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El bautismo de su hijo

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PaulTurner

RECURSOS

CATÓLICOS

EN ESPAÑOL

ID

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Nihil Obstat Rev. Sr. Daniel G. Welter, JD Canciller Arquidiócesis de Chicago 11 de diciembre de 2018

Imprimatur Obispo Ronald A. Hicks Vicario General Arquidiócesis de Chicago 11 de diciembre de 2018

Nihil Obstat e Imprimatur son declaraciones eclesiásticas oficiales de que un libro está libre de errores doctrinales y morales, conforme al canon 827. Dichas declaraciones no implican que quienes las conceden suscriben el contenido, opiniones o declaraciones expresas en la obra, ni que asumen responsabilidad legal alguna asociada con la publicación.

Excerptas de los ritos sacramentales tomadas del Ritual para el bautismo de los niños © 2009,

Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos (USCCB); del Misal romano, tercera edición© 2018, USCCB; y del Código de derecho canónico© 2018, Biblioteca de Autores Cristianos, derechos reservados.

EL BAUTISMO DE su HIJO © 2019 Arquidiócesis de Chicago: Liturgy Training Publications, 3949 South Racine Avenue, Chicago, IL 60609; 800-933-1800; fax: 800-933-7094;

email: [email protected]; visítenos online: www.LTP.org. Todos los derechos reservados.

Edición: Christian Rocha; cuidado de la edición: Víctor R. Pérez; diseño: Anna Manhart; maquetación: Luis Leal. Traducción de Ricardo López. Título original: Your Child 's Baptism © 2018, Arquidiócesis de Chicago, LTP, Chicago, IL.

Foto de la portada: © John Zich.

Fotos del interior:© Carolyn y Nick Manhart, pp. iii, iv, 8, 14 y 33; © LTP, pp. 24 y 27;

© Emily Reynolds TheTulipPatch.etsycom, p. 28; © John Zich, pp. iv, 15, 18 y 29;

© Maria Laughlin, pp. iii, 1, 6 y 26.

23 22 21 20 19

Impreso en Canadá

ISBN 978-1-61671-494-9

SCHBAPTR

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CONTENIDOS

INTRODUCCIÓN V

LISTA DE PENDIENTES VI

CAPÍTULO 1

Padres e hijos 1

La edad de su hijo 2

El catecumenado 2

El bautismo de los creyentes 3

Frecuentar la iglesia 3

Madres o padres solteros 4

Consentimiento de los padres 5

Adopción 5

Matrimonio fuera de la Iglesia 6

El comportamiento de su hijo 7

La muerte de un niño 7

Sesiones preparatorias 7

CAPÍTULO 2

Los padrinos 8

Requisitos 8

Dilemas 10

Elegir padrinos 14

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CAPÍTULO 3

El bautismo 15

Preliminares 15

La ceremonia: sus partes y sus símbolos 19

Otras consideraciones 31

CAPÍTULO 4

Después del bautismo 33

Memorias del día 33

Conservar los recuerdos para su hijo 35

Discipulado 36

Membresía parroquial 39

Bendición 40

RECURSOS PARA

PADRES Y PADRINOS 41

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INTRODUCCIÓN

Desde el año en que escribí este libro, he perdido a mis padres, a mis

padrinos y al sacerdote que me bautizó cuando tenía yo tres días de

nacido, en la iglesia de Nuestra Señora de Lourdes en Nueva Orleans,

Luisiana. El pasar de estos años me ha hecho mucho más consciente del

amor tan generoso que los padres prodigan a sus hijos. Los sacrificios que

otros han hecho por mí me hacen sentir humilde. Hoy, no sería sacerdote

ni habría escrito este libro de no haber recibido los cuidados cariñosos de

las personas cercanas a mí, desde que comencé a vivir.

A ustedes, padres de familia y lectores de este libro, les ofrezco mi

cariño, aprecio y gratitud. Han recibido una criatura en su hogar con el pro­

fundo deseo de darle amor. Ustedes quieren que su hijo o hija tenga lo mejor

que el mundo puede ofrecer, incluido el gran regalo del bautismo, la vida en

Cristo y participar en su cuerpo, la Iglesia. La manera en la que ustedes abren

sus brazos para acoger a su hijo mueve a otros a abrir su corazón también.

Ustedes quieren hacer del mundo un lugar mejor, y la fuerza del Espíritu

Santo estará con ustedes.

Un bebé puede importunar a sus padres. Conforme aquel crece y se

vuelve independiente, pone a prueba el amor de sus padres. Tengo mis reser­

vas cuando pregunto a los padres de familia que se acercan a bautizar a sus

hijos: "¿Entienden claramente lo que están comenzando?". Si bien no hay

padres que entienden con toda claridad lo que están haciendo, siempre res­

ponden: "Sí, entendemos". Esa breve declaración es testimonio de su fe y su

amor, y me deja siempre boquiabierto.

En este libro vamos a aclarar algunos puntos de la práctica de la Iglesia

y a reconocer los desafíos contemporáneos. Espero que no solo los ayude a

celebrar bien el bautismo de su hijo, sino también a que renueven su com­

promiso con Cristo y la Iglesia.

Hago votos para que algún día su hijo adquiera una conciencia más

profunda del significado de este día. Rezo para que vivan y un día puedan

escuchar decir a este niño, "Gracias por todo su amor y sacrificios". Hasta

entonces, acepten mi admiración y gratitud, como conciudadano del mundo

y miembro del cuerpo místico de Cristo.

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LISTA DE PENDIENTES

O Informarse si su parroquia celebra el bautismo durante la misa o fuera

de misa.

O Indagar si su parroquia tiene fechas especiales para celebrar

el bautismo.

O Aprender las palabras que hay que decir en caso de un bautismo

de emergencia.

O Conversar con los padrinos sobre sus responsabilidades.

O Acudir a las sesiones de preparación al bautismo.

O Instruir a los fotógrafos.

O Preparar la respuesta a la pregunta de "¿Qué piden a la Iglesia de Dios

para su hijo?".

O Decidir lo que vestirá el niño en el bautismo y después.

O Si la ropa ajusta al cuello del bebé, asegurarse de que se le pueda

descubrir fácilmente el pecho, en caso de que el ministro vaya a ungirlo

con el óleo de catecúmenos.

O Decidir si su niño será bautizado por inmersión o por difusión.

O Informarse de si la iglesia proporcionará la vela bautismal. Si ustedes

la proveen, asegurarse de que está lista al momento de la ceremonia.

O Llevar un pequeño contenedor, si es que desean llevar a casa agua

bendita después del bautismo.

O Preparar la fiesta.

O Planear hacer una ofrenda o bolo para la parroquia y los asistentes.

O Anotarse o registrarse como miembro de su parroquia.

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CAPÍTULO l

Padres e hijos

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¡Felicidades! ¡Dios los ha bendecido con una creatura! Ahora la presentan

para ser bautizada en la Iglesia Católica. Los que compartimos su fe nos

regocijamos. Ustedes han aceptado una nueva vida en su hogar: esta criatura

que adorna nuestro mundo. Ahora, gracias al misterio del bautismo, esta

criatura volverá a nacer.

Este bautismo es muy significativo para su hijo, para ustedes y para la

comunidad. Mediante el bautismo, esta creatura se va a convertir en discí­

pulo, miembro del Cuerpo de Cristo. Mediante el bautismo, ustedes van a

afirmar que educarán a su hijo en la práctica de la fe. Gracias al bautismo,

nuestra comunidad se enriquece con alguien que crecerá en la fe, compartirá

nuestras preocupaciones, servirá a los demás y se unirá a nosotros en la ala­

banza de Dios.

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La edad de su hijo

Se acostumbra bautizar al niño en las primeras semanas de su nacimiento

(ver Código de derecho canónico, 867 §1). El bautismo, sin embargo, no tiene que

hacerse de inmediato. Es mejor esperar a que la mamá recupere fuerzas des­

pués del parto, que los padres se adapten a la criatura y que se vayan prepa­

rando con calma para la celebración con la familia y los amigos. Cierto, el recién

nacido debe beneficiarse del bautismo en cuanto parezca razonable.

En algunos casos, no son bebés los niños a bautizar, sino mayores. Tal

vez los padres estuvieron esperando la adopción. O quizá hubo complicacio­

nes en el hogar, por causa del trabajo o asuntos espirituales que hacen difícil

organizar el bautismo de inmediato. Pero si ha pasado algún tiempo, puede

que algunos padres se sienten apenados porque su hijo, al que desean bau­

tizar, ha crecido más de los que suelen verse en esa ceremonia. La solución,

por supuesto, es simplemente organizar el bautismo. Un niño no bautizado

de padres cristianos siempre estará en la edad adecuada para el bautismo.

El catecumenado

Hay dos maneras diferentes para celebrar el bautismo en la Iglesia Católica,

dependiendo de la edad del candidato al bautismo. Una está en el Ritual para el bautismo de los niños (RBN), que tiene en mente a recién nacidos y a niños

que no han alcanzado la edad del discernimiento o edad catequética, que es

cuando pueden ya profesar su propia fe personal. Suele ubicarse esta edad

en torno a los siete años, pero algunos niños pueden estar listos un poco

antes o también algo después. Ustedes pueden juzgar el estado de su hijo

con la ayuda del personal de su parroquia. Si su niño tiene las habilidades

de los niños que se preparan para la Primera Comunión, deberá celebrar el

bautismo en la segunda forma, la del Rito de la Iniciación Cristiana de Adultos

(RICA). Aunque el RICA fue diseñado para adultos, incluye la circunstancia

de niños en edad catequética. Si creen que su hijo tiene edad suficiente como

para comprender la Eucaristía, hablen con el personal de su parroquia para

inscribir a su hijo en el catecumenado, que es el período de tiempo dispuesto

para escuchar la palabra de Dios y crecer en la fe (RICA, 252). Los niños en

el catecumenado celebran el bautismo, la confirmación y la primera comu­

nión en una sola celebración que se tiene, generalmente, en la Vigilia Pascual.

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El bautismo de los creyentes

Hay congregaciones cristianas que solo bautizan a los adultos, pero la Iglesia

Católica alienta también el bautismo de los bebés. A veces, miembros de la

familia o amigos de otra iglesia se extrañan de que haya bautismos de bebés porque solo aceptan el bautismo de adultos, al que a veces llaman "bautismo

de creyentes". Por supuesto que respetamos las preferencias religiosas de los demás, pero somos firmes en nuestro compromiso de bautizar a los

niños pequeños.

