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63 TURISMO revista anual número 1 septiembre 2009 63-88 ISSN 1889-0326 TURISMO Revista de la Escuela Universitaria de Turismo Iriarte El desarrollo de la imagen del turismo en Fuerteventura (siglos XVI – XX) 1 Alejandro González Morales* Resumen: El objetivo principal de este trabajo es determinar como ha ido variando la imagen de la isla en función de las visitas de los viajeros, sobre todo alema- nes, ingleses y franceses, a lo largo de los últimos cinco siglos de historia. La isla ha pasado de tener una imagen negativa debido a la escasez de agua y vegetación, a la precarias infraestructuras alojativas y de transporte, tanto terrestre como marítimo, a la reducida oferta de alimentos, y al bajo interés científico frente a otras islas del Archipiélago, sólo compensada por la bo- nanza climática, a otra situación donde la tranquilidad, el elevado número de horas de sol, las paradisíacas playas, el benigno clima, la creciente oferta hotelera y extrahotelera y el sustancial aumento de las infraestructuras (ca- rreteras, puertos y aeropuertos) y medios de transporte (coches, guaguas, barcos y aviones) han mejorado sustancialmente su imagen. Palabras claves: Turismo, viajeros, clima, infraestructuras y transportes. Summary: e principal aim of this work is to explain since as the image of the is- land has been changing depending on the visits of the travelers, especially Germans, english men and Frenchmen, throughout last five centuries of history. e island has passed of a negative image had owed the shorta- ge of water and vegetation, to precarious infrastructures alojativas and of transport, both terrestrial and maritime, to the limited number of food, and to the low scientific interest opposite to other islands of the Archipelago, only compensated as the climatic prosperity; to another situation where the tranquility, the high number of hours of the Sun, the paradisiac bea- ches, the benign climate, the increasing hotel offer and bungalows and the substantial increase of the infrastructures and means of transport (roads, cars, buses, ships, ports, planes and airports) have improved substantially his image. * Departamento de Geografía. ULPGC El desarrollo de la imagen del turismo en Fuerteventura (siglos XVI – XX) Alejandro González Morales 63-88

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El desarrollo de la imagen del turismo en Fuerteventura (siglos XVI – XX)

1Alejandro González Morales*

Resumen: El objetivo principal de este trabajo es determinar como ha ido variando la imagen de la isla en función de las visitas de los viajeros, sobre todo alema-nes, ingleses y franceses, a lo largo de los últimos cinco siglos de historia. La isla ha pasado de tener una imagen negativa debido a la escasez de agua y vegetación, a la precarias infraestructuras alojativas y de transporte, tanto terrestre como marítimo, a la reducida oferta de alimentos, y al bajo interés científico frente a otras islas del Archipiélago, sólo compensada por la bo-nanza climática, a otra situación donde la tranquilidad, el elevado número de horas de sol, las paradisíacas playas, el benigno clima, la creciente oferta hotelera y extrahotelera y el sustancial aumento de las infraestructuras (ca-rreteras, puertos y aeropuertos) y medios de transporte (coches, guaguas, barcos y aviones) han mejorado sustancialmente su imagen.Palabras claves: Turismo, viajeros, clima, infraestructuras y transportes.

Summary:The principal aim of this work is to explain since as the image of the is-land has been changing depending on the visits of the travelers, especially Germans, english men and Frenchmen, throughout last five centuries of history. The island has passed of a negative image had owed the shorta-ge of water and vegetation, to precarious infrastructures alojativas and of transport, both terrestrial and maritime, to the limited number of food, and to the low scientific interest opposite to other islands of the Archipelago, only compensated as the climatic prosperity; to another situation where the tranquility, the high number of hours of the Sun, the paradisiac bea-ches, the benign climate, the increasing hotel offer and bungalows and the substantial increase of the infrastructures and means of transport (roads, cars, buses, ships, ports, planes and airports) have improved substantially his image.

* Departamento de Geografía. ULPGC

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Keywords: Tourism, travelers, climate, infrastructures and transport

1. Introducción

El objetivo principal de este trabajo es determinar como ha ido variando la imagen de la isla en función de las visitas de los viajeros, sobre todo alema-nes, ingleses y franceses, a lo largo de los últimos cinco siglos de historia. La isla ha pasado de tener una imagen negativa debido la escasez de agua y vegetación, a la precarias infraestructuras alojativas y de transporte, tanto terrestre como marítimo, al reducido número de alimentos, y al bajo interés científico frente a otras islas del Archipiélago, sólo compensada por la bo-nanza climática; a otra situación donde la tranquilidad, el elevado número de horas de sol, las paradisíacas playas, el benigno clima, la creciente oferta hotelera y extrahotelera y el sustancial aumento de las infraestructuras y medios de transporte (carreteras, coches, guaguas, barcos, puertos, aviones y aeropuertos). La isla ha dispuesto de tres aeropuertos a lo largo del siglo XX: el de Tefía, Los Estancos y El Matorral, que constituyen los auténticos factores que han propiciado el cambio de imagen y han sacado a Fuerte-ventura del ostracismo económico al que estuvo sometida hasta la década de los años setenta del siglo XX.

Nuestra hipótesis de partida plantea que la imagen de la isla ha experi-mentado cambios a medida que se va conociendo mejor su geografía, histo-ria y en general su patrimonio natural y cultural. Dicho con otras palabras, Fuerteventura tenía una imagen negativa en el imaginario de los europeos que nos visitan hasta bien estrado el siglo XX, debido al desconocimiento que se tenía de las características de la isla y, sobre todo de sus valores natu-rales y culturales; en cambio en la actualidad esta percepción ha mejorado gracias a la divulgación de sus excelencias paisajísticas y patrimoniales.

Para proceder al análisis de estos factores y elementos que constituyen la apreciación e imagen del patrimonio majorero - gentilicio con el que se conoce a los habitantes de la isla, y término que deriva de majos, habitantes aborígenes de la isla antes de su incorporación a la corona de de Castilla en 1404 - hemos consultado varias publicaciones de distintos autores france-ses, alemanes e ingleses que estuvieron en la isla o tenían noticias de ella a través de terceros.

