el desarrollo del capital en accion revolucionaria consciente - iñigo carrera

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  • 7/26/2019 El Desarrollo Del Capital en Accion Revolucionaria Consciente - Iigo Carrera

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    El desarrollo del capital en accin

    revolucionaria consciente

    Crtica de la teora cientfica

    Juan Iigo Carrera

    Buenos Aires, 1993

    CICPCENTRO para la INVESTIGACION

    como CRITICA PRACTICA

    e-mail: [email protected]

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    Juan Iigo Carrera El desarrollo del capital en accin revolucionaria consciente

    El desarrollo del capital en accin revolucionaria consciente

    Crtica de la teora cientfica*

    Juan Iigo Carrera

    1. De lo que se trata es de cambiarlo

    La construccin de la sociedad de los individuos libres o sea, de los individuosconscientemente asociados es la crtica ms genuina al modo de organizacin actual de lasociedad. Se muestra la teora cientfica crtica del modo de produccin capitalista - o sea, lateora cientfica que se define a s misma como la expresin directa de la conciencia libre encontraposicin a la enajenacin general de la conciencia en el modo de produccin capitalista- a la altura de esta necesidad social?

    La realizacin de la sociedad basada en la libre individualidad se rige necesariamentemediante el desarrollo, por cada individuo, del conocimiento pleno de sus propiasdeterminaciones concretas. Por lo tanto, es la aniquilacin misma de toda utopa. Es,igualmente, la aniquilacin de las formas enajenadas en que toma forma la organizacin del

    proceso de metabolismo social mediante la produccin de valor; para empezar, de la aparenteindependencia individual abstracta a travs de la cual se impone la interdependencia socialgeneral a espaldas de los interesados. Es, pues, la aniquilacin de la moral y de la justicia. Sinembargo, si el rescate de las utopas y la concepcin de la justicia y la moral como losfundamentos de la necesidad de la transformacin social tienen un campen hoy da, ste noes otro que la teora crtica del capitalismo. Al mismo tiempo, esta teora no cesa de poner a laorganizacin general del proceso de vida social o sea, la relacin social general enrelacin exterior con sus formas concretas necesarias de realizarse. Slo as ha podido

    representarse acrticamente a un proceso nacional de acumulacin de capital en donde lapropiedad de ste era ntegramente colectiva al interior del mbito nacional (y, por lo tanto,tan capital para el conjunto de la clase obrera y tan privado para las clases obreras de losdems pases como el que ms), como la superacin realizada del modo de produccincapitalista, como el socialismo o comunismo realizados. O, visto a la inversa, slo as ha

    podido representarse a las formas brutales propias de la enajenacin de las potencias humanascomo potencias del capital en las cuales dicho proceso tomaba forma, como abstractasdesviaciones, traiciones, burocratizaciones, respuesta a presiones externas, insuficienciademocrtica, resabios autoritarios, etc. del socialismo en su realizacin.

    Qu otras respuestas podemos esperar de la teora cientfica crtica del capitalismo ala renovada demanda por la accin revolucionaria consciente? Consideremos una

    particularmente elocuente: Los filsofos ni interpretan ni cambian al mundo; la ciencia, cuyaautonoma cognoscitiva la filosofa tiene a su cargo proteger, hace lo primero a fin de que losegundo pueda ser posible un da. Este es el modo en que hoy es ... necesario enmendar la11 tesis de Marx sobre Feuerbach, segn M. Sprinker1. La mayora, por no decir todos, losmarxistas van seguramente a coincidir en que esta enmienda es un intento por acentuar eldesignio crtico de la afirmacin con que Marx da paso a su descubrimiento cientfico de la

    * Esta es una sntesis del libro sobre el que estoy trabajando. Ver Apndice para su esquema. Unaversin primitiva de su primer captulo, El conocimiento dialctico; o sea, la regulacin de la accin bajo la

    forma de reproduccin de la propia necesidad por el pensamiento, ha sido publicado por el Centro para la

    Investigacin como Crtica Prctica.1Sprinker, Michael, The Royal Road: Marxism and the Philosophy of Science, New Left Review,191, January/February, 1992, p. 144, traduccin propia.

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    especificidad de la sociedad actual. Por cierto, algunos marxistas van a objetar la invocacin ala filosofa o la endeblez del pueda ser posible un da. Sin embargo, aun en el peor de loscasos, van a tomar simplemente a la enmienda de Sprinker como un intento poco feliz de

    parafrasear la tesis de Marx; nunca como un intento de alterar su esencia. Porque el marxismounnimemente asume como autoevidente que el problema con los filsofos no reside en que

    interpretan al mundo, sino en que no actan una vez que han realizado esta interpretacin.Ms an, el marxismo ha postulado desde siempre que la cuestin es interpretarcientficamente al mundo para encarar de inmediato, sobre la base de esta interpretacin, sutransformacin consciente. Pero, es sta la cuestin? De qu cambio estamos hablando?

    2. Verde es el rbol de la vida

    Ante todo, la vida es un proceso de metabolismo, el proceso en donde un sujeto seapropia del medio para producirse a s mismo. Como tal, el sujeto vivo posee la capacidad deregir su proceso de metabolismo. Es decir, es capaz de conocer la potencialidad de su propiaaccin en relacin con la potencialidad de su medio, de modo de controlar el consumo quedebe hacer de su propio cuerpo en el proceso de producirse a s mismo. Desde la capacidad yforma de regulacin vital de una molcula de ADN a la de las especies animales msdesarrolladas media, sin duda, una diferencia sustancial. Pero todas estas formas vivas centransu capacidad para transformar al medio, de ajeno, en un medio para s - y especialmente sucapacidad para avanzar en esta transformacin - en su capacidad para transformarse a smismas, en su capacidad para mutar su propio cuerpo adaptndolo al medio. En contraste, elser genricamente humano reside en la capacidad para transformar al medio en un medio paras, no ya esencialmente a travs de la mutacin del propio cuerpo para adaptarlo al medio,sino a travs de la transformacin del medio mismo por el trabajo. Es decir, reside en la

    capacidad para producir el propio medio de la vida humana y, por lo tanto, en la capacidadpara producir los medios de producir los medios de vida. El conocimiento de la propiapotencialidad respecto de la potencialidad del medio, o sea, la organizacin del procesohumano de metabolismo, extiende de manera genricamente correspondiente el rango de

    previsin que necesita cubrir.La vida humana es un proceso de metabolismo social. Pero este proceso no tiene ms

    modo de realizarse que a travs de los procesos de metabolismo individual de los miembrosde la sociedad. Al ser un proceso de metabolismo social que se realiza necesariamente atravs de los procesos de metabolismo individuales, la regulacin del primero constituye launidad orgnica de los segundos. En otras palabras, la organizacin del proceso demetabolismo social se realiza bajo la forma concreta de la relacin social entre sus miembros

    individuales; es el tejido social, por as decir. Vista la misma cuestin a la inversa, laorganizacin del proceso de metabolismo social toma necesariamente forma concreta en laaccin de cada uno de sus miembros individuales. Tal como ocurre con la organizacin detodo proceso colectivo de metabolismo natural, dicha accin consiste, ante todo, en elconocimiento por cada individuo del punto de desarrollo en que se encuentra su proceso demetabolismo individual respecto de los de los dems individuos que interactan con l. Por lotanto, este conocimiento es el modo en que cada individuo integra el desencadenamiento delas correspondientes porciones de su proceso de metabolismo individual con las de los dems.A su vez, es obvio que el proceso de conocimiento desplegado por cada individuo es unmomento de su propio proceso de metabolismo individual.

    La organizacin del proceso humano de metabolismo social, la relacin social generalentre los seres humanos, tiene un punto de partida histrico: el conocimiento inmediato

    puramente animal. Aunque ms no sea por su duracin, la mayor parte de la historia humana

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    es la historia de la transformacin de esta relacin animal en la organizacin del trabajo socialpor medio del conocimiento acerca del momento en que se encuentran los distintos procesosde metabolismo individual a coordinar, establecido a travs de las relaciones directas entre las

    personas. Se trata de la primera gran etapa en el desarrollo de la organizacin de la sociedad.Como es obvio, el conocimiento por medio del pensamiento cobra en el desarrollo de esta

    transformacin formas tan rudimentarias como rudimentaria es la complejidad del proceso demetabolismo social que lo tiene por regulador y, con ello, por producto.

    Sin embargo, por mucho que el conocimiento humano mediante el pensamiento sehaya desarrollado, y por poco que alguien sepa respecto de la especificidad histrica de laforma actual del proceso de metabolismo social, a nadie se le ocurrira pensar que laorganizacin general de este proceso se realiza hoy da de manera inmediatamente consciente.En otras palabras, es obvio que nuestra relacin social general - o sea, el modo en que nuestrasociedad asigna su capacidad total de trabajo entre las distintas formas concretas tiles de stey coordina los procesos de metabolismo individuales en su desarrollo - es independienterespecto del proceso de conocimiento de las necesidades sociales.

    La ausencia de una coordinacin general consciente en la asignacin de la capacidadtotal de trabajo social hace que los trabajos concretos se realicen de manera privada y conindependencia unos de otros. En tanto realizan sus trabajos concretos de este modo, losindividuos no tienen cmo relacionarse por s mismos para coordinar su proceso demetabolismo social. Para empezar, no conservan ms relacin social general que el ser las

    personificaciones individuales de la capacidad total de la sociedad para realizar trabajoproductivo. Capacidad total que, como tal, lo es de trabajo humano en general. El desplieguede esta capacidad bajo la masa de sus distintas formas concretas es, pues, el despliegue de larelacin social general entre los individuos que realizan su trabajo social de manera privada ycon independencia unos de otros.

