el desierto (edición del 2003)

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    Ricardo Abdahllah

    EL DESIERTO

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    PRIMERA EDICINAbril de 2005

    DIAGRAMACIN, IMPRESIN Y ENCUADERNACIN(Sic) Editorial

    Proyecto Cultural de Sistemas y Computadores S.A.Centro Empresarial Chicamocha Of. 303 Sur

    Tel: (97) 6343558 - Fax (97) 6455869Bucaramanga - Colombia

    E-mail: [email protected]

    ISBN: 958-96801-7-8

    La correccin de la edicin y los contenidosson responsabilidad del autor

    La edicin de la primera convocatoria del Fondo BibliogrficoRegional se gestion bajo la representacin de Jaime Rojas Consejero

    de Literatura.

    Prohibida la reproduccin parcial o total de esta obra,por cualquier medio, sin autorizacin escrita del autor

    Impreso en Colombia

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    LA MEMORIA DE PAPEL

    Parafraseando a Borges, quien dice: El libro es la extensin dela memoria quiero iniciar la presentacin de esta coleccin deliteratura regional, para difundir los valores de nuestro terruo y

    resaltar la importancia de la preservacin de la memoria colectiva.El orgullo, esa manifestacin de los pueblos que se expresa, enparte en las tradiciones, y en parte en la mentalidad popular, sonlos rasgos que llamaron mi atencin en esta edicin que hemosllamado Fondo Bibliogrfico Regional, coleccin que renela produccin de jvenes autores regionales en las modalidadesde cuento, poesa, novela y ensayo; abrimos una puerta a estos

    creadores para que presenten su propuesta. Ms all de loscomentarios que suscite, iniciamos esta aventura bibliogrficacomo muestra efectiva de una poltica cultural, y a su vezpromocionar el buen hbito de leer y publicar libros.

    Para el Instituto Municipal de Culturay para m, es motivo deespecial satisfaccin poner en manos del pblico los libros deesta coleccin, desafiando abiertamente el letargo que envuelve

    a las personas cuando se les habla del ejercicio educativo de lalectura. Una de las funciones del Instituto Municipal de Culturaes el resguardo de los activos culturales, con estos ttulosqueremos reconocer la labor de estos escritores y su decisin deenfrentar la variable y casi indefinible realidad con la capacidadpotica del creador y su tcnica narrativa; esa muestra de lastradiciones de las cuales hablaba al comenzar la presentacin,

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    producen el orgullo en los pueblos; un abrazo para cada uno delos autores, quijotes sin escudero, dementes necesarios contranuestro aburrimiento, soldados de la libertad, soadores

    irreductibles.

    Fraternalmente,

    RICARDO ARTURO PINZON KNEPPER

    Director I. M. C.

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    NDICE

    Parte I

    Valentina y Los Beatles...................................................... 9

    Los ojos de Valeria........................................................... 20

    El ltimo amor de Isidoro Bosnio. ..................................27El Proyeccionista.............................................................34

    Parte II-

    Cuento de Invierno .........................................................39

    Parte III

    La 15 ..............................................................................55

    El caf de las cuatro ......................................................... 61

    El Desierto ......................................................................66

    El asalto a la casa de Usher ...............................................75

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    Parte I

    Valentina y Los Beatles

    A Valentina Cardona y Julin Prado, compaeros de viaje.

    Parte I

    La recepcionista del pequeo hotel de carretera era una joven

    innegablemente hispana. Nos vio entrar y sigui hablando portelfono. Ni Valentina ni yo quisimos interrumpirla. Ella se pusoa mirar los mapas de carreteras pegados en la pared y yo serv uncaf. Estaba fro pero lo necesitaba. Cuando Valentina, tras leeruna y otra vez nombres y nombres de pueblos y comentar quealgunos le parecan graciosos, se recost aburrida contra la puerta,decid llamar la atencin de la empleada.Carraspe suavemente

    para no ser descorts. Ella dej de hablar un instante y me mira los ojos. Ahora te llamo de pa atrs dijo a su interlocutora enperfecto spanglish, y luego pregunt qu desean . Era obvio,pero trat de no hacer nfasis en que era obvio Queremos unahabitacin Cuarenta dlares. Primer piso o segundo? . Comoal parecer no haba ninguna diferencia de precios eleg primero ymir a Valentina, que haba encendido un cigarrillo, pidindole

    aprobacin. No le importaba, estaba en su estado tpico de losltimos das, pensando en su amante polaco, mirando laautopista, esperando que apareciera. Primero confirm y la

    joven alcanz una llave con un llavero gigantesco de aluminio.Cuntos das? No s, dije quizs tres o cuatro. Valentiname interrumpi Dile que no sabemos, que pueden ser ms.La empleada no se molest en pedir un depsito. El cuarto

    quedaba en la parte de atrs del hotel, es decir, con vista hacia lacarretera por la que habamos venido. Era ideal para Valentina.

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    Estacion el viejo Subaru frente a la puerta de la habitacin y ledije a Valentina que ira a buscar algo de comer, que si querapodra traer algunas cervezas. Dijo que no, que para m trajera lo

    que quisiera pero que ella no bebera hasta que Jakub aparecierabuscndola .

    A m me daba lo mismo, yo saba que Jakub no iba a seguirla,que su fuga fingida conmigo, que le haba anunciado al polacoen una carta, le importaba muy poco. Un muchacho mexicanoen bicicleta me gui hasta una tienda cercana donde atenda unrabe. Compr pan y pasabocas. Cuando regres, Valentina sehaba quedado dormida en las escaleras. La levant con cuidadoy la llev hasta la cama. Le desamarr los zapatos y me quit lacamisa; los dos dormimos profundamente y slo hasta que elaire de la madrugada se hizo demasiado fro decid levantarme ycerrar la puerta.

    Por supuesto, las cosas hubieran podido ser de otra manera. Yo

    podra haberme enamorado de Valentina y huir con ella. Es ms,ni siquiera huir, le habra dicho a Jakub que la dejara en paz yhabramos renunciado a su bar. De seguro a Valentina, la mejorvoz femenina de todo San Francisco cuando se trataba de cantarcanciones de Beatles, le habran dado trabajo en cualquier cafde Columbus Street. Pero no hice nada, cuando comenzaba aenamorarme de Valentina conoc a una autostopista de Portland

    y me enred con ella hasta que me abandon. Cuando Valentiname dijo que el plan perfecto para reconquistar a Jakub erapretender que se fugaba conmigo y dejar abandonado como porcasualidad un mapa de nuestra ruta, no le dije que el plan eraverticalmente estpido y a l no le importara un comino. Alcontrario, acept. Desde entonces parbamos en cada pueblo aesperar que apareciera el Ford 55 de Jakub. As habamos llegadohasta Merced y yo tena la certeza de que seguiramos a Fresno ya San Diego y as hasta que los States se acabaran por el Sur yValentina admitiera su derrota.

