el hijo de las dagas o la verdadera muerte de...

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1 EL HIJO DE LAS DAGAS O LA VERDADERA MUERTE DE LUIS VARGAS TEJADA SEUDÓNIMO EUFILOS AUTOR JONATAN S. CAMERO G.

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EL HIJO DE LAS DAGAS

O

LA VERDADERA MUERTE DE LUIS VARGAS TEJADA

SEUDÓNIMO

EUFILOS

AUTOR

JONATAN S. CAMERO G.

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Personajes

Masculino (1) Femenino (1)

Cerca de una hacienda, una cueva lóbrega e Iluminada por una antorcha. En las paredes

se ven inscripciones y esbozos de imágenes hechas por las manos de un ser

desesperado. Es invierno. Alcanzamos a ver las dificultades del ambiente: humedad,

barro y demás malezas que habitan en una montaña. Una estera. Una maleta con ropa.

Una imagen de la virgen hecha por él, hojas, libros, etc.

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Él, escribe. Revisa. Piensa. Borra. Tacha y vuelve a escribir. Se dispone a leer. Se

interrumpe. Mira hacia una lateral, su mente se concentra para dar origen.

Luis: ¡Que nazca la voz!

Nace una voz, recorre sus primeros sonidos por el espacio. Él la escucha. Vuelve a

concentrarse

Luis: ¡Que nazca la materia!

Asoma un dedo, observa. Indica que todo está bien y con un gesto llama a sus

extremidades hasta que nace un cuerpo.

Luis: (con resentimiento) usted no es nadie. Nadie. Sí. Le llamaré Nadie.

3

Nadie no se inmuta, se traslada al otro lado del escenario por una indicación de su

creador.

Luis: (Coge sus textos y ubica una página) aquí.

Nadie siguiendo la orden “aquí”. Se traslada donde esta Luis.

Luis: ¿Qué hace? Le dije que se ubicara allí.

Nadie vuelve al mismo lugar que antes

Luis: Desde aquí. (Nadie se dirige donde está Luis ) Quédese ahí (Nadie se detiene) Es

imposible controlarlo todo. (Piensa. Nadie imita la actitud de Luis )

Luis: (de frente a nadie) ¡Como no eres nadie! Porque nunca has sido alguien...

juguemos. Te daré tu fatua libertad. Pero dentro de mis límites (lleva un dedo a la

cabeza. Nadie asiente y saca una daga)

Luis: (Colérico) Concéntrese Vargas. Concéntrese. ¡Malditos! quieren metérseme en

todo. ¡A la mierda!

Nadie cae al suelo y nada

Luis: ¡Usted no. Levántese!

Nadie se detiene. Luis se incorpora en una posición de acecho. Nadie se acerca emita

la posición. Sus miradas se encuentran.

Luis y Nadie: ¡Ah¡ !infames! ¡Ah¡ ¡traidores! ¿Esperaban que cerrara mis ojos en el

sueño para ejecutar su alevoso intento?

Luis va dejando la acción en manos de Nadie.

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Nadie: tus traiciones vil Tulcánir, ¿son las primeras de tu engañoso intento?

Nadie desenvaina la daga lento, mira fijamente a Luis. Luis hace un gesto para que

Nadie se detenga. Nadie no responde

Nadie: ¡Tantos eran tus halagos! ¡Me engañaste! ¿Para esto me diste tu palabra?

Luis: ¡Espera un momento¡

Nadie: ¡Calla! Me irritan tus falsas protestas.

Nadie se lanza a matar a Luis. Lo somete. Esta apunto de herirlo.

Luis: (Forcejeando) ¡Desaparece! ¡Desaparece!

Nadie: ¡no voy a someterme! ¡Traidor!

Nadie lo hiere

Nadie: ¿Creen saber de libertad? ¡Yo soy la libertad de estos pueblos! .¿!Porque dicen

ser ilustrados, se sienten con el derecho de gobernar!?

Luis intenta recomponerse. Mira sus manos. Cree que ha derramado mucha sangre

pero en realidad no hay nada. Intenta llegar con sigilo hacia sus textos.

Luis: Dimos todo para construir el suelo que pisas. La traición aquí es de otro, ¡Te

dimos la vida!

Nadie: Y ¿a quién le interesa la vida cuando no puede gobernar a otras vidas? Cuando

uno las gobierna… obtiene el poder.

Luis: ¡Tirano!.

