eduardo correa maestros

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Difícil, la liga entre maestros y guerrilla SECCIÓN:PORTADA, REPORTEROS FECHA:11 ENERO, 2014 0 http://www.siempre.com.mx/2014/01/dificil-la-liga-entre- maestros-y-guerrilla/ Entrevista a Eduardo Correa Senior/Profesor de la UACM Antonio Cerda Ardura A pesar de que esta semana el periódico Milenio reveló diagnósticos oficiales sobre una supuesta asesoría de grupos guerrilleros al movimiento magisterial y a las policías comunitarias de Guerrero, la relación insurgencia- mentores parece improbable, asegura a Siempre! el profesor investigador del Programa de Promoción y Defensa de los Derechos Humanos de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM), Eduardo Correa Senior. El especialista indica que, en sus expresiones más sentidas, el movimiento magisterial se ha manifestado como esencialmente pacífico, por lo que, “de buenas a primeras”, resulta difícil presagiar que se vaya a convertir en una guerrilla. Eduardo Correa descarta también que el surgimiento de grupos armados se deba al regreso del PRI al poder. Sin embargo, advierte que lo que está propiciando condiciones para estallidos sociales en México es el despojo de tierras que se está dando en el medio rural para favorecer las concesiones a compañías extranjeras o nacionales que explotan los recursos mexicanos. La permanencia del modelo neoliberal y del Tratado de Libre Comercio (TLC), dice, provoca el desplazamiento poblacional y que las comunidades comiencen a armarse, tal como ocurre en Michoacán y Guerrero. Despojo territorial

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Page 1: Eduardo Correa Maestros

Difícil, la liga entre maestros y guerrillaSECCIÓN:PORTADA, REPORTEROS FECHA:11 ENERO, 2014 

0 http://www.siempre.com.mx/2014/01/dificil-la-liga-entre-maestros-y-guerrilla/

Entrevista a Eduardo Correa Senior/Profesor de la UACMAntonio Cerda ArduraA pesar de que esta semana el periódico Milenio reveló diagnósticos oficiales sobre una supuesta asesoría de grupos guerrilleros al movimiento magisterial y a las policías comunitarias de Guerrero, la relación insurgencia-mentores parece improbable, asegura a Siempre! el profesor investigador del Programa de Promoción y Defensa de los Derechos Humanos de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM), Eduardo Correa Senior.El especialista indica que, en sus expresiones más sentidas, el movimiento magisterial se ha manifestado como esencialmente pacífico, por lo que, “de buenas a primeras”, resulta difícil presagiar que se vaya a convertir en una guerrilla.Eduardo Correa descarta también que el surgimiento de grupos armados se deba al regreso del PRI al poder. Sin embargo, advierte que lo que está propiciando condiciones para estallidos sociales en México es el despojo de tierras que se está dando en el medio rural para favorecer las concesiones a compañías extranjeras o nacionales que explotan los recursos mexicanos.La permanencia del modelo neoliberal y del Tratado de Libre Comercio (TLC), dice, provoca el desplazamiento poblacional y que las comunidades comiencen a armarse, tal como ocurre en Michoacán y Guerrero.Despojo territorialDurante la antigua época del PRI en el poder, México experimentó una constante presencia guerrillera. Las últimas guerrillas que surgieron en aquel periodo fueron el ELZN, el EPR y el ERPI. Apenas en noviembre aparecieron, en Veracruz, el Ejército Revolucionario Popular Zapatista (EPRZ), y, en diciembre, en Guerrero, las Fuerzas Armadas Revolucionarias-Liberación del Pueblo (FAR-LP). ¿Ahora que ha vuelto el PRI al poder, hay posibilidades de un resurgimiento de esos grupos?No creo que los movimientos guerrilleros estén ligados exclusivamente a una respuesta político-militar contra el PRI. Es algo mucho más histórico y más profundo. Por supuesto, que el TLC significa la presencia de una condición de carácter imperialista, colonialista para ser más preciso, que genera escenarios para la germinación de estos grupos. Pero si uno se pone a mirar lo que ocurre alrededor de la guerra contra las drogas, descubre que hay una afectación a los sectores popular, campesino, e indígena en particular, porque lo que se está dando, literalmente, es una toma territorial para la explotación de la minería a cielo abierto y el otorgamiento de concesiones a las mineras canadienses e,

