el eco de los barrios

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ìlbao el eco de los barrios La Plaza del Funicular, centro del barrio (Fotos E. Moreno Esquibel) Castaños, el barrio más pequeño del distrito 2 Un barrio con ftmkular María Bengoa E ^ NTRE la ría y la Ciudad Jardín, ha- cia la ladera de Ar- J ixanda, se encuen- tra el barrio de Castaños, un entorno urbano cuyo carácter residencial disminuye a medi- da que se aleja de la ría. En las calles interiores -según se es - trechan las aceras, aumenta el bullicio y el número de talleres mecánicos- los tranquilos pa - seantes del Campo Volantín se convierten en ocupados ciuda- danos. La vida de barriada ad- quiere todo su sabor al llegar a la Plaza del Funicular, centro neurálgico de Castaños. Un pequeño mercado modernista, comercios de ultramarinos, ta- lleres de reparaciones y la esta- ción del funicular que comuni- ca Bilbao con Artxanda, en- marcan una plaza rectangular de escasos bancos y árboles donde los niños juegan con la misma placidez que en una pla- za de pueblo. En Castaños residen 5.906 bilbaínos, la mayoría mujeres (3.316). Sus escasas 17,85 hec- táreas de superficie cuentan Entre sus residentes, el ba- rrio alberga tanto a políticos del Gobierno vasco y el Con- sistorio bilbaino (Xabier Arza- lluz, Iñaki Anasagasti, Anto- nio Basagoiti y Rubalcaba vi- ven aquí) como a anónimas fa- milias de clase media. La calle Castaños, que se extiende en- El edificio modernista del barrio de Castaños, antiguo lavadero y hoy mercado, se construyó en 1910 con 178 edificios que dan cobi- jo a 2.415 viviendas. El barrio muestra marcadas diferencias arquitectónicas y sociales; al- gún palacete y las modernas edificaciones residenciales del Campo Volantín contrastan con as viviendas mucho más humildes de la calle Castaños o la Plaza Moraza, levantadas a principios de siglo en terrenos pertenecientes a la antigua An- teiglesia de Begoña. (La ane- xión tuvo dos fases: la primera en 1870 y la segunda en 1924). tre la de Tívoli y la plazuela de la Salve, pasando frente a la Plaza del Funicular, da nombre al barrio. A la calle, el nombre se lo dio Juan José Castaños, un almirante baracaldés que vivió en el smio XVII y prestó servicios en Handes, Inglaterra y las Indias occidentales. Paseo por excelencia Pero el barrio de Castaños tiene, además de la calle que le da nombre, otra vía emblemá- tica: el elegante paseo ribereño del Campo de Volantín, paseo por exce encia de Bilbao en la margen derecha. Poblado de »randes árboles, comienza en a Plaza de La Salve y finaliza al pie de la Casa Consistorial. Modernos edificios de pisos re- sidenciales sustituyen hoy a las mansiones del siglo XIX y sólo un edificio recuerda las villas

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Page 1: el eco de los barrios

ìlbaoel eco de los barrios

La Plaza del Funicular, centro del barrio (Fotos E. Moreno Esquibel)

Castaños, el barrio más pequeño del distrito 2

Un barrio con ftmkularMaría Bengoa

E^ NTRE la ría y la Ciudad Jardín, ha­cia la ladera de Ar-

J ixanda, se encuen­tra el barrio de Castaños, un entorno urbano cuyo carácter residencial disminuye a medi­da que se aleja de la ría. En las calles interiores -según se es­trechan las aceras, aum enta el bullicio y el núm ero de talleres m ecánicos- los tranquilos pa­seantes del Campo Volantín se convierten en ocupados ciuda­danos. La vida de barriada ad­quiere todo su sabor al llegar a la Plaza del Funicular, centro neurálgico de Castaños. Un pequeño mercado modernista, comercios de ultram arinos, ta­lleres de reparaciones y la esta­ción del funicular que comuni­ca Bilbao con A rtxanda, en­marcan una plaza rectangular de escasos bancos y árboles donde los niños juegan con la misma placidez que en una pla­za de pueblo.

En Castaños residen 5.906 bilbaínos, la mayoría mujeres (3.316). Sus escasas 17,85 hec­táreas de superficie cuentan

Entre sus residentes, el ba­rrio alberga tanto a políticos del Gobierno vasco y el Con­sistorio bilbaino (Xabier Arza- lluz, Iñaki Anasagasti, A nto­nio Basagoiti y Rubalcaba vi­ven aquí) como a anónimas fa­milias de clase media. La calle Castaños, que se extiende en-

E l edificio modernista del barrio de Castaños, antiguo lavadero y hoy mercado, se construyó en 1910

con 178 edificios que dan cobi­jo a 2.415 viviendas. El barrio m uestra marcadas diferencias arquitectónicas y sociales; al­gún palacete y las modernas

edificaciones residenciales del Campo Volantín contrastan con as viviendas mucho más humildes de la calle Castaños o la Plaza M oraza, levantadas a

principios de siglo en terrenos pertenecientes a la antigua A n­teiglesia de Begoña. (La ane­xión tuvo dos fases: la primera en 1870 y la segunda en 1924).

tre la de Tívoli y la plazuela de la Salve, pasando frente a la Plaza del Funicular, da nombre al barrio. A la calle, el nombre se lo dio Juan José Castaños, un almirante baracaldés que vivió en el smio XVII y prestó servicios en H andes, Inglaterra y las Indias occidentales.