    As, el proceso humano de metabolismo social se pone por s solo en movimiento. Lo

    hace llevando la cooperacin entre sus miembros ms all de la capacidad de stos para -reconocindose mutuamente en el desarrollo de sus respectivos procesos de metabolismoindividual - coordinar directamente estos procesos individuales como momentos del procesode metabolismo social. Por lo tanto, este proceso humano de metabolismo social se determinaa s mismo como uno autnomamente organizado. Se trata, por lo tanto, de un proceso dondela sociedad asigna su capacidad total de trabajo entre las distintas modalidades concretastiles de ste representndose al trabajo abstracto socialmente necesario materializado en los

    productos de los trabajos concretos desplegados de manera privada e independiente, como lacapacidad de estos productos para relacionarse entre s en el cambio. La relacin socialgeneral que rige el proceso de metabolismo humano - diferenciado genricamente del de lasespecies animales por su capacidad para producir su propio medio - deviene mercanca. El

    trabajo abstracto socialmente necesario materializado en las mercancas de manera privada serepresenta como la cambiabilidad de stas, su valor. En la produccin mercantil, la

    produccin material produce, al mismo tiempo, la relacin social general. Los productoresprivados carecen de toda relacin social general directa entre s. Deben actuar, y enconsecuencia verse a s mismos, como si fueran individuos mutuamente independientes. Slollegan a enfrentarse a su interdependencia social a travs de la mediacin de sus productosmateriales. As, esta relacin se les aparece como un atributo inherente a la forma materialmisma de estos productos, como una relacin social fetichizada.

    En el movimiento autnomo de las mercancas en tanto unidad concreta de su formanatural, valor de uso, y de su forma social especfica, de su forma de valor, la cambiabilidadde las mercancas muestra no ser inmediatamente tal. Slo es inmediatamente cambiable lamercanca que todas ellas destacan como su equivalente general, como la nica manifestacininmediata del carcter social del trabajo, o sea, el dinero. De modo que la produccin

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    mercantil realiza su necesidad al tomar por objeto general a la produccin de esterepresentante general del valor, a la produccin de la relacin social general en su expresinsubstantivada.

    La produccin social regida por la produccin de valor muestra que la realizacin desu necesidad la trasciende en la produccin de ms valor por medio del valor mismo, esto es,

    en la transformacin del dinero en capital. En tanto cmulo de medios de produccin ymedios de vida para los obreros que abre su metamorfosis productiva, el capital somete al tra-

    bajo vivo a su necesidad de valorizarse. No se trata simplemente de una produccin devalores de uso regida por la condicin de valores de stos. Ni siquiera de una produccin devalores de uso que slo es el medio para la produccin del valor substantivado. Se trata deuna produccin de plusvala que, a condicin de serlo, arroja como resultado la produccin devalores de uso y, luego, de seres humanos. Por lo tanto, el trabajo productivo no se encuentraconcretamente determinado como el que transforma al medio en uno para s, y ni siquieracomo el que produce valor. Desde el punto de vista especfico del modo de produccincapitalista tan slo es productivo el trabajo que produce plusvala. El capital, trabajo mate-rializado y como tal medio del proceso humano de metabolismo social, se ha apropiado de las

    potencias genricas de este proceso. El capital se presenta as como la encarnacin enajenadadel ser genrico humano. El producto del trabajo social, un producto material que es a la parla forma materializada de la relacin social general, se ha transformado en el sujeto concretode la produccin y el consumo sociales, o sea, en el sujeto social concreto. No se tratasimplemente de una forma material fetichizada sino que este producto enfrenta a sus propios

    productores como aqul que los produce; como un fetiche real, por as decir. Esta modalidadautnoma de regirse el trabajo social constituye la segunda gran etapa en el desarrollohistrico de la vida humana.

    Les guste o no semejante enajenacin de sus potencias genricamente humanas, a laburguesa y al proletariado no les cabe sino personificar estas potencias que le pertenecen al

    capital. El propio movimiento del capital pone en evidencia que es l quien produce yreproduce a los seres humanos dndoles forma concreta de burguesa y proletariado. Lo hacetan pronto como realiza su necesidad como simple proceso de valorizacin, trascendiendo enla reproduccin de ese proceso. La simple reproduccin del proceso de valorizacin muestraque su contenido la trasciende, realizndose en la acumulacin de capital. La plusvalarelativa se afirma como la forma concreta general de este proceso. Como tal, su forma simple(el incremento de la capacidad productiva del trabajo en las esferas que directa oindirectamente producen los medios de vida para los obreros asalariados) deviene una dobledeterminacin a la trascendencia de simplemente s del proceso de acumulacin de capital.

    Ante todo, la reproduccin del incremento de la capacidad productiva del trabajo tienecomo forma concreta general la creciente concentracin de las masas de capital

    individualmente puestas en accin. Concentracin que choca contra la propiedad privada delcapital; y no meramente con formas particularmente restringidas de esta propiedad, sino conella en s misma. A la par, la reproduccin del incremento de la capacidad productiva deltrabajo tiene por forma concreta general el sometimiento de todos los aspectos de la

    produccin al conocimiento cientfico; a su vez, la reproduccin del simple incremento de laplusvala relativa tiene por forma concreta general igual sometimiento en lo que hace alconsumo. De donde, el capital, nuestra relacin social especfica, lleva en s la necesidad deaniquilar, tanto a su base histrica concreta, cuanto a su razn histrica de existir; esto es,tanto a la propiedad privada en general, cuanto al insuficiente desarrollo de la capacidadhumana para regir conscientemente su proceso de metabolismo social. En pocas palabras, elcapital lleva consigo, como potencia propia, la necesidad de aniquilarse a s mismo. Vacocomo est de toda otra necesidad inmediata fuera de la puramente cuantitativa de incrementarsu propio valor, el capital no puede encontrar dentro de s un lmite cualitativo a su proceso de

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    para satisfacer el hambre insaciable de plusvala con que rige la vida social. Pero de ah

    tambin su potencia histrica especfica para empujarse inevitablemente ms all de susmismos lmites.

    Al avanzar en la concentracin de la escala individual del capital y en la organizacincientfica de la produccin y el consumo sociales, la acumulacin de capital supera la estrecha

    base de la propiedad privada, ya en cuanto sta personifica directamente en la burguesa laorganizacin general de ese proceso. El capital despoja con ello a la burguesa de su derechohistrico a existir. Al mismo tiempo, determina a la propia clase obrera de cuyo plustrabajo senutre como esa personificacin general suya. Lo hace al desarrollarla en tanto obrero colec-tivo que rige cientficamente su propio trabajo. Trabajo que, a su vez, revolucionamaterialmente al transformarlo en el desarrollo del control sobre las fuerzas naturales y laobjetivacin del mismo en la maquinaria, para hacer actuar dichas fuerzas automticamenteen la produccin de valores de uso. Pero no puede ir en esta transformacin ms all de loslmites inherentes a la realizacin privada del trabajo social.

    La personificacin enajenada del capital por la clase obrera no encierra ya limitacinalguna a su condicin de tal. Ella es, por lo tanto, la forma concreta ms genuina del procesode acumulacin de capital. Como tal forma concreta, es la clase obrera quien lleva en s lanecesidad de personificar la aniquilacin del capital. Esta aniquilacin es, de suyo, la de lasclases sociales. La de la burguesa, lisa y llanamente; de ah que sta se le resista con uas ydientes. Pero, en esta misma aniquilacin, la clase obrera realiza su propia necesidad,negndose absolutamente como tal, por cierto, para afirmar sus potencias como potenciashumanas de los individuos libremente asociados; esto es, para afirmar sus potencias como

    potencias humanas de los sujetos concretos del proceso humano de metabolismo social querigen conscientemente a este proceso al conocer, cada uno de ellos, su propia determinacincomo tal sujeto. Se trata, pues, de la superacin del capitalismo en la tercera gran etapa en eldesarrollo histrico de la sociedad humana; o sea, el socialismo o comunismo realizados.

    Por muy enajenada en el capital que esta potencia revolucionaria se encuentre, o mejordicho, precisamente por ser tal potencia enajenada, ella se nos muestra como potencia propiade la clase obrera. Y, dado que se trata de la organizacin consciente general del proceso deacumulacin del capital, de la produccin directa de la relacin social general actual, se nosmuestra como potencia que tiene a la accin poltica revolucionaria de la clase obrera porforma concreta general de realizarse.

    3. Gris es toda la teora ...

    Desde su nacimiento, la teora cientfica no ha cesado de desarrollar su potencia paratransformar la realidad. Hoy la vemos en pleno proceso de revisarse profundamente a smisma. Una vez ms, est multiplicando su capacidad transformadora sobre formas realeshasta ahora fuera del alcance de la accin humana consciente. Se dira que su desarrollo notiene ms limite que el control consciente de todos los procesos que ataen a la vida humana.Se dira, as, que la teora cientfica es la forma necesaria de la organizacin consciente del

    proceso humano de metabolismo social. Sin embargo, la propia teora cientfica hadescubierto ya que se encuentra parada sobre un tembladeral.

    Como cualquier terico puede decirnos, la teora cientfica es, ante todo, unarepresentacin de la realidad mediante el pensamiento, mediante las ideas. Como tal

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    representacin, toda teora cientfica es producto de un proceso constructivo efectuado por elpensamiento siguiendo una necesidad inherente a este proceso mismo, esto es, una lgica. Lateora toma la masa catica de formas reales concretas que se presentan al anlisis y serepresenta estas formas ponindolas en la relacin general dictada por la lgica. Lo quedistingue a la representacin terica de las dems formas de representacin es la objetividad

    de su necesidad constructiva. En la representacin religiosa, la necesidad constructiva sefunda en la fe del sujeto en el mito; en la representacin artstica prima la abstracta libresubjetividad individual; la representacin filosfica se concibe como el producto de unaabstracta subjetividad universal. En cambio, la lgica cientfica no contiene subjetividadalguna. Por el contrario, su potencia especfica reside en su carcter objetivo.

    Pasado este punto, se rompe el pleno acuerdo entre los tericos. La mayora de ellosconsidera hoy da que la representacin debe seguir, por la naturaleza de sus objetos, unalgicaformal. La lgica formal (aun como lgica difusa) concibe a la determinacin real - osea, al movimiento en que una forma real se constituye como tal ante las otras - como unaabstracta afirmacin inmediata. Crticos a esta concepcin dominante, otros tericos apelancon no menos conviccin a la lgica dialctica. La lgica dialctica representa al movimientoreal por la interpenetracin, la oposicin (simple o sobredeterminada), la autonoma relativa,de los contrarios.

