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7/24/2019 El Discurso de Luis Castro Leiva Sobre El 23 de Enero de 1958 Prodavinci

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El discurso de Luis Castro Leiva sobre el 23 de enero de 1958Por Prodavinci| 23 de enero, 2013

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Yqu hacen los hombres de bien, los verdaderos amantes de la felicidad pblica, los Mentores, los pilotos, los que poseen la brjula de las pasiode los otros para dirigir a favor de ella la nave poltica al norte de su verdadera dignidad? Hasta quando han de ser su universo las quatro parede

su cas

Gaceta de Caracas, 11 de mayo de 1810, N 97, tomNo sera inapropiado comenzar en tono confesional. Despus de todo no otra cosa hizo el primer venezolano que escribiera para Hispanoamricprimer tratado de teora poltica que se conoce en nuestra historia. Hablo del prcer Juan Germn Roscio y no, como sugieren el cinismo y pragmatipolticos del momento, del nombre de algn audaz empresario. De alguien que busque hacer de Servando y Florentino, ex estrellas de Salsern,futuros concejales de Las Mercedes o que gestiona los derechos televisivos para que la sede del Consejo Supremo Electoral, la de este Congreso, cuano la de una Asamblea Constituyente, se luzcan en los espacios televisivos de Gigantsimo, en directo, desde Miami. Puede esto extraarnos? Npasado remoto de nuestra historia poltica ni el reciente nos desmienten del todo. Salgan los historiadores a rastrear y hallarn el gusto de Guzmn las estatuas de s mismo y la pera, recordemos la estatua ecuestre del creador de la Gran Venezuela. Acaso no pasamos de este hemiciclo al TerCarreo para ungir a un Presidente negando as el valor de los smbolos de nuestra cultura republicana? No, nada impide imaginar que la aclamacdel prximo presidente cambie la sede de los espacios pblicos de nuestra memoria cvica por alguna ms ajustada a la exigencia publicitaria de la hMalhaya entonces esta hora! Hablo ya en el tono confesional de Roscio; esta es mi confesin: qu hago aqu? quin soy yo para estar ante ustedes?

La primera pregunta no es slo ma. Se extiende hoy, en forma amenazadora por la mente de muchos venezolanos. En efecto, tal parece haber llegadser la percepcin moral de la poltica como oficio y de los polticos como sus profesionales que muchos piensan que a pesar de todo lo que

humanamente se pueda hacer para expresar la soberana legalmente que es bastante e importante ya no vale la pena que se siga haciendo. Y, pan, se piensa que sera una buena cosa que ustedes no lo siguieran haciendo por nosotros. Estos pensamientos desdeosos de la democrarepresentativa, hechos por la alquimia levantisca y demaggica de caudillejos, nos dicen que es necesario reinventar una democracia directa demasas. Y nos dicen, adems, que hay hacerlo fuera de este lugar. Este sueo anarquista consiste en que cada quien lleve su silla de congresista curul como quien lleva una loncherita para manducarse la repblica y formar, en un acto de participacin poltica instantnea, una especie de guaracvica, la voluntad general de todos. Y as, desde un patio de bolas o una mesa de domin, en alguna gallera, dice este robusto sueo anarquista, cmiembro de la sociedad civil, sin intromisin del Estado ni de los partidos, decidir por su cuenta y gana lo que mejor convenga para todosvenezolanos. El grito de batalla de esta profeca es simple: la nacin es la de quien pueda tener las ganas de encarnarla

Por lo tanto, y a la sombra pueril de este anarquismo de carne en vara o pasarela, aceptar la invitacin que se me hiciera y honrarla, es algo que mucconsideraran la traicin ms lograda que me habra hecho a m mismo y tambin a todos los que NO somos profesionales de la poltica. Malhaya hora de confusiones!

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Confieso entonces, como Roscio, que estoy ansioso por criticar tantos prejuicios malos que la sociedad ha entronizado como creencia para caracteridenigrando, la idea de la poltica y la seriedad de su prctica. Digo que es la sociedad la que los ha creado porque es esta sociedad la que tenemola que concibi estos prejuicios, la que los ha hecho propios y ajenos, la que tira la piedra de su moralismo y esconde la mano de su responsabilidSomos nosotros quienes hacemos la vida social posible y real, quienes nos educamos en el escndalo, son nuestras las prcticas que hacen y deshacepoltica, su tragedia y su comedia. Porque no se equivoque sobre esto nadie, por lo menos no conmigo. La poltica que tenemos es la que nuesrepresentaciones sociales han hecho posible y afianzado para bien y para mal; y la hechura del mal que no queremos hacer y del bien que hacecomo podemos es tan nuestra como de nuestros mandatarios. Pues, quin si no nosotros somos los habitantes de esta tierra?

Somos los fanticos del Caracas y el Magallanes aunque sea yo tiburn convicto y confeso quienes vamos al estadio de la poltica a tomar cerva chacotear y a nadar en obscenidades mientras nos divertimos y a elegir festivamente a nuestros representantes o ver pasivamente desde nuestras c

lo que hacemos y dejamos hacer que se haga con nuestra desidia. Es bueno entonces ponerle freno al deleite irresponsable que busca eludir el ser somos, como si los polticos fueran unos esclavistas y nosotros todos los cautivos miembros de una azotada caravana negrera.

As, mi primera pregunta qu hago aqu? cambia de sentido: estoy aqu porque tengo que estar aqu. Porque a partir de la invitacin que se mhecho es mi deber estar aqu y porque quiero decir lo que pienso como ciudadano, porque no quiero que me roben la expresin de mi voz ni la dignique la democracia venezolana recuper para ella a travs del ejercicio responsable y racional de MI libertad y de la de todos. Y si estoy aqu no es ptraicionarme sino para actuar polticamente, como titular de un nmero de identidad de una cdula diez aos vencida, pero que nunca ha dejado de vpara defender mi idea de ser quien soy, posibilidad moral que me da, entre otros, un articulito de nuestra Constitucin, la de mayor vida institucionala historia de Venezuela, aquel que dice: El gobierno de la Repblica de Venezuela es y ser siempre democrtico, representativo, responsabalternativo (Constitucin Nacional, art. 3).

