edición especial "el chávez que yo conocí"

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Domingo 17 de Marzo de 2013 EDICIÓN ESPECIAL

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Edición Especial "El Chávez que yo conocí"

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  • Domingo 17 de Marzo de 2013

    E D I C I N E S P E C I A L

  • Domingo 17 de Marzo de 20132 E D I C I N E S P E C I A L

    bamos de regreso a Caracas ya no re-cuerdo de dnde, en esos das de cam-paa cuando los lugares se empataban unos con otros, das intensos que viva yo cinematogrcamente, tratando de grabar para siempre cada imagen, cada cara, cada palabra, cada silencio.

    bamos en la caravana presidencial hermanados en el acostumbrado atapuza-miento de la camionetica que nos llevaba. Cmaras, trpodes, mochilas, reposaban sobre nuestros cuerpos que en algn mo-mento pediran reposo, despus de la victo-ria, porque reposar entonces era rendirse. Era de noche y habamos trabajado duro, habamos vivido intensamente otro da de campaa junto a un hombre infatigable, in-vencible. Pensbamos que la noche nos da-ra una pequea tregua, un rato de sueo para poder seguir soando.

    Estbamos ya a pocos metros de Mirao-res cuando cambi la sea: Al museo. Va-mos al museo. Se preguntaban mis com-paeros qu bamos a hacer a esa hora en el Museo Militar. Yo les dije que crea que no se trataba de ese museo, les confes mi sospecha asombrada: Creo que vamos a la plaza de los Museos, a la Ruta Nocturna, a la esta donde est esa muchachera esperan-do el lanzamiento del satlite Miranda.

    Nuestras pilas a punto de caducar por el da ahora nuevamente recargadas, alertas,

    esperando lo imposible, como es costumbre cuando uno anda por ah con mi Presi, el Comandante de los sueos.

    Se detuvo la caravana, saltamos fuera de la camionetica que nos llevaba, todos a la vez por una sola puerta. Corrimos. Yo ya haba aprendido a correr como una cam-peona siguiendo los pasos de mi Presi.

    Llegu casi sin aire a la esquina de Unearte, llegu casi de primera, medalla de plata, creo. Lo vi ah parado, sonriendo, junto a uno de sus escoltas. Chvez en una esquina, tranquilo, como alguna vez le que aoraba hacer Fidel. Como alguna vez dijo aorar mi Presi.

    La gente que pasaba no crea lo que esta-ba viendo, y por no creerlo, lo dejaron tran-quilo por unos breves segundos, no ms. Una muchacha me toc el hombro y vi sus ojos que pedan que la pellizcara, que eso no poda ser un sueo.

    Ese es el Presidente? me pregunt. Umj! respond en voz bajita tratando

    de no responderle, tratando de preservar ese momento para mi Presi.

    No vali de nada. La duda se hizo certe-za y luego avalancha. Como yo estaba cer-quita qued atrapada, felizmente, en medio de ella. Qued en en crculo inmediato que rodeaba a mi Presi, qued con los que sera-mos aplastados intentando que no lo aplas-taran, qued en un sitio con vista a su co-

    gote, lugar privilegiado para quien quera vivir esta historia de cerquita para luego contarla.

    Empez la empujadera. Sent lo que es no poder caminar con mis pasos. Aprend a no luchar y dejarme llevar por los pasos de la multitud que nos llevaba. Subimos y bajamos escalones a ciegas. Por momentos, muchos momentos, mis pies no tocaban el suelo. La alegra y la sorpresa de los mu-chachos me hizo levitar a empujones que queran ser abrazos.

    Era una locura, nos estaban aplastando, iban a aplastar a mi Presi de tanto amor. Todos quera tocarlo, miles de manos que-ran sentir el contacto de un solo hombre. Una muchacha gritaba detrs de mi mien-tras me tironeaba de la camisa: Qutate que quiero tocarlo!, y yo que no poda qui-tarme: estaba cuidando a mi Presi de la eu-foria desatada, estaba cuidando a la mucha-cha de quedarse sin aire como yo me estaba quedando. Us mi mejor arma y le di uno, dos, tres piadosos culazos.

    Descubr que a culazos podamos hacer camino hasta el aire que necesitbamos y al son de la msica, a culazos fuimos avan-zando. Entonces me venci la multitud y qued fuera recuperando el aliento con mi mirada ja en el cogote de mi Presi mien-tras se alejaba.

    Me qued junto a los muchachos que aplaudan emocionados creyendo por n ese episodio increble que estbamos vi-viendo. Vi a mi Presi perderse entre la mu-chachada. Cuando no lo vi ms quise des-cansar un poco. Pens que ya iba rumbo a Miraores.

    Pens mal. Desde la tarima anunci Ale-jandra Benitez que el Presidente estaba to-mando un poquito de aire y que en breve estara all con nosotros. Dios mo!, yo tengo que estar all con mi Presi y estoy aqu! Empec a abrirme paso como pude, y pude. Llegu hasta las puertas cerra-das del museo. Ped que me dejaran pasar pero no me dejaban. Ped, ped, grit, gri-t, grit...entr.

    Como en una pelcula, se abri la puerta y me vi en el museo de noche, casi vaco. Ah, sudada, desgreada, llena de barro de pies a cabeza, con los lentes choretos, jadeante, ah parada en medio me encontr mi Presi:

    Mi Carola, qu te pas? me dijo, aguan-tando la risa.

    Te estaba cuidando le contest. Te cui-d a culazos, mi Presi. Pum, pum! Culazo por aqu, culazo por all

    Me mir con los ojos chiquitos y bri-llantes de gozadera y solt una carcajada. Bueno, la verdad es que tienes con qu. Me abrazo.

    T esta loca, chica, t ests loca. Loco eres t, mi Presi lindo! le dije,

    loca de amor y l ri ms todava y me es-truj con un abraz.

    Vamos, pues! nos dijo, y salimos. Sal del abrazo dulce. Lo vi subir a la tarima, vi a los muchachos celebrando. Lo vi regresar a casa mientras yo me quedaba ah turule-ta, con una inevitable sonrisa acalambrn-dome los cachetes.

    Ah va mi loco lindo. El loco que se atre-vi a soar, que se atrevi a hacer posibles los grandes sueos de todos y que, aquella noche improbable, se atrevi a hacer posi-ble su sueo de normalidad cotidiana de volver a ser un ratico, aunque fuera un bre-ve ratico, Hugo parado en una esquina.

    Hugo en una esquina

    Carola Chvez (escritora-humorista)

  • Domingo 17 de Marzo de 2013 3E D I C I N E S P E C I A L

    Al Rodrguez Araque

    Lo ms resaltante de la llegada de Hugo Chvez al poder es que se esta-bleci denitivamente un antes y un despus. Como lo ha dicho Fidel con mucha propiedad: El genio se sali de la botella y ya no hay nadie que pueda regresarlo.

    El genio es el pueblo que ha saboreado el ejercicio del poder, su capacidad para decidir, cada vez ms sobre sus propios asuntos, aun cuando esto es un proceso que apenas est en sus comienzos. Solo cuando los Consejos Comunales y las comunas es-tn plenamente asentadas en la geografa nacional y se articulen orgnicamente en todo el pas, podremos armar que hemos dejado atrs el modelo estatal que fue vacia-do en los moldes de la Cuarta Repblica y que, en mi opinin, es el mayor obstculo a vencer para poder avanzar con soltura ha-cia los grandes objetivos en los cuales tanto ha insistido el presidente Chvez y tanto reclaman los sectores ms conscientes de nuestro pueblo.

    Por eso he armado, y lo reitero, que el proceso socialista en Venezuela ser un hecho irreversible, cuando este cambio ocu-rra. Pero esto no es una cuestin formal de agrupar a la poblacin en asambleas para la toma de decisiones. Es, s, un paso muy importante, pero no suciente. Todo depen-de del grado de conciencia democrtica del pueblo organizado en las bases. Como sera un gravsimo error idealizar estos procesos no olvidemos que los conictos por el poder siempre estn presentes y que, en Venezue-la, la presencia de la renta incorpora, mu-cha veces, disputas por su distribucin, se requiere una fuerte presencia de control, en todos los rdenes, por la base popular orga-nizada y su permanente ejercicio del poder de decisin. Y esto lleva tiempo, perseveran-cia, paciencia y mucho trabajo para lograrlo a plenitud, pues comprende, adems, resol-ver el problema de la participacin popular organizada en el proceso productivo.

    Lo repito, no hay que olvidar aquella mxima de que son las condiciones ma-teriales de existencia las que determinan la conciencia social y no al revs, an cuando la explicacin, la educacin popu-lar, contribuya a la formacin de una con-ciencia en el pueblo. En nuestro caso, basta con detenerse a pensar un momento en lo que se requiere para ir sustituyendo una conciencia donde predomina el reparto de renta por una conciencia del trabajo y el es-fuerzo productivo, que es lo mismo.

    Como me preguntas por la trascendencia de Chvez en el poder, quizs lo ms impor-tante entre tantos logros, como el restable-cimiento de la independencia y la sobera-na en la toma de las decisiones polticas del pas, es que ese proceso de cambios cualita-tivos en el ejercicio del poder, todava con muchas imperfecciones, ya ha comenzado. La tarea es avanzar, avanzar, avanzar, en esa direccin, aun con todas las dicultades que haya que vencer. En la medida en que las bases adquieran an mayor conciencia y esta se transforme en organizacin viva, activa y ecaz, este proceso cobrar una fuerza indetenible e irreversible.

    Cualquiera puede preguntarse si el pue-blo venezolano estara dispuesto a aceptar impasible que le arrebataran sus conquis-tas, no solo en lo que se reere a la mejo-ra notable en sus condiciones de vida, de salud, de educacin, de alimentacin, sino esa conquista de participar activamente en las decisiones y criticar abiertamente a sus dirigentes, sin que por ello sean repri-midos. Se ha llegado a tal grado de demo-cratizacin que en la Constitucin Boliva-riana se consagr el derecho revocatorio de los cargos de eleccin popular; cada vez que el pueblo decida que sus mandatarios no estn cumpliendo con el mandato otor-gado por el voto, recoge una cantidad de rmas y pide la convocatoria de refern-dum. Ya la oposicin lo hizo para revocar el Gobierno de Chvez, pero perdi. El pueblo ratic su mandato en el Coman-dante. Dime en qu pas que se diga demo-

    crtico existe este derecho consagrado en su Carta Magna.

    Los primeros avances en el desarrollo del Poder Comunal indican que, en la me-dida en que ese proceso denitorio de un sistema socialista, avance, esta Revolucin se ir haciendo cada da ms irreversible, hecho que todava no se puede dar por rea-lizado. El nico que puede hacerlo es el pueblo consciente y organizado ejerciendo la plenitud del poder. Por ello creo que esta es la ms grande apuesta que ha hecho este proceso y que, en su xito o fracaso, se juega la suerte del socialismo venezolano.

    En la sociologa poltica existe el trmino de ruptura del clima. La toma de Pars por los revolucionarios de la Comuna fue una ruptura de ese tipo, aun cuando fue-ra derrotada. La insurreccin popular de Mosc en 1905, pese a ser derrotada, abri el camino para la triunfante de 1917. La de-rrota de la Primera Repblica en Venezuela abri el rumbo para el proceso de Indepen-dencia de Amrica. El 26 de Julio en Cuba abri la brecha para todo lo que ha ocurri-do despus. Y es exactamente lo que ocu-rri en Venezuela con el 4 de Febrero, fue el gran catalizador del haz de contradicciones que cada da se hacan ms crticas en la so-ciedad venezolana. De ello ya existen para estos tiempos sobradas evidencias.

