el ensayista su deuda

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Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. RES EÑA S t os afo rtun ados. Uno esper aría un p oco menos de inge nuidad narrati- va , y que el te mpe r ame n to de arti s- ta que h ay en Jo r ge Alber to Na ra n- jo se pusiera en equilib ri o co n s u te mp eram en to de int el ec tu al, pa ra qu e, de la ma n era par al ela que de- amos a tr ás, nos e n tregara alg ún día un a obra de art e inobjetabl e, para cu ya cel eb ración, h abr emos de te- ner, s in d ud a, el corazón dis pu es to. F ER N AND O H ERRERA ME Z El ensayista y su deuda El ensayo. Entre la aventura y el orden Jaime Alberto Vélez Ta u(us, Bogo tá, 2000, ro7 págs. El ens ayo par ece un ne ro hu é rfa- no de c rítica en Col ombia. Sa lvo el ar t íc ulo de l pr op io Vélez en El M alp en sa nte ( núm . 2) y los prólo gos a las antologí as de ens ayo colo mbia- no el aborad as por Juan Gu stavo Cobo Bo rd a, en as odo c on Jo rge El iécer R uiz. en 1 976, y la de Ó scar Tor res p ubli cada po r la I mpr en ta Nacio nal en 1997, poco se ha re fl exio- n ad o re ci e nt eme nte sobr e el as un to. D esde un punt o de vista pe da gógico -cómo en seña r a escribirlo s- lo ha int e nt ado bajo una visión pr ece ptiva, h oy ana cró ni ca, Fe mand o Yás quez (Oficio de mae stro, 2000 ). P roba bl emente la gente ten ga cla- ro qué es y mo se ha ce -e n lo b ás i co- un cue nt o o u n po ema. Pero un ens ayo par ece se r otra c osa. Pensar en esc rib ir los ya oca si ona un dolor de cabeza. Ti e ne qu e ve r c on ello que los hábitos de e sc ritura en el me dio c ol o mbia no -sob re to do en la esc ue la p rim aria y sec .u n d a- ria - tie nd en a valorar el texto na rr a tivo , la anécdota, la creación de his to rias, pe ro no el pensa mi ento, la arg ument a ció n. Y el problema no es de definici ones. Los man u ales a l u so los tr aen en ca nt idad y sólo di fi eren en si el ens ayo es un género obje ti- vo o s ubje ti vo. su extens ión fre nt e al tr a ta do o la tesi s. su es tru ctura (hipót es is-t esis-s ínt esis). sus re pr e- sent ant es más de st aca d os . Pero la an gus tia persiste. Ya vo lveremos so- br e es to . ( ¡ ! 1 1 . 1 1 1 ' Dividi do en cinco part es, es te li- b rito de Ja im e Alberto V éle.z es una fati go sa di se rt ac n per so nal -ex- c es i vame nt e per so n a l- sobre el en- sayo. El prime r ca pít ul o es un h o- menaje a M ont ai gn e, el cr ead or del géne ro . Es tedi oso . No hay co nf ron - ta ción o ac tua lizac ión s ino per ma - nente hala go . Yél ez p asa por al t o. o mpi ca me nte , las inv es tig ac ion es s obr e M ontai gne -e n particular la m on um ental de Hu go Frie dri ch (Montaign e, 1949)- y cae en los lu- g ar es co m un es ("s u método resid ía en el as om bro y la curi os id ad. no en la ve r ifi cac n po s it ivis ta ") . L as imp r ecision es conce ptual es son rei- te ra das. Vé lez dice, por cit ar un solo caso: "A p es ar de que Mont aigne se mos trab a int er esad o en la cie nci a y en la int e rpret ac n del comporta - mi ento hu m ano, su sq ueda se diri - gía m ás a lo exc epcional y a Jo único que a la no rma gene ral ''. Pe ro si l ee- mos con at ención el me ncio n ado Li - bro de Fri edrich, verem os que lo que Vél ez llam a "exce pcional y ún ico ''. en ve rd ad es un a for ma de h umani s- mo epicúr eo. Afirm a F ried rich: " P o- demos califi ca r los Ensayos de pi e- za m aes tr a de la cienc ia mo ral m od e rn a" . Los d escon oc imient os del co nt ex to histó rico o id eol ógico . . s1empre se pagan co n tm pr ec ss JOn es y va guedad es . ENSAYO Lu ego le int er esa seguir la hu ella qu e dejó el esc ritor franc és en Eu- r opa . E ncue n tr a su herencia ase nta - da , pri nc ip al me nte , en Inglate rra. Cómo se dio es ta me diación his ri- c o-s ocialme nt e no que da claro, pe ro dig amos en fa vo r de en riquecer la discusión que fu e el peri odo i sa be- lino (1558- I 603), c on t odas sus tor- me nta s políti cas y c on el fo rtal eci- mie nt o del pro t es ta ntis mo , e l qu e per mit lu ego s ur gir un am bie n te propicio para la Lib re ci rcul ación de l as ideas. El en sayo ne ces it a de las ideas com o el cue nto de las his torias o la poes ía de las i ge nes. Es evid e nt e qu e a Vélez le gus- tan l os ensayist as in gl eses (D ryd en, Johnson, C ol e ri dge, L am b , D e Quince y. Orwell) y qui er e hac e rnos co mpa rt ir su p asió n, pero no lo lo- gra . Ti ende a se r miméti co y a no darl e op ciones al lect or de c ompa r- tir su ex periencia co n al n t ipo de re alida d ce rcana qu e lo t oq u e. No es lo mi smo ha blar del ap ogeo de la ép oca is ab e lin a dur a nte el siglo XVI qu e de un a Colom bia d egrad ada p or la viole ncia a la q ue es n eces ario pe nsar en con ce ptos. El en sa yo - vi sto a tra vés de los o jo s d e Vél ez- es al go así como un d ino- s auri o al que no h ay que toca r s ino admira r. V élez nos na rr a u n va ivén de ané cdotas sobre las vicis itud es del ens ayo y de L os ensayista s, pero es evide nt e qu e no h ay a rt icul ac ió n o r- ni ca del di sc ur so y se pier de en gl osas. U n eje mp lo de e llo es la men- c n a Voltair e. Lo resa lta como en- sa yis ta -s u Diccionario fil osó fico (1764)-. lo qu e es cuestion ab l e, y nos Jo pr ese nt a c om o el p rim er gran int e lectual mode rn o ( por qué o en o posic ión a q u é, no lo d i ce). Qué tie- ne q ue ver es to co n lo qu e d ecí a m ás arri ba (ve a hablando de l as virtu - d es de Mont aign e) no qu eda clar o y lo que viene lu ego. me nos (l as pr e- te nsi. on es enciclopé dic as del aut or de los Ensayos). Da la impr es ión de qu e quiere d ecir varias cosas al mi s- mo tie mp o, pero es ta es trat eg ia d iscur siva exige un mane jo es tilístico y es tructur al de c uidado -so r iesgo de a par ece r d eso rd en ad o e inco h e- rente- y Vél ez fr acas a en el intento. [ t 1 sl brought to you by CORE View metadata, citation and similar papers at core.ac.uk provided by Banco de la República