La segunda pregunta quin soy yo para estar aqu? es ms grave para mi confesin que la primera. Y es que no he sido nunca algo distinto dque he pretendido ser toda mi vida. Soy apenas o nada ms que un profesor universitario. No debo entonces este lugar al hecho de haber sido algunajefe civil, prefecto, diputado, senador, embajador, ministro, miembro de partido, ni rector, ni decano, ni director de escuela, ni siquiera representantFAPUV. Ah, olvidaba decirlo, tampoco he ganado ningn concurso de fisioculturismo o de halterofilia lo que quizs me hubiese calificado para asp

mucho ms que ser el orador de orden Nada. No tengo entonces las credenciales que requiere la elocuencia de esta tribuna; como evidencia alegomi contra la lista de honor de predecesores: Senador Miguel Otero Silva, Dr. J.L. Salcedo Bastardo; Dr. Jos Antonio Prez Daz; Dr. Jos GuilleAndueza; Dr. Ral Leoni; Dr. Rafael Caldera; Dr. Gonzalo Barrios; Dr. Pedro Pablo Aguilar; Dr. Hilarin Cardozo; Dr. Alejandro Rodrguez CirimVicealmirante Wolfgang Larrazbal

Siento entonces escozor al or el ruido de mi voz. Y en mi fantasa de orador solitario all, bajo la regadera de mi casa creca en m cierta sensade vergenza al reparar en la gravedad de la cita. Vergenza que se agudizaba con el avance de las horas en forma de pregunta: cmo hacer, me depara rescatar la dignidad de la poltica no siendo poltico de profesin y aceptando que yo mismo la he visto caer en la indignidad de manos de quieneejercen? Entonces vi que mi radical anonimato pareca una seal que la Providencia me enviaba. Al fin se me daba una oportunidad para pelear contiempos del desprecio hacia la profesin del poltico y con ello hacia la democracia ante la Nacin que somos todos nosotros. El Cardinal Newman ven su Apologa pro vita sua a reflejar mi caviloso estado de nimo:

Tal era el estado de mi mente, tal y como se hallaba desde haca muchos aos, cuando [] me vi inesperada y pblicamente necesitado de asumi defensa y me fue dada la oportunidad de alegar mi causa ante el mundo y, como parece que ocurri, con algn prospecto de ser escuchimparcialmente (p. 4, Apologa pro vita sua).

Y es que el desprecio de la poltica es un hecho social demasiado grueso y negligente como para pasarlo por alto; demasiado ominoso para no verlo cara. Tal es la dimensin del mal de que hablo que los gestores de la publicidad de la nueva idea de la poltica criolla se han empeado en disfrazacultivan la antipoltica como un modo de prolongar la indignidad en que tienen el oficio. Y llegan a decirnos estos capitanes sin estrellas, que el memodo de organizar el concurso de credenciales para llenar el vaco de poder moral y poltico que dejar la autoridad del Presidente Rafael Caldertrmino de su perodo constitucional es, precisamente, la frescura que dara la falta de experiencia, la inexperiencia o la incapacidad para tninguna experiencia para no decir nada de la mala experiencia. Tres o cuatro indelebles atributos que parecen constituir aqu y ahora, para muchosustedes, las nicas condiciones para hacerse del Ejecutivo e intentar llevar a cabo ese arte tan fcil que es el arte de gobernar esta repblica yproblemas. Malhaya la hora que suena este aniversario!

Es verdad que en esto algo ayuda el oximornico argumento que nos dice que no se requiere de preparacin para ser presidente de Venezuela, y qla luz de algunas gestiones presidenciales del pasado remoto y reciente, la evidencia emprica falsable habra revelado una generalizacin que satisa ms de un comando de campaa y a su enjambre de encuestlogos analistas. Este oxmoron dice as: En todas aquellas circunstancias en quevariables de la inteligencia y la preparacin se comparan en funcin con la aptitud para gobernar, all se descubre, si otros factores no alterancondiciones iniciales de la comparacin, que no es necesario ser inteligente o estar preparado para gobernar, y que ni siquiera se recomienda po

pensar para dirigir los destinos de cualquier nacin. Basta que cualquiera sea sido escogido por las encuestas para que se especule con sus accionepoder en el mercado de una legitimacin mercadeable. A la luz de este razonamiento especioso qu duda cabe que cuando Hitler, hecho ya Cancilglorioso constructor de autopistas en contra del desempleo e invasor de Checoslovaquia, estando por las nubes en las encuestas, ya haba pensadmejor para la suerte de los judos? Qu duda cabe que Pern era amado del Soberano metfora que resume el pueblo en las corridas de toros y epoltica, y a veces en ambas cosas y que aqu haba una cancin que se coreaba en el estadio de pelota donde se aclamaba al General Marcos PJimnez como Presidente Constitucional? (General Marcos Prez Jimnez, Presidente Constitucional elegido por el pueblo con orgullo nacionalpueblo entero te aclama).

Pero, vern Uds. conciudadanos y quisiera pronunciar esta ltima palabra con aquel nfasis con que se le oyera a Rmulo Betancourt despusatentado de Los Prceres, yo apenas soy un elector quien no quiere dejarse subyugar por el poder de la opinin que ustedes mis representanteobedecen demasiado ciegamente , y que por ello, sugiero, nos hacen mal a nosotros, a ustedes, a la poltica, a la repblica, a la democracia y Nacin Cesen entonces de escuchar lo que slo a ustedes les interesa y oigan lo que les dice la razn.


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Y es que ustedes tienen la obligacin de pensar no la de hincarse ante la opinin; tienen que convencernos con argumentos y ejemplos probos que dignos de la confianza que les entregamos. Tienen que deliberar bien y derechamente para que podamos sentir todos que la delegacin de nuestro ponuestra representacin, no ser usurpada por la sinrazn. Y as entonces, encaramado en esta oportunidad que ustedes gentilmente me habran daquisiera soar que se ha alzado ante ustedes la voz de los miembros de la idea de la Nacin y, por qu no decirlo?, la voz de quienes construimos la y a veces infeliz ficcin moral de la Soberana popular que ustedes y nosotros pretendemos encarnar sin trancazos ni realazos. Y por ello solianuencia para asumir mi derechontese el decoro ciudadano de que hago gala para decirles cosas de cierta gravedad: ustedes no han hecho ni hlo que de ustedes se necesita y espera; no hacen las cosas mnimas que con urgencia se requiere hacer en poltica y todos as lo hemos permitido. Perosoy yo quien imagina esto. Vean cunto han cambiado las cosas desde aquel primer 23 de enero a esta parte. Permtanme que a travs de la palabra deNacin les recuerde a sus representantes cmo era el estado de la poltica criolla un ao despus de aquel enero de 1958. Oigan la seriedad deacusaciones que el tiempo les espeta. Mediten la profundidad de nuestras responsabilidades conjuntas, las de la poltica y las de la sociedad qu

edifica. Escuchemos otra voz. Es una voz singular. Est ya desaparecida. Perteneci a la de un miembro de la llamada generacin de 1928,generacin que ahora se denigra y que yo defiendo por comparacin de educador ante el incontenible avance del papiamento mental, el narcisitecnocrtico y analfabetismo utilitarista de buena parte de las lites criollas posteriores a 1958. La voz de que hablo es la de un verdadero editorperidico, Miguel Otero Silva. El senador Otero Silva, entonces orador de orden del 23 de enero de 1959, haca este recuento acerca de las disposiciomorales y polticas de la Nacin que se libr de su ltimo tirano:

Venezuela est orgullosa de sus partidos polticos porque a ellos debe, fundamentalmente, la reconquista de sus derechos y sus leyes. Eorgullosa de Accin Democrtica, esa gran organizacin poltica que soport durante diez aos el peso de la represin ms despiadada, d

persecucin y el ensaamiento, de las torturas y el asesinato, del furor desenfrenado de un dspota que haba jurado pulverizarla y que apelogr que se curtieraVenezuela est orgullosa de Unin Republicana Democrtica y de Copei, partidos que supieron usar con inteligencdignidad el margen de legalidad que les concedi la dictaduraorgullosa del Partido Comunista de Venezuela, de su infatigable laorganizativa (Discurso de Orden, Gaceta del Congreso, mes 1, 23 de enero, No. 3, 1959, p. 19).

Y aquel orgullo se amplificaba para incluir ms fuerzas nacionales (la Iglesia, las Fuerzas Armadas, los estudiantes, el pueblo llano, etc.), pdestacando antes la clave del triunfo logrado por aquella pasin victoriosa: la necesidad de la unidad, la eficacia prctica de la idea de Nacin. Oiga

de nuevo a Otero Silva discurrir:La unidad de los partidos hecha presencia real y no consigna verbal en el seno de la Junta Patritica, trajo consigo como consecuencia lgicunidad de los sindicatos obreros, la unidad de los intelectuales, la unidad de la nacin entera a la luz de la decisin enfurecida de echar de tierra al tirano y a su cortejo de rufianes y verdugos (Discurso de Orden, op. cit., p.20).

Quien escucha esas palabras hoy no cree lo que dicen. Se oyen como si esa Venezuela nunca hubiese existido. Comprense los tiempos; vase commuerte de la memoria y de la inteligencia la hemos dejado los venezolanos llegar hasta el presente para que en la mentalidad ingenua y sumisa, hechafragmentos de los medios, la juventud piense que Prez Jimnez es apenas un gordito bonachn que nos alecciona por la TV desde su buhardillaescritor en Madrid. Malhaya la hora que hace que las sombras de estos oficiantes de la desmemoria cultiven con tanto esmero el arte de desprecinuestros muertos: el Senador Miguel Otero Silva, el que ech esta ceremonias a rodar por los anales de nuestra memoria democrtica, no mereca taolvido de la prensa!

II.Recurro entonces al tono confesional del prcer Roscio para que quizs aprendamos a recordar lo que mejormente hemos olvidado. Abramos el a la historia seria. Pensemos lo que es llegar a ser una repblica y en el proceso construir en ella una democracia. Pensemos lo que habla el SenaOtero Silva, en la inteligencia y desprendimiento de los partidos polticos, en su sacrificio; pareciera una prehistoria. Pero no lo es. Es la historianuestras vidas; y si sta ha llegado a ser un sueo es porque nos empecinamos en cavar nuestras tumbas en el olvido. De tal suerte que si logramdisipar este estado de cosas y vemos el papel de los partidos polticos a la luz de lo que los historiadores llaman una coyuntura o un proceso de lduracin, digamos dos siglos, la historia de esta Venezuela y sus cuarenta aos de democracia lucen muy diferentes a como nos lo presenirnicamente, la cultura de los medios. En efecto, Roscio, el fundador de la idea de repblica en Venezuela, ese catlico singular y testarudo, intentimposible desde otra idea de opinin pblica. Quiso hacer posible en paz el goce de la libertad en una repblica que fuera, en principio, igual pomenos a dos de los cuatro atributos que hoy la definen en nuestra Constitucin.

Primero, que fuera una forma de gobierno representativa, esto es, que aqu hubiesen representantes de nuestra voluntad (de la de todos) en el oficiogobernar, es decir, polticos de profesin que se llamaron nuestros apoderados o representantes en el deber de la poltica; segundo, que esa repbfuese popular, lo que significaba excluir cualquier tipo de monarqua. Ahora bien, aquel comienzo no fue democrtico, en el sentido usual que testa palabra. Slo votaban unos cuantos y no estaban incluidas las mujeres, ni los analfabetos. Pero fue de esa manera que comenzamos a rodar la piede la igualdad y la libertad en nuestro mito de Ssifo. Desde aquel entonces, dando tumbos, con cadas y muertes, quisimos y todava queremos lodos cosas que nos obseden: cmo llegar a ser una verdadera repblica y cmo realizar en ella la democracia? Contemplando de este modo doscientos aos de este teatro mtico universal, podemos aprender a recordar para hacer mejores comedias y tragedias de la vida cvica que nos hem

tratado de dar, aquella que se nos depara, que nos espera y que sin querer y hasta queriendo le deparamos como fatalidad a nuestros hijos.La saga moral y poltica de la repblica en Venezuela es esa. Esa vida en comn que por naturaleza somos y que a travs de la historia de mis mueha escogido mi destino antes de que pudiera intentar escoger yo el mo; esa vida en comn que ahora quisiera yo hacer vivir bien, derechrectamente para todos, con cierta dignidad y respeto por el serio oficio de la poltica y de los polticos. Para que los que vienen despus puedan apreel esfuerzo mo y el de mis antecesores, como yo aprecio el de Roscio, el de Miguel Otero y no el de Prez Jimnez, pero que la realidad que veo hepor ustedes y que padezco pareciera empearse en negarme de nuevo y tal vez negarle a los que vienen.

Ciento ochenta y ocho aos han transcurrido desde la Primera Repblica que tuviera esta repblica y, confesional yo, descubro que en la vida defamilia, como en la de muchos de ustedes y de quienes tal vez escuchen, se puede llegar a or la algaraba de la fusilera lejana; la balacera y el correla sangre. Escucho el rtmico arrastrar de los grillos de nuestro muchos presos del pasado, la abundancia del odio, la bulla de la lujuria de los desmadel poder, la injusticia, el robo de los dineros pblicos, el hambre y la brutal sencillez de un movimiento pendular en la teora clsica de las formas


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gobierno: del gobierno de uno se pasaba al de unos cuantos, del de unos cuantos al asalto del de todos; de la tirana a la oligarqua, de la oligarqua democracia como oclocracia, y as sucesivamente. As haba sido la vida de esta repblica.