La discrepancia consiste en decidir si debe o no ser bautizado alguien que no puede expresar la fe por sí mismo. Los católicos creemos que el

bautismo de infantes depende de la fe de la Iglesia, no solo de la fe del indi­viduo. Los padres, padrinos y toda la comunidad rodearán de cuidados a

un niño; debido a esa profesión de fe eclesial, los niños pueden recibir la

gracia del bautismo.

El bautismo de infantes está documentado ya en el siglo III, y proba­blemente existió antes. Después de todo, Jesús mismo invitó a los niños

pequeños a venir a él (Marcos 10:14-15, Mateo 19:14-15, y Lucas 18:16-17).

Después de su Resurrección, varias personas fueron bautizadas junto con

toda su casa: Esteban en 1 Corintios 1:16; Lidia en Hechos de los Apóstoles 16:11-15; el carcelero en Hechos 16:29-33; y Crispo en Hechos 18:8. Lógicamente,

dichas casas incluían niños muy pequeños.

Ustedes le brindan ya a su hijo un hogar, una familia, comida, techo, ropa y un patrimonio cultural. El bautismo es uno de los mejores regalos que

le pueden dar a su hijo.

Frecuentar la iglesia

Hay padres de familia que dudan en solicitar un bautismo porque no acuden

regularmente a los servicios ni apoyan a la parroquia local. Si es su caso, piensen en las razones por las que quieren que su hijo sea bautizado. ¿Es por

la tradición? ¿Es lo que se espera en su familia? ¿Es una obligación social? ¿O es más bien, el sincero deseo de compartir la vida de Cristo?

El párroco puede recomendar que se retrase el bautismo si no hay espe­ranza fundada de que el niño sea educado en la religión católica (ver Código

de derecho canónico, 868 §1.2). Todo lo que necesitan hacer ustedes es mostrarle a su párroco esperanza fundada de que su hijo será educado en la Iglesia.

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Por lo tanto, piénsenlo bien: ¿cómo planean inculcar las creencias y prácticas

religiosas en su hijo? Cualesquiera que sean sus hábitos actuales, si ustedes

quieren ahora inspirar a su hijo a que lleve una vida cristiana, su parroquia

está dispuesta a ayudarles.

¿A qué parroquia se acercan ustedes? Algunos padres ya tienen una

inclinación por alguna iglesia parroquial particular, sea porque acuden a

ella o por alguna conexión de su familia o conocidos. Incluso si no tienen

una conexión personal, el lugar donde viven se encuentra en los límites geo­

gráficos de alguna parroquia que tiene la responsabilidad de atenderlos a

ustedes. Llamen a la oficina diocesana local, digan su domicilio postal y pre­

gunten cuál es la parroquia que les corresponde. Vayan a esa iglesia para que

los pueda conocer las personas que sirven en el liderazgo parroquial.

En el corazón de la fe católica está la Eucaristía. Nuestra participación

regular en la Eucaristía es la señal más importante de nuestro compromiso

con lo que creemos. Varias veces en el rito del bautismo, se les preguntará si

aceptan la responsabilidad de educar a su hijo en la práctica de la fe. Si esta

es su intención, ahora es un buen momento para comprometerse a participar

semanalmente en la misa dominical. Si sienten una disparidad entre cómo

se comportó en el pasado y lo que la Iglesia cree, sería útil ver a un sacerdote

y celebrar el sacramento de la reconciliación, conforme van asumiendo un

papel más activo en la Iglesia como padres.

Al solicitar el bautismo, ustedes reafirman su propia fe y expresan el

deseo de que su hijo conozca y viva los valores de nuestra Iglesia. La llegada

de su hijo significa un nuevo comienzo en su vida; también puede marcar

un nuevo comienzo de su relación con la Iglesia Católica. Su participación

regular en la Eucaristía dominical expresará su fe más completamente y será

un gran ejemplo para su hijo.

Madres o padres solteros

Puede suceder que un niño esté a cargo de uno solo de sus progenitores.

Los padres pueden haberse separado; alguno debió ser reubicado por su

trabajo; otro pudo haber muerto; alguien soltero pudo haber adoptado al

niño; tristemente, la otra persona abandonó su responsabilidad paterna o

materna; o el padre permanece desconocido. En cualquier caso, el niño

podrá ser bautizado.

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Si usted es madre o padre soltero de un niño no bautizado, su párroco

puede solicitar una conversación más completa con usted para saber cómo

será educado el niño en la fe y cómo la Iglesia los puede apoyar para superar

sus actuales desafíos. Si ambos padres solteros desean el bautismo del niño,

ambos pueden acercarse a la parroquia. Si el matrimonio entra en sus planes

futuros, quizá su pastor pueda ayudarlos en esto.

Algunos padres solteros se sienten apenados como para contactar una

parroquia y celebrar el rito del bautismo en público. Tengan la seguridad de

que la Iglesia quiere ser parte de la vida de su hijo y ayudarlos cuando pue­

dan necesitar la presencia de la comunidad cristiana. Esa comunidad debería

conocer a su hijo, y su hijo crecerá conociéndolos.

Consentimiento de los padres

Educar en la fe a un niño requiere la cooperación de sus padres. Para poder

bautizarlo, su párroco necesita el consentimiento de uno de los padres o

tutores, al menos.

Se trata de un tema delicado, y a veces los padres no están de acuerdo.

Si un padre desea el bautismo y el otro lo tolera, su hijo puede ser bautizado.

Si un padre desea el bautismo y el otro se opone, la Iglesia autoriza al pastor

a bautizar, pero él podrá buscar un acuerdo más completo con ambas partes

antes de celebrar el bautismo.

Durante el bautismo mismo, si un padre que asiste no acepta el bautismo

o no puede hacer una profesión de fe cristiana debido a otras convicciones

religiosas, no necesita responder a las preguntas sobre su intención durante

el ritual.

Adopción

En el caso de adopción, los padres adoptivos hacen los arreglos para el bau­

tismo, y sus nombres se asientan en el libro de bautismos parroquial. Si bien

la Iglesia no prohíbe el bautismo antes de finalizar el proceso de adopción,

es mejor esperar hasta su conclusión, a menos que surja alguna circunstan­

cia extraordinaria, como el peligro de muerte. Quizá su parroquia o diócesis

tenga pautas más específicas al respecto.

·•

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Matrimonio fuera de la Iglesia

Algunos padres de familia, casados fuera de la Iglesia Católica, se pueden

preguntar si su hijo podría ser bautizado en la Iglesia. En este caso, se puede

organizar el bautismo.

Esta es una buena oportunidad para hablar con el pastor u otra persona

del personal de la parroquia. Mediante una serie de pasos, la Iglesia puede

regularizar o convalidar su matrimonio. El matrimonio en la Iglesia les res­

tablecería. a los esposos su elegibilidad para recibir la Comunión y les ayu­

daría a dar mejor testimonio cristiano a su hijo. De ser este matrimonio el

primero para ambos, su párroco puede ayudarlos con el proceso de convali­

dación. Por el contrario, si usted o su cónyuge tienen un matrimonio previo,

su matrimonio actual será convalidado solo cuando hayan obtenido la anu­

lación o disolución del matrimonio en la Iglesia Católica. Las anulaciones

declaran que el matrimonio previo no poseía las cualidades espirituales que

previamente se pensaba tenía.

Si deciden dar los pasos necesarios para que la Iglesia reconozca su

matrimonio, el bautismo de su hijo no necesita esperar hasta que todo esté

completo. Si por alguna razón su matrimonio no pudiera ser convalidado,

su hijo puede ser bautizado. Su pastor necesita tener la seguridad de que su

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hijo recibirá una buena educación espiritual en un hogar que valore lo que

los católicos creen.

El comportamiento de su hijo

Algunos padres temen que su hijo se comporte mal durante el bautismo.

Calma. Si los niños lloran, patalean, gritan, golpean, vomitan o ensucian el pañal, es lo que se espera que suceda; son niños. Tráigalos, son parte de

nuestra familia.

La muerte de un niño

Algunos niños pueden perder la vida trágicamente, antes de que el bautismo se haya celebrado. En casos así, la Iglesia les pide a los padres no angustiarse, sino confiar sus hijos a la providencia amorosa de Dios, quien da la salvación

incluso sin bautismo (ver Catecismo de la Iglesia católica, 1257, 1261). En esas

situaciones, la Iglesia extiende un mensaje de esperanza en la vida eterna y el consuelo de un funeral cristiano. Después de todo, Dios confió ese infante

en los brazos de creyentes.

Sesiones preparatorias

Prácticamente cada parroquia pide que los padres asistan a una o más sesio­nes de preparación para el bautismo de sus hijos. Algunas también esperan

que los padrinos asistan. Puede sonar como un evento que preferirían evitar, ¡pero vayan! A menudo tendrán la oportunidad de conocer a otras personas como ustedes; personas que están educando niños en un mundo complicado

y que quieren hacer lo mejor que pueden. Escucharán cómo funciona el bau­tismo en nuestra vida, lo que nos faculta a hacer como seguidores de Cristo,

cómo nos conduce a un gran misterio y cómo los símbolos del rito revelan la majestad de este sacramento. Ustedes aprenderán más sobre cómo su parro­

quia les puede ayudar a ser buenos padres y a su hijo, un buen discípulo de Cristo.

No tienen que esperar el nacimiento del niño para asistir a la sesión de preparación bautismal. Después de todo, llegado el bebé, tendrán mucho de qué ocuparse. El tiempo del embarazo quizá sea menos agitado y más

propicio para participar en las sesiones con plena conciencia.

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CAPÍTULO 2

Los padrinos ,.�

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Antes del bautismo, uno de los asuntos más importantes es elegir a los

padrinos de su hijo. Para algunos padres de familia, la elección parece

obvia; para otros es una batalla. Para todos, los padrinos juegan un papel

importante el día del bautismo, pues desde allí establecerán una de las

principales relaciones en la vida de su hijo. Nadie sabe qué tipo de persona

será su hijo, pero pueden ayudar a desarrollar su personalidad rodeándolo

de personas que usi:edes aman y admiran; entre ellas, los padrinos.

Requisitos

Expectativas culturales

Uno de los supuestos más comunes sobre los padrinos es que ellos serán los

responsables de cuidar al niño si los padres mueren. Aunque muchas

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personas escogen a los padrinos con este pesimista escenario en mente, la

Iglesia no piensa en los padrinos de esa manera.

