su lado mirando al frente.—¿Quiénes tienen permiso de entrar? —curioseó.—Solo Nat —Lo miró—. Y ahora tú.Los ojos de Killian captaron el momento justo en el que la boca de ella articuló la palabra

“tú”. Se perdió allí, el tiempo se detuvo conforme recorría cada rasgo de sus labios. Un instantedespués, clavó sus ojos en los de ella. Esos ojos pardos que sabía que de algún lado los conocía,pero por alguna estúpida razón, no podía recordarlo.

Leo se paralizó observando el intenso azul de los ojos del joven, sabiendo bien que más deuna vez los vio en sus sueños, conociendo cada mota dibujada en ellos. De a poco, y sin buscarlo,ambos estaban acercándose para poder unir esos labios al conocimiento ignorado que tenían decada uno. A pocos centímetros de llegar a unirlos, un ruido providente de abajo los hizo volver ala realidad.

—¡Leo, volví! —gritó Nat.—¿En qué momento se fue? —se preguntó Leo—. No tiene que verte aquí —se apresuró a

decir en cuanto se dio cuenta de que su amiga estaba a punto de subir a su habitación.—¿Vas a esconderme dentro del armario? —se burló Killian al verla caminar por el cuarto.—No. Vas a saltar por la ventana y volver a tu casa.—Puedo lastimarme —se jactó él.—No es verdad —dijo conforme abría la ventana—. Sal. Ahora —le ordenó.—Bien —suspiró y caminó hasta la ventana. Se detuvo y enfrentó a la chica—. Ten —Le

tendió la roca—, guárdala.

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Leo la aceptó y Killian se apresuró a saltar justo antes de que Nat entrara en la habitación.—¿Qué haces? —curioseó la recién llegada.—Solo dejo que entre un poco de aire —le contestó Leo, escondiendo la piedra tras su

espalda—, ya sabes, que entre aire nuevo y que salga el viejo.Nat eleva una ceja.—Cambios de aires —bromeó.—Algo así —dijo caminando hacia ella—. ¿Dónde fuiste?—A las últimas clases —Leo la miró elevando una ceja, obviamente no creyéndole nada—.

De verdad, fui a las últimas clases —Se eleva de hombros—. Me estaba aburriendo aquí.—¿Y cómo te fue? —quiso saber Leo.—Muy bien —expresó Nat—. Conocí a un chico —articuló sentándose en la cama.—No esperaba menos.—Es un lindo chico de color, llamado Zeke Baker —exclamó con ojos brillantes—, y sabe

mucho de William Shakespeare.—Vaya, pero si la pasaste mejor que yo —silbó Leo.—Tuve más acción, por supuesto —entonó, juntando las manos—. Y, querida amiga, estamos

invitadas a una fiesta.—Pero estamos a media semana.—Es el viernes, no te alarmes —le dijo—. Vamos a ir, ¿cierto? —preguntó haciéndole ojitos.—Por supuesto que sí.—Me estoy muriendo de hambre —exclamó Nat.—Yo también —concordó Leo, frunciendo la boca.Mientras Nat comenzó a bajar, Leo se apresuró a guardar la piedra en la cómoda, luego bajó a

toda velocidad para encontrarse con su amiga en la cocina y se dispuso a preparar algo rápidopara la cena. Un poco de pollo y ensalada, era lo mejor para el momento.

Mientras cenaban sentadas en la cocina, Leo no podía despegar su mente de la piedra rúnica,debía reconocer que por primera vez sentía miedo de verdad. No era lo mismo pelear con unvampiro u otra especie, a pelear con un demonio; debía encontrar la manera de que esos vampirosno se salieran con la suya y no liberaran a ningún alma encarcelada en esa piedra. Ni siquieraquería imaginar lo que podría llegar a pasar si eso sucedía.

—Planeta Tierra llamando a Leo —llamó Nat, moviendo la mano delante de Leo para llamarsu atención—. ¡¡Leo!!

—¿Sí?—¿Dónde estás?—Aquí —mintió.—No es cierto —reprochó Nat—. Ni siquiera has tocado tu plato.Leo bajó la mirada hacia su comida.—Es que me duele un poco la cabeza. No debí dormir esa siesta —volvió a mentir, aunque a

medias, ya que de verdad le había comenzado a doler un poco la cabeza, pero no por la siesta.—¿Es por Killian? —curioseó, logrando que Leo clavara la mirada en ella.—¿Qué tiene Killian? —evadió.—Desde que lo conoces estás rara.—No es cierto.—Sí lo es —insistió Nat—. Mira, si no quieres contarme qué es lo que sucede, está bien —Al

instante negó con la cabeza—. No, la verdad no está bien. Siempre nos hemos contado todo. Por

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lo tanto, debes contarme lo que sucede.Leo suspiró y decidió hablar, no teniendo escapatoria.—He soñado con él —murmuró.—¿Qué?—Soñé con Killian y fue un sueño raro.—¿Tuviste un sueño hot con el galán de ojos azules? —curioseó Nat, mirándola de manera

traviesa.—No —Leo abrió y cerró la boca—. Ya te dije que fue raro. Fue de un tiempo pasado, un

siglo pasado.—¿Y qué pasó en ese sueño? —curioseó su amiga.—No recuerdo bien —mintió Leo—. Solo que usaba esa vestimenta del siglo XVIII y al

parecer me escapaba de mis padres para verlo, pero luego me desperté —contó, omitiendo unagran parte del sueño y todos los otros sueños.

—¿Y qué piensas que signifique?—Nada —respondió elevándose de hombros, para luego decidirse por comenzar a comer para

mantener su boca ocupada.—Cómo que nada —chilló Nat.—Es solo un sueño, Nat —le restó importancia.—Pero algo debe significar —exclamó la rubia—. Es decir, podrías haber soñado con él en

este siglo, o sea, un sueño normal, ¿pero por qué transportarlo a otra época?Leo la miró fijo, reconociendo que lo que decía su amiga era completamente cierto. Ella no

soñaba con él en la época presente, sino en una pasada, sin contar que había soñado con él un díaantes de conocerlo. ¿Por qué pasaba eso? ¿Qué significaba? Porque Nat tenía razón, había unsignificado detrás de esos sueños.

—Quizás debamos averiguar que significa —sugirió Leo, teniendo en cuenta que con esasugerencia dejaba a Nat tranquila con las preguntas y además le daba algo más en que ocuparse.Aunque ella debía averiguar en verdad qué significaba todo eso.

Horas más tarde, ambas estaban acostadas; Leo pudo convencer a Nat para que se quedara almenos esa noche con ella. Sabía que no iba a poder retenerla más tiempo en su casa y eso laestaba matando por dentro; si ella volvía al campus, le iba a ser más difícil poder protegerla. Peroera consciente que no podía obligarla a quedarse.

Ya eran más de las tres de la mañana y seguía dando vueltas en la cama, decidió no tomar elbrebaje esa noche para poder soñar con Killian; aunque pareciera ilógico, quería soñar con él yasí poder acercarse más a la verdad, a saber por qué soñaba con él desde antes de conocerlo.Creía que dejando fluir los sueños iba a descubrir algo en ellos y quizás podía ayudarla adescifrar lo que sea que esté pasando entre Killian y ella. Sin embargo, el sueño no llegaba. Suspensamientos la llevaban a horas atrás, cuando él estuvo en su habitación, sabiendo que casi sebesan y que iba a dejar besarse por él, si no fuera por la llegada de Nat; lo deseaba. De a poco laoscuridad se apoderó de ella y fue sumida en un profundo sueño. Para su desgracia, ese sueño notenía nada que ver con Killian, sino, con la noche en que sus padres fallecieron. Habían pasadoaños desde la última vez que soñó con la muerte de ellos, reproduciendo una y otra vez esa trágicanoche. De nuevo su padre estaba frente a ese vampiro llamado Michael, otra vez él le hincaba susdientes en el cuello antes de dejarlo caer por la borda. Luego su madre se acercaba a ese hombre,Leo le gritaba desde lejos, parada a un lado en la superficie del barco.

—¡¡Mamá!! —Pero su madre no la oía; su madre seguía acercándose más a ese vampiro—.

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¡¡No, mamá!!Era estúpido gritar y ella lo sabía, pero no podía evitarlo.Su madre siguió el camino de su padre, ambos se perdían en la oscuridad del océano y ella,

otra vez, no podía salvarlos. Corrió hasta el borde y miró hacia abajo, esperando poder verlos,pero no había nada. Ellos ya habían sido consumidos por el agua. De pronto, una piedra de colorrojo y negro se ve reflejada en el agua, Leo frunció el ceño al verla. Conocía esa piedra, pero...¿qué hacía ahí? Estiró la mano para tomarla, sin embargo, fue succionada por el océano y cayó alfondo.

De un salto se despertó, su cuerpo sudaba frío, toda la habitación estaba helada. Ella tiritaba.Reacomodando sus pensamientos repasó el sueño, recordando lo que había visto. Observó haciala cómoda en donde había guardado la pierda del alma negra en uno de sus cajones. Se levantó dela cama y caminó hacia allí, abrió el último cajón y rebuscó entre la ropa la piedra. El calor de laroca vibró al rozarla con sus dedos, la quitó de allí y la observó un instante antes de quedarparalizada en el lugar y ver como todo a su alrededor cambiaba.

Su habitación no estaba, en su lugar, había tierra colorada y seca, no había señal de nada vivoahí. El cielo era de un intenso color púrpura y el frío que ella había sentido antes ya no estaba, sehabía convertido en un horripilante calor quemando cada parte de sus extremidades. En sus manos,todavía llevaba la piedra y la apretó con fuerza para no perderla. Miró más allá y pudo ver unvolcán en lo alto, desprendiendo lava muy espesa y roja, pareciendo lo único intacto en el lugar.

—Eleonor —escuchó como su nombre era susurrado a su espalda. Giro violentamente yencontró a un hombre de color sonriéndole—. Un gusto conocerte.

—¿Cómo sabes mi nombre? —inquirió la joven.—De la misma manera que tú sabes el mío.—No sé tu nombre —escupió Leo.—Sí lo sabes —Su voz era melodiosa y no parecía para nada maligna, pero Leo no se iba a

dejar llevar por voces melosas—. Sabes que eso es peligroso, ¿verdad? —le indicó el hombremirando la piedra que ella no dejaba de sostener.

Leo da un paso atrás escondiendo su mano en su espalda. Él sonríe.—¿Dónde estoy?—Aquí mismo —respondió aquel hombre.—Odio los acertijos —espetó Leo.El hombre se carcajeó.—Estamos dentro de la piedra —le explicó.Leo miró la piedra con el ceño fruncido y su cuerpo tembló aterrado.—No es posible —murmuró desconcertada.—No para ti, pero sí para mí —señaló dando un paso más hacia ella.—No te acerques —le advirtió levantando una mano, haciéndole saber que iba a usar su

magia.—No puedes hacerme nada aquí —habló con suavidad sin detener el paso.—¿De qué hablas? —indagó, caminando hacia atrás.Por cada paso que él daba, ella retrocedía uno.—En este lugar tu magia no sirve, Eleonor —dicho eso, sin que Leo pudiera prevenirlo, él se

estiró por completo hacia ella y la tomó con fuerza de la muñeca en la cual llevaba la piedra—.Esto me pertenece —dijo, apoyando otra mano sobre la piedra.

—¡¡No!! —gritó—. ¿Quién eres?

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El hombre sonrió con malicia antes de responder.—Caín —susurró—. El inmortal.Leo agitó la mano con vehemencia antes de caer al volcán que había visto a lo lejos y no tenía

ni idea de cómo habían llegado hasta allí.—¡¡¡Nooo!!! —gritó en caída para después ser absorbida por el volcán.

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El beso —¡¡Eleonor!! ¡¡Eleonor!! —Escuchaba a lo lejos, esa voz le era tan conocida, sabía a quién le

pertenecía—. ¡Eleonor, despierta! —sintió como unas frías manos le tocaban el rostro—. Porfavor, despierta —suplicaba a lejos—. Eleonor. Eleonor —Podía oír su nombre cada vez máscerca—. Despierta, Eleonor. ¿Dime qué pasó? —Ella logró abrir los ojos y descubrió a Killiandelante de ella con la frente arrugada de preocupación. Miró a su alrededor y, gracias a Dios, seencontraba en su cama, en su habitación y no… Se sentó con rapidez en la cama—. Eleonor,tranquila —le pidió Killian al verla observar por todos lados con desesperación.

—¿La piedra, dónde está? —inquirió buscándola a su alrededor sin prestarle atención.—Aquí —dijo Killian y ella dejó salir el aire, sintiéndose aliviada—. ¿Qué ocurrió, Eleonor?—¿Cómo es que estás aquí?—Quería saber si todo iba bien y te oí gritar… Perdón por entrar sin permiso, pero… Cuando

entré te encontré tirada en el suelo y la piedra a pocos centímetros de ti. ¿Qué pasó, Eleonor?—Creo que…—Tomó aire para así adquirir coraje para lo que iba a decir—. Creo que estuve

dentro de la piedra —entonó en voz baja.—¿Qué?—Sí, no sé cómo…—Se retorció las manos por el nerviosismo—. Estaba soñando con la

muerte de mis padres, un sueño que he tenido siempre, pero ésta vez había algo diferente; vi…—¿Qué viste? —pregunta Killian con suavidad.—Vi la piedra en el océano, antes de caer —murmuró y clavó su mirada en un punto de su

cobertor, temiendo mirarlo a él.—¿Caíste al agua? —cuestionó el joven vampiro colocando dos dedos bajo la barbilla de ella

para levantarle la mirada hacia él. Ella asintió—. ¿Y qué pasó luego?Leo cerró los ojos un instante antes de volver a abrirlos y responder:—Desperté, caminé a la cómoda, busqué la piedra y la sostuve en mi mano —Cerró en un

puño la mano con la cual había sostenido la piedra—. Luego mi habitación ya no estaba, yo…yo…

—Tranquila —le dijo en voz baja, acariciando su mejilla.

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—Yo estuve dentro de esa piedra —habló conforme sentía el tacto de Killian en su rostro—.Era como estar en el infierno, y lo vi a él.

—¿A quién? —indagó, deteniendo su caricia para dejar toda su atención en lo que ella estabadiciendo.

—A Caín —respondió en un susurro apenas audible.—¿Es eso posible?—No lo sé —Lo miró directo a los ojos—. Quería la piedra; caí dentro de un volcán tratando

de que no la tuviera, mi magia no funcionaba ahí —Una lágrima cayó por su mejilla y Killian ladetuvo—. Fue aterrador. No hay que dejarlo salir. No podemos dejar salir esa cosa.

—Shuu, tranquila —La llevó hasta él, protegiéndola del miedo que sentía—, no dejaremos quesalga, te lo prometo —Leo asintió con la cabeza escondida en el pecho de él a medida que lehablaba con tono tranquilizador—. Debes tratar de dormir un poco —le indicó en cuanto estuvomás calmada. Leo se negó, a pesar de sentir como sus párpados pesaban, pero tenía terror devolver a ese lugar—. Debes descansar.

—No puedo —musitó.—Oye —Killian la tomó del rostro con ambas manos—, no te pasará nada. No dejaré que

nada te pase. Te lo prometo —Leo cerró los ojos, queriendo creer en esa promesa—. Voy aquedarme a tu lado, ¿sí?

Ella asintió y se dejó acostar por él. Killian la acomodó en la cama de modo que quedarafrente a él.

Ambos se quedaron perdidos en los ojos del otro, ambos tenían el mismo pensamiento, esosojos ya los habían visto antes. Sin embargo, ninguno de ellos podía saber en dónde. Sin poderevitarlo, Killian levantó una mano y la dirigió al rostro de Leo, con suavidad latente le acarició lamejilla. Leo suspiró ante el tacto y por instinto cerró los ojos. De alguna loca manera, se sentíaprotegida con él a su lado, era un vampiro y lo sabía, sabía que no podía fiarse de uno, pero conKillian era diferente, confiaba en él, a pesar de apenas conocerlo, sabía que iba a protegerla,sentía que así era. De a poco la oscuridad se apoderó de ella y la llevó a un sueño profundo. Porsuerte, no volvió a ver la muerte de sus padres, ni a ese lugar dentro de la piedra.

Killian no dejó de mirarla, ni de acariciarla, ni siquiera cuando ella se quedó dormida. Consus ojos memorizó cada parte de ese rostro, algo que era estúpido, ya que él lo conocía; pero deigual modo, siguió mirándola, observándola, convirtiéndose en el guardián de sus sueños. Sindarse cuenta, Killian comenzó a cerrar sus ojos, había pasado días sin poder descansar; másconcretamente, desde que la vio en ese bar, y a pesar de ser un vampiro, necesitaba descansar, elrecipiente humano que lo sostenía lo requerida, si bien tenía las ventajas de curarse rápido opoder pasar años sin comer o sin dormir, llegaba un momento en que el cuerpo pedía más.

—Killian —susurró Leo en su sueño, justo en el momento en que él estaba por abandonarse ensu propio letargo; abrió los ojos y la observó—. Killian —repitió.

—Shuu —susurró, acariciándole otra vez la mejilla—. Aquí estoy —Ella se acurrucó más a ély Killian se quedó paralizado, muy quieto en el lugar.

—Killian —jadeó Leo, apretando más su cuerpo hacia él.La joven bruja buscó la boca del vampiro y, al encontrarla, aprisionó sus labios en ella.

Killian no salía de su estupor, pero no hizo nada por detenerla. Dejó que lo besase y también seunió a ese beso.

Su lengua entró en la boca de la joven y pudo sentir ese calor, que no le era extraño, pero sí delo más reconfortante. La joven suspiró sobre su boca y él sabía que debía detenerse. Con cuidado

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para que ella no despertara, comenzó a alejarse. En un instante estaba fuera de la cama,observándola desde su altura. Sentía una imperiosa necesidad de volver a su lado y continuar conese beso, sin embargo, sabía que estaba mal. Ella solo estaba soñando y era muy consciente que sise despertaba con él entre sus brazos, no le iba a gustar nada. De hecho, era muy consciente de queella jamás lo besaría estando despierta… Aunque, ¿en verdad sería así? Ya no importaba, debíasalir de ahí.

Cuando estaba a punto de saltar por la ventana, recordó su promesa.—Maldición —masculló.No podía romper su promesa. Observó de nuevo a Leo y luego vio un pequeño sofá a unos

centímetros de la ventana, caminó hasta allí y acomodó su largo y esbelto cuerpo sobre este lomejor que pudo. No iba a dejarla sola, no al menos esa noche.

Por la mañana, el sol colándose por la ventana de la habitación de Leo, la hizo despertar consuavidad. Al abrir sus ojos, lo primero que vislumbró fue a Killian sentado en su pequeño sillón.Él se encontraba absorto mirando el amanecer, sin percatarse del despertar de la joven. Sinmoverse de su lugar, Leo lo observó y, además de preguntarse por qué él todavía seguía ahí, sepreguntaba si Killian también soñaba con ella como lo hacía con él.

—¿Estuviste despierto toda la noche? —le preguntó, no queriendo hurgar más en su propiamente.

Killian desvió la mirada hacia ella, mostrándole una media sonrisa.—No es muy cómodo este sillón —respondió medio en broma.—¿Y por qué no fuiste a casa?—Te prometí no dejarte sola —Ella elevó una ceja interrogativa y él se dispuso a responder la

silenciosa pregunta de la joven—. Tengo un pequeño problema con eso de romper promesas —Seelevó de hombros, quitándole importancia—. No puedo romper una promesa —argumentó.

—¿Es como una especie de maldición? —cuestionó, sentándose en la cama.—Si el honor es una maldición, entonces de seguro que es eso —Leo entrecerró los ojos—.

¿Por qué me miras así?—No sabía que los vampiros tuvieran honor —indicó. Killian agachó la mirada y ella se dio

cuenta que no fue muy afortunado haber dicho aquello—. Lo siento, no debí decir eso… Yo…—Está bien —intervino él parándose ante ella—. Quizás tengas razón, los vampiros

carecemos de honor —Fue el turno de ella de agachar la mirada—, pero no siempre fuimos esto,¿sabes? Antes fui humano, antes odié y amé como uno. Yo no pedí ser lo que soy, Eleonor, pero asíson las cosas. Y así como te digo que amé y odié como humano, también lo hice y hago comovampiro y puedo asegurarte que es mucho más intenso. Todos los sentimientos, los sentidos,todo… se siente con más intensidad; una caricia, un beso —esbozó, recordando el que ella lehabía dado estando dormida—.Todo es tan fuerte, que a veces es muy abrumador sentir tanto. Haysentimientos que duelen, muchísimo. Tienes razón en decir que somos depredadores, porque losomos, pero la mayoría de nosotros no tuvo otra opción —La miró con firmeza—. No sé qué fuelo que los vampiros te hicieron, pero creo que no es justo que pongas a toda una raza en unamisma bolsa por los errores de unos pocos, tú mejor que nadie sabes que no puedes culpar a todauna especie por decisiones que toman los poderosos, yo no culpo a todos los humanos por… —Sedetuvo e inspiró profundo—. No pretendo que confíes ciegamente en los vampiros, pero si quieresque salvemos al mundo, juntos —dijo señalando la piedra que descansaba sobre la mesita denoche de Leo—, debes confiar en mí, al menos por esta vez. Luego puedes seguir con tu vida yseguir cazando vampiros por vendetta. Prometo alejarme de ti —Mostró una forzada sonrisa—. Ya

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ves que cumplo con mis promesas.—¡¡Leo, Arriba!! —gritó su amiga, acercándose a su habitación.En cuanto Leo giró a ver la puerta de su habitación, Killian ya se había ido, no sin antes

susurrarle:—Recuerda, no somos muy diferentes.Leo miró hacia donde había estado Killian, pero el vampiro ya no se encontraba más ahí y

Natalie entraba en la habitación.—Pensé que iba a tener que saltar sobre la cama —bromeó la rubia acercándose a ella.—Lamento ser tan frustrante.—No es cierto, no lo lamentas —entonó Nat, poniendo su atención a la piedra que reposaba

sobre la mesita de noche—. ¿Qué es esto? —preguntó tomándola.—No la toques —chilló Leo haciendo asustar a Nat.Se estiró y se la quitó sin reparo de la mano.—Pero… qué… —Leo inspiró hondo—. ¿Qué te pasa? ¿Qué es eso?—Lo siento —murmuró Eleonor.Ella se levantó de la cama y caminó hasta la cómoda a esconder la piedra en el mismo lugar

que lo había hecho antes.—¿Qué es eso? —cuestionó su amiga.—Es solo una piedra —respondió Leo en voz baja dándole la espalda.—No parece solo una piedra.—Es solo eso —Se giró a mirarla—, una piedra, nada importante.—¿Y por qué reaccionaste así?—Lo siento, es solo que… No sé, me agarraste dormida —Nat elevó una ceja, visiblemente

no creyendo nada de lo que su amiga le decía—. En serio, Nat, tuve un mal sueño y quedé unpoco… ¿Traumada? —concluyó mirándola con una pequeña sonrisa, tratando de arreglar suarrebato.

—Bajemos a desayunar y me cuentas ese sueño —le ordenó—. Espero que hayas soñado conese sexy hombre del bar.

Leo sonrió al ver que pudo desviar la atención de su amiga y asintió con la cabeza.Las dos bajaron a la cocina, en donde Nat ya tenía preparado el desayuno sobre la mesa. Cafés

y tostadas con miel para ambas.—¿Hace cuánto que estás levantada? —curioseó Leo, tomando asiento.—Hace como una hora —contestó Nat endulzando su café—. Anoche me dormí muy rápido,

esa cama es de lo más cómoda que hay.—¿Mucho más cómoda que la de la residencia?—No voy a quedarme —aseveró la rubia—; esta noche vuelvo al campus. La cama puede ser

muy cómoda, pero necesito fraternizar con los demás. A comparación de ti, a mí me gustaríaconocer a todos los que pueda en este lugar.

—Por qué siento que me encuentro en un estrado —se mofó Leo; Nat le regaló una enormesonrisa.

—Porque lo estás.Tiempo más tarde, estaban en dirección a la Universidad; Nat había convencido a Leo para

empezar a usar el Shelby, por lo que ellas llegaban llamando mucho la atención. Tardaron más delo esperado tratando de aparcar el auto, pero no tan tarde como para que tengan una reprimenda. Ala hora del almuerzo, Nat le presentó a ese chico Zeke, que había conocido e invitado a la fiesta

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del próximo viernes. Para sorpresa de Leo, ese chico era bastante sexy, de color, tal cual habíadicho Nat y parecía tener un cuerpo bastante trabajado. Leo escuchaba como el joven y su amigaNat hablaban y reían, mientras que, en realidad, su cabeza estaba en la conversación que tuvohoras antes con Killian. Una conversación que la tenía anormalmente inquieta.

Por la noche, Killian se encontraba en su habitación, recostado en su cama con la miradaperdida en el techo, sin embargo, sus pensamientos estaban en otro lado, más preciso, con Leo.Moría de ganas de ir a la casa de la chica para asegurarse de que estuviese bien, pero sabía queella no quería nada con ningún vampiro y no quería jugar con su suerte, ya que la necesitaba parapoder parar al clan de vampiros que, aparentemente, quería acabar con la humanidad.

De repente, esa sensación de su sangre calentándose y su cuerpo erizándose le hizo entrar enalerta.

—Asesinaron a mis padres —Escuchó la voz de Leo y se incorporó en la cama.Al mirar hacia la puerta la encontró apoyada en el quicio de la misma y con los brazos

cruzados al cuerpo.—¿Qué? —preguntó él, no entendiendo la expresión de la chica.—Esta mañana dijiste que no sabías cuál era mi problema con los vampiros, que no sabías lo

que me habían hecho. Uno de ellos asesinó a mis padres.—¿Tus padres biológicos? —indagó, apoyando los pies descalzos en el suelo.Leo negó con la cabeza a medida que se adentraba al cuarto.—No. Mis padres adoptivos —Caminó hasta la ventana y observó la noche a través de ella.

Una noche fría y demasiado oscura—. Yo tenía cinco años cuando eso pasó. Ellos habían sidoinvitados a un crucero, mi padre era muy reconocido por su ciencia y su investigación conrespecto al sueño. Pero no pasaron mucho tiempo arriba de ese barco, un vampiro llamadoMichael fue el asesino. Primero mató a mi padre; luego de atacar su cuello, lo tiró por la borda ymás tarde le hizo lo mismo a mi madre, cuando ella salió a buscar a mi padre —contó sin dejar demirar por la ventana.

—¿Cómo sabes lo que pasó? —interrogó Killian a pocos pasos detrás de ella.Leo se giró a mirarlo.—Porque lo vi —respondió en voz baja.Killian se acercó más a ella.—¿Cómo? ¿Viajaste con ellos?Ella negó con la cabeza.—No. Soñé con ellos en el momento en que los mutilaban —murmuró con lágrimas en los

ojos.El joven vampiro le acarició la mejilla con delicadeza y ella, por instinto, ladeó la cabeza

para aceptar esa caricia.—Una niña no debería haber visto eso —murmuró, sin detener su caricia.—Nadie debería ver como matan a sus padres —musitó Leo, dejando caer las lágrimas.Los ojos de Killian recorrieron el rostro de Leo, desde la mejilla en la que su mano no dejaba

de darle calor y consuelo, hasta que se posaron en los ojos de ella. Sus miradas se anclaron yKillian llevó su pulgar al labio inferior femenino en un perceptible toque. Leo dejó escapar unsuspiro y en ese instante, los labios de Killian estaban sobre los de ella en una delicada danza. Lamano que acariciaba la mejilla de la joven pasó a posarse en la nuca atrayéndola más a él. El besose intensifico, el agarre de Killian se volvió más fuerte, los brazos de Leo envolvieron el cuellodel chico necesitando sostenerse de algo. Sin dejar de besarla, la tomó del culo, la levantó en

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vuelo y sin delicadeza la apoyó contra la pared. La lengua de Killian era exigente y ruda, queríamás de esa boca, quería más de ella al pegarse, de tal manera, que sus cuerpos parecían uno. Lequitó el suéter con solo una maniobra y movió su boca a al cuello femenino, besando ysuccionando con tal fuerza que de seguro le iba a dejar marcas en la pálida piel.

—He estado pen…—Joselyn entró en la habitación impidiendo que ese beso fuera más allá—… sando —terminó murmurando.

Killian y Leo se separaron con velocidad y quedaron quietos en el lugar al ser sorprendidos.Leo cayó en la cuenta de lo que estaba por hacer. Se dio cuenta de que si Joselyn no llegaba, iba adejar que Killian le quitase toda la ropa y de seguro, ella le iba a quitar la ropa a él. Volviendo ensí, tomó su suéter del suelo y se lo colocó al tiempo que caminaba hacia la salida.

—Debo irme —anunció sin parar la marcha.—Eleonor —le llamó Killian, pero ella no detuvo su escape—. Eleonor —volvió a llamar

yendo tras ella.Joselyn lo tomó del brazo.—Déjala —dijo, logrando que él la mirase con el ceño fruncido.—Ella…—Dale espacio.El joven suspiró y se sentó en su cama cubriendo su rostro con sus manos dejando escapar un

pesado suspiro.—¿En qué estabas pensando? —quiso saber, recordando lo que su hermana había dicho al

interrumpirlos.Joselyn se acercó a su hermano sentándose a su lado.—Bueno, se trata de Leo, pero podemos hablarlo para otro momento.—Solo dilo —le pidió Killian.—Pensaba en que Leo podría hacer un hechizo de protección para la piedra —Killian la miró

sin entender—; estuve investigando y Leo puede hacer un hechizo para que no encuentren lapiedra. Es decir, si ellos ya tienen a una bruja, de seguro la harán localizarla, pero si lahechizamos…

—Ellos no podrían saber dónde está.—Así es, hermanito —esbozó Joselyn y le apoyó una mano en el hombro—. ¿Quieres hablar

tú o lo hago yo? —preguntó medio en broma.—Jo —se quejó.—¿Hay algo realmente fuerte con ella, verdad?Killian agachó la cabeza.—No sé si fuerte, pero si diferente.

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El brujo Leo salió a toda velocidad de la casa de los hermanos Sparrow, no podía creer lo que había

pasado con Killian, no podía creer lo que estuvo a punto de pasar con él; si no hubiese llegadoJoselyn, se habría acostado con él, si Jo no hubiese llegado, de seguro que habría hecho muchascosas con ese vampiro. Estaba mal, debía buscar la forma de dejar de cruzarse con él, de dejar deverlo, pero era algo imposible con la situación de la piedra, el clan de vampiros que la quieren,Caín; los sueños y como él siempre encuentra la forma de cruzarse en su camino, no le iban ahacer nada fácil alejarse del vampiro. Tenía que encontrar la forma de hacer desaparecer esapiedra y así quitarse a todos los vampiros de encima, incluido a él. Especialmente a él. Solo teníaque ocuparse de encontrar al que mató a sus padres, solo necesitaba continuar con su propósito yasí poder estar en paz con los demás y con ella misma.

Caminaba por la calle a paso ligero, estaba tan ensimismada en lo que pasó con Killian y entodo lo que estaba sucediendo, que no vio al chico que se llevó por delante. El montón de papelesque el joven sostenía en sus manos, cayeron al suelo.

—Lo siento, lo siento —se disculpó Leo, ayudándolo a levantarlos.—No te preocupes —dijo él—. Yo tampoco venía prestando atención al camino.Leo le sonrió, al tiempo que le alcanzaba los papeles.—¿Mucho que estudiar? —curioseó, tratando de ser amable.—Mucho que repasar —contestó él.Leo lo observaba, el joven tenía el pelo rubio, un poco más largo de lo que debería, su piel

blanca, con apenas unas pocas pecas en su nariz y sus ojos marrones parecían tristes,atormentados. Por un momento Leo sintió simpatía por él.

—Me llamo Leo —se presentó tendiéndole la mano.El joven sonrió.—Soy Joy. Joy Jasper.—Mi mejor amiga de seguro te dirá JJ —bromeó, provocando que el chico sonriera.—No soy bueno con los pseudónimos.—No te preocupes, a ella no le importará —continuó la broma Leo, pero se notaba que el

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chico forzaba en demasía su sonrisa, por lo que decidió parar con eso—. Será mejor que me vaya,es tarde y mañana tengo clases temprano —explicó, mientras le tendía la mano de nuevo.

—Sí, yo también tengo clases muy temprano —dijo Joy asintiendo con la cabeza y haciéndosea un lado para rodearla y seguir su camino.

Leo lo observó alejarse, el joven era raro, como si algo lo estuviera atormentando, como si letuviera miedo a alguna cosa, además de parecer estar ocultando algo. Quizás solo eran ideas deella. Se estaba volviendo paranoica con todo el tema de la piedra y lo que conllevaba todo eso.Debía tratar de calmarse un poco y ocuparse en encontrar la manera de deshacerse de ella, hacerladesaparecer y así poder dedicarse al estudio, en definitiva, ella estaba ahí para estudiar… Y paraencontrar al asesino de sus padres.

Al llegar a la puerta de su casa, Leo se detuvo para ver la altura de su hogar, de lo que una vezfue su hogar. Todavía recordaba ese último día en ese lugar, cuando su tía se presentó por primeravez ante sus ojos y decidió por ella que lo mejor era ir a vivir a Nueva Orleans. Dejar todo en loque creía atrás. No estaba muy segura de quién fue su madre biológica, Camille nunca le habló deella más que cosas vagas y Leo nunca tuvo el valor de saber realmente quién fue ella. Solo sabíaque era una bruja, una antigua bruja de Nueva Orleans, unas de las más poderosas, le dijo su tía, yque tuvo que darla en adopción para protegerla, todavía no sabe de qué o de quién, solo que esamujer la dio a una familia de “personas normales” «como caracterizaba su tía», para que cuidende ella. Y lo hicieron, esos cinco años que vivió con ellos, fue la mejor parte de toda su vida, ledieron mucho en tan poco tiempo y era abrumador lo que los extrañaba. No se quejaba de su tía,no podía hacerlo, también la cuidó, le enseñó y le dio mucho; pero sus padres eran diferentes, eran“normales” auténticos y transparentes, no tenían secretos, al menos, no tanto como los tenía su tía,porque estaba segura que ella ocultaba cosas, cosas sobre el pasado de ambas. Leo podía ponerlas manos en el fuego por eso.

Cuando estaba por abrir la puerta de su casa, logrando terminar con la nostalgia y comenzar atrabajar sobre esa piedra para hacerla desaparecer, el vello de su nuca se erizó y su sangre secalentó, por lo que se giró para encontrarse a Killian detrás de ella.

—Creo que ya tuve mi cuota de Killian por este día —argumentó, volviendo a poner suatención en su puerta.

—Estoy seguro que no tuviste suficiente —se burló él, sin poder evitarlo—. Ni por asomo.Leo se dio vuelta y lo miró con los ojos chispeantes.—Fue un error —aseveró—. Será mejor que no vuelvas siquiera a sugerirlo —Killian la

observó por un segundo y dio un paso hacia ella obligándola a dar otro hacia atrás. El joven lemostró una condescendiente sonrisa y avanzó un paso más—. ¿Qué quieres? —le preguntó,tratando de hacer que su voz sonase fuerte y estable.

—Tenemos que hablar —respondió en voz baja, acariciando el rostro de la chica con sualiento.

—Ya hemos hablado —murmuró, odiando como su voz temblaba.—En realidad no hemos hablado casi nada.—Deja de jugar y dime qué haces acá —inquirió, mirando a cualquier lado, evitando los ojos

y la boca del vampiro, ya que en cualquiera de esas partes se perdía.—No me miras a los ojos —dijo, buscando los de ella—. Antes lo hacías.—Te miro a los ojos —Killian chasqueó su lengua—. Bueno, lo que pasa es que no es muy

fácil mirarte a los ojos cuando estás tan cerca. Por qué no te alejas un poco —argumentó,colocando ambas manos sobre el torso del joven empujándolo hacia atrás—. Habla —Él elevó

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una ceja—, solo dime a qué viniste; tengo cosas que hacer.Killian suspiró.—Es sobre la piedra.—Ya habíamos hablado sobre eso y no hemos llegado muy lejos.—Lo sé. Cuando hoy estábamos en mi habitación —Los ojos de Leo se desviaron hacia un

costado—, cuando estábamos…—Ambos somos muy conscientes de lo que pasó, no necesito un recordatorio.—Mi hermana nos interrumpió hoy por una buena causa —Sonrió al ver como los ojos de ella

se agrandaban—. Ella tenía una idea sobre qué hacer con la piedra.—¿Cómo podemos deshacernos de la piedra? —preguntó con ilusión.—No pensó en deshacernos de ella.Leo dejó caer sus hombros de manera visible.—¿En qué pensó, entonces?—En hacer un bloqueador, algo para que no puedan localizar la piedra, para…—Para que nadie sepa que la piedra está aquí —Leo asintió—. Es buena idea; voy a bloquear

cualquier seguimiento y todo estará bien —dicho eso se giró para entrar a su casa, pero Killian ladetuvo tomándola de la muñeca.

—¿Está todo bien? —preguntó con marcada preocupación.—Sí —respondió ella, fingiendo una sonrisa—. ¿Por qué no debería de estarlo?Ella intentó seguir su camino, pero Killian no estaba dispuesto a dejarla.—Eres una muy mala mentirosa —le indicó—. Dime qué ocurre —Leo se negó a hablar—. Si

es por lo que pasó en mi habitación, yo…—No es sobre eso —intervino, no queriendo escuchar cualquier cosa sobre eso.—¿Entonces? —Leo agachó la mirada—. Eleonor.—Cuando dijiste de hacer algo con la piedra, pensé que habían encontrado la forma de hacerla

desaparecer, no me imaginé que solo fuera para que no puedan ubicarla.Killian la observó por un momento.—¿Quieres quitarte esa piedra de encima?— le preguntó con cuidado y ella asintió—. ¿No

quieres tenerla más? —ella negó—. ¿Tienes miedo?Leo respiró hondo antes de contestar.—Lo que vi allí dentro fue en verdad aterrador, es pura maldad. Pura oscuridad.—Si quieres puedo encontrar otro lugar donde…—No —se apresuró a decir—. No voy a dejar que la saquen de aquí, a menos que sea

convertida en polvo, o con la seguridad de que no puede hacer ningún mal. Voy a tenerla, voy aencontrar la manera de hacerla inservible y luego podré continuar con mi vida. No voy a correr elriesgo de que saquen a ese demonio de ahí, ni a ningún otro —sentenció.

Killian mostró una media sonrisa orgullosa.—Está bien. Busquemos la forma de hacerla desaparecer —concordó, a pesar de saber bien

que sin la piedra del alma, ellos no tendrían ninguna excusa para verse.Él no tendría una excusa para cruzarse con ella.—Debo entrar —le hizo saber ella.—¿Nat está aquí?—No. Decidió volver al campus.—¿Ella está mejor? —se interesó él.—Quiere conocer chicos, así que, sí, está mejor —Ambos sonrieron mirándose a los ojos—.

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Voy a entrar.—Quieres…—Estoy bien, gracias.Leo cruzó la puerta dejando a Killian, sin nada que decir, del otro lado.Se apresuró a cruzar el terreno y llegar a su casa. Sin detenerse se dirigió a su habitación a

buscar la piedra y la colocó sobre la cómoda. Quitó el libro de hechizos, que escondía bajo sucama y buscó el conjuro de bloqueo. No era exactamente lo que quería hacer con la piedra, peroiba a servir por el momento; al menos, hasta que encontrara un hechizo en verdad fuerte parahacerla polvo y que quedara inservible. Al leer los ingredientes para el hechizo, caminó hasta suarmario y, haciendo a un lado la ropa que tenía colgada, golpeó la pared, en donde uncompartimiento se abrió, revelando varias cosas para conjuros. Tomó de ahí salvia, velas blancas,tiza pómez, un mapa, un cuenco de barro y una brújula. Con todos los ingredientes listos, ella secolocó en medio de su cuarto, quitó la alfombra, puso el mapa en su lugar con las velasflaqueándolo, las encendió y luego prendió la salvia defumando el mapa. Después de colocar labrújula en el centro del mapa, tomó la tiza y comenzó a dibujar runas estratégicamente en partesdel mapa, conforme murmuraba en latín el hechizo del libro. Cuando las runas dibujadas en elmapa dejaron escapar un destello de luz, ella supo que el hechizo se estaba realizando de maneracorrecta. Agarró la brújula y, sin dejar de repetir el conjuro, la encerró en su mano paradestrozarla usando su fuerza sobrenatural adquirida, mientras que se lastimaba la palma con laaguja del aparato, dejando que parte de su sangre cayera dentro del cuenco de barro. Luego colocóla brújula destrozada dentro del recipiente con más de su sangre, lo agarró junto a la salvia aúnprendida; se levantó del suelo y caminó hasta la ventana. Levantó el cuenco con una mano,mientras que con la otra sostenía la salvia, para luego meterla dentro del cuenco provocando queuna pequeña chispa negra resurgiera del encuentro con su sangre; después sopló dentro del cuencoy tanto la brújula, como la salvia y su sangre desaparecieron, cediendo solo una oscilante niebladentro del recipiente, que se disipó luego de un segundo, dejando el cuenco tan limpio como sinunca hubiera sido usado.

Leo se dirigió de nuevo hacia el centro de su habitación, en donde había dejado el mapa,apagó las velas al unísono pasando la mano a varios centímetros por encima, las tomó y junto alcuenco de barro las guardó detrás del armario otra vez. Se movió por última vez hacía el mapa,sin embargo, no lo quitó de ahí, se limitó a colocar la alfombra como estaba antes, sobre el mapa,sin moverlo ni un ápice.

Joy Jasper, no se detenía, había descubierto lo que necesitaba y era tiempo de anunciarlo. Apesar de sentirse para la mierda consigo mismo por trabajar para quien lo hacía, sentía un levealivio porque su hermana iba a estar a salvo.

No quería hacer esas cosas, no quería llevarle información a los malditos vampiros, nodeseaba hacer brujería para ellos, pero no tenía de otra; si quería que su hermana viviera y ladejaran libre, debía acatar esas jodidas órdenes sin vacilar. Aunque perdiera su alma en elproceso.

Llegó al escondite del clan de vampiros que lo tenían amenazado con su hermana; unestablecimiento que se cayó a pedazos a las afueras de New Haven. Un bar que en los años 20 le

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perteneció a Al Capone, lugar que, en su momento, había sido muy famoso, ya que era donde seencontraban mafiosos, personas importantes y todos aquellos que querían beber infringiendo la leyseca. El sitio terminó pareciendo un galpón en ruinas, olvidado por la humanidad. En esa época,por fuera, se veía un bar cerrado, aunque no era así. Ahora se veía un bar en ruinas, aunquetampoco fuese así. A Joy ese lugar le daba escalofríos, pero podía entender por qué los vampirosse habían hecho del sitio, al ser uno de los que contrabandeaban alcohol en la ley seca, teníamuchos recovecos, puertas y túneles subterráneos en donde se escapaban de la policía en esaépoca y que en la época actual podía llevar lejos de ahí a los vampiros, si era necesario unainmediata evacuación. Los malditos vampiros eran listos después de todo.

Joy subió unas escaleras para entrar en lo que una vez fue la oficina del dueño del bar, y esoera un eufemismo, porque el maldito líder de esos vampiros se parecía al jodido Al Capone; peroantes de llegar, pudo escuchar como dos de los vampiros, al que el jefe «el cual jamás conoció yni siquiera sabía cómo se llamaba», dejó a cargo, el líder Malakai, que le gritaba al que hacíapoco había vuelto de una misión, de la cual se llevó tres hombres y no volvió con ninguno.

—¿Si dejo que vayas, vas a volver sin hombres, Aarón? —preguntó con sarcasmo Malakai.—Señor, Gideon no estaba solo, ya se lo expliqué. Él estaba con su…—Con su hermano y una bruja —le interrumpió, mostrando su desagrado—. No quiero que me

expliques nada, no quiero más excusas. Es una vergüenza para todos los vampiros de todos losclanes, que sepan que una simple bruja acabó con un vampiro —escupió con asco—; trata de nodivulgarlo, si no quieres convertirte en la escoria de nuestra raza.

En ese momento Joy decidió entrar.—Señor.—Hablando de brujas —Malakai miró a Aarón—. Estoy seguro que él sabe más sobre esta

bruja.—Sí, señor —asintió Joy—. Y también encontré la piedra.Los ojos de Malakai brillaron con expectación.—Habla.—La bruja la tiene —dijo sin más.—No puede ser —habló Aarón—, ella no estaba con Gideon, ni ella ni su hermano, y Gideon

no…—Deja tu envidia para otro momento, Aarón —le hizo callar Malakai—. ¿Cómo es que la

piedra la tiene la bruja? —le preguntó a Joy.—No lo sé. Pero estoy seguro que ella la tiene.—¿Cómo lo estás? —inquirió Aarón.—Porque hoy hice que ella chocara conmigo —Ante la mirada interrogativa del vampiro, se

decidió a explicar—; la piedra del alma deja un rastro de oscuridad a quién la haya tocado, no esperceptible a la vista, y no hablo de la vista humana, sino sobrenatural; por lo tanto, debía tocarla.Al hacerlo, una leve electricidad oscura me erizó el brazo —explicó.

Aarón se carcajeó.—Eso parece más un cliché de novela —se burló.—¡Silencio! —graznó Malakai. Apoyó la palma de su mano en el pecho de Aarón logrando

con eso que el vampiro volara varios metros—. ¿Dices que, al tocar a la bruja, pudiste sentir laoscuridad de la piedra? —le preguntó a Joy.

—Sí.—Bien, ¿sabes dónde vive la bruja?