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    A la maana siguiente Valentina estaba desayunando en lasescaleras exteriores que llevaban al segundo piso, haba compradocaf y cheeseburguers en un McDonalds que yo no haba visto

    el da anterior y quedaba cruzando la autopista. Para m haballevado una hamburguesa de pollo. Me sent a su lado y comsin decirle nada, slo mirndola mirar la carretera. Haba pasadoantes y saba que sera intil tratar de disuadirla, as que fui a lapiscina, nad un rato en el agua estancada y luego sal a caminarpor las calles de Merced, un pueblo de carretera donde no habaabsolutamente nada para hacer excepto, quizs, quejarse por el

    insoportable calor. De arriba a abajo cruzaban nios mexicanostratando de venderle a los turistas mapas de Yosemite Valley,que en todo caso quedaba lejos, pero los turistas, casi todospensionados viajando en casas rodantes, les regalaban billetes sinpedir nada. Tal vez no comprendan. Me sent por horas en lacarrilera sin que pasara ningn tren, no quera regresar y ver aValentina sentada mirando la autopista. Al final de la tarde ella

    continuaba ah, con las rodillas contra el pecho. Estuve a puntode decirle No va volver pero dije Canta Ella no sali de susilencio. Le insist, le dije que cantara alguna cancin de Beatlescomo haca en el bar pero ella dijo que no, que todas las cancionesde Beatles estaban en los discos que Jakub le haba regalado, queella le haba prometido que nunca iba a cantar para nadie ms.Es absurdo pens todas las noches cantaba para todo el pblico

    del bar pero lo que dije fue que ira a buscar comida. Intentencontrar un restaurante chino pero termin de nuevo en la tiendadel rabe. Le llev sandwichs a Valentina y me agradeci, perocomi despacio y sin ganas. Al cuarto del lado haban llegadocuatro backpackers, la empleada dijo que se vean muchosbackpackers al final del verano, sobe todo europeos del este quedespus de trabajar en los resorts de las montaas, recorran

    California por tierra antes de regresar a casa. Hicieron muchoruido y uno de ellos me pregunt dnde poda comprar vino.

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    Lo llev hasta la tienda. De regreso quiso saber quin era la mujerque me acompaaba y le dije que se llamaba Valentina y tenauna voz celestial pero nunca volvera a cantar. Me pregunt si

    estaba enferma y estuve a punto de contestarle que estaba enfermade amor pero me pareci una frase que igual sonaba simple enespaol y en ingls y lo que le dije fue que no, que estabadeprimida por un hijo de puta.

    Eso no era cierto, Jakub era un excelente tipo, simplemente sehaba aburrido de ella como en general la gente se aburre de lagente y eso no converta al polaco en un hijo de puta. Valentinase haba aburrido de muchas personas antes y algn da seaburrira de m y de Jakub y de todo.

    Conoc el pueblo en dos o tres das, pero Valentina no se movidel hotel. Yo regresaba por las tardes y la encontraba siempresentada en la escalera, sosteniendo su cabeza con las manos,mirando la autopista interminable. Me quedaba con ella un rato

    y luego sala a buscar cualquier cosa de comer. No tena nadaqu decirle, o no era capaz. O no fui capaz hasta el da en que laencontr llorando ms que nunca. Haba regresado tempranoporque las nubes anunciaban lluvia. Ella estaba tendida bocaabajo en la cama. En el televisor, creo que ella por primera vez lohaba encendido, pasaban noticias. Yo no me senta bien del todobien, lo reconozco, haba comprado una botella de whisky Jack

    Daniels en la tienda del rabe y la haba bebido a grandes tragos,pero usualmente el Jackie from Tennessee me pona de buenhumor. Incluso compr un 24 pack de Budweiser para intentarbeberlo con Valentina. Si Valentina hubiera estado feliz comoera antes, hubiramos bebido cerveza y en la madrugada le habrapropuesto que nos casramos. Si hubiera encontrado a Valentinapensando en los Beatles en lugar de su polaco, le habra prometidotres cuartos de lo que me quedaba de vida.

    Pero lo que hice fue tomarla por el cabello y sin escuchar sus

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    gritos hacer que me mirara. Por mi cabeza pasaban las ms cruelesrazones, razones de sangre hirviente. Ms an, invent cosas sobreJakub y llegu a gritarle que tena por costumbre seducir a las

    empleadas del bar y le dije diez mil otras mentiras que en elinstante jur como ciertas. Se lo dije todo, mientras la abofeteabauna y otra vez, luego la arroj contra el suelo y me recost exhaustocontra un rincn. Encend un cigarrillo mientras Valentina siguillorando sin hablar. An fui ms cruel y le dije lo que habapensado Valentina, si no hubieras llorado hoy por l

    Una imagen en el televisor me cort la frase. George Harrisonhaba muerto en un hospital de Los Angeles. Comprend. Estabaclaro, Valentina tena un nuevo motivo para llorar y ese motivono la obligaba a mirar la autopista. Supe que dejaramos deesperar a Jakub y cambiaramos nuestra ruta para que nunca nosencontrara. Y nunca nos encontrara. Valentina me mir desdeatrs de sus ojos manchados de lgrimas rogando una disculpa,pero como no todos los das muere un Beatle lo que hice fueinclinar mi cabeza y llorar sin entender muy bien por qu.

    Despert en la madrugada y a duras penas pude sostenerme enpie para quitarme la ropa y llegar a la cama. Valentina estabaafuera, cantaba a toda voz y cada cierto tiempo arrojaba las latasde cerveza vacas contra el pavimento. Cuando escuch mismovimientos pregunt si estaba despierto Creo contest.

    Descansa. Maana a primera hora nos vamos a cualquier lugardonde Jakub no nos encuentre. Hay miles de lugares as Pensdecirle que ya lo saba pero no le dije nada. Creo que ella siguicantando toda la noche y me hubiera gustado escucharla toda lanoche cantndole Let it be al desierto del sur y a las montaasdel norte, pero lentamente volv a quedarme dormido.

