eficacia de las vías clínicas de cuidados integrados para adultos
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Enferm Clin. 2012;22(4):229-231 229
Best Practice
AntecedentesLas vías de cuidados integrados (VCI), también
llamadas entre otras formas vías clínicas, son
estrategias de gestión de los cuidados que
formalizan el trabajo de un equipo de profesio-
nales de la salud para articular sus funciones,
responsabilidades y actividades. Planifican y
coordinan las distintas secuencias de los pro-
cedimientos o acciones necesarios que se de-
ben realizar en un proceso del paciente, plan-
teándose conseguir en cada procedimiento «el
personal adecuado, realizando las tareas ade-
cuadas, en el orden adecuado, en el momento
adecuado, en el lugar adecuado y con el resul-
tado adecuado».
Implantadas por primera vez en el ámbito sani-
tario en los años ochenta en EE. UU., han expe-
rimentado una rápida diseminación. A pesar de
esto, aunque se les ha atribuido determinadas
ventajas, la evidencia disponible es variable
y en muchas ocasiones formulada a partir de
opiniones de expertos o a nivel teórico. La com-
prensión de sus ingredientes activos es escasa.
Es posible que no se pueda aportar evidencia
acerca de su eficacia en pacientes concretos,
independientemente del ámbito y los propósitos,
pero sí se puede aportar evidencia acerca de los
contextos y propósitos para los que son efecti-
vas y en cuáles no.
Realizar e implementar VCI es un proceso que
supone un coste que se debe tener en cuenta y
es necesario conocer en qué circunstancias es
rentable frente a otras alternativas.
ObjetivoEl objetivo de esta hoja informativa dirigida
a los profesionales del ámbito de los cuida-
dos de salud es presentar la mejor evidencia
disponible acerca de las circunstancias en las
que las VCI pueden ser una solución adecua-
da.
Características y recomendaciones de la hoja informativaBasándose en las VCI que cumplen con los re-
quisitos de la European Pathway Association
(EPA), la revisión incluyó ensayos clínicos de
alta calidad que incluían a adultos y población
infantil que acudían a centros o servicios, fun-
damentalmente del nivel secundario o terciario
de atención a procesos agudos, en los que se
utilizaban VCI.
Las recomendaciones que los revisores hacen a
la vista de los resultados son:
– Las VCI son más efectivas en aquellas situa-
ciones o trayectorias predecibles. En aquellos
casos en los que son relativamente predecibles,
pueden ser efectivas como apoyo a la gestión
proactiva y para asegurar que los pacientes
reciben las intervenciones más relevantes o
importantes, lo cual redunda en una mayor efi-
Eficacia de las vías clínicas de cuidados integrados para adultos y niños en centros de práctica clínica
Evidence Based Practice Information Sheets for Consumers
La versión completa
gratuita está disponible
electrónicamente en
castellano en: http://www.
isciii.es/htdocs/redes/
investen/Best_Practice.htm
http://connect.jbiconnectplus.
org/ y en inglés en: http://
www.joannabriggs.edu.au
Grados de Recomendación
Los siguientes grados de recomendación se derivan de los niveles de evidencia establecidos por el instituto Joanna Briggs en 2006 (http://www.joannabriggs.edu.au/About%20Us/JBI%20Approach/Grades%20of%20Recommendation
Grado A: Recomendación demostrada para su aplicación
Grado B: Recomendación moderada que sugiere que se considere su aplicación
Grado C: Recomendación no demostrada
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ciencia y menor aparición de efectos adversos
en los pacientes.
Sin embargo en procesos o con trayectorias
más variables, las VCI no serían la intervención
más efectiva.
– Las VCI son mecanismos eficaces para pro-
mover la adherencia a los protocolos y guías
de tratamiento, reduciendo la variabilidad de
la práctica en aquellos servicios en los que no
existe un hábito de implantar acciones basadas
en la evidencia. Cuando este tipo de equipos es-
tán bien establecidos y basan sus acciones en
la evidencia disponible, las VCI son menos efec-
tivas.