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—Es imposible entrar en su casa —expresó, haciendo que Malakai frunciese el ceño.—Sé que nosotros no podemos entrar, pero tú sí puedes. Sabes trepar una pared, ¿verdad? —

soltó con ironía; sin embargo, Joy no le hizo caso.—No puedo entrar, señor, nadie puede —Malakai frunció más el ceño—. Toda la casa está

resguardada con brujería; ninguna persona no deseada puede cruzar las puertas —indicó.Malakai suspiró.—¿Estás seguro que la piedra está allí? —cuestionó, sopesando la situación.—Puedo hacer un hechizo de seguimiento, si lo prefiere, como para estar seguros. Pero puedo

asegurar que la piedra está allí, o al menos, algo verdaderamente importante como para tenerdemasiada protección —explicó el joven brujo.

—Bien —asintió el líder—, busquemos la manera de entrar. ¿Puedes tirar abajo esaprotección?

—Puedo intentar —Malakai lo miró fijo—; no sabemos qué clase de bruja es, señor —seexcusó.

—Quiero esa piedra y no me importa si tienen que echar abajo a toda la maldita ciudad paraobtenerla —sentenció Malakai y comenzó a caminar para salir de esa habitación.

—Señor —lo detuvo Joy y él se giró soltando odio por sus ojos—. Quiero ver a mi hermana—exigió con voz fuerte, aunque por dentro estaba aterrado; pero conocía al vampiro que estabafrente suyo y ese vampiro odiaba a los miedosos.

—Aarón, llévalo —le ordenó al otro vampiro.—Sí, señor —Aarón rechinó los dientes al tener que soportar al brujo.Al llegar a la encrucijada de túneles, la respiración de Joy comenzó a fallar, siempre le

pasaba lo mismo cuando estaba ahí abajo; no entendía cómo su hermana podía soportar estar allí.Se le oprimía el pecho cada vez que bajada y estaba seguro de que su hermana también sentía lomismo.

—Tu hermana no es tan mala compañía como tú —esbozó Aarón con lasciva.—No hables de ella —siseó Joy.—No te hagas el gallito, brujo —escupió el vampiro—, sabes que con solo un movimiento de

muñeca puedo matarte —esbozó con sarcasmo, disfrutando poner en molestia al joven.—¿Así como lo hizo la bruja? —la pregunta retórica de Joy le hizo ganar que Aarón lo tomase

con fuerza del cuello y lo estampara contra la pared cercana.—No hagas que acabe contigo ahora mismo —gruñó con dientes apretados.—No puedes matarme —balbuceó Joy, haciendo fuerza para respirar.—Ya veremos.—¡Aarón!— gritó un vampiro a lo lejos, era el que cuidaba la puerta de la celda de su

hermana—. Déjalo —le ordenó.Aarón lo soltó y le sonrió.—Desea que lo mate, más de lo que desea “salvar”—dijo la palabra gesticulando las comillas

— a su hermanita —Sonrió con malicia.—Da igual Aarón, Malakai lo quiere vivo todavía y así va a quedar hasta que diga lo

contrario.—Voy a estar esperando a que diga lo contrario —dicho eso, se giró y desapareció en la

oscuridad del túnel.Joy lo ignoró y caminó hasta el vampiro que resguarda la celda de su hermana.—No te preocupes. No es personal, odia a todos los brujos por igual —le tranquilizó el

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vampiro con simpatía.—No me importa —exclamó Joy, parándose frente a la puerta de la celda. El vampiro se

elevó de hombros y abrió la puerta, para después cerrarla en cuanto Joy quedase dentro—. Kira—susurró llamando a su hermana, que dormía sobre una delgada y minúscula cama en un rincón dela celda, dándole la espalda—. Kira —Su hermana se revolvió en el lugar y se giró para mirarlo.

—Joy —murmuró con lágrimas en los ojos—, has venido —lloró.—Por supuesto que sí —Se apresuró hacia ella, se sentó en la cama y la envolvió en sus

brazos, dejando que llorara sobre su pecho.Joy cerró los ojos e inspiró profundo, su hermana no olía mal y no se la veía mal alimentada,

hacía más de un año que Malakai la tenía cautiva; más preciso, desde que comenzaron con labúsqueda de la piedra. Después de tres meses de cautiverio, Joy luchó con Malakai para que ladejaran bañarse, comer y que pueda también vestir ropa limpia. Malakai había aceptado soloporque él le explico que un ser humano puede aguantar tres semanas sin comer y cien días sinagua, luego iba a comenzar a morir lentamente y si su hermana moría, no iba a ayudarlo. Joy pudover que a pesar de que no podía hacer que la pusieran en un mejor lugar, al menos le dabancomida de verdad y no solo pan, además, la dejaban ducharse. Todavía no podía lograr digerir lahúmeda y oscura celda, ni mucho menos ver la letrina a un lado de la cama.

—¿Cómo estás? —le preguntó en voz baja.—Bien —Ella le sonrió.—Pronto volveremos a casa —le prometió y los ojos de Kira se iluminaron.—¿Encontraron la piedra? —curioseó con un toque de entusiasmo en su voz.—Casi —Ella lo miraba expectante para que le explicara—. Encontré quien la tiene, solo hay

que hacer un par de cosas para poder conseguirla. Solo unos días más y serás libre, seremoslibres —le juró.

—Hay que conseguirla —dijo Kira con desespero—; tienes que conseguirla y ayudar aMalakai. Tienes que tener esa piedra lo antes posible.

—Lo sé, Kira —Joy la observó con el ceño fruncido—, no debes preocuparte.—Lo sé, lo sé. Es solo que no aguanto estar más en este despreciable lugar.—Y voy a sacarte de aquí, tal cual te prometí —Agachó la mirada un momento—. La bruja

que tiene la piedra es poderosa —le hizo saber.Kira apoyó una mano en su mejilla.—No te preocupes, tú eres muy poderoso también, eres el gran Joy Jasper. Has leído más que

cualquiera de nuestro aquelarre para poder ser el número uno —dijo para tranquilizarlo.—Ese es el problema, soy el gran brujo Joy Jasper de manual…—No digas eso —le reprendió—; eres muy bueno, lo sabes. Por algo estos vampiros te

buscaron a ti para traer a Caín.—Sí, pero ella es una bruja de sangre, desconozco su aquelarre, su linaje o su origen. Pero

puedo sentir su poder aquí —expresó poniendo un puño sobre su pecho.—No te preocupes, podrás ocuparte de ella —esbozó Kira con cariño—. Lo harás por mí,

¿verdad?Joy asintió con la cabeza.—Siempre, Kira, siempre.

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Emboscada Las chicas se hallaban en la cafetería de la Universidad, charlando de forma animada con

varios de sus compañeros, entre ellos, ese chico Zeke, el cual Natalie tenía una fascinación algoextrema. Leo pudo sentir que había algo diferente en ese chico, pero le era muy difícil saber quécon exactitud. Quizás solo eran ideas de ella; desde que conoció a Killian, y ahora con elproblema de la piedra del alma negra, tenía desconfianza de todos a su alrededor. Si ese chicoZeke fuera de alguna otra especie, ella lo sabría y lo había estado observando con detenimiento,sin encontrar nada. Solo eran malas jugadas de su mente y sabía que debía parar, ya que no erabueno para su tranquilidad mental, ni tampoco para su amiga Nat.

—¿Esta noche irán a la fiesta? —quiso saber Zeke.—Por supuesto que sí —se apresuró a contestar Nat antes que Leo encontrase una excusa para

zafar de esa fiesta.—Iremos —asintió Leo sonriendo.—Genial —exclamó Zeke—. Tengo que ir a sociología, pero nos vemos en la noche —se

despidió, mostrando una amplia sonrisa.—Nos vemos en la noche —correspondió Leo.—Chau —canturreó Nat.—Eres increíble —mofó Leo.—¿Qué? —exclamó Nat con inocencia.—Todo el mundo se dio cuenta que te gusta ese chico.—Como si me importara todo el mundo —dijo, elevándose de hombros.—Claro que no —suspiró la joven bruja—. Yo también debo irme —comentó, levantándose

de su silla—. En la noche paso por ti.—Sí, señora.Leo negó con la cabeza, al tiempo que caminaba para salir de la cafetería; se le hacía tarde y

debía llegar a su loker para cambiar sus libros. Pero al cruzar la puerta de la cafetería, chocócontra un chico que iba a toda velocidad, provocando que ambos terminasen con un pequeño doloren sus brazos y Leo sintió una pequeña descarga de electricidad que se instaló en su nuca haciendo

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que arrugara la frente.—Lo siento —hablaron a la misma vez.—¿Joy? —Leo lo miró entre cerrando los ojos—. Eres Joy, ¿verdad?El joven la observó con el ceño fruncido.—Sí —dijo, mostrando una forzada sonrisa—. Espero que no sigamos encontrándonos de esta

manera —bromeó, frotándose el brazo.—Esperemos que no —Sonrió Leo, mirando los ojos del joven—. Sera mejor que vaya a

clases.—Sí, sí —balbuceó bajando la mirada al suelo—. Yo también debo irme.—Hasta la próxima.—Adiós —saludó Joy con una tímida sonrisa.Leo continuó su camino con una sensación extraña. Dudaba mucho que esa descarga que sintió

fuera alguna alucinación, pero ya había pasado su cuota de locura para estar a solo medio día.Debía tratar de calmar su raro estado y comenzar a actuar como alguien normal. No todos a sualrededor eran especies sobrenaturales. Algo tenía que hacer para dejar de pensar sobre loextraño. Seguro que la fiesta de la noche iba a poder mantenerla como una chica normal. O almenos, eso esperaba.

Por la noche, Leo se encontraba en su sala, sentada en el sofá. Ya iba por la tercer copa devino, su cabeza no le había dado descanso en todo el día y deseaba con todo su ser que la fiestapudiera despejarla de todos los problemas que la turbaban; Killian, Caín, la piedra del almanegra, el clan de vampiros, toda la familia Sparrow; podía seguir sumando para su desgracia, sincontar que todavía no sabía nada del vampiro que había matado a sus padres. No se habíaimaginado que iba a ser tan complicado buscar al responsable del fallecimiento de sus padresadoptivos y ya no estaba muy segura en qué plano quedaba su cuenta pendiente con ese asesino.

—¿Estás embriagándote antes de la fiesta? —escuchó a su espalda.Ella se giró para encontrarse con Killian parado a pocos metros de ella. ¿Cómo era que no lo

había sentido llegar? El vino estaba haciendo parte del trabajo.—Una de las ventajas de ustedes es que eso no puede pasarles, ¿verdad? —preguntó de

manera sarcástica.Killian sonrió.—A veces extraño un poco el poder embriagarme —comentó, caminando hacia donde estaba

sentada.—¿Por qué?—Ya no puedo echarle la culpa al alcohol por alguna estupidez que haga —contestó, quedando

frente a ella.—Bueno. De seguro hoy haré muchas estupideces y le echaré la culpa al alcohol —declaró,

llevando su copa otra vez a su boca.—No creo que sea buena idea —expresó Killian, tomando la copa de las manos de Leo.—No te comportes como mi cuidador —se quejó, haciendo sonreír a Killian.—No lo hago —negó—. Pero si sigues, mañana vas a arrepentirte; tendrás una horrible resaca

—le advirtió, provocando que ella rodase los ojos.—¿Qué haces aquí, Killian? Mi permiso para que entrarás era con fecha de caducidad.—Lo sé —Se rio—. Solo quería saber si estabas bien.—Estoy bien —Suspiró, trastabillando al querer levantarse del sofá.—No creo que lo estés —demandó, tomándola de la cintura para mantenerla estable.

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Los pardos ojos de Leo se instalaron en los azules de Killian; pudo ver como un efímerodestello se avivaba en esa intensa mirada azul. Killian se quedó perdido en esas pupilas nebulosaspor causa del alcohol. Sus rostros estaban muy cerca, sus respiraciones estaban siendocompartidas y ellos se encontraban en un trance provocado por la intensidad de sus miradas. Derepente, sus labios estaban unidos y la bruma del sentido había desaparecido.

Con su lengua, el joven la obligó a abrir sus labios para que le diera la bienvenida y asícomenzar una guerra empírica, la cual, no iba a dejar que ninguno de los dos saliese intacto; leapretó más la cintura, llevándola hacia sí, y con la otra mano la tomó con insistencia de la nucapara ahondar más en ella. El beso se volvió una trampa mortal para ambos.

Leo envolvió el cuello masculino, aceptando con gusto la exigencia del joven vampiro.En un momento de lucidez, Killian se separó un milímetro de esa boca.—Aunque me gustaría seguir con esta brutal y agonizante muerte, creo que esto va a ser otra de

las cosas de la que te arrepentirás mañana —le susurró con la respiración trabajosa.—No sabes de lo que me arrepentiré —murmuró, anclando su mirada en la de él.Killian cerró los ojos un instante, deseando que la joven no hubiera bebido de más y no sentir

que se estaba aprovechando de ella.—No sabes cuánto me gustaría que fuese verdad —declaró con suavidad acariciando su

mejilla. Con cuidado, la volvió a sentar en el sofá, odiando como el frío se instaló de nuevo en sucuerpo—. Será mejor que me vaya —Leo lo miró confusa y él se acuclilló frente a ella—. Deja demirarme de esa manera, por favor —le pidió.

—¿De qué manera te miro? —preguntó la joven, anhelando que Killian siguiese con ese besoy apagase el fuego en su interior.

—Cómo si en verdad desearas que te tome aquí mismo —contestó, sintiendo como cadapalabra pinchaba su garganta.

—¿Y si en verdad deseo que me tomes aquí mismo? —soltó, queriendo que Killian dejara decomportarse como un caballero con ella.

El joven volvió a cerrar los ojos para poder controlar su desbastada pasión y no tomarla sobreese maldito sofá.

—Si vas a ir a la fiesta, debes ducharte para que baje el alcohol —le indicó, tomando elcontrol de su cuerpo y de sus anhelos.

—¿Qué? —preguntó Leo desorientada, mientras lo veía pararse en su altura.—Vas a salir y a manejar, debes ducharte y hacer que esas copas de vino se vayan de tu

sistema —le respondió, mostrando una tranquilidad que en realidad no sentía.—Como digas —masculló, levantándose del sofá en dirección a la salida del salón—. En la

próxima, usa el timbre —le dijo antes de desaparecer del lugar.Killian se quedó unos minutos de más observando el lugar que Leo dejó vacío. Su sangre

seguía hirviendo por la necesidad de tenerla, pero no era correcto que se dejara llevar por lapasión, sus deseos y anhelos, cuando ella no estaba con sus cincos sentidos. Sabía que al díasiguiente, Leo lo iba a ignorar como siempre lo hacía y él iba a seguir sin poder saciar sus ganasde terminar la noche y comenzar el día dentro de ella.

Cuando sintió el agua de la ducha correr, decidió que ya era momento de irse. La mayor partede su cuerpo lo impulsaba a subir las escaleras para llegar a esa chica en la ducha, pero la partecoherente, lo obligaba a salir a toda velocidad de esa casa. Debía llegar lo más lejos posible deella, ya que su mente le estaba implantando imágenes de ellos dos en la ducha. No estaba seguro siera su imaginación por el deseo de tenerla, o si en verdad alguna vez pasó. Parecía muy real,

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como si en un tiempo atrás ellos hubieran estado juntos de mil maneras y, una de esas maneras, erabajo la ducha, mientras él saboreaba la tan delicada piel, en donde su sabor se mezclaba con elagua.

—Es imposible, apenas nos conocemos —murmuró, saliendo de la casa.Leo dejó correr el agua por su cuerpo, se llevó una mano a su boca y posó sus dedos en los

labios, en donde todavía podía sentir como temblaban por el profundo beso de Killian. Suspiró alrecordar cómo se desplomó bajo sus brazos y el beso tormentoso de él. ¿Qué estaba pasando conella? ¿En qué estaba pensado? Prácticamente le había suplicado que le hiciera el amor sobre elsofá. Estaba excitada, todavía seguía excitada, ¿cómo podía ser posible? El agua había barrido elvino, pero no su deseo. Un deseo carnal del cual estaba segura que la iba a desgarrar desdeadentro. Tenía que alejarse de ese chico, lo de ellos no podía ser, tenía que comenzar a hacerlecaso a la razón y no a su necesidad, porque ella estaba por completo segura que era una necesidadimperiosa que tenía para con ese joven vampiro.

Antes de salir de la ducha, ya sabía que Killian no se encontraba en su casa; una parte de ellasentía decepción; sin embargo, la otra parte, la racional, sabía que era lo mejor para ambos. Sinmás preámbulos, se dirigió a su habitación para vestirse y arreglarse para la fiesta. No teníamuchas ganas de ir, pero si no lo hacía, su amiga nunca le perdonaría el dejarla sola.

Veinte minutos más tarde, Leo salió de la casa con las llaves del Shelby en mano, vestida conun jean ajustado, una camiseta rosa con el logo de Keep Calm y una chaqueta de jean, lo máscómoda que podía estar, por si tenía algún conflicto. Porque, aunque no quisiera pensar mal, sucabeza no paraba de darle malos escenarios gracias a esa bendita piedra del alma negra y el clande vampiros que andaba tras ella.

—Podrías haber probado con un vestido, ¿no? —protestó Nat al subir al auto y apreciar lavestimenta de su amiga.

—Lo pensé, pero temí el emborracharme y terminar haciendo un estriptis arriba de algunamesa. Se me vería todo —entonó, abriendo con exageración la boca y los ojos haciendo reír a sumejor amiga.

—Pagaría por ver eso —se mofó Nat, siendo consciente de que nunca vio a su amiga ebria.Media hora antes hubiese visto más de lo pretendido—. Estás buscando que te arrastre decompras previo a cada fiesta.

—Mi tarjeta agonizaría.—Al menos te verías como una mujer —se jactó la rubia.—No seas melodramática.—Lo digo en serio, si en nuestra próxima fiesta no te vistes decentemente, voy a secuestrarte

en el shopping.Ese argumento hizo carcajear a Leo y en silencio lo agradeció.Minutos más tarde, las jóvenes ya estaban entrando a la fraternidad responsable de la fiesta.

Leo no estaba del todo recuperada de su encuentro con Killian, pero Nat estaba con las pilassuficientes para ambas. Las chicas recorrieron el lugar y no era nada diferente a las fiestasanteriores que habían concurrido, aunque la emoción exagerada de Nat era por Zeke, ese chico latraía loquita y no le daba vergüenza admitirlo.

Poco después, la rubia estaba bailando con Zeke y Leo en la cocina, bebiendo cerveza. Ella nosolía beberla, pero necesitaba sentirse como una joven normal; todos allí lo hacían, ¿por qué ellano debería hacerlo? Solo quería ser una más del montón, al menos por esa noche.

—¿Ahora eliges la cerveza? —cuestionó Killian tras ella.

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—Es lo que hay para beber —contestó, elevándose de hombros.—¿Qué te ocurre? —se interesó—. Desde la otra noche que has estado rara.—Soy rara, Killian —farfulló haciendo girar sus ojos—. Soy una jodida bruja, la cual está

custodiando una piedra que puede condenar a toda la humanidad; las personas que están más cercade mí, son vampiros; busco al asesino de mis padres adoptivos, el cual también es un vampiro; nosé quiénes son mis padres biológicos; mi madre era una bruja, de quien no sé casi nada; cada dospor tres juego con la cabeza de mi mejor amiga; tengo sueños extraños, si no tomo un brebajeespecial cada noche, sueño contigo en diferentes épocas y lo hago desde antes de conocerte —Aldecir eso, Killian clavó sus ojos en ella—. Puedo seguir si quieres, tengo todo un pergamino desituaciones raras en mi vida y…

—¿Sueñas conmigo?Leo abrió y cerró la boca, ya que no sabía si responder a eso o no, y obviamente no se había

dado cuenta de lo que dijo hasta que él se lo preguntó.—Solo una vez —mintió.—Dijiste que sueñas conmigo si no tomas un brebaje —repitió él—, y que lo hiciste antes de

conocerme.Leo se maldijo por dejarse llevar y le echó un poco de esa culpa a la cerveza, por lo que se

giró para dejar el botellín sobre la encimera. Abrió la boca para confesarle de una vez por todassobre esos extraños sueños, pero los vellos de su nuca erizándose se adelantaron a lo que fuera adecir.

—¿Tus hermanos están aquí? —le preguntó, mirando a su alrededor.—No trates de escabullirte —reprendió, no creyendo en la mirada de preocupación de ella—.

Es por eso que me odiaste desde el primer día en que me viste en ese bar, ¿verdad?—Por una vez en toda tu larga existencia, deja de querer ser el centro de atención. No todo se

trata de ti —espetó la joven apretando los dientes—. Ahora contesta a mi maldita pregunta—siseó—. Hay más vampiros aquí.

Killian entornó sus ojos, dejó a un lado la discusión con Leo para prestar atención y pudosentir que ella estaba en lo cierto.

—No son mis hermanos —dijo, mirando a su alrededor.—Tengo que sacar a Nat de aquí —anunció caminando hacia su amiga, que se encontraba

bailando con Zeke.—Te acompaño.—Nat —le llamó Leo—, debemos irnos —Su amiga la observó elevando una ceja—. Estoy un

poco mareada, no debí tomar esa cerveza —mintió, buscando consideración por parte de la rubia.—¿Te encuentras bien? —Se preocupó Zeke—. Si quieres puedo llevarlas a casa.—No es necesario —se apresuró a decir Killian—. Yo puedo llevarlas.Zeke lo miró con la frente arrugada y Leo juró que vio brillar un destello dorado en los ojos

oscuros del chico.—Estoy bien; gracias, Zeke. No suelo tomar cerveza y necesito que Nat sea mi enfermera por

esta noche —exclamó sonriéndole a su amiga.—¿De verdad? —lloriqueó Nat sin querer dejar la fiesta, y menos al chico a su lado.—Mmm… Debes acompañarla —habló Zeke observando a su alrededor—. De todas formas,

yo también debo irme —Posó su mirada en Nat—. Recordé que tengo un par de cosas que hacer.Lo siento —Le dedicó una sonrisa.

Nat le devolvió la sonrisa.

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—No te preocupes, mi amiga tiene un don para cortar con la diversión.Zeke se carcajeó y le giño un ojo a Leo, mientras ella seguía mirando a su alrededor un poco

nerviosa.—Lo retomaremos en otro momento.—Seguro —El moreno le depositó un pequeño beso en la mejilla y salió del lugar con prisa

—. Vamos a casa, pequeña ebria —apremió a Leo.Ella solo le mostró una inocente sonrisa, antes de comenzar a caminar hacia la salida de la

residencia.—Las seguiré para que lleguen bien —le susurró Killian al oído a Leo.—Ok.Al salir de la residencia comienzan su camino en dirección hacia el lugar en donde habían

dejado el auto aparcado, con Killian siguiéndola en la distancia.—Sabes —comenzó Nat—, hoy conocí a un amigo tuyo.Leo la miró confundida.—¿Qué amigo?—A un chico rubio, tiene el cabello hasta por aquí —comentó, señalando arriba de sus

hombros—. Creo que me dijo que se llamaba Joy.—Ah, sí, Joy —recordó la chica—. En realidad no es mi amigo. Nos hemos cruzado un par de

veces por el campus —indicó—. ¿En qué momento hablaste con él?—Zeke había ido a saludar a unos amigos y ese chico se presentó. Estaba tomando un trago

raro —contó—; que por cierto, sabia delicioso.—Qué te dije de andar aceptando tragos de desconocidos.—¿En serio, Leo? —protestó Nat—. No eres mi madre y ya soy mayorcita.—El clan de vampiros de la otra vez está aquí —murmuró Killian a la distancia sabiendo que

Leo podía escucharlo—. Debes sacarla lo antes posible.—Ok —le respondió la joven bruja.—¿Ok? —repitió Nat confusa—. ¿No vas a retrucarme nada?—No por ahora, quiero salir de aquí, estoy demasiado mareada —timó, ya que el “ok” no era

para ella.De repente, un grupo de vampiros se posicionaron frente a ellas obligándolas a detenerse.—Vaya, vaya —canturreó con una sonrisa maliciosa el vampiro que ella recordaba de la vez

anterior—, pero que tenemos aquí.—¿Van a robarnos? —le preguntó Nat en un susurro a Leo.Eso hizo que el vampiro se riera con fuerza.—Nat, perdón por esto —susurró Leo y chasqueando los dedos la dejó inconsciente.Nat cayó, pero Leo alcanzó a tomarla antes de que tocara el suelo.—¿Qué ocurrió? —inquirió Killian llegando a ella.—Solo la hechicé. Está dormida —respondió, todavía con la chica en brazos—. ¿Puedes

sacarla de aquí?Killian miró hacia los vampiros, percatándose que eran más que la otra vez.—No voy a dejarte sola —negó el joven.—Puedes hacerlo en solo pocos segundos —suplicó ella.—En unos pocos segundos puede pasar cualquier cosa.—Quieren la piedra, no van a matarme —indicó ella—. Estaré bien —prometió.—Es verdad —habló el vampiro—. Solo queremos la piedra y pueden seguir con sus patéticas

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vidas.Killian tomó a Nat y a toda velocidad la resguardó en un lugar seguro.—No te daré la piedra —gruñó Leo con dientes apretados—. Lo que quieren hacer es una

locura.—Qué sabes de lo que queremos —siseó el vampiro—. Caín es nuestro líder natal.—Aarón —se quejó otro de los vampiros—, no debes hablar sobre eso.—No te preocupes —Aarón sonrió con malicia—. No hay manera de detener a nuestro líder.—Pareces muy seguro —expresó Killian ya de vuelta, colocándose al lado de Leo.—¿Por qué estás con esta bruja? —escupió Aarón—. Nosotros existimos gracias a Caín,

deberías estar de nuestro lado.—No se me apetece agradecerle nada —graznó Killian.—Eres un vampiro que desprecia serlo. Todo debe ser por esta asquerosa bruja.—No hables así de ella —siseó Killian.En ese momento, dos personas saltaron desde el techo colocándose delante de Leo y Killian.—¿A qué te encantó nuestra entrada? —bromeó Gideon, sonriéndole a su hermano.

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Espectadores A la vuelta de la residencia, en donde se llevaba a cabo la fiesta, los vampiros estaban

luchando por obtener la piedra del alma negra. Joselyn recibió un tremendo golpe en el estómago,retrocedió, inspirando hondo para obtener un poco de aire, luego arremetió contra su oponente underechazo mandando al vampiro varios metros lejos. Gideon alcanzó a esquivar un gancho, justoantes de que fuese encestado, se movió con velocidad y logró arrancar la cabeza de sucontrincante al encerrarla con su brazo y aplicar presión en el cuello, para así separarla delcuerpo. Killian luchó contra Aarón y otro vampiro, tratando de esquivar golpes. Aarón golpeó contoda su fuerza a Killian, enviándolo a estrellarse contra la pared más próxima. El chico vampirose despegó del muro justo en el momento que otro se dirigía hacia él y logró arrancarle el corazóncon su mano, dejando que el cuerpo cayera inerte al suelo. Leo elevó su mano para alejar a unvampiro que se le aproximaba a Gideon, en cuanto el joven vampiro quedó libre, se volvió haciaella y le guiñó un ojo en agradecimiento. La distracción de Leo, le costó una certera patada en sucolumna, enviándola a arrastrarse por el suelo. El vampiro se aproximó hacia ella, y Leo logrólevantarse antes de ser atacada; se colocó en posición para luchar y, dejando su magia a un lado,decidió hacer las cosas a la antigua; ese vampiro se lo había buscado.

—¿Guerra entre vampiros, Jax? ¿Es eso posible? —preguntó Zeke, observando junto a Jax«desde una distancia lejana, medio escondidos entre unos árboles», el disturbio ocasionado por elclan de vampiros.

—Algo grave debe estar pasando —sospesó, observando la escena frente a ellos.—¿Deberíamos meternos?

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—No —negó Jax—. No es nuestro problema —Sus ojos se clavaron en Leo, que con solo unamano levantaba a un vampiro en el aire para después dejarlo caer con fuerza al suelo, abriendo unhueco en la tierra—. ¿Quién es ella? No es vampiro, pero está con ellos —curioseó.

—Es una bruja.—Me di cuenta —esbozó como algo obvio—. ¿Qué hace una bruja con vampiros? ¿Desde

cuándo se llevan bien?—En general, los vampiros no se llevan bien con ninguna otra especie —argumentó Zeke,

elevando los hombros.—¿Vas a darme una clase de historia, o vas a responder a mi pregunta? —espetó un poco

molesto, quitando su mirada de Leo para observarlo a él.—Se llama Eleonor Callahan, va a la Universidad. Su mejor amiga es Natalie Fanning, una

chica muy linda —le hizo saber.—Te gusta su amiga —adivinó Jax elevando una ceja y Zeke asintió con la cabeza—. ¿Es una

bruja también?—No. Ella es humana.—¿Esa bruja sabe lo que eres? —interrogó Jax.—No. Aprendí a ocultar mi olor muy bien.Ante esa aclaración, Jax asintió satisfecho y giró su mirada de nuevo hacia la pelea que

continuaba llevándose a cabo a lo lejos.

Killian tomó a un vampiro por el cuello y Leo aprovechó su ayuda para quitarle el corazón,hundiendo su mano en el torso del chupa sangre. Gideon y Joselyn se unieron a ellos, ya que losvampiros que pudieron sobrevivir «entre ellos Aarón», habían abandonado la lucha,desapareciendo a toda velocidad.

—Que alguien me explique lo que acaba de pasar —demandó Gideon, mirando a su alrededoren busca de algún otro vampiro.

—¿Por qué se fueron? —preguntó Leo confundida—. No tienen la piedra.—¿Estrategia de guerra? —sugirió Jo.—Puede ser —concordó Killian—, tuvieron muchas bajas.—¿Dónde está Nat? —preguntó Leo mirando a Killian.—A salvo. Iré a buscarla y la llevaré a tu casa —Se giró a observa a sus hermanos—. Vayan

con Leo, yo los alcanzo allí.Leo se dirigió junto a los hermanos Sparrow hacia su casa en el Changer de Gideon, dejando

su Shelby para Killian y Nat. Al llegar a su casa, Gideon se detuvo en las enormes puertas viendocomo éstas se abrían para darles paso al territorio. Pero cuando las puertas estuvieron del todoabiertas, Gideon no cruzó, y la miró a Leo por el retrovisor.

—¿Qué estás esperando? —inquirió ella, devolviéndole la mirada.—A que nos des permiso —respondió con una sonrisa.—Lo había olvidado —masculló—. Gideon y Joselyn pueden pasar —dijo en voz alta—. No

me hagan arrepentir.—Sí, señora —se burló Gideon—. Auch —se quejó, cuando su hermana le propinó un

puñetazo en el hombro.

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—No eres gracioso —le reprendió.—Cada vez hay más vampiros en mi casa —murmuró Leo, viendo como Killian se

posicionaba detrás de ellos con su Shelby y su amiga Nat todavía inconsciente.El primero en entrar a la casa fue Killian con Nat en sus brazos, Leo le indicó la habitación de

la joven y él se apresuró a dejarla en el lugar indicado.—Bonita casa —articuló Gideon.Leo lo observó con el ceño fruncido.—No toques nada —ordenó, caminando hacia la cocina para tomar una copa de Bourbon.Gideon y Joselyn se miraron para luego observar a su alrededor con curiosidad, tratando de

encontrar algo personal de la chica y así poder saber algo más sobre ella. Pero su búsqueda fueobsoleta, ya que no encontraron nada que le diga algo sobre la bruja.

—Sigue durmiendo —le hizo saber Killian a Leo desde el quicio de la puerta de la cocina.—Gracias.—No hay problema —dijo acercándose a ella—. ¿Estás bien? —se interesó a pocos pasos de

la joven, observando la copa en su mano.—Voy a estarlo cuando todo esto termine —le respondió bajando la mirada.—Se terminará pronto —murmuró acariciándole la mejilla—. Te lo prometo —juró, mirando

a través de sus ojos.—¡Nos vamos! —gritó Gideon desde la sala, cortando con el clima en la cocina.—Ve —le apremió.Killian asintió y se unió a sus hermanos.—Esta chica no tiene nada personal aquí —murmuró Gideon a su hermano, provocando que

sonriera.—Puede escucharte —le avisó Killian.—Lo sé —susurró de nuevo.—A veces no creo que sea nuestro hermano —se mofó Jo, caminando hacia la salida.—Lo tomaré como un cumplido —esbozó Gideon, pasando por su lado y saliendo por

completo de la casa.—Cuida que no se meta en más problemas hasta llegar a casa —le pidió Killian en voz suave

a su hermana.—¿No vendrás con nosotros?—Más tarde.Joselyn solo asintió, le dio un beso en la mejilla y se apresuró hacia el auto de Gideon, que ya

estaba dentro del vehículo esperándola.—No viene, eh —expresó haciendo andar al auto.—Más tarde —repitió ella las palabras de su hermano mayor, que se encontraba parado en la

puerta, observándolos.—No era necesario que te quedaras —habló Leo en su espalda.Killian se giró y cerró la puerta tras él.—Lo era —entonó caminando hacia ella.—Estoy bien, no debes preocuparte.Killian movió la cabeza de forma negativa.—Yo soy el que no está bien —articulo, estando ya muy cerca de ella.—¿A qué te refieres?—No estoy bien desde lo que pasó entre nosotros hace unas horas —contestó acercando su

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rostro al de Leo—. Creo que ya no me importa cuánto alcohol ingeriste…—¿De qué estás hablando?Killian sonrió al ver sus ojos.—En que vuelves a tener esa mirada —le susurró, rosándole los labios—. Vuelves a rogarme

que te tome aquí mismo y lo haré, te tomaré aquí. Lo haré sobre ese sofá.Killian se apoderó de la boca de Leo con brutalidad, ya no importaba si tenía alcohol o no, ya

no quería seguir negando nada. Él posó sus manos en el culo de la joven, la elevó y, comoprometió, la llevó al sofá. Se colocó entre sus piernas sin dejar de besarla, sin separarse un ápicede ella. Con rapidez le quitó la chaqueta, para luego hacer lo mismo con la camiseta y tirar ambasprendas al suelo como si fuesen un trapo sucio. Con su boca se dirigió al cuello de la joven ycomenzó a bajar, besando la cima de sus pechos. Las caderas de ambos se sincronizaron en undelicioso movimiento, en donde Leo pudo sentir la erección de Killian y en donde Killian pudosentir el calor de Leo. Ella, torpemente le quitó la camiseta, arrojándola en el suelo junto a suropa. Al sentir como una mano del joven vampiro se metió con descaro entre sus pantalones, lepresionó con sus dientes el hombro provocando que gruñera.

Killian, queriendo tenerla por completo desnuda, se apresuró a quitarle los pantalonesllevando la tanga también consigo. El joven se levantó en su altura para deleitar su vista con lapiel descubierta de la chica. Ladeó la cabeza al verla tendida como Dios la trajo al mundo sobreel sofá, y sonrió.

—Siento que no es la primera vez que te veo en todo tu esplendor —dijo en voz suave.—Me siento igual —murmuró ella, balbuceante.Killian, sin más vueltas se quitó sus pantalones, seguido de su bóxer, para luego volver a su

lugar entre las piernas de Leo. Con una media sonrisa y clavando sus ojos en los de ella, seadentró a su elixir, penetrándola con tanta lentitud que ambos podían sentir cada centímetro de suspieles. Ambos gimieron y jadearon al sentirse. Cuando él llegó a penetrarla por completo, sedetuvo un momento para anclar sus azules pupilas en las pardas de ella.

—¿Cómo puede ser que me sienta de esta forma? ¿Cómo es posible? —susurró—. Séexactamente cómo debo tocarte.

—Y sé exactamente como recibirte —expresó la joven, acariciando el rostro del vampiro.—Es una hermosa confusión —susurró con voz ronca antes de comenzar a moverse y

proclamarla con deliciosas embestidas crueles.Las caderas de los dos comenzaron a moverse al unísono. Killian bajó la mirada al lugar

donde sus cuerpos se unían, excitándose más al ver como su erección desaparecía dentro de ella.Leo clavó sus uñas en la espalda del vampiro, queriendo atraerlo más a ella, buscando más de esejoven. Él la tomó de las manos y se las aprisionó por encima de su cabeza, al tiempo que susestocadas se volvían más bruscas. Sus respiraciones se volvieron inestables y sus pechos subían ybajaban con rapidez. El vampiro le soltó las manos para tomarle una de las piernas y levantarla,dejándola apoyada sobre su hombro y así obtener más lugar para sus despiadadas embestidas.

Killian se sentó en el sofá y la colocó a ahorcajadas sobre él, apoyando las manos en sushombros para empujarla con fuerza hacia abajo conforme Leo movía sus caderas de maneracircular y succionaba la masculinidad del vampiro con sus músculos internos. Killian gruñó condientes apretados ante la acción de la joven y atracó su boca con vehemencia, sin dejar deembestirla con brutalidad. Luego bajó sus manos a las caderas de Leo para indicarle elmovimiento que deseaba.

Poco después, Leo tiró la cabeza hacia atrás al explotar en un tremendo orgasmo, dejándola

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casi inconsciente. Killian, al ver como ella se elevó y se desplomó al recibir el orgasmo, comenzóa succionar el erecto pezón de la joven, hasta el punto de casi doler, logrando que con ese acto,Leo escondiese su rostro sonrojado en el cuello del chico.

Dos fuertes y aniquiladoras embestidas después, Killian fue arrasado por su propio orgasmo,provocando un ronco gruñido emitido desde el fondo de su garganta. Ambos quedaronsuspendidos en el lugar, tratando de normalizar sus respiraciones y sus pensamientos.

—Tengo 178 años y no recuerdo haberme sentido nunca tan vivo como en este momento —articuló Killian, besando el hombro de Leo.

—Yo siento que he tenido muchas vidas así contigo —murmuró, acariciando con sus manos laespalda masculina.

—¿Hablas por esos sueños que has tenido? —indagó causando que ella se alejase un pocopara poder verlo a los ojos.

—Esos sueños son todos contigo, en diferentes épocas —indicó—. Todavía no puedo entenderpor qué sueño contigo en épocas pasadas.

—¿Y todos tus sueños son de nosotros haciendo el amor? —preguntó el joven vampiro conuna media sonrisa traviesa haciendo sonreír a Leo.

—Todos mis sueños son teniendo un placentero sexo contigo —respondió con sinceridad.—No imagino como debes despertar cada mañana —bromeó, arrancando una carcajada por

parte de la chica.—Me despierto muy excitada —admitió, tiñendo un poco sus mejillas por vergüenza.Killian elevó una ceja.—Ahora entiendo por qué me repelías de esa manera —comentó sonriendo—. Estabas

frustrada sexualmente y todo era mi culpa —se jactó medio en broma.—No estaba frustrada sexualmente —chilló.—Si me lo hubieras dicho, me hubiera encargado mucho antes de tu situación.—No me sentía de esa manera —exclamó Leo y Killian elevó de nuevo la ceja de manera

interrogativa—. Bueno, quizás un poco —admitió bajando la mirada. Killian rio antes de besarlacon fuerza—. ¿Por qué piensas que sentimos que nos conocemos?

—No lo sé —respondió, acariciándole la mejilla—. Pensaría que nos conocemos desde otrasvidas, pero eso es un poco imposible. Soy un vampiro, puede que solo haya tenido dos vidas hastael momento, o quizá hace tres mil años atrás, pero no siento que haya pasado tanto tiempo —Lebesó la comisura de la boca—. Y si te hubiera conocido en alguna de tus vidas anteriores,siguiendo con mi misma vida, puedo asegurarte que te recordaría.

—Sí —suspiró la bruja—. También pensé en eso. Por eso mi desconcierto —Clavó sus ojosen él—; debe haber alguna explicación lógica del por qué sentimos que nos conocemos.

Killian pasó su dedo índice por el brazo de ella en una suave y casi imperceptible caricia.—Nos ocuparemos de descubrir eso más tarde —esbozó en un ronco murmullo—. Ahora

quiero seguir tomándote sobre este sofá —Como si hubiera sido una señal, su pene vibró dentrode Leo—. Quiero dejarte inútil para cualquier otro hombre.

Con un rápido movimiento la recostó sobre el sofá con el estómago sobre este y se colocódetrás de ella, en donde comenzó de nuevo con sus embestidas, marcando su necesidad y rudeza.

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—¿Cumplieron con su misión? —inquirió Malakai, en cuanto Aarón y Joy entraron en suoficina.

—Lo hicimos —enunció el brujo—. Pude acercarme a ella en cuanto la escondieron y logréingerirle el brebaje, mientras estaba dormida.

Puso al tanto a Malakai sobre el comienzo de limpieza de la cabeza de Nat para así podermanipularla por cualquiera de ellos.

—¿Dormida? —indagó, arrugando la frente.—La bruja la durmió para que no viera a los vampiros —explicó Joy—. Creo que la mantiene

ignorante al respecto. Esa chica ni siquiera sabe que es amiga de una bruja.—¿En cuánto tiempo crees que podrás comenzar a manipularla?—Supongo que en poco tiempo. Uno o dos días —respondió—. Si es como creo, la bruja la ha

estado hechizando desde hace mucho tiempo para que no sea vulnerable.—Procura que sea lo antes posible —ordenó.—Sí, señor —asintió Joy.—Aarón —llamó Malakai—. ¿Bajas?—Cuatro —contestó el aludido—. Sus hermanos…—Sin excusas —le calló—. Lleva al brujo a ver a su hermana.Joy siguió al vampiro por el camino que ya se sabía de memoria, para así llegar a la celda en

donde tenían cautiva a su hermana menor. La cabeza del brujo no paraba en pensar sobre losucedido en todo el tiempo que llevaba trabajando para los vampiros; él no estaba del todo segurode estar haciendo lo correcto, pero no tenía muchas opciones si quería ver a su hermana fuera deesa celda de una vez por todas. Cada día que pasaba, era un día más que su hermana no podíadisfrutar de la luz del sol y eso le dejaba una fuerte angustia en el pecho. Muchas veces se sentíaegoísta al poder caminar bajo el sol y la luna, mientras su hermana se encontraba cautiva. Soloesperaba que cuando todo terminase, la dejaran libre y poder llevársela muy lejos de New Haven.No importaba dónde, solo quería ir lo más lejos y olvidar todo lo sucedido en ese último año.

Al llegar a la celda de su hermana, él la observó por unos segundos, antes de señalarle alvampiro que la vigilaba que le abriera la puerta. Joy entró en silencio, quedándose parado en ellugar, observando a Kira, que parecía dormir con tranquilidad. Tenía buenas noticias para ella,pero no eran del todo buenas, ya que no había conseguido la piedra para sacarla de allí. ¿Qué lediría, entonces? No tenía nada en concreto, solo que debía esperar un poco más. No era necesariodecir nada, ni mucho menos interrumpir su plácido sueño.

Joy se giró para salir otra vez de la celda sin hablar con su hermana, no la iba a despertar, nila iba a ver hasta que pudiera decirle que ya era libre y que ambos se irían muy lejos de allí. Elvampiro le abrió la puerta, un poco confundido, pero no dijo nada al respecto. Joy observó porúltima vez a su hermana dormir sobre la finísima cama, antes de darle la espalda y salir de esehorrible lugar.

Al sentir que su hermano se alejaba de ella sin hablarle, Kira abrió los ojos sin moverse dellugar y sin demostrarle que estaba despierta. Ella sentía un poco de pena por su hermano mayor,no era grato verlo tan triste y desganado por la vida misma, pero tenía la esperanza de que un díaél entendería y las cosas serían diferentes para ambos.

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¿Sueños malos o recuerdos tristes? Leo corría aferrada de la mano de Killian. Ellos estaban escapando, escondiéndose entre

los árboles de aquel bosque frío, tratando de no ser vistos ni cazados. De pronto, Leo soltó demanera abrupta la mano de Killian y terminó cayendo al suelo por culpa de su largo vestido,que se enredó en una rama suelta. Killian, al perderla, volvió por ella y quiso levantarla, peroel pie de la joven quedó atascado en una raíz que sobresalía en la tierra; miró hacia arriba ypudo ver que el dueño de esa raíz era un enorme árbol.

—Corre —exigió Leo, tomándolo del rostro para que le prestase atención. Él negó con lacabeza—. ¡Corre! —ordenó con dientes apretados.

—No voy a dejarte —sentenció Killian—. Voy a sacarte de aquí —demandó, colocando susmanos en la rama para romperla con ellas—; mi vida no tendría sentido sin ti. Mi larga vidasería un infierno si tú no estás.

Leo le tomó las manos para detenerlo.—Debes huir, o nos matarán a ambos —le indicó con una dulce sonrisa en los labios.—No —demandó con rotundidad—. No te dejaré jamás. No podría vivir sin ti.—Podrás hacerlo —murmuró ella, acariciando el rostro del joven.Una lágrima cayó por su mejilla al oírla hablar así.—Si no dejo de pensar en ti el poco tiempo que no estás conmigo, ¿cómo pretendes que viva

sin ti? —murmuró con la voz cortada—. No me pidas que te deje porque jamás lo haré —Unaescopeta se escuchó a lo lejos—. Debemos darnos prisa.

Killian tomó de nuevo la rama entre sus manos y, poniendo todo de sí, logró romperla yliberar el pie de Leo, la tomó entre sus brazos y la alzó para comenzar a correr. Otroescopetazo sonó en la noche y Killian sintió como fue empujado, pero siguió corriendo sindetenerse. Un extraño calor comenzó a recorrer su pecho, al principio no le dio importancia,creyó que era por el escape, pero luego, se sintió más pesado…

No era él, era ella.Killian bajó la mirada hacia su amada y pudo ver como Eleonor parecía dormida entre sus

brazos y su pecho estaba embardunado por un líquido color escarlata.