    Los tericos tampoco estn de acuerdo entre s acerca de cmo llega la teora a tomarforma en la mente del cientfico. Para unos, la teora es la culminacin de un cuidadoso

    proceso de observacin de la realidad. Para otros, brota de un rapto de inspiracin de la solamente del cientfico. Y estn los que consideran que la teora slo puede surgirverdaderamente en relacin directa con la prctica.

    Por mucho que los tericos difieran entre s respecto de la forma de la lgica o lafuente de su produccin terica, su coincidencia inicial reaparece plenamente en cuantoculminan su camino constructivo. Todos parten del convencimiento de que el conocimiento

    cientfico toma cuerpo por naturaleza en la formulacin de teoras. Ahora, una vezformuladas, las teoras se les presentan de inmediato como lo que son: como construccionesmentales que no encierran en s mismas ms necesidad real que la que les impone sucoherencia lgica. La necesidad real que determina a una forma concreta existe como tal fueradel proceso de pensamiento mismo que intenta representarla lgicamente. Sin embargo, unamisma necesidad real puede ser representada tericamente de muchas maneras distintas.Media en esta multiplicidad el arbitrio del terico en la seleccin de la lgica con que va aestructurar la representacin, en la abstraccin de una manifestacin u otra de la forma realcomo la que presenta el mayor grado de repeticin para ser representada como una categorageneral y la incorporacin de esta o aquella categora ms particular como la verdaderamenteatinente al objeto real concreto. Por lo tanto, las teoras no pueden pasar de ser la formulacin

    de hiptesis sobre la realidad que existe en potencia. Seguido de modo ntegramenteconsecuente, el propio mtodo del conocimiento terico pone en evidencia por s mismo lairreductible exterioridad de su producto, la representacin ideal de las concatenaciones reales,respecto de la necesidad de stas.

    Esta evidencia es la evidencia de la exterioridad igualmente irreductible entre elconocimiento cientfico terico y el propio fin genrico del conocimiento cientfico. Este noes otro que la organizacin de la apropiacin real del medio de vida humana, la regulacin dela accin, bajo la forma de la apropiacin ideal objetiva de la necesidad de dicha accin.

    Toda teora enfrenta as su hora de la verdad. Debe probar su correspondencia con larealidad, si es verdadera o falsa. La formulacin de una teora es, en s misma, larepresentacin de la necesidad real como una regularidad (aunque esta regularidad no seaotra que la de la ausencia real de regularidad). Desde el punto de vista de la teora cientfica,el problema reside en alcanzar la certeza acerca de la presencia de la regularidad

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    hipotticamente postulada en el caso singular sobre el cual se va a actuar. Por la exterioridadde su necesidad constructiva respecto de la real, debe comparar el resultado hipotticamente

    postulado contra la forma realizada de la determinacin real a la que presuntamentecorresponde.

    Supongamos que la determinacin hipotticamente postulada se haya verificado

    comparando los resultados previstos con los reales en cuanto caso de apariencia semejante seconsidere. Sin embargo, este hecho no permite tener la certeza lgica de que la regularidad seextienda indefectiblemente al nuevo caso singular encarado, cuya realizacin se encuentraan pendiente. Las teoras no pueden ser pues verificadas antes de la accin basada en ellas.

    Los partidarios de la teora cientfica buscan la salida del atolladero dando vuelta elproblema: si las teoras no pueden verificarse, por lo menos puede probarse su eventualfalsedad. Basta para ello con mostrar un caso singular previo en el que la regularidad

    postulada no se ha presentado. De ser as, cae la certidumbre respecto de que vaya a estarpresente en el caso ahora encarado. Con todo, esta circunstancia no autoriza a ir ms lejosfrente al problema original. Pese a que puede establecerse la falsedad de la relacin hipotticaen todos los casos sometidos a prueba, nada autoriza lgicamente a tener la certeza de quesemejante relacin no vaya a empezar a estar presente a partir del nuevo caso en juego. Pero,

    por sobre todo, por ms que uno se liberara de creer engaosamente que conoce la realidad,aun la certeza acerca de la falsedad de una teora lo dejara tan falto de ese conocimiento

    positivo como lo estaba antes de ella.Para peor, el alcance de la teora cientfica no aparece simplemente limitado por la

    relacin de sus resultados con la realidad. Aun en el campo especfico en donde laslimitaciones a la verificacin se encuentran naturalmente excluidas - la matemtica - la teoracientfica ha mostrado ya su fragilidad. Si intenta construir la matemtica siguiendo demanera coherente el desarrollo de la lgica formal, llega a la irresoluble paradoja de Russell2.Si trata de eludir esta paradoja excluyndola axiomticamente, ni siquiera puede justificar lo

    espurio de semejante procedimiento por su xito: acaba salindole el tiro por la culata con lasparadojas de Sklem3 y de la regresin infinita4. Los teoremas de Gdel y de Churchpresentan a la teora cientfica limitada en su alcance por su lgica misma5. Por su parte, lamecnica cuntica descubre en el electrn la paradoja de una forma que se encuentrasimplemente determinada de manera natural, pero a la que el mismo proceso de conocimientocientfico transforma de modo tal que no puede ir ms all de conocerla por su mera

    posibilidad. Al mismo tiempo, la teora del caos muestra que los sistemas dinmicos nolineales, an de mnima complejidad, resultan sensiblemente dependientes de sus condicionesiniciales. De modo que variaciones insignificantes en stas pueden resultar en diferenciassignificativas a nivel del sistema, tornando incierto el conocimiento acerca del

    2Esta paradoja consiste en que el conjunto de todos los conjuntos que no se contienen a s mismosimplica la contradiccin de tener que contenerse a s mismo y de no tener que contenerse a s mismo.

    3Esta paradoja consiste en que el sistema axiomtico de la teora de conjuntos esta formado por unconjunto finito de axiomas que incluye uno que establece la existencia de conjuntos infinitos.

    4 Esta paradoja reside en que un sistema axiomtico no tiene ms consistencia que la de estar bienformado, lo cual slo puede predicarse de manera axiomtica: es una axioma bien formado, que es un axiomabien formado, que , y as al infinito.

    5El teorema de Gdel demuestra que todo sistema axiomtico consistente es incompleto (no contienesu propia unidad) y que todo sistema axiomtico completo es inconsistente (contiene al menos una

    contadiccin). De modo que hay afirmaciones verdaderas que no pueden ser probadas. Por su parte, el teoremade Church muestra que no hay un modo general de establecer si una afirmacin particular puede ser probada ono.

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    comportamiento de ste6. Aqu, la naturaleza misma de la realidad es la que parece levantaruna limitacin absoluta a la certeza del conocimiento cientfico.

    La corriente terica que fluye abiertamente del moderno positivismo acepta sin dudasestas limitaciones al alcance de la teora cientfica que surgen de la exterioridad de lanecesidad lgica respecto de la necesidad real representada. Comienza as con el plaido

    autocomplaciente de Popper acerca de criticar racionalmente lo que no se puede justificarni probar racionalmente que tenga contenido real alguno7, para seguir con el degradadotodo vale de Feyerabend8, y acabar en el abierto festejo de Rorty con su verdad objetivano por corresponderse con la realidad sino por haberse logrado el mayor consensointersubjetivo posible9. As, verdad cientfica objetiva pasa a ser cualquier afirmacin que lacomunidad de los cientficos solidariamente declara ser tal. El culto de la academia y eladocenamiento profesoral emergen de este modo con su legitimidad renovada en su funcinde rganos del control ideolgico sobre la accin consciente. Su monopolio sobre eldesarrollo del conocimiento cientfico aparece ahora como una condicin impuesta por elmtodo cientfico mismo. Adquieren, adems, una forma concreta especfica. Ni siquiera setrata ya de enfrentar las formas reales para interpretarlas de distintas maneras. Se trata deinterpretar de distintas maneras lo que otros han dicho acerca de la realidad con vistas adictaminar acerca de la cientificidad o acientificidad de su pensamiento. La ms modernaversin de la produccin terica no es sino un puro escolasticismo, con sus polmicascarentes de ms contenido de realidad que la polmica misma, una suerte de l dice que yodigo que l dice cruzado por los magister dixitque van y vienen.

    Por su parte, la teora posmoderna tiene su propia existencia determinada por lanecesidad social de afirmar tericamente, como una verdad absoluta, la impotencia de todoconocimiento cientfico para superar la incertidumbre terica10. Ms an, por este caminoavanza derecho en la consagracin de la inversin idealista, para afirmar que lo real no essino una construccin lingstica.

    Pero, qu alternativas nos ofrece la corriente terica marxista, o sea, la que funda suposicin crtica en ver en los textos de Marx el modelo de la representacin lgica? Paraempezar, nos encontramos con la concepcin marxista que confa en vencer la impotencia dela teora para alcanzar la certeza respecto de su verdad gracias a la alegada superiorconsistencia consigo misma de su lgica dialctica: mientras la lgica formal slo puederepresentar el resultado de la determinacin en general, la lgica dialctica representa a ladeterminacin en s misma. Cmo sabe esto la teora marxista? Porque toma enconsideracin la forma en que la determinacin se manifiesta una y otra vez como la unidadde dos elementos opuestos11. O porque logra as un mayor alcance en su capacidadexplicativa, en su capacidad para demostrar la necesidad de los fenmenos observados 12. Sinembargo, en primer lugar, la consistencia de la lgica consigo misma no tiene modo de

    agregarle ms contenido de realidad a la hiptesis terica, como no sea el de haber surgido

    6Lorenz, Edward, The essence of chaos, University of Washington Press, 1993.7 Popper, Karl, La lgica de las ciencias sociales en Popper, Adorno, Dahrendorf, Habermas, La

    lgica de las ciencias sociales, Grijalbo, Mxico, 1978.8Feyerabend, Paul, Tratado contra el mtodo, Madrid: Tecnos, 1981.9Rorty, Richard, Solidarity or Objectivity, Objectivity, Relativism, and Truth, Cambridge University

    Press, Cambridge, 1991.10Lyotard, Jean-Franois,La condicin postmoderna, Ctedra, Madrid, 1984.11 Joja, Athanase, La Lgica Dialctica y las Ciencias, Jurez Editor, Buenos Aires, 1969. Lefevre,

    Henri,Lgica formal, lgica dialctica, Siglo XXI, Madrid, 1970.