Pero un da, ciento cuarenta y ocho aos despus del comienzo de que les hablo, luego de ms de cincuenta revoluciones y pronunciamientos, luegoms de veinte constituciones postizas, como las llama el Presidente Caldera, de afeites institucionales y algunas Asambleas Constituyentes si es he de seguir la cuenta desde donde la dejara quieta Antonio Arriz, ciento cuarenta y ocho aos despus, digo, a m, a este cristiano que les habustedes, a sus amigos y a su propia familia, a muchas familias se nos devolvi, el 23 de enero de 1958, el sentido de nuestra vergenza hasta entonperdida en la indignidad de una dictadura ms. Nos vino devuelta a travs del poder del sufragio y de los partidos, de aquellos partidos que consciende su prudencia, atentos a la inteligencia de la circunstancia, forjaron el Pacto de Punto Fijo la decisin poltica y moralmente ms constructiva de tnuestra historia: no un festn de Baltazar, ni un pacto entre mafiosos. Fue la construccin racional del camino para pasar de un voluntarismo pol

sectario a la realidad de la divisin del poder poltico como condicin necesaria, nunca suficiente, para el funcionamiento de la democrarepresentativa consagrada en la Constitucin de 1961. Con claridad Juan Carlos Rey Martnez, tal vez nuestro politlogo ms prudente y perspicaz,en ese pacto el inicio de las posibilidades reales para el funcionamiento del sistema populista de conciliacin que hasta hoy nos rige. La repblichaca. Al fin su constitucin poltica se relacionaba con una razonable idea de constitucin real. Pero ese logro considerable, tan difcil de alcanahora, en un empeo tan suicida como pueril, pareciera que queremos desconocer como si Venezuela hubiese gozado de doscientos aos de estabilipoltica bien ganada.

igase bien, 148 aos nos ha costado empezar a descubrirnos capaces de confiar en nuestras facultades para ser libres. Ms de medio siglo para aprenque se puede vivir en comn (en repblica) sin tener que obedecer ya ms al poder del silencio y la mandonera; sin el temor a que el miedo prohibiese entrar y salir de nuestra voluntad para razonar con ella y as ensear nuestro pensamiento. Ese espritu del 23 de enero nos dio entocausa para la libertad y causa de orgullo para pensar que haba maneras de discernir moral y polticamente la calidad de la paz en historia.

Porque permtanme decirlo con rabia comedida, como si estuviera en combate, como si hoy fuera la celebracin de maana en el pasado, de aqfunesto 24 de enero de 1848 cuando asaltaron el congreso. Imaginemos un da de amenaza, que algn tanque est por entrar a este recinto para acabaMi rabia asciende porque tambin creo que combato en m el desgano, que combato la beatera de las encuestas, la tirana de la opinin, la ligereza

juicio del moralista de oficio o la del notable estatuario, el denunciador reaccionario de vocacin, permtanme entonces la licencia de una grosera:que acaso, carajo, no vamos a respetar algn da el significado de nuestros muertos civiles? Es que no hay manera de gritar que s hay y tiene hacerse patente a la conciencia cvica la diferencia moral y poltica, de naturaleza sustantiva, que hay entre la paz de Pez, de Monagas, de GuzmBlanco, de Crespo, de Castro y Gmez, de Prez Jimnez y esta otra paz que comenzamos a labrarnos hace cuarenta aos aquel 23 de enero de 1958?

Esta es una paz del todo distinta, tal vez no menos costosa en vidas y esfuerzos, cierta y locamente dispendiosa, pero sobre todo es una paz marcadauna razn en todas las dems inexistente: en ella hemos instalado la razn de la libertad y el deseo de construir sobre ella y sus otras libertadeautntico significado de una sociedad civil. Esta paz democrtica, aquella que fuera conquistada por las Fuerzas Armadas y la tenacidad de RmBetancourt, la que venci a las guerrillas mentales y montaraces, y que ha sido dos veces garantizada por Rafael Caldera, esa paz es una muy distintodas cuantas habamos logrado hasta ese 23 de enero. Y es, me atrevo a decir, hasta diferente de aquellas que actualmente nos rodean en el hemisfeNo nos hemos ahorrado acaso la tragedia y comedia a la que ha llegado la Cuba revolucionaria, esa Esparta tropical cultora de su Comandante? cul redencin hablar ahora el Hombre Nuevo de la revolucin cubana cuando lo que queda de l, cercado, escucha el evangelio de la idea de homms vieja de la tierra, vestida de santidad y prendida al trueno de una voz que parece un suspiro y que le ensea a todos los cubanos y tambin anorteamericanos que los valores de la paz y del espritu son los de la esperanza?

Es que hemos olvidado que aqu no tuvimos necesidad de la heroicidad cvica de Allende ni tampoco tuvo la democracia cristiana que ser insultcomo lo denunciara con tanta saa la derecha ultramontana de Chile, por tener un supuesto Kerenski, minutos antes de que los soldados descendierasus cuarteles? Esto bastara para no dejarnos confundir por nuestros acrticos excesos y sus titulares de prensa. All, en el sur de este continente, enque era el ejemplo de la obsesin suiza de los sabios polticos victorianos de comienzos de este siglo, en el Chile de hoy, todava est de custodioorden un militar, un general que an administra el miedo en unas instituciones supuestamente mucho ms democrticas que las nuestras y que ahoradebaten por rescatar su dignidad. Y esa misma sociedad, nadando en la plenitud de su opulencia, para felicidad de los recalcitrantes y simplimonetaristas que tenemos aqu que no han estudiado nunca en Chicago, an ese Chile de hoy prudentemente se debate entre la disyuntiva de ssi debe o no reconocer el poder de la justicia para aprender a olvidar con dignidad su desvergenza o si debe tan slo reconocer la verdad para aprendperdonar sus matanzas. Ese dilema no lo tenemos nosotros. Se lo dejo ntegro como regalo a la adoracin de los sacerdotes del milagro econmico drepblica de Chile.