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Killian se detuvo en seco.—¿Leo? —la llamó con voz baja—. ¡Leo! —repitió. Ella abrió los ojos y mostró una

sonrisa. Él la observó con la frente arrugada y el pecho queriendo explotarle. Con cuidado, lacolocó en el suelo para verle la herida—. ¿Cómo pudo ser?— se lamentó al inspeccionar laherida—. No te mueras —le pidió en una súplica—. No te vas a morir —aseveró y sacó suscolmillos para después clavarlos en su muñeca y hacer fluir su sangre, luego la acercó a laboca de Leo, pero ella lo detuvo.

—No haré eso —balbuceó—; soy una bruja, no un vampiro.—Pero… Pero no me importa lo que seas o en qué te conviertas. Te necesito a mi lado. Te

quiero a mi lado.—Pensé que esta vez sería diferente —Sonrió ella con tristeza.—¿De qué hablas?—Pensé que en esta vida iba a tener tiempo para revertir lo que nos hice —Leo tosió

escupiendo sangre por la boca—. Pensé que podía redimirme.Killian pensó que estaba delirando por la fiebre que estaba levantando.—No vas a dejarme, me oyes —escupió apretando los dientes y apretándola más contra su

cuerpo—. No podré seguir sin ti —sollozó.Ella sonrió.—Lo harás —afirmó, antes de cerrar los ojos para siempre.Killian lloró sobre el cuerpo sin vida de su amada.

Leo se despertó de golpe y con velocidad se incorporó en la cama, apretando su pecho confuerza. Podía sentir una presión dentro de ella, como si la bala todavía estuviera en su cuerpo y leestuviera llevando la vida. Su respiración era errática y no podía controlar el ardor en todo sutórax.

—¿Qué ocurre? —preguntó Killian con preocupación, mientras se erguía en la cama para estara su lado. Ella solo movió su cabeza de un lado a otro—. ¿Fue un sueño? —Leo asintió ensilencio—. ¿Sobre nosotros? —Volvió a asentir—. Esta vez no fue teniendo sexo, ¿verdad? —curioseó medio en broma.

Ella negó.—Fue sobre mí, muriendo —murmuró con los ojos clavados en las sábanas.—¿Qué quieres decir? ¿Cómo muriendo?Killian la tomó del rostro para que lo mirase y con delicadeza le acarició la mejilla para

poder tranquilizarla un poco, provocando que ella cerrara los ojos y dejara que la caricia hiciesesu trabajo.

—Corríamos por nuestras vidas, en medio de un bosque, pero una bala me alcanzó sin darnoscuenta —Agachó la mirada por un segundo—. Poco después, había muerto en tus brazos —La vozse le cortó al final; Killian la envolvió con sus brazos y dejó que escondiera el rostro en su pecho—. Algo nos hice —dijo de repente.

—¿De qué hablas? —indagó el joven, separándola un poco para verle los ojos.—En mi sueño, yo estaba muriendo tranquila, con tristeza, pero tranquila —Se alejó más de él

y salió de la cama con solo su ropa interior, buscando un poco de espacio—. Yo dije algo como

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que: había pensado que en esa vida iba a poder revertir lo que nos hice —comentó conformecaminaba de un lado a otro, bajo la atenta mirada de Killian—, que iba a poder redimirme —Seplantó en el suelo y lo miró fijo—. ¿Y si en verdad nos conocemos de otras vidas?

—Pero soy un…—Vampiro, lo sé, lo sé —Retomó su caminata por la habitación—y lo eras en ese sueño;

quisiste que me convirtiera en uno para que no muriera y…—¿Qué? —Killian también salió de la cama y la obligó a detenerse—. ¿No quisiste ser un

vampiro? ¿Tanto odio nos tienes? —cuestionó, temiendo la repuesta y entendiendo mal lo que ellacontaba.

—No. No quise hacerlo porque era una bruja. Soy una bruja, por Dios Santo. Si me conviertoen un vampiro dejaré de serlo, y esto es lo que soy.

Killian se alejó de ella y comenzó a vestirse.—Eres muy buena como para convertirte en un vampiro, ¿verdad? —escupió, moviéndose

rápido—. Hasta en otras vidas te dan asco los vampiros. Te asquearía ser uno de nosotros.—Estas entendiendo todo mal. No…—No lo entiendo todo mal —interrumpió, parándose a su altura—; ni siquiera serías un

vampiro por amor. Por mi amor —Tronó un puño contra su pecho.Los ojos de Leo se nublaron por las lágrimas.—No es por eso —balbuceó con la voz entrecortada—. Quiero entender cómo…—¿Cómo hasta en tus sueños nos aborreces?— preguntó con ironía—. Si estuviera en tu lugar,

seguramente yo también me sentiría de esa manera.Leo dejó de luchar con sus lágrimas y Killian salió de esa habitación lo más rápido posible,

porque sabía bien que si seguía viendo el dolor en aquellos ojos pardos, se detendría paraconsolarla. No podía entender por qué ella tenía ese poder en él, pero era así y solo debíaescapar. Quizá, ella no deseaba ser consolada por él.

La joven se quedó petrificada en el lugar, dejando que sus lágrimas fluyeran sin reparo. Nopodía entender lo que había pasado, como todo se había distorsionado de tal manera, después dela noche tan especial que él le proporcionó. Le había hecho el amor varias veces en el sofá y,cuando ella se había dormido, pudo sentir cuando él la llevaba a la cama depositándola conmucho cuidado, como si fuera de porcelana y temiera romperla. Pero ya nada de eso tenía sentido.No. La pelea no tenía sentido. Killian entendió al revés lo que había contado.

Caminó hasta la cama y se sentó en el borde, tratando de poner en orden sus pensamientos.Killian estaba enfadado, pero ella debía encontrar la manera de saciar sus dudas y sus tantaspreguntas. ¿Cómo puede ser que conociera a Killian en otras vidas, una vida que de seguro él eravampiro? ¿Cómo podía ser que Killian no la recordara? Estaba segura que Leo tuvo varias vidasy, si colocaba sus sueños cronológicamente, en todas se encuentra con él; pero el chico deberíarecordarla. En todos sus sueños Killian es un vampiro y ella una bruja, en ninguno llega aconocerlo como humano. ¿Qué les hizo? ¿Qué es lo que tiene que revertir? ¿Por qué deberedimirse? ¿Qué clase de monstruo era?

Poco después, Leo se dirigió a la habitación en donde descansaba Nat para corroborar suestado. Al entrar, la encuentra mirando por la ventana, absorta en lo que sea que estuviesepensando con una clara marca de preocupación en su rostro.

—¿Estás bien? —se interesó al verla perdida en sí misma.—Sí —respondió la rubia sin apartar la vista más allá de la ventana.—¿Segura? —insistió Leo.

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—Segura —Se giró y le sonrió—. Solo tuve un extraño sueño. Nada de qué preocuparse —lerestó importancia.

—¿Quieres contarme? —tanteó, mirando a su amiga con preocupación.—No —negó la joven y Leo arrugó la frente—. No lo recuerdo bien. Cuando lo organice, te lo

cuento.—Ok —Leo se elevó de hombros, mostrando una tranquilidad que, en realidad, no sentía—.

¿Vamos a desayunar?—Sí.Ambas bajaron a la cocina, Leo preparaba un té para las dos, procurando siempre que la

infusión de Nat contenga su protección. Luego del desayuno se dirigieron a la Universidad.—Señoritas —saludó Zeke, uniéndose a ellas.—Hola, Zeke —correspondió Leo sonriendo.—¿Cómo estás, Nat? —curioseó el joven, observando a la chica.—Bien —respondió ella, apenas prestándole atención—. Debo ir a clases —anunció y salió

de la vista de ellos sin esperar acotación alguna.—¿Qué le ocurre? —indagó el chico, mirando como Nat se alejaba de ellos.—No sé —contestó Leo—. Dijo que tuvo un sueño extraño.Zeke la observó, sopesando su respuesta.—¿Te dijo sobre qué?—No. Solo dijo que cuando lo recordara bien, me lo diría.—¿Y tú qué piensas? —cuestionó con interés.Leo lo miró con detenimiento, queriendo encontrar qué era lo raro de esa pregunta o de ese

chico, pero su cabeza no estaba para acertijos.—No sé qué pensar —contestó con evasiva—. Sera mejor que yo también vaya a clases —

avisó y comenzó a hacer su camino.—Leo —le llamó el joven y ella se giró hacia él—. ¿Estás segura que no sabes qué es lo que

le sucede?—Cuando sepa algo te lo haré saber —dicho eso, volvió a retomar su camino.Zeke se quedó inmóvil, mirando como Leo se distanciaba de él; estaba seguro que el

inconveniente de Nat tenía algo que ver con lo sucedido la noche anterior en la lucha entre losvampiros, pero obviamente, aunque se moría de ganas por hablar con Leo y sacarle «si eranecesario a la fuerza», lo que ocurría entre esos chupa sangres, no podía hacer nada. Jax le habíapedido silencio y discreción, no había de otra que acatar la orden. Tenía que encontrar la forma desaber lo que estaba pasando, o al menos tratar de convencer a Jax para que lo dejase explayarsemás por el terreno. Sea lo que fuese, debía hacer algo, Nat estaba mal y él solo podía culpar a lahorda de vampiros y su estúpida guerra interna.

Nat y Joy se encontraban sentados uno al lado del otro, ambos tenían historia contemporánea.El profesor los unió para que hiciesen una investigación sobre la evolución de la historia y suscambios más extremos. Un trabajo que deberían terminar en dos semanas, por lo que tenían muchalabor.

—¿Te encuentras bien? —le susurró Joy al ver que Nat no se disponía a comenzar con el

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trabajo.—¿Crees en lo sobrenatural? —preguntó, desconcertando al chico.—¿A qué te refieres con sobrenatural? —evadió.Ella lo miró con ojos extraños.—Brujas, vampiros. A eso me refiero con sobrenatural —espetó.Joy bajó la mirada, nervioso, no sabiendo muy bien cómo contestar a eso.—¿Tu, sí? —eludió.—No lo sé —murmuró la chica desviando la mirada.Joy, tratando de cambiar de tema y continuar con su encargo por los vampiros, se elevó de

hombros y sacó de su mochila un botellín con un líquido de color violeta. La rubia observó conatención sus movimientos.

—¿Quieres? —le preguntó, levantando el botellín hacia ella.Nat asintió y aceptó la bebida.—Mmm. Es muy rica —saboreó—. Es…—Uva y arándanos —intervino sonriendo—. Puedes quedártelo.—No —negó ella tendiéndole de nuevo la bebida, sin embargo, él declinó—. Pero…—Tengo otra —le hizo saber sacando otro botellín de su mochila.Nat le sonrió y volvió a beber.Ellos comenzaron a hacer el trabajo de historia, Joy no apartaba la mirada de ella y el zumo.

Cada sorbo dado por la joven, era un paso más para poder conseguir su propósito. Era un pasomás a obtener la runa mágica y así poder liberar a su hermana de las garras del vampiro Malakai.

Por la noche, Leo salió de la biblioteca, rumbo a su casa. Había visto solo una vez en todo eldía a su amiga Nat y ella le dijo que se quedaba en la residencia. Jamás pudo sacarle nada conrespecto a ese extraño sueño que tuvo, pero al menos la había visto de mejor humor, o esoparecía, ya que continuó con su estrategia de levante con Zeke. El sueño ya estaba olvidado,quizás no era nada.

La noche se encontraba tranquila y, sin poder evitarlo, sus pensamientos se dirigieron aKillian, fueron directo a la noche anterior, a cómo le hizo el amor y a cómo todo se fue a la mierdaesa misma mañana. Lo peor de aquello, era que no entendía su relación con él, no comprendíanada de lo que sucedía dentro de ella cuando estaba cerca o cuando pensaba en él. Todo seguíaigual o, mejor dicho, peor. No había encontrado la forma de inhabilitar la piedra, no habíaencontrado al asesino de sus padres, no estaba cuidando bien de Nat, no sabía el significado desus sueños, cómo es que conoce a Killian, cómo es que tiene esos sentimientos tan fuertes hacia él.

De pronto el vello de la nuca se le erizó, por un nanosegundo, pensó en Killian, perorápidamente ese pensamiento la abandonó en cuanto su sangre no llegó a calentarse.

¿Quién era?Ella detuvo su andar y giró sobre su eje, tratando de ver algo o a alguien, pero no logró ver

nada. Con un suspiro decidió continuar con su caminata y llegar a su casa lo antes posible.

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A varios metros de Leo, escondido tras la sombra de un edificio, se encontraba Jax vigilandocada uno de sus movimientos. Desde la noche anterior que la vio luchar junto a los hermanosSparrow en contra de otros vampiros, tuvo una gran curiosidad por esa joven. Era extraño que unabruja ayudara a los vampiros, mucho más extraño a que ellos pelearan entre sí. Él observó cómohabían entrado los hermanos vampiros a su casa y su curiosidad fue más grande. Vio cuando dosde ellos se habían ido, pero uno había quedado. Algo pasaba con esa joven y esos vampiros, loscuales, pudo llegar a averiguar que se trataba de los hermanos Sparrow. Su curiosidad era cadavez más inmensa. Tenía que encontrar la manera de saber qué es lo que ella hacía con los chupasangres. Y no importaba mucho el cómo lo hiciera, mientras obtuviera repuestas.

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Lobo blanco Los días pasaban y Leo no había vuelto a ver a Killian. Ella tampoco bajó su orgullo para ir a

buscarlo, y aunque más de una noche de soledad y arrepentimiento quiso hacerlo, su suficienciafue más fuerte.

Nat, seguía rara, no la veía mucho en el campus y no había vuelto a su casa, ya que seguíaquedándose en la residencia. Solo mantenía un poco más de dialogo por mensajes y eso mucho nole gustaba, pero al menos podía verla en los desayunos y así poder cuidar de ella colocandomuérdago en su infusión.

Ninguno de los otros dos Sparrow había hecho acto de presencia y eso, de alguna manera, loagradecía. Tampoco sabía nada de los vampiros que los habían atacado, ni mucho menos los quequerían la piedra del alma negra, eso no sabía si era bueno o era la calma antes de la tempestad,pero no quería cuestionar, todavía no, primero debía saber cómo destruir esa piedra antes de quecayera en manos equivocadas y si los vampiros no atacaban podía llegar más lejos.

Se encontraba en la biblioteca, buscando algo que pudiera decirle alguna cosa sobre piedrasrúnicas. No había llegado muy lejos y odiaba tener que estar en un lugar tan mundano para algo tansobrenatural. Si estuviera en su hogar, en Nueva Orleans, todo sería diferente; la biblioteca de sutía, con más de un grimorio de sus antepasados, le serían de mucha ayuda. Pero no podía llamarla,no quería preocuparla, ni mucho menos hacerla viajar hasta allí y ponerla en peligro.

—¿Se puede? —escuchó una voz fuerte y varonil frente a ella.Leo levantó la mirada y se topó con un hombre de cabello rubio oscuro, ojos azules, una barba

insipiente y, grandes y fuertes brazos marcados, llenos de tatuajes.—Claro —respondió, antes de volver a su lectura.El joven tomó asiento frente a ella con una pequeña sonrisa dibujada en su rostro; la

observaba, pero ella seguía enfrascada en su lectura.—¿Esos son símbolos rúnicos? —curioseó, al ver los dibujos en el libro abierto que sostenía

Leo.La chica elevó la mirada con una ceja elevada.—Runas alfanuméricas —aclaró.

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—Interesante —murmuró—. No querrás adentrarte en la magia negra, ¿verdad? —articuló enbroma.

—No —contestó sonriendo—. Es solo una investigación para mi tesis —explicó sin perder susonrisa.

—Encantador —canturreó el joven.—¿Tú qué estudias? —indagó, viendo el libro que tenía el joven.—Física cuántica —respondió, ampliando su sonrisa.—¿Un nerd con músculos? Ver para creer —se burló Leo, provocando una carcajada en él.—Mi primo es el verdadero nerd, yo solo trato de estar a su altura —Extendió su mano—. Soy

Jackson Verona, pero mis amigos me dicen Jax.—Soy Eleonor Callahan —recibió su mano, sintiendo un pequeño cosquilleo en ella—. Pero

mis amigos me dicen Leo.—Eres la hija del famoso filósofo de la Universidad de California, ¿verdad? —interrogó, sin

soltar su mano—. Joe Callahan, el especialista en los sueños y el subconsciente.—Sí, lo soy —respondió, sonriendo con orgullo y soltándole la mano.Ambos se sonrieron y volvieron a sus lecturas.Agotada de tanto leer y no llegar a ningún lado, Leo suspiró y llevó su mano al puente de su

nariz para descansar un poco su vista. Aunque no quería hacerlo, no le iba a quedar de otra quellamar a su tía y pedirle los grimorios de sus antepasados. Ya no estaba segura de encontrar algoen una simple biblioteca y eso la estaba frustrando.

—¿Ocurre algo? —indagó el joven al verla suspirar de manera cancina.—No, solo…—Leo volvió a suspirar—. No creo que aquí encuentre algo que en verdad me

sirva.—¿Puedo saber que estás buscando?Leo lo pensó por un momento antes de responder.—¿Sabes algo sobre piedras mágicas y esas cosas?—Puede —respondió sin dejar de sonreír. Leo rodó sus ojos sin creerle mucho y Jax se dio

cuenta de aquello—. Mi familia tiene mucha antigüedad en ésta ciudad y todas sus leyendas.Conocen muchas historias en donde implican a brujas y cosas así —Se eleva de hombros demanera despreocupada—. Mi abuela tiene muchos libros viejos y cosas raras —Leo elevó unaceja—; es curandera, de esas que curan con hierbas y tés que saben realmente asquerosos —Ellario—. Hablo en serio, sus tés son asquerosos —afirmó arrugando la nariz.

—Las personas mayores tienden a curar las dolencias con plantas que son espantosas.—Y cuentan historias muy buenas —secundó Jax.—Seguro que sí.—Si quieres, podemos hablar con ella de lo que necesites saber —tanteó, dejando la sonrisa a

un lado.—Muchas gracias, pero no creo que unas historias urbanas puedan ayudarme en este momento.—¿Cómo lo sabes? —inquirió—. Ni siquiera le estás dando una oportunidad.—Tienes razón —Ella lo sospesó un instante—. Hagamos una cosa, si para el fin de semana

no he encontrado nada, te busco y me llevas con tu abuela. ¿Te parece bien?Jax mostró una amplia sonrisa.—Es un trato.—Ahora debo irme —anunció—. Nos vemos.—Por supuesto que lo haremos —sentenció, viéndola alejarse.

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—Creí que habías dicho que nos mantengamos al margen —se quejó Zeke detrás de Jax.—No —respondió Jax tomando su libro de la mesa—. Te dije que tú te mantuvieras al margen

—aclaró, enfrentándolo.—No creo que…—¿Acaso estás retándome?—No —negó el chico agachando la mirada.—Yo me ocuparé de la brujita —indicó—. Tú ocúpate de la amiga, ya que tanto te gusta —

ordenó pasando por su lado.—¿Qué quieres decir con que me ocupe? —preguntó Zeke girándose para verlo.—Quiero decir que la cuides —respondió con seriedad—. Ella no sabe todo lo que está

pasando…—Nosotros tampoco.—Pero nosotros podemos defendernos, ella no. Cuídala —le ordenó—. Yo veré que es lo que

traman la brujita y esos vampiros —dicho eso, se giró y se marchó dejando al joven Zeke un pococonfuso.

Jax llegó a su cabaña y buscó entre sus cosas, un grimorio que una vez le había dado su abuelapara que le guardase, ya que le pertenecía a una bruja amiga de ella. No podía quitarse de lacabeza lo que Leo estaba buscando, piedras mágicas, no tenía nada que ver con vampiros, élestaba seguro de eso, pero por las dudas no había nada de malo en repasar un poco la historia. Labruja, amiga de su abuela, le había dado ese grimorio hacía mucho tiempo a ella para que se locuidara. Él nunca supo en realidad por qué debía guardarlo, pero ahora estaba en sus manos,porque su abuela sabía que dentro de poco iba a dejar la tierra de los vivos para ir a una nueva y,de a poco, dejaba sus pertenencias a sus nietos. A Jax le había tocado el grimorio de una antiguabruja, además de alguna que otra cosa que, en ese momento, no eran de importancia.

Jax tomó el libro y se dirigió a su cama, en donde se recostó y comenzó a ojearlo, sinembargo, de todas las piedras y hechizos que estaban en ese grimorio, no había nada que hablarade alguna piedra mágica que le pueda llegar a servir a los vampiros. Sin contar que había unaconsiderable parte que estaba escrito en hebreo, un hebreo tan viejo que no lograba traducir. Erauna pérdida de tiempo, debía sacarle más información a esa brujita.

La noche siguiente, Leo volvió a la biblioteca, esa vez ampliando su búsqueda en La Biblia;quizás, saber más de Caín podría llegar a servirle.

Dos horas después, era todo lo mismo, lo que ella ya sabía. Caín mata a su hermano Abel conuna piedra, Dios lo destierra y lo maldice, vaga hasta llegar a Nod, en donde construye su tierra ala cual nombra Enoc, cuyo nombre le pertenece a su primer hijo. Luego de eso, nada de lo que ellasabía por las antiguas escrituras de su familia estaba dicho en la biblia, ni en ningún otro libroreligioso. Cansada de no llegar a ningún lado, se levantó de su silla y salió de la biblioteca en unestado casi derrotado por la situación. Sin querer, su mente vagó al joven que conoció la nocheanterior. ¿Podría ser que su abuela en verdad pudiera ayudarla? Ella confiaba mucho en laexperiencia de los ancianos, sin embargo, ya no sabía que pensar.

Siguió su camino a casa como una autómata, hasta que su piel se erizó y se detuvo conbrusquedad. Cinco vampiros cayeron del cielo, parándose frente a ella de manera amenazante.

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—Hola —canturreó el vampiro que ella conocía como Aarón—. ¿Me echabas de menos? —Sonrió con malicia.

—¿Qué quieres? —espetó Leo.—Sabes lo que quiero —respondió Aarón con voz gruesa y dio un paso hacia ella.—No te acerques —advirtió.—¿Dónde está el vampiro que cuida tu espalda? —Se burló.—No necesito a ningún vampiro —escupió con desdén—. Sé cuidarme sola.—Ya veremos eso.Dos vampiros saltaron hasta la joven y ella logró alejarse lo suficiente para levantar una mano

y con su magia atacar a uno de ellos, provocándole un terrible dolor en la cabeza que lo obligó acaer de rodillas. El otro vampiro observó la escena y se apresuró a defender a su amigo, noobstante, Leo, con la mano libre, logró romperle el cuello haciéndolo caer inerte a sus pies. Aaróngruñó enfadado y junto a los otros dos vampiros restantes se acercaron a ella a toda velocidad,obligándola a dejar de infringirle dolor a su compañero. Ella dio un paso atrás sin bajar la guardiay se preparó para luchar. Aarón sonrió vencedor y, con una diminuta señal, los tres vampiros quese encontraban de pie se dispararon hacia ella. Leo consiguió librarse de uno de ellos al levantarsu mano y romperle el cuello con su magia, sin embargo, no fue lo suficientemente rápida paracuando otro vampiro arremetió en su contra haciéndola volar varios metros. La joven cayódesplomada en el suelo y, aguantando el dolor en sus costillas, se levantó mirando con odio al quelogró golpearla, el vampiro se acercó a toda velocidad y le tiró un puñetazo en el rostro, pero ellase cubrió con un brazo y con su otra mano le lanzó un golpe en la garganta dejándolo atontado, elchupa sangre gruñó de rabia y se adelantó a golpearla dándole una patada en la boca delestómago, otro vampiro se aprovechó de esa debilidad y le dio una patada en el rostro haciéndolagirar en el aire, para luego estrellarla en el suelo.

Con menos fuerzas, se levantó con necedad y cerró sus puños al costado de su cuerpo, luegode una profunda respiración, enderezó los brazos a sus costados y el suelo a su alrededor comenzóa temblar. De sus puños salían chispas rojas y sus ojos se tornaron blancos conforme repetía enlatín:

—Lucente sole eadem ardentibus «El Sol que los alumbra, es el mismo que los quemará».Aarón la observaba con grandes ojos al ver como la joven bruja parecía poseída por alguna

entidad y por lo poco que podía llegar a entender de las palabras dichas en latín, sabía que estaballamando al Sol y, a pesar de tener sus anillos solares, Aarón tenía miedo.

Pero antes de poder abrir sus puños y dejar salir la energía del Sol de sus manos para acabarcon los vampiros, uno de ellos la tomó de atrás cortando con su hechizo y trayéndola de nuevo a lalucha. El vampiro a su espalda la tomó con fuerza haciendo a un lado la cabeza para dejarle libreel cuello e hizo el ademán de clavarle los dientes, sin embargo, un efímero segundo después, ellaquedó libre antes de ser mordida por el chupa sangre. Se tambaleó en el lugar al no estar sostenidapor nada y giró su vista al costado en donde se hallada con solo el cuerpo del vampiro tendido enel suelo y un lobo blanco, unos centímetros más grande de lo normal, con profundos y brillantesojos azules, sosteniendo la cabeza del chupa sangre entre sus dientes. Lo observó y asintió con lacabeza en agradecimiento, luego posó su atención en los vampiros restantes para seguir con lalucha, pero ellos ya habían desaparecido, por lo que volvió a mirar hacia donde estaba el lobo, elcual dejó caer la cabeza sin vida al suelo para luego girarse y marcharse.

—Espera —dijo ella deteniéndole la huida—. ¿Quién eres?—Aléjate de los vampiros, brujita —Se limitó a responder el lobo resonando en la cabeza de

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ella antes de desaparecer a toda velocidad en la oscuridad, dejándola confusa y estática en ellugar.

Luego de ver unos segundos de más el espacio vacío que dejó el lobo, ella miró al suelo endonde yacían los restos del vampiro ya hechos cenizas, elevó una mano y como si gesticulara unaola, provocó una leve brisa haciendo esparcir las cenizas del chupa sangre.

El lobo le había advertido que se alejara de los vampiros, sin embrago, ella era una personaterca, por lo que cambió su rumbo y se dirigió a la casa de los hermanos Sparrow.

Antes de tocar a la puerta, ésta es abierta por Killian, que la miraba con marcadapreocupación.

—Estaba por ir a verte —dijo el joven vampiro. Ella agachó la mirada y él frunció el ceño alver su rostro marcado—. ¿Qué te pasó? —se preocupó, queriendo tocarle la mejilla golpeada,pero ella se alejó.

—Los vampiros me atacaron —respondió, observando como la mano de Killian caía a uncostado.

Por un segundo, los ojos del joven se tornaron rojos y en un pestañeo volvieron a lanormalidad.

—Pasa —ordenó con la voz rasposa, una clara señal de estar controlando su rabia.Leo acató la orden y pasó por su lado para entrar a la casa. Killian cerró los ojos e inhaló

profundo, llenando sus pulmones con el aroma de la joven; negó con la cabeza por ese acto, perotambién por sentir otro aroma además del de ella, entonces, cerró la puerta para luego volversehacia la chica.

—Vi a un licántropo —soltó Leo de la nada.—¿Cómo?—Esta noche, vi a un licántropo —repitió—. Si no hubiera aparecido, quizás esos vampiros

hubieran acabado conmigo.Al escuchar esas palabras, Killian quedó a centímetros de ella y la tomó del rostro con ambas

manos.—Lo siento —susurró, rozándole los labios.—¿Por qué? —preguntó en voz baja.—Por no haber estado allí. Por no cuidar de ti —contestó, mostrando una triste sonrisa.—Eso no tiene importancia en este momento —esbozó Leo, soltándose de su agarre.—Es importante para mí —aseveró, acercándose otra vez a ella; sin embargo, Leo mantuvo su

distancia.—Killian —comenzó—, hay vampiros, brujas y licántropos en una misma ciudad, y no

estamos en Nueva Orleans.—¿Licántropos? —escucharon hablar a Joselyn a sus espaldas—. ¿Estás segura? —preguntó

acercándose a ellos.—Uno acaba de salvarme la vida.—¿Qué ocurrió? ¿Estás bien? —se preocupó Jo.—Estoy bien —le restó importancia—. Pero en verdad me preocupa que haya más especies en

esta ciudad —Suspiró y se sentó en el sofá más cercano, sintiendo a su cuerpo perder energías—.No era suficiente todo este lío de la piedra, ahora también hay hombres lobos.

—Pero dijiste que te salvó la vida —consideró Jo, tomando asiento a su lado—; eso quieredecir que no son malos, ¿verdad? —preguntó mirando a su hermano.

La carcajada de Gideon les llamó la atención a todos.

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—Los lobos son malos, son nuestros enemigos por naturaleza, hermanita.—Todas las especies son sus enemigos por naturaleza —masculló Leo provocando, sin darse

cuenta, que Killian cerrase los ojos de dolor.—Solo digo que los lobos no son de fiar —expuso Gideon elevándose de hombros, al tiempo

que se acercaba a ellos.—Pero le salvó la vida —señaló Jo.—Porque nos odian más a nosotros que a las brujas —sopesó Gideon—. Seguro ni siquiera

sabía que era una bruja, sino, la hubiera dejado a su suerte.Killian clavó su mirada en su hermano al escucharlo decir eso.—Sabía que era bruja —retrucó Leo.—¿Hablaste con él? —curioseó Jo.—Solo me dijo que me alejara de los vampiros y me llamó “brujita”.—¿Viste como era en su forma humana? —interrogó Gideon. Leo negó—. ¿Y cómo fue que te

habló?—Se metió en su cabeza —intervino Killian.—¿Qué? —preguntó Gideon sin comprender.—Ellos, cuando están en su forma animal, te hablan con la mente —explicó Leo.—¿Pudiste reconocer su voz? —indagó Jo.—No. A pesar que cada uno tiene su propio tono acústico, su voz en la cabeza de otro suena

como un eco —señaló—. Dudo que pueda reconocerla así mismo la escuche en su forma humana.—Debemos encontrar a esos lobos telepáticos y sacarlos de la ciudad —sentenció Gideon.—¿Y por qué haríamos eso? —preguntó Killian, haciendo que Gideon lo mirase con el ceño

fruncido.—Simplemente, porque son unos jodidos perros.—Esos jodidos perros, como dices, le acaban de salvar la vida.—Vamos, Killian, tú también odias a los malditos pulgosos. Solo porque te sientes culpable

por no estar ahí para defender a tu noviecita, no quiere decir…Gideon terminó empotrado contra la pared, con Killian sosteniéndolo de la garganta.—¡Killian! —gritó Jo, colocándose al lado de sus hermanos.—No harás nada —ordenó Killian entre dientes, para luego soltarlo y desaparecer de la vista

de todos.Gideon se llevó la mano a su garganta y luego miró a Leo, que se mantenía en silencio.—Será mejor que le des algo de sexo para quitarle su jodido humor —se burló antes de salir

del lugar.—Disculpa a mi hermano —dijo Joselyn, acercándose de nuevo a Leo.—No te preocupes —Leo sonrió—, él no me quita el sueño —Joselyn se relajó y le devolvió

la sonrisa—. Debo irme —anunció conforme se levanta del sofá.—Killian no querrá que te vayas y te quedes sola —se apresuró a decir tratando de detenerla.—Él tampoco me quita el sueño.—Leo, por favor —le pidió Jo—, no hagas que las cosas empeoren.—Joselyn, sé cuidarme sola, y lo mejor para tu hermano es que me aleje de él —le hizo saber,

haciendo su camino hacia la puerta.—Pero…—Déjala —habló Killian. Jo se giró para verlo con ojos tristes—, prefiere morir antes de

estar cerca de vampiros.

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—Killian —murmuró Jo, apenada.—Adiós, Jo —esbozó Leo, ignorando por completo a Killian, y salió de esa casa.—¿Por qué hiciste eso? —le reprochó Joselyn.Él solo la observó un segundo antes de volver a desaparecer.Con un fuerte dolor en el pecho, Leo hizo su camino hacia su casa. No quería admitirlo, pero

las palabras de Killian le habían hecho mal. Él tenía una visión de ella que no era correcta, noobstante, dudaba que hubiera algo para hacerle ver lo equivocado que estaba.

Iba tan enfrascada en su dolor, que no presintió que no estaba sola: a lo lejos, Killian laseguía; no iba a volver a dejarla sola, no iba a dejar que su maldito orgullo la pusiera en peligrootra vez. Gideon tenía razón, él se sentía culpable por no estar junto a ella y no sabría qué haría élsi algo le ocurría. Eso no iba a volver a pasar. Observó a Leo llegar a su casa y, desde arriba deun árbol frente a la residencia, él la veía entrar en su habitación y sentarse en el borde de la cama.La joven se llevó las manos al rostro y Killian podía ver sus hombros temblar; estaba llorando yél lo sabía. Se odiaba a si mismo por decir cosas que en verdad no sentía, pero el daño ya estabahecho. Solo iba a convertirse en su guardián, nada, ni nadie iba a lastimarla. Y eso debería contarpara él también.

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Monstra te Bajo un gran árbol de roble y con un largo vestido blanco, la joven Eleonor se encontraba

recostada desojando una margarita, mientras preguntaba si su amado la quería o no. Sucabello castaño se movió ligeramente por la brisa de la mañana, su rostro brilló y su sonrisa sehizo más grande al encontrarse con un sí en el último pétalo de su flor.

—¿La repuesta fue de tu agrado?Leo guio sus ojos hacia arriba, donde provenía esa inconfundible voz, y sonrió al descubrir

a su hombre mirándola sonriente.—Así es —respondió, y estiró su mano para que él la ayudase a levantar.—¿Algún día me dirás tu truco? —curioseó, una vez que la tuvo de pie pegada a su cuerpo.—Killian —murmuró—, sabes que aunque te lo dijera, jamás podrías hacerlo.El joven sonrió de lado.—Lo sé —comprendió—. Pero amo escucharte cuando me explicas de tu magia y cómo la

naturaleza se comunica contigo.Leo besó con dulzura los labios de Killian.—Algún día encontraré la manera de estar juntos por la eternidad —dijo de repente,

mirándolo con seriedad—. Algún día las cosas serán diferentes —susurró, volviendo a besarlos labios de su chico.

—No serás uno de nosotros —malinterpretó Killian.—Lo sé —asintió ella—. Y tampoco quiero serlo.Killian le sonrió.—No serás un monstruo —aseguró—. Jamás lo serás.—Tú no eres un monstruo —contempló ella, acariciando el rostro de su amado.Killian agachó la mirada.—Lo soy, Eleonor —dijo en voz baja, sintiéndose apenado. Suspiró—. Todavía no logro

entender lo que has visto en mí.—Amor —susurró ella sin vacilar—. Mucho amor.Ambos se miraron con anhelo y se fundieron en un poseso beso, dejando las diferencias de

sus especies atrás y todo aquello que les hiciera mal. De pronto, gritos provenientes de la aldea

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los sacó de su pequeño mundo. Ellos observaron hacia la aldea, luego se miraron, antes desalir corriendo hacia los gritos. Al llegar, toda la aldea estaba siendo quemada. Personascorriendo, llorando, gritando, agonizando, se encontraban esparcidas por el lugar. Leo seseparó de Killian para correr hasta su choza y ayudar a su familia, sin embargo, no logróllegar.

Una flecha le atravesó el pecho, haciéndola caer de rodillas.—¡Quemen a la bruja! —gritó un hombre de mediana edad. Eleonor levantó la vista hacia

el hombre que había gritado y clavó sus ojos en él—. Lo haremos todas las veces que seannecesarias —entonó con una sonrisa maliciosa.

—¡¡¡Eleonor!!! —gritó Killian, un segundo antes de que ella cayera por completo al suelo ydejara esa vida para procurar otra.

Leo despertó de un salto de su sueño y quedó sentada en la cama, tratando de llenar suspulmones con aire y apretando con fuerza su pecho. No estaba muy segura qué dolor era el peor, sila bala o la flecha.

Su cuerpo comenzó a calentarse y su mente a tranquilizarse al sentirse protegida, ella giró sucabeza para encontrarse con Killian rodeándola con sus brazos.

—Vi al asesino de mis padres —susurró con la voz cortada.—¿Volviste a soñar con sus muertes? —le preguntó Killian en voz baja sin soltarla.—No. Esta vez fue mi muerte —exclamó la joven, provocando que Killian la separase de su

cuerpo para verla a los ojos.—¿Qué quieres decir? Explícame, por favor —le pidió y Leo pudo ver el terror en sus ojos.—El vampiro que asesinó a mis padres adoptivos fue el mismo que me asesinó en una vida

anterior —explicó con lágrimas en los ojos.—¿Estás segura?—Sí —afirmó—. Nunca podría olvidarme de ese rostro y… esa asquerosa sonrisa suya —

dijo soltando un sollozo.—Shuuu —susurró, meciéndola—. No voy a dejar que se acerque a ti. No lo permitiré —

prometió tomándola con fuerza en sus brazos.—Esta vez no le va a resultar tan fácil —murmuró Leo con dientes apretados.—Lo siento —susurró Killian.Leo levantó la cabeza para mirarlo.—¿Ahora por qué te disculpas?—Por lo que te dije en mi casa.Ella elevó una ceja.—Has dicho muchas cosas, Killian.El joven sonrió de lado.—Tengo que hacer un mejor esfuerzo, ¿verdad?—Así es.—Apestas a perro —soltó Killian, arrugando la nariz.—¿En serio? Me duché antes de acostarme —se quejó, levantándose de la cama.—Lo sé —dijo y ella se giró con brusquedad para mirarlo.—¿Me estuviste espiando? —Killian abrió la boca para contestar, pero ella lo detuvo—.

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Sabes qué, mejor no digas nada. No quiero saberlo. Esa cosa de pedir disculpas en vez depermiso, es irritante cuando eres la que siempre tiene que disculpar —vociferó saliendo de lahabitación, dejando a Killian sentado en la cama, sonriendo por aquel argumento.

Leo se apresuró a ducharse, en un par de horas debía ir a la Universidad y, con lo ocurrido conel licántropo, decidió tomar la oferta del chico que conoció en la biblioteca. Bienvenido sea sipodía ayudarla. Como estaban las cosas debía hacer lo que fuera que estuviese a su alcance, sinimportar qué.

Una vez duchada y, bajo su criterio, limpia, sin rastros de lobo, se dirigió a la cocina en dondeencontró a Killian preparando el desayuno. Entró y se sentó en un taburete frente a la isla, altiempo que el vampiro le colocaba una taza de café enfrente.

—No debiste hacerlo —dijo, aceptando la taza de café.—Quise hacerlo —esbozó, logrando que ella le regalara una sonrisa.En ese momento, su celular suena y en la pantalla se mostraba el rostro de su tía Camille.—Es mi tía —le avisó a Killian—. No hables —ordenó—. ¡Tía! —saludó la joven.—¿Estás bien? —Fue lo primero en decir, provocando que Leo frunciera el ceño.—Sí —respondió sin comprender—. ¿Por qué no iba a estarlo?—Puedo sentirlo, Leo, no estás bien —dijo Camille del otro lado de la línea—; algo no está

bien.—No sé qué crees que no está bien —exclamó mirando a Killian, que estaba atento.—Puedo sentir que algo no está bien contigo —insistió la tía—. ¿Qué ocurre?—Tía, estoy bien, de verdad.—Algo te preocupa —adivinó Camille.—Quizás sea que estoy por dar un examen en pocos días —consideró la joven—. Puede que

sientas mi estrés, ya sabes cómo me pongo antes de un examen —mintió.—Sí, lo sé —Dejo salir un suspiro—. Si es alguna otra cosa, me lo dirás, ¿verdad?—Por supuesto, tía. Puedes estar tranquila, porque estoy muy bien.—¿Y Nat? ¿Cómo está ella? —indagó.—Ella está bien, sigo cuidándola como siempre.—¿Está ahí?—No —negó Leo—. Ella se queda en el campus, ya sabes cómo es, quiere estar cerca de

otros chicos; de vez en cuando se queda conmigo, pero solo por un par de días, luego vuelve adonde brotan hormonas —eso hizo reír a la tía.

—Sí. Suena como ella.—¿Y tú, cómo estás?—Echándote de menos —respondió.—Yo también lo hago —expresó Leo, hablando con sinceridad.—Pronto nos veremos, no nos pongamos nostálgicas.—Seguro que sí.—Bueno, voy a dejarte, antes que se te haga tarde para ir a la Universidad. Compórtate

quieres —dijo medio en broma.—Siempre —ambas cortaron la llamada—… Me estoy volviendo muy perra mintiéndole a

todos los que me importan —se quejó con Killian.—Piensa que no les estás mintiendo, sino, protegiéndolos —trató de apaciguar el joven

vampiro.—Es una manera muy injusta de proteger —masculló.—No tienes opción.

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—Siempre hay una opción —soltó ella antes de salir de la cocina, de verdad enfadada consigomisma por tener que mentirle a su tía y a su mejor amiga, cosa que nunca había hecho antes.

Leo tomó sus cosas y comenzó su camino hacia fuera de la casa, Killian la siguió hasta quesalieron por completo de su hogar, pero ella se detuvo y lo observó elevando una ceja.

—¿A dónde se supone que vas? —preguntó.—Contigo —respondió Killian con tranquilidad.—No lo harás —aseguró ella.—Te prometí que te cuidaría, por lo tanto, eso es lo que haré.—No, no lo harás. Iré a la universidad por mi cuenta y tú irás a tu casa, y junto a tus hermanos

encontrarán una forma de hacer desaparecer esa bendita piedra —le ordenó—. Quiero dejar dementirles a las personas que me importan, y con esa piedra en mi casa, nunca será posible. ¿Seentiende? —Killian suspiró y asintió con la cabeza—. Bien —Ella comenzó a caminar de nuevo.

—De todas maneras te acompañaré hasta que llegues a la Universidad —indicó Killiancaminando a su lado.

Leo suspiró y solo lo dejó ser.Por la noche, Leo encaminó hacia la biblioteca con la esperanza de encontrar al chico que le

había ofrecido ayuda. Pero luego de esperarlo un poco más de dos horas, el joven no habíallegado. Dejando escapar un suspiro, decidió levantar sus cosas e ir a casa, quizás lo encontraseel día siguiente.

Tenía mucha duda que el joven fuera a la Universidad, ya que no parecía un universitario, eramás que obvio que ese tal Jax era más grande que ella y, aunque lo haya encontrado en labiblioteca estudiando física cuántica, no significaba que concurriera a clases. Estaba segura deeso. De todas formas, no tenía ni idea de dónde era, qué era lo que hacía, y con solo su nombre nopodría encontrarlo… ¿O sí?

Eso le había dado una idea para encontrar al tal Jax, entonces aceleró su paso para llegar a suhogar, sin embargo, a pocas cuadras del establecimiento, los vellos de su nuca se erizaron y susangre se calentó.

Se detuvo.—Sal —ordenó mirando a sus lados.Desde las sombras, Killian se dejó ver, acercándose a ella.—Nunca podré sorprenderte —bromeó.—No me gustan las sorpresas —refutó ella—. Así como tampoco me gusta que me estén

vigilando.Killian agachó la mirada un poco, pero no por arrepentimiento, no se arrepentía, sino más bien

para ocultar su sonrisa.—Te hice una promesa —le recordó.—Cuando llegue a mi casa, quiero que regreses a la tuya —le ordenó, señalándolo con su

dedo índice.—Eleonor…—No. Promete que cuando llegue te irás. Promételo, Killian.—Bien —dijo de mala gana.—Dilo —exigió ella, sabiendo bien que él no podía romper sus promesas.—Lo prometo —soltó—. Cuando llegues a tu casa, me voy a la mía. ¿Contenta?Leo le sonrió triunfante.—Feliz —contestó antes de comenzar a caminar. Killian sonrió y se posicionó a su lado—.

¿Pudieron encontrar algo?

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—No —negó él—. Mi hermana irá a New London por la mañana, a visitar una bruja amiga.—¿Tienen una amiga bruja? —cuestionó con curiosidad e incredulidad.—No es una amiga de verdad —reconoció—. Solo una conocida de ella. La ayudó con un

problema hace unos años atrás —explicó—. ¿Por qué ya no tomas tu brebaje para evitar lossueños? —indagó unos minutos después de estar en silencio. Ella no contestó y él decidió seguirhablando—. Recuerdo que me habías dicho algo de eso. ¿Por qué ya no lo haces?

Leo suspiró.—Porque quiero entender y, si me escondo, nunca lo voy a hacer.—¿Qué es lo que quieres entender? —Leo no quería hablar y solo caminó en silencio—.

Eleonor, ¿qué es lo que quieres entender? —volvió a preguntar, tomándola del brazo yobligándola a pararse frente a él.

Ella agachó la mirada y él la tomó de la barbilla para que lo mirara a los ojos.—Sobre nosotros —contestó en voz baja—. Sé que hay algo más entre nosotros, sé que nos

conocemos. Lo siento aquí —demandó llevando una mano a su corazón—. Y… sé también quealgo nos hice —De nuevo agachó la cabeza—. Por eso no me recuerdas —susurró.

—¿Tú me recuerdas? —preguntó en un ronco susurro.—Si mis sueños son recuerdos, entonces… creo que sí—respondió, tratando que su voz no

temblara por su cercanía.—No entiendo cómo podría olvidarte —exclamó, rozando con sus labios los de ella—. Me

rehúso a aceptarlo.—No puedes controlar todo —susurró Leo.—No; tienes razón. No puedo controlarlo todo —le tomó una mano y se la colocó en su

corazón—. Esto es unas de las cosas que no puedo controlar —Leo cerró los ojos al escuchar elcorazón de Killian ir más rápido de lo normal—; cuando estoy cerca de ti, no hay cosa que puedahacer para que no se descontrole —sonrió—, y lo he intentado, juro que lo he intentado.