Los padrinos representan a la comunidad católica y los compromete a

apoyar la educación del niño (ver Rito del bautismo para niños, 40), pero usted

es libre de elegir otro tutor, si ya no puede cuidar a sus hijos. En algunas cul­

turas, los padrinos prácticamente quedan unidos a la familia. En algunas

comunidades hispanas, por ejemplo, los padrinos se vuelven tan cercanos al

niño como los tíos y tías, o más incluso. Algunos padres de familia quizá espe­

ran que los padrinos, sus compadres, participen en todas las reuniones fami­

liares, estén disponibles para aconsejar durante toda la vida del niño y ayuden

incluso a financiar algunas de sus celebraciones. En las sociedades que esperan

semejante solidaridad familiar, los padrinos llegan a asumir una responsabi­

lidad abrumadora para mantener las relaciones con la familia, la comunidad

y la Iglesia. Pero no todas las culturas consideran a los padrinos de la misma

manera. A veces los padres solo esperan que los padrinos recuerden el cum­

pleaños de su hijo cada año con un regalo o una tarjeta y nada más. Las expec­

tativas de los padrinos también varían de una familia a otra.

Cuando elijan a los padrinos de su hijo, primero hablen con ellos acerca

de sus expectativas mutuas. Dejen en claro lo que ustedes esperan y escu­

chen sus ideas y opiniones. Sean sensibles a lo que las expectativas cultura­

les, pero personalicen lo que quieren para su hijo.

Elegibilidad en la Iglesia

La Iglesia solicita algunos requisitos también de los padrinos. Además de

las expectativas de la cultura y de las familias involucradas, la Iglesia tiene

las propias. Ella espera lo siguiente de los padrinos (ver Código de derecho canónico, 872, 874 §1):

• Que ustedes los elijan y que ellos quieran cooperar en la educación

de su hijo para que lleve una vida cristiana, en armonía con el

bautismo y en cumplimiento de las obligaciones vinculadas con él.

• Que tengan, al menos, dieciséis años de edad, pero el obispo

puede establecer una edad diferente, y el párroco puede hacer

una excepción "por una justa razón".

• Que sean católicos bautizados y confirmados, y hayan recibido

la primera Comunión. Noten que la recepción de la confirmación

es requisito para el padrinazgo.

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• Que lleven una vida "congruente con la fe y el papel que asumen".

• Que no estén impedidos por ninguna pena impuesta o declarada

por la ley de la Iglesia.

• Que sean personas diferentes a los padres del niño.

• En la liturgia bautismal, se espera lo siguiente de los padrinos:

• Que respondan afirmativamente a la pregunta, "¿Están dispuestos a ayudar a estos papás con sus deberes de padres y madres cristianos?".

• Que renueven sus promesas bautismales, renunciando a Satanás y haciendo la profesión de fe en el Credo.

• Que ayuden a encender la vela bautismal del niño.

Esto es lo fundamental. Esto es lo que la Iglesia espera de ellos y nada

más. Ni en la liturgia ni en la ley de la Iglesia hay otra cosa que se requiera de los padrinos, como acudir a las fiestas de cumpleaños, enviar tarjetas de felicitación, llamar regularmente por teléfono o desarrollar una relación cariñosa con el niño, aunque todo esto puede ser recomendable.

La Iglesia prefiere que los padrinos del bautismo sean los tutores al

momento de la confirmación (ver Ritual para la confirmación, 5). Dado que la confirmación se hace años después del bautismo, los padrinos deben man­

tener una relación con el niño y la familia durante ese tiempo. La Iglesia espera que ustedes elijan bien, en favor de su hijo. Si alguien se ofrece y hasta

solicita ser padrino o madrina, asegúrense de que es la mejor opción antes de que ustedes digan sí.

En el pasado, la Iglesia solía decir que los padrinos establecían una

"relación espiritual" con el bautizado, de modo que los inhabilitaba para contraer matrimonio entre sí. Esto ya no se dice más.

Dilemas

La relación con sus padrinos tiene su importancia. Por estar al inicio de la

vida del niño, esta decisión puede causar cierta ansiedad. Los padres quizá

enfrenten muchas dudas sobre cuál es la opción mejor. Aquí señalo algunas de las preocupaciones más frecuentes:

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Casados fuera de la Iglesia

¿Puede ser padrino un católico que está en matrimonio irregular? La Iglesia

espera que un padrino "lleve una vida congruente con la fe y la misión que

va a asumir" (Código de derecho canónico, 874 §1.3), e igualmente que "no esté

afectado por una pena canónica, legítimamente impuesta o declarada" (874

§1.4). Estas frases no excluyen absolutamente a todo el que está en un matri­

monio irregular. Sin embargo, muchas diócesis y parroquias han agregado

la falta de un matrimonio sacramental a los impedimentos para fungir como

padrino. Si tienen dudas, consulten a su párroco.

Asistencia a la iglesia

¿Se espera que el padrino sea alguien que acuda a la iglesia regularmente?

Parece sensato que así sea. Después de todo ustedes están solicitando a unas

personas que le ayuden a educar a su hijo en la comunidad de fe católica.

Razonablemente, la Iglesia espera que padres y padrinos colaboren al niño

a "llevar una vida congruente con el bautismo" (Código de derecho canónico,

872). El bautismo depende de la fe de la Iglesia, expresada por padres y padri­

nos. Se quiere que ellos vivan lo que dicen que creen. Algunas parroquias

pueden pedir a los padres una carta de la parroquia de los padrinos para

verificar su membresía parroquial.

Número

¿Cuántos padrinos debe haber? Basta uno; la mayoría de los padres de fami­

lia escogen dos (Código de derecho canónico, 873). En circunstancias excepcio­

nales podría incluso no haber padrinos (872). La Iglesia nunca prevé tres o

más, aun cuando esto se acostumbre en algunas culturas. En teoría, algunas

personas pueden colocarse junto a los padrinos durante la liturgia bautis­

mal, pero el registro bautismal de la parroquia y el certificado de bautismo

no debe enlistar más de dos nombres, uno de varón y uno de mujer.

Género

¿De qué género debe ser los padrinos? Siéntanse libres de escoger un solo

padrino o una sola madrina, si así lo quieren; en el caso no necesita ser del

mismo género que la criatura a bautizar. Sin embargo, si ustedes quieren

que sean dos los padrinos, escojan un varón y una mujer (Código de derecho

canónico, 873).

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Los no católicos

¿Puede un no católico fungir como padrino? No. Uno de los requisitos para

el padrinazgo es haber recibido el bautismo, la confirmación y la Eucaristía

en la Iglesia Católica. Nuestra Iglesia considera el padrinazgo como más que un mero interés de parte de un pariente o amigo en que el niño se comporte

como cristiano. El padrino representará a la comunidad en la cual el niño

está siendo bautizado, y le ayudará a crecer en esa comunidad. En el caso de

un bautismo católico solo un católico puede cumplir con eso. Sin embargo, hay algo más. La Iglesia solo espera que haya un padrino.

Un cristiano no católico puede servir como "testigo" en la ceremonia siempre

que un padrino católico esté presente (Directorio para la Aplicación de los Principios y Normas sobre el Ecumenismo [DAPNE], 98a y Código de derecho canó­

nico, 874 §2). Por idénticas razones, un católico servirá solo como testigo en un bautismo no católico, permaneciendo junto al padrino de la comunidad eclesial anfitriona (DAPNE, 98b). Por justa razón, un miembro de una Iglesia

Ortodoxa Oriental puede fungir como padrino en un bautismo católico. Miembros de la Iglesia Católica Oriental, porque son católicos, pueden ser padrinos (DAPNE, 98b).

Durante el ritual, en un bautismo católico, un testigo no católico puede ejecutar todas las partes de la ceremonia que le corresponden al padrino o

madrina. Su nombre puede ser inscrito en el libro de bautismos parroquial

como testigo, junto con el nombre del padrino.

Título

¿Hay un título o nombre para llamar al padrino, como "tío", "primo" o "mamá''? Simplemente se 'les llama "padrinos", o bien, "padrino" o "madrina", según corresponda.

Padrinos repetidos

¿Pueden los mismos padrinos tener responsabilidades para más de un niño, o incluso en la misma familia? Sí. En tanto que tomen seriamente sus res­

ponsabilidades y tengan intención de ayudar en el crecimiento de la fe de

los niños, los padrinos pueden aceptar varios niños, como hacen los padres.

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Supersticiones

¿Es de mala suerte si la madrina está embarazada al momento del bautismo?

No. En algunas culturas se cree que es mala suerte si la madrina está emba­

razada. Pero si a ustedes les inquietan tales supersticiones, eso significa que

ustedes no han asimilado lo básico de la fe cristiana: que Cristo es el Señor

de todos.

Intercambio de padrinos

¿Si ustedes son padrinos de un niño de otra pareja, puede esa pareja apadri­

nar al hijo de ustedes? Sí. Algunas personas creen, sin razón alguna, que ese

intercambio anula la relación. Esto no es verdad.

Parroquianos como padrinos

¿El padrino tiene que ser alguien de la familia? Claro que no. Recuerden que

la preocupación de la Iglesia es que alguien les ayude a educar al niño en la fe

y represente a la Iglesia. Así, a veces el mejor padrino no es un miembro de la

familia, sino un miembro de su comunidad parroquial. Escoger a un feligrés

fortalece los lazos de la fe de la comunidad, coloca a su hijo en contacto regular

con los padrinos e ilustra la conexión entre el bautismo y la Iglesia.

Distancia

¿Alguien que vive lejos puede ser un padrino? Sí, y muchos de esos padrinos

hacen un esfuerzo heroico para mantenerse en contacto con sus ahijados.

Pero obviamente la distancia es una desventaja para realizar su función en

su sentido más amplio y completo. Alguien que tiene contacto regular con

el niño normalmente puede tener un impacto más profundo y darle más

importancia al rol.

Por representación

¿Puede alguien apadrinar mediante un representante? Esta costumbre es

válida todavía. La idea original era que, si los padrinos no podían asistir,

enviarían a un representante. Ellos, no los padres, elegían al representante.

La Iglesia supone que los padrinos participarán en el bautismo para rituali­

zar su papel y para indicar su sinceridad al cumplirlo. La relación inicia bien

cuando los padrinos hacen el esfuerzo de estar presentes durante el ritual

y para establecer un contacto real con el niño.

