¿el hombre nace o se hace?
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¿El hombre nace o se hace?
¿Cuál es la verdadera naturaleza humana? Tras haber vivido la experiencia de la guerra,
Freud propone que el ser humano es guiado por las fuerzas pulsionales, Eros y Tanatos. No
obstante, agrega que nuestro Yo está en la constante lucha entre el placer y la ley del padre,
es decir, nuestro entorno social y su respectivo orden, la civilización. Mas ¿Es este orden un
sustitutivo del ser con instintos animales, o simplemente nos lleva a una patología social que
desenlaza en el mismo principio que las fuerzas eróticas-tanáticas?
Nuestra tesis propone que somos un equilibrio entre el placer y el deber, no obstante hemos
sido llevados y nos hemos dejado llevar, a una existencia meramente consumista
sumergiéndonos en una necesidad de hacernos parte de una sociedad intencionalmente
controladora, convirtiéndonos en seres conformistas que inconsciente o conscientemente
viven plenos siguiendo una práctica falsa de la libertad.
Sin embargo, ¿Cuál es el origen de la convicción del individuo por la praxis falsa? ¿El simple
descubrimiento de este sentimiento-pensamiento conformista o un germen inculcado a través
del tiempo que nos ha exigido la mimetización y el sentido de pertenencia con un entorno
competitivo en el que la otredad es innatamente inferior y nuestra identidad recae en lo que
poseemos?
Ahora bien, para responder a esta interrogante hay dos factores a considerar: en primera
instancia, el individuo y en segunda, su contexto, entendiéndose este como las influencias
sociales pertenecientes al periodo histórico, lugar de crianza, ambiente social y educación
recibida.
El individuo por su parte, como ya hemos mencionado antes, es un conjunto de fuerzas que
interactúan entre sí para crear una psiquis por la que la persona se guiará. De modo que si
planteamos que por propia decisión el sujeto decidió, aun teniendo la posibilidad de conocer
una realidad distinta y bajo su propia voluntad, actuar de acuerdo con un sistema ignorante y
represor, podemos concluir que eligió bajo la regla del conocimiento. Sin embargo, llevado
a términos realistas la situación planteada es utópica, al menos en el ambiente occidentalizado
en el que nosotros vivimos, donde la mayoría de las psquis individuales que en un inicio son
vírgenes y están dispuestas a transformar su actuar dependiendo del segundo factor, su
entorno; se desarrollan con ojos ciegos que no pueden percibir ni concebir una vida distinta
a la que en la que nacen. ¿Por qué? Porque nunca se les ha entregado algo diferente. Es decir,
sus padres, familiares, amigos o cualquier ente al que pueda acudir, ha recibido el mismo
ejemplo y como un círculo vicioso, al ser humano estar acondicionado para seguir conductas
aprendidas, no se atreverá a desenvolverse con un método distinto.
Por lo mismo, podemos afirmar que la educación es una parte fundamental para el desarrollo
de la conciencia del hombre, ya que quien la rige tiene la facultad de implantar ideas
específicas de una corriente de pensamiento en el sujeto que está siendo educado. Tal como
lo explica uno de los principios del filósofo Durkheim: “El hombre no nace, se hace, en
medida de que sus instintos animales son reprimidos y es moldeado por las leyes sociales y
culturales”. De modo que las influencias recibidas en el proceso educativo son muy
importantes tanto como peligrosas, debido a que en ellas reside gran parte de lo que
potencialmente podría llegar a ser la persona en un futuro.
Hoy en día se tiende a confundir el concepto de educación, es decir, la búsqueda de la
sabiduría, la responsabilidad y libertad, con un conductismo moralmente vacío y socialmente
somatizado que solo integra conocimientos teóricos de tipo práctico, sin necesariamente ser
útiles. Teniendo esto como consecuencia seres de voluntad débil e ideales ajenos que creen
fehacientemente estar insertos en el camino único del bien y mantenidos en la ignorancia y
el convencimiento de una civilización bárbara.