Sus labios chocaron contra los de ella para luego hacerse de su labio inferior y succionarlohacia él.

Luego de dejar escapar un suspiro de satisfacción, se fundió en la dulce boca femeninarobándole un gemido. Los brazos de Killian envolvieron el cuerpo de Leo, aprisionándola fuertecontra sí. Los brazos de Leo encerraron el cuello de Killian buscando sostenerse, mantenerse enpie, mientras ese beso la nublaba por completo.

Necesitando un poco de aire y claridad, Killian se alejó unos centímetros y apoyó su frente enla de Leo, cerrando con fuerza sus ojos, tratando de conservar ese momento.

—Si es verdad lo que dices, si es verdad que algo has hecho para que no te recordara. Tepido… No. Te suplico que no me hagas olvidar este momento. No lo arranques de mí, por favor.Te lo suplico.

Los ojos de Leo se nublaron por las lágrimas contenidas y respiró profundo antes de poderencontrar su voz.

—Ocupémonos de la piedra y luego de averiguar qué fue lo que hice con nosotros. Un paso ala vez, ¿sí? —le pidió vacilante.

—Por supuesto —aceptó él, mostrándole una sonrisa para tranquilizarla.Cuando Leo llegó a su casa, luego de asegurase de que Killian se haya ido a la suya, ella

comenzó con la búsqueda del joven de la biblioteca. Al no tener nada que le perteneciera a Jax,ella decidió tratar de localizarlo con solo su nombre y manteniendo la imagen del rostro del jovenen su mente.

Esa magia, le iba a quitar muchas fuerzas, por la magnitud de energía que debía usar al no

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tener nada que le perteneciera a Jax, pero debía arriesgarse si en verdad quería terminar con elasunto de la piedra.

De su compartimiento escondido detrás del placard, quitó cuatro velas blancas e incienso delobelia. Se sentó imitando a un indio en medio de su habitación, colocó las cuatro velas a sualrededor, sustituyendo los cuatro puntos cardinales, las encendió soplando al viento y luegoprendió el incienso, llenándose con el humo a su alrededor para despejar su mente de cualquierotro pensamiento que no fuera con el joven. Con una mano sostuvo el incienso y con la otra mostrósu palma al cielo. Cerrando los ojos comenzó el conjuro.

—Monstra te, Jax Verona, indica mihi quo nunc es. Jax Verona, indica mihi quo nunc es.Monstra te. Monstra te —repitió una y otra vez.

Por un segundo, la imagen del lobo blanco con sus ojos azules brillando en la oscuridad pasópor su mente como una ráfaga, casi perdió la concentración, pero ancló su cabeza al día de labiblioteca y en la pícara mirada del joven cuando tomó asiento frente a ella.

Un destello de los ojos del joven se alumbraron y luego pudo ver su rostro entero, después sucuerpo y, alejando un poco la distancia, lo pudo ver sentado en la barra de un bar tomando unacerveza.

Leo volvió en sí al encontrarlo.—Bar Haven —murmuró, antes que las velas se apagasen al unísono y su espalda golpeara el

suelo.Minutos más tarde, una fuerte punzada en su cabeza le hizo saltar en el lugar, pegando un grito

ahogado. Ella se levantó por completo del suelo, con el pecho subiendo y bajando a todavelocidad, no debería de hacer esa clase de magia sin protección, mucho menos, no teniendo unancla que pudiera sostenerla, pero la piedra del alma negra, libre, era más peligrosa que utilizarmagia negra sin protección. Al bajar la mirada pudo ver como el incienso que sostenía en la manoestaba hecho cenizas, al abrir la mano por completo, el polvo de la lobelia se esparció por suhabitación sin dejar ningún rastro.

Sin perder más tiempo y sabiendo hacia dónde tenía que ir, levantó las velas del suelo, lasguardó en su lugar y salió con rapidez de su casa; debía llegar al bar New Haven antes que eljoven decidiera irse.

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La campiña En el bar Haven, Jax tomaba una cerveza enfrascado en sus pensamientos «todos se

remontaban a la bruja y a los vampiros», hasta que de pronto, un escalofrío recorrió su columnavertebral y sintió una suave y delicada brisa en su nuca. Se giró a ver que sucedía; sin embargo, nohabía nadie allí, nadie cerca de él, o al menos eso era lo que pensaba. De repente, una sonrisa sedibujó en su rostro: esa pequeña brisa era la brujita buscándolo. Jax sabía lo suficiente de brujascomo para darse cuenta cuando alguien lo acechaba «aunque lo de Leo no era un patético acecho»,ella lo buscaba y él sabía el porqué, por lo que decidió seguir sentado en esa barra tomando sucerveza y esperar a que la joven bruja lo encontrase y le pidiera ayuda para lo que fuere quenecesitase, de esa manera, él podría saber qué es lo que ocurría entre los vampiros.

Leo llegó al bar y recorrió con su mirada el lugar, encontrando a Jax todavía sentado en labarra del bar hablando con una chica, que tenía unos ajustados pantalones de cuero negro y un top,dejando al descubierto su plano estómago. Ella suspiró y puso sus ojos en blanco al ver la escena.

Con pasos firme caminó hacia la barra para colocarse al otro lado de Jax.—Vamos Jax, antes la pasábamos bien —Escuchó como le ronroneaba la mujer al joven

conforme ella se acercaba.—Nadie dice lo contrario, Selena —comentó Jax—, pero eso fue antes.Leo tomó asiento sin dejar de escuchar a la chica perdiendo su dignidad frente al joven;

gruñendo con enfado, revoleó su prieto culo de forma muy teatral y se alejó de Jax.—Un bourbon —le pidió Leo a la cantinera.Jax sonrió al escucharla y giró hacia ella.—No puedes venir a Haven y no pedir una de las cervezas de aquí —le indicó, mostrando una

sonrisa.—Lo siento, pero no tomo cerveza —dijo, devolviéndole la sonrisa.—Eres una chica diferente, ¿verdad?—Intento que no sea así —respondió antes de aceptar la bebida que le dejaba la cantinera.Luego le dio un trago a su bourbon, sintiendo la mirada del joven en ella.—Entonces, estás haciendo un pésimo trabajo —bromeó Jax, haciendo reír a Leo.—Lo sé —asintió, para luego dar otro trago a su bebida—. ¿Qué pasó con la señorita punk?

—cuestionó, señalando con la mirada a la joven que minutos antes estaba tratando de sacar a Jax

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de ese bar.Él siguió su mirada y sonrió antes de volver a virarse hacia ella.—¿Estabas escuchando? —indagó de manera pícara.—No pude evitarlo —contestó con descaro y sin vergüenza de admitir que había escuchado

una conversación privada.—Solíamos salir, hace varios meses atrás —expresó Jax, luego se llevó su botellín de cerveza

a la boca y le dio un generoso trago.—¿Y qué pasó?Jax la observó un instante antes de contestar.—Eres curiosa, ¿verdad? —Leo solo se elevó de hombros. Jax suspiró divertido—. Las cosas

cambiaron, ella cambió y no volvió a ser la misma.—¿Se terminó el amor? —indagó Leo.—Y más también —murmuró él y se llevó de nuevo el botellín a la boca terminando por

completo con su contenido—. ¿Y qué me dices tú? —indagó, haciéndole señas al cantinero paraque le diera otra cerveza—. ¿Algún amor terminado?

—Creo que la palabra es “complicado” —respondió. Al ver que Jax iba a seguir con suinterrogatorio se dispuso a llevar la conversación a un lugar más seguro—. ¿Dices que la cervezade aquí es buena? —le preguntó, señalando con la mirada la bebida del joven.

Jax sonrió, percatándose de la jugada.—La mejor —contestó, dejando pasar el movimiento de Leo, y llamó a la cantinera para

pedirle otra para ella.Por un largo tiempo, ellos bebieron cerveza y llevaron una conversación banal. Jax le contó

sobre el bar y cómo llegó la cerveza al lugar, mientras que Leo solo divagaba sobre su vida enNueva Orleans.

Mientras tanto, al otro lado del bar, estaban siendo observados con atención por la jovenSelena y sus amigos.

—Eso explica que estuvieras estudiando en la biblioteca y que no vayas a la universidad —señaló ella, luego de que él le contara que estaba estudiando para dar la última materia que lequedaba, del último año en la universidad. Cosa que había pospuesto porque su padre habíaenfermado y debía ocuparse de la constructora familiar.

—No soy tan viejo y, además, no hay edad para ir a la universidad.—Lo sé, lo sé —dijo ella sonriendo y tomó un trago de su segunda cerveza.—¿Has podido terminar tu tesis? —cuestionó, queriendo llegar a ese tema.—No. No he encontrado nada que me ayude en verdad.—Mi propuesta de llevarte con mi abuela sigue en pie si lo deseas —comentó Jax, elevándose

de hombros.—¿Y tu abuela querrá ayudar a una desconocida? —preguntó, no queriendo mostrar la

desesperación que tenía por ver si la abuela de ese joven podía darle algo útil.—Mientras tenga lugar a contar sus historias, ella estará feliz de ayudar —se jactó Jax.—Entonces, creo que podría aceptar tu propuesta.—Bien —murmuró Jax, al tiempo que la tomaba de la mano y la obligaba a levantarse del

taburete.—¿Qué haces? —preguntó confundida.—Vamos a que te presente a mi abuela y te dé una lección de historia urbana —respondió,

cruzando el bar con ella de la mano.

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—¿A esta hora? No podemos llegar a esta hora de la noche —trató de hacer detener el pasodel joven, pero él era más fuerte.

—Es la mejor hora para contar historias —replicó, saliendo por completo del bar.—No lo veo prudente.Jax se detuvo y se colocó frente a ella, muy cerca de ella.—Confía en mí, ella estará encantada de recibirnos ahora —esbozó en voz baja.—Está bien —asintió Leo, observándole con detenimiento los ojos azules y cómo un destello

dorado brilló por un instante, cosa que ella lo asoció con las luces de afuera del bar.Se adentraron al bosque por un camino poco transitado; sin embargo, se veía muy bien

cuidado. A la distancia, Leo podía ver un complejo conformado por varías cabañas alzándose anteella. Leo miró a Jax y él le devolvió la mirada con una sonrisa. El joven la guiaba entre lascabañas hasta llegar a una que reposaba en la orilla del río. Ella observó en el pórtico unllamador de ángeles, sincronizando su melodía con los sonidos de la noche al ser soplado por elviento.

Antes que ellos pudieran subir los peldaños del pórtico, la puerta de abrió dejando ver a unamujer mayor, con cabellos blancos atados estratégicamente en un moño negro.

—Has traído compañía, joven Jax —armonizó la anciana con una sonrisa en su rostro.—Sí, abuela —afirmó Jax acercándose a ella para depositarle un beso en cada mejilla—. Ella

es Leo —Se giró hacia la joven—. Leo, ella es mi abuela Gemma.—Un placer, señora —saludó mostrando una sonrisa.—Dime Gemma, jovencita —le pidió con ternura.—Un placer, Gemma.—Pasen —los apremió, haciéndose a un lado para dejarlos ingresar.Leo entró y sus ojos recorrieron todo el lugar con asombro, al ver cómo la madera de pino se

llevaba toda la atención del lugar. Sillas, mesa, sillón, cómoda, mesita de café; todo hecho conpino, dejando un aroma fresco y selvático en el hogar. Jax la situó en el sillón más cercano endonde unos almohadones de color purpura resaltaban sobre la madera. La abuela apareció desdeuna puerta «en donde Leo llegó a vislumbrar la cocina», con una bandeja en las manos con trestazas y una tetera. La joven bruja estaba tan absorta deleitándose con el lugar, que no se habíapercatado del momento en que Gemma había ido en otra dirección.

La abuela tomó asiento frente a los jóvenes y colocó la bandeja sobre la mesita baja.—¿Té de jengibre? —le preguntó a Leo con amabilidad conforme le tendía una taza.—Sí, gracias.Gemma le tendió otra taza de té a su nieto Jax y luego se sirvió ella, dejando que en el lugar

reinase el silencio mientras saboreaba su infusión, incitando a los jóvenes a hacer lo mismo.—No eres de por aquí, ¿verdad, Leo? —preguntó la mujer.—No, Gemma —respondió ella—. Soy de Nueva Orleans.—El barrio francés —moduló sopesando—; el barrio de las brujas —canturreó, logrando que

Leo se removiese incomoda en el asiento—. Conozco a muchas brujas de ese lugar, algunasbuenas y otras… no tanto.

Leo sonrió.—Muchas mujeres se ganan la vida estafando a los turistas con esas cosas. Nada que no se

haya visto en cualquier otro lugar —evadió.Jax la observó con atención y Gemma sonrió.—Mmm… Puede que tengas razón —articuló antes de llevarse la taza a la boca y beber de

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ella —. ¿Y qué te trajo aquí?—La universidad.—Habiendo tantas universidades que elegir, decidiste esta.—Sí —afirmó Leo—. Mi padre era un filósofo y científico en la universidad de California. Él

estudiaba el sueño y el subconsciente.—¿Hablas de Joe Callahan?—Ese mismo. ¿Lo conoció?—Conocí su trabajo; entonces tu eres la niña que se llevaron al poco tiempo del fallecimiento

de los Callahan —No era una pregunta, claramente era una afirmación.—No sabía eso —habló Jax por primera vez.—Nadie lo sabe, en realidad —Ella le quitó importancia, pero Jax ya estaba un poco

confundido por lo que se enteraba y también apenado por engañarla de esa forma—. Mi tía mellevó con ella y de ahí no he sabido nada de este lugar, hasta hace unos meses, cuando llegué paraestudiar.

—¿Y estás estudiando lo mismo que tu padre?—No —denegó—. Estoy estudiando artes mágicas. Por eso es que Jax me trajo con usted —

aclaró, tratando de llegar a la cuestión que los tenía ahí.Gemma miró a su nieto, elevando una ceja interrogativa.—¿En qué puedo ayudarte yo con cosas de brujas? —curioseó la mujer, poniendo de nuevo su

atención en la joven.—Bueno, es que Jax dijo que podría saber algunas cosas sobre piedras mágicas —balbuceó

Leo con nerviosismo.—Hay demasiadas piedras mágicas, de las cuales muchas personas son conscientes de ellas.

La esmeralda, la amatista, piedras que mantienen el estatus de una persona en sintonía, como eljade que es una de las piedras a la cual le roban su energía para poder…

—Creo que yo prefiero piedras más místicas, mucho menos conocidas por las personascorrientes —interrumpió.

—¿Qué piedra es la que te intriga? —indagó Gemma con suspicacia.Leo se quedó mirando a la abuela de Jax y meditó muy seriamente si preguntarle lo que quería

saber, o no.—No sé en realidad, por eso es que busco con usted. Quiero algo que no hayan escuchado

antes, o que solo haya sido un chisme pasajero. Quiero poder hablar sobre alguna runa mágica,poco común entre los mundanos —Ella se elevó de hombros sonriendo—. Quiero una tesisdiferente a la que mi profesor haya visto antes.

Gemma la observaba con detenimiento y Jax solo escuchaba, tratando de llegar a encontrar loque escondía esa bruja.

—Hace muchos años atrás, conocí a una bruja. Ella y yo nos hicimos muy buenas amigas, unpoco extraño en aquella época —contó la mujer.

—¿Por qué extraño? —curioseó Leo.—Bueno, en esa época las clases sociales marcaban tu destino —Gemma le sonrió—. Un día,

ella tuvo que irse de su pueblo y acabó ocultándose en nuestro campamento. Se escapaba dealguien, nunca quiso decirme de quién; pero, aquí entre nos, creo que era un pretendiente quetenía, uno no muy bueno —Los jóvenes se miraron y sonrieron al escuchar la palabra “pretendiente”—. Tiempo después, él la encontró y ella asustada dejó el campamento —Selevantó y caminó hacia la ventana—. Nunca más la volví a ver —comentó, mientras observaba

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hacia afuera.—Puede que todavía esté viva —sopesó Leo.Gemma se giró y le sonrió con cariño.—No, niña, no en esta época.Leo la miró confundida, al igual que Jax.—¿Qué quiere decir con eso? —preguntó la joven.—Ella era una bruja muy especial, me contó sobre un hechizo que hizo cuando era muy joven,

para escapar de la horca. Ella jugaba con la alquimia, era una experta en eso, aunque nunca pudohacerlo correctamente. Pudo llegar a completar su hechizo antes de que la ahorcaran y quemaranla primera vez… Ella quería ser inmortal, un poco egocéntrica de su parte, pero solo pudo lograrque su alma, ya inmortal, volviera a la vida, pero no su cuerpo…

—¿Habla de la reencarnación? —indagó Leo con un fuerte dolor en el pecho y sintiendo comosu cabeza iba a estallar.

—Sí —Gemma volvió a tomar asiento frente a ellos—. Ella se aseguró de que lareencarnación no fuera solo un mito y que pudiera volver cada cierto tiempo, después de morir…

—¿Recordando su vida pasada? ¿Con diferentes cuerpos, o con los mismos? —Lainterrupción y el desespero por saber de Leo provocaron que la abuela de Jax riese.

—Recordando sus vidas pasadas, pero con diferentes cuerpos —respondió con gracia.—¿Cómo es eso posible? —susurró la joven, viendo en su cabeza todos los sueños, los cuales

para ella no eran solo sueños, sino recuerdos de sus vidas pasadas, que la habían atormentadodesde el primer día en que llegó a New Haven.

Pero las cosas eran diferentes, Leo hizo un pantallazo de sus sueños y siempre se veía con elmismo cuerpo, no hubo otro, y por más que hiciese un enorme esfuerzo por observar condetenimiento en su mente, nunca estuvo con otro cuerpo. Y eso no es todo, ella no recuerda susvidas pasadas, no como lo hacía esa bruja.

¿Qué estaba pasando? ¿Qué se había perdido?—Leo, Leo —Jax la quitó de su ensimismamiento—. ¿Estás bien? —se preocupó al ver que

todo el color de su rostro había desparecido.Ella asintió y prestó atención a la mujer.—¿Puede decirme el nombre de esa bruja?—Sí —contestó la mujer—. Su nombre era…La puerta de la casa se abrió abruptamente y Zeke entró con el susto latente en sus ojos.—¿Zeke? —murmuró Leo.—¿Leo? —Zeke frunció el ceño y luego observó a Jax con reproche.—¿Qué ocurre, Zek?— preguntó Gemma, molesta por ser interrumpida de esa forma.—Es Cittla —respondió, mirándola de manera significante.

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Caín Este capítulo cuenta con la participación especial de Cittla Calderón. Gracias de nuevo

Cittla. Jax fue el primero en reaccionar y salir corriendo de la casa en busca de la joven Cittla.

Gemma se apresuró a ir tras él y luego salió Zeke y Leo.Al salir de la cabaña, Leo pudo escuchar unos desgarradores gritos de niña retumbando por

todo el campamento. Ni siquiera los animales se habían quedado en el lugar al escuchar como lachica gritaba, claramente, de dolor. Leo podía sentir en sus huesos lo que esa joven sufría.

Todos corrieron hasta una de las cabañas más cercanas, sintiendo como esos gritos y el llantose intensificaba. La joven bruja observó en la distancia que, en cuanto Jax llegó, las personas sehicieron a un lado con rapidez. La abuela de Jax y Zeke entraron tras él. Leo bajó la velocidad ycomenzó a caminar más lento, poniendo primero un pie en el primer peldaño del escalón delpórtico y luego el otro, sin darse por aludida de que las personas a su alrededor la observaban;algunos con curiosidad, otros preocupados, y otros con desagrado. Llegó hasta la puerta deentrada en donde observó a una niña de unos 16 o 17 años, de cabellos castaños con variosreflejos rubios, que se retorcía en el suelo como si estuviera poseída.

Jax se arrodilló delante de la niña y la tomó de las manos, Leo pudo ver como las manosunidas de ambos se volvían blancas por la fuerza emitida. Una sensación extraña le cosquilleó porlas venas; era algo que ya había sentido una vez, cuando estaba en una búsqueda clandestina, peropronto se esparció cuando la chica gritó:

—¡¡Nooo!!Sin entender en verdad lo que estaba pasando y no pudiendo soportar más ver como agonizaba

del dolor, decidió acercarse para ayudar, sin importarle que supiesen que era una bruja; sunecesidad de ayudar a esa chica era mucho más fuerte que mantener su anonimato.

—Si me dejas que yo le tome de las manos, podré ayudarla con el dolor —dijo en voz baja,colocando una mano en el hombro de Jax para llamar su atención.

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El joven se giró con sus ojos resplandeciendo y el ceño fruncido, la miró solo por un segundoy luego puso su atención en Zeke, que observaba desde unos metros atrás.

—¡Sácala de aquí! —le ordenó—. ¡Ya! —tronó.Leo dio un paso atrás al ver la violencia emitida por su voz y la furia reflejada en su rostro.—Vamos —le pidió Zeke a Leo, tomándola por el codo y obligándola a salir de allí.Leo se dejó llevar en silencio hacia fuera del campamento, su mente estaba con la chica que

sufría dentro de esa cabaña; de hecho, todavía podía escuchar los gritos abrumadores.En cuanto estuvieron más cerca de la civilización, ya no se escuchaban esos gritos, ni todo ese

atormentado dolor, pero Leo no conseguía volver al presente. Jamás, en su corta vida había vistoalgo así, y lo que peor la ponía, era no saber qué era lo que le sucedía a esa niña. Era tan solo eso,una niña sufriendo como nunca nadie debería sufrir.

—¿Qué le ocurría a esa chica? —le preguntó a Zeke rompiendo el silencio—. Eso no es porninguna enfermedad, ¿verdad? —Ella no lo miraba, solo observaba su camino.

El joven agachó la cabeza, no sabiendo cómo contestar a eso.—¿Hablas de Cittla? —Leo asintió—. No sé lo que le ocurría —mintió, sin poder mirarla a

los ojos—. De todas maneras —se apresuró a decir antes de que Leo lo pusiese entre la espada yla pared—. ¿Qué hacías allí?

—Jax me llevó para hablar con su abuela —contestó, dejando pasar su curiosidad; por algunarazón, ella sabía lo que le ocurría a esa chica, lo presentía, pero no podía ver con claridad lo queestaba pasando.

—Mi primo no debió llevarte —azuzó.Leo clavó su mirada en él.—¿Jax es tu primo? —cuestionó confundida provocando que el joven riera.—No tenemos el mismo color de piel, ¿verdad? —bromeó—. Mi padre era de color y mi

madre, hermana del padre de Jax, no lo es —explicó.Leo registró como habló de su padre en pasado y de su madre en presente, pero no iba a ser

irrespetuosa y preguntar. No le concernía.—Puedes volver si quieres —dijo en cuanto llegaron al bar Haven—. Desde aquí puedo

seguir sola.—Me sentiré más cómodo si te dejo sana y salva en casa —replicó el joven.—Nat está en el campus —anunció con picardía.Zeke se carcajeó.—Lo sé. Yo mismo la dejé en su habitación —se jactó, haciendo reír a Leo.—Todo un caballero.Ambos sonrieron y siguieron el camino hasta la casa de la chica.Al llegar, le agradeció por acompañarla y se despidió, deseando poder meterse a la tina con

sales y así poder renovar sus energías. Además, necesitaba una infusión realmente fuerte paracalmar su dolor de cabeza, y por esa noche también iba a tomar su poción para mantener los malossueños alejados y así poder descansar, al menos por esa luna.

Ella se encontraba dormida en su cama, destapada y despatarrada por el calor que cada vez sehacía más intenso en su cuarto, lo que causó que se despertara al sentir su cuerpo transpirar. Alabrir los ojos, observó su habitación dejar de serlo para «de a poco» convertirse en otra cosa. Susblancas paredes desaparecieron, dejando toda una vista rojiza en su lugar; su techo dejó de existir,para encontrar un cielo de color purpura; su cama cada vez se calentaba más, obligándola a salirde ella. Al pisar el suelo, su alfombra ya no estaba; en cambio, tierra áspera y rojiza se hallaba

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allí. Su cuerpo comenzó un ligero temblor, por el terror de saber en dónde se encontraba.—Hola, Eleonor —La melodiosa voz que una vez escuchó, la obligó a girarse y toparse con lo

que, hasta en su momento, ella sentía más miedo—. ¿Cómo has estado? —curioseó, mostrando unaamable sonrisa; sin embargo, la joven no se dejaba engañar.

—¿Por qué estoy aquí? —inquirió—. No debería estar aquí —escupió, sabiendo bien quehabía tomado su poción antes de dormir.

—No seas irrespetuosa, Eleonor, sé bien que no eres así.—No me hables como si me conocieras —refutó—. No sabes nada de mi —graznó con furia

—. Dime qué quieres, Caín.—Lo que quieren todos, pequeña Eleonor: libertad —murmuró, apareciendo como por arte de

magia más cerca de ella.—No vas a tenerla con mi ayuda —siseó, apretando los dientes y mirando fijo los ojos negros

de Caín.—¿Por qué me tienes tanto odio, Eleonor? —curioseó, conforme tomaba asiento con elegancia

en la cama de la joven.—Solo no me gustas —contestó con el ceño fruncido.—¿Y eso por qué? ¿Acaso te he hecho alguna cosa? —preguntó con inocencia.—¿Es una broma? —soltó sin creérselo.—En absoluto —manifestó el inmortal con calma—. Mi pregunta es totalmente sincera.—Quieres salir de aquí solo para apoderarte de la humanidad —acusó Leo—, comenzando

con los vampiros.—Eso no es verdad, Eleonor —negó, chasqueando la lengua—. Yo solo quiero darles

libertad. Como dije antes, eso es lo que todos queremos.—¿Y qué te hace pensar que la humanidad está encarcelada?—Todo —respondió con rapidez—. Nadie puede hacer nada sin rendir cuentas a alguien más.

Y no vayas a preguntarme de lo que hablo, porque lo sabes muy bien —Se apresuró a decir—.¿Por qué tienen que seguir a más de un líder en diferentes circunstancias? ¿Por qué unos sonmejores que otros? ¿Por qué tanta discriminación por el color de piel o su posición económica?¿Por qué tanto desprecio por las personas que aman a otras del mismo sexo? ¿O por aquellaspersonas que aman a su primo o algún familiar bastante cercano? —cuestionó, elevando una cejacon diversión—. Antes no nos decían como dicen ahora… ¿cómo es…? —inclinó su cabeza haciael cielo buscando la palabra adecuada—. Ah, sí: Incesto —soltó—. Antes no nos llamabanincestuosos por tener relaciones con nuestros familiares; de alguna manera, así fue como creamosa lo que hoy, tú, llamas humanidad —esbozó señalándola.

—¿De qué estás hablando?—Simplemente estoy diciendo que, conmigo, no va a haber más de esas horribles

discriminaciones. Todas las personas serán iguales para mí, ya sean del sexo que sean o lareligión que tengan; vamos, cada uno puede orar a quien quiera, de todas maneras sabemos quenunca escuchan —Caín le mostró una espléndida sonrisa—. Imagínatelo, todas las personas seríaniguales —Torció su sonrisa—, ni siquiera podrían discriminar a los vampiros.

—Entonces, ¿qué? ¿Todos te responderían solo ti, como su gran Dios? —replicó Leo.Caín se levantó de la cama y en un nanosegundo apareció a un centímetro delante de ella.—Dios no tiene ni voz ni voto en esta humanidad —siseó, largando un halo de ira por su nariz

—. Dios no es nada, ni nunca fue nada.—Eso no es del todo verdad —demandó Leo, mostrando una sonrisa competitiva y una

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valentía que no estaba ni de cerca de ser verdad—. Dios fue algo para ti una vez.Caín la tomó del cuello con una mano y apretó.—No tienes idea de lo que hablas —graznó, rozando su nariz con la de ella por la proximidad

—. Dios me despreciaba, me aborrecía por no ser parte de él —escupió con dientes apretados.—¿Qué estás diciendo? —cuestionó en un débil susurro.—Un día te voy a contar cómo fueron las cosas en verdad. El día que salga de esta estúpida

piedra en que me metió la desquiciada de Lilith. Ese día estarás de mi lado, Eleonor.—Nunca saldrás de aquí —espetó.—Oh, sí que lo haré —Le depositó un beso en la mejilla, provocando que el cuerpo de Leo

temblase por el asco—. Y déjame decirte que no falta mucho para ese día —dicho eso, le soltó,dejando que la joven cayera de rodillas al suelo.

En un pestañeo, ese infierno horripilante desapareció y su habitación volvió a hacersepresente.

La joven estaba acostada en su cama, abrió los ojos y se sentó con una mano en su cuello,todavía sintiendo el contacto de aquél hombre y su cuerpo vibrando por el tormento vivido.¿Cómo carajos podía ser posible que soñara con ese demonio, cuando había tomado su infusión?Ya no estaba a salvo ni siquiera en sus sueños. Debía hacer algo para poder sacarse de encima esapiedra y a ese maldito de Caín.

Su corazón no paraba de latir a dos mil por hora, a causa del miedo que todavía sentía.De un salto salió de la cama y corrió hacia la cómoda en donde tenía escondida la piedra.

Abrió el cajón y rebuscó entre su ropa. Bien en el fondo podía sentirla, la piedra seguía allí y solola sacó para estar completamente segura que lo que su mano había tocado, haya sido la piedra.

Sí, sí lo era.La piedra se hallaba a salvo; suspiró audiblemente al saber que no le había pasado nada. Pero

muy en el fondo, sabía que no estaría a salvo y escondida por mucho tiempo más. Faltaba poco, lehabía dicho Caín y, por alguna razón, ella le creía.

Caín no solo estaba queriendo asustarla, estaba profetizando algo que no estaba muy lejos dellegar y ella era muy consciente de ello. Lo sentía en los huesos. No estaba lejos el día en que esapiedra quedase en manos del clan de vampiros y dejaran libre a Caín para apoderarse de todos enel mundo, y sus primeras víctimas serán los vampiros.

El locutor de la emisora local, le hizo saltar en el lugar cuando comenzó con sus gritos debuenos días. Ella viró, todavía con el corazón desbocado, y caminó hasta la radio para apagarla,sin soltar la piedra.

Para cuando se dio cuenta, ya era de día y debía ir a la Universidad. Volvió hasta la cómoda yescondió de nuevo la piedra allí, para luego apresurarse a la ducha.

Al salir de la ducha, se envolvió en una toalla azul y con otra su cabello, antes de salir endirección a su habitación, todavía con la cabeza revuelta por ese espeluznante sueño. Cuandollegó a su cuarto, se detuvo de forma abrupta en la puerta, saltó en el lugar y tomó con fuerza sutoalla, que había amagado con caer, al ver que su habitación no estaba vacía.

—Casi me matas del susto —se quejó con el ceño fruncido.Killian la observaba extrañado, sentado en el borde de la cama.—¿Qué te ocurre? —indagó con la mirada en ella.Leo se adentró por completo y se dirigió hacia su placard.—Nada —respondió sin mirarlo.Killian deleitaba sus ojos con las piernas desnuda de la joven.

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—Algo te ocurre, es la segunda vez que no me sientes —observa—. Y además te noto tensa.—Estoy bien —Leo suspiró—. Solo una mala noche —omitió contarle sobre su sueño.Ella tampoco estaba muy segura de qué era lo que le pasaba.—¿Segura? —se interesó él.—Segura —afirmó y se dispuso a mirarlo con la ropa en la mano—. ¿Te importa? —Señaló

ella su ropa para vestirse, pidiéndole, sin decirlo, que la dejara cambiarse.—Para nada —respondió él haciendo el tonto y mostrando una pícara sonrisa. Ella entrecerró

los ojos de manera significativa—. Bien, bien. Voy a preparar el desayuno —anunció,levantándose de la cama.

Leo esperó a que Killian abandonase su habitación para comenzar a vestirse. Una vez queestuvo lista, bajó al encuentro con el joven vampiro, que ya tenía preparado el desayuno en lamesa de la cocina. Café, tostados, huevos, tocino, un desayuno fuerte y extenso para poderaveriguar qué es lo que pasaba con la joven bruja.

—Vaya —silbó, observando la mesa llena de comida—. ¿Tienes hambre? —preguntó tomandoasiento.

—Solo un poco —contestó Killian, colocando una taza de café frente a ella—. ¿Qué soñaste?—indagó sin más, provocando con eso que Leo clavara los ojos en él—. No hay que ser unadivino para saber que has soñado alguna cosa, y por tus ojeras, fue algo malo.

Leo agachó la mirada, un poco apenada.—Caín se metió en mis sueños, otra vez —habló en voz baja y tomó un sorbo de su oscura

bebida, dejando que Killian procesara lo que le había dicho.El joven suspiró audiblemente y se sentó su lado.—¿Por qué no tomas esa maldita cosa que hace que no sueñes? —cuestionó mostrando su

descontento—. Deja, al menos por ahora, un poco las cosas como están. Sé que debemos buscaruna solución a esa jodida piedra y también sé que quieres saber qué pasó con nosotros, pero debesdescansar; si no lo haces, no va a servirte de nada.

—No es eso, Killian.—Sabes bien que tengo razón —Killian le puso una mano encima de la suya—. Te necesito

fuerte para lo que se viene. No podré hacerlo solo —Leo le mostró una sonrisa triste.—Tomé la poción para alejar los sueños —le hizo saber—. Y no funcionó, Caín se metió igual

—Killian arrugó la frente al escuchar eso—; y esta vez, ni siquiera tuve que tocar la piedra.—¿Qué quieres decir?—Creo que ese maldito demonio, de alguna manera, se está haciendo más fuerte.—¿Cómo es eso posible? —Killian se levantó de su lugar y comenzó a caminar de un lado a

otro—. Si la piedra está en tu poder, nadie pudo acercarse, ni nadie va a hacerlo. ¿Cómo puedeser que se haga más fuerte?

—No lo sé, pero de alguna manera consigue meterme en su territorio, en donde mi magia nofunciona y en donde él tiene el control por completo.

Killian se detuvo clavando sus ojos en ella.—Me estás diciendo que… —comenzó a negar con la cabeza, no queriendo ir por ese camino

—. Imposible.—Killian, de alguna manera se está haciendo más fuerte —repitió con voz firme— y estoy

segura que él no se mete en mi cabeza, más bien logra llevarme, llevar una parte de mi esenciadentro de esa jodida piedra. Lo que hay que averiguar, es: ¿Cómo lo hace? ¿Qué es lo que le estádando las fuerzas para hacerlo?

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—¿Puede pasar que un día te lleve por completo? —cuestionó el joven y Leo le sonrió condulzura.

—No. No puede pasar —aseguró.—¿Y por qué no?—Porque yo tengo un ancla aquí, nadie puede llevarme a otro mundo. Mi ancla siempre me va

a mantener en este.—Pero ¿si Caín es más fuerte que tu ancla? —sopesó, acercándose a ella—. ¿Qué hay si logra

llevarte, Eleonor?—Eso no va a pasar —trató de tranquilizarlo, aunque por dentro sabía bien que eso podría

pasar.—No lo sabes —azuzó tomándole de las mejillas y acercando su rostro hasta casi al roce—.

Te conozco, no estás tan segura de eso —susurró, rozándoles los labios.Leo agachó la mirada.—No sé qué tan fuerte sea —admitió— y no sé si podrá llevarme o no —confesó.Desconocía la fuerza de Caín. Y si lograba romper su ancla, ella quedaría atrapada con él… O

en su lugar.

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Bruja oscura New London… Por las oscuras y solitarias calles de New London, Joselyn se apresuraba a caminar para

llegar a su destino, solo alumbrada por la luz de la luna. Con un único propósito y una meta, ynada ni nadie la retrasaría. Mirando para ambos de sus lados, se metió en un callejón en dondeapenas la luz de la luna podía colarse; no necesitaba de alguna iluminación de todas formas, podíaver muy bien por donde iba.

Un cartel de neón, pidiendo a gritos un cambio de bombitas, parpadeaba con irregular, siendocasi una molestia. Su nombre, “La cantina de mi tío” tintineaba queriendo seguir con vida. Joselyninspiró profundo y logró distinguir el aroma a sangre fresca que venía desde adentro del local.

Un cartel de cerrado colgaba de la puerta, no obstante, ella lo ignoró y colocando su mano enel picaporte «con un poco de fuerza sobrenatural», obligó a la cerradura a ceder para luego entraren el establecimiento, encontrando todo en penumbras. Siguiendo el olor metálico de la sangre,caminó con decisión hasta la puerta posterior, la cual se encontraba cerrada, percatándose de unrezo que se escuchaba del otro lado; poco le importó y se dispuso a cruzarla. Una mujer cerca delos cuarenta, de cabello rubio y largo hasta la cintura, se encontraba de espalda a Joselyn y con lacabeza gacha.

—No son bienvenidos los de tu especie —demandó la mujer de cabello rubio.—También es un placer verte, Cosimma —ironizó Joselyn.La mujer se giró a enfrentarla.—¿Por qué traes tus problemas a mi ciudad? —cuestionó de malos modos.Joselyn la observó en silencio antes de caminar a su alrededor y quedar a un lado de la mesa

en donde Cosimma trabajaba, encontrando allí, el causante del aroma a sangre.Una gallina degollada yacía sobre la mesa, con varias velas negras a sus lados.—¿Trabajo extra? —punzó con una media sonrisa.—Joselyn, prometiste que ni tú ni tus hermanos iban a volver si te ayudaba con tu pequeño

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problemita —le recordó, señalando el cuerpo de Jo.—Y te agradezco por eso. Pero este nuevo problema, no es pequeño y además nos jode a

todos.—¿De qué estás hablando, Joselyn?—¿Has oído hablar de la piedra del alma?Cosimma frunció el ceño.—¿La piedra del alma negra? —preguntó, no estando segura de lo que acababa de escuchar.—La conoces —aseguró Jo.—¿Cómo es que un vampiro sabe sobre la piedra del alma negra? —interrogó la bruja,

dejando notar un poco de miedo en su voz.—Hay un clan de vampiros que la está buscando —le informó—. Y creemos que quieren

liberar a Caín de esa piedra.—Los vampiros podrán intentar liberar a quien sea, pero si no tienen una bruja que los ayude,

esa piedra no les va a servir de nada —argumentó—. Y ninguna bruja los ayudaría.—Creemos que ya tienen a la bruja —comentó Joselyn—. Están muy desesperados por tener

esa piedra. La bruja que está con nosotros, Eleonor —Cosimma abrió mucho los ojos al escucharese nombre—, quiere destruirla, pero no sabe cómo hacerlo.

—¿Qué bruja? —Jo la observaba confundida—. ¿Dijiste Eleonor?—Sí. ¿La conoces?—¿Ella es quién tiene la piedra en estos momentos? —preguntó con brusquedad.—Sí. ¿Por qué?—Llévame con ella —le ordenó, apurando el paso hacia fuera del lugar, dejando todo su

hechizo a medio hacer.—¿Por qué? —indagó Joselyn, yendo tras ella.—Porque Eleonor está en peligro —le respondió, mirándola sobre su hombro.Joselyn asintió y acató la orden de la bruja. New Haven... Leo salió de su última clase con dirección a su casa. Después de la noche anterior que tuvo, ya

no quería hacer más nada que llegar a su hogar, darse una prolongada ducha y tratar de dormir lomás que podía, iba a bajarse media botella de bourbon si era necesario para poder dormir toda lanoche. Su cuerpo estaba cansado, su mente exhausta, y estaba harta de toda la mierda que le pasódesde que llegó a ese maldito lugar. Esa noche era una de esas en la que deseaba volver a NuevaOrleans con su tía, con las personas que conocía, hacerse cargo de su puesto en el aquelarre yseguir buscando con paciencia y dedicación al asesino de sus padres. Esa era la mejor apuesta desu vida en ese momento.

Al llegar a su casa, tiró su bolso sobre el sofá más próximo y se dirigió directo al baño. Loprimero en su lista era una larga ducha. Entró en el baño, abrió el grifo y dejó llenar la bañera, altiempo que le echaba sales para poder calmar su estrés. Hacía días que no estaba bien ynecesitaba de esos baños, ya que anhelaba estar en su hogar. Desde que había llegado a NewHaven, todo «a su ritmo», comenzó a cambiar. Hasta Natalie ya no era la misma, o ella ya no teníala misma relación con su mejor amiga. Lo peor era que cada día que pasaba, se sentía más malapersona con ella por tener que estar jugando con su mente. Estaba segura que en el poco tiempoque llevaban allí, revolvió su cabeza más veces de lo que había hecho en todo los años en que se

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conocían.A veces, se le cruzaba por la cabeza que era un enorme error querer ser normal y dejar la

ciudad que la vio crecer.Leo no se encontraba sola en esa casa, Nat había llegado y se hallaba subiendo las escaleras

del hogar con cuidado. La joven llegó a la habitación de Leo, se detuvo en el umbral y miró haciaambos lados antes de adentrarse al cuarto, yendo directo a la cómoda que había a un lado de lahabitación. Revisó los cajones, buscó detrás de la ropa interior hasta lograr dar con su objetivo.Nat quitó la piedra, la tomó en sus manos y la observó con cuidado.

—¿Nat? —habló Leo desde la puerta de su habitación—. ¿Qué haces aquí? —indagó.Antes de voltear, ella guardó la piedra en el bolsillo trasero del pantalón.—Estaba buscándote —respondió con velocidad.—Estaba en la ducha —le señaló la joven bruja, mostrando que estaba envuelta en una toalla

—. ¿Ocurre algo? —preguntó, preocupada al ver a su amiga un poco extraña.—No. No —negó la chica—. No sé.—¿Nat? —llamó su atención acercándose a ella—. ¿Qué ocurre?—Creo que me gusta un chico —dijo de repente, yéndose lejos de su amiga. Leo elevó una

ceja—, ese chico Joy —indicó.—Pensé que te gustaba Zeke —expresó, algo desconcertada.—No.—¿Y cuál es el problema? ¿Le gusta alguien más?—No, no— Nat suspiró—. No importa, será mejor que me vaya —habló con rapidez,

moviéndose hacia la puerta de la habitación—, no es hora para esto…—Pero que dices, si nunca tuvimos horarios para este tipo de cosas —reprochó Leo, tratando

de detener la huía de Nat.—Hoy no, mañana te cuento todo —Logró salir del cuarto y bajar con velocidad las escaleras,

para después abandonar la casa por completo.Leo solo pudo quedarse en el lugar, observando como la joven hacía su carrera como si fuera

una completa extraña. Suspiró de forma cancina, ya no estaba segura de seguir con todo eso.Luego de ponerse su pijama para dormir, bajó por un vaso de leche y miel; llegó a la cocina,

abrió el refrigerador para sacar la leche y al cerrar la puerta pegó el salto de su vida.—¡Qué mierda, Killian! —reprendió con una mano en su pecho.El joven la observaba extrañado, cuando se conocieron no podía sorprenderla y ya hacía un

par de días que ni lo sentía llegar.—Necesito que vengas conmigo —indicó, provocando que ella levantase las cejas.—¿Vas a decirme a dónde? ¿Para qué? O ¿Algo? —soltó con sarcasmo.—A mi casa —respondió, observándola con seriedad—. Hay alguien que quiere verte.—¿Se puede saber quién? —preguntó, cruzando sus brazos al pecho con una clara terquedad.—No lo sé —admitió Killian—. Mi hermana me llamó hace unos minutos y me dijo que te

llevara a la casa. Dijo que nos esperaba allí.Leo lo observó por un largo segundo y luego asintió con la cabeza, claramente acatando la

orden del joven vampiro.A pocos minutos, ambos estaban saliendo de la residencia Callahan rumbo a la casa de los

Sparrow con el Shelby de Leo. Killian tenía una extraña costumbre de caminar o, al menos, eso leparecía a Leo, ya que siempre él llegaba a pie a su casa.

Una vez en la puerta de los Sparrow, los dos se dirigieron, todavía sin hablar, no porque

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estuvieran peleados o enfadados entre ellos, sino porque la joven no se encontraba de ánimos paracharlas animadas y menos con Killian, que siempre se requería mantener un doble pensamiento; ypor parte de Killian, porque hacía días que le preocupaba la joven con sus sueños, con que no losintiera, y de seguro que si seguía indagando, alguna otra cosa más iba a salir de la galera parapreocuparse.

Con una estúpida sonrisa burlona, Gideon les abrió la puerta, Leo rodó sus ojos al pasar porsu lado y Killian se dispuso a ignorarlo. Ella caminó sin preocupación hasta la sala, en dondepodía notar la presencia de Joselyn y de alguien más, aunque no podía saber de quién. La otrapresencia tenía una enorme cabellera rubia y se giró al sentir que Leo la estaba observando.

—Leo —suspiró la mujer, aliviada.—Perdón. ¿La conozco? —preguntó Leo con cuidado.La mujer frunció el ceño y entrecerró los ojos.Luego de un segundo, decidió sonreír, una sonrisa bastante forzada.—No. No me conoce —negó la bruja, todavía sosteniendo la sonrisa en sus labios—. Soy

Cosimma —se presentó, estirando la mano hacia la joven.Pero Leo no extendió su mano, por lo que Cosimma la bajó al notar que la joven bruja no iba a

estrecharla y ella sabía bien por qué; su clase no era aceptada por la joven.—¿Por qué estoy aquí? —indagó Leo, posando sus ojos pardos en Joselyn.—Leo, debes escucharla —pidió Jo con delicadeza.—Tú eres quien tiene la piedra, ¿verdad? —interrogó Cosimma antes que la chica pudiese

replicar a lo que Joselyn le pedía.Leo clavó más profundo sus ojos en Jo.—¿Le hablaste de la piedra? —inquirió sin poder creerlo.—Lo hice —admitió Joselyn—; necesitamos de su ayuda. Necesitamos de la ayuda del que

quiera ayudar —exclamó con firmeza.—¿Y puede? —indagó Leo, elevando una ceja hacía la bruja.Cosimma solo le dio una sonrisa delicada, apenas perceptible.—La piedra está quitándote energía —Le señaló sin preámbulos—. Tienes que dársela a otra

persona.Leo se rio sin gracia.—¿Cómo a usted? Que conveniente.—No a mí —dijo con rapidez—. Ninguna bruja puede tener esa piedra. Ellos se alimentan de

nosotras, roban nuestras energías, pueden comunicarse anclándose a nosotras. Se nos presentan ensueños, sueños que parecen casi reales. Nos llevan a su territorio donde no podemos defendernos.Y cuando ya no queda nada de nosotras nos usan para ser su soga de salvación y salir de suinfierno —Ella miró a Killian—. Ustedes deben tener esa piedra. Nunca debieron dársela a ella.La consume.