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Nadie se enfurece. Dirige su daga al corazón de Luis pero este interpone los textos

como escudo. Se rasgan. Nadie siente el dolor de ellos. Va desapareciendo. Luis que ha

quedado pensativo toma la decisión de volver a escribir.

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Se escucha llegar a alguien en caballo. A Luis le agrada. Espera. Sospecha de la demora

de la entrada de ese alguien. Algo anda mal. Utiliza una daga como escudo.

Voz en off

¿Ir con un traje a dos junciones?

¡Mariquita me dan las convulsiones!

Luis aprieta su daga. Se oculta entre las sombras de su morada. Una mujer entra.

Observa el espacio. Cree que no hay nadie. Curiosea. Luis la tiene en la mira.

Luis: (Aún en las sombras) ¿Dónde está Herminsio?

Juana: ¿Don Vargas? ¿Es usted?

Luis: No haga preguntas ¿Cómo llegó?

Juana: Con la yegua, me la dio el Herminsio para que nos escapáramos de los…

Luis: ¿Escapar?

Juana: ¡sí! de los bolivaristas que ya vienen pa’ca

Luis: (saliendo de las sombras) ¡Mentira! ¡Nadie sabe que yo estoy aquí!

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Juana: Pues sí que saben y muy bien. Por eso es qu’el Herminsio me envío. pa’que le

ayudara. Él está haciendo todas las vueltas pa’venir y recogerlo salir pualla bajo el

cerro y coger camino antes que tengamos problemas. Además que el patrón nos dio la

orden que lo sacáramos lo antes posible. (Silencio) Y como el Herminsio solo tiene dos

manos. pues me pidió el favor…

Luis: Siéntese y no se mueva.

Luis camina inseguro. Duda de esta mujer. Se siente aprisionado por la noticia. Se

detiene.

Luis: si usted está aquí es porque de alguna manera le tienen confianza. ¿Verdad?

Entonces ¿Por qué Herminsio, mi amigo, quien me cuida, no me conto de su existencia?

Juana: no me mire así, yo se que todo esto es raro para usted. Yo también sospecharía

si alguien viene a decirme que me están buscando pa’matarme (se tapa la boca de

impulso. Luis intenta golpear a Juana pero se controla)

Luis: ¿Cómo así que me van a matar? ¿Por qué sabe?

Juana: Perdón, no quise decir…

Luis: ¿Quién es usted?

Juana: Juana, trabajo ahí en la hacienda para el capitán…

Luis: ¿Por qué Herminsio no me conto que existía una Juana?

Juana: No sé. Quizás porque…

Luis: (Desenvaina su daga) ¡¿por qué no me lo conto?!

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Juana: ¡No se! ¿Sabe qué? Quédese ahí paradote sin hacer nada. yo ya cumplí con

avisarle (se levanta para salir)

Luis la golpea. Ella cae al suelo. Lo mira, cae en llanto. De un bolsillo saca un papel se

lo muestra a Luis, éste lo toma y lo lee.

Juana: Este fue el poemita que usted le escribió al Herminsio para que me lo diera a mi

¡Ahora no diga que no se acuerda!

Luis: (Cae en la cuenta que lo que dice la criada es verdad. La ayuda a levantarse). Le

pido perdón. Debe entenderme. No es fácil sobre llevar mi condición. ¿Se encuentra

bien?

Juana: Mire Don Vargas. No se preocupe yo lo entiendo, tampoco ni me dio duro

(sarcásticamente ríen)

Luis: Es que…aunque usted se supiera la señal para entrar a la cueva…

Juana: Pero si usted no me respondió lo que el Herminisio dijo que usted me iba a

responder. Pues yo seguí pensando que no estaba. Si me hubiera respondido el cuento

seria otro.

Luis: Su voz no me era conocida. Además después me dice que van a matarme…

Juana: ¿y es verdad lo que hablan de usted?

Luis: ¿Qué?

Juana: pues… que usted atentó contra nuestro señor Libertador…

Luis: ¿Nuestro?

(Silencio)

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Juana: …pues es que así toca decirle allá fuera para evitar problemas. Pero tranquilo.

No me responda. ¿Sabe que si es importante? El tiempo. Ya hemos perdido mucho

tiempo y mire si no nos apuramos pa’salir, antes de que cague el gallo ya nos habrán

cogido. Así que apurémosle.

