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EL ENSAYO EN HISPANOAMÉRICA (…) Los más remotos orígenes del género en Hispanoamérica se trasladan a la época colonial. Algunas Crónicas de Indias las podemos considerar como ensayos, sobre todo con las que se puede establecer cierta relación literaria. Tenemos a Cristóbal Colón (c. 1451-1506) con sus cartas, diarios de navegación y relaciones breves, igualmente los Naufragios y comentarios de Alvar Núñez Cabeza de Vaca (1507-155-9) y la Historia verdadera de la Nueva España de Bernal Díaz del Castillo (1496-1585), soldado de Hernán Cortés. Son especialmente importantes Los Comentarios reales del Inca Garcilaso de la Vega (1539-1616) mestizo, hijo de un capitán extremeño y de una princesa incaica y la Nueva crónica y buen gobierno del peruano Felipe Guamán Poma de Ayala (c. 1534- ...) entre otros. Haciendo la advertencia que estas crónicas se escribieron sin propósito literario confesado. Otros ejemplos importantes de prosa colonial son los escritos barrocos del colombiano Hernando Domínguez Camargo, también la famosa Respuesta a Sor Filotea de la Cruz (México, 1691) de Sor Juana Inés de la Cruz (1648-95), o los escritos también barrocos de Carlos de Sigüenza y Góngora (1645-1700). En algunos de estos textos no es difícil percibir ya una clara actitud americanista, que dominará después todo el siglo XIX y también la primera mitad del XX. Las luchas independentistas traen nuevas preocupaciones ideológicas y políticas, las cuales por supuesto se convierten en el tema fundamental de la literatura Latinoamericana a partir de 18l0, y el ensayo por su idiosincrasia reflexiva y concientizadora es el texto más idóneo para expresar los conflictos y las preocupaciones de este momento histórico tan convulso. Se levantan voces que hablan de la tolerancia religiosa, de los derechos individuales, de la libertad intelectual y la sociedad igualitaria y republicana.. El espíritu de la Ilustración se muestra en todo su alcance ya que circulaban -aún cuando en forma clandestina- libros de orientación moderna: la Encyclopédie, obras de Bacon, Descartes, Copérnico, Gassendi, Boyle, Leibniz, Locke, Condillac, Buffon, Voltaire, Montesquieu, Rousseau, Lavoisier, Laplace. Pertenece a este momento nuestros precursores, en primer lugar el Libertador Simón Bolívar (1783-1830) no sólo por sus proclamas y

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El Ensayo en Hispanoamerica

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EL ENSAYO EN HISPANOAMÉRICA

(…) Los más remotos orígenes del género en Hispanoamérica se trasladan a la época colonial. Algunas Crónicas de Indias las podemos considerar como ensayos, sobre todo con las que se puede establecer cierta relación literaria. Tenemos a Cristóbal Colón (c. 1451-1506) con sus cartas, diarios de navegación y relaciones breves, igualmente los Naufragios y comentarios de Alvar Núñez Cabeza de Vaca (1507-155-9) y la Historia verdadera de la Nueva España de Bernal Díaz del Castillo (1496-1585), soldado de Hernán Cortés. Son especialmente importantes Los Comentarios reales del Inca Garcilaso de la Vega (1539-1616) mestizo, hijo de un capitán extremeño y de una princesa incaica y la Nueva crónica y buen gobierno del peruano Felipe Guamán Poma de Ayala (c. 1534- ...) entre otros. Haciendo la advertencia que estas crónicas se escribieron sin propósito literario confesado. Otros ejemplos importantes de prosa colonial son los escritos barrocos del colombiano Hernando Domínguez Camargo, también la famosa Respuesta a Sor Filotea de la Cruz (México, 1691) de Sor Juana Inés de la Cruz (1648-95), o los escritos también barrocos de Carlos de Sigüenza y Góngora (1645-1700). En algunos de estos textos no es difícil percibir ya una clara actitud americanista, que dominará después todo el siglo XIX y también la primera mitad del XX.

Las luchas independentistas traen nuevas preocupaciones ideológicas y políticas, las cuales por supuesto se convierten en el tema fundamental de la literatura Latinoamericana a partir de 18l0, y el ensayo por su idiosincrasia reflexiva y concientizadora es el texto más idóneo para expresar los conflictos y las preocupaciones de este momento histórico tan convulso. Se levantan voces que hablan de la tolerancia religiosa, de los derechos individuales, de la libertad intelectual y la sociedad igualitaria y republicana.. El espíritu de la Ilustración se muestra en todo su alcance ya que circulaban -aún cuando en forma clandestina- libros de orientación moderna: la Encyclopédie, obras de Bacon, Descartes, Copérnico, Gassendi, Boyle, Leibniz, Locke, Condillac, Buffon, Voltaire, Montesquieu, Rousseau, Lavoisier, Laplace. Pertenece a este momento nuestros precursores, en primer lugar el Libertador Simón Bolívar (1783-1830) no sólo por sus proclamas y correspondencia, sino también por su sentido de lo estético que está reflejado en algunos textos que le pertenecen. Muy leídas son las cartas y escritos de don Francisco de Miranda (1750-1816). Igualmente Simón Rodríguez, el maestro del Libertador (1771-1854) lo podemos incorporar dentro de los pioneros del género junto a Andrés Bello (1781-1865) por sus escritos sumamente reflexivos. Estos son los precursores de los escritores, pensadores y más específicamente, ensayistas que buscaban la emancipación mental. Ya que con la independencia no sólo se quiso cancelar el gobierno colonial sino que estos hombres se esforzaron por expresar una nueva ideología. Casi todos ellos son hombres de pensamiento y de acción, fecundos y enormemente influyentes.