Por su parte, considrese la suerte de la Argentina. Veamos en ella cmo la sombra de varias decenas de miles de muertos y desapareciemblemticamente se congregan como una iglesia en la mirada de los ojos inocentes de esa carita infantil, de ese rostro de eterno adolescente que tiel Capitn Astiz. Pero todava hay ms. Otros sueos de energa, macha y reaccionaria, ms bolivarianamente cercanos a nosotros, nos atraen. Acasse dijo y habl por las calles y los corrillos de esta ciudad, en la llamada opinin pblica de nuestro pas, que nuestro Congreso muy bien po

suprimirse para as poder repetir el ejemplo de ese prncipe renacentista japons que con su audacia y ejrcito vela por la paz de la repbmacroeconmica del Per? Y qu decir de la vecina Colombia y de los afanes que devoran su esfuerzo heroico por ejercer su soberana internexterna?

Buena parte de la vida en comn de Colombia, me atrevo a decir, est fragmentada. La guerra la desgarra en considerables extensiones de su territola droga se cultiva all para que en el norte se consuma como el trigo. A sus polticos se les acusa y denigra, con o sin fundamento; a sus candidapresidenciales se les asesina y, para colmo de males, a sus militares y magistrados, hasta su propio Ejecutivo se le niega visa y a todos se les tiene coperros en cuarentena ante la vista silenciosa y expectante de todas las dems repblicas de este continente. Washington le valdr a cualquier gobernde Colombia siempre algo ms que una misa. Son esas entonces las paces que queremos?

Pues no. Aqu, afortunadamente, a pesar de que la inflacin est exigiendo su inclemente tributo, en medio de los rigores de ste y otros ajustes, hacien


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concesiones al probado talento que tiene nuestra sociedad por la imprevisin e irresponsabilidad, pese a la ignominia de nuestras crceles y prisioaqu, s, aqu, en esta tierra digo, para defendernos de nosotros mismos, aqu digo que es preciso defender el logro ms importante de nuestra sociedaciento ochenta y ocho aos de historia republicana: la idea y la prctica de vivir en comn, en paz, intentando hacer en una repblica una democraAprendiendo a vivir mejor en un sistema poltico de partidos sistema que est por redefinirse en sus bases, ideas y prcticas en una democrrepresentativa, popular, como la que tenemos y que hasta ahora hemos preservado tan bien o mal como hemos podido.

Pues bien creo haber insistido en la importancia de la paz, pero me sentira ms tranquilo si hubiese hecho alguna mella en la conciencia al obligartodos a discernir la diferencias entre las paces en la historia. Porque la tentacin ms grande que nos acecha es que por no hacerla tan prsperproductiva como debiramos venga la creencia autoritaria montada en el caballo de un gendarme necesario a ponernos de rodillas para darnoscomer. Quiero la paz, pero no a cualquier precio; mucho menos si el que hay que pagar es el valor de la libertad. Cmo hacer para evitar entonce

tentacin conservadora que nos inclina a desear volverlo todo a empezar?III.Una vez, hace mucho tiempo, cuando todava haba reinos polticos en el mundo como Dios mandara, y la idea de nacin no se haba heidntica en su asociacin con la idea del Estado, hacia finales del siglo XVIII, un cura francs invent la idea de la nacin moderna. Gracias a las labode uno de mis estudiantes he aprendido a comprender mejor el significado de la obra del Abate Sieys. No necesito mencionar aqu la importanciaSieys. Hablo ante un Congreso que pese a los juicios adversos acerca de la calidad intelectual de su composicin sabe que hablar de la idea de naimplica considerar el legado de Sieys. Pues bien ese curita se formul retricamente tres preguntas en un panfleto clebre titulado Que es el teestado? Y dio tres respuestas tajantes: qu es la Nacin?: todo; qu ha sido ella hasta el presente en el orden poltico?: nada; qu exige ella?: llegser algo. Yo quisiera remedar a Sieys imaginando que la democracia es hoy para nosotros lo que para l fuera la nacin. Pregunto y respondo entonc

Qu es para nosotros la democracia?: todo Qu ha sido ella hasta el presente en el orden poltico de la nacin llamada Venezuela?: casi nada, perosuficiente como para que haya dignidad en la tarea de hacerla mucho ms que algo Qu exige ella de nosotros?: una mejor manera de ser ese toque ya habra llegado a ser para nosotros

Qu celebramos hoy entonces? Mi respuesta es simple y mi dolor grande: celebramos el olvido.

No cabe duda de que hemos aprendido bien a educar el olvido. Fue necesario obligarnos a rememorar. Hace apenas unos das que despertamos asignificacin. El espritu del 23 de enero lo guardbamos demasiado bien en la desmemoria. Quizs tanta amnesia se deba a lo que ha dicho ManCaballero:

Acaso lo ms importante, y lo ms caracterstico del rgimen poltico inaugurado en enero de 1958 sea su permanencia. El 23 de enero de 1se cumplen cuarenta aos de su instauracin, lo que lo convierte en la dominacin ms larga en la historia de la Repblica de Venezuelaliberalismo paecista dur 18 aos (1830-1848): el liberalismo guzmancista otros tantos (1870-188); el gomecismo, incluyendo al castrismoaos (1899-1935). (Manuel Caballero, Las Crisis de la Venezuela Contempornea (1903-1992), Caracas, en imprenta, 1998, p.198).

Y entonces, plantados en la seguridad de tal falta de memoria colectiva, vemos trepar en la atencin una irona y el conflicto que suscitainterpretacin. No ser, pregunto, que la mejor celebracin que se le puede hacer a la democracia es que hayamos olvidado que una vez tuvo ennosotros comienzo? Ser demasiada perversidad imaginar que nuestra desmemoria sea la causa que nos explique por qu hemos llegado a desprecitanto? Lo hacemos a diario. Odiar la fuente de nuestra identidad poltica colectiva, odiar nuestra repblica como forma de vida en comn y escupidemocracia, que es metafricamente su espritu, es infligirle afrenta a nuestra propia identidad personal.

Extraa paradoja entonces: durante casi dos siglos nos hemos devotamente entrematado para lograr la libertad de que gozamos y ahora que la tenemtan bien o mal como nos luce, pareciera que queremos empeamos en caerle a patadas a la fuente que nos depara la posibilidad de ser nosotros mismquienes somos. Cmo explicar la paradoja? Pensemos, consideremos la militancia del odio a la democracia en la sensibilidad moral criolla.