3

Luis empaca sus cosas, entre ellas una lira. Recuerda lo mucho que lo acompañó en sus

tiempos de soledad. Antes de guardarla toca su última melodía. Melodía que irá

creciendo acompañada de otras liras que corearan la despedida. La cueva de momento

se ilumina, todo se ha convertido en una especie de Olimpo. La criada que siempre ha

estado de espaldas, se da la vuelta al ritmo de la música, canta y baila. Posee una

máscara de la antigua Grecia. Agarra una sabana, se la coloca. La imagen es de una

muza.

Muza: Soy lira de tus liras

Corazón de tu corazón

Si tu mente no la giras

Liras de coñamentazón

La muza se acerca a Luis y con un beso picaron le agarra la lira de un tirón. Luis

queda suspendido en el beso. Musa tañe la lira.

Poesías a palas

Versos y matas

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Cruces de dagas

El arte sin patas

(Rie burlona)

Dime una palabra

Luis: ¿Qué?

Musa: ¿Qué es el amor?

¿Qué es el deber?

¿sábeslo impúber?

(Luis no responde)

¡Qué perdedor!

Luis: Devuélveme la lira

Musa: Mira la lira que piras…

Luis: ¡No más!

La musa hace silencio, deja de tañer la lira. Lo mira fijamente

Musa: Sólo venia a despedirme

Luis: No. Espera.

Musa: Adiós

Luis: ¿Y las odas? ¿Y los cantos? ¿Y la poesía?... ¿A dónde quedará la belleza?

La musa vuelve tañer la lira

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Musa: Que se apiaden de ti los dioses

Versos aquellos no son los mismos

Tu corazón se esparce entre males

Quien inspiraba se va al abismo.

Luis: Claro que no sigo siendo el mismo. Todo este tiempo… ¿Qué hacer? ¿Qué

pensar? ¿A dónde ir? El arte sin acción no tiene sentido. Mis versos son el primer paso

a la lucha, destruir a ese… Nadie, a ese loco afortunado es lo que deseo. Estoy cansado

de este estado de intelectuales y emocionales que se someten en los placeres más

profundos. Así nos gobiernan, desde el placer. Quieren hacer una república del placer.

Yo ya no estoy contigo. Construyo un nuevo sentido… Dar muerte a una persona es un

acto culposo pero dar muerte a una persona para cambiar toda una nación, es un arte.

(Pausa) Ya no te necesito. Vete.

Musa (Remedando y cada vez más sarcástica)

Vete, vete, vete, teté

Tevé, Tevé, tevé, bebé

(Tañe la lira y poco a poco se acerca a Luis)

No puedo mentir

Esta es tu verdad

Prefieres morir.

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Espectro de frialdad

¿Recuerdas a Clori?

La dejaste ir

Por tu ceguedad.

Vete, vete, vete, teté

Tevé, Tevé, tevé, bebé

Luis: ¡Calla maldita!

Luis se lanza sobre la musa pero esta inicia un baile y lo esquiva

Muza: Era lira de tus liras

Corazón de tu corazón

Si al amor lo tiras

Liras de coñamentazón

La musa lanza la lira al aire. Luis salta a recogerla, cuando cae en sus manos, el

Olimpo desaparece.

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Juana y Luis empacando las cosas para el viaje. Juana recoge la estera de Luis y al

levantarla encuentra un manto cubriendo algún objeto. Aprovecha la distracción de él

para averiguar qué se esconde allí. Descubre una daga de oro.

Luis: ¿Por qué saco eso de ahí?

Juana: ¡Perdón! (agacha la mirada) yo solo quería ayudar

Luis: sí, pero porqué… nada, discúlpeme no me encuentro bien.

Juana: ¡Qué cosas tan bonitas guarda usted!

Luis: La muerte y la victoria, la metáfora echa materia ¿Qué le ve de bonito?

Juana: nada señor... lo decía por su color…

Luis: No ponga es cara que no la estoy regañando

Juana: Pero esto tiene mucho filo señor. ¿En qué pensaba utilizarla? Porqué no creo

que sea para cortar papel?... Disculpe, soy una entrometida.

Luis: Tranquila, tiene razón. No es para cortar papel. ¿Qué cree que hace un hombre

con un instrumento como este?

Juana: Pues… No sé… No, no sé.

Juana la entrega. Mientras Luis habla, entra en un estado de recuerdo, de pasión, de

sentimientos encontrados. Todo desaparece. Esta él y su daga, solos.