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R ES EÑA S

tos afortunados. Uno espe raría un poco m e nos d e ingen uidad narrati­va, y que e l temperamen to de artis­ta que h ay en Jorge A lbe rto Naran­jo se pusiera e n eq uilib rio con s u te mperam ento de inte lectua l, para q ue, de la manera parale la q ue de ­cíamos atrás, nos entregara algún día un a obra de arte inobjetable, par a cuya celebració n, habremos de te ­ne r, sin d uda, e l cor azón dispuesto.

F ER N AND O H E R R E R A

G ó ME Z

El ensayista y su deuda

El ensayo. Entre la aventura y el orden Jaim e Alberto Vélez Tau(us, Bogotá, 2000, ro7 págs.

E l ensayo parece un gén ero hué rfa­no de crítica en Co lombia. Salvo e l art ículo de l propio V é le z e n El M alpensante (núm. 2) y los pró logos a las antologías de ensayo colombia­no e laboradas por Juan Gust avo Cobo Bord a, en asodo con Jo rge Eliécer R uiz. en 1976, y la de Ó sca r Tor res p ublicada por la Impren ta Naciona l en 1997, poco se ha re flexio­nado recientemente sobre e l asunto . Desde un punto de vista pedagógico -cómo enseñar a escribirlos- lo ha intentado bajo una visión preceptiva, hoy anacrónica, Femando Y ásquez (Oficio de maestro, 2000 ).