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incluso, nacionales. Es decir: se está despojando a indígenas y campesinos de sus territorios y, por ende, de sus medios de subsistencia, porque la minería está golpeando de manera muy directa, por ejemplo, los recursos acuíferos, lo que merma las posibilidades de supervivencia de las comunidades. Esas concesiones se están dando a precios absolutamente ridículos y, en algunos casos, las compañías terminan pagando 120 dólares por cientos de hectáreas. El efecto que produce esto es una situación de despojo, que obliga al desplazamiento.El caso de Colombia es un parangón histórico muy importante: allá se entregó cerca de la tercera parte del territorio en concesiones para la explotación minera, ya sea de oro, plata y carbón. Enormes extensiones de tierras se destinaron también a las plantaciones de la palma africana. Esto se hizo a partir del despojo territorial y el efecto que generó fue una situación de guerra. En Colombia existen actualmente 5 millones de personas desplazadas de sus tierras por esa razón. En un principio, nosotros, los colombianos —porque yo soy colombiano de origen, pero ahora soy mexicano— pensamos que vivíamos una situación de guerra entre los paramilitares y la guerrilla. Pero a medida que observábamos el proceso, caímos en la cuenta de que se trató en realidad de una guerra contra los campesinos y las poblaciones indígenas, la cual los obligó a huir hacia las ciudades. Hoy esos territorios están ocupados por la minería.En el caso de México está ocurriendo algo muy parecido. Desde las ciudades no alcanzamos a visualizar qué es lo que está pasando realmente en provincia. Simplemente percibimos que están matando a la gente, que la están desplazando y que la están aterrorizando. Pero ocurren dos fenómenos concomitantes: por una parte, el desplazamiento poblacional, y, por otra, que las poblaciones comienzan a armarse, tal como lo estamos viendo en Michoacán y Guerrero.En apariencia, se presenta como una lucha social contra la delincuencia.La lucha se presenta como si fuera una guerra entre las policías comunitarias y los grupos del narcotráfico, que en el pasado se les conoció como Los Chinchulines, pero que en el presente se llaman Los Caballeros Templarios. Sin embargo, finalmente están respondiendo a una fuerza paramilitar que está siendo financiada por el narcotráfico, el cual es comprado por los Estados Unidos. Esa nación y sus agencias de inteligencia favorecen y colaboran con todo este movimiento del narcotráfico, y, a la vez, están financiando toda la logística militar y de entrega de armas. Es decir, están tanto con lo oficial, como con los grupos paramilitares que se vienen conformando. Así que no es extraño que frente a esa situación de coloniaje violento que se vive en los territorios rurales de México, la gente comience a armarse y a formar otra vez guerrillas. Aunque, repito: no creo que esa aparición de movimientos guerrilleros, que se van a fortalecer indudablemente, obedezca exclusivamente a la presencia del PRI en el gobierno. Creo más bien que responde al desarrollo y al desenvolvimiento profundo del TLC, que permite, por una parte, la compra-venta de terreno rural, cosa que no ocurría en periodos previos, y, por otra, favorece de manera muy especial a la actividad minera, la cual puede darse el lujo no sólo de comprar terrenos donde quiera y cuando quiera, sino de obtener concesiones sobre lo que hay en el subsuelo, sin considerar lo que existe en la