– Las VCI son más efectivas cuando se implan-
tan en determinados subgrupos de pacientes,
sobre todo cuando los procesos y trayectorias
son predecibles.
– Las VCI son mecanismos efectivos para mejo-
rar la descripción y documentación de las me-
tas relacionadas con el tratamiento, así como
las relacionadas con la comunicación con los
pacientes, cuidadores y profesionales. En el
caso de las VCI, la descripción y documentación
acerca de diagnóstico, pronóstico y seguimien-
to mejoraba. Y los acuerdos entre profesionales
sobre el tratamiento también mejoraban, siendo
las tasas de adherencia a las recomendaciones
basadas en la evidencia que establecía el ser-
vicio de urgencias, mayor. Lo mismo ocurría
cuando se trataba de la unidad de medicina ge-
neral.
Cuando los profesionales realmente se adherían
a las VCI, en el caso de niños asmáticos que
ingresaban en el departamento de urgencias,
se producía una mejora en los resultados rela-
cionados con el alta, con un menor número de
horas de estancia media, inferior número de vi-
sitas adicionales y un menor número de errores
de prescripción (disminución del 30%). A pesar
de que el número de contactos durante el pro-
ceso era superior.
La evidencia mostrada en esta revisión esta-
blece que las VCI pueden ser efectivas para
el cambio de conductas de los profesionales
sanitarios siempre que exista la posibilidad
de mejora o cuando las conductas sean nue-
vas, incluso aunque existiera experiencia pre-
via por parte de los profesionales en el uso de
VCI.
En ningún caso se llevó a cabo una evaluación
económica, por lo que no está claro si los cos-
tes de la implantación justifican los beneficios
observados.
ComentarioEn nuestro país, las vías clínicas aparecen al
principio de los años noventa para dar respuesta
a la optimización de la eficiencia.
Las vías de cuidados integrados se justifican por
ser una posible solución a la variabilidad exis-
tente en la práctica clínica al establecer la se-
cuencia de actividades, duraciones de cada una
de ellas y reparto de responsabilidades entre
los diferentes implicados en la atención a una
patología específica. De esta forma, se podría
mejorar el uso de recursos y maximizar la cali-
dad de la asistencia.
Habitualmente, las vías de cuidados integrados
se han aplicado a procesos frecuentes y de alto
coste, sobre todo en aquellos en los que exis-
tía variabilidad en la práctica. Algunos ejemplos
son las relacionadas con procesos quirúrgicos,
parto vaginal, etc.
Su posibilidad de generalización a otros pro-
cesos habituales es dudosa, debido a la varia-
bilidad existente en el curso clínico de estos
procesos1,2.
Allen et al3, en su revisión dirigida no solo a
conocer la efectividad de las VCI sino también
a conocer la mejor evidencia disponible de las
circunstancias en las que son la solución más
adecuada, encuentran resultados de interés3.
Su implantación es más efectiva, sobre todo
en aquellos procesos que presentan una me-
nor variabilidad de trayectorias clínicas o en
las más predecibles. Promueven la adherencia
a la evidencia y guías de práctica, reducien-
do la variabilidad de la práctica sobre todo
en equipos de profesionales que no tienen el
hábito de actuar basándose en la evidencia
disponible. Son mecanismos efectivos que
mejoran la descripción y la documentación de
las metas relacionadas con el tratamiento, así
como el acuerdo entre profesionales sobre el
mismo. Disminuyen las estancias hospitalarias
en determinados casos, así como los errores
de prescripción. Inciden en las conductas de
los profesionales, sobre todo en los casos en
los que existen márgenes de mejora o cuando
las conductas sean nuevas.
A partir de esta revisión sistemática, no existe
evidencia de que la implantación de VCI como
práctica sea rentable en términos económicos.
Y no se puede especificar si la efectividad ob-
servada se debe a cambios en la práctica o la
elaboración específica de las VCI debido a la
ausencia de especificación, en los distintos es-
tudios seleccionados, de los elementos activos
que las componen.