    12 Bhaskar, Roy, Reclaiming Reality, Verso, London, 1989. Parekh, Bhikhu, Marxs Theory ofIdeology, The Johns Hopkins University Press, Baltimore, 1982. Smith, Tony, The Logic of Marxs Capital,State University of New York Press, Albany, 1990.

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    formalmente de un curso constructivo lgicamente ms consistente. En segundo lugar,tampoco se ha avanzado un paso aqu respecto de la naturaleza de la necesidad real que vayams all de su apariencia de abstracta repeticin. O, peor an, directamente se ha declarado

    posible alcanzar la certeza acerca del contenido de realidad de la teora recurriendo a unaabsurda suerte de inversin de la prueba: no se trata ya de demostrar la necesidad terica en la

    realidad, sino la necesidad de la realidad mediante la lgica. Por lo tanto, ambas respuestasdejan intacto el problema de la constatacin del resultado tericamente previsto con larealidad. De hecho, toda la cuestin se ha reducido a la contrastacin de la forma msabstracta de la representacin, su lgica, con las formas reales concretas. Este intento porsuperar las limitaciones al alcance de la teora cientfica no hace sino renovarlas.

    La teora cientfica marxista retrocede. Acepta ahora que la verificacin de susresultados no es posible ms que como previsin de grandes movimientos tendenciales13.Pero ocurre que estas tendencias no tienen otra forma de realizarse que en la accin humanaconcreta. Y la accin que realiza a la tendencia puede aparecer como su negacin misma;tanto como puede ocurrir la relacin inversa. Recordemos que, toda ciencia sera superflua sila forma de manifestarse y la esencia de las cosas coincidieran inmediatamente 14. El terrenonebuloso que va de las tendencias presuntamente conocidas a la necesidad de la accinconcreta que las realiza queda consagrado as, por la propia teora cientfica crtica, como elreino del oportunismo.

    La crtica marxista busca la salida dentro del proceder terico mismo. Se plantearesolver la cuestin de la certeza respecto de la realidad de la teora mediante la crticainmanente al desarrollo terico15. Ahora bien, para ser tal, esta crtica inmanente no puedesino responder an ms rigurosamente a la necesidad lgica que el desarrollo criticado. Demodo que, por ms profundamente que vaya al interior de una teora, esta crtica inmanenteno tiene cmo superar la exterioridad de la necesidad lgica respecto de la necesidad real.

    La teora marxista no sabe si espantarse o fascinarse ante su propia impotencia. De

    todos modos, resuelve seguir adelante considerndose liberada del problema imposible de laverificacin. En el primer caso, porque ha decidido que sus criterios de verdad residen en susfundamentos morales, en los elevados fines que la orientan 16. Es decir, se presentanecesariamente construida en base a una filosofa. Venimos a darnos as con la negacinideolgica del conocimiento cientfico, o sea, la filosofa, puesta como el punto de partidanecesario del conocimiento cientfico de la realidad. En el segundo caso, esta teora cientficadeclara directamente sin sentido el problema de la verdad o falsedad de una teora. Empieza

    por resolver que el conocimiento cientfico slo trata con las formas mentales mediante lasque se representa la realidad, pero no con las formas reales mismas. Declara pues eliminada

    por naturaleza la necesidad de constatar la realidad de la construccin terica. A partir de locual, se da por satisfecha para fundamentar su superioridad cognoscitiva con declararse la

    doctrina revolucionaria de la clase obrera17. As, tiene que terminar por concluir que todo lo

    13Bhaskar, Roy,Reclaiming ..., op. cit..14Marx, Karl,Das Kapital, Band III, Ullstein Verlag,Frankfurt, 1980.15 Adorno, Theodor, Dialctica Negativa, Taurus Ediciones, Madrid, 1975. Gunn, Richard, In

    Defense of a Consensus Theory of Truth, Common Sense, 7, 1989.16Gramsci, Antonio, Cuadernos de la crcel, Era, Mxico, 1975. Habermas, Jrgen, Teora analtica

    de la ciencia y la dialctica en La Lgica de las Ciencias Sociales, Grijalbo, Mxico, 1978. Kolakowski,Leszek, Karl Marx and the Classical Definition of Truth, en Marxism and Beyond, Pall Mall, London, 1969.Korsch, Karl, Marxismo y filosofa, Era, Mxico, 1970. Murray, Patrick, Marxs Theory of Scientific

    Knowledge, Humanities Press, New Jersey, 1988.17Althusser, Louis, El objeto de El capital en Para leer El capitaleditado por L. Althusser y E.Balibar, Siglo XXI, Buenos Aires, 1970.

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    que importa de una teora cientfica es su utilidad para provocar la accin 18. Lo que no tieneque importar en absoluto para aceptar este completo vaciamiento del conocimiento cientfico,es que la accin as basada puede ser cualquier cosa menos una accin con conocimiento decausa. Se trata de una accin que se ve a s misma sin ms fines que los que abstractamente seatribuye. Vestida esta vez de teleologa, la ideologa ocupa el lugar de la conciencia cientfica

    respecto de la necesidad de la propia accin.Como ltimo recurso, la teora marxista reivindica a la prctica misma como la

    instancia que posibilita la verificacin de las hiptesis 19. Por desgracia, la realizacin de estaverificacin presupone la realizacin de la accin. Aceptar esta circunstancia es, de por s,aceptar que no haba forma de saber acerca de la verdad o falsedad de la teora en el momentomismo de realizar la accin; esto es, cuando el conocimiento realmente importa. Hecho quedesnuda igualmente la vacuidad del intento por superar la imposibilidad de la verificacinafirmando que la teora cientfica no es predictiva sino explicativa20. Ya sin remedio, lateora cientfica crtica intenta sacar este hecho de la vista reivindicando la capacidad deverificacin, no para cada prctica concreta singular, sino para una abstracta prctica social.La teora se verifica, nos dice, en el desarrollo histrico de la transformacin de la realidadlogrado por la sociedad en base a ella21. Por supuesto, lo mismo puede decir de s cualquierotra representacin ideolgica, la religin, por caso.

    Llegada a este punto, la teora marxista no necesita dar ni un paso ms para consagrar,junto con los sucesores del positivismo y el posmodernismo, a la representacin socialmentedominante como la verdad cientfica posible; y, de ah, que nicamente es cientfico aquelloque los referentes de la comunidad cientfica proclaman como tal. Puesto en trminoscrticos, que el curso de la certeza acerca del conocimiento cientfico pasa por encarnarhermenuticamente la intersubjetividad por obra y gracia de la accin comunicativa22.

    De la pretensin crtica apenas queda la enunciacin de que, as como las restriccionesde la teora son simplemente aplicables a la ciencia natural, la limitacin de la teora social

    para conocer la realidad en tanto potencia va a alcanzar asintticamente su resolucin en elsocialismo23. Cuando no, la enunciacin de que la necesidad misma del conocimientocientfico de las formas sociales se extinguir en el socialismo, al concebirse la superacin dela enajenacin de la conciencia como la posibilidad de conocer acabadamente a dichas formasde manera inmediata24; como si el socialismo no fuera la superacin de la forma deorganizacin social que, a su vez, ha surgido precisamente de la insuficiencia delconocimiento inmediato para hacerlo. Es as que, en ambos casos, la supuesta crtica hastadeja cortos a los modernos herederos del positivismo cuando se trata de eludir loscuestionamientos que surgen hoy da en la prctica concreta debido a la inverificabilidad delas teoras, presentndolos como un asunto puramente escolstico.

    De hecho, ni siquiera la realizacin de la accin resuelve el problema de la verdad o

    falsedad de la teora. El intento de verificarla a esa altura no slo resulta inoportunamente

    18 Wolff, Richard y Stephen Resnik, Economics: Marxian versus Neoclassical, The Johns HopkinsUniversity Press, Baltimore, 1987.

    19Carchedi, Guglielmo, Class Analysis and Social Research, Basil Blackwell, Oxford, 1987. Negri,Antonio,Marx au-del Marx: Cahiers de travail sur les Grundrisse, Christian Bourgois diteur, Paris, 1979.Thompson, E. P., The Poverty of Theory en The Poverty of Theory & Other Essays, Merlin Press, London,1981.

    20Bhaskar, Roy,Reclaiming ..., op. cit..21Habermas, Jrgen, Teora ..., op. cit..22Habermas, Jrgen, Teora de la accin comunicativa. Racionalidad de la accin y racionalizacin

    social. Tomo I. Taurus, Madrid,1987.23Gramsci, Antonio, Cuadernos ..., op. cit..24Cohen, Gerald, Karl Marxs Theory of History: A Defense, Clarendon, Oxford, 1978.

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    tardo, sino imposible. Las formas reales concretas resultantes de una accin, aun aquellas queson directamente accesibles al conocimiento sin la mediacin de la teora misma que se quiereverificar, pueden coincidir por completo con las tericamente previstas. Sin embargo, estacoincidencia no nos dice nada respecto de la correspondencia entre las determinaciones realesque las formas concretas llevan en s y las tericamente concebidas. Basta con que

    recordemos que la representacin de la necesidad genrica como una regularidad impulsa a lateora cientfica a dar por causa de los fenmenos a la forma misma de stos. Qu teoraacerca de cualquier accin voluntaria puede resistir mejor la falsacin, sino aqulla que

    presenta a la voluntad humana como el determinante de esa accin? Y si la apelacin a lasvoluntades revolucionaria, democrtica, de progreso, de dominacin, etc. se encuentra algoalicada ltimamente por ser inherente a las grandes narrativas, es slo porque ha llegado elcuarto de hora de vanagloriarse denominando al mezquino alcance de la propia miopa libreejercicio del deseo o rational choice (aunque no se trata ms que del cultivo de lairracionalidad filistea). Recordemos, otra vez, que las formas abstractas no se manifiestanidnticas a s mismas en sus formas concretas.