Los primeros en manifestarse sobre la antigua Herbania fueron los grie-gos. Según Marcos Martínez las islas estuvieron presentes en la mitología clásica con muy diversos nombres y acepciones. En concreto habla de las

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siguientes: Campos Eliseos, Islas de los Bienaventurados, Islas Afortuna-das, Jardín de las Hespérides, Paraíso y Jardín de las Delicias, La Atlántida, e incluso las isla de San Borondón. Estas denominaciones hacen referencia a una serie de tópicos que han ido sucediéndose en el imaginario europeo hasta fechas recientes. Ello lo hace en función de cuatro grandes aspectos. En unos casos obedece a razones escatológicas o relacionadas con el mundo de los muertos, el más allá donde la situación del ser es idílica; en otros caso obedece al mundo del mito; en tercer lugar pueden deberse a la utopía; por último está la paradoxografía o lo que es lo mismo el mundo de los asuntos increíbles, maravillosos o insólitos.

También sobre este particular se puede consultar a Bory de Saint – Vi-cent, J.B. Bory de Saint –Vicent (1988: 33). En efecto, Platón ya plantea la idea de la Atlántida del hundimiento de este antiguo pseudocontinente quedarían las islas macaronésicas a modo de islotes testigos, que fueron denominadas como Jardín de las Hésperides. También se tienen noticias de los viajes de fenicios que pudieron recalar por el Archipiélago. La expe-dición del Rey Juba de Mauritania constituye otro hito en la historia de la visitas a las Islas Canarias antes de su conquista en 1402 -1404. Famosos son los portulanos de genoveses, mallorquines, catalanes que visitaron estas ínsulas y que dejaron constancia cartográfica de las mismas (Ver portula-nos donde se representa la isla de Fuerteventura). El papa Clemente VI hace entrega al aragonés Luis de la Cerda, Príncipe de la Fortuna, en 1344 del reino de Las Canarias como feudo perpetuo. Éste le fue adjudicado a cambio de una renta anual de 400 florines de oro al año. No obstante ante estos hechos protesta Alfonso IV- rey legítimo de Castilla -, pero no es escuchado, Laredo (1992: 21). Las disputas entre castellanos y portugueses serán una constante por hacerse con la propiedad de las Islas Canarias, pues para ellos constituía un enclave estratégico en su política expansionista por África, luego también lo será por América. Todo ello sólo se resolverá a finales del siglo XV con la firma del tratado de Alcaçovas (1479), en el cual se reconoce la soberanía a Castilla de las Islas Canarias y como contrapres-tación se permite a Portugal controlar el mercado de esclavos africanos.

La isla de Fuerteventura, este nombre aparece por vez primera en el por-tulano del mallorquín A. Dulcert (1339) con la denominación de La Forte Ventura, recibió diversos nombres con motivo de estas sucesivas visitas (ver portulanos anteriores al siglo XVI). Para algunos como Frutuoso, que estu-vo en Canarias en 1590, este nombre obedece a que: “Dicen algunos que, de las siete islas Canarias que están ahora pobladas, la llamada Fuerteventura fue la primera en conquistarse. Tiene este nombre por haberse hallado en

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una inscripción en piedra el nombre de su primer poblador que según reza era Fuerteventura”, Frutuoso (2004: 55). Esta isla no fue la primera sino la segunda, y sobre el nombre de la isla no hay ningún dato objetivo que confirme la afirmación de Frutuoso.

En el Le Canarien se le denomina Erbania, Le Canarien, (1959:45), según Abreu Galindo, Abreu (1977:70) y también Viera y Clavijo, Viera (1982: 51) esta denominación responde a la cantidad de hierba que había en la isla en el momento de la conquista, es decir a comienzos del siglo XV. Por su parte Torriani, Torriani (1978: 21-40), cartógrafo al servicio de Felipe II que llegó a las islas para fortificar sus costas, le llama Bonaventu-ra, según él este nombre obedece a que en dicha isla residió un santo con tal denominación en el convento de los franciscanos, que se encuentra en Betancuria, aunque esto resulta poco verosímil pues no hay un solo do-cumento que acredite dicha afirmación, sin embargo parece más probable que esta nomenclatura obedezca a uno de los mitos que han circulado del Archipiélago por el mundo europeo, Martínez (1991:21).

Arbany –“lugar de la muralla”- ha sido otro de los nombres barajados para la isla, en este caso parece que hace referencia a la muralla que separaba los dos reinos existentes en este espacio insular (Maxorata y Jandía). Esta teoría ha sido defendida por Marcy, este mismo autor sostiene que Ma-hor, (majoreros) es también una antigua tribu bereber del norte de África. Aunque para Álvarez Delgado majorero significa: campesino, hombre de la tierra. Por su parte Wycichl señala que el nombre antiguo de Fuerteventura fue Erban, que significa tierra rica en cabras. Como vemos son muchas las definiciones y denominaciones que parece ser tuvo esta isla oriental del Archipiélago Canario. En cualquier caso, cuando llegan los normandos a la isla a principios del siglo XV, parece que los aborígenes le llamaban Erba-nia, sin embargo a partir de este momento se impondrá la denominación Fuerteventura.

2. La economía en la historia insular

La conquista de la isla se enmarca dentro del proceso de expansión atlántica que los europeos inician a finales del siglo XIV y comienzos del XV, antes de la conquista de América. La expedición que se forma para conquistar la isla sale de la Rochelle (Normandía), en 1402, al mando de Jean de Be-thencourt y de su capitán de armas Gadifer de la Salle, ambos bajo la tutela político –administrativa de Enrique III, rey de Castilla en esos momentos.

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Conocemos los pormenores de la misma gracias a las crónicas de los curas Le Verrier y Le Bontier, Le Canarien(1959: 70) que nos dan cumplidos detalles de la vida y del paisaje insular de entonces. Estas manifestacio-nes serán muy importantes para que otros viajeros se decidan a conocer el Archipiélago en general, y Fuerteventura en particular. La isla cuenta con abundante agua y pastos, así como importante número de cabras, Le Canarien (1959: 71), lo que supuso que la población se fuera estableciendo en ella. Aparte de estos productos también existía la orchilla que se recolec-taba desde antes de la conquista (ésta comienza en 1402 y acaba en 1404). A partir de aquí y hasta 1418 se regirá por el fuero normando; en cambio a partir de esta fecha pasa a manos castellanas y por tanto se establece este fuero y el señorío que permanecerá hasta 1912) (Roldán, 1967: 45), en los riscos de los acantilados de Jandía. Todos estos productos eran controlados por el señor de la isla a través del Cabildo o Concejo insular, Roldán (1967: 60). Sólo en época de abundantes lluvias se garantizaba la cosecha y una producción suficiente para mantener a la población, cuando la sequía se prolongaba el hambre y la miseria se adueñaban de este espacio insular, tal como señala Isaac Viera para comienzos del siglo XX: “El año de 1901 fue calamitoso para Fuerteventura y Lanzarote. Los jornaleros de esas dos islas ante la pálida silueta del hambre que se dibujaba en sus hogares, comenza-ron á emigrar á otras peñas más afortunadas”. Viera (1904:33).