Probablemen te la gente tenga cla­ro qué es y cóm o se h ace -en lo básico- un cu e nto o u n poem a . Pero un ensayo p arece ser otra cosa. Pen sar en escribirlos ya ocasiona un dolor de cabeza. Tiene que ve r con e llo que los hábitos de escritura e n e l medio colombiano -sobre to do en la escue la p rimaria y sec.u nd a­ria- ti e nden a v a lo r a r e l te x to n arra tivo, la anécd ota , la creación de historias, pero no e l pensamiento , la ar gumentación. Y e l problem a no es de definiciones. Los manuales a l uso los traen en ca ntidad y sólo d ifie ren

en si e l ensayo es un gé ne ro objet i­vo o subjetivo. su extensión frente al tra tado o la tes is. su estr uctura (hipó tesis-tesis-síntesis). su s repre­sentantes más destacad os. Pe ro la angustia persiste. Ya volveremos so ­bre esto .

( ¡ ! 1 1

-~ . 1 1

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D ividido en cinco partes, este li­brito de Ja ime Albe r to V éle.z es una fatigosa d isertación pe rsona l -ex­cesivamente persona l- sob re e l en­sayo. E l primer cap ítulo es un h o­me naje a Montaigne, e l creador de l géne ro . Es ted ioso. No h ay confron­tació n o actualizació n sino pe rma­ne nte ha lago. Yélez pasa por alto. o límpicamente, las investigacion es sobre Montaigne -en part icular la m onume n ta l d e Hug o Friedrich (Montaigne, 1949)- y cae e n los lu­gares com unes ("su mé todo residía en e l aso mbro y la curiosidad . no en la ve r ificación positi vis ta") . L as imprecisiones co ncep tuales son re i­te radas. Vélez dice, por cita r un solo caso : "A pesar de q ue M ontaigne se mostraba interesado en la ciencia y en la inte rpre tación de l co mporta­mie nto humano, su búsqueda se diri­gía más a lo excepcio nal y a Jo único que a la norma general '' . Pero si lee­mos con atención e l mencionado Li­bro de Fried rich, ve remos q ue lo q ue Vélez llama "excepcional y único' '. en ve rdad es una for ma de humanis­mo epicúreo. Afirma F ried rich: " Po­d em os calificar los Ensayos de pie­za m aestra d e la c ie nc ia mor a l m ode rna". Los desco nocim ie n tos de l co ntexto histórico o ideológico . .

s1e mpre se paga n con tmprecssJOnes y vaguedades.

ENSAYO

Luego le inte resa seguir la hue lla que dejó el escritor francés e n E u­ropa. E ncue ntra su her encia asenta­da, principalmente , e n Ingla te rra. Cómo se dio esta mediación históri­co-socialmente no queda claro, pe ro digamos en favor de enriquece r la discusión que fue e l periodo isabe­lino (1558- I603), con todas sus tor­mentas políticas y con e l for taleci­miento d e l protestan tismo, e l que pe rmitió luego surgir u n am biente pr op icio p a ra la Libre circulación de las ideas. E l ensayo necesita de las ideas como el cuento de las historias o la poesía de las imágenes.

E s evidente que a V é lez le gus­tan los ensayistas ingleses (D ryden , J o h ns o n , C ol e rid g e , L am b , D e Q uincey. Orwell) y quiere hacernos comp artir su pasión, p ero no lo lo­gra. Tien de a ser m imé tico y a no darle o pciones al lec tor de compar­tir su expe rie ncia con algún t ipo de realidad cercan a que lo toque. No es lo mismo hab la r de l ap ogeo de la época isabelina durante e l siglo XVI que de una Co lo mbia degradad a por la violenc ia a la q ue es necesa rio pens a r e n co ncep tos . E l e nsayo - vis to a tra vés de lo s o jos d e Vélez- es algo así co mo un dino­saurio al q ue no hay que tocar sino admirar.

