el bautismo

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El Bautismo en Agua: ¿Qué nos enseñan las Sagradas Escrituras acerca de esta Ordenanza? Por: Fernando E. Alvarado INTRODUCCIÓN: Nuestra palabra bautismo es un término derivado del vocablo griego baptisma (antecedente, baptizo) cuyo significado es “meter en un líquido” o “sumergir”. De acuerdo con la doctrina y enseñanzas mormonas, el bautismo por inmersión en el agua, efectuado por alguien que tenga la debida autoridad, es la ordenanza introductoria del evangelio y es necesario para ser miembro de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Lo preceden la fe en Jesucristo y el arrepentimiento, y después del bautismo se debe recibir el don del Espíritu Santo a fin de que aquel sea completo (Véase Bautismo, GEE, pág. 23). De acuerdo con la teología mormona, recibir el bautismo de agua y del Espíritu es un requisito para entrar en el reino celestial. Las Escrituras mormonas enseñan que Adán fue la primera persona que se bautizó (Moisés 6:64–65). Sostienen además que Jesús se bautizó para cumplir con toda justicia y para mostrar el camino a todo el género humano (Mateo 3:13–17; 2 Ne. 31:5–12). Puesto que el bautismo es esencial para la salvación, y debido a que no todas las personas tienen la oportunidad de aceptar el evangelio durante su vida terrenal, los mormones efectúan de forma vicaria (por medio de representantes) bautismos por los muertos. Por tanto, de acuerdo a la doctrina de los Santos de los Últimos Días, las personas que acepten el evangelio en el mundo de los espíritus pueden llenar los requisitos para entrar en el reino de Dios. A pesar que el bautismo es un sacramento esencial del cristianismo, han surgido a lo largo de la historia innumerables dudas sobre la forma correcta de administrarlo, o en la fórmula bautismal a emplear durante la ceremonia. Algunos sectores del cristianismo defienden el bautismo de infantes, mientras que otros lo rechazan y bautizan sólo adultos; unos bautizan en el nombre de la Trinidad, mientras que otros lo hacen en el nombre de Jesús solamente. Igual conflicto se genera en cuanto a la forma de administrarlo, ya que algunos lo hacen por inmersión mientras que otros practican el rociamiento o bautismo por aspersión. Algunos lo consideran esencial para la salvación, mientras que otros lo consideran un símbolo del cual podemos prescindir sin consecuencias eternas, dándole poco o ningún valor a dicha ordenanza del Evangelio. Pero, ¿Qué enseñan las Escrituras? He aquí una breve reseña doctrinal e histórica del bautismo, su origen, propósito, formas y alcance como ordenanza salvadora.

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LA IMPORTANCIA Y ORIGEN DEL BAUTISMO

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Page 1: El Bautismo

El Bautismo en Agua: ¿Qué nos enseñan las Sagradas

Escrituras acerca de esta Ordenanza?

Por: Fernando E. Alvarado

INTRODUCCIÓN:

Nuestra palabra bautismo es un término derivado del vocablo griego baptisma

(antecedente, baptizo) cuyo significado es “meter en un líquido” o “sumergir”.

De acuerdo con la doctrina y enseñanzas mormonas, el bautismo por inmersión en el agua,

efectuado por alguien que tenga la debida autoridad, es la ordenanza introductoria del

evangelio y es necesario para ser miembro de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los

Últimos Días. Lo preceden la fe en Jesucristo y el arrepentimiento, y después del bautismo

se debe recibir el don del Espíritu Santo a fin de que aquel sea completo (Véase Bautismo,

GEE, pág. 23).

De acuerdo con la teología mormona, recibir el bautismo de agua y del Espíritu es un

requisito para entrar en el reino celestial. Las Escrituras mormonas enseñan que Adán fue

la primera persona que se bautizó (Moisés 6:64–65). Sostienen además que Jesús se bautizó

para cumplir con toda justicia y para mostrar el camino a todo el género humano (Mateo

3:13–17; 2 Ne. 31:5–12).

Puesto que el bautismo es esencial para la salvación, y debido a que no todas las personas

tienen la oportunidad de aceptar el evangelio durante su vida terrenal, los mormones

efectúan de forma vicaria (por medio de representantes) bautismos por los muertos. Por

tanto, de acuerdo a la doctrina de los Santos de los Últimos Días, las personas que acepten

el evangelio en el mundo de los espíritus pueden llenar los requisitos para entrar en el reino

de Dios.

A pesar que el bautismo es un sacramento esencial del cristianismo, han surgido a lo largo

de la historia innumerables dudas sobre la forma correcta de administrarlo, o en la fórmula

bautismal a emplear durante la ceremonia. Algunos sectores del cristianismo defienden el

bautismo de infantes, mientras que otros lo rechazan y bautizan sólo adultos; unos bautizan

en el nombre de la Trinidad, mientras que otros lo hacen en el nombre de Jesús solamente.

Igual conflicto se genera en cuanto a la forma de administrarlo, ya que algunos lo hacen por

inmersión mientras que otros practican el rociamiento o bautismo por aspersión. Algunos

lo consideran esencial para la salvación, mientras que otros lo consideran un símbolo del

cual podemos prescindir sin consecuencias eternas, dándole poco o ningún valor a dicha

ordenanza del Evangelio. Pero, ¿Qué enseñan las Escrituras?

He aquí una breve reseña doctrinal e histórica del bautismo, su origen, propósito, formas y

alcance como ordenanza salvadora.

Page 2: El Bautismo

ÍNDICE: 1.- ¿Cuál es el significado del bautismo?

2.- ¿Cuándo y cómo surgió la ordenanza del bautismo?

3.- ¿Es el bautismo esencial para la salvación?

4.- ¿Cuál es la forma correcta de administrar el bautismo?

5.- ¿En nombre de quién se efectúa el bautismo?

6.- ¿Quién tiene la autoridad para bautizar a otros?

7.- ¿Por qué debemos bautizarnos de nuevo al unirnos a la Iglesia de Jesucristo de los Santos

de los Últimos Días, si ya fuimos bautizados antes en otra iglesia?

I.- ¿CUÁL ES EL SIGNIFICADO DEL BAUTISMO? El bautismo en agua para la remisión de pecados tiene cuando menos dos significados

esenciales:

1. Es una semejanza de la muerte, sepultura y resurrección de Jesucristo e implica además la

muerte al pecado y la resurrección a una nueva vida como discípulo de Cristo: El bautismo

también ha sido comparado de un modo impresionante a un entierro, seguido de una

resurrección. Pablo dice a los Romanos: "¿No sabéis que todos los que somos

bautizados en Cristo Jesús, somos bautizados en su muerte? Porque somos

sepultados juntamente con él a muerte por el bautismo; para que como Cristo

resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en

novedad de vida. Porque si fuimos plantados juntamente en él a la semejanza de su

muerte, así también lo seremos a la de su resurrección." (Romanos 6:3-5). Y

también escribe el apóstol: "Sepultados juntamente con él en el bautismo, en el cual

también resucitasteis con él, por la fe de la operación de Dios que le levantó de los

muertos." (Colosenses 2:12). De modo que el bautismo es un símbolo de la

resurrección a una nueva vida por parte de aquel que lo recibe, un transplante o

resurrección de una vida a otra, de la vida del pecado a la vida espiritual.

En Gálatas 3:27 se nos dice: “Pues todos los que habéis sido a bautizados en Cristo, de

Cristo estáis revestidos.”, recalcando la simbología del bautismo como el inicio de una

nueva vida en Cristo (Véase también 1 Pedro 3:21 y 2 Corintios 5:17).

2. El bautismo es también un nuevo nacimiento y se efectúa a semejanza del nacimiento de una

criatura en este mundo: El Salvador comparó el bautismo a un nacimiento y declaró que

era esencial para la vida que conduce al reino de Dios (Véase Juan 3:3-5). Cada

criatura humana que viene a este mundo viene en agua, es nacida del agua, de la sangre

y del espíritu. De manera que cuando nacemos en el reino de Dios, debemos nacer de

la misma forma, y mediante el bautismo, nacemos del agua. El apóstol Pablo enseñó

que Cristo: “…nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiésemos hecho, sino

por su misericordia, por el lavamiento [es decir, el bautismo] de la regeneración y la

renovación por el Espíritu Santo,” (Tito 3:5). La palabra traducida en Tito 3:5 como

“Regeneración” es el vocablo griego paligguenesia, cuyo significado es

“nacimiento” y tiene como su idea básica nacer de nuevo o ser restaurado. De modo

que, a través del bautismo, Dios efectúa de forma sobrenatural parte del nuevo

nacimiento, completado luego con la recepción del don del Espíritu Santo.