Figura 1 - Molino de agua en Fuerteventura. Principios del siglo XX

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El agua asociada a la agricultura constituyó el recurso básico de la vida en la isla durante todo el Antiguo Régimen y buena parte de la edad con-temporánea, prácticamente hasta los años setenta del siglo XX. Según este mismo autor:”Norias y molinetes extraen el agua de hondos pozos para el riego de los plantíos de tomateras y de otros frutos”. Viera (1904:58).

Se hace continuamente alusión a la necesidad de preservar el agua de lluvia para garantizar la vida en la isla. “Los valles de Fuerteventura…son extremadamente productivos cuando caen las lluvias, entre los meses de octubre y mayo. En caso contrario, la situación se torna nefasta para los habitantes… En una superficie determinada deben plantarse árboles que, a medida que crezcan, traerán mayor cantidad de agua y asegurarán un su-ministro regular. De este modo, aumentarán también las zonas de cultivo”. Whitford (2003: 173).

Cuando el agua era suficiente y permitía llenar gavias y nateros se proce-día a plantar para garantizar la vida en la isla, incluso si la cosecha era buena se podía exportar a otras del Archipiélago: “En Lanzarote y Fuerteventura se producen varias clases de cereales, es decir, trigo, cebada, maiz, en tal abundancia que no sólo abastece a los habitantes, sino a los de Tenerife y La Palma.”.Glas (1982: 32).

Los rastrojos sobrantes se reutilizaban como alimento para el ganado y para realizar pajeros donde se guardaba el grano sobrante, el cual permitía disponer de semilla para la próxima cosecha o utilizar en caso de hambru-na. Sobre estos elemento significativos del agro majorero y que describen casi todos los viajeros, hemos recogido dos citas a modo de ejemplo. La primera de Whitford: “Después se recoge y se almacena el valioso grano: se amontona en el centro de los que parece ser un almiar cónico extrañamen-te techado con barro. Así consiguen preservarlo durante años. También se guarda el trigo que no se ha trillado”. Whitford (2003: 167).

La otra es del escritor lanzaroteño Isaac Viera: “A nuestra derecha dis-tinguimos, a algunos metros distantes de la vía, Los Valles de Ortega, en donde se destacan varias casas agrupadas, y detrás de ellas tres ó cuatro grandes hileras de enormes figuras cónicas de paja, que en el país se co-nocen con el nombre de pajeros, y que se destinan exclusivamente para guardar los granos”. Viera (1904: 75).

Los cereales constituyeron el principal cultivo de la isla en los siglos XV y XVI, más adelante se introdujeron nuevos, tales como el viñedo en el siglo XVII y XVIII “…ahora hay viñas plantadas allí, que prosperan

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Figura 2 - Cereales de Fuerteventura

Figura 3 - Gavia de Fuerteventura. Casillas del Ángel

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bien y dan uvas, pero su vino es flojo, pobre y tan acre que un extranjero no puede, al paladar, distinguirlo del vinagre; sin embargo es muy sano”, Glas (1982: 32), e incluso la barrilla y la cochinilla se comienzan a explotar en estos años y alcanzan un gran esplendor a principios del siglo XIX, aunque a finales de este periodo sus mercados entran en crisis y el cultivo práctica-mente desaparece. En efecto, sobre este particular el ya mencionado Isaac Viera señala lo siguiente para el caso de la Oliva: “Predomina en todo este término municipal el cultivo de cereales, y fue en otro tiempo productor de barrilla, convirtiéndose más tarde en emporio de riqueza con la grana. Dichos cultivos actualmente se hallan abandonados sin esperanzas de que reaccionen” Viera (1904: 59).

En similares términos también se expresa K. Von Fritsch, señalado que: “El ancho camino discurría entre muros de piedra; del otro lado de ellos se extienden yermos campos de cebada, terrenos plantados con la rojiza barrilla (Mesembryanthemun cristallinun), que apenas levanta del suelo, y amplias extensiones de tuneras con carnosas pencas”, Von Fritsch (2006: 147).

Una opinión más que confirma lo anterior y mantiene la visión que tan-to nacionales como extranjeros (alemanes e ingleses) tiene de la isla es la vertida por A. Samler Brown: “No hay bosques y tiene muy pocos árboles;

Figura 4 - Molino de Tefía. (Puerto del Rosario).

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generalmente, la agricultura se dedica a cereales, cochinilla, orchilla, barrilla y aloes, etc…” Samler Brown ( 2000: 101)

En el siglo XX será el cultivo del tomate el principal producto que desa-rrolle la isla para la exportación a los mercados europeos de Londres y del continente europeo a través sobre todo del puerto de Rótterdam (Holan-da): “Aquellos están hoy dedicados, en su mayor parte, á distintos cultivos de pingües rendimientos. Se ven huertas de tomateras tendidas sobre filas de empalizadas, formando callejuelas, por donde corre el agua que se extrae de pozos con el empleo de aspados molinetes” Viera (1904: 89).

El tomate se produce en sistema de arenado, práctica que se importa de la vecina Lanzarote por las evidente ventajas que proporciona al cultivo, incrementando su productividad, gracias al efecto higroscópico de la lapillo. Ésta y”… y las escorias de estos pequeños conos de erupción se recogen en unas fosas ad hoc, pues aquí se ha desarrollado un método de cultivo de las tuneras que se vale de esas escorias”. Von Fritsch (2006:147).

El arenado tiene una serie de efectos beneficiosos sobre los cultivos, en primer lugar el efecto higroscópico permite captar el rocío nocturno y transmitirlo al suelo vegetal por las vacuolas del picón; también se consigue mantener la temperatura del suelo más elevada que la del medio ambiente debido a que esta capa de rofer impide escapar la radiación terrestre; un ter-cer aspecto es que la cubierta de lapilli no permite que haya escorrentía y se

Figura 5 - barrilla en la costa de Fuerteventura.