Vélez no s n a rra u n va ivé n d e anécdotas so bre las vicisitudes de l e nsayo y de Los ensayistas, pe ro es evidente que no hay articulació n o r­gánica de l discurso y se pie rde en glosas. U n ejemplo de e llo es la men­ción a Volta ire. Lo resalta como e n­sayista -su Diccionario filosófi co (1764)-. lo que es cuestionable, y n os Jo presenta como el primer gra n inte lectu al moderno (por q ué o en oposición a q ué, no lo d ice). Q ué tie­ne q ue ver esto co n lo que decía más arri ba (venía hablando d e las virtu ­des de Monta igne) no qued a claro y lo q ue vie ne luego. me nos (las pre­te nsi.ones enc iclo pédicas de l auto r de los Ensayos). Da la impresión de que quie re decir va rias cosas al mis­mo tie mpo , p e ro es ta es t ra teg ia d iscursiva exige un manejo estilís tico y estructural de cuidado -so riesgo de aparecer desordenado e incohe­rente- y Vélez fracasa e n e l inte nto .

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k Ja ocn~ tón JI..' hablar J e la "ver­ho~ rdad e tnt ran!:>igencia colombia­na··. En tunees. ahora. le tntert' sa di ­' agar :.ohrc el retorici mo nacional. Luego diva!!a sohre la revista MiLo. En lin . un carrusc· l loco. Es patente ad yue d libro no tuvo c..:di to r o. si lo tu vo. lue más hien complaciente . Éste cs c..:l tipo de..: párrafos que el edito r debe resa ltar e n rojo para ser corre­gidos o expulsados del corpus de l li­bro. así el autor se ponga bravo.

Volviendo al cap ítulo segundo -<!n e l q ue Vélez revisa algunos as­pectos formales de l géne ro-. éste aparece repleto de gene ralid ades y contradicciones. En una parte dice que el "ensayis ta ama la li be rt ad , mic.:ntras e l estudioso y e l c rítico ve­ne ran e l orden·· . D espués. e n o tra . se contradice y a firm a que e l ensayo se mueve e ntre " la cie ncia y la opi­nió n. entre e l rigor lógico y la lite r a­tura. entre la belleza y la verdad". Po r mo me ntos quie re ser e nfá tico, pero resu lta recurre nte (''El e nsayis­ta no comunica la ve rdad. sino su búsqueda"). Un aprendiz de e nsa ­yis ta abri rá los ojos an te expresio­nes com o: "Con cada página escri ­ta. e l e ns ayis ta va m <:ís a ll á de sí mis m o: osci la p e rmane nte me nte e ntre la aventura y e l o rde n. Su ra­LÓn d e ser reside e n e l mo vimiento , e n la p rogresión continua ". pe ro dará igual. porque es to no le dirá nada. Vé lez logra se r insustancial sin quere rlo. Po r tratar de ser to le rante y amplio en la de te rminación de qué es y no es un e nsayo, acaba po r con­fundir más . Borges. con razón , ya señaló que las enume raciones dis­traen a l lecto r. pues le po ndrá a te n­c ión a la primera, pe r o a la segunda o te rce ra ya je ra rquizar á toda la in­fo mlación de mo do secundario. El

[ 1 16]

aprt:nJtt. ·'"1. nu '"cad nad;1 en ltm­f11 0 . qu ~.· <.bra asu$ taJo y ve ra la c~­

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Lo pe lig roso de plantear de for­ma am bigua la definición de e nsayo es q ue se cae e n la circularidad. Nada deviene en a lgo concre to . Todo es e nsayo y nad a es e nsayo. Ello se re ­lacio na con que Vélez conside ra e l e nsayo un géne ro que exige destre­zas estilísti cas, sobre todo. lnclu. o las caracte rísticas d e l gé ne ro que enume ra son forma les: imaginació n , b ue n humor. inte lige ncia, modesti a . Pe ro e l e nsayo. funda me ntalmente. es un tipo de texto adec uado a la presentación de conceptos. H egel lo dijo e n La fenomenología del espíri­w : "El pe nsamiento auténtico se e xpresa e n conceptos". Pe ro p ara lograr pe nsar e n conceptos es fun ­dame nta l fortalecer e n e l ámbito escolar y unive rs ita rio e l pensa­mie nto a rg ume nta tivo. Cóm o lo­gra rlo es una ta rea institucional que implica cambios a diverso nivel : en e l concepto de escritura que t ienen la escue la, e n los currículos, e n las prioridad es e n la e nseñanza de Ja le ngua y e n los fin es d e la educa­ción . Aquí hablamos d e un sis tem a escolar ilustrad o que propicie la crí­tica , y ésta. a su vez, la mayoría d e edad en el pe nsam iento: ''La ilus­tración - dice Kant- es la salida de l ho mbre d e su condición de me ­nor de e d ad de la cual é l mismo es culpable. La minoría de edad es la incapacidad de servirse de s u pro-

pit' c ntc n<.Jimil!ntl' si n la dirección J e n tro .. .