Luis: Nunca dude de sus palabras. La palabra es lo último que le queda al hombre,

ellas fortalecen acciones, acaban reinos, destrozan imperios, crean mundos… tiranizan

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republicas. Esto… Esto es el puñal de bruto, la espada de Catón, este puñal nos iba a

dar el triunfo contra el criminal de la republica. Este puñal daría la ley más poderosa, la

salud a la Patria. (Levanta el puñal) Este puñal es la ley suprema que autorizó a los

romanos para expulsar a su monarca, a Tell y sus compatriotas para traspasar el corazón

de Gesler y Lasdeberg, a los pueblos americanos para levantar el grito contra la

dominación española. Este puñal pudo ser un verdadero Libertador!

Del fondo se escuchan unas palmadas, como quien agradece una presentación. Luis

desconcertado busca con la mirada a Juana, se lleva las manos a la cabeza, sabe que

esta le está jugando una mala pasada, no la puede controlar. Es Peflo Caruzales un

hombre con una conciencia hibrida entre la milicia y el estado, un monstruo convertido

en hombre.

Voz Peflo: ¡Muerte al tirano! /¡Muerte al tirano! / ¡Yo no sé por qué no se me ocurren

esas cosas! / Lo mejor fue cuando dijo “Él pudo ser un verdadero Libertador” / ¡Muerte

al tirano! / ¡Muerte al tirano! / Y ¿Dónde estamos nosotros? ¿Por qué no estamos en su

versión de los puñales? / Además era yo quien llevaba el puñal no él. / Usted sabe que

lo que dice no es verdad / ¡Usted no sea sapo! /¿Sapo? ¿Yo? ¿Quién fue el que nos

delato a todos como una vil mujercita ultrajada? / ¡Cállese! ¡Violador de negras!

Se escucha palmoteos, forcejeo y finalmente una ahorcada de cuellos. Luis ha estado

buscando la voz. Están ahí en las sombras, las reconoce.

Luis: Señores... Señores…

Peflo sigue pelando con él mismo

Luis: ¡Ya! ¡Basta!

Silencio.

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Luis: Como director supremo de esta sociedad pido por favor silencio.

Silencio.

Peflo no pueden contener la risa, la desfoga, se recompone y de momento se acerca a

Luis. Aparece un hombre. Mitad dandi, mitad general. El dandi lleva una copa de vino

que nunca se acaba, por ende, andará a la medida de sus tragos y, el general lleva una

pistola que no mata

Luis: (sorprendido) ¿Qué les paso?

Peflo cae en llanto y toma un sorbo eterno

Luis: (Hablando para el espacio) Como director supremo, se levanta la sesión. ( a

Peflo Caruzales) ¿Cómo llegaron a esto?

Peflo: Después de fallar en el golpe, vino la dictadura de los reaccionarios. No todos

pudimos huir, nos torturaron de diferentes maneras, no muchos quedamos vivos… /

Nos colocaron en una cama de hierro, encadenados. Una cama a la cual igualaba a todos

sus huéspedes, cortando la parte excedente a los que eran más grandes y estirando con

poleas a los que eran más pequeños. … a los que no se acomodaban a la voluntad de

Bolívar por espíritu se les obligaba por su estatura. / A nosotros nos cortaron por

mitades y nos unieron, recuerdo que nos dijeron: si tal es la necesitad de cambiar la

patria, pues empecemos por los hombres.

Luis:¡Mentira! Ustedes no existen. ¡Juana! ¡Juana!

Peflo saca el arma y le pega un tiro en la cabeza a Luis

Peflo: ¡Salud!

Luis cae sobándose la cabeza

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Peflo: General ¿no le acaba de dar usted un tiro? ¿Por qué se mueve? ¡Estoy

alucinando! o ¿es el vino? / Las balas después de aquella noche ya no son las mismas.

Bolívar dio la orden que hicieran todas las balas en algodón quería prevenir que no

volvieran atentar contra él.

Luis: Padre, ¿Qué hice mal?

Peflo: ¡Vargas Tejada!! Director supremo! ¡Muy bueno en su discurso pero flojo en el

peligro!

Luis desenvaina la daga e intenta atacar a Peflo pero éste se anticipa y le pega otro

tiro en la frente. Peflo se hace una seña desaprobando su actitud con Luis pero Peflo

ahora se apunta con su arma en vista que no se entiende con su otra conciencia.

Peflo: Esta bien, yo no he visto nada. Creo que mejor me encargo de la política ¡Salud!

(se tapa los ojos)

Luis: Carujo, el siniestro, el traidor. Lo que me escribían de usted era verdad, Denuncio

a todos, los entregó al esbirro republicano.

Peflo: Esta arma cada vez me gusta menos (se prepara para disparar)

Luis: Espere ¿Qué quiere? ¿Qué quieren de mí?