—Si ellos se quedaban con la piedra, cualquier vampiro se la podría haber robado —refutóLeo—. ¿Por qué debemos creer en lo que dice? ¿Por qué confiar en ti?

—Yo confío en ella —intervino Joselyn.—Creí que solo nos odiabas a nosotros —se burló Gideon, mostrando una sonrisa petulante.—Ella sabe qué clase de bruja soy. Pero no me odia —matizó Cosimma—. No me creas a mí

—comenzó, observando a Leo—, pero confía en ti, sabes que no eres la misma desde que tehiciste guardiana de esa piedra. Has visto lo que hay dentro; te está consumiendo de a poco, te vescansada, tu cabeza duele al final de cada día, tu cuerpo es más pesado que antes.

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—Hace tiempo que ya no sientes mi presencia —se dejó escuchar Killian, ganando las mirasde todos—. Antes no podía sorprenderte; en cambio, ahora, te asustas cuando llego.

Leo quedó unos segundos mirándolo, sabiendo que tenía razón, al igual que Cosimma.—¿Cómo me deshago de ella sin darle la ventaja a los vampiros? —le preguntó a Cosimma,

dejando de lado su malestar hacia ella.—En primer lugar, ¿cómo la encontraron?—En realidad lo hicieron los humanos —habló Gideon—. Unos estúpidos humanos vestidos

de Indiana Jones. La llevaron a un museo en Bradford. En ese lugar la encontré.—¿Inglaterra? —preguntó Jo, sorprendida al recordar los días que su hermano estuvo

desaparecido.Gideon asintió con la cabeza.—No estoy segura si se puede destruir, pero sí sé con seguridad que si la enterramos en un

lugar histórico, de preferencia sagrado, nadie podrá encontrarla de nuevo —explicó Cosimma.—Un lugar histórico y sagrado —sopesó Leo.—Dudo mucho que quede algún lugar histórico, y menos, sagrado —farfulló Gideon.—¿Cómo el muro de los lamentos o algo así? —indagó Leo con inseguridad.—Ese es el mejor lugar —asintió Cosimma con una sonrisa.—Entonces nos vamos de viaje a… —Gideon se detuvo, pensando dónde.—Jerusalén —le dijo Joselyn rodando sus ojos.—Ah, sí. Jerusalén —terminó con una enorme sonrisa.—No iremos todos —habló Killian, haciendo que la sonrisa de Gideon caiga con velocidad.—¿Te quedas? —sugirió el joven vampiro haciendo el tonto.—No —respondió con rotundidad—. Tú y Jo se quedan.—Eso es injusto. ¿Por qué debo quedarme, mientras…?—Porque deben cuidar de Natalie —cortó Killian con la queja de su hermano y posó su

mirada en Leo—. Debemos ir a buscar esa piedra —le indicó.Leo asintió en silencio y ambos salieron de la casa en dirección a la residencia Callahan.—Ya te habías dado cuenta de que no estaba bien —Leo no le estaba preguntando, era una

simple afirmación. Killian la conocía y ella a él, y todavía no sabía cómo eso era posible.Killian no la miró, seguía con la mirada en el camino y apretando el volante con fuerza.—Me extraña que tú no te hayas dado cuenta —reprochó, sin quitar la vista del camino.Leo agachó la mirada un poco avergonzada.—Pensé que solo era cansancio, por todo lo que estaba pasando. No lo atribuí a la piedra.—Lo sé —dijo en voz baja—. Nunca debí meterte en esto —se reprochó a sí mismo.—No es tu culpa; no tenías ni idea de lo que era.—Da igual, Eleonor; debí imaginarme que no era bueno para ti.—Igual me iba a meter yo misma en esto —masculló, provocando que él sonriera.—De seguro que sí —Ambos se miraron y sonrieron.Minutos después ya estaban entrando en la residencia Callahan. Leo se dirigió directo a su

habitación, seguida por Killian. Al entrar a su cuarto caminó hasta la cómoda y rebuscó en elcajón donde había dejado la piedra, pero su mano no lograba dar con el objeto. Frunciendo elceño quitó el cajón por completo y lo volcó sobre la cama, dejando que toda su ropa interiorcayera sobre ésta.

Killian la observó, se acercó, tomó una tanga de encaje y la sostuvo frente a él con los dedosíndices.

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—Curioso, curioso —citó a Alicia del país de las Maravillas, con una pequeña sonrisatraviesa.

—No está —exclamó Leo, ignorando el juego de Killian—. La piedra no está —repitió,provocando que el joven vampiro soltara la prenda y la ayudase a rebuscar.

—¿Estás segura que la pusiste aquí y no en otro lado, u otro cajón?—La puse aquí y no la moví de este cajón.—¿Entonces? —sopesó Killian. Leo se quedó quieta en el lugar mirando fijo al joven—.

¿Qué?—Nat —soltó como si fuese un suspiro. Killian movió la cabeza sin comprender—. Nat

estuvo aquí poco antes de que llegaras. Ella estaba rara y no le di importancia. Ella se llevó lapiedra.

—Pero… ¿cómo es posible? Ella es tu amiga, sin contar esa cosa que toma para que no lejodan la cabeza —Killian no entendía lo que pasaba.

—Hace días que no la veo como antes. Quizás lograron revertir mi poción —insinuó. Killianabrió la boca amagando para hablar, pero Leo se apresuró a indicar—: Ella no me robaría estandoen sus cinco sentidos.

—Bien, debemos dar por hecho de que el clan de Malakai tiene la piedra.—¿Qué haremos ahora? —sonsacó Leo con un poco de miedo en su voz.—Por ahora, volver a casa —respondió Killian.—No —negó con rotundidad—. Tienen a Nat. Debo ayudarla, quién sabe lo que le harán o lo

que le… —No pudo terminar esa frase.Killian se apresuró hacia ella y la tomó de las manos.—No te precipites —dijo con delicadeza—. La encontraremos y la pondremos a salvo —

prometió—, pero primero debemos ir a casa por los demás, no podemos hacer esto solos ynecesitamos un plan —Leo solo miró el suelo—. Eleonor, mírame, por favor —Ella levantó lavista, dejando ver sus ojos aguados por las lágrimas contenidas—. La traeremos de vuelta a casa,¿sí? Te lo prometo.

Leo asintió con la cabeza y con ayuda de Killian, que la sostenía con un brazo en la cintura,caminaron hasta el auto para ir con rapidez a la casa de los Sparrow, a buscar refuerzos y elaborarun plan para poder rescatar a la joven humana.

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Aquél en lo Alto —Despierta, Eleonor —Escuchó el susurro en su oído—. Eleonor —Volvió a oír; sin

embargo, lo que la hizo despertar con rapidez fue el fuerte olor a almizcle.Se sentó en el sofá, en el cual se había quedado dormida, mientras los demás disputaban cómo

evitar que el clan de vampiros dejara libre a Caín.Leo miró a su alrededor, pero el lugar estaba vacío, salvo por una persona que la miraba con

una sonrisa ladeada desde su altura.—¿Cómo es que puedo verte? Ya no tengo la piedra, no puedes anclarme.Caín soltó una estruendosa carcajada.—Ya te contaron como funciona, ¿verdad?Leo arrugó la frente y volvió a mirar a su alrededor.—¿Dónde están todos? ¿Qué has hecho con ellos? —inquirió, apretando sus dientes.—Tranquila —esbozó Caín con la voz calmada—. Ellos están aquí mismo —le indicó, pero

ella no le creyó al volver a observar a su alrededor y no ver a nadie—. Es solo un sueño —explicó.

Leo clavó sus ojos en él.—No —negó, no creyendo al ver que sus pensamientos se dirigían a un terreno al cual no

quería ir.—Todavía no me han liberado, si esa es tu preocupación —le hizo saber, adivinando los

pensamientos de la joven—. No pueden hacerlo hasta el tercer domingo del mes —Se elevó dehombros—; solo queda una semana y, cuando la luna esté en lo más alto, después de tanto tiempo,seré libre nuevamente —Leo amagó a hablar, pero Caín se apresuró—. No hagas promesas que nopodrás cumplir.

—No sabes lo que diré —espetó, apenas moviendo sus labios, ya que estaba rígida en el sofá.Caín ladeó la cabeza, observándola.—Dirás que no dejarás que salga de esa maldita piedra, que harás lo imposible por evitar que

resurja. Dirás que saldré sobre tu cadáver —Caín elevó el dedo índice, señalando que le diera unsegundo; caminó hacia la mesita en donde reposaba el whisky de los hermanos Sparrow y se

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sirvió una copa—. Déjame decirte que ese pensamiento, no es algo que me agrade.—Pero lejos está de ser una promesa en vano —escupió, ignorando la copa que le tendía.Caín suspiró y caminó hasta el sofá de un cuerpo frente al que estaba ella. La observaba

mientras degustaba la bebida.—¿Por qué me odias, Eleonor? —preguntó con verdadera curiosidad.—No te odio —contestó ella con el ceño fruncido; Caín elevó una ceja—. Te aborrezco —

escupió.Caín asintió con la cabeza y volvió a tomar un trago del whisky.—¿Y eso por qué?—¿Es en serio? —soltó, notando la sinceridad en la pregunta de Caín, no obstante, lejos

estaba de creerla.—Lo es —esbozó él—. Tú no me conoces. Sabes lo que saben la mayoría de los humanos, lo

que otro humano escribió. Solo un mito popular, el cual decidieron que era verdad. Pero nadiesabe lo que viví en realidad, nadie habla de cómo fui adorado, amado y seguido por toda unaciudad —Dejó salir una risa plana—, y todo eso fue después de mi fratricidio. Eso no lo cuentan,solo me defenestran, con calumnias sobre cómo maté a mi hermano. Pura blasfemia —escupió conindignación.

—¿Acaso no es verdad que mataste a tu hermano Abel? —preguntó Leo con ironía—. Vas adecirme que esa muerte es una mentira que perduró por más de dos mil años…

—Casi tres mil.—Mientes —acusó—. En verdad mataste a tu hermano y solo porque lo envidiabas. Eres un

ser despreciable.—¡Eso no es verdad! —Caín elevó la voz al mismo tiempo que se alzaba a su altura—. Jamás

envidié a mi hermano. Lo amaba. Lo amé con todo mí ser. Abel era el más brillante, el más fuerte.Era la primera parte de toda mi alegría —Al terminar de hablar, su pecho subía y bajaba másrápido de lo normal y sus ojos negros se tiñeron de un rojo claro apenas perceptible.

Leo lo observaba extrañada, todavía con el ceño fruncido, no sabiendo si creer o no lo queCaín le contaba. Sus palabras tenían tal sentimiento, tal profundidad y sinceridad, que le costabamucho encontrar el engaño.

—Si tanto lo amabas, ¿Por qué lo mataste? —indagó con cautela.Caín la miró un minuto de más y ella pudo observar cómo sus ojos volvían a ser de su negro

normal. Él caminó de nuevo hasta la mesita del whisky y se sirvió otra copa, luego se giró hacíaella con la copa en la mano, como si estuviera meditando en contar o no su verdad. Cuando tomósu decisión, se acercó a ella a paso lento, pero firme.

Leo, al ver su acercamiento trató de alejarse más, apoyando su espalda en el respaldo delsofá.

—Te lo mostraré —musitó él con calma, antes de posar su dedo índice y mayor en la frente dela joven y hacerla dormir otra vez.

Hace tres mil años (Aproximadamente)…Una hermosa ciudad resplandecía con la luz que le alumbraba el paraíso. Sus prados verdes y

fértiles. Personas yendo y viniendo con calma reflejada. Más allá, un niño de cabellos castaños

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araba la tierra con una pequeña sonrisa dibujada en sus labios, mientras tarareaba algún cánticodesconocido. El niño levantó la mirada de su trabajo en la tierra y le sonrió a Leo, que lo miraba alo lejos. Los ojos de ese niño eran también castaños, como su cabello, y eran los más brillantesque ella hubiera visto alguna vez. Más allá, otro niño, con el cabello un poco más claro, acarreabaun rebaño; las ovejas más hermosas que jamás vio.

De pronto, un hombre de piel blanca con el cabello más oscuro que los niños, los unió y hablócon ellos.

—Caín, Abel, un regalo a Aquél en lo Alto. Debéis Hacer un sacrificio. Un don de la primeraparte de todo cuanto tenéis.

El niño al que Leo había visto arar la tierra, recolectó unos tiernos brotes, los frutos másbrillantes y la hierba más fresca. El otro niño, sacrificó el más joven y fuerte de todos susanimales. Ambos llevaron sus ofrendas a un altar, en donde su padre les había indicado. Losprendieron fuego y el humo se los llevó hasta Aquel en lo Alto.

El sacrificio del niño, el cual Leo ya había comprendido que se trataba de Abel, olió dulce yfue bendecido. Mientras que el otro niño, el cual Leo comprendió era Caín, fue golpeado desde lolejos por una severa palabra y una maldición. Su sacrificio resultó indigno. Caín miró el sacrificiode Abel, todavía humeante. Se tapó los ojos y lloró.

Leo pudo ver cómo pasó el día y la noche, y el niño oró y rezó sin cesar. Hasta que un día, elpadre de los chicos, ya más grandes, les dijo:

—El tiempo del sacrificio ha llegado ya de nuevo.Abel condujo el más joven, el más tierno de sus animales hasta el fuego sacrificial. Pero Caín

no llevó su mejor cosecha, sus frutos más brillantes; él ya sabía que lo iba a rechazar.—Caín, no has traído un sacrificio, un regalo de la primera parte de tu alegría, para quemarlo

en la ara de Aquél en lo Alto— le dijo Abel.Caín lloró desgarradoramente antes de sacrificar a su hermano. La sangre de Abel cubrió todo

el altar y olía dulce mientras ardía.Entonces, en ese momento, Leo comprendió las palabras dichas por Abel y las dichas por Caín

antes de esa revelación. "Un regalo de la primera parte de tu alegría".

Leo despertó, su cabeza se encontraba apoyada en el respaldo del sofá y solo podía ver eltecho de la casa de los Sparrow. Con lentitud se enderezó, dándose cuenta que, en realidad,todavía no había despertado.

—¿Lindo sueño? —se burló Caín.—Si tu propósito fue que dejara de pensar que eres un asesino, creo que no fue muy acertado

que me mostraras cómo mataste a tu hermano.Caín suspiró al escucharla.—De todo lo que viste, ¿eso fue lo único que retuviste? —cuestionó a modo de queja—. Dime

una cosa, Eleonor. ¿Cómo es posible que tu Dios, el “supuesto” creador de todos nosotros, puedabendecir un sacrificio animal en vez de uno de semillas y frutos? —Eleonor se quedó mirándolocon intensidad—. ¿Cómo es posible que sacrificar a un animal, una especie de su propia creación,sea mejor que una ofrenda de la mejor cosecha de la ciudad? —Leo no respondía—. ¿Puedesexplicarme eso? —Leo seguía sin responder, pero no podía evitar desviar la mirada—. Tu Dios,

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el benévolo, el bondadoso, el justo, da su bendición a un sacrifico de un pobre animal —Caín laobservó un instante, pero ella seguía con la mirada desviada, sin una repuesta—. Mírame —lepidió con voz calmada, ella acató su pedido—. Teníamos que sacrificar la primera parte denuestra alegría y Abel era eso para mí. Yo deseé con toda mi alma que Aquel en lo Alto mequisiese, pero tarde entendí que jamás iba a ocurrir, hiciera lo que hiciera.

—¿Me estás diciendo que mataste a tu propio hermano por el amor de Dios? —preguntó unpoco confundida.

—No —Tomó asiento a su lado—. No lo maté como dicen todos —Leo lo miró directo a losojos—. Lo sacrifiqué por la bendición de Dios. Y me equivoqué por eso, y lo supe después. Éljamás me daría su bendición. ¿Sabes por qué? —Leo negó moviendo su cabeza—. Porque élaborrecía mi sangre. Él aborrecía a mi padre, por lo tanto, me odiaba a mí también.

—¿De qué estás hablando? El no odiaba a Adán.Caín mostró una pequeña sonrisa de costado.—Él no era mi verdadero padre y Aquel en lo Alto lo sabía.—¿Qué? ¿Cómo es…? —balbuceó Leo.Caín observaba más allá de ellos.—Debes despertar —le dijo con tranquilidad.—Pero…—Volveremos a vernos. Todavía quiero que sepas más sobre mí, antes de que resurja. No

quiero que pienses como los demás piensan de mí.—¿Por qué te interesa lo que piense?—Porque tú amas a uno de mis Vástagos, eres como parte de nosotros.—Eso no es…—No lo niegues, Eleonor —Caín le acarició la mejilla con delicadeza—. Piensa bien lo que

harás. Recuerda que yo puedo darte eso que tanto deseas, eso que desde hace muchas eras, estásbuscando.

—¿Y ahora de qué estás hablando? —espetó Leo, provocando que Caín riera conforme selevantaba del sofá.

—Cierto que no recuerdas tus vidas pasadas —Él la miró con una sonrisa sabedora—. Nisiquiera recuerdas el porqué de ese conjuro —Caín sopló con suavidad y Leo cayó dormida denuevo.

Despertó de un salto, miró a su alrededor, encontrando a los demás debatiendo alrededor deun libro viejo, del cual no podía ver de qué se trataba.

—¿Te encuentras bien? —le preguntó Killian al verla exaltada.—Sí. Sí. Estoy bien —mintió, colocando los pies en el suelo, mientras se quitaba el

cubrecama de encima. Uno que le había colocado Killian en cuanto se quedó dormida—. ¿Quéocurre? —preguntó, viendo discutir a Gideon con Joselyn.

—Joselyn y Cosimma quieren llamar a los trece clanes para detener a Malakai, pero Gideondice que es una mala idea.

—Lo es —dijo antes de levantarse y unirse a los demás—. No van a llamar a los trece clanes.Los tres se dieron vuelta a mirarla.—Gracias —alabó Gideon mirando al techo.—No pueden hacer eso —repitió Leo.—¿Por qué no? —cuestionó Cosimma.—Porque Malakai le responde al líder de uno de esos trece clanes, por lo tanto, solo sería

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traer a más aliados de ellos para hacernos más difícil el detener a Caín —explicó.—Al fin alguien con sentido común —canturreó Gideon.—¿Cómo sabes que Malakai responde a alguien? —indagó Joselyn.—Todos lo hacen —Luego miró que los hermanos Sparrow no respondían a nadie—. Se

dividen en trece clanes, ¿verdad? —Los demás asienten—. Pues, a los grupos reducidos como elde Malakai, se les llama secta. Por lo tanto, los que andan en grupo como ellos, de seguro están enuno de los trece clanes.

—¿Cómo sabes tanto de vampiros? —interrogó Joselyn.—Cazo a uno —se limitó responder.—Hasta hace un momento, pensé que podríamos llegar a ser amigos —esbozó Gideon.—¿Entonces, qué hacemos? —cuestionó Cosimma.—Esperar —respondió Leo.—¿Esperar, qué?—preguntó Joselyn.—No lo sé aún —contestó, para luego salir de allí.—¿Qué es lo que te pasa? —indagó Killian, entrando a la cocina tras de ella.—Nada —respondió, tomando una jarra de agua del refrigerador.—¿Qué es lo quieres esperar?—Ya dije que no lo sé —respondió con brusquedad.—Mientes —espetó. Ella guardó la jarra en el refrigerador sin decir nada—. Te conozco,

Eleonor. Dime qué es lo que está pasando —le exigió—. Mírame —ordenó.Ella lo miró profundizando el ceño.—No pasa nada —escupió apretando los dientes—. Y deja decir que me conoces. ¡No me

conoces! ¡Ni yo misma me conozco! —gritó, antes de salir de la cocina y escaparse de esos ojosazules que la escrutaban minuciosamente en todo momento, demostrándole que en verdad laconocía, y mucho mejor de lo que ella lo hacía.

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Confesiones —Lo siento —murmuró Leo desde el quicio de la puerta de la habitación de Killian.Luego de la discusión entre ellos, Leo solo se había sentado en el porche de la casa, tratando

de escapar de todo, y Killian había desaparecido en su habitación, tratando de acomodar sus ideasy sentimientos.

Recostado en la cama, giró la cabeza para ver a la joven apenada en la puerta del cuarto.—¿Por cuál parte? —cuestionó con tono duro.—No me la pondrás fácil, ¿verdad? —Leo se animó a entrar en la habitación y caminó hasta la

ventana—. Solo quería venir a New Haven para estudiar, graduarme, y sin perder la cabezavengar la muerte de mis padres —expresó con la mirada perdida en el cielo—; nunca pensé enque todo se iba a complicar tanto. No me gusta lo que está pasando, no quiero ser parte de todoesto; pero, por alguna extraña razón, creo que ya lo era desde antes de que lo entendiera. Yo… Yosolo quiero una vida normal, tener un trabajo, una hipoteca, quizás hijos. No quiero seguir jugandocon la cabeza de mi mejor amiga, ni mucho menos tener que mentirle. Odio todo esto— Se detuvoal sentir la mano de él en su hombro y dejó escapar un suspiro de alivio—… Lo peor de todo esque… te culpo a ti —terminó susurrando.

—Lo sé —dijo Killian suavemente en su oído.Ella agachó la cabeza.—Pero sé que no tienes la culpa de lo que está pasando.—Tal vez no con respecto a la piedra, pero sí por meterte en esto. No debí acudir a ti —Le

depositó un delicado beso en el hombro—. Lo siento por eso —susurró.—Hay algo más entre nosotros y, el no saber bien lo qué es, me está volviendo loca —admitió

ella, dejando escapar una lágrima.Killian cerró los ojos e inspiró profundo.—Yo estoy igual —confesó—. No entiendo cómo puedo sentir todo lo que siento por ti, sin

siquiera conocerte. No lo comprendo —Se tomó un momento antes de seguir—. Pero si te sirve deconsuelo, cuando esto acabe y si ya no quieres seguir viendo mi estúpido rostro, o no quieressaber más nada de mí, voy a alejarme; dejaré de espiarte, de perseguirte. Si estás mejor sin mí,prometo alejarme.

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—Killian —Ella sentía la respiración de él en su cuello y como todo su cuerpo temblabaexpectante.

—Cuando quieras que me aleje, solo pídemelo y lo haré. Prometo cumplir con tu deseo —Leotembló al escucharlo—. Lo que sea que te haga feliz.

Segundos después ya no estaba detrás de ella.Leo se giró, pero sabía que él ya ni siquiera se encontraba en la habitación. Con un fuerte

dolor en el pecho volvió la mirada hacia la ventana y apoyó la frente contra el vidrio, dejandoescapar un pequeño sollozo.

Sabía que debía alejarse de él, que algo más, para lo que ella no estaba preparada, pasabaentre ellos; sin embargo, gran parte de su ser no quería hacerlo. Quería tenerlo para siempre a sulado. Quería que su eternidad fuera uno junto al otro. Ese pensamiento la hizo quedarse estática enel lugar. ¿Por qué estaba tan segura de eso? ¿Por qué no sentía que pensar eso era algo absurdo?¿Por qué sentía que ya había tenido ese pensamiento más de una vez?

Un fuerte dolor en la sien la obligó a caer de rodillas y apoyar ambas manos en la ventana.Fuertes destellos de ellos juntos se proyectaron como una película de alguien más. Imágenespasando como diapositivas, se clavaron como puñales en su cabeza.

Ella parada sobre un altar, un libro de alquimia reposaba sobre este. Estaba haciendo unconjuro para la inmortalidad. Lo sabía. Luego de tomar el elixir, sus ojos cambiaron a un colorcarmesí y luego volvieron a la normalidad. El hechizo estaba hecho, ella lo sabía. Lo que másquería en el mundo era tener inmortalidad para vivir la eternidad con su amado Killian.

—Eleonor —habló Cosimma, preocupada al verla de rodillas en el suelo; la tomó de losbrazos para poder ayudarla a levantarse—. ¿Estás bien? —quiso saber conforme la llevaba a lacama, en donde la joven se sentó en el borde.

—Ya me conoces, ¿verdad? —preguntó, clavando sus ojos en la mujer—. No es mi primervida —La mujer asintió con la cabeza—. ¿Qué fue lo que hice? —interrogó casi horrorizada.

—Fue hace mucho tiempo.—Contesta la pregunta —ordenó Leo.—Estabas muy enamorada de un chico; ese chico era diferente a los demás…—Era un vampiro —interrumpió—. No endulces el cuento —espetó, haciendo sonreír a la

mujer.—Sigues siendo la misma —Leo solo la quedó mirando y Cosimma suspiró—. Ese chico, es

el que está abajo.—Killian —afirmó Leo.—Sí. Siguen encontrándose, sin importar qué.—¿Qué pasó?—Lo de siempre: amor prohibido —respondió la mujer con una media sonrisa—. Quisiste ser

inmortal para estar con él por siempre, pero no querías perder tu don de bruja, por lo que tepusiste a jugar con la alquimia; no te salió muy bien. Hiciste que tu alma inmortal volviera, perono a tu cuerpo. Aunque tu cuerpo sigue siendo el mismo, a veces solo tu cabello cambia un poco,pero lo demás, sigue siendo lo mismo. No estoy muy segura de lo que pasó con ese hechizo,porque déjame decirte que estaba muy bien hecho y relatado. Tenías todo lo que necesitabas —Cosimma desvió la mirada por un momento—. No lo entiendo, yo estuve ahí, contigo; estabaperfecto. Es más, tu tía lo hizo y…

—¿Mi tía lo hizo? —intervino Leo sorprendida.—Ella fue la pionera —contestó—. ¿No te lo dijo?

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—Ella no me dijo nada —espetó con enfado—. ¿Qué hay de mi madre? —cuestionó—. ¿Ellatambién lo hizo?

Cosimma agachó la mirada.—No creo que sea mi deber contarte esto.—No me esquives. Habla —exigió—; quiero saber qué carajo está pasando.—Tu madre murió en su primera vida. Ella nunca fue inmortal —dijo en voz baja.—¿Qué pasó con ella?—La mataron en una cacería. Aquí mismo, en 1834. Un clan de vampiros, haciéndose pasar

por humanos, cazaron y torturaron a muchas brujas del estado. Fuimos muy pocas las que pudimosescapar con vida. Tu madre no lo logró; ella llegó a nuestra guarida muy mal herida —Cosimmabajó la mirada—. Estaba en trabajo de parto y luchó con toda su alma para que ese bebé nacieraantes de morir —Una pequeña sonrisa triste se dibujó en su rostro—. Murió con sus ojos clavadosen su bebé recién nacido, y con una sonrisa en sus labios.

—Ese bebé era yo —adivinó Leo y Cosimma asintió—. Hay algo que no entiendo.—Dime.—Si mi madre murió cuando yo nací. ¿Cómo es que nací más de una vez?Cosimma suspiró profundamente.—Tu tía. Ella te busca, busca a la mujer que va a tenerte y luego la hechiza dejándole saber

que es tu tía. Todas esas mujeres mueren en el parto —le comunicó—. Luego vas a un hogar deacogida; pero la mayoría de las veces, tus padres adoptivos mueren por alguna razón y ella va entu búsqueda. Tu tía trata de estar cerca, sigue tus pasos; si para cuando cumples ocho años tuspadres siguen con vida, ella busca otra manera de estar a tu lado y así poder enseñarte sobre lamagia…

—¿Por qué a esa edad?—Porque es la edad en donde comienzan a salir nuestros poderes.—Entonces, me dices que mi madre biológica murió ya hace mucho tiempo; las demás solo

fueron un recipiente para traerme de vuelta, solo un medio —Cosimma movió la cabeza de maneraafirmativa—. Mi tía me busca en cada vida y me deja con personas desconocidas, mientras quecada mujer que me ha traído al mundo muere, eventualmente —La mujer abrió la boca paraexplicar eso, pero Leo la detuvo levantando una mano—; personas que se hacen cargo de mí,luego también terminan muriendo. ¿Nadie se dio cuenta que las personas a mi alrededor,inevitablemente, mueren? ¿Por qué mi tía deja que siga matando personas? Porque sabes bien quetodas esas mujeres que mueren al darme a luz, son asesinadas por mí. ¿Por qué no hace algo paraque deje de venir al mundo y así evitar que más personas mueran? ¿Se puede saber qué clase dehechizo hice, como para condenar a tantas personas de esa manera? ¿Y qué mierda hice mal, comopara que todo esto pasara? ¿Qué fue lo que pasó?

—Hay cosas que no logro entender, Eleonor —habló Cosimma con pena—. Como ya te dije,tu tía lo hizo, fue la primera y yo estuve contigo cuando lo hiciste. Es como si hubieras hecho algomás aparte de ese hechizo, o como si fuera una maldición —Leo la observó con detenimiento.

—¿Y si fue eso? ¿Y si fue una maldición?—¿Quién querría hacerte algo así? No tiene sentido.—Explícame entonces. ¿Cómo es que Killian no se acuerda de mí, a pesar de todas las vidas

en la que nos hemos encontrado? Él es un vampiro, por Dios Santo —cuestionó con fastidio—; yono pude haber hecho algo así. ¿Por qué querría fastidiarme a mí misma? Alguien más estuvo esedía, alguien más está jugando conmigo y con mis muchas vidas —soltó con tono irónico.

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—Si tienes razón en lo que dices, alguien los hechizó a ambos para que no se recordaran. Lapregunta es: ¿Por qué? —sopesó Cosimma en voz alta—. ¿Quién tendría problemas en que ustedesdos estén juntos?

Leo se desinfló visiblemente, agachando la cabeza.—No lo sé. Ni siquiera recuerdo a nadie que haya conocido en alguna vida anterior.—¿Y alguien en Nueva Orleans? —curioseó, tratando de encontrar una explicación.—Nadie importante, nadie que pueda hacer algo como eso —negó con la cabeza—. No, no lo

creo.—Deberías hablar con tu tía —sugirió.—Sí —Estuvo de acuerdo la joven—, tienes razón, ella debe saber más de lo que dice —

Cosimma solo se elevó de hombros. De pronto algo se le cruzó por la mente—. Tu eres inmortal—le acusó y la mujer asintió—, pero no hiciste ese hechizo —Cosimma negó—. ¿Cómo lohiciste?

—No creo que sea buena idea.—Por favor, solo dime la verdad. Necesito saber una verdad —le suplicó.—Sabes qué clase de bruja soy, ¿verdad? Puedes sentirlo.—Usas magia negra.—Sí. La versión corta sería que mato personas para seguir con vida —dijo sin más.—¿Qué?—Es un juego. Las personas vienen a mí para ganar años. Algunos logran ganarme y otros

no…—La mayoría no te gana —comprendió Leo.—No —negó la mujer—. Jugamos Black Jack, el mínimo son veinte años —explicó—, pero

no lo hago muy seguido, solo cuando es necesario —se excusó.—¿Y yo lo sabía? —preguntó Leo en voz baja.—Sí, siempre.Leo movió la cabeza de arriba abajo en entendimiento.—Bueno, no es muy diferente a lo que hago yo.—No creo que lo hayas hecho adrede —trató de justificar Cosimma.—No lo sabemos —Leo se levantó de la cama y le dedicó una sonrisa a la mujer—. Voy a

descubrir qué fue lo que pasó —exclamó, antes de comenzar su camino hacia la puerta. Se giróantes de cruzarla—. Gracias.

La mujer le sonrió y Leo salió de la habitación con un retazo más de lo que era su historia.Eleonor pensaba en todo lo que había hablado con Cosimma, y también en todo lo que estaba

pasando. Necesitaba encontrar a su amiga y tratar de no morir en el intento para así no seguirtomando vidas para compensar la suya. La pregunta era: ¿cómo iba a hacer todo eso sin perder lavida? ¿Y sin perder ninguna otra vida cercana? Sus preguntan iban a ser respondidas, de eso nocabía la menor duda. Pero sabía lo primero que debía hacer, y eso, era sacar a todos de esa casa yllevarlos al único lugar en donde estarían a salvo, mientras buscaban una estrategia para detenerla resurrección de Caín.

Al llegar a la sala, observó a cada uno de los hermanos Sparrow que estaban sentados en lossillones, discutiendo sobre lo sucedido mientras tomaban una copa de whisky.

—Necesitamos ir a mi casa —anunció parada en medio de la sala.—¿Por qué? —cuestionó Gideon.—Porque allá estaremos a salvo, y además tengo mejores libros que esos para buscar algo

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sobre Caín —le respondió con tranquilidad.—¿A salvo en tu casa? ¿En dónde tu amiga pudo entrar y salir muy tranquilamente? —ironizó

Gideon.Leo frunció el ceño.—Esa chica fue hipnotizada por uno de ustedes —intervino Cosimma, al tiempo que bajaba

por las escaleras—. En la casa de Leo estaremos más tranquilos, aquí puede entrar cualquiera.—Tienen razón —habló Killian —. Las mujeres necesitan descansar para estar preparadas y

estando aquí no lo podrán hacer.—Ok, las brujitas necesitan descansar —bromeó Gideon, apurando el paso a su habitación.—Lo siento —se disculpó Joselyn con las brujas—. No es idiota todo el tiempo.—Eso no es verdad —esbozó Leo con una sonrisa cómplice.—Tú sí que sabes.Todos tomaron cosas que le eran necesarias y luego emprendieron el viaje a la casa de Leo. La

joven bruja reforzó todas las entradas. No iba a estar tranquila si no lo hacía. Por un momentopensó en evitar la entrada a su amiga Nat, pero no pudo hacerlo; si ella volvía y ya no estaba bajola influencia de los vampiros, no iba a dejarla en la calle. No podía hacer eso con su mejor amiga.Y mucho menos sabiendo que corría peligro. Su único deseo en ese momento, era traer a su mejoramiga de vuelta a casa.

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Lilith y los Arcángeles Leo sacó de su escondite todos los libros de hechizos, conjuros, y todo lo que hablaba de lo

sobrenatural. Dejó todo en la mesa del comedor, en donde los demás la observaban como si fuerauna desquiciada nerd de lo extraño. Con una elevación de hombros, ella volvió a su habitaciónpara poder descansar, aunque lo menos que podía hacer era eso; pero Killian prácticamente habíaobligado a las mujeres a dormir, mientras que ellos hacían guardia. Ella se recostó en la cama yperdió la mirada en la ventana, en una rama del árbol que chocaba con irregularidad contra laventana.

De repente, todo se tornó oscuro y pudo escuchar a lo lejos el llanto de un niño. Ella seapresuró hacia el llanto y, cuando pudo alcanzarlo, se dio cuenta de que no se trataba de un niño,sino de un joven. Al verlo más de cerca descubrió de quién se trataba. Pensó en acercarse detodas formas, pero los ojos de una mujer cortando la oscuridad con su brillo la hizo paralizarse enel lugar.

—Conozco tu historia, Caín de Nod —dijo la mujer, con una voz asombrosamente dulce—.Estás hambriento; ven, tengo comida. Tienes frío; ven, tengo ropas. Estás triste; ven, tengoconsuelo —armonizó con voz melodiosa.

—¿Quién podría consolar a alguien tan maldito como yo? —cuestiono Caín mostrando sutristeza—. ¿Quién me vestiría? ¿Quién me alimentaría?

—Soy la primera esposa de tu padre, quien discutió con Aquel en lo Alto y obtuvo la libertaden la oscuridad. Yo soy Lilith —le hizo saber con dulzura.

La mujer estiró su mano y el joven la alcanzó vacilante.Ella llevó a Caín hasta su morada, en donde el joven dejó salir toda su angustia en un llanto

desgarrador. Él lloró hasta que de sus ojos brotaron lágrimas de sangre y la mujer lo consoló conbesos, llevándose lejos esas lágrimas.

Leo pestañeó, no queriendo ver eso; pero de repente, ante sus ojos apareció otra escena: Caíncon ropas nuevas hablando con Lilith.

—¿Cómo construiste este lugar? ¿Cómo pudiste tejer estas ropas? ¿Cómo pudiste cultivar estacomida? —curioseó Caín.

Lilith sonrió.—No como tú, estoy despierta. Veo los peligros que giran a tú alrededor. Creo lo que necesito

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mediante el Poder —dijo, haciendo pensar a Caín.—Despiértame entonces, Lilith —le pidió con rapidez—. Necesito tener este poder; entonces

podré tejer mis ropas, cultivar mi comida, construir mi propia casa.La preocupación tiñó el rostro de Lilith.—Ignoro lo que el despertar hará para ti, pues tú estás realmente maldito por tu padre. Podrías

morir, podrías cambiar para siempre —le dijo.—Incluso entonces, una vida sin poder no sería realmente vida. Moriría sin tus dones. No

viviré como tu esclavo —advirtió Caín.Los brillantes ojos de Lilith mostraban el amor que sentía por Caín, ella iba a hacer lo que él

le pidió. Entonces, ella se cortó con un cuchillo y sangró. Puso su sangre en un cuenco, de dondeCaín bebió hasta caer en la oscuridad y así obtener todo el poder.

La luz apareció de nuevo y Leo pudo verse en su habitación, recostada en su cama, pero sabíaque todavía no había despertado.

—Debes dejar de meterte en mi cabeza —se quejó sin divisar a Caín, pero sabiendo queestaba ahí.

El hombre se carcajeó.—Tú eres la que está en mi cabeza, pequeña Eleonor.Leo siguió la voz y lo encontró, sentado en el pequeño sofá junto a la ventana; el mismo que

una vez Killian había ocupado para velar por su sueño.—¿Qué quieres de mí? —preguntó con voz cansina, al tiempo que se sentaba en la cama.—Solo quiero que sepas la verdad —indicó con suavidad.—Así que Lilith, ¿verdad? —indagó ella, haciendo a un lado todo lo que en verdad pensaba

respecto a él.—Sí —asintió mostrando una pequeña sonrisa—. Ella me enseñó todo lo que sé. Me adentró a

la brujería. Me hizo el hombre que hoy soy. Sin mencionar que me salvó. Ella salvó mi vida —concluyó bajando la voz.

—¿Dices que ella te convirtió en el primer vampiro? —cuestionó la joven bruja.Caín sonrió.—Eso fue una artimaña de varios —Leo frunció la boca confundida ante esa repuesta—. Te lo

mostraré —exclamó y la habitación se volvió oscura de nuevo.Leo trató de ver algo en esa espantosa oscuridad, pero solo pudo sentir que no estaba sola en

ese lugar; una mano se posó en su hombro y luego una brillante luz acabó con la oscuridad,provocando que los ojos de la chica pinchasen; ella se los frotó, tratando de parar el dolor.

—Observa —musitó Caín en su oído.Leo concentró su mirada en la luz y en el fuego en medio de la noche.—Hijo de Adán, hijo de Eva: tu crimen es grande, pero también es grande la compasión de mi

Padre. ¿No te arrepentirás del mal que has hecho, y dejarás que su compasión te limpie ypurifique? —dijo una voz poderosa que salía de la brillante luz.

—¿Quién es? —preguntó Leo tratando de ver a través del resplandor.—Miguel —respondió Caín.—¿El Arcángel? —cuestionó asombrada.Caín asintió con la cabeza y una sonrisa. Luego dirigió su mirada hacia la escena.—No por la gracia de Aquél en lo Alto, sino por la mía propia, viviré con mi soberbia —

respondió Caín decidido.—Entonces, mientras camines por esta tierra, tú y tus hijos temeréis mi llama viviente, que

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morderá profundo y saboreará vuestra carne —le maldijo Miguel, antes de desaparecer.La mañana se hizo presente y, con ella, unas enormes alas llenas de inocencia tapando el sol

por el este, se dejaron ver resplandeciendo.—Caín, hijo de Adán, hijo de Eva: tu hermano Abel te perdona tus pecados. ¿No te

arrepentirás y aceptarás la redención del Todopoderoso? —le dijo el Ángel.Leo miró al Caín del presente para que le quitase la duda de saber de quién se trataba.—Rafael —esbozó en un susurro.Ella no iba a volver a preguntar si era el Arcángel, era evidente.—No por el perdón de Abel, sino por el mío propio, seré perdonado —contestó Caín,

elevando la frente con orgullo.—Entonces, mientras tus pasos pisen esta tierra, tú y tus hijos temeréis el amanecer, y los

rayos del sol os buscarán para quemaros como el fuego, donde quiera que os escondáis. Escóndeteahora del Sol, para ponerte su corona —le maldijo el Arcángel Rafael, el conductor del Sol.

Caín se escondió en un lugar profundo y oscuro bajo la tierra. Se escondió de la luz en eselugar secreto. Durmió hasta que la luz del día se escondió y le dio paso a la noche, en donde sedespertó de su sueño diurno. Entonces, se escuchó el sonido de veloces alas gentiles. Alas negraslo cubrieron.

—Uriel —habló Caín en voz baja—. Él Ángel de la muerte, quien mora en las tinieblas.—Hijo de Adán, hijo de Eva: Dios Todopoderoso perdona tus pecados. ¿Aceptarás la

redención y me dejarás llevarte hacia tu recompensa, nunca más maldito? —le preguntó elArcángel Uriel.

—No por la redención del Todopoderoso, sino por la mía propia, viviré. Soy lo que soy, hicelo que hice, y esto no cambiará —le respondió Caín sin titubear.

La maldición de Uriel no se hizo esperar.—Entonces, mientras camines por esta tierra, tú y tus hijos abrazaréis las tinieblas, beberéis

sólo sangre, comeréis sólo cenizas, seréis como fuisteis en el momento de morir, nunca muriendo,continuando viviendo. Caminaréis para siempre en las tinieblas, todo cuanto toquéis sedesmoronará, hasta el último día.

Caín soltó un grito de angustia. Lloró por esa maldición, derramó sangre de sus ojos. Puso laslágrimas en un recipiente y luego se las bebió. Cuando alzó la vista de su cuenco, otro ángelestaba frente a él.

—Gabriel —dijo Leo, antes de que Caín lo hiciera.El hombre esbozó una sonrisa.—El Arcángel Gabriel, gentil Gabriel, señor de la redención —murmuró, dejando notar su

sarcasmo en aquellas palabras.—Hijo de Adán, hijo de Eva, observa: La redención del Padre es mayor de lo que jamás

podrías imaginar, pues, incluso ahora, hay una senda abierta; el camino de la redención, llamarása este camino. Habla a tus hijos de él, pues por él volverán a residir en la Luz —argumentó elArcángel Gabriel.

Luego la oscuridad se alzó cual velo y la única luz eran los ojos de Lilith.—Ese momento fue cuando descubrí todo mi poder —expresó Caín—. Pude moverme como

un rayo. Entendí cómo tomar prestada la energía de la tierra. Cómo ser cual piedra. Fue igual querespirar. Entonces, Lilith me mostró que podía hacer más. Me enseñó cómo se ocultaba de loscazadores. Cómo exigía obediencia. Cómo pedir respeto. Entonces, despertándome aún másrápido, encontré cómo alterar las formas, cómo dominar animales, cómo hacer que los ojos miren

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más allá de la vista…—Auspex —musitó Leo.Caín sonrió al saber que la bruja conocía los nombres de sus habilidades.—Lilith me ordenó a que me detuviera, había sobrepasado mis límites, había ido demasiado

lejos, había amenazado mi propia esencia. Ella usó sus poderes y yo obedecí. Pero prontocomprendí que podía luchar contra sus poderes. Era mucho más fuerte. Rompí las cadenas que laseñora de la noche me puso y, ocultándome en las sombras, hui a las tierras de Nod en donde nopodría encontrarme —terminó su relato con la mirada perdida a los lejos.

Otra vez estaban en su habitación.—Entonces, ¿primero conociste a Lilith antes de llegar a Nod?—Así es.—Eso del vampirismo fue como un conjunto de maldiciones —sopesó Leo—, algo que hizo

cada Arcángel.—Hay que darle un poco de crédito a Lilith también —Leo asintió, comprendiendo—. Ahora

no crees mucho en tu Dios, ¿verdad?—Hay algo que me tiene confundida —exclamó, ignorando la burla del hombre.—¿Qué cosa?—¿Cómo es que en cada visión tu eres blanco, cuando te estoy viendo de color? —Esa

pregunta hizo carcajear a Caín.—Buscas algo para no dejar de creer en tu Dios —acusó.—Busco algo que me dé certezas, no más confusión.—Antes de todas esas maldiciones era blanco. Nací blanco. ¿Por qué crees que ahora soy

negro? —preguntó con sugerencia.Ella entrecerró los ojos unos segundos antes de caer en la cuenta.—Por la marca —entonó en voz baja.Caín mostro una sonrisa de satisfacción.—Soy lo que soy, y puedes darle gracias a cada uno de ellos —Señaló al cielo—, y también a

Lilith, obviamente —dijo, mostrando una sonrisa tranquilizadora—. Comenzó como una pequeñamancha en mi frente; poco tiempo después, había tomado todo mi cuerpo —explicó.