    Fue un factor determinante en el triunfo electoral de Chvez, en su liderazgo y, una vez en el ejercicio del poder, la realizacin consecuente y sin vacilaciones de las trans-formaciones planteadas.

    Resumiendo podra decir que la tras-cendencia de Chvez radica en: haber re-tomado por la raz el verdadero ideal boli-variano y haberlo llevado de manera muy pedaggica a la gran masa de venezolanos y latinoamericanos; haber asumido las banderas del socialismo cuando muchos ya lo daban por muerto; haber planteado una ntida poltica antiimperialista y, por tanto, de defensa intransigente de nuestra independencia y de nuestra autonoma para tomar nuestras propias decisiones sin aceptar interferencia externa alguna, de all su decisin, desde un comienzo, de estrechar las relaciones con Cuba revolu-cionaria y con Fidel, rompiendo en parte el bloqueo criminal contra el pueblo cu-bano; su profunda conviccin en la nece-sidad de la unin de Nuestra Amrica, de la cual ha sido un apasionado propulsor; haber roto la dicotoma entre la Fuerza Armada y el pueblo que se miraban mu-tuamente como factores extraos y mu-chas veces contradictorios; y lo ltimo en orden, pero de ninguna manera en impor-tancia, haber despertado la esperanza en las grandes masas de que otro mundo es posible, de haber creado las condiciones para que, progresivamente, se eduquen en el ejercicio del poder para que este sea verdaderamente democrtico. Hoy la con-ciencia del pueblo venezolano lo ha colo-cado en tal posicin que aquel que quiera arrebatarle los derechos conquistados se va a encontrar con una resistencia nunca vista. Y me atrevo a decir que esto va ms all de nuestras fronteras.

    Palabras de Al Rodrguez Araque, secretario general de la Unasur, tomadas del libro Antes de que se olvide:

    Conversaciones con Rosa Miriam Elizalde. Editora Poltica. 2012. Pp 161-163

    Hoy la conciencia del pueblo venezolano lo ha colocado en tal posicin que aquel que quiera arrebatarle los derechos conquistados se va a encontrar con una resistencia nunca vista

    Un antes y un despus de Chvez

  • Domingo 17 de Marzo de 20134 E D I C I N E S P E C I A L

    En un da que hoy lamento no precisar, creo era 1995 o 1996, haba una con-centracin considerable de personas frente al Samn de Gere en la Intercomu-nal Turmero-Maracay. Por curiosidad par el carro y me baj a ver qu suceda. No tard mucho en saber por qu tanta algara-ba. Estaba all, conversando y atendiendo preguntas y abrazos de mujeres, hombres, abuelas, abuelos, jvenes y nios. Era el Comandante Chvez. Si puedo denir qu sent en ese momento, solo recuerdo que irradiaba una enorme energa que regala-ba ternura a quienes le rodeaban. Esa fue la primera vez que lo vi personalmente.

    Mi historia con el Comandante, debo con-fesarlo, ha sido uno de esos raros privilegios que tiene un hombre en la vida. Cuando comenc a escribir La Hojilla en Aporrea, jams imagin que el Comandante pudiera leer esa rfaga de emociones que escriba de lunes a viernes descargando a los medios privados. Eran tiempos previos al Referen-do Revocatorio. Estaba desempleado y tena tiempo suciente para escribir artculos, cuentos y dibujar algunas caricaturas. Mi querido y recordado camarada Giandom-nico Pulitti me haba publicado una reco-pilacin de cuentos prologados por Roberto

    Malaver. La venta de estos libros me permi-tira llevar algo de comer a mis hijos y, por accidente, terminara saliendo al aire en junio de 2004 por VTV con los compaeros Nstor Francia y Eileen Padrn.

    En el cierre de campaa para el Referen-do Revocatorio, antes del 15 de agosto de 2004, nos invitaron a subir a la tarima por-que el Comandante nos quera conocer. Ese da, cuando haca su entrada, nos abraz a los tres y con una conanza absoluta en sus ojos nos asegur que los fascistas seran derrotados de manera aplastante. Esa fue la segunda vez que lo vi y, de nuevo, ahora con ms fuerza, volv a percibir la enorme energa que irradiaba y esa inmensa ternu-ra que nunca le abandon.

    Tuve la suerte de hablar con l en varias oportunidades de lo humano y un poco ms ac de lo divino. Su enseanza, su pedago-ga, su humor, su estricta disciplina en el trabajo, su inmensa comprensin ante nues-tras carencias ideolgicas y ese innato sen-tido de la estrategia me marcaron profun-damente. Sin embargo, ms all del Chvez biogrco o anecdtico, est el hombre que se creci ms all de lo humano a niveles tan profundamente crsticos que poco me importa ahora quin pueda criticarme o acusarme de hereje. Detrs del Chvez ale-gre, disciplinado, cantor, reexivo, poltico extraordinario, comunicador sin preceden-tes, herva la inmensa necesidad de hacer justicia a niveles de desesperado calvario.

    No fueron pocas las veces que presen-ci su preocupacin y extrema atencin a esos pequeos detalles que no logrbamos percibir en medio de las conmociones que provocaba su presencia; observaba, locali-zaba y perciba el sufrimiento de una per-sona con una capacidad que jams conoc en otro ser humano. Era tan natural en l la observacin de eventos imperceptibles, que lleg a desarrollar el don de captar la men-tira en esas pequeas porciones o signos del comportamiento humano que atrapaba en una frase o en un gesto. Sin embargo, hasta el regao a tiempo de un padre que espera recuperar a quien le menta, esgri-ma, amorosamente estricto, los argumen-tos necesarios para convencerlo de su error e, invariablemente, esos argumentos iban acompaados de explicaciones o razona-mientos aplastantes imposibles de rebatir.

    Tena una vitalidad extraordinaria para el trabajo. Uno de los hbitos que adquir en mi trabajo fue el cambio de horario para descansar. El Comandante Chvez traba-jaba hasta altas horas de la madrugada y no era extrao recibir una llamada suya a las dos o a las tres de la maana, porque quera ampliar alguna informacin que haba desarrollado durante el programa. Sus llamadas no eran peridicas, pero per-sonalmente decid, y hasta el da de hoy lo practico, dormir unas tres o cuatro horas diarias despus de las cinco de la maana.

    El silencio de la noche y la vitalidad que te transmitan sus discursos, sus explica-ciones tan detalladas y la enseanza que te iba dejando, eran materia de estudio diario. El dormir se me convirti en una prdida de tiempo. Chvez era el libro ne-cesario de consulta, incluso Chvez era la caja de pandora que retaba a la imagina-cin. Podas hacer mil anlisis sobre una situacin poltica, podas recrear mil esce-narios y nunca atinabas el resultado nal de sus decisiones. Siempre dije que era un estratega nato en el combate poltico. Era el ajedrecista perfecto. Poda manejar cincuenta jugadas probables adelante sin que el adversario lo percibiera. An hoy, sus ms enconados adversarios no han entendido quin era el Comandante Hugo Chvez y qu triste y vergonzoso es obser-varlos creerse victoriosos con su muerte. Despus de 21 aos, la oligarqua no ha en-tendido que este pas cambi.

    Hace cuatro aos, me llamaron a Valen-cia para comunicarme que mi madre haba entrado en coma. Haba ingresado en el CDI de Chuao por complicaciones respiratorias y su cuadro clnico era grave. A las diez de la noche, mi amigo el mdico cubano Nico-ls Rojas me particip que mi madre no so-brevivira y que solo era cuestin de horas para que falleciera. Media hora despus, el Comandante se comunic conmigo para darme aliento. Poco antes de las cinco de la maana del siguiente da, volvera a comu-nicarse conmigo para saber de mi madre y despus de fallecer, una hora despus, volvi a llamar para darme el psame. Re-cuerdo que me orden tomar unos das de descanso y yo le contest que estara traba-jando de nuevo el siguiente da. Mi madre nos haba pedido que la cremaran el mis-mo da en que falleciera y no haba mejor manera de mitigar el dolor que trabajando. Tres veces me llam para saber de mi ma-dre. Ese era Chvez, ese era mi Comandan-te. Dos das despus, de su puo y letra, re-cibira la carta ms hermosa de apoyo que jams haba recibido en mi vida.

    Dos cosas le agradezco a Chvez con todo mi corazn. La primera, habernos regala-do la oportunidad de sentir que la utopa es posible y que otro mundo es posible y, si bien es cierto que esa utopa ahora est en manos nuestras y estamos obligados a continuar su legado, tambin es cierto que su fortaleza ser reejo en nuestro pueblo para que no traicionemos ese legado.

    La segunda, es de carcter personal. Co-nocerlo a l y haber contado con su conan-za es sencillamente extraordinario. Pero, por su apoyo, haber tenido la oportunidad de conocer a mi comandante Fidel, solo atino a decir como el poeta Pablo Neruda: Coneso que he vivido.

    Finalmente: Quin es Chvez? Chvez es el tripn que juega metras en la calle, Chvez es el viento fresco del llano, Chvez es la liberacin de Amrica Latina, Chvez es el amor que sentimos por nuestro pue-blo y por los pueblos del mundo. Chvez es el caf que nos tomamos en la maana que nos anuncia un nuevo da, Chvez es Patria, es solidaridad, es humanidad, es la permanencia de la esperanza, es Bolvar, es el Che, es el llanto de un hombre al que le duele que el Comandante haya trascendido antes de tiempo. Chvez somos todos aun-que le duela a la oligarqua.

    Hasta la Victoria siempre, Comandante!

    Un poquito de mis recuerdos

    Mario Silva Garca (comunicador-moderador

    del programa La Hojilla)

  • Domingo 17 de Marzo de 2013 5E D I C I N E S P E C I A L

    Iba yo subiendo a pie por la avenida Pan-ten, en Caracas, a reunirme con mi hermano Ennio en el Foro Libertador, donde est la sede la Biblioteca Nacional. Era una tarde del mes de julio del ao 1994. Antes de llegar al Foro tom un caf en una panadera cercana y segu mi camino, sub las escaleras que conducen a la Biblio-teca y al llegar arriba me encontr con un grupo de personas en una pequea plaza donde ahora est una escultura del poeta Omar Khayyam. Entonces o que algunos de los all presentes decan: Oigan, ah el Panten est Hugo Chvez ahora!. El Pan-ten estaba cerca de ah, y decid ir a ver si poda conocerlo en persona. Camin hacia la plaza grande que est frente al Panten y lo vi rodeado de un grupo de personas. No pasaban de quince o veinte, y se turna-ban para preguntarle cosas. Vena Chvez de salir del Panten, donde se encontraba visitando la tumba del Libertador. Una mu-jer le pregunt a qu se deba su presencia all ese da, y l le respondi diciendo que deseaba tener siempre fresca la imagen de Bolvar, que eso le daba fuerzas para conti-nuar su lucha.

    Chvez haba sido puesto en libertad ha-ca pocos meses de la crcel de Yare, donde haba sido enviado por haber dirigido la rebelin del 4 de febrero de 1992, hecho del que asumi la responsabilidad de manera pblica. Durante los dos aos que Hugo Chvez haba pasado en prisin segua con-tando con buena parte del apoyo popular, popularidad que fue creciendo ms y ms a raz de la psima conduccin del gobierno que haba hecho Carlos Andrs Prez, cuyo momento crtico desemboc en El Caraca-zo, y a consecuencia de lo cual Rafael Cal-dera gan las elecciones al siguiente ao. El clamor popular para la libertad de Chvez

    fue entonces enorme, hasta lograr que du-rante el gobierno de Caldera este le indul-tara. Chvez comienza entonces a recorrer todo el pas.