    Parte II

    Una vez encontr una chica, O debera decir que ella me encontra m?. En ese entonces acababa de montar un bar en un pequeo

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    local alquilado en Haight Ashbury, no muy lejos del derruidoedificio de apartamentos donde haba vivido Charles Manson ydel 122 de Lyon Street donde haba vivido Janis Joplin, y las

    cosas no despegaban, pero an estaba optimista y audicionabasaxofonistas y cantantes negras de soul que no cobrarandemasiado. Mientras tanto el show central lo haca un viejo

    jubilado irlands al que pagaba con comida y botellas de vodkaque me llegaban de Warsaw. Fue entonces cuando tuve unadiscusin con la mujer con quien andaba, Michelle Lumire,una argelina recin llegada de Pars que reuna dinero en Frisco

    para emigrar a Hollywood, fui al bar, saqu dos de las botellasde vodka y las beb mientras caminaba por la calle, subiendo ybajando colinas, hasta Ocean Beach. Me sent en la arena y dibuena cuenta de lo que quedaba en un solo trago. Unas pocaspersonas jugaban con sus mascotas en la arena y los dos o tresms arriesgados se lanzaban al mar a pesar de que octubre yaestaba bien entrado y el viento helado haca pensar ms en fogatas

    que en deportes de playa. Al llegar el atardecer ciertamente estabatriste y pens que por tristezas similares mucha gente se habalanzado de los acantilados cercanos. Lo hara yo? No, tenahambre y camin dos cuadras hasta el Safeway en busca de unbuen pollo asado. El supermercado estaba lleno, mucha gentedaba vueltas sin comprar nada, tan solo para evitar el fro de lacalle. Kurwa! pens, no habr pollo asado y tom rumbo

    directo a la seccin de comida. Ciertamente no haba pollo, perouna joven de trenzas y paoleta roja al cuello haca lo que podapara meter algunos pollos al horno. Despus de hacerlo, Valentina,ese era el nombre escrito en la placa blanca que tena prendida aldelantal, se reclin sobre el mostrador para acercarse ypreguntarme qu quera. Le dije que un roasted chicken y ellapareci disgustarse, luego comprend que haba sido por el aliento

    a vodka. Me dijo que el pollo tardara 45 minutos y le dije queesperara. Mientras lo hice recorr una y otra vez todos los pasillos

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    del supermercado regresando de vez en cuando para cruzar unpar de palabras con ella. Cuarenta y cinco minutos exactos, creoque el horno tena algn cronmetro. Regres y ella no estaba,

    un nuevo empleado empac el pollo, y me pregunt si lo queracon potato wedges o biscuits. Le dije que no importaba, quednde estaba Valentina, me contest que acababa de salir.

    La encontr a unas dos cuadras del supermercado, llevaba unabrigo grueso, guantes y bufanda. Le dije que un pollo asado erademasiado para una persona y la invit a comer, entoncesregresamos a la playa; el cielo se haba despejado, lo queciertamente tiene caractersticas de milagro en los grises octubresde San Francisco, pero an haca mucho fro. Despus de comer,tomamos el mismo autobs hasta Market y nos separamos, ellase fue en uno de los tranvas de Powell & Hyde y yo caminhasta el bar. Cuando llegu, Phil, el irlands, estaba sentado enla barra con el cantinero, no haba un solo cliente y cerramostemprano.

    Visit el Safeway de Ocean Beach un par de veces con cualquierexcusa, generalmente increble, como que repentinamente habaquerido ir a comer buffalo wings junto al molino holands oalgo as, slo para ver a Valentina. Le di la direccin del bar porsi acaso quera visitarme. Michelle se haba ido a Los Angeles sinavisarme y me mand una postal dicindome que viva en un

    cuarto compartido y en las noches la ciudad, como San Francisco,se cubra de niebla. No tena direccin y pens que nunca mssabra de ella. Tal vez luego se ira a buscar a una hermana perdidaque tena dando vueltas por suramrica. La partida de Michelleme agrav el pesimismo y como el bar no despegaba retom amedio tiempo mi antiguo empleo en un hotel cerca de UnionSquare. En otra poca haba sido un hotel elegante pero ahora, apesar de que todas las habitaciones tenan baera y buena vistadel centro de la ciudad, su clientela estaba compuesta por turistasen viaje de bajo presupuesto que preferan, a pesar de todo, un

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    cuarto privado a los hostales de la YMCA. Trabajaba comosupervisor del turno de 2 a 11. Cuando sala del hotel pasabapor el bar y ahora viva ah para reducir an ms los gastos.

    Recuerdo que era jueves, haba trabajado como un perro y deseabade corazn que no hubiera clientes para cerrar y dormir comoun tronco. Al llegar el bar escuch una voz femenina acompaadapor la guitarra del irlands y entr lleno de curiosidad. Cmopodra bailar con otra despus de verla parada ah? Valentinaestaba en el escenario cantando una de las canciones de la pocarocanrolera de Beatles y el publico, que no era numeroso porcierto, deliraba con su voz. Cuando termin la cancin y bajdel escenario la invit a bailar Debe ser rock and roll para quebailes conmigo dijo y le ped al barman que pusiera alguno delos acetatos viejos de Elvis, Mejor Beatles dijo ella. Entoncesbailamos hasta que el ltimo cliente, casi todos eran oficinistasque deban trabajar al da siguiente, se fue del bar. Le propuseque cantara en el bar, que la paga no sera muy alta pero al menosmayor que la de Safeway No me importa mucho el dinerodijo y comenz la noche siguiente.

    No nos tom mucho tiempo armar la banda, Phil sigui en laguitarra y como baterista conseguimos a Jo Jo, que haba dejadosu hogar en Tucson, Arizona, para buscar algo de hierbacaliforninana. El bajo sera para Johnny B., un veterano msico

    callejero que haba perdido la mitad de sus dientes en peleas porcerveza, y en la segunda guitarra estara un amigo de Valentinaque haba escuchado msica de Beatles toda la vida y se hacallamar Lennon. Mis paps me concibieron escuchando Sgt.Peppers, sola decir. La primera noche que tuvimos lleno totalinvit a la banda y al cantinero a quedarse para celebrar y beberbuen vodka, es decir, vodka polaco. Valentina nunca lo habaprobado y decidi tomar un trago largo sin respirar. Cuandotermin cay al suelo. Dijo que haba sentido cada gota cayendo

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    en su estomago hasta que todo colaps. A todos nos hizo graciay nos pareci un buen augurio.