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Cambiar padrinos

Si su relación con los compadres se desvanece o se agría una vez bautizado

su hijo, ¿puede cambiar el registro en la oficina de la parroquia? No. Al igual

que las fotografías y los videos del evento, el registro bautismal de la parro­

quia es un registro de lo sucedido, y los nombres de los padrinos son parte

de ello. Esos nombres aparecerán en el certificado de bautismo cada vez que

requiera copia del mismo.

Elegir padrinos

Hagan una lista con los nombres de las personas que conoce y en quienes

confía, que pueden ser elegidas para padrinos de su hijo. Nombren todos los

que puedan.

Enseguida, imaginen a su hijo cuando tenga diez años. Acaban de lim­

piar después de la fiesta de cumpleaños y todo mundo se ha ido ya a su casa.

Piensen en la relación entre su hijo y sus padrinos. En los últimos diez años,

¿con qué frecuencia esos padrinos han visto a su hijo? ¿Qué han hecho jun­

tos? ¿Los padrinos de su hijo, han tenido presencia en la vida de la familia?

¿La relación con su hijo ha sido social?, ¿espiritual?, ¿confidencial?

Ahora respondan: de su lista, ¿quiénes son sus mejores opciones? ¿Por

qué? Luego de elegir a los padrinos de su hijo, pídanles que respondan esas

preguntas también y que comparen sus respuestas.

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CAPÍTULO 3

El bautismo i�:� ,.,

Preliminares

El día del bautismo creará recuerdos en ustedes y su familia, pero también

afectará a su comunidad. Todos compartirán su fe con ustedes y el niño, y

este bautismo tocará a personas que ustedes ni conocen. Mientras se prepa­

ran al bautismo, tengan todo esto en cuenta. Este día no es solo de su familia; también lo es tanto de la familia eclesial como de la familia humana que va

a escuchar el evangelio del nacimiento de un nuevo hijo de Dios.

Los bautismos en la misa

Los bautizos pueden celebrarse en misa o fuera de ella. La oficina de su

parroquia puede informarles si cuentan con ambas opciones. Una vez, una

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pequeñita fue a la iglesia para el bautismo de su hermanita, programado

para después de la misa de la mañana. Cuando terminó el canto de salida,

casi todos los fieles salieron de la iglesia, y ella se quedó totalmente descon­

certada. "¿A dónde van?", preguntó a sus padres. "¡Mi hermana va ser bauti­

zada!". Porque el bautismo establece una relación entre su hijo y la comunidad

parroquial, celebrarlo en la misa simboliza poderosamente esa conexión.

Reunida en el Día del Señor para la Eucaristía, la comunidad presencia el

renacimiento de uno de sus miembros más recientes. Los bautismos en la

misa dejan patente que este sacramento no se trata solo de su hijo, su familia

y sus amigos más cercanos. Se trata de Cristo, representado en su Cuerpo,

la Iglesia.

Los bautismos privados

A algunos padres de familia les incomoda que sus hijos sean bautizados con

otros niños. Prefieren una ceremonia privada solo para su hijo y su familia.

Con frecuencia, en la parroquia sucede que hay varios niños para bau­

tizar en el mismo fin de semana, y se les pide a los ministros acomodar a las

familias en una serie de bautismos y no un solo ritual. Sin embargo, este

proceder entra en conflicto con la importancia de lo que está sucediendo. El

bautismo de un niño ocurre por la fe de la Iglesia, la comunidad que sosten­

drá al niño durante toda su vida. La presencia de las otras familias hará que

esa fe sea visible en el bautismo. Además, La iniciación cristiana: Observaciones

generales dice que, en la medida de lo posible, los bebés deben ser bautizados

en una celebración común: "Y si no es por causa justa, nunca se celebra el

sacramento [del bautismo] en el mismo día y en la misma iglesia" (27).

Participación

En cualquier modo del bautismo, ¡participen orando! Escuchen, respondan,

canten, guarden silencio, tomen asiento, pónganse de pie, caminen, vayan

con lo que señala el ritual. Al participar contagiarán su entusiasmo y since­

ridad; más aun, les ayudará a experimentar la poderosa presencia del Espíritu

Santo en el bautismo de su hijo.

El mejor día para bautizar

Pueden celebrarse bautismos de bebés todos los días, menos el Viernes y el

Sábado Santos (durante el día), pero se ha de preferir la Vigilia Pascual por

encima de todos (Ritual de bautismo para niños, 9). El domingo es el día más

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apropiado porque se conmemora la resurrección de Jesús. Su resurrección

abre la puerta a la vida eterna para aquellos que se someten a la muerte y

resurrección en el bautismo. Algunas parroquias limitan, durante el año, los

domingos para bautizar; por eso deberán conocer cuáles son las opciones de

su parroquia.

Respecto a la edad del niño, como antes se anotó, hay que celebrar el

bautismo tan pronto como todos puedan estar allí, de preferencia en las pri­

meras semanas después del nacimiento.

El ministro

Por lo general, el ministro del bautismo es un sacerdote o diácono de la parro­

quia. Donde hay escasez de clero, los obispos designan catequistas laicos

para bautizar.

El ministro ayudará a establecer la relación entre su hijo y la comuni­

dad de fe. Algunas personas prefieren pedirle a un sacerdote amigo de la

familia que administre el bautismo; otras optan por acudir a otra parroquia,

donde crecieron, donde viven sus padres o donde el estacionamiento es

mejor. Hay que repetirlo, el bautismo brinda la oportunidad de celebrar la

relación de su hijo con la comunidad que acepta la responsabilidad de com­

partir su fe. Será su propio ministro parroquial quien simbolizará mejor

esa relación.

El lugar del bautismo

El bautismo tiene lugar en la iglesia de su parroquia. No solemos bautizar en

casas ni en lagos. El edificio de la iglesia representa la fe del pueblo que viene

a conocer a los niños para ayudarles a crecer. La iglesia parroquial es uno de

los símbolos del rito del bautismo. Si por alguna razón el bautismo lo quieren

celebrar en una parroquia diferente a la suya, quizá les pidan una carta de su

propia parroquia dando constancia de su membresía y preparación.

Bautismos de emergencia

Todos deben saber de memoria las palabras del bautismo, en caso de una

emergencia; se dice el nombre y la fórmula:

"Yo te bautizo en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo".

Si la vida de su hijo se ve amenazada, debe ser bautizado sin demora.

Si un sacerdote puede acudir, deberá no solo bautizar, sino también confirmar

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a su hijo, sin importar si su hijo todavía es un bebé. Si ni un sacerdote ni un diácono están disponibles, cualquier persona puede bautizarlo sea sumer­

giéndolo en agua o vertiendo agua en su hijo mientras recita la fórmula del

bautismo. El que ba.utiza no necesita ser católico, ni cristiano siquiera; basta

que tenga la intención de hacer lo que hace la Iglesia, para que el bautismo

cobre efecto.

Si el niño se recupera, ¡den gracias a Dios! Luego lleven al niño a la

iglesia para que le sean completados los ritos bautismales. Entonces, el minis­tro no sumergirá ni verterá agua otra vez, sino que cumplirá otras partes del ritual, como la unción con crisma, el revestimiento con la prenda blanca y el

encendido de la vela. Si el niño goza de salud razonablemente buena, es mejor no bautizar

como si hubiera una emergencia, sino esperar hasta el bautismo en la iglesia. Puede ocurrir que algún miembro de la familia bien intencionado se siente responsable y bauti za al niño en privado, en el hogar, sin la ceremonia de la iglesia. Hay que advertir que un laico está autorizado a bautizar solo en caso

de una emergencia genuina.

Oración de acción de gracias

¿Hay algún ritual previo al bautismo que puedan hacer en casa? ¡Claro que sí! Pueden hacer u:na oración de acción de gracias por su hijo. Tomen, por ejemplo, el Bendicional y escojan entra las opciones, aquella que mejor se ajuste a las circunstancias de su familia. Hagan una oración por la mañana

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y otra por la noche; esto les preparará mejor al bautismo. Agradezcan a Dios

por el regalo de su hijo y oren para que su hijo pueda compartir el reino. A

continuación, pueden trazar la Señal de la Cruz en la frente de su hijo en

anticipación al inicio de su bautismo.

Lean textos de la Biblia como el del evangelio de san Marcos 10:13-16.

La ceremonia: sus partes y sus símbolos

El bautismo es una ceremonia religiosa exuberante en símbolos. Con ellos

se expresan tantas cosas de la vida, la Iglesia, la familia y Dios que está repleto

de imágenes.

El Ritual del bautismo para niños ha reunido muchos ritos separados para

señalar el paso que da un adulto de la incredulidad a la fe en Cristo. Todavía

se puede apreciar esto en los momentos del catecumenado. Imponer el nom­

bre, signar con la cruz, ungir antes del bautismo: estas y otras partes del

bautismo para niños se extienden durante un largo tiempo cuando el can­

didato es un adulto. Reunimos todos estos rituales en uno mientras llevamos

al niño a las aguas del nuevo nacimiento.

A la puerta de la iglesia

El rito del bautismo inicia a la puerta de la iglesia. Literalmente, su hijo "entra

en la iglesia" y al cruzar el umbral significa que entra en el abrazo de la

comunidad.

Elnombre

La ceremonia inicia con una pregunta muy simple pero muy rica en signifi­

cado. "¿Qué nombre quieren darle ustedes a su hijo [hija}?" (Ritual del bautismo para niños, 37).

El nombre viene a ser el símbolo principal de lo que somos. Con él nos

presentamos y escribimos nuestra firma. Cuando alguien escucha nuestro

nombre, piensa en nuestra personalidad y valores. Cuando los padres esco­

gen el nombre de su hijo, pueden elegir uno que represente alguna esperanza

o un deseo.

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PARA REFLEXIONAR

1. Piensen en su nombre. ¿ Saben por qué sus padres les dieron ese

nombre? ¿Sienten que su nombre ha cumplido lo que tus padres

esperaban de él?

2. El nombre particular que le den a su hijo tendrá un significado

particular. ¿Ya lo decidieron? ¿Cómo tomaron la decisión? ¿Le dieron

el mismo nombre de alguien significativo para ustedes? De ser así,

¿qué cualidades tiene esa persona? ¿O buscan un nombre singular

para su hijo? ¿Por qué? ¿Les gustó cómo se oye? ¿Cómo lo deletrean?

¿Qué tiene de especial?