    Pues bien, como vena diciendo, estba-mos en aquella plaza frente a Hugo Chvez, que en ese momento comienza a pronunciar unas encendidas palabras donde evoca el ideario bolivariano, recuerda las luchas li-beradoras de los pueblos por un lado, y por otro hace nfasis en la decadente realidad de aquellos das, en que el gobierno de Cal-dera fue incapaz de dar respuestas efectivas a los problemas de la gente; sus polticas siguieron siendo inecaces para detener la maquinaria de corrupcin, burocratismo, estatismo productivo, complicidades auto-mticas entre banqueros y empresarios que desangraron las arcas de la nacin. Nos dijo Chvez en aquel discurso a los all presen-tes que haca falta ir construyendo un nue-vo movimiento popular que aglutinara las fuerzas para un cambio radical en Venezue-la, un movimiento revolucionario. Nos habl del socialismo necesario y del papel que de-bamos asumir los venezolanos y venezola-nas para vencer los viejos esquemas de produccin, de organizacin social y de compromiso poltico. Tambin nos mencion la necesidad de salir de la dependencia econmica del imperialismo estado-unidense y europeo.

    A medida que sus pala-bras uan, ms gente se iba congregando ah, ms personas se iban acercan-do, hasta que se duplic su nmero; ahora haba unas cuarenta o cincuen-ta, no lo s bien, pero sus palabras llenas de convic-cin tenan inmenso poder y nos hacan re-exionar, estaban inspiradas en ideas muy elevadas y claras. Muchos all comenzamos a levantar los brazos y a entonar vivas, a gritar consignas por la nueva patria. Me qued impresionado por la efectividad de aquellas palabras, lo que estas lograban mover en la gente, la capacidad de conven-cimiento que posea y las acciones visibles que suscitaban. Fue aquella la primera vez que lo vi y o en persona.

    Lo otro fue su manera de relacionarse con la gente. Estableci una identicacin auto-mtica con esta. Lo que deca no solamente era verdad, sino que, adems, lo haca con un poder que implicaba de inmediato la de-terminacin de actuar, incitando a la rebe-lin, a una transformacin de fondo del es-tado de las cosas. Esa fue quiz la primera virtud que advert en l: pensamientos hi-lados y pronunciados con profunda persua-sin, palabras que despiertan movimientos profundos en el interior de nosotros.

    Tambin era dueo de un carisma indi-vidual nato. Posea un discurso poltico consistente y una frrea disciplina que le vena de su forja de soldado, de sus ideales patriotas. Hombre joven y enrgico, arro-jado y valiente. Y adems de ello, con una entereza moral que pone de maniesto con la gente sencilla del pueblo, con los traba-jadores y obreros, con los campesinos y j-venes, a quienes no puede decir nunca una mentira.

    Estas fueron las cualidades esenciales que advert en l aquella tarde de 1994: carisma, conviccin, dominio del verbo, valenta. Cualidades que quedaron demos-tradas en los aos posteriores, cuando con-quist la Presidencia de la Repblica con un amplio margen de votos.

    Lo otro que admir siempre en Chvez fue su organizacin mental, su capacidad de trabajo y su ansia de conocimiento. No se dio tregua para lanzar ideas a la arena pblica, para discutirlas, debatirlas o rea-lizarlas venciendo los obstculos presenta-dos, desde el mismo momento en que se efec-tu el referndum para realizar una nueva Constitucin, y despus para ir montando, sin pausa ni sosiego, cada uno de los pro-yectos revolucionarios sobre la legalidad de esa Constitucin, con un sentido prctico impresionante. Y ello lo logr, creo, porque tuvo una fe inmensa en lo que estaba ha-ciendo, supo conformar equipos oportunos de trabajo y, tambin, por supuesto, porque entendi la naturaleza autntica del fen-meno poltico; entendi no slo que la polti-ca es el arte de la negociacin oportuna en el momento oportuno, sin perder el sentido

    del momento histrico ni subestimar a los conten-dores polticos; al contra-rio, a estos los amplic para observarlos mejor. Por ello mismo, habra que considerar a Chvez un fenmeno poltico, in-cluso como un monstruo poltico, en el sentido de que hizo una praxis polti-ca sobre la marcha, dise la conviccin en su ideal a partir de circunstancias concretas, sopesndolas sin menospreciar nin-guna de ellas, sin poner ninguna por debajo de la

    otra. Y esto le dio unos resultados sorpren-dentes cuando se cercior, por ejemplo, que sin el buen uso de los medios, las ideas no pueden proyectarse debidamente. Por eso se advierte en l a un gran comunicador, a un excelente periodista y a un inmenso narrador oral, a un hombre que pudo estar frente a una cmara o una multitud todo el tiempo que fuese necesario.

    Por ltimo, y acaso esto sea lo ms impor-tante, es el impresionante desprendimiento material de este hombre, que sacric su vida personal en favor de un sueo colecti-vo. Cuando alguien llega a comprender y a llevar a la prctica esto, y ese alguien tiene las cualidades de Hugo Chvez, pudiera de-cirse, con la mayor honestidad posible, que su vida no habr sido en vano, que habr valido la pena vivirla y volverla a vivir e incluso inmolarla si fuera necesario, como l lo hizo, para que los sueos de libertad y emancipacin sigan creciendo en las nue-vas tierras de Amrica.

    Mi imagen personal de Hugo Chvez

    Gabriel Jimnez Emn (escritor-director

    de la revista Imagen) Lo que deca no solamente era verdad, sino que, adems, lo haca con un poder que implicaba de inmediato la determinacin de actuar, incitando a la rebelin, a una transformacin de fondo del estado de las cosas

  • Domingo 17 de Marzo de 20136 E D I C I N E S P E C I A L

    a la nacin y convocar a la unin de nuestro continente.

    Cmo viv esto? Estando yo de visita en La Habana en 1992, en la maana del 4 de Febrero me entero por el informativo del levantamiento militar. Disponiendo sola-mente de ese dato, y vctima de la dictadura militar de los 70 en Uruguay, me estremec. Regres inmediatamente. Y lo escuchamos, en aquella declaracin que aceptaba la de-rrota militar, pero proclamaba la lucha y el triunfo futuro. Esa fue la seal: estos no son unos militares golpistas pens este no es un golpe militar de la Escuela de las Amri-cas, esto es una insurreccin en toda regla, ha germinado por largo tiempo basado en una corriente de pensamiento patritico y social, y en lo inmediato responde a una in-surreccin inclusive contra unas Fuerzas Armadas usadas como instrumento de re-presin de su propio pueblo. Y nuevamente sent que renaca, que no estbamos muer-tos, que comenzaban a izarse las banderas, haba nacido la revolucin.

    Desde ese da la batalla ha sido diaria. Poderosas roscas, que actan con planes y objetivos comunes, hace aos que han con-centrado sus bateras contra Chvez. Pues-to que a Chvez lo hemos engendrado no-sotros, que le hemos asignado esa enorme responsabilidad de ser pueblo gobernando, asumamos el ejemplo de Chvez: vivir para esta revolucin y no vivir de la revolucin. Asumir que somos agentes bolivarianos para proteger la revolucin ante cualquier acto contrarrevolucionario, proteger y apoyar la impresionante obra social, eco-nmica y de independencia. Y efectivamen-te, con la direccin magistral de Chvez se vencieron mil batallas, que alcanzaron sus hitos mayores con los Golpes de abril de 2002, y diciembre y enero 2003, diversas guarimbas, militares activos alzados en una plaza pblica, ms de 200 paramilita-res colombianos trados por la oposicin para provocar violencia y terror, todo con la plataforma de los medios privados pro-moviendo disturbios y desestabilizacin. La enorme fuerza de Chvez, su talento, su comunicacin con su pueblo, en sus conti-nuas alocuciones y en su Al Presidente. Al respecto tuve la enorme dicha de con-versar por telfono con Chvez en un Al Presidente. Su desbordante talento inclua el don de la conversacin, y los minutos se extendieron en un dilogo que signic para m una condecoracin. Mi esposa Ma-rialcira me manoteaba el telfono, porque quera hablar con Chvez, y tuvieron una charla ingeniosa, con el tema de los libros, otra pasin del Presidente. Chvez es, para m, y para millones, grande entre los gran-des. Quizs algunos no tengan an con-ciencia de su estatura, de su legado, de su importancia porque lo tuvimos ac cerca, compartimos con l tiempos y espacios de

    Este martes 5 de marzo, a las 4:25 de la tarde, parti Chvez. El pueblo vene-zolano, acompaado de los pueblos del mundo, llora y honra con amor a este inmenso hombre. Deseo compartir parte de lo que escrib en 2010 en ocasin de un evento y complemento ahora.

    Hace 35 aos llegu a este pas, para pro-tegerme de la brutal dictadura instaurada en Uruguay, rgimen que fue parte de un rosario de dictaduras impuestas por las potencias mundiales y sus asociadas: las oligarquas criollas. Este pueblo me acogi, como lo ha hecho con cientos de miles de re-fugiados, como solo los venezolanos saben hacerlo. Recuerdo el primer da que llegu a Caracas, perdido y desolado en una para-da de autobs; consult a una seora cmo haca para llegar a determinado lugar Me explic que subiera al autobs al que ella iba a subir y, ya a bordo, cuando fui a pagar el boleto, el encargado me contest, ya est pagado, aquella seora lo hizo. Esa seora, que nunca olvidar, fue y es el smbolo de la generosidad y la solidaridad de este pueblo.

    Durante aos viv en la rutina de la so-brevivencia, trabajando duramente para obtener empleo, los papeles de residencia, y en el camino de los libros, form una libre-ra y una pequea empresa de distribucin con mis hijos. Durante aos los antiguos sueos de lucha social eran ms que nada soliloquios entre algunos camaradas. Todo pareca muerto, y as pasaron los aos. Pero este pueblo, cargado de tanta historia poda reivindicar su historia magnca, la que haba engendrado a guras monumentales, los Simn Bolvar, Antonio Jos de Sucre, Francisco de Miranda, Rafael Urdaneta, Simn Rodrguez nuestro Robinson, Jos Leonardo Chirino, Manuel Gual, Jos Ma-ra Espaa y tantos otros que conforman una impresionante plyade. Pero todos ellos, seres magncos, no hubieran podido serlo si no hubiera un pueblo, que en un mo-mento histrico los hubiera parido, convir-tindolos en sus dirigentes para la hechura que la circunstancia exigiera.

    La estatura que haba alcanzado este pueblo en su combate por la independencia de la colonia espaola a principios del siglo XIX, cuya enormidad le permiti liberar a otras cinco naciones, resurge nuevamente a nes del siglo XX y en este siglo XXI para parir otra gura, convertida en fundamen-tal en la historia venezolana y de Amrica, Hugo Chvez Fras. Chvez, sntesis acu-mulada de la valenta, la voluntad, el esp-ritu de sacricio, el talento, la abnegacin y el patriotismo que en esta poca, nueva-mente, ha generado el pueblo para cumplir con los designios fundamentales de salvar

    forma cotidiana. Porque cuando hablamos de los grandes hombres de la Historia, lo que nos han enseado en las aulas, ledo en nuestros estudios, que permanecen en los libros y en la memoria de la humanidad, los sacralizamos y no siempre llegamos a percibir que hemos sido contemporneos de un tiempo histrico y de un hombre de la misma estatura que los sacralizados que construy Patria, siendo historia viva. Por-que lo que l hizo, es historia viva, la que disfrutamos en los bienes sociales cotidia-nos del pueblo, en el orgullo de ser venezo-lanos, en la comprensin que los pueblos superan fronteras por el sentimiento del internacionalismo solidario, en la defen-sa de la soberana y de la independencia de las potencias imperiales, a quienes les contest sin inhibiciones y denunci sus crmenes en el mundo, con el lenguaje ade-cuado para que supieran que los tiempos de bucaneros soberbios se haban terminado; porque con l nacieron generaciones de oro, porque con l se formaron conciencias po-lticas, ideolgicas y ticas, que generaron cuadros y equipo de gobierno, de compro-miso y capacidad, que permite continuar su obra. No es un sacrilegio sentir que est a la altura de los ms grandes de la historia de la humanidad. No es un sacrilegio sentir que puede estar sentado en la cima de las ms altas glorias, al lado de Tpac Ama-r, Guaicaipuro, Bolvar, Sucre, Miranda, Artigas, San Martn, OHiggins, Zamora, y todos los ms grandes de los pueblos del mundo. Eso es Chvez. Hugo Chvez, hroe de la humanidad, que est junto a nosotros marcando una impronta de bien a nuestras propias vidas. VIVA CHVEZ!