El ser humano está establecido como un ser social dentro de una civilización. Sin embargo,
en los tiempos contemporáneos se le ha quitado el sentido etimológico a esta palabra, ya que
tras la propuesta capitalista se dejó de lado el término ciudadano, para sustituirlo por
consumidor. El desplazamiento e imposición de los antiguos por los nuevos conceptos, se
llevaron el sentido de la individualidad y racionalidad del hombre, trayendo consigo un
régimen de líderes o, en distinta forma, autoridades y un sistema de control simple basado
en el “premio/castigo”. Creándose así un círculo de la infinita búsqueda del placer tras sentir
el displacer. "La felicidad universal conserva los engranajes funcionando con regularidad;
la verdad y la belleza, no."- Un mundo Feliz, Aldous Huxley.
Sin embargo, hay que entender que este control social establecido actualmente no es producto
de una creación espontánea, es producto de un proceso sociológico que ha conllevado toda
la historia de la humanidad de una manera cíclica que en ciertos puntos específicos se ha
logrado romper, solo para volver a establecerse.
No obstante, el problema mayor es que aun vociferando el ser aquellos más desarrollados y
civilizados en la historia del universo, no nos hemos liberado de la constante serie de
represión. “La civilización no suprimió la barbarie; la perfeccionó e hizo más cruel y
bárbara”- Voltaire.
Ahora bien, la pregunta es ¿Debemos ser reprimidos? Freud defendió que sí. Siguiendo el
argumento de su libro “El malestar de la cultura”, la verdadera naturaleza del ser humano es
un sumo peligro si no es controlada, por tanto para sobrevivir se necesita una absoluta
dirección de esta, en otras palabras, se necesita de una civilización. Esta tesis nos lleva a
cuestionar el concepto concebido de democracia. En tanto que el potencial del individuo
arriesga la supervivencia del grupo, ¿Es seguro que se permitan las voces de muchos para
dirigir? Existen diversas posturas al respecto.
Hitler por su parte creó un totalitarismo, que acabó con la democracia, no obstante aprovechó
las ideas de Freud para mantener al pueblo unido. El político alemán en vez de reprimir las
fuerzas pulsionales, las alentó, mas no de manera individual sino de forma masiva. De este
modo, el poder del eros y tánatos sería entregado al líder y todo aquel que no se identificara
con el mismo pensamiento sería repudiado: “El Führer manda, nosotros seguiremos”. Él
invirtió la manera de controlar hasta ese momento, dejando que las fuerzas libidinosas se
manifestaran como tales.
Por otro lado, en Estados Unidos la idea de la democracia, se veía igualmente amenazada,
sin embargo Roosevelt contradiciendo las ideas freudianas estableció “The new deal”.
Basándose en la capacidad racional del hombre y en su objetividad de comprender como
individuo sus necesidades fortaleció la democracia. No obstante, estos intentos no perduraron
ya que pronto las grandes empresas privadas, a través de la aún existente “Asociación
Nacional de Fabricantes”, crearon un nuevo mecanismo de persuasión: identificar al
consumidor con el producto. Volviendo así al mismo sistema de control, que reprimía las
fuerzas pulsionales a través de las leyes sociales.
Actualmente, el conflicto entre estas tres posturas permanece ideológicamente irresoluto,
mas en el mundo domina la democracia y el libre mercado, como conceptos complementarios
así definidos por Bernays, el padre de la aplicación del psicoanálisis al control de masas a
través de la publicidad. De modo que la política y las “relaciones públicas”, siguen el mismo
camino, dirigiendo permanentemente a las masas.
Sin embargo, la pregunta continúa sin contestar: Todas las posiciones mantienen el mismo
fin, mas con diferentes medios, un control absoluto. De modo que necesariamente en algún
verdad es que el actuar del hombre es ambiguo, y es completamente dependiente de la
identidad del individuo como lo es de la situación del entorno. En consecuencia, es imposible
separar las facetas de cada cual, ya que tanto como las pasiones, independiente a la tesis de
que estas conformen la naturaleza humana, como la sociedad influyen en la creación
consciente e inconsciente del sujeto. Sin embargo, se puede afirmar que las fuerzas
pulsionales y la ley del padre, se relacionan en una constante lucha que conduce un ciclo
eterno, entre el placer y el displacer. No obstante, pueden llegar a ser confundidas cuando
una de ellas o las dos toman una posición extremista, ya que ambas tienen el mismo fin: guiar
al hombre por un camino. De modo que necesariamente en algún momento las fueras
eróticas-tanáticas, se funden con la patología social, convirtiéndose en lo mismo. El hombre
actualmente se guía por ellas, mientras a sus ojos cree que está siendo libre.