3. ¿Se imaginan a su hijo ya adulto usando ese nombre? ¿Les indica

ese nombre algunas esperanzas que tienen para su hijo? Si es así,

¿cuáles son?

4. La tradición de la Iglesia Católica es la de darles a los niños nombres

de santos o virtudes. Antes de 1983, si los padres de familia presentaban

a bautizar un niño sin un nombre identificable como cristiano, el

sacerdote podía agregar un nombre al que los padres ya le habían dado

y registrar ambos en el libro de bautismos. Ahora la ley indica que los

padres, padrinos y pastores deben evitar cualquier nombre "ajeno al

sentir cristiano" (Código de derecho canónico, 855). Eso abrió considerable­

mente la gama de nombres para el bautismo católico.

Cuando el ministro pregunte: "¿Qué nombre quieren darle ustedes a

su hijo [hija]?" Díganlo en voz alta, con fuerza, con orgullo.

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¿Q.ué le piden a la Iglesia de Dios?

La siguiente pregunta que van a escuchar en el bautismo es igual de simple e

igual de significativa: "¿Qué piden a la Iglesia de Dios para N.?". El ministro termina la pregunta diciendo el nombre de su hijo. Él es el primero en usar ese

nombre después de haberlo hecho público en esta ceremonia. La respuesta a

la pregunta es la obvia. "El bautismo", pero se pueden dar otras respuestas,

como "la fe", '1a gracía de Cristo", "la entrada en la Iglesia", o "la vida eterna".

PARA REFLEXIONAR

1. Piensen en la pregunta. ¿Qué le están pidiendo a la Iglesia?

¿Qué significa el bautismo para ustedes y para su hijo?

2. ¿Qué piden de las personas presentes en este bautismo?

3 . ¿Qué le están pidiendo ustedes a Dios para su hijo?

4. Hay muchas respuestas posibles: un testimonio de fe; comprometerse

con lo que es realmente importante en la vida; amor, para que el

niño pueda experimentar el amor de Dios; perdón cuando el niño

cometa un error; un lugar para venir y orar; un lugar para celebrar la Eucaristía; relaciones que sean significativas; oportunidades para

servir. ¿Qué le piden a la Iglesia cuando acercan a bautizar a su hijo?

Cuando escuchen esa pregunta en la ceremonia, siéntanse libres

para dar su propia respuesta. Piensen en la pregunta antes del día

del bautismo. Decidan lo que realmente están pidiendo. Escriban una oración o dos. Preparen su respuesta para que la pronuncien en voz alta y con confianza.

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Después de que el ministro les pregunte el nombre de su hijo, y cuando

escuchen: "¿Qué piden a la Iglesia de Dios para su hijo?", díganles a todos lo

que piden. Necesitamos saber lo que espera de nosotros. Queremos ser Iglesia

para su hijo.

Aceptar la responsabilidad

El ministro del bautismo les pedirá a ustedes, y después a los padrinos, que

acepten la responsabilidad de la educar en la religión a su hijo(a). Al pedir el

bautismo para su hijo(a), expresan su disposición para enseñarles a amar a

Dios y al prójimo. Les preguntarán si comprenden lo que están haciendo. De

manera parecida, se les preguntará a los padrinos si están preparados para

ayudarles a ustedes a cumplir ese deber. Su respuesta afirmativa es simple,

pero con ella asumen una gran responsabilidad: la paternidad cristiana.

Una vez más, prepárense a hablar. Cuando el ministro les pregunte:

"¿Se dan ustedes cuenta de la obligación que contraen?", respondan con con­

fianza para que todos los escuchen: "Sí, nos damos cuenta".

La señal de la cruz

El ministro hará entonces la Señal de la cruz en la frente de su niño(a), y los

invitará, a ustedes y quizás a los padrinos, a hacer lo mismo. Con este signo

poderoso, la comunidad acoge a los niños y los reclama para Cristo. La cruz

del sufrimiento y del sacrificio de Cristo se convirtió en símbolo del triunfo

de Cristo, porque a través de ella conquistó la muerte y resucitó a la nueva

vida, de la que hizo partícipes a sus discípulos. Bautizado, el niño porta esa

cruz invisible, como muchas personas portan su anillo matrimonial visible­

mente. Así nos recuerda dónde debe estar nuestra verdadera lealtad. Ustedes

podrán repetir este gesto en casa, si lo desean, como una forma de invocar

la bendición y la protección de Dios sobre su hijo(a), y de dirigir la vida de su

hijo(a) hacia la cruz de Cristo.

La palabra de Dios

Las lecturas de la Sagrada Escritura y la homilía que escucharán en el bau­

tismo proclamarán los eventos de la salvación en Cristo Jesús. Si el bautismo

se realiza durante una misa dominical, es probable que escuchen las lecturas

asignadas a ese día. Hay muchas personas que se preparan a escuchar la pro­

clamación de dichas lecturas, orando con ellas. "Cuando se leen en la Iglesia

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las Sagradas Escrituras, Dios mismo habla a su pueblo, y Cristo, presente en

su palabra, anuncia el Evangelio" (Instrucción general del misal romano, 29).

Escuchar la palabra de Dios ayuda a penetrar en el significado de la

celebración. Dios ha revelado su plan de salvación por medio de las Escrituras.

Su propia familia tiene un lugar en de ese plan. La palabra de Dios estará

siempre al alcance de la mano para guiar la educación espiritual de su hijo(a).

Leer la Biblia en casa es una excelente preparación para cumplir con el deber

de ser buenos padres cristianos.

Las intercesiones

Oramos juntos a Dios por los que van a ser bautizados, sus familias y toda

la comunidad. Con esta oración ejercemos la responsabilidad sacerdotal

recibida en nuestro bautismo, de interceder por las necesidades de los demás.

Nuestras intercesiones concluyen invocando a los santos. Les pedimos a

todos, en el cielo y en la tierra, que se unan en oración por su hijo(a).

El aceite de catecúmenos

El ministro del bautismo hará una oración de exorcismo y ungirá a su hijo(a)

con el aceite u óleo de catecúmenos.

Cuando oyen la palabra exorcismo quizá se imaginan algo horrible. En

realidad, es solo una simple oración. Pero lo que invoca es asombroso. La

oración recuerda las historias de exorcismos de los evangelios, donde Jesús

demuestra su poder para expulsar a Satanás. Por ser nuestro redentor, Jesús

también nos rescata de la oscuridad del pecado para conducirnos a la luz de

la gracia. Con esta oración, le pedimos a Dios, pues tiene absoluto poder

sobre el mal, que libere al niño del pecado original y le dé el Espíritu Santo.

La Iglesia Católica cree que el bautismo libera del pecado original. Antes del

bautismo, éramos más susceptibles a los males y las tentaciones del mundo.

Con el bautismo, por la fuerza de Cristo, estamos preparados para luchar

contra lo que nos aleje de dedicar nuestro corazón a la caridad. Esa es la ora­

ción de exorcismo que hacemos por su hijo.

Con dicha oración, el ministro ungirá a su hijo(a) en el pecho con el

aceite de catecúmenos. Tradicionalmente, esto representa un aceite protec­tor, algo como un protector solar si se quiere, que refuerza la oración del

exorcismo y evita toda inf luencia maligna de aquellos que van a consagrar

su vida a Cristo.

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Antes de que su hijo(a) entre en las

aguas bautismales, este aceite acompaña

nuestra súplica porque Cristo fortalezca

este nuevo nacimiento. Si su hijo viste

una prenda muy ajustada al cuello, afló­

jela para hacer la unción. E l ministro puede omitir esta

unción, si los niños a bautizar son muy numerosos; en todo caso, va a implorar la fuerza de Cristo e impondrá, en silen­

cio, una mano sobre el niño.

La pila o fuente bautismal

Según esté dispuesto el mobiliario de su

iglesia, podrán ir en procesión a la pila o fuente bautismal en este momento. La procesión representa su deseo de llevar a

su hijo a Cristo, la fuente de agua viva. Marchamos hasta la fuente mientras caminamos a través del tiempo, para significar que somos atraídos hacia las

aguas curativas de nuestro hogar eterno.

La fuente misma es un lugar sagrado de renacimiento. Parte vientre, parte tumba, ofrece vida nueva ya que aniquila todo lo que nos aleja de Cristo.

Sus aguas traen la novedad de la vida y la purificación del pecado. Las fuen­tes bautismales tienen en una amplia variedad de formas y tamaños. La de

su iglesia parroquial quizá sea un recipiente de agua sobre un pedestal o tal

vez un depósito que permita el bautismo por inmersión.

La bendición del agua

Siguiendo una antigua costumbre en la Iglesia, el ministro bendice el agua.

Si el bautismo se rea liza durante el tiempo pascual, puede usar agua bende­cida en la Vigilia Pascual. Ese día, se bendice el agua específicamente para el bautismo. Le pedimos a Dios que el agua reciba por el Espíritu Santo la

gracia del Hijo único de Dios. Cuando entramos en una iglesia, habitual­mente nos santiguamos con agua bendita. Ese simple gesto nos recuerda

nuestro bautismo, cuando fuimos unidos a la vida en Cristo mediante las aguas sagradas.

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Muchos cristianos tienen agua bendita en su casa. Si ustedes quieren,

pueden llevar a la iglesia un recipiente con tapadera, y pedir agua bendita

del bautismo de su hijo. Con ella pueden santiguarse o rociar su casa, y orar

dando gracias a Dios o pidiendo su protección.

Las promesas bautismales

Conforme se acerca el momento del bautismo, el ministro los va a invitar, y

también a los padrinos, a que renueven sus promesas bautismales. Esto

ofrece otra garantía de que ustedes tienen la intención de ayudar a su hijo a

crecer practicando la fe. El ministro les pedirá que renuncien al pecado y

profesen su fe en Dios. Cuando haga preguntas de "¿Creen ustedes ... ?", uste­

des y los padrinos respondan con toda la fe en su corazón, "Sí, creo". Toda la

comunidad puede renovar sus votos junto con ustedes. Todos aceptamos la

responsabilidad de educar a su hijo en la fe. No están solos.

Sostener al bebé

Antes, la Iglesia les pedía a los padrinos que sostuvieran al bebé al momento

del bautismo. Ahora los padres sostienen al niño. Este cambio ilustra un

cambio importante en el Ritual para el bautismode los niños, según lo previsto

por el Concilio Vaticano II.

En el rito anterior, el papel de los padrinos era crítico. Sostenían al bebé.