    Por ms vueltas que le demos, la cuestin es que no puede mostrarse lgicamente laverdad de las teoras cientficas antes de la accin. La accin basada en ellas conoce su propianecesidad tan slo a travs de las relaciones que establece para representar a las formas reales.En el mejor de los casos, esta representacin parte de descubrir las determinacionesabstractas, separando lo que se repite de lo que no lo hace. En el peor de los casos, ponedirectamente en relacin a las determinaciones abstractas segn el arbitrio de su autor. Gusteo no, las teoras cientficas no pueden ir ms all de interpretar la realidad de distintasmaneras. Son formas de interpretar el mundo. Por ms potente que la accin fundada en unateora sea para transformar la realidad, ella es en s misma la negacin de la accin queconoce su propia necesidad de manera plena ms all de toda apariencia, en tanto se funda enuna tal interpretacin. No es de extraar, entonces, que los propios cientficos acaben

    condenando al conocimiento cientfico, por determinacin de su mismo mtodo lgico, alterreno de las utopas agotadas, de las grandes narrativas liberadoras. Al punto que, darpor sentada la determinacin ideolgica de todo conocimiento cientfico pasa corrientementepor la crtica histricamente consciente irreductible a la actual forma general de ste.

    4. La naturaleza histrica de la teora cientfica

    La contradiccin salta inmediatamente a la vista. Cualquier interpretacin de unadeterminacin real es, en s misma, la negacin del conocimiento de esa determinacin que haavanzado ms all de toda apariencia presentada por ella; la interpretacin de la propia

    necesidad es la negacin de su conocimiento objetivo pleno. Pero la organizacin conscientegeneral de la vida social implica que el conocimiento por parte de cada miembro de lasociedad respecto de sus determinaciones como tal miembro, superando cualquier apariencia,se constituye en la relacin social general. En consecuencia, tanto como el conocimientocientfico est condenado a la interpretacin, la organizacin consciente general de la vidasocial est condenada a la imposibilidad. En otras palabras, tanto como la teora cientfica seala forma acabada del conocimiento cientfico, el socialismo est condenado a laimposibilidad. Hasta al ms descarado cretinismo apologtico del capitalismo no le quedanada por pedir: por boca de sus genuinos representantes, el mismsimo mtodo cientficodeclara que se ha alcanzado el fin de la historia, que el futuro ya est aqu.

    Ms an, como el saber cientfico ha quedado reducido a una concepcin ideolgicacuya especificidad reside en su potencia represiva y dominadora, la irracionalidadanticientfica y la visn fragmentada pasan a festejarse como resistencias liberadoras que

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    opone el deseo a la dominacin del poder25. As, se llega a demandar a la clase obreraque reniegue de superar al modo de produccin capitalista mediante una accin regida por suconciencia cientfica, porque la transparencia social lograda de este modo sera totalitariay carente de poesa26. A la potencia transformadora de la accin plenamente libre, esto es,de la accin que conoce su propia necesidad superando toda apariencia, la representacin

    terica opone la negacin misma de esta accin - la libreinterpretacin de la realidad - comola consumacin de la libertad humana. De tenerse el vigor expresivo de Orwell, bien podraafirmarse que si se pasea la mirada desde el cientfico al idelogo y desde el idelogo alcientfico, es imposible ya decir cul es cul. La cuestin de la forma del conocimientocientfico se nos presenta as como la cuestin de la naturaleza necesariamente histrica de

    la teora cientfica.En el sistema de metabolismo social autnomamente regido, los individuos slo

    pueden realizar su interdependencia social a travs de su propio comportamientoindependiente. Por lo tanto, su interdependencia social necesita presentrseles como exterior asu misma necesidad de individuos abstractamente independientes. Para la propia conciencia,la abstracta voluntad del individuo libre aparece chocando contra los lmites que desde suexterior le levanta la interdependencia social. Esta determinacin especficamente inherente ala sociedad productora de mercancas excluye ya de por s el conocimiento pleno de la propianecesidad como forma general de la conciencia en el modo de produccin capitalista. Laenajenacin de las potencias humanas como potencias de la relacin social generalmaterializada, de la mercanca, cobra, en esta exclusin, la forma de conciencia enajenada. Ensu determinacin especficamente capitalista, esta conciencia parte de la necesariarepresentacin de la extraccin gratuita del plusproducto del trabajo asalariado - donde, almismo tiempo, el obrero es un trabajador forzado para el capital social, al que ste le paga sufuerza de trabajo con el producto impago de su trabajo anterior y cuyo consumo individual es

    para el capital - como el imperio de la igualdad, la libertad, la propiedad y el inters personal

    del obrero. La conciencia libre del obrero asalariado es la forma concreta de su concienciaenajenada. Por lo tanto, el descubrimiento de la propia determinacin concreta en cualquierterreno es, de suyo, la negacin de esta enajenacin en general.

    La necesidad del capital respecto del conocimiento cientfico enfrenta as unacontradiccin. Para acrecentar la plusvala relativa mediante el sistema de la maquinaria, elcapital se ve impulsado a someter toda la produccin y el consumo a la ciencia. Pero, en tantoel conocimiento cientfico es simplemente la forma concreta de la valorizacin del valor, laciencia no tiene cmo superar la enajenacin de la conciencia humana en el capital. Al mismotiempo que debe ser una conciencia objetiva, necesita ser una conciencia que se enfrente a smisma de manera no objetiva, aceptando la apariencia de ser una conciencia abstractamentelibre. Por eso se trata de una conciencia cientfica que siempre tiene que aparecer teniendo el

    fundamento de su objetividad fuera de s misma, en la pura subjetividad abstracta del sujeto; osea, en una filosofa.

    La teora cientfica es esta contradiccin resuelta. La teora cientfica representa a lasconcatenaciones reales tomando a las formas donde la necesidad se encuentra realizada, a lasformas concretas, como si no fueran al mismo tiempo formas que llevan en s una necesidad arealizar, formas abstractas. Pone as a las formas reales como formas incapaces de moverse

    por s mismas. Desde este punto de vista, slo cabe entre ellas una relacin exterior. Es aqudonde la lgicaentra en escena.

    25Foucault, Michel, La arqueologa del saber: las ciencias humanas en la episteme moderna, Siglo

    XXI, Mxico,1970.26Durand, Jean Pierre, Can we make our own history? The significance of dialectic today, Capital &Class, 62, 1997, pp. 143-158.

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    Puestas como incapaces de moverse por s mismas, las formas reales quedanrepresentadas como formas que se afirman bajo la apariencia de ser abstractas afirmacionesinmediatas. Esto es, la conciencia puede afirmarse como libre o puede afirmarse comoenajenada. Pero resulta lgicamente un imposible que la conciencia enajenada se afirmemediante su propia negacin bajo la forma concreta de conciencia libre.

    En realidad, la apariencia de la abstracta afirmacin inmediata corresponde alafirmarse mediante la negacin de la propia negacin. Esto es, a la determinacin cuantitativareal abstractamente considerada en s. La lgica de la teora cientfica es, por naturaleza, lalgica genuinamente propia del conocimiento matemtico. Claro est que, para ser utilizada

    para estructurar la representacin general de las formas cualitativamente diferenciadas, lalgica debe antes ser vaciada de la especificidad que le da el ser la representacin

    propiamente correspondiente a la determinacin cuantitativa. La teora cientfica se larepresenta entonces como lgica formal. En base a ella, la teora cientfica representa a lasdeterminaciones reales abstractas por las relaciones de medida que guardan entre s susformas concretas. Esta representacin permite regir conscientemente la accin sobre lasformas reales: aunque se desconozca verdaderamente la necesidad real presente, es posibleoperar sobre la magnitud de las formas reales, transformando su cantidad hasta hacerlacorresponder con la de una forma cualitativamente diferente. Con lo cual se ha transformandosu calidad misma. Los lmites que tiene la potencia transformadora de esta accin se hacenevidentes tan pronto como se avanza poniendo de manifiesto la forma en que se la rige.

    La lgica materialista dialcticano hace sino tomar a la misma abstracta afirmacininmediata como la forma ms simple de la afirmacin real. Slo que cada una de estasafirmaciones se representa necesariamente unida con otra de igual naturaleza, que aparececomo opuesta a la primera. Es decir, la determinacin real ms simple, el afirmarse mediantela propia negacin, queda representada como una abstracta relacin exterior entre dosabstractas afirmaciones inmediatas contrarias. As, la conciencia del obrero se representa

    como la unidad, por una parte, de su conciencia libre y, por la otra, de su concienciaenajenada, en la constante lucha de una contra la otra. Pero cada uno de estos polos excluyeabsolutamente de s al otro. El hecho de que la conciencia libre sea la forma de realizarse laconciencia enajenada sigue siendo lgicamente inadmisible. El alcance de esta reduccinqueda lastimosamente en evidencia cuando se llega a presentar como expresin de lasuperioridad de la lgica dialctica su coherencia para afirmar que el electrn puede pasar deser, por ejemplo, 70% onda y 30% corpsculo, a ser 40% onda y 60% corpsculo27. Lo cuales lo mismo que afirmar el absurdo de que la conciencia obrera avanza en la superacin de laenajenacin cuando pasa de ser 70% enajenada y 30% libre, a ser 40% enajenada y 60% libre.

    De ah que la formulacin de la lgica materialista dialctica no consiga pasar de laenunciacin general de su especificidad. Pasado este punto no le queda ms sustancia que la

    de la lgica formal que lleva en s. De modo que ni bien trata de enfrentar cualquier cuestinconcreta acaba inmediatamente reducida a esta lgica. Y cuanto ms cuidadosamente seintenta darle a la lgica dialctica una presunta especificidad esencial, ms visible se haceesta reduccin28.

    27Woods, Alan y Ted Grant, Razn y Revolucin. Filosofa marxista y ciencia moderna, FundacinFederico Engels, Madrid,1995.