Page 3: El Bautismo

II.- ¿CUÁNDO Y CÓMO SURGIÓ LA ORDENANZA DEL BAUTISMO? El bautismo, a pesar a ser considerado por muchos como una novedad religiosa introducida

por el cristianismo, proviene de la más remota antigüedad. En todas las culturas antiguas

estar limpios equivalía a estar puros en presencia de los dioses. Ningún sacerdote se atrevió

nunca a acercarse a los altares con manchas en el cuerpo. La inclinación natural a aplicar al

alma todo lo que se refiere al cuerpo hizo creer a los hombres primitivos que las lustraciones

y las abluciones quitaban las manchas del alma, como quitan las de la ropa, y que lavando el

cuerpo lavaban el alma. De esta creencia nació la costumbre de bañarse en el Ganges, cuyas

aguas creían sagradas, y la de las lustraciones, que se practicaban en todos los pueblos. Las

naciones orientales, que disfrutan de climas cálidos, fueron las que más religiosamente

observaron esas costumbres.

Los judíos se creían obligados a bañarse después de una profanación, cuando tocaban un

animal impuro o un cadáver y en otras muchas ocasiones (Véase Éxodo 30:19-21; Levítico

16:4, 16:24; Génesis 18:4; 19:2; Juan 13:10; Marcos 7:3-4).

Cuando los judíos recibían en su país a un extranjero que se convertía a su religión, le

bautizaban después de haberle circuncidado, y cuando era mujer la convertida, la bautizaban

sencillamente, esto es, la sumergían en el agua en presencia de tres testigos. Creían que esta

inmersión concedía a la persona bautizada otro nacimiento y otra vida. Quedaba desde

entonces siendo judía y siendo pura, y los hijos suyos que nacieron antes del bautismo no

podían tener parte en la herencia de sus hermanos que nacieron después que ellos, padre y

madre, fueron regenerados. De modo que entre los judíos era la misma cosa ser bautizado y

renacer, y esa idea ha sido inherente al bautismo hasta nuestros días. Cuando Juan el

Bautista se dedicó a bautizar en el Jordán (Véase Mateo 3:1-6, Marcos 1:4-5 y Lucas 3:1-3),

no hizo más que seguir una costumbre inmemorial practicada en el judaísmo y, de hecho,

practicada aún desde antes del surgimiento de éste como religión. Los sacerdotes de la ley

no le pidieron cuentas por haberse dedicado a bautizar, como si estableciera una nueva

práctica; le acusaron porque se abrogaba un derecho que ellos creían que les pertenecía a

ellos exclusivamente.

Como se mencionó anteriormente, los hindúes, desde tiempo inmemorial, se sumergían en

el Ganges, donde siguen sumergiéndose todavía. Los egipcios, que sólo se dejaban conducir

por los sentidos, creyeron fácilmente que lo que lavaba el cuerpo podía también lavar el

alma; y como consecuencia de esto, instalaron grandes cubas en los subterráneos de los

templos de Egipto, para sumergirse en ellas los sacerdotes y los iniciados.

La ordenanza del bautismo en agua era practicada de forma degenerada entre los griegos

antiguos. De acuerdo al Baker´s Bible Atlas (Charles F. Pfeiffer, 1999) un poco al

norte de Corintios había una ciudad llamada Eleuterópolis. Esta ciudad era el centro de una

religión pagana donde se practicaba el bautismo en el mar de aquellos que deseaban

asegurar una "buena vida" después de la muerte. De hecho, esta religión fue mencionada por

Homero en el Himno a Demetrio, en las páginas 478-479.

¿De dónde tomaron ellos dicha costumbre? ¿A qué se debe que en diversas culturas la

ordenanza del lavamiento o bautismo en agua se presente aún de forma degenerada? ¿Es

que acaso el lavamiento o bautismo en agua fue enseñado desde el principio en la revelación

Page 4: El Bautismo

original dada a Adán en el jardín de Edén? La revelación moderna nos da la respuesta a ésta

interrogantes.

En las Escrituras de los últimos días se nos enseña que Adán fue bautizado y recibió el

Espíritu Santo. Moisés 6:51–68 nos dice: “Y por su propia voz llamó a nuestro padre

Adán, diciendo: Yo soy Dios; yo hice el mundo y a los hombres antes que existiesen en la

carne. Y también le dijo: Si te vuelves a mí y escuchas mi voz, y crees y te arrepientes de

todas tus transgresiones, y te bautizas en el agua, en el nombre de mi Hijo Unigénito, lleno

de gracia y de verdad, el cual es Jesucristo, el único nombre que se dará debajo del cielo

mediante el cual vendrá la salvación a los hijos de los hombres, recibirás el don del Espíritu

Santo, pidiendo todas las cosas en su nombre, y te será dado cuanto tú pidieres. Y nuestro

padre Adán habló al Señor, y dijo: ¿Por qué es necesario que los hombres se arrepientan y

se bauticen en el agua? Y el Señor le contestó: He aquí, te he perdonado tu transgresión en

el Jardín de Edén… Y cuando el Señor hubo hablado con Adán, nuestro padre, sucedió que

Adán clamó al Señor, y lo arrebató el Espíritu del Señor, y fue llevado al agua, y sumergido

en el agua, y sacado del agua. Y de esta manera fue bautizado, y el Espíritu de Dios

descendió sobre él, y así nació del Espíritu, y fue vivificado en el hombre interior. Y oyó

una voz del cielo que decía: Eres bautizado con fuego y con el Espíritu Santo. Este es el

testimonio del Padre y del Hijo, desde ahora y para siempre; y eres según el orden de aquel

que fue sin principio de días ni fin de años, de eternidad en eternidad. He aquí, eres uno en

mí, un hijo de Dios; y así todos pueden llegar a ser mis hijos. Amén”.

El presidente Joseph Fielding Smith enseñó lo siguiente:

“El bautismo data desde la Caída. Sin la revelación moderna esta verdad habría

permanecido escondida del mundo. El plan de salvación fue declarado antes de la

fundación del mundo. Dios no cambia. La palabra del Señor a José Smith y mediante él,

ha declarado esta doctrina y la ha establecido.” (Doctrina de Salvación, Tomo II, pág.

185).

Para los Santos de los Últimos Días es evidente que el bautismo en agua fue instituido desde

la Caída de Adán. Las antiguas creencias de la humanidad demuestran que esta enseñanza

no fue ajena para los pueblos de la antigüedad ya que, aunque tergiversada por causa de la

apostasía, dicha creencia se conservó en las distintas religiones de los pueblos paganos de

una forma u otra.

III.- ¿ES EL BAUTISMO ESENCIAL PARA LA SALVACIÓN? La naturaleza salvadora del bautismo ha sido motivo de discordia entre las diversas ramas

del cristianismo tradicional. El catolicismo romano, por ejemplo, enseña la necesidad del

bautismo para salvarse; mientras que las iglesias nacidas a partir de la Reforma Protestante

niegan la necesidad del bautismo para la salvación, ya que el concepto de la justificación

enseñado por los reformadores conduce a negar que el bautismo sea necesario para salvarse.

Los Santos de los Últimos Días, por su parte, consideran el bautismo en agua un requisito

indispensable para alcanzar la salvación:

“Para obtener la salvación en el reino celestial los hombres deben volver a nacer (Alma

7:14); nacer del agua y del Espíritu (Juan 3:1-13); nacer de Dios, para que sean cambiados

de "su estado carnal y caído a un estado de rectitud," volviéndose nuevas criaturas del

Page 5: El Bautismo

Espíritu Santo. (Mosíah 27: 24-29.) Deben volverse niños recién nacidos en Cristo (1 Ped.

2:2); deben ser "engendrados espiritualmente" de Dios, nacer de Dios volviéndose así sus

hijos e hijas. (Mosíah 5:7.). El primer nacimiento sucede cuando los espíritus pasan de su

primer estado preexistente a la mortalidad; el segundo nacimiento o nacimiento "al reino

del cielo" ocurre cuando los mortales vuelven a nacer .y vivir para las cosas del Espíritu y

de la rectitud. Los elementos agua, sangre y Espíritu están presentes en ambos

nacimientos. (Moisés 6:59-60.) El segundo nacimiento comienza cuando los hombres son

bautizados en el agua por un administrador legal; se completa cuando reciben la

compañía del Espíritu Santo, volviéndose nuevas criaturas por el poder purificador de ese

miembro de la Trinidad.” (Bruce R. McConkie, Doctrina Mormona, pág. 776).