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pierda el suelo. El color negro del picón absorbe gran cantidad de energía y calor, acelerando el ciclo del desarrollo vegetativo de la planta. No obstante la superficie cubierta de cenizas volánicas en Fuerteventura sólo se reduce a las zonas de cultivos de tomate y al entorno de Villaverde, por tanto la mayoría del suelo vegetal permanece desnudo y con una productividad in-ferior. En este sentido el propio Von Fritsch señala que: “Sólo en torno a las poblaciones crecen con lozanía unos pocos higueras y almendros” Von Fritsch (2006:147).

La actividad comercial en la isla siempre fue escasa, pues se trata de una isla de señorío con fuerte presión fiscal, escasez de recursos, poca disposi-ción de capitales y una burguesía rural poco ambiciosa y muy rentista. Por ello los periodos de penuria, escasez y marginalidad eran muy frecuentes, hasta el punto que la emigración constituía una actividad muy recurrente: “El año de 1901 fue calamitoso para Fuerteventura y Lanzarote. Los jor-naleros de esas dos islas ante la pálida silueta del hambre que se dibujaba en sus hogares, comenzaron á emigrar á otras peñas más afortunadas (sic)”. Viera (1904: 33).

Con todo en los primeros momentos tras la conquista, y cuando las pre-cipitaciones lo permitían la isla producía grandes cosechas, hasta el punto de poder incluso exportar al resto del Archipiélago y a otros espacios exterio-res, tal como señala, para 1590, Gaspar Frutuoso: “Son leales a portugueses y castellanos y enemigos de los moros de Berbería; allí van a hacer muchas razzias y traen muchos cautivos que venden para llevárselos a Madeira, isla con la que, por estar cerca, tiene mucho trato comercial, a causa del vino y de la miel que esta les envía”. Gaspar Frutuoso (2004: 57).

Aparte de los cereales, que sólo se podían exportar cuando había su-ficiente excedente (la exportación de grano está prohibida de forma muy poco política desde la isla a ningún lugar, excepto a las demás islas; lo que significa que en un año de abundancia baja a tan poco el valor que apenas paga los gastos de cosecharlo., Glas (1982: 57), también comerciaron con Europa otros productos como el vino y sobre todo la orchilla, la barrilla y la cochinilla. Todos ellos tuvieron un momento de despegue y otro de apogeo, según Von Fritsch: “Desde 1853 a 1860 se exportaron 16.577 kg de cochi-nilla; el promedio de 2.072 kg anules podría inducir a error, debido al fuerte aumento de la producción en los últimos años”, Von Fritsch (2006:157), confirmado por otros autores como Coleman Mac Gregor: “…este artículo constituye hoy en día un importante producto comercial, que hace entrar mucho dinero a la isla y que ha traído a los habitantes cierto bienestar” Batista (2004: 67); y finalmente de crisis, con la consiguiente desaparición

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del cultivo: “El precio de este producto (la barrilla) ha bajado en unas pro-porciones enormes y la sosa de Fuerteventura, tan buscada anteriormente, no encuentra ya salida”.Vernau (1981: 147)

Por su parte las importaciones vienen sobre todo de Inglaterra y de Alema-nia y se componen de : lana inglesa y de telas de lino alemán, ambos artículos de la más basta fabricación, aguardiente, vino, aceite, fruta planchas y otras clases de madera, barcas y botes de pesca, cera de abeja, muebles, tabaco, rapé, jabón, bujías”, Glas (1982: 57).. En definitiva el tráfico entre las islas y Europa existía desde siempre, de ahí que la visita de viajeros se viera acompañada de comer-ciantes y también de personas interesadas en mejorar la salud. En efecto, estos son los tres tipos de turistas que tiene Fuerteventura en la esta etapa previa al turismo de masas, en este aspecto no hay diferencias con respecto a otras islas del Archipiélago. González (2005:194).

Las salidas de mercancías no sólo estaban relacionadas con productos agrarios, también se comercializaban otras mercancías. En este sentido, la cal supuso una importante exportación: “Las canteras de cal y de yeso constituyen un segundo aprovechamiento del que es objeto no sólo Jandía, sino también el resto de la isla”. Von Fritsch (2006: 153). Incluso en deter-minados momentos fue el único producto que tenía salida al exterior en la isla según señala O. Stone. “El único comercio que posee la isla es el de la piedracal, Stone (1995: 48) (Los primeros hornos datan de 1874, mientras que esta industria desaparece en torno a los años sesenta del siglo XX.), lo normal es que este producto se complementara con otros, cuyas cantidades estaban sujetas a las mayores o menores disponibilidades de agua, como bien señala Samler Brown: “…es afortunada de poseer extensas capas de piedra caliza de donde se extrae la cal y el yeso que abastecen al resto del archipiélago. También se exporta ganado, camellos, cabras y ovejas, lana, cuero, etc…” Samler Brown (2000: 544).

3. Los viajeros, el clima y las estancias en la isla

La isla de Fuerteventura fue visitada por viajeros de distintas nacionalida-des desde tiempos muy remotos. Algunos de los principales viajeros que arribaron a Fuerteventura son: Munzer (1494 -1500); Ferdinand (1505 -1508);Thomas Nichols (1526); Gaspar Frutuoso (1590); Rem (1541); Federman (1529 -1531); Von Hutten (1534); Von Lenbelfing (1612); Dapper(1670); Zedler (1733) Glas ( 1763 -1764); Borheck (1789); Sche-del (1790); Von Buch (1815); Berthelot (1829); Francis Coleman Mac

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Gregor (1831); Hartung (1854); Bolle (1852 -1856); Christ (1886); Von Fritsch (1862 -1863);Latimer (1888); Whitford (1890); Leclercq (1880); D´Albertis (1884); Vernau (1876 -1888); Stone (1884); Samler Brown (1889); Viera (1904); Bannerman (1922); Maluquer y Vidalot (1906); Proust y Pitard (1908); González Díaz (1910); Du Cane (1911); Peypoch de Perera (1930); Riedel (1972)

En efecto, tras la incorporación de la isla a la corona de Castilla en 1404 comienzan a producirse una serie de visitas con la finalidad de conocer sus singularidades naturales (geología, flora, fauna,…), aprovechar su be-nignidad climática (turismo de salud), o simplemente establecer negocios (orchilla, cochinilla, barrilla, cal, sal)