Peflo: ¡Armar una guerra civil! / Esta dictadura no se satisface, parece un vicio. (bebe

más vino)

Luis: ¡Pero es qué… Nadie no es el problema! Él es el símbolo, la dictadura en realidad

es de otros!

Peflo: ¡Cobarde, sentimentalista! / ¡¿Ese es el amor que profesas a la patria?! /

¡Patricida!

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Peflo dispara de forma incesante. Festeja tapándose los ojos. Luis Cae al suelo y sus

manos prensan su cabeza

Peflo: (cantando y bailando alrededor de Luis):

Si a Bolívar…, /¡Si a Bolívar!…/ la letra con que empieza… /¡con que empieza!,/ le

quitamos… /¡le quitamos!

De la paz…, /¡de la paz!, /Símbolo le hallamos… /¡le hallamos!

¡Ah! Carujo, no es así! / ¿Me está diciendo que mentí? / ¡Sí! / ¡Pruébelo! (se apunta.

Se tira la copa de vino. Pelea entre sí. Luis que se ha levantado con la mirada fija en

ellos, taciturno, de impulso se abalanza sobre él y lo ahorca. La luz del espacio titilea.

Oscuridad. Una voz truncada llena el espacio.

Voz: ¡Señor Var-gas ¡ ¡Se-ñor Var-gas! ¡Me ha-ce da-ño!

La luz titilante va llenando el espacio poco a poco. Luis tiene del cuello a Juana, cae en

cuenta de ello. La suelta, la mira, mira el espacio. Esta consternado.

Luis: Perdóneme. Perdóneme. Perdóneme

Juana: (Lastimada) ¿Qué pasa? ¿Es qué no quedaron las vainas claras?

Luis: no sé que me paso

Juana: pues yo si sé. Es que usted está loco. Esta cueva lo tiene así.

Luis: Agua

Juana: ¿Qué?

Luis: No me siento bien

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Juana: pereme tantico. Tome. Se siente mejor.

Luis: todo me da vueltas.

Juana: pero si está ardiendo en fiebre. Acuéstese. Venga le ayudo. Déjese poner este

pañito en la frente. Descanse mientras yo alisto el resto.

Luis: Juana. Gracias

Juana: No señor. (Pausa) ¿Siempre le pasan esas cosas?

Luis: Desde hace unos meses. Las noticias empeoran cada vez más

Juana: Yo no entiendo como un hombre como usted puede vivir en estas condiciones.

A no ser que uno tenga mucho orgullo o crea en algo muy grande. Permítame le cambio

el trapo.

Luis: ¿Usted cree en la Libertad?

Silencio

Juana: Tiene que recomponerse rápido, debemos irnos

Luis: Tengo miedo. ¡No quiero morir!

Juan: Tranquilícese. No digas cosas feas.

Luis: quiero vivir, yo quiero vivir, ¡vivir… ¡

Luis se levanta y al pararse su cuerpo no lo soporta cae en brazos de Juana

Luis: Juana no me deje solo, ayúdeme,…

Juana: no lo voy a dejar solo. Pa’eso vine.

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Luis: (con ojos sinceros) como te pareces ha…

Se desmaya.

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Juana intenta recomponer a Luis. No es posible. Intenta acomodarlo en la estera. Le da

aire. Él no reacciona. Le toca la frente, está ardiendo. Juana se queda pensativa. Se

aparta. Busca la daga de oro. La guarda para ella. Escudriña el espacio. Está

buscando algo. Luis balbucea, se mueve. Juana llega pronto a socorrerlo, vuelve y le

da aire, él se queda mirándola fijamente.

Luis: ¿eres tú?

Juana se aparta precavida de Luis, piensa que puede volver a hacerle daño.se dirige

hacia las sombras

Luis: ¡Dime que eres tú! ¿Dónde estás? ¿Porqué no vienes?

Una mujer hermosa entra delicadamente con una totuma y unas plantas que utilizará

para asistir a Luis. Sus movimientos son sensuales, coquetos, sin límites…

Clori: ¿Me quieres?

Luis: Te quiero

Clori: ¿Lo juras?

Luis: Lo juro

Clori: Tomate esto. ¿Qué darías por mí?

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Luis: Por una mirada, un mundo; por una sonrisa, un cielo; por un beso… ¡Yo no sé

que daría, por un beso!

Ríen. Se besan.

Luis: (siente mareo) que me diste.