Sin embargo, no consideran que, por el simple hecho de haberse bautizado, ya se es salvo o

nacido de nuevo. El Elder McConkie también enseñó:

“El simple hecho de cumplir con la formalidad de la ordenanza del bautismo no significa

que la persona ha vuelto a nacer. Nadie puede volver a nacer sin el bautismo, pero la

inmersión en el agua y la imposición de manos para conferir el Espíritu Santo no

garantizan de por sí el que esa persona haya vuelto a nacer o que lo hará. El nuevo

nacimiento ocurre solamente en aquellos que realmente tienen el don o compañía del

Espíritu Santo; solamente en los que se han convertido completamente, que se han

entregado al Señor sin reservas. Así Alma se dirigió a sus "hermanos de la iglesia," y les

preguntó si, "habían nacido espiritualmente de Dios," recibido la imagen del Señor en sus

semblantes, y habían sufrido un "poderoso cambio" en sus corazones, que es lo que siempre

acompaña al nacer del Espíritu. (Alma 5:31.) Los miembros de la Iglesia que realmente

han vuelto a nacer están en un estado bendecido y favorecido. Han obtenido su posición

no solamente por el hecho de unirse a la Iglesia, sino por su fe (1 Juan 5:7), rectitud (1 Juan

2:29), amor (1 Juan 4:7), y han vencido al mundo. (1 Juan 5:4.) "Cualquiera que haya

nacido de Dios, no continúa en el pecado, pues el Espíritu de Dios permanece con él; y no

puede continuar pecando, porque ha nacido de Dios recibiendo ese santo Espíritu de la

promesa." (Versión Inspirada, 1 Juan 3:9.).” (Bruce R. McConkie, Doctrina

Mormona, pág. 776-777).

¿Concuerda la Biblia con la enseñanza mormona? ¿Es el bautismo esencial para la salvación

o no? Para llegar a una respuesta clara y contundente al respecto, se vuelve necesario acudir

a las Escrituras:

1.- Jesucristo enseñó que el que no naciera del agua y del espíritu jamás podría heredar el reino de los

cielos:

“Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo que el que no a naciere de nuevo no

puede ver el reino de Dios. Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede el hombre nacer siendo viejo?

¿Acaso puede entrar por segunda vez en el vientre de su madre y nacer? Respondió Jesús:

De cierto, de cierto te digo que el que no a naciere de agua y del Espíritu no puede entrar

en el reino de Dios.” (Juan 3:3-5).

Los que niegan la necesidad del bautismo para la salvación probablemente dirán que “nacer

de agua” no significa necesariamente ser bautizado, sino que alude a otra cosa. Estas no son

Page 6: El Bautismo

más que suposiciones infundadas en un intento desesperado por defender su error doctrinal.

El apóstol Pablo enseñó que Cristo: “…nos salvó, no por obras de justicia que nosotros

hubiésemos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento [es decir, el bautismo] de la

regeneración y la renovación por el Espíritu Santo,” (Tito 3:5). La palabra traducida en

Tito 3:5 como “Regeneración” es el vocablo griego paligguenesia, cuyo significado es

“nacimiento” y tiene como su idea básica nacer de nuevo o ser restaurado. De modo que, en

la mente de Pablo, el bautismo y el nuevo nacimiento son sinónimos.

El apóstol Pablo también enseñó:

“Pues todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos.” (Gálatas

3:27). De acuerdo con la enseñanza de Pablo, nacer de nuevo implicaba ser nueva criatura

(Véase 2 Corintios 5:17), por lo que, a través del bautismo, se lograba ese revestimiento

de Cristo que implicaba el nacer de nuevo.

El Cristo resucitado también afirmó:

“El que crea y sea bautizado será salvo; pero el que no crea será condenado.” (Marcos

16:16).

Muchos protestantes podrían argumentar, con base en Marcos 16:16, que aunque se

menciona que “El que crea y sea bautizado será salvo”, la segunda parte del versículo aclara

que lo que condena a la gente (y por consiguiente, lo que la salva) es creer o no en Cristo; sin

embargo, la omisión del bautismo en la segunda parte del versículo es simplemente lógica,

ya que si alguien se rehúsa a creer en Cristo, tampoco aceptará el bautismo en Su nombre y,

por consiguiente, se condenará a sí mismo. No hay contradicción alguna ni se vuelve

necesaria la repetición del bautismo como requisito.

2.- Jesucristo mismo fue bautizado para cumplir con toda justicia, es decir, porque era necesario para

todo ser humano y Él debía sentar el ejemplo a sus seguidores:

“Entonces Jesús vino de Galilea al Jordán, a Juan, para ser a bautizado por él. Pero Juan

se lo impedía, diciendo: Yo necesito ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí? Pero

respondiendo Jesús, le dijo: Permítelo ahora, porque así nos conviene cumplir toda

justicia. Entonces se lo permitió.” (Mateo 3:13-15).

¿Sabrán los teólogos protestantes, mejor que Cristo, lo que es esencial o no para la salvación?

Seguramente no. De hecho, pareciera que a ellos, al igual que a los fariseos, dirigió Jesús

éstas palabras:

“Y todo el pueblo y los publicanos, al oírle, justificaron a Dios, bautizándose... Pero los

fariseos y los intérpretes de la ley desecharon el consejo de Dios para sí mismos, no siendo

bautizados...” (Lucas 7:29-30).

3.- Los Apóstoles originales de Cristo enseñaron que el bautismo es esencial para la salvación:

Leemos:

“Entonces al oír esto, se compungieron de corazón y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles:

Varones hermanos, ¿qué haremos? [Obviamente para ser salvos] Y Pedro les dijo:

Arrepentíos y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón

de los pecados, y recibiréis el don del Espíritu Santo. Porque para vosotros es la promesa,

y para vuestros hijos y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios

llamare.” (Hechos 2:37-39).

Page 7: El Bautismo

Nuevamente, algunos argumentarán que lo que salva es la fe en Cristo y el arrepentimiento,

no el bautismo; sin embargo, eso no es lo que enseñó Pedro. Para él, tanto la fe como el

arrepentimiento iban de la mano del bautismo en agua y de la recepción del Espíritu Santo.

Si observamos bien, Pedro concuerda a la perfección con el Artículo de Fe número 4 de La

Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, el cual enseña lo siguiente:

“Creemos que los primeros principios y ordenanzas del Evangelio son: primero, Fe en el

Señor Jesucristo; segundo, Arrepentimiento; tercero, Bautismo por inmersión para la

remisión de los pecados; cuarto, Imposición de manos para comunicar el don del Espíritu

Santo”.

Por si hubiera alguna duda acerca de lo que Pedro quiso decir en Hechos 2:37-39, él aclara

por sí mismo sus palabras en 1 Pedro 3:21 al decir:

“El símbolo de la cual corresponde al bautismo que ahora nos salva (no quitando las

inmundicias de la carne, sino como la petición de una buena conciencia ante Dios) por la

resurrección de Jesucristo” (1 Pedro 3:21).

4.- El Bautismo es un mandamiento de Jesucristo, por lo que desobedecerlo nos condena, cumplirlo nos

salva:

El bautismo tiene poder salvador, no porque el agua quite los pecados, o porque el que

administra la ordenanza tenga el poder de perdonarlos; sino porque Dios ha decretado que,

a través de dicha ordenanza, los beneficios del sacrificio expiatorio de Cristo nos sean

aplicados por la fe y la obediencia al mandato de Dios de bautizarnos. Quienes argumentan

que el bautismo no es necesario para la salvación deberían tomar en cuenta que éste fue un

mandato directo de Jesucristo. Antes de Su Ascensión al cielo, Cristo dijo:

“Por tanto, id y haced a discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del

Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os

he mandado; y he aquí, yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén”

(Mateo 28:19-20).

Ahora bien, puesto que Cristo mandó que fuéramos bautizados, los siguientes versículos

resultan significativos:

“De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago él también las hará...”

(Juan 14:12).