    El negocio mejor en cuestin de semanas. Los oficinistas grisesde los primeros das fueron multiplicndose y cediendo espacioa jvenes estudiantes y turistas. Pudimos subir los precios y cobrarla entrada y compr un Ford 55 que utilizbamos los lunes ymartes, los das que Valentina no cantaba, para escapar hastaLake Tahoe. Lennon compr un Subaru vinotinto con elparabrisas roto. Lgicamente Beatles se convirti en mi bandafavorita, siempre haba sido la banda favorita de Valentina, ycompr para ella toda la coleccin en LPs. Cambiamos toda ladecoracin del bar. Incluso pude poner dos posters originalesque compr en un almacn de coleccionistas cerca de TelegraphHill. El pblico, con razn, amaba a Valentina. Haba que verlasobre el escenario cantando canciones de todos los lbunes. Habaque verla tomar el micrfono y decir Bueno levntese todospara bailar una cancin que era un xito antes de que sus mamsnacieran y a todos cantando, felices. Tambin yo la adoraba.Era imposible no hacerlo. Le promet que iramos a New Yorken invierno y la llevara a Strawberry Fields para que viera elmosaico que est en el lugar donde mataron a John Lennon.

    Hay alguien que quiera escuchar la historia? Cuando vuelva aver a Valentina, estoy seguro que ser pronto, dir en mi defensa

    que nunca quise herirla y que no supe por qu las cosas pasaronas. Primero comenz a molestarme su amigo Lennon, no spor qu, porque l era un buen tipo y a pesar de que haba tenidoalgo parecido a un romance con Valentina, ahora tena un affairecon una casi nia que viajaba en autostop desde Portland y habaconocido cuando ella peda monedas a la entrada del McDonaldsde Market and Hyde. Se llamaba Britney y odiaba el pop, msbien le gustaba la onda Seattle. Digo esto para evitar molestasconfusiones. De habitud no se la llevaba con Valentina pero unpar de veces cantaron juntas. No, Lennon no era mi rival, pero

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    sospechaba y llegu a sentir celos de cualquiera que se le acercara,empezando por los admiradores al final de cada concierto. Unda vi que Lennon tena una paoleta de colores que yo le haba

    regalado a Valentina y l me dijo que la haba encontrado botadaen el bar y no saba que era de ella. Discutimos un par de veces ypor todo argumento a mi favor, dije que no era mi culpa si yohaba nacido con una mente celosa. Las cosas haban cambiado,ya no hacamos el amor todo el da como antes, aunque siempreme alegraba escucharla cantar a toda hora como una niaenloquecida antes de tiempo. Luego regres Michelle, mi bella

    Michelle, dijo que le haban ofrecido algo bueno en Hollywoodpero prefera regresar a mi lado. No le cre, su delgadez y susojeras daban testimonio de que haba lidiado con el hambre,pero me hizo gracia que regresara. Los celos con Valentinadesaparecieron y ya no me import ms que saliera con quienquisiera. La quera, ciertamente una mujer que canta nunca seolvida, pero Michelle estaba atada por siempre a mi largo y

    tempestuoso camino. Intent ser rudo con Valentina. Le dijeque yo no iba a estar ah siempre, que pensara por ella misma ysimplemente sonri y me dio la espalda. Hacia septiembre, unao despus de conocernos y sin que nunca hubiramos ido aNew York como se lo haba prometido, le ped que regresara asu antiguo apartamento y acept sin ni siquiera preguntar porqu. Michelle ocup su lugar en mi cuarto, pero Valentina segua

    llegando a la hora en punto y cantando en las noches con labanda. Se enred con Desmond Jones, l no s por qu le decaMolly, que le regal un anillo de oro de veinte quilates y leprometa cuidarla hasta que tuviera 64 aos, pero duraron juntosslo un par de meses. Ella me lo cont todo. Qu te hacepensar que me importa? le contest qu te hace pensar queeres algo especial cuando sonres?. Insisto, la trataba as slo

    porque nunca podra dejar a Michelle y Valentina, pensaba yoen ese entonces, nunca sera ms que la persona que yo llamabacuando necesitaba a alguien.

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    Y finalmente se fue, dijo en su carta de despedida que partahacia el norte con Lennon pero junto a la carta haba un mapadel sur de California con varias ciudades y pueblos sealados

    sobre la ruta, desde Oakland pasando por varias ciudades delBay Area, y luego Stockton, Modesto, Merced, Madera,Bakersfield. Todo hasta la frontera. Estoy seguro de que siguieronesa ruta y es ms, estoy seguro de que Valentina dej el mapaintencionalmente para que la siguiera. Quem la carta, apagulas cenizas con Vodka y guard el mapa pensando que podraservirme en el futuro. Michelle y yo la pasamos bastante bien

    entonces, pero el prestigio del bar comenz a decaer. Phil, Jo Joy Johnny B. siguieron tocando canciones de Beatles pero muchaspersonas que frecuentaban el bar slo por escuchar a Valentinadejaron de hacerlo. A pesar de eso no tuve que regresar a miempleo en el hotel y pude conservar el Ford. Como a Michelleno le gustaba salir de la ciudad, mi automvil permaneca muchotiempo estacionado, al menos hasta ayer porque ahora lo alisto

    para un largo viaje de carretera. Fue una seal, alguien all arribao all abajo nos habla con seales. Ayer lo vi en las noticias de latarde. George Harrison haba muerto, George Harrison, Valentinay Los Beatles. Slo entonces comprend que mi destino estabaatado al suyo, que nunca haba amado a una mujer tangible porla manera cmo cantaba, que Valentina era la nica y siempreiba a ser la nica.

    Michelle y Phil se encargarn del bar hasta mi regreso que imaginopronto. Tenemos recuerdos ms largos que el camino que se mepresenta. En un par de horas estar cruzando el Puente de laBaha, viajando a alta velocidad porque s que en algn pequeopueblo del sur Valentina me espera y sin quitar sus ojos de laautopista canta que habr una respuesta, que hay que dejar queas sea.

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    Los ojos de Valeria

    i ronic that they go for the eyes first1

    Aunque saba con certeza que no vera una nueva noche, el viejoAlcibiades Vanegas, Alcibiades Mostaza para los amigos, selevant temprano, a la hora en que los buses comenzaban aarrojar el humo casi slido sobre el andn donde dorma.

    Escondi su colchn y sus cobijas en un lote baldo, se arregl aciegas la barba con una cuchilla oxidada e inici su rutina debuscar cualquier trabajo. Saba que haba cometido un error y seconsolaba tratando de convencerse que ella no lo notara. Sedeca que esa mujer tena que estar loca para haberle pedido quehiciera lo que hizo, pero saba que no era as, que ella llegaratarde o temprano y le hara pagar.

