el fanzineroso nº1

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Fanzine con contenido sobre radio

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Page 1: El Fanzineroso Nº1

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EDITORIAL Este primer número del fanzine “EL FANZINEROSO” ha sido realizado por estudiantes de la Universidad Rey Juan Carlos, estudiantes de otras universidades, ilustradores y demás personal. Todos ellos unidos por el mismo interés, la radio. No buscamos otro objetivo que el difundir y dar a conocer la radio ante el monopolio de la televisión y los nuevos medios. Es un proyecto sin ánimo de lucro, cuyo máximo interés es la divulgación cultural, sumergirse en lo absurdo y si es en material físico de celulosa, ser utilizado para su reciclaje. En este número han participado: Javier González “Xolo”, como diseñador de la portada. Alejandro Otheguy, Guacimara Vargas, Manuel Camuñas, Daniel Mora, Lara Molano y Beatriz González, todos ellos en la elaboración de los contenidos.

Si alguien de los que nos lee (no aquellos que nos tiran a la basura) está interesado en participar, no tiene más que escribir un e-mail a la dirección: [email protected] con el asunto “Yo también quiero ser un Fanzineroso” y contarnos su interés en emitir contenidos. Gracias, un saludo desde las ondas

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BREVE HISTORIA DE LO QUE FUE Y SERÁ

ADVERTENCIA: Cualquier similitud con personas, lugares, edificios y estornudos actuales es mera coincidencia.

Capítulo I, Año 2006. El advenimiento de una travesura. Cualquier día de la semana. Una figura de silueta escamada se desliza, sigilosa, por los pasillos del Aulario II. Silencio. Frío. Recepción. Tras la puerta, Rosa está ausente. Auxiliar de primera y servicial hasta con los malos, sin preguntar, como absorbida por un fantasma, sirve las llaves del sótano a unas manos oscuras... Es que hay poca luz. El ente sigue su camino. Pasos, escaleras, clac, clac. No hay mozos en la costa. Una vez dentro, un segundo. El tubo fluorescente parpadea tres veces hasta pegar fuerte en los ojos de nuestro infiltrado. Estaba solo y solo dejaría de estarlo, en breve. Aquel fue el primer germen, el vaso que colmó la gota, porque todo iba al revés, sin seguir el orden natural de las cosas. Más tarde no sería un misterio con patas quien tomara el sótano una vez más. Una decena de intrépidos estudiantes de Ciencias de la Comunicación conspirarían por primera vez para crear una asociación que sirviera como plataforma de impulso radiofónico, para compartir ideas, historias y demás cosas bonitas de la vida, como toda buena secta que se precie. Eran pocos, pero bastaban para ocupar una mesa en la cafetería y compartir unos bocatas con cerveza. Sin embargo, el delirio mensual se vio truncado en el último verano del mismo año, como si hubiese más de uno. Elipsis al cubo. De la noche a la medianoche, el equilibrio de la asociación se vio amenazado por la moderada estabilidad activa del grupo. La luz de la asociación estaba cerca de regresar al punto de retorno, es decir, a punto de apagarse, como una radio que entra por un oído y sale por el otro. A la indiferencia sólo consiguió sobrevivir una persona.

Octubre de 2006. En algún lugar del campus de Fuenlabrada.

Dos estudiantes recién matriculados, verdes como un par de peras maduras, descubren a primera vista, en el corcho más escorado del Aulario II, un anuncio minúsculo enterrado en una montaña de anuncios más grandes, en el que se detalla la dirección de correo de la Radio de la universidad. No dudan en escribir pidiendo información para comenzar cuanto antes Estación Tombuctú; el único programa que se escucha una vez al año. Al finalizar el curso, el equipo humano que conformaba la asociación de radio no superaba las tres personas, razón suficiente para que dos de ellas tirasen la toalla, colgasen las botas y se lanzasen en paracaídas desde un autocar en marcha.

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Entre 2007 y 2008, hasta mañana a las ocho. La familia crece.

El último mohicano, que sostenía el peso de la asociación sobre sus espaldas, tomó la iniciativa un poco entumecido. Comenzaron a verse tímidos por el campus los primeros carteles que animaban a participar en la radio, de calidad dudosa pero de intenciones indudables. De este modo, nacieron Parapa Radio, Ríete Tú, Desafinando Sueños, La Hora Clásica, El Niño Verde y demás fauna dadaísta.

Verano de 2008. Marea negra.