    28Mientras la generalidad de los textos sobre la lgica dialctica materialista dan vueltas y vueltas entorno a las cuestiones de la interpenetracin de los opuestos o la elasticidad de los conceptos, cuidndosemuy bien de considerar concretamente su resolucin (por ejemplo, Lefevre, Henri, op. cit.), Joja (Joja, Athanase,op. cit.) intenta atacar decididamente el problema. Apenas lo hace, cae en la contradiccin, muy poco dialctica

    por cierto, de tener que afirmar el principio del predicado complejo contradictorio (segn el cual, el sujeto esA y -A a la vez) y, al mismo tiempo, tener que afirmar la vigencia del principio de contradiccin propio de lalgica formal. Sin este principio, cabra la posibilidad de que el elemento de cada polo engendrara por s un

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    Tomemos, por caso, el desarrollo de G. Carchedi29, tal vez el ms elaborado de losmuchos recientes. Carchedi representa a las formas a ser determinadas como estandocontenidas en tanto potencias en las determinantes. Parece trascender as la exterioridad dela lgica formal. Sin embargo, esta representacin no hace sino preservar la exterioridad. En

    base a ella se deja de lado la necesidad de enfrentar el hecho de que las formas determinantes

    son tales por ser en s mismas esas potencias. A continuacin, Carchedi se representa a ladeterminacin en s - o sea, a la realizacin por las formas determinantes de su necesidad entanto potencias, determinndose con ello a s mismas como formas concretas - como unsistema de formas ya realizadas, coexistentes, mutuamente relacionadas. Las formas de-terminadas no tienen cabida en este sistema como las formas concretas en las que lasdeterminantes realizan su necesidad y, por tanto, como stas en su existencia concreta misma.Slo tienen cabida puestas en la relacin puramente exterior de condiciones para lareproduccin o la superacin de las determinantes. Toda la necesidad que cabe en cada uno deestos pasos es la de la representacin lgica de la determinacin real como una abstractaafirmacin inmediata. Para mantenerse en esta exterioridad propia de la lgica, Carchedinecesita reducir el mtodo de investigacin al anlisis. De ah que considere al despliegue dela necesidad real mediante el pensamiento como un mero recurso expositivo. Cmo norecordar aqu con Marx que Es de hecho mucho ms fcil encontrar por el anlisis el ncleoterrenal de la nebulosidades religiosas que, al revs, de las relaciones de vida reales de cadamomento, desarrollar sus formas celestiales. El ltimo es el nico mtodo materialista y, porlo tanto, cientfico30.

    5. El conocimiento dialctico; o sea, la organizacin de la accin en su forma de

    reproduccin de la propia necesidad por el pensamiento

    a) El punto de partida

    La crtica de la teora cientfica no tiene cmo tomar cuerpo en la formulacin de unnuevo paradigma lgico. En otras palabras, la crtica de la ciencia hoy universalmentedominante no toma cuerpo en la construccin de una nueva teora, sino en la superacin de lateora cientfica misma. No se trata de concebir una nueva representacin de la realidad,condenada por su sola condicin de representacin a responder a una necesidad constructivaajena a la necesidad real, a una lgica.

    De qu se trata entonces? Enfrentmonos al objeto de nuestro conocimiento, a larealidad. Fuera del mundo terico, la realidad no se presenta a nuestra mente como unaabstracta generalidad. Lo hace como una masa de formas concretas que distinguimos entre s

    simplemente como tales. Por lo tanto, empezamos no teniendo ms forma de apropiarnosmentalmente de la relacin que estas formas guardan con nosotros, que tomndolas una a una.Cualquiera sea la que tomemos, en cuanto la observemos de modo aislado se nos va a

    presentar como una potencialidad, como una necesidad a realizar (aunque ms no sea en sudeterminacin temporal). Nada puede tener esto de sorprendente. Si las formas concretas

    inoportuno movimiento propio; cosa que se dara de patadas con el fundamento mismo de la representacinlgica, segn el cual todo movimiento debe ser puesto por la mediacin de la relacin lgica. De ah que laresolucin acabe siendo la expuesta: toda determinacin es la unidad de dos afirmaciones contradictorias, perocada una de stas es una simple afirmacin que excluye su propia negacin. Y, como se trata de dosafirmaciones no mediadas por su propia negacin, la relacin de unidad entre ambas slo puede ser de

    naturaleza externa.29Carchedi, Guglielmo, Class ..., op. cit..30Marx, Karl,Das ..., op.cit., Band I.

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    reales tienen algn inters para nosotros - dejando de lado un nebuloso inters abstractamentecontemplativo - es porque, como potencias, pueden afectarnos al realizarse. Y, ms bien,

    porque podemos realizar su potencialidad con nuestra accin.Para descubrir a la forma concreta elegida como una potencialidad nos ha bastado con

    poner en accin nuestra capacidad inmediata de conocimiento. No hemos necesitado del

    conocimiento cientfico ni, a fortiori, del terico. Por supuesto, bien podemos lanzarnos alpunto a realizar la potencia en cuestin con nuestra accin. Pero no contamos con ms guapara hacerlo que con lo que la apariencia inmediata de esta misma potencia nos dice de s. Ynuestro conocimiento inmediato tambin nos basta para saber que las apariencias suelenengaarnos. Conque la cuestin es descubrir la causa, la necesidad, de la potencia real en

    juego.Por ms vueltas que le demos, la potencialidad real que intentamos conocer no nos

    puede agregar nada acerca de su necesidad, como no sea enfrentarnos con su propiamanifestacin de ser tal potencia. Sin embargo, nuestro conocimiento inmediato est todavalejos de agotar su alcance. A esta altura, la forma concreta elegida se nos presenta ya comouna potencia a realizar cuya necesidad no se reduce a ella misma. Con lo cual nos dice queslo podemos buscar su necesidad como potencia en lo que tiene, no de potencialidad actual,sino de simple actualidad ya realizada.

    Nos enfrentamos entonces a la forma real elegida en tanto nuestro conocimientoinmediato la ha aprehendido como una existencia actual que lleva en s una potencialidad arealizar. Para buscar en la forma real concreta en tanto simple existencia actual la necesidadde su existencia como pura potencia, debemos considerar a la primera existenciaseparadamente de la segunda. La cuestin es aislar la necesidad en juego de su forma demanifestarse. Esto es lo ltimo que nuestro conocimiento inmediato tiene para decirnos, yaque slo podemos realizar esta separacin al interior de nuestro pensamiento. Ha llegado lahora de comenzar con nuestro conocimiento cientfico de la forma real concreta que nos

    ocupa.

    b) El anlisis

    Separemos mediante nuestro pensamiento a la necesidad que determina a la forma realconcreta de su forma de manifestarse. En otras palabras, analicemos la forma real concreta.As separada, la necesidad que se encontraba realizada como existencia actual se nos presentaa su vez como una potencia a realizar, como la potencialidad de determinar a la formaconcreta en que ella se encuentra ya realizada. As, la forma real recortada por nuestra

    percepcin inmediata se nos presenta como forma concreta que es tal por llevar en s - comouna pura potencia - a su propia necesidad de existir, o sea, a su propia forma abstracta. Por ser

    la necesidad de existencia de una forma real, esta forma abstracta no puede ser ni ms nimenos real que su concreta. En su pura realidad, una y otra slo se diferencian entre s por lamodalidad con que portan la misma necesidad real. La necesidad real que la forma abstractatiene como potencia que la determina en tanto tal, la tiene la forma concreta como lanecesidad actual correspondientemente determinante.

    Ahora bien, como potencialidad a realizar que es, tampoco la forma abstractadescubierta puede dar cuenta de su propia necesidad. Todo lo que puede hacer es ponernosfrente a su propia necesidad como el otro que lleva en s. No nos queda entonces sino penetrarms profundamente mediante nuestro pensamiento en la forma real de la cual arrancamos. Yrepetimos esta profundizacin tantas veces como la forma abstracta consecuentementedescubierta se muestre encerrando en s a su propia necesidad de existir, como una pura

    potencia. El avanzar ininterrumpidamente a lo largo del vnculo as definido es, pues, la nicanecesidad que formalmente determina el curso de nuestro proceso analtico.

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    Consideremos brevemente un ejemplo. Dado que la cuestin es transformar al mundo,elijamos de entre la masa de formas reales concretas que enfrentamos, a la forma misma quevamos a darle a nuestra accin transformadora. Qu hacer? Nuestra accin transformadoranos dice ya, con slo imponernos este primer paso suyo, que no es simplemente ella; que esella y al mismo tiempo un algo distinto: el qu hacer. De este modo nos hace saber que lleva

    en s una determinacin que no se reduce a ella misma. Y esto es todo lo ms que nuestraaccin transformadora puede decirnos acerca de s misma en su inmediatez, por mucho que laencaremos e interroguemos una y otra vez.

    Para seguir adelante con la realizacin de nuestra accin como una accin cuyaregulacin nos pertenece, como una accin consciente, no nos cabe sino enfrentar al quhacermismo. Al hacerlo, el qu hacerse nos muestra, en su abstracta inmediatez, como lmismo a la par que un otro, la necesidad de nuestra accin. Despus de lo cual, tampoco elqu hacertiene nada para agregar respecto de s mismo, como no sea a travs de lo que puedadecirnos esta necesidad de nuestra accin a propsito de ella misma. Encaremos, pues, a lanecesidad de nuestra accin. Esta necesidad slo puede sealarnos a nuestra voluntadtransformadora como el otro que lleva en s; otro en el cual reside su propia necesidad. Peronuestra voluntad transformadora no puede decirnos, respecto de su propia necesidad, sino queslo nos cabe buscarla en lo que ella tiene de voluntad transformadora propia de la claseobrera. Cuando enfrentamos a la voluntad proletaria, ella tampoco puede darnos razninmediata de s misma. Cmo va a hacerlo sin ponernos antes en la necesidad de dar cuentade lo que ella tiene de simple voluntad de clase? Sin embargo, el choque con la ausencia deinmediatez respecto de la propia necesidad se repite: las clases se limitan a decirnos quedebemos buscar su necesidad, ante todo, en cuanto ellas llevan en s de reproduccin del

    proceso de acumulacin de capital.Detengmonos por un momento a esta altura del desarrollo de nuestra accin

    transformadora. Hasta aqu, sta se ha materializado en la bsqueda de la necesidad de sus

    formas concretas. Como tal, ha alcanzado a decirnos que lleva en s a la voluntadtransformadora de la clase obrera. Pero ha alcanzado a decirnos, igualmente, que la voluntadde la clase obrera no se basta, por s misma, para dar cuenta de su propia necesidad; que estanecesidad la trasciende. Con lo cual, nuestra accin transformadora nos ha dicho que, ascomo la transformacin del mundo lleva en s a la accin voluntaria de la clase obrera, ni lasformas concretas - y, por lo tanto, la organizacin poltica de la clase obrera - ni la potenciatransformadora de esta accin, nacen simplemente de dicha voluntad misma.