¿Acaso no fue bautizado Cristo? ¿Por qué pretender ser superiores a Él creyendo que

nosotros no necesitamos dicha ordenanza? Quienes afirman que creer en Cristo es lo único

necesario para salvarse harían bien en observar que, según Cristo, si de veras creen en Él

tienen que hacer lo que Él hizo. Tristemente para ellos, esto incluye bautizarse. Observemos

las palabras de Santiago dirigidas a aquellos que pretender ganar la salvación sólo por la fe,

sin cumplir con ciertos requisitos:

“Tú crees que Dios es uno; bien haces. También los demonios creen, y tiemblan. ¿Más

quieres saber, hombre vano, que la fe sin obras es muerta? ¿No fue a justificado por las

obras nuestro padre Abraham, cuando ofreció a su hijo Isaac sobre el altar? ¿No ves que

la fe actuó juntamente con sus obras, y que la fe se perfeccionó por las obras? Y se cumplió

la Escritura que dice: Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia, y fue llamado

amigo de Dios. Vosotros veis, pues, que el hombre es justificado por las obras, y no

solamente por la fe. Asimismo, Rahab, la ramera, ¿no fue b justificada por las obras,

Page 8: El Bautismo

cuando recibió a los mensajeros, y los envió por otro camino? Porque como el cuerpo sin el

espíritu está muerto, así también la fe sin obras es muerta.” (Santiago 2:19-26).

La necesidad de obedecer los mandamientos (lo cual incluye el bautismo) se hace patente en

las Escrituras, ya que:

Cuando alguien le preguntó a Cristo que debía hacer para obtener la vida eterna, el

Señor le dijo: “… si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos” (Mateo

19:17). Esto incluye el bautismo ya que, al ser un mandamiento, jamás podremos

heredar la vida eterna sin obedecerlo.

Amar a Dios requiere obediencia, pues Cristo dijo: “Si me amáis, guardad mis

mandamientos.” (Juan 14:15). Si no amamos a Dios de corazón no es posible ser

verdaderos discípulos; si no somos sus discípulos jamás podremos ser salvos, y sin

obediencia a los mandamientos (y esto incluye el bautismo) nadie puede decir que

ama a Dios realmente o que es su discípulo.

Juan 14: 21 nos dice también: “El que tiene mis mandamientos y los guarda, ése

es el que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré y me

a manifestaré a él.”

Cristo reafirma su enseñanza con las siguientes palabras: “Si guardáis mis

mandamientos, permaneceréis en mi amor; así como yo he guardado los

mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor.” (Juan 15:10).

El apóstol Pablo enseñó que nuestra obediencia es una forma de honrar a Dios, pues

los cristianos “… glorifican a Dios por la obediencia que profesa[n] al evangelio de

Cristo…” (2 Corintios 9:13). Si alguien ama a Dios, ¿Acaso no desearía glorificarlo

a través de su obediencia, la cual incluye el bautismo?

En Mateo 5: 19 Jesús enseña que: “… cualquiera que quebrante uno de estos

mandamientos muy pequeños, y así enseñe a los hombres, muy pequeño será

llamado en el reino de los cielos. Pero cualquiera que los cumpla y los enseñe, éste

será llamado grande en el reino de los cielos”. Si el bautismo es un mandamiento (y

es obvio que sí lo es según Mateo 28:19-20), quienes enseñan que no es necesario

para la salvación caen bajo la reprensión de Jesús.

Según Pablo, hemos sido llamados por “… Jesucristo Señor nuestro… para la

obediencia a la fe en todas las naciones por causa de su nombre” (Romanos 1:4-

5). El bautismo es parte de esa “fe” que se nos manda obedecer (Compárese con

Efesios 4:5).

5.- El Bautismo es una parte fundamental del Evangelio de Jesucristo, eliminar su carácter de ordenanza

salvadora es ir en contra del Evangelio enseñado por Cristo y sus apóstoles:

En Hebreos 6:1-2 se nos enseña que el bautismo es parte de los principios y ordenanzas

fundamentales del Evangelio. Por eso, afirmar que el bautismo no es un requisito para

alcanzar la salvación es igual a enseñar un evangelio diferente al enseñado por Jesucristo. A

quienes lo hacen, el apóstol Pablo los pone bajo maldición:

“Más si aún nosotros, o un a ángel del cielo, os anunciare un evangelio diferente del que os

hemos anunciado, sea anatema. Como antes hemos dicho, también ahora lo repito: Si

alguno os anunciare un evangelio diferente del que habéis recibido, sea anatema.”

(Gálatas 1:8-9).

Page 9: El Bautismo

Aunque nuestra tendencia carnal es pretender aconsejar a Dios al negar la validez de sus

ordenanzas o imponer nuestras interpretaciones doctrinales, las Escrituras nos llaman a

destruir “… argumentos, y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y

llevando cautivo todo a pensamiento a la obediencia a Cristo…” (2 Corintios 10:5).

No vale la pena intentar defender un punto de vista doctrinal cuando las Escrituras enseñan

claramente todo lo contrario. Quienes prefieren sus credos erróneos y las enseñanzas de los

hombres antes que la verdad revelada por Dios, bien podrían sentirse aludidos en las

siguientes palabras de Cristo:

“… Así habéis invalidado el mandamiento de Dios por vuestra tradición. ¡Hipócritas! Bien

profetizó de vosotros Isaías, cuando dijo: Este pueblo con sus labios me honra, más su

corazón lejos está de mí. En vano me honran, enseñando como a doctrinas mandamientos

de hombres.” (Mateo 15:6-9).

6.- La Remisión de Pecados es esencial para alcanzar la salvación; sin embargo, esto no es posible sin el

bautismo, de modo que éste se vuelve un requisito indispensable para heredar la vida eterna:

Las Escrituras enseñan que nadie puede heredar la vida eterna mientras tenga pecado en su

vida (Véase Proverbios 24:20 y Romanos 6:23); sin embargo, también enseñan que

el bautismo hace posible la remisión de pecados, volviéndolo esencial para la salvación:

“Bautizaba Juan en el desierto y predicaba el bautismo de arrepentimiento para

remisión de pecados”. (Marcos 1:4).

“Y él fue por toda la región circunvecina del Jordán predicando el bautismo del

arrepentimiento para la remisión de pecados” (Lucas 3:3).

“Y Pedro les dijo: Arrepentíos y bautícese cada uno de vosotros en el d nombre de

Jesucristo para perdón de los pecados, y recibiréis el don del Espíritu Santo.”

(Hechos 2:38).

“Ahora, pues, ¿por qué te detienes? Levántate, y bautízate y lava tus pecados,

invocando su nombre.”. (Hechos 22:16).

7.- Los Cristianos Primitivos creían que el bautismo es esencial para la Salvación:

En los escritos de los primeros cristianos se suele acentuar mucho la necesidad de recibir el

bautismo para salvarse. Al considerar Juan 3:5, Tertuliano comentó:

“Está prescrito que sin el bautismo nadie puede alcanzar la salvación” (De bapt. 12, 1,

Pastor de Hermas, Sim. IX 16).

En conclusión: Recibir la ordenanza del Bautismo por Inmersión para la Remisión de Pecados

es esencial para la salvación.

IV.- ¿CUÁL ES LA FORMA CORRECTA DE ADMINISTRAR EL BAUTISMO? La forma de administrar el bautismo en agua ha sido a través de los siglos (y sigue siendo

aún hoy en día) motivo de discordia dentro del cristianismo. Algunas iglesias cristianas

(católicos, anglicanos, luteranos, ciertos grupos anabaptistas, etc.) bautizan por aspersión,

rociando agua sobre el infante o el converso adulto; mientras que otras iglesias (evangélicos,

adventistas, Testigos de Jehová, mormones, etc.) practican el bautismo por inmersión,

sumergiendo en agua a los conversos.

Page 10: El Bautismo

En la Iglesia Primitiva, el bautismo se efectuaba por inmersión solamente (nótese que la

palabra griega baptisma, significa sumergir) luego de la profesión de fe y tras dar muestras

de arrepentimiento, por lo que sólo se bautizaba a personas adultas o capaces de discernir

por sí mismas, jamás a infantes; sin embargo, con el avance de la apostasía en el cristianismo

dicha práctica fue modificada.

James E. Talmage resume dicha degeneración doctrinal de la siguiente manera:

“En el segundo siglo, sin embargo, un mandato sacerdotal había restringido la ordenanza

bautismal a los tiempos de los dos festivos de la iglesia, la Pascua (Easter) y el Pentecostés

(Whitsuntide); el primero siendo el aniversario de la resurrección de Cristo y el segundo,

siendo al tiempo de la celebración Pentecostal. Un largo y pesado curso de preparación se

requería del candidato antes de ser aceptada su elegibilidad; durante este tiempo él era

conocido como un catecúmeno, o un novicio en entrenamiento. Según algunas autoridades,

un curso de tres años de preparación fue requerido en todo caso, menos los excepcionales.