Paseo por excelenciaPero el barrio de Castaños

tiene, además de la calle que le da nombre, o tra vía emblemá­tica: el elegante paseo ribereño del Campo de Volantín, paseo por exce encia de Bilbao en la margen derecha. Poblado de »randes árboles, comienza en a Plaza de La Salve y finaliza

al pie de la Casa Consistorial. M odernos edificios de pisos re­sidenciales sustituyen hoy a las mansiones del siglo X IX y sólo un edificio recuerda las villas

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Bilbao

aisladas del pasado burgués: el Palacio de Olabarri de La Sal­ve (1894), sede del Puerto A u­tónomo de Bilbao.

El paseo se ha visto embelle­cido en los últimos tiempos por una de las mejores vistas del recién in a u ^ ra d o Museo Guggenheim. Desde el Campo Volantín se contempla el im­presionante edificio de Frank Gehry que se levanta al otro la­do de la ría. Su perfil sinuoso se acentúa por el reflejo de una si­lueta móvil y cambiante que copian las aguas del Nervión. Desde junio, una nueva pasa­rela peatonal, el Zubizuri, de­bida al conocido arquitecto Santiago Calatrava, comunica el barno con Abando.

De las huertas que según Manuel Basas dieron nombre a la calle Huertas de la Villa, pa­ralela al paseo, no queda nin­guna. Hoy se alinean en esta vía de bucólico nom bre orde­nadas viviendas, muchas de re­ciente construcción. Tívoli cru­za en diagonal el barrio desde el Campo Volantín hasta Cas­taños. Epalza, Múgica y Bu­trón, Fontecha y Salazar, Tris- tán de Leguizamón y La Salve, recorren en sentido transversal las tres vías principales parale­las al paseo ribereño.

Puerta a ArtxandaEl centro del barrio es la Pla­

za del Funicular, estratégica­mente situada en mitad de la calle Castaños, en un entrante que desemboca en la calle Mandobide. Desde la plaza sa­le un transporte típico de Bil­bao, el fun i de A rtxanda, inau- gurdo en 1815. Sus vagones eran entonces de m adera y abiertos. El funicular sufrió un descenso drástico de viajeros cuando el polideportivo de Artxanda dejó de ser el único de Bilbao y cerraron otras ins­talaciones recreativas de la zo­na. Así y todo, el año pasado utilizaron este transporte casi400.000 viajeros. «A quí el que haga sol o no es decisivo. Según el tiempo, el número de viajeros se quintuplica. Un festivo pue­den llegar 1.000 personas y otros días no pasan de 200», ex- püca Lander Legorburu, un eventual que sustituye vacacio­nes de otros empleados. Por 95 pesetas, o 45 para tarifas redu­cidas, se puede llegar a Artxan­da en tres minutos. El cometi­do de Lander es despachar los billetes y abrir y cerrar la ba­rrera cuando va a salir el co­che. El vagón que sube se cru­za con el que baja. Cuando no hay viajeros, Lander mata el tiempo leyendo «aquí todo el m undo viene bien pertrechado con crucigramas, libros...». Tiene entre sus m anos un libro sobre la historia de Bilbao.

Al otro lado de la plaza don­de está la cabina de funicular en la que Lander curiosea so­bre la historia de Bilbao, hay un edificio histórico: el antiguo lavadero, hoy mercado. Data de 1910, cuando las viviendas carecían de agua corriente y se construían lavaderos públicos. Es una de las escasas muestras

El funicular de Artxanda, inaugurado en 1815, _____ transportó 390.081 viajeros en 1996_____

La calle Castaños da nombre al barrio, a la calle se lo dioun almirante baracaldés del siglo XVII

La carbonería de CastañosL.I.

A RI Carm en Arribas es la carbo-nera de Castaños. A unque ya no

'el ■ ‘M se dedica a la venta def mineral, así es como la conocen en el ba­rrio, ya que durante muchos años tanto ella como sus padres estuvieron al frente de una carbonería en la calle que da nom bre al barrio.