Le continúa un grupo de escritores que hemos deseado reunir en un solo bloque porque integran cronológica e ideológicamente el momento más significativo del desarrollo de un pensamiento americanista. Entre los primeros tenemos a Domingo Faustino Sarmiento (1811-1888), Juan Montalvo (1832-89), quien aparte de escribir sobre la realidad americana, escribe ensayos al estilo de Bacon con títulos como "De la nobleza", "De la belleza en el género humano", "Los héroes" (Simón Bolívar), "Los banquetes de los filósofos". Igualmente debemos

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destacar a Eugenio María Hostos (1839-1903) y Manuel González Prada (1844-1918). Recordemos también a Manuel Ugarte y los hermanos García Calderón. Va surgiendo la preocupación de una expresión típicamente americana: elaboración de un pensamiento, que sin desligarse de los contenidos universales, reflejan un modo de ser, de reaccionar frente a las cosas, arraigo de ideas.

Hay que entender pues ese inicial auge del ensayo como un fenómeno asociado a la realidad social-histórica de un continente que quería cobrar total autonomía tanto política como cultural frente a España. Esto explica que el ensayo moderno surge en América antes que en la Península: aparece sobre todo como una necesidad y un instrumento de la búsqueda de la identidad y expresión original de las nuevas naciones. Este aspecto ha quedado como una constante permanente en el ensayo y el pensamiento de los escritores hispanoamericanos más destacados. Como lo afirma José Miguel Oviedo (Breve historia del ensayo hispanoamericano, p.22), "hay una clara línea que va del Facundo (1845) de Domingo Faustino Sarmiento al Martín Fierro (1872) de José Hernández y de éste a Don Segundo Sombra (1926) de Ricardo Güiraldes", y continúa diciendo que "el influjo de El laberinto de la soledad (1950) de Octavio Paz sobre la novela mejicana es también evidente, así como el magisterio de reyes sobre algunos poetas contemporáneos de su país. Hay una viva interrelación entre los géneros que se cultivan en Hispanoamérica, y en esa red de estímulos y ecos es de justicia reconocer el papel seminal que cumple el ensayo..."

Al tiempo surge un pensamiento que reacciona frente a los bárbaros del norte. Se empieza a tomar partido por lo latinoamericano. Martí abogó por una expresión literaria hispanoamericana libre y verdadera, pero a la vez se mostró atento a las aportaciones de otras culturas. Independencia a conciencia. Rubén Darío acertó a resumir un clamor continental que fue muy importante para la formación de una conciencia latinoamericana, igualmente José Enrique Rodó en su Ariel (1900).

Este pensamiento se entreteje con el positivismo (surgido también hacia fines del siglo XIX) y su adopción en Latinoamérica, favorecida por el éxito de las teorías de la ciencia se desplegó en todos los campos del conocimiento: la filosofía, la educación, la psicología y hasta las manifestaciones artísticas y literarias, y sobre todo las históricas. Paralelamente con el positivismo, el modernismo cobra vigencia literaria y posibilita el trabajo del escritor venezolano Manuel Díaz Rodríguez (1871-1927), quien con sus signos llenos de sugestiones publica Camino de perfección (1908), modelo que la prosa modernista del momento. Recordemos que luego, el también venezolano Rufino Blanco-Fombona (1874-1944) escribirá su diario Camino de imperfección, en un juego de los destinos que se bifurcan pero que paradójicamente confluyen en un interés común, la preocupación por América. Igual carácter americanista tendrán los ensayos del dominicano Pedro Henríquez Ureña, el maestro mejicano Alfonso Reyes y nuestro Mariano Picón Salas.

Acerca del ensayo contemporáneo hispanoamericano, mientras la poesía se fue renovando, la literatura en prosa adquirió las formas más variadas. Las que predominaron fueron las del ensayo y la ficción (novela y cuento). Y este ensayo continuó en algunos escritores en torno del problema de comprender a América que estaba unida a la protesta contra la agresividad de la política norteamericana que ya se había dado a comienzos de siglo con la mayoría de los ensayistas mencionados, lo cual creó un clamor continental y no debe ignorarse su importancia para la formación de una conciencia latinoamericana. Pero igualmente el ensayo se abrió hacia lo político nacional, y el nuevo rumbo se marcó sobre todo por lo estético lo literario, y en algunos casos por lo universal. Algunos nombres: Jorge Luis Borges (1899-1986),

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José Lezama Lima (1910-1976), Alejo Carpentier (1904-1980), Miguel Ángel Asturias (1899-1974), Julio Cortázar (1914-1984), Octavio Paz (1914). La lista es grande, pero demuestra la vitalidad de un género atento tanto a las preocupaciones estéticas como a las sociales, políticas y culturales de cada hora.