Las nacionalidades de estos viajeros son muy diversas, aunque predomi-naron los ingleses y los alemanes, en menor medida también las visitaron portugueses, franceses,… “Mi primera estancia en esas islas se prolongó hasta finales de 1878” comenta R. Vernau en su viaje de cinco años por el Archipiélago. Vernau (1981:9)

Todos estos viajeros coinciden en que el clima de las islas es su princi-pal recurso turístico, seguido del paisaje natural. En este sentido hay que entender las citas de George. Glas: “El clima en estas islas es sumamente saludable, lo cual puede ser debido a la sequedad del suelo y a los fuertes vientos del norte que casi continuamente soplan sobre ellas, de modo que

Figura 6 - Horno de Cal . El Matorral

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los habitantes viven hasta edad avanzada”; Glas (1982:31), la de Whitford : “El día es agradable y sin nubes, el sol reina en el firmamento a lo largo de toda la jornada. El aire está tan en calma que se percibe hasta el ruido del más ínfimo de los insectos”. Whitford (2003:162).

Aunque el mismo autor sostiene en esta misma obra “Es difícil decir algo a favor de esta isla, de este más que triste montón de toscas piedras. Ciertamente, no hay palabras para elogiar su maravilloso clima, pero el resto es repugnante y deprimente”. Whitford (2003:162).

Por su parte Francis Coleman Mac Gregor insiste en que: “El clima de la isla es suave y saludable. Y su suelo, en general de una fertilidad ex-traordinaria, produciría seguras y ricas cosechas, si las montañas estuvieran cubiertas de bosques, para traer las brumas y llevar a las extensas llanuras el agua de riego que las plantas necesitan para crecer”. Batista (2004:70).

El resto de los autores citados en este trabajo se expresan en similares términos sobre el clima de las islas en general y de Fuerteventura en parti-cular, haciendo hincapié en la mayor aridez de esta última.

No sólo se vende temperaturas agradables y escasas precipitaciones sino también paz y tranquilidad como sugiere Samler Brown:“…cada isla tiene su propio encanto, sus propias costumbres, su propia individualidad; que todas ellas, Madeira, Canarias y las Azores, son mundos en miniatura, ben-decidas por un clima suave y saludable; que en la mayoría están alejadas

Figura 7 I y II - Interior del Horno de Cal de Los Pozos. Puerto del Rosario

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de nuestra continua vida prosaica, y que cada una cuenta con una serie de características nuevas e interesantes que no podrían pasar inadvertidas para cualquier persona con imaginación o medianamente inteligente”.Samler (2000: 73).

Este mismo autor recomienda la isla de Fuerteventura para expedicio-nes científicas de botánica: “Hay menos agua, y consecuentemente menos verdor que en ninguna de las siete islas. En cuanto a la vegetación, es suma-mente variada y de gran interés para los botánicos; se la ha descrito como una reproducción en miniatura de determinadas partes del desierto del norte de África, la costa de este continente dista sol”. Samler (2000: 73)

La imagen que tienen los extranjeros sobre la antigua Herbania varia-rá con el tiempo, las primeras noticias indicaban una isla poco habitada y desguarnecida“…los ingleses debieron ser engañados en cuanto al número de habitantes; pues da la impresión cuado se ve desde el mar, que está des-habitada y desierta”. Glas (1982: 55).

De tal manera que cuando intentan tomar la isla por la fuerza son repe-lidos por los majoreros. Ello ocurre en dos ocasiones casi seguidas. Bethen-court (1980: 79)

En parecidos términos se expresa un siglo más tarde Whitford cuando vi-sita la isla señalando que “La isla recuerda al Sáhara. No hay nada atrayente en Fuertevenura… formaciones de cal afloran por todas partes….La pobreza que

Figura 8 Detalle de salinas del Carmen. Costa de la Antigua

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azota casas y pueblos (una sensación de soledad y desolación difícil de describir embarga la mente del viajero”. Whitford (2003: 162-163)

Con todo este mismo autor señala las enormes potencialidades de este espacio para convertirse en un destino turístico de invierno: “Aquí podría crecer cualquier planta, árbol o fruto semitropical, pero escasea el agua. Se-ría un magnífico destino vacacional, pero precisa de inminentes mejoras que acondicionen el escenario”. Whitford (2003: 162-163)

Estas mejoras a las que se refiere el ilustre viajero son de infraestructuras portuarias (buenos puertos, mejores barcos e incremento de las frecuencias) y terrestres (mejores caminos y carreteras), también de alojamientos, pues como se sabe sólo cuenta la isla en esos momentos con dos fondas en Puer-to de Cabras.

La situación empezará a cambiar a partir de las primeras publicaciones de Guías y relatos de los viajeros del siglo XIX, aunque desde antes se ve-nía hablando y describiendo las islas, estas contribuciones, que duda cabe, también tuvieron su importancia como bien señala O. Stone:” “…estos li-bros de viajes, que inauguraron para el archipiélago el italiano Girolamo Benzoni, con el capítulo “Breve relación sobre algunas cosas notables de las islas Canarias” de su Historia del Nuevo Mundo (1565), del inglés Thomas Nichols, con su Description of the Canary islands (1583); y el portugués Gspar Frutuoso, con una parte de su obra Saudade da Terra (1590), resultan de una importancia especial para la historia de Canarias…..Estos libros son importantísimos para la historia de Canarias porque nos proporcionan un enorme caudal de información (en muchas ocasiones ilustrada mediante dibujos, mapas, fotografías, etc..) relativa a la vida cotidiana (costumbres, alimentación, vestidos, caminos,…), al paisaje, a la flora y a la fauna, que muy difícilmente podemos encontrar en los fríos datos de los papeles ofi-ciales” Stone (1995: 15)

Según Marcos Hormiga: “… gracias a la contribución escrita de esta autora, durante algunos años, las islas Canarias fueron de continuo visitadas por innumerables viajeros que la utilizaron como guía” Stone (1995: 15).

De esta necesidad se hacia eco el periódico El Liberal de Las Palmas de Gran Canaria cuando afirmaba: “Plácenos sobremanera que estas Islas sean visitadas por escritores extranjeros porque así podrá apreciarse su verdadera importancia, completamente desconocida en épocas anteriores” (El Liberal, Las Palmas de Gran Canaria, 6 de octubre de 1883).