    Hace tiempo que no senta tristeza dijo, limpindose la caracon el reverso de la manga Cuando era nio encontr un gatoenfermo y se me muri en las manos. Desde ese entonces. Nole va a pasar nada, Alcibiades Mostaza, aqu todos vamos a estarpendientes Ella me va a encontrar y me va a cobrar el error.Un error es un error, Viejo Alcibiades. Todo mundo se equivocaOjo por ojo, diente por diente

    Una maana, creo que era un mircoles pero a mi edad es mejorafirmar poco sobre todo en asuntos de memoria, caminaba porla calle 36 empujando el carrito de reciclaje. Es cierto, cualquieraque me viera me dira que no es cierto, que ya no tengo fuerzas,que este cuerpo que ha durado ms que muchos pases no podraempujar un carro cargado, pero an lo hago aunque est lleno

    de botellas de vino y latas de zinc que son las cosas que mspesan. A veces me duele la espalda, pero eso es todo. Lo dems

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    funciona, tengo fuerza en las piernas y escucho conversaciones auna distancia ms o menos razonable. Adems ella no me hubierallamado si no viera que poda hacer el trabajo. No se por qu no

    busc alguien ms joven, quizs l no hubiera fallado y yo andaraigual, y ese joven tendra los bolsillos llenos. Pero el caso es quelas cosas sucedieron como sucedieron. Haba llovido y me detuvepara recoger unas latas medio sumergidas en un charco y ellaapreci no s de dnde. Manejaba un carro lujoso y aunquehubiera venido a pie era el tipo de mujer que llama la atencin.Esa pudo ser la razn por la que la salud haciendo una pequea

    como venia y luego me quit el sombrero. Vesta de negro, tenael cabello negro y tambin sus gafas eran negras, como de ciego.S uno pudiera pensar que una mujer bonita poda estar ciegahubiera pensado eso. Me pregunt si quera ganar algn dineroy le contest que s. Uno siempre contesta que s. Las dosposibilidades que me cruzaron por la cabeza fueron una jornadade jardinera o un trabajo recogiendo escombros. Algo as. Me

    puso una cita para las seis de la tarde del da siguiente y llegucon diez minutos de retraso. Ella no estaba y como no saba siya se haba ido o todava no haba llegado me sent a esperarlaen el andn.

    Es una mujer la que lo tiene asustado?. No, viejo Alcibiades.No es posible As usted me crea o no, negro Harold, ella va avenir Y qu? Usted no sabe lo que he hecho Si no me

    cuenta no voy a saber Mientras deca esto, el joven sac unacolilla de un montn en su bolsillo y la encendi, un plonprofundo, luego otro y eso fue todo. Mierda, las colillas cadavez me duran menos Ya le he dicho que no fume delante moTranquilo Alcibiades, sgame contando No le estoy contandonada Claro que no, lo que usted me est contando no es nada.A m desde que me vine de Santa Marta no me ha hablado una

    vieja en un carro bonito All s? No, all tampoco, pero aveces los tipos que llegaban a comprarme mercanca me visitaban

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    en buenos carros y con buenas viejas Y qu ms? Nada ms,viejo, usted es el que est contando Ella no lleg, la esperhasta las ocho y no lleg O quizs se haba ido antes de que

    usted llegara.Por segundo da la mujer del automvil lujoso encontr aAlcibiades Vanegas. No fue difcil porque Mostaza era un viejoconocido de la calle. Un hombre gordo, con una gordura irnicaque pareca fruto de la buena vida; de cara cansada y con aire desabidura callejera, tal vez por la barba encanecida. Lo primeroque hizo la mujer, de nuevo llevaba gafas oscuras, fue reprocharlesu impuntualidad. Alcibiades se disculp haciendo la mismareverencia que haba hecho el da anterior. Muy despacio y conmuchos detalles insignificantes, como queriendo dar a entenderque se lo deca todo para evitar preguntas, la mujer le expliccul era su misin. Le mostr una fotografa, era una mujer ms

    joven y ciertamente ms bella. El viejo mir incrdulo, pero nosupo qu preguntar, entonces la mujer anot el nombre de la

    joven en el reverso. Para asegurarse del todo le dijo que lamuchacha de la foto andaba todos las noches con un gabn azuloscuro y tena un tatuaje grande en la mueca izquierda. ngelesformando mandalas. La mujer repiti todas las instruccionesmientras Alcibiades se recostaba en la ventanilla del automvil yfinaliz con una lista de lugares que la mujer de la fotografafrecuentaba. Prometi una paga generosa pero exigi a cambio

    un compromiso absoluto por parte de Alcibiades. La tareadebera cumplirse en un mximo de dos semanas y en las mismascondiciones en que haba sido acordada. Alcibiades hubierapodido no aceptar, de hecho hubiera debido no aceptar, peroacept. Afirm con la cabeza y cuando lo hizo tuvo que sujetarsu viejo sombrero con la mano izquierda para que no cayera alsuelo. La mano derecha la destin para recibir la mano plida y

    suave de su cliente y sellar el trato. El automvil arrancbruscamente mientras la mujer suba el vidrio. Alcibiades tom

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    su propia mano derecha con la izquierda para comprobar si lasuavidad de la piel de la mujer se le haba, de alguna manera,contagiado, pero su piel era la misma piel vieja de antes con las

    mismas arrugas y las mismas venas gruesas y llenas de bultos.Desde esa misma tarde comenz a seguir a la muchacha de lafotografa. Era muy joven y delgada, tena el cabello largo yclaro, casi encanecido y sus ojos eran por cierto difciles de definir.La primera vez que los vio de cerca, una tarde mientras ellaesperaba algn bus que la hara imposible de seguir por el restodel da, el viejo Alcibades pens que ese brillo inusual haca que

    no fuera tan descabellado que alguien quisiera robrselos. Vivaen un edificio del centro y siempre sala sola, pero saludaba amucha gente por la calle. Frecuentaba cafs sin ser fiel a ninguno.Lo del tatuaje era cierto, se le vea de lejos sobre la muecaizquierda, y tambin era cierto lo del gabn; lo usaba casi siempre,incluso si haca calor. La eficacia de los disfraces que el viejoAlcibiades utilizaba para seguirla era muy dudosa, pues una

    copiosa barba blanca y un estmago cultivado con aos deesfuerzo son difciles de ocultar. A pesar de eso concluy que notrabajaba, o al menos no tena ninguna rutina de trabajo, y lanica manera de interceptarla sera seguirla hasta que porcasualidad decidiera cruzar algn callejn solitario.