CONOCIENDO A DOS AUTORES Y SU OBRA

JOSÉ MARTÍ.

La Habana, 1853 - Dos Ríos, Cuba, 1895) Político y escritor cubano. Nacido en el seno de una familia española con pocos recursos económicos, a la edad de doce años José Martí empezó a estudiar en el colegio municipal que dirigía el poeta Rafael María de Mendive, quien se fijó en las cualidades intelectuales del muchacho y decidió dedicarse personalmente a su educación. El joven Martí pronto se sintió atraído por las ideas revolucionarias de muchos cubanos, y tras el inicio de la guerra de los Diez Años y el encarcelamiento de su mentor, inició su actividad revolucionaria: publicó una gacetilla El Diablo Cojuelo, y poco después una revista, La Patria Libre, que contenía su poema «Abdalá». A los diecisiete años José Martí fue condenado a seis de cárcel por su pertenencia a grupos independentistas. Realizó trabajos forzados en el penal hasta que su mal estado de salud le valió el indulto. Deportado a España, en este país publicó su primera obra de importancia, el drama Adúltera. Inició en Madrid estudios de derecho y se licenció en derecho y filosofía y letras por la Universidad de Zaragoza. Durante sus años en España surgió en él un profundo afecto por el país, aunque nunca perdonó su política colonial. En su obra La República Española ante la Revolución Cubana reclamaba a la metrópoli que hiciera un acto de contrición y reconociese los errores cometidos en Cuba. Tras viajar durante tres años por Europa y América, José Martí acabó por instalarse en México.

Allí se casó con la cubana Carmen Sayes Bazán y, poco después, gracias a la paz de Zanjón, que daba por concluida la guerra de los Diez Años, se trasladó a Cuba. Deportado de nuevo por las autoridades cubanas, temerosas ante su pasado revolucionario, se afincó en Nueva York y se dedicó por completo a la actividad política y literaria. Desde su residencia en el exilio, José Martí se afanó en la organización de un nuevo proceso revolucionario en Cuba, y en 1892 fundó el Partido Revolucionario Cubano y la revista Patria. Se convirtió entonces en el máximo adalid de la lucha por la independencia de su país. Dos años más tarde, tras entrevistarse con el generalísimo Máximo Gómez, logró poner en marcha un proceso de independencia. Pese al embargo de sus barcos por parte de las autoridades estadounidenses, pudo partir al frente de un pequeño contingente hacia Cuba. Fue abatido por las tropas realistas cuando contaba cuarenta y dos años. Martí es, junto a Bolívar y San Martín, uno de los principales protagonistas del proceso de emancipación de Hispanoamérica.

En cuanto a su obra literaria, además de destacado ideólogo y político, José Martí fue uno de los más grandes poetas hispanoamericanos y la figura más destacada de la etapa de transición al modernismo, que en América supuso la llegada de nuevos ideales artísticos. Como poeta se le conoce por Ismaelillo (1882), obra que puede considerarse un adelanto de los presupuestos modernistas por el dominio de la forma sobre el contenido; Versos libres (1878-1882), La edad

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de oro (1889) y Versos sencillos (1891), esta última decididamente modernista y en la que predominan los apuntes autobiográficos y el carácter popular.

En "A mis hermanos muertos" el 27 de noviembre (1872), publicado durante su destierro en España, Martí dedica sus versos a los estudiantes muertos en una masacre acaecida en aquella fecha. Su única novela, Amistad funesta, también llamada Lucía Jérez y firmada con el pseudónimo de Adelaida Ral, fue publicada por entregas en el diario El latino-Americano entre mayo y septiembre de 1885; aunque en su argumento predomina el tema amoroso, en esta obra de final trágico también aparecen elementos sociales. Entre sus obras dramáticas destacan Adúltera (1873), Amor con amor se paga (1875) y Asala. También fundó una revista para niños, La Edad de Oro, en la que aparecieron los cuentos "Bebé y el señor Don Pomposo", "Nené traviesa" y "La muñeca negra", y colaboró con diversas publicaciones de distintos países, como La Revista Venezolana, la Opinión Nacional de Caracas, La Nación de Buenos Aires o la Revista Universal de México. Cronista y crítico excepcional, hizo de muchos de sus textos auténticos ensayos, algunos de carácter revolucionario como "El presidio político en Cuba" (1871) -de gran fuerza lírica-, "El Manifiesto de Montecristi o su Diario de campaña". Sus Obras completas (1963-1965) constan de 25 volúmenes.