Por todo ello la imagen empieza a cambiar de forma importante a partir de la irrupción de estas guías y relatos de viajeros por las islas, tal como ex-presa la propia O. Stone. “Rápidamente, nuestras concepciones sobre Fuer-

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teventura van experimentando un cambio grande y asombroso. Esta isla, en lugar de ser un vasto desierto arenoso, tal como se nos había inducido a pensar, la vemos casi enteramente compuesta de un buen suelo, sólo que necesita riego” Stone (1995: 66).

Uwe Riedel en su trabajo:” Las líneas de desarrollo del turismo en las Islas Canarias” plantea los siguiente: “Hasta 1885 el volumen de la afluen-cia turística a las Islas Canarias había sido todavía muy limitado (…). Pero pocos años más tarde ya existía la Guía: en el año 1889 publicó Brown su Guía para uso de inválidos y turistas. También a la publicación de los relatos de los viajes de Stone, en el mismo año hay que concederle una aportación decisiva al aumento del número de forasteros. Pues a través de estas publi-caciones fueron conocidas las Islas Canarias por primera vez en amplios círculos de la población europea, principalmente en Inglaterra. Se supo que el Archipiélago, con su clima admirablemente equilibrado y sus increíbles matices en el más pequeño espacio, representaba la residencia de invierno más apropiada para enfermos y necesitados de reposo, pero también para turistas. Las repercusiones de estos dos libros pudieron ser registradas casi inmediatamente después de su aparición” Pascua (2000: 25).

Samler Brown recomienda una visita a la isla por sus interesantes paisa-jes y patrimonio cultural y natural. “Al llegar a las Canarias, antes de que el pasajero pierda el hábito de estar en un barco tanto tiempo, se sugiere una visita más o menos prolongada, según le apetezca, a las islas menos impor-tantes (el grupo occidental: La Palma, Hierro y Gomera. Grupo Oriental: Fuerteventura y Lanzarote)”. Samler (2000: 75).

El interés no sólo está en función de poseer un buen clima sino tam-bién de otros aspectos no menos desdeñables para los naturalistas y viajeros como la flora, la geología y las aves. El ornitólogo Bannerman comenta lo siguiente al respecto: “El grupo de la islas desérticas de Canarias me llama-ba la atención desde hacía bastante tiempo, ambas, por sus sorprendentes características físicas y por lo que es todavía más sorprendente: las aves que se sabe que hay”. Bannerman (2003: 259)

Los viajes en muchas ocasiones eran privados, pero también los había de carácter institucional, es decir respaldados por alguna organización científi-ca. Uno de los realizados por Bannerman tiene estas características: “A di-ferencia de mis viajes anteriores a las Canarias, que habían sido meras aven-turas privadas, esta expedición a las islas Orientales se había emprendido oficialmente en nombre del Museo Británico (Historia Natural), y se debió a la amabilidad del Señor Ogilvie-Grant, el director del departamento de aves, y del difunto Señor C.E. Fagan, secretario del museo, y a su interés en

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la expedición, el que los planes se trazaran con éxito y se obtuvieran resul-tados excelentes”. Bannerman (2003: 259)

La imagen de la isla tenía otras características si se veía desde dentro, pues para los propios canarios el atraso de Fuerteventura era un problema de desidia, de falta de interés por mejorar sus condiciones de vida y de trabajo. Álvarez Rixo realiza una dura crítica sobre el particular, señalando que no es sólo la naturaleza, con las escasas precipitaciones, sino la falta de iniciativa de los majoreros los que los tiene postrado en esta situación cala-mitosa, dando esa imagen al mundo exterior: “…una pintura fiel del estado del mejor puerto de la banda norte de la isla de Fuerteventura, y de una de las deplorables escenas que diversas veces se presencia en aquel local, para eterno baldón de los que por su apatía y pública desunión han descuidado los medios de conservar y mejorar los cómodos puertos de su isla, como también la subsistencia pública, a pesar de la feracidad con que muchos años Dios favorece este suelo” Paz (2004: 366)

Hay incluso viajeros ingleses como Samler Brown que a pesar de reco-mendar en primera instancia el viaje, luego se desdicen y no lo recomiendan: “Por último, sólo queda por resaltar que los mejores paisajes se encuentran en La Palma, Tenerife, Madeira, La Gomera, Gran Canaria, Sao Miguel y Pico. Fuerteventura y Lanzarote no son atractivas”. Samler (2000: 73)

Figura 9 - Puerto de Cabras a principios del siglo XX

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Las preocupaciones de un viaje a Canarias llegan hasta el punto de re-comendar una serie de cosas que en las islas no se encontrarán con facili-dad, lo cual no cabe duda que también motiva a la resistencia a visitar este Archipiélago: “Deben llevarse todas las cosas absolutamente necesarias y que no puedan encontrarse con facilidad en la islas. Los enfermos deberían llevar consigo las medicinas que sean poco conocidas” Stone, (1995: 31).

Con todo tenemos que afirmar que las visitas de estos viajeros elitistas, exclusivos, científicos, enfermos y comerciantes siguieron creciendo, pues eran más las ventajas que recibían en estos espacios que los inconvenientes que acabamos de describir.

Ya en el siglo XX tenemos la visita de una serie de viajeros extranje-ros: Proust y Pitard (1908), Du Cane (1911), Bannerman (1922), ); Riedel (1972) y nacionales: Viera (1904), Maluquer y Vidalot (1906), González Díaz (1910), Peypoch de Perera (1930); e incluso la estancia de personajes como Miguel de Unamuno y Jugo que estuvo desterrado en la isla durante la dictadura del general Miguel Primo de Rivera. Durante su cautiverio en la isla se alojó en la Fonda de Puerto de Cabras.

Esta edificación fue comprada, en 1983, por el Cabildo Insular para convertirla en un museo que recreara el entorno doméstico en que vivió el insigne pensador.

El edificio es fruto de una evolución que pasó desde los tres huecos alineados a la calle Virgen del Rosario (zaguán y dos estancias) hasta un complejo arquitectónico centrado en torno al patio, donde un aljibe recogía las aguas de lluvia. Reproduce la típica vivienda de una aristocracia de base burguesa y agraria de principios del siglo XX en la isla.

La inició el tetireño Juan Nepomuceno de Ocampo quien al parecer la inscribió en el Registro de la Propiedad en 1877.

En 1924 aparecía utilizada como fonda bajo el nombre de “Hotel Fuer-teventura”, regentado por Paco Medina, el posadero de Unamuno.