    De modo que, si queremos continuar avanzando en la realizacin de nuestra accinconsciente no nos queda, por ahora, otro camino que enfrentarnos a la reproduccin del

    proceso de acumulacin de capital. Pero, en lo que respecta a su propia necesidad, estareproduccin no hace sino remitirnos a empezar por su contenido de proceso de valorizacin

    del capital. Cuando abordamos a ste, se nos muestra encerrando, en tanto simple proceso devalorizacin del valor, al proceso de simple produccin de valor, de produccin de simplesmercancas. Y este proceso apunta a su vez para atrs, remitindonos a su naturaleza material,a su contenido como proceso de vida humana. Para dar cuenta de la necesidad de este

    proceso, en el cual el intercambio entre los seres humanos y la naturaleza se presenta como unproceso de trabajo, debemos empezar por dar cuenta de su necesidad en tanto simple procesode metabolismo entre un ser vivo y su medio. El anlisis de formas puramente sociales se hatornado, en su propio desarrollo, en el anlisis de formas simplemente naturales. Sin embargo,la forma de nuestro anlisis no ha cambiado en lo ms mnimo. Slo podemos seguiravanzndolo si le preguntamos a la forma - ahora natural - que enfrentamos por su propianecesidad; o sea, por la forma abstracta que lleva en s como la que la determina.

    c) La materia

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    Como que continuamos avanzando sobre formas cada vez ms abstractas de ladeterminacin, llega el momento en que no nos enfrentamos ya a la necesidad como

    potencialidad de sta o aquella forma determinada, sino como potencialidad de ladeterminacin misma31: tanto como nuestro objeto es una forma real concreta determinada, la

    determinacin misma es tan forma real abstracta suya como la que ms. Pero no se trata deuna forma abstracta real igual a cualquier otra. Como las dems, empieza por presentrsenosen tanto forma concreta. Pero, en tanto tal forma concreta, ella es pura necesidad en potencia,la necesidad de la determinacin misma, y, en consecuencia, forma abstracta. Su necesidad en

    potencia no es ya un otro de su forma concreta, sino que tal potencialidad es lo que esta formareal abstracta es en tanto forma concreta. Esta forma simple real tiene a la necesidad de su

    propia existencia como necesidad inmediatamente actual, es existencia en s misma. Pero,tanto como esta existencia actual suya es necesidad de trascender de s en determinacinrealizada, tal forma simple es, al mismo tiempo, existencia en potencia. Como tal, la simpleexistencia, la materia, es una contradiccin en s misma. Luego, no tiene ms modo deafirmarse que realizando la potencia que tiene como determinacin a realizar; o sea, no tienems modo de afirmarse que negndose como potencia a realizar para afirmarse comodeterminacin realizada.

    d) La determinacin de lo concreto

    Nos encontramos pues ante el momento ms simple del despliegue de la necesidad dela forma concreta real que originalmente hemos elegido y, en consecuencia, de nuestraaccin. Ahora bien, al ser afirmacin de la forma simple mediante su negacin como tal, ladeterminacin realizada es la regeneracin real de la necesidad de afirmarse mediante la

    propia negacin. Y como tal se despliega en el desarrollo de las formas cada vez ms

    concretas de nuestro objeto real. Cada una de estas formas concretas (que es tal por existiractualmente como necesidad realizada) es, precisamente por ello, una forma abstracta (que estal por existir actualmente como necesidad a realizar, como potencia). As, la determinacinse despliega en la transformacin de una forma existente, al negarse en su actualidad en tantoabstracta por afirmarse como necesidad realizada; y, a su vez, esta nueva forma concreta tienesu existencia actual negndose a s misma como tal concreta, en su afirmacin comonecesidad a realizar.

    Cuando una forma se afirma simplemente mediante su propia negacin, su necesidadalcanza su trmino, adquiriendo una forma ms desarrollada tanto como potencia ya realizadacuanto como potencia actual. La forma determinada por la necesidad original trasciende as sucualidad, realiza su determinacin cualitativa. La necesidad que determina a la nueva forma

    como una potencia ha surgido pura y exclusivamente de la primitiva; de donde, esta nuevanecesidad no es sino forma realizada de la primitiva y, por tanto, sta misma. Sin embargo,negacin de la negacin, esta potencia es inexistente para la forma primitiva en su abstractacondicin de tal: recin es una potencia propia de sus formas concretas. Tenemos acasomejor camino para conocer acabadamente la potencialidad cualitativa de una forma dada, queno sea el de reproducir mediante nuestro pensamiento la necesidad real que ha venido a tomartal forma en su desarrollo, siguiendo idealmente este desarrollo?

    Ante todo, una forma abstracta agota su potencia al devenir su correspondiente formaconcreta. Pero, como cualquier otra, la forma misma de realizarse la necesidad se encuentra

    31Dicho de otro modo, nuestro proceso de anlisis que se ha remontado en el descubrimiento de lanecesidad del concreto del que partimos alcanza el punto en que tiene que dar cuenta de la necesidad de lanecesidad, o sea, de la existencia de la necesidad misma.

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    sometida a su propio desarrollo. En ste, la forma abstracta es en s no una sino muchasnecesidades diferentes a realizar. Ms an, stas son potencias cuyas formas realizadas seexcluyen mutuamente como la misma forma concreta; potencias que existen junto con suscontrarias. Estas potencias no tienen su existencia actual en la forma abstracta como unsimple poder ser, sino como un poder ser que, al mismo tiempo, es un poder no ser: como

    posibilidad o contingencia. La forma abstracta agota su necesidad slo al transformarse enuna diversidad de formas concretas, cada una de las cuales resuelve la compatibilidad mutuade esas potencias como realizadas. La forma abstracta se determina de este modo comognero; sus formas concretas, como las diferentes especiesen las cuales el gnero realiza sunecesidad.

    Por ser forma concreta de la determinacin, la posibilidad misma se desarrolla ennecesidad actualmente existente como potencia posible, que tiene a la necesidad del cursomismo que sigue su realizacin determinado como potencia posible. La determinacin de laespecie por el gnero se desarrolla as por la mediacin de la posibilidad como formaespecfica de realizarse la posibilidad misma32.

    Como posibilidad ya realizada, la especie es completamente impotente con respecto ala determinacin de su propia posibilidad. Desde su punto de vista, la realizacin de lanecesidad - la causalidad - toma la forma de la casualidad, de la accidentalidad; de lanecesidad que no es, al mismo tiempo, necesidad alguna33. Cada especie se nos presenta as

    32 Tomemos un ejemplo sencillo: un dado comn arrojado al aire sobre una superficie plana encondiciones normales y aisladas. Ante todo, en el momento de arrojar el dado al aire, su necesidad de acabar porcaer sobre la superficie plana es un simple poder ser. Pero esta necesidad slo puede realizarse a travs de laposibilidad de su negacin, o sea, mediante el movimiento del dado en el aire. Este movimiento se encuentradeterminado por las condiciones con que arrojamos el dado, pero tambin por la posibilidad misma como formade realizarse la posibilidad. Veamos ms detenidamente estas dos modalidades de determinarse la posibilidaddel movimiento del dado hasta la realizacin de su potencialidad simple de caer sobre una de sus caras. Esta

    potencialidad simple tiene su existencia real determinada como un poder ser que es a la par un no poder ser,respecto de su forma de realizarse en la determinacin de la cara especfica sobre la que va a caer el dado.Considerado por s, el gnero encierra aqu la misma necesidad potencial por realizarse en cada una de susespecies. Podra parecer entonces que en la determinacin de la necesaria realizacin de una u otra especie encada lanzamiento del dado slo entra la necesidad que llevan en s como potencia el movimiento dado a la mano,que el dado salga del cubilete en sta o aquella posicin, la altura del lanzamiento, etc.. Sin embargo, en elmomento de cada lanzamiento, la necesidad de la realizacin del gnero tiene, en cuanto la determina lasdeterminaciones del dado mismo, la forma de la posibilidad; y sigue teniendo esta forma a todo lo largo de latrayectoria que va a recorrer el dado. Todas las determinaciones singulares de cada lanzamiento se encuentranmediadas en su realizacin por esta determinacin inherente al dado mismo. Vista esta determinacin de maneraexterior, al hipottico lanzamiento de dados idnticos en condiciones absolutamente idnticas, corresponde lanecesaria realizacin de movimientos distintos en sus trayectorias, como forma de realizarse la realizacin del

    gnero en cada una de sus seis especies idnticamente necesarias. Saber que el dado se encuentra con tal o cualcara en tal o cual posicin en el momento tal o cual de su trayectoria, no nos agrega ningn conocimientorespecto de la necesidad de que finalmente salga tal o cual cara. Al conocerla como posibilidad cuya realizacinmisma toma forma de posibilidad, conocemos de manera completa la necesidad potencial del dado en suexistencia real actual en cualquier momento de su trayectoria. Por su parte, la igualdad de la posibilidad derealizarse la cada del dado sobre cada una de sus caras, no tiene ms forma de realizarse que en su negacin, osea, en cada tirada que es en s misma independiente de todas las otras. De modo que la necesidad en cuestin semanifiesta como el equilibrio en la cantidad de salidas de cada cara, que tiene por forma de realizarse elperpetuo desequilibrio en esas cantidades con el agregado de cada lanzamiento.

    33 De semejante punto de vista unilateral se nutre la reduccin de la casualidad a su apariencia, laabstracta accidentalidad vaca de toda determinacin. Reduccin doblemente tentadora para la representacinterica propia del capital en tanto simple produccin de plusvala relativa. Esta inversin es condicin pararepresentar a las formas abstractas reales por las relaciones de medida entre sus formas concretas. Pero, por

    sobre todo, para presentar al modo de produccin capitalista vaco de toda necesidad de trascender de s. Almismo tiempo, esta inversin no hace sino reflejar la apariencia de abstracta independencia individual, propiadel carcter privado con se realiza el trabajo social productor de mercancas, como un atributo universalmente

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    como la materializacin absoluta de las potencias genricas que la han determinadodirectamente34; y estas potencias, como sus circunstanciaso condiciones.