Y, por tanto, ¿Cuál es la forma de dejar de lado estas posturas políticas que dicen defender
la libertad y comenzar a crear seres humanos de razonamiento propio? La abolición de un
sistema que incentive la patología y que enseñe en un ámbito humano. No podemos pedir
personas responsables y conscientes que ayuden al real desarrollo de la humanidad, sin
entregar las herramientas para hacerlo, y ocuparnos más de “numerificar” a los individuos
y clasificarlos de acuerdo a un puñado de habilidades intelectuales limitados, más que de
valores que permitan una sociedad sana.
Durante la historia, la sociedad se ha visto enfrentada a una innumerable cantidad de cambios,
tal como lo ha hecho el humano tomado de la mano con su realidad de ser civilizado. La
verdad es que el actuar del hombre es ambiguo, y es completamente dependiente de la
identidad del individuo como lo es de la situación del entorno. En consecuencia, es imposible
separar las facetas de cada cual, ya que tanto como las pasiones, independiente a la tesis de
que estas conformen la naturaleza humana, como la sociedad influyen en la creación
consciente e inconsciente del sujeto. Sin embargo, se puede afirmar que las fuerzas
pulsionales y la ley del padre, se relacionan en una constante lucha que conduce un ciclo
eterno, entre el placer y el displacer. No obstante, pueden llegar a ser confundidas cuando
una de ellas o las dos toman una posición extremista, ya que ambas tienen el mismo fin: guiar
al hombre por un camino.
Actualmente, la postura del hombre frente a la sociedad, o la postura de la sociedad frente al
hombre, es cuestionable. ¿Una consume a la otra? ¿Es ahora o ha sido siempre? Podemos
decir que un control de masas es existente, que el individuo es incentivado a participar de
esta “civilización”, mas surge la duda ¿El potente cambio está en el propio sujeto o en el
sistema completo? Y quizás la respuesta es que una surge de la otra, sin embargo se cumple
el mismo ciclo, muchos siempre van a seguir a unos cuantos. De modo, que tenemos
permitido preguntarnos cuál es nuestra verdadera naturaleza, no obstante siempre, a pesar de
nuestra respuesta, debemos tener en mente que contamos con la propia voluntad.
La verdad es que solucionar la predominancia de la fuerzas pulsionales no es fácil, hay
múltiples factores que hay que arreglar primero, la pobreza, el hambre y el prejuicio, pero si
partimos educando a un niño desde la base del respecto al prójimo, el ciclo libidinoso debería
ser roto, ya que nunca hay que perder de vista que el hombre es un ser libre, por el simple
hecho de tener voluntad.
Tenemos la capacidad y la obligación de decidir por nosotros mismos. Es real que tanto
biológica como psicológicamente necesitamos una unión, un lugar al que pertenecer, mas un
sentimiento de identificación que respete el individualismo, sin ser egoístas, y la posibilidad
de encontrarnos con nosotros mismos y definir quiénes somos.
"Madre, monogamia, romanticismo... La fuente brota muy alta; el chorro surge con furia,
espumante. La necesidad tiene una sola salida. Amor mío, hijo mío. No es extraño que
aquellos pobres pre-modernos estuviesen locos y fuesen desdichados y miserables. Su mundo
no les permitía tomar las cosas con calma, no les permitía ser juiciosos, virtuosos, felices.
Con madres y amantes, con prohibiciones para cuya obediencia no habían sido
condicionados, con las tentaciones y los remordimientos solitarios, con todas las
enfermedades y el dolor eternamente aislante, no es de extrañar que sintieran intensamente
las cosas y sintiéndolas así (y, peor aún, en soledad, en un aislamiento individual sin
esperanzas), ¿cómo podían ser estables?" – Un mundo feliz, Aldous Huxley.