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superficie.ContrarrevoluciónEn este panorama, un movimiento muy visible contra el gobierno, el cual toma como pretexto no sólo la reforma educativa, sino las reformas petrolera, política y fiscal, es el de los maestros. ¿Ve posible o cierta esa vinculación o confluencia que se ha denunciado de guerrillas y maestros? ¿Es producto directo de eso que usted señala?En parte ese movimiento sí es producto del proyecto neoliberal. El neoliberalismo en el terreno de lo laboral está restringiendo, de manera abierta y clara, el sindicalismo. Hay que recordar lo que hicieron los gobiernos de Ronald Reagan y Margaret Thatcher, en Estados Unidos y el Reino Unido, respectivamente. En su momento, ambos golpearon de una manera descarnada los procesos sindicales más importantes de sus países. Y la lógica es el abaratamiento de la fuerza de trabajo. Debemos tener presente que una parte del pago a los trabajadores es lo que se conoce como el estado de bienestar, o el aseguramiento de un segundo gran salario, que se recibe en forma de educación, servicios sociales diversos y de salud. Todo eso fue duramente golpeado por Thatcher y Reagan, dando comienzo al neoliberalismo, y eso significó el derrumbe de los procesos sindicales. Si pensamos que el sindicalismo más grande de América Latina lo tienen hoy los maestros en México y de lo que se trata es de golpear ese proceso y desarrollo sindical, lo primero con lo que se inicia entonces no es con una reforma educativa, hay que llamarla por su nombre: se trata, básicamente, de una reforma laboral en contra de los logros de los maestros durante los últimos cincuenta o más años. De hecho, esos logros fueron el resultado de la misma Revolución Mexicana, pero ésta contrarrevolución que está ocurriendo produce, por supuesto, toda clase de animosidad.Sin embargo, yo creo que no hay que ligar de manera automática a la guerrilla con los maestros, que, hasta el momento, en sus expresiones más sentidas, han manifestado que el suyo es un movimiento esencialmente pacífico. Por eso, de buenas a primeras resulta muy difícil decir que se trata de una protesta que va encaminada a convertirse en una guerrilla. Riesgo de estallidos sociales¿Con este panorama de violencia, protesta y de crispación social que vive México, visualiza que se esté perfilando un estallido social o algo parecido?Creo, sí, que se están creando condiciones para estallidos sociales. Si buscamos una zona de mayor o posible confrontación, la podemos ubicar, por ejemplo, en el Istmo de Tehuantepec. A los campesinos de Oaxaca se les han venido montando todas esas torres de producción de energía eólica para la generación de electricidad. En un principio, se hicieron sobre la base de que ellos iban a poder seguir cultivando esos terrenos y que, de manera adicional a la posibilidad de mantener su ganadería sobre esos territorios, iban a tener una ganancia adicional con el montaje de las torres eólicas. La verdad es que ésa terminó convirtiéndose en una zona de despojo. Hoy, a esos campesinos no se les permite entrar, de ninguna manera, a las tierras que les pertenecen. ¡Ellos

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nunca vendieron esos terrenos! Simplemente dieron en arrendamiento el derecho a que se produjera energía eléctrica y, sin embargo, fueron despojaron por completo. Ellos han tratado de negociar con los gobiernos estatal y federal. En los procesos de arrendamiento, han tratado también de plantear otras formas de pago y de negociación con las concesionarias eléctricas, particularmente las españolas, que son las que están manejando eso, y no han logrado absolutamente nada. Así que lo que tenemos ahí es una situación de desafío y de reto mayor. Hay que pensar que, a final de cuentas, los indígenas tienen formas organizativas muy antiguas, milenarias, que siguen estando presentes. Entonces, no sería de extrañar que de pronto comiencen a ocurrir estallidos sociales en esos territorios en los que ellos han sido despojados de sus tierras, aguas y sus formas de supervivencia.¿Entonces, finalmente, toda esta crispación se la debemos al modelo económico?¡Por supuesto! En última instancia, es el modelo económico el que está generando una enorme crispación. Lo que es muy sorprendente en el gobierno de Enrique Peña Nieto es que, a pesar de que se observa esa situación de crispación, haya hecho la reforma laboral, educativa y energética. Los gobiernos panistas querrían haberla hecho, pero no se sintieron con capacidad de hacerla dado el grado de violencia que está viviendo el país y la forma en que se ha debilitado el Estado mexicano en todo este lapso del TLC. Por la manera en que se ha entregado a las grandes corporaciones internacionales, y, directamente, al gobierno de Estados Unidos, lo que significa un proceso literal de pérdida de poder, el Estado mexicano está debilitado. Y también lo está por el hecho de estar perdiendo base social.

Hay que recordar que el viejo PRI tenía enormes construcciones y bases sociales. Eso se vino perdiendo, de manera muy acelerada, durante estos últimos veinte años y, por supuesto, tal cosa la pudieron medir y sentir los gobiernos panistas. A pesar de esa situación y, como usted señala, de la crispación social, el actual gobierno continúa con los desarrollos del proyecto neoliberal, sin contemplar esas condiciones de debilitamiento del Estado mexicano.