    Quince das exactos haban transcurrido sin que me hubiera sidoposible llevar a cabo la misin. Valeria, la mujer de la fotografa,

    elega calles concurridas o avenidas transitadas para susdesplazamientos diurnos y en las noches alguno de sus conocidosla llevaba a casa. El plazo estaba a punto de cumplirse y no podaquedarle mal a la mujer del automvil. El compromiso era claro.Antes de la medianoche del quinceavo da. No tena duda deque hablaba en serio y tan fcil cmo me haba conseguido a mconseguira alguien ms para cumplir su amenaza. Esper toda

    la tarde cerca de su casa. Cuando ya haca mucho habaanochecido, calculo algo ms de las diez, se inici una fuerte

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    tormenta que me hizo buscar refugio en un techo saliente. Unosminutos despus un fuerte relmpago apag todas las luces de laciudad. Debo confesar que estaba asustado, que pens que con

    esa lluvia y esa oscuridad recin nacida ella preferira quedarse encasa hasta mucho ms de medianoche y yo incumplira mi partedel trato.

    Entonces la vi salir, llevaba el gabn azul oscuro y lo utilizabatambin para cubrir su cabeza. Se despidi de alguien en elprtico del edificio y comenz a caminar despreocupada, la vipasar casi a mi lado sin mirarme y comenc a seguirla. Hubierapodido hacerlo ah mismo, pero en mi mente estaba tan fija laidea del callejn que no haca ms que implorar que ella escogieraalguna ruta con callejones. Camin por el Paseo Espaa y tomla calle 37 para cruzar la avenida en frente de las ruinas del TeatroMunicipal. Entonces supe que tomara el callejn que pasa porel costado izquierdo del viejo edificio. Aceler mis pasos y le dialcanc, sujetndola por la espalda. No creo que comprendiera,la lluvia no la dej escucharme y su vida ti rpidamente loscharcos, tal vez pens que era una pesadilla y una voz dulce lainvitaba a despertar. La dej deslizarse sobre la calle y saqu demi bolsillo el pequeo cofre en el que debera guardar sus ojos.Hice todo de acuerdo a las instrucciones y le di vuelta al cuerpopara ocultar su rostro. Al ponerme de pie, no sin cierta dificultadpues el esfuerzo me haba agotado, la pequea navaja se enred

    en sus ropas desgarrando la manga izquierda de su gabn. Lasujet por la mueca para liberar el jirn de tela y con un horrorque superaba el horror del crimen cometido me di cuenta deque todo haba salido mal. De que estaba absolutamente perdidoy condenado.

    Valeria mir por la ventana, las calles estaban inundadas y lasluces de magnesio an tenan la incandescencia prpura que lesqueda cuando se apagan. Su amiga insisti en una caminata perono le son la idea. Mitad por la lluvia y mitad por el apagn la

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    calle le pareci insegura, como habitada por quin sabe qumoradores de las tinieblas. Si no quieres ir, tienes algo de ropaabrigada que me prestes? Valeria no dijo nada, aunque en su

    cabeza se reforz la idea de que su amiga estaba tres cuartos deloca. Para al menos evitarle una pulmona, le prest una de susprendas favoritas, un gabn azul oscuro que un amigo le habatrado del extranjero. Cuando su amiga sali, cantando ygolpeando la puerta sin ms intencin que la de anunciar susalida con una voz ms fuerte que la de la lluvia, Valeria comenza calentar agua para tenerle un caf a su regreso que supuso pronto,

    aunque esperaba no tan pronto para que, al menos, el cafestuviera listo.

    No tena ningn tatuaje. Nada. En esos instantes de pnico pensque quizs la lluvia se lo haba borrado. Luego busqu, sabaque era una bsqueda intil, en su mueca derecha. El gabn erael mismo, pero, demasiado tarde, vi que el color de su pelo eradiferente, rubio pero no tan claro. Mi suerte estaba echada, peroan pude decirme Todos los ojos son lo mismo. Luego cerrla cajita y corr a buscar a la mujer del carro. Cuando me abri lecost trabajo reconocerme, creo que el porche de su casa estabademasiado oscuro. Le entregu la cajita con los ojos adentro yme entreg el dinero. Aparentaba contarlo pero me di cuentaque tena que palparlo con las manos.

    No entiendo Yo tampoco, Harold, al principio pensaba queera una venganza pero me he convencido que ella realmentenecesitabasusojos Pero no sera mejor ir a un hospital, aqu oafuera, en lugar de pagarle a un reciclador para que hiciera eltrabajo Son cosas extraas y me van a matar antes de que lleguea entenderlas La mujer del carro estaba loca y la otra era laamante del marido. Debi ser por eso y no lo van matar Ustedsabe que s Le apuesto tres das de almuerzos a que no le va apasar nada y usted sigue vivo maana. Crame, Negro Harold,si despus de esta noche lo vuelvo a ver lo invitar con gusto

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    Los dos hombres se separaron; el ms joven, se llamaba Haroldsegn haba dicho el mayor, se fue caminando rumbo al norte.El otro se qued sentado en su esquina viendo el atardecer sobre

    las montaas del occidente y las siluetas de los edificios comofiguras de cartulina negra pegadas sobre un fondo de todos losdems colores. Entonces apareci el automvil lujoso. La mujerno conduca, pero Alcibiades no pudo ver quin era el conductor.Podra ser cualquiera, pens. Ella se baj del auto ayudndosecon un bastn de ciego que dominaba con facilidad como sitoda su vida hubiera pasado entre intervalos de luz y ceguera.

    La mujer se quit los anteojos negros para intentar dirigir alviejo una mirada de desprecio. Llega aqu el momento de decirque esos ojos fueron la ltima cosa que Alcibiades Vanegas vioen su vida.

    De ella no se supo nada, nadie excepto Alcibiades la vio nunca,pero seguramente existi. A l, al viejo Mostaza, todava se le vepor las calles. Dej de hablar por mucho tiempo pero, segn elnegro Harold, ha vuelto a hacerlo Incluso a veces hace bromassobre nuestra apuesta y dice que no me va a pagar porque despusde que la hicimos no volvi a verme. Yo le digo que no sepreocupe y l se re.

    Me consta, lo he visto rerse. Pide limosna cuando losautomviles se detienen en los semforos del centro y siempre

    agradece a sus ocasionales benefactores. Su carcter slo cambiacuando alguien pone en duda su ceguera. Entonces no tienereparo en levantar sus anteojos oscuros y mostrar,despiadadamente, sus cuencas vacas.

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    El ltimo amor de Isidoro Bosnio.