Clori: Quiero un hijo…

Luis calla, Clori lo seduce hasta que él le sigue el juego, la desviste. A medida que le

va quitando las prendas va apareciendo la criada.

Clori: Tener una familia, vivir en el campo sin que nadie nos moleste. Vámonos tu y yo

a hacer una familia, ya es tiempo que dejes esas tonterías que tienes en la cabeza. ! No

me respondas ahora ! Primero bésame… suave… hazme sentir que me necesitas…cierra

los ojos y escúchame… (Al oído) nunca olvides el sabor de mi boca.

Luis: Este sabor a miel…

Juana: shhhh… acaríciame. ¿A dónde piensas ir?

Luis: Fuera del país, creo.

Clori: ¡Que Cierres los ojos¡ Dame tu mano. (Se entrelazan) son como dos piezas de

rompecabezas. Una no puede vivir sin la otra. ¿Quién te va a recibir?

Luis: No puedo decírtelo. ¿Qué era esto? (señala la totuma)

Juana: Tú medicina. Casémonos. Por la iglesia.

Luis abre los ojos, mira a Juana. Aún no la reconoce.

Luis: No se… No se… No estoy en condiciones…

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Juana: Acepta el indulto, acógete. Prometieron no tomar represarías.

Luis: Esta noticia me sería digna, si tuviera algún motivo para confiar en la fidelidad de

este gobierno

Juana: ¡No me amas! ¿Mírame a los ojos y dime que no me amas?

Luis le acaricia el rostro

Luis: Nuestra relación es como una flor en un desierto. ¿No lo entiendes? No puedo

quedarme a cuidarte. No he terminado lo que empecé. Entiéndeme. La patria me

necesita.

Juana se retira, se esconde tras las sombras de la caverna, lo observa. Luis al ver que

se ha ido, cae en llanto, destrozado, mira hacia la virgen.

Luis: ¿Qué hice mal? (Espera la respuesta) ¡Me sorprendes madre!... No deberías

estar orgullosa de mí. No soy hijo digno… tienes razón, yo no he sido sino una causa

ocasional de estos padecimientos… Sí, la verdadera causa eficiente de tantos males es

otra…Nadie… tu lo has dicho… él es el responsable ante Dios y los hombres de todas

las desgracias que han afligido por cuatro años… no llores… no llores… todo esto es

culpa mía. Si yo hubiera tenido la oportunidad de acabar con él esa misma noche, la

nación no estaría en esta desgracia… voy a obtener tu perdón. Que será mi mayor

consuelo y el manantial de mis esperanzas… Seré el hijo digno. (Se santigua, busca a

Juana). ¡Juana! ¡Juana!

Juana: Señor

Luis: ¿Dónde estaba?

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Juana: Afuera, es que desde acá se ve donde nos va esperar el Herminsio. ¿Se siente

bien don Vargas?

Luis: ¡Mejor que nunca! Discúlpeme por todo Juana, usted es una gran mujer, no

cualquiera se arriesga a tolerar a una persona como yo. Herminsio hizo muy bien en

quererla. Si deciden tener un hijo, dejen que yo sea su padrino y le daré la mejor

educación que haya tenido un niño, o niña ¿Qué nombre le pondrían?

Juana: Me hace sonrojar y todo. Mire como me puso. Pues si es niño le pondremos

como usted… Luis y si es niña… Luisa.

Luis la abraza y le da un beso en la frente

Luis: ¡Vamos que el tiempo es corto! ¿Qué hace falta?

Juana: Pues esa maleta y ya.

Luis voltea a recoger la maleta. Juana saca un arma, le pega un tiro a Luis, él cae.

Agoniza.

Juana: Esto lo hago por mis hijos, mi pueblo y mi libertad. No crea que soy una

persona mala, no. Usted mismo lo ha dicho. Que matar a una persona es un arte, si ello

cambiará toda una nación. Pues yo no sé si lo que estoy haciendo es arte o no, no me

interesa. Pero por culpa suya y de los suyo casi echan a la borda todo lo que hemos

construido para ganarnos la que nos merecemos, la libertad.

Luis muere.

Juana: ¡Qué viva el Libertador!

Se escucha un caballo llegar.

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Voz de Herminsio: ¿Ir con un traje a dos junciones?

¡Mariquita me dan las convulsiones!

Juana: (Llorando) ¿Porqué llegaste tan pronto? ¿tú no tienes la culpa?... Perdóname,

Perdóname…

Juana seca sus lágrimas, se recompone y carga el arma. Sale.

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