    Chvez, hroe de la Patria Grande

    Isidoro Hugo Duarte (librero y comunicador)

    Chvez, sntesis acumulada de la valenta, la voluntad, el espritu de sacricio, el talento, la abnegacin y el patriotismo que en esta poca, nuevamente, ha generado el pueblo para cumplir con los designios fundamentales de salvar a la nacin y convocar a la unin de nuestro continente

  • Domingo 17 de Marzo de 2013 7E D I C I N E S P E C I A L

    La relacin de la gente con Chvez pasa por profundas experiencias. Todos tenemos algo que contar por-que su impresionante personalidad, la fuerza, la energa, amor, irradiaba a su alrededor. Yo hablo desde la simpata y la admiracin. Y desde el afecto. Son muchas las ancdotas atesoradas y compartirlas nos consuela aunque sea un poquito de su partida tan anticipada.

    En el 99 yo no vot por Chvez. An crea en todo lo que los medios comercia-les decan. A pesar de tener 37 aos y ser periodista, para m, las cosas no existan si no las validaban los medios. Veo hacia atrs y pienso en cmo hemos cambiado, cmo han cambiado las cosas, para bien, an para quienes no entienden la dimen-sin de Chvez, an para quienes lo adver-san activamente.

    En el 99, como deca, era completamen-te ignorante en asuntos de poltica. Como muchos venezolanos, no me senta intere-sada en el tema. La poltica era para otros. Me pareci, sin pensarlo mucho, que votar por Proyecto Venezuela era de lo ms ade-cuado para el pas. Y gan Chvez.

    Las primeras veces que vi a Chvez, no en pantalla ni en un ache sino ah, cer-quita, trabajaba en la Biblioteca Nacional (BN). Era el ao 2001 y comparta espacios institucionales a los que Chvez asista y yo tambin, para cubrirlos por razones de trabajo. Hasta esa poca crea que era ver-dad aquello de que le iba a frer las cabezas a los adecos, que era malo, que iba a venir a matarnos a todos y haba que tenerle miedo, pues. Pero comenzaba a dudar de lo que tan-to decan de l en los medios. Para ingresar como Directora de Comunicaciones de la BN no me haban pedido, como supona, el carnet del MVR. Fui convocada a un con-curso de credenciales en el que particip junto a otras personas optando al cargo. Durante mi paso por la BN jams me indi-caron qu deba decir o hacer polticamen-te, ni me obligaron a hablar bien de Chvez. Nadie me obligaba a nada. No haba rde-nes y mucho menos sugerencias de partici-par en marchas o actos polticos, como uno supona y le decan en los medios que actua-ban en las instituciones del Estado.

    En esa poca conoc a mi esposo, Isidoro Hugo Duarte, exiliado en Venezuela desde

    haca aos, a donde haba llegado como per-seguido de la dictadura uruguaya y que per-teneca al Comit Bolivariano Artiguista. En ese comit solo haba personas respeta-bles, uruguayos que defendan al proceso bolivariano porque lo entendan. No vea por ningn lado las hordas chavistas vio-lentas de las que siempre me hablaban los conocidos de mi entorno. Las dudas en tor-no a lo que haba credo hasta el momento crecan. Trabaj un ao en la Biblioteca, as lo acord cuando ingres a esa institucin. Fue una experiencia que me hizo aprender y crecer como profesional, porque quera seguir luchando por lograr los espacios para La Librera Meditica en medios, y por ello, en marzo de 2002 dej de estar en ese cargo. A partir de ese ao, La Librera Meditica fue logrando sus espacios en los medios del Estado.

    El golpe de Estado de abril de 2002 me abri los ojos, como a tantos venezolanos. La violencia de ciertos sectores, los abusos irrespetando la decisin mayoritaria de los votantes que haban elegido a Hugo Chvez, las mentiras de muchos medios. Recuerdo perfectamente ver en TV a Pedro Carmona leyendo su fatdico decreto y la comparsa de abusadores que lo respaldaban con vto-res, yo pensaba: Y quin los eligi a ellos? Y me deca: qu tarde me di cuenta de que estaba engaada.

    Chvez no era el violento, el daino. Eran los otros. Era cierto todo lo que Isidoro me explicaba. Con la retoma del poder, retoma en la que Isidoro particip luchando en la calle cada da desde su pequea trinchera, decid apoyar a Chvez como una ciuda-dana cualquiera y como periodista con los medios a mi alcance. Aprend a estudiar historia, a interesarme por la poltica, a leer entre lneas, a argumentar y defender mis ideas.

    A partir de all Chvez cont con mi voto en cada evento electoral, con mi apoyo en cada oportunidad en la que pudiera hablar de Venezuela y lo que aqu suceda, en cual-quier sitio donde estuviera, esas verdades siempre tan diferentes de las que nos con-taban ciertos medios. En 2004, Isidoro y yo le enviamos un libro con su hija Mara Ga-briela, que visitaba la Feria del Libro. Das despus, suena el telfono. Creyendo que es mi esposo hacindose pasar por Chvez agradeciendo el libro, le digo al interlo-cutor que se presenta como Hugo Chvez: Ah, que gafo, Isidoro, qu Chvez ni que Chvez, deja la broma!Y el Presidente con su buen humor va y me dice: No, mija, que soy Chvez, yo llam primero al caba-llero, no creas que te estoy echando los pe-rros, yo llam al caballero a su telfono pero es que l no atenda, quera agradecerles el libro Durante veinte minutos hablamos

    Hugo Chvez. Cmo lo entiendo desde la razn y desde el corazn

    Marialcira Matute (periodista-conductora

    de La Librera Meditica)@MarialciraMatuT

  • Domingo 17 de Marzo de 20138 E D I C I N E S P E C I A L

    nos dijo: Me da mucho gusto compartir con ustedes el amor a los libros.

    Me qued con las ganas de entrevistarlo, haba reservado para l el programa 500 de La Librera Meditica de VTV que ya va casi por 600 emisiones. En su memoria se-guiremos haciendo el esfuerzo de mantener

    vivo y presente al libro en los medios, defendiendo la libertad creativa de la que siempre hemos go-zado para hablar de to-dos los libros, buscando nuevos espacios y nuevos canales de divulgacin, para seguir el ejemplo del entusiasta promotor de lectura que ha sido Hugo Chvez.

    En estos das Isidoro y yo tuvimos la oportuni-dad de hacer un progra-ma en vivo en su homena-je en VTV, el 9 de marzo, otro en La Radio del Sur y otro en RNV. Adems, los compaeros del Sibci nos hicieron el honor de invitarnos a conducir un especial, junto a estudio-sos del tema, para hablar

    a padres y maestros de cmo afrontar el duelo, cmo promover la paz y la toleran-cia en ambientes escolares, cmo sobre-llevar los sentimientos colectivos que la partida de Hugo Chvez ha generado en la poblacin.

    Vivimos das de dolor y tambin de gran conciencia. Hemos sido contemporneos y compartimos de cerca, an cuando haya

    de libros, cantamos, bromeamos Le dije que quera entrevistarlo para la librera.

    En 2004 votamos apoyndolo en el refe-rndum raticatorio. Luego vino 2005, una prueba de fuego. Lo tendra frente a fren-te, en la entrega del Premio Nacional de Periodismo, que recibira por Los libros y la radio, La Librera Meditica en RNV. Lue-go de haber tenido tantas experiencias, despus de haber pensado y reexio-nado tanto, iba a tener-lo cerca, iba a recibir el premio de l. Conservo el video, las fotos. Lo nico que se me vino a la cabe-za al tenerlo al frente fue que tena que abrazarlo y agradecerle tanto amor al pas y a los libros. Cmo fue divertido ese da, to-dos los amigos en Mira-ores acompaando a los ganadores del premio y gritaban: sultalo, sulta-lo que aqu est tu espo-so, y Chvez bromeando, contento con todos. Qu da inolvidable.

    Otra inolvidable expe-riencia personal: en el Al Presidente 262, en 2006, en el que participamos telefnica-mente, Isidoro mi esposo habl con l de geopoltica, de historia, una larga conver-sacin de un Presidente y un ciudadano, otra de las tantas formas de la democra-cia participativa, de la que fue campen. Y yo me incorpor a la conversacin con los proyectos de La Librera Meditica. l

    sido a raticos, con un grande de Nuestra Amrica.

    Cada vez que lo recuerde, acompaar ese recuerdo con una sonrisa y con su ima-gen siempre rodeado de libros, cantando, bromeando, planicando, siendo el gran estratega que supo ser para hacer todo por su pas. Porque a un echador de broma tan lleno de vida, a una persona tan buena nota a quien la vida le jug una mala pasada, y nos la jug a nosotros tambin por dejarlo ir tan pronto, no podemos recordarlo con llanto. Recordar su voz clarita las tres o cuatro veces que me nombr, que lo vi, en una feria, en un evento y que hablamos per-sonalmente. Con su chistecito de cantar al ver a mi esposo el consabido Epa, Isidoro. Y el abrazo fuerte que pude darle esa vez, en Miraores, durante la entrega del Premio Nacional de Periodismo.

    Esta Venezuela que se puso de pie para ser ms digna, ms inclusiva sin excluir, ha tenido y tiene a Chvez como un legado con todo lo que signic y signica para nuestro pas y para el mundo. Quisiera que todos lo mantuviramos siempre vivo en el recuerdo. Vivo y contento.

    No tengo el consuelo de una creencia re-ligiosa que me permita pensar que hay un mundo en otro plano donde podremos en-contrarnos, ni que regresar reencarna-do en otro cuerpo. Creo en la vida, que es lo que conozco y experimento. Solo s que la muerte es una certeza que viene natu-ralmente de la mano con la vida y que se asoma, para tocar a unos primero y a otros despus. Mi nico consuelo ante la muerte es enfrentarla con la vida vivida intensa-mente y con el mantener a mis afectos vivos en el recuerdo. Hablar de ellos en presente. Se han escrito y se seguirn escribiendo cientos de libros sobre Hugo el hombre, el lector, el Presidente, el estadista. Quizs al-gunos recin ahora comienzan a compren-der la importancia de su legado. Algunos no podrn comprenderlo nunca. Pero el pueblo, los pueblos del mundo, lo compren-dieron siempre.

    As que yo voy a recordar a Hugo como lector. Lo voy a seguir tuteando y sonrien-do cuando piense que ah est, en algn sitio de mi mente, de las mentes y los cora-zones de quienes sentimos afecto por l, ese lector cmplice y curioso, manitico de sus libros, ese que se nos fue tan pronto, que dej tanto, que nos ense a ser ms autn-ticos, ms felices, menos protocolares, ms humanos y ms orgullosos de nuestra ve-nezolanidad relacionada como nunca con el mundo. En mi recuerdo lo tendr presente, siempre buscando el tiempo y la forma de leer siempre y leer de todo, satisfecho de su paso por el mundo, libre. Feliz.