A l no se r un g.c ne rLl L'St ilísti co . s ino una cstratcgi<\ discursiva para exrH,)llCr ideas de fo rma sis temá tica. crítica y pokmica. l'l c.:nsnyo exige r.:l d esarrollo d e compe te nc ias prc­''ias. Ya señalamos una: la importan­cia t.k desar ro lla r el pensamie nt o a rgume ntat ivo. P~ ro también es fun­d a m en tal aprc nd~r a pe nsar de m<.)do problém it:o. Todo e nsayo sur­ge del planteamie nto de un proble­ma. Esto cs. resulta necesario que d e nsayista novato aprenda a inte rro­ga r. a ha~cr preguntas problémicas. E l e nsayo no es un género autistu, s ino dia loga l. Se escribe n e nsayos para cuestio nar, am pliar o r evisar puntos de.:: vista ante riores. E sto exi­ge.en consecue ncia. dcs tre:?.as inves­tiga tivas de consulta . Un ritmo d e lectura rá pido para seleccionar y re­sumir opiniones de o tros autores que han tra tado el mismo tema. Igual­mente, habi lidades pa ra apre nde r a ci tar. a clasificar y o rganiza r o pinio­nes e n esque mas expositivos y, por s upuesto - t iene razón e l profesor V é lez-. capac idades para "escribir bien" (que tambié n es una expresión problemática). Pe ro lo que no está p revio. lo que no ha sido construi­do , aprendido. no apa recerá e n e l papel. Po r eso es que los textos que los estudian tes entregan e n las uni­ve rsid ades no son e nsayos sino re­súmenes, pa rá frasis. "fusilad as" de libros o de inte rne t , o a lo sumo ar­tíc ulos d e opinión (" Yo pie nso que .. .''. En los e nsayos nunca se ha­bla en primera persona).

Al tener carácte r dialogal , e l en­sayo exige invest igación previa , cotejación y valoración de fuentes. Y un e leme nto innovador: de todo ensayo esp e ra mos que aporte algo nuevo en la comprensión de un pro­blema. ¿D e qué vale leer otro ensa­yo que repita lo mismo, por ejem­plo, sobre si L eón de Greiff era vanguardis ta o no, si ya Gilbe rto Loaiza o Hubert Po ppello han acla­rado m ejor ? V é lez tie nde a pasar por alto esta ca racterística. Involun­tariamente le da paso al e nsayo poé­tico, tan cuestionado hoy; es decir, e l ensayo donde e l autor se autorre-

80 1 ll fl'l C. U l 1 U«Al Y OJIIJ l() ff iÁ fiC. U . VOL )8 . ,., Ó W _ S~ . 1.00 f

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Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.

RE SEÑ A S

fere ncia. donde no hay conceptos sino imágenes. Son los casos de O ctavio Paz en El ogro filantrópico ( 1 974), en el que descaradamente se " pasa por la galleta" la investigación antropológica e hist órica sobre la cuestionada "identidad latinoameri­cana ·· y los estudios sobre la Revo­lució n Mexicana. o nuestro provin­ciano E stanislao Zule ta e n Lógica y crítica (1996), donde no habla de fi­losofía griega, sino de sí mjsmo. de sus limitaciones como lector. Inclu­sive Vé lez deduce las limitacio nes del "ensayo autista" -como él lo lla­ma-, pe ro no saca las consecuen­cias cuando critica ensayos escritos por profesores de facultades de lite­ratura, repletos de jerga derrideana, lacaniana y foucault iana, esto es. la posconfusión (como la U ama Héctor Abad Faciolince).