—Es mucho para procesar.—Lo sé —Caín caminó hacia ella con lentitud—. No pido que creas ciegamente en mí, pero si

buscas, si investigas, sabrás que hasta el momento no te he mentido. No es necesario que lo haga.—La vez anterior me habías dicho que tú podrías darme lo que quiero —Caín asintió—. ¿Qué

sabes de lo que quiero?Caín volvió a sonreír antes de contestar.—Quieres la inmortalidad. Una inmortalidad verdadera. Hiciste muchas cosas mal, pequeña

Eleonor —canturreó.—¿De qué hablas?—Haremos una cosa: yo prometo darte esa inmortalidad que tanto deseas, prometo librarte de

esa estúpida maldición…—Espera, ¿qué sabes sobre eso? —intervino ella.—Lo suficiente como para ofrecerte mi ayuda.—¿A cambio de qué? —espetó Leo.—Me caes bien, Eleonor. De veras que sí —silbó, divertido—. Cuando llegue el momento te

lo diré —murmuró antes de desaparecer.

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Leo despertó exaltada mirando a su alrededor, buscando a ese extraño hombre, pero ya nohabía nadie más que ella en esa habitación y ya había despertado de su sueño.

Dejando escapar un sonoro suspiro, se quitó el cubrecama de encima y se levantó. Necesitabaun poco de consuelo, un abrazo que la reconfortara, necesitaba que le prometieran que todo iba aestar bien. Y eso fue lo que salió a buscar. Dejándose llevar a través de la oscuridad de su casa,bajó las escaleras hasta llegar a la sala en donde encontró a Killian, sentado en el sofá con unacopa de bourbon en su mano. Su mirada se hallaba perdida en vaya a saber dónde suspensamientos lo apresaban, pero alcanzó a sentirla y elevó la vista.

La miró sorprendido y preocupado.—¿Estás bien?—No —respondió ella con sinceridad, mientras le quitaba la copa de la mano bajo la atenta

mirada del vampiro. Se sentó sobre sus piernas y escondió su rostro en el pecho del joven—.Necesito que me sostengas —murmuró con la voz ahogada.

—Siempre —le prometió, envolviéndola en sus brazos para luego besarle la frente.

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La traición En la guarida de los vampiros, en ese penumbroso bar «donde el clan de Malakai hizo su

nido», Joy Jasper salía de los túneles luego de ver a su hermana. Ya tenían todo lo que necesitabanpara poder traer a Caín de vuelta al mundo y liberarlo de la prisión en esa piedra. A pesar que Joyimploró por la libertad de su hermana, Malakai no iba a dejarla libre hasta que la invocación aCaín fuese concluida y el rey de los vampiros «el primer hombre nacido en la tierra, el primerhomicida», fuese liberado. Con la cabeza gacha, el joven brujo salió por completo del bar; para ellíder del clan, su trabajo no había terminado. Y aparentemente, Malakai no tenía intenciones deliberar a su hermana.

Para cuando el joven brujo abandonó el nido, Kira, su hermana, ya estaba en la únicahabitación ambientada que había en ese lugar, peinando su cabello frente a un tocador.

—Me duele tener que mentirle a mi hermano —pronunció mirando a Malakai a través delespejo.

—Lo sé —admitió el líder de los vampiros acercándose a ella—, pero él no va a entender loque significa para todos nosotros la liberación de Caín —Le acariciaba quedamente los hombros—, ni mucho menos nuestro amor —le susurró en el oído.

—Entiendo todo eso, pero si me dejaras hablar con él, quizás me comprenda… Noscomprenda —sugirió Kira, colocando su mano derecha sobre la mano de Malakai que reposaba ensu hombro.

—Sabes que no lo comprenderá. Mi líder te ha aceptado como parte de la familia y estáponiendo su grano de arena para que los trece clanes te acepten, pero… ¿tu familia me aceptará?¿Ellos dejarán que Caín venga a la tierra para ser nuestro padre? ¿Lo aceptarán a él?

—No —negó ella—. Pero amo a mi hermano y él a mí, y sé que podemos confiar en él —refutó en modo implorante.

—Yo sé que sí, pero no podemos arriesgarnos —Ella agachó la mirada, por lo que el vampirola giró para que lo enfrentase—. Sabes lo importante que es para nosotros el renacimiento deCaín. ¿Lo sabes, verdad? —Kira movió la cabeza sin mirarlo—. Mírame —le pidió condelicadeza. Ella elevó con lentitud la cabeza—. ¿Tú quieres ser inmortal, para vivir junto a mí porla eternidad? —preguntó.

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—Por supuesto que sí —respondió, ofendida por la pregunta.—Entonces sabes que necesitamos a Caín para que eso ocurra. Tú no quieres perder tu gracia,

tu poder, y yo no quiero que lo pierdas. Ni mucho menos perderte —le hizo saber en voz baja—.Escucha, quiero que estemos juntos para siempre y que no cambies en el proceso. Y Caín es elúnico que puede darnos eso.

—Pero debe haber otra forma. Me mata ver la tristeza en los ojos de mi hermano —confesócon lágrimas contenidas.

—¿Quieres tus poderes y la inmortalidad? Tienes que hacerte hija de Caín; sabes que si yo teconvierto, ya no tendrás tus poderes —Malakai se alejó de ella—. Tu elijes —concluyó antes desalir de la habitación, dejándola sola con su confusión y dolor.

Luego de pensar y reflexionar la situación, Kira fue en busca de su vampiro, encontrándolo enla barra del bar tomando su bebida preferida, Bourbon con ambrosía. Ella sabía que cuando elvampiro tomaba eso, significaba que su ánimo no estaba del todo bien y buscaba emborracharse, yquizás, también, perder el sentido por unos instantes.

—Malakai —le llamó en voz baja. Él clavó sus ojos en la joven—, perdóname —le pidió, altiempo que se acercaba a él—. Tienes razón, te amo, nuestro amor es demasiado grande comopara ser testarudos —Pasó sus brazos alrededor de él y apoyó su cabeza en su torso—. Cuando mihermano vea que lo nuestro es real, él nos aceptará. Te aceptará —exclamó, cerrando los ojos.Malakai se dejó llevar por su mujer y le acarició con delicadeza la espalda—. Y si no locomprende…

Ella dejó la frase sin terminar en el aire. Malakai entendía las palabras de su joven bruja y lebesó con dulzura la coronilla de la cabeza.

Leo ya estaba pensando lo peor con respecto al paradero y a la vida de su mejor amiga, Nat.Los demás le habían dicho que siguiera con las clases, que no dejara de asistir, a pesar de no estardel todo de acuerdo con ellos, sabía que tenía que hacerlo por si hubiera la más mínimaposibilidad de que su amiga fuese a clases. Pero Leo era consciente que Nat no había llegado aclases, hacía más de tres días que no asistía y, aparentemente, la última persona en verla era esechico raro llamado Joy, por lo que sin pensarlo mucho, ella lo buscó, encontrándolo a la mitad deldía en la cafetería de la Universidad. Dejando escapar un cansino suspiro comenzó su caminohasta él, cuando una extraña sensación le recorrió su columna y se giró con velocidad sobre ellugar, buscando esa cosa que llamaba su atención.

—Hola, Leo —Zeke apareció a su costado logrando exaltarla.—Hola, Zeke —murmuró, sin poder quitarse esa extraña sensación de su interior.Zeke frunció el ceño al ver que la joven miraba para sus lados de manera nerviosa.—¿Está todo bien?—Sí, sí —balbuceó, mirándolo directo a los ojos. Los orbes negros del chico mostraron un

brillo extraño, que no le pasó por desapercibido—. ¿Has visto a Nat? —preguntó, tratando de nohacer una estupidez en medio de la cafetería.

Tampoco estaba tan segura qué era lo extraño en ese joven, todavía no estaba del todorecuperada por la absorción que le había hecho Caín, ni tampoco estaba segura de que sussentidos estuviesen en buen funcionamiento.

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—De hecho, estaba por preguntarte lo mismo —contestó Zeke, mostrando una genuinapreocupación por la joven.

Leo notó eso y dejó de pensar en cosas estúpidas.—Hace días que no sé nada de ella —admitió—. Voy a hablar con ese chico Joy. Lo último

que supe es que estaban trabajando juntos en un proyecto.Zeke posó sus oscuros ojos en donde Joy estaba sentado con la cabeza metida en un libro, sin

darse por enterado de que lo estaban observando.—Ese chico es extraño —esbozó.—Sí —secundó Leo—. Voy a hablar con él. Después nos vemos —dijo; sin esperar repuesta,

hizo su camino hasta Joy.Zeke observó al chico un poco más, hizo una anotación mental de buscar algo que le indicara

de dónde venía ese tal Joy antes de ir a su siguiente clase.—Joy —llamó su atención Leo parándose a su lado.Joy levantó la cabeza de su libro con rapidez.—Ah, Hola —balbuceó con nerviosismo.—¿Sabes algo de Nat?Joy se retorció incomodo en su lugar.—¿Por qué debería saber dónde está ella? Yo no sé dónde está, ni qué hace. Es tu mejor

amiga, no la mía.—Solo era una pregunta —expuso arrugando el ceño—. Estaba haciendo un trabajo contigo,

¿verdad?Joy la observaba confundido, hasta que recordó.—Ah, sí, sí. Pero hace días que no la veo. Terminamos el proyecto y ella desapareció.Leo lo observó por unos segundos de más. La sensación que había sentido minutos atrás ya no

estaba, pero había otra cosa, y le era muy familiar.«Maldito Caín por robarse mis energías» masculló para su adentro.—Bueno, si la ves, dile que la estoy buscando, por favor.—Está bien.Para cuando Leo salió de la cafetería, lo familiar de su sentimiento ya había desaparecido.

Eso no era una cosa hecha por su imaginación. Por lo que decidió esperar afuera de laUniversidad.

Ajeno de lo que pasaba a su alrededor, más precisamente de que lo estaban siguiendo, Joysalió por completo del campus. Su mente seguía en todo lo sucedido con su hermana y ese malditoclan de vampiros. Sabía muy bien que no era correcto todo lo que hizo y lo que iba a seguirhaciendo, pero la vida de su hermana dependía de todo aquello: de dejar salir a Caín y hacer quelos vampiros ganen a toda costa, sin importar lo que le pueda llegar a pasar a los demás brujos,sin importar lo que le pueda llegar a pasar a Leo o a su amiga Nat, a quien no había vuelto a ver.Un amargo sentimiento se instaló en su estómago. Quizás la chica ya no estaba con vida. Y todoeso era su culpa. Pero ¿quién no haría cualquier cosa por tratar de salvar a su hermana? Joy eracapaz de entregar su vida por la de Kira, si fuera necesario, y si los malditos vampiros la hubieranaceptado. Su cabeza no paraba de dar vueltas, de buscar la forma de hacer que Caín saliera de esajodida piedra, pero también que lo pueda volver a meter allí en cuanto su hermana estuviese asalvo.

Una fuerza inexplicable lo hizo elevar del suelo y con rapidez lo estrelló contra un árbol, endonde quedó pegado y suspendido sin poder mover más que sus ojos. El terror ya estaba instalado

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en su pecho. No sabía lo que estaba pasando y solo rezaba por que no fuese nadie de su aquelarre,tratando de acabar con él porque se enteraron que estaba trabajando con los vampiros.

—¡¿Quién eres?! —gritó con dientes apretados, tratando de mantener su miedo a raya—.¡Muéstrate, cobarde!

—Esa pregunta debería hacértela yo —canturreó Leo con tranquilidad, parada a su lado.Ella tenía sus dudas sobre él y no podía dejarse ver así no más. Por eso decidió que, si el

joven no se asustaba como cualquier mundano haría por estar suspendido en el aire por algosobrenatural, era porque el chico sabía más de lo que demostraba.

—¿Leo? —preguntó con inseguridad.—Sabes quién soy y lo que soy. La pregunta es: ¿Quién eres tú y qué pasó con mi amiga?—No sé de lo que estás hablando —evadió Joy.—Sabes muy bien de lo que estoy hablando —dijo, colocándose frente a él para que pudiera

verla con claridad—. Verás, estuve haciendo recuentos después de que hablamos hoy. Como tehabrás dado cuenta, me tomó un poco de tiempo hilar al chico raro e inteligente de la Universidaden todo esto; pero a pesar de la cantidad de energía perdida, obviamente, pude unir los hilos.

—¿De qué estás hablando?—De ti y tu aparición en nuestras vidas —contestó Leo—. A pesar de esa vestimenta pop tuya

y eso sombreros que usas, eres el chico callado, el inteligente, el que no hace amigos, el que semantiene en un rincón, solo y observando a los demás interactuar… El chico tímido. ¿Quién iba adesconfiar de alguien así? —Con un movimiento de su mano bajó a Joy de la suspensión a la quelo sometía dejándolo a su altura, pero sin despegarlo del árbol—. Nat comenzó a estar extrañacuando los vampiros nos atacaron fuera de esa fiesta, ella parecía recordar algo, y sé conseguridad que eso era imposible. ¿Y sabes por qué lo sé? —Joy no respondió—. Porque yo meocupaba de que ella nunca supiera nada respecto a lo sobrenatural y mantenía su cabeza limpiapara que nadie pudiera meterse en ella. Pero esa noche fue diferente para ella. Y me habíaextrañado que los vampiros dejaran de luchar y huyeran como unos cobardes. No obstante, no fuepor eso que huyeron, ¿verdad? Ellos necesitaban que sacara a Nat de ahí y la dejara sola, para asípoder meterse en su mente. Sabías que no iba a ser fácil entrar y decidiste hacer un trabajo dearaña. Ese jugo que le dabas, eso le limpió el muérdago que le mantenía la cabeza libre deintromisiones. Sabías que nadie podía entrar en mi casa, fuera humano o no, sin mi permiso.Necesitabas que Nat lo hiciera, ella era la única persona con el permiso de entrar, y que asítomara la piedra. Te tomaste el tiempo para poder limpiarla, hasta que fuera posible hipnotizarla.Y todo con un maldito jugo…

—Eso no…—No me insultes tratando de mentirme en la cara —le detuvo Leo—. Quiero que me traigas a

mi amiga de nuevo a mí, y que esté con vida, o voy a terminar contigo y con quien se meta en micamino —amenazó.

—No lo entiendes —siseó Joy—. No puedo hacer eso. No depende de mí.Leo mostró una media sonrisa maléfica.—Tú eres quien no entiende. Si no veo a Nat antes de medianoche, voy a matarte y no voy a

tener ninguna clase de remordimiento por hacerlo. Un brujo trabajando con vampiros no se merecemi compasión.

—Que hipócrita —escupió—. Tú eres quien anda con los hermanos Sparrow. No tienesderecho a cuestionarme.

—Lo tengo —aseveró—, porque los Sparrow no quieren liberar a un homicida y acabar con la

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humanidad —replicó a centímetros de su rostro—. Quiero a Nat o voy a matarte —amenazó consus ojos brillando.

—Ellos la tienen, yo no puedo…—Sí puedes; tú la metiste en esto, tú la sacas —dijo señalándolo con el dedo índice y

perdiendo la poca paciencia que le quedaba.—No puedo hacerlo —Al escuchar aquello, Leo apretó invisiblemente su garganta

obligándolo a boquear por aire—. Van… a matar a mi hermana —murmuró con apenas un hilo devoz.

—Me importa una mierda tu hermana. Quiero a la mía de nuevo conmigo.—No puedo, lo siento —lloró el chico—. Van a matarla —Leo apretó con más fuerza—.

Mátame y nunca podrás tener a Nat de nuevo —advirtió antes de gritar por el dolor.Leo cerró los ojos por un momento y soltó su agarre.—Busca la manera —Lo soltó por completo y el chico cayó al suelo, tomando su cuello que

palpitaba de dolor—, o voy a matarte, y luego buscaré a tu maldito aquelarre y haré que losSparrow lo destruyan, mientras yo me ocupo del imbécil de Malakai y dejo a tu hermana que sepudra en donde la tengan —Joy apretó los ojos al escuchar la amenaza, la cual era una clarapromesa—. Tienes hasta medianoche.

Para cuando Joy volvió a abrir sus ojos, ya se encontraba solo en ese lugar.

El libro de Nod

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Para cuando Leo llegó a su casa, todos estaban discutiendo en el salón «todos menos Joselyn,que se encontraba en la cocina preparando algo de comer». Cosimma tenía un viejo y extrañolibro en sus manos, mientras que Killian y Gideon hablaban incoherencias sobre cómo matar aCaín. Todavía no habían entendido que era imposible matarlo.

—Sé quién entregó a Nat —anunció Leo, asumiendo la atención de todos.—¿Cómo es que lo sabes? —preguntó Killian preocupado.—¿Quién? —cuestionó Gideon.—Joy —respondió ella—. Es un brujo. Es el brujo que está ayudando al clan.—¿Cómo sabes eso? Dime que no llegaste al nido sola —inquirió Killian acercándose a ella.—No hice tal cosa.—¿Quién carajo es ese tal Joy? —habló Gideon.—Es un chico de la Universidad, hacía un trabajo con Nat antes de que ella desapareciera.—¿Y por qué está ayudando a los vampiros? —preguntó Joselyn, entrando a escena con una

bandeja llena de sándwiches.—Porque tienen secuestrada a su hermana— les hizo saber Leo—. Al menos eso es lo que

dice —dijo, elevándose de hombros.Leo se acomodó en un sofá y les contó todo lo que había deducido, la confirmación de Joy y lo

que había hablado con él. También les contó que lo esperaba a medianoche, y en verdad esperabaque él se presentase con una solución.

—¿Y qué piensas hacer cuando llegue? —indagó Jo.—¿Vendrá? —curioseó Gideon, sugerente.—Voy a matarlo si no viene —demandó, mirándolo para luego posar su mirada en Jo—. Voy a

matarlo si no me trae a Nat.—Pero —Jo se quedó en silencio un momento—…si él necesita ayuda con su hermana, ¿Por

qué no lo ayudamos? —sugirió con inseguridad.—No es mi problema.—No puede ser verdad —dijo Jo.—Él también está en problemas —intervino Killian—. Si tuvieran a mi hermana, de seguro

haría lo mismo que él.—Veremos cuando llegue.—Bien, si arreglaron su dilema —habló Cosimma—. Quiero mostrarles algo —dijo elevando

su libro viejo.—¿Qué es? —quiso saber Leo señalando el libro.—El libro de Nod —contestó ella con una traviesa sonrisa.—¿En verdad existe?—Todo existe —asintió Cosimma.—¿Encontraste cómo matar a Caín? —preguntó Gideon.—No. Caín no puede ser matado, esa marca no lo dejará morir jamás —explicó Cosimma.—Entonces, hay que quitársela —argumentó Killian.—Tampoco podemos hacer eso —negó Cosimma.—No entiendo —esbozó Leo.—La marca es el primer maleficio hecho por Dios.—Pero no es la primer brujería —exclamó Leo, recordando sus sueños con Caín.—Según la biblia, lo es —afirmó Cosimma.—La biblia está mal —refutó Leo.

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—¿Cómo sabes eso? —indagó Killian.Ella agachó la mirada, sopesando lo que contestaría.—Yo… Caín me lo dijo.—¿Qué? —soltaron todos a la vez.—He estado soñando con él…—¿Se te ha presentado en sueños? —interrogó Cosimma sorprendida.Leo asintió con la cabeza.—Pero la piedra ya no está aquí —habló Gideon con la boca llena.—Está más fuerte. Parece que ya no la necesita —manifestó Leo.—Si está más fuerte, estamos jodidos —canturreó Gideon.—Explícame —le exigió Killian.—Él me ha mostrado parte de su vida. Desde cómo fue que asesinó a su hermano hasta como

fue surgiendo su maldición —narró ella—. Me ha explicado cada momento que me ha mostrado.—¿Y tú le creíste? —inquirió Killian—. ¿Por qué no me lo has dicho? Ahora entiendo tu

comportamiento.—Lo estoy diciendo ahora —espetó—. Quería saber más; sin darse cuenta, él me dio muchas

pautas de cómo poder combatirlo.—¿Y sabes cómo hacerlo? —intercedió Gideon.—No estoy segura —confesó.—¿Él conoció a Lilith? —sonsacó Cosimma. Leo confirmó con la cabeza—. Pero no estuvo

enamorado de ella, ¿verdad?—No. Lilith lo amaba, pero él solo sentía un gran aprecio por ella.—Entonces, según esto —comenzó Cosimma elevando el libro de Nod— Caín amó a Zhila,

quien fue su esposa. Una bruja lo ayudó a tener el amor de esa mujer. Él se casó y tuvo hijos conella.

—¿Y qué pasó con ella? —quiso saber Jo.—No dice —contestó ojeando el libro.—Bueno, pero nuestra bruja tiene sueños con el primogénito, por lo tanto, esta noche puede

ser que le cuente su historia de amor —entonó Gideon con tono burlón.—Eres un idiota —masculló Killian.—El idiota tiene razón —habló Leo.—No vas a hacerlo. No, definitivamente no —negó Killian en rotundo.—¿Y qué harás para que él no se presente en mis sueños? ¿Mantenerme toda la noche

despierta?—Si es necesario, sí —afirmó el vampiro.—Eso es absurdo —farfulló Leo.—Absurdo es que te expongas de esa manera. ¿Quién dice que a través de esos sueños no

sigue alimentándose de ti?—Eso puede ser que esté pasando —interfirió Cosimma.—No está pasando eso —replicó Leo—. Mis sentidos están volviendo. Pude sentir a Joy y

estoy segura que ahí afuera hay otra cosa más.—¿De qué estás hablando? —inquirió Killian frunciendo el ceño.—No importa. Voy a darme una ducha y prepararme para el idiota brujo que se llevó a mi

amiga —anunció, caminando lejos de los presentes.—¡Eleonor! —gritó Killian—. ¡Eleonor, no he terminado!

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Leo lo ignoró por completo y fue directo al baño a ducharse como dijo, y a tratar de dormir unpoco; necesitaba una charla con Caín antes de que Joy se presentara. Porque estaba segura que eljoven brujo llegaría esa noche.

Luego de una agradable ducha, Leo salió del baño envuelta en una toalla blanca en dirección asu habitación. Después de pasar por el umbral y entrar por completo al cuarto, la puerta se cerróde golpe tras ella, haciéndola asustar; ella giró con velocidad, encontrándose a Killian, que lamiraba fijo con una ceja eleva.

—Si vienes a seguir discutiendo conmigo, desde ya te voy avisando que no…—No vine a discutir —dijo cortando su diatriba, mientras se aproximaba a ella a paso firme.—¿Entonces? —susurró a medida que retrocedía con cada paso dado por él, y tomando con

fuerza el nudo que sostenía su toalla.—Mmm… Quiero hacer muchas cosas. De todo, diría, menos discutir —expresó en un extraño

tono de provocación que hacía desconcertar a Leo; minutos atrás la estaba reprendiendo por sussueños con Caín, sin embargo… Los pensamientos se detuvieron cuando, a toda velocidad, Killianla tumbó sobre la cama quedando él encima de ella. Ni siquiera logró ver cómo fue que pasó eso.

—¿Qué haces? —murmuró, intercalando, sin poder evitarlo, la mirada entre sus azules ojos ysus rojos labios.

—Si sigues mirándome de esa forma, haré muchas cosas —respondió en un ronco susurro.—Hace unos minutos estabas regañándome y ahora…—Ahora quiero hacerte el amor. Necesito hacerte el amor —dijo casi en súplica.Leo lo observó por varios segundos en silencio, tratando de encontrar sus palabras. Killian

tenía un tremendo poder sobre ella y por más que quisiera negarlo, le era imposible hacerlo.—Y yo quiero que me hagas el amor. Necesito que me hagas el amor —susurró con voz firme,

aunque sin saber de dónde había salido eso.Killian mostró una sonrisa condescendiente antes de presionar con desmedida la boca de la

chica. El joven vampiro no le dio respiro y siguió con su demente ataque, mordiendo ysuccionando el labio de Leo, mientras que, con sumo cuidado, le soltaba la toalla dejando aldescubierto el cuerpo femenino. Con un rápido movimiento, se quitó su ropa, quedando desnudopor completo al igual que Leo. El chico empezó un reguero de besos que comenzaron en la cimade los senos de la joven y terminaron en el enloquecido sur de su perdición.

Leo enredó sus manos en las sábanas al sentir la lengua de Killian hacer su trabajo. El jovenvampiro no dejaba de enloquecer a la bruja, al menos, no hasta que el sublime orgasmo la invadióhaciéndole que su cuerpo temblase en descontrol. Killian sonrió al verla dejarse llevar y trepó porsu cuerpo hasta quedar de cara a ella.

—Aunque suene estúpido, puedo recordar como tocarte —le susurró antes de fundir su bocaen la de ella.

Killian se adentró a ella sin esperar a que el orgasmo se disipara. Sus movimientoscomenzaron lentos, luego, de a poco, el ritmo fue aumentando; sus respiraciones se volvieronerráticas y Killian podía sentir absolutamente todo de manera tan intensa, que hacía que su corduraestuviese en juego.

Leo tomó el poder y en un rápido movimiento quedó encima de Killian, en donde empezó aatormentarlo con movimientos circulares. Killian agarró con fuerza las caderas de la chicasabiendo que ella terminaría con unos lindos cardenales como suvenir, pero a ninguno de ellos lesimportó. Killian volvió a tomar el mando posicionándose otra vez sobre ella y así terminar lo quehabía empezado.

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Poco después, ambos se elevaban hasta el Empíreo.—A veces eres difícil de leer —habló Leo luego de un minuto de silencio, conforme mantenía

su cabeza apoyada en el torso desnudo de su vampiro—. Y otras veces, sé exactamente lo queharás.

—No estaba mintiendo cuando dije que recuerdo como tocarte —confesó Killian—. Mismanos saben cómo hacerlo —entonó, acariciando el brazo de la joven—. Mi cuerpo sabe. Escomo si no tuviera necesidad de pensar, es como si lo hiciera por inercia. Como si lo hubierahecho más de una vez —exclamó, mostrando su sincera confusión.

—Cuando terminemos con el problema de Caín, descubriré qué fue lo que pasó entre nosotros—prometió mirándolo a los ojos.

—Sé que lo harás —expresó, mostrando una pequeña sonrisa—. Pero ¿y si no es bueno?—De seguro que no es bueno —murmuró ella.—¿Por qué dices eso? —preguntó, obligándola a que lo mirase.—Porque estoy segura que hay una razón muy mala por la cual hice lo que hice. Es decir, no sé

con exactitud qué fue lo que hice, pero es obvio que algo fue, o sea… —ella se detuvo unmomento.

—¿O sea? —instó el joven.—¿Y si hay una razón por la que nosotros no nos recordamos? ¿Si lo hice adrede?—Dices que hiciste un hechizo…—Nos maldije —intervino—. ¿Y qué si yo misma nos maldije?—¿Y por qué lo harías?—No lo sé —respondió en un murmullo, con la mirada perdida en el techo de su habitación.Ambos se quedaron en silencio. La mente de Killian trataba de encontrar una razón a lo que

sucedía, una lógica explicación como para que Leo los maldijera, pero nada se le ocurría y menosal no tener memoria sobre ellos que, aparentemente, todas las vidas llevaban encontrándose ydesencontrándose.

Los pensamientos de Leo la llevaron a todos aquellos sueños que tuvo con Killian desde quellegó a New Haven, pero ninguno de esos sueños le daba una razón por la cual ella querríamaldecirlo, no tenía sentido. Nada lo tenía. Buscó en sus pensamientos, trató de encontrar esosrecuerdos que sabía que estaban en algún lugar de su mente, pero nada llegó. Buscó algo que lediera un indicio de lo que había hablado con Cosimma, o lo poco que le dijo Caín sobre ella y loque hizo. El inmortal le había dicho que le podía dar lo que quería y de seguro, por su forma dehablar, él sabía más de ella de lo que Leo misma sabía.

—Está aquí —habló Killian, sacando a Leo de su ensimismamiento.Ella dejó a un lado sus pensamientos y pudo sentir al joven brujo Joy en la puerta de su casa.

Killian fue el primero en salir de la cama y comenzar a vestirse. Ambos se arreglaron en silencio,cada uno con su mente perdida en lo que sucedería y en los posibles escenarios. Leo se apresuró abajar al escuchar el intercomunicador; luego de atenderlo, le dio permiso a Joy para que entraseen su casa. Con eso esperaba no equivocarse y, si así fuera, siempre podía arreglarlo. Minutosdespués, el timbre de la puerta principal sonó, dejando a todos a la expectativa. Leo le dio unamirada a los suyos y se dirigió a abrir la puerta.

Joy estaba mucho más nervioso que todos ellos, sabía que se estaba metiendo en la boca dellobo, pero lo que sea por su hermana. Si la repuesta a salvar a Kira era Leo, él no lo iba a pensardos veces. Su hermana necesitaba de su ayuda y él estaba dispuesto a lo que fuese por ella.

—No veo a Nat contigo —dijo Leo en cuanto abrió la puerta y lo encontró solo, mostrando

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algo de nerviosismo.—No está conmigo —contestó Joy, haciendo que Leo arrugara el ceño—, pero puedo llevarte

con ella —se apresuró a decir. Aunque no lo suficiente, ya que Gideon lo tenía agarrado delcuello contra una pared cercana y elevado del suelo.

—Nada de juegos, niño —siseó.—¿En serio? ¿Otra vez? —se quejó, colocando sus manos sobre la de Gideon tratando de

zafarse, recordando a Leo que también lo había mantenido del cuello elevado del piso.—Gideon —exclamó Joselyn.—Puedo ayudarlos a detener a Caín —balbuceó Joy, mientras trataba de hacer entrar aire en

sus pulmones.—Tendrías que haber llegado con Natalie —escupió Gideon, haciendo más fuerte su agarre.—No… puedo hacerlo —tartamudeó.—Déjalo, Gideon —ordenó Leo.—Pero…—Quiero que me explique cómo es que puede ayudarnos con Caín —pronunció Leo.—Es todo mentira —espetó Gideon.—Gideon —reprendió Killian—. Suéltalo.Gideon acató la orden de su hermano de mala gana y lo dejó en el suelo, haciéndolo caer de

rodillas. Joy se llevó las manos al cuello y lo acarició, tratando de pasar el dolor.Leo se acercó a él.—¿Cómo es que puedes ayudar a detener a Caín?—Primero hay que dejarlo salir.

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La primera espada —Voy a estrangularlo —demandó Gideon abalanzándose hacia él.—No, no, no. Espera —se apresuró a decir Joy caminando hacia atrás, prácticamente saliendo

de la casa.—Nos quieres joder, brujito —graznó Gideon—. Vienes a decirnos que la solución para

acabar con Caín es dejarlo salir. Sí, claro. Como no —siseó el vampiro estando a solocentímetros del brujo; sin embargo, su hermana lo detuvo tomándolo del brazo.

—Escuchemos lo que tiene que decir —sugirió.—Muchas mentiras —soltó Gideon con ironía.—Que pase —habló Leo, ganando la atención de todos.Gideon bufó, se giró y se dirigió hacia el salón, mientras que los demás no le quitaban los ojos

de encima a Joy, al tiempo que este se adentraba en la casa.—Gracias —le dijo a Leo.—No agradezcas todavía —indicó ella—. Si nos estas engañando, voy a dejarlo que acabe

contigo —amenazó, cerrando la puerta detrás del joven.—Por aquí —señaló Killian.Todos entraron al salón en donde Gideon estaba desplomado sobre un sofá tomando Bourbon,

fingiendo que estaba relajado; pero, en realidad, lejos estaba de estarlo. Sus sentidos se hallabanbien agudizados y atentos a cada paso del brujo.

—Tienen muchos libros —articuló Joy viendo el despliegue de todos los ejemplares sobre unamesa. Se acercó y tomó uno de ellos—. El libro de Nod —murmuró, pero Cosimma se apresuró yse lo quitó de las manos.

—No toques nada —le advirtió.—¿Cómo sugieres acabar con Caín? —cuestionó Leo, cruzándose de brazos.Los ojos de Joy fueron hacia ella y luego se posaron en Killian, que estaba a su lado como su

protector. El chico suspiró, era más que obvio que ellos no confiaban en él, pero no había llegadoahí con la intención de engañarlos. Joy era consciente de que Caín no era bueno para ningunaespecie. Sabía que no podían dejarlo ser; no solo estarían poniendo en peligro a los vampiros,sino también a todo el mundo.

—¿Han oído hablar de la primera espada? —preguntó el brujo, haciendo que más de unofrunciera el ceño por desconcierto.

—Sé que hace un momento te dije que todo era verdad —le dijo Cosimma a Leo—. Pero estoysegura de que la primera espada es solo un mito —Su atención pasó a Joy, que negaba con lacabeza.

—No es así —esbozó—; la primera espada existe y es la única arma que puede acabar conCaín.

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—¿Alguien puede explicarnos, a los que no somos religiosos, de qué mierda están hablando?—inquirió Gideon.

—¿Saben cómo Caín mató a Abel? —indagó Joy mirando a Gideon.—Por lo que hemos aprendido estos días, con una piedra —contestó el vampiro—, por celos

—Joy negó de nuevo y Gideon echó su cabeza con exasperación hacia atrás—. Solo di lo quesabes, brujito.

—Lo mató con la quijada de un asno —respondió Leo antes que Joy pudiera hacerlo.—¿De qué estás hablando? —indagó Killian—. Creí que habías dicho con una piedra.

Recuerdo muy bien que nos habías contado eso la primera vez que hablamos sobre él —Ellaagachó la cabeza soltando un suspiro—. Lo viste en el sueño, ¿verdad?

Leo asintió en silencio.—¿En un sueño? —murmuró Joy confundido—. ¿Has soñado con él?—Ha estado hablando con él desde que le dimos la jodida piedra —respondió Gideon por

ella.—Te ha estado anclando —observó el joven brujo.—No lo sé —contestó Leo—. Desde que la piedra llegó a mis manos, he tenido sueños con él.—No son solo sueños —intervino Jo—. Él le ha estado mostrando cosas de su vida.Joy miró con curiosidad a cada uno de los integrantes.—¿Él ha estado contándote su historia? ¿Por qué?—No lo sé —suspiró Leo.—Luego de perder la runa mágica, ¿lo has visto de nuevo? —se interesó el brujo y Leo asintió

con la cabeza—. ¿Cómo es eso posible?—No lo sabemos —interrumpió Cosimma—. En cuanto la runa salió de esta casa, deberían

haber parado esos encuentros, pero no fue así.—Sigue metiéndose en mi cabeza —articuló Leo.—Tú te metes en su cabeza —señaló el brujo.—Eso fue lo que él dijo —murmuró Leo evitando de manera deliberada la mirada inquisitiva

de Killian.—Sigues conectada a él —entendió Joy—. Pero ¿cómo es que sin la piedra pasa eso? —Pensó

en voz alta, mientras caminaba por el lugar de un lado a otro—. ¿Por qué se siguen conectando?—preguntó, mirando con intensidad a Leo.

—No lo sé —dijo ella—. Quizá, porque fui la que tomó la piedra —sopesó.—Puede ser —concordó Joy luego de unos segundos meditando las opciones.Pero en realidad, él no creía que eso tuviera sentido. Para Joy había algo más detrás. Debía

haber algo más.—¿Podemos volver a cómo deshacernos del asesino psicópata? —apremió Gideon.—Sí —suspiró Joy, anotando que luego debía ocuparse del dato que acababan de darle—. Leo

tiene razón —comenzó—, Caín mató a Abel con la quijada de un asno, esa fue su primer arma.Fue su protección mientras deambulaba por tierras desconocidas. Cuando conoció a Lilith, ella leenseñó muchas cosas; una de ellas, la brujería. Así que, aprovechando esos conocimientos, Caínforjó esa quijada que utilizó como arma contra Abel y la convirtió en una espada. La primeraespada.

—¿Estás diciendo que es la única arma que puede matar a Caín? —cuestionó Killian.—Así es.—¿Y dónde encontramos esa espada? —curioseó Gideon.

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—¿Sabes dónde hallarla? —preguntó Killian.—Hipotéticamente, sí —contestó Joy.—¿Por qué no me convence esa repuesta? —habló Gideon, sopesando en ir tras el cuello del

brujo.—Explícate —ordenó Killian.—Algunos dicen que está escondida en Jerusalén, en La Ciudad Vieja; más precisamente, en la

Basílica del Santo Sepulcro —articuló con cuidado.—Continúa —instó.—Dicen que está en la gran piedra en donde Jesús fue golpeado, sacrificado y, una de las

versiones sobre el primer anuncio de la resurrección de Cristo —Se detuvo esperando a que losdemás registrasen lo ya dicho—. Otros dicen que está en Argentina…

—¿Ahora qué tiene que ver Argentina? Esto me está haciendo perder la puta cabeza —gruñóGideon.

—Hitler era uno de los más grandes coleccionistas de cosas divinas —dijo—; él tuvo en supoder muchos objetos divinos y reliquias legendarias. Gastaba mucho dinero en encontrar cadaobjeto, así también como tenía tropas de su ejército en búsquedas incansables. No mezquinaba nidinero, ni recursos para sus propósitos. Hace poco tiempo, encontraron 75 objetos pertenecientesa Hitler en Beccar, es un suburbio ubicado en la zona norte de Buenos Aires. Una de las hipótesisque tienen, es que fueron llevadas por oficiales nazis que buscaron refugio en Argentina despuésde la Segunda Guerra Mundial. Ahora, La Protección de Patrimonio Cultural de la Policía Federallos tiene en su poder.

—¿Te das cuenta que son lugares completamente diferentes? —sonsacó Gideon.—Sin contar que estás hablando de tierras sagradas —acotó Killian.—Esa piedra de la que hablas, ya se usaba como tumba —acotó Cosimma.—Y nosotros somos vampiros, no podemos pisar Tierra Santa… —continuó Killian.—Y con respecto a Argentina, nos estás pidiendo que nos metamos a un lugar custodiado hasta

las narices —examinó Joselyn.—Yo no escondí la espada —se defendió Joy.—Pero si esa espada es nuestra única esperanza de acabar con Caín, debemos ir —demandó

Leo.—¿Y cómo se supone que haremos eso? —indagó Cosimma.—Nos separaremos. Tres irán a la Basílica del Santo Sepulcro y otros tres irán a Argentina.—¿No acabas de escuchar que son tierras sagradas y nosotros vampiros? Ergo, no podemos

poner un pie en ese lugar —aclamó Gideon.—Y si me estás contando para tu cruzada, desde ya te voy avisando que yo no puedo

desaparecer por varios días —dijo Joy—. No voy a arriesgarme a que maten a mi hermana.—Tu hermana morirá de todas maneras si no detenemos a Caín —se limitó a decir Leo—.

Vendrás.—Yo puedo fabricar almas —entonó Cosimma, obteniendo la atención de todos.—Eso me dio escalofríos —articuló Gideon fingiendo un estremecimiento.—No son almas de verdad, es más bien una ilusión. La sensación de que hay un alma. De esa

forma, ustedes podrían pisar las tierras sagradas sin ningún altercado —explicó.—¿Estás segura de que no nos hará daño? —preguntó Jo con un poco de preocupación.—No les hará nada —afirmó—. No voy a tocarlos a ustedes, solo necesito algunos anillos

para que puedan usar, allí colocaré las almas —Cosimma observó a cada uno de ellos—.

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Necesito buscar algunas cosas y podré empezar lo antes posible.—Ok —dijo Gideon, levantándose del sofá de un salto—. Hazme la lista. Yo iré.Cosimma asintió y se apresuró a buscar papel y lápiz.—Toma —Jo le tendió un mapa y un lápiz a Joy—, marca la ruta. Voy a preparar algo para

comer y lo que debemos llevarnos.—Eh, pregunta —habló este elevando la mano—. ¿Cómo iremos a Jerusalén y a América

Latina? Porque, por lo que tengo entendido, los vampiros no vuelan y nosotros tampoco.—Yo me ocuparé de eso, brujo —soltó Killian.—Eso significa que va a hipnotizar a alguien para que tan amablemente nos lleve —se burló

Gideon a medida que pasaba por al lado del brujo, para salir del lugar e ir en busca de losingredientes de la lista que le hizo Cosimma.

Mientras que cada uno se ocupaba de sus deberes, Leo salió a su patio trasero, tratando deponer todos sus pensamientos en orden. No le había gustado nada la mirada que le dedicó Joycuando le dijo que Caín seguía contactándose con ella a pesar de no tener más la piedra en supoder. Puede que Joy supiese más de lo que decía, pero por el momento no podía arriesgarse aperder «lo que parecía ser», la única oportunidad para terminar de una vez por todas con Caín yasí poder traer a su mejor amiga de vuelta.

—¿Cómo estás? —se interesó Killian, sacándola de golpe de su ensimismamiento.El chico vampiro estaba detrás de ella observándola con calma.—Bien.—Leo —advirtió, envolviéndola con sus brazos.—Solo estoy nerviosa; quizás, también un poco ansiosa —admitió, apoyando su cabeza en el

pecho de él.—¿Confías en él?—No nos quedan muchas opciones.—Eso es un grotesco no —bromeó.Ella se giró entre los brazos de Killian conforme soltaba un suspiro.—No confío totalmente en Joy, pero no encuentro otra salida. Hasta el momento, la primera

espada suena de lo más lógico.Escondió su rostro en el pecho del vampiro e inspiró profundo, llenándose de su aroma.—¿Fue algo que viste en esos sueños? —preguntó, acariciando el cabello de la joven.—Sí. Vi cuando mató a su hermano y por alguna razón creo en todo lo que me mostró.—Entonces, haremos esto —Con ambas manos tomó el rostro de la chica y la instó a mirarlo

—, acabaremos con ese maldito y luego, si todavía me quieres a tu lado, te ayudaré a buscar alasesino de tus padres —prometió.

—Quien es el mismo que me asesinó —murmuró.—No lo sabemos, pero sí así es, lo sabremos y nos ocuparemos de eso. Siempre y cuando me

quieras a tu lado.—Te quiero a mi lado —aseveró ella, provocando que él le mostrase una pequeña sonrisa.—Me alegra escuchar eso, porque dudo mucho que pueda alejarme de ti —Leo sonrió al

escucharlo y él acercó su boca para fundirse en un deseado beso, pero son interrumpidos porGideon.

—Siento interrumpir tan bello momento…—No lo sientes —masculló Killian.—Es verdad, no lo hago —Le dedicó una burlona sonrisa—. Pero debes ayudarme con una

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cosa, la bruja quiere sangre de asno. Eso es un burro, ¿verdad? No importa, la cosa es quenecesito tu ayuda.

Killian soltó un suspiro cansino.—Está bien, ve —dijo Leo, tomando distancia de él—, de todas formas, tengo cosas que hacer

también.Killian la miró un segundo de más, antes de asentir, dejarle un casto beso en los labios y

seguir a Gideon fuera de la casa.Leo lo siguió con sus ojos hasta que desapareció de su vista, luego se giró para llevar su

mirada al cielo, como si allí encontrara todas las respuestas; sin embargo, su atención fue llamadapor Joy, que se encontraba sentando en el césped con la cabeza gacha. El chico estaba muy quieto,ni siquiera se podía decir que el joven brujo estaba respirando.

En cuanto Leo llegó a él, por encima del hombro del chico, pudo ver lo que lo manteníaausente. Joy sostenía una fotografía. Era una chica, una chica muy linda que sonreía colgada deljoven. Inmediatamente, Leo se dio cuenta de que esa chica era la hermana de Joy, la joven que losvampiros de Malakai tenían secuestrada. Dejando escapar un leve suspiro se sentó a su lado ycruzó sus piernas imitando a un indio. Joy la vio de reojo, pero no movió ni un músculo.

—Se ven muy unidos —comentó Leo.—Lo somos.—¿Qué pasó? —preguntó, obteniendo la atención del joven.Joy la observó por un segundo antes de desviar de nuevo su mirada hacia la foto de su

hermana.—Salíamos de nuestro aquelarre, en Hartford. Éramos los últimos en salir, yo estaba teniendo

problemas para conjurar los elementos. Ella se quedó conmigo hasta que pude controlar el estadosólido de una maldita piedra —Una pequeña sonrisa triste se figuró en sus labios—. No se fue demi lado hasta que pude convertir esa piedra en polvo. Ya era tarde para cuando eso pasó —Agachó la cabeza y cerró los ojos con fuerza para no dejar salir las lágrimas que estaban luchandopor hacerse notar—. A unas pocas manzanas, nos atacaron varios vampiros. Yo no pudedefendernos. No pude defenderla —Una lágrima cayó rodando por su mejilla y con su puño laborró con brusquedad—. Se la llevaron, diciendo que si la quería recuperar debería ayudarlos.Me dijeron dónde encontrarlos… Eso fue hace más de un año.

Leo emitió un sonido bajo de tristeza.—Eso es mucho tiempo.—Hemos tardado más de lo esperado para conseguir la piedra. Hemos recorrido todo el

mundo para obtener esa runa; cuando la encontramos, Gideon se nos adelantó.Joy guardó la foto en su bolsillo y luego, de un salto, se levantó del suelo.—¿Le has dicho a alguien? ¿Has pedido ayuda? —cuestionó ella, viendo al joven dejar su

mirada perdida hacia dentro de la casa.—No —contestó—. Si lo hacía le iban a hacer daño.—¿Cuál es tu aquelarre? —curioseó.Joy clavó sus pupilas castañas en ella.—¿Cuál es el tuyo? —cuestionó, sabiendo que ese dato le daría, de seguro, una verdadera

visión sobre la bruja que podía hablar con Caín.Leo siguió mirando fijo al joven.—No tengo —respondió, provocando que el joven mostrase una media sonrisa.—Sí, yo tampoco —articuló para luego hacer su camino hacía dentro de la casa y dejar a Leo

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con más dudas de las que hubiera querido tener.