Durante la segunda centuria el simbolismo bautismal de un nuevo nacimiento se

enfatizaba por muchas adiciones a la ordenanza; así que se les trataba a los nuevos

bautizados como infantes y se les daba de comer leche y miel en señal de su inmadurez. A

medida que el bautismo fue interpretado como una ceremonia de liberación de la

esclavitud de Satanás, ciertas fórmulas usadas en liberar a esclavos fueron agregadas. El

ungir con aceite también fue hecho parte de la ceremonia. En el tercer siglo la sencilla

ordenanza del bautismo fue estorbada y pervertida más aún por las ministración de un

exorcista. Este oficial se convertía en gritos, amenazaste y temibles y en la declaración por

medio de la cual los demonios o espíritus malos que supuestamente afligían al candidato

serian disipados… El disipar a este demonio ahora, fue considerado una preparación

esencial para bautismo, después de la administración del cual los candidatos volvieron a

casa, adornados con coronas y teniendo puestos vestidos blancos como emblemas

sagrados, aquel de su victoria sobre el pecado y el mundo, éste de su pureza e inocencia

internas. No es difícil ver en esta ceremonia supersticiosa la evidencia de adulteración

pagana de la religión Cristiana. En el cuarto siglo llegó a ser la práctica de poner sal en la

boca del miembro recién bautizado, coma símbolo de purificación y el bautismo mismo fue

precedido como seguido por una unción con aceite. La forma o el modo del bautismo

también sufrió un cambio radical durante la primera mitad del tercer siglo, un cambie por

medio del cual su simbolismo fue destruido. La inmersión simbolizando la muerte seguida

por la resurrección, no más fue juzgada un rasgo social, y el rociar con agua se permitió

en lugar de ella. No menos que una autoridad como Cipriano, el obispo letrado de Cartago,

abogó la propiedad de rociar en lugar de la inmersión en los casos de debilidad física, y la

práctica así iniciada, luego se hizo general. La primera instancia de registro es la de

Novato, un hereje quién pidió el bautismo cuando él pensaba que la muerte estaba cerca.

No solamente se cambió de modo radical la forma del rito bautismal, pero la aplicación de

la ordenanza fue pervertida. La práctica de administrar el bautismo a los infantes se

reconocía como ortodoxa en la tercera centuria e indudablemente era de origen anterior.

En la prolongada disputa tocante a si era seguro el posponer el bautismo de infantes hasta

el octavo día después del nacimiento en deferencia a la costumbre Judía de efectuar la

circuncisión en ese día, se decidió generalmente que tal demora sería peligrosa al arriesgar

el futuro bienestar del niño si muriese antes de lograr la edad de ocho días, y que el

bautismo debía ser administrado tan pronto como fuera posible después del nacimiento”.

Page 11: El Bautismo

(James E. Talmage, La Gran Apostasía, Capítulo VIII, pág. 46-47).

Más adelante, a finales del siglo VIII, la Iglesia de Roma eliminó de forma oficial el bautismo

por inmersión, sustituyéndolo por el de aspersión, lo cual le atrajo el anatema de la Iglesia

Griega. Eventualmente, nuevas facciones se formaron dentro del cristianismo, originando

nuevas formas de bautismo y ampliando la brecha entre la doctrina y prácticas del

cristianismo moderno y la Iglesia Primitiva.

Ante tal diversidad de opiniones, la pregunta se vuelve necesaria: De acuerdo con las

Escrituras, ¿Cuál es la forma correcta de administrar el bautismo? ¿Por Inmersión o por

Aspersión?

La Santa Biblia nos enseña lo siguiente:

1.- Mateo 3:5-6 nos dice:

“… Entonces acudían a él Jerusalén, y toda Judea y toda la provincia de alrededor del

Jordán; y eran bautizados [literalmente: sumergidos] por él en el Jordán, confesando

sus pecados…”.

Nótese que la misma palabra “bautismo”, derivada del griego “baptisma”, “baptizo”,

significa “sumergir”, no rociar.

2.- El bautismo de Jesús nos muestra la forma correcta de bautizar, ya que Él fue sumergido

por Juan en el Jordán. Mateo 3:13-16 nos dice:

“Entonces Jesús vino de Galilea al Jordán, a Juan, para ser bautizado [sumergido]

por él. Pero Juan se lo impedía, diciendo: Yo necesito ser bautizado [sumergido] por ti,

¿y tú vienes a mí? Pero respondiendo Jesús, le dijo: Permítelo ahora, porque así nos

conviene cumplir toda justicia. Entonces se lo permitió. Y Jesús, después que fue

bautizado [sumergido], subió inmediatamente del agua; y he aquí, los cielos le

fueron abiertos, y vio al Espíritu de Dios que descendía como paloma y se posaba sobre

él.”.

Nótese que Jesús fue sumergido y “subió del agua”, lo cual no tendría sentido si solamente

hubiera sido rociado por Juan. Resulta obvio que fue bautizado por inmersión, no por

aspersión. Marcos 1:9-11 nos enseña lo mismo:

“Y aconteció en aquellos días que Jesús vino de Nazaret de Galilea, y fue a bautizado

[sumergido] por Juan en el Jordán. E inmediatamente, subiendo del agua, vio abrirse

los cielos y al Espíritu como paloma que descendía sobre él. Y vino una voz de los cielos que

decía: Tú eres mi Hijo amado; en ti me complazco”.

Nadie puede ser bautizado de forma diferente a la de Cristo y esperar que dicha ordenanza

sea reconocida como válida.

3.- Juan 3:23 nos dice:

“Y Juan bautizaba [sumergía] también en Enón, junto a Salim, porque había allí muchas

aguas; y venían y eran bautizados [sumergidos]...”.

¿Por qué necesitaría Juan “muchas aguas” si el bautismo fuera por aspersión? Si ese hubiera

sido el caso, una pequeña fuente hubiera bastado; sin embargo, el bautismo requiere la

inmersión total en agua, por lo que Juan los llevó a Enón, donde habían muchas aguas para

sumergirlos.

Page 12: El Bautismo

4.- El bautismo del eunuco etíope evidencia la forma correcta del bautismo. Hechos 8:36-

39 nos dice:

“Y yendo por el camino, llegaron a cierta agua; y dijo el eunuco: He aquí agua; ¿qué impide

que yo sea bautizado [sumergido]? Y Felipe dijo: Si crees de todo corazón, bien puedes.

Y respondiendo, dijo: Creo que Jesucristo es el Hijo de Dios. Y mandó parar el carro; y

descendieron ambos al agua, Felipe y el eunuco, y a le bautizó [sumergió]. Y

cuando subieron del agua, el Espíritu del Señor arrebató a Felipe; y el eunuco no le vio

más, y siguió gozoso su camino”.

Es más que evidente que el eunuco fue sumergido, no rociado. Esto se deduce porque ambos,

Felipe y el eunuco, descendieron al agua y subieron del agua tras la inmersión del eunuco, o

¿Acaso desciende al agua el sacerdote cuando rocía a un niño durante el bautismo? ¡Claro

que no!

5.- La simbología misma del bautismo requiere que éste sea administrado por inmersión, no

por aspersión. Como se mencionó anteriormente al hablar sobre el simbolismo del bautismo,

éste ha sido comparado de un modo impresionante a un entierro, seguido de una

resurrección. Pablo dice a los Romanos:

"¿No sabéis que todos los que somos bautizados en Cristo Jesús, somos bautizados en su

muerte? Porque somos sepultados juntamente con él a muerte por el bautismo; para que

como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos

en novedad de vida. Porque si fuimos plantados juntamente en él a la semejanza

de su muerte, así también lo seremos a la de su resurrección." (Romanos 6:3-

5).

El mal llamado “bautismo por aspersión” destruye el hermoso simbolismo del bautismo en

agua. El apóstol Pablo también dijo:

"Sepultados juntamente con él en el bautismo, en el cual también resucitasteis con él, por

la fe de la operación de Dios que le levantó de los muertos." (Colosenses 2:12).

Cabe preguntarnos: Cuando alguien es sepultado ¿Sólo es rociado con tierra o es totalmente

cubierto por ella?

6.- El diluvio, que fue una inmersión total de la tierra bajo el agua (no meramente un

rociamiento), es utilizado como símbolo del bautismo por el apóstol Pedro:

“… los que en otro tiempo fueron desobedientes, cuando una vez esperaba la paciencia de

Dios en los días de d Noé, mientras se preparaba el arca, en la cual pocas personas, a saber,

ocho, fueron salvadas por agua. El símbolo de la cual corresponde al bautismo que ahora

nos salva (no quitando las inmundicias de la carne, sino como la petición de una buena

conciencia ante Dios) por la resurrección de Jesucristo” (1 Pedro 3:20-21).