El ministro preguntaba al bebé y los padrinos respondían. (Por ejemplo,

"¿Crees en Dios Padre todopoderoso, creador del cielo y de la tierra?" ). Los

padres apenas eran mencionados. En el rito actual, la madre o el padre sos­

tiene al bebé porque ellos juegan un papel más importante. Aceptan la res­

ponsabilidad de adiestrar al niño, aseguran que realmente piden el bautismo,

le imponen nombre al niño y reciben una bendición. Ahora, el ministro dirige

las preguntas a los padres.

Hay un par de razones por las que el rito anterior no mencionaba mucho

a los padres. Dado que el bautismo de los bebés generalmente tenía lugar

poco después del nacimiento, a menudo, la madre todavía no se había recu­

perado lo suficiente como para asistir.

Por otra parte, el rito del bautismo de infantes se adaptó del rito del

bautismo de adultos, en el que los padres del adulto que se bautizaba no

figuraban en la decisión del bautismo, pero los padrinos desempeñaban un

papel importante como representación de la comunidad. Por eso, cuando

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los ritos se adaptaron por primera vez para los niños, no había un modelo

del papel de los padres.

El día de hoy, la función de los padres es clara y vigorosa. El rito prefiere

que el niño sea sostenido por uno de sus padres, pero permite que la madrina

o el padrino sostengan al niño donde la gente sienta que la costumbre ante­

rior deba mantenerse.

En las culturas hispanas, por ejemplo, se acostumbra que la madrina

sostenga al bebé, lo que ayuda a subrayar su vínculo bautismal. El rito lo

permite, aunque expresa claramente una preferencia porque la madre o el

padre sostengan al niño, para indicar que los padres tienen la responsabi­

lidad principal de educar al niño en la práctica de la fe.

El bautismo, por inmersión o por difusión

Justo antes del bautismo de su hijo, el ministro les pedirá que confirmen su

voluntad por última vez. Van a compartir su fe con su hijo en el seno de una

comunidad de creyentes. Esta comunidad desea escuchar de ustedes clara­

mente que esto es lo que ustedes quieren. El ministro les preguntará: "¿Quieren

que N .... sea bautizado [bautizada] en esta fe de la Iglesia que todos juntos

acabamos de profesar?". Deberán responder con voz clara: "Sí, queremos".

Enseguida, el ministro pronunciará la antigua fórmula del bautismo:

"N .... , yo te bautizo en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo".

Estas palabras están inspiradas en un dicho de Jesús al final del evangelio

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de san Mateo, donde instruye a sus discípulos a salir y enseñar a todas las

naciones, bautizándolas. La fórmula se puede encontrar en los primeros

documentos cristianos y ha perdurado hasta nuestros días.

Se puede bautizar por inmersión o vertiendo agua sobre la cabeza del

niño, por difusión. La inmersión del niño en el agua muestra mucho mejor el

significado de este evento (Catecismo de la iglesia católica, 1239). El bautismo trae

un nuevo nacimiento. Limpia del pecado. Hace participar en la muerte y la

resurrección de Cristo. Invita a entrega total de uno mismo a Dios. El bautismo

no es un mero rito de purificación; representa un cambio completo. Realiza el

discipulado, el abrazo de la Iglesia y la promesa de la vida eterna. Exige un

símbolo grande para que todos podamos entender el punto. La inmersión

revela dramáticamente todos estos significados del bautismo mucho más

abundantemente que el derramar agua sobre la cabeza del infante.

En la inmersión, el ministro sumergirá tres veces a su hijo en el agua.

No es esencial que la cara del bebé quede sumergida. Si eligen la inmersión

para su hijo, pueden llevarlo a la iglesia con lo que les parezca cómodo y apro­

piado. Minutos antes del bautismo, pueden quitarle la ropa al bebé y envol­

verlo en una cobijita o en una toalla. Llegado el momento de bautizarlo,

mientras usted abre la cobijita o toalla, el ministro recibirá de usted al bebé

desnudo, lo sumergirá tres veces en el agua y lo devolverá a sus brazos.

Si ustedes optan que el bautismo sea por difusión, el ministro verterá

agua tres veces sobre la cabeza de su hijo.

Crisma

Inmediatamente después del bautismo,

el ministro ungirá la coronilla de la

cabeza de su hijo con el crisma. El

crisma es uno de los tres aceites que

usamos para los sacramentos en la

Iglesia Católica (los otros son el de los

catecúmenos y el de los enfermos). Los

tres son bendecidos o consagrados por

el obispo en una ceremonia solemne en

la catedral poco antes de la Pascua de

cada año. Si asisten a la Misa Crismal,

podrán presenciar la consagración del

crisma para el bautismo de su hijo.

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Solo un obispo puede consagrar el crisma. El crisma es una mezcla de aceite vegetal (generalmente aceite de oliva) con un perfume (tradicional­

mente, bálsamo). ¡Asegúrense de oler el aroma! Lo usamos solo para estos

solemnes rituales: bautismo, confirmación, la ordenación de un sacerdote y la consagración de un nuevo altar y las paredes de una iglesia. Usamos el

crisma con esos sacramentos que la persona recibe solo una vez. Habiendo

sido ustedes ungidos con crisma, se queda con ustedes para siempre.

Cuando vaya .1 ser ungido con crisma su hijo, el ministro se dirigirá al niño marcando el significado del aceite. En el Antiguo Testamento, las uncio­nes solemnes fueron dadas a los sacerdotes, profetas y reyes. Jesús, en quien moraba el Espíritu Santo, fue "ungido" con ese Espíritu para los mismos

propósitos: ser nuestro sacerdote, profeta y rey. Ahora ungimos al recién

bautizado para que tenga parte en el mismo servicio.

Por su bautismo, el niño vivirá siempre como miembros de ese cuerpo

ungido de Cristo. La unción simboliza el respeto que se le debe, pero también significa su inmensa responsabilidad de ser sacerdote, ofreciendo oración y sacrificio; ser profeta, al anunciar la Palabra de Dios; y ser rey, al aceptar

el rol de un siervo y líder. Está llamado a ser discípulo, a llevar buenas nue­

vas a los pobll'es, a llevar esperanza a los oprimidos. Mediante esta unción, consagramos y desafiamos a su hijo a aceptar las

implicaciones del discipulado en Cristo.

La vestidura blanca

A cada recién bautizado se le coloca una ves­tidura o prenda blanca. Se les reviste con un

"uniforme" para que puedan ser reconocidos como aquellos que comparten la vida resucitada

de Cristo. A eso se debe el color de la prenda: blanco. El ministro le dirigirá algunas palabras directamente a su hijo, invitándolo a ver en la prenda una señal

de la dignidad cristiana, y para que porte esa

dignidad sin mancha hasta la vida eterna en el

cielo. Por muchos siglos, el sonido de esta oración

ha permanecido en los oídos de los recién bautizados. Ustedes lo escucharán continuamente, y les recordará su deber de ayudar a su hijo a mantener esa dignidad cristiana tan pura como la prenda blanca.

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La Iglesia nada estipula sobre debería lucir esta prenda.

En muchas parroquias, el niño recibe un como baberito o una

estola, algo que se asemeja más a un paño que a una prenda.

La prenda bautismal más obvia es el vestido blanco que un niño

suele llevar a la iglesia este día. A menudo, esta prenda se pasa

en la familia de una generación a otra. De hecho, el Ritual del

bautismo sugiere que la familia proporcione la prenda.

Esto trae a colación una de nuestras costumbres bautis­

males más desconcertantes. Cuando vestimos a los niños en

la mañana de su bautismo, les colocamos la vestimenta blanca

antes del bautismo. Los vestimos con la misma prenda que se

le debe dar después del bautismo. Por esto, muchas personas

simplemente ponen otro artículo (el babero o la estola) sobre

la prenda blanca que el niño ya lleva puesta. En el mejor de los

casos esto es redundante; en el peor, pretende que la hermosa

vestimenta que lleva el niño no tiene nada que ver con el bau­

tismo en absoluto.

¿Hay una mejor solución? El símbolo funciona mejor si

el niño llega a la iglesia usando algo que no sea la vestimenta

bautismal tradicional. Estas prendas se quitan para el bau­

tismo por inmersión. Después del bautismo, la prenda blanca

se le coloca al niño. Esto puede significar cambiar una

tradición familiar sobre la ropa del niño al comienzo de

la ceremonia, pero le daría un significado más claro y

lúcido a esta parte del rito.

La vela

Cerca de la Pila bautismal verán una gran vela encendida, el

cirio pascual. Encendemos cada año un cirio pascual nuevo,

del fuego bendecido en la Vigilia Pascual. Cuando acudan

a la Vigilia Pascual, podrán ver la primera vez que se enciende

esta vela que arderá en el bautismo de su hijo. Una vez que

le coloquen la prenda blanca, alguien de su familia o uno de

los padrinos encenderán una vela nueva del cirio pascual,

como señal de que la criatura comparte ahora la vida de Cristo

resucitado. El ministro exhorta a los padres y padrinos, para

que mantengan encendida la luz de Cristo en ese niño, de modo

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que, al final de su vida, pueda encontrarse con el Señor y con todos los san­

tos, con la lámpara encendida.

Muchas parroquias tienen velas especiales para ese propósito. Algunas

velas reproducen el diseño del Cirio Pascual del año en curso. Sin embargo,

cualquier vela servirá. Hasta pueden decorar en ella el nombre de su hijo o

la fecha del bautismo. Vuelvan a encender la vela bautismal para celebrar el

cumpleaños del niño o el aniversario de su bautismo.

El Effetá

La palabra más rara de la ceremonia bautismal es la de Effetá. Es una pala­

bra aramea que Jesús pronunció, era su lengua, cuando curó a un sordo con

dificultades para hablar (Marcos 7:31-37). Significa "ábrete".

Ya desde los primeros días de la Iglesia, los ministros pronunciaban esa

palabra sobre los que estaban por bautizarse, no porque estuvieran impedi­

dos físicamente, sino para eliminar los impedimentos espirituales que tuvie­

ran. En el actual Ritual del bautismo para niños el gesto ha sido trasladado de

antes del bautismo, donde auxiliaba a profesar su propia fe a los bautizados,

a después del bautismo, donde se implora porque el niño pueda escuchar y

anunciar la palabra de Dios. El Effetá es un rito complementario opcional. De

hacerse, el ministro toca los oídos y la boca de su hijo mientras ora porque

Jesús toque pronto estos oídos para recibir su Palabra y esta boca para pro­

clamar su fe. La palabra puede sonar extraña, pero su sentido es magnífico.