    Se han escrito y se seguirn escribiendo cientos de libros sobre Hugo el hombre, el lector, el Presidente, el estadista. Quizs algunos recin ahora comienzan a comprender la importancia de su legado. Algunos no podrn comprenderlo nunca. Pero el pueblo, los pueblos del mundo, lo comprendieron siempre

  • Domingo 17 de Marzo de 2013 9E D I C I N E S P E C I A L

    Esa poltica de electroshock que signic el levantamiento del 4 de febrero fue sin duda algo doloroso pero necesario. La patria agonizaba

    La madrugada del 4 de febrero de 1992 nos llam una amiga. Pidi que pren-diramos el televisor porque haba un levantamiento militar. Nosotros no te-namos televisor y ni siquiera un radio. La amiga entonces pona la bocina a su televi-sor y as nos fuimos enterando de los acon-tecimientos. Ya no pudimos dormir ms y nos mantuvimos en ascuas hasta que un militar de apellido Chvez apareci por la televisin y dijo el famoso Por ahora.

    Despus nos invadi un sentimiento de frustracin, de pena, por el fracaso del le-vantamiento. No sabamos quines eran pero la intuicin poltica nos deca que po-da ser la posibilidad cierta de un cambio verdadero. Era la nica oportunidad. Por los votos estbamos perdidos, con una iz-quierda dividida, atomizada. En las eleccio-nes de 1978, cuando yo me estren como vo-

    tante, el partido Comunista no sac ni el 1% de la votacin, y eso que nuestro candidato era uno de los mejores periodistas y escrito-res venezolanos, Hctor Mujica.

    A pesar del fracaso, sabamos que el le-vantamiento haba sido una campanada. La propuesta bolivariana de los rebeldes tuvo un callado eco en la poblacin vene-zolana. Dejaba en claro algo. Indicaba cul era el camino: Bolvar. Bolvar, pero sin abandonar las propuestas marxistas, con todo y las equivocaciones que Marx haba escrito sobre El Libertador.

    En 1983 la Juventud Comunista de Ve-nezuela me envi a La Habana. Una de las misiones era entrevistarme con Francisco Pividal Padrn, exembajador de Cuba en Venezuela, un estudioso de Bolvar, y autor, entre otros, del libro Bolvar, pensamiento precursor del antimperialismo. Pividal nos

    recibi en franelilla en su humilde casa. Nos dijo casi molesto que no entenda a los venezolanos. Los cubanos tenan a Mart y haban hecho una revolucin martiana, los nicaragenses tenan a Sandino y acababan de hacer una revolucin sandinista, y los venezolanos, que tenamos al hombre ms grande de Amrica, qu estbamos esperan-do para hacer una Revolucin Bolivariana.

    Al regresar a Venezuela, Bolvar camina-ba vivo por todos los caminos. Al Primera y su cancin bolivariana, los grupos artsti-cos y la Campaa Admirable, el Movimien-to Popular Bolivariano. Pero ese impulso, producido por el Bicentenario del Liber-tador, no fue suciente. Sentamos que no avanzbamos. En el 83 volvimos a perder las elecciones con Jos Vicente Rangel. En el 88 dej de votar.

    La desesperanza empez a invadirnos. Yo me preguntaba, igual que el hermano del poeta Cruz Salmern Acosta: Ser que me voy a morir y Venezuela no va a tener un gobierno digno?. Pero un ro subterr-neo corra silencioso por las entraas de las Fuerzas Armadas. Mientras un sector de los militares masacraba a la poblacin, otro sector, un grupo de compaeros con pensamiento bolivariano, organizaba un movimiento que propona sacudir al pas, cambiar la Constitucin que solo defenda los intereses de los poderosos, emprender un proyecto que incluyera a las grandes mayoras excluidas y establecer el verdade-ro Poder Popular. Esa poltica de electros-hock que signic el levantamiento del 4 de febrero fue sin duda algo doloroso pero necesario. La patria agonizaba.

    Yo no conoca a ese militar que dio la cara por televisin y asumi la responsabilidad del movimiento. Solo supe que era llanero. Entonces record la carta que Pablo Morillo le escribiera a Fernando VII en diciembre de 1820, en la que le explicaba que esos llaneros, pata en el suelo, descamisados, que acompa-aban a Bolvar y a Pez, eran invencibles. Despus le deca: Deme veinte mil llaneros y le pongo Europa en sus manos.

    Es verdad que el 4 de febrero de 1992 no signic el triunfo inmediato de una revo-lucin, como tampoco lo fue el 19 de Abril de 1810, pero fue un despertar. La patria dormida y los venezolanos resignados vie-ron que otro camino era posible. Que haba una esperanza. Todos constatamos que la gran comilona de los sectores poderosos, poder econmico, nanciero, poltico, reli-gioso y militar, no era intocable.

    Yo desconaba de los militares contempo-rneos. En realidad admiraba a pocos, a Ho Chi Minh, al Che, a Fidel, a Toms Borge, y eso porque eran poetas. En mi pas vea con tristeza cmo las fuerzas armadas no tenan nada que ver con el glorioso Ejrcito Libertador de la gesta independentista. Del pasado no quedaba nada, apenas una la-mentable fuerza armada con militares que estaban para defender los intereses econ-micos de los poderosos, para reprimir al pueblo, para masacrar estudiantes, para proteger campos de golf y quintas priva-das con piscinas, una fuerza armada para ser pisoteada por barraganas, una fuerza armada que se desviva por mantener una corrompida democracia de cogollos, que se caa a pedazos, una fuerza armada para entregar el pas a potencias extranjeras y no para defender la soberana de la patria.

    El 4 de Febrero de 1992 re-vivi Venezuela.

    Chvez y el 4FGonzalo Fragui

    (poeta y editor)

  • Domingo 17 de Marzo de 201310 E D I C I N E S P E C I A L

    Quiero hablarles brevemente sobre Chvez, el hombre. Naci en 1954 en Sabaneta de Barinas. Un pe-queo pueblo con solamente tres calles de tierra.

    Hugo fue el segundo de 6 hermanos. Su familia era tan pobre que no tenan su-ciente dinero para comprarle zapatos al nio. Su abuela Rosa Ins lo llev a su pri-mer da de escuela con unas alpargatitas. Su ta cuenta que el maestro no lo dej en-trar a la clase y lo mand a la casa, hasta que su familia encontrara la manera de comprarle unos zapatos.

    El presidente Chvez recordaba que no tena juguetes cuando era nio. Junto con su hermano mayor, Adn, inventaba juegos imaginarios con juguetes imagina-rios. Imagnense ustedes eso.

    Cuando me preguntan los estadouniden-ses por qu hay un desborde de emociones tras la muerte de este hombre, les digo que los venezolanos de a pie se identicaban plenamente con su Presidente. Como lo ex-pres la autora del libro Chvez Nuestro, el mestizaje, la diversidad de inuencias pol-ticas, el peso de la historia en cada ngulo de sus decisiones y un origen profundamen-te popular, hacen de Chvez una especie de compendio del venezolano.

    Dedic su vida a darle voz a los silencia-dos, y dignidad a los humillados. Cre las Asambleas de Barrio y apoder al pueblo para que participaran en una gesta demo-crtica. Gracias al presidente Chvez, los

    venezolanos debaten todo y todo el tiem-po. Por la primera vez en su historia, los venezolanos saben qu es gobernar por s mismos.

    El Presidente Chvez se refera siem-pre a sus compatriotas como hermano, camarada o ciudadano, y as comenzaron a llamarse entre ellos los venezolanos hu-mildes y los representantes del pueblo. Una trabajadora en Caracas resumi qu represent eso para el pueblo. Dijo ella: Ciudadanos? Antes de Chvez, ni siquie-ra sabamos que ramos seres humanos.

    Ese, hermanos y hermanas, es el legado del Presidente.

    La Revolucin Bolivariana ha reducido dramticamente la pobreza en Venezuela, casi eliminado la miseria, y ha erradicado la analfabetismo. Las riquezas petroleras de Pdvsa estn ahora al servicio del pueblo y no para las multinacionales petroleras, que anteriormente saquearon al pas y pa-gaban una tarifa de solamente 1% por los miles de millones de dlares que ganaron.

    La Revolucin cre las Misiones en to-das partes del pas, para proveerle aten-cin mdica gratuitamente a millones de venezolanos. Una vez fui como pasajero en un avin de La Habana a Caracas. En el vuelo iban ms de un centenar de pa-cientes venezolanos de escasos recursos. Regresaban a la patria despus de haber recibido asistencia mdica gratis en Cuba. Muchos llegaron ciegos a La Habana. La Misin Milagro les restaur la vista.

    Nunca olvidar ese viaje. Los pacientes que haca pocos das no vean, ahora llora-ban ante el panorama de las nubes cuando el avin cogi vuelo. Aplaudan al ver las aguas verdeazules del Caribe. Cantaron durante el viaje entero y mientras aterrizaban, corea-ron Gloria al Bravo Pueblo y terminaron con gritos de Gracias Chvez, Gracias Fi-del, Gracias Venezuela, Gracias Cuba.

    Eso, amigos mos, es Revolucin.Es verdad que el presidente Chvez les

    caa mal a algunos. Lo odiaban el gobier-no de los Estados Unidos, la oligarqua ve-nezolana y los medios de prensa que ellos controlan. Pero recuerdo al Presidente decir varias veces que si no hay oposicin, no hay Revolucin. Y el Presidente Chvez haca Revolucin.

    Tras asumir el poder habra sido un poli-tiquero cualquiera de Amrica Latina, pero el presidente Chvez nunca acept la medio-cridad. Era un lder, un revolucionario, el Simn Bolivar de esta poca. Luch por una Amrica Latina unida. Soberana. Libre del dominio de Espaa y de los Estados Unidos.

    Era un Presidente poco convencional. Lloraba, cantaba y coma arepas con su pueblo. Se rea a carcajadas como cualquier hijo de vecino y le daba la contraria a todas las reglas del protocolo diplomtico. Era simplemente muy humano.

    Algunos banqueros, empresarios y oli-garcas no se tragan a un lder de esa estir-pe natural, pero el pueblo senta su sinceri-dad, su humanidad, su gracia y su alegra.

    Con los ciudadanos de Chvezquiero yo mi suerte echar

    Su abuela Rosa Ins lo llev a su primer da de escuela con unas alpargatitas. Su ta cuenta que el maestro no lo dej entrar a la clase y lo mand a la casa, hasta que su familia encontrara la manera de comprarle unos zapatos

    Jos Pertierra (abogado)

  • Domingo 17 de Marzo de 2013 11E D I C I N E S P E C I A L

    Acostumbraba a interrumpir sus discursos con clidos saludos a los venezolanos que haba conocido durante sus recorridos por el pas. Hola Pepe. Un saludo para Pepe en Barquisimeto, o Gladys, en Petare, vamos a terminar aquel proyecto.

    Tambin cambiaba al ingls y exclamaba con su voz estruendosa: Fidel, How are you Fidel? O le enviaba un mensaje muy especial a W. Bush: Mr. Danger, si decide usted in-vadir a Venezuela, lo esta-r esperando en la Sabana. Come on here, Mr. Dan-ger. Cobarde. Donkey. Y quin podr olvidar sus palabras en el podio de las Naciones Unidas, donde Bush Junior haba hablado pocas horas an-tes: Azufre. An huele a azufre aqu.

    No era un revolucionario metafsico, satisfecho porque poda debatir con soltu-ra la losofa del socialismo del siglo XXI. Estaba comprometido con cambiar a Vene-zuela y lo logr. Estaba comprometido con cambiar a Amrica Latina y lo logr. Saba que para que los revolucionarios puedan cambiar la sociedad, necesitan primero que todo tomar el poder y despus tratar de construir un socialismo que no puede ser, como deca Maritegui, ni calco ni copia, sino creacin heroica.

    El presidente Chvez fue un tsunami bo-livariano. Cambi radicalmente a Venezue-la y a toda Amrica Latina.