En 1928 se amillaró en el Registro Fiscal de Edificios de Puerto de Ca-bras a nombre de don Gonzalo Cullen del Castillo.

Más tarde la adquirió el doctor don Gerardo Bustos y Cobos, quien la destinó a despacho médico y a morada junto a su esposa doña Mercedes Negrín Cabrera.

Fue la viuda de aquel doctor quien la vendió a la Institución Insular para su actual uso, abriéndose al público como Casa Museo en 1995.

Don Miguel de Unamuno y Jugo, Rector de la Universidad de Sala-manca, pensador y literato fue censurado por sus declaraciones políticas y

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desterrado a Fuerteventura por decreto del Directorio Militar de Primo de Rivera el 20 de febrero de 1924.

Llegó a Puerto de Cabras el 12 de marzo de aquel año, a bordo del vapor correo La Palma, junto al ex diputado y periodista Rodrigo Soriano.

Escribía José Pérez Naranjo en El Tribuno: “a la puerta de la casa del señor Castañeyra… tiene el sabio catedrático y el escritor artista, su tertulia…”

El párroco de Puerto de Cabras don Víctor San Martín, Ramón y José Castañeyra, Pancho López, Juan y Paco Medina – posadero de D. Miguel -, Aquilino Fernández, Matías López… fueron algunos de los contertulios que se llevó en el recuerdo el insigne don Miguel.

El 9 de julio de 1924 se evadió de Fuerteventura en el bergantín goleta “L´Aiglon”, llegando dos días después a Las Palmas de Gran Canaria, des-de donde embarcó hacia su exilio de París vía Lisboa y Cherburgo.

“Les prometí a ustedes volver a esa isla y si Dios, el Dios de mi España, me da vida y salud, volveré. Volveré con el cuerpo, porque con el alma sigo ahí” Unamuno (1995: 45).

El insigne filósofo y escritor tiene una imagen de la isla muy similar a la de anteriores viajeros, insiste en la pobreza, la falta de agua, la necesidad de perforar para arrancar el preciado líquido a la tierra; también ensalza el clima, las condiciones de salubridad y la hospitalidad y bondad de sus habitantes.

Puerto de Rosario, capital insular donde vivió Unamuno, era por aque-lla época una pequeña ciudad de escasa importancia social, demográfica y económica.

En efecto, tras la creación en 1835 de Puerto de Cabras como munici-pio, la vida en este término municipal se irá desarrollando de forma lenta y pausada hasta los últimos años del siglo XX, y los inicios del siglo XXI, que suponen un cambio drástico con la vida y la configuración urbana anterior.

En efecto, en 1906 se crea la parroquia de Puerto de Cabras, dedicada a la advocación de Nuestra Señora del Rosario.

Más tarde. En 1913 se crea el edificio del nuevo Cabildo Insular, que tendrá su sede junto a la iglesia parroquial. De esta manera Puerto de Ca-bras se va convirtiendo en el principal núcleo de población de la isla.

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Cuadro I - Evolución de la población de Puerto del Rosario (1900 – 2006) *anexiones de Tetir y Casillas del Ángel

1835 1857 1860 1877 1887 1897574 459 517 495 476 513

1900 1910 1920 1930* 1940 1950506 724 931 3441 3990 4252

1960 1970 1981 1991 2001 20066098 6680 13874 16485 23068 30.555

Fuente: ISTAC. Gobierno de Canarias.

En 1914 se creará el partido judicial de la isla, con sede también en la capital, en concreto los juzgados se establecerán en la zona comprendida entre las Casas Consistoriales y el Cabildo Insular.

Será a partir de 1920 cuando aparezcan los primeros teléfonos públicos, y también privados, en la capital. Sólo a partir de 1930 contará el munici-pio, en principio sólo la capital, con luz eléctrica. Por último señalar que el primer espigón portuario se construye en 1935, evitando así que los barcos tuvieran que trasbordar las mercancías en falúas hasta la playa.

Aparte de los viajeros y desterrados, también la imagen la isla en el pa-sado siglo XX fue conformándose con los artículos publicados en revistas y periódicos, tanto locales como regionales y nacionales. Entre estas publi-caciones destacan con luz propia las siguientes: Islas, Canarias Turísticas, Costa Canaria y la Revista Geográfica Española, entre las revistas; mientras que en los periódicos destaca La Provincia y El Eco de Canarias, ambos rotativos de Gran Canaria.

En los años venideros se seguirá insistiendo en la necesidad de fomentar el turismo en la isla, así en 1930 la revista Canarias Turista señala que;” se puede nivelar (la nivela de hecho en Francia y en Italia) la balanza co-mercial de un país. El turismo es un factor económico de primer orden en nuestra época” (Canarias turista, 1930). Con todo, la atención que se le prestaba en ese momento (1930) a la isla de Fuerteventura era muy escasa, pues Benítez Toledo en una obra de este año sólo le dedica media página a la isla de Fuerteventura, para comentar obviedades.

A principios de la década siguiente, 1940, la Revista Geográfica Española, concretamente en su número ocho, dedica un artículo extenso a Gran Canaria, avalado por el Director General de Turismo de España, señor D. Luis Bolín Bidwell, en esta misma publicación se inserta un pequeño artículo sobre la isla de Fuerteventura. Revista Geográfica Española (nº 8, 1940).

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Tras 1945 comienza publicarse la revista Isla en Las Palmas de Gran Canaria, esta publicación será auspiciada por el SIC (Sindicato de Iniciati-vas y Turismo) y se mantendrá hasta 1970, en ella se recogen artículos de la isla majorera fomentando sus cualidades naturales y patrimoniales para el desarrollo de la actividad turística.

En 1946 se inauguran las presas de Los Molinos, Las Peñitas y Río Cabras, dentro del programa de obras del Mando Económico para esta isla, bajo la dirección del General García Escámez e Iniesta.

A partir de esta fecha, 1946, y hasta su extinción en 1969 la Revista Isla se hará eco del desarrollo turístico de la isla, muy escaso, como ya se ha co-mentado con anterioridad, hasta la década de los ochenta del siglo XX.