    El Mircoles de Ceniza de 1999, despus de rezar un par deplegarias en memoria de un amigo muerto exactamente cincuentaaos atrs, Isidoro Bosnio sali de la catedral y atraves el ParqueSantander. Todos los das, con un portafolio debajo del brazo,cruzaba el parque una y otra vez, haciendo diligencias como slolas poda hacer alguien que llevaba cuarenta aos recorriendo las

    oficinas pblicas. Isidoro, con su sombrero pequeo y su paraguasdebajo del brazo, era ms viejo que casi todos los edificios altosy que muchas de las instituciones donde pasaba sus das. La gentelo quera y como casi todo se lo regalaban, haca muchos aoshaba dejado de subir sus tarifas de mensajero. No pagaba el cafcon que desayunaba, ni el cuarto donde viva amontonado entrelos papeles de las vueltas que no se hicieron. Pero ese da Isidoro,

    casi sin cabello pero sin una sola cana, tendra una buena raznpara actualizar sus precios. Milena Orozco, vestida con blusaroja, falda escosesa y botas cortas, estaba parada en la entrada deledificio La Triada, el ms nuevo del centro. Era nueva como eledificio y sus ojos parecan ventanales de cristal. Joven y real.Sin duda esperando a alguien, pues no dejaba de mirar su relojde pulsera y golpear rtmicamente el suelo con cierta impaciencia

    que, mientras Bosnio cruzaba el parque y esquivaba los taxispara alcanzarla, se convirti en resignacin. Como se sabe, lagente slo le habla a los desconocidos cuando hay nieve, quizspor eso ella se sorprendi. Pero no fue descorts y por primeravez en muchos aos Bosnio no se sinti tratado como un abuelo.Se quit el sombrero y bes su mano. Ella sonro y fue como sisu sonrisa hubiera estado esperando mucho tiempo para salir.

    Intercambiaron nombres. l pregunt si ella esperaba a alguieny ella dijo que ya no, que ya era tarde. Para Bosnio era inexplicable

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    que alguien le incumpliera una cita a una muchacha as. Dijoque trabajaba en una oficina del piso trece y Bosnio dijo que lms o menos trabajaba en todas las oficinas, llevando papeles y

    razones. Que cualquier cosa l estaba para servirle. Sedespidieron. Cuntos aos puede tener?. dieciocho, ventids,Slo s su nombre, un nombre de seis letras, el resto sonsuposiciones. Podra ser una gerente o una practicante. Debe seruna practicante porque tiene mirada inocente y cmo se vera sumirada inocente en mis ojos cansados. Tal vez fue gentil porqueme le parec a alguien. A su padre. No, a su abuelo. Quiz su

    abuelo usa sombrero. No, no era esa gentileza. Era algo diferente.Trabaja en una oficina del piso trece de La Triada pero nuncaantes la haba visto, debe ser nueva. Debe trabajar en la del doctorAguas o en la de Gmez, el contador. La visitar un da de estos.La visitar de hoy en ocho. Maana. Cerca del medioda paraque ya no haya nubes lluviosas que la hagan pensar que soy unser de invierno. La visitar un par de veces al da slo para verla,

    para escucharla.El funcionario # 365B, uno de los que le encargaba favores aBosnio, estaba sentado en su oficina. Hablaba por telfono ypareca tenso. Cuando Bosnio entr, le seal una carpeta conpapeles que deban ser entregados en varias oficinas del centro ysin dejar de hablar con ese del otro lado de la lnea (deba ser unempleado de menor nivel, porque #365 B daba rdenes) sac

    un billete igual al de todos los das. Isidoro tom el billete y lospapeles pero no se movi; #365B tuvo que esperar hasta elfinal de su llamada para darse cuenta que Isidoro segua ah.

    Seor?

    Disculpe, ahora dupliqu mi tarifa

    El oficinista lo mir de arriba a abajo y sonro. Amablemente

    pregunt

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    Y eso por quPor las flores. Ahora necesito comprar floresUna dama, seor Bosnio?La Dama, la ms bella de las damasNo puedo creerlo. Despus de 7 dcadas de soltera

    No tanto eso sino de falta de amor

    #365B le dio otro billete e Isidoro lo agradeci. Compr floresen el parque y se las llev esa tarde. La encontr en el piso trece,afuera de las oficinas, y la invit a tomar un caf en la plazoleta

    del primer piso. Tuvo toda la intencin de pagar pero la cajerano acept Tranquilo, seor Bosnio, usted sabe que aqu notiene que pagar su caf. A ella le encantaron las flores, dijo queeran sus favoritas . Luego caminaron por el parque, l llevaba lasflores pero ella no dejaba de decir que le haban encantado.Acordaron encontrarse ms tarde para ir a cine. l la esper(tuvo que dejar algunos tramites incompletos para estar a tiempo)

    y ella lleg a la ahora exacta. Todo mundo pareca estar a favorde Isidoro, la vendedora de boletos del cine se equivoc y cobruna sola entrada lo que le permiti a Isidoro comprar crispetas ygaseosa. Aprovechando los cortes de las pelculas, estaba claro elproyeccionista era nuevo en su oficio, Isidoro se acercaba paraoler su cabello. Era el olor que nunca haba encontrado, el olorausente que le haba hecho ganar fama de soltero disipado en sus

    aos de juventud y de viejo solitario en los ltimos aos. Lapelcula era muy rpida y l no la entendi, pero en un par deocasiones Milena se aferr a su brazo. Salieron del viejo teatrodel Parque Centenario y caminaron subiendo por la calle 33. lle ofreci su brazo esperando que, ahora que la pelcula habaterminado, ella an deseara estar cerca. Ella tom un taxi en laCarrera 27. Isidoro regres a su cuarto, se quit los zapatos y se

    recost a mirar el techo. Hubiera querido no dormir pensandoen ella o soarla, pero al cuerpo no se le puede engaar como a

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    los hombres y simplemente se qued dormido en un sueoprofundo y esttico.

    (Da siguiente, oficina de #365B. Isidoro luce feliz y renovado)Oficinista: Seor Bosnio! Cmo estuvo su cita?Isidoro: Estuvo bien, fuimos a cineOficinista: Vamos progresando, entonces.Isidoro: Voy a esperarla para invitarla a comer.Oficinista: Vamos bien, seor Bosnio.Isidoro: Quisiera pedirle un favor

    Idea del oficinista:

    No me queda duda, Isidoro Bosnio debi ser guapo en sujuventud, pero nunca se cas y hace aos se le vea solo. Notodo su vida lo haba estado y a veces hablaba de sus amigosintelectuales de finales de la dcada del 50, de los que no volvaa saber hasta que el anuncio funerario de cada uno de ellos iba

    apareciendo en el diario local. Ayer me pidi dinero para comprarflores y hoy para una cena. Se ve feliz.