Hoy en día, todo el barrio conoce la lonja co­mo «la carbonería de Mari Carmen» y ella, pa­ra hacer honor a este nombre, abre todos los días la vieja persiana que descubre el interior de un negocio cuya antigüedad desconoce.

«Esto lleva aquí cantidad de años, pero no puedo calcular cuántos», se disculpa y aña­de: «Han pasado 60 ó 70 años desae que mis padre cogieron la carbonería». La lonja ocupa un bajo de uno de los muchos edificios cente­narios que abundan en el barrio, pero Mari Carm en no sabe exactam ente de cuándo data.

Hace dos años que dejó de vender carbón. «Esto tiende a desaparecer», explica. Tampoco abundan este tipo de negocios en Bilbao; «por descontado es la única carbonería del barrio, creo que hay otra por la zona de Doctor Areil-

za, pero no le puedo decir si siguen vendiendo carbón». «Como m e ha tocado trabajar toda mi vida, no m e he preocupado de los demás».

Es una persona muy querida en el barrio y conoce a todos sus vecinos: «yo saludo a todo pichichi», se regocija. Para ella no h ^ diferen­cias en tre la gente que vive en el Campo de Volantín y las calles adyacentes: «aquí todos somos m uy buenos amigos, hay de todo, por eso nos llevamos tan bien».

Mari Carm en está muy orgullosa de vivir en Castaños. «El ambiente del barrio siempre ha sido fabuloso, es m uy buena zona y hay m uy buena gente». Tampoco tiene motivo de queja: «es tan pacífico que llegas a las 8 de la noche y no hay nadie, siempre na sido m uy tranquilo».

Nació en Castaños y ha conocido muchas transformaciones en el barrio: «Esto ha cam­biado m ucho en los últimos 30 años». N o le ex­traña la cantidad de garajes y talleres de repa­ración que abundan en la zona, «¿y ha calcula­do cuántas panaderías y pescaderías hay...? Cada uno tiene que vivir de algo, es com o si va a la zona del Casco Viejo y hay un bar y otro bar...».

que dejó el modernismo en Bilbao, debida a Ricardo Bas­tida. En marzo de 1943 el edifi­cio que combina con acierto la­drillo y azulejo se convirtió en mercado. «Yo llevo aquí 29 años y el mercado no siempre ha estado así», afirma M.“ Car­men M artínez que regenta un puesto de carnicería. «En el año 83, el año de las inundacio­nes, lo tiraron entero y lo arre­glaron». A hora reúne mejores condiciones higiénicas. «Antes casi no se podían llamar pues­tos -asegura M.® Carm en-. Eran cuatro maderas. Estaban las aldeanas a un lado y las cá­maras a otro». Hoy los 11 pues­tos del mercado abastecen al barrio en condiciones idóneas.

AsociacionesAunque Castaños carece de

asociación de vecinos hubo una de comerciantes. Comercios Reunidos del Campo Volantín, que trabajó durante más de 10 años y hace poco se disolvió. Las únicas asociaciones que permanecen son las culturales y festivas animadas por los ve­cinos más jóvenes. En la planta primera del edificio modernis­ta del mercado tiene su sede el grupo de danza Salbatzaile. Es sólo uno de los grupos cultura­les del barrio; otro, el Kastaño- seko Kultur E lkartea se reúne en los locales púbhcos de la Plaza del Funicular.

En La Salve hubo una típica cervecera de verano que ocu­paba la plaza. Ahora, el lugar de las características sillas de tijera y mesas de m adera lo ocupa un mobiliario plástico de vistosos colores con recla­mos comerciales de refrescos. Además de pollos asados y cer­veza, el chiringuito ofrece de­sayunos y menú del día. La pla­za tiene tam bién una pequeña fuente, bancos y un m onumen­to en memoria de la gente del mar, que en este lugar de la ría, al divisar el santuario de Bego­ña, rezaban la Salve a la Vir­gen.

Se sigue rezando. Hay varios colegios religiosos y tampoco faltan iglesias. La parroquia es la iglesia de El Salvador en Fontecha Salazar. En Tívoli es­tá el colegio de Las Esclavas que antes tuvo iglesia y ahora conserva una pequeña capilla, lo mismo que el colegio de Las Italianas en el C a i^ o Volan­tín. Las escuelas de Tívoli com­pletan la oferta docente de Castaños y llenan de chiquille­ría la calle.

El barrio está invadido por el tráfico, acentuado por la re­ciente desviación provocada p( ■Volantín.

:hes y la p característicos de C tal vez no tenga demasiada conciencia de barrio, ni asocia­ción de vecinos; pero tiene fu­nicular. Y entre todo ese trasie­go de vehículos, abre la puerta peatonal al principal área de esparcimiento de los bilbaínos, Artxanda, un pulmón para es­capar del estrés, el ruido y el humo.

pior las obras del Campo del

Los coches y la polución son .astaños que