De súbito, el reducido equipo humano de la Radio queda al borde de la extinción. Un compañero se licenció, sin saber muy bien qué era eso. Otra compañera inició una aventura en Turín, Piamonte, Italia, porque sintió la llamada de sus ancestros allende los Alpes. De esta forma, el resto de supervivientes quedó al límite del abandono. Los constantes problemas de presupuesto, la indiferencia burocrática, la dificultad de compaginar dedicaciones y el progresivo descenso de la moral hizo difícil el tercer resurgir de la Radio. Si bien, ante semejante panorama, el hábito hizo gala de su virtud. Los veteranos, los nuevos que llegaron a través de la curiosidad y demás sudorosos galeotes, consiguieron que la asociación saliera a flote, de nuevo. Dimos la bienvenida a La Novena Esfera, Noches en Diferido, Estación Tombuctú: el regreso…

Curso 2009/2010. Pause.

La imagen se congela y el sonido se mueve a cámara lenta. Por favor, una mirada de silencio. La tuya que cae en esta página. No cabe duda: la Radio cuantos más lances recibe, mayor es su voluntad. No se le puede hacer callar.

Y ahora nos ponemos serios. El cómo, el cuándo y el por qué lo descubrirá usted por cuenta propia. Una sorpresa sobrevuela el momento oportuno para atacar en picado. Lo de usted no es nada personal. Sólo una travesura. Abrácese y pase la página, pero no al mismo tiempo.

Fdo.: la brevedad del ser

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¿MAMÁ, QUÉ HAY DE COMER? HOY, FICCIÓN por Manuel Camuñas

Hablamos de ficción cuando ante nosotros se nos presenta un

mundo de imaginación capaz de transportarnos en el espacio y en

el tiempo.

¿Y ahora qué?

¿Quién sería Robinson Crusoe sin su loro Polly?

¿Y Pinocho sin su voz interior, Pepito Grillo?

¿Y el ciego sin su lazarillo?

La voz ha sido desde siempre vaso comunicativo hasta llegar a

nuestros tiempos, cuyo estandarte es llevado por la radio, y de

ahí a soñar hay tan solo un paso.

Verán que lo que les cuento, no es fácil describirlo con

palabras.

- ¡Oh Dios! ¿Has oído eso?

- ¿El qué?

- ¡Maldita sea, eee…esa cosa!

- Venga hombre, ¿eso?

- ¡Sí! ¿Acaso no lo oyes?

- Pero si son tan monos…

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La narración puede ser muy sugestiva, lo que más, me atrevería a

afirmar. De este pequeño diálogo cada persona podría concluir

que ese sonido podría ser el rugido de un tigre, los vientos

alíseos zumbando, o si me apuráis del grito de un hombre (hay

algunos que sí son tan monos…).

La narración aplicada a la radio no se ha inventado ahora, y

algunos podrán decir que se ha pasado de moda. Pero para alguien

como yo que entiende la moda cultural como un mercado, no

importa lo más mínimo que nadie más haga ese tipo de contenidos.

Nuestra intención es resurgir esos contenidos, porque son los

más enriquecedores sin duda.

Ahora se le llama contar historias por la radio, pero es algo

que se ha hecho resurgir de las cenizas, aunque el experimento

sea eso mismo, invitar a que se vuelva a escuchar ese tipo de

contenidos.

Y ese es el ofrecimiento que hago a todas las personas que lean

este fanzine, que se atrevan a escuchar nuestra radio

universitaria RADIO URJC, porque es algo más que una radio, es

un proyecto con futuro, y sobre todo experimental. Nuestros

contenidos son una mezcla de riqueza cultural y bagaje sonoro;

no es tan solo un programa musical, o un programa documental, o

un programa temático…es…mejor defínelo tú, escúchalo.

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Amigo URJCiano por Daniel Mora

A todos aquellos que no utilizan los estudios de radio, gracias...

...gracias, pero no hacía falta.

Querido amigo con interés aparente por trabajar en un medio de comunicación: Tengo el placer de comunicarte que la radio consta como medio de comunicación. Y para mayor fortuna tuya participando en la Asociación radiofónica de la URJC puedes hacer realidad el sueño de toda madre: oír a su niño/ -a a través de las ondas hertzianas mientras ella reboza las croquetas.

¿Qué más quieres? Tú aprendes, y tu madre se vuelve loca contándole a sus amigas que eres el nuevo Luis del Olmo o la nueva Nieves Herrero.

Te preguntarás si hay que ser un genio para participar. Lo cierto es que sí, pero soy de la idea de pensar que todo el mundo tiene un genio dentro al que solo hay que frotarle con inspiración para que salga de su lámpara y explote en un torrente de creatividad que muchos ignoramos que contemos. Y si la cosa no funciona de una manera tan sencilla, pues trabaja y no seas vago. Piensa qué te gustaría hacer y apuesta por ello, si luego es una mierda se lo cascas a tus amigos, que para algo están.