    Algunos dicen que su muerte ha dejado un vaco que no podr llenarse. No estoy de acuerdo. Como dijo Mart, morir es lo mis-mo que vivir y mejor, si se ha hecho lo que se debe. En la muerte, el Presidente Chvez es ms grande que nunca, porque ilumina el camino que debe llevarnos a desterrar de la faz de la tierra la oscuridad de la pobreza, la represin y la explotacin.

    Doce elecciones gan antes de morir tempranamente a los 58 aos de edad. Un rcord prodigioso. Sin embargo, sus enemi-gos insistan en que era un dspota. Cun-tas elecciones gan Mr. Danger? Y el Rey Juan Carlos de Espaa, quien tanto lo cri-tic por un supuesto autoritarismo, aunque jams se someti a elecciones? Los reyes y las reinas creen que las elecciones son so-lamente para los plebeyos. Que los de san-gre azul heredan un derecho divino para gobernarnos.

    Cada vez que yo llegaba a Caracas, pren-da el televisor y vea la cara del presidente Chvez me sonrea, anticipando lo que pu-diera decir. Entre sus muchos atributos, no olvidemos que el Presidente era sumamen-te divertido. La gente lo vea como un ami-go juguetn, con quien podan compartir la vida. Su gracia le llegaba hasta a los nios.

    Hace unos aos estaba en una funcin de teatro infantil en Caracas. Observ cmo, despus de la presentacin, el presidente Chvez tom el escenario para agradecer la puesta en escena. Los actores, que no pasa-ban el umbral de los 9 10 aos, an vestan sus disfraces. El Presidente le pregunt a una niita qu disfraz tena ella. Yo soy un mago, le respondi la criatura. Bueno, no me hagas desaparecer, le dijo Chvez. No Seor Presidente. A usted yo lo tendra que multiplicar, le respondi la pequea.

    Bueno, hermanos mos: el presidente Chvez se ha multiplicado. Hoy, juntos, to-dos somos Chvez. Est en los corazones de millones de nosotros. Pero como dijo el presidente Nicols Maduro el otro da

    en Caracas: Solo somos Chvez si estamos uni-dos. Separados somos nada.

    Hermanos y hermanas: Nuestro norte es el

    sur. Es el sueo de Boli-var. El de una Amrica Latina unida. El sueo de un mundo mejor para los pobres de la tierra. El sueo de hacer posible lo que parece imposible. El sueo de tomar el cielo por asalto. El sueo del Presidente Chvez de al-

    canzar la estrella celestial, de la cual ha-bla la letra del Hombre de La Mancha, que aqu recuerdo:

    Fue su ideal la estrella alcanzarNo importa cun lejos, se pueda encontrarLuchar por el bien, sin dudar ni temerY dispuesto al inerno llegar si lo dicta el deber.Y saba que si lograba ser elA su sueo llegarEstara su alma en paz al llegarY de vivir el nal.Ser este mundo mejorSi hubo quien despreciando el dolorCombati hasta el ltimo alientoCon fe lo imposible soar y la estrella alcanzar.Que viva el Presidente Chvez!Que viva el Presidente Nicols Maduro!Que vivan los pobres de la tierra!Comandante Presidente Hugo Chvez

    Fras: Te acompaaremos siempre!Chvez vive, Maduro sigue!

    Palabras pronunciadas en la Iglesia St. Stephens Washington

    En la muerte, el presidente Chvez es ms grande que nunca, porque ilumina el camino que debe llevarnos a desterrar de la faz de la tierra la oscuridad de la pobreza, la represin y la explotacin

  • Domingo 17 de Marzo de 201312 E D I C I N E S P E C I A L

    En 1998 me acerqu a Chvez, en plena campaa electoral estrech relaciones con el candidato Chvez atrado por sus propuestas polticas, tan-to en lo nacional como lo internacional y en especial por su visin casi proftica de cmo debe ser el mundo del futuro.

    Decenas de viajes hicimos al Medio Oriente. Nos entrevistamos con gobernan-tes, reyes, prncipes, presidentes, revolu-cionarios, gente humilde, y debo confesar que vi en l una majestuosidad

    El Presidente ha muerto fsicamente pero su proyeccin es inconmensurable. Es inmortal. Hablar de l no es fcil. No es nuestra pretensin hacer una suma anecdtica. Hugo Chvez Fras tiene dos grandes dimensiones: la poltica y la hu-mana. Fue un gran venezolano, un gran latinoamericano. Amigo de los pueblos del mundo. Solidario con las causas ra-bes, palestina, saharaui, iraqu, libanesa, libia, siria, etc. Su voz siempre estar pre-sente donde haya maltrato a los pueblos, y reclamar justicia.

    Para entender la dimensin del lideraz-go de Hugo Chvez en poltica internacio-nal, al igual que en la nacional, es menes-ter analizar el momento histrico en la geopoltica internacional.

    l irrumpe en poltica al poco tiempo de la cada del Muro de Berln, cuando

    sucumbi el mundo bipolar surgido en la postguerra. En los aos 90 emerga el llamado mundo unipolar, donde la volun-tad de un solo pas marcaba la pauta en la poltica internacional. Ningn gober-

    nante de algn pas o continente, gran-de o pequeo, de derecha o de izquierda, republicano o monrquico, democrtico o dictatorial se atreva a contrariar lo de-terminado por el pas que ejerca la egida en la poltica internacional, en las insti-tuciones que modelan la vida dentro y en-tre las naciones, Estados Unidos. La gran potencia del norte por lo dems, actuaba en connivencia con el bloqueo europeo y les daban visos de presunta legalidad a sus intervenciones militares, con pre-tensiones extracontinentales, a la Orga-nizacin del tratado del Atlntico Norte (OTAN).

    Prcticamente en la dcada de los aos 90 les prohiban a los pueblos hablar de democracia revolucionaria, de socialis-mo, de izquierda, de soberana o del apro-vechamiento nacional de los recursos de los pueblos. La situacin era tan insopor-table hasta el punto de que alguien dijo que era el n de la historia. Es decir, una sentencia inapelable del triunfo del capitalismo neoliberal y la desaparicin del socialismo que se convirti en reliquia del pasado. Este es el cuadro nacional que tenamos en 1998, cuando Hugo Chvez se inscribi como candidato a la Presidencia de la Repblica.

    Las elecciones se realizaron bajo los va-lores y criterios de la democracia de la IV Repblica, y la primera hazaa histri-ca es que triunfa Chvez en diciembre de 1998. Con este contexto mundial adverso, y con una clase poltica que puso todas las trabas, venci el hombre que se dio a conocer mediante una rebelin militar en 1992. En apenas seis aos, incluyendo dos de crcel, Chvez se abra a cambiar la historia.

    Derrot a una coalicin solapada entre los partidos tradicionales, los medios de comunicacin, la dirigencia de un sin-dicalismo, que haba perdido su nocin clasista, las organizaciones empresaria-les y, como si fuera poco, una dirigencia eclesistica que descuid la enseanza de Cristo redentor y se ali a las lites. Chvez ofreci una nueva Constitucin, una nueva democracia y un pas aliado a los pueblos del mundo.

    El liderazgo de Chvez llega a todos los connes de la tierra

    Raimundo Kabchi (analista internacional

    -docente-asesor)

  • Domingo 17 de Marzo de 2013 13E D I C I N E S P E C I A L

    Chvez, aparente novato o paracaidista en la poltica, tuvo una visin estratgica de vala incalculable en el diseo de nues-tra poltica nacional y su expresin inter-nacional. Dio un golpe de timn. Y cuando nadie se atreva a molestar a los amos de la poltica internacional, Chvez rompi los viejos esquemas.

    Para nes del siglo XX, ya las Naciones Unidas haban demostrado que perdieron su rol histrico. Trabajar por la paz in-ternacional y la igualdad entre todos los estados miembros, con respeto a la auto-determinacin de los pueblos, son plantea-mientos que no tienen cabida para quienes dominan el Consejo de Seguridad de Na-ciones Unidas. Estados Unidos, Francia y Reino Unido, los cancerberos de las peores causas, lo impedan.

    Hugo Chvez adelanta, como una voz solitaria y temeraria, la idea de abogar por la construccin de otro mundo po-sible, de equilibrio y multipolaridad. La visin homogeneizadora del mundo, que negaba sus contradicciones y particulari-dades, que ocultaba la rica diversidad de los pueblos de todos los continentes, tena un objetivo hegemnico imperial. Una na-

    cin que quisiera romper este molde, esta camisa de fuerza, necesita buscar iguales, o similitudes. Por eso Chvez mir hacia horizontes, con circuitos bien denidos, latinoamericano y caribeo, por un lado, con la pretensin de luchar por la integra-cin que llam Bolvar. Segundo, allende de fronteras continentales, busc un en-tendimiento con otro mbito geopoltico, con frica, con cuyos 54 pases consolid relaciones diplomticas. Con respeto ab-soluto a la soberana de estos pases. Lo mismo pas con Asia. Con muchos pases se establecieron relaciones y se concibie-ron nuevos esquemas de cooperacin.

    Con los pases rabes tambin estrech relaciones. As como con los llamados pases emergentes. Rusia, China, India e Irn dejaron de ser un mundo desconoci-do y extico para los venezolanos. Hemos estrechado relaciones con esos pases en igualdad de condiciones, sin vasallaje ni supeditacin, de igual a igual.

    Chvez contribuy a rescatar la mejor organizacin de los pases del sur, casi derrotada por las grandes potencias. La Organizacin de Pases Exportadores de Petrleo. Postrada econmicamente y su-

    jeta a las manipulaciones de las transna-cionales, la OPEP en 1999 estaba debilita-da. El barril del petrleo lleg a 7 dlares y en muchos casos por debajo del precio de su extraccin y comercializacin. Chvez viaj a lugares lejanos, rompi barreras y prejuicios, y casi por iniciativa propia, le di vitalidad a esta organizacin.

    En Amrica Latina Chvez demostr que haba alternativas al Consenso de Washington, a la propuesta de domina-cin que Estados Unidos tena para el si-glo veintiuno, el ALCA. Por iniciativa de Chvez surgieron Unasur, el ALBA, Pe-trocaribe, Telesur, Radio del Sur, Banco del Sur, etc. etc. y se aanz la relacin con el mundo rabe, y con los pases her-manos de frica. Cmo olvidar los pro-gramas de la Misin Milagro, que ha dado luces a miles de ciudadanos postergados en el mundo.

    El espacio cedido para estas notas no es suciente para las consideraciones anecdticas de los viajes de Chvez. Y ms all de las obligaciones de discrecio-nalidad que debe tener este servidor en relacin con los asuntos de Estado que abord Chvez en sus mltiples giras por Medio Oriente, debo decir que muchas de estas visitas a gobiernos lejanos, o las recepciones de gobernantes en Caracas, sirvieron para consolidar el pivote sobre el que descansa la economa venezolana: la industria petrolera.

    Chvez gan amigos en todo el mundo, y su liderazgo llega a todos los connes de la tierra. Su posicin frente a la causa palestina, su rechazo y condena a la agre-sin contra Gaza, luego la expulsin del embajador y el cierre de la Embajada de Israel, es causa para el eterno agradeci-miento del pueblo rabe. Millones rezan por l, en iglesias, mezquitas y otras con-gregaciones.

    Su posicin en contra de la agresin al Lbano, mi pas de origen, le ha deparado la admiracin de ese pueblo milenario.

    Es sincero, solidario, modesto, inteligen-te, sabe escuchar, tolerante, humanista, crea en la amistad, que estimulo, lamen-tablemente, a muchos para traicionarlo. Pero las mayoras del mundo lo quieren y le aman.