Algunas limitaciones de las VCI son las re-
lacionadas con el seguimiento de las pautas
marcadas. Allen et al observan que los casos
en los que el seguimiento se realiza adhirién-
dose a las actividades y pautas marcadas, la
efectividad es mayor que en el resto de ca-
sos. En este sentido, Rycrodt y Bick4 aportan
las experiencias de profesionales a partir de
estudios de metodología cualitativa. Las en-
fermeras que desarrollaban su práctica en
contextos en los que se aplicaban estrategias
estandarizadas de este tipo, las entendían
como una guía para la toma de decisiones
pero continuaban utilizando su juicio clínico.
Lo más común es que puedan ser utilizadas
de forma retrospectiva, a modo de lista de
comprobación que permita conocer la reali-
zación de las actividades previamente fijadas,
existiendo la probabilidad de que se cree una
mentalidad de «marcar casillas». La experien-
cia y la filosofía de cuidados aparecían liga-
das de manera importante a la formulación de
juicios y la toma de decisiones. Por lo tanto,
se necesita de un equilibrio entre la estanda-
rización de las actuaciones y la autonomía del
profesional. De hecho, la percepción de uti-
lidad que tenían los profesionales era mayor
cuando estas estrategias se dirigían a estu-
diantes o a recién graduados sin gran expe-
riencia.
Las VCI contemplan aspectos específicos del
cuidado dejando de lado otros aspectos de
importancia, como los relacionados con la
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información o la comunicación son los pa-
cientes y cuidadores.
Rycroft y Bick reconocen que la implanta-
ción de estrategias de estandarización de
la atención ha facilitado y apoyado la ex-
pansión de roles de las enfermeras. Así,
el uso de VCI ha tenido un efecto subesti-
mado pero potente sobre la identidad pro-
fesional, sus límites y cargas de trabajo.
Una propuesta realizada por la autora es
la de considerar el impacto de su uso por
parte de grupos específicos de clínicos en
su relación de trabajo con otros grupos de
clínicos. En este contexto, la experiencia
aportada por Rycroft y Bick difiere de la es-
tablecida por Allen et al acerca de la mejora
de la comunicación y documentación de las
metas de tratamiento. Para ellos, el efecto
de la introducción de VCI en los equipos de
trabajo estudiados fue en detrimento de las
relaciones entre profesionales en algunos
lugares de trabajo, promoviendo la existen-
cia de grupos de profesionales defendiendo
su práctica profesional y poniendo en duda
el papel de las VCI cuando otros profesiona-
les hacían críticas de sus cuidados.
Es necesario continuar el estudio de la ela-
boración e implantación de estrategias de
cuidados estandarizadas que permitan cono-
cer estos aspectos en debate.
Carlos J. Bermejo CajaEnfermero de apoyo técnico a Centros de Salud, Unidad de
Apoyo Técnico, Gerencia Adjunta de Planificación y Procesos, Gerencia de Atención Primaria, Comunidad de Madrid,
Madrid, EspañaCorreo electrónico: [email protected]
Bibliografía1. Carrasco G, Ferrer J. Las guías clínicas basadas en la evidencia como estrategia para la mejora de la calidad: metodología, venta-jas y limitaciones. Rev Calidad Asistencial 2001;16:199-207.2. Bonafont X, Casasín T. Protocolos terapéuticos y vías clíni-cas. Farmacia Hospitalaria. 3.ª ed. Tomo I. Madrid: Fundación Española de Farmacia Hospitalaria; 2002. p. 81-100.3. Allen D, Gillen E, Rixson L. A systematic review of the effectiveness of integrated care pathways: what works, for whom, in which circumstances? Int J of Evid Based Healthc. 1999;7:61-74.4. Rycroft J, Bick D. Standardising care using integrated care pathways: if they seem like a solution, did we ask the right questions? Int J Evid Based Healthc. 2009;7:59-60.
THE JOANNA BRIGGS INSTITUTERoyal Adelaide Hospital. North Terrace. Adelaide.
South Australia 5000.
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