Acerca del mismo relato Génesis nos enseña que:

“Y prevalecieron las aguas y crecieron en gran manera sobre la tierra; y flotaba el arca

sobre la faz de las aguas. Y las aguas prevalecieron mucho sobre la tierra; y todos

los montes altos que había debajo de todos los cielos fueron cubiertos. Quince

codos más alto prevalecieron las aguas; y fueron cubiertos los montes.”

(Génesis 7:18-20).

A semejanza del bautismo experimentado por la Tierra, los conversos deben ser bautizados

por inmersión en el agua, sumergiendo su cuerpo de forma total en el líquido.

Page 13: El Bautismo

7.- Jesucristo comparó el bautismo a un nuevo nacimiento y declaró que era esencial para la

vida que conduce al reino de Dios:

“… Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo que el que no naciere de nuevo no

puede ver el reino de Dios. Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede el hombre nacer siendo viejo?

¿Acaso puede entrar por segunda vez en el vientre de su madre y nacer? Respondió Jesús:

De cierto, de cierto te digo que el que no naciere de agua y del Espíritu no puede entrar en

el reino de Dios…” (Juan 3:3-5).

Cada criatura humana que viene a este mundo viene sumergida en agua dentro del vientre

materno, no simplemente rociada. De manera que cuando nacemos en el reino de Dios,

debemos nacer de la misma forma, y mediante el bautismo por inmersión nacemos del agua

en la forma prescita por el Salvador.

V.- ¿EN NOMBRE DE QUIÉN SE EFECTÚA EL BAUTISMO? A principios del siglo XX surgió, dentro del movimiento pentecostal estadounidense, una

nueva desviación doctrinal dentro del cristianismo. En 1913, John G. Scheppe tuvo una

“revelación” sobre el poder que hay en el nombre de Jesús. En el campamento religioso

donde se encontraba, los pastores empezaron a estudiar el asunto y llegaron a la conclusión

de que el verdadero bautismo en agua tenía que ser administrado en el nombre de Jesús

solamente. Contrario a la mayoría de evangélicos modernos (los cuales tienden a

menospreciar la importancia del bautismo para la salvación), éste grupo de pastores

comenzó a enseñar que el bautismo en agua era imprescindible para ser salvo, pero que no

tenía validez si se hacía en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, de modo que

empezaron a bautizarse de nuevo en el nombre de Jesucristo solamente.

Como era de suponerse dicha “revelación” generó conflictos doctrinales, ya que tenían que

reconciliar su nueva práctica bautismal con el hecho de que Jesús mismo mandó bautizar en

el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo (Véase Mateo 28:19). Dicha

contradicción fue resuelta de forma sobrenatural mediante una nueva “revelación” sobre

este particular. De acuerdo con la nueva revelación, la Trinidad no existía, sino que los

nombres: Señor, Jesús y Cristo eran lo mismo que decir Padre, Hijo y Espíritu Santo. De

modo que Jesucristo era el único Dios Verdadero, el cual revelaba distintos aspectos de su

naturaleza como Padre y Espíritu Santo, pero sin que éstas fueran personalidades distintas

a la suya, de modo que la Deidad se componía sólo de Jesús.

Entre las iglesias pentecostales que surgieron de este movimiento, las más fuertes (que se

hallan en varios países) son: la Iglesia Pentecostal Unida Internacional, la Iglesia Apostólica

de la Fe en Cristo Jesús y la Iglesia de la Luz del Mundo; sin embargo, existen numerosos

grupos más pequeños e iglesias independientes que aceptan esta doctrina. Este grupo de

iglesias pentecostales, conocidas en el ambiente protestante como el “Movimiento Sólo

Jesús”, tiende a proselitar incluso entre miembros de otras iglesias evangélicas,

considerándolas equivocadas y procurando “llevarlos a la verdad” sobre el bautismo y la

naturaleza de Dios, por lo que suelen ser combatidas por otros grupos evangélicos, los cuales

se niegan a reconocerlos como ortodoxos dentro del movimiento evangélico.

No obstante, es importante aclarar que muchas iglesias pentecostales que se denominan del

“Nombre de Jesús” continúan siendo trinitarias en su doctrina sobre la naturaleza de

Page 14: El Bautismo

Dios, pero bautizan en el nombre de Jesús solamente, creyendo que ésta es la fórmula

correcta.

Pero, ¿Concuerda la Biblia con las enseñanzas del movimiento pentecostal unitario? ¿En qué

fragmentos del texto bíblico basan ellos su enseñanza?

Los miembros del movimiento pentecostal unitario basan su doctrina en los siguientes

versículos:

“Y Pedro les dijo: Arrepentíos y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo

para perdón de los pecados, y recibiréis el don del Espíritu Santo.” (Hechos 2:38)

“Y les mandó que fueran bautizados en el nombre del Señor Jesús. Entonces le rogaron que

se quedase por algunos días.” (Hechos 10:48)

Sin embargo, pese a que dichos versículos parecieran defender su punto de vista, no pueden

ser interpretados en contradicción con otros pasajes claros de las Escrituras. Por ejemplo,

Jesús mismo mandó que el bautismo fuese administrado en el nombre del Padre, del Hijo y

del Espíritu Santo. Él dijo:

“Por tanto, id y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del

Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo;” (Mateo 28:19).

Entonces ¿Cómo conciliar las palabras de Pedro con el mandato de Cristo a sus discípulos,

referente al bautismo? ¿Por qué se contradicen entre sí? En realidad, no hay conflicto o

contradicción entre dichos textos.

En Hechos 2:38 hallamos el mandato del bautismo en agua como confesión de fe en

Jesucristo, un énfasis especial que era necesario para los judíos; mientras que en Mateo

28:19 tenemos la fórmula bautismal que se debía emplear al realizar dicha ordenanza.

Analicemos el contexto.

El mensaje de Pedro en el día de Pentecostés se dirigía a millares de judíos religiosos que ya

creían en Dios el Padre y que estaban viendo la manifestación gloriosa del Espíritu Santo en

los apóstoles y demás miembros de la Iglesia (Véase Hechos 2:1-21), de modo que no

podían negar la divinidad de Dios el Padre ni del Espíritu Santo; sin embargo, sí se oponían

a la divinidad de Cristo y no lo reconocían como Mesías. Es más, ¡Ellos lo habían crucificado!

Para alcanzar el perdón de su pecado nacional y de sus pecados individuales, ellos tenían

que arrepentirse y bautizarse en Su Nombre para demostrar públicamente que lo aceptaban

y reconocían como Mesías y Señor. Era, por lo tanto, natural que a este grupo Pedro les

mencionara sólo el nombre de Jesucristo pues, al reconocerlo en un plano de igualdad con

el Padre y el Espíritu Santo, los judíos así bautizados reconocían que Jesús era el Cristo, el

Gran Yo Soy encarnado y parte de la Trinidad (Véase Hechos 2:22-36, donde Pedro

enfatiza la culpabilidad de la nación judía por la muerte de Cristo).

Como partícipes en la persecución y muerte del Señor, era crucial para los judíos el

arrepentirse y reconocer a Jesucristo como el Hijo de Dios en un plano de igualdad con el

Padre y el Espíritu Santo. No obstante, es de suponer que los discípulos, al bautizarlos en

agua, usarían la fórmula que Jesús les había dado hacía pocos días, en la que se incluía el

nombre del Hijo en el mismo nivel con el Padre y el Espíritu Santo. De no hacerlo así, los

Page 15: El Bautismo

apóstoles hubieran estado desobedeciendo el último mandato del Señor antes de Su

ascensión. Esto, naturalmente, es absurdo.

Y ¿Qué pasa con Hechos 10:48? ¿No se refiere acaso a conversos gentiles? Sí y no. Si bien es

cierto Cornelio era gentil, él no era ningún ignorante de las enseñanzas del judaísmo.

Entonces, ¿Quién y qué clase de persona era Cornelio?

De acuerdo con Hechos 10: 1-2 y 10:22, Cornelio era un centurión (del latín: centum,

cien) o comandante de 100 soldados en el ejército romano. Parece evidente que Cornelio,

centurión de un cuerpo afamado conocido como “La Italiana” y ciudadano romano con toda

probabilidad, tenía medios económicos más amplios y una consideración social más elevada

de lo que normalmente correspondía a los oficiales de su clase (Véase Hechos 10:7-8, 10:22

y 10:24). Era piadoso y temeroso de Dios (Hechos 10:2), frase que indica que pertenecía a la

clase de los “temerosos de Dios” quienes, sin dar el paso decisivo de la circuncisión,

frecuentaban las sinagogas, escuchaban la Palabra de Dios y limitaban sus costumbres de

comer y beber hasta el punto de no escandalizar a los judíos, hallando en el judaísmo la

pureza moral y el elevado monoteísmo que faltaban por completo en su medio ambiente

pagano.