Por si piensas que yo saco algo por animarte a formar parte de esta orgía sonora, estas muy equivocado. De hecho te transformarías inmediatamente en mi competencia directa tanto en lo laboral, como a la hora de coartar mi libertad para pasear tanto tiempo como quiera por los deshabitados estudios de la radio en pelotas sin que nadie me moleste.

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Pero me da lástima que se pierdan esta oportunidad (no la de verme desnudo, ni la de pasearme en cueros).

La oportunidad de tener una plataforma donde poder practicar de cara al futuro en un campo como es la radio, a la que poca importancia se le da en ninguna licenciatura. Poder dar continuidad al legado que durante generaciones han salvaguardado los locutores más intrépidos y los técnicos más explotados, manteniendo a las personas atentas a lo que se emitía a través del transistor, y que les distraía de andar por las calles buscando masones que ofrecer en sacrificios rituales.

Aprovecha esta oportunidad. Los alumnos de la Complutense prostituirían a su abuela untada de aceite por tener la suerte que tienes tú, amigo juancarlino.

Es posible que en este momento te estés planteando la posibilidad de hacerte muy muy famoso desarrollando tu carrera en la radio. Como no me gusta que le gente se eleve mucho, es mi deber devolverte a la realidad: la radio solo hizo famoso a Joaquín Luqui y mira el resultado (su muerte no, lo otro): Al no verle nadie dejó de peinarse. Un caso menos flagrante es el de Iñaqui Gabilondo que con su complejo de "ser solo una voz" en la radio, llegó a la tele y se dedicó durante meses a hacer aspavientos en medio de la emisión. La cosa no es la fama, es alcanzar la autorrealización de hablar para miles de personas sin tener que gritar.

¿Entendido todo?

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Nikola Tesla: El verdadero inventor de la radio por Lara Molano Sánchez

Nikola Tesla fue un destacado ingeniero. Nació el 10 de julio 1856 en una familia de origen serbio en el pueblo de Smiljan, en la actual Croacia, cuando este país pertenecía al Imperio Austríaco. Era el cuarto de cinco hermanos. Su padre fue un sacerdote de la Iglesia Ortodoxa Serbia y su madre, aunque no sabía leer ni escribir, era muy ingeniosa creando aparatos para facilitar las tareas de su hogar.

Desde muy pequeño demostró su gran inteligencia y creatividad, siendo especialmente hábil con las matemáticas y los idiomas.

Tesla estudió ingeniería eléctrica en Granz y Praga y, tras el abandono de sus estudios por falta de dinero, en 1880 se fue a trabajar a Budapest en una empresa de telégrafos estadounidense. En 1881 se trasladó a la Estación Central Telefónica de Budapest, donde fue asignado como jefe del departamento de electricidad. Al año siguiente, Nikola emigró a Paris para ser empleado de la Compañía Edison Continental, pasando a trabajar en el 1884 en Estados Unidos personalmente con Thomas Edison. El estadounidense no le tenía mucha simpatía debido a que el ingenio que tenía Nikola era muy superior al suyo, pero no le despedía por las grandes contribuciones que daba a su empresa. Tesla sintiéndose despreciado en su puesto de trabajo, renunció a este en 1886 y creó su propia compañía con unos amigos, la Tesla Electric Light & Manufacturing. Al no tener dinero para desarrollar sus inventos, Tesla mantuvo un acuerdo con George Westinghouse y pasó a ser asalariado de la empresa de este, la Westinghouse Electric & Manufacturing Company, en el año 1888.

Dos de sus grandes logros los consiguió en 1893 debido a sus investigaciones que realizó de la corriente alterna. Uno fue cuando iluminó la cuidad de Chicago, con motivo de la celebración de la Feria Mundial en esta ciudad. El otro, al lograr transmitir energía electromagnética sin cables, creando de este modo el primer radiotransmisor, dando de esta forma origen a la radiofrecuencia que se utilizó en un principio para la radio y después para la televisión.

Tesla logró registrarlo cuatro años después, pero la Oficina de Patentes de Estados Unidos concedió la patente de la radio a Guglielmo Marconi en 1904. Mientras que el italiano tuvo reconocimiento mundial, ganando el Nobel de Física en 1909, Tesla fue degenerándose, siendo calificado de científico loco.

Nikola murió prácticamente en la ruina, el 7 de enero de 1943, dentro de un hotel de Nueva York.

Cinco meses después de su muerte, la Corte Suprema de Estados Unidos, falló a su favor adjudicándole la invención de la radio, al considerar que el italiano se había apropiado de varias de sus patentes. Pero esta decisión no tuvo la debida difusión pública, por lo que aún en la mayoría de libros de Historia sigue apareciendo el nombre de Marconi, olvidándose de su verdadero descubridor.

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