Las entrevistas a Prez Jimnez, las lamentaciones de lo que pudo haber sido y no fue el camino perdido del medinismo, la denuncia del ainsurreccional del 45, la traicin a Gallegos, todo ese pasado es pasado muerto; existe slo para complacer las preventas de las telenovelas. El olvidola memoria no nos estara entonces traicionando. Nos estara afirmando que puesto que la democracia es ya todo, es preciso solamente que sea ms y diferente de lo que ha llegado a ser. Y mientras tanto, nos dice esta conseja desmemoriosa, uno se puede divertir viendo pelculas mentirosaestridencias sensacionales. Ese desprecio ritual a la democracia sera inocuo, apenas la catarsis en el olvido de laureles soolientos.

Con esta respuesta se tranquilizarn algunos modernizadores a ultranza de nuestra economa. Pero es esa una respuesta ingenua y su ingenuidad, sugies fuente que denuncia la naturaleza de la sociedad que somos, independientemente del gobierno que tengamos. Y aqu es preciso, una vez ms, qusociedad vuelva a mirarse a s misma antes que proceder a renegar de su retrato en lo que dice que piensa de los polticos y la poltica; en el fondo selo que piensa de s misma. No, sin modos acertados de recordar para juzgar las acciones y pasiones de los seres humanos en la historia, profanatumbas recientes, nuestra cultura delata su precariedad moral y el sentido de su indolencia.

Sin embargo, por ms nimo pedaggico escarmentador y celoso que se ponga en ensear a los miles de votantes jvenes que nosotros, sus padtambin tuvimos padres y madres, y que stos, a su vez, tuvieron los suyos, y que la historia no empieza ni termina con su vanidad existencial ni coentusiasmo de su candor, por ms severidad que haya en la tarea de recordar el pasado, debemos rendirnos ante la evidencia escueta de que nentienden bien o que no lo entienden del todo. Creen que no hay ni ha habido historia: ese todo que se supondra que es la democracia no lo amPareciera que lo odian. Y, ms doloroso an, ese odio tan de clase media alta y baja es un odio para con nosotros y con todos los que nos precedido hasta aqu. Usan y abusan del esfuerzo de nuestro esfuerzo y el de quienes hicieron lo suyo. Pero no sucumbir aqu a la fuerza particularun viejo mito que tuvo su alborada en las boinas azules de Andrs Eloy Blanco y en la generacin del 28, a la idea, hoy reida con la realidad, de qujuventud tiene un derecho natural a denunciarlo todo porque est impoluta en su comienzo. Si as fuera reclamo entonces un equivalente derechomenos natural, para decirles que aprendan a pensar antes que a sucumbir a los lugares comunes y prejuicios de su cultura para esconder mejor la audaignara de su insolencia reaccionaria.


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No, el olvido de que hablo es apenas, en esa su ms cruel irona socrtica, una verdad a medias: que la democracia se puede dar por sentada es positivo, concedido, pero que por ello se permita uno denigrarla es ms que una afrenta, es sencillamente una imbecilidad. Y es que esa misma culpoltica que produce el desprecio de la democracia cultiva una pareja adoracin por la personalidad autoritaria y por el romanticismo de asonada, o imaginario, que luego arrima mansamente a la sombra de un paternalismo de Estado. No, en el olvido no se halla la clave de lo que celebramos, slhallan caminos para su perdicin.

Pero entonces, para qu celebrar lo ocurrido aquel enero del 58? Qu hacer para protegernos de la fuerza de tanta desmemoria?

La respuesta es elocuente: que dejemos ya de celebrar el olvido. Que ustedes, ciudadanos representantes, polticos de profesin y oficio, controlenpasiones, midan sus acciones y descubran para nosotros que todava la poltica es una prctica humana, que todava depende para ustedes de la vir

tanto como del vicio y que su responsabilidad se juega moralmente en sus decisiones. Slo as, pienso, podremos soar con cuarenta aos msdemocracia.

Pero para que esto sea posibilidad real y no una ilusin es preciso acordarse. Crear un pacto poltico nacional, anlogo en cuanto a sus bondadesaquello que, en su momento, representara para la Nacin el Pacto de Punto Fijo. Defnanse all consensualmente el conjunto de las polticas pblicas importantes que puedan garantizar, sin demagogia, el futuro de la democracia en la Repblica de Venezuela. Legisladores no hagan leyes, legislen

IV.Estamos viviendo en paz despus de los sucesos del 27 de febrero de 1989, cuando nos deleitamos ante la debilidad de nuestra prcticostumbres, usos y convenciones sociales, cuando vimos al desnudo la miseria a la que han llegado nuestro derecho y sentido de la justicia. Vivimospaz despus de dos intentos de golpe y ms de una conspiracin de palacio, despus que la aviacin intentara bombardear a Miraflores. Estamos en pa

Pero la paz que tenemos y la democracia que he querido celebrar a contracorriente de los prejuicios de la hora, pareciera que necesita que le recuerdeuno, simple ciudadano, que les recuerden a los representantes de la Nacin, que ellos son representantes de la nacin y no empresarios de aventuras. son legisladores y no inventores de fantasas institucionales como la que podra resultar al querer construir otra repblica ms boba que area: pasaun rgimen presidencialista a uno parlamentario en medio de una descentralizacin como la que hoy tenemos y unas disposiciones morales como la

nuestra historia. Proponerlo conscientemente es una temeridad, hacerlo un suicidio. Todo en nuestra cultura y antropologa polticas indica quepresidencias se inventaron en Venezuela, en esta repblica, para que las pudiera y supiera asumir alguien con carcter, en el sentido clsico de econcepto y no como si se tratara de un guapo o de una quimera.

Quiz convenga cerrar esta celebracin recordando aquello que no se lee con frecuencia hoy. Algo me dice que a pesar de las incontables veces que lescuchado decir es slo ahora, tarde en mi vida, confieso, que lo puedo ensear. Me refiero a la importancia de la unidad y al encuentro con el orgullola democracia de mi nacin, de mi patria. S que unos tiempos se han ido y que los que tengo son distintos. Pero no ven ustedes como veo yo el asode la amenaza, el acecho del vaco que nos embosca? Para que no suceda lo que temo sera acaso demasiado pedirles si no yerro en el juicio pensramos en la posibilidad de hacer ahora lo que antes hicimos para vencer el miedo y nuestra discordias en nombre de la libertad. Escuchemnuevamente al Senador Otero Silva:

En tanto que los paridos separados por grietas y abismos cavados al fragor de divergencias anteriores, se mantuvieron combatientes dtrincheras individuales, cada uno con su tctica, cada uno con sus propsitos, mirando de reojo al aliado como si fuese un adversario, tan slograron llenar las crceles con sus dirigentes ms capaces, de ofrendar la vida de sus capitanes ms decididos.(Discurso de Orden, op. cit., p. 20).