Cornelio no sólo aceptaba la fe judía de forma externa, sino que se entregaba a la oración

privada, especialmente a la sagrada “hora novena” (Hechos 10:3), la hora del sacrificio

vespertino u holocausto en el altar del Templo, cuando también se quemaba incienso en el

altar de oro delante del velo (Véase Lucas 1:8-13). Siendo rico, podía y quería

desprenderse de los suyo en bien de los pobres, pensando especialmente en los de Israel, lo

que le había dado su buena fama por toda la nación (Hechos 10:2 y 10:22). De modo que,

aunque gentil, Cornelio creía en el Dios Verdadero; únicamente le faltaba reconocer a Jesús

de Nazaret como el Mesías prometido de Israel y Salvador del Mundo. De ahí el énfasis

puesto por Pedro en el ministerio terrenal de Jesús (Véase Hechos 10:34-43).

Tras predicar Pedro su mensaje mesiánico, el Espíritu Santo testifica de la verdad a Cornelio

a través de una manifestación sobrenatural (Hechos 10:44-46), por lo que tampoco podía

dudar de su existencia y divinidad. Es en ese momento cuando Pedro da la orden de

bautizarlos en el Nombre de Jesucristo como reconocimiento de la aceptación, por parte de

Cornelio y los suyos, de Jesús como Mesías (Hechos 10:47-48) pero, al igual que ocurrió

con los judíos en el día de Pentecostés, es de suponer que los discípulos, al bautizarlos en

agua, usarían la fórmula que Jesús les había dado hacía pocos días, en la que se incluía el

nombre del Hijo en el mismo nivel con el Padre y el Espíritu Santo.

Esta interpretación del texto bíblico no es una simple opinión doctrinal, es corroborada por

registros históricos provenientes de los primeros cristianos. Si en verdad los apóstoles

bautizaban solamente en el nombre de Jesús, ciertamente habría prueba documental que lo

afirmara. Pero, ¿Qué nos dicen al respecto los escritos de los primeros cristianos?1

En el Didajé un libro muy antiguo conocido también como La Enseñanza de los

Apóstoles, se dice:

“…Ahora, concerniente al bautismo, bautizad de esta manera: Después de dar enseñanza

en primer lugar de todas estas cosas, bautizad en el nombre del padre, del hijo y del

Espíritu Santo…”

1 Las citas de los “padres de la Iglesia” aquí mencionados son tomadas del libro Bautismo en el Nombre de Jesús, escrito por Alice E. Luce, pp. 9-12.

Page 16: El Bautismo

Dice también:

“… El obispo o presbítero debe bautizar de esta manera, conforme a lo que nos mandó el

Señor diciendo: ´Id y haced discípulos en todas las naciones, bautizándolos en el nombre

del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo´”.

Justino Mártir (165 d.C.) escribe:

“Son traídos [hablando de los nuevos conversos] a un lugar donde hay agua, y reciben de

nosotros el bautismo de agua, en el nombre del padre, Señor de todo el universo, y de

nuestro Señor Jesucristo y del Espíritu Santo”.

Tertuliano (196 d.C), Clemente de Alejandría (156 d.C.) y Basilio (326 d.C.) nos

dan el mismo testimonio. Basilio aclara aún más el asunto al decir:

“Nadie sea engañado ni suponga que porque los apóstoles frecuentemente omitan los

nombres del Padre y del Espíritu Santo en hacer mención del bautismo (no en la fórmula

cuando están bautizando) no sea importante invocar estos nombres”.

Es más, Cipriano (200 d. C), hablando sobre Hechos 2:38, dice:

“Pedro menciona aquí el nombre de Jesucristo, no para omitir el del Padre, sino para que

el Hijo no deje de ser unido al Padre. Finalmente, cuando después de la resurrección el

Señor envía a los apóstoles a las naciones, les manda que bauticen a los gentiles en el

nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”.

Ni la Biblia ni la historia respaldan realmente la doctrina del pentecostalismo unitario, ni en

su antitrinitarismo, ni en su alteración de la ordenanza bautismal. Al decir esto debemos

refutar el antitrinitarismo de muchos pentecostales, ya que esa es la razón de su desviación

doctrinal en lo que al bautismo se refiere.

He aquí varios puntos a considerar con los pentecostales unitarios y otras sectas que niegan

la existencia de la Trinidad:

1.- CRISTO MISMO AFIRMÓ LA EXISTENCIA DE LA TRINIDAD:

- Jesús habló del Padre y del Espíritu Santo como personas distintas a Él (Juan 14:16-

31). Incluso en los capítulos 15-15 de Juan continúa hablando del Padre y del Espíritu

Santo como entidades diferentes a Él.

- La oración intercesora de Cristo en Jun 17 carecería de sentido si Él y el Padre

fueran la misma persona.

- Desde las primeras palabras que tenemos de Jesús hasta los últimos encargos dados

a sus discípulos, habla de Dios Padre como otra persona distinta a Él (Lucas 2:49).

- Constantemente se refiere a sí mismo como enviado por el Padre (Juan 3:16-17;

3:34; 5:43; 6:38-39; 9:3-4; 12:49; 16:28 y 20:21).

- Jesús decía que las obras que Él hacía y las palabras que hablaba no eran suyas, sino

del Padre que lo había enviado (Juan 5:19; 5:30; 5:36; 6:38 y 7:16).

- Cristo menciona cosas, conocimientos y actividades que corresponden

definitivamente a uno y no al otro, con lo que mostraba que Él y el Padre eran dos

personas distintas. Por ejemplo: El Padre entrega el juicio al Hijo (Juan 5:22); el

Page 17: El Bautismo

Padre sabía el día de la venida futura del Hijo, pero el hijo no lo sabía (Marcos 13:32);

El Padre glorifica al Hijo (Juan 8:50 y 8:54); el Padre lo ama a Él y Él al Padre (Juan

3:35; 5:20; 10:17; 14:31; 17:23-24).

- Jesús habla de distinción de lugares entre Él y el padre, cosa que sería imposible si

se tratara de la misma persona (Juan 14:12; 14:28; 16:28; 20:17; Mateo 6:9).

2.- JESÚS ORABA AL PADRE:

Él se dedicaba a la oración, no sólo como ejemplo, sino para tener comunión con Su Padre y

recibir respuestas a sus peticiones (Marcos 1:35, Lucas 5:16, 6:12, 9:28, 11:1, 22:39-44;

Mateo 26:39; Juan 11:41-42, Juan 17, Hebreos 5:7).

3.- CRISTO, NUESTRO SUMO SACERDOTE, INTERCEDE ANTE EL PADRE:

Todo el sistema simbólico del sacerdocio hebreo pierde su significado si sólo existe Jesús.

La epístola a los Hebreos enseña que Jesús convirtió en realidad ese simbolismo al

presentarse a sí mismo en sacrificio ante Dios el Padre, donde intercede por nosotros

(Hebreos 4:14, 5:10, 6:20, 7:17, 8:6). Hebreos 7:25 nos enseña que él vive eternamente para

interceder por nosotros. Cristo es el Mediador entre Dios y los hombres (1 Timoteo 2:5; 1

Juan 2:1-2). Si Cristo y el Padre fueran la misma persona, ¿Ante quién intercede nuestro

Señor Jesucristo por nosotros?

4.- EL ÁNGEL GABRIEL MENCIONA LA TRINIDAD EN LA ANUNCIACIÓN:

Cuando el ángel Gabriel anunció a María la encarnación de Cristo, mencionó las tres

personas de la Trinidad (Lucas 1:35).

5.- LOS MIEMBROS DE LA TRINIDAD SE MANIFESTARON

SIMULTÁNEAMENTE:

- En su bautismo, Jesús salía del agua cuando el Espíritu Santo descendió como

paloma, y se oyó la voz el Padre desde el cielo (Mateo 3:16-17).

- En otras dos ocasiones (la visita de los griegos y la transfiguración) leemos que la

gente que estaba con Jesús oyó la voz del Padre (Juan 12:23-30; Mateo 17:1-5).

- Esteban lleno del Espíritu Santo, vio los cielos abiertos y a Jesucristo sentado a la

diestra de Dios (Hechos 7:55-56) ¿Cómo pudo Esteban ver a Jesús a la diestra del

Padre si Jesús mismo es el Padre?

6.- LOS APÓSTOLES CREÍAN EN LA TRINIDAD:

- Pedro, en la casa de Cornelio, enseñó la existencia de la Trinidad y la forma en que

ellos trabajan unidos por la salvación del hombre (Hechos 10: 38-42).