    Su posicin contra las agresiones a Irak, Libia y Siria fueron muestras de valenta, y sobre todo evidencia que estbamos ante un hombre de principios. La proyeccin de Hugo Chvez es para la eternidad. Ha en-trado en la Historia con letra mayscula. Puedo recordar que se atrevi a visitar a Saddam Hussein cuando estaba aislado del mundo, y lo hizo en nombre de la soberana de los pueblos. Ese es el Chvez que los pue-blos recordarn, el que cuestion el chan-taje de George Bush, todopoderoso que pre-tenda poner de rodillas a los pueblos con la hipcrita idea de la lucha contra el terroris-mo. Chvez denunci el terrorismo de Esta-do de Bush, en todos los escenarios, incluso en el proscenio de Naciones Unidas.

    Muchas tareas le quedaron pendientes a Hugo Chvez. Este pueblo, que tambin es mi pueblo, sabr continuarlas en el curso de los prximos aos, de las prximas d-cadas, de la prximas generaciones. Pero jams en Venezuela ha habido ms demo-cracia y dignidad para su pueblo que con Hugo Chvez. Venezuela es ejemplo para el mundo.

    Chvez gan amigos en todo el mundo, y su liderazgo llega a todos los connes de la tierra. Su posicin frente a la causa palestina, su rechazo y condena a la agresin contra Gaza, luego la expulsin del embajadory el cierre de la Embajadade Israel, es causa parael eterno agradecimientodel pueblo rabe

  • Domingo 17 de Marzo de 201314 E D I C I N E S P E C I A L

    darle dinamismo a la calurosa tarde. De pronto, movimiento total, murmullos, miradas recorriendo el segundo piso del teatro. Una persona se me acerca y me dice: Lleg el Presidente, vamos a cambiar de moderador. Resulta que el Presidente llevaba algn tiempo en el balcn del Municipal escuchando las po-nencias. Hasta all le llevaron un micr-fono. La gente gritaba: Que baje! Que baje! l tom el micrfono y expres con mucha jocosidad: Voy a bajar, pero me dejan pasar.

    Despus de unos 40 minutos logr llegar al escenario. A mi lado estaba el ministro de la Secretara, quien me dijo: Presntalo. T eres el moderador. Con emocin anunci solemnemente la pre-sencia del Presidente que, en realidad, no necesitaba esta introduccin porque desde haca una hora todos coreaban su apellido.

    l se situ en su lugar en el centro del presidio, rodeado por el delirio apenas contenido de varias profesoras de equi-dad que pugnaban por saludarlo. De se-guida, hizo un gesto y todos callamos. Y para sorpresa nuestra dijo algo como:

    Caramba, aqu no hay mucha equi-dad, porque el moderador de hoy ha presentado a los anteriores ponentes con mucha alegra, adornando sus nombres y a m slo me ha anunciado

    En mis tiempos de estudiante en la UCV, y en mis primeros aos de profesor, yo haca intensa vida poltica y cultural con las diversas agru-paciones universitarias ampliamente conocidas que estaban conectadas con los sectores polticos de vanguardia. Por pertenecer a ellas fuimos perseguidos en 1989. En 1992, cuando el comandante Hugo Chvez comand la rebelin del 4 del Febrero, aquellas agrupaciones fue-ron impactadas por el indito aconteci-miento que de inmediato relacionamos como consecuencia del 27-F.

    CHVEZ EN LA UCVEn 1994, estuvimos entre los que or-

    ganizaban la visita del Comandante a la UCV. Millares de ucevistas se volca-ron a los pasillos y a la Tierra de Nadie para verlo y para tratar de ingresar al Aula Magna. Por ello pude estar en primera la cuando Chvez subi a la magna tarima.

    Su personalidad era avasallante. Se sum a los gritos y transform los vto-res de aclamacin a su persona por con-signas patrias, por cantos de Al, por vi-vas a Venezuela. Un autntico conductor de masas, un hombre que se conecta de inmediato con la gente. Ese da lo vimos a distancia y escuchamos su discurso cargado de historia, de amargas verda-des, de lucha y batalla por el porvenir.

    De all, Chvez se fue a los caseros, a los pueblos, a los barrios. Hizo el casa por casa ms extenso del que tenga no-cin la cronologa poltica de Venezuela. Estrech miles de manos, escuch sue-os, desconsuelos y sembr esperanzas.

    LA UNIVERSIDAD EN LA CALLE, CON CHVEZ

    En abril de 2003, a un ao despus del golpe de Estado, el grupo Universitarios por la Equidad organiz el Foro por la Equidad y la Inclusin. Fueron tres das de conferencias, reexiones y cantos en el Teatro Municipal de Caracas. Se espe-raba en cualquier momento la presencia del Presidente de la Repblica.

    Me toc a m moderar la mitad del se-gundo da. Hice mi mayor esfuerzo por

    como Presidente de la Repblica. Con las ganas que yo tena de estar aqu, con los universitarios... Profesor Reinaldo, no? Presnteme como uno de ustedes. Aplausos, bulla y decenas de Chvez, amigo, la universidad est contigo. Y este llanero orondo, sonriente lo pre-sent: Y para continuar este bonito evento sobre la equidad y la inclusin, a continuacin vamos a dar la palabra a una persona que viene trabajando incansablemente por hacer letra viva estos temas. Engalana este foro, uno de nosotros, amigo de la universidad y primer combatiente del pueblo venezo-lano, el presidente de la Repblica Bo-livariana de Venezuela, Hugo Chvez Fras.

    Y juntos con los aplausos se sinti en el auditorio que estbamos en familia. El hombre sencillo, el que devolvi el Jardn Universitario a la UCV y pag pa-sivos laborales universitarios que data-ban de 1975, sonri grande, me hizo una sea para que me acercara y nos dimos un buen apretn de manos, el primero entre nosotros.

    LA UNIVERSIDAD DE LOS PUEBLOS DEL SUR

    El asunto no qued en aquel teatro ni en Venezuela. Aquel hombre compren-da que su peregrinar por una educa-

    cin para el desarrollo deba ser en todo el Sur.

    Siempre recuerdo de manera especial el 2 de julio de 2006 en Gambia, en una Cumbre de la Unin Africana. La cita cobraba diametral importancia porque Chvez se convertira en el primer pre-sidente no africano en dirigirse a dicha asamblea. As fue, a pesar de los esfuer-zos de EEUU y sus aliados para evitarlo. Ese da hizo la propuesta de la universi-dad del Sur.

    Al Presidente le asignaron una pe-quea churuata para las reuniones bi-laterales. Estaba situada cerca de un in-menso baobab. Luego de su memorable discurso, las solicitudes para saludarlo y respaldar sus ideas para el Sur, para intercambiar palabras llovan. Los pre-sidentes de Nger, Mali, Centroafrica-na, Senegal, Benn, Zimbabwe, Congo y Cabo Verde, entre otros.

    En un intermedio pidi algo de comer y nos invit. Luego sali de la churuata causando un gran alboroto. Ya comie-ron?, preguntaba, mientras departa y complaca con mltiples fotos. En un momento se me acerc y me dijo: Quie-ro saludar a Gadda. Dile que nos en-contramos en algn sitio, por aqu.

    Me fui a buscar al lder. Ubicamos a su jefe de Protocolo. Por toda respuesta nos dijo que era imposible ahora. Le inform al presidente, Chvez me indic: Insis-te, dile que ya estoy por salir.

    Solicit apoyo a unos amigos libios. Prometieron ayudar. Volv. Ya la ca-ravana presidencial estaba lista. El Comandante anunci: Vmonos. Ser en otra ocasin, y mirndome dijo: Te quedas, Reinaldo. S, Presiden-te. Me dio una palmada mientras me encomendaba: Trata de hablar con Gadda, le dices que pronto voy por Trpoli. Saba el presidente Chvez lo fundamental para el proyecto de co-operacin Amrica-frica del lideraz-go del Mandatario libio.

    Los alrededores de la moderna choza se despegaron. Apenas unos tres vene-zolanos nos quedbamos all. La calma indica la ausencia del huracn Chvez. Algunos enviados presidenciales nos preguntaban si an estaba porque mi Presidente desea saludarlo.

    Cuando ya nos bamos a retirar del lugar, un gigante se nos acerc pausado. Un traductor nos dijo: El lder quiere hablar con Chvez. Y all junto a m, de-bajo del baobab, Gadda.

    Me tendi la mano. Le inform que el presidente Chvez se haba retirado y le di el mensaje. Me pidi que le mostrara el lugar donde Chvez haba dado las au-diencias. Saldame a mi hermano, dile que nunca he ido a Amrica, y lo har para conocer a su amada Venezuela. Muy bueno que tengamos una universi-dad del Sur.

    Chvez ira pronto a Trpoli, y tres aos despus de Gambia, Gadda cru-zaba por primera vez el Atlntico para participar en la II Cumbre Amrica del Sur-frica en Margarita, y reunirse con su hermano Hugo Chvez y conversar sobre la necesaria Universidad de los Pueblos del Sur.

    Y siempre estuve all. Entre tanta grandeza e historia.

    El da que Chvez revolucion la esperanza universitaria

    Reinaldo Bolvar (Viceministro para frica)

  • Domingo 17 de Marzo de 2013 15E D I C I N E S P E C I A L

    El Ncleo de Sucre de la UDO, en Cu-man, siempre ha sido y es un bas-tin del movimiento revolucionario, una referencia de la izquierda que resista y luchaba en el Puntojismo, y que lucha y construye hoy la Revolucin Bolivariana. Una maana de esas, luego de la liberacin en 1994, se anunci que ira el comandante Chvez al Ncleo, la ciudad y la universi-dad era todo expectacin y esperanza.

    Ese da, a pesar de que el cubculo de la JCV queda justo al frente del auditorio, muchos tuvimos que verlo pasar como r-faga y escucharlo gracias a las cornetas colocadas fuera del auditorio. Ese da v y o por primera vez de cerca al comandante Chvez. Ya antes lo haba escuchado siendo un licesta, cuando anunci el Por Ahora despus de la clarinada del 4 de Febrero.

    En 1997, fuimos a Cuba como delegados al XIV Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes. La profesora Adina Bas-tidas fu la presidenta de nuestro Comit Nacional Preparatorio y, desde el Por Ahora, el liderazgo del Comandante se-gua fortalecindose y creciendo, no solo en nuestro pueblo sino en el mundo, esa in-

    quietud por saber de Chvez se palpaba en cada delegado del Festival que nos pregun-taba sobre la situacin en Venezuela y sus perspectivas, que preguntaba si no sera Chvez otro militar como los ya conocidos gorilas, compaeros y camaradas que entre la duda y la esperanza escucharon de nuestra propia voz como venezolanos y revolucionarios que realmente Chvez era un Lder Revolucionario, Bolivariano, hijo del Pueblo y que no pretenda ser nin-gn dictador.

    Ya siendo secretario general de la Ju-ventud Comunista, volv a ver a Chvez hablndonos con su palabra de fortaleza y esperanza, con su palabra de amor por el pueblo, el PCV fue el primer partido que, formal y pblicamente, anunci su candi-datura a la Presidencia. Segua forjndo-se el camino de la organizacin popular para la victoria de diciembre del ao 98, victoria que fue seguida de la eleccin de la Asamblea Nacional Constituyente, del profundo debate que le dio forma y conte-nido a nuestra Constitucin Bolivariana y que nos gui a nuevas victorias al aprobar en referndum la nueva Constitucin en diciembre del ao 99; y reelegir al coman-dante Chvez en el 2000. Ese diciembre de 1999 vimos al Chvez humanista, al Chvez padre que vea a su pueblo afectado por las lluvias en Vargas y que sali a socorrerlo y a atenderlo, a llevarle amor y solidaridad, a llevarle abrigo y esperanza.