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Hijo del Espíritu Al día siguiente, todos estaban preparados para su excursión. Cosimma, Leo y Killian

decidieron viajar a Argentina, mientras que Gideon, Joselyn y Joy a Jerusalén. Estaba más queclaro que Gideon no iba a perder de vista a Joy. No confiaba en él y hasta que no demostrara quetodo era cierto, no iba a hacerlo.

En un helipuerto privado, de vaya a saber quién, los esperaban dos Jet para llevarlos a sudestino. Tenían pocos días para conseguir la primera espada antes de tener que enfrentarse a Caín.

—Eso es viajar con estilo, hermanito —bromeó Gideon al ver los aviones esperando porellos.

—No es un viaje de placer, Gideon —le recordó Jo.—No te preocupes, sé comportarme —entonó, mirando con descaro a una de las azafatas que

se encontraba esperando por ellos en las escaleras del Jet.Joselyn rodó sus ojos antes de mirar a su otro hermano, que debía subir al otro avión.—Ten cuidado, quieres —le susurró a Killian conforme lo abrazaba con fuerza.—Tú también, hermanita —Ambos se soltaron y observaron a Gideon charlar muy

animadamente con la azafata—. Y cuida de él, no queremos perderlo de nuevo.—Haré lo que pueda —prometió la chica vampiro. Jo observó a Leo, que estaba enfrascada

en una conversación con Cosimma—. Tú cuida de ella, pero también cuídate de ella.Killian la miró frunciendo el ceño confundido.—Creí que te gustaba.—Y así es, pero también sé que es la única que puede lastimarte —Se elevó de hombros—. Y

no la conocemos tan bien como nos jactamos —confesó.—No te preocupes, no dejaré que nada malo pase —Le tranquilizó.—¡Tenemos el domingo encima! —gritó Gideon, para hacer que sus hermanos se apresurasen.—Ve —instó Killian a su hermana, después de dejarle un beso en la mejilla.—Nos vemos a la vuelta —esbozó Jo, para luego girar y caminar hacia el Jet para entrar en él.Gideon esperaba en las escaleras a su hermana, luego de obligar a Joy a subir para tenerlo

controlado. Killian observó a sus hermanos subir al Jet y ser preparado para iniciar su caminohacía Tierra Santa. Posteriormente, hizo su propio camino hacia el otro Jet en donde Leo y

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Cosimma, ya lo esperaban dentro.Leo estaba ensimismada, con la mirada perdida en la ventanilla, aparentemente observando

despegar al Jet en donde iban Gideon y los demás; sin embargo, Killian sabía bien que ella nisiquiera estaba registrando ese despegue, ni siquiera en lo que ocurría a su alrededor. ComoCosimma estaba enfrascada en otro de sus libros viejos, absorta en su tarea, Killian decidió tomarasiento frente a Leo, aunque ella no lo haya registrado; optó por no interrumpirla y dejarla quelograse, o que al menos tratara, de poner todo aquello que le estaba molestando, en orden.

Luego de un par de horas de viaje, Leo se había quedado dormida con la frente apoyada en laventanilla, Cosimma seguía leyendo, el único movimiento que se distinguía de la mujer, eran susojos yendo de un lado a otro casi perdida entre las páginas. De a poco, Killian estaba perdiendola cabeza, todavía le faltaban unas seis hora y un poco más para aterrizar, para después tener unpar de horas más para llegar a su verdadero destino. Sin contar que debía observar el lugar y asídescubrir como entrar y no suicidarse en el intento, bueno, al menos Leo, ya que tenía entendidoque Cosimma podía vivir muchos años. Aunque ignoraba si podía ser matada con facilidad ocomo ellos, perdiendo el corazón. De todas maneras, no podían llamar la atención, los humanosignoraban la existencia de los vampiros o de alguna otra especie y si se llegara a descubrir, todosestarían en peligro, a pesar de lo que pasase con Caín.

Killian se levantó de su asiento y se acercó a Leo, la tomó entre sus brazos y la elevópegándola a su pecho, para así llevarla a la única habitación que había y pudiese descansar comoera debido.

Una vez dentro del cuarto, la acomodó sobre la cama.Leo se quejó en sueños.—Shuu —susurró Killian, peinando su pelo fuera de la frente de la joven.—¿Qué…?—Nos queda mucho de viaje. Descansa —ordenó con suavidad.Leo asintió y se acomodó de costado, dejando que su vampiro la cubriera con una manta.Killian le depositó un beso en la sien y luego de verla por unos segundos de más, se alejó en

silencio, saliendo por completo del cuarto. Sin embargo, lejos estaba la joven bruja de poderdescansar.

Todo ese cuarto dejó de existir para que, de a poco, tomara la forma de algo más. Su piso dealfombra desapareció para dejar ver un suelo árido como la arcilla. Las paredes blancas ya noexistían, en su lugar podía ver más allá, todo en oscuridad. El techo con su enorme araña de tresfoquitos tampoco estaba, todo era un cielo purpura sin rastro de alguna clase de vida, ni siquierala muestra de un poco de viento. La temperatura había subido demasiado, al punto de apenaspoder soportar el calor. Ella pensó por un momento en bajar de la cama, pero decidió solosentarse y esperar a que Caín quisiera dejarse ver.

—Ya no te sorprendo —entonó Caín detrás de Leo.—Ya dejaste de ser una sorpresa —respondió ella, haciendo reír a Caín.La joven estaba a punto de girarse para verlo, pero él se adelantó y apareció frente a ella.—Puedo entender el desprecio del de arriba por mí, pero no puedo entender el tuyo—expresó

en voz baja muy cerca de ella, incluso más de lo que a ella le gustaría.—¿Por qué estás tan seguro de que Dios te desprecia?Ante esa pregunta, Caín elevó una ceja, divertido por tener que contestar.—Cierto que, para los humanos, Dios es bondadoso, misericordioso y bla, bla, bla —se burló,

tomando distancia de Leo y caminando por el espacio. La manera condescendiente de Caín laestaba desesperando, pero se mantuvo tranquila—… Es como si les hubieran lavado el cerebro a

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todos ustedes.—Solo di a lo que viniste.—¿A lo qué vine ahora o a lo que quiero en la tierra? —indagó sin dejar de sonreír.—Creo que deberíamos empezar por el principio —contestó Leo, entrecerrando sus ojos hacía

el inmortal.—Está bien —aceptó él—. ¿Conoces la historia sobre la manzana prohibida? —cuestionó y

esperó a que Leo asintiera—. Ese es el principio de mi existencia.Leo lo miró confundida.—No entiendo. ¿Qué tiene que ver la jodida manzana contigo?—La manzana en sí, nada, pero el espíritu que alentó a Eva para comerla, mucho.—¿Hablas de la serpiente?Caín sonrió abiertamente.—Hablo de Lucifer.—Me confundes, Caín.—Todos sabemos que el primer destierro fue de Eva y Adán, sabemos que el de Allá en lo

Alto, les prohibió tomar una manzana de ese jodido árbol y que la aparición de una serpiente, esdecir, Lucifer metamorfoseó en una serpiente y así instó a Eva a morder de esa manzana; peroLucifer no solo hizo su aparición para hacer que Eva contrariara a Dios, sino también para dejarsu “semilla”, por decirlo de alguna manera.

Leo negó con la cabeza sin poder comprender.—¿Qué es lo que estás diciendo?—Tiempo después, Eva tuvo a su primer hijo —La sonrisa de Caín se amplió y abrió sus

brazos—. Heme aquí.—¿Cómo…?—La serpiente fecundó a mi madre con su aliento. Soy hijo del Espíritu y la carne, Eleonor. A

diferencia de mi hermano Abel, que solo es hijo de la carne.—¿Estás diciendo que eres hijo de Lucifer? —cuestionó Leo, no creyendo tanto en todo lo que

él le había mostrado hasta ese momento.—Soy hijo del Ángel de Luz, Eleonor —esbozó él—. Yo amaba a mi hermano, también quería

la aprobación de Dios, pero eso nunca iba a pasar. Dios sabía quién era mi padre, él sabía que yoera un ser superior. Provengo del mundo incognoscible del Espíritu.

—Eres hijo de Lucifer y de Eva —comprendió Leo—. Pero ¿un ser superior? Eso ya es muynarcisista hasta para ti.

—El Espíritu es superior al alma, Eleonor —dijo como si fuera algo obvio de entender—.¿Recuerdas cuándo te pregunté, cómo era posible que Dios acepte un sacrificio de un ser de supropia creación en vez de las mejores semillas? ¿Recuerdas, Eleonor?

—Sí.—Ahora, supongo que entiendes.—Él no iba a aceptar nada de ti, por ser hijo de Lucifer. Hicieras lo que hicieras, jamás iba a

aceptarte —señaló ella.—Así es, Eleonor.—¿Y qué quieres en la tierra?—Liberarlos. Yo vengo a darles la liberación completa de las exigencias de Dios —De pronto

el rostro de Caín se desproporcionó y el rostro de Killian comenzó a aparecer en su lugar—. Teestán proclamando, pequeña —canturreó, antes de desaparecer por completo.

—Eleonor —murmuró Killian—. ¿Estás bien?

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—Sí —musitó Leo, saliendo de su mal sueño.—Te escuché hablar. ¿Segura que estás bien? —Se preocupó el vampiro. Leo lo observó con

detenimiento—. Soñaste con él —Estaba claro que no era una pregunta.—Sí —confesó refregando su rostro—. Dice ser el hijo de Lucifer —comentó en voz alta,

tratando de sentir verdaderas esas palabras.—Y, ¿le crees? —indagó Killian.—Creo que sí —murmuró ella.—Quiero que me cuentes lo que pasó.—¡Chicos! —exclamó Cosimma entrando en la habitación—. Creo que he descubierto algo

más —les hizo saber y luego arrugó la frente al ver sus caras preocupadas—. ¿Qué ocurre?—Ha soñado de nuevo con Caín —le respondió Killian—. Dice que es el hijo de Lucifer.Cosimma asintió con la cabeza.—¿Ya lo sabías? —preguntó Leo.—Acabo de descubrirlo —contestó—. Hay un fragmento dedicado meramente a Caín en la

Religión Prohibida.—Será mejor que nos muestres —dijo Killian.—Bueno —comenzó Cosimma una vez que los chicos se reunieron con ella—, según esto, la

Gnosis sostiene que Caín no fue hijo de Adán, que Eva engendró a su primer hijo, Caín, con laSerpiente, con Lucifer. La Serpiente Lucifer fecundó a Eva con su aliento. Por lo tanto, tuvo algoEspiritual muy grande, porque su padre era Lucifer, proveniente del mundo incognoscible delEspíritu.

—¿Fecundar por el aliento? —cuestionó Killian—. Gideon estaría bufando si estuviera aquí—bromeó haciendo reír a las chicas.

—Como iba diciendo —continuó Cosimma—, Caín es superior a Abel. Caín es hijo de Eva yde Lucifer, la Serpiente iniciadora del Edén. Caín es hijo del Espíritu y la carne. Abel, por elcontrario, es hijo solamente de la carne. También dice que Caín asesina a su hermano Abel. Estoes algo muy profundo porque significa que el Espíritu rechaza, destruye, asesina al alma. Segúnlos Gnósticos, Abel representa el alma del hombre. Caín, por el contrario, es el representante delEspíritu…

—Todo esto es muy confuso —expresó Killian.—También dice que el alma es amor puro; no el Amor Verdadero, sino, lo que conocemos

como amor, lo que creemos que es el amor, lo que nos han dicho que es el amor, que en realidades odio. El Espíritu es lo contrario, es percibido como odio puro, hostilidad y venganza.

—Sigue siendo confuso…—suspiró Killian.—Hay más —Cosimma levantó un dedo, deteniendo lo que fuese que Killian iba a decir—;

antiguas leyendas judías dicen que ese signo, la marca que le dio Dios a Caín, era un cuerno en lafrente. Un cuerno en la frente significa poder, el poder que proviene del Espíritu, el poder que lodistingue de los demás hombres. Esa dureza en la frente significa que el Espíritu se ha liberado yha tomado posesión del cuerpo, solidificándolo, Espiritualizándolo.

—Eso no es así —interrumpió Leo—; la marca solo es una insulsa mancha que de a poco tomótodo su cuerpo —expuso, recordando lo que El Inmortal le había enseñado y que claramente Caínera de color.

—Pareces toda una experta en Caín —articuló Cosimma, medio en broma.—Parezco toda una paranoica de Caín.—Debo reconocer que, lejos estaba en mi comprensión de que Caín fuera hijo de Lucifer —

admitió Cosimma.

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—No eres la única —secundó Killian—. De todas formas, ¿de qué nos sirve saber todo esto?—En qué quizás, Joy tiene razón en como matar a Caín. La primera espada, el primer arma que

se usó para matar a un ser, puede que sea la única cosa que pueda matar el Espíritu. Pienso que esla única arma que puede matar a Caín —explicó Cosimma.

—Entonces, deberíamos conseguir esa jodida espada a como dé lugar —sentenció Killian.

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Cruzada Jerusalén, La Ciudad Vieja… —El sol en este lugar es de muerte —se quejó Gideon.—Irónico que lo diga un vampiro —soltó Joy, ganándose una mirada amenazadora por parte

de Gideon.—Creo que no estamos con la vestimenta adecuada —esbozó Joselyn, observando a las

mujeres con sus prendas tapando todo su cuerpo.—Y sin mucho protector solar —se jactó Joy mirando a Gideon.—No me busques, brujo.—Bien, según este mapa, debemos dirigirnos al este. La Basílica se encuentra entre la

confluencia árabe y judía —señaló Joy.Los chicos comenzaron a caminar bajo el terrible sol, poniéndose un poco fastidiosos. El

cansancio del viaje, el calor, el sol y una combinación de posibles, no lo hacía más llevadero.—Deberíamos haber conseguido un taxi o algo —protestó Gideon después de caminar varios

minutos.—Busquemos uno entonces —sugirió Jo.—Que no sea un jodido camello —se apresuró a decir el vampiro.—¿Alguna vez dejas de quejarte? —indagó Joy.—No vas a volver a casa, brujo —espetó Gideon.—Solo dejen de discutir —intervino Jo—. Ahí hay un lugar para alquilar un auto —les señaló.Ellos se dirigieron hacia el lugar indicado y luego de que Gideon hiciese su “magia” para

conseguir un auto sin tener que pagar por ello, se dirigieron, un poco más relajados, hacia sudestino.

—¿Cómo se supone que entraremos a la Basílica sin ser descubiertos? —curioseó Jo, viendoa su hermano maniobrar el auto.

—¿Brujo? —habló Gideon mirando a Joy por el espejo retrovisor, provocando que el jovenbrujo girase sus ojos.

—Quizá debas hacer eso que haces, de hipnotizar a las personas —le contestó.

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—Creo que Joy tiene razón —habló Jo—. No encuentro otra manera de que nos dejen pasarsin llamar mucho la atención.

—Somos americanos, ya estamos llamando la atención —esbozó el vampiro.—Ellos están acostumbrados al turismo —expresó Joy—; vienen de todos lados a visitar los

lugares sagrados.—Puede ser, pero dudo mucho que vean a tres extraños dentro de la Basílica, moviendo una

enorme roca.—Sin contar que está prohibido entrar a ese lugar —continuó Joy.—Quizás tenga una solución a eso —entonó Joselyn con voz misteriosa.—Espero que sea buena, hermanita —suspiró Gideon, bajando la velocidad al ver un

peregrinaje pasar frente a ellos.Poco después, los tres estaban a metros del templo, ya vestidos como los residentes, tratando

de no llamar la atención de los lugareños, observando los pros y contras de la idea que tuvo Jopara entrar y esperando el momento oportuno para llevar a cabo el plan.

Podían ver turistas ir de un lado a otro con sus cámaras, otros custodiando la iglesia, niñosjugando a las escondidas.

En cuanto los chicos vieron su oportunidad, se apresuraron a llegar. Unos de los niños quejugaba, cayó sobre su rodilla, lastimándose. Joy se apresuró a auxiliarlo, le colocó una manosobre la rodilla y un segundo después, el raspón que se había hecho, ya no estaba. El niño abriógrande sus ojos, pero Joy se colocó un dedo sobre los labios, indicándole que no dijera nada. Elniño le sonrió y asintió con la cabeza; entonces, el joven brujo, se apresuró a seguir a loshermanos.

Un sacerdote a punto de entrar en la basílica fue interceptado por ellos.Jo fue la primera en mostrarse frente al hombre.—Hola —saludó ella de manera casual.—Hola —respondió el sacerdote mostrando desconfianza, observando cómo dos chicos se

posaban a sus lados—. ¿Qué necesitan? —Su voz tembló al sentir la mano de Gideon sobre suhombro.

—Qué bueno que haya hecho esa pregunta —articuló el vampiro.—Necesitamos que nos dejes entrar —comenzó Jo.—Eso no es posible…—Mírame a los ojos —esbozó Joselyn con voz firme y suave—. Nos harás entrar y nos

llevarás a la piedra donde torturaron a Jesús —El sacerdote comenzó a asentir con la cabeza—,mientras nosotros hacemos nuestro trabajo, tú estarás vigilando a que nadie entre. ¿Has entendido?

El sacerdote volvió a mover la cabeza en forma afirmativa.—¿Quién dijo que los hombres no hacen lo que ella quiere? —ironizó Gideon.—Debemos ser rápidos —acotó Joy, mirando de manera significativa a Jo.Flaqueando al sacerdote, los chicos se adentraron a la Basílica atentos de que nadie los

descubriera. Cada uno se colocó en posición, dejando al sacerdote en la entrada vigilando,mientras que los chicos rodeaban la piedra. Joy, suspiró al ver su tamaño y lo que representaba.

Él posó una mano en ella, cerrando sus ojos al hacerlo.—Puedo sentir —El joven brujo emitió un sonido de angustia—… Sufrimiento, pesar, dolor…Jo tomó su mano y la quitó de la piedra.—No sigas —le advirtió al ver el dolor reflejado en el brujo.—Será mejor que movamos esta piedra de una vez —manifestó Gideon, colocando ambas

manos sobre la piedra—. Voy a necesitar ayuda —les hizo saber al darse cuenta de que no podía

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moverla solo.—Pensé que con la fuerza vampírica no necesitabas ayuda —se burló Joy.—No empiecen —advirtió Jo—. Hagamos esto —dijo, frotando sus manos para luego

colocarlas en la piedra junto a las manos de Gideon.El brujo acató la orden de Joselyn e imitó lo que la chica vampiro hizo. Entre los tres

empujaban la piedra con todas sus fuerzas, pero la enorme roca no se movía ni un centímetro. Lointentaron varias veces más, antes de desistir.

—No lo entiendo —habló Joy, arrugando el ceño.—¿Cómo carajo se supone que la moveremos? —espetó Gideon.—Debería haberse movido —observó Joselyn.—Pero no lo hizo —escupió Gideon, perdiendo la paciencia.—Y no lo hará —escucharon a sus espaldas.Ellos se giraron para encarar al sacerdote, que los observaba con curiosidad.—¿Qué quieres decir? —cuestionó Joy.—Los franciscanos, los custodios de Tierra Santa, creen que solo un alma pura de corazón

puede mover la piedra y hasta, quizás, destruirla —explicó el sacerdote.—Genial —soltó Gideon—, dos de nosotros ni siquiera tiene un alma —ironizó y posó sus

ojos en el brujo—, y dudo que alguno posea un corazón puro.—¿Qué se supone que haremos ahora? —indagó Joy mirando a los hermanos vampiros.—Buscamos un alma que tenga un corazón puro —señaló Gideon y Joselyn elevó una ceja

interrogativa.—Un alma pura no es muy fácil de conseguir —entonó Jo.—Quizás no —habló Joy mirando con detenimiento la piedra.—Explícate —exigió Gideon.—Te lo mostraré, mejor.El brujo les dio la espalda y se encaminó hacia fuera.—¿A dónde vas? —gritó Gideon, pero el brujo hizo su camino ignorando de manera

deliberada al vampiro.A los pocos minutos, Joy volvió a la iglesia; sin embargo, el brujo no se encontraba solo:

sosteniendo su mano, había un niño; el mismo niño que había ayudado con su rodilla lastimada.—¿Qué haces con ese niño? —curioseó Gideon.—Entiendo —dijo con rapidez Joselyn.—Él moverá la piedra —exclamó Joy.—Es apenas un niño —espetó Gideon.—Y de corazón puro —acotó Joy.Gideon lo observó un minuto de más, luego posó sus ojos en el niño y sus pupilas brillaron,

justo en el momento en que comprendió lo que el brujo estaba diciendo.—No perdemos nada con intentar —Gideon se elevó de hombros de forma despreocupada y

se hizo a un lado para dejar al niño frente a la roca.—Ve; sé el niño fuerte —le instó Joy al niño, mostrándole una sonrisa para generarle

confianza.El niño se soltó de la mano del brujo y caminó hasta la piedra, miró a los dos vampiros que

estaban junto a ella y luego de sonreírle a ambos, colocó sus manos sobre la roca. Sin hacer casinada de esfuerzo, la piedra comenzó a moverse hacia un lado. Los hermanos se miraronasombrados y luego de observar a Joy, volvieron su mirada al niño y a la roca.

Cuando la piedra fue echada a un lado, dejó al descubierto el suelo con una cruz marcada en

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él. El sacerdote se acercó al ver como el niño pudo mover la roca con el asombro marcado en surostro.

—No puede ser —murmuró sin poder quitar sus ojos del suelo—. Es la cruz que llevabaJesús, la que encontraron siglos después en el aljibe. Es idéntica.

—Ve a la puerta —le ordenó Jo, en lo que el sacerdote acató la orden rápidamente.—Ahora debemos cavar —ordenó Gideon—. Hubiera sido bueno haber traído herramientas.—No va a ser necesario —entonó Joy. El brujo se arrodilló sobre el grabado en el suelo apoyando ambas manos sobre la cruz, al

tiempo que cerraba sus ojos.Alrededor de Joy se observó un aura tomando todo su cuerpo, su cabello rubio se elevó como

si una brisa se concentrara en ese lugar, los vampiros se alejaron tomando al niño con ellos.Podían escuchar al brujo decir unas palabras inentendibles; segundos más tarde, el suelo tembló yen donde estaba la piedra desapareció, en una pequeña explosión contenida, dejando solo unhueco allí.

Los vampiros se acercaron por detrás de Joy.—Santa mierda —escupió Gideon, al ver dentro del agujero que hizo Joy. Buenos Aires, Argentina… En cuanto Killian y compañía pisaron suelo argentino, buscaron un taxi y se dirigieron directo

a su objetivo, “La protección del patrimonio cultural”. Desde la calle frente al edificio, ellosestaban observando con detenimiento, tratando así de encontrar una manera de entrar sin tener quellamar la atención o, en su defecto, derramar sangre. Sin embargo, la intranquilidad de Killian ibaen aumento en cuanto descubrió más sobre ese edificio.

—Debe ser una jodida broma —escupió, arrugando la frente con una mezcla de enfado ypreocupación.

—¿Qué ocurre? —indagó Leo.—¿Acaso no estás viendo en dónde nos queremos meter? —Leo lo miró y luego posó su

mirada en Cosimma, que se elevó de hombros—. La Interpol —señaló.—El edificio y todas las organizaciones pertenecen al Interpol, Killian. La policía federal y la

protección cultural, son parte de la Interpol —explicó Cosimma con calma.—¿Por qué estás tan tranquila? —cuestionó el vampiro.—Porque somos dos brujas y un vampiro, podemos con unos simples mundanos.—Si algo sale mal, nos buscarán hasta en nuestro propio país —observó Leo.—Debe estar infectado de protección —sopesó Killian.—Podríamos entran como en misión imposible —sugirió Cosimma abriendo los brazos,

emulando así como si estuviera colgada—; desde el techo, colgados y… —Se calló al ver queLeo y Killian la observaban.

—Como dijiste, son brujas. Hagan sus trucos de magia —exclamó el vampiro—. Solo tratende que no nos maten, o que no quedemos en la lista negra, cosa que se me hace que es peor.

—Lo haremos por la noche —esbozó Leo, asintiendo el pedido de Killian.Escondidos entre las sombras y utilizando la oscuridad de la noche a su favor, se encontraba

Killian junto a Leo con la vista pegada el edificio. Habían dado varias vueltas alrededor parareconocer el terreno y tratar de averiguar un poco sobre la rutina del lugar, mientras que Cosimmabuscaba algún sitio en donde pudiera conseguir los elementos necesarios para entrar en el edificiosin ser detectados.

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—No sabía que también habría brujas aquí —articuló Killian rompiendo el silencio—. Yadebería haber llegado.

—Hay brujas por doquier, al igual que vampiros —contestó Leo.—Créeme si te digo que no quiero cruzarme con ningún vampiro en estos momentos.—No, yo tampoco —secundó Leo—. ¿Crees que podremos derrotarlo? —preguntó luego de

un minuto de silencio, refiriéndose a Caín.—Creo que podrás derrotarlo —Fue la respuesta del vampiro. La observó por un momento y

suspiró al verla tan insegura, por lo que pasó un brazo por los hombros de la joven y la pegó a sucuerpo—. Creo firmemente en ti, Eleonor. Sé que podrás llevarlo de nuevo al maldito infierno.Luego, sé que encontrarás la repuesta y la manera de revertir lo que sea que nos haya pasado —aseveró.

Ella elevó su mirada hacia él.—¿Y si no nos gusta lo que encuentre?—Lidiaremos con ello —afirmó, pero Leo no estaba muy convencida—. Mira —dijo

sosteniendo su rostro—, sé exactamente lo que siento por ti y puedo asegurar que sé exactamentelo que sentía por ti. No habrá nada que me haga cambiar de parecer. Recuerda que soy unvampiro, mis sentimientos son mucho más profundos que los de cualquier persona común —esbozó regalándole una sonrisa que Leo logró devolverle.

—Espero que Joy esté en lo cierto y consigamos detener a Caín —sopesó ella, direccionandola conversación hacia otro lado.

—¿Confías en él?—Confío en el amor que tiene por su hermana —respondió—. ¿Y tú?—Confío en ti —se limitó a responder.Los sentimientos se estaban apoderando de ellos y de a poco sus labios estaban por unirse, a

pesar de lo malo que estaba ocurriendo a su alrededor, no podían eludir lo que pasaba entre ellos.—Tengo todo lo necesario —interrumpió Cosimma—. Ya es hora.Killian suspiró de forma visible.—Hagamos esto —dictó.Cosimma le pasó un frasco a Leo con un polvo de color grisáceo y ella se quedó con otro

frasco de color azul. A la distancia, Leo colocó un poco de ese polvo en su mano y con un levesoplido lo dirigió hacia las cámaras que se encontraban fuera del edificio, logrando con eso queperdieran la visibilidad. Una vez hecho eso, Cosimma se acercó a las puertas, las cuales abrió conun roce de su mano; ella y Leo se colocaron juntas y ambas dispararon esos polvos, esparciéndolopor el recinto. Cosimma se encargó de hacer dormir a los guardias y a cualquier persona querondara por allí, mientras que Leo se ocupó de las cámaras interiores. En cuanto todo el lugarquedó en completa oscuridad y sus identidades estuvieron seguras, ellas se apresuraron a entrarconforme Killian buscaba la manera de desconectar todas las alarmas. Una vez, todo despejado,corrieron a las bóvedas en donde supuestamente tenían las reliquias rescatadas de los operativos.

—No tenemos más de cinco minutos —les advirtió Cosimma—. Debemos darnos prisa.—Estoy en eso —manifestó Killian, usando su velocidad vampírica y así buscar más rápido la

espada, pero se detuvo al ver un muro con fotografías de hombres y el “Buscado” debajo de cadarostro—. De ninguna manera quiero ver mi rostro allí.

—Killian —reprendió Leo.El joven vampiro se apresuró a lo suyo y entre los tres se aventuraron en la búsqueda de la

espada. Cuatro minutos y medio más tarde, ninguno había dado con el artilugio y la decepciónaleteaba en al aire.

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—Aquí no está —siseó Killian—. Ese maldito brujo.—No dijo que fuera seguro —señaló Cosimma.—Sí —suspiró Leo—, deberíamos ver si ellos tuvieron más suerte que nosotros —sugirió.—Nos queda veinte segundos para salir de aquí —indicó Cosimma—. Será mejor que nos

vayamos antes de que despierten.Los tres se apresuraron a salir del recinto y una vez enfrente del lugar, escondidos en las

sombras, vieron las cámaras y el personal del edificio comenzando a despertar.—Gideon dijo que nos reuniéramos con él en la casa —anunció Killian, metiendo el celular en

el bolsillo trasero de su pantalón, luego de leer el mensaje de su hermano.

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Temores Los primeros en llegar a la residencia Callahan, fueron Killian junto a las dos brujas: Leo y

Cosimma. Al entrar en la casa, con reflejada decepción, se dirigieron en silencio hacia la sala endonde días antes la habían tomado como lugar para investigación y planeación. Ninguno decía unapalabra, tomaron asiento en cada sofá y dejaron que sus cabezas trabajaran y repasaran todo loque había pasado. Gideon no les había dicho nada sobre su viaje y eso no les daba muchasesperanzas. ¿Qué pasaría si no lograban encontrar esa espada? ¿Habría alguna otra manera deacabar con Caín? Eran unas de las pocas preguntas que rondaban las mentes de estos tres jóvenes.Fue un viaje y un riesgo tomado por nada. Si lo único que podía acabar con Caín estabadesaparecido, o quizás ni siquiera existía, todos en el mundo estaba en grave peligro y nadiepodía hacer nada para impedirlo.

Horas más tarde, tanto Killian como las brujas, seguían en silencio con sus miradas perdidasen un punto imaginario, y ensimismados en un futuro incierto, cuando la puerta de la casa se abrióde repente dejando al descubierto a los restantes. La primera en cruzar la puerta fue Joselyn,seguida por Joy, mientras que Gideon se tomaba su tiempo para hacer su entrada. Tanto Leo comosus compañeros de viaje se encontraban a la expectativa de ellos; sus miradas iban, primero a losrostros de los recién llegados para luego dirigirse a las manos de ellos, las cuales estaban vacías.

—No parece gran cosa —esbozó Gideon, agitando un objeto alargado cubierto por una prendaque parecía haber tenido mejores días.

—¿Esa es la espada? —preguntó Leo con inquietud.—Así parece —respondió el joven vampiro acercándose más.Gideon se asomó a la mesa, en donde habían pasado horas tratando de encontrar una solución

al problema “Caín” y con sumo cuidado colocó la espada sobre esta para luego disponerse adesenvolverla, dejando así al descubierto una extraña arma blanca curvada, hecha de huesos deanimal.

—No puedo creerlo —musitó Cosimma, alucinada—. Se ve tan…—Insignificante —intervino Gideon.—Iba a decir, terrorífica.Leo estaba por posar una mano sobre el arma para tocarla, pero Gideon la detuvo.

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—No lo hagas —le advirtió.—¿Por qué no?—Nadie con alma puede tocarla —enunció Joy, mirando fijó a la joven bruja.—¿De qué estás hablando?—Traté de tocarla y me lanzó a metros de distancia.Leo observaba a Gideon y luego a Jo, quienes asentían con la cabeza.—No estoy logrando entender —articuló Killian.—Las personas con alma no pueden tocarla —expresó Joy—. Solo aquellas que carecen de

ella pueden sostenerla.—Debe ser una broma —espetó Killian.—No lo es —habló Joselyn—, Gideon la ha podido sostener, pero Joy fue derribado. Me

animé a tocarla y no pasó nada conmigo.—Así que hemos llegado a la conclusión de que los sin almas son los únicos que pueden

portarla —concluyó Gideon.—¿Y cómo se supone que acabaré con Caín? —inquirió Leo, perdiendo la paciencia.—No lo harás —dijo Killian con seriedad—. Yo acabaré con él.—No —refutó Leo con rapidez, temiendo por lo que le pudiera llegar a pasarle.—No hay muchas opciones, Eleonor —esbozó Killian.—Debe haber otra manera —recapacitó—. No dejaré que…—Eleonor —interrumpió Killian—, sabes que no hay otra manera. Tenemos la espada, la

usaremos, lo haré yo y terminaremos con él —demandó con suavidad.—Puede matarte —murmuró ella.Killian sonrió de costado y se acercó a ella.—Quiero hablar contigo —indicó, tomándola de la mano e instándola a que lo siguiera

escaleras arriba.—Killian, no harás que cambie…—comenzó ella al llegar a su habitación, pero Killian la

detuvo atracando su boca.El joven vampiro la tomó con fuerza de la cintura y la pegó a él para no dejarle escapatoria,

aunque ella no quisiera escapar. Los labios de Killian reclamaron los de ellas, su lengua exploróla boca de la bruja con imperiosa necesidad. Sus respiraciones comenzaron a fallar; ambos podíansentir el corazón del otro latir con fuerza e irregularidad por la latente inexistencia de espacioentre ellos. Dejándose llevar, Leo colocó sus brazos alrededor del cuello del vampiro. Killiangruñó dentro de la boca de la bruja, al tiempo que ella gimió totalmente poseída. En un abrir ycerrar de ojos, la tenía tumbada sobre la cama besando su delicado cuello. Con una mano tomó lasde ella y las subió por encima de su cabeza, aprisionándolas para no dejarla ir.

—Te amo, Eleonor —le susurró sobre los labios.—Killian…—Shuuu —la detuvo—. No digas nada. No ahora —le pidió antes de volver a hacerse de la

boca femenina.Con una mano, el joven vampiro, despojó la ropa de la chica, dejándola por completo al

desnudo. Besó cada parte de la suave piel, para luego quitarse su propia ropa y adentrarse a superdición. Con suaves y certeras estocadas la poseyó, saciando su necesidad y la de la joven.Ambos perdieron la noción de lo que sucedía a su alrededor, de la calamidad que ocurría en elmundo, escapando así de la realidad. Ellos gimieron, gruñeron y jadearon el nombre del otro,pidieron más, quisieron y desearon más, perdidos el uno en el otro.

Sin detener sus atormentadas embestidas, Killian atracó la boca de Leo, mostrándole así todo

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el amor que sentía por ella; a pesar de no recordarla, de no saber qué pasaba o qué ocurrió conellos, él podía estar seguro de que la ama. Y a pesar de todo el temor que le provocaba tenertantos sentimientos hacia ella, era imposible negarlo, no podía hacerlo y tuvo que decirle cuanto laamaba. Sin embargo, no tenía intenciones de escuchar lo que, seguramente, sería una negación porparte de ella. Era consciente que algo fuerte pasaba entre ambos, que ella sentía cosas por él, noera ningún idiota al respecto; pero el temor a que ella lo rechazara, lo volvía loco. No iba a dejarque Leo le arrebatara sin esfuerzo esos sentimientos, porque era muy consciente que solo bastaríauna palabra para dejarlo vacío por dentro.

Luego de hacerle el amor, de demostrarle y dejar en evidencia toda su adoración, Killian laenvolvió en sus brazos, no queriendo perder el calor de su cuerpo. Cubrió a ambos con una mantay suspiró profundo, no queriendo pensar en nada más, que no sea la joven bruja que tenía pegada asu cuerpo.

—Si usaste el sexo para hacerme…—No fue sexo —exclamó Killian—. Acabamos de hacer el amor.—Killian…—Eleonor, soy consciente de cómo están las cosas, no soy ningún idiota, pero también sé

perfectamente que acabamos de hacer el amor, no de tener sexo insulso.—No quiero que luches contra Caín —confesó ella segundos después, mientras acariciaba el

torso desnudo del vampiro.—No tenemos muchas opciones. Tú no puedes hacerlo y definitivamente no dejaré que

ninguno de mis hermanos se ponga en tal peligro —aseveró.—Temo perderte —murmuró.Killian acarició el brazo de la joven, dejando escapar un pequeño suspiro.—Lo sé.—Prométeme que no te perderé —le pidió Leo.—Lo prometo —respondió, para luego besar su frente sellando esa promesa.Ellos no dijeron nada más, no había más que decir. Cada uno era muy consciente de sus

temores. Ellos temían por el otro, pero debían superar todo aquello para ser capaces deenfrentarse a la peor amenaza que podría llegar a existir en la Tierra. Poco después, ambosestaban sumidos en un sueño profundo.

El cuerpo de Leo comenzó a sentir calor, ella empezó a despertar debido a ese calor, peroantes de poder abrir por completo sus ojos, escuchó aquella voz que la había mantenido en vilopor un tiempo.

—¿Qué crees que pensará cuando descubra lo que has hecho? —preguntó Caín, mostrando unasonrisa condescendiente.

Leo se sentó con rapidez en la cama, tapando su cuerpo ante la presencia de aquel hombre.—¿Qué…? —balbuceó.—Tranquila —le susurró—, está dormido —Sonrió y posó sus ojos en el vampiro—. No has

respondido, pequeña Eleonor —insistió.—No sé de qué hablas —espetó ella.—¿Crees que él seguirá sintiendo ese amor por ti cuando se entere de lo que le has hecho? —

cuestionó Caín, tomando asiento a los pies de la cama—. ¿Crees que volverá a decir que te amacuando descubra que has jugado con su cabeza?

—¿De qué estás hablando? —inquirió confundida—. Yo no he estado jugando con su cabeza.—Oh, pero si lo has hecho, mi pequeña Eleonor —canturreó—. Lo has hecho desde tu primera

vida —Leo lo observó con detenimiento, no creyendo en todo lo que escuchaba; luego, al ver que

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Caín no desviaba su mirada, lo hizo ella, solo para observar al hombre que yacía a su lado, ajenoa lo que ocurría en aquella habitación.

—No le he hecho nada —negó—; no podría hacerle nada.—Pronto me creerás, no te preocupes —dijo levantándose con elegancia de la cama—. Tengo

mis dudas de quién me creerá primero, si tú, o él —Caminó hacia la puerta de la habitación, comosi de verdad estuviese en ese lugar—. Quizás, debería mostrárselo —sopesó antes dedesaparecer.

Leo abrió los ojos, asustada, y se sentó en la cama con la respiración agitada. ¿Qué les habíahecho? ¿Por qué Caín le dijo eso? Y, lo peor de todo, ¿por qué le creía?

—¿Estás bien? —se preocupó Killian, sentándose al lado de la joven. Leo lo observó por uninstante—. Hablaste con él, ¿verdad? —adivinó.

—Sí —admitió ella—. A veces pienso que juega con mi mente, y otras veces, creo en cadacosa que me dice.

—Ya sea verdad o no lo que te diga, sabes que es una amenaza para todos nosotros. No puedesconfiar en él —manifestó Killian, acomodando un mechón de cabello de Leo detrás de su oreja.

—Lo sé —Le mostró una pequeña sonrisa.—Vayamos a terminar con esto —declaró el joven vampiro, antes de dejarle un casto beso en

los labios.Ambos se levantaron de la cama y en medio de besos y sonrisas, como si no estarían yendo a

una batalla que podía acabar con alguno de ellos, o con más personas si las cosas no salían comoesperaban, se vistieron e hicieron su camino hacia abajo en donde los demás estaban haciendodiferentes actividades.

Cosimma no se desprendía de los libros, Joy logró hacer que la bruja le prestara el Libro deNod, por lo que, fascinado, no dejaba de leer. Joselyn dio vueltas por la sala de una punta a laotra, mientras que Gideon solo observaba la espada tendida sobre la mesa.

—No serás tú quien porte esa espada —señaló Killian, posicionándose a su lado.—Soy muy consciente de que mi hermanito mayor quiere ser el héroe para su chica —ironizó,

mirando a su hermano.—No seas idiota, Gideon. Sabes por qué debo hacerlo yo.—La verdad es que no lo sé, pero ya no importa; lo harás de todas formas —expresó—. ¿Ya

hiciste que tu brujita te dejara hacerlo?—No le digas así —reprendió Killian—. Pero sí, conseguí que no luchara contra mí —

confesó.—El sexo es más poderoso que cualquier poción —bromeó Gideon.—Debo confesar que —comenzó Killian, observando a Leo hablar con Jo—, me alegra mucho

que ella no pueda portar esa espada.—No pensabas dejarla hacerlo, de todas formas, ¿verdad?—Iba a negarme, obviamente —admitió—, pero dudo mucho que hubiera podido persuadirla

de no hacerlo. Esta nueva información, me lo hizo todo más fácil —Sus ojos dejaron a Leo paramirar a su hermano—. Le dije que la amaba.

—¿Y ella qué respondió a eso?—Nada —respondió, negando al mismo tiempo con la cabeza—. No dejé que me dijera nada.—¿No quieres saber si siente lo mismo por ti? —preguntó Gideon con desconcierto.—Tengo miedo de lo que ella pueda sentir por mí —admitió.—¿No crees que ella te ame?—No creo que sepa realmente lo que siente por mí. Hay muchas cosas confusas entre nosotros

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y, en realidad, no creo estar preparado para entenderlas, al menos no por el momento —reconoció.

—Yo pienso que te ama —dijo Gideon con seguridad—, pero también creo que tiene miedo.Esa cosa que tiene contra los vampiros la hace confundir. Quizás, solo necesita tiempo.

—Sí —asintió Killian—. Es lo que todos necesitamos en estos momentos.—¿Y por qué se lo dijiste sabiendo eso? —indagó. Killian lo miró con fijeza—. No crees que

salgas con vida de esto, ¿cierto? —comprendió.—Espero salir con vida.—Pero no lo crees —espetó su hermano, apretando los dientes.—No importa lo que crea —evadió Killian—. Necesitaba decírselo, necesitaba que ella lo

supiera. Solo eso.—Por el bien de todos, es mejor que vuelvas con vida, Killian —ordenó Gideon, ofuscado—.

Lo digo en serio, sabes que yo sería un desastre y Jo, ella sola, no puede lidiar conmigo.—No te preocupes, Gideon, no se desharán de mí tan fácilmente.—Será mejor que cumplas con tu palabra —demandó, haciendo sonreír a su hermano.—Un romance entre una bruja y un vampiro no es bueno —intervino Joy, que había escuchado

parte de su conversación.—Nadie pidió tu opinión, brujo —escupió Gideon.—Solo digo que, por naturaleza, los vampiros y las brujas no congenian —insistió el brujo.—Esto va más allá de las razas, Joy —esbozó Killian con tranquilidad.—El amor es una ilusión —comentó—, lo real es lo que pasará si no podemos contra Caín.—Por eso Killian va a ocuparse de eso —dijo Leo acercándose a ellos.—Espero que tengas razón —murmuró Joy, haciendo su camino hacia el patio trasero de la

casa.

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Los hijos de Caín La noche del domingo había llegado; no podría decirse que fuera la noche más esperada por

alguno de ellos, sin embargo, un poco de alivio sentían al saber que pronto todo acabaría, de unamanera u otra, eventualmente. Por lo que, entre ansiosos, temerosos y con más coraje del que enverdad sentían, comenzaron su viaje hacia el lugar de encuentro, en un todoterreno conseguido porGideon, que usó un poco de “persuasión” para no pagar él.

Todos intuían que era una condenada trampa, pero poco podían hacer para evitar entrar enella. Interiormente, Leo rezaba para que Joy no se las jugara, era como ella y no quería verlocomo su enemigo, aunque al mismo tiempo, Gideon observaba de reojo al joven brujo, deseandoque fuera una emboscada por su parte y así tener una excusa para arrancarle la cabeza del cuerpo;no confiaba en él.

Killian solo temía por la seguridad de Leo, era muy consciente que iban directo a una trampay, en su mente, solo habían malas imágenes de cómo podía terminar todo para ella. Se mentiría sidijera que no se preocupaba también por sus hermanos; sin embargo, ellos eran más difíciles dematar. Para él, Leo era más vulnerable, aunque nunca lo admitiese en voz alta y menos delante deella.

A pocas manzanas de llegar al sitio que les había marcado Joy, se deshicieron del todoterrenoy decidieron caminar el resto del camino, llegando así, a una casa que para nada parecíaabandonada y además, era una de las más grandes que había en ese barrio en particular. Joy losllevó hacia la parte trasera de la casa; allí, escondidos entre árboles fuera del terreno, podían vertodo el patio trasero habitado por vampiros. La piscina estaba vacía de agua, pero llena dechupasangres tapando sus rostros con la capucha de sus túnicas de color negro. La molestia quesentía Leo, ese nudo en su estómago desde que se acercó ese día, se hacía cada vez más intenso alver lo que había delante de ella. Frente a la piscina había un altar, en el cual descansaban velas,un cuenco, una daga, un libro abierto en alguna página que ella, desde la distancia, no podía llegara visualizar.

La parte de atrás de la casa, consistía en un balcón que se abría en dos escaleras, una de cadalado, en donde todos, hasta los vampiros dentro y fuera de la piscina, pudieron observar comoMalakai se asomaba en él como si fuera el rey, como de seguro querría que lo llamasen. Pero esono era lo que les había dejado un sabor amargo en la boca, sino, el ver a una joven bruja de lamano del vampiro, como si ella fuese la primera dama.

—Kira —murmuró Joy.

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La chica llevaba un largo y elegante vestido blanco y unas impresionantes joyas en su cuello,orejas y muñecas, no parecía, en absoluto, que fuera una prisionera.