Y si no lo hacemos? Crecer la incertidumbre. No vemos acaso cmo se han debilitado los partidos?

Vine aqu hablando en tono confesional. Con la misma voz me voy y me digo para que lo escuchen todos, yo quisiera pensar que a todos nos une pomenos esta elemental idea de Otero Silva:

Se equivocan los derrotistas y los malintencionados que pronostican el advenimiento de golpes de estado y de nuevas dictaduras en nuestro pAl presente gobierno constitucional no lo tumbar nadie, ni tampoco tumbar nadie a los subsiguientes.

Esas palabras casi las vi desmentidas. Para que no siga teniendo razn Otero Silva es necesario que la poltica vuelva a ser cosa seria y digna y que, consiguiente, la sociedad de esta nacin asuma con ms responsabilidad sus deberes y aprenda a encarar los beneficios de esta paz que tenemos.

La paz de la democracia es un bien inestimablemente mejor que el de cualquier forma de opresin organizada

Evitemos que otra vez tengamos que celebrar el olvido.

***Discurso de orden pronunciado el 23 de enero de 1998 ante el Congreso de la Repblica de Venezuela.

***

LEA TAMBIN: 23 de enero de 1958: El clero en la lucha, por Gabriel Garca Mrquez

LEA TAMBIN: 23E: Una revolucin sin caudillos; por Sinar Alvarado

LEA TAMBIN: Una historia del 23 de Enero, por Alonso Moleiro
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Comentarios (13)

Simon Pinto23 de enero, 2012

Luis Castro Leiva lo conoc ese da del discurso en la hoy Asamblea, pero por tv. Fue un titn con sus palabras, emocion a los ausentes, como yo, poser un venezolano all frente a todos, presentes y ausentes, moviendo sus ideas, hincando la voz de la mano con argumentos y sujetando con muchafuerza el peso de los hechos. No importa que se haya ido, dej un gran evento que recordar como este. Qu bueno que no soy el unico ausente que lorecuerda. Gracias Prodavinci!

Ezio Serrano25 de enero, 2012

Una excelente leccin para los nuevos lderes que por complacer a la galera, dicen romper con el pasado cuando en realidad se trata de aprender laslecciones derivadas de aqul. En su empeo por borrar el pasado terminan amarrados al carro de la antipoltica, la verdadera causa del retorno alpersonalismo militarista.

LUIS MORENO GOMEZ26 de enero, 2012

CUANDO HABLE CON LUIS CASTRO LEIVA PENSE: ESTE ES EL MAS GRANDE INTELECTUAL DE VENEZUELA. (Q.E.P.D.)

Mildred Chacon27 de enero, 2012

Que historia diferente hubieramos escrito como pas si la dirigencia partidista de entonces (1998) hubiese entendido su peticion de UNIDAD en aquelmomento preciso. Pero nunca es tarde para aprender las lecciones de nuestra propia historia. Esperemos que los jovenes dirigentes politicos en manosquienes est nuestro futuro como pais sepan leer con humildad y sabiduria lo que nos ha trado a estas aguas turbulentas que sorteamos actualmente ypuedan conducir esta nave llamada Venezuela a un puerto seguro que nos permita vivir en verdadera democracia, paz y libertad. Gracias Prodavinci pmantener viva nuestra historia reciente, excelente labor de difusin mediante nuevas tecnologas.

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Jos R Pirela30 de enero, 2012

Fue un mensaje para recordarle a los civiles que no debemos olvidar los xitos alcanzados frente a la antropologa militarista de la Repblica, pero quno debe ser desconocida. Que debemos ser muy cautos. Que debemos mantener un pacto de caballeros para poder subsistir con la cultura militarista. Qno podemos pensar en otra organizacin poltica distinta a la presidencialista para que las rdenes del comando militar bajen sin ninguna interferenciahasta el ltimo rincn de la repblica. Y que hay que continuar con el disfraz democrtico como nica esperanza de vivir en paz. Los 40 aos degobiernos civiles, por concesin y vigilancia militar, ya es una seal de que algn da alcancemos la confianza de poder convivir en democracia.

TibisayRamirezG

23 de enero, 2013No viv la dictadura como tal por cuestin de edad, pero, hay cosas que cuando eres nio ahondan y te marcan, te obligan a no olvidar y luego laslecturas te traen a la memoria episodios vividos. Ese discurso nos habla a los venezolanos lo vivido, de una unidad real y nos recuerda no olvidar lologrado, El pueblo Venezolano esta consiente; gobierno y oposicin histricamente hemos hecho actos que conmemoran inicio de la democracia, so55 aos de la cada de una dictadura, por lo que no entiendo a la oposicin actual, para presentarnos las banderas de lucha mayor peso al mensajepoltico y dicho mensaje no se diluyera, no haba que esperar tanto y menos hacerlo en fecha en la que todos sabemos reconocer como emblemticacaliente tomar una posicin contundente como en ese entonces y no llamarnos ahora, solo a orlos hablar de lo que est pasando en Venezuela; porquetodos lo sabemos: vimos como un TSJ con mucha parcialidad pisoteo la constitucin, vimos como un usurpador tomo las riendas del poder y osonombrar hasta canciller y a la vista del mundo una OEA nos dio la espalda. Entonces, Porque el 23 cuando se commemora la caida de un rgimenmilitar? A mi modo de ver nos llaman a celebrar el olvido. Reunamonos s, a intercambiar ideas, puntos de vista, opiniones, sacar conclusiones,hablemos de lo que est ocurriendo. pero oigamonos todos, Del otro lado hay un pueblo pensante que sabe or, pero, merece tambin ser odo y tomaden cuenta.