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E l capítulo tres del libro. "El en­sayo colombiano: un curioso e ntre­tenimiento para tres o cuatro perso­nas en un siglo", es un fraude. Vélez no investigó o lo hizo mal. Por man­tener su tesis acaba violando reglas académicas. Por ejemplo. investigar integralmente un problema. E n su recorrido por el ensayo colombiano del siglo XX, cita parcialmente a u­tores enumerados en las antologías de Cobo y Óscar Torres, pero su pre­ocupación central es Ba ldomero Sanín Cano. Luego e l título de este capítulo debería ser " Sanín Cano, ensayista". Además lo valo ra en ex­ceso en demérito de Rafael Maya, cuando es importante insistir en que Sanín escribió libros flojos - L etras colombianas (1944)- y Maya tiene indudables aciertos: sus ensayos so­bre l saacs, Silva, Vargas Vila y To-

más Carrasquilla. También comete un e rro r al r esaltar la supues ta apolit icidad de Sanín Cano. Al con­trario. Sanín estuvo vinculado a l cuerpo diplo mático en varias perio­dos, fue li beral santista (partidario de Eduardo Santos e incluso e n una época de Jorge Eliécer Gai tán), lo que Le acarreó una disputa áspera con Laureano Gómez

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V élez se queja de la precariedad de l ensayo en Colombia en Ja pri­mera mitad del siglo XX, pero no describe las causas del fe nómeno -la más evidente es la ausencia de universidad o la trivialización a la que había llevado el género Germán Arciniegas-. Menciona circunstan­cialmente a He rnando Téllez, pe ro no critica sus trabajos ensayísticos. Menos se espere análisis de la obra crítica de Jorge Zalamea, de Ernes­to VoJkening, de H e rnando Valen­cia Goelkel o de Rafael Gutiérrez Girardot, por mencionar algunos reconocidos.

Además reduce el ensayo colo m­biano al e nsayo lite rario. Pe ro es evid e nte que ya hay e nsayis tas -buenos y malos- en otros ramos: e n historiografía Jorge Orlando Melo, e n de recho Carlos Gaviria Díaz, e n sociología política H ernan­do G ó mez Buendía , e n econo mía Ju an Luis Londoño o Sa lomón Kalmanovitz, por citar autores re­cientes. Tampoco es preciso aJ seña­lar -en el capítulo cuatro- a Luis Tejada como e nsayista. El artículo que incluye como e nsayo habitual­mente es considerado una cró nica. o al me nos asf lo hace Cobo Bo rda en la recopilación de la obra per io­dística de Tejada, y Maryluz Vallejo M . en La crónica en Colombia: me­dio siglo de oro ( r997).

DUL f! l(N 4. Ul TU R A L- Y BIOI~ Ill t; a /.f'l lU • \.UI '\K . tofO t.• 5K . !VO l

ENSAYO

Jaime Alberto Vélez, después de este libro, queda e n deuda con sus lectores. No nos quede duda de que

' repensa ra su tarea.

CARLOS SÁN C HEZ LO ZANO

Ensayo sobre al ensayo

El ensayo. Entre la aventura y el orden Jaime Alberto Vé/ez Taurus, Bogotá, 2000, 107 págs.

El más humano de los géneros

"El ensayo no es un artículo, ni una meditación, ni una reseña biblio­gráfica , ni unas me morias, ni una disquisició n, ni una diatriba, ni un chiste malo pero largo. ni un monó­logo, ni un relato de viajes, ni una seguidilla de aforismos, ni una ele­gía, ni un reportaje, ni ... No, un en­sayo puede ser cualquiera o varios de los ante riores" (El Malpensante, núm. 2). D e esta mane ra define Susan Sontag a ese "hijo pródigo" como un precipitado de o tras formas de escritura, es decir, lo define por lo que no es. Antidefinición que de alguna mane ra ya comienza por acercarnos a la complejidad del gé­nero. ¿O es que tampoco es un gé­nero? Según Sontag, es apenas un nombre, "el más sonoro de los nom­bres", " un contrabandista en los mundos de la filosofía y la polémi­ca" y. por qué no, un "excéntrico" en los mundos de la lite ratura.

Los ensayos van a parar a los li­bros si bien sue len iniciarse en re­vistas. En este caso, e l "ensayo so­bre el e nsayo '' de Jaime Alberto Vélez vio la Luz e n la revista E l Mal­pensante. núm. 8, de 1998. bajo el títu lo " El más humano de los géne­ros''. Como todo buen e nsayo, inci­tó a la discusió n y al debate. La po­lémica la planteó otro investigador. el pro fesor Carlos Sánchez Lozano. quien apuntó certeramente al afir­ma r q ue para Vé lez "es más impor-