    Conoc a Milena Orozco hace una semana y cuando la vi supeque era ella, era la mujer que haba esperado toda mi vida.Estuvimos en cine, luego fuimos a cenar y tomamos juntos unacerveza. Hace aos no tomaba cerveza. Hace aos no iba a cinetampoco. #365B me dijo que deba haberla invitado a un teatro

    que no fuera de los del centro pero ella disfrut la pelcula. Lascosas han cambiado desde mis das y #365B me ha hechosugerencias. Quiere conocerla y yo quiero que la conozca. Ayerla esperamos pero ella tard un poco y lleg slo un par desegundos despus de la partida de #365B. Salimos a escucharmsica. Supuse que ella, reina de los ngeles quisiera decirle,preferira un lugar moderno, pero le gusta el tango. Ella es joven,

    es hermosa, el cabello, negro ala de cuervo, le cuelga hasta lacintura. A pesar de su juventud le gustan las mismas cosas que a

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    m. La gente nos mira extrao y a veces murmura, pero no meimporta. Me siento bien y los que me conocen dicen que meven un poco mejor y que estoy comiendo ms que antes.

    Caminamos mucho por el centro y ella siempre nota cundome pesa la fatiga, entonces me abraza, toma un taxi y se va. Laadoro porque sabe partir. No s dnde vive. No me lo ha dicho.Tal vez vive con su familia y no puedo acompaarla. Pens queella querra grandes cosas, pero no. Tal vez luego, cuando ellacrezca un poco y yo no exista, ella cambie de parecer y sueeviajes y un pintor joven que la pinte desnuda sentada sobre una

    piedra en medio de un ro cristalino y una casa lujosa en unbosque a las afueras de una gran ciudad, por ahora estoy yo, unviejo que hasta que la conoci viva del recuerdo de mujereslejanas.

    Isidoro, a pesar de las muchas mujeres que tuvo en su juventud,sabe poco de ellas. Quizs porque sus amantes nunca pasaroncon l ms que un par de noches. (tal vez fue marinero o soldado,alguna profesin errante, en todo caso algunos de sus amigosrecuerdan que vivi una temporada en Escocia. ). Alguna vez ledijo a #365B que nunca haba amado a nadie. Hoy el oficinista,mucho ms joven que l y an as ya casado y divorciado, leprestaba dinero para que comprara una botella de vino y unacaja de chocolates. Isidoro no escribi un diario sobre estoshechos, pero si lo hubiera escrito ira as:

    Marzo 5

    Todos los das me levanto pensando en ella, en sus ojos de delfn,en su manera de hablar y en cmo escucha mis historias, ningunade ellas reciente o particularmente interesante. La espero a lasalida del edificio de oficinas donde trabaja y caminamos y vamos

    a cenar o vamos a cenar y caminamos. Milena insiste en pagarpero, por supuesto, no puedo permitrselo. Siempre toma el

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    taxi en la carrera 27. Estiro la mano, el taxi se detiene, abro lapuerta, ella sube y seguimos hablando y no cierro la puerta hastaque el taxista se muestra incmodo por la tardanza. Cuando se

    va me pongo a pensar que la amo y que est bien que la ame enlos ltimos das de mi vida. Que ella soportar el escndalo y loolvidar cuando yo ya no est.

    Marzo 12

    Es cierto que he vuelto a sentirme vivo en los ltimos das de mivida. Cuando camino por la calle siempre voy pensando en su

    nombre, en la primera vez que nos vimos y en la segunda vez yen todas las veces que nos hemos visto. En la manera cmomueve los labios, en sus mejillas, en su cuerpo escondido bajo laropa. La invit a mi cuarto y vendr esta noche. Vendrperdonndome por anticipado mi vejez y mi pobreza. Helimpiado todo y arrojado muchos recuerdos a la basura y mesorprendi encontrar tantos aos convertidos en un montn de

    papeles amarillentos y fotografas desteidas. No recuerdo losnombres de las mujeres de algunas de las fotos, aunque a vecesrecuerdo los lugares. No am a ninguna. No volv a saber deellas. No me importa, Milena Orozco, el ltimo regalo que mehizo el destino, llegar en un par de horas y la espero conimpaciencia.

    Isidoro despert mucho antes, pero no quiso moverse para no

    perturbar el sueo de la joven que dorma su lado. Sobre lamesa de noche haba an media botella de whisky y mediopaquete de cigarrillos y medio cigarrillo que no se habaconsumido del todo. Ella no haba fumado, l s, aunque hacaaos no lo haca. Todo era nuevo en esa madrugada. Isidoro laamaba. En la penltima noche de su vida haba logrado desnudara la mujer que amaba. Ella despert tarde y parti a la oficina.

    Isidoro sali a caminar. Era una maana fra y lenta. Camin enmedio de los vendedores de hierbas y frutas de la 34 y se

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    sorprendi de que le tomara tantos aos darse cuenta que cadada todo era nuevo y magnifico. Las ruinas del antiguo mercadoy el fuego que las haba consumido y los rboles que haban

    nacido entre las ruinas. El viejo temible que vestido de negro ycon sombrero venda cuchillos al voltear la esquina de la carrera15 y los vendedores de pescado seco. Isidoro subi las escalerasdel mercado del centro saludando a los desconocidos y tom

    jugo de frutas y mirando por un balcn sonri por fin a la ciudad.Luego visit a #365 B, le cont la historia sin muchos detalles,llev un par de documentos de una oficina a otra, se qued

    mirando un culebrero y un payaso con una perra maromera enel Paseo del Comercio. La esper, la record con el temor deempezar pronto a olvidar los detalles de la ltima noche, comprflores de nuevo y le escribi un poema con rima que uno de losviejos poetas del centro revis y aprob. Milena sali a las 6 y43 de la tarde. Fueron a comer y luego a tomar un par de cervezasa una cantina vieja y luego al cuarto de Isidoro. Se desnudaron y

    ms tarde se quedaron dormidos. Aunque ella no podaescucharlo, l, Isidoro, a sus setenta aos pasados, le dijo decorazn que la amaba.

    Al da siguiente el hijo de la duea del inquilinato lo encontrsonriente. Entre l y los dems inquilinos lo vistieron y cubrierony en su funeral, dos das despus, an conservaba la sonrisa. Loimportante era no morirse sin haber amado, haba pensado

    Isidoro Bosnio el Mircoles de Ceniza, y con fidelidad cabal aese pensamiento haba amado hasta la muerte en los ltimosdas de su vida. El hecho de que Milena Orozco nunca hubieraexistido ms que en su imaginacin carece completamente deimportancia.