fernando

23 de enero, 2013Tuve la inmensa suerte de pertenecer a la ltima cohorte de alumnos del Doctorado en Derecho en la UCV donde Castro Leiva imparti clases; latemtica del seminario era acerca de la poltica en la Venezuela del siglo XIX. Leyendo el discurso de del 23 de enero de 1998 a un ao de estatragedia- , no es posible dejar de pensar acerca de los que los venezolanos en aquellas fechas tendan a pensar de nuestra democracia y lo que en estosmomentos consideramos. Los escpticos siempre decan que esa era una democracia corrupta, que no serva para nada, queran autoridad (ms bien uncaporal y lo lograron) pero no participaban squiera en las juntas de condominio, ni mucho menos reparaban en el brillante movimiento vecinal de aqutiempo; se limitaban a la crtica corrosiva. Lo que se esperaba de la democracia entonces era que fuese como la suiza, pero con desidiosa ventaja caribcomo reserva mental. La democracia ser siempre imperfecta, es el peor de los males, pero tiene como atributo la esperanza de mejorar.Lamentablemente este pueblo ha preferido por ahora- disfrazarse de lambucio, acogindose como dice Castro Leiva, al estado populista-protector, qen estos tiempos despacha desde ultramar. Malhaya!. Adelantndonos al futuro, hay que considerar acerca de la idea ms aquilatada, que en miconcepto, tiene ese atronador discurso: Hay que ir pensando en salir del presidencialismo y orientar la democracia representativa hacia un semi-parlamentarismo, ms o menos parecido al sistema francs, con los correspondientes ajustes criollos. Despus de todo Venezuela ha sido puntera en lamayora de las iniciativas polticas del continente y, sin duda, una vez ms lo har cuando salga de esta hora menguada. Pero tambin habr que dejaracuado en la prxima Constitucin: No te preguntes qu puede hacer tu pas por ti, pregntate que puedes hacer t por tu pas.

Belkis De la Rosa23 de enero, 2013

Vi con extraordinaria claridad los tiempos por venir: Porque la tentacin ms grande que nos acecha es que por no hacerla tan prspera y productivacomo debiramos venga la creencia autoritaria montada en el caballo de un gendarme necesario a ponernos de rodillas para darnos de comer. Quierpaz, pero no a cualquier precio; mucho menos si el que hay que pagar es el valor de la libertad. Cmo hacer para evitar entonces la tentacinconservadora que nos inclina a desear volverlo todo a empezar?

Y nos alert sobre el cultivo de la desmemoria y la desinformacin, como hemos visto en los ltimos aos sobre la importancia del Pacto de Punto Fijlos sucesos del 23 de Enero de 1958.

Gracias a Prodavinci por su contribucin a que Evitemos que otra vez tengamos que celebrar el olvido.

Hernando HERRERA

24 de enero, 2013Brillante discurso y muestra intelectual superior la de Castro Leiva. Leyendo el discurso me viene a la memoria, la repetitiva conseja utilizada por losoficialistas y los nuevos politicos opositores como Capriles, Lopez, Borges y Cia. contra los 40 aos de democracia y sus lideres, contra los partidostradicionales y el negacionismo del pasado reciente. Por ello, es que autocratas, corruptos e ignorantes en el mas estricto uso de la palabra se hanadueado del poder e incluso han entregado la soberania de Venezuela a Cuba. De continuar as, Venezuela seguir siendo considerada por muchotiempo como la del signo del xodo, donde el hijo malo se eterniza adentro, y el hijo bueno se le muere afuera dixit Andrs Eloy Blanco.

Santos Ricardo Palacios25 de enero, 2013

Que suerte y placer tuve de grabar con el Prof. Luis Castro Leiva y me refiero al programa Atletas transmitido por la regalada Televisora Nacional


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Canal 5, producido y realizado por mi esposa Dania Carbone, all se conceptualizaba el deporte bajo la figura filosfica de nuestro querido profesor, esda lo vi y o detenidamente, y luego le su discurso ante los polticos que hoy da nos gobiernan, me dije este planteamiento va a dar de que hablar, holo vuelvo a leer y de verdad que poca memoria tenemos, debemos hacernos or, mas presencia de oposicin, creo y perdonen los que se sientan agredique ya est bien de sumisiones y decir que El tiempo de Dios es perfecto es cierto los Dioses son perfectos, pero tambin nos dan muchasherramientas para salir adelante sin hacer el mal o perjudicar a otros semejantes, como en una poca se deca Paz y Amor

javier monzon19 de abril, 2014

He leido 2 veces este discurso. Es un analisis magistral de la historia pasada de Venezuela, y un vislumbre del negro futuro que en ese momento ya

estaba al acecho. La horas mas negras vividas por el pais en el pasado se reviven hoy, y de no cambiarse el regimen chavista, se implantara eltotalitarismo castrocomunista, que es el objetivo final de quienes detentan el Poder; de llegarse a ese extremo-Dios no lo permita-, todas las viejasdictaduras padecidas, seran en la memoria un dulce y anorado recuerdo, y hasta el despotismo de Gomez se vera casi como una democracia liberal. Ases de terrible el totalitarismo.

Edgard J. Gonzlez.-23 de enero, 2015

que los que vienen despus puedan apreciar el esfuerzo mo y el de mis antecesores, como yo aprecio el de Roscio, el de Miguel Otero y no el de PJimnez: Pues hoy, 17 aos despus de aquel extraordinario discurso, puede estar seguro Luis Castro Leiva de que valoramos en toda su extensin yvalioso significado su esfuerzo y el de aquellos prohombres a quienes convoca con su verbo hermoso y vaticinador. Nos inclinamos respetuosamenteante su clarividencia, su compromiso con las libertades y la Democracia, y lamentamos su ausencia.

Blas Hernndez24 de enero, 2015

Memorable discurso que transmite una interpretacin precisa y real de nuestra historia, de lo que hemos sido y somos como sociedad. Es un alerta y ullamado de atencin,tal vez un poco tardos, sobre decisiones que debieron tomarse y que pudieron evitarle al pas la tragedia que iniciara justo un adespus. Hoy sigue teniendo la misma vigencia.

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- Sonia Mauriello| 28 de febrero, 2016

Mario Mauriello, Gonzalo Barrios y El Gordo Prez; por Milagros Socorro //
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2. Solo decirte que mejor imposible, era laCoronacion y asistio un...

- Zarzel Dominguez| 27 de febrero, 2016

Qu pasaba en Venezuela antedel estallido social del #27F?; pCsar Batiz

3. Disfrut muchisimo el libro. No tena conocimiensobre la existencia de Diogenes Escalante y esa pde la historia de nuestro...

- Valentina| 27 de febrero, 2016

Ramn J, por Francisco Suniag

4. Cabrujas, el que mejor nos ha traducido.l se sab

de memoria nuestro pas.

- Ivan Garcia, El Negro Ivn| 27 de febrero, 201

Jos Ignacio Cabrujas sobre el#27F

5. Muchas gracias Maru y Diogenes, sus palabras mdan aliento para continuar, es algo que disfruto...

- Enrique Urdaneta| 27 de febrero, 2016

[Fotogalera] Caballos, porEnrique Urdaneta //

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