- Pablo enseñó que las tres personas de la Trinidad son reales y obran en unión para

nuestra salvación (Efesios 2:8-22).

- Todo el Nuevo Testamente enseña que la Trinidad es real, y que está formada por

tres personas distintas que trabajan en unión por salvar a la humanidad (Hebreos 9:14,

Romanos 1:1-4, 1 Pedro 1:2, 1 Juan 3:23-24).

- En los primeros versículos y en muchos de los últimos de casi todas las epístolas en

el Nuevo Testamento, hallamos referencia a Dios el Padre y a su Hijo Jesucristo. Típica

es la bendición apostólica que invoca la Trinidad (2 Corintios 13:14).

Page 18: El Bautismo

Finamente, la doctrina del pentecostalismo unitario le quita sentido a las Escrituras. La

hermosa oración de Juan 17 no tiene significado si el Padre es el mismo Jesucristo. Juan

3:16 pierde su sentido, pues ¿Quién sería el Hijo Unigénito? ¿Qué quiere decir Juan 1:1-2 y

1:14 cuando afirma que el verbo estaba con Dios, y era un Dios, y que era el unigénito del

Padre? Si Jesús es la única persona de la Deidad, ¿Qué significa Juan 1:18: “A Dios nadie le

vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, Él le ha dado a conocer”?

La promesa que Jesús hizo a sus discípulos de que les enviaría otro Consolador no era más

que un engaño si Él era el Espíritu Santo. ¿Y qué sucedió con su cuerpo resucitado? Los

ángeles indicaron que Jesús volvería tal como lo habían visto ir al cielo (Hechos 1:11). No

sucedió así cuando vino el Espíritu Santo; de modo que, o la Biblia es una colección de

errores y contradicciones absurdas, o la doctrina de dichos grupos pentecostales está

equivocada.

VI.- ¿QUIÉN TIENE LA AUTORIDAD PARA BAUTIZAR A OTROS? El bautismo en agua, como cualquier otra ordenanza del Evangelio, debe ser administrado

por una persona que posea la autoridad divina para hacerlo. De lo contrario, Dios no está

obligado a reconocer dicha ordenanza.

Al unísono, la Biblia nos testifica de la necesidad de tener autoridad divina para poder

administrar las ordenanzas del Evangelio y actuar en nombre de Dios:

Nadie, ni siquiera Cristo, el mismísimo Hijo de Dios, se atrevió a tomar para Sí una

autoridad que no le fuera conferida por Dios (Hebreos 5:4-10). Sólo quien ha sido

ordenado de la misma forma en que lo fue Aarón puede administrar las ordenanzas

del Evangelio, pero ¿Cómo recibió Aarón dicha autoridad sacerdotal? Por profecía e

imposición de manos de uno que ya poseía la autoridad del sacerdocio previamente

(Véase Éxodo 28:1-3, 29:4-7, 30:30 y 40:12-15).

Josué, hijo de Nun, fue llamado como líder del pueblo de Dios por profecía e

imposición de mano de uno que poseía la autoridad del sacerdocio (Números

27:18-23).

Cualquiera que ministra, predica o efectúa ordenanzas sin tener autoridad trabaja en

vano, ya que Dios no reconocerá como válido lo que Él no ha autorizado (Salmo

127:1). Es más, aquellos que se atrevan a predicar en Su nombre sin haber sido

debidamente ordenados, o que no cuenten con la autoridad divina, son considerados

falsos profetas y están bajo condenación (Jeremías 14:14-18, 23:32).

Jesucristo condenó la obra de aquellos que actúan como ministros del Evangelio sin

tener autoridad (Juan 10:1-10).

La Biblia registra severos castigos para aquellos que actúan en nombre de Dios sin

haber sido debidamente ordenados por Él ni contar con su autoridad:

Los falsos maestros y falsos profetas que enseñan al pueblo por ganancia

deshonesta sin tener la debida autoridad: 2 Pedro 2:1-3

Uza fue muerto por tocar el arca del pacto sin tener el sacerdocio, pese a su

buena voluntad y justas intenciones: 1 Crónicas 13:9-10

Saúl fue desechado por usurpar la autoridad del profeta de Dios sin haber

sido ordenado para ello: 1 Samuel 13:8-11 y 1 Samuel 15:22-35

Page 19: El Bautismo

El rey Uzías fue castigado por asumir una autoridad que no poseía y

pretender efectuar ordenanzas sin poseer el sacerdocio: 2 Crónicas 26:14-

20

Coré, Datán y Abiram fueron muertos por intentar tomar sobre sí una

autoridad que no poseían y rebelarse contra los verdaderos ungidos del

Señor: Números 16

Los hijos de Esceva fueron humillados por los mismos demonios al intentar

actuar en nombre de Dios sin tener el sacerdocio: Hechos 19:13-16).

Sólo quienes hayan sido ordenados y llamados por Dios, por profecía e imposición de manos,

pueden efectuar las ordenanzas del Evangelio. No hay otra manera. No es la autoridad de

una secta originada a partir de otra iglesia también falsa, ni estudios realizados en

universidades, institutos bíblicos o colegios de teología lo que nos da la autoridad para

predicar, enseñar o bautizar. Es la imposición de manos de un poseedor del sacerdocio lo

que nos concede la autoridad (Véase Hebreos 5:6-10; Marcos 3:14; Hechos 13:1-3,

14:23, 6:5-6, 19:6-7; 1 Timoteo 4:14, 2 Timoteo 1:6; Tito 1:5).

Nadie puede administrar las ordenanzas del Evangelio si no cuenta con la debida autoridad;

de lo contrario, dichas ordenanzas son inválidas. La pregunta sería: ¿Cuál es la única Iglesia

que cuenta con la autoridad del sacerdocio de Dios? Ciertamente, sólo en ella podríamos

recibir las ordenanzas del Evangelio y contar con la aprobación divina.

VII.- ¿POR QUÉ DEBEMOS BAUTIZARNOS DE NUEVO AL UNIRNOS A LA IGLESIA

DE JESUCRISTO DE LOS SANTOS DE LOS ÚLTIMOS DÍAS, SI YA FUIMOS

BAUTIZADOS ANTES EN OTRA IGLESIA? Contrario a lo que muchos piensan, el bautismo debe repetirse en caso de haber sido

efectuado de forma incorrecta. Como se vio anteriormente, el bautismo debe ser efectuado

por inmersión luego de manifestar fe en Cristo y arrepentimiento (lo cual excluye a los niños

pequeños y hace inválidos tanto el bautismo de bebés como el bautismo por aspersión);

asimismo, también debe repetirse si la persona que administra la ordenanza no posee la

debida autoridad para efectuarla.

Muchos, con base en Efesios 4:5, afirman que sólo pueden bautizarse una vez, aun cuando

dicha ordenanza haya sido efectuada de forma incorrecta. Dichas personas suelen

argumentar que, de repetirse el bautismo, se estaría incurriendo en un grave pecado contra

Dios, pues se manifestaría una enorme falta de respeto hacia Dios, hacia la iglesia o

denominación religiosa que lo bautizó, y hacia la ordenanza misma del bautismo, pero ¿Qué

nos enseña la Biblia? ¿Nos manda acaso bautizarnos de nuevo si la forma inicial en que

recibimos dicha ordenanza fue incorrecta?

En Hechos 19:1-7 leemos el caso de un grupo de discípulos que, habiendo sido bautizados

previamente, fueron rebautizados por Pablo. Esto se debió a que, aunque habían sido

bautizados ya, no habían recibido la ordenanza de la forma correcta. Muy probablemente

fueron bautizados por inmersión y en la edad adecuada, pero no por una persona que tenía

la autoridad, por lo que Pablo consideró conveniente para su salvación que ellos fueran

bautizados de nuevo e ingresaran, de esta forma, a la Iglesia verdadera de Jesucristo. Por lo

tanto, no es pecado ser bautizados de nuevo al ingresar a La Iglesia de Jesucristo de los

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Santos de los Últimos Días, ya que con ello reconocemos la validez de la misma como la

única iglesia verdadera; además, por ser la única iglesia verdadera, es también la única que

posee la autoridad para bautizar creyentes. Cualquier otro bautismo, en cualquier otra

iglesia o denominación religiosa, carece de reconocimiento divino a pesar de la sinceridad o

buena fe con que lo haya efectuado el ministro de la misma.

Efesios 4:5 sí nos habla de un solo bautismo válido, y ese es aquel que se recibe en la única

iglesia verdadera. Cualquier otro bautismo es inválido y la persona que lo reciba deberá ser

rebautizada de la forma correcta.