La Oración del Señor

Antes de recitar el Padrenuestro, el ministro les va a recordar que algún día

su hijo recibirá la plenitud del Espíritu de Dios en la conf irmación y que va

a compartir en el banquete de Cristo cuando pueda comulgar. En espera de

la Comunión y en nombre de su hijo, todos oran como Jesús nos enseñó.

Si el bautismo se hace fuera de la misa, todos pueden ir en procesión

desde la pila bautismal hasta el altar de la iglesia para rezar el Padrenuestro.

Dicha procesión quiere estimular a las personas a que anticipen la Primera

Comunión. También simboliza nuestra propia peregrinación, de comunidad

que camina por la fe hacia el banquete eterno del amor de Dios.

La bendición

Con la bendición de los padres, padrinos y todos los presentes, se concluye

el rito bautismal.

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Otras consideraciones

Además del ritual, es posible que otros asuntos les preocupen.

Fotografía

Quizá quieran tener fotografías, video o hasta una transmisión en vivo del

bautismo. Si es así, consulte primero con su parroquia. Algunas iglesias tienen

ya normas sobre lo que se puede fotografiar y cuándo y dónde pueden estar los fotógrafos. Háganle saber al resto de la familia sobre esas reglas locales.

Primero que todo, el bautismo es un tiempo para orar, y solo secunda­

riamente una oportunidad para la documentación. También están también invitados a orar con todos los demás los que traen cámaras. Si obstruyen la visión de los demás o acaparan la atención de las personas sobre ellos y no

sobre el evento, no están ayudando a la celebración, sin importar lo bien que

queden las imágenes al final. Una fotografía bien organizada antes o des­

pués del bautismo quizá sea un recuerdo más apropiado que un disparo intrusivo que distrae al momento de la celebración.

La fiesta

Quizá quieran tener una reunión después del bautismo para su familia y

amigos. ¡Magnífica idea! Muchas personas que los quieren querrán compar­tir su felicidad. Pasen tiempo con ellas después del bautismo y mantengan

la alegría de ese día para hacerlo más memorable. Celebren con una fiesta la gracia de Dios. Hay familias que les dan a sus invitados el bolo o una capia

(como recuerdo), que son algunas monedas que representan la riqueza de la bendición de Dios. Una buena celebración reúne muchos de nuestros valo­res: vida, familia, fe y bendiciones.

El certificado de bautismo

Ustedes van a recibir un certificado del bautismo que contiene los datos asentados en el Libro de bautismos parroquial. Ustedes deben saber que el registro sacramental permanente de su hijo siempre estará en esta iglesia parroquial. Antes de la confirmación, matrimonio u ordenación de su hijo en los años que vienen, le van a solicitar una copia actualizada del certificado

de bautismo. Dicha copia siempre será emitida desde esta iglesia. Si, por ejemplo, el matrimonio de su hijo se lleva a cabo en otra parroquia católica,

el sacerdote tendrá que enviar una notificación a la iglesia donde fue

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bautizado su hijo. La información principal sobre la vida sacramental de su

hijo, sin importar dónde se realizaron los eventos, quedará registrada siem­

pre en esta parroquia, y en la misma página del registro donde el personal

registra el bautismo.

Ustedes deben conservar el certificado de bautismo. La parroquia emi­

tirá una nueva copia del certificado cuando se necesite, con la información

actualizada sobre los sacramentos que su hijo haya celebrado. El certificado

de bautismo de un niño adoptado no ha de ser diferente al de los demás. Si,

lamentablemente, la iglesia parroquial llegara a cerrarse en los próximos años,

todos los registros serán transferidos a otra cercana o a las oficinas diocesa­

nas. Ustedes están estableciendo una relación permanente con esta iglesia

parroquial.

Donación a la iglesia

¿Deben ustedes hacer una donación a la parroquia por el bautismo? Hay dife­

rentes costumbres entre las parroquias. Algunas tienen una tarifa para el bau­

tismo, pero muchas familias ofrecen libremente un donativo a la parroquia o

al ministro en ese momento. Las iglesias siempre necesitan contribuciones, y

su parroquia incurrirá en algunos gastos para preparar y celebrar el bautismo

de hoy. Las parroquias dependen principalmente del compromiso anual de

sus fieles y de su donativo semanal en la colecta dominical. Sin embargo, si

ustedes pueden hacer un regalo especial a la iglesia y al ministro en el momento

del bautismo de su hijo, será recibido con gratitud. La cantidad dependerá de

ustedes. ¿Cuánto gastaría en un bello regalo para su hijo?

Pérdida

Si sus amigos o familiares han perdido un hijo antes o después del naci­

miento, o han rezado sin éxito por recibir un hijo, podrán tener dificultades

para celebrarlo con ustedes. Aunque tienen los mismos valores que ustedes,

la alegría del día de su hijo puede recordarles su tristeza. Algunas parejas

sin hijos pueden sentir que Dios las está castigando, aunque eso no es así.

Sin embargo, ninguna palabra puede eliminar su dolor. A medida que uste­

des agradecen a Dios por su hijo, prepárense para compartir su amor con

otros que se lamentan. Dios nos ama a todos, estemos experimentando ale­

gría o angustia. Ustedes serán afortunados de sentir el cariño de Dios con

más cordialidad que otros, y tendrán el desafío de ayudarles. Su pérdida no

significa que Dios los ame menos. Dios nos ama por igual a todos.

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CAPÍTULO 4

Después del bautismo ,.�

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Memorias del día

Cuando el día haya pasado, piensen en lo que sucedió. Recuerden a las per­

sonas que acudieron, qué les interesó del ritual, y cómo fue la celebración.

Mucho tiempo después del bautismo, ustedes van a recordar esos eventos.

PARA REFLEXIONAR

1 . ¿Qué les impactó más del bautismo de su hijo?

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2. ¿Quiénes estuvieron presentes? ¿Qué representaron?, ¿familia?,

¿amigos?, ¿parroquia?

3. ¿Qué significado tiene para el futuro de su hijo el que esas personas

estuvieran allí?

4. El rito del bautismo tiene muchos símbolos: agua, fuego y aceite, por

nombrar algunos. ¿Cuáles símbolos captaron su atención durante el

rito? ¿Por qué?

s. ¿Cómo usan ustedes esos símbolos en su vida diaria, en casa,

en el juego o en el trabajo?

6. ¿Qué significado tienen esos símbolos para el futuro de su hijo?

7. De las palabras que escucharon, ¿cuáles les impresionaron?

¿Quién las habló? ¿Por qué parecían tan importantes?

8. ¿Hubo alguna línea de la Escritura o de la homilía que les gustaría

recordar? ¿Qué sugieren esas palabras para el futuro de su hijo?

9. ¿Qué otra cosa los impactó?, ¿la música?, ¿el buen ánimo?

¿Cómo lucía la gente?

.

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10. ¿Sucedió algo inesperado? ¿Qué hará que este día sea memorable para ustedes? ¿Por qué?

11. ¿Qué significa todo eso para el futuro de su hijo?

Conservar los recuerdos para su hijo

Dado que el bautismo es el inicio de nuestra vida cristiana y el fundamento de todos los demás sacramentos, volvemos siempre a dicha experiencia para

ahondar nuestra comprensión de las formas en que nos fortalece y nos

impulsa a ser discípulos de Cristo en el mundo. Somos especialmente deli­

berados en esto, cada año durante la Cuaresma, el Triduo y la Pascua. Pueden facilitar a su hijo que pueda apreciar mejor su bautismo si reú­

nen los recuerdos y cosas especiales de ese día. Incluyan fotos o videos de la

ceremonia en la iglesia y del festejo que siguió, la vela bautismal, tarjetas de

familiares y amigos, y tal vez algunos relatos escritos o en audio de las per­sonas que estuvieron allí.

Oración anual y bendición de su hijo

En los años que siguen al bautismo de su hijo, busquen reunirse en familia

para el aniversario de su bautismo y hacerlo especial con una oración y una bendición en casa. Enciendan la vela bautismal de su hijo y usen el "Rito de la Bendición de los niños ya bautizados", del Bendicional. Haga la Señal de la Cruz en la frente de su hijo.

Cuando vaya creciendo su hijo, compartan con él sus recuerdos del

bautismo, usen las fotos, los objetos y los relatos de la ceremonia que han conservado.

Igualmente, si su hijo lleva el nombre de un santo, conviene que cele­

bren el Día de su Santo, en familia; usen la "Bendición de los hijos" del

Bendicional.

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Discipulado

Su hijo disfruta ya el privilegio de estar bautizado, si bien el bautismo com­

porta también la responsabilidad del discipulado. Así como la ciudadanía

civil tiene derechos y responsabilidades, otro tanto sucede con nuestra mem­

bresía en la Iglesia.

En los primeros días de la Iglesia, los discípulos vivían en comunidad.

Oraban juntos, compartían lo que poseían, aprendían sobre Jesús y servían

a los demás. Estos cuatro aspectos conforman una buena vida cristiana:

oración, comunidad, catequesis y servicio. Todo el que sigue a Cristo está

llamado a responder en estas cuatro formas del discipulado. Los padres y

padrinos están especialmente llamados a ser ejemplo para los niños bajo su

cuidado. Entonces, piensen en esto en su propia vida. ¿Cómo expresan uste­

des su discipulado?

Oración

Los cristianos oran todos los días, solos o con otros. Oramos, principalmente,

en nuestra celebración semanal de la Eucaristía.

PARA REFLEXIONAR

Piensen en su propia experiencia de oración.

1. ¿Cómo honra a Dios en casa y en público?

2. ¿Cuándo oran a solas?

3. ¿Cuándo rezan en familia?

4. ¿Con qué frecuencia oran con la Iglesia? ¿Sus actividades del

domingo incluye la Eucaristía?

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Comunidad

Los primeros cristianos se apoyaban en la fe compartiendo su tiempo y su

vida con otros cristianos.

PARA REFLEXIONAR

Piensen en su círculo de amigos.

1. ¿Han hecho buenos amigos en su comunidad parroquial?

¿Quiénes son ellos?

2. ¿Comparten sus amigos sus creencias religiosas y sus valores?

3. ¿Cómo buscan apoyo para lo que ustedes valoran como importante?

4. ¿Qué pueden hacer ustedes para involucrarse más todavía con la

comunidad de fe parroquial?