En 1957 se cita en la Revista Piel de España un artículo sobre la isla de Lanzarote, aduciendo una serie de causas por las cuáles esta isla no inicia su definitivo despegue turístico. Estas mismas razones se pueden esgrimir para la isla de Fuerteventura, y son las siguientes:

La isla carecía de una red de transporte adecuada con el exterior, a la vez que 1) su red viaria era muy deficiente.No existía una decidida promoción turística en los países potencialmente emi-2) sores de turismo hacia la isla.El problema de la escasez del agua, que desde luego no se solventaba con la 3) construcción de las tres pesas antes señaladas, sólo se solucionará con la entra-da de los recursos hídricos no convencionales en la Isla, esto es la desaliniza-ción y la depuración.La escasez de inversiones del capital privado. Piel de España (1975).4) En el año de 1963 se celebró en Las Palmas de Gran Canaria la XXIII

Asamblea Mudial de los SKAL clubes, asociación de agencias de viajes, hoteles, compañías aéreas, de navegación,…. que en palabras de Hernández Jiménez significó: “el lanzamiento internacional de las islas”. Hernández Jiménez (2005: 89). En este mismo año comienza a publicarse el semanario The Canary Island Sun, especializado en proyectar la imagen turística del Archipiélago Canario.

En 1964 comienzan a implantarse los planes de Desarrollo para las islas, auspiciados por la Organización Sindical del Régimen del General Fran-co, con lo cual empiezan una serie de mejoras en carreteras, aeropuertos, puertos y otras infraestructuras que puedan favorecer el desarrollo turístico. Este mismo año se produce la visita del ministro de Información y Turis-mo, Manuel Fraga Iribarne, para conocer la realidad insular y potenciar su desarrollo turístico. Fruto de esta visita, dos años más tarde se anuncia la construcción de un parador nacional de turismo para la isla en Playa Blanca (Puerto del Rosario).

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En 1968 se aprueba, en la República Federal de Alemania, la Ley Fiscal sobre Ayuda a Países en Desarrollo, más conocida como ley Strauss, pues así se llamaba el ministro de fianzas alemán que la ideó. Esta ley se man-tiene hasta 1972 y la misma propiciará la llegada de importantes cantida-des de capital a la isla para la compra de suelo y para iniciar las primeras promociones de urbanizaciones turísticas. Se estima que para el conjunto de Canarias la inversión ascendió a setenta millones de pesetas, de 1999, cada año. Gaviria, M et al. (1974: 105). Esta política fue tan exitosa en el país teutón que hasta el propio presidente de la República, Willy Brandt, disfrutó de cortos periodos de vacaciones por estos años en la isla, con lo que ello suponía de publicidad para este espacio y la generalización del conocimiento de Fuerteventura en el país centroeuropeo.

A partir de los años setenta comienza una nueva etapa de desarrollo turístico, con un importante movimiento especulador de suelo primero, e inmobiliario y promotor de resort turísticos después, hasta conformar los actuales núcleos de espacio de ocio actuales de Jandía, Corralejo y Caleta de Fuste.

4. Conclusiones

La isla de Fuerteventura, al igual que el resto de Canarias, es conocida des-de la antigüedad clásica, pues ya desde Platón se la viene mencionando. En efecto, en los escritos clásicos (griegos, romanos, fenicios,,,,) y medievales (árabes y cristianos) se ha recogido la existencia de estas islas localizadas al noroeste de la costa africana. Han recibido varios nombres destacando los de: Campos Eliseos, Islas de los Bienaventurados, Islas Afortunadas, Jardín de las Hespérides; Paraíso y Jardín de las Delicias, La Atlántida, e incluso las isla de San Borondón. Estas denominaciones están relacionadas con las diversas maneras de abordar el mundo desconocido, onírico y maravilloso, donde la fantasía se entremezclaba con la propia realidad, por tanto son el producto de mitos, utopías, teorías escatológicas (en referencia al más allá, el mundo de los muertos), con la paradoxografía y con el de lo viajes. Todas son referencias indirectas, aunque estén en documentos escritos. La prime-ra representación cartográfica de las islas, corresponde a Fuerteventura y a Lanzarote precisamente en el portulano de A. Dulcert de 1339, denomi-nándola la Forte Ventura, a partir de aquí se seguirá reproduciendo en los portulanos catalanes, genoveses y mallorquines sobre todo.

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La imagen de la isla en un primer momento está asociada a la economía insular, en la cual la agricultura y la ganadería juegan un papel destacado. Así todos los viajeros insisten en los paisajes agrarios asociados a la mayor o menor disponibilidad de recursos hídricos. Asimismo se relacionan los distintos ciclos de cultivos de exportación que ha tenido la isla: la orchillas, planta que crece en los riscos de la isla y produce un tiente de color carmín; los cereales (gra-nero de Canarias en épocas de lluvia); la barrilla para la obtención de la sosa y la consiguiente elaboración de jabones; la cochinilla (cocus cactii) insecto que vive parásito de las tuneras (opuntia cochinífera) para producir un colorante muy usado en alimentación y cosmética. Esta planta, al igual que el insecto, fue traída de América en el siglo XVIII; por último está el tomate, único cultivo de exportación actual, aunque su superficie y producción se ha reducido con respecto a la que hubo en el siglo XX.

A partir del XIX el número de viajeros con finalidad científica, pero también comercial, e incluso de salud, aumenta y con ellos las descripciones e informaciones de la isla, ésta empieza a ser más conocida en todo el mun-do occidental europeo. Estos primitivos turistas abordarán aspectos como son: la geología, la flora, la fauna y algunas actividades económicas como la elaboración de la cal y de la sal. En este siglo decimonónico comienzan a aparecer la Guías, destacando la de Samler Brown y la de Olivia Stone.

El grado de satisfacción de los viajeros es en general bastante bueno, pues encuentran lo que viene buscando en las islas: buen clima, interesante geología, curiosa fauna y flora, y tranquilidad. Hay aspectos muy mejorables como las infraestructuras portuarias (muelles y embarcaderos) y terrestres (caminos, senderos y carreteras), los medios de transportes, los alojamien-tos, pues la falta de fondas y hoteles propició que muchos tuvieran que per-noctar en casa de vecinos, y la alimentación en la isla. Todo ello se explica por el escaso desarrollo que tiene Fuerteventura, con respeto a las islas cen-trales del Archipiélago por un lado, y sobre todo con el continente europeo, que ya ha protagonizado su primera revolución industrial y de transporte, y está inmersa en la segunda. Con todo, se señala que estas deficiencias son asumibles frente a los valores patrimoniales naturales y culturales que encontrarán en las islas.

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Recibido: 02.02.2009Aceptado: 17.06.2009