    Entre el ao 2000 y 2002, cada vez que ba-mos a un acto con el Comandante buscaba algo que darle que le permitiera saber que la juventud estaba all con l, luchando por la construccin de la Patria Bolivariana. Haca de todo por darle en sus manos la Tribuna Popular, una gorra, una bandera, una revista, un libro, un smbolo, que nos supiera a su lado, como soldados, como mi-litantes de la Revolucin Bolivariana. Ya en el ao 2001 se escuchaban los tambores de guerra de la contrarevolucin, y se senta la intensidad de las acciones que vendran para intentar acabar con la esperanza del Pueblo encarnada en Chvez. En esos pri-meros aos, la profesora Maigualida Barre-ra presidi la Fundacin Juventud y Cam-bio, y convirti ese espacio en un espacio para fortalecer la conciencia y compromiso de la juventud con el proceso revoluciona-rio, creando espacios como la Marcha Bo-livariana, los Campamentos Juveniles, el Congreso de Estudiantes, entre otros que fueron acercando a las y los jvenes a las -las del proceso revolucionario que comenza-ba a dar sus primeros pasos, como un nio que aprende a andar y va de la mano de su padre, su padre; el padre de la Revolucin Bolivariana de nuestro tiempo es Chvez.

    En el comandante Chvez encarn el amor, la esperanza, la constancia y digni-dad, la solidaridad, la entrega a su pueblo y al ideal del Padre Bolvar, las enseanzas e ideas de Simn Rodrguez. Chvez es el ejemplo y modelo a seguir como revolucio-nario, conocedor de las demandas, necesi-dades y realidades del Pueblo, porque Cha-vz es un hijo del Pueblo. Y contra Chvez, contra todo lo que representa, contra la Constitucin y las Leyes Habilitantes, se lanz la contrarrevolucin al golpe fascista de abril de 2002. Estbamos en las afueras de Miraores, y estuvimos all hasta muy tarde, esperando instrucciones, frente al golpe que se haca cada vez ms evidente. Luego estuvimos all, nuevamente, reci-bindolo despus de esa histrica victoria de la unidad cvico-militar.

    Esos tres aos de 2002, 2003 y 2004 fue-ron aos de denicin y deslindes, aos en los que el Comandante profundizaba y anaba la lnea a seguir, declar el carc-ter antiimperialista de la Revolucin Bo-livariana, y despus el carcter socialista de la Revolucin. El pueblo y la Fuerza Ar-mada derrotamos con el claro liderazgo del Comandante las agresiones feroces del imperialismo y sus lacayos, luego del gol-pe fascista vino el paro sabotaje petrolero, y depus de esas victorias populares na-cieron las misiones sociales, expresin de la necesidad de transformar el aparato del Estado que heredamos del Puntojismo, la necesidad de ir a las races y ser radicales, como nos enseaba cada da el Coman-dante, ser radicales, ser integralmente re-volucionarias y revolucionarios, estudiar cada da, ser sensibles, ser ecientes y disciplinadas y disciplinados, ser la mujer y el hombre nuevo de la que nos habla el Che y del que nos habla Cristo. Chvez nos mostr al Cristo redentor, revolucionario, al Cristo del que nos hablaba Al, el Cristo Camarada, por eso Chvez se declara afe-rrado a Cristo.

    En el ao 2005, cuando organizamos el XVI Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes, Venezuela recibi a ms de 34 mil delegadas y delegados del mun-

    Chvez: Padre gigante, corazn de la patria

    David Velsquez (Viceministro de Exteriores)

    Siempre que triunfa la vida, pierde espacio la amargura

    Al Primera

  • Domingo 17 de Marzo de 201316 E D I C I N E S P E C I A L

    do, que vinieron en busca de su gua, de su ejemplo, de su fuerza, para impulsar y revitalizar las luchas de sus propios pue-blos. El Comandante inaugur el Festival en la Academia Militar, el mismo sitio donde hoy le rendimos homenaje, por all deslaron decenas de delegaciones de los cinco continentes, y all nos llam a los j-venes y estudiantes son ustedes la bom-ba atmica de la vida, de la alegra, de la juventud, del futuro... y estamos obligados a multiplicarlas por el mundo entero. El comandante Chvez revis y supervis cada detalle del Festival, y nos insista en la necesidad de la organizacin, de la formacin, de denir acciones y proyec-tos concretos, de superar la etapa de las declaraciones y acuerdos que se quedan en el papel. Su fe y su compromiso con la juventud, con las mujeres y los hombres, con las trabajadoras y los trabajadores del campo y de la ciudad, con las nias y los nios; se hizo evidente en cada acto suyo, en cada decisin, en cada orden, en cada consejo y en cada crtica.

    Ese mismo ao 2005 fuimos a las elec-ciones parlamentarias en las que la dere-cha se retir pretendiendo desconocer los resultados, pero su retirada nos permiti una victoria total en la Asamblea Nacio-nal, y me correspondi la responsabilidad de dirigir la Comisin de Participacin Ciudadana, y ayudar en el debate de la Ley de los Consejos Comunales, marco jurdi-co para impulsar con mayor fuerza la or-ganizacin, formacin y construccin del Poder Popular. La Asamblea Nacional se volc al debate con el pueblo, en la calle, y el Comandante refrend en abril de 2006, desde el Campo Carabobo, esa ley que sir-vi como partida de nacimiento de miles de Consejos Comunales, reivindicando la ex-periencia previa de los Comits de Tierras Urbanas, las Mesas Tcnicas de Agua, las Mesas Tcnicas de Energa, los Puntos de Encuentro de la Mujer, y muchas otras or-ganizaciones sociales que nacan en cada rincn de la Patria Buena. El Consejo Co-munal, base de la organizacin del nacien-te Estado Comunal, del Poder Popular, sin el cual no sera viable la construccin del Socialismo Bolivariano.

    Al iniciar el periodo de sesiones de la Asamblea ese ao 2006, estaba yo en la primera la sentado, sin corbata, y me sorprendi el Comandante al mencionar-

    me y hacer referencia a que yo andaba sin corbata. Comenz a hablar del Poder Popular y de una directriz fundamental: Mandar Obedeciendo, citando el mandato del Libertador. Yo antepongo siempre la comunidad a los individuos, yo tengo pruebas irrefragables del tino del pueblo en las grandes resoluciones; y por eso es que siempre he preferido sus opiniones a la de los sabios. El Comandante nos da una gua: Dejmonos guiar por el tino, la sabidura y el coraje de nuestro pueblo: all est la clave para que nuestra Revolu-cin siga siendo victoriosa.

    Ese ao fuimos a nuevas elecciones, y obtuvimos una nueva y grandiosa victo-ria que dio paso al Primer Plan Socialista de la Nacin, al Plan Nacional Simn Bo-lvar 2007-2013. Obtuvimos una Gran Vic-toria Popular, que abri la va venezolana al socialismo, el punto de partida para la profundizacin de la Revolucin Boliva-riana, como lo deni el mismo Coman-dante Presidente. Y apenas comenzando el ao 2007, los primeros das de enero, fui llamado por el Comandante a asumir la responsabilidad al frente del Ministerio de Participacin y Desarrollo Social. El Comandante Presidente convers durante varias horas en la madrugada, dndome las orientaciones e instrucciones necesa-rias para la nueva tarea y comenzamos el proceso de fortalecimiento y de transfe-rencia de recursos a los Consejos Comu-nales, el lanzamiento de los Cinco Moto-res, el fortalecimiento de la Misin Negra Hiplita, de la Misin Msica, de los es-tudios que dieron forma a la Misin Jos Gregorio Hernndez; el proceso de debate para la reforma constitucional, todo esto acompaado de la creacin del Partido So-cialista Unido de Venezuela.

    El comandante Chvez anunci en di-ciembre del ao 2006 la necesidad de un Partido Revolucionario que unicara to-das las fuerzas patriticas, llam a todas y todos a incorporarnos en esa tarea inmen-sa y vital para la Revolucin. En 2007 me correspondi formar parte de la Comisin Nacional Promotora del PSUV (siendo an militante del PCV); y, cuando el PCV deci-di no integrarse a este nuevo partido, yo atend el llamado del Comandante y decid renunciar a mi militancia y responsabili-dades en el PCV e integrarme como mili-tante del PSUV, entendiendo la necesidad de que el partido naciente, y an en proce-so de forja, se convierta en el instrumento necesario para la conduccin y direccin de nuestra Revolucin; un partido que for-me los cuadros y militantes necesarios en este momento histrico, un partido que no sea un n en s mismo sino un instrumen-to al servicio del Pueblo y la Revolucin.

    Ese ao 2007 el Comandante nos pre-guntaba cosas como: Qu estamos ha-ciendo desde nuestras instituciones para la construccin del modelo socialista? En diferentes actos y encuentros nos en-seaba a ser mejores revolucionarios, a ser cristianos o, como l mismo deca, a ser Crsticos, a vivir como el Cristo Re-volucionario, como Bolvar, como Sucre, como Simn Rodrguez. Nos preguntaba tambin: Cul era el rol, el papel de las y los venezolanos en la construccin de la Patria Socialista? Chvez nos inter-pelaba y se interpelaba para ser capaces de cumplir con las responsabilidades y

    tareas de la Revolucin, para estar a la al-tura del momento histrico y no fallarle al pueblo. Siempre consultaba, preguntaba, indagaba, estudiaba, construa cada idea, cada decisin y combinaba las condicio-nes objetivas y subjetivas para impulsar-las y convertirlas en realidad, haciendo lo extraordinario cotidiano.

    El comandante presidente Chvez jur consumirse gustosamente en la cons-truccin de la Patria Socialista, y con fre-cuencia nos citaba de la Biblia el libro de Hechos, 2: 44 al 45, que seala que tenan en comn todas las cosas; y vendan sus propiedades y sus bienes, y los repartan a todos segn la necesidad de cada uno, una clara referencia de la comunidad cristiana originaria, referencia de lo que queremos construir en las Comunas y Consejos Comunales, de lo que debe ser el Socialismo Bolivariano y Cristiano: un modelo capaz de darle al pueblo, como de-ca Bolvar: La mayor suma de felicidad posible.

    Su contacto directo, su sinceridad y franqueza, su alegra, su autoridad, su personalidad y su amor, sus hechos im-pregnaron todo a su paso. Todo lo que el comandante presidente Chvez peda era porque l mismo lo haca, y nos educaba con su ejemplo, con la coherencia perma-nente entre el decir y el hacer. l, Chvez, nos ense a conocerlo. Era transparente: un hombre amoroso, hombre de familia y de pueblo; padre ejemplar, lleno de vida y energa, de fuerza, de autoridad, capaz de reconocer sus errores y enmendarlos, muy exigente con los dems y consigo mismo, atento a los detalles el diablo est en los detalles y con la visin estratgica muy claramente denida. Creativo e inteligen-te, abierto a la crtica y al debate, rme en la toma de decisiones, con un liderazgo inigualable que nutra con el estudio per-manente, la observacin y anlisis de la realidad y los escenarios; siempre buscn-dole solucin a los problemas del pueblo, luchando por la integracin y la unin.

    Todas estas y otras cualidades, son lo que hacen del comandante Chvez un L-der con una visin y una accin ms all de su tiempo; lo hacen un Lder irrepeti-ble, nico, un digno heredero de Bolvar. Tuve el privilegio y el honor de poder tra-bajar con el Comandante en diferentes oportunidades y desde diferentes respon-sabilidades. No podemos expresar lo que vivimos por ms palabras que busque-mos; lo que se escriba es una aproxima-cin a las emociones y vivencias de quien nos ha dejado un legado tan precioso como la Patria Independiente, y una nueva so-ciedad en construccin, socialista, boli-variana. Chvez se hizo no solo Lder, se hizo Padre, Maestro, Amigo, Hermano, como l