    La vida es la superacin de la impotencia de la especie respecto de su propiadeterminacin como modalidad concreta de realizarse la posibilidad: es la forma concreta

    poseedora de la potencia de apropiarse de sus propias condiciones y transformarlas en

    existencias concretas, determinndose de esta manera a s misma como forma abstracta. Lavida avanza en su potencia real mediante la apropiacin de sus condiciones en su

    potencialidad misma. La vida se encuentra as determinada como la accin transformadoraque se rige a s misma mediante el conocimientode su propia necesidad. Vista exteriormente,slo porque se encuentra completamente determinada como forma concreta necesaria de lamateria, la accin humana puede transformar a otras formas de sta en formas para s; y, porlo tanto, transformarse a s misma. Y slo porque se encuentra as determinada, la accinhumana deviene necesariamente, en el proceso histrico, una accin libre: una accin queconoce su propia necesidad en la integridad de la misma35.

    Como es obvio, ya hemos desplegado con anterioridad lo que resta del retorno hacialas formas cada vez ms concretas de la necesidad de nuestra accin transformadoraconsciente mediante su reproduccin por el camino del pensamiento: es esta necesidad la quehace verde al rbol de la vida.

    inherente a la naturaleza misma. Estas determinaciones de la conciencia enajenada se manifiestan visiblementeen la fsica moderna, con su inversin de las diferenciaciones de medida como si correspondieran a partculaselementales cuyo agregado e interaccin mutuamente exterior constituye la materialidad universal: [Por] _ el

    principio atomstico_, al reducir la infinita multiplicidad del universo a esta simple oposicin [aqutomos y alladoel vaco] y al atreverse a reconocer aqulla por medio de sta, _ [[al que se suma]] la relacin igualmentetrivial y exterior de la composicin, que todava debe sobrevenir para alcanzar la apariencia de un concreto y deuna multiplicidad, _ padece la fsica en las molculas, partculas, tanto como la ciencia poltica, que parte de la

    sola voluntad de los individuos. [An] _ das atomistische Prinzip_, die unendliche Mannigfaltigkeit der Weltauf diesen einfachen Gegensatz [sich hier Atome und daneben das Leere] zurckfhrt um sie aus ihm zuerkennen sich erkhnt, _ [[_]] das gleich triviale und uerliche Verhltnis der Zusammensetzung, das nochhinzukommen mu, um zum Scheine eines Konkreten und einer Mannigfaltigkeit zu gelangen, _ leidet diePhysik in den Moleklen, Partikeln ebensosehr als die Staatswissenschaft, die von dem einzelnen Willen derIndividuen ausgeht. Hegel, G.W.F. Wissenschaft der Logik, Werke in zwanzig Bnden, Suhrkamp Verlag,Frankfurt, 1969, T. V, L. I, pp. 184-186. Hegel, G.W.F., Wissenschaft der Logik, Werke in zwanzig Bnden,Suhrkamp Verlag, Frankfurt, 1969, T. V, L. I, pp. 184-186, traduccin propia.

    34Esta apariencia da pie a la creencia en la necesidad simple, o sea, no desarrollada como posibilidad,como nica forma concreta de existencia de la determinacin. Lo que la metafsica determinista sintetiza en elDemonio de Laplace. De esta metafsica se sigue la apariencia de que, all donde la necesidad se nos enfrentacomo posibilidad o contingencia - y correspondientemente como casualidad o accidentalidad - no hay sino un

    insuficiente conocimiento de su determinacin. A semejante concepcin todo se le hace representarse a la formaabstracta por su forma concreta ya desarrollada, pasando por alto la transformacin que media entre ambas.Dios no juega a los dados: as ha resumido Einstein el tan inescapable como angustioso debatirse delconocimiento cientfico centrado en la representacin de la realidad por sus relaciones de medida, entre lametafsica en cuestin y su aparente contraria, la de la abstracta accidentalidad.

    35La libertad de la voluntad no es, pues, otra cosa que la capacidad de decidir con conocimiento decausa. Por lo tanto, cuanto ms libresea el juicio de un ser humano respecto a una determinada cuestin, contanta mayor necesidadva a estar determinado el contenido de ese juicio; _ [la libertad] es, _, necesariamente unproducto del desarrollo histrico. Freiheit des Willens heit daher nichts andres als die Fhigkeit, mitSachkenntnis entscheiden zu knnen. Je freier also das Urteil eines Menschen in Beziehung auf einenbestimmten Fragepunkt ist, mit desto grererNotwendigkeitwird der Inhalt dieses Urteils bestimmt sein; _; sie[Freiheit] ist _ notwendig ein Produkt der geschichtlichen Entwicklung. Engels, Friedrich Herrn Eugen

    Dhrings Umwlzung der Wissenschaft (Anti-Dhring), Marx/Engels Ausgewhlte Werke, Dietz Verlag,

    Berlin, 1985, T. V, p. 128 (para contexto en espaol puede verse: El Anti-Dhring, Editorial Claridad, BuenosAires, 1967, p. 123). Engels, Friedrich,Herrn Eugen Dhrings Umwlzung der Wissenschaft (Anti-Dhring),Marx/Engels Ausgewhlte Werke, Dietz Verlag, Berlin, 1985, T. V, p. 128, traduccin propia.

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    e) Las formas de la accin libre

    El sujeto slo tiene potencialidad transformadora porque su objeto mismo lo enfrenta,en el momento en que va a actuar, como un poder ser determinado, como la potencialidad quese va a realizar en la accin. Slo se encuentra determinado como tal sujeto cuando la

    realizacin de su necesidad, su accin, es la forma necesaria de realizarse el poder ser de suobjeto.

    Mientras la necesidad de un objeto se encuentra determinada como un puro poder serque va a realizarse simplemente afirmndose mediante su propia negacin, esta realizacinescapa a nuestra accin consciente. Salvo, claro est, que la forma de realizarse el poder seren cuestin sea de por s nuestra accin consciente misma. En caso contrario, la cuestin pasa

    por transformar a ese simple poder ser en un gnero que tenga a nuestra accin conscienteentre sus formas especficas de realizarse. Salvo, tambin, que podamos transformardirectamente al poder ser en cuestin en otro igualmente simple que tenga a nuestra accinconsciente por forma de realizarse. Es as que debemos modificar realmente a la formaabstracta como tal, determinndola con nuestra accin en su potencialidad misma. Ahora

    bien, para que pueda incorporar a su potencialidad su realizacin a travs de nuestra accinconsciente, una forma abstracta debe tener su propia necesidad determinada de por s, en elmomento en que la enfrentamos, bajo la forma de la posibilidad. Ms an, debe tener sunecesidad determinada bajo una forma concreta de la posibilidad respecto de la cual nuestraaccin consciente sea capaz de adoptar la forma de realizarse la potencialidad en juego. Dichoa la inversa, la cuestin es darle a nuestra accin la forma concreta que la determina comomodalidad especfica de realizarse la necesidad que nuestro objeto ya tiene en s.

    Cuando una necesidad posible tiene a la posibilidad misma por forma de realizarse, elobjeto de nuestra accin consciente puede no ser esa necesidad como tal, sino su forma derealizarse. Se trata de quitarle a este forma de realizacin su determinacin como posible,

    tornndola en consecuencia una posibilidad potencial que tiene a nuestra accin conscientepor forma especfica de realizarse. Por lo dems, siempre que enfrentamos a una necesidadcuya realizacin ya tiene a nuestra accin consciente como una de sus formas concretas

    posibles, nuestra accin para modificarla en tanto forma abstracta misma puede apuntar amultiplicar la magnitud de la posibilidad en cuestin.

    Tenemos entonces que, para apropiarse de la potencialidad de su objeto - msprecisamente, para apropiarse de la potencialidad que su objeto actualmente es - o sea, pararealizarse como sujeto, el ser humano necesita ante todo negarse como simplemente tal sujeto,afirmndose como forma necesaria de realizarse esas potencias. Esto es, necesita empezar pornegarse como simple sujeto afirmndose como forma concreta del objeto. Necesita puesenajenar sus potencias como potencias del objeto, objetivarse. Pero con esta negacin suya el

    sujeto no hace ms que realizar su propia necesidad, negando la autonoma del objeto alafirmarlo como forma concreta de existencia de s mismo (del sujeto) en la accin. Por lotanto, es el sujeto humano mismo quien determina, mediante la forma que va a darle a suaccin, qu es un objeto para l. Y es por esta unidad en la que la objetivacin del sujetorealiza la apropiacin subjetiva del objeto, que la accin humana regida por una concienciaobjetiva, o sea, por la ciencia, es la ms potente para transformar al resto de la naturaleza enun medio para s.

    f) El proceso de conocimiento dialctico en su unidad

    Cuando nos disponemos a aduearnos idealmente de la necesidad de nuestra accin,nos enfrentamos con el objeto de nuestra accin como lo que ste es para nosotros en esemomento: algo exterior. Nos enfrentamos pues con nuestro objeto por su exterioridad

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    inmediata. Superamos la apariencia de esta exterioridad inmediata avanzando analticamentesobre las formas abstractas de nuestro objeto. El anlisis propio de la teora cientfica separa alas formas abstractas segn su grado de repeticin. Se detiene, por lo tanto, en la exterioridadde estas formas abstractas. Por el contrario, el anlisis que va a dar sustento a la reproduccinde la necesidad real por el pensamiento separa a la forma concreta que enfrentamos, de la

    necesidad que lleva en s como ese otro cuya realizacin la determina. Vale decir, tomacuerpo en el descubrimiento, dentro de la forma concreta (y como tal, necesidad realizada), desu forma abstracta (y como tal, necesidad a realizar). Por su misma forma, este anlisis no

    puede detenerse hasta alcanzar a la forma real que no encierra en s a un otro del cual brota sunecesidad, sino que es, por s misma y no por otro, necesidad de negarse como existenciaabstracta para afirmarse como existencia concreta. Esto es, hasta que nos enfrentamos a lamateria como simplemente tal.

    El retorno hacia las formas concretas que sigue al anlisis que se ha detenido en laexterioridad de las formas abstractas toma cuerpo ineludiblemente en el agregado de lasformas no repetitivas, y en consecuencia antes excluidas, a la representacin. Este proceso nocuenta con ms necesidad a seguir que la puramente constructiva que le dicta su lgica. Deah la irreductible exterioridad de su resultado respecto de la necesidad real que la accinapunta a realizar. Por el contrario, la