—¡Lo sabía! —escupió Gideon, tomando del cuello a Joy y pegándolo al suelo.—Gideon —lo llamó Joselyn.—Nos engañó —espetó Gideon apretando los dientes.—No… no lo hice —balbuceó Joy, colocando sus manos sobre las de Gideon que lo tenían

envolviendo su cuello.—Esa es tu hermana, ¿verdad? —siseó el vampiro—. No parece ser una prisionera —dijo,

para luego hacer su agarre más fuerte, logrando así que Joy se quejase.—Juro que no los engañé —habló Joy con esfuerzo.—Déjalo —le pidió Leo.—No —sentenció Gideon.—Gideon —intervino Killian—. Suéltalo.—Pero, Killian —se quejó el vampiro.—Deja que explique —le pidió Killian.—¿Quieres que nos diga otra mentira? —refutó Gideon, sin intensión de soltarlo.—Solo suéltalo —suplicó Joselyn—. Por favor, Gideon.Él suspiró ante el pedido de su hermana y, con lentitud, comenzó a quitar sus manos.—Más vale que seas convincente—le advirtió, antes de alejarse por completo de él.Joy acarició su adolorido cuello, pero no se levantó del suelo, solo se quedó sentado en el

lugar y sus ojos se desviaron hacia donde su hermana seguía de la mano del vampiro queamenazaba con la vida de todos. Su cuello ya no dolía tanto como su corazón, su hermana lo habíaengañado, lo había hecho pasar por un infierno, lo había obligado a hacer cosas que jamás pensóque tuviera el valor para hacer, todo lo que hizo pensando que tenía que hacer para salvarle lavida, que tenía que rescatarla y, sin embargo, ella jamás estuvo en peligro; todo fue mentira. Jugócon él y el amor que sentía hacia ella. Joy dejó de mirar a su hermana, para posar sus ojos en Leo,que lo observaba con atención.

—No lo sabía —murmuró—, juro por… —Agachó la mirada al darse cuenta que ya no teníanada por lo que dar su vida—. No puedo jurarte por nada, ya no tengo nada —dijo, con la cabezaagachada. Gideon bufó, pero nadie le hizo caso—. Solo tengo mi palabra —concluyó.

—Como si eso valiera —se mofó Gideon.—Gideon —reprendió Jo.—¿Estás diciendo que tu hermana te engañó? ¿Que ella misma organizó su propio secuestro?

—preguntó Killian.—No lo sé. ¡Bien! —gruñó Joy, perdiendo los estribos al darse cuenta que fue engañado como

a un niño—. Diga lo que diga, no me creerán, no confían en mí.—No nos estás dando motivos para hacerlo —observó Jo.—¿Tienes idea de todo lo que he hecho por ella? Las personas que embosqué, las que

lastimé… ¡Las personas que he matado! —siseó, dejando caer lágrimas de rabia—. No tienes niidea de todo lo que he hecho para… —dejó escapar una sonrisa sin gracia—. Para salvarla,estúpidamente pensado que estaba en peligro. ¡Dejé mi hogar, mi familia, mi aquelarre por ella!—El joven brujo se limpió las lágrimas con brusquedad y se levantó de un salto para ir y meterseen medio de todos esos vampiros.

—¿A dónde vas? —lo interceptó Killian.—A acabar con todo esto —respondió—… a pedirle explicaciones —Killian no se movió de

su lugar, obstruyendo así el paso del chico.

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—Hazte a un lado —exigió.—Solo harás que te maten —habló Leo.—No me importa —graznó Joy.Leo se acercó más y posó una mano sobre su hombro.—No dejaré que te pongas en peligro —le hizo saber—. No así.Joy cayó de rodillas, dejando salir su rabia en forma de llanto.—Necesito saber por qué —sollozó, con la cabeza agacha y sus puños cerrados a sus costados

—. He pasado por un infierno por más de un año —Leo se puso en cuclillas a su lado, sin quitarsu mano del hombro del brujo—. Merezco una explicación.

—Y la tendrás —le aseguró ella—. Pero no así.—Mi hermana —susurró, negando con la cabeza.Los ojos de Leo viajaron hacia Killian, que observaba en silencio y con la mandíbula

apretada.—Nosotros nos encargaremos —afirmó Leo, en voz baja.—No —negó Joy con rapidez.—Joy…—No —repitió—. No importa que ella sea quien empezó todo esto…—Eso no lo sabemos —dijo Joselyn, tratando de hacerlo sentir mejor.—Sí, lo sabemos. Ella y Malakai son los que comenzaron todo esto —esbozó Joy.—Joy, escucha —intervino Leo.—Lo haré —sentenció Joy, levantándose a su altura—. Vamos a terminar con esto, sin

importar qué.—Bueno, ya escucharon al brujo —instó Gideon, ganándose miradas de reproches por parte

de sus hermanos. Las cuales, obviamente, ignoró.—Ok —asintió Killian, luego dejó su atención en Joy—. Te estaremos apoyando, ¿está bien?—Puedo con esto —aseguró el brujo.Todos se posicionaron en diferentes lugares para observar el perímetro, a excepción de Joy,

que hizo su camino hasta su hermana; debía seguir con la farsa.Joy hizo su cruce, desde la distancia, desde donde estaban todos esperando, hasta la piscina en

donde estaban la mayoría de los vampiros, todo bajo la atenta mirada del clan, para luegoplantarse frente al altar y mirar hacia arriba, hacia el balcón en donde seguía su hermana en todosu esplendor, tomada de la mano de Malakai.

—No pareces una víctima —esbozó.—Puedo explicarte, Joy —comenzó ella.Joy solo sonrió con ironía y elevó una ceja.—¿Qué me explicarás, Kira? ¿Que tienes el síndrome de Estocolmo, que de víctima te

convertiste en victimaria o que me has engañado desde el principio?—No es así —respondió, soltando la mano de Malakai, quien todavía se mantenía en silencio,

pero en guardia.—¿Tienes alguna mísera idea de todo lo que he pasado por ti? —inquirió Joy—. ¿Sabes todo

el mal que he causado para “salvarte” de los vampiros? —escupió, tratando de no perder suobjetivo ni dejarse llevar por los sentimientos.

—Joy, nunca quise eso —Kira amagó con bajar las escaleras, pero Malakai la detuvo.—¿Dónde está la bruja? —demandó el vampiro, tomando la mano de Kira.—En camino —se limitó a responder Joy.—Espero que así sea, brujo.

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—¿Y si no qué? —soltó Joy—. ¿Le harás daño a mi hermana, a tu mujer?—Joy —susurró Kira, sintiendo el golpe de las palabras de su hermano.—No le haré daño a ella —respondió Malakai, para luego dirigirse a Kira—. Te advertí que

él no entendería —le recordó.—¿Entender, qué? —exigió Joy.—Que nos amamos —contestó Kira.Joy cerró sus ojos por unos segundos.—Los vampiros no pueden amar a nadie, Kira, deja de engañarte —exclamó, al mismo tiempo

que se negaba a creer lo que escuchaba.—Eso no es verdad —replicó ella—. Él me ama.—Solo te está usando para traer a Caín y destruir todo en lo que crees —soltó—… ¿Aún

crees en algo?—Es por ella que quiero traer a Caín —articuló Malakai.—Esa es la mentira que le has dicho a ella —refutó Joy.—Es la verdad, Joy —habló Kira—. Caín me hará inmortal sin tener que renunciar a mis

poderes.Leo, que escuchaba desde la distancia, no pudo ignorar lo que la chica había dicho, e

irónicamente, fue lo mismo que le dijo Caín y ella no creyó del todo. ¿En verdad Caín podía darlela inmortalidad sin perder su esencia? Sus ojos dejaron la escena llevada a cabo a lo lejos paraobservar a Killian del otro lado; ambos se observaron por unos instantes, antes de que Killiannegara, imperceptiblemente, con la cabeza. Sabía muy bien lo que ella pensaba y no iba a permitirque se dejara engañar de esa forma.

—Basta de perder el tiempo —ordenó Malakai—; comencemos con esto. Se acerca lamedianoche —Se giró hacia Kira y le tomó de ambas manos—. Sabes que hacer, ¿verdad? —lesusurró con cariño.

—Sí —asintió ella.—Bien —Malakai le besó los labios, antes de girarse hacia la escalera.Kira lo imitó y ambos comenzaron a bajar de cada lado de las escaleras.Joy observó con atención como su hermana ya no parecía ella, sino un vampiro más, ya no era

la niña que él conocía, ya no era la hermana a la que amaba incondicionalmente; esa niña ya noexistía.

Kira pasó por al lado de Joy y le dedicó una pequeña y tímida sonrisa, una que él ignoró porcompleto. Las cosas nunca habían sido tan claras como en ese momento. Malakai se dirigió haciael altar, posicionándose frente a este al mismo tiempo que lo hacía Kira. Ambos se tomaron de lamano y se sonrieron. Joy solo podía contener las ganas de vomitar y de matar al idiota delvampiro, debía ser fuerte y seguir con el plan. Caín tenía que resurgir para poder matarlo.

Malakai colocó su mano libre en el bolsillo de su túnica y sacó la runa, la cual brillóresaltando su color rojo y negro. El líder de los vampiros instaló la piedra del alma negra sobre elaltar, junto al lado de la daga.

Joy no dejó escapar ningún movimiento hecho por el vampiro. Era consciente que se debíanecesitar sangre, mucho más al ver esa daga y el cuenco de barro, pero ignoraba la sangre dequién era necesaria para ese ritual y dudaba mucho si le importaba que fuese la de su hermana, yano se sentía con ganas de “salvarla”, en absoluto.

Leo sabía que ya era momento de actuar, la piedra estaba a la vista y todos estaban en susposiciones, sin embargo, algo faltaba; ella todavía no podía ver a su mejor amiga. ¿Dónde estabaNat? Sus ojos recorrieron minuciosamente todo el patio de la casa, pero no la divisaba por ningún

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lado. No podían esperar más, sin embargo, tampoco podían comenzar la lucha sin saber elparadero de su amiga. ¿Qué podrían hacer?

De pronto, una mano la tomó de la nuca y la tiró contra un árbol, golpeando así conbrusquedad contra ese, para luego caer al suelo. Ella se quejó por el dolor emitido, pero colocólos puños contra suelo y se levantó.

—¿Quién eres? —inquirió el vampiro que descubrió su escondite.—La bruja del barrio —respondió, antes de usar su poder para arrancarle el corazón.El chupasangre cayó al suelo ya sin vida, sin embargo, era tarde, los vampiros ya habían sido

alertados sobre la presencia de ellos. A lo lejos, Leo podía ver que la lucha comenzaba, Gideon yCosimma habían sido descubiertos. Ya no debía esperar más. Por lo que con decisión hizo sucamino hasta llegar a la horda de vampiros que estaban en guardia, esperando su oportunidad paraatacar a la bruja que tantos problemas les había causado.

—Te estábamos esperando, Eleonor —esbozó Malakai, al verla situarse al otro lado de lapiscina.

—¿Dónde está Natalie? —demandó, sin aminorarse al ser rodeada por tantos vampiros.Malakai observó a Aarón y le dio un asentamiento de cabeza, el cual este comprendió y dejó

mostrar una sonrisa triunfadora.—¡Tráiganla! —gritó, hacia uno de los vástagos.Segundos después, un vampiro apareció trayendo a Nat, empujándola y obligándola a caminar.

La chica se encontraba con la ropa sucia, andrajosa, estaba ojerosa, desnutrida, triste yconfundida. Al ver a Leo frente a ella, separadas por varios metros de distancia, la chica, con lapoca fuerza que poseída, intentó ir junto a su amiga.

—Leo —pronunció, pero el vampiro que la custodiaba la retuvo.—Suéltala —ordenó Eleonor.—Primero debes darnos un poco de tu sangre —entonó Malakai, levantando la daga para que

ella pudiera visualizarla.—¿Qué? —murmuró, sin comprender por qué necesitaban su sangre.—Leo, ¿qué ocurre? —preguntó Nat con temor.—Tu alma inmortal regresa, Eleonor —manifestó Malakai—. Eres la única bruja que puede

traerlo. Además, él te eligió a ti para semejante honor.Leo se quedó unos segundos en silencio procesando lo que Malakai le decía. No era cierto que

era la única bruja con el alma inmortal, también estaba Cosimma y su tía, pero eso no importabaen realidad, Caín la quería a ella, él solo quería someterla.

—No lo harás —habló Gideon, entrando en escena.—Lo hará si quiere que su amiga vuelva a casa —esbozó Aarón, mostrando una sonrisa

condescendiente.—La quiero fuera de aquí y después pueden tomar mi sangre —anunció Leo.—No puedes —murmuró Joy.—Piénsalo bien, Eleonor —advirtió Cosimma.—Si ella no se va, yo no los ayudaré —continuó Leo, ignorando las negaciones de los demás.—Como quieras —Malakai se elevó de hombros—. Si no cumples, no saldrán de aquí de

todas maneras —esbozó, abarcando con sus brazos el lugar, para así mostrarle que estabanrodeados de vampiros y por más que sea una de las más poderosas brujas y cuente con la ayuda deun vampiro y una bruja de magia negra, jamás iban a poder con tantos vampiros.

—Jo —llamó Leo, a la joven vampiro que dejaba su escondite—. Llévala a casa —le pidió.—Leo —comenzó Joselyn, pero la ignoró.

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—Cuida de ella, por favor.—Está bien —suspiró Jo, observando más allá, en donde su hermano, Killian, todavía seguía

escondido—. Vamos, Nat —demandó, estirando una mano hacia la chica humana. Nat observó aLeo sin moverse del lugar—. Vamos, debemos irnos —insistió.

—Leo —murmuró Nat, indecisa de qué hacer.—Ve con ella, Nat, estarás a salvo. Lo prometo.—Pero ¿y tú?—Estaré bien —aseveró.—Vamos, Nat— ordenó Jo—. Salgamos de aquí.Natalie, miró a Leo y luego a Joselyn; con pasos inseguros y con temor a lo que pudiera llegar

a pasar, tanto a ella como a Leo, decidió acatar la orden de la chica vampiro y seguirla hacia fueradel lugar.

—Ahora es tu turno —esbozó Malakai, elevando una mano, mostrando la daga e incitándola acaminar hacia él.

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Resurrección Con la frente en alto, el ceño arrugado y la boca fruncida, Leo se acercó a Malakai y tomó la

daga que este tenía extendida para ella.—¿Cuánta sangre necesitas? —gruñó la pregunta, estirando su brazo, mostrando la parte

interna del mismo y apoyando el afilado objeto en su piel.—La que sea necesaria —contestó Malakai, mostrando una sonrisa complaciente.Los ojos de leo se guiaron más allá, hacia donde Killian esperaba paciente por aquella señal.

La joven bruja inhaló y exhaló profundo para luego recorrer la daga de manera recta por la parteinterna de su antebrazo, dejando así, caer la sangre sobre el cuenco de barro que descansaba sobreel altar. Sus ojos se clavaron en el recipiente que, de a poco, a medida que se iba cortando, se iballenando con su sangre. Ella no paró hasta llegar a su muñeca y caer de rodillas en el lugar.

—¡Leo! —Se apresuró Gideon a llegar hacia ella—. ¿Quieres que mi hermano me corte lacabeza? No te mueras bajo mi guardia —soltó, colocando a la joven sobre sus piernas.

Leo hizo una mueca muy parecida a una sonrisa, pero no dijo nada.—Déjame que la ayude —le pidió Joy, acercándose a ellos.Gideon asintió en silencio, por lo que Joy, se acuclilló a su lado y sacó del bolsillo delantero

de su pantalón una bolsita de color marrón, metió la mano en ella y quitó algo que parecía ser unashierbas picadas, pero con un olor para nada agradable.

—¿Qué carajo es eso? Huele horrible —exclamó Gideon, arrugando la nariz.—Una mezcla de agrimonia, aliaria, centaura menor y alguna cosa más —contestó Joy,

conforme le obligó a Leo a tragar ese menjunje—. Vas a estar bien —le susurró.Leo cerró los ojos por unos instantes y, tanto Joy como Gideon, observaron la herida del brazo

de la chica que se iba cerrando conforme ella comenzaba a abrir los ojos de nuevo.—Tu hermano no va a tener el privilegio de cortarte la cabeza —murmuró Leo, mostrándole a

Gideon una sonrisa burlona.—Ni tu tampoco, bruja embustera —refutó, devolviéndole la sonrisa.—Oigan —les llamó la atención Joy.Les señaló con la mirada hacia donde estaba Malakai y Kira, frente al altar. El líder del clan

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elevaba el cuenco lleno de la sangre de Leo para volcarlo sobre el libro viejo que tenía abiertosobre el buró; Kira movió una de sus manos y, las velas que rodeaban el ejemplar, se prendieronautomáticamente; mientras ella recitaba una oración en voz baja, Malakai dejaba caer el líquidocolor escarlata sobre el mismo y la piedra comenzó a brillar. La sangre empezó a hacer unremolino encima del libro antes de esparcirse sobre ese, para luego hacer un recorrido hasta lapileta llena de vampiros, dejando así, el libro totalmente limpio.

La piscina comenzó a llenarse con esa sangre como si tan solo fuese agua, los vampiros que seencontraban dentro intentaban salir, fracasando olímpicamente en su escape.

—¡Que mierda! —espetó Gideon, al ver como un poco de sangre se había convertido en litrosde ella en solo pocos segundos.

De pronto, los vampiros comenzaron a desaparecer bajo la piscina escarlata; Gideon, Leo yJoy, se apresuraron a levantarse y ponerse en guardia, mientras que Cosimma se acercaba a ellos atoda velocidad. Menos de un minuto más tarde, ya no había vampiros luchando por salir de allí.Ni siquiera había vampiros dentro de la piscina. La sangre ya estaba haciendo otro remolino demayor intensidad en el centro. Un hombre desnudo, de color, comenzó a resurgir de ese remolino.

Todos se encontraban en silencio, anonadados por lo que estaba pasando frente a sus ojos.Killian, que todavía se encontraba escondido, no salía de su asombro al ver el acontecimientollevado a cabo a pocos metros de donde se encontraba.

En cuanto la sangre se evaporó por completo y solo quedó el hombre desnudo, tal cual Dios lotrajo al mundo, Malakai dejó salir una sonrisa satisfactoria. Caín había vuelto al mundo.

Los ojos de Caín se abrieron y se direccionaron directo hacia donde se encontraba Leoobservando, casi con la boca abierta, lo que estaba sucediendo frente a sus ojos. Caín le mostróuna torcida sonrisa.

—Mi pequeña Eleonor —murmuró, provocando que todo el cuerpo de la joven seestremeciera.

—Mi Señor —se apresuró a decir Malakai, cuando se dio cuenta de que la atención de Caínestaba sobre Leo—. ¡Aarón! —gritó hacia su súbdito—. Búscale algo que vestir —ordenó.

Con un elegante salto, Caín salió de la piscina quedando a pocos pasos de esta; sin embargo,sus ojos no dejaban los de Leo, ni tampoco su sonrisa condescendiente se alejaba de su rostro.Todo el lugar seguía en un sepulcral silencio; era una mezcla de tensión y expectativa que los teníaa todos en estado de alerta. Caín aceptó una túnica por parte de Aarón y se la colocó conparsimonia. El hombre que resurgió de la sangre de la bruja no decía una palabra, mientras sevestía bajo la atenta mirada de aquellos.

Una vez vestido, Malakai intentó acercarse a él, pero lo despachó con un movimiento de lamano, haciéndolo volar varios metros atrás y cayendo redondo contra las escaleras.

—¡Malakai! —gritó Kira, yendo tras él—. ¡¿Qué te pasa?! —le chilló a Caín—. ¡Él fue quiente sacó de tu estúpida cárcel!

Caín, que se encontraba yendo hacia Leo, detuvo su paso al escuchar las palabras emitidas porla bruja y, muy calculadamente, se giró hacia ella.

—Él no fue quien me sacó de mi estúpida cárcel —contestó, con voz tranquila y calmada.Luego ladeó su cabeza hacia un costado al ver a la mujer cernirse sobre Malakai, al tiempo queeste tomaba consciencia—. Eres una bruja enamorada de un vampiro, mira cómo han cambiado lascosas —esbozó y observó a Leo de soslayo—. ¿Todas las historias de amor son así de aburridas?—preguntó, levantando una ceja.

—Caín —habló Malakai, elevándose a su altura—, yo…

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—¿Por qué estás con una bruja, vasallo? —le preguntó—. ¿Cuántos años más crees quepuedan estar juntos? ¿Veinte? ¿Veinticinco, quizás? Tú eres inmortal, súbdito, y ella tiene fecha decaducidad, ¿por qué perder tu tiempo? —cuestionó, ladeando la cabeza y con el ceño fruncido.

—Por eso lo hemos traído, mi Señor —articuló Malakai, acercándose a Caín con lentitud.—¿Me has traído? —preguntó de manera retórica.—Nosotros —corrigió el líder de los vampiros, abarcando con sus manos a todos los

vampiros del lugar—. Queremos que la haga inmortal —enunció, señalando a Kira—. Nosamamos y queremos la eternidad juntos.

Caín se carcajeó de manera siniestra.—¿Por qué debería hacer eso? ¿Por qué ya no le diste esa mordida que tanto desea? —

curioseó sin dejar de sonreír—. Ah, espera. Ella no quiere perder su gracia —Su mirada se posóotra vez en Leo—. ¿No te parece familiar? —dijo con diversión.

—Señor, es lo único que estamos pidiendo —manifestó Malakai.—¿Acaso crees que soy un puto genio o un hada madrina? —Caín claramente se estaba

burlando de ese vampiro.—Es lo menos que puede hacer, ya que lo hemos traído de vuelta —esbozó, elevando la

barbilla.—Está bien —asintió Caín y elevó una mano.Automáticamente, Kira cayó al suelo, resbalándose de las manos de Malakai. El vampiro se

apresuró a asistirla, se arrodilló a su lado y tomó su pulso.—Está muerta —siseó con lágrimas en los ojos, apretando sus puños sobre el estómago de la

joven.—Kira —articuló Joy, amagando con ir tras ella.—No —lo detuvo Gideon—. Quédate quieto —le advirtió.—¡La mataste, maldito imbécil! —gruñó Malakai apuntando hacia Caín.—Ella quería la inmortalidad, ahora la tiene —esbozó Caín—. Ahora deja el drama, tengo

asuntos más importantes que atender —entonó, girándose hacia Leo—. Nosotros tenemos unacharla pendiente, pequeña Eleonor —señaló.

Gideon y los demás se colocaron de manera protectora junto a Leo.—No hay nada pendiente entre nosotros —replicó ella.—¿Dónde está el vampiro por el cual suspiras? —preguntó con gracia—. Debe estar

escondido en algún lugar, ¿verdad? Esperando el momento para atacar. No dejaría sola a la chicaque le ha entregado su corazón en más de una oportunidad —manifestó—. Déjame decirte algo,pequeña Eleonor, lo que creas que él puede hacer, no va a funcionar, y te recomiendo pararlo antesde que también seas responsable de su insignificante vida.

—Te crees superior a los demás, ¿verdad? —espetó.—No es así, Eleonor, no me lo creo. Soy superior a los demás —respondió, mostrando su

sonrisa altiva—. Tú lo sabes mejor que nadie, te lo he mostrado. Soy superior a todos ustedes —exclamó—. Ven conmigo, Eleonor, gobernemos este mundo de hipócritas juntos —pidió,tendiéndole la mano.

—Quieres acabar con cada uno de ellos —refutó Leo.—Yo no quiero acabarlos —negó él—. Quiero darles una vida eterna.—¿Cómo? —inquirió Joy—. ¿Matándolos como has hecho con mí hermana?—¿Te refieres a la bruja que solo pretendía vivir para siempre sin dar nada a cambio? —Caín

chasqueó la lengua—. Las personas todavía no logran entender que hay que hacer sacrificios para

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obtener lo que se desea, no se puede tener todo en la vida; siempre algo hay que dejar atrás. Yo losé muy bien.

—No necesitabas matarla para mostrar un punto —soltó Leo.—Solo estaba probando si mis poderes aún servían —comentó sin preocupación—. Vamos,

Eleonor, no puedes rehusarte a lo que te estoy ofreciendo. Gobernaremos juntos, tendrás tuinmortalidad deseada sin perder tu gracia, haremos un nuevo mundo lleno de nuestra raza. Piensatodo lo que podríamos llegar a hacer juntos.

—¿A qué te refieres con nuestra raza?—A los vampiros —respondió como algo obvio.—Pero los humanos…—Los humanos ya están condenados, Eleonor. Este mundo se está acabando de manera

agonizante, de a poco; ellos mismos se han encargado de destruirlo con su tecnología, con susinvestigaciones científicas, creando virus mortales por accidente, por meterse con cosas que noentienden. Nosotros podemos hacer un mundo mejor, uno nuevo, sin enfermedades, destrucciones,vidas sanas… inmortales.

—Asesinarás a todos —expresó Leo arrugando el ceño—. Eso te convierte en un asesino, noen un Dios.

—¿Me llamas asesino a mí, quien quiere darles la vida eterna? ¿Acaso en qué mundo vives,Eleonor? Mira a tu alrededor, todo es un caos; guerras, genocidios, hambruna... Porque valeaclarar que, a pesar del siglo tan avanzado, hay lugares en donde pasan hambre, en donde nisiquiera tienen agua; personas que matan a otros sin razón justificable, inventos que no hacen másque contaminar la Tierra —negó con lentitud moviendo la cabeza—. No, Eleonor, yo no soy unasesino, estas personas sí lo son, aquellas mismas personas que van a la iglesia y le rezan a Aquelen lo alto, aquellas mismas personas son las asesinas y maliciosas. Yo busco algo nuevo, algomejor para todos, y lo quiero llevar a cabo contigo a mi lado, Eleonor.

—Eso no pasará —Todos se giraron para observar a Killian salir de entre las sombras.—Sabía que te cansarías de jugar al espía más pronto que tarde —esbozó Caín—. Veo que has

encontrado mi espada —señaló, observando la mano del vampiro.—Ahora ya no te pertenece —dijo Killian, sin bajar la guardia.—¿Quieres matarme con mi propia espada? —se burló él.—Voy a matarte con la primera espada —corrigió Killian.—Solo por curiosidad, ¿cómo crees que vas a matarme con ella? —curioseó, sin perder la

tranquilidad.—¿Acaso crees que no puedo hacerlo?—Estoy seguro de que no puedes hacerlo —manifestó.—Eso ya lo veremos —siseó Killian, para después abalanzarse contra el inmortal.Caín esquivó la espada y de un golpe en las costillas envió lejos a Killian. Leo intentó ir hacia

él, pero Gideon y Joy la detuvieron. Killian la vio queriendo acercarse y negó con la cabeza paraque no lo hiciera, esperando así que ella quedase a salvo. Se levantó, adolorido y gruñendo. Selanzó de nuevo contra con Caín, pero este lo volvió a tirar lejos. Miró a Leo luchar para salir delas manos de aquellos hombres y, a pesar de que no tenía intención de mostrarle a ella suverdadero rostro, no le quedó de otra. Sus ojos se volvieron rojos, las venas de su frente seintensificaron, sus colmillos se hicieron más grandes. Si quería ganarle a Caín, si quería protegera Leo y a todos sobre la tierra, tenía que ser él mismo, no había otra forma.

—Ah, pero si tienes mejor rostro de esa manera —bromeó Caín—. Apuesto a que no querías

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que Eleonor viera esa parte de ti.—Deja de hablar —graznó Killian, arremetiendo contra él.Pero Caín no era tonto, por lo que no iba a seguir con esa pelea absurda mientras los demás

miraban; tenía a sus súbditos para que hicieran el trabajo sucio por él.—Vasallos, hagan su trabajo —ordenó al tiempo que se hacía a un lado de la lucha y

observaba, a lo lejos, como Malakai se alejaba del lugar llevando a la bruja en sus brazos. Eso lohizo sonreír, sin embargo, decidió no ir tras el vampiro que lo estaba traicionando, ya habríatiempo para encargarse de los desertores.

Al ver a una horda de vampiros ir tras Killian, Gideon y Joy soltaron a Leo y se apresuraron aayudarlo. Leo y Cosimma los siguieron también, ellas habían ido a luchar, y la lucha habíacomenzado.

Killian cortó la cabeza de un vampiro con la primera espada, provocando que esa vuele por elaire y terminase dentro de la piscina vacía. A poca distancia, Joy, con un movimiento de su mano,arrancó el corazón de otro chupa sangre que iba directo hacia Gideon, este le dio unagradecimiento con la cabeza y siguió luchando con otro vampiro que, usando su mano como sifuera un hacha, le hizo volar la cabeza a lo lejos. Cosimma luchaba contra dos vampiros, unologró asestarle un golpe en el estómago provocando que se doblara de dolor; cuando este mismovampiro se le acercó para rematarla con otro golpe, Cosimma le propinó un gancho haciéndolovolar varios metros, hasta que cayó sobre un juego de mesas y sillas. Leo se le acercó, se hizo deuna pata de la silla y se la clavó en el corazón, acabando con la existencia del vampiro. Otros dosvampiros le cortaron el paso cuando intentó llegar a Killian; con un golpe certero, ella introdujosu mano en el pecho de uno de esos vampiros y le arrancó el corazón, el cual lanzó hacia lapiscina, el otro vampiro gruñó de rabia y se abalanzó hacia ella, pero Leo fue más rápida, dio unlargo salto por encima del vampiro tomando la cabeza de este en el proceso, cuando sus piestocaron el suelo, ella empujó con fuerza y desprendió la cabeza del cuerpo del chupa sangre. Sinesperar más, continuó su carrera hacia Killian.

Vampiros siguieron saliendo por doquier, atacando a Killian y a los demás, atrasando así lallegada hacia Caín. La lucha se estaba volviendo cada vez más intensa, corazones, cabezas ycuerpos mutilados de vampiros yacían por doquier, alfombrando el suelo de ese patio trasero.Nadie detenía su pelea, aunque muchos no estaban seguros de porqué luchaban. Killian, con ayudade los demás, logró llegar a Caín, que le sonrió divertido.

—Sé que quieres acabar conmigo, pero antes, ¿no quisieras saber el motivo por el cual norecuerdas a Eleonor? —indagó Caín sin perder su sonrisa.

—No vas a jugar con mi cabeza —espetó Killian, sin dejarse llevar por las palabras dichasdel inmortal; a pesar de estar muriendo por dentro por saber qué ocurrió con él.

—Ya jugaron con tu cabeza, Sparrow —esbozó Caín.En un rápido movimiento, llegó a Killian y apoyó el dedo índice y mayor sobre su frente. A lo

lejos, Leo había dejado de luchar para observar lo que pasaba con Caín y su hombre; pocossegundos después, Killian cayó de rodillas y, con sus manos apoyadas en el suelo, se sostuvoconforme luchaba contra la migraña que le estaban provocando las visiones que le mostraba Caín.Leo se apresuró para llegar a él, sin embargo, se detuvo al instante que Killian elevó su miradahacia ella, hacia la mujer que ha amado por siglos; esa mirada ya no era una mirada de amor yadoración, sino, un torbellino de angustias y decepciones, quizás, hasta de odio.

—¿Cómo pudiste? —inquirió con dientes apretados, sin apartar la mirada de ella—. ¡¿Cómopudiste hacerme esto?!

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Elígeme Killian seguía proclamando a los cuatro vientos, algo que Leo no llegaba a comprender. El

silencio de la joven rabiaba más al vampiro, pero él seguía haciendo una pregunta a la que ella notenía la repuesta: ¿Cómo pudiste? Si tan solo tuviera la repuesta a esa pregunta, pero no era así,lejos estaba siquiera de saber qué era lo que Killian tanto le reclamaba.

La espada había sido olvidada en el suelo, cerca de donde en su momento Killian había caídode rodillas, sin embargo, nadie le prestaba atención; toda la atención estaba en un Killiantransformado en un monstruo rabioso, decepcionado y abatido.

—¿Por qué, Eleonor? ¿Por qué lo hiciste? —reclamó en un siseo.—No sé de…—¡No sigas mintiendo! Haz tomado una decisión que no te concernía. ¡¿Por qué?!—Killian, no lo recuerdo, entiende –Los ojos de Leo se dirigieron hacia la espada olvidada en

el suelo—. Killian…—No, Eleonor, esta vez no voy a dejarlo pasar —interrumpió señalándola con el dedo—. Me

hiciste olvidarte, Eleonor, me hiciste olvidar cada vida que hemos vivido, cada muerte que hastenido, cada reencuentro. Lo has borrado todo —Killian movió la cabeza a cada lado, negándose adejar caer aquellas lágrimas que inundaban sus ojos—. Solo quiero saber el por qué.

—Es que no lo sé, Killian; no lo recuerdo.—Has que recuerde —le ordenó a Caín.—¿Por qué haría eso? Su tiempo para recordar ya vendrá, no adelantaré las cosas —se jactó

el inmortal.—¡Necesito saber por qué! —graznó Killian apretando los puños a sus lados.—Y lo sabrás cuando ella recuerde.Killian estaba muy concentrado en su dolor y decepción, que se había olvidado por completo

de su propósito en ese lugar, ni siquiera estaba siendo consciente de que Caín estaba a un paso dehacerse con la espada.

—Killian —habló ella—, si hice que me olvidarás de seguro fue por una buena razón, nopodría hacerte daño adrede. Yo te…

—¡No lo digas! —gritó el vampiro, deteniendo aquella confesión—. No te atrevas a decir

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algo que no es verdad, no te atrevas a jugar conmigo, Eleonor.—Me conoces, sabes que no diría algo que no siento.—No lo hago, Eleonor —negó—. No te conozco.Una única lágrima solitaria hizo su camino por la mejilla del joven al decir esas palabras,

pero no se molestó en barrerla, ni en hacerla desaparecer. Por su parte, Leo pudo sentir cuando sucorazón se rompió en mil pedazos al escuchar a Killian renegando de ella.

¿Qué había hecho mal? ¿Por qué no podía recordar?—Ella te estaba protegiendo, Killian —intervino Cosimma.—Tú qué sabes —espetó.—Lo suficiente como para hacerte saber que no te hizo daño; ella jamás te haría daño.—No estoy muy seguro de eso —farfulló él, logrando así que Caín sonriera al ver la escena

que transcurría frente a sus ojos.—Ella hizo cosas de las cuales no debe sentirse orgullosa, pero lo que hizo contigo fue

exclusivamente para protegerte —expresó Cosimma, ignorando el escepticismo del joven.—Me borró la memoria, bruja —siseó—. ¿Cómo eso iba a protegerme?—Porque cada vez que ella moría, tú querías vengar su muerte y luego dejarte morir —Todo

el lugar estaba demasiado callado, la batalla se había detenido, pero ninguno había bajado laguardia—. Lo que hizo ella, fue salvarte la vida en cada suceso de su propia muerte.

—Eso —Una parte del joven se negaba a creer que jugar con su cabeza era una manera desalvarle la vida—… no era su decisión.

—Tú no sabías que ella volvía, claro que era su decisión —refutó Cosimma—. Entiende,Killian, cada muerte que ella soportó fue una vida que te regaló.

Killian apretó los dientes y cerró los ojos por un momento, antes de posarlos en la joven brujaque amaba y odiaba al mismo tiempo.

Caín se estaba dando cuenta de que estaba perdiendo en esa batalla, Killian estaba olvidandoel rencor hacia Eleonor y eso frustraba sus planes; si Killian se ponía en contra de Eleonor, ellatendría el corazón roto, se volvería maleable y vulnerable, y él podría manejar a la joven brujapara hacerla parte de su cruzada, sin embargo, eso no era lo que estaba pasando, por lo quedecidió continuar con la batalla.

Joy se dio cuenta de la intención de Caín y con un movimiento de su mano, lanzó la espadalejos de las garras del inmortal.

—No debiste hacer eso, brujo —canturreó Caín, mostrando una sonrisa de lado—. Acabencon ellos —ordenó, logrando hacer reaccionar a todos allí.

Los vástagos de Caín fueron los primeros en reaccionar y comenzar con su ataque. Leo intentóllegar hacia la espada, pero fue detenida por dos vampiros; uno de ellos la golpeó en medio delpecho, enviándola varios metros lejos. Killian observó a la joven siendo golpeada y, usando sumano como un hacha le cortó la cabeza a uno de ellos. Leo se incorporó con dificultad y, usandosu poder, detuvo a un vampiro antes de que este pudiera volver a golpearla.

Gideon luchó contra un grupo de vampiros junto a Joy, ambos se colocaron espalda conespalda y se encargaron de varios chupasangres; mientras Gideon le quitó el corazón a uno con suspropias manos, Joy hacía volar a otro incrustándolo contra la pared con su poder.

Cosimma golpeó a un vampiro haciéndolo caer muerto al suelo, mientras que otro, la tomó desu largo cabello rubio alzándola y luego lanzándola con fuerza hasta estrellarse en el césped.Joselyn llegó justo antes de que el vampiro intentase rematar a su presa; ella lo tomó del cuello ycon un leve movimiento desgarró su cabeza del cuerpo.

—Gracias —articuló Cosimma, al aceptar la mano de la chica.

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—No hay problema.—¿Dónde está Natalie? —quiso saber la bruja.—Está a salvo, no te preocupes —Eso no dejaba a la bruja tranquila—. La llevé a la casa de

Leo y la persuadí de no moverse de allí —aclaró.—Entiendo —suspiró Cosimma—. Necesitábamos ayuda.—Lo sé —se jactó la joven mostrando una cómplice sonrisa.Alrededor de las jóvenes, la lucha continuaba, Killian seguía quitándose vampiros de encima

que salían de todos lados como si brotaran del suelo; Leo seguía queriendo llegar a la espada,pero los malditos se la estaban poniendo difícil, mientras que Gideon y Joy continuaban peleandoa la par como si lo hubieran hecho muchas veces antes.

Pero Caín solo estaba decidido a ver como sus vasallos acababan con ellos y así podercaminar por el suelo a su semejanza. Desde un lado del terreno, él no quitaba sus ojos de Eleonor,sabía que ella quería llegar a la espada y él tampoco podía llegar a ella sin hacer uso de su fuerzay, no era eso lo que deseaba. Por alguna extraña razón, no deseaba luchar, al menos que fueserequerido como última instancia. Cerca del altar, el inmortal divisó una botella de vino; hacíamilenios que no probaba uno, por lo que su tentación fue más fuerte y dio esos pasos que loseparaban de aquella bebida. Con parsimonia tomó la botella y bebió un largo sorbo, degustandode aquella bebida color bermellón, deleitándose con cada trago dado.

—Sangre de mi sangre —murmuró con ironía, saboreando sus labios.A pocos metros, Leo estaba a un paso de llegar a la espada, solo un maldito vampiro le

estorbaba, del cual se deshizo con un movimiento de su mano y como si se le fuera la vida en ello,se lanzó hacia a la espada, cayendo al suelo en el trayecto y apenas alcanzándola. Sin embargo, nosirvió de mucho, la espada la envió lejos con tan solo rozarla con sus dedos. No le iba a resultarfácil tomarla y evitar que la destruyera en el proceso.

Con dificultad, se levantó del suelo y decidió hacer, de nuevo, su camino hacia la espada.Debía ser fuerte y no dejar que la espada la enviase lejos o que la lastimara de manera tal que leimpidiera terminar con su propósito: acabar con Caín.

Tomando aire y absorbiendo todo el coraje que le fuera posible, ella volvió a tomar la espada,luchando contra la fuerza que amenazaba con lanzarla lejos o que acabara con su propia vida. Conun inmenso dolor, sintiendo como si un fuego infernal se estuviera trepando por su brazo desde lamano que sostenía la espada, comenzó a hacer su camino hasta su enemigo; hasta el enemigo detodos aquellos que creían en algo del porqué vivir.

—No pudiste resistirte a un buen vino, ¿verdad? —esbozó ella a unos pocos pasos de Caín,que se dio vuelta a encararla y sonreírle con soberbia.

—Son pocas las cosas a las que puedo resistirme, pequeña Eleonor —Al observarla bien, susonrisa se borró de manera automática, más en específico, cuando notó la espada en la manodesnuda de la joven bruja; pero con velocidad se recuperó y volvió a sonreír, antes de añadir—:Eso debe ser muy doloroso, Eleonor. No deberías jugar con cosas filosas.

—Sabes, he encontrado tu debilidad —indicó, resistiendo el dolor que ya había tomado todosu brazo.

—¿Y cuál es?—Subestimas a los demás.—Interesante, Eleonor, en serio, pero eso no es correcto —Bebió otro sorbo del vino antes de

seguir—. No te subestimo a ti, sí a tus amigos, lo reconozco, pero no a ti, Eleonor.—Me estás subestimando en estos momentos.Los ojos de Leo se posaron en la botella que Caín sostenía y elevó una ceja triunfante.

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—¿Qué has hecho? —inquirió, lanzando la botella lejos, provocando que se estrellase contrael suelo—. ¡¿Qué has hecho?!

—No podía acercarme lo suficiente a ti sin que me despaches con un gesto. Debo clavar estaespada en tu pecho y así nunca más podrás volver.

Caín intentó usar su poder para, efectivamente, despachar lejos a Leo, pero por más quemoviera su mano con ímpetu o se esforzase en imaginar a Leo volando por el aire, nada de esoocurría. Su magia no funcionaba, todo lo que una vez había aprendido y pulido, no estaba allí pararesguardarlo. Sus ojos se dirigieron a la botella de vino hecha añicos en el suelo.

—Trucos simples de brujas inexpertas —se jactó—. ¿Cuánto crees que durará el efecto debloqueo?

—Lo suficiente para acabar contigo —siseó ella, antes de ir tras él.La espada no era tan fácil de manejar como ella había pensado. Era pesada, grande para sus

manos, sin contar que el dolor infernal se estaba esparciendo hacia su espalda.Caín logró golpear a la joven en la cara provocando que su boca sangrara.—No quiero lastimarte, Eleonor, entiende, te quiero de mi lado.—Yo sí quiero lastimarte —gruñó, yendo de nuevo hacia él.Leo se abalanzó hacia Caín tomando la espada con ambas manos y alzándola sobre su cabeza;

Caín pudo detenerla tomando sus muñecas en lo alto, pero Leo fue más ágil y le propinó unapatada en la rodilla derecha, logrando que la soltara e hiciese varios pasos hacia atrás.

—No debes luchar contra mí, Eleonor.—Guárdate tus advertencias, Caín.—Como quieras.Cojeando, el inmortal se direccionó hacia ella, ya no pensaba jugar más, ni darle más

oportunidades de vivir; al parecer, Leo no tenía las mismas expectativas que él y, a pesar que lemolestaba en demasía que ella no quisiera un mundo mejor a su lado, todavía le costaba hacerledaño, sin embargo, sí quería sobrevivir, debía elegir entre él o ella y no era una opción morir sinantes haber levantado su imperio.

Caín golpeó a Leo en el estómago, provocando que la joven se doblara en el lugar y escupierasangre.

—Puedo darte lo que necesites, pero tú eliges morir —Caín negó con la cabeza—. Puedohacerte recordar aquello que bloqueas, puedo darte la inmortalidad sin perder tu gracia —Seacercó a ella, agachando su rostro hasta llegar a la altura de su rostro—; puedo darte un mundomejor, no me rechaces, elígeme, ¡maldición!

—Jamás te elegiría.Sin que lo previniera, Leo clavó la espada en el pecho de Caín.Usando el descuido del inmortal, ella estaba lo suficientemente cerca como para poder hundir

la espada en el maldito, y el que él no quisiera lastimarla y le diera otra oportunidad, era algo queno iba a desaprovechar.

Ambos gritaron; Caín por el dolor y el estupor, y Leo por la agonía que le estaba causando elcalor de la espada, además de la fuerza que tenía que provocar para poder traspasar el pecho deCaín, una fuerza que ya no poseía.

De pronto, una mano, más grande que la de ella, se colocó sobre la suya y la espada, Leolevantó la vista para encontrarse con Killian, que se veía mal herido y sangraba, pero se manteníafuerte. Le dio un asentamiento con la cabeza y ambos derivaron su fuerza hacia el mismo lado; elcentro del pecho de Caín, acabando así con su vida.

Caín estalló en un humo denso, totalmente negro, dejando un charco de sangre, también negra,

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en el suelo. La espada los quemó a ambos, obligándolos a soltarla, esta cayó en el charco desangre negra que la absorbió como si la estuviera envolviendo en un manto negro, haciéndoladesaparecer.

Leo perdió su fuerza y se derrumbó en el suelo, casi inconsciente.—Eleonor —se preocupó Killian tomándola en sus brazos—. Voy a sacarte de aquí.Killian la levantó del suelo y la acunó en su cuerpo, con ella en brazos caminó hacia fuera del

jardín, encontrándose con los demás en su partida, ya que al ver la muerte de Caín todos losvampiros habían huido, dejando solo rastros de lucha y sangre en aquel patio trasero.

Poco tiempo después, llegaban a la casa de Leo, que había perdido la conciencia en el viaje;Killian depositó a la joven en la cama, le dejó un suave y dulce beso en los labios y se alejó deella.

Se alejó de las mentiras, de los secretos, se alejó del amor de sueterna vida. Por esa vez, tenía la opción de olvidar. Y fue lo que decidió hacer, olvidarla parasiempre.

Quizás…Continuará en… La bruja y El Lycan.

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Nacida en Buenos Aires, Argentina, el 23 demayo de 1985. Nessa Rodríguez comenzó a escribir su primera novela alos 30 años. “Maldito cuerpo traicionero” se convirtió en una saga a losque muchos de sus lectores han sido participes interpretando a lospersonajes. A pesar que se destaca en el género romance-erótico, tambiénse ha aventurado a escribir sobrenatural, fantasía, ciberpunk e infantil.

Actualmente sigue trabajando en nuevos proyectos y buscandodiferentes retos literarios.

Historias anteriores:*Maldito cuerpo traicionero, libro 1-parte 1; thriller erótico.*Propiedad de Lina (MCT) libro 1-parte 2; thriller erótico.*Ivor; romance fantástico.*Simple man; new adult.*¿Soy un experimento?; relato del subgénero cyberpunk; Antología

benéfica “Fuera de tiesto”*“Baldúm, el monstruo de mis sueños”; relato infantil; Antología

benéfica “Fuera de tiestillo”.