Catequesis

Incluso los que conocieron a Jesús personalmente necesitaron dedicar tiempo

a aprender más.

PARA REFLEXIONAR

1 . ¿Cuánta instrucción religiosa han tenido? ¿Cuándo fue la última vez

acudió a formación de fe?

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2. ¿Qué ofrece su parroquia para ayudarles a aprender más sobre

nuestra fe y vivirla? ¿Qué ajustes tienen que hacer para participar

en esas actividades?

3. ¿Han hecho planes para la educación religiosa de su hijo?

4. ¿Qué papel desempeñarán los padrinos en la formación de fe de

su hijo?

Servir

Los primeros discípulos atendían las necesidades de los demás. Por ser padres

de un niño muy pequeño, ustedes conocen de primera mano la atención tan

especial que necesitan los vulnerables y, por lo mismo, la importancia de

prestar servicio a los más necesitados e indefensos.

PARA REFLEXIONAR

1 . ¿Qué experiencias de servicio les han preparado para ser buenos

padres de familia?

2. ¿Forma parte de su vida familiar el servicio a la comunidad?

¿Cómo lo realizan?

3. ¿Cuáles son las oportunidades de servicio para adultos y niños ofrece

su parroquia?

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Estos componentes de la vida cristiana trabajan en conjunto. Si son

más fuertes en uno que en otro, vean la manera de vivir el discipulado más

plenamente. De esta manera, las palabras que van a pronunciar en el bau­

tismo de tu hijo, para decir que están preparados y dispuestos a aceptar la

responsabilidad de transmitir la fe, cobrarán real profundidad y sentido,

avaladas ya por su experiencia.

Membresía parroquial

La gran mayoría de las parroquias católicas están formadas principalmente

por personas que viven dentro de los límites geográficos establecidos por la

diócesis. Quizá no lo sabían, pero ustedes pertenecen a una parroquia. Esto

se hace para que todos tengan un hogar para cultivar y expresar su fe. El

párroco o pastor que supervisa el territorio donde ustedes viven tiene una

responsabilidad respecto a ti.

En cierto modo, los límites de la parroquia funcionan como fronteras

políticas. Establecen una unidad geográfica donde las personas pueden sen­

tir una identidad, compartir inquietudes y experimentar los placeres y las

luchas de su vecindario. Una parroquia sirve a un vecindario tal como lo

intentan las tiendas de abarrotes, las gasolineras, las escuelas, las tintorerías

y los bancos. Ese servicio cercano fortalece el vínculo entre la iglesia y el

vecindario. Su parroquia puede ayudarlos a conocer a sus vecinos y compar­

tir su vida con ellos. La iglesia se hace con relaciones humanas reales, con el

contacto cara a cara que hace crecer la amistad.

Si bien muchas parroquias tienen miembros que viven fuera de sus

límites, el núcleo de la comunidad generalmente lo forman los que viven

cerca. Por lo mismo, la Iglesia Católica, en general, desaconseja andar de una

iglesia a otra, y más bien alienta a estar activos en la parroquia donde uste­

des viven. Eso no busca limitar su libertad, sino ayudarles a establecer cone­

xiones cercanas a su hogar.

Con todo, algunos fieles católicos eligen una parroquia por la ubica­

ción, la accesibilidad, la arquitectura, el idioma, las oportunidades de minis­

terio, la predicación o la música. Si cruzan uno o más límites de la parroquia

para encontrar su parroquia, colaboren en esa comunidad lo mejor que

puedan.

Algunos de los padres que solicitan el bautismo para sus hijos ya están

profundamente involucrados en sus comunidades parroquiales. Otros no.

.

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Muchas parejas que solicitan el bautismo no han pasado mucho tiempo en la iglesia desde el momento en que se preparaban para su boda. El bautismo

es uno de esos momentos en que las familias y las iglesias sienten la atrac­

ción mutua. Es una oportunidad para todos de reencontrarnos y crecer.

Bien, digamos que, si ustedes buscan tener un bautismo en la forma en que podrían buscar un buen salón de belleza, una tienda de artículos

deportivos, un restaurante o un campo de golf, es posible que se sorpren­dan. La Iglesia está buscando algo más. La Iglesia está buscando una rela­

ción. Si ustedes no han hecho esta conexión por largo tiempo, esta es la

oportunidad. Si lo han intentado y las cosas no fueron bien, díganos cómo podemos resolverlo. Su parroquia querrá ser una buena compañera para

usted, una amiga constante. Una parroquia tiene mucho más para ofrecer que un bautismo. Los

contactos que hagan ahora con el personal de su parroquia y con otros feli­greses pueden crear relaciones que los ayudarán a lo largo de su vida y la de su hijo.

Algunas familias jóvenes suelen cambiarse de casa. Tal vez ustedes aún no se han establecido en el lugar que esperan llamar "hogar". Aun así, donde viven ahora es su hogar, y el contacto con su iglesia parroquial es invaluable.

Por eso, es importante que se registren como miembros de una parroquia.

Permita que el personal sepa quiénes son ustedes. Entren y conozcan a algu­nas personas. Quizá los inviten a involucrarse como voluntarios, o a que

colaboren regularmente. Ojalá suceda; de esto está hecha la Iglesia.

Recuerden que un buen discípulo no solo recibe de una iglesia, sino

que también aporta. Ustedes han aprendido esto ya en su vida matrimonial y en otras relaciones cercanas. Al traer a su hijo a bautizar a esta iglesia, soli­

citan todo el paquete; no solo piden una ceremonia especial, sino una comu­nidad de culto, de compromiso, de vida y de servicio. Es un mundo maravilloso

que es suyo y lo comparten con su maravilloso hijo.

Bendición

Gracias por recibir en su hogar a esta criatura. Gracias por recibir a Cristo

en esta criatura. Que Dios les llene de felicidad en este ministerio de ser padres. ¡Que

puedan contemplar la esperanza de la vida eterna brillar en esta criatura!

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RECU RSOS PARA PADRES Y PADR INOS

Palabra de Dios. Chicago: Liturgy Training Publications.

• Es una publicación anual que contiene las lecturas dominicales junto con una breve meditación, una breve referencia para ayudar a profundizar en la enseñanza de la Iglesia, y unas preguntas para impulsar una respuesta desde la fe católica. Excelente para que los papás se preparen a escuchar las lecturas dominicales o las reflexionen en casa. Disponible en inglés, también.

Oracional bilingüe. Collegeville, MN: Liturgical Press.

• Este libro contiene las oraciones más comúnmente utilizadas tanto en inglés como en español; con este recurso aprenderá también a rezar el santo Rosario y otras oraciones de la liturgia antigua hispana. De un lado está la oración es español y al otro lado la oración en inglés.

Oracional bilingüe para niños. Collegeville, MN: Liturgical Press .

• Usen este libro para recordar y reparas con sus niños las oraciones más comunes; desde el Padrenuestro, Ave María, el Credo de los Apóstoles y los Diez Mandamientos, hasta oraciones para la confesión y la comunión, el Vía Crucis y el santo Rosario. En una página aparece la oración en español y en enfrente la misma oración, en inglés.

Manual para padrinos y madrinas de catecúmenos. Chicago: Liturgy Training Publications.

• Este libro ayuda a los padrinos y madrinos a cumplir fielmente su responsabilidad de acompañar al catecúmeno, ahijado o ahijada, en su camino de encuentro con Cristo.

Catecismo de la Iglesia católica, 2.ª ed. USCCB-Libreria Editrice Vaticana.

• Es el libro de las enseñanzas oficiales de la Iglesia Católica, para usarse en parroquias, escuelas y en casa. Insustituible para todo fiel católico.

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Las familias católicas celebran el domingo. Chicago: Liturgy Training Publications.

• Publicación anual diseñada para que las familias lo usen y se preparen mejor para participar en la misa, pero también para extender la cele­bración a la vida del hogar. Contiene el evangelio dominical, una breve meditación, preguntas para incentivar el diálogo y la reflexión y sugerencias de actividades en familia. Disponible en inglés también.

Illustrated Psalms of Praíse / Salmos de Alabanza Ilustrados. Ilustrado por Amy Ribordy Reese. Chicago: Liturgy Training Publications, 2005.

• Es un libro bilingüe con ilustraciones llenas de color y acompañado de versos de los Salmos 148, 150, y 104. Un modo magnífico para introducirse en el mundo de los salmos.

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S i se encuentra usted preparando el bautismo de su hijo, no se apure. El padre Paul Turner responde a todas sus preguntas y preocupaciones,

y las explica amigable y comprensiblemente. Él es un sacerdote con muchos años de experiencia parroquial, que ha enfrentado toda clase de situaciones, y conoce muy bien las leyes y los ritos de la Iglesia. Él lo ayudará a entenderlos. Ep. la presente obra, trata asuntos como la edad del niño, el consentimiento paterno, padres solteros, dudas matrimoniales, la importancia de asistir a la Iglesia y los requisitos para ser padrino.

El P. Paul describe el rito del bautismo y la belleza de sus símbolos para que usted se sienta seguro en la liturgia y pueda experimentarla plenamente. Las preguntas lo harán reflexionar para que usted saboree esa experiencia, y hasta lo aconseja cómo compartir los recuerdos del bautismo con su hijo en el futuro. Por último, el P. Paul lo ayuda a valorar su papel de ser el primer y más importante maestro de la fe de su hijo, y lo apoya a continuar su compromiso en la parroquia de su comunidad.

Paul Turner es párroco de la catedral de la Inmaculada Concepción

en Kansas City, Missouri, y director de la Oficina del Culto Divino para

la Diócesis de Kansas City-St. Joseph. Su doctorado en teología

es de la Universidad de San Anselmo en Roma.

"Cuando llevamos a nuestros dos niños a bautizar, queríamos algo que nos ayudara

a entender en lo que estábamos entrando: los asuntos prácticos, la profundidad del

significado del sacramento, y las expectativas sobre la vida que nuestros hijos

arrancaban. El libro del padre Turner se nos hizo muy accesible, como una invitación

cariñosa al bautismo con confianza y admiración. Las preguntas y las respuestas

de la Iglesia, las preguntas para meditar después del bautismo y la lista de pendientes

para el bautismo hacen de este libro una ayuda muy grande para facilitar y enriquecer

el proceso de preparación a este bello sacramento". Anthony y Angela Paz

m Portland, Oregon

ISBN 978-1-61671-494-9

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